Nota: Los fantasmas producidos por el Tekuhaja chimimoryo, tienen forma de orbes de luz blancas, que se mueven a gran velocidad.
Cap 14. Aquel que ilumina el futuro.
Las almas que claman ser liberadas, chillan y gimen mientras son utilizadas en contra de su voluntad por un espectro, un ser que viene del Inframundo y que lucha bajo las ordenes del Dios Hades.
En medio del desierto el Santo de Virgo lucha para evitar que el espectro de Asura se lleve la Urna de los Dioses, un elemento capaz de sellar hasta al mismo Cronos el Rey de la estirpe Titan.
Los fantasmas producidos por la técnica de Zavijah, evitaron a Wallace y se dirigieron a gran velocidad hacia el espectro que nuevamente se cubrió con las almas de los Asura que había invocado.
— Una técnica como esa no me hará daño — exclamo este, lanzándose posteriormente hacia el santo.
Cargando su puño con todo su cosmos Ahúra se disponía a acabar con todo de una vez por todas.
Por su parte Khalid de Fénix negro, se puso nuevamente frente a frente con su antiguo maestro Wallace, quien había regresado nuevamente como un Asura.
— Juro que ahora voy a mandarte al infierno, maldito — murmuro Khalid asestando una fuerte patada en el rostro de Wallace.
Zavijah se mantuvo firme cuando el puño de Ahúra, impacto con gran fuerza contra la barrera de cosmos que este desplegó.
— Algo como esto no te protegerá eternamente Zavijah — indico el espectro. — Recibe nuevamente la Ira de Shiva — añadió este extendiendo su brazo derecho, que se cargo de potentes descargas eléctricas rojizas.
Pero antes que Ahúra pudiese completar su técnica, algo lo tomo de la cintura.
Lo que sea que lo había agarrado, lo lanzo hacia atrás, estrellándolo contra el suelo.
Zavijah seguía elevando su cosmos dentro de su barrera, mientras que el rosario comenzaba tomar un brillo dorado.
— ¡¿Que demonios esta pasando?! — exclamo Ahúra, al observar que la cosa que lo agarraba no era nada mas que uno de sus guerreros Asura. — ¿Acaso?, reaccionan al cosmos de Zavijah y a ese rosario? — pensó el espectro mientras fulminaba al asura que lo sujetaba.
Y efectivamente, las almas de os guerreros inmortales comenzaban a entrar en resonancia con el cosmos de Zavijah y aquel rosario.
El santo de virgo abandono su pose de loto, poniéndose de pie. Blandió el rosario y elevo su cosmos abriendo los ojos.
— ¡Te demostrare ahora el verdadero poder de los Santos Dorados! — exclamo Zavijah.
Mientras un intenso y cegador brillo dorado cubría todo el sitio.
Los fantasmas creados por Zavijah, comenzaban a devorar a los Asuras, que a su vez eran purificados por estos.
— E...Eso es imposible — dijo murmurando Ahúra, — ¡Es imposible que derrotes a los Asura! — añadió con furia.
Khalid, el fénix negro detuvo su puño a centímetros del rostro de Wallace, la razón?. Uno de los Fantasmas lo tenia apresado ya, y seguidamente comenzaron a despedazar su cuerpo, dejando al descubierto su alma.
— ¡NO! — exclamo con rabia Ahúra, mientras lidiaba con los demás espíritus.
— Entiendes por que tus guerreros son derrotados con facilidad — comento Zavijah, mientras su cosmos se elevaba hasta el infinito.
El espectro, lleno de rabia y frustración se despojo del peto y el casco de su surplice, quedando solo protegido desde la cintura.
Al rededor de su torso desnudo aparecieron tatuados varios mantras distintos, a la par que su cosmos también se elevaba.
— ¡Maldito seas Zavijah! — chillo con fuerza Ahúra. — ¡TU Y TODOS LOS SANTOS DE ATHENA! — añadió tomándose de la cabeza.
Una gran estrella negra apareció sombríamente a espaldas del espectro, y un inmenso cosmos se cernió sobre el lugar.
Entre gritos y forcejeo Ahúra comenzaba a liberar todo el poder que estaba dentro de su cuerpo. Ademas de que su cosmos comenzaba a volverse mas violento y potente.
— ¡¿Acaso?! — Pensó Zavijah preocupado. — ¡Acaso este estúpido planea convertirse a si mismo en un Asura! — añadió observando el espectáculo.
Por su parte, Khalid observaba el Alma de Wallace desprenderse de ese cuerpo transitorio a causa de los fantasmas.
— Algo que tengas que decir antes de que vuelvas al infierno — murmuro el Fénix negro.
Pero Wallace no dijo nada, solo lo observo por un buen rato hasta que desapareció, en el aire.
— Eso pensé — se dijo Khalid a si mismo, volteando la mirada hacia el encuentro entre Ahúra y Zavijah.
Un poder incontrolable por parte del Espectro, y un poder inmenso por parte del Santo, ambas fuerzas chocaban con fuerza estremeciendo todo el lugar.
Pero había algo que jugaba en contra de Zavijah, el no estaba concentrado en acabar con Ahúra, su mente y cosmos se encontraban purificando las almas de cientos de guerreros que fueron convertidos en los Asura. Todo esto con su cosmos ingresando en el cuerpo del espectro, al mismo tiempo que este se volvía un Asura.
Zavijah estaba totalmente indefenso, en el momento que desplegaba su máximo poder.
— Acabalo — dijo una voz en la mente de Ahúra, una voz tan gruesa y potente, que parecía que era la mismísima muerte.
Los ojos del espectro se volvieron negros y su iris se torno de un intenso rojo carmesí. Sus dientes se volvieron afilados y su musculatura aumento un poco.
Y entre gruñidos y gritos se lanzo hacia Zavijah dispuesto a llevárselo por delante con mas que fuerza bruta.
Antes de que su puño impactase contra el santo de virgo, Khalid se interpuso recibiendo todo el impacto.
Su Black Cloth fue destruida en gran parte, mientras que los huesos de sus brazos fueron destrozados, pero aun así logro detener el avance de Ahúra.
— ¡Khalid! — dijo sorprendido el Santo de Virgo.
— Ahora tu me debes una — dijo con dificultad el Fénix negro, antes de recibir un potente puñetazo en el rostro que lo lanzo hacia las ruinas del templo.
Ahora estaban frente a frente, nuevamente como al principio de la lucha. Zavijah con el brazo derecho extendido y con el rosario de las ciento ocho cuentas en esa mano, y Ahúra quien había abandonado toda su humanidad para convertirse en un Asura.
— Ahúra, amigo... — dijo en voz baja el santo de oro. — Se que no eres un estúpido, para caer tan bajo y dejarte controlar por el poder del Inframundo. — añadió.
— Tu... no lo... comprendes... Zavijah... — se escucho decir débilmente a Ahúra, — Tu... no... los... conoces... no sabes el verdadero... poder... que tienen... esos... dos, acaba conmigo, acaba... con esta locura— continuo.
Virgo sonrió, y volteo a ver a Khalid que apenas lograba incorporarse.
— Ahora entiendo todo, la razón por al cual te deje vivo, el porque viniste hasta aquí, y por que usas la Cloth del fénix negro — indico el santo, — Te deje vivo para que seas un Black Saint, el primero que ayude a Athena desde la era del mito, viniste hasta aquí, por que tu tienes que devolver la Urna de los Dioses, y usas la Cloth de Fénix Negro, por que en tu futuro están las verdaderas alas del Fénix — continuo este.
El cosmos de Zavijah se intensificaba, y el de Ahúra comenzaba a disminuir, pues los Asura que se encontraban atados a su energía estaban siendo ya purificados por el santo de Virgo.
— En verdad planeas hacer eso — dijo una voz conocida en la mente de Zavijah, — Mira que Athena perderá uno a uno de su mas valioso guerrero — añadió la voz.
El Santo de Virgo sonrió ampliamente, mientras que en su mente la figura de Wallace se materializaba.
— Si no son apresados, todos los guerreros Asuras que se encuentran dentro de la Surplice de Asura, correrá el riesgo de que alguien los libere, y si eso ocurre... seria un grave problema para Athena. — le contesto Zavijah.
— ¿Así que vas a dejarle la responsabilidad de devolver la Urna de los Dioses a Khalid? — volvió a preguntar Wallace — ¿Es un Santo Negro, como sabes que no va a traicionarte y dejar la urna aquí o entregársela a Hades? — añadió.
— El es diferente a todos los Santos negros que conocí, inclusive me atrevo a decir que de haberlo traído al santuario aquella vez, se hubiera convertido en mi discípulo. — replico Virgo. — Ademas confió en el como mi compañero de armas — agrego.
Wallace cerro los ojos y sonrió levemente, mientras observaba su mano.
— Nuevamente nos has salvado Zavijah, y has salvado a mi hijo — comento mientras su cuerpo se desvanecía, — Nos volveremos a ver — continuo, desapareciendo.
De vuelta a la realidad, el potente cosmos de Zavijah comenzaba a destruir el cuerpo de Ahúra.
— ¡Khalid! — exclamo el Santo, — Te encargo la Urna de los Dioses — añadió, viendo a aquel santo negro de reojo.
Por un instante, Zavijah vio a Khalid convertido en un niño, con aquella ropa sucia de pie junto a una gran ladera.
El Fénix negro, apenas podía moverse, pero lograba entender a la perfección lo que iba a suceder.
— Eres patético — murmuro Khalid.
Zavijah sonrió, mientras volvía a concentrarse en su rival.
— Athena, siempre he dudado de mis acciones, y por ello muchas veces cometí graves errores, pero también grandes aciertos — pensó el santo, — Ahora estoy seguro de lo que debo hacer, y no tengo remordimientos de ello, se que el futuro estará lleno de luz, por que hay personas que guiaran a este mundo hacia el — continuo.
El cosmos de Zavijah estallo violentamente, acompañado del grito de su máxima técnica.
¨¡TENBU HORIN!¨
(Tesoro del Cielo).
El cegador brillo dorado cubrió todo el sitio, mientras que el aullido de las almas Asura comenzaban a apagarse una tras otras, y los fantasmas que los purificaban se desvanecían lentamente.
Para ese momento, el sol ya se había ocultado en su totalidad, y solo el tenue brillo dorado del lugar en donde se encontraba Zavijah iluminaba el sitio.
De pie aun, Virgo observaba a su amigo Ahúra arrodillado ya sin su surplice.
— Descansa en paz — murmuro Zavijah.
Un solemne gracias, pareció escucharse en el viento, al tiempo que las cenizas de aquel hombre llamado Ahúra se dispersaban por el desierto.
Khalid se acerco con suma dificultad hasta este, y tras observar detenidamente al santo de oro, le pregunto.
— ¿Que has conseguido con esto?.
— Encontrar mi destino, y mi razón de luchar en este mundo — le contesto el otro.
— Pero de que sirve ahora, si ya diste todo de ti — volvió a inquirir Khalid.
— Sirvió también para que pudieras entrar a la recamara de los Dioses y tomar la Urna — le replico Zavijah sonriendo, y señalando el lugar en donde aquella estatua de Athena con esa inscripción. ¨Solo para todo aquel que este dispuesto a sacrificarlo todo, tendrá acceso a la recamara de los Dioses¨. Se encontraba.
Tan brillante como las estrellas del cielo, la Estatua de Athena comenzó a mover los brazos, levantando el escudo hacia el cielo, y seguidamente un haz de luz la cubrió.
La estatua desapareció, dando paso a una distorsión del espacio tiempo en el lugar.
— Ahora te toca a ti, ayudar a salvar el mundo Khalid — le indico Zavijah quien comenzaba a desvanecerse. — Tengo fe que algún día tus alas negras, brillaran con un rojo carmesí — añadió sonriendo, y tras eso su cuerpo brillo espectacular mente, para dejar la Cloth de Virgo vacía en medio del desierto, con el rosario enredado en las manos de la armadura.
Khalid se sentó a un lado de esta, y se puso a observar el cielo estrellado, mas convenientemente la constelación de Virgo, que brillaba con intensidad.
— Me hubiera gustado seguir charlando contigo — comento el Fénix negro sonriendo con algo de melancolía.
Grecia, Santuario.
Athena sostenía con fuerza a Nike, bajo su gran estatua. Las lagrimas bajaban por su mejilla. Ella aunque no había despertado del todo, sintió el inmenso cosmos de Zavijah desaparecer lentamente.
— ¿Por que? — se preguntaba, — ¿Por que dan su vida de esa manera?, ¿que maldito sentido tiene? — pensaba secándose las lagrimas.
Observando el horizonte, Athena volvía a preguntarse.
— Si en verdad soy Athena, ¿por que no lucho yo?, ¿por que dejo que derramen su sangre de esta manera? —.
Su cosmos comenzaba a elevarse, por la frustración y el dolor que sentía haber perdido a alguien que, a pesar de no hablarle mucho, lograba entender su manera de pensar con solo mirar su afligido rostro.
Nunca había tenido la oportunidad de hablar con aquel hombre, que parecía tener mucho que decir y preguntar.
Sin darse cuenta Athena, había elevado su cosmos de forma alarmante, tanto que el Patriarca tuvo que subir hasta el lugar donde esta se encontraba.
— ¡Diosa Athena! — exclamo este alarmado.
Pero su temor de que algo malo le hubiese sucedido, desapareció al ver a la joven con lagrimas en los ojos.
Su Ilustrisima se arrodillo frente a la Diosa, al tiempo que le hablaba.
— Señorita Athena, pro favor acompáñeme a sus aposentos, las Saintias la esperan —.
La joven Diosa, dio unos pasos hasta llegar a el Patriarca, y luego volteo a ver el firmamento.
— La constelación de Virgo brilla con intensidad — murmuro, y tras eso se retiraron del lugar.
Alemania, en el interior de un inmenso Castillo, Ubicación Desconocida.
En medio de un gran salón, la figura de un hombre con traje negro y cabello de plata, se presentaba solitario en el lugar.
— Perdió — dijo este, con una sonrisa un tanto extraña, observando el pequeño objeto que poseía en la mano.
Este sostenía una pieza de ajedrez, mas específicamente la torre. Pieza que se destruyo cuando este lo estrujo con fuerza.
— Aun así logramos sacar del juego a uno de los Santos de Oro mas peligrosos — le respondió una voz entre las sombras.
— Ahora quedan once dorados, y solo nos preocupan dos — comento el de cabello plateado.
— No los menosprecies Thanatos, los humanos pueden llegar a ser un dolor de cabeza — volvió a contestar la otra voz, que correspondía al hombre que salia de entre las sombras.
Vestido con un saco café, y con el cabello rubio suelto, era Hypnos el Dios del Sueño, quien llegaba al salón. Mientras que el otro que sostenía ahora dos piezas de ajedrez en las manos, y vestía elegante era el Dios de la Muerte Thanatos.
Ambos gemelos se observaron un buen rato, y con una sonrisa cómplice observaron a través del gran ventanal, la tenue llovizna que ensombrecía aun mas el castillo.
El Sueño y la Muerte acechan al mundo, mientras que la sombra del Hades se cierne sobre los corazones de las personas.
Continuara.