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Saint Seiya: Dos Tierras


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80 respuestas a este tema

#21 blackdragon

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Publicado 01 diciembre 2015 - 23:17

Rexo

 

Me quito el sombrero la entrada de Julian Solo me dejo sin palabras, buscando sobrevivir al desastre, ese si no le zacateo como la Sahori que se pelo con todo y santuario como diciendo hay se ven, jajaja

 

 

 

"—Hay fuerzas en este mundo que no permitirán que yo muera —dijo el extranjero, visiblemente cansado por el sobresfuerzo—. Quienes atenten contra mi vida, perderán la suya. Tu sobrino buscó esto.

 

—No hay deshonor en ese tipo de muerte. Pero él era el último… Bien, invasor, veamos si tus puños son tan buenos como la espada que mi capitán te dio —desafió Stenn, quien sabía que no tenía nada que hacer en un duelo a espada; él no era Erik.

 

Sin más que decir, se arrojó contra el extranjero con los puños alzados; la fuerza de una bestia en el cuerpo de un hombre sin nada que perder. Un asgardiano habría aceptado el reto: soltaría cualquier arma, visible u oculta, incluso se despojaría de cualquier protección que tuviera. Sí, un asgardiano actuaría de ese modo.

 

—No me expliqué bien. —La espada del extranjero había atravesado la garganta de Stenn a medio camino, los puños preparados para destruir al enemigo tan solo acariciaron el aire—. No puedo permitirme morir, en batalla o fuera de ella. Esto nunca trató de honor, sino de supervivencia. "

 

 

 

Noo pos allí demostró que no solo era Junior si no que sabe pelear ( no como otra que necesita un poni pa andar jajaja) , me gusto el capi ni modo ya me enganche a tu fic, y por fin me la oi con la cancion que mas le queda :

 

ENTRE DOS TIERRAS de Heroes del silencio, si esta si quedo mejor : https://youtu.be/0kA3LxEQrt0

 

 

Ya pon el otro capi que ya me pique jajaja, espero que lo sigas pronto


Editado por blackdragon, 01 diciembre 2015 - 23:18 .


#22 Cástor_G

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Publicado 14 diciembre 2015 - 21:36

jujuju

 

 

Rex, recientemente he tenido ganas de volver a escribir, quizá leyendo me anime finalmente a hacerlo. Evidentemente no podía pasar por alto tu fic, tenía que ser la primera lectura en mi regreso.

 

El misterio de tantos años valió la pena, la verdad es que he quedado maravillado, escribes muy bien. He leído apenas el primer capítulo pero me ha gustado bastante.

A pesar de que Asgard no es precisamente mi saga favorita, he quedado maravillado con tu estupenda narración. Teniendo esto, los personajes que se utilicen es lo de menos.

 

Me ha gustado especialmente la participación de ese muchacho llamado Sven. Reconozco que me sacó una sonrisa su yelmo improvisado, realmente apareción en mi mente el muchacho con el cubo en la cabeza. Y admitó que sentí pena cuando fue decapitado :(.

 

La historia apenas inicia, veremos como continúa.

 

El único "pero" jejeje, que le pongo a este fic, es la dificultad para leer algunas palabras, propias del ambiente en el que se desarrolla la historia. Pero esto será solo cuestión de acostumbrarse.

 

 

Saludos!



Capítulo 15: La Flor Sangrienta
(Pincha AQUI para Leer)

belladona.png
Saint Seiya: COSMO WARS
Índice de Capítulos: Aquí

#23 -ñ-

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Publicado 14 diciembre 2015 - 22:12

Pocas mujerzuelas leo aquí... por lo demás, interesante, muy interesante...



#24 -ñ-

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Publicado 25 diciembre 2015 - 18:17

Buenas

 

 

El ritmo de publicación será mensual. Cada mes, en el día 26, tendrán un capítulo de esta historia sin falta.

 

 

¿Y dónde está el capítulo? Ya es 26... ¿Tan pronto y ya parece Kurumada con sus retrasos y esperas?

 

 

muy mal... rex... muy muy mal...

 

 

Saludos



#25 Rexomega

Rexomega

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Publicado 26 diciembre 2015 - 20:29

Saludos

 

Es 26 de diciembre dependiendo de donde vivas y como os había dicho... ¡Anuncio que el 26 de diciembre de 2016 publicaré el nuevo capítulo! ¡Estén atentos!

 

Ok, no. Ya tengo el capítulo listo, pero primero lo primero.

 

Gemino No P. Ciertamente, es pronto para adivinar lo que está por ocurrir. Quiénes son los protagonistas, qué ocurre con el hombre de blanco (que se cansa como hombre que es, pero a su vez recibe cierta protección que no permitirá que muera), son cosas que os iré mostrando en estos primeros capítulos.

 

Aun así, me interesa conocer tus inquietudes sobre la historia según las tengas. Quién sabe y hasta me ayuden a estar más atento a esta historia que creo estar controlando, así que no dudes en comentar todo lo que gustes.

 

Confieso que no supe quitar la escena del casco de Sven sin romper el flujo natural del capítulo.

 

¿Alberich te cae mal como persona o como personaje? Siendo lo primero, y confío en el que el desarrollo de la historia lo vuelva un asunto menor. Si es lo segundo la cosa se complica, aunque a saber. Alberich tiene intención de formar parte de los acontecimientos que vendrán, a ver si lo logra (o no).

 

Tuve una lucha tremenda con el editor ese día, aunada a una conexión más lenta que un guardia del Santuario yendo a pegar a un santo de oro del Episodio G, así de lenta era. Espero que no ocurra hoy.

 

Seph Girl. Misterios y más misterios, ¡y tú que los quieres vender aprovechando el ritmo de publicación! Mucha maldad, ciertamente.

 

Anécdota: en algún momento pensé en dar una explicación sobre la daga, o más bien por qué la tenía el hombre de blanco. Como la historia no tenía nada de especial ni aportaba nada al combate más que alentarlo, lo deseché desde la versión cero, es decir, antes de escribir.

 

Alberich es como el que busca empleo con antecedentes, todo el mundo desconfía de él, dentro y fuera de la historia. ¿Cumplirá el einherjar tan prejuiciosas expectativas? :lol:

 

Killcrom. Eso haré esta vez, malvado contrabandista de spoilers. Ojalá no sea parte de otra lucha titánica contra la red, ¡estoy publicando a contrarreloj! Esto me pasa por pasar el capítulo en época navideña, ¡perdón!

 

No me olvido de que te debo review, espero dártelo estos días.

 

Lunatic BoltSpectrum. En breve podrás disfrutar de la continuación, el 26 de diciembre tal y como prometí... Técnicamente, porque aquí ya no es 26. ¿Me estaré convirtiendo en un Kurumada como vaticina el compañero Ñ?

 

-Felipe- Un par de exageraciones que se me fueron de las manos. El punto de Stenn siempre fue la ropa del hombre, y el de Erik que el hombre de blanco no sabría manejar una espada como él, pero me excedí al ejemplificarlo justo en las partes que mencionas.

 

Yo mismo estuve bastante satisfecho de haber contado una batalla tan rápida y clara sin perder la intensidad, y me alegra que haya gustado. En general, procuro en Dos Tierras ir más al grano de lo usual, y parece que en este capítulo lo logré.

 

La arquera es un añadido posterior, sí. Admito que es uno de los trabajos más forzados que recuerdo haber hecho (no cuento nada de ella, solo señalo que estuvo ahí). Espero que los cambios que hice en el capítulo 2 quedaran mejor.

 

T-800. Muy práctica, sin duda, pero cuando despiertas a alguien con mal humor te puede costar caro... Por eso nunca uso ese método :lol:.

 

Probablemente Stenn simplemente estaba exagerando sobre la ropa del hombre. Un choque cultural, por darle un nombre, no muy bien trasladado al escrito.

 

blackdragon. Quien sea igual que Saori Kido, algo estará haciendo mal con su vida. Bien por el hombre de blanco. 

 

Interesante propuesta para banda sonora de la historia. Veremos si en el futuro se acopla a la trama que, me alegra saber, te ha enganchado.

 

Cástor_G. Sería muy bueno que siguieras publicando. ¿Cómo nos vas a dejar sin saber cómo el ejército ateniense sobrevivió a esa sangrienta guerra? Espero que leer este fic sirva para animarte a volver al ruedo.

 

Desde que empecé a planear Dos Tierras supe que al menos tres elementos podrían ser problemáticos para el lector. Uno de ellos era el escenario, Asgard, y me anima mucho saber que la historia está siendo lo bastante atrayente como para que eso sea una cuestión menor. Espero lograrlo con los otros dos :lol:.

 

¿Con palabras del ambiente te refieres a términos como Midgard, mitril o einherjar?

 

Pobre, pobre Sven...

 

Ñ. ¿Bowie te enseñó sus dotes de adivinación? Dependiendo de en qué huso horario nos fijemos, fallé o cumplí.

 

Como compensación, en este capítulo habrá una mujer.

 

***

 

¡Muchas gracias a todos! He aquí el esperado (?) segundo capítulo.

 

***

 

Capítulo 2. Tiempos de guerra

 

En la sala de guerra del castillo Valhalla, sede del gobierno asgardiano, tres importantes personalidades debatían sobre el futuro del reino milenario: Alberich, reconocido estratega y einherjar; Hilda, sacerdotisa de Polaris e hija del actual soberano de Asgard; y Andreas, sanador.  

 

—¿Cómo sigue el prisionero?

 

—¿Tras una semana en una celda helada, alimentándose con agua y pan duro las veces en las que nos acordamos de alimentarlo? Aguanta bien, mi señora —contestó Alberich.

 

—No era necesario el sarcasmo. Dioses, estamos hablando del hombre que venció en combate a tres de nuestros soldados, es normal que no desfallezca con tan poco.

 

—Sobrestimáis las proezas de Julian Solo, mi señora. Stenn era demasiado viejo, y Sven demasiado joven e inexperto. Como os he dicho muchas veces, el grueso de nuestro ejército está lleno de esa clase de soldados. Deberíamos…

 

—¿Negar a un buen hombre la gloria de morir en batalla por el pecado de haber llegado a viejo? ¿Impedir que los jóvenes se curtan en combate?

 

El einherjar simplemente se encogió de hombros, sonriente.  

 

—Admito que vencer a Erik mata-hormigas sí es una hazaña digna de admiración. No obstante, él destacaba como estratega, no como luchador, y hasta en eso había perdido facultades. Puedo perdonar que alguien como Stenn siguiera creyendo que la ropa hace al hombre, pero que Erik subestimara a un enemigo por viejos prejuicios sobre los sureños y el combate... Eso es inadmisible para un capitán, mi señora.

 

—No podemos culparlo por ello. Se dice que en los últimos días, lo que los sureños entendían por batalla era accionar un mecanismo para matar a alguien en el otro lado del mundo. Asesinaban a personas a quienes ni siquiera veían.

 

—Los asgardianos pensaron así de los arqueros durante mucho tiempo. Y hoy son, junto a los berserkers, lo mejor que pueden ofrecer nuestros soldados contra las hormigas. Se entrenan para ser diestros en el combate a corta y larga distancia, pero es lo segundo lo que en estos tiempos les pide Asgard: luchar y matar a quienes ni siquiera miran a los ojos. Llegamos a aceptar que debemos hacer uso de todos los recursos de los que disponemos para vencer a esos seres.

 

—Esa era la especialidad de Erik —apuntó Hilda—. Siempre supo idear la forma de salir victorioso en pleno combate.

 

—Saber improvisar es bueno —convino el einherjar—. El problema es que Erik nunca dejó de subestimar a Julian Solo. No recurrió al estado berserk… —Desvió la mirada hacia el médico de la corte, un hombre de rostro blanco y afable, tan inofensivo como debería ser aquel que se encargaba de la salud de los más grandes guerreros de Asgard.

 

Andreas entendió que era el momento de intervenir.   

                                                                                                                     

—El estado berserk… ¿Lo conocéis, mi señora? No hablo de la teoría, pregunto si lo habéis visto con vuestros propios ojos. —Hilda cabeceó negativamente—. No me extraña, la locura del guerrero es algo que solo tiene cabida en el campo de batalla.

 

»Cuando un hombre accede a ese estado, obtiene una fuerza, velocidad y reflejos sobrehumanos a la par de una ira ilimitada. Deja de sentir dolor, y todos los límites que subconscientemente se impone el ser humano para no herirse desaparecen. Algunos no regresan a la normalidad, y acaban convertidos en bestias peores que cualquier animal salvaje. Los que conservan algo de razón deben lidiar con el incremento en la masa…

 

—Conozco el proceso —interrumpió Hilda.

 

—Lo lamento, mi señora. Estoy demasiado acostumbrado a hablar con mis discípulos —se excusó Andreas—. Lo que quiero decir es que se requiere mucha voluntad para luchar como un verdadero berserker. La presión que ese estado ejerce sobre la mente y el cuerpo humano es tan grande que, si alguien muriera recurriendo a él, estallaría. He visto casos de hombres robustos reducidos a… —Carraspeó—. Es algo demasiado desagradable como para describirlo…

 

—Pulpa sanguinolenta —terció Alberich, despreocupado.

 

—Sí —asintió Andreas—. Yo mismo corroboré que no es el caso de Erik, Stenn y Sven.

 

—¿Fuiste a ese lugar contradiciendo las antiguas leyes? Qué considerado por tu parte, querido tío. ¡Pudiste haberte conformado con mis palabras!

 

—Era lo menos que podía hacer. No moví los cuerpos, si eso te preocupa.

 

—No es a mí a quien tienes que rendir cuentas, sino a las valkirias que habrán de llevarse a esas pobres almas.

 

—Basta, lo menos que necesita Asgard es que desconfiemos unos de otros —terció Hilda—. Es extraño lo que decís. Desde que los invasores pisaron esta tierra, el estado berserk ha sido la primera opción de nuestros soldados al entrar en combate. Stenn y Sven eran exploradores, pero Erik…

 

—Erik creía estar enfrentando a un hombre corriente  —dijo Andreas—. Un hombre prudente sabe que el estado berserk es el último recurso.  

 

—Me ofende que se esté haciendo esta pregunta de nuevo. Yo mismo atestigüé el combate entre Julian Solo y nuestros hombres, quienes se confiaron al ver que no estaban enfrentando a alguien que dominase el cosmos.   

 

—Alberich, insistes en llamarle Julian Solo, pero no tienes pruebas de que se trate del mismo hombre que fue avatar de Poseidón  —apuntó Hilda—. Las tierras del sur son un páramo inhabitable, no queda nada que recuerde a la humanidad, y los hombres que sobrevivieron al Cataclismo fueron trasladados a ese otro mundo.

 

—¿No podéis confiar en mi instinto? Todos habéis reconocido que soy el hombre más inteligente del reino.

 

—Eso no vuelve verdad todo lo que salga de tu boca.

 

—Sabia como siempre, mi señora. ¿Qué hay de las referencias que dejó mi ancestro? Alberich XIII viajó por el mundo con el fin de pulir sus habilidades, y regresó a Asgard para ser armado einherjar, con un sinfín de historias que contar. Entre ellas, la de un joven y acaudalado griego que lo venció en toda clase de competiciones.

 

—Hablas de algo que ocurrió hace demasiado tiempo —le recordó Hilda.

 

—Hablo de un hombre que vivió hace siglos, sí. El entonces heredero de los Solo, con una mirada que era el mar encarnado, siempre afortunado en todo cuanto hacía debido a un pacto milenario entre Poseidón y su familia. Que la apariencia de ese hombre coincida con la de nuestro prisionero creo que termina de aclarar que esto no puede ser una coincidencia: él es Julian Solo —concluyó Alberich.

 

—Sé claro, Alberich —dijo Hilda, desistiendo de discutir aquella teoría de base tan endeble. Importaba más saber lo que aquel astuto einherjar pretendía—. Si ese hombre fuera realmente Julian Solo, ¿en qué beneficiaría eso a Asgard?

 

—¿En qué podría beneficiar el avatar de un dios a nuestro pueblo? —dijo el einherjar, reformulando la pregunta con clara intención. 

 

Una voz resonó a través de toda la sala

 

—Asgard ya tiene a un dios.

 

Cerca de la puerta de la sala, un temblor mágico hizo vibrar el aire y titilar la luz, precediendo a la apertura de un portal dimensional. Alberich, Hilda y Andreas no tuvieron que esperar a que alguien lo atravesara para hacer la debida referencia: sabían que solo un hombre podría realizar tal prodigio pese a las defensas del Valhalla.

 

A diferencia de los demás, cuyas ropas se limitaban a una túnica o vestido azulado, signo característico de la nobleza asgardiana, Drbal iba cubierto además por una cogulla tan blanca como el invierno. Después de todo, él era el Sumo Sacerdote de Asgard, gobernante de aquellas tierras en representación de Odín.

 

—Nuestros ancestros nos observan —dijo, abarcando con un gesto amplio las cinco estatuas que, empotradas a la pared circular, decoraban la sala. Cada una representaba a un elegido de Odín que en tiempos de necesidad debió usar la armadura y las armas del dios para salvar el reino. De sus manos, extendidas hacia adelante, colgaban las antorchas que daban luz y calor a la habitación—. Y escuchan.

 

Nadie dijo nada. Por una vez, ni siquiera Alberich soltó algún comentario ocurrente o sarcástico. Todos permanecieron en silencio hasta que el Sumo Sacerdote se dirigió al más cohibido de los presentes:

 

—Has tenido una semana, Andreas. ¿Tienes algo que decir?

 

—He revisado al prisionero cada día, como se me ordenó. Bajé incluso los días en los que se decidió no alimentarlo para observar cómo reaccionaba.

 

—¿Y bien?

 

—No sé decir si no pasó nada o pasó todo —dijo Andreas, pensativo—. No siente frío, y presiento que podría vivir sin comer mucho tiempo, aunque es solo una teoría. Las bravatas del guardián del calabozo no lo intimidan. Parece tranquilo. 

 

—¿Tranquilo frente a Hrungnir? —dijo Drbal, poco convencido—. Quizá sea realmente Julian Solo. Nunca lo conocí. No visité Midgard antes del Cataclismo. No importa —murmuró, cabeceando de un lado a otro—. Tenemos asuntos más urgentes.

 

El Sumo Sacerdote posó ambos ojos en la mesa alrededor de la cual todos se habían reunido. Un mapa de Asgard había sido grabado en la madera mucho tiempo atrás, siendo desde entonces la piedra angular de reuniones como aquella.

 

—Mykene ha vuelto a desaparecer —musitó—. Estoy cansado. Cansado de las retiradas estratégicas de ese hombre y de gastar las fuerzas de este viejo cuerpo con hormigas. Ya es tiempo de que Asgard contraataque.

 

—Estoy de acuerdo, excelencia —dijo Alberich, complacido de que el hombre más poderoso del reino necesitara su consejo—. En mi opinión, tenemos los recursos necesarios para vencer sin demasiadas bajas. Gracias a nuestros compañeros caídos conocemos una forma de acceder al mundo de los invasores. Un grupo pequeño podría infiltrarse en él, conectarlo a Yggdrasil y sentarse a observar cómo la fuerza vital que robaron a Midgard les es arrebatada. Qué hacer con esa energía estaría en vuestras manos, por supuesto, ya que solo vos tenéis control sobre Yggdrasil. 

 

—Sabía que estabais loco —interrumpió Hilda. No encontraba manera de dirigirse al einherjar sin estallar de pura furia, así que buscó la mirada neutra de Drbal—. Excelencia, hacer eso sería condenar a millones de personas a una muerte indigna. Sin derecho al combate, a demostrar valor ante quienes nos ven desde lo alto.

 

—Ciertamente sería un acto cobarde, impropio de nuestro pueblo —convino el Sumo Sacerdote—. Aun así, tampoco podemos quedarnos a esperar a que los invasores nos destruyan. Si existe un plan mejor que el de Alberich, lo escucharé.

 

—Me siento algo mal por haber aportado tan poco —intervino Andreas, todo un ejemplo de tranquilidad y educación—. ¿Por qué no despertar las antiguas armaduras? En el pasado, quienes portaron las Siete Estrellas de Folkvang pusieron fin a quienes osaron invadirnos. Son muchas las veces que he debido tratar a Loki, Ullr y a vos mismo, excelencia. Hrungnir ya solo puede dedicar la fuerza que le concedieron los dioses para vigilar los calabozos, y vuestro hijo Frey…   

 

—No sigas, si quieres conservar la lengua —interrumpió Drbal—. Decís cosas demasiado ciertas para ser un médico… ¿O ha sido otro el que escribió el guion?

 

—En absoluto, excelencia. Jamás podría proponeros un plan tan endeble. Sin ánimo de ofender a mi tío —dijo Alberich, cínico—. ¿Qué opináis vos, mi señora?

 

—Atacar directamente el mundo de los invasores es una locura. No tenemos hombres suficientes para hacerlo y defender Asgard al mismo tiempo, incluso si las antiguas armaduras fueran despertadas.

 

—Entonces tendremos que elegir. Un reino helado en un planeta moribundo, o todo un nuevo mundo que conquistar. Si lo piensas bien, todo se reduce a ganar o morir.

 

—¿Ganar o morir? —repitió Hilda, indignada—. ¿Eso es todo?

 

—Según vos misma, mi señora, no debemos negar a un asgardiano la gloria de morir en batalla. Y se dice que las valkirias compensan la muerte de los einherjar otorgando al más digno asgardiano en pie el poder de un dios.

 

—Los tesoros que un dios nos legó —precisó Hilda—. Hablas de sacrificar a todos nuestros hombres por un plan que ni siquiera sabes si funcionará. ¿No será que buscas obtenerlos para tu propio beneficio, Alberich?

 

—Alto, mi señora. Para empezar, este es el plan de un médico. Además, yo soy un einherjar. Si la armadura y las armas de Odín despertaran en esta era, no lo quieran los dioses, yo ya no estaría en el mundo de los vivos.

 

—Eso es…

 

—Basta, hija mía —interrumpió Drbal—. Ya he conocido dos formas de poner fin a esto. Una tan segura como cobarde, y otra más temeraria que valiente, que no puede garantizar nuestro éxito. ¿Existe un tercer camino que estos inteligentes hombres  no ven? Es lo que me pregunto.  

 

Hilda no respondió de inmediato. Tenía claro que Drbal, no solo como Sumo Sacerdote de Odín, sino también como padre, le estaba ofreciendo la posibilidad de cambiar las cosas. No podía decir algo precipitado o banal: no habría segunda oportunidad.

 

—Se dice que las almas de los guerreros que mueren en batalla son recogidas por las valkirias para unirse al ejército de nuestros dioses. En el asedio, Odín se lleva a los que atacan, y Freya se queda con los que defienden.

 

»En honor a quienes mueren luchando, contamos hoy con los guerreros del Ragnarok que vos, excelencia, formasteis. Ullr, Hrungnir, Loki, y también nuestros caídos, el extranjero Midgard y Frey, mi hermano. Cada uno protegido por una armadura inspirada en un ser que busca el fin de todo y de todos, cada miembro cumpliendo una única función: buscar y destruir, porque buscar y destruir es lo que muchos guerreros hacen a lo largo de su vida. Ellos son la respuesta a todo el daño que los invasores nos han causado, y en verdad siempre he deseado que bastara, pero al atacar con tanto fervor a nuestros enemigos, hemos olvidado defender a nuestro pueblo.

 

»Por aquellos que mueren protegiendo a alguien o algo, existen las Siete Estrellas de Folkvang, y aquellos escogidos para portarlas, los einherjar. No armaré a esos hombres para buscar y destruir, no insultaré a mis ancestros —afirmó extendiendo los brazos, señalando las estatuas de los antiguos héroes—, ni tampoco a mis dioses. Lo que Asgard necesita son guardianes. Si los sureños no protegieron Midgard, si ninguno ha querido salvar o al menos vengar su hogar que ahora muere, ¿por qué hemos de hacernos cargo nosotros? ¿Por qué ha da importarnos lo que ocurre más allá de nuestras fronteras? Demostremos aquí nuestra fuerza, cuidemos a nuestros compañeros asgardianos. Ni Mykene ni esa hueste inhumana podrán hacer nada si en cada región hay un einherjar además de tres grandes guerreros persiguiéndoles, y si aun así quieren cometer la locura de enfrentarnos, responderemos al ataque de tal forma que jamás volverán a poner un pie en esta tierra, jamás.

 

—Si he entendido bien —dijo Alberich luego de un breve silencio—. Los einherjar defendemos Asgard, y los guerreros del Ragnarok persiguen y atacan a los invasores, que no tendrán dónde esconderse.

 

—Sabes que es algo más complejo que eso —espetó Hilda.

 

—En relación a cómo será gobernada Asgard de ahora en adelante, sí —convino el einherjar—. Siete hombres, la mayoría con un título nobiliario en desuso, obtendrán plena autoridad sobre diversas regiones de nuestro reino, hasta ahora bajo el poder del Valhalla. Organizar eso requerirá mucho esfuerzo de parte de todos, pero…

 

—En lo que respecta a la guerra, sí, es básicamente eso lo que sugiero. Defender lo que tenemos, no buscar lo que jamás tendremos.

 

—¿Y si eso no funciona? —cuestionó Drbal, haciendo caso omiso a la intervención de Alberich—. Si a pesar de los esfuerzos de todos, nuestro pueblo sigue sufriendo a manos de esos cobardes invasores, ¿qué estrategia que propones, hija mía.

 

«Esto es lo que estabas buscando, Alberich —pensó la sacerdotisa, conteniendo el deseo de morderse la lengua, de no decir lo que estaba obligada a decir—. He sido una estúpida.

 

—Confío en nuestros einherjar —dijo Hilda con la vista fija en Alberich—. Ellos tendrán éxito, el enemigo retrocederá. Nuestros objetivos son dos, siempre serán dos: defender Asgard y expulsar, o destruir en el peor de los casos, a quien ose invadirnos.

 

—Atacar y defender —terció Alberich, insistente—. Siete hombres defienden el reino mientras el resto, un pequeño grupo de guerreros, se infiltra en el mundo de los invasores para ponerle fin. Nuestros planes son complementarios, mi señora. ¿Quién lo diría? ¡Al final el único que propuso un plan descabellado fue el médico!

 

—Lo lamento. El arte de la guerra me es desconocido —se disculpó Andreas, con tanta humildad que Hilda no supo dilucidar si era un cómplice o un triste peón.

 

—Espero que la decisión se tome a tiempo. Los asgardianos que visten un manto sagrado no duran mucho vivos. Un gran poder conlleva un alto precio.

 

—Confío en que no rechazarás la estrella delta por simples supersticiones.

 

—Al contrario, la aceptaré gustoso. Vivir y morir por esta tierra es un orgullo para todo asgardiano —aseguró—. No obstante, confieso que si esta guerra acaba en una victoria aplastante, espero que sea a nuestro favor y no al revés. Aprovechadnos mientras estemos vivos, mi señora.

 

Entendiendo que la discusión se estaba alargando demás, Hilda se limitó a asentir. Drbal realizó el mismo gesto, aprobando cuanto se había dicho, e hizo ademán de marcharse. Una tos forzada y repentina lo detuvo.

 

—¿Sí, Andreas?

 

—Hay otra razón por la que vine aquí. La celda de nuestro prisionero ha sido visitada en tres ocasiones, todas ellas sin que Hrungnir se diera cuenta.

 

—Tus ancestros ayudaron en la construcción de este castillo —recordó Drbal—. Es natural que puedas leer la magia que protege el Valhalla. ¿Qué seres han entrado aquí? No habrías esperado tanto para decirlo si fuesen invasores.

 

—Así es, excelencia. Ni las hormigas que caminan entre las sombras, ni Mykene ni Anteros tienen nada que ver. Quienes visitaron a nuestro prisionero, Julian Solo supuestamente, fueron un mago, un murciélago, y…

 

—¿Y? —dijo Drbal, inquisitivo.

 

—Nadie más —dijo Andreas de pronto, como saliendo de un sueño—. Me equivoqué, fueron dos, dos visitas.

 

***

 

Términos

 

Sureño: Es la forma que se usa en Asgard para hablar de los extranjeros en general.

 

Hormigas: Actuales enemigos del reino de Asgard.

 

Folkvang: Campo en el que mora Freya. Aquí acaban la mitad de los que mueren en combate, mientras que el resto va al Valhalla, con Odín. La forma en la que distingo quiénes van a uno u otro lugar no es parte de la mitología.


Editado por Rexomega, 27 diciembre 2015 - 10:57 .

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#26 -Felipe-

-Felipe-

    Bang

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Publicado 27 diciembre 2015 - 12:06

Estoy seguro que he visto un mapa grabado en una mesa en alguna parte jaja

 

Frey e Hilda son hijos de Drbal. Eso también lo he visto en otra parte xD

 

Bueno, estuvo muy bueno este capítulo, Rexo. Por cierto, ¿qué tal? Lo más intrigante de toda esta historia (o al menos una de las cosas más intrigantes para mí) es qué tanta relación tiene Dos Tierras con Saint Seiya. Aparecen personajes de la época de Seiya, Alberich, Julian, Andreas, Drbal, etc, pero esto parece estar en un futuro distante en que ya no hay Santos. ¿Será que todos estos personajes tienen una vida muy, MUY larga? ¿O simplemente una linea temporal alternativa? ¿O tal vez son todos seres post muerte?

 

El tiempo lo dirá, supongo.

 

 

Me confunde un poco el tema de los del Ragnarok y los einheriar. ¿Cuáles son cuáles, y sus funciones? Me confundí ahí, lo siento :(

 

 

¿qué estrategia que propones, hija mía.

Aquí te comiste un signo.

 

 

Lo mejor, el misterio del final de Andreas o.O


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#27 -ñ-

-ñ-

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Publicado 27 diciembre 2015 - 12:47

sigue sin haber mujerzuelas...



#28 Patriarca 8

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Publicado 28 diciembre 2015 - 20:33

Capítulo 2. Tiempos de guerra

 

-asi que  Andreas tambien aparecera en tu fic,esto se pone interesante XD

 

-al parecer el usar  el estado berserk  en el ejercito de Asgard esta prohibido

 

-me pregunto si Julian Solo es el mismo de la zona friends del clasico  o es otro

 

-no entiengo quien gobierna Asgard ¿Hilda o Drbal?

 

-el nombre de los enemigos de asgard es y peculiar XDD

 

-PD:Fue un capitulo entretenido,,Que pases un feliz año nuevo


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#29 Lunatic BoltSpectrum

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Publicado 29 diciembre 2015 - 12:12

sigue bien la historia

 

esperando el proximo capitulo

 

saludos



#30 Seph_girl

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Publicado 30 diciembre 2015 - 13:08

Capitulo 2 donde todo gira alrededor de una reunión interesante donde personajes de varias vertientes de Saint Seiya están presentes y con sus historias bien entrelazadas son los protagonistas... me encanta X3

Jamás pensé que leería a Dolbar  alguna vez así y me agrada.... xD pero a veces recuerdo "la parodia" que vimos de "la universidad" y me gana la risa.

 

Buen cap X3!! A quién estará ocultando Andreas que no dijo quien fue el 3ro.


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EL LEGADO DE ATENA - Capítulo 67. "Epílogo"


#31 Killcrom

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Publicado 04 enero 2016 - 02:12

Aquí tienes tu regalo de reyes. Por supuesto, NO es un comentario. Disfruta. 

 

Spoiler

 

Y si no te gusta, ya sabes que tengo un escudo anticríticas:

 

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(Parte 3 de 3)

Publicado: ?? de ? de 2018


#32 SagenTheIlusionist

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Publicado 04 enero 2016 - 03:50

Bueno, al fin puedo tomarme tiempo para comentar. Aunque unicamente el primer capítulo, que tuve ganas de releerlo hoy.

 

Me pareció muy bueno la verdad. Sobretodo la batalla de Julián.

El haberlo leído antes me ayudo a entender más la segunda vez. (?

Si mi memoria no me falla el vestido blanco de Julián es la túnica que tenía en la saga de Poseidón.

 

Aunque hay una parte que me confundió asi que supuse que Erik era el pelirrojo (? o sino, Julián se tiño en algun punto antes de la historia

Spoiler

 

Algun día de estos voy a leer el capítulo dos porque me está interesando mucho :ninja:


Si deseas leer un fanfic, puedes echarle un vistazo a mi historia, se agradecería:

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                              "Los Reinos de Etherias"      Ya disponible hasta el Cap. 34

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#33 ℙentagrλm ♓Sнσgōкι

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Publicado 04 enero 2016 - 08:49

Ya me demoraba en demasía. Pues bien, aquí estoy.

 

Supongo que los capítulos lentos y desprovistos de ningún tipo de acción son necesarios para entender mejor la trama, pero a mí no me llama. Con esto no quiero decir que esté mal, solo digo que no me gustó tanto como el primero, que incluía un combate ligero y entretenido. Por supuesto, no todo en la historia es matar y luchar, eso lo tengo claro, pero la reunión se me hizo demasiado... "pelota en la boca", si me permites la expresión.

 

Haces gran uso de la mitología nórdica, así como de los conocimientos de Saint Seiya sobre Asgard, aunque, no sé si es por cosa mía, que no estoy atento, pero no entiendo lo de las hormigas. Pero bueno, al fin y al cabo, seguro que con el paso de los capítulos lo voy pillando.

 

Por supuesto, no quiero ir de listillo ni nada por el estilo, es simplemente que la lentitud no me llama, en ninguno de sus aspectos.

 

Disculpa lo escueto de esta "observación", pues me es difícil sacar algo en claro que no sea relleno para alargar.

 

Ah, sí, por cierto: Si mi cabeza no me falla, es "de más" y no "demás", en este contexto.

 

 

Entendiendo que la discusión se estaba alargando demás, Hilda se limitó a asentir. Drbal realizó el mismo gesto, aprobando cuanto se había dicho, e hizo ademán de marcharse. Una tos forzada y repentina lo detuvo.

 

Un saludo y nos vemos, Rexo.


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Publicado 09 enero 2016 - 22:40

 

Cástor_G. Sería muy bueno que siguieras publicando. ¿Cómo nos vas a dejar sin saber cómo el ejército ateniense sobrevivió a esa sangrienta guerra? Espero que leer este fic sirva para animarte a volver al ruedo.

 

Desde que empecé a planear Dos Tierras supe que al menos tres elementos podrían ser problemáticos para el lector. Uno de ellos era el escenario, Asgard, y me anima mucho saber que la historia está siendo lo bastante atrayente como para que eso sea una cuestión menor. Espero lograrlo con los otros dos :lol:.

 

¿Con palabras del ambiente te refieres a términos como Midgard, mitril o einherjar?

 

Pobre, pobre Sven...

 


 

 

Principalmente la tercera XD

 

---

 

Juju

 

Ya leí el capítulo 2... Se me complican aún las palabras confusas XD.

 

-Para entender el oden cronóligo de tu historia... el fic se desarrolla en Asgard, y toma elementos tanto de la serie animada como la ova, sin embargo, los acontecimientos antes de que inicie tu fic solo toman la historia vista en el manga original cierto? Aunque aparezcan personajes del anime y la ova, dichas historias no ocurrieron en el pasado de tu fic? Digo esto porque Alberich está vivo... o quizá olvidé algún detalle debido a que leo un capítulo cada 73 años? u,u

 

-Teniendo a Hilda en el fic, no esperaba la aparición de Drbal, me sorprendió. Presente en la misma historia que Alberich... nada bueno le espera a Asgard seguramente.

 

-El termino "hormiga" que utilizas tiene algún origen mitológico? Aun no se ha visto mucho de estos enemigos, el nombre no dice mucho de ellos... tendré que esperar para ver más.

 

-Parece que veremos dos grupos de guerreros: los einherjar(?) y los guerreros del ragnarok. Si no entendí mal, el primer grupo es equivalente a los dioses guerreros del anime, y el segundo a los dioses guerreros de la ova, pero, no hay armaduras repetidas ahi?

 

 

Saludos!


Editado por Cástor_G, 09 enero 2016 - 23:52 .


Capítulo 15: La Flor Sangrienta
(Pincha AQUI para Leer)

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Saint Seiya: COSMO WARS
Índice de Capítulos: Aquí

#35 SagenTheIlusionist

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Publicado 13 enero 2016 - 22:32

Muy buen capítulo Rex, me gusto mucho el uso de mitología nordica. Me dan ganas de preguntar, ¿en algún momento aparecerían aquellos que nombran como amenazas, dígase Anteros, o Mykene? Estoy viendo que me darás por respuesta que siga leyendo, al igual que con mi otra pregunta xD. Finalmente aquella pregunta que tan facil se planteó, se está dando muchas vueltas para llegar a su respuesta, me interesa mucho mas ahora, aun faltan 12 días para el siguiente, y solo me queda hacer la cuenta regresiva :lol:

 

Saludos


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#36 blackdragon

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Publicado 14 enero 2016 - 17:19

Rexo

 

Sigo con la intriga,¿Quien visito a Julian?, ahora si que estoy como las aventuritas de Pipo,( un payasito que salia en la tv cuando era chiquito), ¿Que ira a pasar?, así decían al cortar el capitulo del día jejejejeje

 

De nueva cuenta estoy picado y esperando el 3 capitulo!!!!!

 

 

  :s24:



#37 Rexomega

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Publicado 17 enero 2016 - 20:05

Saludos

 

Dije que sin falta habría un capítulo de Dos Tierras el 26 de cada mes, y bastaron dos meses para que hubiera problemas. Justo el 26 de enero y los días cercanos estaré bastante ocupado, quizá incluso desaparezca un par de semanas. Debido a ello, adelanto la publicación del capítulo tres de Dos Tierras a hoy.

 

Pero primero, responderé vuestros comentarios:

 

Felipe. Trato de controlar los guiños a Una Canción de Fuego y Hielo mientras escribo, pero hay veces en que me sale natural. Me declaro culpable :lol:.

 

¿Drbal padre de Hilda en otra historia? ¡Eso es imposible! excepto en Mito del Santuario.

 

Sobre tus dudas, te puedo adelantar que la Saga de Asgard no sucedió en Dos Tierras. El resto del enigma espero poder irlo resolviendo en la historia.  

 

Los guerreros del Ragnarok son los que enumera Hilda: Loki, Ullr, Hrungnir, Midgard (fallecido) y Frey (fallecido). Es decir, los de la película.  

De los einherjar actualmente conocemos solo Alberich.

 

Tengo problemas serios al trasladar el capítulo del Word al foro, seguramente borré el signo al editar (el "que" antes de propones debe estar también en el capítulo, imagino). Gracias por apuntarlo.

 

¿Qué misterio? A lo mejor solo es que a Andreas se le da mal contar.

 

A lo mejor...

 

ñ. Es el censor del foro. El muy envidioso las borra del escrito.

 

T-800. ¿Quién nos diría que un día tendríamos a Drbal, Alberich y Andreas en un mismo cuarto? A saber lo que deparan para Asgard esos tres.

 

Si entendiste eso es que yo me he explicado mal, disculpa. El estado berserk es un recurso de los soldados de Asgard, por eso a Hilda le sorprendió que Erik (el capitán al que mata el hombre de blanco) no lo usara. Sin embargo, dado el riesgo que supone acceder a ese estado, es más un último recurso que algo que se pueda usar a la ligera.

 

El gobierno de Asgard está compuesto por varias personas, pero el máximo dirigente sería Drbal. Es por ello que, aunque Hilda (sacerdotisa), Alberich (estratega) y Andreas (médico) proponen planes, es Drbal quien decide si qué plan seguirán.

 

Bastante. Verás más de ellos en este capítulo.

 

Igualmente espero que el 2016 esté siendo un buen año para ti.

 

Lunatic BoltSpectrum. La buena noticia es que la espera del 3 será menor. La mala es que, por el contrario, tardará más el capítulo 4. Me alegro de que te esté gustando la historia y espero que siga siendo así. Aún apenas estamos conociendo las Dos Tierras.

 

Seph_girl. Fue mi manera de exponer (parte de) la tierra de Asgard, a través de personajes que reconocemos y que a su vez son parte de esta historia. Entrelazar las tres historias sobre Asgard fue uno de los motivos que me llevaron a escribir Dos Tierras, y me está gustando el resultado, con todo y que SoG no fue lo que esperábamos.

 

Prometo que en esta ocasión Drbal no va a volar la universidad, y Loki no será tan obvio. Bueno, puedo dar fe de lo primero, cuando menos.

 

Killcrom. Gracias por la portada. Como te dije en su día, es perfecta para lo que será Dos Tierras, aunque si alguien vio la imagen en el vasto Internet habrá tenido un spoiler importante.

 

El Escudo de Mesuda es el arma más poderosa de toda la franquicia, sin duda alguna.

 

TheIlusionist. Efectivamente, Erik era pelirrojo. Como curiosidad: está basado en el personaje que muere (o no) al principio de la película de Drbal, aunque nunca me fijé si dicho personaje tenía un nombre.

 

La batalla del hombre de blanco (que se viste de traje, por cierto) fue breve e intensa, cosa extraña en mí. Me siento bastante satisfecho de ella, a ver si en el futuro mantengo el nivel.

 

No podía hablar de Asgard sin hablar de la mitología nórdica, incluso algún que otro aporte que no estuvo en los tres vistazos que la buena de TOEI nos dio de ese reino. Es muy bueno que sea bien recibido, porque habrá unos cuantos más en el futuro próximo.

 

Efectivamente, veréis a Mykene y Anteros en esta historia, no los menciono en balde.

 

Gemini no P. En principio entendí que hablabas de acción como que los personajes se movieran e hicieran cosas, siendo un capítulo destinado a personajes hablando, dando explicaciones sobre la situación en la que se encuentran, menos llamativo que el anterior. Evito abusar de las acotaciones (confío en que Killcrom haga una broma de esto) para que no entorpezcan el flujo del episodio. Ciertamente habrá capítulos así en el futuro, pero espero no hacerlos tan engorrosos y/o demasiado seguidos. 

 

Si con acción te refieres a peleas... Mi intención es que haya cuando deba haberlas. Poner una por cada capítulo me resultaría imposible, en parte por la extensión (estoy acostumbrado a escribir capítulos de 20 a 25 páginas, y los de Dos Tierras son bastante más cortos, incluido este), pero sobre todo porque tarde o temprano quedaría forzado.

 

No te has perdido nada, no te preocupes. Las hormigas simplemente fueron mencionadas en este capítulo, por eso en los términos me limito a aclarar que son los actuales enemigos de Asgard. Pronto sabrás más de ellos.

 

Sí, en ese contexto sería de más. Gracias por apuntarlo.

 

Cástor_G. ¿Einherjar? Siempre puedo usar guerrero como sinónimo, para no abusar del término :lol:.

 

Tal y como dices, ni la Saga de Asgard ni la película de Drbal han ocurrido en Dos Tierras, las hormigas no tienen un trasfondo mitológico (no uno intencional, al menos) y los guerreros del Ragnarok son los guerreros de la película de Drbal. Sobre las armaduras repetidas... Llegué a una solución, quizá algo forzada, que más adelante me tocará dar.

 

Parece que aun leyendo cada 73 años (?) estás siguiendo bastante bien el hilo de la historia. Espero que pronto puedas leer este que publico ahora, donde expongo el otro lado de Dos Tierras.

 

Definitivamente Drbal y Alberich son una combinación peligrosa. ¿Será para bien o para mal que esos dos coexistan en un mismo espacio y tiempo? Veremos.

 

blackdragon. Misterios y más misterios. ¿Cuándo se revelarán? ¿Acaso al final de la historia lo sabremos todo?

 

Confiemos en que sí :lol:.

 

***

 

Muchas gracias a todos por sus comentarios (también al resto de lectores que siguen esta historia).  Les dejo aquí el esperado capítulo 3. ¡Que lo disfruten!

 

Capítulo 3. Nuevo mundo, costumbres viejas.

 

Como una ciudad construida para tratar con los soldados del imperio, Olimpia era el único asentamiento humano en el que se permitía el paso de hombres armados.

 

A través de la vía principal, un contubernio marchaba detrás de su comandante, una mujer enmascarada cuyas ropas negras se fundían con el pelaje del caballo que montaba. En los flancos se amontonaban armeros, alquimistas y otros hombres inmersos en el abandonado negocio de la guerra. Observaban, maravillados, las armas y armaduras de los soldados que ellos mismos habían trabajado: piezas de metal sin mancha ni abolladura, de bordes tan rojos que parecían cubiertos de sangre; lanzas y espadas doradas, orgullo de un puñado de orfebres. Esa era la razón que les había atraído a Olimpia: servir a las fuerzas que los protegían, las hormigas, beneficiándose de los últimos rastros de violencia en la historia humana.

 

—Me pregunto cómo serán —dijo un aprendiz, señalando a los soldados. Bajo el casco de cada uno, dos diminutas luces destellaban en medio de sombras. No era posible ver más allá de estas ni en el más iluminado de los días—. ¿Se parecerán a nosotros?

 

—Son hormigas, matan gente —murmuró otro—. Seguramente tienen cara de monstruo. Ella también oculta el rostro —comentó, apuntándola con el dedo.  

 

—Callad, mentecatos —gritó el maestro de aquellos adolescentes, provocando que huyeran despavoridos—. Si os oyeran…

 

El grupo lo había escuchado a la perfección. Tanto la mujer como las hormigas oían todo cuanto se decía a lo largo de su travesía: los mayores rememorando el pasado lejano, los jóvenes contemplando con extrañeza la sombra de una época que jamás vivieron. Dos muchachas cuchicheaban, entre risas disimuladas, sobre lo que la comandante tenía que ocultar tras tanto negro. Algunos niños murmuraban incoherencias sin poder apartar la mirada de las hormigas, tan cubiertas de metal que ni un rayo de sol les llegaba a tocar la piel. 

                                                                                                               

—Padre, ¿se puede atravesar el pomerium sin dejar las lanzas? —preguntó un chiquillo a un comerciante que aún estaba terminando con la mudanza.

 

—Ya no estamos en la capital. Esto es Olimpia y ellos son la legión. ¡Salúdales, hijo mío! La fortuna nos sonríe.

 

El niño no saludó. Tenía miedo, como casi todos los pequeños de aquel mundo de paz y justicia que no aprobaba las batallas. La historia de la antigua tierra de los hombres, siempre atada a la guerra y el derramamiento de sangre, era para ellos poco más que un cuento para hacer que se portaran bien. Una pesadilla que solo hallarían en un mal sueño, nunca en el día a día. Al ver a aquellos seres armados querían salir huyendo, y entonces veían en el rostro de sus padres un entusiasmo que no comprendían. Confusos, solo esperaban en silencio hasta que pasase todo.

 

Al crecer e independizarse, los jóvenes se retiraban de Olimpia, recelando de la devoción que la ciudad sentía por la violencia. Unos pocos se quedaban, dispuestos a poner un poco de orden en la urbe. Alguien debía recordar a todos, día a día, que la humanidad estaba avanzando hacia la verdadera paz por primera vez en su historia.

 

—Me pregunto qué habrá en esa bolsa —comentó con desconfianza un hombre de rasgos asiáticos poco después de despedir amistosamente a la mujer cerca de la salida de la ciudad—. Apesta —murmuró, un susurro que fue como un grito a pleno pulmón para las hormigas y su comandante.

 

—¿A qué bolsa se refiere, señor alcalde? —preguntó el secretario del mismo, todavía viendo con entusiasmo infantil la mano que una de las hormigas le había estrechado.

 

—¿No lo viste? Había una colgando del caballo, con una mancha oscura cubriendo la mayor parte, como si se hubiese mojado o… ¿Quién sabe?

 

Durante unos segundos, el alcalde se quedó viendo cómo el contubernio terminaba de pasar la puerta norte, adentrándose en la llanura de Tharsis. Tenía buen oído y sabía bien lo que había dentro de aquella bolsa, pero temía una represalia si hablaba de más.

 

—Descuide, señor. Estos no son asuntos en los que los hombres debamos involucrarnos —le recordó el secretario, tratando de tranquilizarle.

 

—Sí. Ellos no son humanos. —El alcalde hizo señas para que un par de hombres cerraran la puerta norte. Mientras el hierro descendía desde el arco de piedra blanca hasta clavarse en el suelo, rezó en silencio porque nadie más entrara en Olimpia durante un buen tiempo—. Son hormigas, y solo la señora Sonia podría convivir con ellos.

 

Diciendo tales palabras se adentró en la ciudad, que una vez más volvía a la rutina. Unos suspiraron aliviados, otros se sintieron decepcionados de no haber tenido el honor de al menos limpiar las armas de los soldados, y el resto simplemente aceptó lo que el destino deparó para ellos ese día. Así era la vida en ese lugar y así seguiría siendo.

 

—Debo decírselo a mi muchacho —dijo el secretario. Manteniendo la mano abierta y extendida, buscó a aquel pillo entre la multitud de curiosos que todavía esperaba alguna sorpresa. Normalmente no era difícil encontrarlo; un niño que jugaba al soldado era poco habitual en esos tiempos—. ¿Dónde estás? ¿Julio? ¿¡Julio!?

 

No había ni rastro del chico que estuvo esperando todo el día para ver de cerca a los miembros de la legión, y eso solo podía significar una cosa.

 

—¡Señor alcalde, deténgase por favor! —gritó el secretario mientras corría. Como solía ocurrir en aquella ciudad, la admiración se había convertido en desesperación y miedo.

 

***

 

Una vez fuera de Olimpia y lejos de las preocupaciones de sus habitantes, Sonia azuzó al caballo, y este relinchó con brío antes de correr rumbo al norte. Las hormigas no tuvieron problema en seguir el ritmo de la mujer, quien cabalgaba sin detenerse a apreciar aquellas tierras de pasto y cultivo, verdes y vitales por la voluntad divina. Más allá se alzaba un volcán descomunal, de mayor longitud y anchura que el área de cualquier ciudad jamás construida, y más alta que ninguna montaña no solo de aquel mundo, sino de todos los planetas que compartían el mismo sol.

 

«Olympus Mons —pensó Sonia, todavía superada por las titánicas proporciones de aquella montaña. Aun  con la velocidad a la que iban, tardarían un buen rato en llegar a su base—. Hoy no es nuestro destino.»

 

Conforme más se por sobre la ciudad, las glebas, la hierba y los árboles frutales iban raleando hasta que el suelo no era más que tierra seca y agrietada. Las gentes de Olimpia jamás llegaban tan lejos; se conformaban con el fruto que caía con el tiempo, con cercar el terreno arable desde el que pudieran verse los muros de la urbe, y con llevar a pastar a los animales no mucho más lejos. Sonia detuvo allí la marcha, posando la mano sobre la dorada crin del caballo. Sentía una presencia cercana, un cosmos que los había seguido desde que atravesaron el portón norte.

 

—Impresionante —musitó, con la vista fija en unas cuantas piedrecillas que rodaban por el suelo a contraviento—. En este mundo sigue naciendo esa clase de personas.

 

De pronto, una fuerza invisible proyectó aquellas piedras contra la mujer. Las hormigas, formando un círculo alrededor de esta, pudieron detener la mayoría con sencillos movimientos, pero una se escabulló en medio del tamborileo de golpes secos, tan rápido como para poder llevar a la inconsciencia a un hombre adulto. Interesada, Sonia permitió que el ataque le golpeara la máscara, manchándola.

 

—¿Por qué que no lo has esquivado? —cuestionó el responsable de aquel ataque, un niño que alegremente flotaba en el aire.

 

—No era necesario —dijo Sonia, siguiendo con la mirada el lento descenso del pequeño—. ¿Cuál es tu nombre?

 

—Julio —contestó antes de aterrizar. Trastabilló en el último momento debido a un leve temblor del suelo—. Y tú eres Sonia.

 

La mujer asintió. Poco le importaba la falta de protocolo en el saludo, sentía demasiada curiosidad por lo que estaba viendo: un chiquillo que, debiendo desear la paz, iba vestido con una precaria armadura fabricada con tiras de cuero y metal para las herramientas caseras. Con la mano derecha sostenía como si fuera una lanza un alargado palo afilado con esmero. La forma en que inclinaba la cabeza hacia abajo podría deberse al intento de utilizar un casco imperial genuino.

 

—Niños jugando a la guerra —musitó—. O quizás… Julio —llamó, provocando que el chiquillo hiciera el intento de cuadrarse—. ¿Quién te enseñó a hacer esas cosas?

 

Un nuevo temblor sacudió la tierra con fuerza por varios segundos. El chico, a punto de caer, usó sus poderes para levitar sobre el poco fiable suelo. Mientras se estabilizaba, pudo oír cómo Sonia ordenaba investigar la causa de aquel fenómeno, y antes de que siquiera parpadeara, una hormiga ya marchaba hacia algún lugar en la lejanía.

 

—¿Quién te enseñó a hacer esas cosas? —repitió Sonia, esta vez señalando el cuerpecillo de Julio, que flotaba.

 

—Nadie. Un día sentí mucho calor en la barriga, y mi padre… —Cabeceó de un lado a otro, decidido a no explicarse de más—. Cuando pienso que muevo algo, se mueve. Si son cosas pequeñas, se mueven muy rápido.

 

«¿Es posible que el ciclo de las Guerras Santas no haya terminado a pesar de todos nuestros esfuerzos? —se cuestionó Sonia—. Un cosmos ha despertado en ese cuerpecillo débil. Si recibiera entrenamiento, tal vez…»

 

—Eso se llama telequinesis —Bajo las negras pezuñas del caballo, la superficie volvió a temblar, esta vez de forma constante.

 

—¿Telequinesis? —repitió el chico.

 

—Mover un objeto usando la mente —explicó Sonia.

 

En el horizonte, la hormiga regresaba a toda prisa. A cada paso que daba, los temblores se intensificaban más y más, y el soldado optó por avanzar a punta de largos saltos. Entre uno y otro, una grieta se ensanchó bajo sus pies, devorándolo. Inmediatamente después surgió el responsable de las sacudidas antinaturales.

 

«Lo suponía. Otra vez esos monstruos.»

 

Sonia observó a aquel engendro con curiosidad. Tenía la forma aplanada de un gusano, y hasta ahí llegaban las similitudes, pues era al menos cinco veces más grande que un hombre. Los flancos estaban cubiertos por dos hileras de gruesas espinas cristalinas que, junto al millar de pequeños colmillos de sus fauces y las pinzas que surgían de los lados de la boca, debían servirle para horadar el subsuelo.

 

La visión apenas duró un segundo. Para Julio, aquel ser era un borrón que salió de la nada y volvió a ella. Tampoco pudo reaccionar cuando, al resurgir más cerca del grupo, el monstruo provocó que una enorme roca enterrada volara hasta él. Sonia esperó hasta el último momento para evitar que el chico fuera aplastado, interesada en el alcance de sus poderes. Con un gesto mudo hizo que una de las siete hormigas se interpusiera, pulverizando la piedra de un potente puñetazo.

 

El monstruo se abalanzó sobre la hormiga con una rapidez inesperada, y lo habría devorado junto al niño y la roca bajo sus pies si esta no hubiese reaccionado a tiempo, alzando al chiquillo con la mano libre a la vez que retrocedía de un salto. Sin mucho cuidado, aún mirando el agujero recién abierto, lanzó el cuerpecillo hacia atrás. Julio tuvo que hacer uso de sus poderes para caer sobre el lomo del caballo negro, justo a espaldas de Sonia, mientras que el gusano gigante volvía a estar bajo tierra.

 

—¡Ha sido increíble! ¿Yo también podría ser un centurión?

 

—Él no es un centurión —dijo Sonia, también atenta al próximo ataque del monstruo.

 

—No me gusta decirles hormigas, no parecen hormigas —dijo Julio—. Son nuestro ejército, así que deben tener rangos. 

 

—Tienen rangos como soldados y forman parte de una especie como seres vivos —dijo Sonia—. Pero el grupo es un contubernio, la unidad básica de nuestro ejército.

 

—¡Oh, cierto! Un centurión es el líder de un grupo de cien hombres, ¿verdad?

 

Sonia suspiró. Desde que aquel curioso niño se subió al caballo, había utilizado sus poderes para elevarlo hasta las alturas con cuanto tenía encima, probablemente apenas dándose cuenta, como una respuesta al miedo que sentía. Shabdiz —tal era el nombre de la montura—, pateó el aire al principio, confuso, pero enseguida se acostumbró a aquella inesperada situación. Muy abajo estaban las hormigas, todas estáticas; ni rastro del monstruo.

 

Aprovechando la ventaja que les daba la altura, la mujer continuó la explicación:

 

—Un centurión dirige una centuria, compuesta por ochenta soldados. Seis centurias forman una cohorte, y diez cohortes son una legión. El término militar para referirse a una hormiga es legionario.

 

—Y un con… con… ¡Contubernio! Son ocho soldados —dijo el niño, empecinado en no hablar llamar a aquellos guerreros hormigas—. ¿Y la Guardia Pretoriana?

 

No hubo tiempo para responder. El gusano gigante salió disparado del agujero, directo hacia el caballo que flotaba. A medio camino, una lanza dorada atravesó el exoesqueleto amarillento de la criatura, impulsándola con tal fuerza que voló un par de decenas de metros. Sonia aprobó la rápida acción de la hormiga —la misma que había salvado al chico, pues el resto ni siquiera había reaccionado— asintiendo, a la vez que Julio realizaba una acción más propia de su edad. De algún modo había podido ver las fauces de la bestia, hileras de cientos de colmillos precediendo al pozo oscuro que era su estómago, y sintió tanto miedo que tuvo que aferrarse a lo que tenía cerca, abrazando la cintura de la mujer mientras enterraba la cabeza en la capa negra.

 

—¿Está muerto el monstruo?

 

Tras unos segundos sin respuesta, se armó de valor y miró. La hormiga estaba a punto de recuperar la lanza del cuerpo inerte de la criatura cuando, fugaz, uno de los espinos de cristal penetró la tierra y brotó a espaldas del soldado, golpeándole hacia el cuerpo del gusano. Otros tres fragmentos cristalinos aplastaron la espalda y piernas de la hormiga. Un poco por encima, secreciones verdosas se derramaron desde la herida que le produjo la lanza, aún enterrada.

 

—¿¡Por qué no hacen nada los demás!? —gritó. Señalaba al resto de hormigas, que contemplaban la escena del mismo modo que minutos antes miraban un páramo vacío.

 

—Porque nadie les ha ordenado que hagan nada.

 

Al alzarse el monstruo, su sangre verde cayó sobre el rostro de la hormiga apresada. Mientras aguantaba la presión de los espinos, el cuerpo del gusano doblándose sobre él, y el ácido que le quemaba la cara, el soldado clavó ambas manos en torno a la herida que había causado, y tiró. 

 

Ante los ojos expectantes de Julio, la enorme bestia se arqueaba de dolor mientras chorreaba aquella sustancia corrosiva.

 

Desde una de las grietas del campo de batalla,  surgió un soldado que, veloz, golpeó el lado derecho de la boca del gusano. Al mismo tiempo, la pinza se partió, volando hacia algún lugar, y la cabeza del monstruo reventó en una nube de ácido. El atacante escapó por poco, usando el cuerpo del ser para alejarse de un salto.

 

El victorioso soldado resultó ser la hormiga que Sonia había enviado antes para explorar. No había sido devorada en el subsuelo, pero el gusano le había arrancado el brazo que sostenía la lanza y buena parte del hombro. Además, como resultado del último ataque, las protecciones de la pierna izquierda caían, derretidas. Un velo de sombras ocultaba la dañada piel que había detrás del metal.

 

Pegada al cuerpo del inerte gusano, la otra hormiga agonizaba. Aunque la hormiga manca trató de liberarla, no había nada que hacer: la sangre de la criatura se había filtrado a través de las partes rotas de la armadura, quemándole el cuerpo por completo. Además, en algún momento los movimientos del monstruo le habían roto la columna. No se molestó en romper el cuarto espino; no serviría de nada.

 

—¿Hemos ganado? —preguntó el niño, desconfiado. No era la primera vez que aquella cosa parecía vencida.

 

La hormiga en pie los miró, y luego regresó la mirada al monstruo sin cabeza. Con la única mano que le quedaba le agarró el exoesqueleto, con cuidado para no liberar más sangre ácida, y arrastró a la bestia inmensa hacia donde estaban los demás. Por azar, el gusano giró sobre sí mismo, de modo que el destrozado cuerpo del otro soldado quedó a contra tierra, oculto. Para Julio, era un héroe de cuento exhibiendo un trofeo, para Sonia, era un gato mostrando el ratón que había cazado.

 

Regina. —La hormiga habló con voz humana, para alivio del chico—. ¿Puedo morir?

 

El velo que ocultaba la apariencia del soldado empezaba a desvanecerse. A la luz del sol, destacó el muñón negro que había donde antes hubo un brazo. La piel de la pierna, extremadamente pálida y llena de quemaduras, parecía a punto de caer del mismo modo que cayó el metal que la protegía. Julio no podía comprender cómo era capaz de seguir en pie, sin gritar ni quejarse siquiera. ¿Acaso no sentía dolor?

 

—Podéis —contestó Sonia—. Yo lo ordeno.

 

—Así sea, Regina.

 

Los ojos dorados del soldado se extinguieron, y la oscuridad del rostro, residuo del hechizo que protegía su naturaleza, se extendió hasta cubrir el cuerpo entero, tornándolo en algo semejante a la sombra un hombre. La silueta oscura se extinguió con un soplo de viento, emitiendo un agudo grito que heló el alma y la sangre del chico: una llamada del más allá al que todos irían.

 

A pesar de aquel fenómeno Julio tenía claro quién era el héroe, enviado de los dioses, y quién el monstruo, y era este último el que le generaba dudas.

 

—¿Qué es? —preguntó.

 

—El odio de la Tierra, que nos ha perseguido hasta aquí, un efecto colateral de la transformación de este mundo, una bien elaborada ilusión… ¿Quién sabe?

 

—Las ilusiones no causan daño —objetó el chico.

 

—Las personas se cansan de vivir —soltó Sonia—. No es importante, batallas como la de hoy son poco frecuentes.

 

Chasqueó los dedos, y la lanza clavada en el cuerpo del gusano se incendió. Un fuego blanco, mágico, consumió el inmenso cadáver por completo; ni siquiera dejó las cenizas. Al mismo tiempo, el chico decidió que era el momento de regresar a Shabdiz abajo. El caballo relinchó, quizá ofuscado; no cualquiera tenía el privilegio de volar, así fuera a unos pocos metros de altura gracias a un psíquico novato.

 

—Ya sabéis a dónde ir —ordenó Sonia a las restantes seis hormigas. Estas, que habían sido poco más que piedras a lo largo de todo el combate, reaccionaron rápidamente, corriendo en todas direcciones a la velocidad del viento.

 

Julio quiso preguntar a dónde iban, pero tan pronto las pezuñas de Shabdiz pisaron la sombra que proyectaba sobre el suelo, desaparecieron del lugar.

 

***

 

El viaje a través de las sombras duró un parpadeo. Tan pronto Julio se dio cuenta de lo que pasaba, estaba en un sitio distinto. Había hierba y flores en derredor, formando un círculo simétrico cercado por doce columnas. En el centro, sobre un altar de piedra, se alzaban dos pilares unidos entre sí por un arco, como una puerta puesta en medio de la nada, sin hojas que abrir o cerrar, sin una pared o techo más allá del aire y el cielo mismo.

 

Sonia bajó del caballo y desató la bolsa que de este colgaba. El pequeño, al ver que no le daban explicaciones, decidió hacer una de las mil preguntas que tenía en mente.

 

—¿Qué es este lugar?

 

—El altar de Jano —dijo la mujer, señalando la efigie que había en relieve sobre el arco de piedra: dos rostros de aspecto humano, barbudos, pegados entre sí, cada uno mirando en una dirección—. Si quieres unirte al ejército, debes ganarte la aprobación del cónsul.

 

—¿De verdad podría ser como vosotros? ¿Un héroe que protege a la gente inocente de los monstruos, como en los viejos libros de mi padre?

 

—Como ellos, no —aclaró Sonia; las seis hormigas ya habían llegado al lugar, emergiendo desde las sombras que las columnas proyectaban sobre la hierba—. Pero existe la Guardia Pretoriana: trece guerreros que, en el pasado, formaron parte de distintos ejércitos que lucharon por y contra la Tierra, el Viejo Mundo, y ahora sirven al dios que dio vida a este, el Nuevo Mundo, nuestro hogar. Cada uno viste una armadura sagrada, un legatus, y tiene el privilegio de comandar una de las legiones del imperio. Tú podrías ser el sucesor de uno de esos campeones, ya que tu cosmos ha despertado.

 

—El sucesor de un guardia pretoriano —repitió el chico. Aún tenía entre las manos la lanza rudimentaria que se había hecho, y en ese momento no pudo evitar sostenerla con fuerza—. ¡Eso sería increíble!

 

—Solo el emperador puede designar a un miembro de la Guardia Pretoriana, y el único camino para ganarse una audiencia con él es contar con el favor de un cónsul.

 

El chico estaba tan entusiasmado con la propuesta que apenas prestaba atención a lo demás, ni siquiera había notado la bolsa que Sonia sostenía.

 

—¿Qué es eso?

 

—Esto es la cima de la carrera militar que estás a punto de empezar. ¿Quieres verlo? —preguntó con un cierto deje de malicia, apartando algunos dedos del extremo del saquito hasta que solo dos impedían que cayera el suelo.

 

—Seguro que es la cabeza de un león… ¿Qué?

 

En cuanto vio el contenido de la bolsa, Julio pasó de un entusiasmo vital a una palidez semejante a la que las hormigas ocultaban tras la armadura. De repente, el brazal carmesí de la mujer le parecía demasiado rojo. Mareado, cayó del caballo, siendo recogido por uno de los soldados antes de que cayera al suelo.

 

Sonia asintió, aprobando la presteza de aquel ser nacido para el combate. Bajo el brazo libre de la hormiga, el chico temblaba balbuceando incoherencias. El soldado no dudó en dejarlo inconsciente con un golpe en la nuca.

 

«Como imaginaba —pensó—. Este mundo también confunde la fantasía con la realidad. El nuestro sigue siendo un mundo de débiles.»

 

La sombra de una sonrisa se formó bajo la máscara carmesí, y era difícil definir si era de lástima por aquel intento de soldado, o de alivio por ser una vez más testigo de que las semillas de la Guerra Santa no tenían ni la fuerza ni la voluntad para crecer en aquella tierra. Menos aún podían discernirlo las hormigas, quienes poco o nada sabían de las emociones humanas. Para los expectantes soldados, quien estaba enfrente no era Sonia, una mujer de capa oscura y armadura roja, sino la Regina a la que debían obedecer.  

 

—Escoltad a Olimpia a este soldado —ordenó, haciendo especial énfasis en la última palabra—. Y llevaos también la lanza.

 

Las hormigas tardaron unos segundos en entender que se refería al palo de punta afilada que esgrimía antes de caer. Tan pronto una de ellas lo recogió, la seis desaparecieron, como engullidas por las sombras.

 

—No habrá más como ellos —dijo, lanzando el saco al altar a modo de ofrenda, cuyo contenido rodó en cuanto tocó el suelo—. Los santos de Atenea han muerto.

 

A los pies de la puerta sin hojas quedaron las cabezas de un hombre y una niña, ambos con dos círculos morados sobre sendas frentes sin cejas.

 

—Todos han muerto. Para siempre.

 

***

 

Términos:

 

Pomerium: frontera sagrada de la ciudad de Roma. Por razones religiosas y consuetudinarias, estaba prohibido atravesarla estando armado.

 

Jano: Personaje de El Mito del Santuario, de Felipe, descaradamente robado por el autor de esta historia, plagiador reincidente.

También es el dios romano de las puertas, los comienzos y los finales.

 

Legatus (legado): General del ejército romano. En esta historia, designa a la armadura sagrada del general de una legión, cumpliendo la misma función que cloth, scale o surplice en los ejércitos de Atenea, Poseidón y Hades.

 

Guardia Pretoriana: Un cuerpo militar que servía de escolta y protección para los emperadores romanos. En esta historia cumplen al mismo tiempo la función de generales del ejército.

 

Cónsul: En la antigua República romana era un magistrado con supremo poder cívico y militar; el cargo duraba un año. En esta historia, son representantes vitalicios del poder del emperador, necesarios por la extensión del imperio (todo un mundo).

 

Para otros términos relacionados con el ejército (legión, contubernio, centuria, centurión, y cohorte) el uso que se les da en esta historia es justamente el que se explica en el capítulo.

 

           

 

 

 

 

 

 

 

 


Editado por Rexomega, 17 enero 2016 - 21:33 .

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Publicado 17 enero 2016 - 21:07

jujuju

 

Andaba por el foro y aproveché para leer de una vez el capítulo que acabas de publicar... XD

 

 

-En este capítulo se muestra un poco más acerca de estos enigmáticos guerreros llamados hormigas, aunque en realidad no se ha mostrado tanto XD, aún falta más por conocer sobre estos guerreros y esta segunda tierra.

 

-Durante todo el capítulo estuve pensando que Sonia se revelaría como caballero de Escorpión (De lo poco que vi de SS Omega recuerdo que el caballero de escorpión era mujer y se llamaba Sonia), sin embargo después de leer el final ya no estoy tan seguro... quizá solo sea un coincidencia.

 

Ahora que lo pienso, quizá esté inspirado en Red Sonja? Ese personaje de los comics de Conan el Bárbaro, también me recuerda a ella... el nombre, el ambiente, la sangre... si no es así, yo lo usaré XD.

 

Si mal no recuerdo, no describiste a Julio con esos puntos de color morado en la frente, característica de los... los... los... esos que parecen a Mu XD. Y las cabezas en la bolsa si los tenían... me pregunto si este chico tiene poderes psíquicos por alguna otra razón.

 

-Me agrado esta lucha contra ese monstruo gusano, me recordó a una parte de Bt X, donde aparece un Bt similar a un gusano que escupe ácido.

 

He notado algunos errores que quizá se te han escapado por publicar el capítulo antes de tiempo, pero bueno, no suelo prestar mucha atención a estos detalles, mejor se lo dejo a los expertos.

 

 

Saludos y esperaré el próximo capítulo!



Capítulo 15: La Flor Sangrienta
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Publicado 17 enero 2016 - 21:15

Buenas

 

 

Parte más positiva: buen ritmo en el encontronazo con el gusano, buen dominio de los tiempos.

Parte menos positiva: la descriptiva de la primera parte era un poco confusa. Me ha costado hacerme una imagen de lo que narrabas.

 

 

 

Parte negativa: faltan alcohol y mujerzuelas...



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Publicado 19 enero 2016 - 16:41

Como ya te he comentado este capítulo por privado, solo me animaré a decirte algunas cosas:

 

En general, la primera parte me resultó mejor, al menos en la versión que me enviaste. No he leído la versión final, así que no sé hasta qué punto subsanaste los fallos del combate con mr. gusano. 

 

La segunda parte, la del combate, tuvo momentos demasiado... lentos. Si estás narrando una pelea, has de encontrar la forma de hacerlo de forma contundente Y sin perder profundidad. Los momentos que has de detallar deben seguir ahí a menos que quieras crear una pelea de esas genéricas que encuentras en las malas obras (esas que ya te dan la reacción interpretada y priorizan la acción sobre la descripción).

 

Sobre el capítulo como conjunto, el mejor de los que has presentado hasta ahora. A ver cómo sigue la cosa. 

 

Gay, nos le-emos. 


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(Parte 3 de 3)

Publicado: ?? de ? de 2018





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