CAPÍTULO VIII, VIDA
Aquellos que viven en la Tierra suelen considerarlo un mundo de sufrimiento, dolor y tristeza, una zona cruel del universo. Llegar a vivir tantos años en un mundo así era ciertamente deprimente para un gran número de personas, pero no para él.
Así también, la vida misma era neutral hasta que pasaban cosas malas que bajaban el ritmo de la esencia de vida, u ocurrían cosas buenas que creaban euforia, aunque era la minoría de los casos. Pero no para él.
No, para él el mundo era feliz. La vida era perfecta, en eterna alegría, ese era el estado normal de todo lo que constituía el universo, por supuesto con algunas recaídas, pero siempre se regresaba al estado de felicidad.
—Tú..., ¿Quién eres? —le preguntó Catella al creador de la humareda que se presentaba al frente.
—Soy el Santo de Plata Vivaz, mi nombre es... ¡Southern Cross Kazuma! —exclamó el pelirrojo vistiendo su armadura plateada. Tenía una barba espesa bajo la amplia sonrisa.
—¡Kazuma! Llegaste tarde —le dijo Shaina, asistida por Jabu para caminar, ya que aún tenía muchas heridas.
—Hola, jefa, sí... eh... es que ya sabe, la vida de un padre es muy difícil y ajetreada, tuve que hacerlo dormir y... —a pesar de la matanza que ocurría a su alrededor, Kazuma no dejaba de sonreír.
—No me importa.
—Qué carácter...
—¡Tú! Mataste a todo mi escuadrón... —Catella interrumpió y empezó a encender su Cosmos, llena de furia. Jabu y los demás notaron que era mayor al que tenía antes, a pesar de que parecía haber luchado con todo.
—Sí, lo hice. Golpeo tan rápido que lo que toco tiende a quemarse, así que si quieres, ve a darte una refrescada de agua para que no te duela tanto.
—¿Sientes que será fácil? Ingenuo, acabo de sentir a Anthos morir, ¿y sabes? Siempre debe haber una Abeja Reina, por lo que a mí, la única obrera que queda, le será entregado todo ese poder.
Un Cosmos sombrío, lleno de oscuridad, apareció en el aire y penetró la piel de Catella. Geki y Ban intentaron impedirlo, pero fueron repelidos por la renovada fuerza de la marciana, la nueva Alta Marciana de Abeja Reina. Su armadura cubrió más espacio en su cuerpo, y se fortificó, las garras se incrementaron en tamaño y tomaron una forma más puntiaguda.
—¿Te enfadaste? No te preocupes, te calmaré.
—¡GARRAS DE SANGRE!
Kazuma no previó el ataque, fue tan rápido que no tuvo tiempo de protegerse y su Cloth fue rasgada en el pecho. La sangre empezó a correr por su torso y también por las manos ensangrentadas de la marciana.
—Jeje, esto se ve difícil.
—¿por qué te ríes? —preguntó Catella, iracunda, volviendo a atacar.
La carta de Genbu también informaba de un inmenso escuadrón marciano en las afueras de Liverpool, en Inglaterra, el cual no podría controlar solo. Así que antes de ir al Santuario, el Santo de Bronce que rige sobre la nobleza decidió entregar ayuda en ese lugar.
No fue lo que esperaba. Eran decenas de marcianos, no debían ser problema para alguien como su viejo compañero de entrenamiento, pero ahora entendía. Se presentaron como los miembros del Escuadrón Libélula, y eran los únicos capaces del ejército de Mars de atacar por el aire. Había hogares quemándose, árboles caídos, el Big Ben ardiendo, automóviles explotando por el poder de esos hombres cuyas Galaxy tenían dos pares de alas que se movían vibratoriamente, y el japonés oía sin ninguna dificultad.
—Supongo que a Genbu no le gustaban mucho las alturas, así tendría sentido que no se sintiera cómodo en LuShan... —el dragón sonrió. A pesar de no poder verlos, sabía perfectamente la ubicación de sus oponentes. —¡Oigan, ustedes, deténganse! ¿No ven a la gente inocente aquí?
—¿Qué? Nuestras órdenes son preparar la tierra para el nuevo mundo. La Tierra se convertirá en una zona de sacrificios y el señor Mars la necesita limpia —le respondió uno de los marcianos voladores.
—¡Además estás ciego! ¿Quién te crees que eres para hablarnos así?
—Este hombre es un Santo noble, ¡Pero sería mejor que no lo hicieran enfurecer! —era una voz que aún se le hacía increíblemente familiar, a pesar de no escucharla desde hace tantos años.
—¿Y tú?
Un par de marcianos descendió a tierra para atacar de más cerca a los dos hombres. El recién llegado, de cabello cobrizo, vestimenta oscura y ojos azules, encendió su Cosmos.
—Mi nombre es Genbu, la tortuga que sostiene la tierra. Y este hombre es el dragón del cielo, ¡Shiryu!
Con técnicas de artes marciales y una velocidad sobrehumana, los viejos amigos se deshicieron de sus contrincantes. Uno de los marcianos, en su intento de huir, atravesó el gran reloj y este cayó pesadamente sobre la autopista. Varios autos comenzaron a estallar con la gente en su interior.
—¡Genbu! Es...
—¡Vamos, Shiryu!
Guiado por la voz de su compañero y un extraño Cosmos, ambos corrieron a salvar a los sobrevivientes. En particular, había dos niñas que Genbu identificó rápidamente como gemelas, una con ojos soñadores de un tono púrpura admiraba embobada las explosiones y a Shiryu, quien corría hacia ella, y la otra intentaba sacar a sus padres del automóvil a punto de explotar, tenía ojos celestes y gentiles. Genbu logró salvarla también, a pesar de sus quejas. Sus padres no sobrevivieron, aunque a la niña que el dragón sostenía no parecía importarle mucho.
—Mi hijo espera en casa. Aunque sea en un féretro, volveré allí —afirmó Kazuma de Cruz del Sur.
—¿En un féretro? ¿Qué acaso no te importa morir? ¿Eres idiota? —indagó Catella, lanzando descargas de energía con sus nuevas garras.
—¿Le temes a la muerte? —Kazuma evitaba golpes fatales como podía, pero la velocidad de la marciana había aumentado cientos de veces con la muerte de Anthos.
—¿Qué dices?
—Yo no lo temo. Al contrario, cuando toque mi puerta la aceptaré con los brazos abiertos. Siempre y cuando sea la mía. Tú te fortaleciste a costa de la vida de otro, y no tienes sentimientos de pena por el fallecido, en cambio yo sacrificaré mi vida si es necesario para que a mi muchacho jamás le pase nada.
—Tú muchacho no sobrevivirá. Nadie lo hará, todos morirán —la muchacha parecía empezar a enloquecer con tanto poder, cosa notoria para Shaina y los demás.
—Te equivocas. Él es un chico valiente, fuerte, salió igual que yo. Entregaré mi vida por él si es necesario... ¡¡¡Y creo que aún es innecesario!!!
Kazuma logró conectar un gancho derecho en el mentón de la muchacha, a quien se le empezó a incendiar la cabeza. Se quitó el casco y apagó a penas el fuego, no podía entender el motivo de ser tocada.
—¿Cómo lo hiciste?
—Estás tan loca que golpeas también a lo loco. No eres lo que se diga impredecible cuando no tienes el control de tu propio cuerpo. Dime, ¿Así es como quieres vivir? ¿Con la vida de otro?
—¡Cállate! —Catella embistió a Kazuma y lo arrojó al suelo, pero desde allí, mediante una patada, se la sacó de encima. La Cloth e Cruz del Sur estaba severamente dañada, la piel del hombre tenía cortes profundos que debían tratarse con rapidez. Pero él seguía sonriendo.
A lo lejos, Sonia no perdía detalle de esto junto a sus doncellas.
—Algún día mi hijo lo entenderá. Es una lástima que tú no alcanzaste a hacerlo, aunque te di pistas.
—¿Qué dices?
—Eres poderosa, pero aún siendo más débil puedo vencerte. Tu descontrol y locura llevará a tu destrucción. ¡Te mostraré el significado de vivir! Esta es la... ¡¡¡CRUZ DEL SUR ARDIENTE!!!
Poniendo los brazos en posición de cruz, Kazuma lanzó un destello en energía que rompió las garras de Catella con precisión de cirujano. Luego, un golpe furibundo del forajido destruyó la Galaxy de la marciana, dejándola impactada en el suelo.
—No puedo entenderlo... —comenzó a sollozar.
—Pobre niña... el significado de la vida no es nada más que el mismo vivir. Para sobrevivir solo hay que tener ganas de vivir por uno mismo, jamás a costa de los demás. Es la única manera de ayudar a otros, brindando la propia existencia a cambio. ¡Je! Dejaré que lo pienses, los Santos estamos muy apurados —Kazuma se volteó y llamó a algunas tropas para atacar a Mars en Roma, pero Catella se levantó repentinamente con intención asesina.
—¡Kazuma!
—¿Qué pasa ahora Jabu? Te regalaré ese sombrero cuando lo encuentre, ya te lo dije.
Catella, sin protección, fue destruida por el poder de los relámpagos en las manos de Shaina de Ofiuco. Como usaba máscara, solo podía adivinarse la expresión de molestia que tenía.
—¡Oh! Gracias jefa, jejeje, casi me golpea. Habría sido doloroso —Kazuma no dejaba de mostrar su alegría habitual.
—Hombre, si algún día te descuidas de nuevo de esta forma, solo hallarás la muerte —le dijo la mujer fatal, volviendo a sostenerse en el hombro de Jabu.
—Es posible. Pero eso ya será una enseñanza para mi muchacho. Soma se convertirá en un gran hombre si evita los descuidos.
—BRAVURA DE LUSHAN! —exclamó Genbu, saltando desde una ventana en un alto edificio para golpear a un marciano. Por efecto de rebote, esa víctima se llevó a varias otras consigo, todos con Galaxy cubriéndolos en su caída, sin evitar la muerte.
—DRAGÓN ASCENDENTE DE LUSHAN —Shiryu hizo lo propio, eliminando a varios enemigos desde una azotea con un gancho derecho.
—El viejo Dragón Ascendente, jeje, jamás volví a usarlo. —rió Genbu. Aún quedaban varias tropas en el cielo, que eliminó con la técnica favorita de su compañero—Oye, dragón, necesito que los distraigas un poco. Concéntralos en un solo punto.
—Esto es serio, Genbu, no te rías —contrario a sus palabras, Shiryu también sonreía. Era reencontrarse y luchar con un viejo amigo. Después de dejar a las niñas, acordaron que Shiryu iría a Roma, donde Genbu había encontrado a la mayor cantidad de marcianos concentrados en el mundo, mientras él se deshacía de los que quedaran en el resto del planeta. No tendrían muchas oportunidades como esa.
Shiryu logró, a punta de Dragones Voladores a gran velocidad, juntar a los marcianos. Era la oportunidad de Genbu.
—Esta técnica la desarrollé yo mismo, como tributo a nuestro maestro, Libra Dohko, quien vuela alto en el cielo y las estrellas. No como dragón, ni como tigre, ni como tortuga. Solo un ente, ¡ASCENCION CELESTIAL DE LUSHAN! —Genbu lanzó una ráfaga de energía que en ascenso, eliminó a cada uno de los soldados que Shiryu había reunido.
—Genbu, haces demasiado ruido —le dijo mientras contemplaba a los marcianos caer como libélulas muertas.
—Shiryu, quizás algún día le enseñe a tu hijo este método también. Ciego no podrás hacer mucho...