Aquí os dejo el siguiente capítulo... No os puedo decir más que lo leáis ya... y os pido perdón, por lo que ocurre en él...
Capítulo 16: La Hidra de Lerna.
Parte II: ¿Quién eres?
Salté hacia lo más alto de los riscos, y allí quedé, aquel lugar me permitía ver desde arriba a La Hidra y a mis compañeros, a buena distancia.
La prohibición de no poder entrar en batalla era la peor de las condenas impuestas por La Diosa a mi predecesor en La Era Mitológica. Podía resistir el dolor en mis carnes de todos los ataques que les infringían a mis compañeros de armas, o permanecer encerrado en una Torre realizando mis labores de escriba, pero no poder entrar en batalla era mi mayor condena. No sólo es la lucha la iniciativa de una Caballero, pero a mi parecer sí su mayor función… Y yo, no podía hacerlo…
Apso de Osa Menor fue el primero en atacar, unió sus puños y golpeó con ambos el suelo, creando una grieta hasta una de las patas de La Hidra de Lerna, tocando la extremidad de la criatura y haciendo que todo el entorno explotase.
Un rugido ensordecedor se oyó por todo el desfiladero, fue la criatura al quejarse.
Sora de Liebre, hermana de Ryoma, saltó para darle un mortífero puntapié a una de las nueve cabezas, y el golpe fue tal que hizo chocar entre ambas a dos de las cabezas.
-Vaya…! –Me sobresalté al oír una voz ajena a mi espala, me giré y vi a un hombre de edad madura, muy sucio y vestido con harapos grises, iba descalzo y se apoyaba en un bastón muy deteriorado, sus viejos cabellos le caían por la cara, y sus ojos eran negros- Parece a que tus compañeros no se les da mal controlar a esa criatura…
-¿Quién sois? –Le pregunté-.
-Soy uno de los únicos habitantes que queda en la Isla.
-…Y…¿Qué hacéis aquí, en este lugar tan alto?
-Lo mismo que vos, Caballero… Disfrutar del combate.
Observé como ese hombre se adelantaba al borde del risco para ver el combate, tan solo contemplarlo, al igual que yo. Miré hacia mis amigos y pude ver que no tenían problemas para defenderse de los ataques de La Hidra. Las fauces de las cabezas se abrían constantemente intentando matar a sus enemigos, pero mis compañeros las esquivaban sin dificultad, incluso alguno de ellos aprovechaba y atacaban a la cabeza en ése momento, derribándolas con sus puños y piernas.
El anciano observaba tal como lo hacía yo, entretenido y disfrutando el combate, como un espectador.
-¿Por qué no peleas tu? –Me preguntó, dándome donde más me duele-.
-No se me está permitido luchar…
-Eres un Caballero, y no se te permite luchar…
Tras sus palabras, algo me hizo recordar a mi abuelo, sus ojos eran muy parecidos a los de él. Incluso me reconfortaba su presencia.
-Así es… -Le dije, mientras me observaba-.
Volví a fijar mi vista sobre el combate. Ryoma estaba entre las nueve cabezas, encima de la criatura. El resto de nuestros compañeros le gritaban con desesperación para que saliese de ése lugar, sin embargo el coloso no respondía a nadie y se limitaba a golpear con sus puños las mandíbulas de una y otras cabezas que le intentaban atacar.
-Parece que tu amigo, el gigante, se defiende muy bien…
-Sí. Siempre ha sido uno de los más fuertes de nuestra orden.
-De todas maneras, no sólo es el grandote el que se defiende bien, mira allí.
El hombre me indicó otra parte del animal mientras me señalaba con el dedo. Hécco, el ganador del Torneo de Bronce, estaba rodeado de dos cabezas, esquivando los ataques que simultáneamente, éstas ejercían. En ése momento, llegó Archenar y ambos noquearon a la vez a ésas dos cabezas, uno a cada una.
-Mis camaradas, al igual que yo, se han sometido a un entrenamiento muy duro para conseguir sus armaduras y ser Caballeros. No muchos lo consiguen, por eso ellos son excepcionales…
Desde las alturas, el hombre y yo pudimos oír a Mirio.
-Dile adiós a este mundo, criaturaaaa.
Previamente había saltado por encima de una de las cabezas, y se había dejado caer al vacío, empicado, con la lanza agarrada con las dos manos. Parecía un arpón… La lanza se clavó en el cráneo de la criatura, Mirio encendió su cosmos y hundió con todas sus fuerzas el arma hacia dentro, y pudo verse la punta de la lanza sobresalir por la garganta del animal.
-Vaya… -Dijo el hombre-. Parece que lo tienen muy fácil.
Al momento de pronunciar aquellas palabras, sentí a mí alrededor un grandísimo cosmos maligno. Miré al hombre, y vi como su cuerpo estaba envuelto en un aura completamente negra, incluso oscureció el lugar donde ambos nos encontrábamos. Me quedé totalmente paralizado del sobresalto.
-¿Que tal… si se lo complicamos un poco? –Me miraba, la expresión de su cara era maligna completamente, entonces chasqueó su dedo corazón junto con su dedo índice-.
-¿Qu…!? –No pude ni articular palabra. Estaba inmóvil y perplejo-.
De pronto, un rugido más fuerte que ninguno estremeció a la Isla entera. La Hidra, se detuvo un instante. Mis compañeros se quedaron sorprendidos al ver como el cielo se oscurecía. Vi que alguno de ellos miraban hacía donde yo me encontraba, sorprendidos y preocupados por mí, viendo que estaba acompañado por ése hombre. Por ese cosmos tan grande y maléfico.
-Aaaaaagh! –Gritó Mirio-.
La cabeza a la que Mirio traspasó con su lanza se irguió de nuevo como si nunca hubiese sido atacada, con la lanza aún clavada. Se giró sobre sí misma y aplastó al Caballero de Boyero contra una de las paredes del desfiladero, utilizando su propio cuello como arma. Mirio quedó incrustado en la pared, inmóvil.
Yo sentí el mismo dolor que mi amigo. Miré nuevamente al hombre que estaba a mi lado. Con indignación, con ira, con odio.
-¿Quién eres? –Le grité-.
-Ja, ja, ja… Tranquilo, Caballero de Reloj, disfrutemos del combate!
Levantó una mano contra mí y me inmovilizó. No sé qué técnica utilizaba, pero manejó mi cuerpo como si yo fuese un muñeco, me giró y pude ver de nuevo el desfiladero. Entonces vi lo peor.
La Hidra parecía que había multiplicado por diez su fuerza, su rapidez y su agresividad.
Una de las cabezas rugió sobremanera y se lanzó a por Sora. La hermana de Ryoma se vio sorprendida y no pudo defenderse. Las fauces de la criatura se abrieron y presionaron fuertemente sobre el cuerpo de la muchacha.
Pude sentir el dolor agudo de una fuerte perforación en un costado, así como en un hombro y en el antebrazo, pasados unos instantes sentí nuevamente el mismo dolor en los dos muslos y en la espinilla derecha. La criatura había mordido a Sora en todos ésos lugares con sus colmillos de un solo bocado. Luego vi como zarandeaba toda su cabeza y arrojaba a la muchacha, recubierta de sangre, contra una pared. Después del impacto, Sora cayó al suelo, aparentemente muerta.
El dolor del impacto contra la pared, y la posterior caída al suelo también hicieron mella en mi cuerpo. El dolor fue tan intenso como el que sentí cuando atacaron a Rigel de orión, y más nada se supo de él.
-Soraaaaaaaaaaaa –Gritó Ryoma, aún en el centro de la criatura-.
-Soraaaa… -Gritó Archenar, el cual estaba cerca del lugar donde había caído la muchacha. Se dirigía hacia ella.
La criatura vio al Caballero de la Jirafa, se levantó sobre cuatro de sus seis patas, irguiendo las dos patas restantes en el aire.
-Cuidado Archenar! –Gritó Hécco-.
La criatura dejó caer con toda su fuerza una de las patas sobre Archenar, queriéndolo aplastar contra el suelo, como un elefante puede aplastar a una hormiga. Archenar lo vio venir, sin embargo no le dio tiempo a esquivar el ataque completamente. La brutalidad del ataque hizo que Archenar se tirara al suelo y girara sobre sí mismo. Cuando cayó contra el suelo la pata de la criatura, ésta aprisionó el brazo izquierdo de mi compañero, arrancándoselo de cuajo.
-Aaaaaaaagggggggg… Aaaaahhhh, aaaaaaagggggggg…. –Gritó mi camarada-.
-Archenaaaaaaaaaaar! –Grité desesperadamente-. Para, para, para de una vez… Para, por favor… -Le supliqué al hombre que se encontraba a mi lado, inmovilizándome-.
-Ja, ja, ja… Pobres!! –Dijo sarcásticamente-. La Hidra de Lerna sólo ha sido una trampa que ha dado sus frutos…
-¿Qué?
-Vosotros, los absurdos Caballeros del Santuario, habéis caído en la segunda de las trampas, ja, ja, ja…
-¿De qué estás hablando? Contesta…
-Ja, ja, ja… No sólo habéis picado los que estáis aquí. También me han informado de que Yulij de Sextante y Aldebarán de Tauro también han sido eliminados! Ja, ja, ja…
-¿Cómo? Yulij y Aldebarán… ¿Quién eres? Habla! –Le exigí-.
-Eso no importa tanto como lo que he venido a hacer aquí. Matar a todos los Caballeros que vengan a ésta Isla y apoderarme de ti, del Caballero de Reloj! Ja, ja, ja…
Oí cómo un gran rugido salía de la garganta de una de las cabezas y pude ver como Hécco era atacado. Mi compañero saltó en el momento justo y desde las alturas lanzó un rayo gélido que la dejó congelada.
Mirio estaba inconsciente en el suelo. Sora había sufrido un destino incierto y no sabía si seguiría con vida. Archenar gritaba de dolor agarrándose el muñón con la única mano que le quedaba, mientras se revolcaba por el suelo debido al dolor que sufría.
Tan sólo Hécco, Apso y Ryoma estaban aún ilesos.
-Parece que tus camaradas aún se defienden!
-¿Cómo? –Vi la intención en sus ojos-.
-No, no…No, no, no… no sigas…! -Le grité desesperadamente-.
-Ja, ja, ja… -Rió, chasqueando nuevamente ambos dedos-.
Dos cabezas, nuevamente, comenzaron a atacar a Hécco simultáneamente. Mi compañero saltaba sobre una y otra cabeza, esquivando los ataques como podía. Ryoma golpeaba continuamente, desde donde se encontraba, a diferentes cabezas.
Apso se vio atacado por una de las cabezas e intensificó su cosmos como nunca lo vi durante su combate contra Tapiró, en el Torneo.
Las fauces del animal se abrieron en dirección al Caballero, dispuesta a hacerle lo mismo que a Sora, sin embargo detuvo con sus manos la embestida del animal sobre él. Agarró con cada una de sus manos las dos mandíbulas del animal.
-Por las fauces de la Osa!!! –Gritó-.
De ambas manos del Caballero emergieron dos intensos rayos de energía que desintegraron las mandíbulas, quedando la cabeza en el suelo, sin posibilidad de atacar.
Por otro lado, Ryoma gritó.
-Furor…del Eridano!!!
El cosmos de mi mejor amigo brillaba con contundencia. Su ataque desintegró dos cabezas de La Hidra a la vez. Pero una de las cabezas, a la espalda de Ryoma, le atacó sin que el Caballero la viera.
-Ryomaaaaaaaaaa –Grité-.
La Hidra introdujo en sus fauces a mi amigo, hasta la cintura. Se irguió mirando al cielo. Pude ver como las piernas de mi amigo se movían. Una segunda cabeza atacó lo que quedaba del Caballero de Eridano y engulló al Caballero por los pies, también hasta la cintura.
Ambas mordeduras partieron por la mitad a Ryoma.
-Noooooooooooooooooooogggg –Grité con lágrimas en los ojos-.
La primera de las cabezas que tragó la parte superior de Ryoma se irguió nuevamente mirando al cielo, y tragó.
En ése momento, mi mundo se paró.
Sentí un dolor inmenso en la cintura cuando mi compañero fue separado en dos.
Y mi cosmos, ardió.
Fue entonces cuando lo sentí. Un cosmos me embriagó. La oscuridad que nos rodeaba a ese hombre misterioso y a mí comenzó a desaparecer, y un haz de luz dorada nos envolvió.
Era un cosmos gentil, puro, el más generoso de todos los cosmos… Era ella, mi Diosa…
-Enol!
Oí en mi cabeza una dulce voz que pronunciaba mi nombre.
-Enol… Actúa!
Era ella, la Diosa Atena… Me indicaba que actuase… Me daba el permiso…
Expandí mi cosmos al máximo, librándome del sometimiento de aquel hombre. Lo miré. Su expresión ya no denotaba malicia, era asombro y miedo lo que transmitían sus ojos, aquellos que se parecían a los de mi abuelo.
Sentía mi cosmos arder por cada uno de los poros de mi cuerpo, los latidos de mi corazón resonaban en mis oídos. Mis dedos estaban a punto de liberar todo aquel cosmos que de mi interior explotaba.
Aquel hombre estaba perplejo ante lo que tenía ante sí. El Caballero de reloj en su máximo poder.
Me acerqué un poco hasta él y no pensé en nada más que en quitarle la vida.
Levanté un brazo y lo señalé con mi dedo índice.
-Impacto… Mortal… -Susurré lleno de ira, con lágrimas en mis ojos-.
Mi ataque lo absorbió, tan sólo pudo emitir un grito de dolor durante una fracción de segundo. Luego desapareció, desintegrado.
-Aaaaaaaaaaaaaaaaah! –Oí un grito, era Hécco-.
Cuando me giré y lo vi estaba con una rodilla hincada en el suelo, sus manos entrelazadas en dirección a La Hidra. En sus ojos también había lágrimas… Todo el desfiladero estaba congelado, la criatura estaba congelada. Cada una de sus cabezas había quedado como una estatua de cristal, inmóvil para siempre.
Apso se encontraba cerca de él, resollando… Comprendí que el Caballero de Osa Menor le había cedido todo su cosmos a Hécco, para que éste pudiera realizar aquel espectacular ataque…
Tras mi ataque hacia el hombre aquel, mi cosmos se apagó. El silencio se hizo por todo el desfiladero.
La oscuridad provocada por el cosmos de mi víctima desapareció, y de nuevo salió el sol…
El camino de regreso al puerto fue un calvario. Cuando llegué a la zona de batalla me dirigí hasta una de las cabezas, golpeé la parte superior del cráneo rompiendo un poco el hielo, agarré el mástil de la lanza de Mirio, la cual había quedado incrustada en ésa cabeza y la saqué tirando de ella. Luego me dirigí hasta mi amigo. Mirio estaba inconsciente, pero respiraba.
Hécco fue quien recogió del suelo a Sora. La muchacha presentaba numerosas heridas provocadas por la mordedura de la Hidra. Sangraba por muchas partes de su cuerpo, y seguramente tendría rotos la mitad de sus huesos. Sin embargo aún vivía y Hécco dijo que tenía que verla urgentemente un médico.
Apso golpeó en la nuca a Archenar para dejarlo inconsciente. Luego se arrancó un trozo de tela de sus ropajes y le hizo un torniquete al herido. Detuvo así la hemorragia, luego lo cargó y llegó hasta nosotros.
Ninguno de los tres pronunciamos ninguna palabra hasta que llegamos al puerto y nos subimos al barco. Teníamos que regresar urgentemente al Santuario.
Esa primera noche, subí a la cubierta del barco, solo. Miré a las estrellas. Me fijé en la constelación de Eridano y vi que su brillo había perdido intensidad.
Me agarré a la barandilla del barco con ambas manos. Agaché la cabeza, mordiéndome el labio inferior con rabia, luego…lentamente, una lágrima resbaló por mi mejilla… luego otra, y otra… hasta que me derrumbé, compungido por la muerte de mi amigo, llorando de tanto dolor.
Aquí termina el capítulo... gracias por leerlo! Espero vuestras opiniones y comentarios!!
1 saludo a tod@s!