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Anécdotas de Oro


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144 respuestas a este tema

#61 girlandlittlebuda

girlandlittlebuda

    Souldgodiana de corazón

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Publicado 24 julio 2017 - 23:15

Hubo actualización y yo ni enterada.

Pido de la manera más atenta a los autores del fic que para la próxima me manden señales de humo. Es que debo estar en primera fila.

Es broma, es broma. Bueno lo último no.

Sólo agregare a lo ya comentado que finalmente se cumplió la predicción a pesar de los esfuerzos de Nicole. Porque su "tramposo" plan era encauzar a los gemelitos "amigandolos" con Aiolos! Y sirvió de algo? Hasta cierto punto, pero por lo visto el destino tuvo mayor peso que la voluntad humana.

Por cierto, cuando empecé a leer fics de los Golds Saints me pregunte de dónde se basaron las fans para establecer que Saga y Aioros fueron amigos en la infancia. Sólo fue una observación. Me agrada la idea.

Sublimes los monólogos de Saga y Kanon. Se nota la mano de Placebo en ellos. Eres una maestra para transmitir sentimientos por escrito.

Antes de despedirme, porfa me podrian informar en dónde paso a recoger mi playera. Me gustó el diseño y la frase. La tendrán en fiusha?

Hasta luego.



PD1: Gracias Felipe por las aclaraciones al anterior capítulo.


PD2: Pregunta (es pregunta aclaro): Creen que para Septiembre esten los capítulos correspondientes al personaje que da nombre a mi nick, que traigo como firma y Avatar y que es el dueño de mis quincenas? Específicamente antes de su cumpleaños. Pregunto. Gracias por su atención.

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"Aunque nadie puede volver atrás y hacer un nuevo comienzo, cualquiera puede comenzar a partir de ahora y hacer un nuevo final"


#62 Placebo

Placebo

    ouch, the edge

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Publicado 26 julio 2017 - 20:08

8-bit for your soul~

 

Spoiler

 

 

      CÁNCER

 

 

Parte 1

Abril de 1994.

Tenía cabello gris, pequeños ojos negros, barbilla pronunciada, mejillas huesudas, ojeras, un cuerpo delgado pero musculoso, algunos vellos en el pecho, un tatuaje en el brazo izquierdo que indicaba que el tatuador había muerto a mitad del trabajo, y usaba el perfume más apestoso a sangre que pudo encontrar. Era afortunadamente huérfano, su familia era fiambre, y su historia hilarante. Su verdadero nombre era Santino o algo así, lo había abandonado años atrás. Si no, ¿qué clase de Santo sería si se llamara Santino? Más allá de lo ridículo que sería llamarse “Santo Santino”, él se convertiría en el dueño del signo Cáncer. ¡Cáncer! ¿Alguien que lo llamara Santino podía imaginarse la clase de personas que había protegido el cuarto templo del Zodiaco? Brutos, enterradores, bufones, nigromantes, filósofos y una serie interminable de psicópatas preocupados más de la muerte que la vida, es decir, gente maravillosa. La excepción fue un Sumo Sacerdote, Sage, que falleció en el siglo XVIII tratando de derrotar a Thánatos, el dios de la Muerte. ¿Por qué alguien haría eso? La muerte era lo más bello que podía experimentar una persona, estudiarlo se había convertido en una obsesión para los Santos de Cáncer. Después de todo, con su técnica especial, las Ondas Infernales, podían abrir el Pesebre, un portal al otro mundo.

El caso es que, para una persona decente, alguien con principios, con estudios profundos sobre la muerte y el más allá, llamarse Santino sería una reverenda porquería. Su madre lo había llamado así en honor a quién sabe quién... si no la hubiera tirado por esa escalera, podría todavía recriminarle esa abominable decisión. Pero bueno, ya era tarde, del polvo nacían y todo eso... Así que este chico, a los diez años, pidió a su maestro un nombre que poder usar, como hacían otros Santos de renombre, gente con estilo y fama como esperaba ser.

Su maestro lo envió a una fiesta de máscaras en la zona más acaudalada de Sicilia, y allí comprendió que los vivos solo usaban esos pedazos de plástico que ocultaban sus verdaderos seres, los petulantes, infieles, engreídos, asesinos, mentirosos, esas cosas que hacen las personas porque sus instintos, y buscan ocultar quién sabe por qué. Usaban máscaras durante toda su vida, pero Santino no: usaría una máscara en la muerte, y por eso eligió el nombre DeathMask. Fue lindo que el apelativo coincidiera esa noche, varios años atrás, con aquello de romperles las caras a botellazos, y rajarlas para mostrarlas a los invitados. Por alguna razón, gritaron... ¡solo les estaba mostrando quiénes eran en realidad, era un favor!

—Maricas cobardes... —recordó DeathMask mientras dirigía su mirada al monte Etna, el volcán activo que tantas vidas había tomado con sus arrebatos. La gente en Sicilia sí que valía la pena, y no solo porque habían compartido su vida con él: ponían sus casas baratas a las faldas de la montaña con verdadero valor, no huían de la muerte, la abrazaban mientras magma y fuego los abrasaban con ellos en una muestra fabulosa de lo impecable de la naturaleza. Su hermano mayor era agricultor en esas tierras, vivía de ella... ahora estaba muerto, le cayó casi accidentalmente un rastrillo en la nuca, pero apreciaría ese pensamiento. La naturaleza era poderosa y respetable, en especial porque tampoco era eterna. Sería aburridísima si así fuera.

Le dieron ganas de saber la opinión de su maestro sobre el asunto. DeathMask tenía doce años, su instructor pronto le haría entrega de su Manto de Oro si cumplía con las pruebas (y era ridículo pensar que no sería así), podría instruir a las próximas generaciones sobre lo corto de la vida, y destruir a los enemigos de ese pensamiento, protegiendo el futuro y sus bellos rostros tan llenos de emociones y arrugas.

Así que se fue a la cabaña que tenía allí en la ciudad tras despedirse de los fantasmas que todavía humeaban olor a volcán, se metió en la habitación, puso un dedo en su sien, y se mató.

 

Desde tiempos inmemoriales, los Santos de Oro de Cáncer han tenido conexiones con lo sobrenatural, con lo que reside más allá de lo tangible, lo que genera escalofríos, curiosidad y un profundo interés por igual. La primera diosa de la guerra y estrategia, cuyo nombre humano era Sasha, se caracterizaba por su personalidad jovial, amable e indomable, lo mismo sus guerreros guardianes, los Santos. Pero como todo el mundo sabe, cada cultura, familia, grupo de gente que los anales de la historia consideran “buenas”, necesitan alguien que haga lo que las absurdas leyes de la moralidad, la integridad y la ética prohíben. Para ello, los Mantos Sagrados de Oro fueron construidos permitiendo que solo los vistiera alguien con una increíble fuerza de voluntad... para bien o para mal. Esto porque, nadie lo dudaría, se requería de un Santo de Oro que hiciera el trabajo sucio, sin tanto protocolo insulso. Cáncer fue creado para ello.

El primero de ellos creó una técnica que abre un pasaje a Yomotsu Hirasaka, la entrada al inframundo, con un simple movimiento de dedo. Normalmente, la persona en su interior tendría la posibilidad de retornar por el portal abierto si tenía suficiente fuerza y determinación, a menos que fuese asesinado allí mismo, o que fuese un debilucho y se convierta en zombie como todos los que arrastraban sus preciosos pies carnosos allí. Sellar ese portal necesitaría que el Santo de Cáncer sacrificara muchísimo de sí mismo... algo a lo que Santino di Sciero, o DeathMask como quería que le llamaran, estaba dispuesto. Era solo un montón de carne y huesos trabajando en sincronía, poco importaba si en cualquier momento la máquina podía fallar de todos modos. Lo que hacía diferente a DeathMask de todas las otras masas de arterias y grasa, era que él sabía cómo acelerar el proceso. Y lo mismo había aprendido DeathToll de Cáncer más de quinientos años atrás.

DeathToll era, desde luego, el maestro de DeathMask. Llevaba muerto muchos años, sin embargo eso no le impedía divertirse con las almas de Yomotsu e instruir al joven italiano que había salido tan a menudo en las noticias cuando era niño (prensa amarillista sobre discusiones de pena capital para infantes, influencia de las películas de terror, control de cuchillos de cocina en las casas, o los materiales menos inflamables para la construcción de viviendas) en los saberes y misterios de la muerte, lo más hermoso de la vida misma.

El asunto era que, para visitarlo, DeathMask no tenía que tomar un autobús a Grecia como hacía para visitar y molestar al maricón sueco ese de las flores, cuando éste se pasaba por el Santuario... simplemente tenía que suicidarse, o al menos le gustaba verlo así. Usaba las Ondas Infernales sobre sí mismo, y como por arte de magia, entraba a su patio de juegos.

Yomotsu Hirasaka era una dimensión oscura, apestosa de sangre, pavimentada por rocas frías y calaveras, con un volcán del que nadie podía escapar, y al que las almas se arrastraban sin consciencia o voluntad. La noche allí era eterna, pero su maestro lucía siempre radiante.

 

—Hola, maestro, tanto tiempo, ¿qué hago primero, acomodo su peluca o le saco brillo a su calva cabeza?

—Lo primero y luego lo segundo. Con lo tercero no soy tan exigente como parezco, a estas alturas solo necesito una buena hora... o dos. —El Santo de Oro de Cáncer de tantos siglos atrás le guiñó un ojo, y DeathMask sonrió. Se preguntó si ese viejo tan colorido se llevaría bien con Aphrodite, el chico que postulaba para el cargo de ser la doncella más cercana a Atenea—. ¿A qué viniste, Masky?

—Odio ese apodo.

—Lo sé, Masky. Y me matarías si lo dijera de nuevo, Masky, pero como puedes ver, Masky… —DeathToll acarició el contorno de su figura ectoplasmática, que aún conservaba el cabello rojo, la nariz gruesa, los labios pronunciados, los abdominales firmes y la postura doblada de su juventud—, lamentablemente este cuerpo ya no puede volver a sentir los prohibidos placeres de la vida, Masky... como el dolor.

—Quería hablar de la naturaleza, pero ya no recuerdo qué. —DeathMask se encogió de hombros, se acercó a uno de los muertos que hacía chirriar los dientes, y lo estampó contra el suelo para poder sentarse sobre él. Gimió dolorosamente, pero para DeathMask, era como una bella sinfonía.

—Te he dicho muchísimas veces que los dejes descansar —le reprendió DeathToll, cuyo nombre verdadero jamás reveló.

—Lo estaba, demasiado rato caminando, el pobrecito. —DeathMask escupió al suelo, sin darle importancia a la expresión molesta de su maestro.

—¿Qué fue esta persona en vida, DeathMask? Si respondes erróneamente, deberás dejar ir a esta alma inocente, y pagarás con un mes más... Si aciertas, igual lo liberarás, y ganarás quince días, ¿me entiendes?

Eso era parte del entrenamiento. Si DeathToll le hacía una pregunta así, el alumno debía estar preparado para contestar, y demostrar que había practicado. Levantó un dedo, y liberó un gas azulado que se posó sobre la cabeza de la criatura que se retorcía bajo su trasero. Aún le era difícil dominar ese arte, la información de la vida podía ser abrumadora, y corría el riesgo de que la mezclara con sus propias memorias. Esperaba sorprender a su instructor esta vez.

—Kurt Ca... no, Kurt Cob... eh... sí... Músico. Americano. Eh... fa-famoso. Veintisiete años. —Le hizo pensar. La muerte era tan implacable que alcanzaba incluso a rubios—. Huele un poco a…¿Teen Spirit?, creo que es desodorante.

—No es gracioso, DeathMask —sentenció DeathToll cuando su alumno se burló. Con calma se acercó a DeathMask y le proyectó lejos con la palma de su mano, sin tocarlo. El muerto se alejó raudo, y tomó de nuevo su lugar en la eterna fila. DeathMask no pudo evitar reírse. Su risa era característica, única, como un chillido asfixiante—. Deberías respetarlos.

—Están muertos, maestro, son fiambre. ¿Por qué se esfuerza tanto por guiarlos al más allá si ni siquiera pueden agradecerle?

—¿Quién dice que no? Que tengan esa apariencia tan poco atractiva no significa que no puedan sentir.

—¿De qué les servirá en el mundo de Hades?

—Ni siquiera sabes si todos van allí. No lo hiciste tan bien como crees, DeathMask, has perdido diez días.

—Sabe que eso no me intimida, moriré cuando tenga que morir. Para reírse tanto como hace, es muy aburrido, maestro. —DeathMask empuñó una mano con fuerza e ira contenida, aunque sabía que no servía de nada. No podría ganarle al alma de DeathToll de Cáncer, un Santo de Oro, ni aunque llevara todo su cuerpo a Yomotsu—. La peluca no ayuda.

—Mi peluca es fabulosa, Masky. Intenta cambiar esa actitud, porque puede que sea bondadoso y te reduzca tu castigo a solo nueve días y medio.—Se acercó a pellizcarle la mejilla, disfrutando de la rabia en el rostro de su alumno y de la forma en que apartaba bruscamente su mano.—¿Acaso quieres que le cuente a tu amiguito lo mal que te portas, Masky?.

—¿Mi amiguito? ¿El florido? ¿El catador de tulipanes?

La risa de DeathMask se escuchó rebotar en la inmensidad del Yomotsu, que se apagó un segundo después, cuando fue DeathToll quien se rio.

—¿Crees que así te convertirás en Santo? Si yo tenía mis asuntos, no sé qué queda para ti.

—La armadura me aceptará, lo quiera o no.

—Antes que la armadura, soy yo quién juzgaré. Y tu amiguito. Irás a Kuopio.

—¿¡Finlandia?! ¿Para qué? —se escandalizó el chico. DeathToll se relamió los labios.

—Los hombres que hay allí son muy interesantes, ju, ju, ju. Tú solo ve. El florero será tu compañía. Verás que la muerte no es algo con lo que puedas jugar, y si lo entiendes, quizás te de sesenta días más.

¡Dos meses más! ¡Sesenta días más de vida! DeathToll tenía control sobre el reloj de vida de las almas, y había jurado someterse a su entrenamiento apostando tiempo para estar sobre la Tierra. No sabía para qué diablos iba a Finlandia, pero por ese precio, esos rostros serían una pálida, pero muy hermosa, compañía.


Editado por Placebo, 26 julio 2017 - 20:08 .

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CERVEZA GRATIS Ahora que tengo tu atención, ¡pásate por Anécdotas de Oro. y aprende sobre el (probable) pasado de los Gold Saints!


#63 Patriarca 8

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Publicado 26 julio 2017 - 20:31

DeathMask  es como un loco cuya forma de ver la vida es muy extraña

no es buena ni mala solo es extraña 

 

si tuvo como maestro al fail de DeathToll con razon es un dorado de nivel bajo

 

ojala que  no sea amigo de Aphrodite ya que sino

aparte de  debil y psicopata seria algo peor--- <_<

 

PD: no entendi  el asunto de  los dias 


Editado por T-800, 27 julio 2017 - 16:01 .

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#64 girlandlittlebuda

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Publicado 28 julio 2017 - 02:21

Comienzo diciendo que les reconozco que hayan empleado un estilo de redacción diferente para este capítulo, pues a mi parecer difiere del estilo de los anteriores. Supongo que a través de ello quisieron acentuar el excentricismo y psicópatia de maestro y alumno. Sin embargo, y tal vez por mi limitada comprensión lectora, se me dificultó entender algunas partes y otras todavía no me quedaron claras. Por ejemplo el por qué del apodo de Death Mask.

Interesante que mostrarán la relación maestro-alumno y sus muy peculiares personalidades. Al parecer se llevan muy bien.

Me llamo la atención que aquí Death Mask se llame Santino. Es común encontrar que en los fics le pongan por nombre Angelo. Me pregunto por qué eligieron Santino.

Saludos y hasta luego



PD: Aún no soy la esposa del guardián del templo de la doncella. Estoy en proceso de convertirme ^^, pero me gustó que pusieras que es mi esposo.

Editado por girlandlittlebuda, 28 julio 2017 - 02:34 .

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Publicado 31 julio 2017 - 20:56

¡¡El turno de mascarita!! :s83:

 

Se que no es muy apreciado por el fandom, pero a mi me gusta y esperaba con ansias su historia. Encima se nombra a Afrodita, cosa más linda, me siento en una verdadera nube fan.girl :sonaro: :sonaro:

 

Este capítulo deja ver que se trata de un personaje particular. El estilo de narración, la ambientación, todo parece más lúgubre, como el mismo Deathmask. Esas reflexiones sobre la vida, y sobre todo, respecto a la muerte, me gustaron mucho y te introducen en la psicología (y psicopatía) del futuro Santo de Cáncer. 

 

Me agrada que Death Toll sea su maestro, tal como se vio en el EGA. También hemos podido ver un poco más de este personaje y ese juego de apostar tiempo de vida con su alumno es un detalle genial. Las interacciones entre ambos son muy interesantes.

 

Espero ver las aventuras de chibi mascarita en Finlandia, me tinca que va a estar muy bueno ese viaje.

 

 

¡Saludos para ambos! :s71:


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  "Murió porque no, murió porque sí, murió pa' que tú no estuvieras ni ahí"

 


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Publicado 01 agosto 2017 - 13:36

Spoiler

 

 

- Parte 2 -

 

—Que te quites.

—Pfff, ¿en serio? ¿No te gusta, acaso?

—Es horrible.

—Es precioso.

—No. Huele mal, y es escalofriante. Quítate.

—Pero si sé que te gustan estas cosas.

—No así. Muy negro.

—A mí me divierte mucho.

—Ya, sal de encima.

—No tienes ningún sentido de lo bello de verdad.

 

Complacido, DeathMask volvió a su propio asiento del bus, quitando el brazo de la cabeza de su acompañante, que claramente no se sentía a gusto con la tarde tétrica, fría, oscura y tan nórdica de Kuopio. Sabía que para Aphrodite (lo conocía hacía tiempo, pero todavía no era capaz de evitar la carcajada cuando pensaba en el nombre) ya era bastante irritante el ir en bus en lugar de correr, para no llamar la atención de lo que buscaban, como para aguantar su peso sobre su cabeza para poder mirar por la ventana. Él debía saber lo que se buscaba por no elegir pasillo.

—Aunque no lo entiendo, Floro, tú eres sueco, y te entrenas en Villa Santa, ¡que son de noche igual que esta preciosura! —Disfrutaba de las tardes así, cuando las estrellas aún no se mostraban en el cielo negro, era la hora precisa en que las almas salían a jugar.

—Mi nombre es Aphrodite —se defendió el chico, acomodándose su largo cabello rubio hacia atrás por enésima vez. Sus ojos eran celestes y orgullosos, su piel blanca y lampiña, sus dedos delgados como los de una iguana. La habían ordenado acompañarlo, no había demasiado que hacer—, además Suecia es una belleza sin comparación. Siente ese olor repugnante. Yo nací en el seno de una buena familia, las estrellas nos admiraban.

—Sí, ya lo imagino, pobrecitas estrellitas.

—Y Groenlandia, donde entreno... claro, apuesto que nunca has ido. Puedes contemplar auroras boreales que hacen brillar el ocaso e iluminar el sueño. Sí, es frío, y a veces ni siquiera hay noches, pero hasta el peor día en una tormenta de nieve es mejor que este basurero abandonado. Bah, ¿qué sabrás tú de eso?

—¿Yo? —DeathMask clavó la vista en la oscuridad una vez más, tratando de ignorarlo lo suficientemente sutil como para que el otro se preguntara si lo hacía. No le importaba la carne que arrastraba troncos, compraba pescado o acompañaba a su bestia a molestar en las intermitentes y sinuosas calles junto a los bosques de Kupo, en Finlandia... lo relevante era lo de adentro, tras las cáscaras—. No sé mucho de nada, pero sé demasiado de mucho. De lo divertido.

—¿Divertido? Vas a ser un Santo, ¿no te acuerdas? No hay diversión que valga tanto. Por eso mismo nos congelamos el trasero en estas sillas de alambre. ¿Acaso descubriste ya por qué estamos aquí? ¿¡Por qué yo estoy aquí!?

—Sí, sí, tu uso del pronombre es fabuloso, como siempre. —Algo llamó su atención, lo suficiente como para que no abriera la boca.

—¿No me escuchas?

—Ah, son negros y están algo rotos a la altura del muslo. —Dicho eso, el aprendiz de la constelación de Cáncer se levantó y acercó al conductor, a quien le puso un dedo en la sien con actitud amenazante y un Cosmos que el malnacido no podía ver—. Oye, quiero bajar. Frena el bus o te parto el cráneo.

—¡DeathMask! —le reprendió el marica. Le caía bien a veces, pero era otra oveja más de un sistema moral que decía que no había que hacer cosas, y otras sí, porque sí.

—Solo bromeaba, no lo mataré tanto.

 

Bajaron en la próxima parada, que estaba a diez segundos de donde lo había amenazado. Como si la muerte esperara. DeathMask miró hacia los pinos y abetos más allá del oscuro valle donde estaban, no había ninguna persona viva allí. Viva.

—Más del setenta por ciento de Finlandia es bosque, así que si venimos a buscar alguna especie rara para que el Santuario celebre navidad, tenemos mucho tiempo por delante.

—Eres graciosísimo, pescado, nunca me he reído tanto en mi vida. —DeathMask avanzó con toda seriedad hacia los árboles, con los ojos fijos en algo puntual. Aphrodite no tuvo más remedio que seguirle, aunque se detuvo cuando vio que su compañero encendió una llama azul en su propio dedo para guiarse.

—¿Qué diablos haces?

—Silencio… esto será divertidísimo. —DeathMask vio una sombra sobre la nieve, cuya cabeza tocó con el dedo envuelto en ascuas fatuas. Contempló a la figura negriazul voltearse y mostrar algunos rasgos de un rostro con fisuras grises, como la nariz y una boca torcida de forma inquietante. Elevó los brazos, dos capas idénticas a los lados, pidiendo clemencia, antes de chillar unos segundos hasta desaparecer.

—Oye, oye, no grites tanto o será peor. Primero dime quién te metió aquí. No, no trates de huir, primero dime...

—DeathMask, ¿con quién hablas? —Ya sabía que su compañero era extraño, pero hablar solo era algo nuevo. A menos, claro, que no estuviera solo.

—Se llama Sahid, y obviamente no era de aquí, por eso llamó mi atención. —El pronto a convertirse en Santo liberó el fuego de su dedo, la silueta gritó y se quemó casi instantáneamente hasta desaparecer en polvo energético. Misericordia o placer, por cualquiera de esos dos motivos a los Santos de Cáncer se les enseñaba eso. En otras ocasiones, las almas eran también útiles.

—P-pude verlo… al final pude verlo, cuando lo quemabas. ¿Q-qué… hiciste? —inquirió Aphrodite, entre iracundo, perplejo y aterrado. Una de sus manos temblaba.

—Lo dejé en paz, es todo. Bueno, mi florido Watson, tenemos un caso entre manos. Por eso quería mi maestro que vinieramos hasta acá, alguien está capturando almas de Yomotsu para hacer “algo” con ellas, según Sahid, en lo profundo de estos bosques.

—…¿Los están invocando? ¿Acaso eso no está prohibido por las leyes de la naturaleza y el orden normal de la vida en sí? —La cara de incredulidad de su compañero no hacía más que divertirlo. Ese amante de las flores era tan normal como el resto de la gente, en momentos como este no sabía si era interesante hacerlo sufrir o sumamente aburrido el oírlo chillar como todos los demás—. Pero si son… almas. Están muertas. No lo entiendo.

—Sí, quizás, no sé. Vaya, si hubiera sabido que venían de otros lados, no te habría traído para que me dijeras qué balbucean.

—Espera… ¿¡me trajiste como traductor!? Gusano inmundo, ¡ni siquiera soy finlandés!

—Claro, y los coreanos no son chinos. —DeathMask ignoró la furia de su peculiar compañero y se puso las manos alrededor de los ojos como si mirara a través de binoculares—. El asunto es que algo pasa en estos bosques, algo que parece se alimenta de almas, o algo que las da de alimento a otra cosa, o qué sé yo. Si quieres vuelve.

—Por supuesto que podría volver. Mi misión era solo acompañarte hasta donde fueses —Se cruzó de brazos, con la misma expresión orgullosa de “me necesitas, admítelo” que siempre ponía cuando quería hacerse de rogar, incluso levantó la cabeza, manteniendo la frente en alto—. Nada me cuesta correr hasta el puerto más cercano y tomar un barco, claro que no.

—Si tanto quieres irte, ¿por qué sigues aquí? —El próximo Santo de Cáncer le sacó la lengua, en un gesto infantil que logró llamar la atención de su acompañante. Si recordaba correctamente, a este tipo le gustaba sentir que nadie podía vivir sin él. Típico de un maricón come-flores narcisista como él—. Probablemente tienes miedo a los espíritus suecos del bosque. Uhhh, vengo por tu alma, hombre flor...—Adoptó la típica posición de un fantasma, acercándose a él, mientras ponía los ojos en blanco  y sacaba la lengua, con su mejor imitación de un espíritu de caricatura.

—Son espíritus finlandeses, idiota espiritista.  —El sueco no pudo evitar reír ante la mala imitación del italiano. No podía quedarse serio junto a él, por mucho que lo intentara, porque ya sabía que caras poner para sacarlo del mal humor. Le dió un golpe en el brazo mientras intentaba no perder su elegancia—. No es que tenga miedo, pero el mundo espiritual está hecho para que las almas descansen, y un bosque oscuro en un país desconocido no es la mejor idea.

—Las almas son almas y ya. No sirven. Por eso asuuuuustan tanto, porque no les queda nada mejor que hacer. Y la verdad tampoco me gusta que las usen sin saber bien cómo. Parece el trabajo de un amateur.

—¿Entonces qué hacemos? ¿Trabajar con lo terrenal?

—Caza de brujas.

 

Los árboles fineses crecían bastante bien, incluso en invierno cuando había poca luz, lo que les convertía en figuras emblemáticas de la cultura en Finlandia. Eran métodos de defensa, de alimento, de calor, de economía, de trabajo e incluso recreación. Por supuesto, la recreación podía tomar muchas formas. En ocasiones eran niños jugando, y en otras, muertos paseando por la nieve, sin la capacidad de hacer angelitos. Almas de todas partes que carecían de maneras para ascender, y en el fondo, señoritas (siempre eran chicas, aunque Aphrodite lo negara) haciendo un aquelarre, en algún lugar rodeado por árboles, energías cósmicas (no las del Cosmos, sino otras, las descoloridas), líneas de sangre y huesos de animales exóticos de nombre Larry para adorar a demonios cuyos nombres terminen en “-el”, como los ángeles. Ni siquiera quería recordar que en algún momento su padre, que en paz descansaba (suponía, no sabía dónde había quedado tirado) lo iba a llamar Ángelo. Bochornoso.

—Mi maestro no me advirtió de esto. Soy aprendiz de Santo, no fan de Hechizada. No tanto, al menos. Si ellos estuvieran invocando a Abba, sería más interesante.

—Será divertido, mira cuántas almas hay aquí, puedo entender hasta sus historias. Ese de allí fue atropellado, ella comió una papa envenenada, ella se fue en el sueño, él también, junto a una estufa…

—Ya basta, es enfermizo —dijo Aphrodite, bajando la cabeza con tristeza mientras se cubría bien con la capa para protegerse del intenso frío—. Después hasta dirás cosas personales de esas pobres personas

—Hm… ella era copa D. A ese de ahí le gustaban los hombres con un enorme…

—¡Basta! Por Atenea, eres grotesco. ¿No se supone que deberías respetar a los espíritus?, creí que eras un protector terrenal de las almas o alguna cosa así… —La cara del sueco estaba levemente roja por los comentarios de su compañero, al igual que el frío nocturno le teñía de ese color la nariz—. Ahora saldrás con otro invento, como que alguno de ellos era el espíritu de Papá Nöél o algo así, ¿no? Que inmadurez la tuya, Masky.

—Lo que tu digas, Rudolph. Mejor camina tú al frente, así nos iluminas con tu nariz roja.

 

Se abrió camino entre la espesura de los pinos y abetos, mientras dejaba que su “sentido paranormal” lo guiará hasta la concentración de almas, acercándose al centro del bosque, cada vez más oscuro y cada vez más cubierto de nieve. El frío aumentaba con cada paso que daban, el viento soplaba con furia. DeathMask buscaba patrones, seguía los rastros espirituales de aquellas almas que revoloteaban sobre sus cabezas como aves, muy anormalmente concentradas. Vio que los espíritus más viejos se alejaban todo lo posible que podían, y los nuevos se movían con sigilo hacia una zona particularmente fría. Y mientras más frío, más belleza muerta.

De todas maneras no esperó algo tan simple, y eso fue lo que encontró. Su decepción fue como un balde de agua (más) fría. Aphrodite soltó una risita cansada y materializó una rosa roja en la mano, como si fuera cualquier cosa. Eran seis individuos, probablemente adolescentes dada la estatura, vestidos con capas negras desteñidas, y capuchas que en algunos casos no alcanzaban a cubrir sus cabezas por completo. Estaban parados en torno a un círculo hecho de cenizas mal esparcidas y elevaban los brazos coreando palabras que, según el pescado bebedor de té herbal, eran un mal intento de finés arcaico, muy similar al sueco. Habían chicos y chicas.

—Bueno, ¿los duermo y ya? —dijo Aphrodite, conteniendo la risa—. Sus padres deben estar preocupados.

—No tiene sentido, estos críos apenas están aprendiendo del onanismo y las enanas ni conocen la vaquita siberiana o la carretilla, ¿cómo es posible que puedan controlar almas?

—¿La qué y la qué...? No, no, espera, espera un poco, ¿crees que son ellos? Idiota, debe ser otra cosa, son púberes, tal vez las almas están en huelga o...

—No, no tiene sentido, pero puede ser… —DeathMask se levantó y liberó varias flamas azules de sus manos, que dirigió a los jóvenes. Al verlas, como era de esperarse, se asustaron y separaron, una de ellas incluso corrió al bosque echando maldiciones, todo ello en menos de un mísero segundo.

—¿Por qué los asustas? Ahora nuestro deber moral va a ser buscar a esa niña y…

—Cállate y mira eso. —Apuntó a un lado, a una zona oscura detrás de dos chicos que se abrazaban aterrorizados mientras rogaban por sus madres. Tal vez no las verían, en todo caso. Nunca más.

Aphrodite frunció el ceño y creó una decena de rosas en sus manos, alzando la guardia. ¡Las almas tenían que descansar, no eran diversión de nadie! Y menos eran eso. Una criatura horrible, salida de un thriller, fantasmagórica semejante a un pedazo de tela vieja y raída, negra y con agujeros por los que se liberaba un humo azul, con brazos largos y una cabeza sin facciones, que flotaba mientras absorbía almas, tras transformarlas en pequeñas luces. Los adolescentes que restaban gritaban despavoridos, uno de ellos sacó una cruz de debajo de su capa, antes de que empezara a perder el conocimiento, pues la criatura ya se acercaba.

DeathMask se adelantó. Tal vez habría reído en otras circunstancias. No esta vez.


Editado por -Felipe-, 01 agosto 2017 - 13:38 .

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#67 Shiryu

Shiryu

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Publicado 02 agosto 2017 - 08:18

Perfecto buen enganche y la historia es adecuada no pierdas el gusto de la escritura y avanza creciendo con tu historia

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#68 Shiryu

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Perfecto buen enganche y la historia es adecuada no pierdas el gusto de la escritura y avanza creciendo con tu historia

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#69 Nemesis_Venganza

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Publicado 06 agosto 2017 - 21:32

Que buen capítulo... y una grata sorpresa resultó el compañero de viaje de mascarita :sonaro: 

 

Percibo un relación similar al amor/odio entre ellos, como que superficialmente no se soportan, pero en el fondo si lo hacen y quizás hasta se estiman. También destaco una cosa que ya mencioné en la historia de Géminis, y es que a pesar de ser futuros santos de oro y todo lo que ello implica, los personajes mantienen ciertas actitudes infantiles y te recuerdan constantemente que en el fondo continúan siendo niños. Por ejemplo, Afrodita haciendo la típica escena de "si quiero me voy" para hacerse el importante o Deathmask sacando la lengua e imitando a un fantasma para molestar al otro. Esto lo reitero porque, para mi, es un detalle que vuelve creíbles a los personajes. Nuestros chibi dorados son tanto "niños" como "soldados" y ambas características se reflejan muy bien en la narración.

 

Sobre la trama, debo decir me encantan las historias de horror y misterio, en general (no lo digo solo porque esta la protagonizan mis favoritos xD), así que estoy ultra expectante a la continuación. Partiendo por la criatura que se les apareció al final, dejándolos en una situación que ni siquiera el mini psicópata de mascarita encuentra graciosa...eso es algo para preocuparse :ninja:

 

Lo último, me dio risa que el motivo de mascarita para llevar a afro fuera que este le sirviera como traductor de almas, encima asumiendo que sabría hablar finlandés solo por ser nórdico. De verdad saben sacar el potencial y carisma de los personajes, incluso si estos no son del todo de su agrado, algo que agradezco cualquier cantidad.

 

Y creo que eso es todo por ahora.

 

Saludos a los dos :s71:


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  "Murió porque no, murió porque sí, murió pa' que tú no estuvieras ni ahí"

 


#70 girlandlittlebuda

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Publicado 17 agosto 2017 - 12:20

Hola Placebo y Felipe!

Aunque ya había leído el capítulo. No pude dejar mi review en su momento. Todo es culpa de Morfeo.

Brevemente comentó que me gusto ese humor negro de Death y Afro, quien parece seguirle muy bien la corriente, a pesar de esos apodos tan peculiares que le pone.

Es mi pervertida mente la que me hizo interpretar cosas en doble sentido? O estoy viendo demás.

Esos niños merecen una buena reprimenda. Mira que ponerse a jugar a "atrapar almas". La juventud está cada vez peor!

Por último, infinitas gracias por la sola mención de ABBA. No están para saberlo ni yo para contarlo, pero soy fan de esta agrupación.

Hasta la próxima.

Editado por girlandlittlebuda, 17 agosto 2017 - 12:20 .

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"Aunque nadie puede volver atrás y hacer un nuevo comienzo, cualquiera puede comenzar a partir de ahora y hacer un nuevo final"


#71 Placebo

Placebo

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Publicado 17 agosto 2017 - 14:32

Música ambiental multi-propósito

 

Spoiler

 

-Entra Placebo con una playera hawaiiana, una maleta y un sombrero de paja-  

¡Buenas tardes a todo el público maravilloso de este fanfic! -Suenan aplausos enlatados, mientras la audiencia prepara sus proyectiles- Hemos llegado a la última parte de Cáncer, para todos los que han disfrutado con las disparatadas aventuras de este cangrejo y su florido Watson. Por supuesto, ahora mismo Felipe y yo nos vamos a Cancú... digo, nos vamos a concentrar mucho en escribir Leo, claro que si. -Esquiva una paloma bomba, mientras se aleja lentamente del escenario- Sin más que decir, ¡los dejo con la tercera parte! -Huye-

 

 

 

 

Parte 3

 

DeathMask despertó con un leve dolor de cabeza, y oliendo su propio aliento a lo que había comido la noche anterior, tras regresar del bosque. ¿Qué fue? ¿Atún? Pescado era todo lo que había en ese lugar, en todo caso. Se levantó y, sin molestarse en ponerse una camisa, miró al amanecer afuera, desde la cabaña que habían arrendado con dinero del Santuario, buscando a la cosa misteriosa que había visto desaparecer frente a sus ojos, luego de devorar las almas de un grupo de púberes. ¿A qué sabría un alma?, se preguntó.

—¿Y? ¿Qué haremos? —preguntó Aphrodite, irónicamente, no oliendo a algún pez, sino a los dos o tres perfumes con que se rociaba. Estaba detenido junto a la puerta con tranquilidad, parecía haberse despertado temprano para terminar los últimos ajustes aburridos con la policía y el hospital donde habían parado unos y otros de los jóvenes.

—Matar a la bestia, ¿no es obvio? —Era muy molesto que se le escapara, aunque lo había perseguido gran parte de la noche, pero sencillamente perdió su registro de energía. Todo lo que había ganado era un par de ojeras.

—Pensé que no podía matarse lo que ya está muerto.

—Pfff, por eso no sabes nada. ¿No viste lo que pasó con esas almas? —DeathMask hizo unos movimientos torpes con las manos, para indicar, de alguna manera, qué sucedía con el alma muerta—. La nada existe, las almas no reencarnan cuando van allí… o cuando no van. Cuando... bueno, tú entiendes, el alma se vuelve energía, que ya no sirve para mover el cuerpo, sino como alimento de otro, que se pierde en la nada…

—No se te entiende nada. —Aphrodite se llevó la mano a la cara con irritación—. En cualquier caso, ¿qué hacemos? Obviamente esa fue la misión que te dio tu maestro, pero uno de esos niños dijo que atraían a la criatura solo los viernes en la noche.

—Habrá que llamarla nosotros. Será cosa de llevar almas allí…

—¿Qué? ¿Cómo se te ocurre eso? ¡Son almas inocentes!

—Bueno, podemos llevarlas en cuerpos también. Si son más pequeños sería un problema menor —dijo DM, convencido, mientras miraba por la ventana a cuatro niños que jugaban en la calle, junto a una florería—. Hm…

—Maldito psicópata, ¿acaso no respetas a nadie?

—Los muertos no merecen respeto, pues ya no son nada, están desprovistos de moral y sentimientos. ¿Por qué te preocupas? —DeathMask se acercó a Aphrodite y clavó un dedo en su pecho—. Todos morimos, ¿no? No importan nuestras diferencias, al final de todo nos volvemos lo mismo, gas azul que flota por ahí, sin clase social, orientación sexual, nivel educativo o poder político, la nada misma. Le pasó a mi maestro, le pasará a ti, al tuyo de una manera que no vas a adivinar, y tal vez incluso a mí. Así que, ¿para qué preocuparse de si mueres antes o después?

—Buena pregunta. —Aphrodite materializó una rosa roja en la mano, y se la acercó a su cuello—. ¿No te incomoda ir antes, entonces? Mejor tú que ellos.

—Ja, ja, ja, no te pongas melodramático, tampoco. Atraemos a la cosa, tú defiendes a los mini humanos y yo la derroto, muy fácil. No se me escapará esta vez. —DM bajó el dedo, pero su florido compañero tardó un poco en hacer lo mismo con la rosa.

—Deberías valorar más a los muertos. Será que nos volvemos lo mismo después, pero en el mundo de los vivos quedan los sentimientos que dejamos.

—Eso es muy tierno, deberías escribir una canción con ello. —DeathMask volvió a mirar por la ventana y se percató de una jovencita muy linda que aplaudía a los niños desde el puesto de flores, mitad de la calle, y se le ocurrió una idea mientras se ponía una camisa negra encima—. Esto será bueno.

 

Tomó a Aphrodite del brazo y salió a toda velocidad de la cabaña, en dirección al puesto. La poca gente paseaba por allí y por allá, y no tomaron atención en el par de extranjeros que se enfrentó a las especies de flores más diversas de Finlandia. Aphrodite no pudo evitar admirar su belleza, mientras DeathMask arqueaba una ceja, abría un diccionario, e intentaba deformar sus labios para representar una suerte de sonrisa atractiva, con la chica de cabello y ojos castaños que los miraba asombrada.

—Eh… buen día, ¿cómo todo va, mujer linda?

—¿Y tú qué rayos haces? —le susurró Aphrodite, que se dio cuenta de que debía traducir el más sorpresivo y estúpido intento de cortejo, o estrategia, o lo que fuera que DeathMask fuera a hacer.

—Oh, veo que es extranjero —sonrió la chica, con amabilidad—, ¿puedo ofrecerle una rosa? ¿Cuál le gusta, señor?

—Oh, no importar no, regalar usted de todas formas.

—Por todos los dioses —masculló Aphrodite, golpeándose la cara otra vez. Decidió que era mejor intervenir—. Disculpe a mi amigo, le gustan mucho las flores, las adora. No sabe por cuál decidirse.

—Sí, sí, eso mismo. ¿Qué le dijiste? —preguntó DeathMask, muy inquieto. Los niños de alrededor lo observaban con intensa curiosidad.

—Que buscamos información —mintió, obviamente—. Bueno, señorita…

—Helena —se presentó, antes de abrazar a los cuatro niños—. Ellos son mis hermanos. Y ustedes, buenos chicos…

Aphrodite no sabía qué decir, no iban a ir con sus nombres reales en esa situación. Pero ya DeathMask se había adelantado, leyendo rápido en el diccionario.

—Soy Sebastián, y él es Ariel. Ahora que todos sabemos quién es quién, señorita Helena, ¿qué sabe del monstruo del bosque?

 

Pues claro que sabía, DeathMask había notado su aura, cargada con los fuegos fatuos que había dejado esa criatura, así que no iba a evitar la pregunta. Helena obviamente había sido una de las que había invocado al monstruo, aunque no con mala intención, solo como un juego.

—Hmm… —La mujer se llevó un dedo a la mejilla, en una expresión pensativa, como si tuviera que excavar en su memoria para recordar de qué estaban hablando. El tema no era trivial en absoluto, pero ella actuaba como si fuera una conversación entre vecinos— Es una leyenda de la segunda guerra mundial, creo, tal vez incluso más vieja. Es un monstruo que se come las almas de los soldados que desean la muerte y de los niños que se escapan al bosque para cometer maldades. —Dirigió la mirada a dos de sus hermanos, que se alejaban del puesto—. ¡Quédense donde pueda verlos, Tove!, ¡cuida a tu hermano, Jansson! —Luego volvió a mirar a sus invitados, encogiéndose de hombros—. Lo lamento, es todo lo que sé.

—Bueno, bueno, qué se le va a hacer, no es casi nada —desestimó DeathMask con gesto de aburrimiento—. Ahora vamos a lo importante. ¿Cuántos niños puedes prestarme?

—¿Qué? —preguntaron Helena y Aphrodite, con horror. El Pez, tras traducir, se llevó una mano al pecho antes de recuperar el habla—. ¿Pero qué diablos estás diciendo, estúpido?

—¿Eh? Ohhhhh, no, no, no, no es lo que parece, no soy un perv… no soy esa clase de pervertido, je, je. Señorita Helena, tranquila, solo quiero a estos niños para usarlos en el bosque y atraer a un m…

—Para atraer felicidad —interrumpió el maldito sueco—. Lo que sucede es que nunca he podido traer niños al mundo, por obvias razones, oh, desgracia, y Sebastián y yo queremos saber qué se siente. Estos pequeños son demasiado adorables, y nos gustaría llevarlos a dar una vuelta al bosque, con su compañía, desde luego.

—¿Ah? ¿De qué carajos estás…? —DeathMask se calló cuando (casi) entendió lo que su compañero quería, aunque no comprendía para qué inventarse historias de ese… tono. Después de todo, en algún momento los niños sabrían tanto de ser carnada para adultos como de la vaca siberiana, y era mejor que se enteraran antes para saber defenderse en lo primero, y saber cómo doblar las piernas, en lo segundo.

—Eh, claro, no hay problema —respondió la chica con los dedos entrecruzados, como si fuera cualquier cosa. DM se enorgulleció de sus habilidades, había captado esa personalidad tan relajada en el alma de Helena muy rápidamente—, es un poco apresurado, pero yo siempre he querido ayudar a una pareja de estas características a alcanzar la felicidad.

—¿Sabes que te odio, verdad, merluza floreada? —susurró el futuro guardián de Cáncer.

—Sí, por supuesto. Esa es la mejor parte, darling. —Aphrodite apuntó un dedo al pecho de su compañero “de adopción”—. Pero te lo advierto, jaiba necrofílica, si alguno de esos niños sufre algún percance, tu maestro ya no tendrá horas de vida que quitarte, ¿está claro?

 

A las ocho se adentraron en el bosque, con la excusa de hacer una fogata. Se sentaron en un par de troncos que encontraron tirados en la nieve, y Aphrodite se puso a cantar una melodía que había oído cuando niño, en finlandés. DeathMask intentó hablar con Helena de algo que no fuera su supuesta relación con el pescado en el mejor inglés que podían ambos, y pasados dos o tres minutos, tanto ella como sus hermanos se quedaron profundamente dormidos.

—Pfff, parece que tu voz es más que soporífera, ¿eh, Floripondio?

—N-no lo entiendo, ¿qué fue lo que…? ¡Tú! —exclamó al darse cuenta. Había fuegos fatuos danzando alrededor del dedo de DM—. ¡Maldito enfermo, los mataste!

—Nah, solo debilité sus almas un poco para que les ganara el sueño, tranquilo. Alrededor ya se siente el aroma a ese monstruo buscando espíritus frescos, esta vez sí me lo cargo, je, je.

—Maldita sea, ¿¡qué son para ti las almas, DeathMask!? —Aphrodite se puso de pie, listo para irse. Los niños habían perdido color en las mejillas otrora sonrosadas—. ¿Cómo es posible que no respetes ni un poco la esencia de las personas?

—¿Esencia? Ni idea de qué carajos hablas, el alma es una cosa pegajosa que hace latir el corazón, y que abandona el cuerpo cuando se da cuenta de que es un montón de carne y grasa; si para ti es el centro del amor o una tontería así, allá tú.

—¿No tienes respeto por nada, acaso? ¿Nada en absoluto? —Esta vez, había un dejo de tristeza en la voz de Aphrodite, que su compañero ignoró—. ¿El amor? ¿La amistad? ¿Atenea?

—Pffff, lo primero es lujuria, lo segundo conveniencia, y a la tercera no tengo el gusto de conocerla todavía. Pareces una doncella de cuentos creyendo en esas cosas, ¿o me vas a decir que soy un amigo para ti?

—Hijo de...

—Lo único que respeto es aquello que conozca y me sobrepase, solamente Muerte tiene esa capacidad. La muerte está por encima de todo, alcanza a todos los seres vivos, nada lo desafía y sale impune. Para la muerte, no vale la pena si encuentro amistades o busco amor.

—Tal vez, pero esos sentimientos son tan bellos que perduran eternamente, no hay nada más hermoso que… Maldición, ya está aquí.

 

DeathMask se volteó y comprobó que era cierto. La criatura endemoniada flotaba sobre ellos, rodeado por las almas que arrebataba de los ingenuos niños, acercaba una mano translúcida al cuello frágil de Helena. Aphrodite materializó un par de rosas rojas, pero los tallos atravesaron la capucha negra sin rostro como si fuera aire, y se clavaron en unos árboles detrás, mientras los pétalos caían congelados como si también hubieran perdido el alma.

—¡Demonios! —exclamó Aphrodite, ligeramente atemorizado. Notó que la temperatura había bajado muchísimo debido al daño en su alma, y expulsaba intensos vapores humeantes por su boca—. ¡Haz algo, Tenazas!

—Hm… Quizás sí se come dos o tres almas, y las calcino a la vez…

—¿Qué dices?

El futuro Santo de Cáncer saltó sobre los cuerpos de los hermanos de Helena, llevando parte de sus almas consigo. Llegó hasta la criatura, que se desplazó hacia él, atraído por las almas, y convocó a algunas más que revoloteaban por doquier. Aphrodite intentó detenerlo, pero DM ya había comenzado a sacar a relucir fuegos fatuos, como su maestro le había enseñado.

Quemaría las almas apenas tuviera oportunidad, cuando el monstruo los devorara, si es que era eso lo que hacía.

—Eso es, acércate, maldito, pronto tendrás una indigestión ardiente.

—¡Estás loco, detente! —Aphrodite fue frenado por un frío intenso que le envió al suelo de rodillas. Comenzó a costarle respirar—. ¿P-pero qué m-me pasa?

La criatura se detuvo también, sin comerse a nadie. Algunas almas, que DeathMask no había tomado (como la de Helena y dos de sus hermanos), flotaron a su alrededor, girando en un círculo perfecto. El italiano no apagó las chispas, aún existía la posibilidad de quemar aquellas y no las que poseía, para hacer estallar al monstruo… ¿No había una técnica para ello?

Miró hacia atrás, donde Aphrodite sufría sin oxígeno, y admiró los espectros que bailaban a su alrededor, almas en pena que no habían alcanzado el más allá. Lo mismo sucedía con los que revoloteaban junto al monstruo, aunque en un control mucho mayor. ¿Qué era lo que esperaba esa cosa? No se movía. Santino di Sciero se calmó un segundo y barajó sus posibilidades:

La misión de su maestro era detener a un monstruo en una ciudad de Finlandia, al igual que a los niños que lo estaban invocando. No tuvo que buscarlo demasiado, parecían atraerse mutuamente. Frenarlo o matarlo parecían opciones igualmente válidas, para que se detuviera de llevarse almas de niños, así como hacía con soldados en la segunda guerra.

Opción 1: Lanzar sus almas y quemarlas con Fuego Fatuo junto a la criatura.

Opción 2: Incendiar las almas que el monstruo había cargado, con esa técnica de Ondas Enterradoras del Pesebre, lo que causaría una explosión que se llevaría al monstruo. Esta opción y la anterior solo servirían si esa cosa era un alma.

Opción 3: Salvar a Aphrodite y los demás, que se estaban muriendo, y huir.

Opción 4: Intentar acabar por sus propios medios con la criatura, sin usar las almas. Esa era obviamente la más difícil, y la más innecesaria. ¿Para qué, si podía usar agentes externos?

Opción 5: Perecer.

¿O era eso lo que esperaba la criatura, puesto que no se movía? Intentaba estudiar lo que iba a hacer, desde luego. En ese momento, Santino recordó de nuevo lo de los soldados… él mismo era uno, pero el monstruo todavía no le arrebataba el alma. Tal vez no era tan capaz con alguien que las manejara, ¿pero y Aphrodite? ¿Y esa suprema habilidad que mostró, superior a la suya, para controlar espíritus ajenos? Sonrió ante aquella idea. Después de todo, la criatura era un alma, y eso explicaba demasiado.

Aplicó las Ondas Infernales sobre el monstruo, que comenzó rápidamente a hacerse más y más traslúcido, intentando escapar, pero siendo su huida bloqueada por la serie de fuegos azules que emanaba de DM. Empezó a retorcerse, viendo que las Ondas lo llevaban de vuelta a donde pertenecía, al mundo de los muertos. O, más bien, a la entrada. Las almas de Helena, los niños y la gente que habitaba los bosques se iban con él, serían tragados por el Pesebre, y el marica sueco continuaba en el piso, esta vez sin ejercer movimiento. Pensó que se suponía que no debía dejar morir a esos seres con carne y grasa, así que tras molestar durante unos segundos interesantes a la criatura, incluso haciéndolo girar en el aire con su Cosmos, se decidió por la opción 5.

—Pues me muero.

 

Usó la técnica en sí mismo, e inmediatamente se halló en Yomotsu Hirasaka, junto a cien millones de muertos arrastrando los pies, erosiones fatuas, algunas bestias guardianas devorando cadáveres secos, y un hombre flotando lejos de la ruta al volcán, meditando mientras hacía arder el Cosmos que habitaba en su alma, aunque su cuerpo espectral desaparecía progresivamente. Todo en el universo era parte y utilizaba el Cosmos, incluso lo que ya no pertenecía al mundo de los vivos. Incluso Santos que habían perecido. Incluso DeathToll de Cáncer.

—Hola, maestro, ¿cómo le va con las almas?

—Je, je, me atrapaste, Santino. ¿Quién lo diría? No, no me importa como te llames, ¿no que no eres más que carne y grasa? —DeathToll bajó al piso, ya pronto a desaparecer—. ¿No vas a detener tus Ondas? Estoy siendo lastimado.

—Los humanos solo son eso, pero yo soy la excepción, soy aquel que controla las almas de los vivos. Lo vencí, maestro, acéptelo pronto, porque en cuerpo soy mejor que usted, ja, ja.

—¿Crees que pasaste la prueba? Usaste correctamente tu ataque contra mí, pero no por el bienestar de las almas, ¡no te importan, careces de respeto por los muertos! Incluso pensaste en hacerlas estallar y dejar morir al único hombre que te ha mostrado algo de amistad.

—Pfff, las almas son mis herramientas, no necesito otra cosa. —Le dolía la mandíbula de tanto sonreír, le iban a sangrar las encías si continuaba así. En Yomotsu no sentía hambre a sus platos favoritos, como pasta y papas fritas, ni era capaz de beber, pero la expresión de su maestro era su alimento, y se embriaga con el dulzor del triunfo.

—¡No puedo darte la armadura, DeathMask! —El cabello rojo de DT desapareció, y dejó descubierta su calva transparente. También se habían esfumado los brazos y las piernas—. Vas a tener que continuar el entrenamiento, porque no eres un hombre como los que me gustan, ¡eres indigno todavía! ¡Ah! —se quejó. En el mundo de los vivos se estaba quemando, golpeado por el cuerpo de DeathMask, mientras se esforzaba por regresar a las almas a sus respectivos dueños.

—No, no, no, DeathToll, no lo entiende. La armadura ya es mía, porque cumplí con su trabajo, ¿lo entiende bien? Además, carezco de maestro. Debió tener cuidado, se preocupó más de no lastimar las almas, de fingir que era un creepypasta de los años treinta por casi un mes, de asustar a la gente, de entrenarme, y de detener al pescado, en lugar de mirar a su alrededor, que era lo más básico de todo. Me sirvió bastante bien durante estos años, maestro. —Ni siquiera le dolía el estómago por su accionar, de hecho, sentía como si se quitara un chaleco muy pesado, o como salir a correr en la noche, algo refrescante si no se llevaba ropa.

—M-maldito, ¿estás...? —DeathToll sintió su esencia desvanecerse y recrearse en un sitio lejano, una dimensión aparte, más allá de tiempo y espacio. De todas formas, no pudo evitar la sonrisa pérfida—. ¿Me vas a echar de casa, papi? ¿Qué dirá tu amiguín Ariel?

—Las Ondas Infernales que me enseñaste te comprarán un lindo departamento en el cielo o el infierno, no me interesa. No te preocupes, hace dos años que sé dónde guardas la armadura. Oh, ¿y Ariel? No hablemos de esas relaciones, que a ti nunca te funcionaron. A mí, ya veremos, cuando tenga tanto poder que domine sobre todo lo que quiera, y haga que él, o Saga, o Aiolos, o quien sea, se arrodille ante mí y me complazcan.

—Muy bien, Santino di Sciero, muy bien, ganaste la batalla y no aprendiste nada, un buen y completo trabajo, si me preguntas. —DeathToll se desvaneció, convertido en llamas azules que se alejaban en todas direcciones, si bien seguía hablando—. Pero debes saber que perdiste toda oportunidad de llevar una vida que valiera la pena, con amistad, amor, la que hace humanos a los seres de la Tierra. Te ofrecieron las bondades de la existencia, ¡incluso te di una conciencia en un amigo, y la desperdiciaste toda!

—No me interesa. Ciao. —Por primera vez se puso nervioso, le dolió el estómago. Una mueca severa de Aphrodite se presentó frente a él, en su mente. No entendía qué saldría mal.

—Ciao, Santino Di Sciero. Y siempre recuerda que tu alma está maldita. Morirás mucho antes de lo que planeas, muchísimo antes, si no cambias tu forma de ser.

Las llamas azules se acercaron y lo rodearon en fila, cual dragón de zafiros, antes de desvanecerse por completo. DeathMask sudaba como nunca hizo estando en su cuerpo.

 

Horas después.

Tomaron un tren en esta ocasión, directo a Atenas, donde debían reportar su misión al Sumo Sacerdote Sion de Aries. Aphrodite había llevado a Helena y los niños a su casa, sus almas permanecían intactas gracias a DeathToll… pero de eso no sabía nada.

—¿Y bien?

—¿Y bien, qué?

—No me has dicho cómo lo venciste. Nos salvaste a todos, DeathMask, creo que tienes bien merecido el Manto de Cáncer, y no sacrificaste a nadie. Me alegra mucho que escogieras la mejor decisión —felicitó Aphro, mirando por la ventana. La noche daba paso al amanecer, sus bostezos eran prueba de su cansancio. Por primera vez en el viaje, le pareció que Finlandia era casi lindo—. Aunque no hice mucho.

¿Qué se decía en esos casos? Debía ser algo que sirviera de “cambio de forma de ser”.

—¿Pero qué va? Fue útil que lanzaras esas rosas, para saber que en realidad era un alma, y poder enviarlo al infierno con mi mejor técnica. Solo requerí distraerlos con las almas.

—Pero no les hiciste daño. Me satisface que aprendiste una lección, la de respetar a los difuntos incluso cuando ya no están, DeathMask.

—Sí. Claro que los respeto, son… cosas bellas, sí.

—Sí, así es. De eso se trata. Belleza de vida y muerte.

—No —susurró DeathMask cuando Aphrodite se quedó dormido tras tantos saltos del último vagón de pasajeros. El estómago, carne y grasa, le rugió antes de pedir una hamburguesa a la camarera—. Las almas son bellas justamente porque están muertas.

Fin.



 

...El Templo de Cáncer es la entrada al otro mundo, siempre ha sido así, desde la era de los mitos. Pero al interior hay habitaciones como en cualquier hogar, aunque en lugar de cuadros de ríos holandeses mal pintados, decoraciones innecesarias como flamencos de madera, retratos de famosos que entretenían las mañanas, o manos con ojos al centro pegados en las puertas, este sitio sagrado tenía rostros humanos, almas conservadas por su guardián, que era capaz de ocultar a voluntad. Había incluso en el baño, desde donde el actual Santo de Cáncer salió con una bata a rayas, listo para irse a la cama. Entonces vio gente viva, más allá de su dimensión.

—¿Siguen aquí? Se acabó, váyanse a casa —les dijo, harto de tanto vivo—. Ya. Ah, están esperando una parte 4 como tuvieron el toro y el esquizo, pero los autores no tienen tanto dinero para comprar más café y continuar escribiendo este desastre. ¿O qué esperaban? ¿Un cameo de Manigoldo, con su actitud de macho man y su sensual y gorda armadura? Vayan a casa.

 

—Bueno, sí puedo decirles algo. En la siguiente parte verán a Aiolia, mi varonil vecino, ya saben, ojos verdes y garrotas. Los autores no saben qué pasará ahí, pero podría ser cualquier cosa, un temblor con gatos, Aiolos usando chanclas, un tío malvado, una aventura yaoi, en fin, es secreto. Ah, y no se vayan sin comentar, eso es de gente muy grosera… Bueno, ya pueden irse.

 

(A lo lejos se escuchó Careless Whisper de Wham!, mientras los nombres de los autores pasaban por la pantalla.)

 

Extra:

Placebo: Nuestra mejor obra hasta ahora.

Felipe: Pero… hubieron escenas “raras”, referencias sexuales, bandas suecas, una falsa relación amorosa y el protagonista no aprendió NADA.

Placebo: ¡Exacto!, ahora solo tenemos que planear Leo.

Felipe: …¿Tienes los pasajes a Cancún?

Placebo: Huyamos al Hiatus, mientras podamos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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#72 girlandlittlebuda

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Publicado 23 agosto 2017 - 17:42

Pues espero que disfruten de sus vacaciones en Cancún. Aunque mejor deberían esperarse y se van conmigo a Huatulco  :lol: Aclaro que no iré de su chaperon  :lol:  

 

Pasando al capítulo he decir que me sorprendió saber que el monstruo come almas era Death Toll y que todo este lío era una prueba para su alumno. Lástima que no la paso. 

 

Que bien que Helena y sus hermanitos hicieran un cameo. Por cierto, cuando la vi en SOG a mi me pareció que era demasiado joven para Death Mask y no estoy diciendo que el sea un anciano, pero es que esta relación era como la canción de mi admirado José José "40 y  20" . O, acaso exagero?

 

Un dato extra y espero que no me lo tomen a mal, este capítulo me recordó un fic que leí hace tiempo, no se los contaré, sólo diré que Death enfrenta una situación parecida; sin embargo, su compañero de "juerga" es Shaka... si Shaka, otro santo relacionado con lo paranormal y la muerte. Y aunque se pueda dudar, hicieron un gran equipo. Al menos a mi me gusto como los presento la autora.

 

En espera de lo que sigue.

 

Hasta la próxima.


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#73 Nemesis_Venganza

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    La chillaneja

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Publicado 24 agosto 2017 - 20:52

Yo adoré todas esas escenas raras :jo:

 

No me esperaba que el monstruo fuera Death Toll, y bueno, claramente mascarita no pasó la prueba. Pero hay que reconocer que fue bastante ingenioso para hacer desaparecer a su maestro y tomar la armadura de cáncer a la vez. En su defensa, y pese a no ser digno, igual la conservó durante harto tiempo (¿quizás en el fondo aún existía algo de bondad en él? al menos cuando niño).

 

También fue linda la participación de Helena y sus hermanos, en especial que ahora la florista no tuviera que morir. 

 

En resumen, estuvo re bueno el capítulo, se me hizo cortito, quiero más deathmask y afro!! (me gusta la interacción entre estos particulares personajes). Agradezco poder verlos juntos, si en el fondo se entienden bien. Como dijo Death Toll, afro es lo más cercano a un amigo que tendrá mascarita  :t420:

 

Ahora a esperar el regreso de Cancún para el siguiente.

 

 

Saludos a los dos!! :s71:


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Publicado 07 septiembre 2017 - 15:45

Bueno, esta vez sí me atrasé un poco xD Aún no dibujo para el capítulo de los gemelos y de verdad se me complica qué hacer xD Sin embargo parece que ya terminé un diseño que me pidieron (si que no me piden cambios), pero primero leeré este de DM, que a lo mejor traigo cada dos historias xD

En fin, voy a escribir cada que lea una parte para que no se me olvide lo que quiero comentar....

 

I:

Me es bastante curioso que se halla escogido de maestro a Death Toll, de verdad que es una singular pareja de maestro-alumno y lo siento bastante correcto, agregando que uso este adjetivo porque los diálogos los siento bastante natural, como cáncer que soy estoy a gusto xD

*Aunque bueno, no vamos a creer a la astrología pero como personalidad digamos que sí*

 

Así que justo estaban viendo el alma de Curco :v, qué interesante manera de romper la cuarta pared, es una lástima que Death Toll no conozca nada de nada (creo que ni sabe qué es un desodorante xD), el 'chiste' me gustó bastante, lo malo es que el detalle de la canción se pierde por no saber su origen, ¡pero bien!

 

Vaya manera de entrenar también que tiene Death Toll, antes de proseguir, mejor leo el siguiente y vemos qué xD

 

II:

Aquí me acuerdo ya sobre el nombre xD Santino, pues, eh, qué les diré xD La verdad, como dijeron más arriba, siempre usaban el Ángelo para DM, y no dista mucho de ponerle un nombre 'bueno' siendo él tan rudo... Creo que es algo que no va a cambiar xD Y bueh, también para un fic hubo que ponerle su nombre 'real', en ese caso usé Lucciano y para Afrodita Michael. En ese caso solo era que el nombre no le gustaba y porque se burlaban de él de niño, en vez de querer sonar rudo hasta en el nombre.

 

Fun-fact: mi mejor amiga es Piscis xD Vuelvo a lo anterior y es que los diálogos y la manera en se lleva la situación es muy agradable para leer, no es que me trate yo con ella así como este par de caballeros, jaja, pero el hacer caras y voces es algo que hacemos, sin contar nuestros 'planes' de robar niños y venderlos con la falta de dinero XD -Solo que también se asusta como Afrodita cuando le digo que los vendamos por órganos :v-

 

El ambiente me gusta bastante, el enemigo/situación de turno ya se hace presente, leeré qué tal se desarrolla!

 

III:

Pues al final DM también quería robar niños, ah, ¿no? Estas cosas con las que sale Afrodita para poder tenerlos xD Me gustó mucho el desarrollo de la pelea y una verdadera justificación para usar la técnica del caballero en cuestión, todo a su punto y sin una excusa rebuscada, ¡muy bien!

Mi frase favorita: Pos me muero, de verdad que me divertí con este xD También me gusta la pasta y las papas fritas, debo de invitarle a DM un trozo de bistec...

 

Ah, Helena, qué buena manera de incluirla y darle papel también a los niños, como dije, todo justificable y no a ese modo de dale patadas para que encaje, ajaja.

Y pues sí, nosotros no queremos aprender :v Jajaja, también me gustaron las escenas raras y tal xD

 

En fin, muy buen capítulo, yo me voy a hornear pan y luego dibujar! Lo prometo, para la otra semana se los dejo!

 

En espera del siguiente, en especial la aventura yaoi, jaja, saludos a ambos!!


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#75 ℙentagrλm ♓Sнσgōкι

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Publicado 16 septiembre 2017 - 17:36

4/5 de Géminis. 

 

Es, sinceramente, de lo mejor que he leído en este fic y en la sección. La parte de Saga y Kanon de niños me ha parecido excelente. Kanon, un pequeño diablo desde que era niño, y Saga, un idiota... En serio, me ha parecido un completo idiota con esa bondad suya de hasta tartamudear frente a Aiolos. Eso ha sido lo único que no me ha gustado, pero no significa que esté mal. Por otro lado, el rasgo de la curiosidad de Saga me ha encandilado. Eso de preguntarle a Nicole el número de arqueros y callarle la boca a Kanon ha sido un puntazo. Nunca imaginé una escena tan perfecta para el pasado de Saga y Aiolos como esa. Dos amigos de la infancia, el loco y el héroe. Ha sido idóneo. 

 

La parte de Saga Patriarca también ha sido increíblemente verídica. Me la he creído con mucha facilidad. Saga, en ese conflicto consigo mismo, mandando a Shura a sangre fría a eliminar al héroe que peleará incluso desde la muerte. Arañando su cabeza intentando sacar al Saga bueno de ahí, y luego este deseando su propia muerte, pues le daba asco en lo que se había convertido...

 

Y el final..., muy, muy, muy emotivo y muy nostálgico. 

 

Por otro lado, el estilo de escritura, para ser de Placebo, estaba extrañamente distinto. Le faltaron espacios, cerrar comillas, mayúsculas... Siento ser un obseso de la ortografía, pero me es raro estar aquí y ver eso. Felipe y su querida pareja siempre han sido muy perfeccionistas, algo que agradezco.

 

Un saludo. Siento el largo verano en el que no os pude visitar. Volveré pronto.


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#76 ℙentagrλm ♓Sнσgōкι

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Publicado 09 octubre 2017 - 01:11

Parte 2 de Cáncer.

Felipe, vuelvo con mi presencia a hacerte una visitilla express mientras voy en el bus a clase. Mira, te cuento, el reloj tintinea la hora en números rojos y el frío empaña las ventanas con vaho para que... ¡Ah, no, que el que escribes eres tú! Vale, vale... Entonces vamos a ver qué me parece esto que has hecho.

La historia, bastante entretenida. Podías haber seguido el camino de Placebo, y contar algo más personal de Deathmask, metiendo a Aphrodite en otro aspecto de sus vidas cotidianas, pero decidiste mandarlos de misión. Algo, a mi juicio, acertado. Los diálogos de los personajes son muy creíbles, sobre todo, tratándose de una pareja tan emblemática dentro de los Gold Saints como estos dos. ¡Más que Milo y Camus! Varias referencias a cosas que conozco, sabías que no me pasaría sin darme cuenta de lo de la patata envenenada. Tendrías que haberlo puesto más veces, tal como en la serie hace Mr. Burns. ¡Pero me sacaste una sonrisa, igual que cuando Deathmask dice lo que les gusta a sus muertos!

La redacción, como siempre, perfecta, la verdad. Nada que objetar a ese punto tuyo, que sin duda, junto a la imaginación y espectáculo, son los más fuertes a día de hoy.

En fin, poco más que decir. A ver si mañana me leo el último capítulo ya. Un saludito, parejita.

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#77 girlandlittlebuda

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Publicado 09 octubre 2017 - 18:25

Dejo saludos cordiales para Placebo y Felipe y también deseó y espero la pronta continuación este fic.

Hasta la próxima.

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#78 ℙentagrλm ♓Sнσgōкι

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Publicado 10 octubre 2017 - 01:16

Parte 3 de Cáncer.

Junto a las 4/5 de Géminis, creo que esto es lo mejor que habéis hecho y lo que se quedará en mi memoria por un tiempo. El giro de tuerca del final, saliendo DeathToll como el malo que nunca lo fue, ya que el auténtico capullo es el protagonista de este "Gaiden", es algo frenético.

Frenético también es, sin duda, los muy buenos diálogos creados en esta parte, todos completamente creíbles debido al desarrollo perfecto de los personajes como Deathmask y Aphrodite. La personalidad de Aphrodite me encantó como ninguna, la verdad. El tipo se ve como una persona provista de una fuerte humanidad, y en todo momento me pareció la voz de la razón frente al aliento de la locura de Santino, o dr Deathmask.

Un par de fallos ortográficos por aquí y por allá, como poner "le pasará a ti", y otro más con la palabra niño que no alcanzo a recordar.

Buen trabajo, Placebo.

Un saludo, chavalines.

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#79 -Felipe-

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Publicado 14 octubre 2017 - 19:04

Oh maldición, somos un par de flojos paseando por Cancún, y por eso se nos acumularon los mensajes. Lo lamentamos profundamente. ¡No los merecemos! :doh: :doh: :doh:

 

Bueno... procederé a responderles, gente querida. Creo que quedarán en desorden las respuestas, me está costando un mundo ordenarlas, así que solo búsqquense ahí :lol:

 

1. Girlandlittlebuda

Spoiler

 

2. Pentagram

Spoiler

 

3. Neme

Spoiler

 

4. Raissa

Spoiler

 

 

 

Vamos con el capítulo entonces. La próxima historia es, lógicamente, LEO. Como es nuestra tradición, tendrá un carácter diferente a los otros capítulos (el drama emocional de Aries, la aventura de Tauro con llanto incluido, el drama psicológico de Géminis, y la comedia negra de Cáncer)... en este caso... bueno, ustedes lo descubrirán.

 

 

 

Leo


Parte 1

 

Él era el más grande héroe de la historia del Santuario donde se había criado. Él era su figura paterna, pues su verdadero padre había caído en desgracia antes de que naciera, y su madre murió poco tiempo después del parto. Él era una leyenda a pesar de su juventud. Él era el más noble de los Santos, así como el más amistoso y valiente.

Él era Aiolos de Sagitario, su hermano, y también el traidor y mentiroso más horroroso que la humanidad había conocido. Claro que, en ese tiempo, Aiolia no lo sabía.

 

15 de Octubre de 1991.

Aiolia, un niño con seis años de edad y uno de leer, no entendía nada. El librito mostraba que cuando decía un hombre en plural, es decir, los hombres, se usaba el artículo oi, y que para las chicas era exactamente igual, a pesar de que decir la mujer era con otra palabra, e en vez de o. ¿Por qué eran así? Los que inventaron ese libro estaban locos, ni que los hombres y las mujeres fueran tan diferentes, solo porque ellos tenían pelo más corto que ellas. Para peor, era obvio que la gente quería confundirlo, y por eso el amigo de Aiolos, Saga, usaba el cabello tan largo. ¿Qué ganaban con eso, que se enojara e intentara, por enésima vez, romper ese libro tan duro? Podía con una o dos hojas, pero luego ya le dolían los dedos y se desquitaba contando puntos en la mesa… hasta que llegaba a diez, se aburría de que existieran tan pocos números, y volvía a repasar la materia.

—Veo que te estás esforzando mucho, Aiolia —dijo una voz animada detrás de él, justo tras el sonido característico de la vieja puerta de madera cerrándose.

—¡Hermano, volviste! —gritó.

No importaba qué hiciera en ese momento; si Aiolos de Sagitario entraba a la casa, Aiolia no perdía tiempo en saltar, correr, saltar de nuevo y abrazarlo con todas sus fuerzas. Había visto que otros Santos y soldados se quejaban cuando los abrazaban, porque estaban cansados, heridos o solo porque sí, pero su hermano jamás le reprochaba, sino que le revolvía el cabello y le daba un caramelo que compraba en Rodrio, de camino a casa. Llevaba un año ya como Santo de Oro, y podía darse ese lujo.

—Tu almuerzo se enfrió, espera, lo pondré en el microondas de nuevo.

—No tienes que hacerlo.

—Sí tengo. Esas alas se ven pesadas, debes estar cansado. Además, los fideos me quedan mejor a mí que a ti.

—N-no es verdad. —Aiolos se ruborizó y se sentó, antes de soltar un largo suspiro. ¿Y cómo no, si tenía que llevar esa pesada armadura amarilla encima, todos los días? Su hermano mayor tenía brazos gruesos, espalda ancha, piernas firmes, pero seguía siendo un humano.

El humano que más respetaba.

—Aiolos.

—¿Sí?

—Te ves genial con ella —dijo Aiolia, sonriendo como un idiota, como cada vez que decía algo simpático en honor a su hermano mayor.

—Lo es, ¿verdad? —respondió Aiolos, como un tarado, igual que siempre.



Pero sucedió que, cuando Aiolos comía lo que su hermano menor cocinaba, tendía a ser vencido por el sopor. Para regocijo del menor, Aiolos de Sagitario era de los que roncaba, y no importaba qué estación de música encontrara en la radio, no despertaba con casi nada. Era una de esas ocasiones en que Aiolia dejaba el majestuoso Templo del Centauro y bajaba a la pequeña plaza antes de las escaleras que llevaban a Escorpio. Generalmente empezaba su estadía allí con la mejor canción del mundo, la que Aiolos le enseñó:


El león era valiente, grande,

feroz y fuerte.

Pero acurrucado en su cueva

cómodo y voraz,

nadie en el mundo de despertarlo

era capaz.


Grrr, grrr, gruñía el león.

Grrr, grrr, soñaba el león.

Grrr, correr por la pradera era su misión.


El león…


Aiolia empezaba la segunda estrofa cuando notó una ensoñación imposible. No tenía ningún sentido, pero acababa de ver un león escalera abajo. Un león rosa. ¡Un león en el corazón del Santuario! Pestañeó varias veces y se pellizcó los ojos para cerciorarse de que no se había quedado dormido también. Un león estaba bajando las escaleras del Santuario. Un león con insinuantes ojos dorados que lo invitaba a correr con él, en lugar de comérselo como ocurría en la serie del conejo de la suerte.

Aiolia gritó y, por supuesto (¿a quién se le ocurriría hacer otra cosa?) corrió tras él. O ella. No, era él. A diferencia de los humanos, en la especie de los leones los machos tenían cabello más largo que las hembras, era su principal diferencia, y nadie lo había confundido con ello. Uno de los templos tenía leones de piedra en la entrada, había dicho su hermano, pero este era real, un verdadero león rosado con ojos dorados, bigotes finos, cola peluda y una nariz que Aiolia se moría por tocar.

¿Cuántas veces le habían prohibido abandonar la casa ya? No podía recordar el número, sólo podía concluir que era varios dieces. Pero no podía perderse la oportunidad de ver a un león de verdad, al que ya tenía a punta de lanzamiento de piedra. Aiolia tenía piernas cortas, pero había aprendido a correr muy rápido para perseguir conejos y espantar palomas. No estaba muy seguro, pero tenía la sensación de que era el segundo chico más rápido allí, solo superado por su hermano. Bueno… tal vez Saga le ganara por un poquito. Su prueba era que estaba a punto de agarrar la cola rosada del león, que bajaba a toda prisa por las escaleras.


El león era gracioso, comilón,

y siempre trabajador.

Pero tendido en su cueva

rechoncho y calentito,

nadie en la selva despertarlo

podría ni un poquito.


Grrr, grrr, gruñía el león.

Grrr, grrr, soñaba el león.

Grrr, alegrar las fiestas era su misión.


El león era virtuoso, poderoso,

y jamás perezoso.

Pero…


Aiolia debió detener una vez más su canción. Hubiera deseado que el motivo fuera otro león, de hermosos colores, o un águila que acompañase al felino, o al menos una amiga loba. Le hubiera encantado que el motivo fuera su hermano mayor, o el Sumo Sacerdote del Santuario, o al menos Saga rompiendo enormes rocas. Aiolia hubiese anhelado con todas sus fuerzas que el motivo fuera el libro de lectura que tanto lo molestaba con sus juegos mentales tropezase con la piedra que pensó que era una cola, y cayese por el precipicio en lugar de él. Sin embargo, ya había llegado a la conclusión, mientras caía, pues era muy listo y valiente, de que había metido la pata a fondo y se rompería fuerte la cara. Y el resto del cuerpo, quizás.

La curiosidad mató al gato, decían. O en este caso, un león que no era tal. Claro… había un león en medio del Santuario, ¡por supuesto! No sabía en qué estaba pensando. Se creía feroz, virtuoso, valiente, poderoso, y todo eso. Todo para gritar como hiena loca y romperse fuerte la cara contra el piso, cuando llegara allí.

¿Acaso Aiolos haría algo así? No. No era un león mentiroso ni un gato idiota, sino que un Santo de Oro de verdad, un tipo que no seguía leones por el Santuario.


Pasó mucho tiempo tras aquel golpe que nunca sintió. Aiolia despertó con un calorcito especial en las piernas. No de ese tipo de calor, sino el de la cercanía con el fuego. Parecía haber dormido un buen rato, pues le costó un mundo abrir los ojos verdes, y cuando lo consiguió, tras un esfuerzo titánico, se encontró en una cueva amplia y a oscuras (totalmente, si no fuera por la fogata hecha con ramitas), y un león rosa acurrucado al otro lado de las llamas, quizás dormido o tal vez vigilante. Un verdadero león rosa.

Aiolia quiso acercarse, pero se detuvo casi al instante. No sabía dónde estaba, podía estar muy lejos del Santuario, y no tenía ninguna intención de seguir metiéndose en más problemas por culpa de un animal que seguía siendo carnívoro, fuera del color que fuese. Ya había sido más que demasiado, y por culpa de su estupidez, quizás tardaría mucho en volver a ver a su hermano, a su ser más especial, el único que lo entendía, quien lo confortaba, cuidaba y amaba a pesar de sus constantes errores. Porque Aiolia, ante todo, era humano, y le habían enseñado que todos los humanos cometen errores durante su vida; en su caso, ¡recordaba casi seis!


El felino no se movió. Aiolia tampoco. En perfecto equilibrio se mantuvieron ambos junto al fuego durante unos segundos o una hora, el primero roncando, y el segundo intentando no dormirse, inmóvil y nervioso, deseando con todas sus fuerzas que no le dieran ganas de ir al baño antes de que su hermano lo rescatara. Pues era obvio que lo haría, Aiolos de Sagitario jamás había fallado en su misión, decía la gente, y él también era su única familia. Como el león de la canción, siempre tendría la ayuda de un héroe. Así que, ¿con qué iba a entretenerse, en tanto?


El león era virtuoso, poderoso,

y jamás perezoso.

Pero esperando en la cueva,

paciente y vigilante,

nadie en la Tierra despertarlo

podría… excepto la reina, harta y triunfante.


Grrr, grrr, gruñía la leona.

Grrr, grrr, bramaba la leona.

Grrr, ¡vamos, león, mueve ya la cola!


Grrr, grrr, gruñía el león.

Grrr, grrr, ya no soñaba el león.

Grrr, cuidar los retoños era su misión.


Aunque en este caso, el león rosa no parecía querer cuidarlo. No sabía cuántos días tenía allí, u horas, o segundos, pero el león se había levantado cuando Aiolia terminó de recitar la larga canción por segunda o tercera vez. A esas alturas, ya Aiolos debía haberlo salvado, llevándoselo lejos de las garras y colmillos, pero obviamente no lo había logrado. A pesar de todas sus fuerzas e intentos, el Santo de Oro de Sagitario no era un dios, y no había rescatado a su hermano mayor a tiempo. Pero Aiolia no lo culpó ni una sola vez, verbal o mentalmente, pues no había nadie que lo quisiera tanto. Estaban juntos en su propio mundo, nada ni nadie los separaría, ni la muerte, ni los amigos, ni los leones rosas. Siempre se habían protegido el uno al otro, y a pesar de que Aiolia hiciese tantas travesuras, no era para dañar a su hermano, sino para que éste tuviera una razón de protegerlo. Y confiaba en que lo buscaría y vengaría.

Eso, después de que el león se le saliera de encima. ¿Se lo estaba comiendo? Sus manos trataban de sacarse al león de encima, pero Aiolia solo conseguía acariciar su suave melena; con los ojos veía únicamente una mata de pelo unicolor meciéndose de un lado a otro, pero no había dolor alguno. Al final, el león era flojo y testarudo. “¡Mueve ya la cola!”, gritaba su héroe. Aiolos lo había encontrado, y le tendía su mano desde el techo.

Cuidar a los retoños era su misión.



Aiolia despertó, esta vez de verdad, en el Templo del Centauro, sin ningún animal rosado cerca. De hecho, le parecía una estupidez que tal león existiera, las películas probaban que eran amarillos, los de melena roja se convertían en reyes de la sabana, y los de pelo negro eran malos.

El caso es que estaba frente a la mesa del comedor, cubierto por una gruesa manta azul de lana de pies a cabeza, y con Aiolos de Sagitario en la silla opuesta, mirándolo sonriente. No tenía ojeras, no parecía haber estado durmiendo y roncando.

Más aún… ¿no le decía todo el mundo que era él el que roncaba y no Aiolos? ¡Lo habían entrenado justamente para que casi nunca hiciese ruido!

—¿Dormiste bien, Aiolia?

—H-hermano… yo… —Aiolia tuvo que interrumpirse para bostezar fuertemente. Vaya que había dormido bien, y tenía el cabello hacia todos lados, igual que los cantantes de la tele—, ¿cuándo me dormí?

—Después de comer, claro. Pff, tu propia cocina te aburre, tuve que quitarte el plato para que no le cayera tu cabeza encima —se burló el rubio, siempre con un aire de inocencia de la que Saga, por ejemplo, nunca hacía gala—. Deberías aprovechar mejor lo rico que cocinas, o tendré que verme en la penosa necesidad de comer un plato y medio.

—¿Te comiste mi comida? Vaya… —lamentó Aiolia.

—Pero no te preocupes, hermanito, compré unas hamburguesas en el camino. —Al oír esto, Aiolia terminó de despertar, como si le hubiesen inyectado adrenalina súbitamente. Se le levantaron las orejas como a un gato de lo más alerta—. Te puedes llevar la mitad de la mía, para ser justos.

—Ja, ja, ja, mi plan salió a la perfección —mintió Aiolia. Ni siquiera sabía qué significaba la palabra plan.

—Lo que digas, Aiolia, tu idea de escapar cuando me durmiera no te servirá una octava vez. —Aiolos se inclinó en la silla y apoyó los codos sobre la mesa, observando detenidamente a su hermano, apoyado con algo de curiosidad y encanto—. Ahora dime, pequeño: ¿qué soñabas tan terrible, que te movías como si se te hubiera lanzado un gato encima?


Editado por -Felipe-, 14 octubre 2017 - 19:12 .

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Publicado 16 octubre 2017 - 01:15

Un sueño de Aiolia... Nunca lo hubiese pensado así, al menos no la primera parte de su historia personal. Ya estaba yo buscando referencias al león rosa. ¿Hablará de Clifford, el gran perro rojo? Quizás me estoy volviendo loco.

Con esa representación de Aiolia rompiéndose la cabeza con el libro ya creaste la figura de lo que sería el Aiolia mayor. ¡El auténtico Leo Aiolia! Siempre lo imaginé en su niñez tal cual lo plasmaste, siendo menos cariñoso de lo que tú mostraste y más trasto. Me ha gustado ese rol que se le ha dado a Aiolos, como el protector de alas doradas que siempre tiene el par extendido para volar cuando sea necesario, con un carisma de bondad aplastante, una sonrisa tan pura como el sol de la mañana sin nubes y una personalidad clara como el agua de manantial. Toda una maravilla de persona que solo parece encontrarse en un fic.

La cosa es que, si no fuese un sueño, difícilmente se podría explicar todo, hablando tanto de la trama como de la misma escritura, ya que yo parecía tardar en enterarme de qué le estaba pasando, que si cayendo, que si viendo leones rosas con melena, que si el león se lo come... Toda una excentricidad, qué duda cabe, pero una excentricidad digna de ser un sueño, y más aún, de la cabeza loca del Aiolia que siempre me ha gustado a mí. Tiene ese aire a Seiya que siempre demostró, el Seiya de los dorados.

Un saludo para ti, Felipe.

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