Saint Seiya Dakkesen (la gran batalla)

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Capitulo 35: El último ataque

Goichi (mirando con confianza a Kiki): ¡Demasiadas palabras para pocas acciones, ataca con lo más fuerte que tengas, enano tapón de alberca!

Todo transcurrió en un segundo. El Stardust revolution colisionó fuertemente con el rayo del berseker, haciendo temblar el suelo bajo sus pies, levantando una inmensa nube de polvo que cegó momentáneamente tanto a los luchadores como a los sombríos observadores de la batalla. La luminiscencia de los ataques generaba movedizos juegos de sombras sobre el cuerpo de los contrincantes, que estaban al borde del agotamiento debido a que estaban utilizando sus cosmos al máximo.
Las estrellas del ataque de Kiki avanzaban con increíble fortaleza sobre el ken de Goichi, quien pese a tener una posición firme, comenzaba a ser arrastrado hacia atrás.
Los intrusos del santuario observaban maravillados tal espectáculo.
El ritmo cardíaco del lemuriano estaba fuera de lo normal, sentía que en cualquier momento perecería ante el ataque de su enemigo y buscó un último refugio sentimental en el recuerdo de su maestro. Imágenes tras imágenes surcaban su mente, desde los vagos recuerdos de su niñez, instruido por Mu en el arte de reparar armaduras, desarrollar la telekinesia, aprender las reglas básicas de combate, descubrir el cosmos.
La imagen del carnero dorado dándole ánimos impulso a Kiki a gastar hasta la última gota de su cosmos.
El Satrdust Revolution adquirió la supremacía absoluta en aquel duelo de santos, desintegrando al rayo de Goichi, así también como a su efector. Luego de aquel estallido, Kiki cayó de rodillas al suelo sin poder mantenerse en pie y respirando con dificultad.
Dio una mirada a la platea privilegiada de aquel encuentro, preguntándose que iban a a hacer ahora que había vencido a su compañero. Volvió a agachar la cabeza mirando al suelo y tratando de serenarse, cuando comenzó a escuchar un aplauso.
Al levantar la mirada pudo ver al mismísimo Phobos aplaudiendo despacio y de forma irónica a unos metros de distancia.

Phobos: Genial, me has dejado sin palabras jeje, creo que acabo de perder una apuesta (Dio una rápida mirada al grupo de bersekers que aún permanecían sentados).
Sin embargo, he venido aquí con una misión. El espectáculo que has montado con mi difunto subordinado me ha entretenido bastante, no obstante, debo comenzar a actuar antes de llevarme un reto por parte del Señor Ares.

Kiki levantó la mirada y observó la cara de Phobos, de mirada penetrante que lo hacía sentir inferior, la cicatriz en la mejilla izquierda, que denotaba los duros combates que había tenido, y esa expresión de tranquilidad y satisfacción que raramente le daba un aspecto terrorífico.
El lemuriano se levantó con mucho esfuerzo, y mientras estaba de pie, se tambaleaba. Dio media vuelta y trató de correr hacia lo que quedaba de la enfermería. Fue directamente a la cama donde Seika reposaba. A pesar de los enormes ruidos, ninguno de los pacientes de Kiki había despertado.
El aprendiz de Mu, lentamente colocó su mano izquierda obre la frente de la muchacha, que al parecer, dormía plácidamente.

Kiki(pensamiento): Señorita Seika, trataré de salvarla de morir en manos de este monstruo, lo juro con mi vida. Le he prometido a Seiya que te protegería y así lo haré.
Debo concentrarme en algún lugar para trasportarla.

Una maraña de sombras apareció en el lado opuesto de la cama, y luego se disiparon, mostrando a Phobos que se escondía tras ellas.

Phobos: ¿Tu novia? Pobre, debe estar muy mal para no haberse despertado con tanto bullicio, es una lástima que no puedas salvarla

Phobos rápidamente tomó el brazo de Kiki y levantó al pequeño santo, quien ni siquiera tenía fuerzas para hablar o moverse para librarse de su captor.
El semidios dio una mirada a la muchacha, y sin remordimiento, con su mano izquierda, atravesó su pecho salpicando de sangre su cara y su armadura, así también como a Kiki.
El cosmos dorado de Kiki comenzó a elevarse y apretó los dientes con furia. Phobos aún lo sostenía de su brazo y lo miraba de forma apacible.

Kiki (lanzando un puñetazo a lacara de Phobos): ¡Malditoooo!

El golpe de Kiki impactó en la mejilla de Phobos, pero la cara y las facciones del semidios no se modificaron en lo absoluto. Al contrario, sonrió y cerró los ojos.

Phobos: ahhh, caballero, grave error has cometido, iba a jugar un rato contigo, pero no puedo permitir que me hayas golpeado.

Un cosmos color rojo lleno de maldad rodeó al berseker, quien con un movimiento rápido azotó a Kiki contra una de las enclenques paredes de la enfermería.
La vista comenzó a nublársele, ayudada por la sangre que se derramaba desde su frente.
No podía escuchar bien, y le dolía todo el cuerpo. Era el fin. Había fracasado en defender al santuario, y había roto su última promesa a Seiya.
La vida había sido muy injusta con el, la muerte de sus padres, los duros entrenamientos en el Tíbet, la poca fuerza física con la que había sido dotado, pero al menos, pudo conocer a las luces que iluminaban su vida: sus amigos, su difunto maestro, y Athena a quien trató de proteger hasta el último aliento.
El lugar comenzó a temblar violentamente, sentía su cuerpo pesado, y la luz de sus ojos ya se había apagado. En medio de la total oscuridad pudo ver una figura, vestida con ropas sencillas, una especie de bufanda de tela color marrón, que tapaba la mitad izquierda de su pecho y su abdomen, mientras que por debajo, vestía una camiseta de mangas cortas amarilla y desgastada. Eso era todo lo que Kiki podía ver en la oscuridad. El hombre de largos cabellos estiró uno de sus brazos totalmente vendados desde el codo hasta la mano, la cual ofreció a Kiki

Hombre: Kiki, ya es suficiente, ven conmigo camarada, estoy orgulloso de ti…

La voz suave le indicó que se trataba de su maestro Mu, de lo cual pudo asegurarse cuando una luz blanca apareció detrás del santo dorado.
Kiki tomó la mano de su maestro, y se asombró al ver que esta ya no poseía heridas.
Mu lo miró con sus ojos negros y dulces y le dedicó una sonrisa de complicidad.

Phobos miro al pequeño lemuriano mientras seguía aumentando su cosmos cada vez más y más, inundando la habitación de un resplandor rojo. Miro al santo de bronce, y observó que estaba ya muerto, por el pálido aspecto de su piel. Al ver esto, apagó su cosmos, y salió de la habitación a través del enorme hueco que había en la pared.
Caminó un par de metros y dio media vuelta, observando la maltrecha enfermería. Con un movimiento de su mano, la construcción se desmoronó, levantando una nube de polvo y convirtiéndose en puros escombros.
Phobos miró a sus acompañantes y estos inmediatamente bajaron de donde se encontraban, y llegaron en un instante frente a su jefe.

Phobos(mirando en dirección a las doce casas): mmm, puedo sentir un leve cosmos en la casa de Virgo, parece que el pequeño lemuriano no era el único en este santuario. Será mejor que nos apresuremos, si logran escapar, mi padre no me lo perdonará.
Seguramente no podremos transportarnos hacia aquella casa, debido al cosmos de Athena. Ni siquiera sus propios santos pueden cortar camino, menos podremos hacerlo nosotros que somos enemigos. ¡En marcha!

El conjunto de bersekers comenzó a correr en dirección al primer templo, el de Aries, para comenzar su recorrido hasta la casa de Virgo, donde Shun y los caballeros de Plata se encontraban.

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El cuerpo de Seiya cayó pesadamente en el suelo de la sexta casa, vestía ropas blancas y limpias, y se lo notaba algo pálido. La caja de la armadura dorada de Sagitario cayó cerca de el, haciendo un fuerte ruido metálico.
Inmediatamente todos miraron a Seiya con sorpresa, pero más aún se sorprendieron al ver la cloth box que lo acompañaba.

Shun(levantándose): ¡Seiya!

Hatysa: Si algo faltaba, era que un caballero dorado aparezca inconsciente, y sin vestir su armadura, eso es una falta la reglamento del santuario. Será muy complicado sobrevivir a la guerra con santos tan mediocres, le pido a los dioses, que ustedes no hayan perdido el poder que solían tener años atrás.

Acrux (mientras trataba de hacer reaccionar a Seiya): ¿Puedes callarte un momento? En vez de alegrarte de que tenemos un caballero más en nuestras filas ¿ te pones a quejarte?

Hatysa(fastidiado): ¿Como quieres que no me enoje? Si al menos estuviera despierto sería otra cosa, pero en ese estado, no nos sirve para nada Acrux, eres un estúpido que siempre se negó a ver la realidad.
Si no fuera Drys, seguirías lamiéndole las botas al patriarca…

El caballero de la cruz del Sur se levantó furioso, pero Drys lo tomó de la mano y trató de poner paños fríos a la situación entre los dos caballeros de plata

Drys: Serénate, Acrux, ya lo conoces como es, déjalo, y ayúdame a tratar de despertar a este caballero. ¿Como dijiste que era su nombre?

Shun(dando palmadas suaves en la cara de Seiya): Seiya es su nombre.

El caballero de Orion y el de Cruz del Sur cruzaron miradas feroces, como dos fieras a punto de disputarse por el mismo territorio. Acrux volteó para ver el estado del caballero dorado. Hatysa caminó indiferente, con el casco bajo el brazo, hacia la entrada del templo de Virgo.
El sol comenzaba a salir en el horizonte, y ya solo unas pocas estrellas permanecían en el cielo que poco a poco se iba aclarando. El caballero de Orión alcanzó a divisar un grupo de guerreros saliendo de la casa de Aries. Comandado por un individúo alto y fornido, vistiendo lo que a esa distancia se notaba, era una kamui.

Hatysa: Rápido muchachos, los bersekers acaban de salir de la casa de Aries.

Erasmus: No, es imposible que vuelvan. ¿A qué han vuelto?

El caballero del Escudo se acercó rapidamente a Hatysa para cercionarse de las palabras de su compañero. En efecto, pudo ver con temor, como una escuadra de, al menos, cincuenta bersekers se dirigian a toda velocidad hacia el templo de Tauro.

Hatysa(mirando a sus lejanos enemigos): Y bien ¿cuántos crees que sean?

Erasmus(preocupado): Los suficientes para derrotarnos, daríamos pelea, pero es seguro que perderemos. Debemos apresurarnos para irnos

Hatysa se extraño ante el comentario de su amigo, quien creía conocer desde que eran pequeños. El caballero del Escudo se adentró en la casa de Virgo preocupado por irse de inmediato de aquel lugar.
El santo de Plata de Orion giró sobre sus talones y habló a Erasmus, quien estaba de espaldas.

Hatysa: Ese no es el Erasmus que conocí. El de hace dieciocho años hubiera salido a buscar a los bersekers

Erasmus(deteniéndose): Las cosas han cambiado Hatysa, antes era esclavo de mis impulsos, pero ahora soy más consciente de mis actos. Vamos, debemos irnos a rescatar a Athena, a quien hace tiempo abandonamos...

Hatysa: Está bien, enseguida voy...

Hatysa miró de reojo a los bersekers adentrándose en la segunda casa. Hizo una mueca y volvió donde estaban los demás tratando de reanimar al caballero de sagitario.
El de pelo castaño todavía seguia incosciente y no daba señales de reaccionar a los estímulos de los otros santos.

Erasmus: Será mejor llevárnoslo así, si o si tendrá que despertar su séptimo sentido si quiere llegar al Shura-kai. Por cierto, caballero de Virgo, concentra todo el cosmo que te queda, los bersekers están acercándose, y creo que uno de los hijos de Ares viene acompañándolos.

Shun(poniendose de pie): Pero ¿que haremos con Seiya?

Drys levantó a Seiya en sus brazos, como si fuera un enorme bebé, mientras que Acrux se hizo cargo de llevar la armadura de Sagitario en su espalda. Shun comprendió todo, los santos iban a llevar a Seiya con ellos al mundo de la guerra.

Drys: No te preocupes caballero, Seiya está en buenas manos

La sonrisa cálida de Drys le brindó algo de satisfacción y confianza a Shun. El caballero de Virgo camino hacia la flor de Loto donde solía meditar, se sentó, e instantaneamente un resplandor dorado comenzó a rodear su cuerpo. El templo de Virgo comenzó a iluminarse con el cálido cosmo de Shun.
Los verdes cabellos del santo de oro comenzaron a erizarse de manera propociornal al aumento de su cosmo.

Erasmus: Vamos Shun, confiamos en tí para esta tarea.

El rubio santo del escudo sonrió amablemente al de Virgo, quien estaba demasiado concentrado en aumentar su cosmo como para prestarle atención. En ese momento, Hatysa apareció en escena y se extañó al ver a Drys con Seiya en sus brazos

Hatysa: ¿Que pasó Drys? ¿Tuviste un ataque de instinto maternal? Míralo, es un chiquillo, no nos servirá de nada, solo gastaremos valioso tiempo en tratar de despertarlo, creo que cada vez se pone más palido...

Drys: Uff Athena debería regalarnos algo por tanta paciencia que te tenemos, Hatysa. Tienes suerte de que seamos tus amigos, cualquiera ya te habría atacado ante esos comentarios.

Hatysa: Si ustedes me atacaran, yo podría vencerlos, sabemos muy bien quién es el más fuerte aquí...

Acrux hizo una mueca irónica que Hatysa no pudo ver y se quedó callado, observando al Santo de Virgo elevar su cosmo.

Hatysa (poniendose el casco): De todas formas ¿dejaremos al caballero de Virgo solo frente a los bersekers? Ustedes están locos, lo harán trizas en segundos. Fíjense que hasta le tuvimos que dar cosmo, porque ya no le quedaba.. ¿Donde se ha visto eso?

Acrux: Lamentablemente, Hatysa, es la única chance que nos queda, si nos quedamos a pelear, no podríamos transportarnos hacia el reino de Ares, y en caso de hacerlo, estaríamos en muy malas condiciones.

Erasmus: Acrux tiene razón, Hatysa. Además, confió en este joven caballero que seguramente defenderá la casa de Virgo con todas sus fuerzas. Estoy seguro que nuestro aporte de cosmo fue solo la llave que abrió la puerta de un enorme poder, solo necesitaba una pequeña ayuda.

El cosmo de Shun estaba aumentando cada vez más y más, y llego a impresionar a los caballeros de Athena presentes. Cuando llegó un punto en el que Shun no podía controlar el flujo de su cosmo, decidió ejecutar el estallido vital.

Shun: Nos queda poco tiempo ¡será mejor que vayan preparándose! ESTALLIDO VITAL!!

Haces de luz dorada y brillante como la del mismísimo sol, llenaron el templo de Virgo, dejando casi ciegos a la última esperanza del ejército de Athena.

Erasmus: ¡Vamos compañero! ¡Si no ejecutas la técnica ahora, todo tu esfuerzo habrá sido en vano, tu cosmo comienza a debilitarse!

Fuertes cosmos color rojo, blanco, naranja y violeta rodearon los cuerpos de Erasmus, Acrux, Drys y Hatysa respectivamente. El suelo de la casa comenzó a temblar, dando la sensación de que explotaría debido a la presión en cualquier instante.

Shun(pensamiento): Siento sus presencias saliendo de la casa de Cáncer... Como es que han pasado tan rápido? Solo les queda una casa, debo apurarme.

Shun (poniendo sus manos en la posicion correcta de acuerdo a la técnica): ¿Están listos?

Todos: ¡Si!

Shun: Buena suerte caballeros, un honor haberlos conocido. ¡RIKUDO RINNE! [Recorrido de los seis mundos]

Un resplandor blanco emergió del pecho de Shun, atrapando a los cinco santos frente a él. La ilusión de los seis mundos a través de la cual los santos caían, estaba perfectamente lograda, Shaka seguramente estaría orgulloso de su predecesor.

Hatysa (cayendo en la tecnica al igual que sus compañeros): ¡¡CONCÉNTRENSE, NO PIERDAN EL FLUJO QUE TIENEN DE COSMO!!