El Guerrero de la diosa
Prólogo
-No soporto este "procedimiento".-se quejaba un hombre en medio de una multitud.
Vislumbraba el horizonte el cual acababa en un sol naciente dando sus primeros rayos de luz los cuales iluminaban su rubia cabellera bien cuidada. Su presencia sorprendía al resto de las personas que se encontraban a su alrededor, algunas mujeres se detenían para admirar su bello rostro bien formado aunque posteriormente huirían cuando los ojos penetrantes de aquel hombre se posaran en ellas, había algo en su mirada que daba mala espina. Estaba apoyado en una firme pared de ladrillos, con los brazos cerrados y una expresión de aburrimiento y enojo.
Los ruidos urbanos inundaban todas las calles de la ciudad, sin embargo la gente se detenía a ver al extraño hombre cuando le escuchaban hablar ese curioso idioma el cual nunca antes habían escuchado, y eso que en Estados Unidos hay muchos inmigrantes que hablan en sus idiomas nativos. De vez en cuando algún transeúnte se le aproximaba para intentar ofrecerle ayuda por la creencia de que estaba perdido, pero él se limitaba a espantarlos con su mirada y a seguir viendo la puesta del sol. No se movió de allí hasta que otro hombre (muy feo) salió del edificio en donde estaba apoyado él. Esta persona se aproximó a él y le habló en ese raro idioma (parecía ser el único que no le tenía miedo).
-He conseguido una "cita" con él.-le comunicó con alegría.-El problema para él es que no sabe que vamos.
-Supongo que no conseguiste lo que aquí denominan como "orden de allanamiento".-observó su "compañero" con desdén.
-No.-confesó el otro.-Pero igual no la necesitábamos, con saber que en verdad existe, donde vive y en donde estará es suficiente para nosotros.
-¿Entonces que estamos esperando?-preguntó el primero sin esperar una respuesta alguna.-Ya me cansé de este sitio, detesto como todos posan sus miradas en mi.
Dejó de apoyarse contra la pared y se levantó. Ahora los transeúntes posaban aún más sus miradas en ese par debido a su extraño idioma, el hecho de que uno es demasiado bello y el otro exageradamente feo, y que curiosamente ambos vestían igual: Jeans, zapatos, una remera verde oscuro y una chaqueta marrón. El segundo hombre condujo al primero y ambos caminaron hacia la izquierda de la calle.
Estuvieron deambulando por un buen rato, por lo general torpemente. Cualquiera diría que nunca antes habían estado en una ciudad y la verdad es que era cierto, muchos los miraban y señalaban, incluso había quienes se reían de esa extraña dupla, ellos por su parte intentaron ignorarlos pero el "primer hombre" se irritaba cada vez más y más mientras que el segundo parecía divertido por toda la situación actual. La caminata parecía interminable hasta que finalmente el segundo se detuvo frente a un rascacielos.
-Es aquí.-dijo el segundo hombre con total naturalidad.-Esa hermosa mujer me dijo que vivía en el "séptimo piso".-esto último lo dijo simulando unas "comillas" con sus dedos".
-¿Y eso que diablos significa?-preguntó el primero entre enojado y confundido.
-Creo que tiene algo que ver con los techos.-intentó razonar el segundo con incertidumbre.-Es decir, este sería el "piso principal" o algo así. Arriba sería el primer piso, luego el segundo y etc.
-Mejor entremos, ya lo averiguaremos más tarde, tenemos todo el día después de todo.-dijo el primero mientras entraba en el edificio.
El segundo lo siguió y ambos traspasaron una lujosa puerta de vidrio (el segundo chocó torpemente con ella) y entraron a una gran habitación iluminada por un candelabro de techo, abajo había una gran alfombra que ocupaba todo el lugar, a su lado había una mesa de madera con un hombre bien vestido con traje de gala.
-Buenas tardes, caballeros.-los saludó cortezmente este hombre en inglés.-¿Qué están buscando?-y luego les esbozó una sonrisa.
-¿Que diablos dijo?-le preguntó el primer hombre a su compañero.
-Creo que nos está saludando.-dijo el segundo un poco confundido. Luego se aproximó hacia aquella persona y comenzó a hablar en un inglés muy básico.-Nosotros dirigir al "séptimo piso". Deber ver al señor Hazer, muchas gracias.
Luego de eso se dio la vuelta e intentó dirigirse a las escaleras junto a su compañero (y curiosamente había un ascensor al lado) pero la persona que los atendió salió de su lugar e intentó frenarles el paso.
-¡Oigan!-les gritó en inglés.-¡No tienen autorización para subir ahí!
Pero esta vez el primer hombre impacientó y le dio un golpe en el rostro que fue tan potente que lo noqueó casi al instante, se desplomó en el suelo y no volvió a levantarse. De su nariz comenzó a brotar sangre y su frente se estaba volviendo morada por la hinchazón.
-¡Vamos antes de que vuelta otro patético idi@ta como él!-le gritó el primer hombre a su compañero.
Este le obedeció y ambos subieron con prisa las escaleras. La gente de afuera del lugar se detuvo atónita al ver tal escena y hubo alguno que comenzó a llamar a la policía. Mientras tanto los dos compañeros subieron rápidamente las escaleras, habrían estado "perdidos" de no ser por los números que indicaban el piso al que se dirigían.
-¡Qué escaleras más cortas!-observó el segundo mientras iban a la altura del quinto piso.-La ruina de las Doce Casas eran mucho más largas.
-¡Ni que lo digas!-le respondió el otro un poco más calmado de su furia.-¡Mejor! ¡Planeo terminar con esta basura rápidamente!
Subieron y subieron hasta que vieron un cartel que rezaba "Séptimo piso" arriba de una puerta de madera la cual el primer hombre la abrió de una patada y provocó un ruido sordo amortiguado por una gran habitación repleta de puertas.
-¿Pero qué demonios?-se preguntó el primero.-¿Ahora qué?
-Hacia allá.-dijo el segundo señalando a una puerta de madera.
Esta tenía la letra "T" en color Dorado, ambos se aproximaron a ella y se quedaron a ambos lados de esta, mirándose fijamente a los ojos el uno al otro.
-Ten cuidado.-le dijo el primero al segundo.-Este tipo fue antaño un Caballero de Atenea.
-Si nos descuidamos nos aplastará como a un par de moscas.-advirtió el segundo con pánico, su rostro estaba pálido.
Luego de decir esto, tocó la puerta un par de veces pero nadie respondió. Acto seguido su compañero pateó la puerta y la derribó en cuestión de segundos. Frente a ellos vieron una habitación completamente oscura sin fuente de luz que la iluminara. Cuando menos se lo esperaron, un hombre apareció en medio de la oscuridad (un poco adormilado) y con el pijama puesto.
-¡¿Pero que caraj@ hicieron?!-preguntó en inglés.
-¡Ahora! ¡ATRAPALO!-gritó el primero al segundo.
Este corrió como loco frente a aquel individuo y lo derribó en el suelo, este lanzó un pequeño gemido de dolor. El primero ya había tomado una silla que encontró en esa misma habitación, la depositó en medio del lugar y ordenó a su compañero que lo sentara allí. El individuo trató de zafarse pero fue inútil debido a que el segundo lo sujetaba con fuerza.
-Esta cuerda la fabricó Hefesto.-le dijo el primer hombre al individuo desconocido.-No intentes zafarte por que no podrás.
Aquel individuo palideció al escuchar ese idioma y forecejeó aún más pero fue en vano. El primer hombre ató fuertemente el pecho del individuo con la silla y luego le dio una patada en el rostro.
-¡Es hora de hablar!-le gritó luego de lastimarlo.-¡Sé que conoces nuestro idioma así que deja de hacerte el t@nto!
El segundo hombre colocó la puerta en su lugar por si algún curioso se asomaba a ver dicha escena la cual parecía más que nada humorística debido a que el extraño individuo intentaba forcejearse, el primer hombre se irritaba y lanzaba rabietas, y el segundo intentaba colocar una puerta rota en su lugar.
-¡Tú eres Hazer! ¡¿No?!-le interrogó el primer hombre al individuo.
-¡Si, lo soy!-respondió con furia este en el mismo idioma que los otros individuos.
El segundo hombre intentó encender la luz del lugar al accionar el interruptor pero nada ocurrió. Acto seguido prendió una chispa de fuego con su dedo índice y así pudieron ver el rostro de Hazer. Tenía una barba mal afeitada, su cabello estaba alborotado pero era indiscutible-mente de color anaranjado. Sus cachetes eran robustos y, bajo su ojo, había una cicatriz de una antigua herida. Además sangraba de la nariz debido a la patada que le dio el primer hombre.
-¿A qué vienen dos habitantes del Olimpo a la tierra?-preguntó Hazer con desdén.
-Sigues haciéndote el t@nto ¿Verdad?-le espetó el primer hombre.
Estaba a punto de golpear a Hazer otra vez (y este intentaba rechazar tal golpe al alejar su cabeza) pero el segundo hombre detuvo a su compañero.
-Basta, así no conseguiremos lo que buscamos.-luego soltó el brazo del primer hombre y se dirigió al individuo.-Yo soy Zakulus, mi compañero se llama Okyas.
-Hmp...-Hazer meneó la cabeza y luego se mostró sarcástico.-Bueno... ¿Un placer? ¿Pónganse cómodos?
-Hazer...-comenzó a decir Zakulus pero su compañero lo interrumpió.
-Sabemos que tu sabes algo.-dijo Okyas en un tono siniestro.-Tu conociste al "Asesino de dioses", Seiya de Pegaso ¿No es así?
El rostro de Hazer se le iluminó y comenzó a reírse desfrenada mente, dejando asombrados a Okyas y Zakulus quienes intercambiaron miradas atónitos.
-Creo que ya sé de que va todo esto.-dijo Hazer al terminar de reír.-Hay un lío en el Olimpo y no saben como frenarlo ¿No es así?-preguntó mientras levantaba sus cejas.
-Diste en la tecla...-reconoció Okyas muy molesto.
-Por lo que oímos, tu conociste en persona a Basara de Lince.-le dijo Zakulus a Hazer quién cambió de expresión al escuchar ese nombre.-Por favor, si sabes donde está, debemos encontrarlo a como de lugar.
-Desapareció...-dijo Hazer con pesar.-Ni yo sé como encontrarlo.
Zakulus se quedó sin habla por un buen rato, no supo que responder ¿Acaso nadie sabía que había pasado con ese Caballero? ¿Iba a fracasar en su misión? Estaba por responder hasta que Okyas se le anticipó.
-Según lo que recuerdo, tu conoces lo que en verdad sucedió.-afirmó Okyas en tono de negociador.
-¿Disculpa?-preguntó Hazer esbozando una sonrisa.-¿Qué historia escuchaste tú?
-La que se nos cuenta a a todos.-respondió Okyas.-100 huérfanos enviados por la fundación Graude para entrenar y ser Caballeros, solo regresaron 10 a Japón y, cinco de ellos se convirtieron en los Caballeros más fieles de la diosa Atenea, acompañándola en todas sus Guerras y protegiéndola siempre. Pero sobre Basara casi no hay registros de él, incluso muchos llegaron a pensar que tan solo era un mito.
-Pues sí, lo es.-afirmó Hazer.-El desapareció hace mucho tiempo y ya casi nadie sabe nada de él.
-Pero tú si sabes de él.-concluyó Okyas señalando a Hazer.-Debes contarnos todo ahora.
-¿Porqué?-preguntó Hazer sorprendido.
-Quizás así conozcamos una pista sobre que fue lo que sucedió con él.-respondió Okyas.
-El final de esa historia quizás no te deje satisfecho.-afirmó Hazer.-Y también es una historia muy difícil de creer.
-Debes contárnosla de todas formas.-le exigió Zakulus desesperado, una leve esperanza comenzaba a invadirlo.-Por favor.
Hazer primero los miró fijamente, comprobó que tan interesados (y completamente desesperados) estaban ambos por que él les contara tal historia. Reflexionó en silencio mirando al suelo, cerró los ojos, suspiró, volvió a abrirlos y los miró fijamente.
-Lo haré.-dijo al fin.-Tomen asiento por que es una larga historia.
Zakulus y Oskyas intercambiaron miradas, por primera vez en horas este último sonrió y su hermano le devolvió la sonrisa. Atrajeron un par de sillas y se sentaron en frente de Hazer quién meneaba su cabeza de lado a lado. Cuando comprobó que los dos hermanos estaban preparados, él comenzó narrar.
-Basara nació aquí en Estados Unidos, no como un hombre privilegiado y mucho menos tuvo la suerte de nacer en la clase media. Cuando eres indigente y no tienes ni un centavo, aprendes a sobrevivir como una rata callejera, eso posiblemente definió su personalidad, casi no tenía amigos, era frío y distante. Era el mayor de tres hermanos varones, debía cuidarlos debido a que sus padres habían muerto por circunstancias "especiales". Pero quizás por obra del destino, un día tuvo el atrevimiento de robarle a un joven que caminaba por las oscuras calles al anochecer quién en un abrir y cerrar de ojos logró alcanzarlo y no solo le perdonó si no que también reconoció su habilidad y decidió ofrecerle ser entrenado por él, oferta que Basara aceptó. Él y sus hermanos acompañaron a este hombre y pronto se convirtieron en sus discípulos. Ese joven era el legendario Caballero de Plata de Lira, Orfeo, el cual desapareció años después. Y esta es la historia de Basara de Lince, el Caballero de Bronce de Atenea más importante de nuestra era...