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"Saint Effect": El regreso de Zeus

Parodia Saint Effect Zeus Humor absurdo Me van a cerrar el tema

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37 respuestas a este tema

#1 Macairo de Cancer

Macairo de Cancer

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Publicado 09 agosto 2016 - 20:36

Advertencia: Saint Effect es una obra no recomendada para mayores de 7 años porque su contenido está repleto de situaciones absurdas, lenguaje obsceno, escenas sin sentido y un protagonista demasiado ario y superior.

 

Introducción

 

Luego de su respectiva muerte, Albiore de Cefeo es revivido por el dios Olímpico Zeus quién le encarga una misión: Destruir la base de Ares que se encontraba en Marte. Albiore formó un equipo con los mejores personajes de la franquicia (Dio de Mosca, Alexer, Caronte de Aqueronte… En resumen, lo mejor de lo mejor :v) para asaltar tal base. Una vez cumplida con la tarea, Albiore regresa triunfal al Santuario en donde le harán un Consejo de Guerra por involucrarse en una situación que no tiene nada que ver con la griega inferior de la diosa Atenea (conocida por ser tan estúpida como para no dejar que sus lacayos usen armas pero meterle cadenitas a la Armadura de Andrómeda, disquetes a la de Auriga… Por nombrar un par de casos). Lo que no saben es que una terrible amenaza se acerca…

 

Capítulo 1: Desde el Cielo

 

-¿Crees que es lo que nos advirtió Albiore?-preguntó un Caballero Dorado, Aioros de Sagitario.

 

Él y Saga de Géminis estaban reunidos en una pequeña habitación tipo sótano. Y decir sótano no estaba lejos de la realidad: Habían ratas por doquier, ninguna ventanilla, las esquinas estaban repletas por cajas de víveres y la única salida era una trampilla por encima de ambos.

 

-Apostaría mis drogas...-dijo Saga serio.-Lo que me recuerda...-Sacó una pequeña bolsa de su bolsillo.-¡A otra dimensión!-gritó mientras se preparaba para aspirar.

 

Rápidamente Aioros se la quitó. La expresión de Sagitario pasó a ser una de preocupación a una de molestia. 

 

-Te dije que no, maldita sea.-reprendió Aioros a Saga.-Ahora sospecho que todo lo que me contaste no era más que una simple visión por parte de esta basura.

 

-¡Estaba completamente consiente en ese momento!-gritó Saga molesto, defendiendo su postura.

 

Sin embargo ambos se quedaron en silencio cuando sintieron unas pisadas por encima del sótano. Unas pequeñas partículas de polvo cayeron del techo.

 

-Silencio o nos oirán.-dijo Aioros bajando la voz.-Si alguien nos descubre, estamos fritos.

 

Sin embargo la trampilla se abrió. Aioros y Saga palidecieron y se quedaron estáticos. Por la trampilla se asomó una cabeza: Un hombre andrógino con los labios pintados y cabello bien cuidado: Misty de Lagarto.

 

-Ya llegué para hacer el trio.-dijo Misty, luego notó que eran los Caballeros de Oro y se emocionó.-¡Hay! ¡Háganmelo a la velocidad de la luz!

 

Aioros tomó la cabeza de Misty y lo arrojó al suelo de un golpe. Luego comenzó a patearlo.

 

-¡Cállate!-gritó con cólera.

 

...

 

Un grupo soldado rasos cruzó un largo pasillo de piedra iluminado con antorchas. En ambos lados se encontraban puertas de madera con barrotes. Detrás de ellas se asomaban los mayores criminales del Ejército de Atenea cuyos crímenes no eran tan atroces como para mandarlos a Cabo Sunion pero que sin embargo tienen cierta repercusión.

 

El grupo de soldados rasos se paró frente a una puerta. En su interior pudieron notar que había completa oscuridad. Apenas se distinguía una silueta larga en la esquina izquierda la cual presumiblemente era la cama del reo. El cabecilla de los soldados tocó la puerta con brusquedad sin embargo no hubo respuesta. Tan solo se escuchó un pequeño ruido, como si algo pesado se cayera.

 

-¿Albiore de Cefeo?-llamó con una voz ronca y seria.

 

Tampoco hubo respuesta desde dentro. Los soldados comenzaron a sospechar de que se trataba de un error y de que el reo estaba confinado en otra celda. Otro soldado se acercó y llamó con una voz mucho más débil:

 

-Albiore...

 

-Tan solo llámame "Argentino Ario de ojos celetes"-respondió una voz desde dentro.

 

-¡¿Porqué no respondías?!-preguntó molesto el cabecilla.

 

-¡Porqué me caí de la cama!-gritó Albiore desde dentro.-¡No golpeen tan fuerte, manga de giles!

 

Un Soldado Raso tomó una antorcha de la pared y con ella iluminó la oscura habitación. Efectivamente, dentro de ella estaba Albiore de Cefeo. Su estado era lamentable: Durante el periodo de tiempo que pasó confinado le había comenzado a crecer la barba. También tenía un moretón en la frente, producto de su reciente caída. Le habían despojado de su Armadura, ahora tan solo vestía un set completo de color naranja. Atrás había un cartel que rezaba: Albiore, Caballero Renegado.

 

Cefeo miraba con indiferencia al grupo de Soldados Rasos, después de todo le importaba lo más mínimo los asuntos que los llevaron hasta ahí. Su única preocupación de ahora en adelante era si le darían de comer o no. Ya a estas alturas le valía un bledo Atenea y sus "Guerras Santas".

 

-Osea...-comenzó a decir Albiore.-Estamos en el siglo XXI y no pueden instalar un sistema de luz por cable... Y yo soy el bld después...

 

-¿Acaso insultabas a Atenea?-preguntó un Soldado Raso con furia.

 

-Vos verás, flaco, vos verás.-dijo Albiore sin darle importancia al asunto.

 

Un soldado raso abrió la celda, otro par entró y le colocaron unas esposas. Albiore no se resistió, incluso bostezó del aburrimiento, cosa que enfureció al cabecilla.

 

-¿A donde me llevan?-preguntó Albiore sin darle importancia al asunto.

 

-Hoy te juzgaran.-le explicó el cabecilla.-Y espero que sea pena de muerte, me prometieron que sería yo en persona quién te ejecutaría.-dijo en tono sádico.

 

-Bien por vos, pibe.-respondió Albiore con indiferencia.

 

Su falta de atención y seriedad respecto a la situación enfureció un poco al cabecilla, sin embargo se limitó a ordenar que lo sujetaran bien fuerte y que se dispusieran a llevarlo a la sala del juicio.

 

-¡Adiós Albiore!-gritaban un reo.

 

-¡Gracias por los chistes!-gritó otro.

 

-¡Gracias por roncar por las noches!-gritó con furia otro reo.

 

-Ni ellos se creen que me perdonarán la bocha.-pensaba Albiore durante el camino.-Ya no tendré que preocuparme por esta basura, que sea lo que Dios quiera...

 

Condujeron al Caballero de Plata (o mejor dicho, ex Caballero de Plata) por el largo pasillo. Posteriormente lo sacaron de la zona de celdas y lo condujeron a la sala del juicio. En el camino, muchos se asomaron a ver con sorpresa. Habían reclutas, Caballeros, sirvientes del Patriarca, etc.

 

-¡Ahí va el traidor!-gritó uno entre la multitud.

 

Y así fue como comenzaron a abuchear a Albiore. Este sonrió y hacía pequeñas reverencias en el camino como si se tratara de un grupo de admiradores y fanáticos. Cuando el grupo de soldados rasos cruzó por la esquina, Albiore asomó la cabeza por un instantes y les sacó la lengua.

 

Llegaron a la entrada de la sala del juicio, se sentía las voces de una multitud detrás de estas. Eran un par de puertas que se asemejaban a las de la Primera Prisión en el Inframundo, claro que no parecían tan tétricas y aterradoramente magníficas. En frente de estas ya se encontraba otro grupo de Soldados Rasos quienes venían armados con largas lanzas. Era uno de esos pocos casos en donde Atenea permitía a sus guerreros usar armas, después de todo estábamos hablando de un ex Caballero de Plata.

 

-Buen trabajo, Greg.-dijo uno de los soldados al cabecilla.

 

Greg hizo una reverencia con la cabeza y empujó a Albiore hasta la entrada. Otro de los soldados se le acercó a la oreja y le susurró.

 

-No hables si no te lo piden.-le aconsejó.-Sé respetuoso y en ningún momento dejes de ver a los ojos al Patriarca.

 

Y luego de decir esas palabras, las puertas se abrieron de par en par y las voces cesaron. Una luz enceguecedora obligó a Albiore a entrecerrar los ojos por un par de segundos. Cuando los pudo abrir de nuevo, pudo contemplar un gran salón alto con ventas de piedra en la parte superior de las paredes. Estas dejaban entrar los primeros rayos de sol del día. En el techo lucía un gran candelabro de Oro. En las paredes habían estandartes con dibujos de Niké.

 

Los soldados obligaron a Albiore a caminar por un camino. A ambos lados habían bancas para los espectadores los cuales eran Caballeros y algunos sirvientes del Patriarca. Y hablando del Patriarca, este se encontraba en el extremo de la habitación, mirando directamente hacia la puerta. Se encontraba sobre un trono al cual se accedía a través de unas cuantas escaleras. A su lado habían dos sillas más las cuales ocupaban sus consejeros más leales quienes tenían avanzada edad. Durante el recorrido, iniciaron los murmullos en donde el ex Caballero de Plata reconoció las palabras "traidor", "basura" y casi juró que escuchó un "mala leche" también. En frente del trono del patriarca, había dibujada una estrella negra en el suelo. Ahí fue donde los soldados detuvieron a Albiore y se marcharon hacia los extremos derechos e izquierdos de la habitación.

 

-Inicia el juicio.-dijo el Patriarca cuando Albiore estaba sobre la estrella negra.-¡Alabada sea Atenea y las estrellas que permitieron este encuentro!

 

-Atenea, diosa de la guerra, danos paz y bendición.-comenzaron a rezar los espectadores.

 

Era un rezo largo que Albiore nunca se había aprendido. Por lo tanto para no quedar como un idiota comenzó a tararear unas palabras como si lo conociera. Sin embargo, cuando menos se había dado cuenta, los rezos cesaron y el continuó hablando:

 

-Por las Ricardo Darín, las jugadas de Frionel Fressi dios del Barcelona, y sobre todo al gran Ricky Fort que nos protege desde el cielo...-murmuraba en un tono que era opacado por los rezos de los espectadores. Sin embargo estos ya se habían callado y los tonos se escucharon perfectamente por toda la habitación.

 

Hubo miradas de sorpresa y desconcierto entre los espectadores. Albiore se puso pálido y simuló toser. Luego se rascó la cabeza y sonrió.

 

-Disculpen, me dejé llevar.-dijo.

 

-Perfecto...-dijo en tono molesto el Patriarca Shion.-Albiore, ex Caballero de Plata de Cefeo. Fuiste acusado por 17.249 causas en tu contra y por...

 

-¡Ya sé que me quieren mucho!-gritó Albiore desde su lugar.-¡Saltea esa parte de una vez, caraj@!

 

Los murmullos volvieron entre los espectadores. La falta de respeto de Albiore sorprendió a toda la multitud. Los más ancianos condenaron la insolencia de Albiore. Más lejos, el soldado raso que le había aconsejado que se "portara bien" se tapó la cara sin poder creérselo.

 

-¡Hablarás cuando yo te lo ordene!-gritó Shion con vos imperiosa.-¡Si tanto quieres que pasemos al juicio entonces lo haremos en este momento! ¡Que venga la defensa!-y chasqueó los dedos.

 

-Aquí estoy.-dijo una voz familiar para Albiore.

 

Al lado suyo estaba Aioros de Sagitario quién portaba su Armadura Dorada. Tenía sus brazos detrás de la espalda y adoptaba una expresión de solemnidad.

 

-Yo, Aioros de Sagitario seré la defensa del Caballero Albiore.-dijo Aioros quien comenzó a caminar por el salón.-Y sí, compañeros, digo Caballero Albiore por que él nunca dejó de ser un Caballero, jamás hizo votos de fidelidad a Zeus y sé que en el fondo de su corazón sigue siendo un digno Caballero de Plata y fiel a Atenea ¿Verdad Albiore?-preguntó dirigiéndose a su viejo amigo.

 

Sin embargo, Albiore estaba profundamente dormido desde su lugar, roncando inclusive. Su baba se le salía de la boca y esta goteaba en el suelo.

 

-¡¿Verdad Albiore?!-volvió a preguntar Aioros.

 

-Eh... Si... ¡Sí!-gritó Albiore luego de despertarse sobresaltado.

 

-Verás Aioros...-dijo Shion.-No solo acusamos de traidor a Albiore si no que también por casi provocar una Guerra Santa contra Ares, ir al Inframundo sin permiso y para colmo se coló en el Santuario de Poseidón e hizo tratos con Hilda de Asgard.

 

-Y no doy autógrafos.-aclaró Albiore con orgullo, hablándole a la multitud.

 

Todos los presentes comenzaron a hablar en voz alta, ni se molestaron en bajar la voz para repudiar a Albiore.

 

-¡Córtenle la cabeza!-gritaban al unísono.

 

-¡Orden en la sala!-gritó Shion.

 

La multitud se calmó, y Aioros volvió a caminar por la sala.

 

-¡Albiore hizo lo que tenía que hacer!-gritó Aioros.-Una Guerra Santa contra Ares era inevitable, ya había formado un ejército entero el cual mandaría a devastar la tierra ¡Yo lo vi con mis propios ojos! ¡Albiore disminuyó las pérdidas! ¡Los salvó a todos ustedes quienes lo acusan!-luego dio un respiro y habló en tono siniestro.-Es más, nos ganó algo de tiempo.

 

La multitud volvió a murmurar entre sí. Esa última declaración desconcertó a varios, incluido a Shion.

 

-¿A que te refieres con "algo de tiempo"?-preguntó Shion.-¡Explícate, Aioros!

 

-¿No es evidente?-preguntó Aioros a toda la multitud.-El Olimpo tiene sus ojos clavados en la tierra. Ares mismo lo dijo antes de morir: "Volveremos y los destruiremos a todos" ¡Vendrá aquí a declararnos la guerra! ¡Tenemos que movilizar las tropas y prepararnos para lo que se acerca!

 

La multitud volvió a estallar. Aioros permaneció mirando fijamente a Shion quién, a pesar de que su cara se cubría por una máscara, estaba posiblemente desconcertado.

 

-Aioros, no podemos basarnos en los testimonios de un par de Caballero.-dijo Shion.-Ni si quiera de un Caballero Dorado, ni aunque sea Aioros de Sagitario.

 

Aioros agachó la cabeza.

 

-¿Como pueden estar tan ciegos?-preguntó Albiore molesto.-¡¿Cómo pueden ser tan pelotud@s, hermano?!-preguntó a toda la multitud.-¡¿Creyeron que el amor de Atenea nos protegería para siempre?! ¡No, flaco! ¡Vi como le volaban la bocha a Dio de Mosca, a Dócrates de Heracles y a Shiva de Pavo Real! ¡Y eran Caballeros de Atenea! ¡No importa cuanto nieguen la realidad! ¡Los fuegos de la guerra se acercan!

 

Hubo un breve lapso de silencio hasta que la multitud volvió a levantar la voz.

 

-Yo le creo.-dijo una voz entre el público.-Albiore no es de mentir.

 

Cefeo se volteó y pudo ver a Milo entre ellos. Se había incorporado y no tenía vergüenza en decirlo.

 

-Y yo.-dijo Afrodita en otro extremo.

 

-¡Y nosotros también, maestro!-gritaron Shun de Andrómeda y June de Camaleón quienes también estaban entre los presentes.

 

-Mirá vos che, soy popu.-dijo Albiore con una sonrisa.

 

...

 

-Cefeo está más loco que una cabra.-dijo un soldado raso.-No puedo creer que no le dieran pena de muerte.

 

-"Cadena perpetua hasta nuevo aviso".-dijo otro.

 

-Quizás el Patriarca tenía miedo de un posible levantamiento.-afirmó otro de los Soldados.

 

-¡Ya cállense y vigilen!-gritó un Caballero.

 

Estaban en un edificio centinela, a la altura del reloj de fuego. Era una vista espléndida de todo el Santuario. La estructura era firme y rígida, construida con el mismo material de las casas del Zodiaco.

 

Allí los soldados acostumbraban a emborracharse o a jugar a las cartas para pasar el tiempo, después de todo no recibían un solo ataque desde la última Guerra Santa. Estaban a una altura tan alta que inclusive podían ver las grandes ciudades a lo lejos.

 

Los soldados de la guardia hablaron de chismes locales, se contaron historias sobre cosas raras que se veían durante la vigilancia, intercambiaron objetos, bebieron como cerdos y hasta incluso planeaban escaparse de sus labores algún día y asistir a un prostíbulo cercano. Sin embargo aquella cálida y agradable conversación se detuvo cuando pudieron observar unas grandes esferas de luz que caían desde el cielo, directo hacia las grandes ciudades.

 

-¿Qué es eso?-preguntó uno.

 

Se quedaron callados durante un rato. No iban a dar la alarma por algo como eso, después de todo podían ser fuegos artificiales.

 

-No estamos en épocas de fiesta...-observó el más serio del grupo.

 

Sin previo aviso, las esferas de luz chocaron con la ciudad y esta comenzó a estallar. Desde el cielo cayeron cientos de Ángeles sobre esta. Eran como estrellas luminosas que se apartaban del oscuro cielo de la noche.

 

-¡Esto no me agrada!-gritó el Caballero de Bronce que los supervisaba.

 

No esperaron mucho, dieron la alarma por todo el Santuario. Llamaron al servicio activo a todos los guerreros que se encontraban durmiendo o de permiso. Se les ordenó reportarse en los diferentes centros de mando del Santuario.

 

-¡Es un ejército de Arpías!-gritó Ptolemy de Flecha Sagitta quién había hecho el reconocimiento.

 

-¡Era tal y como lo dijo Cefeo!-gritó un soldado raso.

 

-¡El Olimpo es ahora nuestro enemigo!-gritaron otros soldados rasos.

 

-¡Cállense, vienes hasta aquí!-gritó Jabu de Unicornio, señalando las esferas de luz.

 

Hubo un montón de explosiones, estructuras derribándose, crujidos... Hasta el último soldado raso del Santuario se enteró de que los atacaban. Lejos de allí, Aioros y Saga corrían juntos.

 

-¡Te lo dije!-gritó Saga.-¡No era mi imaginación! ¡Un ejército de Arpías se dirigía hasta aquí!

 

-¡Tenías razón!-se disculpó Aioros.-¡Las Arpías son soldados del Olimpo! ¡Comenzó el asedio!

 

-¡Por cierto!-gritó Saga con dificultad debido a las explosiones y a los gritos de los soldados.-¡¿A donde vamos?!

 

-¡A liberar al único hombre que puede llevarnos a la victoria!-gritó Aioros.


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Parte 1: La Misión Suicida Parte 2: El Regreso de Zeus


Parte 3: El Capítulo Final (Aún no escrito)


#2 Macairo de Cancer

Macairo de Cancer

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Publicado 09 agosto 2016 - 23:43

Capítulo 2: Defendiendo el Santuario

 

El suelo temblaba. A pesar de que estaban a varios metros de distancia, los gritos de los soldados se escuchaban perfectamente como si estuvieran cerca, más que nada se debía a los ecos del Santuario. También caía un poco de polvo del techo dando la impresión que la estructura se derrumbaría en cualquier instante. Y si Albiore tuviera ventana en su celda, habría sido testigo de las ráfagas de luz, los rayos ken o de cualquier tipo de ataque con los que se llevaba a cabo la pelea allá afuera

 

 

A pesar de que la guerra ya había llegado (y pese a los gritos de los demás reos desde sus respectivas celdas), Albiore se encontraba tranquilamente acostado en su cama, como si le valiera un comino el hecho de que posiblemente esa batalla marcaría el final de los Caballeros de Atenea y por lo tanto también el suyo.

 

 

-Yo se los advertí...-pensaba Albiore.-Y bue, no todo se puede en esta vida.

 

 

Después de eso volteó hacia la pared y volvió a cerrar los ojos. Sin embargo los volvió a abrir cuando sintió pisadas allá afuera, justamente en el pasillo. Era más que nada el sonido de un metal, obviamente eran Caballeros.

 

 

-¡¿Qué hacen?!-preguntó el guardia encargado de los reos.

 

 

-Venimos por Cefeo.-dijo otra voz. Era obviamente la de Aioros.

 

 

-¡No pueden!-protestó el guardia.-Se ha ordenado que Cefeo perm...

 

 

Bum... Algo pesado cayó al suelo y las pisadas se hicieron más claras cada vez más. Luego se detuvieron al lado de la puerta de su celda. Efectivamente era Aioros de Sagitario junto a Saga de Géminis.

 

 

-¡Nos vamos, Albiore!-gritó Aioros mientras abría la puerta con la llave. 

 

 

Albiore se incorporó y se dirigió con ellos. Una vez abierta la celda, Aioros y Albiore estrecharon la mano

 

 

-Che, ya era hora.-dijo Albiore con una sonrisa

 

 

-Vamos, hay que buscar tu Armadura.-le dijo Aioros dándole una palmada en la espalda

 

...

 

 

Las calles del Santuario se habían transformado en un campo de batalla. Habían muertos por doquier, rayos ken que pasaban a centímetros de uno, gritos, órdenes, sonidos de golpe, sangre, etc. Algunos edificios ardían en fuego, otros directamente yacían derrumbados por el suelo. Albiore vio por fin a los atacantes:

 

 

-Arpías, un ejército entero de ellas.-dijo Saga molesto.

 

 

Los tres Caballeros corrían dentro del Santuario. Saga y Aioros vestían sus Armaduras de Oro, sin embargo Albiore aún tenía sus prendas de reo. Aún así cuando alguna Arpía intentaba destrozarlo, Albiore la abatía a puño limpio. No pasó mucho tiempo para que los guerreros que arriesgaban su vida en la batalla se percataran de la presencia del Caballero de Cefeo. Aunque la mayoría no le prestó mucha atención, habían algunos que inclusive le señalaban.

 

 

-¡Es Albiore de Cefeo! ¡Lo han liberado!-gritó el soldado Greg.

 

 

Greg y un grupo de Soldados intentaron interponerse entre los tres Caballeros. Obviamente estos esperaban que los Caballeros de Oro no les levantaran la mano por temas de honor entre guerreros de un mismo ejército. Por desgracia para ellos, tanto Aioros como Saga los derribaron a todos menos a Greg.

 

 

-¡Rajá vos!-gritó Albiore y le propinó un golpe en la cara, dejándolo inconsciente en el suelo.

 

 

Se seguía escuchando explosiones a lo lejos. Los Caballeros y los soldados iban y venían. Los Caballeros Dorados dirigían las defensas interiores y daban órdenes a todos los guerreros. Mientras seguían corriendo, hubo un nuevo temblor por todo el Santuario. Albiore casi cae debido a este.

 

 

-¡No sabía que sería tan mala la situación!-gritó Saga preocupado mientras se sostenía a una columna partida por la mitad.

 

 

-¡Yo esperaba que tuviéramos un poco más de tiempo!-gritó Aioros tambaleándose.

 

 

-¡Guarda!-gritó Albiore señalando una estructura que se encontraba cerca.

 

 

Esta fue alcanzada por un rayo de luz y cayó al suelo aplastando a varios Soldados. Saga corrió a socorrerlos. Levantó los escombros y ayudó a salir a los sobrevivientes. Estos le agradecieron y volvieron al combate.

 

 

-¡Miren allá!-dijo un soldado señalando el cielo.

 

 

En el cielo había cientos de Arpías volando en dirección a las Doce Casas, un grupo de Caballeros dirigidos por Ptolemy de Flecha Sagitta y Capella de Auriga intentaron detenerles el paso con discos, flechas fantasmales, o en el caso de los soldados rasos, lanzas, piedras o cualquier cosa con la que pudieran darles a distancia.

 

 

-¡Quizás deberíamos ir a reforzar la sala del patriarca!-gritó Saga.-¡A este paso, Shion será...!

 

 

Una ráfaga de Cosmos color rojo sangre salió disparada de la nada, directa hacia la sala del Patriarca. Hasta el último soldado del Santuario fue testigo de como esta estalló y voló en mil pedazos.

 

 

-Huy...-dijo Saga con los ojos abiertos como platos.-¡A por la Armadura de Cefeo se ha dicho!

 

 

Los tres Caballeros continuaron corriendo hasta llegar a su destino: La Sagrada Armería. Un gran edificio cuyo exterior estaba adornado por estatuas de Atenea y de los 88 Caballeros de la Era Mitológica. También había recibido algunos daños, además de que un par de pilares derribados bloqueaban la entrada. Aioros los quitó de un solo golpe y los tres Caballeros entraron. 

 

 

En su interior había quizás 9 Cajas de Armaduras sin dueño. En tiempos sin guerra, las Cajas de Pandora son custodiadas celosamente por Caballeros y soldados rasos entrenados. A pesar de que un guerrero que no merezca la Armadura muera por abrir sin permiso la caja, estas tenían un gran valor para el Santuario. Entre ellas, Albiore reconoció su Armadura de Plata de Cefeo. Sin previo aviso, se abrió y vistió directamente al Caballero. También desprendió un pequeño rayo de luz, feliz por reencontrarse con su dueño.

 

 

-Hola nena.-dijo Albiore acariciándola.-Vamos a romper ort@s divinos.

 

 

Saga entró a una habitación restringida y tardó un par de minutos en regresar. Consigo traía una gran caja dorada la cual depositó en el suelo y la abrió.

 

 

-¿Qué hay ahí?-preguntó Aioros.

 

 

-Las Armaduras de los Caballeros fueron creadas por los Muvianos.-explicó Saga con la mirada clavada en la caja.-Atenea le pidió a esta raza de alquimistas que fabricaran las 88 Armaduras, tanto las 12 de Oro, las 24 de Plata, las 48 de Bronce y las 4 de un material desconocido. Además de Armaduras crearon armas así como también una Armadura que transporta sus propias Armas, la de Libra. Como Atenea detesta la lucha armada, prohibió a los Caballeros utilizar las Armas. Sin embargo yo creo que ahora es necesario utilizar estas Armas.

 

 

-¿Armas?-preguntó Albiore.

 

 

-Sí, Armas.-dijo Saga.-Armas fabricadas por los Muvianos...-Y sacó una AK-47 de Plata.-Por los Muvianos Soviéticos.-aclaró al final.

 

 

Saga le entregó el fusil a Albiore y este lo examinó detenidamente.

 

 

-¡Qué lindo quilombo vamos a hacer con esto, papá!-exclamó Albiore.

 

 

 

...

 

-¡Defiendan el perímetro!-gritaba Mu de Aries

 

-¡No podemos, hay demasiadas bajas!-dijo Asterión de Perros de Caza.

 

Mu reflexionó sobre la situación por un par de minutos. Miró un poco a su alrededor y tomó su decisión.

 

-¡Retrocedan! ¡Retrocedan a las Doce Casas!-gritó Mu.

 

Los soldados y todos los Caballeros comenzaron a abandonar sus puestos. Al ceder terreno, las Arpías comenzaron a avanzar. Muchos soldados se quedaron atrás. Cuando todo parecía perdidos para ellos, el Caballero de Cristal apareció y las congeló.

 

-¡Rápido!-gritó Cristal haciendo señas hacia las Doce Casas.-¡Retrocedan todos!

 

Todos los soldados rasos le agradecieron y abandonaron sus puestos para dirigirse a las Doce Casas. Cristal se quedó allí para reforzar a aquellos que todavía no habían logrado escapar. Más tarde que nunca, Cristal se percató de que un buen grupo de Arpías se dirigían hacia él, al menos 500. Preparado para lo inevitable, Cristal se colocó en guardia.

 

-¡Cristal!-gritó una voz familiar.

 

El Caballero se volteó y pudo ver a Albiore de Cefeo con una AK-47 de plata, Saga de Géminis con una M4 dorada y Aioros de Sagitario con una Defender Dorada.

 

-¡Toma esto, Cristal!-gritó Albiore lanzándole una MP5 de Plata.

 

Cristal la tomó. Los cuatro Caballeros se juntaron y comenzaron a acribillar a las Arpías. Las balas eran de Plata y Oro, además se generaban de acuerdo al Cosmos de ellos. En pocas palabras, munición infinita. Dispararon por minutos. Luego llegaron más Arpías, las destrozaron a todas. Aioros disparó a diestra y siniestra, ya tenía experiencia en ello. Saga las atacaba sin piedad, y a la que se acercaba le daba un golpe con la misma arma. Pronto comenzaron a reagruparse y vinieron de derecha a izquierda. Por lo tanto Cristal y Albiore se colocaron de espaldas y comenzaron a dispararles, cubriéndose las espaldas.

 

 Pronto llegaron los demás Caballeros que se habían retirado. Al darse cuenta que tan solo cuatro Caballeros estaban controlando la situación, no desperdiciaron la oportunidad y llegaron a ayudar. En unos cuantos instantes ya habían regresado los demás Dorados, los de Plata, algunos de Bronce y una buena cantidad de soldados rasos. Juntos expulsaron a las Arpías fuera del Santuario las cuales decidieron escapar.

 

-¡Victoria!-gritó Mu.

 

Todos los presentes estallaron. Comenzaron las celebraciones, hubo abrazos, risas, gritos de alegría, etc. 

 

-¡Aún no ganamos!-gritó Albiore.

 

Esa declaración generó un cambio de actitud por parte de los guerreros quienes permanecieron en silencio.

 

-Esto solo es el comienzo.-Dijo Aioros.-Debemos reagruparnos, llorar y enterrar a nuestros muertos, reemplazar a los Caballeros caídos y prepararnos. Esto es solo una demostración puesto que la Guerra contra el Olimpo acaba de empezar.

 

-Chan, chan, chaaaan.-canturreó Albiore.


Editado por Macairo de Cancer, 10 agosto 2016 - 14:34 .

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Parte 1: La Misión Suicida Parte 2: El Regreso de Zeus


Parte 3: El Capítulo Final (Aún no escrito)


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Publicado 10 agosto 2016 - 16:27

Capítulo 3: Un nuevo patriarca

 

-Informe de bajas.-exigió Aioria de Leo mientras caminaba por el Santuario.

 

Este se encontraba en proceso de reconstrucción. Ante la imposibilidad de poder contratar albañiles y arquitectos, eran los mismo Caballeros quienes reconstruían el Santuario. Se podía ver a los lejos a soldados rasos llevando pilares, Caballeros levantando paredes, carretas con materiales siendo llevadas de un lugar a otro, etc.

 

-Un 20% de caídos en combate.-informó el soldado.-Un 5% eran Caballeros.

 

-Tenemos que reemplazarlos en cuanto antes.-dijo Aioria. Luego señaló con su dedo índice al soldado.-Que todo aspirante que se encuentre en condiciones de pelear que sea llamado a la batalla. Y por temas de necesidad, que los mejores de ellos sean ascendidos a Caballeros y entréguenles las Armaduras.

 

-¡Sí, señor!-dijo el soldado haciendo un saludo de visera y marchándose.

 

A lo lejos, Shura de Capricornio comenzó a dar órdenes.

 

-Bien, mis lobeznos, tienen que reparar el Coliseo aunque no sirva para nada.-decía Shura.-¡Rápido! ¡A todo gas!

 

Los soldados se marcharon cargando herramientas hacia el coliseo. Shura los observó orgullo mientras se marchaba. Detrás de él apareció Camus. Shura comenzó a llorar y se apoyó en el hombro de su compañero.

 

-Mis chalados con muchas curvas ya se hicieron grandes.-dijo con tristeza.

 

-Lo sé, Shura, lo sé.-le decía Camus mientras le daba palmadas en la espalda.

 

...

 

Estaban a las afueras del Santuario. Era una verde pradera repleta de tumbas de piedra cuyos epitafios rezaban los nombres de antiguos Caballeros que habían caído a lo largo de las Guerras Santas o que había muerto por causas naturales.

 

Una tumba estaba preparada para el Patriarca Shion quién había sido asesinado durante el ataque al Santuario. Todos los soldados, Caballeros y miembros del Santuario habían asistido a su entierro

 

-Hoy estamos aquí reunidos para despedirnos de un gran Caballero.-decía Atenea con tristeza.-Su sabiduría iluminará para siempre este Santuario, y su corazón estará siempre con nosotros y con las futuras generaciones. Ahora solo la paz guiará sus pa...

 

-Señorita Atenea.-dijo Babel de Centauro interrumpiendo el discurso.- ¿Sabía que a nosotros nos lanzan al infierno de los hielos por haber sido Caballeros de Atenea? ¿De qué “paz” habla?

 

-¡sos por toda la eternidad!-continuó Atenea, levantando la voz para opacar las palabras de Babel.

 

-Ahora solo falta que traigan el cajón...-dijo Milo.

 

12 minutos después :D

 

-¡Ahí vienen!-gritó un soldado malhumorado, señalando a lo lejos.

 

A lo lejos (valga la redundancia) venían cuatro Caballeros cargando el cajón: Albiore, Saga, Máscara de Muerte y Mu. Toda la multitud los observaba seriamente mientras los cuatro se acercaban.

 

-¿Dónde lo metemos?-preguntó Mu.

 

-¡En el hueco!-gritó Máscara de Muerte como si fuera obvio.-¿Acaso nunca enterraron a alguien?

 

Silencio absoluto. Nadie dijo nada por unos segundos. Máscara de Muerte palideció por un instante.

 

-No tengo ni idea de quién era el cadáver del otro día, jeje...-aclaró mientras forzaba una risa. Luego se puso serio-No sé de dónde sacaron que era mi suegra.

 

Y una vez aclarado esto, los cuatro Caballeros arrojaron violentamente el cajón al hueco. No solo cayó boca abajo si no que también sintieron como el cadáver de Shion se salió del cajón.

-Ya lo arreglamos.-dijo Mu mientras levantaba el cajón con su telequinesis.

 

No solo flotó hasta el aire si no que también logró depositarlo suavemente en el suelo. Luego levantó el cadáver de Shion el cual le cubría una mortaja. Sin embargo un asqueroso viento (by Eolo, dios del viento Trolleando) pasó y dejó al descubierto el rostro calcinado y desfigurado de Shion. Su lengua estaba afuera y sus ojos eran dos cuencas oculares en órbitas.

 

Atenea abrió los ojos de par en par. Mu palideció. La multitud gritó de horror. Sin embargo, Máscara de Muerte se le acercó y lo miró feliz.

 

-Shion, te ves muy bien amigo mío.-dijo mientras le tocó la frente con el dedo. Su rostro calcinado se volvió en parte polvo negro.-¡Éxtasis!-gritó mientras reía como un maniático.

 

-¡¿Acaso no saben enterrar a una persona sin hacer tanto desorden?!-preguntó uno de los ex consejeros de Shion.-¡¿Qué clase de padres fueron los que les dieron su educación?!

 

-Con mi viejo no se meta usted.-dijo Albiore molesto.-Ese hombre era lo más sabio que vi en mi vida, sus consejos me persiguen hasta el día de hoy…

 

 

Un niño rubio estaba jugando a los autitos mientras se encontraba sentado en el suelo. A su lado se encontraba un hombre adulto, rubio y de ojos celestes leyendo el diario. Estaba sentado sobre un sofá color esmeralda. La habitación tenía una ventana como única fuente de luz. Mientras el niño jugaba, otro mucho más mayor se le acercó al hombre.

 

-¡Papá! ¡Soy gay y tengo novio!-gritó y se marchó tranquilamente.

 

El hombre se quitó el diario de la cara dejando ver su largo bigote rubio. Luego se largó a llorar.

 

-Y yo que quería nietos.-dijo lamentándose.

 

-A mí me gustan las niñas.-dijo feliz el niño pequeño.

 

-Debí haber tenido más hijos…-siguió lamentándose el hombre.

 

-Papá…-dijo el niño acercándose.-Yo también soy tu hijo.

 

El hombre le pegó una cachetada al niño y lo miró de frente.

 

-¡Escúchame bien, extraño niño que se coló en mi casa! ¡Nunca tengas hijos, no sirven para nada!-le gritó.

 

 

-Qué gran hombre…-dijo Albiore en tono solemne, mirando al cielo.-Un completo modelo a seguir…

 

Mientras Albiore recordaba, Mu ya había depositado el cajón correctamente en su respectiva tumba.

 

-Ahora su gran amigo Dohko dirá unas palabras.-dijo Atenea mientras se apartaba.

 

Dohko apareció detrás. Tenía una botella de Chivas Regal en la mano derecha y una con Sake en la mano izquierda. Sus ojos denotaban cansancio mientras que sus piernas se tambaleaban al caminar.

 

-Hay Shion, Shion, Shion ¡Mi buen ameeeego!-gritó para después beberse completamente la botella de Sake y hacer el típico ¡Ah!-Shion, nunca olvidaré cuando nos conocimos. Éramos del mismo barrio. Yo me quería tirar a tu hermana y al final resultó que no tenías hermana, era un chango...-Y después largó una gran risotada.

 

-Qué linda historia...-observó Moses sarcásticamente.

 

-Y cuando nos hicimos lacayos de Atenea ¡Ah, qué día! ¡Nos emborrachamos hasta la noche y después salimos de put@s!-gritó mientras hacía ademán brindar y se bebía completamente la botella de Chivas Regal.

 

Luego de eso cayó al suelo y se largó a dormir.

 

-Supongo que eso es todo.-dijo Atenea llevándose una mano en la frente.

 

...

Los Caballeros se encontraban en la Sala del Patriarca (o lo que quedaba de ella). Habían escombros por todas partes, pilares derribados, ladrillos esparcidos, etc. La alfombra roja que cubría el suelo estaba desgarrada. La puerta tras la cual se accedía había sido derrumbada. La estructura estaba casi en completa ruina.

 

-Sin Shion estamos sin un general en esta guerra.-observó Albiore

 

-¿Quién debería reemplazar al Patriarca?-preguntó Cristal.

 

-Obviamente un Caballero digno con honor, valiente en el combate, sabio y justo.-dijo Saga con una mano en el pecho.-Osea yo...

 

-¡Ni hablar!-dijo Mu.-Yo soy el alumno y heredé casi todas sus habilidades.

 

-Si no me eligen entonces los traiciono.-dijo Camus.

 

Se armó una fuerte discusión en la Cámara del Patriarca. Los Caballeros Dorados se pelearon respecto a quién debería ser el sucesor de Shion.

 

-¡Silencio!-gritó Aioros.-La línea de sucesión marca exactamente quién tiene reemplazar al Patriarca si a este le sucede algo.-explicó solemnemente.

 

Un sirviente del Patriarca se acercó al Caballero Dorado de Sagitario y le entregó una lista.

 

-Según esta lista, quién debe ser el Patriarca es Dohko de Libra.-dijo finalmente.

 

Hubo cruces de miradas entre todos los espectadores, nadie se atrevía a decir nada.

 

-¿Qué sucede?-preguntó Cristal.

 

-Dohko de Libra fue enviado a defender el frente junto a un grupo de soldados.-explicó Shaka seriamente.-Convirtieron la aldea Rodorio en una base de avanzadas para defender los perímetros del Santuario.

 

-Entonces tenemos que salir a los pingazos para buscarlo y traerlo de vuelta.-dijo Albiore.

 

-En ese caso reúne un equipo y ve a buscarlo.-dijo Aioria.

 

-Ya nomás...-dijo Albiore sarcásticamente.-Iré yo solo...

 

Y sin decir nada más, Albiore se marchó.

...

 

-No tienes por que hacerlo solo.-dijo Aioros mientras caminaba al lado de Albiore.

 

Sagitario había alcanzado a Albiore durante el camino hacia la salida del Santuario. Este ya había sido reconstruido en un 83%, sin embargo aún faltaban levantar algunos edificios y reconstruir ciertas grietas.

 

-Perdí al chileno traidor, al chicano-decía Albiore mientras enumeraba con los dedos.-al miembro grandote y a muchos más. Y las latas doradas no se prenden para el quilombo, solo discuten por ser el patriarca.-dijo.

 

-Olvídalo.-le dijo Aioros mientras lo tomaba del hombro.-Te presento a tu nuevo equipo...

 

Y a pesar de las protestas de Cefeo, Aioros se lo llevó a rastras. Entraron a una especie de bar interno. La atmósfera era calurosa, muchas voces hablando, risas, gritos, etc. Aioros condujo a Albiore hasta una mesa ya ocupada y se sentaron.

 

-Albiore, te presento a Rafaelo.-dijo Aioros señalando al hombre que ocupaba la mesa.

 

Rafaelo tenía el cabello oscuro y largo. Era un hombre sucio, tal parecía que no se bañaba en semanas. Vestía una camiseta casual de color salmón y unos jeans con agujeros en la parte inferior.

 

-Rafaelo de Junini.-le respondió con voz grave mientras le extendía la mano a Albiore. Una mano repleta de hongos y uñas largas

 

Cefeo respondió secamente al saludo. Rafaelo esbozó una pequeña sonrisa la cual dejaba a la vista que tenía varios dientes amarillos, luego se hamacó en la silla y subió sus dos pies a la mesa.

 

-¿Qué Caballero eres tú?-preguntó Albiore.

 

-Un Caballero Sonota.-respondió Rafaelo.-Sin embargo estoy fuera de servicio debido a la cantidad de denuncias por borracheras, sobornos y todo los demás.-y luego de decir esto, frunció el ceño.-Bah, puras maricotas estos burócratas. Es obvio que me tienen envidia...

 

Tomó una botella de vidrio que tenía sobre la mesa y la vació hasta el fondo.

 

-Aunque no parezca muy agradable...-dijo Aioros susurrándole en la oreja a Albiore.-Él tiene un gran corazón y es un excelente Caballero. Inclusive se dice que la Cadena de Andrómeda no le atacaría a pesar de que se lo ordenes.

 

-Ya veo...-dijo Albiore mientras veía como Rafaelo bebía como cerdo hasta el fondo. Luego eructó.

 

-¿A que se debe su visita?-preguntó Rafaelo.

 

-Albiore está buscando gente para su misión.-respondió Aioros señalando al Caballero de Plata. Este se molestó por eso.

 

-Se ve que estás muy desesperado como para venir a buscarme, rubiecito.-dijo Rafaelo mientras se reía.

 

-Mirá flaco, no fue idea mía.-le dijo en tono desafiante Albiore a Rafaelo.-Igual nos acabamos de conocer ¿Como sé que eres de confianza?

 

-Por que en verdad lo es.-dijo otra voz.

 

El Caballero de Cristal había aparecido sin que nadie se de cuenta y ya estaba ocupando una cuarta silla en la mesa.

 

-¡Pero si es el compa de Cristal!-exclamó Rafaelo.

 

Tanto el Caballero de Junini como el de Cristal chocaron los puños a modo de saludo.

 

-Sé que esta vez quieres hacerlo solo.-comentó Cristal a Albiore.-Sin embargo no te lo voy a permitir, soy tu amigo y los amigos no dejan solos a sus compañeros cuando más lo necesitan.

 

-Y yo también iré por que hace mucho que no hago trabajo.-dijo Rafaelo crujiendo los puños.

 

-Tengo un mal presentimiento sobre esto...-se quejó Albiore a modo de lamento.

 

-Entonces me retiro por el momento, tengo trabajo que hacer.-dijo Aioros marchándose.-Buena suerte Albiore, patea muchos traseros por mi.

 

-Entonces vamos.-dijo Cristal.

 

Los tres Caballeros se incorporaron y comenzaron a marcharse.

 

-¡Oye! ¡No pagaste la bebida!-gritó el dueño del local, un hombre calvo y gordo, a Rafaelo.

 

-¡Esa basura estaba rancia y podrida!-exclamó Rafaelo indignado.-Ni muerto pagaría por algo como eso.

 

-¡Eso tiene fácil arreglo!-gritó el dueño del local.-¡A él!

 

Un grupo de soldados rasos se lanzó a para intentar retenerlo. Pero Rafaelo tan solo lanzó una ráfaga de aire con su mano y los mandó a volar.

 

-Ya podemos irnos.-afirmó alegremente.

 

...

 

Los tres Caballeros corrieron por el campo. El Santuario ya se encontraba atrás y podían divisar la Aldea Rodorio a lo lejos. Rafaelo vestía una Armadura color amarillo la cual cubría aceptablemente sus pies, sus rodillas, sus manos, el antebrazo, los hombros, el pecho, la cintura y la cabeza. Sobre su cabello mugriento y lleno de caspa había una diadema amarilla.

 

-Miren allí.-dijo Cristal señalando al cielo.

 

En efecto, un grupo de Arpías comenzaba a descender desde las alturas. Albiore blandió con fuerza su AK-47 y se ubicó en la cabecera del trío. Cristal aún conservaba su MP5. En el caso de Rafaelo, le habían entregado un par de Berettas 9mm hechas de Bronce. Entraron al pueblo el cual había sido reforzado con trincheras alrededor. También habían levantando paredes por todo el pueblo para que la única entrada sea la central, una estrategia solida si no fuera por que sus enemigos eran bestias aladas.

 

Para combatirlos con la mayor efectividad, Dohko había ordenado que todos se subieran a los tejados de la aldea. Los soldados del Santuario ya se les había permitido portar armas a distancia ante la imposibilidad de mantener una lucha de igual a igual contra un grupo de Arpías. Por lo tanto utilizaban cañones de largo alcance para derribar a sus enemigos. Producían un sonido tan estruendoso que le rebotaría los tímpanos a cualquiera. Una vez que derribaran a todas las Arpías posibles, era hora de enfrentarlas directamente.

 

-¡Desenvainen!-gritó Dohko, ordenando a sus soldados que saquen las armas cuerpo a cuerpo.

 

-¡Desenvainen!-repetían la orden los Caballeros de Plata y Bronce que se encontraban junto a Dohko, entre ellos Shiryu de Dragón.

 

Los soldados sacaron lanzas e intentaron picar a las Arpías. Cuando estas se acercaban más de lo debido, un Caballero se encargaba de defenderlos y protegerlos.

 

Pronto llegaron Albiore y los otros al campo de batalla. Había quizás un par de bajas, la dirección de Dohko era magnificamente efectiva y permitía obtener la menor cantidad de bajas posibles. Sin embargo nadie se quejó de la aparición del trío de Caballeros con sus armas de fuego las cuales fueron de gran ayuda para vencer la batalla. Una vez terminado el encuentro, Dohko bajó del tejado para reunirse con los recién llegados.

 

-Albiore de Cefeo.-dijo Dohko mirando de arriba a abajo a su "invitado".-¿Qué asuntos te traen por aquí?

 

-Dohko de Libra.-dijo Albiore haciendo un saludo de visera. Dohko le devolvió el saludo.-No voy a flashear mucho, fuiste elegido Patriarca y se te ordena regresar inmediatamente al Santuario para dirigir la Guerra Santa.

 

Hubo murmullos entre los hombres de Dohko. Este los miró a todos y luego volvió hacia Albiore.

 

-La Guerra Santa está aquí.-dijo seriamente señalando el pueblo.-Mi deber es dirigir a mis hermanos hacia la victoria.

 

-Y todos respetamos eso.-afirmó Cristal.-Pero si no reemplazamos al Patriarca con alguien competente, esta será una guerra muy corta.

 

-No tengo madera de Patriarca.-dijo Dohko.-Soy un soldado, simplemente lucho al frente.

 

-No se puede pedir más.-dijo Albiore.-Necesitamos a un Caballero como tú, Dohko. En mi juicio, todos no eran más que unos burócratas que intentaban mirar hacia otro lado. Vos en cambio conocés el infierno por ti mismo, serías perfecto para esto.

 

Esa última declaración convenció a Albiore quién se llevó una mano a la frente pero aceptó a regañadientes.

 

-Pero no puedo abandonar a los míos.-dijo al fin mientras los veía descansar. Los Caballeros asistían a los soldados heridos.

 

-Yo me ocuparé de eso.-dijo Saga de Géminis quién también había llegado.-Tu ya cumpliste tu ciclo, viejo oxidado. Ahora permite la diversión a los más jóvenes.

 

Dohko se río nerviosamente y asintió. Tardó unos minutos en despedirse de sus tropas para luego dirigirse con Albiore y los otros quienes se encargarían de escoltarlo.

 

...

 

-Tardaré en acostumbrarme a esto.-se quejó Dohko con la ropa de Patriarca puesta, en la Sala del Patriarca la cual estaba en proceso de reconstrucción.

 

-¿Cual será su primer movimiento?-preguntó uno de los consejeros del Patriarca.

 

Dohko miró hacia Albiore.

 

-Ya está más que claro que no podemos ganar esta Guerra Santa solos y de forma convencional.-sentenció.

 

-¿Y que quieres que haga entonces?-preguntó Albiore.

 

-Puede sonar descabellado...-comenzó a decir Dohko.-Pero necesitamos pactar una alianza. No nos veo ganando sin los 108 espectros de nuestro lado...


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Parte 1: La Misión Suicida Parte 2: El Regreso de Zeus


Parte 3: El Capítulo Final (Aún no escrito)


#4 Nemesis_Venganza

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Publicado 10 agosto 2016 - 18:52

No te dejé comentario en el anterior, pero aprovecho ahora. Entré para ver qué onda y me gustó, hacen falta las parodias para relajarse un rato y la tuya está bien original y entretenida. Genial que usaras a Albiore, para variar un poco de los clásicos protagonistas. Voy a estar pendiente de tus actualizaciones.

 

Saludos  :smile5:


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Publicado 11 agosto 2016 - 19:49

Primero que nada, gracias por el aguante, Nemesis. Me alegro que te gustara esta babosada producto de un par de copas y una bolsita de merca  ^_^

 

Capítulo 4: Negociaciones

 

El gran dios Zeus se encontraba flotando en medio del universo. A pesar de que la inmensidad de la galaxia parecía "someter" todo a su alrededor, tal parecía que el dios del Relámpago trascendía la propia existencia del espacio. Las estrellas brillaban por sí solas, Zeus desprendía su propio resplandor. Los planetas, a pesar de ser "independientes", eran parte del universo, ley que no se aplicaba en Zeus. Sus pensamientos giraban en torno a las situaciones contemporáneas: La guerra.

 

Durante este tiempo de meditación, el rey del Olimpo regresó a su "dimensión celestial" cubierta de nubes y en donde los rayos de sol eran la principal fuente de iluminación. Se mantuvo de pie durante unos instantes, luego se sentó sobre su trono y siguió mirando hacia la nada.

 

-¿Qué noticias traes?-preguntó Zeus.

 

A pesar de que nunca se presentó formalmente, nada se les escapaba a este ser. En efecto, detrás suyo apareció un ángel. Quizás alado como en las culturas del Cristianismo, pero esas alas no eran más que parte de su Armadura, una que parecía ser plata pero que no lo era. Más que nada era un mineral resplandeciente y magnífico. Debajo llevaba una túnica blanca. Su cabello era negro y sus ojos completamente grises. Camino hacia Zeus y le dedicó una reverencia.

 

-Mi señor, acabé con el Patriarca tal y como me lo ordenó.-dijo el "Ángel".-Sin embargo, los centinelas informaron de que ha sido reemplazado.

 

-Eso no importa por ahora, tenemos mayores preocupaciones.-dijo Zeus sin mirarlo siquiera.

 

-Quizás un ataque frontal bastará.-afirmó el "Ángel".

 

-Aunque los ocho dioses ataquemos el Santuario, las pérdidas serían severas.-le explicó Zeus.-Luego de Atenea seguirán Poseidón y Hades, quiero reservar mi ejército para cuando llegue el momento. Y hablando de el momento...

 

Zeus abrió los ojos de par en par y en frente suyo apareció una gran esfera de luz la cual pronto tomó forma y se materializó en una especie de proyector. Este mostró lo que parecía ser un video. En él se podía ver a Albiore de Cefeo.

 

-Cuídate de él.-le dijo Zeus.-Este individuo se llama Albiore de Cefeo y sin que lo sepa se ha convertido en el "haz bajo la manga" de su ejército.-le explicó.

 

-Es un simple mortal.-se quejó el ángel.

 

-No lo subestimes.-le reprochó Zeus sin levantar la voz.-Si él y tú se enfrentaran ni yo podría predecir el resultado.-Zeus chasqueó los dedos y el proyector desapareció.-Repórtate en el Santuario de Apolo, allí discutiremos los términos respecto a tu próxima misión.

 

Y sin decir nada más, Zeus desapareció dejando solo al ángel. Este fue invadido por un gran sentimiento de cólera y furia respecto a la humillación que acababa de sufrir por su propio dios.

 

-Te mataré, Albiore.-pensó furioso.-Te torturaré de mil maneras diferentes que incluso suplicarás que te de muerte antes de tu desgraciado final ¡Ya lo verás!

 

...

 

-¡Achus!-dijo Albiore mientras estornudaba.

 

-¿Te refriaste?-preguntó Cristal.

 

-Na, solo se me hace que algún bld me nombró hace un momento.-dijo Albiore sin darle importancia al asunto.

 

La Colina de las Estrellas, Star Hill. Es una colina alta que más que nada parece un cilindro o un gran pilar, generando ciertos rumores de que en realidad fue tallada por los antiguos Caballeros de Atenea de la Era Mitológica. En un sector restringido al que solo el Patriarca y Atenea pueden acceder. Allí el patriarca lee las estrellas y predice el futuro de las Guerras Santas.

 

Aunque como se aclaró anteriormente, el sitio es restringido, Atenea y el Patriarca pueden hacer ciertas excepciones con su autoridad. Esa es la principal razón por la cual Albiore, Cristal, Rafaelo, Aioros, Shaka y Shura habían sido invitados. En este caso se usaría Star Hill como un "punto neutral" entre los ejércitos de Hades y los de Atenea los cuales llevan milenios enemistados pero ante el peligro de una mayor amenaza, deberán olvidar sus diferencias aunque sea por una sola vez y forjar una alianza para combatir juntos a los enemigos del Olimpo.

 

-Pronto llegarán los embajadores.-dijo Dohko.

 

-¿Embajadores?-preguntó Rafaelo confundido.

 

-Hades no se presentaría así sin más en territorio enemigo.-explicó Shaka quién mantenía los ojos cerrados.

 

La oscuridad de la noche era amortiguada por un grupo de antorchas que iluminaba Star Hill. Estas se encontraban colocadas en varios pilares los cuales formaban un "círculo" juntos. Dentro del círculo había un suelo de baldosas, y en el centro se encontraba una pequeña mesa de madera con forma redonda. Ese sería el punto neutral entre ambos ejércitos.

 

Pasaron unos cuantos minutos y nadie decía nada puesto que se encontraban nerviosos por haber invitado al eterno enemigo del Santuario a una reunión para asegurar una tregua. Luego de un tiempo, sintieron un ruido proveniente de los arbustos de Star Hill, fuera del círculo principal.

 

-¡Allí!-gritó Cristal.-¡Han mandado espías!

 

Y sin decir nada más, Cristal utilizó su polvo de diamantes y congeló aquel punto de donde provenía el ruido así como su alrededor. Luego de un par de segundos salió un hombre de él. Era Rafaelo quién temblaba exageradamente.

 

-¡Fu fu fui a ca ca ca cag@r!-decía mientras intentaba calentarse con sus brazos, en vano.

 

Y luego cayó al suelo ante el asombro de Cristal. Los siguientes minutos, Cristal encontró algo que hacer mientras intentaba descongelar a Rafaelo.

 

-Tal parece que no vendrán.-dijo Dohko cansado de estar parado.

 

-Fue una pérdida de tiempo.-se quejó Atenea.

 

Cuando ya estaban por ordenar que todos los presentes se marchen, un grupo de sombras cayó del suelo. Estas adoptaron forma una vez que tocaron la superficie: Un grupo de hombres encapuchados hicieron gala en Star Hill.

 

-Por fin aparece.-dijo Dohko con seriedad.

 

-Perdonen pero a alguien se le olvidó ir al baño antes de venir.-dijo el Cabecilla de los encapuchados mientras observaba a uno de sus compañeros.

 

-Que ironía...-dijo Cristal quién seguía intentando descongelar a Rafaelo.

 

-De todas formas, recibimos su mensaje.-dijo el Cabecilla dando unos cuantos pasos hacia Dohko.-Al principio creímos que nos atacaban. Luego nos dimos cuenta que habían mandado a un solo Caballero con cara de payaso así que reflexionamos y llegamos a la conclusión de que no se trataba de ningún ataque.

 

-¿Y qué hicieron con el Caballero?-preguntó Dohko asustado.

 

El cabecilla chasqueó los dedos. Dos de sus compañeros se aproximaron hacia dentro del "círculo" y arrojaron a Jamian de Cuervo. Este tenía marcas de suelas de zapatos por toda la cara. Su Armadura estaba destrozada y tenía moretones en todo el cuerpo.

 

-Me dijeron que era una misión de paz.-dijo Jamián llorando.

 

-Por poco esto se va al caraj@.-dijo Dohko mientras se tapaba el rostro con su mano derecha.-Mínimo podrían presentarse formalmente.-les reprendió con seriedad.

 

Los espectros se dieron a conocer: El Cabecilla era Rhadamanthys de Wyvern, el resto eran Niobe de Deep, Myu de Papillón, Giganto de Cíclope, Raimi de Gusano y curiosamente Caronte de Aqueronte.

 

-¡Caronte!-exclamó Albiore sorprendido.

 

El espectro le saludó con una mano. Rhadamanthys dio unos pasos hacia a Dohko y Atenea junto a sus compañeros.

 

-¿Y bien?-preguntó.-¿Es cierto que quieren una tregua con nuestro ejército?

 

-Hades ansía la tierra.-le explicó Dohko sin temor.-Si los dioses Olímpicos se apoderan de ella, le veo difícil para Hades el poder conquistarla y quedársela en un futuro próximo.

 

Esa respuesta dejó sin habla a los espectros.

 

-Eh...-quiso decir Rhadamtnhys pero se tragó sus palabras.-Buen punto.-dijo por fin, abatido.

 

-Una alianza entre los 88 Caballeros de Atenea y los 108 espectros de Hades sería muy provechosa para ambos bandos.-siguió diciendo Dohko como todo un profesional.-Podemos aportar recursos, armas bendecidas, bases en la superficie, soldados...

 

-Y además...-estaba por decir Atenea.

 

-¡Cállese que solo la va a cag@r!-le gritó Dohko inmediatamente, provocando una reacción de sorpresa a Atenea quién quedó completamente muda. Luego Dohko volvió con los espectros.-Cómo decía... Ustedes a cambio podrían concedernos el apoyo de sus tropas, bases de operaciones en el Inframundo dándonos una alternativa por si cae el Santuario, efectivos y la cooperación de los dioses Gemelos.

 

-Una propuesta interesante.-dijo Rhadamanthys luego de una pausa de meditación.-Sin embargo yo no tengo la respuesta final.

 

Y cómo si estuviera esperando el mejor momento para presentarse, una última figura apareció en el cielo y cayó directamente frente a los embajadores espectros. Era una figura la cual parecía conformada por una sustancia gaseosa de color negro petróleo. Pronto tomó forma y se convirtió en un alto hombre que vestía una Armadura Sapuri.

 

Su cabello era negro y muerto, su piel era tan pálida que cualquiera la confundiría con un cadáver que lleva varias horas muertos. Aún así sus ojos eran brillantes y vivos, se asemejaban más que nada a un pozo sin fondo. Hades salió del humo negro y comenzó a toser. Niobe y Myu le dieron unas cuantas palmadas en la espalda.

 

-Estoy bien, gracias.-dijo mientras les dedicaba un fuerte abrazo a ambos.

 

-Para eso estamos, Had.-dijo Myu felizmente.

 

-¡Me está asfixiando, j@der!-gritó Niobe quién se retorcía. Sus ojos estaban a punto de desprenderse de su cara.

 

Hades los soltó a ambos y volvió con Atenea

 

-Atenea...-dijo cruzando su mirada con la diosa de la Guerra.

 

-Hades...-dijo Atenea devolviéndole la mirada.

 

-Libramos una batalla eternamente...-dijo tranquilamente Hades.-¿Y ahora tienes el descaro para pedir mi ayuda?

 

-No olvides como comenzó esta batalla.-dijo Atenea en tono reprocheante.

 

-Jamás olvidaré ese día...-dijo Hades quién abría sus ojos lentamente, como una expresión de furia

 

Hace 10000000000000000000000000000000 años :)

 

Los doce dioses Olímpicos estaban en el Olimpo (valga la redundancia) reunidos, se encontraban en una estructura de mármol pálido discutiendo. Zeus se encontraba en el medio, el resto formó un círculo alrededor de él.

 

-Ahora nos repartiremos el mundo.-dijo Zeus.-Yo me quedaré con el cielo. Hera representará el matrimonio, Poseidón se queda con los mares, Apolo con el sol.

 

-¡Vamos, caraj@!-gritó Apolo apretando el puño.

 

-Artemisa con la luna.-prosiguió Zeus.-Hermes será el dios del comercio.

 

-Que forma de decirte que no sirves para nada...-dijo Hermes molesto.

 

-Démeter será la diosa de la maternidad y de las estaciones del año.-dijo Zeus señalando a su hermana.-Hefesto será el dios de los herreros, Ares el dios de la Guerra y Afrodita la de la belleza. Eso nos deja con Atenea y Hades.

 

Ambos dioses se miraron fijamente. Hubo una fuerte tensión en el ambiente.

 

-Atenea será la diosa de la Guerra.-explicó Zeus.-Sin embargo ya le dimos ese puesto a Ares así que le daré la oportunidad de que obtenga algo más.

 

Levantó un dedos y proyectó dos mundos: La tierra y el Inframundo.

 

-Haremos una competición.-dijo Zeus.-El que gane se quedará con la superficie de la tierra, el que pierda entonces el Inframundo.

 

-Esto se decidirá rápidamente.-dijo Hades seriamente.

 

-Lo mismo digo.-dijo Atenea.

 

Ambos se miraron fijamente por un largo tiempo hasta que hablaron al unísono:

 

-¡Piedra, papel o tijera!-gritaron ambos. Mientras jugaban al juego.

 

Los demás dioses los vieron competir. A Hefesto se les caían las gotas de sudor.

 

-¡Que pelea tan excepcional!-dijo Artemisa.

 

-Hace mucho que no veo un combate tan terrible.-observó Ares.

 

Hasta el momento les había tocado lo mismo a ambos: Piedra, Tijera, Papel, Piedra, Tijera, Tijera, Piedra, Papel...

 

-Bien...-pensaba Hades.-Ahora usaré Tijera y ganaré este encuentro.

 

Sin embargo, al apoyar su mano sobre la palma, esta se quedó estática como si fuera un puño (piedra) y no se movió. Atenea en cambio la abrió completamente a su mano (papel). En realidad ella había utilizado telequinesis para que Hades fallara.

 

-Atenea se queda con la tierra.-dijo Zeus triunfal.

 

Todos los dioses aclamaron el encuentro. Todos menos Hades quién se enfureció mientras se marchaba.

 

-Algún día la tierra será mía.-dijo molesto.-¡Solo espérame, Atenea!

 

Volviendo al presente :)

 

-Algún día.-repitió Hades.

 

-Sí.-dijo Atenea quién había cerrado los ojos para volver a abrirlos.-Aquella fue la primera Guerra Santa...

 

-Por eso me niego a ayudarte.-le dijo Hades quién tenía su espada en manos.-Mejor ¿Porqué no resolvemos esto de una vez?-preguntó.

 

-Sabía que llegaríamos a esto...-dijo Atenea mientras sacaba el báculo Nike y se preparaba para pelear.

 

En ese preciso instante, el cielo se aclareció. Hades y Atenea se sorprendieron y miraron a su alrededor. Los demás integrantes hicieron lo mismo. Se escuchó el sonido de un trueno cercano. Pronto pudieron ver en el cielo como un gran relámpago se acercaba hacia ellos. Este chocó directamente en Star Hill y provocó una luz enceguecedora. Todos los presentes se taparon el rostro. Cuando pudieron volver a ver, en donde cayó el rayo estaba el dios Zeus.

 

-¡Padre!-gritó Atenea sorprendida.

 

-¡Tú!-gritó Hades señalándole con el dedo índice.

 

-Vengo a ofrecerles un trato.-dijo Zeus tranquilamente.-Les ofrezco rendirse pacíficamente y entregarnos la tierra a nosotros los dioses.

 

-¿Y si no, qué?-preguntó Hades.

 

Zeus hizo una pausa. Luego abrió los ojos de par en par mientras miles de relámpagos aparecían detrás suyo.

 

-Pueden considerarse prematuramente muertos.-respondió Zeus cuya voz resonó.

 

Esta respuesta molestó bastante a Hades quién le apuntó con la espada.

 

-Puede ser que me consideran lo más bajo entre los dioses.-dijo Hades molesto.-Sin embargo jamás seré un violador en serie, un desquiciado y vengativo como tú ¡El que puede darse por muerto eres tú! ¡Te declaró la Guerra Santa, hermano menor!

 

Albiore vio sonreír a Zeus por primera vez.

 

-Que así sea.-dijo.-Olimpo contra el Inframundo, es obvio saber quién ganará.-Y antes de marcharse, Zeus vio a Albiore entre la multitud.-Albiore, eres un gran soldado ¿Porqué no te unes a mí y diriges mis ejércitos hacia la victoria?

 

Albiore dio un paso adelante hacia Zeus. Luego se detuvo y escupió sobre el suelo. Allí mismo piso no una si no once veces.

 

-Digamos que ese girio eras tú.-dijo Albiore sonriendo.-Quizás te ayudé anteriormente pero ahora me dedicaré a buscar la forma de destruirte.

 

Zeus comenzó a desvanecerse. Había recuperado su expresión seria otra vez.

 

-Solo te lo advertiré una vez.-dijo Zeus en tono de advertencia (más parecía de amenaza) mientras le señalaba con el dedo índice de la mano zurda a su viejo "aliado".-No te metas en mis planes, Albiore.

 

-Intentaré no lastimarte mucho, viejo amargo.-respondió Albiore sonriendo aún más.

 

Zeus frunció el entrecejo y se marchó. Luego de que se marchara, todos los presentes quedaron en silencio por un pequeño tiempo.

 

-Atenea...-dijo Hades rompiendo el silencio.-Como ya te lo dije anteriormente, no tengo intención de aliarme a ti. Pero solo por esta vez suspenderé nuestro conflicto.

 

-¿Qué quieres decir?-preguntó Atenea.

 

-No me aliaré a ti.-volvió a repetir Hades.-No quiero que te metas en esto ¡Es asunto entre Zeus y yo!-declaró Hades y se marchó rápidamente.

 

Pronto todos los espectros lo siguieron.

 

-Fue un fracaso.-dijo Dohko finalmente.-Debí imaginar que dos ejércitos como los nuestros jamás se unirían en estas circunstancias.

 

-Dale tiempo.-dijo Atenea.-Pronto se dará cuenta que solo juntos podemos vencer a mi padre.

 

...

 

-Miremos el lado positivo.-dijo Cristal.-Aunque Hades no se unió a nosotros, por lo menos suspendimos nuestra batalla contra el dios del Inframundo.

 

Estaban de nuevo en la sala del patriarca, Dohko ocupaba su asiento.

 

-Eso no es muy alentador.-dijo Dohko molesto.

 

En ese preciso instante, Mu llegó con un hombre que agarraba por el cuello. Este vestía una Armadura simple pero no de Caballero, más que nada parecía ser la de un soldado de bajo nivel. No eran como la de los soldados rasos del Santuario, esta llevaba cuernos en su casco.

 

-Intercepté a este individuo mientras intentaba cruzar por mi casa.-explicó Mu.

 

El individuo se soltó de Mu y se arrodilló frente a Dohko.

 

-¡Ayúdenos, por favor!-dijo.

 

-¡¿Qué sucede?!-preguntó Dohko asombrado.

 

-La Guerra.-dijo tartamudeando el desconocido.-El norte está en crisis ¡La Guerra llegó a Asgard!

 

...

 

Albiore se preparaba junto a Cristal y Rafaelo. Se encontraban en la Sagrada Armería.

 

-¿Quieres obtener el apoyo de los dioses Guerreros?-preguntó asombrado Aioros.

 

-Tenemos chances ahora que están en un quilombo bárbaro.-explicó Albiore.-Además no pienso volver solamente con los dioses Guerreros.

 

Aioros intentó captar el mensaje. Luego se percató hacia donde apuntaba Albiore.

 

-¡Poseidón!-gritó Aioros.-¿Odín y Poseidón? ¿Crees que funcionará?

 

-Tenemos que empezar a cooperar.-dijo Cristal apoyando a Albiore.-Si los ejércitos de la tierra no se reúnen ahora, perderemos todos por separados. Pero si estamos juntos entonces tendremos una pequeña posibilidad.

 

Aioros sonrió.

 

-Solo tú puedes conseguir algo así.-le dijo a Albiore.-Ven, quiero mostrarte algo, será mi última ayuda directa hacia ti.

 

Aioros condujo al trío de Caballeros por el Santuario. Llegaron hasta uno de los Coliseos y entraron en él. 

 

-Mira hacia allí.-le dijo Aioros a Albiore.

 

Cefeo miró hacia tal dirección. Lo que vio lo dejó asombrado: Era la Aryan Knight.

 

-¡Pensé que quedó hecha bolsa después de la batalla en Marte!-exclamó Albiore.

 

-La repararon.-dijo Aioros.-Es todo tuya otra vez.

 

-Aioros...-dijo Albiore agachando la cabeza.-¿Porqué confías tanto en mi?-preguntó.

 

-Entrenabas a varios alumnos en la Isla Andromeda.-explicó Aioros.-Cuando Milo les atacó, ellos no dudaron un instante en pelear por ti. Cuando nos reuniste para la Misión Suicida todo parecía indicar que no volveríamos pero ahí estábamos todos siguiendo tus órdenes. Eres un líder natural aunque no te des cuenta de ello.

 

-Soy un flaco cualquiera.-le respondió Albiore.-Cualquier bld podría hacerlo.

 

-Pero vos sos nuestro "bld".-le dijo Aioros.-Sé que lo conseguirás, amigo mío.

 

Albiore también sonrió. Aioros le extendió la mano y Albiore se la estrechó.

 

-Buena suerte.-le deseó Aioros.

 

-Espérenme.-dijo Albiore.-Prometo traer al ejército de Asgard y Poseidón aunque me cueste la vida.

 

Y dicho eso, los tres Caballeros abordaron la Aryan Knight la cual despegó un tiempo después hacia su próxima aventura.


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Fanfic parodia: "Saint Effect"

Parte 1: La Misión Suicida Parte 2: El Regreso de Zeus


Parte 3: El Capítulo Final (Aún no escrito)


#6 Macairo de Cancer

Macairo de Cancer

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Publicado 13 agosto 2016 - 17:31

Capítulo 5: Varados en la Isla de la Reina Muerte

 

Era una gran atalaya en el cielo. Quizás su altura sea cercana a los 10.000 millones de metros, realmente eso no importa y ha decir verdad nunca importó. En lo alto había una gran plataforma de mármol blanco, brillante como las estrellas. Esta tenía forma de círculo y a su alrededor habían una docena de pilares que sostenían el techo el cual estaba hecho del mismo material que el suelo. La estructura se asemejaba a Star Hill solamente que mantenía una una apariencia más cuidado y benevolente.

 

La atalaya no tenía paredes, tan solo los pilares. Detrás de estos se vislumbraba el cielo: Plata brillante. No era como el color "celeste" del cielo terrestre, parecía ser otra dimensión. Sobre la plataforma habían doce asientos: Tan solo ocho estaban ocupados por los dioses del Olimpo que aún quedaban.

 

-Hades no es una preocupación.-dijo Apolo. Su cabello rojizo danzaba sobre su cabeza como si fuera una antorcha viviente.

 

-Siempre has sido arrogante, hermano menor.-le advirtió Artemisa quién se hallaba en frente suyo. Su cabello brillaba como la luz de la luna.-Quizás seas el segundo detrás de nuestro padre pero eso no significa que seas todo poderoso.

 

-Ya basta.-ordenó Zeus imperiosamente.

 

Apolo y Artemisa se callaron. Sus ojos penetrantes se colocaron en dirección a Zeus. El dios del Relámpago le cedió la palabra a Hermes.

 

-El Inframundo está bien defendido.-observó.-No cualquiera entra allí con vida. Y no nos vamos a arriesgar a un ataque frontal, uno de nosotros podría morir. Sabemos muy bien de lo que Hades es capas.

 

-De cobardía has hablado.-le insultó Demeter.

 

-Mira quién habla.-le respondió Hermes molesto.-No olvides que la perra de tu hijita es la esposa de Hades ¿Eres tan buena con tu cuerpo como lo eres con tus palabras.

 

A Demeter le brillaron los ojos, el dios Hermes respondió a esa provocación ya que sus ojos también se iluminaron. El cielo cambió de plata a un vacío negro y siniestro. La tensión se sintió por toda la estructura aunque a los demás dioses esto parecía no importarles en lo más mínimo.

 

-No sean ridículos.-dijo Afrodita sin levantar la voz.-No es momento de empezar una Guerra entre dioses Olímpicos.

 

Hermes y Demeter volvieron en sí lentamente. La atmósfera se equilibró también y todo regresó a la normalidad.

 

-El ataque de las Arpías fracasoó.-dijo Hera una vez que la confrontación entre Hermes y Demeter terminara.-El grueso de nuestro ejército no fue suficiente, estos Caballeros de Atenea son más resistentes de lo que pensábamos.

 

-Yo aconsejé desde el principio atacar con toda nuestra potencia.-le dijo Apolo a Hera.-La estrategia de padre para no desgastarnos por el miedo a una posible amenaza es inaudita.

 

La sombra de Apolo aumentó su tamaño hasta alcanzar proporciones gigantescas. Su crecimiento solo fue detenido por el de su padre Zeus el cual le sobrepaso en un instante. Apolo estaba por reclamar pero ahogó sus palabras y evitó otra discusión con su padre.

 

-Yo voto por seguir la estrategia planteada.-dijo Hefesto rascándose su barbilla. Era quizás el único dios presente que era "feo", su cabello largo no tenía el aspecto cuidado de sus compatriotas. Por otra parte su barba era más larga y andrajosa que la de Zeus. Por si fuera poco, su atuendo estaba desgastado, de este se asomaba una gran hinchazón en su barriga. Era un dios obeso y bajo. Por no hablar de que era en parte calvo.-Zeus raramente se equivoca. Si continuamos presionando y cortando sus lineas de suministros, esta guerra no se extenderá más de lo previsto.

 

Zeus le hizo una reverencia a su compatriota quién se la respondió. Artemisa lo observó con aprobación para después ver a su hermano Apolo quién no podía esconder su mirada de desprecio a Hefesto. Quizás se trataba de la diferencia de edad, sin embargo era evidente que Hefesto era más racional y cuidadoso en comparación al gran dios del sol. Quizás Zeus percató esa cólera irracional de su hijo hacia el dios de los herreros.

 

-¿Porqué no pruebas tu valía?-le preguntó Zeus a Apolo.

 

Zeus volvió a generar un proyector y les mostró a todos los presentes el rostro del dichoso Caballero de Plata.

 

-Su nombre es Albiore de Cefeo.-explicó Zeus.-Es un Caballero de Atenea. A pesar de ser tan solo un mortal, pudo vencer a Ares después de que nos traicionara y planeara invadir la Tierra por sus propios medios.

 

Todos los presentes lo miraron con curiosidad.

 

-Sus capacidades de liderazgo son excelentes.-afirmó Zeus.-Sus habilidades en el combate lo vuelven en un prodigio entre su clase, los Caballeros de Plata. Si lo dejamos con vida puede llegar a resultar muy perjudicial para nosotros a largo plazo.-luego se dirigió a su hijo otra vez.-¿Qué dices? ¿Puedes encargarte de él?

 

-Es un simple mortal.-se quejó Apolo.-Quiero luchar contra los dioses gemelos.

 

-Lucharás contra Albiore.-dijo Zeus imperiosamente.-Y es una orden. Si te opones a una orden directa entonces la tomaré como traición.

 

Luego continuaron hablando sobre estrategias y futuros planes. Una vez terminado el concilio, todos los miembros se marcharon excepto Apolo quién había dejado de participar en la conversación para tan solo meditar. Cuando terminó de pensar, creó unas escaleras espirituales al frente suyo y "subió" a su Santuario Personal.

 

-Flaios.-llamó.

 

Detrás suyo apareció un guerrero que vestía una Armadura que se asemejaba a la de un sol: Esta desprendía una luminosidad enceguecedora. Estaba compuestas por hombreras, una diadema, rodilleras, pectorales, un gran cinturón con el emblema del Sol grabado en él, muñequeras, protección en los brazos y antebrazos, y botas. Las hombreras venían atadas con una capa.

 

-Aquí estoy, su majestad.-se presentó.

 

-Busca al Caballero de Plata Albiore de Cefeo.-le ordenó Apolo.

 

-¿Y qué hago cuando lo encuentre?-preguntó tranquilamente Flaios.

 

-Evita contacto directo.-le respondió Apolo.-Simplemente ven conmigo e infórmame sobre su paradero. Pero si tu vida corre peligro, tienes permiso para actuar.

 

-Así lo haré señor.-respondió el guerrero del Sol. Para después desaparecer.

 

...

 

-A ver si lo entendí bien.-dijo Milo en la sala del Patriarca a Dohko.-Lo acusan de traidor, ayudó a Zeus, golpeó a un soldado del santuario y encima utilizó armas prohibidas ¿Y lo mandas con todos los honores a una misión de paz?

 

-Sí.-respondió Dohko tranquilamente.

 

-En verdad eres el put@ amo.-dijo Milo asombrado.

 

-Lo sé.-respondió Dohko con suma naturalidad mientras se colocaba un par de lentes oscuros.

 

Milo le dio la espalda al Patriarca y se puso a merodear por la sala.

 

-¿Sabes? Yo lo maté.-comentó Milo.

 

-Nadie es perfecto.-afirmó Dohko sin darle importancia al tema.

 

-Aún así por alguna razón siento que es el indicado para esto.-dijo Milo.-Aunque me preocupo de todas formas ¿Hicimos bien en mandar a un solo Caballero de Plata a esta misión tan complicada?

 

-Tranquilo Milo.-lo calmó Dohko.-Él ya es un hombre, estoy seguro que está preparado para cualquier situación.-afirmó.

 

Mientras tanto en algún lugar :D

 

-¡Nadie me preparó para esto!-gritó Albiore.

 

Habían estrellado la nave en la Isla de la Reina Muerte debido a una falla de maniobra. Una parte llamda llave de fusión eléctrica se había dañado durante el choque.

 

-Calma Albiore.-dijo Rafaelo tranquilamente.-Tan solo tenemos qué buscar apo...

 

-¡¿Acaso no sabes donde estamos?!-gritó Albiore mientras tambaleaba a Rafaelo agarrándolo por los hombros.-¡Esta es la maldita isla de la Reina Muerte!

 

-No es para tanto.-dijo Cristal como si nada.-Ven, vamos a buscar apoyo.-le dijo a Albiore mientras lo tomaba del cuello.-Rafaelo, cuida la nave.

 

-No tienes porqué decirlo...-dijo Rafaelo mientras se sentaba en un montículo de piedras. Rápidamente se le levantó y se frotó el trasero.-¡Malditas piedras puntiagudas!-gritó y pateó el montículo. Sin embargo eso provocó que a su pie le saliera un gigantesco y exagerado moretón.-¡Hay!-gritó mientras caía al suelo y se pinchaba toda la espalda.-¡J@der con este maldito lugar!

 

-Estará bien...-dijo Cristal mientras se alejaba junto a Albiore.

 

Recorrieron quizás un par de kilómetros. Veían todo tipo de aldeas a los costados.

 

-Aquí me encontraste.-dijo Cristal recordando viejos tiempos.

 

-Con un pibe más.-respondió Albiore.

 

Mientras caminaba casi pudo escuchar la voz de Dócrates a su lado. Sin embargo no era más que una ilusión, un pequeño sentimiento de nostalgia. "Cómo extraño a ese grandote" pensaba Albiore. Volviendo en sí, Albiore pudo ver a lo lejos una cuantas figuras. Estas llevaban yesos, muletas, curitas por todo el rostro y hasta incluso moretones. Cuando vieron a Albiore acercarse, tan solo tuvieron que ver su melena rubia como para salir corriendo en ese preciso instante.

 

-¿Qué sucede?-preguntó Albiore.

 

Cristal se acercó a un par de Caballeros Negros que estaban a un lado y le tocó el hombro a uno.

 

-Oigan.-dijo.-¿No saben donde podemos encontrar a su "cabecilla"?-preguntó.

 

-¿Que caraj@s quieres?-preguntó volteándose molesto. Pero al verle la cara, palideció por completo y su compañero también.-¡Tú!-gritaron ambos y salieron corriendo a la velocidad de la luz.

 

-¿Ahora son Caballero Dorados?-preguntó Albiore rascándose la cabeza.

 

Cristal se rió.

 

-Creo que son los de la otra vez.-dijo divertido.

 

Ya caída la noche, Albiore y Cristal buscaron refugio en una posada. Allí decidieron quedarse a dormir en una habitación que prepararon para ellos. 

 

-No quiero decir que soy cheto pero....-dijo Albiore examinando la habitación la cual era pobre pero por lo menos tenían un par de colchones paralelamente colocados junto a frazadas.-Na, está de diez.-dijo cambiando de parecer.

 

Ambos Caballeros se acostaron a dormir planeando buscar al cabecilla de los Caballeros Negros al día siguiente. Sin embargo, mientras dormían, el dueño de la "posada" entró a la habitación con un puñal y se acercó a Albiore quién dormía profundamente (y roncaba). Alzó el puñal y le dio de lleno la frente. Lo curioso es que el arma blanca se dobló como si fuera goma. Albiore abrió sus ojos celestes de par en par en ese mismo instante.

 

-Piel aria y superior, perr@.-dijo al instante.

 

...

 

Una figura encapuchada caminaba por las áridas tierras de la Isla de la Reina Muerte, ocultando bien su rostro debajo de la capucha. Seguía un rastro tal cual lo haría un perro. Detrás suyo apareció un niño repleto de lastimados, este intentó asesinar al extraño con un pequeño cuchillo improvisado. Sin embargo el extraño paró el arma a una gran velocidad y lo tomó del brazo. El niño no pudo ver su rostro pero si pudo presentir que no era de este mundo.

 

-Niño.-dijo mirándolo.-¿Te interesaría ganarte unas monedas?-le preguntó.

 

El pequeño lo miró con desconfianza pero asintió. El extraño lo soltó del brazo y acercó su rostro a su oreja.

 

-Quiero que busques a un hombre que vista piezas de metal, básicamente una armadura y que no sea oscura.-le dijo al oído.-Cuando le encuentres, regresa directamente hasta aquí.

 

-Lo haré.-dijo el niño.

 

...

 

Otra vez en la sala del Patriarca. Ahora se encontraba casi completamente vacía a excepción de Dohko y los otros diez Caballeros Dorados a excepción de Saga de Géminis. La sala había sido completamente reparada solo con un ligero cambio: En frente del trono del Patriarca había un pequeño pilar el cual sostenía un bol de oro.

 

-Los mandé a llamar por que ustedes son el futuro del Santuario.-les dijo Dohko a los diez. Luego se dirigió directamente a Acuario.-Camus, quiero que te pongas a trabajar en un muro de hielo que proteja todo el Santuario.

 

-Necesitaré tiempo para poder llevar a cabo una obra de tal magnitud.-respondió Camus dispuesto.-Pero puedo hacerlo.

 

-Muy bien.-dijo Dohko.-Máscara de Muerte ¿Crees que puedas combinar las Ondas Infernales con el hielo de Camus?

 

-¿Dudas? Estás hablando con el Caballero Dorado más poderoso.-respondió Máscara de Muerte mientras se rascaba orgullosamente la cabeza.

 

Todos los demás Dorados estallaron en risas incluido Camus a quién el estómago estaba por estallar.

 

-¡No es gracioso!-dijo Máscara de Muerte furioso.

 

-Sí, como no.-dijo Dohko recobrando la seriedad.-AfroDios, quiero un jardín de rosas alrededor del muro de Camus así como lo hizo el Piscis Fanart.

 

Afridta revolvió su propio cabello con su mano y asintió orgullosamente mientras olía una rosa.

 

-Lo haré mucho mejor inclusive.-respondió.-Me encargaré de que solo afecte al ejército del Olimpo.

 

-Suena bien.-dijo Dohko.-Mu, te encargarás de traspasar nuestra topa dentro y fuera del Muro.-le dijo Dohko a Aries.-Confío en tus capacidades.-Mu asintió.-El resto se encargará de preparar a nuestras tropas.-les dijo a Aldebarán. Aioria, Shaka, Milo, Aioros y Shura.-Debemos proteger el Santuario y sus alrededores, hay que tomar puntos estratégicos.

 

-¿Simplemente nos defenderemos?-preguntó Aioria.

 

-Mantendremos este plan de estrategia por el momento.-le explicó Dohko.-Intentaremos causarles la mayor cantidad de bajas posibles y para cuando llegue el momento daré la orden de atacar el Olimpo con todo nuestro poder.

 

-No somos suficientes.-dijo Shaka.-Ese ataque sería inútil.

 

-Lo sé.-respondió Dohko.-Por eso estoy esperando noticias de Albiore. Lo envié para que pactara una alianza con Asgard, así comenzaremos a obtener los efectivos necesarios para poder triunfar en la batalla final.

 

-Su plan no es solo Asgard.-dijo Aioros.-Prometió traernos al ejército de Poseidón también.

 

-Poseidón...-dijo Dohko sorprendido.-Si lo logra entonces nos dará una gran ventaja pero lo veo imposible. Asgard y Poseidón jamás trabajarán juntos.

 

-No dudemos de Albiore.-dijo Milo.-Durante la famosa "misión suicida" tuvo a tres Guerreros de Asgard y a un Marina de Poseidón de su lado. Si alguien puede pactar esta alianza ese es él.

 

-Le deseo la mejor suerte.-dijo Dohko.

 

...

 

-Según ese Caballero Negro, esa es su base.-dijo Cristal.

 

Era una imponente estructura fabricada de ladrillos negros. A diferencia de los demás edificios de la isla, esta parecía bien cuidada y trabajada. Estructuralmente se asemejaba a un castillo medieval porqué el edificio principal se encontraba protegido por imponentes muros. Para acceder había que cruzar un puente fabricado a base de ladrillos negros. Debajo había un lago de lava el cual era alimentado por uno de los volcanes de la isla el cual se encontraba en constantes erupciones.

 

-Ladrillos negros, puentes negros, ventanas negras, todo un castillo negro...-dijo Albiore enumerando con los dedos.-Creo que nos equivocamos de lugar.-dijo finalmente.

 

-Entremos a preguntar.-dijo Cristal.

 

Cruzaron el ancho puente. Los ladrillos estaban bien colocados sin embargo se podían ver pequeñas aberturas y grietas en estos. El calor los recorrió a ambos sobretodo a Cristal quién había entrenado en los lugares más gélidos del planeta.

 

-¿Te hace calor?-preguntó Albiore.

 

-Noooo ¿De dónde sacas tal barbaridad?-preguntó Cristal sarcásticamente mientras sudaba como perro.

 

Luego del largo puente había un gran portón de madera negra que los estaba esperando a distancia. Cuando se acercaron a él, Albiore tocó tres veces. Este se abrió directamente mientras se escuchaban gritos atrás.

 

-¡Llego la pizza!-dijo uno.

 

Por la puerta se asomó un Caballero Negro.

 

-No tengo justo, maestro.-dijo.-¿Tienes vuelto?

 

-No soy el repartidor.-respondió Albiore.-Vengo a ver al jefe de los Caballeros Negros.

 

El Caballero Negro llamó a otro bajo el nombre de "Tomás". Detrás de él se acercó otro mucho más alto que su compañero. Examinó detenidamente a Albiore y a Cristal.

 

-Yo los conozco.-dijo.-Vos sos el del lío de la otra vez.-le dijo a Albiore.-Y vos sos el que nos hizo trescientas llamadas de broma para provocarnos.-le dijo a Cristal.

 

-Si no tenes indicador no es mi culpa.-se excuso Cristal.

 

-¿Nos vas a dejar pasar o esto tiene que ser una carnicería otra vez?-preguntó Albiore.

 

...

 

-¡Los encontré!-gritó el niño hacia la figura encapuchada.-¡Están hacia allá en el Castillo negro!-le dijo mientras señalaba hacia el norte.

 

-Perfecto.-dijo el hombre con una moneda en mano.-te la ganaste.

 

El niño extendió la mano pero el hombre le dio un pequeño golpe con su dedo índice a la moneda la cual salió disparada y dio de lleno en el cráneo del niño quién cayó muerto al suelo.

 

-Disfrútala...-le dijo al cadáver mientras se marchaba.

 

...

 

Albiore y Cristal habían sido conducidos por el castillo hasta llegar a una gran sala completamente negra. Estaba iluminada por antorchas y solo había un trono en medio, eso la asemejaba con la sala del Patrirca. También había una puerta al final. Sobre el trono había sentado un hombre.

 

-Soy Jango.-dijo.-Líder de los Caballeros Negros, administrador de la Isla de la Reina Muerte, dueño de una docena de pequeñas naciones y el mayor terrorista a nivel mundial.

 

-Y yo soy Albiore.-respondió Cefeo.-Caballero de Plata, rubio, ario y de ojos celestes.

 

-¿Qué quieren?-preguntó Jango.

 

-Necesitamos un complemento llamado llave de fusión eléctrica.-respondió Cristal.-Sabemos que tienes uno.

 

-¿Y qué si tengo uno?-preguntó Jango ferozmente.

 

-Lo necesitamos.-dijo Albiore.-El Santuario está librando una guerra contra el Olimpo y por lo tanto te conviene dárnoslo.

 

Tanto Jango como sus hombres estallaron en risas malignas.

 

-Te daré algo.-respondió Jango.-Y será muerte.

 

-¡Ya basta!-gritó una voz detrás.

 

Albiore y Cristal se sorprendieron. Jango palideció completamente. Los Caballeros negros también palidecieron. Detrás del trono apareció una mujer anciana la cual vestía un largo vestido negro.

 

-Madre.-dijo Jango intimidado.-Te dije que te quedaras en tu habitación.

 

-¡¿Es qué no te da vergüenza, mocoso?!-le preguntó su madre.-¡Ayúdales inmediatamente!

 

Jango bajó la cabeza y ordenó a sus hombres que trajeran la pieza que necesitaban los Caballeros. Estos regresaron y le entregaron una caja a Albiore.

 

-Muchas gracias, señora.-dijo Cristal mientras agachaba la cabeza un segundo.

 

La mujer se les acercó y le devolvió la reverencia.

 

-Buena suerte para ambos.-les dijo.

 

Albiore y Cristal se marcharon, los Caballeros Negros no hicieron nada para evitarlo.

 

-¿Porqué, madre?-preguntó Jango.

 

-Y también quiero que te unas al Santuario.-le respondió su madre.

 

Jango frunció el entrecejo pero no dijo nada. Ahogo sus palabras debido a la impotencia.

 

-No lo haré.-respondió al fin.-¿Porqué quieres ayudarlos?

 

-Por que es lo correcto.-le respondió su madre y se marchó.

 

Jango se tapó el rostro con una mano y le ordenó a todos los presentes que se marcharan. Permaneció en silencio por un buen rato, recordando. Jango detestaba al Olimpo, el canalla de su padre estaba allí. Su madre lo había criado sola, se convirtió en el líder de los Caballeros Negros para que nunca le falte nada, sin embargo siempre se mantuvo al margen de sus "logros".

 

-Nunca me felicitó como si le faltara algo...-pensaba.-¡¿Que demonios es?!

 

-¡Señor Jango!-gritó un Caballero Negro mientras entraba a la sala corriendo.

 

-¿Qué quieres?-preguntó Jango molesto.

 

-¡Un individuo ataca el castillo!-le respondió el Caballero Negro.

 

...

Era una especie de jardín el cual se encontraba justamente en la entrada del Castillo. Habían grietas en las paredes y en los suelos, eran señales de una batalla reciente.

 

El individuo encapuchado atacaba a todos los Caballeros Negros que se encontraba en su camino. Estos intentaban vencerlo inútilmente pero para el extraño bastaba simplemente con mover un dedo y todos sus enemigos caían al suelo. Luego agarró a uno de los Caballeros Negros para interrogarlo.

 

-¿Dónde está Albiore de Cefeo?-preguntó.

 

-¡El ya no está aquí!-respondió una mujer a lo lejos.

 

El extraño volteó y pudo ver como la madre de Jango se arcaba hacia él.

 

-Que mujer tan extraña...-comentó mientras la observaba.-No parece pero tu Cosmos es gigantesco ¿Cual es tu nombre?-preguntó.

 

-Prazia.-respondió la mujer.

 

-Recuerdo ese nombre. Prazia, antigua Caballero Dorado de Piscis de Atenea-dijo el extraño mientras se quitaba su abrigo.

 

Debajo de este tenía una Armadura brillante. Dos grandes alas se abrieron. Era el "Ángel" que se había reunido con Zeus anteriormente.

 

-Mi nombre es Reiyel.-se presentó el ángel.-Soy el comandante y jefe de los ejércitos de Zeus.

 

Ese nombre sorprendió a la vieja Prazia.

 

-Veo que lo recuerdas.-le dijo Reiyel tranquilamente.-Él mismo ha ordenado tu ejecución.

 

Ambos elevaron sus Cosmos. El de Reiyel era completamente blanco, el de Prazia en cambio era de un color dorado el cual más que nada reflejaba su corazón puro.

 

-¡¿Qué hace una mujer de tu poder en un basurero como este?!-preguntó Reiyel.

 

Prazia no respondió. Simplemente generó una rosa de color rojo en su mano al utilizar el Cosmos.

 

-¡Rosas Demoníacas Reales!-gritó hacia Reiyel.

 

La vieja mujer lanzó siete rosas rojas hacia su rival. El ángel la esquivó con completa facilidad al dar un gran salto. Ya en el aire se percató de que Prazia estaba al frente suyo con una rosa negra.

 

-¡Rosa Piraña!-gritó hacia su oponente.

 

Esta dio de lleno a su enemigo. Aún así no le provocó ningún rasguño a su Armadura y cayó perfectamente al suelo.

 

-Tonta, esta no es una Armadura ordinaria.-le dijo Reiyel.-¡Esto es una Glory! ¡No fue fabricada por minerales paganos de este mundo! ¡Me la dio el mismo dios Hefesto!

 

Sus alas se alzaron y provocaron una gran corriente de aire la cual lanzó a Prazia quién fue despedida por tal ataque. Los Caballeros Negros que se habían acercado a observar el combate también fueron disparados hacia todas las direcciones.

 

-Zeus es misericordioso.-le dijo Reiyel.-Me ha pedido que te de una muerte rápida e indolora.

 

...

 

-¡Madre! ¡Solo espérame un poco más!-se decía Jango mientras corría por su propio castillo. 

 

El líder de los Caballeros Negros llegó a la entrada, había cientos de cadáveres apilados allí. A su costado encontró a su madre bañada en un mar de sangre.

 

-¡Mamá!-gritó mientras asistía a socorrerla.

 

Su madre abrió los ojos y pudo ver a su hijo allí.

 

-Escúchame bien Jango.-le decía con su último aliento.-Debes luchar contra tu padre, sé que no es malo, lo sé.

 

-¡No hables más, mamá!-le gritó Jango llorando.

 

-Sé que hiciste todo esto para hacerme feliz.-le dijo su madre.-Abandoné mi puesto como Caballero de Oro solo para cuidar de ti. Pero siempre solo te interesó la matanza y el terrorismo. Por favor, prométeme que te retractarás.

 

Jango asintió lentamente la cabeza mientras cerraba los ojos. Su madre esbozó una pequeña sonrisa, la primera después de más de diez largos años.

 

-Estoy orgullosa de ti, hijo mío.-le dijo.

 

Y después de decir esto, la gran Prazia de Piscis murió.

 

Todos los Caballeros Negros se acercaron para rendirles sus respetos. Un silencio muerto recorrió todo el castillo, solo se escuchaban los vientos secos de la Isla de la Reina Muerte

 

-¿Cuales son sus órdenes?-preguntó al fin el Caballero Negro de Copa.

 

Jango tardó un tiempo en levantarse pero al final lo hizo con decisión. Se limpió las lágrimas con su brazo derecho y miró a todos sus hombres. Quedaban por lo menos setecientos Caballeros Negros.

 

-Repórtense todos en el Santuario.-ordenó.-Digan que van de parte de Albiore de Cefeo y de Prazia de Piscis.

 

-¡Si señor!-gritaron todos los Caballeros Negros y se marcharon rápidamente. Tan solo quedó el Caballero de Copa.

 

-¿Y usted?-preguntó el Caballero de Copa.

 

-Tengo trabajo que hacer.-dijo Jango.-Tu estás al mando hasta que regrese-dijo Jango frunciendo el entrecejo.

 

...

 

-Se tardaron mucho.-dijo Rafaelo.

 

-¿Hubo algún problema?-preguntó Cristal.

 

-Todo tranquilo por aquí.-respondió Rafaelo.

 

Cristal le contó toda la historia a Rafaelo quién la escuchó atentamente.

 

-Menuda historia.-comentó Rafaelo.

 

-Lo importante es que conseguimos lo que buscamos.-dijo Cristal.

 

Rajemos ya entonces.-dijo Albiore sonriente.

 

Los tres Caballeros estaban por marcharse hasta que vieron una figura a lo lejos que se acercaba hacia ellos. Cuando se dieron cuenta de que era Jango, Albiore y Cristal se pusieron en posición de combate.

 

-Esperen.-dijo Jango.-Voy con ustedes.

 

-¿Qué?-preguntó Albiore sorprendido.

 

-He enviado a todas mis tropas a reforzar el Santuario.-dijo Jango.

 

Albiore y Cristal se miraron. Rafaelo no entendía nada y se rascó la cabeza.

 

-¿Porqué lo haces?-preguntó Cristal.

 

-Por que es lo correcto.-dijo Jango y se subió a la Aryan Knight.

 

Cristal quedó desconcertado. Albiore estaba aturdido por lo que acababa de oír.

 

-Terrible bipolar este flaco.-dijo Albiore.

 

-Seguro es de Géminis.-comentó Rafaelo mientras se reía.


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buena parodia



#8 Macairo de Cancer

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Publicado 13 agosto 2016 - 18:07

buena parodia

Muchas gracias  ^_^


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Publicado 13 agosto 2016 - 22:59

Jango, buen nombre para el líder de los caballeros negros, y qué mejor que encontrarse con una ex Santo de Piscis.

 

Por cierto, el alcohol y la merca son una buena fuente de inspiración, espero que sigan estimulando tu mente para continuar esta historia   :s46:


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Publicado 14 agosto 2016 - 10:47

 

Por cierto, el alcohol y la merca son una buena fuente de inspiración, espero que sigan estimulando tu mente para continuar esta historia   :s46:

Para el próximo entra el personaje más polémico que se me pudo haber ocurrido, su origen se remonta a una noche de copas con los flacos del barrio


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Publicado 14 agosto 2016 - 12:45

suena interesante lo de las alianzas

 

aunque es un hecho que el bando del santuario ganara  ya que tienen

 

al dorado mas poderoso,heroico y legendario de todos los tiempos

 

y ademas un plateado de raza  aria  XD


Editado por T-800, 14 agosto 2016 - 12:46 .

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Publicado 14 agosto 2016 - 13:32

suena interesante lo de las alianzas

 

aunque es un hecho que el bando del santuario ganara  ya que tienen

 

al dorado mas poderoso,heroico y legendario de todos los tiempos

 

y ademas un plateado de raza  aria  XD

Y no te olvides del Caballero de Junini  :57:


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Publicado 14 agosto 2016 - 19:55

Capítulo 6: La batalla de Asgard

 

Zeus se encontraba sentado en su trono. Sus pensamientos estaban centrados en Albiore de Cefeo. Sabía que su enemigo estaba haciendo lo imposible para encontrar una manera de destruirlo. De todas formas no era su máxima preocupación debido a que pensaba que lo más probable sería que moriría en alguna batalla. No estaba subestimando a su enemigo, básicamente dedujo lo que le sucedería debido a sus limites y capacidades humanas.

 

Mientras estaba perdido en sus pensamientos, Reiyel apareció a su lado. El ángel se colocó en frente suyo y se inclinó. Zeus levantó su mano izquierda como señal para que se incorporara y este lo hizo. Tan pronto como se puso de pie, se llevó una mano al corazón y comenzó a hablar.

 

-Mi señor Zeus.-dijo Reiyel seriamente.-Prazia de Piscis murió. La derroté hace aproximadamente unos minutos.

 

-Buen trabajo.-le felicitó Zeus.

 

-Aunque aún no he dado con Albiore de Cefeo.-dijo Reiyel en tono pesadumbre.-Ese maldito es escurridizo.

 

-¿Sigues pensando en Albiore?-preguntó Zeus.-Pensaba haberte ordenado asesinar solamente a Prazia.

 

-Recibí noticias de que estaba en la Isla de la Reina Muerte.-se excusó Reiyel.-Pensaba que era una gran oportunidad para derrotar a dos de nuestros enemigos a la vez.

 

-Si él hubiera estado junto a Prazia, lo más seguro es que hubieras perdido.-le reprochó Zeus.

 

Eso fue un golpe duro para Reiyel. Se limitó a asentir forzadamente.

 

-Pero si tanto te interesa Albiore...-comenzó a decir Zeus.-Quiero que te encargues de él.

 

-Así lo haré.-respondió Reiyel.

 

El ángel estaba a punto de irse hasta que Zeus lo detuvo.

 

-Falios también fue enviado por Apolo.-le dijo Zeus.

 

Reiyel volteó hacia su dios, interesado por esa nueva noticia.

 

-¿Quieres que mate también a mi sobrino?-preguntó Reiyel.

 

-Solamente encárgate de asesinar a Albiore antes que él.-le aclaró Zeus.-Si lo haces, quizás el orgullo de mi hijo se calme un poco.

 

-Que se haga su voluntad.-dijo Reiyel y se marchó.

 

...

 

La entrada de la Aryan Knight estaba abierta en pleno vuelo. Allí estaban Rafaelo y Cristal. El Caballero de Junini estaba completamente pálido, producto del mareo por el viaje. Allá afuera se podía ver el mar, hacía bastante frío lo cual era una señal de que se acercaban a Asgard.

 

-Tienes que ser fuerte.-le dijo Cristal mientras le daba palmadas en la espalda.

 

-Eso intento...-dijo Rafaelo para después volver a vomitar.-Allá va mi almuerzo...

 

-Y si sigo mirando esto...-comenzó a decir Cristal con nauseas.-Allá irá el mío también.

 

Más adentro, justo en el pasillo de la nave el cual daba a la cabina de piloto, estaban Albiore y Jango.

 

-¿A dónde vamos?-preguntó Jango.

 

-Al norte de Europa.-respondió Albiore mientras tocaba la pantalla de un celular que tenía en mano.

 

-¿Dónde que da eso?-preguntó Jango.

 

-Búscalo, tengo un mapa en este celular.-le respondió Albiore.

 

Jango lo tomó y comenzó a buscar la galería. Albiore recordó e intentó tomarlo nuevamente.

 

-¡Espera! ¡No entres a galería!-gritó desesperado.

 

-Demasiado tarde.-dijo Jango sonriente y le mostró la pantalla.

 

Albiore palideció completamente mientras observaba toda una carpeta repleta de videos pornográficos.

 

-Se ve que te hacen "arder el Cosmos".-dijo Jango para después reírse.

 

-¡Cállate!-gritó Albiore, recuperando el celuar. Luego entró a otra carpeta y le mostró el mapa.-Es aquí.

 

Jango pudo apreciar lo que era Asgard geográficamente.

 

-Tenemos un viejo amigo allí.-dijo Cristal desde la entrada de la nave.-Me pregunto como le irá.

 

La nave mantuvo un rumbo fijo. Rafaelo comenzó a sentirse mejor aunque seguía completamente pálido. Para pasar el tiempo, los cuatro guerreros jugaron a las cartas (Jango hizo trampa). Jugaron a "pare el carrito" (Jango volvió a hacer trampa). Posteriormente jugaron a ver quién podía beber más que él otro (Jango no pudo hacer trampa esta vez).

 

-¡Esclavo de vuelo!-gritó Cristal completamente ebrio al piloto.-¡¿Cuando verg@ llegamos?!

 

-En unos minutos quince, señor.-respondió el piloto asustado.

 

-¡Métanse los quince minutos en el cul@!-gritó Albiore dando un golpe a la pared.

 

Rafaelo comenzó a vomitar otra vez. Jango se largó a reír y le dio palmadas en la espalda.

 

-Tira todo, tira todo.-decía Jango mientras ayudaba a su compañero.

 

Pasaron los quince minutos y la nave se acercó a las gélidas tierras de Asgard. A través de la ventanilla pudieron ver las altas montañas nevadas.

 

-¡Nieve!-exclamó Cristal feliz.

 

-Se ve que aquí no para de caer esta basura blanca.-dijo Rafaelo molesto.

 

En ese preciso instante, varios rayos de luz provenientes de la superficie comenzaron a intentar derribar la nave.

 

-¡Nos atacan!-gritaron los pilotos.

 

La nave dio piruetas en el aire, giros, cambió de dirección a diestra y siniestra... Sin embargo los rayos no cesaban. Pronto comenzaron a aparecer arpías rodeando la nave e intentando atacarla. Albiore y Cristal se asomaron por la entrada de la nave e intentaron derribarlas con rayos ken.

 

-¡Rafaelo!-gritó Cristal.-¡Ven a ayudar!

 

Pero Rafaelo estaba vomitando por el mareo, producto de las maniobras evasivas.

 

-¡Dejalo chuñiar tranquilo!-dijo Albiore.-Vamos nosotros nomás, démosles masa.

 

La batalla en el aire continuó. Las arpías iban y venían pero los guerreros de la Aryan Knight se encargaban de rechazarlas una por una. Pero después de todo eran parte del ejército del Olimpo y lograron dañar la nave.

 

-¡Debemos retirarnos!-dijo el piloto.-¡A este paso nos van a derribar!

 

-¡Ni en problema!-gritó Albiore.-¡Acercate lo más que podas a la superficie y dejanos ahí!

 

El piloto obedeció. La Aryan Knight comenzó a descender. Los cuatro Caballeros se acercaron a la entrada de la nave y la abrieron.

 

-¡Cuando estemos cerca, nos largamos!-gritó Albiore.

 

La nave cada vez se acercaba más y más a la superficie. Llegó un punto en donde solo los separaba  un par de metros y Albiore dio la orden.

 

-¡Ahora!-gritó Cefeo.

 

Los cuatro guerreros saltaron de la nave, cayeron y murieron... Na mentira :V

 

Jango cayó de pie, Albiore de cabeza y Rafaelo rodó. Pudieron ver a lo lejos a la Aryan Knight la cual aceleró y se perdió de vista completamente. Cuando se dieron cuenta de que faltaba Cristal, lo pudieron ver a lo lejos haciendo un ángel de nieve en el suelo.

 

-¡Este lugar lo tiene todo!-gritó felizmente.

 

Gracias a que era temporada de nieve (como todo el año), esta les amortiguo la caída. Cayeron cerca de las montañas, al fondo había un pequeño bosque nevado, y más allá de este se podía ver el Palacio Valhalla.

 

-Estamos cerca.-observó Rafaelo.

 

-¿Lo dices por ese edificio enorme o por los rayitos de colores?-preguntó Cristal.

 

En efecto, rayos de luz se podían ver incluso desde esa larga distancia. Obviamente se estaba librando una feroz batalla en el Palacio del Valhalla. Una de sus torres estalló y cayó a un costado. Los ecos de la explosión se podían oír como sonidos ahogados por la distancia.

 

-Está claro que necesitan ayuda.-dijo Rafaelo con sus Berettas en mano.

 

Albiore empuñó su AK-47 y Cristal tomó su MP5. Jango los vio a todos con armas y se le cayó la "gotita anime".

 

-¡Oigan! ¡Oigan! ¿No hay arma para mi?-preguntó enfadado.

 

-Pues claro que sí.-dijo Cristal.-Te reservamos esto para ti.

 

Jango cerró los ojos y esbozó una sonrisa, algo como esto: ^_^. Para cuando los abrió se percató de que tenía una pistolita Glock de bronce es su mano.

 

-¡¿Qué basura es esto?!-exclamó Jango furioso.

 

...

-¿Me mandaste a llamar?-preguntó Sirius de Can Mayor.

 

-Así es.-le dijo Dohko.-Necesito mandarte a una misión de reconocimiento.

 

El patriarca estaba sentado en su trono. Aunque todavía no había accedido a llevar el casco de los Patriarcas, sí que lucía solemne frente a todos los visitantes. A su lado estaba Mu de Aries.

 

-A Argelia.-respondió Dohko.

 

-País de negros.-comentó Sirius riéndose.

 

-Oye, no seas racista.-dijo Mu.

 

-Yo no soy racista, vos sos el racista.-dijo Sirius.-Yo simplemente dije "negros", vos sos el prejuicioso que piensa que la palabra "negro" es descalificativa, en conclusión el racista sos vos.

 

-Tiene razón.-dijo Dohko riéndose.

 

-Nazis...-dijo Mu molesto.-¿No sos vos el del homenaje a los Beatles?

 

-No sé de que me hablas.-dijo Sirius abriendo lo ojos y subiendo los hombros.

 

Mu sacó un Samsung Galaxy S5 de su bolsillo y le mostró un video a Sirius. En este se podía ver claramente al Caballero de Plata subido a un escenario en el Santuario y cantando la canción Michelle de los Beatles.

 

-Hitler.-cantaba Sirius.-El reich... Juntos estaremos en el reich, el tercer reeeeeeich.

 

-¿Hitler?-preguntó Mu.-Pensé que era "Michelle".

 

-Ese no soy yo.-dijo Sirius.-Tengo muchos imitadores.

 

-Algethi te acompañ...-decía Dohko pero fue ahogado por Mu.

 

-Corren rumores que fuiste tú el que hizo esta imagen.-dijo Mu mostrandole una foto a Sirius.

 

En ella alguien había hecho un graffiti en la estatua de Atenea. Alguien había dibujado una evástica y debajo rezaba: "El Pegaso Negro es de Israel, basura sionista ¡Al campo de concentración se ha dicho!"

 

-Yo no lo hice.-se defendió Sirius.-Pero sea quién sea el que lo haya hecho tiene razón.

 

...

 

Ya había oscurecido. Apenas los cuatro Caballeros cruzaron el bosque pudieron ver toda una batalla: Los guerreros de Asgard habían cavado toda una trinchera para defenderse de los atacantes del Olimpo. Estos guerreros se defendían a distancia con arcos y flechas, también habían instalado cinco cañones de largo alcance para retrasar los ataques del enemigo. Soldados iban y venían de aquí y allá. Llevaban heridos, trasladaban los cadáveres, traían municiones y provisiones, mensajes, órdenes, etc. Habían colocado una bandera la cual llevaba grabada la estatua de Odín.

 

Albiore pudo ver por fin al nuevo ejército atacante: Eran guerreros alados como las Arpías pero no volaban. Se limitaban a luchar en tierra empleando lanzas y espadas. Vestían túnicas con Armaduras metálicas sencillas, todas con una apariencia celestial. Los guerreros de Asgard también se defendían con estas armas anteriormente mencionadas aunque se limitaban a defender las trincheras empleando los cañones y los arcos. Tan solo se enfrentaban a los atacantes cuando estos se acercaban lo suficiente como para obligarlos a iniciar una lucha cuerpo a cuerpo.

 

-¡Con valor!-gritaba el dios Guerrero que dirigía a las fuerzas de Asgard. 

 

Su Armadura era completamente blanca: se trataba del gran Frodi de Gullinbursti. Estaba en frente de la Trinchera y evadía los ataques a distancia empleando su espada Siegschwert. Cuando el enemigo del Olimpo comenzó a reagruparse para planear mejor la estrategia, Frodi bajó a la trinchera y comenzó a dar órdenes.

 

-¡Informe de bajas!-gritó Frodi.

 

-¡12 muertos y 72 heridos!-informó un soldado.

 

-¡Llévense a los heridos!-ordenó Frodi.-A los muertos deposítenlos en algún lugar en donde no molesten.

 

El soldado se retiró a gran velocidad mientras daba órdenes. Albiore y los demás decidieron acercarse. Los soldados al principio pensaban que eran enemigos provenientes del Olimpo. Pronto se percataron de que no llevaban ninguna ala y quedó bastante claro que no se trataban de los ángeles del Olimpo.

 

-¡Alto el fuego!-gritaban los soldados.

 

-¡Somos aliados!-gritó Cristal.

 

Los cuatro Caballeros se acercaron a la trinchera la cual por cierto era bastante amplia como para que los guerreros pudieran moverse con facilidad. Los Caballeros bajaron y fueron recibidos por los soldados de Asgard.

 

-¡Soldado!-llamó Albiore a un guerrero de Asgard.-¡¿Dónde está el oficial al mando?!

 

-¡Frodi de Gullinbursti para servirle!-gritó Frodi quién se acercó.

 

Ambos se saludaron con una visera y luego se estrecharon la mano.

 

-Venimos a firmar un tratado con la gente de Asgard.-dijo Albiore.-Buscamos a Hilda de Polaris.

 

-Está en el centro de mando.-dijo Frodi señalando atrás suyo.-Desde allí dirige la batalla. Esta es la primera trinchera de defensa por este camino.-explicó mientras les mostraba un mapa.-Son en total cinco caminos hacia Asgard, hacia la izquierda está  el camino central protegido por el gran Siegfried de Dubhe. Allí fue asignado él debido a que es el camino que más ataques recibió. Hacia la derecha está el dios guerrero Ullr quién generalmente obtiene buenos resultados.

 

Mientras Frodi explicaba la sitaución, Albiore vio una gran cantidad de muertos a su costado.

 

-Están en el horno.-dijo.

 

-Lo sé.-dijo Frodi con pesar.-200 bajas en el primer día, 150 en el segundo... Esto va muy mal.

 

El Caballero de Cefeo empuñó con fuerza su arma y se levantó de la trinchera, sus compañeros lo siguieron.

 

-Hilda está hacia allá.-dijo Frodi señalando detrás suyo otra vez.

 

-Aliviaremos un poco tu dolor.-dijo Cristal.

 

-Iremos hacia la trinchera de Siegfried.-dijo Albiore confiadamente.-Buena suerte Frodi.

 

Y sin decir nada más, los cuatro se dirigieron directamente hacia los ángeles. El camino estaba repleto de estos así como también de soldados de Asgard. La nieve se tornó de un color rojo.

 

-Esta es quizás la Guerra Santa más sanguinaria.-observó Rafaelo.

 

A lo lejos había un cruce de caminos. Ya no habían relieves elevados que dividieran la llanura. En el centro, los Ángeles habían instalado su campamento y el cabecilla daba indicaciones a sus soldados quienes estaban formados. Solo pasaron un par de minutos hasta que un centinela advirtió la presencia de los Caballeros de Atenea. Rápidamente sonó una alarma y los Ángeles comenzaron a atacarlos.

 

-¡Muévanse!-ordenó Albiore mientras disparaban a los Ángeles.

 

Estos estaban sorprendidos al lidiar con armas desconocidas hasta el momento. Con tal potencia de fuego lograron acabar con varias docenas de sus enemigos mientras se dirigían al camino defendido por Siegfried. Recibieron varios ataques ken por parte de sus enemigos. A los que se acercaban, Albiore los rechazaba con su cadena. 

 

Durante aquella batalla, Rafaelo fue herido en la pierna y tuvo que ser asistido por Jango y Albiore mientras que Cristal les defendía. Los Ángeles vieron así su oportunidad y se lanzaron con todo su poderío hacia los cuatro Guerreros.

 

-¡Espada de Odín!-gritó una voz.

 

Justamente en la zona donde se encontraban los Ángeles se iluminó por completo. Rápidamente hubo un estallido de luz en la zona marcada y los Ángeles fueron lanzados violentamente hacia el cielo. Una vez que los cuatro Caballeros llegaron a la trinchera, su protector se dio a conocer.

 

-Siegfried de Duhbe Alpha a su servicio.-dijo el dios Guerrero mientras inclinaba la cabeza.

 

-Albiore de Cefeo.-respondió Albiore devolviendo el saludo.

 

-Menuda batalla.-dijo Siegfried mientras observaba el lugar en donde los cuatro Caballeros se habían enfrentado a los Ángeles.-Lo que hicieron fue casi un suicidio.

 

-No había de otra, flaco.-dijo Albiore.-Queríamos derrotar a cuantos Ángeles pudiéramos para ayudar a tu compañero Frodi.

 

Rafaelo fue acogido por los guerreros de Asgard quienes lo asistieron y medicaron. Siegfried y Albiore hablaron del estado de la batalla, la localización de Hilda, una posible alianza con el Santuario, etc. Durante la charla, Siegfried se distrajo un poco y se volteó a observar a un individuo que se acercaba.

 

-Ah, Mizar Zeta, por fin llegas.-dijo Siegfried.

 

El individuo bajó a la trinchera y le tendió una mano a Albiore.

 

-Un placer como siempre, Albiore.-dijo el dios Guerrero de Mizar Zeta.

 

-¡Bud!-exclamó Albiore sorprendido.-Pensaba que eras el dios Guerrero de Alcor.

 

-Mi hermano murió y alguien debía ocupar su lugar.-explicó Bud.

 

Luego Bud volvió con Siegfried.

 

-Reforzamos el Palacio.-le dijo Bud a su superior.-También levantamos un muro para proteger los poblados.

 

-Buen trabajo.-le felicitó Siegfried.

 

El dios Guerrero de Duhbe se marchó para dar órdenes a sus tropas dejando a Bud y Albiore.

 

-Parecen mejor preparados que nosotros en el Santuario.-observó Cristal.

 

-Cuando te encerraron.-dijo Bud refiriéndose a Albiore.-Volví a Asgard. Les expliqué la situación y la señorita Hilda preparó a Asgard para la guerra contra el Olimpo.

 

-¿Te creyeron?-preguntó Cristal sorprendido.

 

-Que suerte tuviste.-dijo Albiore con envidia.

 

No tuvieron una charla extensa debido a que pronto se escucharon los gritos de Siegfried otra vez.

 

-¡Todos a sus puestos! ¡Nos atacan!-gritó Duhbe Alpha.

 

En efecto se acercaba una gran oleada de Ángeles hacia la trinchera. Todos los soldados tomaron las armas y se prepararon para combatir. Los arqueros estaban preparados para atacar.

 

-¡A mi señal!-les dijo Siegfried.

 

Los Ángeles comenzaban a acercarse pero eran parados rápidamente por los cañones. Cuando ya se habían acercado lo suficiente, Siegfried dio la orden.

 

-¡Fuego!-gritó.

 

Cientos de flechas salieron despedidas hacia el enemigo e impactaron con los Ángeles.

 

-¡Desenvainen!-ordenó Siegfried.

 

La mayor parte de los soldados de Asgard tomaron las armas cuerpo a cuerpo y se levantaron de las trincheras. Conducidos por Siegfried cargaron contra el enemigo.

 

-¿Qué dices Bud?-preguntó Albiore a su ex compañero.-¿Nos unimos a la fiesta?

 

-Eso no se pregunta.-le respondió Bud con una sonrisa.

 

Albiore, Jango, Rafaelo (quién ya se había recuperado), Cristal y Bud se levantaron de la trinchera y se unieron a la batalla. Siegfried luchaba contra el cabecilla: Un ángel más alto que sus compañeros y vestía una armadura color cielo (la cual también era diferente). Albiore comenzó a asistir a los soldados con sus cadenas. Cristal creaba un muro de hielo para detener el paso de los enemigos, mientras trabajaba era protegido por Jango.

 

Rafaelo lanzaba corrientes de aire a los Ángeles que llegaban para cerrarles el paso, una acción bastante útil debido a que los Soldados de Asgard tenían suficiente con sus enemigos y apenas podían enfrentarlos.

 

-¡Garra de Tigre de la sombra del vikingo!-gritó Bud mientras cargaba contra grupos de Ángeles y los derribaba a todos.

 

Luego de una corta batalla, el cabecilla de los Ángeles ordenó la retirada para reagruparse. Todos los soldados regresaron a la trinchera y festejaron la victoria, habían vencido sin bajas esta vez salvo una docena de heridos.

 

-Agradecemos la ayuda.-dijo Siegfried a los Caballeros.

 

-¿Dónde podemos encontrar a Hilda?-preguntó Albiore.

 

Siegfried señaló detrás de él, había una pequeña fuente de luz a lo lejos.

 

-Allí está el centro de mando.-explicó Siegfried.

 

-Adiós y buena suerte.-le deseó Albiore y se marchó junto a sus compañeros.

 

Bud decidió quedarse a ayudar a Siegfried, después de todo era su obligación como dios Guerrero. Volviendo con Albiore y compañía, estos corrían en dirección a la luz. Por el camino se encontraron con otras trincheras apostadas por si perdían las exteriores. Habían heridos, soldados corriendo hacia los frentes en los que fueron solicitados, carros con provisiones, municiones y armas, etc.

 

Llegaron por fin al centro de mando: Un gran círculo que estaba bajo el nivel del suelo. Allí habían cañones de repuesto, armas, provisiones, soldados, mapas colgando, etc. También habían antorchas iluminando el lugar. En el centro se encontraba un gran mapa de Asgard sobre una mesa, allí estaba Hilda de Polaris junto a su hermana Flare y unas cuantas sirvientas. Al frente suyo un trío de dioses Guerreros recibiendo Órdenes.

 

-¿Quién vigila este punto estratégico?-preguntó Hilda señalando una parte del mapa.

 

-Sigmund de Grane pero está corto de tropas.-respondió el dios guerrero Hagen de Merak.

 

-Envíen a cincuenta hombres a ayudar, no podemos perder esa zona.-ordenó Hilda y Hagen y los demás se marcharon.

 

Albiore se acercó seguido de sus compañeros quienes venían por atrás.

 

-Señorita Hilda...-comenzó a decir Albiore.

 

-Ya me avisaron de tu llegada.-le informó Hilda sin mirarlo.-Gracias por ayudar a Frodi.

 

El Caballero de Cefeo se aproximó más a ella e hizo de observar el mapa.

 

-¿Cual es la situación actual?-preguntó Albiore.

 

-Hemos perdidos a la 1/8 de nuestras tropas en una semana.-dijo ella seriamente.-No se nos avisó de esto, simplemente comenzaron a atacar.

 

-Lo lamento.-dijo Albiore con pesar.-¿Crees que podrán resistir por mucho tiempo?

 

-Si seguimos así posiblemente tendremos que rendirnos en menos de un mes.-dijo Hilda.

 

-Debes buscar aliados.-le respondió Albiore.-Debemos luchar en patota. El Santuario se compromete a ayudar pero necesitas ayuda de los pibes del barrio.

 

Hilda lo miró con una expresión de sorpresa pero también de incredulidad.

 

-¿Te refieres a Poseidón?-preguntó ella.

 

-Es desesperado.-afirmó Albiore.-Pero si no haces algo, solo es cuestión de tiempo para que Asgard caiga.

 

La representante de Odin frunció el entrecejo y apartó su mirada del Caballero de Plata.

 

-No necesitamos a Poseidón.-dijo.-Si vamos a caer entonces lo haremos orgullosamente como los guerreros de Odín, no de Poseidón.

 

Albiore se apartó de ella y volvió con sus compañeros.

 

-Tenemos el apoyo de Hilda.-afirmó Albiore.-Debemos lograr que ella confíe en Poseidón.

 

-Mi hermana desconfía de él.-dijo Flare quién se había acercado al grupo de guerreros.-Pero si obtiene la ayuda del dios de los Mares, ella podría cambiar de opinión. La conozco bien.

 

-¿No desconfías de Poseidón tu también?-preguntó Cristal.

 

Flare asintió pero bajó la cabeza.

 

-Pero si no hacemos algo...-decía ella.-Asgard caerá.

 

Luego de decir eso, Flare se marchó junto a su hermana otra vez. En cuanto al grupo de Caballeros, estos se apartaron para hablar en privado.

 

-¿Qué vamos a hacer?-preguntó Jango.

 

-No se preocupen.-dijo Albiore con una sonrisa.-Tengo un plan.


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Publicado 15 agosto 2016 - 19:24

¡JA! me encanta Hilda y su caracter de verdadera líder, más su resentimiento eterno hacia Poseidon.

Presiento que surgirá algo interesante con la triple alianza, después de todo tienen la mente brillante de Albiore para lograr que todo salga como quieren.

 

Compadre, me entretengo mucho con tu historia. Hasta la próxima  :t420:


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  "Murió porque no, murió porque sí, murió pa' que tú no estuvieras ni ahí"

 


#15 Patriarca 8

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Publicado 16 agosto 2016 - 15:21

buen capitulo

 

ojala Don Pose los ayude


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#16 Macairo de Cancer

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Publicado 16 agosto 2016 - 17:45

Capítulo 7: El cumpleaños de Poseidón

 

-¡Firmes!-gritó un Ángel General a su ejército.

 

Era el único que vestía una Armadura azul brillante la cual cubría casi todo su cuerpo a excepción del muslo, el antebrazo y su cara. Más que nada le daba la apariencia ridícula de un caballero medieval. Todos sus soldados habían formado en frente suyo y portaba cada uno una Armadura del mismo color que su general (la cual cubría las mismas partes del cuerpo a excepción que en vez de un casco llevaban una diadema) así como una lanza metálica.

 

Estaban reunidos en las orillas de alguna playa desierta. Los soldados formaban por lo menos siete filas de veinte Ángeles cada una. Hacían un saludo de visera con la mano izquierda (salvo algunos que eran zurdos) y con la derecha blandían las lanzas. Todos tenían una mirada de seriedad en sus rostros.

 

-¡Poseidón, dios de los mares!-gritó el General. Su eco resonó por toda la playa.-Dado a que el lapso de tiempo que se te concedió para darnos tu respuesta acerca de que si te unes al ejército del Olimpo o no, yo, Yarre, general de la diosa Hera, he venido a castigarte por tu osadía.

 

Luego alzó la mano izquierda en señal para que las filas de su ejército se acercaran a las orillas de la playa.

 

-¡Recibe la furia del Olimpo!-gritó Yarre.

 

En eso todas sus tropas comenzaron a golpear el agua con sus lanzas.

 

-¡Toma esto, agua!-gritaba un ángel.

 

Algunos incluso molestar@n y mear@n allí mismo, otros hicieron guerras de agua. Los que no habían podido entrar al mar para "atacar a Poseidón" se divirtieron armando castillitos de Arena en la playa. Uno creo exactamente una réplica del Santuario de Poseidón y a su lado el Olimpo.

 

-¡Así terminarás, Poseidón!-gritó aquel artista. Luego pisó el Santuario una y otra, y otra, y otra vez.

 

-¿Qué puedes hacer para evitarlo?-preguntó Yarre levantando los dedos del medio de ambas manos hacia el agua.

 

Los Ángeles comenzaron a reír hasta que el cielo se tornó de un color negro debido a que las nubes taparon completamente el sol. Las aguas del mar se agitaron y se volvieron violentas. Una gran ola apareció a lo lejos, chocó con la orilla y los inundó a todos. Cuando el agua "regresó" al mar, todos los Ángeles estaban completamente desnudos. Luego Poseidón apareció desde el mar con una cámara en mano.

 

-Esto va para "yutubi".-dijo con una risa maligna.

 

-¡El Olimpo no se olvidará de esto!-le gritó Yarre señalandole con el dedo mientras todos sus compañeros intentaban taparse.

 

-¡Ya, váyanse a c@gar!-gritó Poseidón molesto.

 

El dios de los Mares tomó su tridente y se lo arrojó a Yarre el cual se lo clavó en una de las sentaderas. Yarre saltó del dolor, se quitó el arma y salió corriendo junto a sus compañeros para después perderse a la vista.

 

-¡Y no vuelvan!-gritó Poseidón para después regresar al mar.

 

...

 

-¡¿Qué basura es eso?!-gritó Rafaelo.

 

Albiore los había conducido hacia un acantilado el cual tenía al lado un lago con un gran remolino el cual no paraba de girar. Albiore parecía ser el único tranquilo, inclusive Cristal estaba pálido y no podía articular palabra.

 

-Quedensé piola.-dijo Albiore tranquilizándolos.-Por ahí se entra al Santuario de Poseidón.

 

-¿Ya entraste alguna vez?-preguntó Jango mitad molesto, mitad acobardado.

 

-Hace uno tiempo entré junto a Aioros.-les explicó Albiore.-Allí encontramos a un General Marina que nos ayudó durante la "Misión Suicida".

 

-¿El que paraba rayos ken con la cara?-preguntó Cristal.

 

-Ese mismo.-respondió Albiore largándose a llorar por ese chiste de mal gusto.

 

Luego de una charla sin sentido, Albiore se arrojó al remolino. Posteriormente lo siguió Cristal, luego Jango y por último Rafaelo a regañadientes. Un millón de giros, agua y oscuridad...

 

Los cuatro despertaron en el mismo lugar. Estaban apilados en aquel suelo liviano que se asemejaba a arena. Albiore estaba siendo aplastado por el peso de sus demás compañeros quienes habían caído encima de él.

 

-¡No sean ratas! ¡Corransé!-gritó Albiore desde el fondo.

 

Rafaelo fue el que más barata la sacó debido a que su caída fue amortiguada por la de sus otros compañeros. Albiore tendría un dolor de espalda por el resto del día, Cristal quizás una molestia en la pierna derecha y Jango en los hombros. El grupo rápidamente comenzó a observar su alrededor y a admirar aquel paisaje marítimo en donde la "superficie" estaba repleta de algas marinas, corales, etc.

 

Desde entonces Albiore condujo al grupo tal y como Aioros lo había hecho anteriormente. Quizás se perdieron un par de veces (por no decir más de 10) sin embargo lograron llegar al Pilar del Pacífico Sur. Como era obvio, estaba vacío... O mejor dicho casi.

 

-¡Llegamos!-gritó Jango de forma exagerada.

 

-¡Les dije que sabía el camino!-dijo Albiore.-Ni put@ idea como llegamos.-Pensó.

 

-¿Qué es eso?-preguntó Cristal señalando hacia al lado del pilar.

 

Al lado de este había un muñeco hecho con bolas de papel de diario unidas con cinta adhesiva al que le habían fabricado una armadura de cartón con la forma de la Escama de Scylla. Inclusive la habían coloreado con pinturas acrílicas y le colocaron un ovillo de lana rosa sobre la cabeza (la cual tenía dos botones simulando los ojos y una sonrisa dibujada con marcador por debajo de estos). Se acercaron al Pilar y lo observaron detenidamente. Sobre este había una placa dorada con letras negras:

 

"Este pilar es protegido por el General Marina del Pacífico del Sur, Io de Scylla. Para ser sinceros no sabemos a donde mierd@s te fuiste y la verdad es que no nos importa en lo absoluto. Estamos felices por que nuestro querido Io por fin se haya hecho hombre y se hubiera ido a la calle, después de todo nunca entendimos un caraj@ de lo que decía este Chileno. Así que haznos el favor de tener muchos hijos y nietos, y sobretodo de no volver jamás, jamás, jamás, JAMÁS"

 

Con cariño, tus camaradas Generales Marinas

 

Jango tocó el muñeco con un dedo y este cayó al suelo. Preocupado lo volvió a levantar y lo colocó exactamente como estaba. Albiore leyó la placa una y otra vez, cada vez más indignado.

 

-Si supieran lo que en verdad le pasó...-dijo Albiore enojado.-¡Le volaron la bocha enfrente mío!

 

...

-¿Para que nos mandan hasta aquí?-preguntó Algethi.

 

-No lo sé, gordo Africano, no lo sé.-le respondió Sirius aunque en verdad si sabía el porqué.

 

Habían sido enviados a una gran montaña rocosa en Argelia. Esta quizás era la más alta dentro del cúmulo de relieves que la rodeaban. Alrededor tan solo había desiertos pero estaban ocultos producto de una extraña niebla que tal parecía que no era natural. Ya en la cima, Sirius comenzó a revolver el suelo rocoso con sus manos

 

-Por aquí tiene que haber un artefacto...-decía Sirius.-"Algo esencial para esta Guerra Santa"

 

...

 

El camino hacia el Templo de Poseidón fue sumamente sencillo de recorrer si tenemos en cuenta de que ningún Soldado del Mar les había impedido el paso durante todo el recorrido, ni si quiera un General Marino.

 

-Aquí algo no anda bien...-observó Cristal.

 

Llegaron hasta la entrada del Templo de Poseidón tras subir sientas de escaleras: Un par de doble puertas con el símbolo del Tridente de Poseidón grabado en él.

 

-¿Deberíamos tocar?-preguntó Rafaelo.

 

Pero Albiore no espero y atravesó las doble puertas al mismo instante que habían llegado. Tan solo dio un paso adentro y ya se encontraba dentro de una oscura habitación. Pronto, alguien los tomó a los cuatro y los hizo entrar, cerrando la puerta detrás de ellos.

 

-¿Que rayos pasa?-preguntó Jango.

 

-Shh.-dijo una voz en la oscuridad.-¡Silencio!

 

Se quedaron mudos un para de minutos mientras, sea quién sea el que se encontrara adentro, les tapaba la boca a todos. Solo cuando la puerta se volvió a abrir, las luces se encendieron y apareció el ejército de Poseidón dentro.

 

-¡Sorpresa!-gritaron todos al únisono.

 

Era Poseidón quién había entrado, y apenas se dio cuenta de lo que pasaba, se largo a reír. Los Marinas habían colgado estandartes con el tridente de Poseidón grabado en ellos. También habían carteles que rezaban "Feliz cumpleaños, señor Poseidón". En el suelo habían cincuenta mesas repletas con comida. En el medio había una mesita con una gran torta de fresa la cual estaba adornadas con tridentes.

 

Los Marinas desplegaron el mural del fondo para que se pudiera ver de lejos el Pilar Central junto a miles de Marinas que no habían logrado asistir a los festejos dentro del Templo de Poseidón pero que sin embargo estaban allí para desearle un feliz día a su dios. Pusieron música y comenzaron a bailar. Isaac se colocó un parche en su ojo y jugó a ser pirata. Kaza se subió a una especie de escenario y comenzó a imitar a otras marinas o a personalidades famosas, luego hicieron karaoke de "En el mar la vida es más sabrosa", ect. Curiosamente nadie prestaba atención a los Caballeros de Atenea.

 

-Creo que llegamos en mal momento.-observó Cristal rascándose la cabeza.

 

-Por cierto ¿Dónde está Rafaelo?-preguntó Jango.

 

Y como si fuera obra del Cosmos, Rafaelo estaba subido al escenario y hablaba a través de un micrófono, todos los presentes lo escuchaban.

 

-Bueno... Acá estamos celebrando el cumpleaños de Don Pose.-decía Rafaelo.-Espero que todos la estén pasando bomba tanto como yo.

 

Todos los presentes levantaron las copas y gritaron ¡Sí!

 

-Entonces comencemos con los chistes.-continuó Rafaelo.-¿Cómo nos damos cuenta que Hades se quedó sin espectros  y decide luchar por él mismo?-preguntó.

 

-¡Yo sé!-dijo un Marina.-¡Porqué se saca la espada que tiene en el cul@ como arma de reserva!-gritó.

 

Todos los Marinas y Rafaelo se rieron por ese chiste tan malo. Cristal, Jango y Albiore permanecieron serios hasta que este último no pudo aguantarlo más.

 

-¡Cállense!-gritó Albiore.

 

Todos los Marinas lo miraron directamente. Albiore aprovechó para subirse al escenario y quitarle el micrófono a Rafaelo.

 

-¡No es momento para festejar!-gritó Albiore.-¡El Santuario, Asgard y todo el mundo tiene un bardo bárbaro con el Olimpo!

 

-Sí, ya lo sé.-dijo Poseidón.-Vengo de echar a un grupo de Ángeles molestos. Son una basura.-dijo sin darle importancia al tema.

 

-¡Por eso tienes que unirte a esta guerra!-le dijo Albiore al dios del Mar.-¡Tenemos que hacer boleta a estas basuras!

 

-¡¿Porqué?!-gritaron los Marinas molestos al unísono.

 

-¡Por que uno de ustedes se sacrificó por el mundo!-gritó Albiore a todo pulmón. Los Marinas se miraron confundidos entre sí.-Io de Scylla fue boleta en marte por el ejército de Ares, murió para proteger la tierra.-explicó Albiore.-¡¿Acaso no quieren vengar a su compañero caído?!

 

Los Marinas volvieron a intercambiar miradas. Luego sus expresiones se convirtieron en incredulidad.

 

-¿Io murió?-preguntó Kanon sorprendido.

 

-¡Sí!-respondió Albiore.-Murió en frente de mi ojos.

 

De pronto las expresiones de sorpresas se transformaron en llantos. Todos los marinas se largaron a llorar, incluido Poseidón. Sorrento tocó una música fúnebre, los soldados se abrazaban, Bian estuvo a punto de caer al suelo pero fue sujetado a tiempo por Krishna y Thetis, los tres lloraron juntos. Todo se convirtió en llantos exagerados por las Marinas. Albiore quedó pálido y con los ojos abiertos mientras los observaba a todos.

 

-¡Se nos fue Io!-gritó Kaza.

 

-¡Ya nunca lo escucharemos decir "po weon", "fome la wea", "c@nchetumadre"!-gritó Kanon.

 

-¡Debí aumentarle el sueldo!-gritó Poseidón mientras golpeaba la pared.

 

Albiore se acercó a su lado y lo abrazó.

 

-No es culpa suya, Don Pose.-le calmó Albiore. Sintió que había metido la pata después de todo.

 

En eso se escuchó un fuerte temblor. Las bebidas en las mesas se movían, incluso comenzaron a rebalsar. Una vez que ese temblor terminara, hubo un momento de "paz" entre los presentes quienes se preguntaron que fue eso. Posteriormente se sintió un segundo temblor el cual duró el doble que el anterior.

 

Nadie dijo nada sin embargo todos pensaban que algo no andaba bien. Cristal, Albiore y los otros intercambiaron miradas y decidieron salir del Templo, cruzaron las doble puertas y se acercaron a las escaleras. Una vez que pudieron ver el "cielo" (o mejor dicho la superficie del mar), se percataron de que este se movía violentamente. Detrás de los Caballeros aparecieron los Marinas y posteriormente Poseidón.

 

-¿Que sucede?-preguntó Jango.

 

-Están intentando atravesar el mar.-explicó Poseidón con sus ojos fijos en la superficie.-Este mundo está protegido por una "barrera" creada por los Pilares, estos se encargan de sostener el mar. Pero con un poder de gran magnitud es posible atravesar la barrera y mantenerla abierta por un corto lapso de tiempo. Una hazaña casi imposible de realizar...-Y luego de hacer una pausa, miró a sus Generales.-¡¿Qué están esperando?! ¡Vayan a sus pilares! ¡Todos en posición!-gritó Poseidón.

 

Los seis Generales Marinas hicieron el saludo de visera y se alejaron corriendo mientras se llevaban por lo menos cien hombres cada uno. Thetis se marchó junto a un grupo de Marinas Sirenas para proteger los alrededores del Santuario de Poseidón.

 

-En verdad llegaron en mal momento.-dijo Poseidón blandiendo su tridente.-Deberían irse en cuanto puedan, un placer recibirlos como huéspedes.

 

-Nosotros nos quedamos aquí.-dijo Rafaelo crujiendo los puños.-Yo también he perdido a muchos amigos y compañeros.

 

Albiore, Cristal y Jango parecían estar de acuerdo con esa decisión. Poseidón asintió con un suspiro y regresó a su Santuario. Posiblemente iba a proteger el Pilar Central él mismo.

 

-Menudo cumpleaños.-observó Cristal con tristeza.

 

Al mismo tiempo que Cristal terminaba su frase, el mar fue "abierto" desde la superficie. Se abrió un gran agujero el cual giraba como si fuera un torbellino, por él cayeron una legión de Ángeles con Armaduras de "Plata brillante", guerreros de Zeus.

 

En cuanto tocaron el suelo se batieron a duelo con los soldados de Poseidón. Los soldados rasos tienen un poder equivalente a los Caballeros de Bronce, y teniendo en cuenta su número y el hecho de que llevan armas, enfrentaron magníficamente a los Ángeles de Zeus, cosa que no se había visto hasta entonces en los demás soldados rasos de los ejércitos del Santuario o de Asgard.

 

Los soldados rasos de Poseidón, con una gran capacidad para el trabajo en equipo y por la furia de haber perdido a uno de sus Generales Marinas, empujaron terriblemente a los Ángeles de Zeus, ya tenían una buena razón para pelear contra el Olimpo. El grupo de Caballeros de Atenea los vieron combatir, atónitos.

 

-¡Por el señor Io!-gritaron los Marinas furiosos.

 

-Esto no me lo esperaba...-dijo Jango rascándose la cabeza.

 

Los generales del ejército de Zeus hicieron gala en el campo de batalla y comenzaron a provocar bajas y heridos entre los Marinas. Increíblemente esto no hacía más que enfurecer y aumentar la fuerza de los Guerreros de Poseidón quienes trabajando en equipo lograron derrotar a uno o dos de ellos.

 

-¡¿A quién demonios se le ocurrió venir hasta aquí?!-preguntaba un Ángel mientras salía corriendo.

 

Pronto escucharon una gran explosión proveniente del Pilar del Océano Atlántico Sur.

 

-Creo que es nuestro turno.-dijo Jango con una sonrisa de confianza.

 

-¡Vamos a los pingazos!-gritó Albiore.

 

Los cuatro Caballeros cruzaron todo el campo de batalla entre los Marinas y los Ángeles. Gritos, voces, sonidos de metales, golpes... Una terrible batalla en la Guerra. Pero no para el "bando" de la Tierra si no que para el Olimpo, por primera vez un ejército demostró tener la situación bajo control con respecto al Olimpo quienes tenían un "aire de superioridad".

 

Al llegar al pilar, encontraron a cuarenta Marinas intentando detener a un único individuo. Este los derrotó rápidamente y los Marinas cayeron al suelo. Cuando estaba a punto de dar el golpe de gracia, el individuo giró para ver al grupo de Caballeros. Era Reiyel.

 

-Por fin te encuentro, Albiore.-dijo Reiyel.

 

Su voz sonaba furiosa aunque estaba repleto de emoción, por fin podría medirse con su "nemesis".

 

-Este... ¿Nos conocemos?-preguntó Albiore mientras miraba detrás suyo por si se refería a otro "Albiore".

 

Reiyel cayó al suelo (bien a lo anime) por la falta de seriedad por parte de Albiore. Luego se incorporó y lo miró fijamente.

 

-Te he estado buscando por mucho tiempo.-le explicó Reiyel.-Fui enviado por el mismo Zeus para acabar con tu vida.

 

-¡Zeus!-dijeron Albiore y Jango a la vez. Luego Jango crujió sus puños.-¡Ese maldito!

 

-¿Lo conoces?-preguntó Albiore a su compañero.

 

-Claro que lo conozco.-dijo Jango.-¡Es mi padre!

 

La noticia sorprendió a sus compañeros, incluido Reiyel.

 

-Así que tu eres el hijo de Prazia.-observó Reiyel.-Debí haberte matado cuando pude.

 

Jango apretó sus puños aún más.

 

-¿Cómo puedes pelear contra él sabiendo que es tu padre?-preguntó Cristal.

 

-No tiene ninguna relación conmigo.-dijo Jango rencorosamente.-Para mi no fue más que el pen, mi verdadera familia solo la compone mi madre.

 

-¿Entonces que van a hacer?.-preguntó Reiyel riéndose.-¿Van a atacarme ustedes dos a la vez?-preguntó refiriéndose a Albiore y Jango.

 

Pero sin que lo supiera, Sorrento de Siren ya estaba detrás suyo.

 

-Nada de eso.-dijo.

 

Reiyel volteó. Debido a un "código de honor" por parte de Sorrento, esperó hasta que su rival esté en frente suyo para recién lanzar su ataque: Un poderoso golpe. Reiyel lo esquivó con un salto y se dispuso a intentar atacarle con una patada voladora la cual falló.

 

Sorrento quiso tocar su flauta pero Reiyel la aventó con una patada y ambos guerreros se atacaron cuerpo a cuerpo, deteniendo los ataques del rival.

 

-Debemos ayudarlo.-dijo Rafaelo.

 

-Podrías darle a Sorrento.-le dijo Cristal.

 

Sorrento y Reiyel emplearon ataques de Cosmos los cuales ambos esquivaron, posteriormente el Ángel usó rayos ken y Sorrento le siguió el juego. Luego de una equivocación por parte de Sorrento, Reiyel comenzó a estrangularlo pero Sorrento le sujetó del cuello también.

 

Esto obligó a Reiyel a soltarlo y "abrazarlo" con un empujón. Sorrento le golpeó la espalda. Reiyel lo arrastró hasta el pilar y ambos chocaron. Sorrento tomó a Reiyel y lo hizo chocar contra el pilar para después "molerlo" a golpes. Cuando estaba por hacer un "golpe fuerte", Reiyel lo esquivó rápidamente y se colocó en su espalda. El Ángel desenfundó una pequeña daga plateada y se la clavó en la espalda, destrozando su Escama. Sorrento hizo un pequeño gemido de dolor y cayó al suelo.

 

-¡Sorrento!-gritaron los Caballeros sorprendidos.

 

Reiyel volteó para seguir luchando contra sus enemigos pero se percató de que Poseidón se acercaba (por su gran Cosmos) y decidió escapar, volando con sus alas. Albiore y los demás intentaron darle con sus armas de fuego pero estas no le alcanzaron.

 

Una vez que Reiyel escapó, los cuatro Caballeros fueron a asistir a Sorrento quién ya estaba irremediablemente muerto pues le habían atravesado con una hoja divina del Olimpo.

 

No solo llegó Poseidón quién vio a su Marina muerto, posteriormente aparecieron todo el resto del ejército y contemplaron el estado de Sorrento. Se escucharon llantos y palabras de odio. Poseidón se acercó al cuerpo de Sorrento quién aún tenía sus ojos abiertos y se los cerró.

 

Poseidón se separó y miró a su ejército.

 

-Ya van dos Generales Marinas.-dijo imperiosamente.-Hoy hemos perdidos a muchos de nuestros amigos. Solo quiero que sepan una cosa ¡EL EJÉRCITO DE LAS MARINAS ENTRARÁ EN ESTA GUERRA!-gritó con furia, el eco de su voz se escuchó por todo el Mar.

 

Todas las Marinas alzaron las manos hacia el "cielo" y gritaron "¡Sí!". Albiore y los demás se miraron sorprendidos. Poseidón posteriormente se dirigió a Albiore.

 

-Io confió en ti.-dijo Poseidón.-Ahora yo también lo haré. No lucharemos por el Santuario pero desde el día de hoy, Atenea y yo daremos fin a nuestro conflicto. Mi ejército de Marinas está a disposición del Santuario.

 

Albiore volvió a sorprenderse aún más, casi se le cae la paletilla. Todo el ejército de las Marinas le hizo una reverencia.

 

-Dinos que tenemos que hacer.-le dijo Kanon.

 

Albiore volvió en sí y se dirigió a Poseidón.

 

-Necesitamos tanto la ayuda de Asgard como la tuya, señor Poseidón-dijo Albiore.-Tenemos que ayudar a Asgard ¿Puedes firmar una Alianza con el dios Odín?

 

-Estoy seguro que tanto Odín como yo sabemos que nos jugamos.-respondió Poseidón.-Puedo hacerlo pero para eso necesito que lo arregles con él.

 

-Pero Hilda de Polaris  desconfía de Poseidón...-Dijo Cristal.

 

Albiore lo recordó y volvió a pensar. Luego chasqueó los dedos debido a que se le había ocurrido una idea.

 

-¡Lo tengo!-dijo Albiore.-Lo que vamos a hacer será...

 

...

 

-¿La rectaguardia?-preguntó Hilda sorprendida.

 

El centro de mando tenía un aire siniestro, quizás por la guerra o por la expresión de Hilda. Todos los dioses Guerreros presentes se sorprendieron por dichas noticias.

 

-Nuestros exploradores los avistaron.-aseguró el soldado de Asgard con voz preocupada y temblorosa.

 

-Eso convierte a los poblados como el blanco para el futuro ataque del enemigo.-observó Cristal señalando las aldeas dibujadas en el mapa que estaba colocado sobre la mesa.

 

Hilda cambió su expresión a una de amargura y perdió la cordura.

 

-¡Hay que reforzar los poblados en este preciso instante!-gritó Hilda.-¡Monten guardia en las murallas! ¡Nadie entra ni sale! ¡Si algo se mueve, disparen!-gritó.

 

Alberich de Megrez Delta hizo un saludo de visera y fue a comunicar las órdenes. Hilda regresó su atención al mapa y se tapó el rostro con su mano.

 

-¡Que Odín nos ayude!-se dijo a sí misma.

 

Albiore y sus compañeros se marcharon en dirección al palacio Valhalla.

 

-Jango, esta es la oportunidad que esperábamos.-dijo Albiore a su compañero.-No nos falles por favor. Confío en ti. Asgard confía en ti. La tierra también. Ya sabes que hacer.

 

Jango asintió y salió corriendo de allí después de despedirse de sus compañeros. Durante el camino, el ex líder de los Caballeros Negros perdió el equilibro y cayó al suelo cerca de uno de los bosques de alrededor del palacio Valhalla. Cuando logró incorporarse, vio que lo había hecho caer. No fue una piedra ni las duras nieves, fue telekinesis.

 

A su lado estaba la Armadura de Odín brillando. Cuando Jango se percató de lo que estaba por suceder, la Armadura ya lo había vestido completamente y en su mano derecha reposó la Espada de Odín. A través de ella, una voz le habló:

 

-Jango, tú serás mi representante ahora.-le dijo la voz de Odín.-Cumple con tu labor y salva a mi pueblo.

 

Estaba claro, Odín estaba de acuerdo con el trato.


Editado por Macairo de Cancer, 17 agosto 2016 - 13:55 .

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-esta bien que  Albiore sea el prota pero no es necesario

convertirlo en un gary stu ,convencio de forma muy facil  a

Don Pose y a su ejercito

 

-la idea de Jango usando la armadura  de Odín me parece buena idea

ojala le sirva para algo y no la destrocen facilmente  como cuando la

uso el gato en alma de gordo XD


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Publicado 17 agosto 2016 - 12:45

-esta bien que  Albiore sea el prota pero no es necesario

convertirlo en un gary stu ,convencio de forma muy facil  a

Don Pose y a su ejercito

Me falto pegar una parte que me saltee, ya lo edito  ^_^


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Publicado 20 agosto 2016 - 21:43

Capítulo 8: Los muros de sangre
 
Albiore se encontraba en una habitación cuadrada dentro del Palacio de Valhalla. Era pequeña y estrecha, posiblemente la hubieran usado para guardar ropa o tal vez baúles, la cosa es que se encontraría vacía de no ser por Albiore quien estaba parado justo en el medio de esta. Él mismo había pedido que lo condujeran a un lugar en donde casi no se escuchara un solo sonido (aunque era casi imposible debido al silbido de la ventisca de afuera o por el movimiento y grito de las tropas de Asgard por todo el palacio y afuera de este).
 
Una vez que adquirió la concentración suficiente, encendió su Cosmos y este se "unió" al de otra persona quién también lo estaba elevando. Una vez que ambos se "conectaron" perfectamente, la habitación desapareció lentamente y en su lugar se podía ver el universo. Delante suyo estaba Aioros de Sagitario quién le saludo agitando su mano derecha.
 
-Recibí tu llamada.-dijo Albiore.-Esta piola esto de que podamos hablar así, ni por put@ hablo por teléfono con todas estas tarifas de hoy en día...
 
-Me parece bien.-respondió Aioros ahogando una risa.-¿Qué has estado haciendo?-preguntó.
 
-Estoy a punto de firmar una alianza con Asgard y Poseidón.-explicó Albiore orgullosamente.-Salvo un par de quilombos, todo joya.
 
-Y espero que siga así.-dijo Aioros seriamente.-Cuando recibimos la ayuda de los Caballeros Negros, muchos aquí estallaron en festejos. Es lo que necesitamos, nos ayuda a subir la moral de las tropas. Como diría Máscara de Muerte: "En una guerra las muertes son inevitables". Si tanto Asgard como las Marinas se ponen de nuestro lado, tendremos muchas más posibilidades de vencer y todos aquí tendrán esperanzas en ver un nuevo mañana.
 
-No te fallaré, amigo.-respondió Albiore con compromiso.-Lo prometo.
 
-Tan solo no te falles a ti mismo.-le dijo Aioros.-Esto es un tablero de ajedrez, no eres nuestro rey así que si te perdemos podremos continuar con esta guerra. Pero recibiríamos un duro golpe...-agregó disimuladamente al final, bromeando con Albiore.
 
-Soy la reina.-dijo Albiore sonriendo con orgullo.-Sí, lo sé, me necesitan.
 
-Quizás un peón que tuvo suerte diría yo.-respondió Aioros riendo.-Por cierto, saluda a Hilda por mi.
 
-Como si un saludo tuyo la sacara adelante.-le reprendió Albiore sarcásticamente.-Está resistiendo, es una líder natural.
 
-Ella es una madre.-dijo Aioros.-Y el pueblo de Asgard son sus hijos.-Luego miró seriamente a los ojos a su amigo.-Cuídala por mi.
 
-Después de todo te debo un favor.-respondió Albiore disimuladamente.
 
Aioros simuló que Albiore lo había herido al lanzar un gemido de dolor mientras se aferraba a su pecho. Luego lo miró fijamente.
 
-Oye...-dijo finalmente Aioros.-Más de uno.
 
-Si quieres, nos emborrachamos una vez terminada esta guerra.-le respondió Albiore en tono de broma.-Luego del escabio podemos tener una pequeña pelea en ese mismo lugar, siempre quise demostrar quién es en verdad el Caballero de Plata de Cefeo.
 
-Suerte.-dijo Aioros dando fin a la conversación.
 
La figura de Albiore se perdió en el universo. Pronto este se disolvió y Aioros apareció otra vez en la sala del patriarca, Dohko se encontraba sentado y lo observaba atentamente. Detrás suyo estaban Aioria, Shura, Milo y Aldebarán.
 
-¿Qué nuevas hay de nuestro haz de plata?-preguntó Dohko.
 
-Según él está por forjar una alianza con Poseidón y Odín.-respondió Aioros.
 
La noticia sorprendió a Dohko pero la aceptó con una sonrisa de satisfacción. Por otra parte, Aioria, Shura, Milo y Aldebarán comenzaron a darse monedas de oro entre ellos sin explicación alguna.
 
-¿Qué hacen?-preguntó Aioros extrañado.
 
-Apostamos sobre si Albiore lo lograría o no.-explicó Dohko mientras asomaba su cabeza para ver detrás del trono del Patriarca.
 
-¿Y tú...?-preguntó Aioros.
 
Dohko le mostró una moneda de oro haciendo que Aioros esbozara una sonrisa para luego marcharse. Una vez que Dohko se aseguró que Sagitario se había ido, le entregó la moneda a Aldebarán quién estaba eufórico.
 
-Ganaste.-dijo Dohko con amargura.
 
...
 
Sirius estuvo cavando durante días pero no encontró nada. No comió ni bebió, su única compañía eran los celosos rayos del sol, el astro mayor. Sus dedos estaban chamuscados, después de todo se valió de sus propias manos para desenterrar sea lo que sea que tenía que buscar. Su rostro estaba arrugado exageradamente, sus ojos eran don cuencas gigantescas que sobresalían de su rostro cuyos huesos se remarcaban.
 
Ya no tenía fuerzas para seguir cavando y cayó al suelo completamente abatido. Gritó nombres de todo tipo de comidas y postres mientras se retorcía en aquella escarpada llanura. Sin que se de cuenta, su compañero Algethi de Hércules reapareció con una bolsa de papas fritas en las manos. Ya se había devorado medio paquete.
 
-¡Aquí estás!-dijo Algethi sonriente mientras levantaba a Sirius.
 
Can Mayor ahora se encontraba tan flaco como una calcomania. Lo levantó con sus dos grandes brazos, le abrió la boca y le lanzó una ráfaga de viento con sus manos, utilizando el Cosmos. Esta "infló" a Sirius y poco a poco volvió a la normalidad.
 
-¿Dónde Scheiße estabas?-preguntó Sirius ("Scheiße" es como decir "mier...coles" en Alemán).
 
-En el Mc Ambur de acá en la esquina.-respondió Algethi con naturalidad mientras señalaba atrás suyo.
 
Sirius se asomó y pudo ver un Mc Ambur a no más de unos setenta metros.
 
-¡¿Qué?!-preguntó atónito.-¿Cómo Huren llegó eso ahí? Pero más importante todavía ¿Me guardaste una hamburguesa?
 
-Te dejé unas cuantas.-respondió Algethi extendiéndole el paquete de papas fritas.
 
Sirius se largó a llorar y se echó al suelo. Tuvo miles de alucinaciones, el sol se convirtió en la esvástica Nazi. A su lado estaba Hiter junto a Stanlin, discutiendo acerca de la Segunda Guerra Mundial.
 
-¿A cuantos metieron?-preguntó Hitler.
 
-500.000 sionistas.-respondió Stalin con orgullo.
 
-Solo imagínate que algún día hagan creer que metimos a seis millones de Judíos y no quinientos mil Sionistas en campos de concentración.-le comentó Hitler en medio de risas.-Y sobretodo que escondan que habían mandatarios Judíos en nuestro ejército.
 
-O que digan que éramos racistas.-dijo Stalin y ambos estallaron más de la risa.-¡Sólo imagínate que digan que odiamos a los negros de piel cuando nuestros aliados están repletos de ellos!
 
-¡O que digan que los muertos de Estados Unidos fueron los héroes de la Segunda Guerra Mundial!-gritó Hitler y ambos se sostenieron para no caerse al suelo de la risa.-Quizás con suerte los reconozcan por transportar y alimentar a la URSS que es carne de cañón.
 
-¡O que hagan una película en donde un grupo de ocho soldados de Estados Unidos se meten en territorio Alemán y rescatan a un soldado que debe ser devuelto con su madre!-dijo finalmente Stalin y ambos ya no pudieron resistir y se cayeron al suelo.
 
-¿En dónde rayos estoy?-preguntó Sirius mirando des concertadamente el "espectáculo".
 
Miró a su alrededor para percatarse de que no solo el sol se había vuelto una esvástica Nazi si no que el cielo se había tornado de color rojo. Se asomó un poco del relieve y pudo ver a lo lejos como soldados Nazis fusilaban a soldados de la Unión Soviética. Todos los soldados Nazis eran arios, ojos celestes, altos y superiores. Muchos de estos formaba y hacían un saludo de visera a su superior. Muchos soldados estaban quemando libros Comunistas en grandes hogueras. Un soldado Nazi llevaba a una niña la cual gritaba.
 
-¡Esta ladrona se robó un libro!-sentenció.-¿Que le hacemos a los que les gusta leer libros comunistas?-preguntó.
 
-¡La quemamos!-gritaron los soldados Nazi.
 
-¡La quemamos!-gritó Sirius emocionado.
 
El soldado se puso en posición para después arrojarla a la hoguera mientras todos los soldados Nazis aplaudían, gritaban de alegría y se daban abrazos amistosos.
 
-Que grupo tan unido.-dijo Sirius feliz.
 
Al lado de Sirius apareció nada más ni nada menos que Indiana Jones.
 
-¿Eso te parece bien?-preguntó Indy desaprobando la acción.
 
-Sipi.-respondió Sirius eufórico.
 
-Bueno, lo más importante es que salgas de esta pesadilla.-dijo Indiana Jones e hizo que Sirius mirara para atrás.-¿Ves ese portal de ahí?-preguntó.
 
Señalaba hacia un gran portal que se había abierto.
 
-Sí.-respondió Sirius un tanto desconcertado.
 
-Por ahí puedes salir.-le explicó Indiana Jones.-Y ten cuidado de no comerte a ese gran pavo que está al lado del portal.
 
Sirius pudo percatar de que había una deliciosa comida al lado de la salida. Era un pavo gigantesco que media cerca de dos metros y medio, estaba depositado sobre un plato y estaba rodeado de condimentos así como tomates y lechugas. La baba de Sirius se le cayó a cataratas y estaba a punto de dirigirse a comérselo hasta que Indiana le dio una cachetada y lo miró a los ojos.
 
-¡Contrólate!-le gritó Indiana.-¡Ve hacia el portal!
 
Sirius volvió a largarse a llorar y se dirigió al portal. Este lo succionó cuando estaba a una docena de pasos de él. Lo atravesó y todo se volvió negro. Sirius despertó justo en donde el "portal" se encontraba. A su lado estaba Algethi durmiendo.
 
-¡Casi me como a mi compañero!-exclamó Sirius.-Bueno... Volvamos al trabajo.
 
Siguió cavando con las manos por las siguientes cuatro horas. El sol le ardía desde arriba sin embargo no le dejaba quemaduras al igual que Algethi, tal vez se debía a una pequeña capa de Cosmos que les protegía alrededor. Cuando Sirius ya estaba por darse por vencido, los rayos de una gigantesca luz atravesaron pequeñas grietas que tenía la roca. Cabe destacar que aunque eran pequeños, la luz ya le había obligado a cerrar los ojos.
 
Sirius continuó cavando ahora más de prisa. Removió las rocas y la tierra (podríamos aclarar que ya era un gran agujero de 57 metros). Cada vez la luz se volvió más y más intensa hasta que obligó a Can Mayor a que cerrara los ojos. De pronto la luz dejó de brillar y el se percató de esto. Abrió de par en par los ojos y se encontró con una pequeña cajita con un sello que decía "Atenea" la cual tomó con sus manos.
 
-¡Por fin!-gritó Sirius.
 
Dio un gran salto y salió directamente del agujero (chocando con todas las rocas en el proceso). Una vez que salió completamente, se dirigió con Algethi y le despertó.
 
-¿Qué sucede?-preguntó Hércules somnoliento.
 
Cuando abrió sus ojos pudo ver a Sirius quién tenía moretones por toda la cara así como un ojo morado y un poco de sangre. Pero a pesar de eso, sonreía.
 
-Lo encontré.-dijo triunfal.-Este es el supuesto artefacto que tendrá un gran impacto en esta Guerra Santa.
 
Una vez dicho eso, elevó su Cosmos y todo su alrededor se convirtió tan solo en el inmenso universo. Intentó conectarse con Dohko pero al final apareció Misty desnudo mientras hacía gemidos de satisfacción.
 
-Bien, ahí, sigan así muchachos.-decía mientras se agarraba el cuerpo.
 
Sirius palideció y abrió los ojos al máximo. Antes de que Misty se de cuenta que estaba ahí, Sirius intentó comunicarse con otro Cosmos. Esta vez apareció en frente de Máscara de Muerte quién, al parecer, estaba enterrando un cadáver.
 
-Al reino de los muertos tú te va, al reino de los muertos tú te vas.-canturreaba felizmente mientras meneaba la cabeza.
 
Can Mayor volvió a salir de la comunicación y esta vez apareció en frente de Ichi de Hydra pintándose un par de ojos para que no parezcan oscuros. Luego Milo dándole el biberón a su mascota (un escorpión gigantesco).
 
-¡Llévame con Dohko de Libra!-exclamó Sirius molesto.
 
-Telecom informa que la característica recibida es inexistente.-dijo la voz de una operadora la cual resonó por todo el universo.
 
-Encima contratamos una compañía de telecomunicaciones Argentina...-comentó Sirius molesto. Luego se le ocurrió una idea.-¡Con el patriarca!
 
Hubo una pausa hasta que la voz regresó.
 
-La comunicación ha sido establecida, si quiere iniciar una conversación marque cuatro.-le dijo la operadora.
 
Sirius escribió un cuatro en el aire y el universo se tornó de un color verde por un momento.
 
-Iniciando conversación exitosa mente.-dijo la operadora y luego el universo volvió a la normalidad.
 
Al frente de Sirius apareció Dohko sentado junto a Aioros quién se encontraba parado a su lado.
 
-Hola Sirius.-le saludó Dohko con cortesía.-¿Cómo va la misión?-preguntó finalmente.
 
-Tengo lo que me pidieron.-explicó Sirius mostrandoles la caja.
 
-Excelente.-le felicitó Dohko.-Ven hasta aquí de inmediato.
 
Sirius estaba por responder hasta que apareció Algethi transpirando.
 
-¡Sirius!-gritó.-¡Nos atacan! ¡Son un ejército!
 
La noticia sorprendió a todos.
 
-¡Deben salir de ahí!-exclamó Aioros.
 
-¿Cómo?-preguntó Sirius.
 
-¡Simplemente lo que ti...!-estaba diciendo Dohko hasta que ambos desaparecieron.
 
-¿Qué sucede?-preguntó Sirius.
 
-Su saldo actual es de 0 euros con 0 centavos.-dijo la operadora.-Por favor, cargue su crédito.
 
-¡amolar!-gritó Sirius.
 
Tanto él como Algethi salieron del "universo" y regresaron a aquel relieve. Sirius se asomó y pudo ver como alrededor de ellos había un ejército de más o menos 2.000 Ángeles que vestían Armaduras Rojas las cuales no parecían ser hechas de una luz como lo eran las de los soldados de Apolo, estas eran rojas y estaban rodeadas de llamas.
 
-Dudo que sean Nazis aliados.-dijo Sirius preocupado.
 
Sus enemigos comenzaron a escalar el relieve, Sirius se había preparado para luchar pero Algethi lo detuvo colocando su mano en el pecho de su compañero.
 
-Vete.-le dijo Algethi.-Yo te cubro.
 
-¡Te matarán!-exclamó Sirius.
 
-¡Nos mataran a los dos si te quedas!.-exclamó Algheti.-Debes llevar esa caja al Santuario, es más importante que mi vida.
 
Sirius dudó por un instante pero finalmente le extendió la mano.
 
-Fue un placer, Hércules.-dijo Sirius.-Perdón por llamarte negro Africano.
 
-Perdón por no dejarte papas fritas.-le respondió Algheti con una sonrisa.
 
Una vez hecho esto, Sirius se escondió detrás de unas rocas. Algheti se asomó al relieve y llamó la atención de los Ángeles. Todo el ejército se reunió y comenzaron a atacar a Algheti, Sirius aprovechó esto y huyó rápidamente. Teniendo en cuenta la velocidad del Match 5 al ser un Caballero de Plata y que los Ángeles estaban ocupados en Algheti, nadie lo vio.
 
-¡Soy un Caballero de Plata! ¡Algheti de Hércules!-gritó orgullosamente mientras golpeaba a sus enemigos.
 
Derribó a varios de sus enemigos, su forma de luchar era suicida. Asesinó a cientos a través de golpes debido a su increíble fuerza. Posteriormente apareció el cabecilla portando una lanza hecha de un mineral divino al igual que la daga que asesinó a Sorrento. Esta hirió al Caballero de Plata. En un acto de valentía, Algethi cargó directamente hasta su enemigo y la lanza atravesó su ancho estómago, comenzó a sangrar y a escupir.
 
-¡Muerto!-gritó el cabecilla.
 
Sin embargo, Algethi le dio un fuerte abrazó y se arrojó al vacío junto a su enemigo. Realizó una técnica suicida y ambos se desintegraron en el aire. Cuando "cayeron" finalmente, no eran más que polvo.
 
-Algethi.-pensaba Sirius mientras se alejaba corriendo.-¡Tú sacrificio no será en vano! ¡Lo juro por mi Alemania querida!
 
...
 
La ciudad de Asgard había sido reforzado con murallas. Se crearon milicias de ciudadanos para proteger el territorio, estos hacían guardia las 24 horas. Muchos soldados habían sido apostados por en cima de los muros para poder tener una buena visión de alrededor y así estar informados sobre el avance del enemigo.
 
-¡Su ejército no es infinito!-aseguró Albiore mientras caminaba junto a Hilda al lados de las casas. Venían seguidos por soldados y un par de dioses guerreros: Fafner y Heracles.-¡Si los derrotamos aquí, sufrirán un duro golpe!
 
Habían reforzado toda la ciudad con soldados. En dónde había más movimiento era en el muro del sur (la retaguardia de Asgard y por dónde atacarían los Ángeles). Era justamente en el este dónde habían menos soldados apostados debido a que se encontraba un gran precipicio, lugar poco estratégico para las tropas enemigas.
 
-¿Cual será la estrategia, mi señora?-preguntó Albiore con respeto.
 
-Fafner elaboró una sustancia la cual absorbe el Cosmos de quién la toca.-explicó Hilda.-Los muros fueron bañados exteriormente por tal sustancia.
 
-La llamo "Aspiradora Vital".-comentó Fafner.-Con ella, nuestros soldados podrán luchar en igualdad de condiciones.
 
-También los soldados fueron equipados con zafiros de Odín.-dijo Hilda.
 
-¿Y los ciudadanos?-preguntó Albiore.
 
-Se resguardaran en el Palacio Valhalla.-explicó Heracles.
 
-Parece una estrategia sólida.-comentó Albiore.
 
...
 
-Así que por primera vez nos separaremos.-comentó Cristal.
 
Los tres Caballeros estaban en la Armería. Ya era de noche y los soldados se preparaban para la batalla. Se les había entregado espadas y lanzas mejoradas por Fafner, en sus Armaduras brillaba un zafiro de Odín que desprendía una tenue luz gris. Regresando con los Caballeros, Albiore ayudaría a proteger el muro del sur, Rafaelo el oeste y Cristal el precipicio del este.
 
-¿Asustado, Cristal?-preguntó Rafaelo con una sonrisa.-Esta vez no estaré contigo para salvarte el trasero.
 
-Habla por ti mismo.-respondió Cristal riéndose.-¡Te rescaté cerca de diecisiete veces!
 
-¡No inventes dos!-exclamó Rafaelo molesto.
 
Los tres se rieron juntos, estaban unidos por un lazo de hermandad muy fuerte a estas alturas.
 
-Guarda ¿Eh?.-les dijo Albiore mientras le colocaba una mano en el hombro de Cristal y otra en la de Rafaelo.
 
-Lamento que tengas toda la diversión para ti.-dijo Cristal simulando pesar.-El muro del sur, a mi me tocó un aburrido barranco en el este.
 
-Yo al menos veré más acción.-dijo Rafaelo.-Me comunicaron que un grupo de Ángeles cargará contra el muro del Oeste.
 
...
 
Le habían asignado un buen grupo de soldados a Albiore, nombre clave: "Pelotón Ario". Apenas estaba anocheciendo y por esa razón era común ver a algún puñado de guerreros merendando a estas horas. La ciudad estaba vacía a excepción de todo aquel que defendería a Asgard aquella noche.
 
Siegfried dirigía la protección del muro del sur (el mejor para lo más difícil). En el muro del norte estaba Ullr. En el oeste Hagen y en el este Alberich. Muchos soldados festejaban y comían antes de la batalla, obviamente era para aliviar la tensión. Habían muchas posibilidades de que el pueblo de Asgard fuera derrotado aquella noche. Pero Albiore sabía que no sería así, confiaba en Jango.
 
A las diez de la noche, todo aquel que estaba destinado a los muros subió. Los que no montaban guardia en estos. Los dioses guerreros coordinaban la protección de la ciudad de Asgard, bajo su dirección los soldados estarían agrupados. Hilda por su parte había sido obligada a esperar en el Palacio de Valhalla.
 
-Mi deber está junto a mis hermanos.-se quejó Hilda.-Cómo me gustaría estar allí con ellos.
 
-Por esa razón debe quedarse aquí.-le explicó Bud.-No podemos perder a un líder como usted.
 
Eran eso de las diez de la noche y el sol ya se había ocultado completamente. Los Ángeles usarían la oscuridad como estrategia para luchar contra sus enemigos con mayor facilidad. Se habían encendido antorchas y hogueras, para permitir ver durante toda la noche y para que los soldados pudieran lanzar flechas de fuego y abatir a sus enemigos con mayor facilidad.
 
-¿Estás nervioso?-preguntó Albiore a Siegfried
 
-Siempre lo estoy.-reconoció Siegfried mirando al suelo.
 
-No lo pareces.-observó Albiore.
 
-Un líder debe parecer sereno hasta el final.-declaró Siegfried.-Tan solo míralos.
 
Albiore notó un aura de duda en los demás soldados. Quizás también estaban aterrados.
 
-Si ven que su líder flaquea, no habrá esperanzas en sus corazones.-le explicó Siegfried.
 
Albiore recordó la Misión Suicida, todos tenían miedo pero Albiore siempre se mantuvo recto y firme. Cefeo le dio una palmada a Siegfried y regresó a su lugar asignado en el muro, unos metros más adelante. El muro era como las trincheras de Asgard, lo suficientemente ancho como para que seis filas de soldados pudieran caminar sin problemas. ¿Cómo lo construyeron? Quizás fue milagro del dios Odín, quizás debido a las fuerzas de los valientes guerreros de Asgard, igual eso no importaba ahora.
 
Se acercó a sus soldados quienes hicieron un saludo de visera, posteriormente se asomó para tener una mejor visión. En el extremo del muro habían vallas con pinchos afilados, Albiore tuvo cuidado y pudo ver lo que sería el campo de batalla. Reconoció la astucia de su enemigo, era un terreno blanco por la nieve cubierto por rocas las cuales posiblemente usarían para cubrirse de los ataques de los soldados de Asgard.
 
-No tiene miedo ¿Verdad señor?-preguntó uno de sus soldados.
 
-Un líder debe mantenerse sereno hasta el final.-respondió Albiore repitiendo las palabras de Siegfried.
 
-¿Cree que lo lograremos?-preguntó otro soldado, quizás el más asustado del grupo.
 
-No lo sé.-dijo Albiore y todos sus soldados agacharon la cabeza.-Aún así estoy seguro de que lucharemos hasta el último hombre. Considérense hermanos todos ustedes y lo lograremos.
 
-¿Eso de que nos ayudará?-preguntó otro soldado.
 
-Yo y mis "hermanos" pasamos por muchos quilombos y sobrevivimos, no por nuestras habilidades si no por nuestro sentido de hermandad.-explicó Albiore.
 
...
 
-Hubo veces en las que parecía que nuestro espíritu flaqueaba.-explicaba Cristal a sus hombres.-Pero siempre nos levantábamos juntos y nos ayudábamos los unos a los otros.
 
...
 
-Inclusive cuando todo parecía irse a la reverenda mier$@ ¡Ahí estábamos nosotros! ¡Pateandoles el trasero a todos los infelices que intentaban frenarnos!-exclamó Rafaelo mientras les contaba su anécdota a un grupo de soldados rasos.
 
...
 
-Permanezcan juntos y recuerden por que luchan.-dijo Albiore.-Recuerden a todos los hermanos que perdieron durante esta guerra. Recuerden a cada madre que perdió a sus hijos. Y recuerden a todas las que podrán volver a abrazarlos debido al sacrificio de ustedes, luchen por eso.
 
Pasaron minutos y nadie dijo nada, tan solo se escuchaba el silbante viento y las brazas del fuego de las hogueras. A lo lejos se pudo ver como una intensa luz se acercaba. Todos advirtieron rápidamente de que la luz venía seguida de pisadas, sus ecos recorrieron todo Asgard. Era un sonido de muerte.
 
Pronto pudieron verlos mejor: Ángeles, quizás entre 5.000 y 10.000. Todos vestían Armaduras luminosas las cuales reflejaban la luz del sol. Adelante de ellos venía el cabecilla, su cabello parecía una antorcha viviente y se meneaba sin ayuda. Cuando estuvieron a unos pocos metros del muro, ordenó al ejército que parara. Eran filas de cerca de 500 Ángeles. Una vez que pararon, se sintió un fuerte eco como el de un tambor.
 
-¡Pueblo del dios Odín!-gritó el cabecilla.-¡Ríndanse ahora y salvarán su vida para formar parte de la gran utopía que el Olimpo creará sobre esta tierra! ¡De no rendirse, morirán todos!
 
-¡Aquí está nuestra respuesta!-gritó Siegfried.-¡Ventisca valerosa del Dragón!
 
Sin embargo no lanzó ningún ataque, simplemente hizo ademán de hacer fuerzas. Luego de un rato, se tiró un gran problema el cual resonó por todo Asgard.
 
-Es uno de esos que viene con juguito.-les explicó Albiore a los suyos mientras se reían.
 
Una vez que terminó, Siegfried suspiró un poco y volvió a mirar a los Ángeles. Estos intercambiaban caras entre ellos y no sabían si estaba permitido reírse o no. El único que parecía completamente molesto era el Cabecilla.
 
-¡Entonces mueran todos! ¡No quiero un solo sobreviviente!-ordenó a su ejército el cual avanzó directo al muro.
 
-Esperen mi señal...-ordenó Siegfried a los suyos quienes preparaban arcos.
 
Cuando los Ángeles comenzaron a intentar golpear el muro, un aura verdosa los recorrió a cada uno para después perder sus fuerzas. Sus puños se destrozaron por el contacto con aquel muro sólido y por lo tanto gritaron de dolor. Pronto, las filas de atrás comenzaron a "contagiarse" con aquel aura y fueron perdiendo sus fuerzas.
 
-¡Fuego!-gritó Siegfried.
 
Los arqueros lanzaron cientas de flechas que abatieron en un instante a los Ángeles. Cuando se dieron cuenta de que todo era una trampa, el Cabecilla ordenó a su ejército que saltara el muro directamente. Sus soldados obedecieron y por lo tanto se pudo apreciar miles de siluetas en el cielo. 
 
-¡Dragón escondido!-gritó Siegfried.-¡Fuego!
 
"Dragón escondido" era el nombre clave de un buen grupo de soldados que esperaban detrás del muro con flechas de fuego. Una vez que recibieron la orden, atacaron con todas sus flechas a las miles de siluetas en el cielo. Eran pequeñas bolas de fuego que entraban en contacto con una silueta para que después esta cayera al suelo. Albiore les atacó con su AK-47 derribó a muchos de ellos también. Las siluetas no solo cayeron dentro de los muros si no que también por encima del muro.
 
-¡Desenvainen!-ordenó Siegfried.
 
El eco de su voz repitió la orden. Casi todos los arqueros tomaron las armas cuerpo a cuerpo y comenzaron a envestir a los Ángeles. Los gritos y el sonido del acero fue todo lo que se escuchó por el momento. Albiore protegió a los suyos con la ayuda de sus cadenas. Pronto los Ángeles intentaron derribar el muro utilizando rayos Ken pero una misteriosa barrera protegió a Asgard.
 
-¡Obra de Fafner!-recordó Albiore.
 
Los Ángeles no podrían dañarlos con sus rayos ken a menos que estén dentro del muro. Y aunque lo estén, los soldados rasos no les darían respiro alguno. Lo más probable es que esta "barrera" fuera creada a través de los mismos zafiros de Odín que portaban los soldados.
 
...
 
-Así que tenemos "luz verde".-observó Poseidón.
 
El gran templo tan solo tenía en su interior el trono de Poseidón, las mesas y todos los adornos festivos ya habían sido retirados. Poseidón y muchos de sus súbditos estaban allí, observando Jango quién vestía la Armadura de Odín.
 
-Así es.-dijo Jango.-¡Debemos ir a Asgard a ayudar ahora mismo!
 
-Me parece que no.-respondió Poseidón lo cual sorprendió a Jango.
 
-¡Prometió ayudarnos!-exclamó Jango furioso.
 
-Cambié de opinión...-respondió Poseidón y cerró los ojos.
 
La piel morena de Jango palideció por completo. Miró a todas las marinas y estas se mantenían al margen. Temblaba y no podía articular palabras. Acto seguido, no pudo controlar su cuerpo y blandió con fuerza su espada. Un Cosmos superior controlaba sus movimientos.
 
-Poseidón.-dijo la voz de Odín.-¿Esa es tu respuesta final?-preguntó.
 
-Así es.-afirmó Poseidón abriendo los ojos.
 
Nadie pudo ver claramente lo que sucedió a continuación: Jango (controlado por Odín) cargó contra Poseidón blandiendo su espada en alto. Odín se defendió rápidamente con su tridente y ambas armas entraron en colisión. Posteriormente se atacaron mutuamente con rayos ken, provocando que el Palacio del Mar sea en parte destruido. Los súbditos de Poseidón observaban la batalla sin hacer nada.
 
Odín le lanzaba rayos a través de su espada, estos eran rechazados por la lanza de Poseidón. Luego ambos corrieron fuera del palacio y comenzaron a luchar afuera. Intentaron destruirse empleando telekinesis pero como ambos eran dioses y tenían poderes similares, estos tan solo rebotaban. Todo el Santuario submarino temblaba pero tanto Odín (Jango) como Poseidón se mantuvieron firmes.
 
A continuación ambos saltaron y se atacaron en pleno vuelo. Todo el Santuario vio tal confrontación desde el suelo. Ambos dioses intercambiaron golpes e intentaron asesinarse empleando las Armas. Luego comenzaron a caer y se volvieron en "esferas de luz" las cuales chocaban para destruirse entre sí. Luego se aproximaron creando una sola esfera y esta tocó suelo, generando un terrible temblor por todo el mar.
 
Cuando las Marinas se acercaron al cráter en donde ambos dioses habían caído, pudieron ver al fondo como Poseidón y Odín se sostenían juntos, ambos riéndose (a excepción de Jango).
 
-Pensé que te habías oxidado, viejo inútil.-le dijo Poseidón.
 
-Hago ejercicio comúnmente.-le explicó la voz de Odín.-Tu en cambio eres un maldito sedentario. 
 
Ambos volvieron a reír y salieron del cráter juntos. Tenían quizás un par de raspones en el rostro pero por otra parte estaban completamente ilesos.
 
-Desplegaré mis tropas en Asgard ahora mismo.-le avisó Poseidón a Odín.-Ahora seremos aliados en esta Guerra Santa.
 
...
 
Habían pasado un par de horas desde que comenzó la batalla en Asgard. El muro del norte debió ser evacuado y Siegfried ordenó que todos se unieran a los guerreros que protegían la ciudad. Albiore y sus tropas defendían una iglesia dedicada al dios Odín, desde los tejados abatían a todos sus enemigos. Aún así no salieron completamente ilesos, Cefeo perdió por lo menos a una docena de los suyos. En eso se escuchó una fuerte explosión proveniente del muro del Oeste.
 
-¡Abrieron brecha en el muro Oeste!-gritó un soldado de Asgard.
 
...
 
-Espero que Rafaelo esté bien.-pensó Cristal.
 
Desde el abismo subían cientos de Ángeles quienes escalaban a una velocidad considerable. A pesar de que defendían la posición con flechas y rayos ken (o en el caso de Cristal, una MP5), estos pronto los superarían.
 
...
 
-¡Rafaelo!-llamaba Albiore con su cosmos a su compañero.
 
Este no respondía y Cefeo se preocupó por esto. Siguió defendiendo la posición hasta que escuchó una voz que le hablaba a su Cosmos.
 
-¡Estoy bien!-le dijo Rafaelo.-¡Por ahora estoy bien! ¡No están superando y posiblemente sea mi fin! ¡No podemos contenerlos! ¡Hagen ya ha caído!
 
-¡Voy para allá!-le dijo Albiore.
 
Cefeo ordenó a sus tropas a que vayan a ayudar al dios guerrero Surt quién luchaba cerca de allí. Albiore bajó de la iglesia y se dirigió hacia el muro del oeste. Cuando dio un par de pasos, fuertes estallidos se escucharon en el otro extremo de Asgard: El Sur.
 
-¡Cristal!-llamó Albiore a su compañero.
 
-¡No es nada, Albiore!-respondió Cristal en el acto.-¡Ve y ayuda a Rafaelo!
 
-¡¿Me consideras inútil?!-gritó Rafaelo.-¡Ve a por Cristal, yo puedo contenerlos!
 
-¡De ninguna manera!-le discutió Cristal.
 
Albiore se apoyó sobre un edificio derrumbado y comenzó a pensar. Solo podía ayudar a uno de sus compañeros y lo más probable es que el otro sea asesinado. Meditó por un tiempo hasta que volvió a hablar con su Cosmos.
 
-Tenía que tomar una decisión.-sentenció Albiore con pesar, sus dos compañeros lo escucharon.-Ayudaré a...
 
...
 
Cristal dirigía a un grupo de soldados, habían sido empujados del extremo este. Los Ángeles no paraban de llegar y no podrían resistir mucho por las bajas. Ordenó retirar a sus hombres y estos se marcharon al Palacio de Valhalla.
 
-¡Yo los contendré!-gritó mientras empuñaba su arma con fuerza.
 
Disparó a cada Ángel que se acercaba a asesinar a Cristal, pronto estos lo superaría. En eso escuchó una voz.
 
-Está hecho.-dijo Albiore hablándole desde su Cosmos.
 
-¿Rafaelo está bien?-preguntó Cristal en medio de la batalla.
 
-Así es.-afirmó Albiore.-Ahora nos vamos al Palacio del Valhalla.
 
-Lo entiendo.-dijo Cristal con una sonrisa.-Adiós compañero.
 
...
 
Quedaban tan solo 4.000 soldados de Asgard, estaban todos protegiendo el Palacio de Valhalla debido a que la ciudad ya había caído y fue tomada por los Ángeles. Albiore se reencontró con sus soldados quienes hicieron un saludo de visera, Cefeo ordenó que le siguieran. Los pasillos estaban infectados por heridos y soldados moviéndose a todos lados del Palacio.
 
Albiore, Rafaelo y los soldados se dirigían hacia un balcón en donde Hilda se encontraba asomada, discutiendo con el Cabecilla del Ejército. A su lado estaban Siegfried y Frodi observando toda la situación. Cuando llegaron la vieron a ella con un aire imponente a pesar de la situación.
 
-¡¿Entonces te rindes?! ¡¿Hilda de Polaris?!-preguntó el cabecilla.
 
-¡Odín jamás se arrodillaría ante sus dioses malignos!-gritó Hilda.-¡Por mi que se vayan al infierno y ustedes con ellos!
 
El cabecilla se rió. Su risa contagió a todos sus hombres quienes ocupaban la ciudad. El eco atemorizó a todo el Palacio Valhalla.
 
-¡Entonces muere!-sentenció el cabecilla.-¡Fuego a discreción a mi orden!
 
Todos los Ángeles se prepararon para atacar, apuntando directamente hacia el Palacio Valhalla. Los soldados de Asgard comenzaron a gritar, consumidos por el miedo y la desesperación. Justo cuando todo parecía perdido, una imperiosa voz se escuchó por todo Asgard. Una fuerte luz se pudo observar desde lejos, era un hombre que sostenía una espada.
 
-¡Es la espada de Balmung!-exclamó Siegfried atónito.
 
-¡Seres despreciables!-gritó la voz de Odín.-¡Ha llegado su final!
 
-¡Qué tonto! ¡Pudiste haber escapado!-exclamó el cabecilla.-¡Lo mataremos a él primero!
 
Todo el ejército de los Ángeles cruzaron la ciudad para dirigirse hacia donde estaba Jango. Albiore y Rafaelo observaron la escena atónitos. Nadie dijo nada mientras veían al ejército de Ángeles avanzar hacia aquel que portaba la Armadura de Odín. Este se encontraba sobre el muro sur mientras blandía su espada, firme. Pronto todo el ejército se encontraba en frente suya.
 
-¡Prepárate a morir!-le gritó el cabecilla.
 
-¡Hoy morirán muchos!-afirmó Jango.-¡Pero yo no estaré entre ellos!
 
-¿Tú y que ejército?-preguntó el cabecilla.
 
Él y todos los Ángeles comenzaron a reir. Por otra parte, Jango alzó su espada al cielo.
 
-¡Este ejército!-gritó.
 
Por la brecha que los Ángeles habían abierto entró Poseidón, este alzó su tridente y detrás suyo aparecieron miles de Marinas.
 
-¡Sin cuartel!-gritó Poseidión con furia.
 
-¡Por Io y Sorrento!-gritaron los Marinas.
 
La aparición de Poseidón y su ejército sorprendió a los Ángeles. En un segundo ya estaban luchando por sus vidas ya que fueron masacrados por las Marinas comandadas por los Generales Marinas. 
 
...
 
-Vaya entrada.-observó Hilda mirando a Poseidón.
 
Tan solo habían dejado al cabecilla de los Ángeles con vida, este se encontraba rodeado por las Marinas y por los soldados de Asgard quienes lo miraban con ojos llenos de rabia.
 
-Vinimos a ayudar.-explicó Poseidón aunque eso ya estaba claro.
 
Hilda agachó la cabeza y perdió todo su orgullo.
 
-Gracias...-dijo finalmente con gratitud.
 
Poseidón le sonrió y se marchó junto al cabecilla de los Ángeles. Le apuntó con su tridente y comenzó a hablar.
 
-Dinos todo lo que sabes y quizás te perdone la vida.-dijo Poseidón imperiosamente.
 
-Pues claro.-dijo el Cabecilla con una voz cargada de odio.
 
Este generó una esfera de luz con su mano izquierda y se la mostró a Hilda.
 
-Aquí está todo lo que sé.-afirmó.
 
Hilda caminó lentamente hacia el cabecilla. Sin embargo este planeaba algo más... Con su mano derecha comenzó a generar un ataque de Cosmos cargable, listo para asesinar a Hilda. Cuando esta se hubo acercado lo suficiente, el cabecilla levantó su mano dispuesto para matarla. Hilda intentó cubrirse. Nadie se esperaba eso y por lo tanto actuaron tarde.
 
Cuando se dieron cuenta de lo que pasó, la mano del cabecilla se había congelado por completo así como también el resto de su cuerpo a excepción de su cabeza. Detrás de todos los soldados, Caballeros, marinas y dioses Guerreros reunidos, apareció una figura seguido por un pequeño grupo de Soldados de Asgard. Era Cristal quién tenía varias heridas, sin embargo parecía que estas no le infligía ningún dolor.
 
-¡Cristal!-exclamaron Albiore y Rafaelo quienes corrieron con su compañero.
 
Los tres Caballeros se dieron un gran abrazo mientras gritaban de alegría.
 
-¡No se olviden de mí!-gritó Jango quién aún portaba la Armadura de Odín.
 
Este se unió junto a sus compañeros y estrecharon sus manos.
 
-Pensé que habías muerto.-dijo Albiore sonriente a Cristal.
 
-Hieres mis sentimientos.-afirmó Cristal riéndose.
 
...
 
La ciudad de Asgard estaba en etapa de reconstrucción. El pueblo de Asgard, así como los Caballeros y los Marinas estaban reunidos afuera de la ciudad. 
 
-Hoy recordamos a todos aquellos que murieron durante esta batalla.-dijo Andreas Rize quién estaba en frente de todo el mundo. Detrás suyo habían colocado una gran placa de hierro con los nombres de todos los caídos grabados en ella.-Un minuto de silencio por favor.
 
Nadie habló por un tiempo, algunos soldados lloraban y otros permanecían callados y serios. Los soldados de Asgard y las Marinas estaban juntos, así como los dioses Guerreros sobrevivientes y los Generales Marinas. Jango por su parte se había quedado con la Armadura de Odín.
 
-Señorita Hilda, si quiere decir algo...-dijo Andreas.
 
Hilda asintió y se colocó al lado de su compañero. Luego le hizo un ademán a Poseidón para que se acercara y este accedió.
 
-Hoy quiero comunicarles que el ejército de Poseidón y Asgard se unirán para luchar en esta guerra.-explicó Hilda.-¡Juntos enviaremos a estos canallas directo al inframundo!
 
Todos los presentes gritaron con valor.
 
-Mi hermano no dará basto con esto.-comentó Poseidón riéndose.
 
-¿También lucharán con el Santuario?-preguntó Albiore, acercándose junto a sus compañeros.
 
-Por supuesto.-afirmó Poseión. Hilda también asintió.-Tú nos uniste, ahora haremos el resto del trabajo...

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Fanfic parodia: "Saint Effect"

Parte 1: La Misión Suicida Parte 2: El Regreso de Zeus


Parte 3: El Capítulo Final (Aún no escrito)


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Publicado 20 agosto 2016 - 22:47

me extraña que Aldebarán  siga con vida XD

 

que me late que Sirius tiene los mismos vicios que Saga

 

menos mal que Sirius no vomito al  ver a su colega

plateado en esa situación ,esa compañía de telecomunicaciones  es un fail

 

fue interesante la batalla campal

 

Poseidón. y Odín son un par de troles XD


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