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Crónicas de un Caballero de Bronce


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#21 andromeda32

andromeda32

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Publicado 30 septiembre 2014 - 07:48

Os dejo un capítulo lleno de emociones...el capítulo 5!!!

 

Sigo esperando vuestros comentarios y vuestras opiniones... Un saludo a tod@!!!

 

 

Capítulo 5: El Torneo de Bronce.

           

 

             El Patriarca pronunció aquellas palabras como si las dijese todos los días. ¿Se me permitía luchar? Pero….¿Cómo?

            -Caballero… -Comenzó a hablar Nicole de Altar con una leve sonrisa, levantando el ánfora que traía en sus manos-. En éste ánfora se encuentra el agua de la Fuente de Atena… Al tomarlo, serás protegido del daño que produce tu condena.

            -Enol… -El Patriarca, con su máscara inseparable se acercó hasta a mí-. La Diosa Atena te concede el permiso para luchar. Y tras beber ése agua serás bendecido con la protección de ésta.

            -Pero… Majestad… -Me dirigí a mi maestro-. Sólo puedo decir una cosa… Soy muy dichoso… No pensé que pudiese participar en el Torneo.

            -Dad gracias a la bondad de la nuestra Diosa.-Nicole me tendió el ánfora-. Ahora bebed éste agua…

            Así lo hice, destapé la tapa y vi el reflejo de la luz sobre el agua. Luego la bebí. Era agua, fresca y clara, y sabía bien. Gracias al agua de la Fuente de Atena los golpes de mis camaradas no me afectarían y así podría luchar hasta el final.

            -Caballero… -El Patriarca habló-. Desde la noche de los tiempos, el Caballero del Reloj no ha podido entrar en batalla hasta ahora. Pasado mañana participaréis en el Torneo, siendo el caballero número dieciséis. Ni siquiera el resto del Santuario conoce la noticia aún. Esta misma mañana Atena me habló… Me pidió que os entregara el agua y que os otorgara el permiso de su parte. –Con un gesto de su mano indicó a los soldados de palacio que saliesen de la Torre-. Enol… debéis ser cauto, jamás os habéis puesto a prueba, confío en ti y en tu fuerza, pero has de conocer la condición de la Diosa…

            -¿Una condición? ¿Cuál?

            -Durante el transcurso de los combates seguirás sufriendo el daño producido a los demás caballeros… sin embargo en menor medida.- Mi cara se estremeció- No será como antes, es decir, sentirás el daño de los ataques pero tu salud no se verá afectada por ellos.

            Sentiría cada golpe, cada ataque en mi cuerpo, pero no producirían heridas en él, ni me vería sometido al dolor que éstos inflijan…

            -De acuerdo, Majestad! –Asentí-. Estaré preparado.

            -Dentro de dos días, el Santuario entero verá por primera y única vez al caballero del Reloj luchar… -La voz de mi maestro se volvió seria. Mientras, Nicole echó una rápida mirada sobre las armaduras de bronce de la sala del Chrysos Synegain…- Sólo espero que los cinco años de entrenamiento te hayan servido para algo, caballero. Espero mucho de ti.

            Tanto mi maestro como Nicole estuvieron un rato más allí conmigo, de manera gustosa. Hablaron conmigo sobre mi posición en el Santuario, y mi maestro me dijo que estaba llevando muy bien mi labor.

            El día siguiente lo pasé muy nervioso. Me dediqué a entrenar todo el día, y me acosté con las primeras sombras de la noche. Cuando desperté me aseé, comí lo que Crisella me habían preparado y junto a mí descendieron por los caminos al Santuario, en dirección al Coliseo. La muchacha se mostraba muy entusiasmada, y Cappio mostraba en su rostro una felicidad que jamás había mostrado. Sabía que podía contar con ellos, no sólo eran mis sirvientes, sino que a estas alturas eran como mi familia en la Torre.

            Durante el camino coincidí con Mirio, Archenar y Ryoma. Los dos primeros nos contaron que Aigán, su compañero de entrenamiento y Caballero de Ave del Paraíso había llegado la noche anterior desde una remota Isla del Pacífico Sur, la llamada Isla de Andrómeda. Allí, junto al maestro Rigel de Orión, había desempeñado una misión y como se acercaba el Torneo le dieron permiso a Aigán para volver al Santuario a tiempo y participar en él. Los soldados del recinto decían que Aigán era uno de los más fuertes caballeros de Bronce.

            El Santuario rebosaba de vida, muchos soldados, vestidos únicamente con ropas de entrenamiento se dirigían al Coliseo formando alboroto y hablando a gritos sobre cuál de los caballeros de Bronce era el más fuerte. Según me contaron Ryoma y los demás, sólo los caballeros participantes sabían que yo sería parte del elenco que lucharía en el Coliseo. Y que algunos de ésos caballeros estaban expectantes ante mí.

            Cuando llegamos al Coliseo estaba lleno de visitantes, varios caballeros ya estaban allí, portando sus armaduras en la espalda, al igual que nosotros. Las gradas estaban ocupadas casi en su totalidad, y en lo más alto de dicho edificio se podía ver un trono de oro, lugar donde el Patriarca se sentaría y sería juez en los combates. Durante la mañana se organizarían muchos combates entre soldados en diferentes lugares del Santuario, sin embargo la mayor parte del Santuario estaba allí. Pude ver entre las gradas, en los lugares más insospechados a algunos caballeros de Plata. Babel de Centauro, Albiore de Cepheo, Noésis de Triángulo… A la hora indicada del comienzo del Torneo llegó mi maestro y ocupó su trono. Venía acompañado de Nicole, el cual no vestía su armadura, sino venía como un mero figurante. Estaba al tanto de que su identidad como caballero de Plata de Altar era desconocida por casi todos…

            Junto al Patriarca llegaron también tres caballeros de oro. Aldebarán de Tauro, Shura de Capricornio y Camus de Acuario, los cuales estaban situados en lo más alto del Coliseo también, pero sin permanecer al lado del Patriarca. Milo de Escorpio llegó más tarde, y mucho más avanzada la mañana llegó un caballero con cara de pocos amigos… Máscara de la Muerte de Cáncer, era la primera vez que veía a éste caballero, sin embargo los rumores que existían por todo el Santuario sobre su conducta alarmaba a todos. La gran sorpresa fue la llegada de un hombre llamado Asterión, el cual era el caballero de Plata de Perros de Caza… recién llegado al Santuario.

            Cuando el bullicio de los presentes se silenció, el Patriarca se levantó y comenzó a hablar…

            -Desde hace mucho tiempo se celebra en el día de hoy la festividad de Atena…-Mi maestro mostró un gran discurso sobre Atena y el día que se celebrara-.

            Los dieciséis caballeros de Bronce debían estar allí presentes, sin embargo sólo pude distinguir a unos diez… Estábamos situados entre el público asistente y el Patriarca fue nombrándolos uno a uno…

            -He aquí a los participantes del Torneo! En primer lugar… -Comenzó la celebración-. Aigán, de Ave del Paraíso!

            El público se ensalzó en aclamaciones hacia Aigán, el cual salió de las gradas con su caja de Pandora a la espalda. Abrió ésta y pude contemplar el objeto de su constelación guardiana. En ése momento la armadura se separó y comenzó a vestir a su portador. Nunca había visto a ése hombre. De cabellos violetas, cortos, y ojos de igual color. Su armadura era realmente bella y de color violácea. Una característica de su armadura eran tres colas de plumas moradas que sobresalían de su espalda hasta los tobillos. Reluciente, se mostraba en el centro de la arena con un brazo levantando, recibiendo la ovación del público.

            -El siguiente…-Levantando la voz entre el gentío, mi maestro señaló a un lugar concreto de las gradas…-. Ennetsu… del Horno!!!

            Otro gran gentío comenzó a dar ánimos a dicho caballero. Saltando desde el público hacia el interior y abriendo su caja de Pandora en el aire se colocó su armadura. También lo llamaban El Caballero de la Llama. Era discípulo de Gigas, una de las manos derecha del Patriarca, el cual también estaba entre el público. El Caballero de la Llama se colocó junto a Aigán en la arena.

            -Los caballero que forman el Barco Argo… -Continuó mi maestro desde lo más alto-. Tapiró de Quilla! Talecco de Popa, Yamín de Brújula y Dígonni de Vela!

            Cuatro de los asistentes en el público saltaron muy alto, hacia el cielo, colocándose sus armaduras al unísono. En el cielo se dibujó la silueta de un gran barco mitológico, y los cuatro caballeros cayeron a la arena entre grandes vítores y exclamaciones. Estos cuatro caballeros eran muy queridos en el Santuario debido a que formaban un equipo perfecto. Había leído en anteriores Guerras Santas que éstos cuatro caballeros habían sido muy importantes en el pasado, aunque según las crónicas de la última Guerra Santa no tuvieron mucho fortunio. Sus armaduras eran ciertamente fabulosas, a lo mejor no recubrían gran parte de sus cuerpos, pero cada una era distinguida debido a sus características.

            -Nuestras guerreras más poderosas…. –Continuó el Patriarca-. Sora! Caballero de Bronce de Liebre!

            Una gran aclamación, compuesta mayoritariamente de mujeres, se elevó de entre las gradas. Sora estaba considerada la mujer más fuerte del Santuario. Saltó la barrera que separaban las gradas de la arena, y una vez allí levantó un puño en agradecimiento a la gente y se puso su armadura. Su máscara era del color del bronce, oscura, sin embargo contrastaba con una armadura blanca, de gran belleza. Sus cabellos, de color rosa, no eran muy largos.

            -Yulij… del Sextante!

            Una muchacha de cabellos grises hizo acto de presencia desde la nada… apareció un aura cerca de dónde estaba situado Aigán y apareció allí. Entre sus vestiduras se encontraba la disimulada armadura del Sextante. Yulij era una mujer temida debido a sus poderes… singulares donde los haya.

            -Y por último… Carola de Paloma!

            Carola tenía los cabellos rubios. Había sido la última mujer en ser nombrada caballero, y había realizado su entrenamiento en Canadá. Los aplausos hacia ella también fueron en demasía provocado por las mujeres que se encontraban en las gradas.

           

            Nueve de los dieciséis caballeros ya habían sido presentados en la arena. Faltábamos el resto. Ryoma y yo estábamos en pie, entre el gentío formado en las gradas. A nuestro lado se encontraban Archenar y Mirio, el cual saltó a la arena al ser nombrado por el Patriarca. Fue el décimo caballero en ser presentado. Al colocarse su armadura y lucir en su mano izquierda la lanza propia de la armadura de Boyero hizo una exhibición con ella, haciendo que los soldados de las gradas elevaran sus gritos a cada movimiento de ésta. Pude observar que Aigán lanzaba una mirada a Mirio con camaradería mientras sonreía.

            -Archenar de Jirafa! –Gritó mi maestro mirando hacia nosotros-.

            En ese momento, nuestro compañero más reservado saltó a la arena mientras se colocaba su armadura. Archenar era muy querido en el Santuario debido a que se había ganado el respeto de todos durante su prueba. Al principio fue el alumno menos aventajado de Rigel de Orión, y muchos pensaban que no merecía ser llamado caballero por su poco afán. Fue gracias a la voluntad y la constancia mostrada durante sus años de entrenamiento cuando se ganó la confianza de su maestro. Posteriormente, su prueba para ser caballero fue de las más evidentes hasta la fecha. Demostró ser más caballero que muchos de los que allí estábamos portando una de las armaduras de bronce. Mostraba con orgullo su maravillosa armadura, una de las más aclamadas por los soldados.

            -Ryoma de Eridano!

            El Coliseo entero estalló en vítores y gritos de ánimo hacia mi amigo, Ryoma saltó espectacularmente sobre la arena, descolgando la armadura de Eridano de su espalda y abriendo la caja de Pandora. Con la armadura puesta, el Coliseo gritó aún más, sin duda uno de los grandes favoritos del Torneo. La historia sobre su prueba había corrido por todo el Santuario, incluso los soldados, cuando tenían unas horas libres, se desplazaban hasta el Monte Agrónn para ver con sus ojos el gran río que ahora había allí. Casi todos le llegábamos por la cintura, quizás los más altos hasta la zona baja del pecho. Ryoma era un coloso.

            -Dáim de Ciervo!

            Los vítores provocados por Ryoma fueron desapareciendo para dejar paso a una gentil ovación. Dáim era el más pequeño de todos nosotros en estatura, y quizás uno de los caballeros más desconocidos, puesto que desde que se convirtió en caballero estuvo destinado en diferentes misiones. Su armadura era blanca y azul claro, con unos distinguidos cuernos de ciervo en su diadema. Sus cabellos eran castaños, muy cortos. Estuve observando que en su muñeca portaba una extraña pulsera, de color negro, eran eslabones pequeños a modo de cadena y en el centro una especie de esfera plateada.

            -Enol de Reloj!

            En ése momento, mi maestro pronunció mi nombre y el Coliseo entero enmudeció. Ninguno de los asistentes pronunció palabra alguna ante tal sorpresa. Salí de entre las gradas, con mi armadura en la espalda y caminando llegué al centro de la arena. Los demás caballeros que ya estaban allí estaban observándome, como si yo fuera un espécimen diferente. Tras el silencio me vi abrumado por el estallido al unísono del Coliseo entero. Pude ver que algunos soldados se abrazaban al enterarse de mi participación, otros saltaban de júbilo. Abrí mi armadura y ésta se posó sobre mi cuerpo.

            -Es el que faltaba! –Pude oír alguien que decía entre los gritos.

            Observé al Patriarca. Estaba en su trono, rodeado de Nicole, el cual sonreía, y de los demás soldados de palacio. De repente me vi sorprendido, volando por los aires… Ryoma me cogió por la cintura con solo una de sus manos y me elevó por los aires, mostrándome a los asistentes como si yo fuese un trofeo que mostrar. Sin embargo, me hizo gracia y no pude dejar de reír. Vi incluso que algunos de los asistentes tenían lágrimas en sus ojos, y pude comprobar con gran satisfacción que era muy querido en el Santuario. Los vítores fueron calmándose.

            -Apso de Osa Menor!

            El público allí presente volvió a gritar embravecido, aclamando a dicho caballero. De entre las gradas apareció un hombre de ojos azules y cabellos negros. Se puso su armadura y quedé sorprendido. La armadura de la Osa Menor era marrón, mostrando un brillo como ninguna otra… La gran aclamación se debía a que hace unos meses, Apso fue enviado en misión y se enfrentó por el Santuario a varios enemigos muy poderosos. Volvió más muerto que vivo, y con su armadura hecha trizas… Se rumoreaba que la armadura jamás sería portada de nuevo, sin embargo tras su recuperación Apso partió y volvió con su armadura completamente reparada. Cuando acabe el Torneo me gustaría hablar con ése hombre y que me diga cómo lo consiguió. Su armadura era magnífica, única entre las demás gracias a su resplandor.

            -Por último… -El Patriarca señaló a lo más alto del Coliseo, en la dirección contraria a él- Hécco… Caballero de Bronce de Corona Austral!

            Al igual que ocurrió en mi presentación, el Coliseo quedó en silencio. Miré al lugar indicado por mi maestro y vi a Hécco en lo más alto del Coliseo. Su armadura estaba en el suelo y fue abierta por el caballero. Un cosmos aumentó en torno a esa armadura, y así apareció. La armadura de Corona Austral era verde, un color muy claro, parecido al verde de la hierba fresca de verano. Sus diferentes partes fueron colocándose sobre el caballero. La armadura despedía destellos en torno al hombre que la estaba vistiendo, como cuando Mirio y Archenar se pusieron sus armaduras en la Torre cuando se las entregué. Era la primera vez que Hécco la vestía, sin duda. Muy ornamentada, la armadura de Corona Austral era espectacular. Adornada con características diferente a las nuestras. Hécco comenzó a descender los escalones que llevaban a la arena en completo silencio. El público allí congregado seguía en silencio, incluso pude comprobar cómo los caballeros de oro allí presentes se quedaron estupefactos ante tal presencia.

            -Es el discípulo de Davo!-Se oyó un grito-.

            Tras ése grito, un revuelo se formó entre los asistentes.

            -Silencio! –Gritó el Patriarca- Hécco ha resuelto con satisfacción su entrenamiento y la Diosa lo ha bendecido con la armadura de Corona Austral, nombrándolo uno más entre sus sirvientes…

            Tras el silencio originado, el Patriarca comenzó a bajar la escalinata que llevaba hasta la arena del Coliseo, hasta llegar a nosotros.

            -Este año, vosotros seréis los participantes del Torneo. –Los caballeros allí reunidos formamos un círculo, quedando mi maestro en el centro-. De entre vosotros sólo quedará uno en pie esta noche, proclamándose vencedor! Sin más… procederemos al sorteo.

            Un gran tablón de madera había sido colocado a modo de expositor en el borde de la arena, allí se podía ver un anagrama representando a cada uno de los participantes del Torneo, emparejados de dos, simbolizando a los adversarios. Una hermosa joven, de cabellos dorados, traía consigo un saco finamente cosido, y en su interior había dieciséis papiros con nuestros nombres. El orden del combate sería por sorteo. Mi maestro introdujo la mano en el interior y comenzó a sacar en orden,  uno a uno, el nombre de los combatientes.

            -Enol de reloj… -Fue el primer nombre que salió del saco, y un soldado que estaba junto al panel con el anagrama escribió mi nombre en el primer lugar… Cada vez que salía un nombre era aclamado, y así sucesivamente hasta que los dieciséis nombres quedaron inscritos en el panel, quedando en el siguiente orden:

 

Enol de Reloj Vs Talecco de Popa

Hécco de Corona Austral Vs Ennetsu del Horno

Ryoma de Eridano Vs Dígonni de Vela

Yamín de Brújula Vs Yulij de Sextante

Aigán de Ave del Paraíso Vs Archenar de Jirafa

Mirio de Boyero Vs Dáim de Ciervo

Sora de Liebre Vs Carola de Paloma

Tapiró de Quilla Vs Apso de Osa Menor

           

            El púbico aclamaba los combates que el azar había sorteado. Me sorprendió que yo fuese el primero en combatir junto a Talecco de Popa. Era un rival que no me imponía. Sabía de su poder, sobre todo junto a sus tres compañeros, pero en individual no me intimidaba, no creía que Talecco fuese un contrincante difícil. Todos los presentes aclamaron a Ennetsu cuando supieron que tenía que luchar contra el discípulo de un traidor. Casualidad del destino…éste había querido que dos compañeros, como Aigán y Archenar lucharan entre sí. Mirio estaba vacilando a su compañero Archenar, dándole el pésame de su derrota antes de combatir. Me intrigaba el combate que se le presentaba a Mirio…puesto que no sabía apenas del caballero del Ciervo. Y también teníamos un combate entre dos mujeres, Sora y Carola, sin duda interesante.

            Tuvimos una hora de descanso antes del primer combate, el mío contra Talecco. Ryoma, Mirio y Archenar estaban junto a mí dándome ánimos y charlando de todo un poco. Aigán estaba junto a otros caballeros, así como todos los caballeros de bronce allí presentes, formando grupos. Hécco, por su parte, estaba sólo, esperando su lugar en el combate. Unos cinco minutos antes del comienzo de mi combate, el Patriarca se encontraba de nuevo en su trono, en lo más alto del Coliseo y se preparó para pronunciar unas palabras…

            -Caballeros del Bronce! –Dijo-. Antes de comenzar los combates os explicaré la temática del Torneo. –Todos los allí presentes, incluyendo a los dieciséis caballeros de bronce permanecimos en completo silencio-. Durante esta mañana se celebraran ocho combates… quedando el número de caballeros reducido a la mitad. Ocho vencedores, y ocho perdedores. Los perdedores quedarán eliminados. Tras el mediodía, los ocho caballeros que hayan vencido en sus combates serán emparejados a un compañero, formando así cuatros dúos en los que se enfrentaran dos a dos, sólo aquellos dos que formen entre sí un buen equipo lograran vencer a sus dos rivales… Asistiremos a un primer combate dónde dos parejas de caballeros se enfrentaran entre sí, habiendo dos únicos ganadores, que deben ser parte de un mismo equipo. Es decir, equipo contra equipo. Más tarde se celebrará un segundo combate de igual modo, quedando otra pareja de caballeros como vencedores… Al final, los dos equipos vencedores se enfrentaran entre sí en un combate individual, donde sólo habrá un ganador…

            -Uuuooooooh! –Los asistentes exclamaron, seguido de un jubiloso clamor en agradecimiento a la temática-.

            Así que se verían combates diferentes. Primero individual, luego por parejas y al final un único combate donde cuatro rivales luchasen de manera individual por el triunfo. Perfecto. Me gustaba la idea, y parecía que al resto de mis compañeros también. Ya quería de compañero a Ryoma! Sin dudas, un buen aliado.

            -Despejad la arena, combatientes! –Gritó uno de los organizadores allí presentes, y casi todos los caballeros de bronce se fueron colocando en diferentes lugares del Coliseo-. Primer combate! Enol de Reloj contra Talecco de Popa!

 

 

 

Uaaaaaaah!!! Ya tengo ganas de escribir el capítulo 6!!! jajajaja. Por fin veremos cómo lucha Enol, Mirio, Archenar, Ryoma!!! jejejeje. Solo deciros que me está encantando escribir éste fic sobre SS, y me gusta mucho como va poco a poco todo encajando! Tenía mis dudas, pero me está gustando y todo! jejeje

 

Un saludooooo, genteee!



#22 andromeda32

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Publicado 02 octubre 2014 - 19:55

Hola....

 

Disculpad el atraso, tengo muchos líos éstos días y no tengo tiempo a penas, pero intentaré subir el capítulo 6 el sábado o el domingo... 1 saludo a tod@s!!!



#23 Patriarca 8

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Publicado 05 octubre 2014 - 21:21

esperando que den inicio los combates ,me pregunto si esta vez habra un ganador o alguien vendra a interrumpir el torneo como en el clasico XD


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#24 andromeda32

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Publicado 06 octubre 2014 - 07:34

Hola....perdón por la espera! Os dejo el Capítulo 6! 

 

 

Capítulo 6: Que despierte mi Cosmos.

 

            Todos estaban atentos en las gradas del Coliseo. El primer combate del Torneo iba a comenzar, y yo ya estaba en la arena frente a mi adversario. Talecco de Popa, éste hombre había sido uno de los últimos caballeros en ser nombrado como tal, y sus tres compañeros de armas lo animaban desde sus posiciones.

            Una pequeña campana sonó, dando comienzo al encuentro. Los soldados empezaron a animar a uno u otro combatiente, y observé a Talecco, quieto, sin mover siquiera uno solo de sus cabellos, observándome de igual manera.

            En uno de los bordes del terreno de combate se encontraban Mirio, Ryoma y Archenar, observando cada segundo que ocurría en la arena.

            -¿Por qué no se mueven? –Preguntó Mirio, impaciente-.

            -Se están observando… -Respondió Archenar-. No se conocen…

            -Enol debería de ganar de un solo golpe!

            -Calla, descerebrado! –Ryoma se impuso ante Mirio- Calla y observa, Enol demostró siempre en sus entrenamientos mucho potencial, sin embargo jamás lo hemos visto pelear en serio, ni siquiera ha luchado jamás con su armadura puesta…

            -¿No tendrá… miedo? – Mirio mostró una mueca de desconcierto-.

            -No lo creo, Mirio. –Archenar contestó gentilmente a su compañero-. Enol es muy fuerte. No creo que…

            -Ahí va Talecco… -Interrumpió Ryoma al caballero de Jirafa-.

            El caballero de Popa fue el primero en tomar la iniciativa. Se dirigió corriendo hacia mí, dando un grito y concentrando su cosmos en su puño derecho, salté esquivándolo y asesté un puntapié a su cara. La patada fue certera y Talecco fue despedido hacia atrás… cayendo al suelo. En ese momento sentí un golpe invisible en mi rostro… Sentí el mismo puntapié que yo le había asestado a mi adversario en mi propia cara, y sentí dolor…

            -Siiii… -Gritó Mirio, desde las gradas-. Bien! Vamos Enol! Eh?... ¿Qué le pasa?

            Ryoma le explicó la condición que la Diosa Atena me había puesto para poder participar en el Torneo.

            El público, expectante, celebró aquel primer golpe. Sin embargo, Talecco se levantó enseguida. Y sonrió.

            -Bien, caballero… -Comenzó a decir-. Veo que los rumores acerca de ti no eran inciertos… Tienes potencial, pero no eres el único… prepárate!

            Talecco comenzó a aumentar su cosmos y pude ver un aura de color azul alrededor de su cuerpo. Su voz comenzó a elevarse…

            -Caballero, sin duda has hecho que me entregue totalmente al combate. Jamás, nunca ningún hombre había osado golpearme en el rostro. Ahora sentirás en tu cuerpo una pequeña demostración de lo que los Caballeros del Argo somos capaces! –Sus dos brazos se elevaron hacia los cielos, quedando la palma de las manos hacia arriba, sus piernas, fuertes y musculadas, estaban semi abiertas, el aura aumentó. El Coliseo estaba expectante-. Aquí… tienes caballero… Titán…!! –Entre sus manos apareció una gran esfera de energía, la cual se fue intensificando-. …de los Mares!!!

            En ése momento, Talecco bajó sus manos hacia mí, formando una cruz en el aire y haciendo que la bola de energía saliese disparada contra mí, vi como se acercaba en una milésima de segundo, y entonces impactó contra mí. Esperé a que llegara, sin más.

            -Esquívalaaaaaa… –Pude oír el grito de Ryoma-.

            La esfera de energía de Talecco me absorbió, dejándome en su interior, y comprobé como millones de partículas implosionaban sobre mí, hasta que la energía se agotó. Una gran explosión recubrió la zona donde me encontraba. Los asistentes enmudecieron, y una humareda se formó a mí alrededor. Había sentido bastante dolor por el ataque de mi contrincante, sin embargo no fue suficiente para abatirme. Aguanté en pie. Poco a poco el humo se fue desvaneciendo, y el público, el cual estaba en silencio comenzó a ver mi silueta poco a poco. Entonces cientos de gritos vitorearon mi resistencia. Talecco mantenía su boca abierta, jadeando por el esfuerzo…

            -Caballero… -Hablé, siendo consciente de la sorpresa que mi adversario se había llevado- Desde la noche de los tiempos, el caballero del Reloj ha tenido prohibida la participación en la batalla. Hoy… Atena me ha concedido tal propósito… Prepárate!!

            Todos los allí presentes, incluyendo a los caballeros de Plata y de Oro estaban con sus miradas fijadas en mí.

            -Ahora…más que nunca! Agradeceré a la Diosa su confianza y su permiso. Serás el primer rival que ha tenido la desgracia de cruzarse en mi camino, Caballero de Popa! –El dedo índice de mi mano derecha apuntó hacia el torso de Talecco, comenzando a concentrar todo mi cosmos en el mismo punto-. Apertura del Tiempo!

            Mi cosmos fue proyectado. Un simple rayo salió de mi dedo, dirigido justamente al corazón de mi adversario. Los asistentes no pestañeaban. Talecco se encontraba paralizado ante la llegada de mi ataque. Éste traspasó su torso y tocó su corazón. De repente, toda la zona situada alrededor del cuerpo de Talecco empezó a difuminarse, incluso no se apreciaba bien la imagen de mi rival. Sintió en su cuerpo el lento pasar de los segundos, como si el avance del tiempo, para él, se hubiese hecho más lento.

            -¿Qué le ha hecho a Talecco? –Preguntó un Mirio desconcertado-.

            -Ha relentizado el espacio de su enemigo con un solo dedo… -Albiore, el caballero de Plata de Cepheo, sentado dos filas más atrás en las gradas habló-.

            -Caballero de Popa! –Me dirigí a mi contrincante-. La densidad en el tiempo es algo que puede ser modificada… Y tu cuerpo lo está sufriendo.

            -¿Cómo? –Mi rival se movía con mucha lentitud, mi ataque había sido efectivo-.

            -Ahora todos tus movimientos los veré a cámara lenta, has perdido!

            -¿Qué? ¿Cómo puedes decir eso? El combate no ha hecho más que empezar… -Mi rival comenzó a moverse hacia mí, pero mi ataque hizo efecto. Sus movimientos eran los de una tortuga-.

            Salté en el aire, y miré de reojo al Patriarca. Iba a poner en práctica una de mis técnicas más fuerte, una de las que él me enseñó. Sin embargo quería demostrarle que mis años de entrenamiento no terminaron el día en que conseguí mi armadura. Una vez en el aire, concentré mi cosmos al máximo, pude notar como en mis manos se intensificaba todo el potencial que éste tenía en mi interior. Talecco me vio venir, supo que iba a descargar contra él algún ataque destructivo desde las alturas. Sin embargo, dejé mi ataque guardado en la manga, en pausa, y puse en práctica una de las técnicas que había aprendido de los libros de la biblioteca.

            Desaparecí de la vista de todos los asistentes… durante una fracción de segundo, los espectadores no supieron dónde me encontraba.

            -¿Teleportación? –Nicole de Altar, al lado de mi maestro, habló muy sorprendido-.

            Aparecí frente a Talecco, a una palma de distancia de él. Rostro contra rostro.

            -Hola! –Le dije, y sonreí-.

            Apoyé la palma de mis manos sobre su peto, y vi su cara de desconcierto.

            -¿Cómo has… -Fue lo único que le dio tiempo a decir. Anteriormente a mi desaparición, había concentrado toda mi energía cuando estaba en el aire, en la palma de mis manos. Simplemente…la dejé expandirse…-.

            -Impactoooo… Mortaaaaaalll!!!! –Liberé la carga energética a través de mis manos sobre el peto de su armadura, a bocajarro.

            Una tremenda explosión cayó sobre Talecco, y éste salió despedido hacia las gradas, hiriendo a algunos de los soldados que allí permanecían, y destrozando varios escalones de las propias gradas… Yo, por mi parte, salí despedido en dirección contraria, sufriendo el efecto de mi propio ataque en mis carnes… Sin embargo me levanté sin herida alguna.

            Una gran humareda se levantó. Miré a mis amigos… Mirio estaba con la boca desencajada de la impresión, Archenar se manifestaba serio y Ryoma tenía una leve sonrisa en el rostro al comprobar el efecto de mi ataque.

            La gran mayoría de los asistentes se quedaron estupefactos ante el encuentro, sobre todo después de ver a Talecco semi inconsciente, despatarrado en mitad de las gradas.

            -Vencedooor…. El Caballero del Reloj!!! –Gritó uno de los asistentes del Torneo, y gran parte del público gritó embravecido-.

            -Si! Bien! –Gritó Mirio-. ¿Eh…? Mirad!

            Talecco se ponía en pie, con lentitud… Los vítores hacia mí quedaron silenciados ante la presencia de un Caballero de Popa más que enfadado. Caminando hacia la arena, Talecco miró el peto de su armadura, resquebrajado.

            -Talecco parecía un alfeñique… -Ryoma se puso serio- Sin embargo se ha levantado y presentará batalla…

            -Estaba inconsciente… -se quejó Mirio-.

            Una vez en la arena, Talecco fijó su mirada en mí…

            -Caballero… -Se dirigió a mí-. Anteriormente dije que me entregaría por completo a ésta batalla. Sé bienvenido a las huestes de la caballeria… Ahora comprobarás cómo luchan los caballeros de bronce…los que no se resguardan en un Torre! Te atacaré…con todo mi potencial…Ah…

            Mi adversario comenzó de nuevo a elevar su aura, concentrando su cosmos en las manos. Era por la mañana, y la luz del sol brillaba en lo alto, sin embargo una gran silueta apareció tras Talecco. El Barco Argos apareció como una ilusión en el cielo, tras mi rival, el cual seguía concentrando su poder en las manos. Me fijé en sus compañeros… Dígonni de Vela, Yamín de Brújula y Tapiró de Quilla… Me intrigaban bastante, formaban un cuarteto muy poderoso, pero por separado… no tenían el poder que juntos lograban manifestar. Parecía que Talecco se lo jugaba todo en éste ataque. Quería vencerme y demostrarle a sus compañeros cuán fuerte era.

            -Explosión….Argo! –Exclamó, sin esperármelo. Talecco no dirigió un ataque contra mí, sino que provocó una inmensa explosión a mí alrededor. Me cogió por sorpresa… Todo lo que me rodeaba explotó. Sentí el daño de dicho ataque por todo mi cuerpo, y caí.

            Tras dispersarse el humo provocado por la explosión, vi a Talecco con una rodilla hincada en la arena, sus manos formaban una circunferencia en dirección a mí. Jadeaba sin cesar. El público asistente jaleaba a mi rival como si hubiese vencido. Cuando éste vio que yo seguía consciente se formó de nuevo el silencio. La expresión en el rostro de mi adversario fue la desesperación…

            -Vamos Enol! –Gritó Mirio-.

            -Véncele!! –Ryoma me animaba desde las gradas-.

            Todo el coliseo estaba pendiente de mí, sabían que en el próximo ataque se decidiría el vencedor del combate. Me incorporé y miré a Talecco, también él se estaba incorporando. Miré arriba y fijé la mirada sobre mi maestro. Saga se encontraba sentado en su trono, como un espectador más. Tranquilo y sin apenas moverse, tenía una copa dorada en la mano que un sirviente le llenaba de vino. Bien! Pensé… Sé, que esperas más de mi, maestro. Lo tendrás…Haré que estés orgulloso de tu discípulo!

            -Talecco, Caballero de Popa, éste es tu final. -Dije- Perderás éste combate…

            Concentré mi último cosmos en el siguiente ataque. Cierto es que cuando realicé mi anterior ataque no quise aumentar mi cosmos al máximo por miedo a herir a mi rival, pero en ésta ocasión iría a por todas… Descubrí con sorpresa que mi rival también se preparaba para su siguiente ataque, así que no perdí más tiempo, intensifiqué mi cosmos hasta el máximo, haciendo temblar la tierra bajo mis pies… Talecco hacía lo mismo. Sus tres compañeros ni pestañeaban, Ryoma, Archenar y Mirio también… Incluso pude comprobar que Aigán, el Caballero de Ave del Paraíso apretaba sus puños y gritaba entre el gentío dándome ánimos…

            -Titán de los Mareeeeessss! -Gritó Talecco-.

            -Impacto Mortaaaaaaal!!!

            Ambos lanzamos nuestros ataques en dirección al otro, chocando entre sí, formando una gran esfera de energía en medio de los dos. En cuestión de segundos mi ataque absorbió al de mi adversario y éste salió despedido hacia las gradas… quedando fuera de juego. El público asistente gritó por mi victoria, Mirio brincaba de alegría. Ryoma, Archenar, Aigán y otros caballeros de Bronce aplaudían de igual manera.

            -Vencedor… Enol de Reloj! –Gritó de nuevo uno de los asistentes del Torneo-.

            Talecco había quedado inconsciente, algunos de los que estaban a su alrededor lo asistían, al igual que sus compañeros Dígonni, Yamín y Tapiró. Casi nadie se había percatado de que yo también había sufrido mi último ataque en mis carnes, pero me levanté y no tuve daños. Me sentía fatigado por el combate, pero no tenía ninguna herida, ni mi armadura había sufrido daños. Algunos soldados retiraron a Talecco, llevándolo a la enfermería. Salí de la arena y me dirigí hasta mis compañeros.

            -Muy bien hecho camarada! –Ryoma me alabó-.

            Casi todos me felicitaban, incluso cuando miré al Patriarca me hizo un gesto con la cabeza.

            Sin dar tiempo a descanso alguno, se llamó a los siguientes combatientes…

            -Hécco de Corona Austral… Ennetsu del Horno!!! –Gritaron-. A la arena!!

            Los aplausos volvieron a sonar en el Coliseo. Casi todos los asistentes comenzaron a gritar dando ánimos a Ennetsu. Éste hombre había sido salvado cuando era un niño por Gigas, y éste lo había convertido en Caballero tras un exhaustivo entrenamiento. Se decía que era uno de los caballeros de bronce más fuertes gracias a su alto poder destructivo en combate. Era sabido por todos que manejaba el fuego en sus ataques como quisiera. Fue él quien se puso su armadura antes, abrió la caja de Pandora de la armadura del Horno y se la puso en el aire. El júbilo en el público volvió a estar presente. Tras él, Hécco se posicionó en la arena, colocándose su armadura de Corona Austral.

            -Caballeros de Bronce, el combate está a punto de comenzar… -Dijo un organizador del evento, mientras el público se sentaba en las gradas de nuevo y se callaba-. ¿Listos? –Ambos combatientes afirmaron con la cabeza- Que comience el segundo combate! –Y volvió a sonar una campana-.

            No fue como en mi encuentro con Talecco, en el mismo momento que sonó la campana, tanto Ennetsu como Hécco saltaron uno contra otra mientras encendían sus cosmos… Uno rojo como el fuego, el otro….verde claro.

            Ambos puños chocaron de frente, uniendo los nudillos de sus manos y expandiendo sus cosmos como una onda expansiva que llegó hasta los asistentes.

            -Caray! –Exclamó Mirio, a mi lado-. Qué fuerza!

            -Ambos son fuertes, -Ryoma analizaba el combate con ojo avizor- Ninguno va a flaquear al comienzo del combate.

            -Parece que Hécco lleva algo de ventaja, mirad! –Archenar señaló a los combatientes-.

            De un puntapié, Ennetsu fue arrojado al suelo, y se oyó entre el público un murmullo.

            -Acaba con él, Ennetsu! –Gritaban los soldados-.

            -Quémalo!

            -Abrásalo!

            -Veo que tienes bastantes seguidores en el Santuario, Caballero de la Llama! –Dijo Hécco-. Quizás podrías dejar la caballeria y convertirte en tendero, jajaja.

            -¿Me subestimas? Jajaja, no deberías reír, caballero! –Ennetsu parecía enfadado- Llamas!!!! De Cóleraaaaaaa!

            Ennetsu estiró ambos brazos en dirección a su rival y creó con su fuego una esfera que absorbió al Caballero de Corona Austral, dejándolo en su interior. Los gritos de los asistentes fueron arrebatadores, pensé que Hécco estaba perdido, sin embargo la esfera de fuego cambió su intensidad, todos observamos con cara de incredulidad como el fuego se hizo hielo en un instante, luego se resquebrajó y cayó al suelo de la arena, fundiéndose entre mucho vapor…

            Muchos de los asistentes se pusieron en pie, embobados ante tal proeza. Hécco había congelado las llamas de Ennetsu.

            Excepto Archenar, nosotros tres estábamos impactados… Un Caballero de Cristal… Según las crónicas que he podido leer, son llamados así aquellos Caballeros con el poder del hielo, algunos incluso, capaces de llegar al 0 absoluto. Había oído que Davo, el maestro de Hécco, había sido el Caballero de Bronce más fuerte, y que era realmente poderoso, pero no tenía ni idea de que su discípulo fuera uno de los caballeros de los hielos…

            En ese momento todo cambió, a plena luz del día comenzó a soplar un viento muy frío, glacial… El cielo se enturbió, y a pesar de que el Sol brillaba débilmente comenzaron a caer copos de nieve…

            -¿Quéeeeee…. Nieve? –Mirio se quejó el primero-.

            Observé que hasta los caballeros de plata y de oro allí presentes estaban sorprendidos. El cosmos de Hécco comenzó a brillar, tan intensamente que los copos de nieve que caían reflejaban la luz verdosa del cosmos del caballero… Parecía que Hécco envolvía con su cosmos todo el Coliseo…

            -Davo…amigo mío… Lo hiciste muy bien… -Albiore de Cepheo, el cual estaba muy cerca de mí, susurró esas palabras con su mirada puesta en Hécco-.

            El Caballero de Corona Austral comenzó a caminar entre aquel juego de luces hacia Ennetsu, el cual estaba perplejo ante tal espectáculo, prácticamente inmóvil. El cosmos de Hécco aumentó más si cabe su intensidad. Todos los allí presentes estaban en silencio, sin pronunciar palabras…

            -Caballero de la Llama! –Comenzó a hablar en alto Hécco-. Soldados del Santuario! –Los asistentes lo oían en silencio, cada frase que decía Hécco parecía oírse más alto y más claro. Su voz nos llegó a todos-. Restantes caballeros de Bronce, Plata y Oro! –Se giró hacia mi maestro y se dirigió a él- Y vos también, Gran Patriarca! –En ése momento llegó hasta Ennetsu, lo señaló con su dedo índice, y de éste salieron varios anillos que rodearon al caballero, dejándolo inmovilizado-. Soy Hécco, discípulo de Davo, el que fuera el antiguo Caballero de Corona Austral, aquel que vos –Dijo señalando al Patriarca- y todos el Santuario llamaron traidor. –Se giró y comenzó a dirigirse a los asistentes y a todos los que estábamos allí, con los brazos abiertos-. Yo no soy un traidor! Mi fidelidad hacia la Diosa Atena es igual que la vuestra, es mi Diosa! Y ella me otorgó mi armadura! Prueba de que merezco ser parte de la Caballería. Hoy digo… Soy el Caballero de Bronce de Corona Austral, un Caballero de los Hielos… Y reto… Reto! A cualquier caballero… ya sea de Bronce… de Plata o de Oro… Que baje hasta la arena y luche conmigo si considera que no soy digno de mi armadura!

            Todos los que oímos a Hécco tuvimos un doble sentimiento, pensamos en Hécco como un arrogante, no como un alfeñique… Y por otro lado, Hécco pedía ser aceptado y olvidarse de la sombra de su maestro…

            Ennetsu seguía atrapado en el anillo de hielo de su rival. Y el Coliseo permanecía callado. De repente…

            -Ja, Ja, Ja,! –Máscara de la Muerte de Cáncer, su risa fue irónica-. Imbécil! Déjate de tanto discurso y derrota a tu rival si te llamas Caballero!

            Hécco se le quedó mirando, luego…pareció como si reaccionara y de verdad hubiese entendido el mensaje en las palabras del Caballero de Oro. Miró a Ennetsu…

            -Caballero del Horno! –Dijo- No tengo nada especial contra ti, sólo que eres mi primer rival… -Su cosmos se elevó- Serás mi primera victoria, y si así es cómo demostraré mi fidelidad….juro que me convertiré en el vencedor del Torneo! Caballero Ennetsu… serás derrotado!

            -Coroonaaaa….de Hieeelooooo! –Hécco se agarró la muñeca derecha con su mano izquierda, posicionando la palma de la mano en dirección a Ennetsu, proyectó un rayo de hielo hacia éste, el cual fue abatido y derribado, recorriendo varios metros en la arena, entre una gran humareda helada. Su armadura quedó congelada por completo, y El Caballero de la Llama, vencido-.

            Hécco jadeaba sonoramente, incluso sorprendido ante el ataque que el mismo había realizado. El Coliseo entero estaba en silencio… Yo, por mi parte, sentí el ataque en mi cuerpo, y aunque lo sufriera no recibí daños extras.

            -Vencedor…. El Caballero de Corona Austral. –Gritó el organizador, y una campana volvió a sonar indicando el final del combate.

            Los asistentes seguíamos en silencio, pensativos, contemplando cómo Hécco se retiraba de nuevo a las gradas, subiendo los peldaños uno a uno. Los presentes fueron dejándole abierto un hueco mientras caminaba. Ya no lo miraban como al principio, todos lo miraban, valorando y dándole sentido a las palabras que anteriormente había pronunciado el Caballero. Un murmullo se estableció por todas las gradas, los asistentes se recompusieron…

            -Tercer combate! –Gritaron desde la arena-. Ryoma de Eridano contra Dígonni de Vela!

            -Allá voy! –Dijo Ryoma, dándose un leve puñetazo en el pecho….que hasta yo mismo sentí-.

 

 

Hasta aquí el capítulo... espero que os haya gustado! A mí siiiii! Jejejeje.

 

 

Gracias a todos, y también a T-800! Por leerme y opinar.... Me gustaria bastante que opináseis del capítulo y del propio Fic... Vuestras opiniones me motivan y sirven de muuucho!

 

Un saludo a tod@s!



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Publicado 06 octubre 2014 - 21:59

me agradaron los combates especialmente el del protagonista


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Publicado 07 octubre 2014 - 06:07

Hola T-800!!

 

Gracias por leer el capítulo y te agradezco el comentario. Todavía no he querido que veáis realmente el poder de Enol en todo su esplendor... éste caballero guarda más de una sorpresa...

 

Mientras tanto, disfrutemos del resto de combates.... en el próximo capítulo conoceremos mejor a los caballero de bronce que están luchando en el Torneo... Un saludo, camarada!



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Publicado 07 octubre 2014 - 09:12

Ya terminé el Capítulo 7, así que os lo dejo..... me encantaaaaa!! A ver a vosotros!!

 

Capítulo 7: Dos amigos rivales.

           

            La campana volvió a sonar y el público estalló en vítores nuevamente. En el tercer combate se enfrentaban mi amigo Ryoma, Caballero de Eridano y Dígonni, Caballero de Vela, otro de los cuatro que conformaban el Barco Argo.

            Desde el inicio del combate, Dígonni sabía perfectamente a quién se enfrentaba. Ryoma estaba considerado uno de los más fuertes del Santuario, y la proeza que consiguió en su prueba lo aclamaban como uno de los claros vencedores del Torneo. Nada más comenzar, Dígonni hizo alarde de la espectacularidad de sus ataques… Casi todos hechos desde el aire. Ryoma era un coloso sin igual, por ello el Caballero de Vela se entregó al máximo. Su técnica, “Por el vuelo del Argo”, era sin duda temida, capaz de abatir al más fuerte caballero, pero contra Ryoma… nada pudo hacer. Mi amigo, demostrando seguridad en sí mismo, esquivaba o detenía con sus manos todos los ataques del Caballero de Vela.

            El público asistía al combate embravecido, daban ánimos tanto a Ryoma como a Dígonni… Éste último dio una fiera batalla a Ryoma, sin embargo nada hacia caer o desestabilizar al coloso, y Dígonni comenzaba a fatigarse. En cierto momento, mi amigo entrelazó sus manos, y levantó sus brazos hacia el cielo, haciéndole parecer más alto aún. Su técnica, “Furor del Eridano” desembocó contra su rival. Un torrente de agua se creó a partir del cosmos de Ryoma, el cual elevó al máximo antes de su ataque.

            Dígonni perdió el combate, a pesar de ser muy aplaudido por los asistentes. Incluso Ryoma lo ayudó a ponerse en pie cuando finalizó el encuentro. Demostró estar muy capacitado para el combate, y se ganó aún más todavía el respeto de todo los del Santuario. Talecco había perdido contra mí, y Ryoma había vencido también. Dos de los cuatro Caballeros del Argo habían sido vencidos durante los tres primeros combates. Ciertamente, era dudoso el prestigio de los cuatro, sin embargo… tanto Yamín de Brújula, como Tapiró de Quilla eran los dos más fuertes de entre los cuatro. Precisamente a Yamín era al que le tocaba pelear en el cuarto combate del Torneo.

            Una vez Ryoma se unió a nosotros en las gradas, dio comienzo el siguiente combate. La mañana transcurría, y los asistentes estaban con muy buenos ánimos. Yamín de Brújula y Yulij del Sextante se colocaron sus respectivas armaduras y saltaron a la arena. La campana volvió a sonar.     

            Yulij, una extraña y reservada muchacha. No hacía vida con el resto de mujeres del Santuario. Se dice que fue la primera mujer en convertirse en Caballero de bronce en ésta generación. Desconozco quién fue su maestro, sólo sé a ciencia cierta que una vez cada cuarenta días tiene permiso para subir al Monte Estrellado. Se la conoce como “la más cercana a las estrellas”. Yulij siempre ha podido predecir el destino de los astros en el cielo. Contemplando las estrellas.

            Frente a ella… Yamín, el tercer componente del Argos… Se dice él que su poder no es comparable al de ningún otro Caballero. La telequinesis es su punto fuerte. Es capaz de mover cualquier cosa con la mente, hasta a los más pesados rivales. Sus proezas con tales poderes son contadas a lo largo de todo el Santuario. Se dice también que, exceptuando a Tapiró de Quilla, es el más fuerte de los cuatro Caballeros del Argo. Aparte de la Telequinesis, éste caballero es muy poderoso en batalla, ya que también tiene un alto poder destructivo.

            Nada más sonar la campana, Yulij se adelantó y levantó un brazo, el público se silenció poco a poco…

            -Caballero de Brújula… -Comenzó- No penséis que me dais miedo, o que el Torneo no tiene para mí la misma importancia que para el resto de Caballeros. –Se giró y miró al Patriarca, el cual estaba sentado en lo más alto del Coliseo-. Alteza! Os pido disculpas de antemano. A vos… Y a todos los aquí presentes… Pero me retiro del combate, Me rindo!

            Un gran revuelo se armó, y mi maestro se puso en pie pidiendo silencio a los asistentes. Todos quedamos sorprendidos ante la voluntad de Yulij.

            -¿Por qué, Yulij? –Preguntó mi maestro en voz alta-. ¿Por qué os rendís antes de que comience el combate?

            -Gracias a mi constelación guardiana, y a mis poderes, Gran Patriarca… soy capaz de vislumbrar el futuro antes de que suceda. Y ciertamente, Alteza… -Se giró hacia su aún rival, Yamín-. Mi adversario vencerá si me enfrento a él. Sé el resultado de mi combate, y por ello lo adelanto. Yamín, Caballero de Bronce de Brújula! –Grito la muchacha levantando el brazo de su rival-. Eres el vencedor del combate!!

            En ése momento sonó una campana, y aunque en un primer momento la situación fue confusa, el público apoyó la iniciativa de Yulij. Y ambos fueron ovacionados con aplausos mientras abandonaban la arena.

            Los primeros cuatro combates, de los ocho de la primera fase, ya había sido celebrados. Hécco de Corona Austral, Ryoma de Eridano, Yamín de Brújula y yo, Caballero del Reloj fuimos los vencedores. Aún quedaban por delante cuatro grandes combates. El último combate enfrentaría a Tapiró de Quilla, el último de los cuatro caballeros del Argo, contra Apso, Caballero de Osa Menor, un reputado Caballero muy aclamado por todos. Antes debían celebrarse otros dos combates para disfrutar de dicho encuentro. Uno era el que disputarían las dos únicas mujeres que quedaban en el Torneo… Carola de Paloma contra Sora de Liebre, ésta última tenía la fama de ser la mujer más fuerte del Santuario, y muchos estaban deseosos de verla combatir. El otro combate era el que disputaría mi amigo Mirio, Caballero de Boyero contra Dáim del Ciervo. Tenía muchas ganas de ver combatir a Mirio, y su rival me llamaba la atención.

            El siguiente combate sería el primero de los cuatro que faltaban, y enfrentaría a dos amigos y compañeros de entrenamiento. Archenar de jirafa y Aigán de Ave del Paraíso. Ambos, junto a Mirio, discípulos del mismo maestro, Rigel de Orión.

            Antes de la celebración del Torneo, Aigán había viajado junto a su maestro hasta la Isla de Andrómeda en una misión. Ya finalizada, Aigán obtuvo el permiso de Rigel para volver y poder participar en el Torneo. Mientras, su maestro se quedaría unos días más y posteriormente volvería al Santuario.

            -Archenar de Jirafa… Aigán de Ave del Paraíso… a la arena! –Gritaron los organizadores-.

            -Asistamos a la derrota de Archenar! Ja, ja, ja. –Mirio se reía sin parar, y hablaba como si no tuviera duda alguna sobre el vencedor del combate-.

            -Cállate! –Le reprendió Archenar-. A ver qué haces tú en el siguiente combate!

            -Vamos Archenar! –Animamos Ryoma y yo-. Da lo mejor de ti mismo. Podrás con Aigán!

            El Caballero de Jirafa, era sin duda uno de los más serios y reservados del Santuario. Seguro que presentaría muy buena batalla. Aigán por el contrario, era muy aclamado, también considerado uno de los más fuertes Caballeros de Bronce, y el alumno más aventajado de Rigel de Orión, era otro de los claros vencedores de éste Torneo. Ambos contendientes saltaron a la arena, y se pusieron sus armaduras.

            De nuevo sonó aquella campana, dando comienzo al quinto combate de la mañana, y los dos compañeros se posicionaron uno frente a otro. Me sorprendió que Archenar fuera también muy aplaudido. Todos en el Santuario sabían lo que Archenar había sufrido desde muy joven. Casi nadie confió en él, excepto su maestro. Por las noches, en los cuarteles donde dormían los aprendices de Caballero, Archenar se quedaba a solas afuera a la intemperie, observando las estrellas, y hasta que los muchachos no se dormían, él no entraba y se acostaba. Siempre fue de los que más heridas tenían siempre. Sin embargo salió adelante y se convirtió en Caballero. Pude observar que Archenar estudiaba a su compañero Aigán.

            Un aura, ardiendo, de tonos naranjas y amarillos comenzó a envolver a mi amigo.

            -Aigán! –Dijo-. Has de saber que te respeto como a un hermano, camarada! Pero no dejaré que me venzas tan fácilmente!

            -Así es, amigo mío. –Le contestó el caballero de Ave del Paraíso, encendiendo un cosmos de tonos violetas-. Sé perfectamente quién eres, y cómo eres! Te entregarás al máximo para vencerme! Yo no te subestimaré. Me enfrento a un amigo, pero también a un rival en éste Torneo… en guardia!

            Ambos intensificaron sus cosmos y se lanzaron el uno contra el otro. Los golpes avanzaban uno detrás de otro. Cuando Aigán asestaba un puñetazo, Archenar daba un puntapié hiriendo a su rival. Ambos se enzarzaron a golpes, luchando con todo tipo de ataques cuerpo a cuerpo, a veces acertaba Archenar…otras, Aigán… La pelea estaba muy igualada. Por ser ambos discípulos de un mismo maestro, sus técnicas para el combate eran las mismas. Ambos se conocían muy bien, y ambos habían demostrado haber estudiado a su respectivo rival.

            -Vaya…. –Mirio estaba con la boca abierta- Archenar pelea mejor de lo que pensaba… Son los mejores! Vamooooos!

            El público estaba expectante. Rigel de Orión era muy aclamado entre sus compañeros de Plata, y sus discípulos estaban muy valorados. Ocho discípulos llegó a tener, de los cuales tres ya habían conseguido sus armaduras. Todos los que estábamos allí pudimos ver con nuestros propios ojos cómo luchaban ésos dos hombres. Se respetaban mutuamente, sin embargo Aigán no perdía oportunidad de asestar un buen golpe a su contrincante, y Archenar por su lado se esforzaba por descubrir algún punto débil de su enemigo y atacar ahí concretamente. Ambos jadeaban mientras seguían luchando el uno contra el otro.

            -Están muy igualados! -Gritaban desde el público- Vamos! Ánimos!

            En un momento dado, Archenar sacó algo de ventaja y golpeó con toda la fuerza de su puño derecho en el estómago de Aigán, haciendo que éste quedara semi tumbado y soltando una arcada de sangre por la boca. Seguidamente, Archenar golpeó de una patada a su rival y lo derribó, dejando a Aigán tumbado en el suelo. Sin más, saltó en el aire, y dejándose caer en posición vertical…

            -Por el galope de la Jirafa!! –Gritó-.

            La punta del pie derecho de Archenar se hundió en el pecho de Aigán mientras éste estaba tumbado boca arriba en el suelo. El Caballero de Ave del Paraíso quedó muy hundido en la arena del Coliseo, medio enterrado.

            Un jubiloso grito se oyó en todo el Coliseo. Archenar se estaba entregando al máximo y los espectadores aplaudían tal entrega. Tras ése ataque, y dejando a su rival tendido en el suelo, Archenar volvió a saltar en el aire para recuperar su posición, jadeando, fue consciente del clamor que había levantado su último ataque sobre los asistentes, y quedó algo ruborizado.

            Pude sentir en mi cuerpo cada golpe que mis compañeros se daban entre sí. Sin embargo, el ataque que Archenar había realizado fue el peor. Pude sentir toda la fuerza de su cosmos concentrado en ése puntapié.

            -Vamos Archenar! –Le aplaudía Mirio. Su amigo más cercano, el cual ya no se burlaba de él-.

            La mitad del Coliseo gritaba por Archenar, la otra por Aigán. Éste último se puso en pie.

            -Bien, Archenar… -dijo Aigán-. Se acabaron los juegos… Prepárate!

            El Caballero de Ave del Paraíso intensificó su cosmos, y adoptó una postura bastante extraña. Extendió los brazos en horizontal, dejando caer las manos inertes hacia abajo, sus piernas se flexionaron como para coger impulso y su rostro miró al cielo…

            -Ésa postura… -Exclamó Mirio, a mi lado-. ¿No irá a ejecutar ésa técnica?

            -¿Qué pasa…. Mirio? –Le pregunté-.

            -Mi maestro Rigel le enseñó ésa técnica a Aigán pero le advirtió de que su vida correría peligro! Jamás la ha utilizado!

            -¿Cómo?

            -Aigán está concentrando todo su cosmos en torno a él, -Observó Ryoma- se diría que está dispuesto a acabar con Archenar definitivamente!

            El suelo que pisaba Aigán comenzó a desintegrarse, un aura violeta más poderoso que nunca apareció entorno al Caballero.

            -Detente Aigán! –Exclamó Archenar- El maestro no te permitió utilizar ésa técnica! Detente!

            El Patriarca se puso en pie, expectante por el cosmos tan potente que despertó Aigán. Milo, Camus y Shura se posicionaron estratégicamente de manera triangular en lo más alto del Coliseo. Como si esperaran algo en concreto. Parecían dispuestos a entrar en batalla.

            -Oh, Aigán…. –Exclamó Albiore, detrás de nosotros- Para muchacho, aún estas a tiempo.

            Parecía fuera de sí mismo, Aigán concentraba su cosmos cada vez más… hasta tal punto que el Coliseo entero se estremeció. Nunca antes había percibido un cosmos así de poderoso en todo el Santuario… Aigán estaba desencadenando algo que escaparía a su propio control. Saltó en el aire, a mucha altura, por encima del propio recinto, fue entonces cuando se pudo vislumbrar en el cielo un gran ave de color morado, signo guardián del Caballero.

            -Batir….de Alaaaaaaaaaas! –Todos los asistentes nos quedamos con la boca abierta cuando, de la propia armadura de Ave del Paraíso, salieron dos alas que abarcaron el cielo, dejando suspendido en el cielo al propio Aigán, el cual lanzaba un espectacular ataque hacia el Caballero de la Jirafa-. Aaaaaaaaaaaaaah! –Un tremendo grito salió de la garganta del discípulo más aventajado de Rigel-.

             Una esfera, inmensamente grande de color morado apareció en las manos entrelazadas de Aigán, y salió despedida hacia Archenar, el cual estaba muchos metros por debajo del atacante, en la arena.

            -Santa….Atena… -La voz de Mirio estaba resquebrajada-.

            Pudimos ver como esa inmensa bola de energía se dirigía hacia nuestro compañero Archenar…

            -Archenaaaaaaar…. Nooooooooooo! –El grito ahogado de Mirio parecía que hizo reaccionar a su compañero-.

            El Caballero de Jirafa sonrió levemente y nos miró a nosotros. Por una fracción de segundos pensé que con esa mirada, Archenar…se estaba despidiendo de nosotros… pero no fue así. Partiendo de cero, en tan sólo un instante Archenar hizo estallar su cosmos hasta el máximo, y valientemente extendió sus brazos, parando la inmensa bola de energía con las manos desnudas.

            Al principio, pensé que ése ataque acabaría con la vida de mi amigo, sin embargo Archenar pudo detener la bola de energía con las manos. Por un instante, sentí el cosmos de Archenar por encima del de Aigán, y fue entonces cuando la energía explotó en las manos de mi amigo, dejando a Archenar invisible, envuelto en una humareda. Aigán descendió levemente, como flotando. Las alas de su armadura habían desaparecido, y al tocar el suelo con los pies tuvo que luchar para permanecer en pie, estaba exhausto, completamente agotado. Tras el humo, pudimos ver a Archenar, envuelto en sangre, con los dos puños de la armadura hecho trizas, jadeaba como si le quedase un único aliento de vida…

            En ése momento, ambos contendientes cayeron al suelo, pero conscientes. Uno agotado tras realizar el ataque más potente que había hecho en su vida, el otro totalmente agotado y casi abatido por el esfuerzo ante tal defensa. Mis brazos me dolían, pude sentir el mismo dolor que Archenar tenía ahora mismo en sus manos y brazos.

            El público enmudeció al principio.

            -Levantate Archenaaaaar! –Gritó Mirio con una lágrima en los ojos, miraba a uno y otro compañero simultáneamente-.

            -Arriba Aigán –Gritó Sora, Caballero de Liebre-.

            -Vamos! –Gritaron algunos soldados-.

            Los segundos pasaban, y uno y otro contendiente seguían en el suelo. Agotados y jadeando. Ambos, sin fuerzas… De repente un gong sonó por todo el Coliseo, y el sonido estremeció al público allí presente. Era el primero de los diez avisos. Si los combatientes quedaban en el suelo comenzaba a sonar un gong, sonaría diez veces, y el caballero que se levantase antes quedaría como ganador del combate. Esas eran las reglas del combate…

            Sin embargo, antes de quinto gong, tanto Aigán como Archenar se levantaron lentamente al unísono, haciendo que los asistentes enloquecieran con sus gritos de ánimos y vítores hacia ambos Caballeros.

            -Son los mejores.  –Decía Mirio, el cual se limpiaba una lágrima de la emoción-. Si nuestro maestro estuviese viendo el combate estaría muy orgulloso de los dos! Vamos compañeros! Que gane el mejor! Luchad!

            Los dos Caballeros sobre la arena estaban agotados…

            -Caballero… -Comenzó por decir Archenar-. Ya has visto que ni con tu mejor ataque has podido vencerme!

            -Cierto, Archenar… -Exclamó a su compañero-. Sin embargo mira el estado de tu cuerpo. Sangras por muchos sitios, y tienes destrozados los puños… Con ellos no podrás atacarme, así que haz lo mismo que he hecho yo, utiliza tu mejor técnica, compañero! Y vénceme si puedes…

            -Bien, Aigán….Prepárate para recibir el más fuerte de mis ataques. Me desconciertas simplemente por el hecho de no saber que los puños no son lo más fuerte que poseo. En las llanuras de África existe un animal célebre tan sólo por su presencia! Jamás un Caballero bajo mi signo guardián ha sido longevo para demostrar el poder de dicha constelación, sin embargo yo, Archenar, Caballero de Bronce de Jirafa hará que lo compruebes…. –Nuestro amigo saltó muy alto e hizo brillar fuertemente su cosmos y cayó empicado hacia su rival-. Estampida Finaaaaaal….

            Archenar cayó desde los cielos, asestando cientos….no, miles de patadas a Aigán por todo su cuerpo, yo las sentí igual, y tras recomponerme pensé que si Aigán resistía tan brutal ataque ganaría el combate… Cuando miré al Caballero se encontraba en el suelo, magullado por cada uno de los rincones de su cuerpo, sangrando por la boca, el ojo y el hombro. La armadura de Ave del Paraíso ya no brillaba como al principio del combate. No parecía tener visible ningún rasguño, pero cierto es que sin ésa armadura, Aigán habría muerto ante tal ataque. Por su lado, Archenar cayó igual al suelo tras ejecutar su ataque….

            Y tras unos segundos en que los dos permanecían en el suelo se oyó de nuevo el primer gong!

            -Santo cielo, menudo combate. –Ryoma estaba muy emocionado viendo a ambos compañeros luchar-.

            -Vamos!! –Gritó Tapiró, el Caballero de Quilla-. En pie!

            -Arribaaaaaaa! -Gritó Dáim, Caballero del Ciervo-. Vamos Aigán!

            -Levántate Archenaaaaar. –Sorprendido, fui yo mismo quién alzó la voz para darle ánimos a mi compañero-. Levántate!

            Sonó el sexto gong.

            -Archenar tienes que levantarteeee! –Mirio gritó desconsoladamente a su compañero-. Ponte en pie!

            Sonó el séptimo gong!

            -Vamos, caballeros! –El Coliseo entero estaba en pie dándole ánimos a ambos caballeros-.

            Sonó el octavo gong. Tanto Archenar como Aigán comenzaron a mover sus cuerpos lentamente, incorporándose.

            Sonó el noveno gong. Ambos estaban casi en pie, y antes de sonar el último gong ambos se podían ver completamente erguidos, mirándose el uno al otro, respetándose mutuamente.

            El Coliseo entero rompió en aplausos, todos estaban en pie, jaleando a ambos rivales.

            -Que siga el combate! –Gritó uno de los asistentes del Torneo.

            Ambos contendientes estaban exhaustos, cada respiración suponía un gran esfuerzo, sus cuerpos estaban heridos, magullados, sus cosmos… casi extinguidos. El público seguía dando ánimos y vitoreando a su caballero ganador. Sin duda alguna, asistíamos al mejor de los combates que hasta ahora habían tenido lugar. Aún faltaban tres combates en ser librados, pero sin duda éste sería el más recordado del día de hoy, seguro.

            Una vez más fue Archenar el que comenzó, dando inicio de nuevo al combate. Aumentando lo que quedaba de su cosmos salió corriendo en dirección a su adversario y le asestó un buen puñetazo en la cara a Aigán. Éste no lo vio venir y cayó de nuevo al suelo. Archenar se tiró sobre él, quedando sentado encima de Aigán, con las piernas abiertas sobre el pecho de su rival. Archenar comenzó a asestar puñetazo tras puñetazo en el rostro de Aigán, hasta seis puñetazos le asestó, mientras Aigán los recibía uno a uno. Sin embargo, las fuerzas traicionaron a Archenar, el cual casi pierde el conocimiento. Aigán aprovechó el momento y reaccionó, tumbando en el suelo a Archenar e incorporándose nuevamente.

            -Jamás…. –Comenzó a hablar Aigán, entre jadeos. Sangrando en abundancia por la nariz-. Jamás pensé que fueras tan fuerte, compañero… Pero he decidido acabar el combate! Lo siento, amigo… -Y sonrió amistosamente mientras miraba a Archenar, tumbado en el suelo-.

            Dando un paso hacia su enemigo, Aigán elevó su cosmos, el cual me sorprendió por tan alto poder. Se dice que hay ciertas armaduras que dan poderes a sus portadores, o que algunas poseen armas para que sus dueños se defiendan o ataquen con ellas… como la de nuestro amigo Mirio. La armadura de Ave del Paraíso no contaba con arma alguna, sin embargo comenzó a brillar más que nunca. Archenar estaba perplejo. El resto de los asistentes, incluyéndome a mí, éramos incapaces de imaginar el poder que ocultaba la armadura de Aigán…

            -La armadura de Ave del Paraíso… -Comenzó a hablar Albiore, el Caballero de Plata de Cepheo-. Es una de las más célebres que existen en la orden de la caballeria. Es la única armadura del ejército de Atena capaz de regenerar el poder del cosmos de su portador…

            -¿Cómo dices? –Ryoma, Mirio, yo…todos los que oímos aquellas palabras nos volvimos hacia Albiore-.

            -Así es… La fabulosa armadura del Ave del Sur… Sé poco acerca de las características de muchas de las armaduras, pero si sé que… La armadura de Ave del Paraíso es capaz de alentar con su poder a su portador, haciendo que su cosmos sea inagotable y otorgándole más poder con cada ataque que realice. Cada vez que ataque su cosmos se vuelve más poderoso. Una cosa es el agotamiento del caballero, o las heridas que haya en su cuerpo, sin embargo el portador de dicha armadura tendrá en su haber la posibilidad de incrementar su cosmos tanto como quiera, y tantas veces a como dé lugar.

            Algo captó nuestra atención… Fue Aigán, el cual elevó su cosmos de nuevo hasta los cielos. Todo el Coliseo quedó iluminado por un brillo morado. La expresión de Aigán se volvió seria. Archenar, en el suelo pero consciente lo miraba a los ojos…

            -Pon final a nuestro combate, compañero… -Le dijo a su compañero-.

            -Siento que el final de la pelea sea así, Archenar… -Aigán levantó los brazos, apuntando con sus manos a su amigo-. Batir…de Alas! –Casi susurrando su ataque, Aigán proyectó su cosmos sobre Archenar, de sus manos salieron dos bolas de energía. Las cuales dirigió a su compañero.

            Desde mi posición pude ver cómo Aigán asestaba el último golpe a Archenar, el cual recibió el ataque de su amigo a sabiendas que no podía hacer nada. La explosión que creó el ataque levantó cierta humareda, sin embargo sé que Aigán podría haber acabado con la vida de su rival si lo hubiera querido. El ataque también lo sufrí yo, lo sentí débil para el ataque que podría haber realizado. Vi como Aigán se ponía de rodillas, a los pies de Archenar, el cual estaba inconsciente, cargó con su amigo levantando su cuerpo de la arena. Se giró hacia donde se encontraba el Patriarca.

            -He aquí a mi adversario, majestad! El Caballero de Jirafa! –Los asistentes rompieron en aplausos. Más que una ovación enloquecida fue un aplauso respetuoso-. Exijo asistencia para mi camarada! Quiero que le curen las heridas lo más pronto posible!

            Así se hizo. También Aigán fue asistido para poder estar en condiciones para su siguiente combate. El gentío entre las gradas seguía tras finalizar el combate, todos alababan a ambos caballeros por la batalla que había tenido lugar. Mirio estaba muy desanimado, pero a la vez muy contento por la contienda que habíamos presenciado. Esta vez sí hubo un pequeño descanso entre éste y el siguiente combate. Los asistentes bebían y reían por la celebración, Noesis y el nuevo Caballero de Plata recién llegado al Santuario, Asterión, charlaban animadamente. Sin embargo, tanto a Mirio, a Ryoma y a mí nos sorprendió una voz…

            -Tus dos compañeros son dignos de la Diosa, Caballero… -Se dirigían a Mirio-.

            -Hécco… -Pronuncié ante mi sorpresa el nombre del Caballero que había llegado hasta nosotros-.

            -De verdad… Me han sorprendido los dos muchísimos… -Hécco parecía animado, sin dudas éste hombre no era tan diferente al resto de nosotros-. No esperaba que Archenar tuviese tanto aguante, ni que Aigán tuviese tanto poder.

            -El Santuario está lleno de sorpresas, Hécco. –Le respondió mi amigo Ryoma-.

            -Cierto… -Dije yo- Acabas de llegar, ya irás conociendo cuán poderoso es el recinto donde te encuentras…

            -Aigán ha demostrado ser un rival a tener en cuenta… -Presumió el Caballero de Corona Austral, pensativo-.

            -Has dicho, durante tu combate contra Ennetsu… -Ryoma era el que hablaba- Que serías el ganador del Torneo si así demostrabas la fidelidad hacia tu Diosa… Déjame decirte que tú también has demostrado ser muy poderoso, Caballero…pero te olvidas de que en el Santuario, y en éste Torneo nos encontramos muchos Caballeros realmente poderosos. Aún no has visto en combate a Tapiró, el Caballero de Quilla… ni a Apso, su rival….El Caballero de la Osa Menor. Sin olvidar que Aigán, Enol y yo también seguimos en el Torneo…

            -Ja, ja, ja, ja… -Interrumpió Mirio- ¿Te olvidas de mi, grandullón? El gran Mirio vencerá éste Torneo, así que dejadme hueco que me toca combatir!

            -Ja, ja, ja… -Reímos Ryoma, Hécco y yo….

            Mirio saltó hacia el cielo…

            -Armadura de Boyero! Ven a mí!! –Gritó-.

            El público, el cual estaba distraído fue sorprendido por un cosmos muy poderoso. Mirio elevó todo su cosmos mientras se ponía la fabulosa armadura de Boyero y empuñaba la lanza de su constelación guardiana. Todo el Coliseo ovacionó al Caballero, dispuestos a seguir disfrutando del siguiente combate.

            -Dáim de Ciervo… a la arena!

            De entre las gradas saltó un muchacho, gritando el nombre de su constelación guardiana. Pude ver con mis ojos el brillo de la armadura del Ciervo. Muy distinguida por su cornamenta en el casco. Cayó en la arena frente a su rival, elevando su cosmos antes del inicio del combate. Ambos parecían muy enérgicos ante la disputa, los dos se pusieron en guardia…

            En ese momento, sonó de nuevo la campana.

            -Que comience…el combate! –Gritó un asistente-.

            Mirio fijó la mirada en nosotros, y clavó la vista en Hécco, luego en Ryoma….

            -Caballero de Corona Austral… Caballero de Eridano… -Nos guiñó un ojo y mostró la más grande de sus sonrisas-. Yo seré quien gane éste Torneo!

 

 

           Bueno, como podéis comprobar quedan pocos combates para ésta primera ronda del Torneo! Jejejee, os ha gustado? Opinad lo que penséis por faaaaaa.... Y gracias por leerlo!

 

Un saludo!



#28 Patriarca 8

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Publicado 07 octubre 2014 - 23:00

buen capitulo esperando el proximo ,este torneo se pone cada vez mas emocionate


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#29 mihca 5

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Publicado 08 octubre 2014 - 10:53

Me leí el Cap 1:
Estuvo bueno como describiste lo se convirtió la morada del caballero del reloj así como también los santos que pueden aparecer en el fic!!

Pd: el santo del reloj es Plata??

Suerte y saludos!!!

¡Si una hembra te rechaza es por el bien de la evolución!

 

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#30 andromeda32

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Publicado 09 octubre 2014 - 05:10

Gracias T-800 y Mihca 5 por leer mi historia y comentar... 

 

- T-800, cierto! Cada vez se pone más interesante! jejejeje.

 

-Mihca 5, Enol es el Caballero de BRONCE del Reloj... En SS Omega, Tokisada es el portador de la armadura del Reloj, y sí... lo nombran como Plata... pero a la hora de escribir mi fic no tengo en cuenta el argumento de SS Omega... ya que no es una historia creada por Kurumada, el creador de la serie original, por ello no lo tengo en cuento. Yo soy de los de la serie clásica debido a mi edad... y aunque sí he visto Omega entero, no me gusta nada del argumento, así como el diseño de los personajes y armaduras... 

 

Gracias nuevamente a los dos por haber leído.... jejejeje.

 

El capítulo 8 puede resumirse en una palabra....   Violencia! jajajajajaj.

 

1 saludo a tod@s!


Editado por andromeda32, 09 octubre 2014 - 05:10 .


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Publicado 09 octubre 2014 - 08:52

Hola de nuevo!!! Os dejo el capítulo 8 que ya lo terminé!!  Espero que os guste!

 

Capítulo 8: Un ataque sorprendente!

          

            Tras el sonido de la campana, tanto Mirio como Dáim se lanzaron al combate. Los espectadores aclamaron con furor a los combatientes. Los dos Caballeros ofrecieron un baile de golpes, tal como hicieran Archenar y Aigán en su combate, en el que puñetazos, patadas, hasta cabezazos se sucedían uno tras otro.

            Con el revés de la mano derecho, Dáin asestó un buen golpe a Mirio, éste… sin perder la sonrisa en su rostro giró sobre sí mismo como si fuera una peonza, y antes de que pudiéramos darnos cuenta clavó la punta de la lanza en el estómago de Dáim.

            -Aggg…. –Se quejó en Caballero del Ciervo-.

            El Coliseo enmudeció al ver como Mirio había ensartado con su lanza a Dáim. Luego, el cosmos de Boyero comenzó a arder…. El combate no había hecho más que comenzar, sin embargo Mirio no perdió el tiempo

            -Caballero del Ciervo… -Comenzó a decir nuestro amigo-. Éste es el primer ataque de los siete que recibirás antes de morder el polvo!

            Sacó de un tirón la lanza del estómago de Dáim, el cual se llevó una mano hasta la herida para comprobar que emanaba bastante sangre.

            -Caballero del Ciervo… En la Era Mitológica el Caballero de Boyero fue nombrado siempre por el nombre de las siete estrellas que forman su constelación… Acabas de probar la primera lanza… la nombrada Arturo, en honor a la estrella más brillante de mi signo! –Mirio hincó la lanza en el suelo, utilizándola de bastón y apoyándose en ella asestó un doble puntapié a Dáim, arrojándolo al suelo-. Ahora probaras las dos siguientes! Nekbar! Seginus!

            -Aaaaaah! –Yo fui el que grité…. Mirio saltó sobre su rival y asestó dos golpes con la lanza. El primero entró en la rodilla izquierda, rompiéndole dicho hueso a Dáim, con el segundo golpe mi amigo separó la carne del hombro derecho, dejándole clavada la lanza a Dáim, el dolor fue muy agudo-.

            Dáim gritó, soportando el dolor como pudo. Todo el mundo estaba paralizado en el Coliseo, incluyéndonos a Ryoma y a mí. Jamás pensé que Mirio fuera tan cruel en el combate. Ni que su arma fuera tan despiadada. Saltó lejos de Dáim, al cual dejó tendido en el suelo.

            -Caballero… El ciervo lleva milenios siendo cazado por el hombre, ¿No os dais cuenta de que sois el Caballero del Ciervo y yo, el Caballero de Boyero…? O dicho de otra manera…. El cazador! Ríndete! –Mirio reía-.

            Dáim, muy lentamente, se incorporó. La hombrera y la rodillera de la armadura del Ciervo que habían sido atacadas por Mirio estaban agujereadas… El pobre Caballero mostraba las tres heridas que la lanza de Boyero había provocado.

            -No… Jamás me rendiré… -Contestó Dáim-.

            El cosmos del Caballero herido comenzó a arder, y Dáim se disponía a atacar. Sin embargo no tuvo tiempo, Mirio lo vio venir y agarró la lanza por la mitad del mástil, se impulsó y lanzó con toda su fuerza el arma hacia su enemigo.

            -Bootis!

            La punta del arma lanzada por Mirio se clavó justo en medio del casco del Ciervo, haciendo saltar por los aires dicha parte de la armadura con la lanza clavada en él. Al caer al suelo, el casco se partió en dos, y la lanza quedó clavada en el suelo. Dáim comenzó a sangrar por la frente, mientras su boca estaba abierta de par en par. Dos hilos de sangre comenzaron a caer desde la frente hasta la nariz del caballero del Ciervo.

            Mirio echó a correr, y cuando alcanzó cierta velocidad se impulsó y comenzó a dar volteretas, dirigiéndose hasta el lugar donde había quedado clavada la lanza.

            -Te dije que te rindieras… -La expresión de Mirio se volvió seria, ya no sonreía-. Hazlooo! –Le gritó a su víctima, desclavando la lanza del suelo-.

            Dáim lo miraba con rabia, con odio… Tenía los puños apretados y sus dientes chirriaban. Mirio no había ni permitido que él pudiera atacarle ni una sóla vez, por el contrario su rival le había asestado cuatro lanzazos.

            -No me rendiré! –Dijo enfadado-.

            -Bien… -Mirio agarró nuevamente la lanza por la mitad del arma y la elevó por los aires- Tú lo has querido…Izar es la quinta de las estrellas de mi constelación, sufre su daño, Caballero! –Y lanzó nuevamente el arma-.

            La lanza del Caballero Boyero voló hasta su enemigo, los asistentes siguieron el vuelo de ésta hasta Dáim. La punta del arma entró y traspasó la espinilla derecha del  joven, rompiendo la protección de la pierna de la armadura del Ciervo, tras ello… un fuerte crack se oyó en la arena, y Daim cayó al suelo con la pierna traspasada, dando alaridos de dolor.

            Ninguno de los asistentes al combate pronunciamos palabra alguna, y todo el Santuario entero pudo oír los desgarradores gritos que Dáim daba.

            -Mirio!!! –Carola de Paloma se dirigió gritando a nuestro amigo desde las gradas-. Ten piedad!!

            Mirio miró pensativo a Carola, y caminó lentamente hasta donde estaba su rival tendido en el suelo. Agarró la lanza por su empuñadura y tiró de ella para sacarla de la pierna de Dáim.

            -Aaaaaaaagggghhhh….

            Mirio estaba muy serio, incluso en su expresión se podía ver la duda, mirando a Dáim.

            -Caballero… Ya has sufrido cinco de los siete golpes de mi lanza… ¿Es que no tenéis bastante? Rendíooooooooos! –Los ojos de Mirio parecían brillar de ferocidad y compasión a la vez-.

            -Ah…. –Dáim seguía quejándose con su mano agarrándose la pierna quebrada- No puedo rendirme Mirio…. Tengo, que….ganar…

            Nuestro amigo cerró los ojos… y pude ver como una lágrima resbalaba por una de sus mejillas.

            - Muphrid!!! –Mirio levantó la lanza y la clavó en el antebrazo izquierdo de su enemigo-.

            -Aaaaaaaah!!!

            El dolor que provocaba esa lanza era demasiado, yo lo estaba sufriendo en mi cuerpo al igual que Dáim, y aunque no me quedaran secuelas por los ataques sí sentía el dolor…

            -Gran Patriarca!!! –Grité, llamando la atención de todos en el Coliseo-. Detened esto! –Observé como nadie, ni siquiera mi maestro, hizo gesto alguno. La violencia y crueldad del arma de Mirio nos dejó a todos consternados.

            El Patriarca movió la mano, haciendo un gesto para indicar que el combate siguiera adelante.

            -Ríndete!!! –Volvió a gritar Mirio, con visibles lágrimas en los ojos-.

            Dáim tenía una herida en su abdomen, sangrante. La lanza le había partido una rodilla, un hombro, seguramente tendría rotas la tibia y el peroné de la pierna, y en su último ataque Mirio le había partido el brazo. Todas las veces que la lanza había perforado su cuerpo habían producido heridas sangrantes…

            -Mirio… -Casi no podía hablar, era inhumano el estado en el que Dáim se encontraba-. No…me… voy a…rendir… No puedo.

            -Gran Patriarca! –Mirio se dirigió hacia mi maestro, con lágrimas en los ojos-. Mi condición de Caballero me impide matar a éste hombre! Pero su insistencia me obliga a atacarle con mi último ataque! ¿Dais el consentimiento para ello?

            El Coliseo estaba en silencio.

            -Caballero de Boyero… -Comenzó mi maestro-. La campana que pone fin al combate aún no ha sonado…

            Tras unos instantes en el que todos nos quedamos perplejos, Mirio levantó de nuevo su lanza. La agarró con las dos manos levantándola en el aire, con la punta hacia abajo, amenazando a Dáim.

            -Ríndete… -Mirio lloraba abiertamente- Por favor… -Imploró-.

            Dáim miraba directamente a los ojos a su rival, tumbado en el suelo,  sangrando mucho.

            -Ríndete! –Las voces en el Coliseo se oían por muchos sitios diferentes-.

            -No… -Dáim suspiró, resignado-.

            -Alkalurops! –Mirio asestó un último lanzazo en el corazón de Dáim, perforando el peto de la armadura-.

            Todos los asistentes quedamos consternados. Sentí como un objeto de metal me traspasaba el corazón con su afilada punta. Nadie habló en el Coliseo. Una campana sonó.

            -El…Caballero….de Boyero… -Balbuceó uno de los asistentes del Torneo-. Es el…vencedor…

            El combate había finalizado, Mirio obtuvo la victoria, sin embargo, nadie en todo el Coliseo vitoreó tal final. Ni un aplauso, ni un grito…nada. El silencio.

            El mismo asistente se acercó hasta Dáim y puso dos dedos en la yugular del Caballero del Ciervo.

            -El Caballero del Ciervo… aún vive!

            -¿Qué…aún vive? -Murmuraron muchos a mí alrededor-.

            No sé cómo describir lo que vivimos los allí presentes… Se llevaron a Dáim a la enfermería. Se decretó una hora de descanso antes de que se disputaran los dos últimos combates de la mañana. Mirio se sentía muy culpable. Aunque había ganado no había nada de alegría en él, incluso el sentimiento que quedó en el aire era el de la tristeza. Nadie esperaba la muerte de un caballero a lo largo del Torneo, sin embargo Dáim había quedado gravemente herido, y seguramente no llegase a la noche con vida. Muchos, olvidaron que las reglas del combate son las que son, y cuando dos caballeros luchan entre sí, la muerte era un posible final. Las crónicas de la biblioteca de la Torre estaban llenas de muertes, en sus páginas estaban escritas la muerte de muchos caballeros que en el pasado defendieron a Atena. Algunos tuvieron una muerte horrible. Fue el primer combate que libró Mirio como Caballero, y sin embargo parecía que no quisiese luchar nunca más.

            -Veo que los tres discípulos de Rigel de Orión tienen que ser tomados en cuenta… -Dijo Hécco mientras charlábamos durante la hora de descanso-.

            Los ánimos se fueron recuperando en los asistentes. Un bonito momento que se vivió en el Coliseo fue la llegada de Aigán de Ave del Paraíso, el cual volvió de la enfermería, dispuesto a esperar su turno en el siguente combate. Fue muy aplaudido.

            Aún quedaban dos combates por librar, y pasé revista a los ganadores… Hécco, Caballero de Corona Austral, un Caballero de los hielos, decidido a ganar el Torneo para demostrar su fidelidad a Atena y ser así aceptado por todos en el Santuario. Ryoma de Eridano, temido y admirado por su poder tan colosal. Yamín de Brújula, el único perteneciente a los Caballeros del Argo que había superado su primer combate, y lo había hecho sin siquiera atacar ante el abandono de Yulij. Aigán, Caballero de Ave del Paraíso, después de su espectacular combate con Archenar había demostrado que tenía suficiente poder para convertirse en el vencedor del Torneo. Mirio, Caballero de Boyero, su lanza no había dejado a nadie indiferente y era otro posible candidato a ganar el Torneo. Y por último yo, el Caballero del Reloj, luchando por vez primera y demostrando que no soy solamente un Caballero refugiado en una Torre.

            El último combate sería disputado por otros dos de los más grande entre los Caballero de Bronce… Tapiró de Quilla y Apso de Osa Menor… Sería un combate muy disputado. Sin embargo, el combate que a continuación tendría lugar sería otorgado por dos féminas… Carola de Paloma, y Sora de Liebre, la mujer más fuerte del Santuario.

            Todos los que habíamos ganado nuestros combates teníamos la mente en la siguiente fase… a falta de los dos últimos ganadores de la primera ronda, ya éramos seis los participantes que formaríamos parte de la segunda. Durante la tarde de ése mismo día, lucharíamos de dos en dos en batallas contra otra pareja, como compañeros. La duda se apoderaba de mí. ¿Quién sería mi pareja? ¿Y contra qué dos Caballeros tendría que enfrentarme? Era realmente complicado con cualquiera de las posibilidades. Hécco, Aigán, Yamín, Ryoma, Mirio… Pensase en quién pensase lo tendría complicado. Aún en el caso de que me tocase de pareja Ryoma o Aigán, uno de los dos sería mi rival, y posiblemente tendría que luchar contra Hécco, Mirio o alguno de los dos restantes caballero que faltaban por ganar, y faltaban por luchar Tapiró, Apso, Sora y Carola todavía… Ciertamente, la segunda ronda del Torneo se antojaba muy complicada.

            Una vez pasada la hora de descanso, los asistentes al Torneo volvían a ocupar las gradas del Coliseo. Mi maestro llegó y se sentó en su trono. Los organizadores de los combates empezaron a pedir silencio, y el público comenzó a silenciar su voz.

            -Séptimo combate! –Gritó un asistente-. Carola de Paloma! Sora de Libre! A la arena!

            Un poderoso cosmos de color blanco se encendió en una zona de las gradas, y una figura femenina saltó hacia al cielo. Era Carola, la portadora de la bellísima armadura de Paloma. Una vez en el aire, las partes de su armadura se fueron acoplando en su cuerpo, y llegó a la arena envuelta en un haz de luz blanca.

            El público alabó la entrada de la mujer al terreno de combate, pero todo ese bello momento fue interrumpido por la otra combatiente. La increíble Sora de Liebre salió de entre el público de las gradas, con la armadura en el interior de la caja de pandora colgada en su espalda, corrió velozmente en dirección a Carola, y sin que ésta lo esperase le asestó un doble puntapié derribándola hasta caer al suelo. Daba igual que la campana no hubiese sonado, Sora era así.

            -Ja, ja, ja, ja… -Carcajeó Sora- Tan bonita…y mírate ahora! Ja! Ja! Ja! Estúpida! Deja de presumir y compórtate como lo que eres! Una mujer Caballero… Imbécil! Mírate… ahí tirada en el suelo. –En ése momento arrojó la armadura al suelo y tiró de la anilla-.

            Sora fue vestida por una fina armadura, también de color blanca, realmente admirable. Parecía una sola con la armadura, como si su armadura de bronce fuese parte de su cuerpo, y no las piezas que todos los demás caballeros teníamos en nuestras armaduras.

            Una campana sonó, anunciando el inicio del combate.

            -Vamos! Levántate! –Le gritó Sora a Carola-. Ja, ja, ja.

            El público conocía a ambas contendientes, y a pesar de que Carola también era aplaudida, era Sora la que sin dudas se llevaba la ovación del público. Hace varios años que se encuentra en el Santuario, y hará un año que Sora consiguió su armadura. Se rumorea que al principio ésta armadura no aceptaba a Sora, y la mujer, sin más, decidió entregar su armadura de nuevo al Santuario. Fue entonces, cuando Sora comenzó a tener la fama de ser una mujer despiadada. Con el paso de los meses, mi maestro la llamó para tener una audiencia con ella. El Patriarca le pidió a Sora que tenía que guardar las formar o la mismísima Atena la expulsaría del recinto sagrado. Le fue entonces otorgada de nuevo su armadura de liebre, y fue entonces cuando Sora se integró como una más en las huestes de la caballeria. Sin embargo su forma de luchar era la misma de siempre, agresiva y despiadada.

            Carola se puso en pie, sobre la arena.

            -Oh….bien! –Ironizó Sora-. Por fin te levantas! Ja, ja, ja. Creo que el Coliseo debería haber aplaudido tal hecho….¿Y sabes por qué? –Carola se puso en guardia, viendo venir a Sora-. Porque volverás a estar en el suelo en breve, ja, ja, ja.

            Sora se dirigió nuevamente hacia su rival y comenzó un combate cuerpo a cuerpo. Al principio, Carola pudo defenderse de los ataques de su adversaria, pero poco a poco fue Sora la que no paraba de dar golpes a diestro y siniestro a la portadora de la armadura de Paloma. Múltiples golpes hacían que Carola estuviese a punto de caer a la arena, pero Sora se daba cuenta y la golpeaba nuevamente para enderezarla y no permitir que cayera.

            El público aplaudía la manera de luchar de Sora, golpe a golpe, éste ovacionaba la convicción en la lucha que tenía la amazona. Si quiera un hombre del Santuario se acercaba a la forma de luchar que tenía la mujer. Las magulladuras en el cuerpo de Carola ya eran visibles.

            -Vamos Carola!! –Gritaba cierto sector del público, sin embargo la chica parecía no reaccionar-.

            -¿Qué? ¿Ya te has cansado de bailar? Ja, ja, ja… Pues descansa un ratito…

            De una patada, Sora arrojó al suelo nuevamente a Carola. La arena comenzaba a estar manchada con sangre. La pobre muchacha no había tenido ni tiempo a comenzar el combate. Oía desde muchos de los lugares del Coliseo cómo aclamaban a Sora y cómo le indicaban que acabara con ella. No quería que el combate terminase sin que hubiese presentado batalla. En el suelo, tirada como estaba, Carola encendió su cosmos…

            -¿Qué? Ja, ja, ja… -Sora estaba impresionada, o más bien ironizaba con la idea de que Carola presentase batalla- ¿Enciendes tu cosmos? –Se dirigió hacia el público-. Mirad a esta alma en pena! Ja, ja, ja… Parece que quiere luchar!

            Sora sabía perfectamente cómo coaccionar al público. El Coliseo entero gritó en favor de la agresiva guerrera.

            -Es despiadada… -Hécco estaba alucinando por la forma de luchar tan violenta en una mujer-.

            -Sora siempre ha sido así… -Fue Aigán, a mi lado, el que habló-. Mi maestro fue quién comenzó sus entrenamientos, sin embargo al mes de comenzar a entrenar a Sora habló con el Patriarca y la abandonó como discípula por falta de disciplina.

            -En todos los sentidos, –habló Mirio- ésta chica se merece un escarmiento, si gana me gustaría enfrentarme a ella y darle una paliza para que cambie.

            -¿Pretendes cambiar a Sora? Ja, ja, ja… -Ryoma se escandalizó ante tal idea-.

            -Sea como sea, Carola está sufriendo muchísimo. –Dije yo, prestando atención al combate-.

            -A mí! La liebreeeeeee! –Gritó Sora, dirigiéndose nuevamente hasta Carola-.

            La patada que asestó a Carola desplazó a ésta hasta las gradas, empotrándola contra los escalones del Coliseo. Allí quedó tendida. Un aura, de color blanco comenzó a rodear a Sora y elevó su cosmos hasta el máximo. Dio un salto en el aire en dirección hacia su rival.

            -A mí! La liebreeee… -Sora golpeó con un nuevo puntapié a Carola, hundiéndola aún más en las gradas, se podía ver claramente cómo sangraba la muchacha bajo su máscara-. ¿Qué? ¿Te duele? Ja, ja, ja, ja. Espérate a ésto! –El público gritó de júbilo, y vio nuevamente como Sora se sentaba encima de su rival, comenzando a dar puñetazos a Carola, cientos de golpes cayeron sobre la máscara y el estómago de la muchacha, la cual se quejaba del dolor que los golpes le producían-.

            Sin más, la fuerte guerrera agarró del pelo a su víctima y la arrojó por el aire desde las gradas hasta el centro de la arena nuevamente. Carola cayó, y se quedó quieta, tumbada en el suelo. Boca arriba. Estando en las gradas aún, Sora intensificó su cosmos y saltó de nuevo hacia el cielo.

            -A mí! La liebreeee!

            Un tremendo golpe fue asestado en el estómago de la pobre guerrera, y una arcada de sangre salió por el borde de la máscara. Mi cuerpo sentía cada golpe en la carne. Con mucha diferencia, Carola fue la combatiente más castigada en cuando a golpes se refiere.

            -Acaba con ella! Mátala! –Gritaban desde las gradas los partidarios de Sora-.

            Muchos de los allí presentes queríamos que el combate acabase de una vez. Sora obtendría la victoria claramente, era una pena ver el castigo al que sometía a Carola, la cual no tuvo oportunidad ni de defenderse.

            -Ja, ja, ja… ¿Qué? ¿Ya estás cansada? Si el combate no ha hecho más que empezar querida!

            Mientras Carola hacía el intento de incorporarse, Sora volvía a la carga y le asestaba nuevamente un sinfín de golpes, ésta vez, antes de parar de nuevo cogió la cabeza de su enemiga con ambas manos y dando un pequeño salto hundió el rostro de Carola en su rodilla, dándole tal rodillazo que partió la máscara de la guerrera. Carola quedó tumbada en el suelo, boca abajo, sangrando por el rostro y con la máscara rota a un palmo de distancia.

            El público embraveció ante tal hecho. Quitarle la máscara a una mujer significaba quitarle toda honra posible, aunque casi nadie podía ver el rostro de la muchacha debido a que tenía toda la cara ensangrentada. Seguramente tendría rota la nariz por aquel rodillazo. Cuando a una mujer Caballero le ve un hombre su rostro sólo tiene dos opciones… o matarle… o enamorarse de él…

            Lentamente, Carola se puso en pie. El público fue con su silencio el que advirtió a Sora de ello.

            -Pero si te levantas de nuevo! Ja, ja, ja. ¿Quieres más?

            Carola se encontraba en pie, con el rostro visible completamente rojo por la sangre, su armadura presentaba algunas grietas. Sora corría hacia ella con la misma agresividad que antes. Golpeó con toda su fuerza en el estómago de Carola, dándole un sonoro puñetazo. Carola se encorvó y quedó en pie, inmóvil, al lado de Sora. El público quedó en silencio.

            En ése instante el cosmos de Carola se encendió. Un aura blanca envolvió a la muchacha.

            -Sora… de Liebre. –Habló la muchacha sin máscara-.

            -¿Qu….? –Sora alucinó ante el despertar de un cosmos muy poderoso. La expresión en su rostro no era de miedo, era de expectación-.

            -Te has recreado en tu estilo…-Habló más contundentemente Carola-. Has…demostrado lo despiadada y sanguinaria que eres…¿Has terminado ya?

            -¿Qué estás hablando? –Gritó malhumorada Sora-.

            -Tendrás…que hacer mucho más que comportarte como una mal educada si quieres vencerme…

            -¿Quéeeee?

            -Sora… ¿Sabes lo que le ocurre a una mujer Caballero cuando un hombre le desvela el rostro, verdad?

            -¿A qué viene eso ahora, imbécil?

            -¿Sabes lo que le ocurre a una mujer Caballero cuando le desvela el rostro otra mujer?

            Sora se quedó pensativa unos instantes, el Coliseo permanecía en silencio.

            -Sólo tiene dos opciones… -Habló Carola-. O mata a su rival… O se convierte en su sirvienta…

            Carola flexionó las piernas, y elevó su cosmos aún más, haciendo que el Coliseo brillara.

            -Yo no voy a ser…tu sirvienta, Sora… -Su cosmos se elevó en demasía, todos los asistentes estaban expectantes ante tal cambio de rumbo en el combate-. A mi servicio… Aprenderás a comportarte como debes.

            -¿Qué dices? –Sora contemplaba el grandísimo cosmos que su rival había despertado, y comenzó a temblar-.

            -A mi servicio… Te comportaras como una digna sirviente de Atena, convivirás de manera gentil con las gentes del Santuario, y tu vida…. Tu vida me pertenecerá!

            Carola se posicionó para realizar su ataque y concentró todo su cosmos en las manos.

            -Tempestaaaaad….Blancaaaaaaa! –Con un grito desgarrador, Carola lanzó su ataque-.

            Sora fue elevada por los aires y sufrió el castigo de un tornado sobre su cuerpo, desde una gran altura cayó de bruces sobre la arena, boca abajo. Su armadura quedó destrozada, cada una de las partes presentaba grietas y daños severos. Sora estaba vencida, Carola había demostrado con ése ataque que era la ganadora del Combate, a pesar de haber sufrido el brutal ataque de su rival. El Coliseo permanecía callado. Nadia se había esperado el desenlace que tuvo aquel combate. Sora miraba a Carola, con resignación…

            Carola llegó caminando hasta Sora, se agachó a su lado y con una mano le desveló el rostro, quitándole la máscara. El rostro de la muchacha se mostró ante todos, era una chica normal, bonita, con la piel clara y los ojos azules. Carola se colocó la máscara de su rival en su propio rostro. Sora comenzó a sollozar, y vio con sus propios ojos como Carola se aleja…

            -A partir de ahora, Sora… -Dijo Carola con determinación-. Tu vida me pertenece.

            Sonó la campana!

            El Coliseo rompió en aplausos, luego poco a poco se oyeron vítores hacia Carola, y al final todos los presentes ovacionaron a la Caballero de Paloma.

            Menuda sorpresa nos llevamos… Ganó Carola a pesar de la tremenda paliza que Sora le había propinado, ésta se logró poner en pie, y caminando hacia el exterior salió del Coliseo con la cabeza baja.

            Junto a Carola de Paloma, ya éramos siete los que llegaríamos a la segunda fase del Torneo. Solo quedaba un combate, el último. Aquel que enfrentaría a Tapiró de Quilla, el último de los integrantes del Barco Argo en combatir, y Apso, el Caballero de la Osa Menor.

            -¿Puedo unirme a vosotros? –Archenar llegó hasta nosotros. Venía de la enfermería y traía ambos brazos vendados. Había dejado su armadura allí. También tenía algunos vendajes por el resto del cuerpo-.

            Recibimos a Archenar entre vítores por el combate que realizó contra su compañero Aigán. Se encontraba algo mejor y ya podía caminar, así que se reunió con nosotros para presenciar el resto de los combates.

            -Apso de Osa Menor, Tapiró de Quilla… a la arena! –Gritó un hombre en la arena. Que comience el último combate! –Una campana sonó-.

            Y el Coliseo entero gritó de euforia.

 

Bueno... ya tenemos a 7 de los 8 ganadores de la primera fase del torneo... quien ganará? Apso o Tapiró?? Jjajaja, SE admiten apuestas!!!!

 

Un saludo a tod@s!!



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Publicado 09 octubre 2014 - 15:59

increibles combates pero el segundo de las mujeres caballeros me agrado mas

 

 

tu fic es muy bueno sigue asi


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Publicado 11 octubre 2014 - 09:13

Hola! Os dejo el capítulo 9...

 

 

Capítulo 9: El último ganador!

           

            Tras el sonido de la campana dos hombres saltaron hacia el cielo desde las gradas, Apso y Tapiró. El primero nos sacaba una cabeza en altura a todos, moreno de ojos azules, gritó el nombre de su constelación y una magnífica armadura de color marrón se colocó en su cuerpo. Ciertamente distinguida, la armadura de Osa Menor había sido recientemente reparada en algún lugar, su brillo era diferente al resto de nuestras armaduras.

            Por el contrario, Tapiró era un muchacho enérgico… Su armadura de Quilla se colocó en su cuerpo cuando su portador la llamó. Nombrado como el más fuerte de los cuatro Caballeros del Argo, había esperado pacientemente su turno mientras vio las derrotas de Talecco y de Dígonni, y la victoria sin lucha de Yamín. El honor de sus camaradas no había sido demostrado en ninguna de las tres ocasiones posibles, y estaba claro que Tapiró no quería dejar pasar la oportunidad.

            Ambos rivales ya estaba en la arena, y el público del Coliseo estaba en auge. Era el último combate de la primera ronda del Torneo, pero era el combate más esperado, quizás. Los partidarios de uno y otro los aclamaban como si fueran Dioses en la arena.

            Observé a ambos combatientes… Tapiró estaba muy serio. Tenía los cabellos de color gris y sus ojos eran del color del ámbar. Su armadura de Quilla, al igual que las de Vela, Popa y Brújula era diferente a las demás de Bronce. Los Caballeros del Argo se distinguían por luchar en equipo, quizás por ello sus armaduras eran más ligeras que las nuestras, los cuatro llevaban faldas, ya que la protección de la cintura no eran más que ligeros cinturones de bronce con una simple gema en su interior. Su casco se entremezclaba con sus cabellos y parecía que no llevaban protección en la cabeza. Sí eran muy distinguidas las hombreras en su armadura, y el peto, finamente ornamentado. Sus puños y espinilleras eran muy estilizados. En conjunto, la armadura de Quilla, al igual que las otras tres de los Caballeros del Argo era muy fina y liviana, quizás para que en la lucha fueran más ágiles y veloces.

            -¿Estás preparado, Tapiró? –Preguntó Apso con una voz ronca-.

            -Más que nunca, Caballero, en guardia!

            Los dos comenzaron a elevar sus cosmos, uno marrón, el otro naranja…

            -Caray… -Habló Mirio a mi lado-. Los dos se ven muy fuertes, seguro que si no les hubiera tocado luchar juntos sin duda serían finalistas los dos…

            -Es cierto… -Ryoma no pestañeaba mientras observaba a los dos caballeros de la arena-. Ambos son muy fuertes… No tengo ni idea de quién ganará…

            -¿Quién creéis que va a ganar? –Preguntó Hécco, ya que desconocía a ambos contendientes-.

            -Nunca los he visto combatir. –Respondí sin dejar tampoco de mirar a la arena-.

            -Pienso que ganará Tapiró… -Dijo Aigán-.

            -Yo creo que Apso, tiene más experiencia en batalla… -Contestó Archenar, el cual había llegado antes del combate desde la enfermería para unirse a nosotros y ser un espectador más-.

            -¿Pero…qué dices, Aigán? –Mirio alzó la voz-. Ganará Apso… el fue quién venció a aquellos desterrados hace unos meses, luchó el sólo contra seis enemigos y a todos los venció.

            -Si… pero su armadura quedó destruida y casi muere debido a las heridas… -Archenar puso una mano en el hombro de su amigo Mirio-. No debes olvidar que el deber de un Caballero es ése fin…la lucha!

            -Callaos todos y veamos el encuentro. –Ryoma se cruzó de brazos, atento a lo que sucedía en la arena-.

            De repente pude observar como Aldebarán, el Caballero de Oro de Tauro, comenzó a bajar las escaleras del Coliseo desde lo más alto hasta el lugar donde se encontraban Talecco, Dígonni y Yamín. Hasta hace dos años, éste fue el maestro de Tapiró y de sus tres compañeros.

            -Tapiró! –Gritó, y muchos de los asistentes giraron sus cabezas para mirar al Caballero de Oro-. Como no ganes a Apso serás el encargado de limpiar los cuarteles de los aprendices durante un mes entero!

            Muchos de los que estábamos allí no pudimos evitar la risa que nos provocó Aldebarán…

            -No perderé, maestro!

            -Sí que lo harás! –Le contestó Apso, dando un salto en el aire en dirección a su rival unificando sus puños.

            El Caballero de Osa Menor intentó dar un doble puñetazo con sus manos a Tapiró, pero éste saltó esquivando el ataque. Al golpear con las dos manos el suelo de la arena, Apso creó una grieta en el suelo del Coliseo, y hasta nosotros llegó una pequeña ráfaga del cosmos del Caballero.

            -Santa… Atena! -Dijo Mirio-. Qué fuerza…

            Tapiró elevó su cosmos y levantó las manos.

            -Ondas…del Argos! –Gritó Tapiró mientras desencadenaba un brutal ataque hacia su rival-.

            Un rayo salió de las manos del Caballero e impacto de lleno en Apso, el cual fue arrastrado, dejando dos surcos en la arena que sus pies habían formado. Con los brazos en horizontal había parado literalmente el ataque con sus manos. Haciendo desaparecer todo rastro de energía.

            El público ovacionó a Apso, fue capaz de detener el ataque de su rival con las manos desnudas. Su cosmos se manifestaba en torno a él. Corrió en dirección a Tapiró, y cuando estaba a unos cinco metros se detuvo en seco.

            -Por las fauces de la Osa!!! –Golpeó con el puño el mismo aire, y de su brazo se originó un rayo de energía que se dirigió hasta el Caballero de Quilla-.

            Tapiró cruzó sus brazos delante de su cara, se concentró y aumentó más su cosmos, y esperó la llegada del ataque. El impacto arrastró al Caballero hasta casi las gradas, pero también se mantuvo en pie, dejando también dos surcos en el suelo debido al arrastre, haciendo que el público lo aclamara ante la misma hazaña. Seguidamente unió los dedos pulgares de ambas manos en dirección a su oponente…

            -Impacto…Ardiente!!!! –Entre sus manos apareció girando una bola de fuego, la cual lanzó directamente hacia su rival-.

            Apso esperó la llegada de la bola de fuego, y cuando estuvo a su altura la golpeó con el revés de la mano, enviando la bola a otra parte de la arena, explotando allí y creando un remolino de fuego que ascendió hacia el cielo.

            Todos los asistentes gritaban enloquecidos. Pude observar que hasta los Caballeros de Plata y de Oro estaban disfrutando del combate. Los dos Caballeros que luchaban entre sí eran excepcionales. Los dos demostraban el alto poder destructivo que tenían en batalla, y además se desenvolvían perfectamente en la lucha.

            -Creo que ha sido una suerte que les haya tocado luchar uno contra otra… -Espetó de golpe Mirio-. Son realmente fuertes los dos, y ambos tienen experiencia en batalla.

            -Este Torneo es realmente impresionante! –Dijo Aigán sonriendo-.

            -Ya sea Tapiró… o Apso el vencedor de éste combate… -Dijo Ryoma, pensativo-. Cualquiera de los dos son adversarios muy temibles para el combate… No me gustaría pelear contra ellos…

            Apso y Tapiró comenzaron de nuevo a elevar sus cosmos, se quedaron uno frente al otro, mirándose a los ojos, y quietos… Ahora parecía que batallaban con demostrarle al otro quién de los dos tenía el cosmos más poderoso. A sus pies, el suelo que pisaban se desintegraba, los dos se estaban amenazando, pero fue Apso el primero en atacar. Unió sus manos con los brazos en alto, y asestó un puñetazo con ambas manos al suelo.

            -Por la Osa Menor!

            El golpe en el suelo creó una grieta que se dirigió hasta Tapiró, hasta tocar los pies de éste y una explosión absorbió al Caballero, elevándolo por los aires… al caer golpeó con la cara en el suelo y quedó tendido en el suelo. Su cosmos se apagó en ese instante.

            El público vibró en favor de Apso, el cual se giró a los asistentes y levantó los brazos en señal de victoria!

            Gong! Sonó la primera señal… Pero Tapiró se puso en pie.

            -¿Te veré limpiando los cuarteles, Tapiró? –Gritó desde las gradas Aldebarán-. Lucha como tú sabes! Lucha sin miedo!

            Tapiró miró a su maestro, observándolo, miró también a sus compañeros, Talecco y Dígonni habían perdido en sus combates, y ambos le gritaban que tenía que vencer a Apso por ellos, por el honor de los cuatro Caballeros del Argos. Si él también perdiese su combate, tan sólo Yamín, uno de los cuatro, sería el que llegase a la segunda ronda del Torneo, y eso para ellos sería vergonzoso.

            Su cosmos se encendió.

            -Caballero de la Osa Menor… -Habló, el público calló-. Apso! Te admiro desde hace tiempo, eres uno de los Caballeros de Bronce más admirados, y no hay duda de que eres uno de los candidatos a ganar éste Torneo. –Tapiró comenzó a caminar lentamente hacia su rival-. Sin embargo he de decirte que tengo que vencerte! Los Caballeros del Argos nos distinguimos por nuestra forma de luchar en equipo, -En su mano derecha apareció una bola de fuego, llameando- sin embargo de manera individual es como queremos que se nos conozca! –En su mano izquierda, apareció una segunda bola de fuego, y un viento comenzó a soplar por todo el Coliseo-. Soy el Caballero de Bronce de la Quilla, y lo que más me caracteriza es mi poder destructivo! A ver cómo te enfrentas a esto! Impacto… -Tapiró levantó sus dos brazos y unificó las dos bolas de fuego-. Ardienteeeee!

            El Caballero lanzó una inmensa bola de fuego hacia su rival. Apso extendió sus brazos, dispuesto a volver a detener el ataque. La bola de fuego llegó hasta sus manos y la detuvo igual que lo hizo la primera vez.

            -Apso es sensacional. –Exclamé-.

            El Caballero detuvo por segunda vez el ataque de su rival, la bola se consumió sin llegar a explotar, y sin llegar a herirlo. Haciendo que el ataque de Tapiró no sirviese de nada.

            -Apso es genial! –Dijo Mirio con la boca abierta-.

            -A Tapiró parece que se le complica la situación. –Ryoma estaba expectante, ya que los dos últimos combatientes eran, según su opinión, los más complicados de vencer en combate-. Apso está demostrando estar más capacitado para ganar.

            Justo cuando Apso comenzó a encender su cosmos nuevamente, Tapiró, jadeando, volvió a levantar los brazos e hizo aparecer una nueva bola de fuego entre sus manos.

            -¿Cómo? -Se sorprendió Apso-. ¿Acaso no sabes que un mismo ataque nunca funciona dos veces, Caballero? Esta es la tercera vez que intentas atacarme con la misma técnica!

            -No Apso! No es la misma técnica, mira!

            Tapiró hizo crecer en sus manos la bola que había creado, pero lo hizo de una manera bestial. El tamaño de la bola de fuego dejó a todos anonadados. Parecía que tenía al propio Sol entre sus manos, yo y todos nos asustamos un poco debido al poder destructivo que esa bola de fuego podía generar, incluso Apso parecía estar algo asustado.

            -Impacto…Titánicoooooooooooo! –Gritó Tapiró, lanzando la gigantesca bola de fuego hacia Apso.

            Nuevamente, el Caballero de la Osa Menor extendió sus brazos dispuesto a parar el ataque, elevó su cosmos al máximo y se dispuso a esperar…

            Esta vez Apso no logró detener el ataque de su rival. La bola de fuego absorbió al Caballero y explotó, generando una explosión que hizo temblar al Coliseo entero. Nadie podía ver nada debido a la humareda que aquello originó, pero tras unos instantes algo confusos se pudo ver a Apso tirado en el suelo, bastante malherido. Tapiró se encontraba en pie, jadeando por el esfuerzo.

            -¿Y ahora, Caballero? –Preguntó Tapiró en voz alta-.

            El Caballero de la Osa Menor hizo el amago de ponerse en pie, sin embargo Tapiró salió corriendo en su dirección, con su cosmos ardiendo nuevamente.

            -No! No te dejaré levantarte, Caballero!

            Casi cuando hubo llegado hasta su rival, Tapiró saltó y asestó un tremendo puntapié en la mandíbula de su rival, haciendo que éste saliese despedido hacia las gradas, cayendo a los pies de Aldebarán y el resto de sus compañeros.

            -Ahí tenéis a mi rival, maestro!

            Apso se encontraba herido, jadeando y tirado en el suelo.

            -Caballero… -Dijo- Has vencido… -Y cayó inconsciente-.

            El combate no duró los que el público esperaba. Sin embargo fue más intenso que ninguno de los combates anteriores. El ataque de Tapiró tenía efectos secundarios. Es cierto que sus ataques se basan en el poder destructivo del fuego, pero sus ataques son contundentes… el fuego que Tapiró creaba en sus manos provocaba quemaduras muy severas.

            Apso presentaba en sus brazos llagas y quemaduras muy grandes, sobre todo en los brazos. Al igual que le pasó a Archenar en sus brazos al detener el penúltimo ataque de Aigán durante su combate, Apso tenía los puños de su armadura dañados, sus brazos chamuscados y sangrando. El resto del cuerpo… herido.

            El Coliseo enteró ovacionó a Tapiró, Caballero de Quilla, ganador del Combate, a la vez que una campana indicaba el final del encuentro. El Caballero levantó el brazo en señal de victoria, y se dirigió al público, éste gritó más aún si cabe.

            Llevaron a Apso a la enfermería, para asistirlo y sanear sus heridas. Tapiró se reunió con sus compañeros.

            -Al final ha ganado Tapiró! –Dije, mirando a mis compañeros-. Aunque Apso es muy fuerte! Pensé que el combate iba a durar más tiempo, sin embargo el ataque del ganador ha sido contundente. Tapiró se lo jugó todo en ése ataque.

            -El ataque final de Tapiró ha sido increíble! -Aseguró Ryoma-.

            Allí estuvimos un rato aún, pero los organizadores del Torneo indicaron que hasta después del mediodía no comenzaría la segunda ronda del Torneo, así que nos dispusimos a comer algo. Cada Caballero se reunió con algunos compañeros, o por parejas, y dimos paso al mediodía, mientras los combatientes descansábamos un poco.

            Tras la comida, los caballeros que ganamos durante la primera fase del Torneo nos teníamos que reunir en la arena, donde se celebraría el sorteo que delimitaría las parejas. Para mi sorpresa, cuando Ryoma, Mirio y yo llegamos a las gradas, éstas estaban llenas de espectadores. Nadie o casi nadie se había querido perder el sorteo.

            Ryoma de Eridano, Yamín de Brújula, Mirio de Boyero, Carola de Paloma, Aigán de Ave del Paraíso, Hécco de Corona Austral, Tapiró de Quilla y yo, el Caballero de Reloj, estábamos en la arena, formando un amplio círculo. Fue mi maestro, desde su trono, el que nos indicó, que por turnos sacaríamos una esfera de color del interior de una bolsa. Había dos esferas de cuatro colores diferentes, lo que sumaban ocho en total.

            Ryoma fue el primero en introducir la mano en la bolsa y sacó una esfera de color azul, a continuación fue Hécco y sacó una esfera de color negra… Todos fuimos sacando nuestras esferas por turnos y las parejas se fueron formando cuando dos esferas del mismo color quedaban fuera de la bolsa. La primera pareja formada fue la de Ryoma y Mirio, ambos habían sacado las esferas azules. Después fue la pareja formada por Carola y Aigán los que habían sacado las esferas color verde. En tercer lugar, fui yo quien sacó una esfera color blanca y quedé unido a Tapiró. Y en último lugar, la pareja formada por Hécco y Yamín con las esferas de color negra.

            Resuelto el enigma de las parejas a continuación se celebró el sorteo para los dos combates por parejas que había. El resultado fue el siguiente:

            El primer combate sería… Hécco de Corona Austral y Yamín de Brújula Vs Ryoma de Eridano y Mirio de Boyero. Mientras que el segundo combate estaba formado por Carola de Paloma y Aigán de Ave del Paraíso Vs Tapiró de Quilla y yo mismo.

 

-Ryoma y Mirio    Vs    Hécco y Yamín.

 

-Carola y Aigán    Vs    Tapiró y Enol.

           

            Así rezaba en un gran tablón, visible desde cualquier punto del Coliseo. Mi compañero sería Tapiró, el que en el último combate había vencido a Apso, y lucharíamos contra Carola, la cual me preocupaba como enemiga, pero también contra Aigán, el Caballero del Cosmos infinito. Esperaba sin duda que, con la ayuda de Tapiró, pudiera llegar a la final, donde tan sólo cuatro Caballeros se disputarían el premio al más fuerte Caballero de Bronce del Torneo.

            Aquello me llevó a pensar en la final, si Tapiró y yo ganábamos en nuestro combate nos enfrentaríamos a Ryoma y Mirio, a mis propios amigos, o bien a Hécco y a Yamín.

            Antes de la celebración del primero de los dos combates, mi maestro se puso en pie y pidió silencio.

            -Asistentes del Torneo, y Caballeros competidores… Debo anunciar algo importante! Los combates se deberán de ganar por parejas, pero si alguno de los miembros de una pareja queda incapacitado para la lucha, su compañero pasará directamente a la final, siendo la otra pareja participante la que deberá combatir entre sí para que de entre ellos tan sólo uno sea el que pase a la final.

            El público aplaudió tal información. Si no estaba equivocado, en el primer combate lucharían Ryoma y Mirio contra Hécco y Yamín. Si durante el transcurso del combate, Yamín cayera por ejemplo, Hécco pasaría a la final, y serían Ryoma y Mirio los que tendrían que luchar entre sí, el ganador de su combate se uniría a Hécco para luchar en la final. Entendido.

            Santa Atena… Si durante mi combate por parejas Tapiró o yo eliminásemos a Carola o a Aigán, convertiríamos en finalista al otro y yo tendría que luchar contra mi propio compañero para llegar a la final. Ciertamente, este Torneo era muy impredecible! Tapiró era mi compañero, pero a lo largo del combate podría convertirse en mi adversario. El Torneo no nos ponía a prueba sólo como Caballeros, sino que también como estratega y competidor.

            De los ocho caballeros que quedábamos aún en el Torneo, quedaríamos cuatro para la última ronda. Otros cuatro Caballeros caerían durante la tarde, y yo espero no ser uno de ellos.

            -Este Torneo es increíble! –Exclamó Mirio- De repente uno se alegra porque tiene de compañero a Ryoma… y luego te enteras de que Ryoma incluso, puede ser tu propio rival!

            -Ja, ja, ja… -Reímos todos en la arena-.

            -Parece que desde el principio tendremos que ser uno sólo en el ataque, Mirio! –Dijo Ryoma-.

            -Ciertamente, ninguno de los ocho que estamos aquí tiene asegurado nada aún… -Dijo Hécco-.

            -De lo único que podemos estar seguros… -Dijo Yamín, Caballero de Brújula, mientras levantaba con la mente una piedra del suelo y miraba a Mirio-. Es que serán combates muy difíciles…

            -Está claro que deben ganar los mejores… -Carola tenía puesta la máscara de Sora-. Y yo no estoy dispuesta a no ser una de ésos cuatro…

            -Debemos de luchar al máximo de nuestras posibilidades, -Dijo Aigán- ¿Verdad, compañera? –Miró a su compañera Carola, ésta afirmó con la cabeza-.

            -Está claro… -Empezó a decir Tapiró-. Será difícil, pero nosotros ganaremos nuestro combate, no Enol? –Me preguntó-.

            -Lo haremos lo mejor posible, Caballero del Argos… -Dije yo-. Ya sea como compañero…o como enemigos. –Le guiñé un ojo a Tapiró-.

            -Caballeros! –Dijo uno de los organizadores-. El primer combate va a comenzar…

            Carola, Aigán, Tapiró y yo nos retiramos a las gradas, divididos en parejas. Los otros cuatro se quedaron en el terreno de combate. Observé a Mirio y a Ryoma por un lado… Frente a ellos estaban Yamín y Hécco. Los cuatro portaban puestas sus armaduras.

            Estaba claro que la pareja formada por Ryoma y Mirio era temible. El grandullón no tiene rival, y Mirio con su lanza podía llegar a ser muy temible. Sin embargo, por el lado contrario estaban Hécco, un Caballero de los Hielos, y Yamín, capaz de dominar la telequinesis…

            Una campana sonó. Y un asistente gritó…

            -Que comience el combate!

            

 

Hasta aquí el capítulo 9, ya sabemos qué ocho Caballeros pasan a la siguiente ronda!! Y el primer combate está a punto de comenzar... Espero vuestros comentarios y opiniones...

 

1 saludo a tod@s!


Editado por andromeda32, 11 octubre 2014 - 09:15 .


#34 Patriarca 8

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Publicado 11 octubre 2014 - 13:15

ME PREGUNTO QUIEN GANARA EL TORNEO


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#35 ALFREDO

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Publicado 14 octubre 2014 - 13:27

Buenas por aquí, Bienvenido al subforo de los fiker...

 

Me leí el prologo y el capitulo 1. 

 

Déjame decirte q me sentí identificado un poco con la historia, sobre todo con el prota, pues tomas una constelación casi q nadie conoce y le das una leyenda como la del reloj. Pues en mi fic, sucede lo mismo con mi prota, solo q el mio comienza siendo el caballero del Escultor, y se convierte en escriba, para después tener un ascenso misterioso. Lo curioso es q tu prota y el mio tienen funciones similares y ademas los nombres se parecen, el mio se llama Enoc y el tuyo Enol XD?

 

Bueno el prologo como todos los prólogos empieza algo descuidado, pero introduce lo justo y necesario, te aconsejo releer los capítulos antes de publicar para q no se te escape ningún detalle.

 

Otras cosa me gusto q relacionases la torre del reloj  con el santo del reloj de bronce XD. Curioso es q tomaste cosas del G y la Gigantomaquia, en tu historia como q la torre fuece el centro de las reuniones de los gold saint igual q el G y tomaste a Nicole de altar de la gigantomaquia, aunque no recuerdo si era ayudante de saga o Shion.

 

Bueno ojalas te pases por mi fic, q yo seguiré el tuyo cuando tenga tiempo continuare con la historia...


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FANFIC: La condenación de los caballeros de Athena

Capitulo final N°66.- Publicado!

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Publicado 14 octubre 2014 - 15:55

Buenas por aquí, Bienvenido al subforo de los fiker...

 

Me leí el prologo y el capitulo 1. 

 

Déjame decirte q me sentí identificado un poco con la historia, sobre todo con el prota, pues tomas una constelación casi q nadie conoce y le das una leyenda como la del reloj. Pues en mi fic, sucede lo mismo con mi prota, solo q el mio comienza siendo el caballero del Escultor, y se convierte en escriba, para después tener un ascenso misterioso. Lo curioso es q tu prota y el mio tienen funciones similares y ademas los nombres se parecen, el mio se llama Enoc y el tuyo Enol XD?

 

Bueno el prologo como todos los prólogos empieza algo descuidado, pero introduce lo justo y necesario, te aconsejo releer los capítulos antes de publicar para q no se te escape ningún detalle.

 

Otras cosa me gusto q relacionases la torre del reloj  con el santo del reloj de bronce XD. Curioso es q tomaste cosas del G y la Gigantomaquia, en tu historia como q la torre fuece el centro de las reuniones de los gold saint igual q el G y tomaste a Nicole de altar de la gigantomaquia, aunque no recuerdo si era ayudante de saga o Shion.

 

Bueno ojalas te pases por mi fic, q yo seguiré el tuyo cuando tenga tiempo continuare con la historia...

Hola Alfredo!

 

Un placer! Antes de nada darte las gracias por leer el prólogo y el capítulo 1. Te invito y te pido que sigas leyéndolo, por favor.

 

En relación a lo que mencionas de la escritura llevas razón. El prólogo es pobre... pero no lo quise hacer largo. Y un buen repaso antes de publicarlo hubiesen evitado algunos errores que hay en su lectura. Por ello desde el capítulo 3 iras notando una notable mejoría, ya que ahora repaso los capítulos antes de subirlos!

 

Por otro lado te comento que no tengo apenas tiempo libre, y que casi todos los ratitos de que dispongo los empleo en escribir. Aún así, ya empecé a leer otros fic de la página y ya voy comentando algo por ahí. Te prometo que leeré tu fic, y te opinaré de igual modo.

 

Sin más, a veces ocurren en la vida ciertas cosas increíbles... y esas cosas dan lugar a las casualidades. Enoc de Escultor, Enol de Reloj... ambos escribas... si! Casualidad! Jejeje....

 

Si quieres otra casualidad te la digo...me metí en tu perfil para ojear tu fic, y vi que naciste el 22 de Octubre de 1989... ése día murió mi padre... otra casualidad, jejeje. El día que nacías, moría mi padre!

 

En fin... Mil gracias por empezar a leer mi fic, y que espero que lo sigas haciendo y opinando!

 

1 saludo, Caballero! 



#37 andromeda32

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Publicado 15 octubre 2014 - 06:12

Hola de nuevo!! 

 

Aquí os dejo el capítulo 10! Espero que disfrutéis al leerlo... Yo por mi parte lo he leído varias veces... y me gusta. Espero que a vosotros también.

 

 

 Capítulo 10: Lanza enemiga.

           

            Nada más sonar la campana, los cuatro combatientes encendieron sus cosmos. Los cuatro estaban situados a ambos lados de la arena, Ryoma y Mirio en un lado, y Hécco y Yamín frente a ellos.

            -Santa Atena… -Dijo Tapiró, el cual estaba a mi lado, en las gradas-. Qué combate más emocionante!

            El público jaleaba enormemente, éste combate significaba la eliminación de dos participantes y el nombramiento como finalista de otros dos… Ryoma, Mirio, Hécco o Yamín… Los cuatro eran formidables, aunque aún yo no había visto pelear a Yamín.

            -Disculpa, Enol! –Me giré y vi a Yulij, Caballero de Bronce del Sextante-.

            -Am… Yulij, pensé que te habías marchado tras tu combate contra Yamín.

            -No, Caballero… Estuve en los alrededores del Coliseo, pero no llegué a marcharme, vine a decirte algo importante.

            -¿A mí? –Le pregunté con intriga-.

            -Si, Enol… -Se acercó hasta mí y comenzó a susurrarme en el oído- Durante tu siguiente combate ocurrirá algo imprevisto… Pero una vez ocurra no debes preocuparte porque no hay nada que tú puedas hacer…

            -¿Qué? ¿Cómo? ¿De qué hablas, Yulij?

            -No te puedo decir más… Salvo que no te des por vencido durante el transcurso de tu combate contra Aigán y Carola. Ellos… no son los responsables.

            Y sin más, la muchacha se alejó dirigiendo hacia mí una leve sonrisa. Me quedé pensativo, ¿qué iba a ocurrir durante mi combate? Ella fue la única participante que abandonó incluso antes de que empezara su combate contra Yamín. Sabía el futuro. Supo que iba a perder y abandonó. Entonces… ¿Por qué no me hablaba claro y se dejaba de jugar con los enigmas…?

            Algo me llamó la atención, fueron los gritos del combate. Me sorprendí ensimismado, y dirigí mi atención al combate. Ya había empezado.

            Yamín y Mirio estaban ambos en el suelo, revolcándose uno contra otra, dándose puñetazos a diestro y siniestro, mientras que la lanza de Mirio estaba unos metros alejada de los dos. En otra parte de la arena, Ryoma y Hécco seguían concentrando sus cosmos, distantes el uno con el otro, y sin dejar de observarse mutuamente.

            -¿Qué ha ocurrido? –Le pregunté a Tapiró, mi compañero de equipo-.

            -Mirio se ha lanzado a por Yamín, y éste se está defendiendo. Ryoma y Hécco aún no han hecho nada. Vamos Yamín, dale fuerte! –Le gritó a su compañero del Argos-.

            Ciertamente, Tapiró era compañero de Yamín, al igual que de Dígonni y Talecco, por otro lado Ryoma y Mirio eran mis amigos. Mi compañero de equipo y yo teníamos amigos en la arena, pero de bandos rivales. Qué Torneo más intrincado.

            Fue entonces cuando Yamín golpeó de un puntapié a Mirio, alejándolo de él. Luego se reunió con Hécco, mientras Mirio se levantaba, recogía su lanza y se reunía con su compañero Ryoma.

            Nuevamente estaban como al principio, las dos parejas de combatientes una frente a otra. Elevando sus cosmos.

                -Parece que Mirio no lo tendrá fácil en éste combate… -Fue Archenar el que habló, a mi lado-. ¿Crees que será uno de los cuatro finalistas? –Me preguntó-.

                -Sinceramente, no lo sé Archenar… Mirio es bueno con su lanza, y demostró frente a Dáim del Ciervo que es muy temible. Pero Hécco es un buen rival, mira lo que le hizo a Ennetsu. Yamín tampoco se anda por las ramas, y aunque Ryoma sea su compañero no hay que olvidar que si eliminan a Hécco o a Yamín, éste será su rival… Y creo que frente a Ryoma, Mirio tiene poco que hacer… Acuérdate de la temática del Torneo. 

            -Si, ya… Si entre ambos eliminan a Hécco o a Yamín harán finalista al otro, y será entre ellos la disputa, o Ryoma o Mirio.

            -Exacto.

            Todos los asistentes estaban expectantes al combate. Vi como el Patriarca, sentado en su trono, no quitaba ojo, así como los cinco Caballeros de Oro allí presentes. Este Torneo solo se celebraba una vez al año, y todos en el Santuario disfrutaban de él como un gran festejo.

            El cosmos de Mirio era el más intensificado, junto a Ryoma en la arena. El Caballero de Boyero rompió la tranquilidad del combate, ya que agarró la lanza por la mitad y la arrojó con toda su fuerza contra Hécco.

            -Por la lanza de Boyero!!! –Gritó-.

            Ryoma por su lado, también atacó, y lo hizo contra Yamín.

            -Furor del Eridano!

            Ryoma realizó su técnica y creó con ambas manos un gran torrente de agua dirigido contra el Caballero de Brújula. El Coliseo gritaba ya con extrema locura, ver a Ryoma en acción era del agrado de todos.

            La lanza de Mirio y el ataque de Ryoma fueron dirigidos a sus dos rivales de manera diagonal, ya que Mirio tenía frente a él a Yamín y sin embargo, lanzó su lanza contra Hécco. Lo mismo hizo Ryoma, tenía frente a sí a Hécco, pero su ataque iba dirigido contra Yamín.

            El Coliseo entero estalló en vítores hacia Yamín y hacia Hécco. El Caballero de los hielos creó frente a Yamín una barrera helada, deteniendo en seco el ataque que Ryoma había dirigido hacia su compañero. Por otra parte, Yamín se concentró y cerró sus ojos, gracias a su poder telequinético desvió unos metros la lanza que Mirio le había lanzado a Hécco. Mutuamente se habían defendido.

            -Que buena sincronización están teniendo Hécco y Yamín! –Dijo Tapiró con orgullo hacia su compañero-.

            -Cierto! –Dijo Archenar-.

            Sin más… Hécco comenzó a elevar su cosmos, y un gélido frío recorrió a todos los asistentes. Copos de nieve comenzaron a caer desde el cielo. Haciendo que los gritos se callasen al momento.

            -Caballeros! –Dijo Hécco dirigiéndose a Mirio y a Ryoma-. No os será tan fácil vencernos. Antes del combate Yamín y yo nos hemos propuesto ser los que pasemos a la final, eliminándoos para ello. Gracias a las enseñanzas de mi maestro podré vencer en el combate… -Levantó ambos brazos y miró a Mirio-. Caballero de Boyero, tu lanza está clavada en el suelo sin que tengas opciones a cogerla, ya habéis visto cómo Yamín y yo nos protegemos…

            -¿Vas a atacar a Mirio? –Le interrumpió Ryoma-. No te dejaré…

            Y el coloso salió corriendo hacia el Caballero de los hielos, gritando, a la carga… Haciendo que el público se emocionara de gusto por ver combatir a Ryoma.

            -No, para! –Gritó Hécco-.

            Ante el avance de Ryoma, Hécco cambió de planes en ése instante, descargando el ataque que iba a dirigir contra Mirio hacia Ryoma.

            -Témpano de hieloooooooo!

            Ryoma no lo vio venir. Hécco entrelazó sus manos y dirigió un torrente de frío hacia el coloso. Éste se vio envuelto en una especie de ventisca y poco a poco su cuerpo fue enfriándose, hasta que detuvo su avance. Una colosal estructura de hielo hizo que Ryoma quedara sepultado bajo montones de hielo y nieve.

            -Ryomaaaaaaaa! –Gritó Mirio-.

            El Coliseo entero enmudeció. Todos nos quedamos mirando fijamente esa mole de nieve, bajo la que se encontraba mi amigo Ryoma, sin embargo nada ocurrió. El Caballero de Eridano seguía bajo el hielo, sin moverse.

                        -Caballero de Boyero! –Gritó Yamín-. Estando Ryoma bajo el hielo de Hécco te quedas sólo frente a tus dos rivales!

            -¿Cómo? –Habló Mirio, más que sorprendido-. ¿Ryoma no está eliminado?

            -Ryoma está inmovilizado, pero no vencido! –Yamín intensificó su cosmos más que nunca-. Ahora comprobarás cómo lucha el Caballero de Brújula! –Y cerró sus ojos-. Arturoooooo!

            Sentí un dolor agudo al comprobar el dolor que Mirio estaba sintiendo en ése momento. Yamín, con sus poderes telequinéticos había levantado la lanza contra el propio Mirio, moviéndola con la mente y clavándosela en el estómago, igual que él hiciera con Dáim del Ciervo en su primer combate. Antes de que el pobre Mirio pudiera reaccionar, Yamín le había clavado su lanza haciendo mención a Arturo.

            -Caballero! –Yamín comenzó a caminar hacia Mirio, lentamente, con los ojos cerrados y su aura amarilla expandiéndose-. Cuando atacaste a Dáim en vuestro primer combate le dijiste que la constelación de Boyero está compuesta de siete estrellas, cada una de ellas es un golpe con tu lanza, y así se lo hiciste saber a Dáim. Arturo era la primera, la más brillante de las estrellas de Boyero. –Llegó hasta Mirio y le desclavó la lanza, luego la levantó en el aire-.

            Mi boca estaba abierta de par en par… Yamín tenía en su mano la lanza de Mirio y parecía estar dispuesto a someterle al mismo castigo que la lanza provocó en Dáim.

            -¿Cómo se llamaban las dos siguientes? –Preguntó Yamín a Mirio-.

            -Aggg… -Se quejaba Mirio-. Nekbar… es la siguiente….

            -Pues toma! Nekbar! –Yamín levantó la lanza y la hundió en el hombro de Mirio, rompiéndole el hombro derecho-.

            -Aaaaaaaaaaggh! –El grito de dolor de Mirio se oyó en todo el Coliseo. Yamín se retiró de su lado y comenzó a caminar hacia Hécco-.

            -Caballero de Boyero! –Gritó Yamín para que todos lo pudiéramos oír bien-. No hace falta que me digas el nombre de la segunda estrella, ni siquiera el nombre de la tercera estrella… -Gracias al poder del Caballero de Brújula, la lanza de Mirio se desclavó del hombro, voló por el aire y cayó nuevamente sobre su dueño-. Sé muy bien cual es…

            -Seginus!

            -Aaaaaaaaaagh! –Volvió a gritar Mirio-.

            Desde el lugar donde yo me encontraba pude ver como la lanza de Boyero se desclavó del hombro derecho de su portador y se hundió en la rodilla izquierda, partiéndole la rotula y la rodillera de la propia armadura. Los asistentes estaban perplejos. Ya comprobamos lo cruel que era la lanza cuando Mirio atacó a Dáim… pero ahora era el mismo Mirio el que recibía el daño por parte de Yamín y de su telequinesis.       

            -Hazle lo mismo, Yamín! Venganza para Dáim! Derrótalo Yamín! –Gritaban los que estaban en las gradas observando el combate-.

            -Detente, Yamín! –Gritó Hécco a su compañero de combate-. Vas a matarlo y proclamar a Ryoma como finalista si sigues así!

            -Tranquilo, compañero. –Le dijo Yamín a Hécco-. Solo le daré un poco de su propia medicina.

            Fue en ese momento cuando, fijándome bien en Yamín, comprobé que sobre sus ojos, en medio del comienzo de su frente, tenía dos pequeños puntos. Eran de color verde oscuro… Yamín pertenecía al pueblo de Mo! No sabía que Yamín fuese un descendiente de los Lemurianos…

            -Eso es, Yamín! –Gritó Tapiró a mi lado-. Dale una lección!

            -Estimado público! –Gritó Yamín con los brazos abiertos y dirigiéndose a los asistentes-. ¿Queréis más? ¿Queréis ver cómo sufre Boyero? Ja, ja, ja.

            Jaleado por el público, Yamín volvió a levantar con la mente la lanza en el aire…

            -Esta es la cuarta estrella de tu constelación, Mirio! Bootis!

            La lanza seguía en el aire después del tercer impacto, y dada la orden por Yamín el arma volvió a cargar contra su dueño. Ésta vez se dirigió contra su cabeza, pero Mirio pudo esquivarla a tiempo y sólo le perforó la oreja, dejándosela cortada en parte para siempre. Mirio se llevó el brazo que le quedaba sin daños a la oreja, quejándose del dolor.

            -Aaaaaaaaaaaaggg!

            -Yamín detente! –Hécco parecía enfadado-.

            -Acaba con él! –Gritó Tapiró desde las gradas-.

            -Levántate Mirio! –Animó Archenar-.

            El público, yo… Todos habíamos presenciado cómo Yamín había asestado cuatro lanzazos a Mirio con su propia arma. Hécco, a un lado en la arena lo presenciaba todo. Mientras, Ryoma seguía bajo el hielo. El público gritaba embravecido, todos los presentes pedían lucha y gritaban en pos de uno u otro combatiente. Sin embargo una voz se alzó por encima de los presentes…

            -Mirio levántate! –En las gradas, recién llegado de la enfermería, estaba Dáim, Caballero de Bronce del Ciervo-. Tienes que levantarte!

            -Es Dáim! –Gritaban los presentes-. Es el Caballero del Ciervo!    

            -Tienes que levantarte! –Dáim no tenía puesta su armadura. Tenía un brazo en cabestrillo, y se mantenía en pie apoyándose en un bastón-. Me dijiste que ibas a ser el vencedor del Torneo. Me venciste para ello! Levántate.

            -Dá…im… -Balbuceó Mirio en el suelo, mientras comenzaba a moverse-.

            -No! –Gritó nuevamente Yamín, cerrando los ojos-. La quinta de las estrellas de Boyero es…Izaaaaaar!

            La lanza de la armadura de Boyero se levantó de nuevo con el poder de Yamín, y se dirigía hacia su daño para asestar el quinto golpe. Sin embargo antes de rozar la pierna de Mirio la lanza se detuvo en seco. Un aura roja se había despertado alrededor del Caballero y el cosmos de éste se elevó.

            -La lanza se ha detenido! –Murmuraban los asistentes-.

            -Caballero Yamín… No… Caballeros Yamín y Hécco… -Mirio se ponía en pie lentamente, agarrando con su mano izquierda la lanza-. Sois dos… bastardoooos! Habéis impedido que Ryoma luche en este combate inmovilizándolo con hielo y os habéis ensañado conmigo. –El cosmos de Mirio ya brillaba como al principio-. Ahora… seré yo el que luche en nombre de los dos y os derrotaré a ambos!

            El público gritaba por Mirio, el giro que había dado el combate nadie lo esperaba. Estaba dispuesto a acabar él solo con los dos.

            -Dáim! –Gritó Mirio dirigiéndose al Caballero del Ciervo-. Delante de todos os pido disculpas… así como también pido autorización al mismísimo Patriarca para que, después del Torneo, y tras tu recuperación… combatamos de nuevo tu y yo! Te daré la revancha!

            La ovación que provocó Mirio con aquellas palabras fue unánime. Hasta el combate se detuvo y el Patriarca se puso en pie…

            -Que así sea! –Dijo mi maestro, siendo escuchado por todos en el Coliseo-.

            -Bien! Dáim… recupérate pronto! Porque tendrás que luchar nuevamente conmigo! Y ahora… -Mi amigo se dirigió hacia sus dos rivales, a Yamín y a Hécco-. Convoco a Ilithias!

            -¿Qué ha dicho? –Preguntó Tapiró en alto-.

            -Ilithias… -Respondió Archenar-. Mirio no sólo posee la lanza como arma, sino que es un experto en el combate utilizando su propio cosmos como arma. Mi maestro le enseñó esa técnica! Vamos Mirio!

            -Pero está herido… -Tapiró no se creía aquellas palabras-.

            -Observa entonces, Caballero.

            Mirio arrojó la lanza al suelo, y unió sus manos frente a él. Su cosmos rojo iluminaba todo el Coliseo. Hablaba en voz baja, como si estuviese rezando o algo parecido y de repente elevó ambos brazos hacia el cielo.

            -Caballeros… seréis vencidos! Por la devastación de Ilithias!

            Tanto Hécco como Yamín vieron caer desde el mismo cielo dos rayos, cada uno dirigido hacia uno de ellos. Hécco lo pudo esquivar arrojándose al suelo, sin embargo Yamín recibió el impacto de lleno.

            -Aaaaaaaaaaaaaag!

            -Yamín! –Gritó Tapiró, preocupado por su amigo-.

            Tras una extensa humareda, Yamín permanecía en el suelo, aquejado del dolor que aquel rayo le había provocado. Yo lo sentí igual… parecía como si diez mil voltios hubieran recorrido mi cuerpo con ése rayo. Hécco se encontraba de rodillas en el suelo, jadeando, observando el efecto que aquel rayo había provocado en su compañero de combate. El público volvía a gritar de júbilo. Mirio no estaba derrotado como parecía al principio.

            Ahora solo estaban en pie Mirio y Hécco… La lanza contra el hielo…

            Por otro lado, en el cúmulo de nieve que Hécco había hecho caer sobre Ryoma apareció una luz azul, y de golpe toda la nieve allí acumulada desapareció cuando Ryoma se levantó con sus brazos abiertos hacia el cielo.

            -Ahhhhhh! –Gritó Ryoma- Ya estoy de vuelta!!!

            El coloso aún tenía trozos de hielo por el cuerpo, y el Coliseo entero vibró ante la nueva aparición de Ryoma. Hécco agachó la cabeza, a sabiendas que no podría contra el grandullón y contra Mirio él solo. Yamín estaba consciente, pero seguía reponiendo fuerzas tirado en el suelo como estaba. Ahora era el momento de Hécco.

            -Caballero de Eridano! –Dijo-. No me das miedo!

            Hécco salió corriendo y elevando su cosmos contra Ryoma, dejando a Mirio de lado. Antes de llegar contra su rival saltó en el aire y desde ésa posición creó en sus manos dos esferas de hielo que iba a dirigir contra Ryoma.

            -No, Caballero… -Gritó el coloso-. Esta vez no podrás conmigo. Ni tú….ni tu hielo! Furor del Eridanooooooooo!

            Hécco fue sorprendido y lanzado hacia las gradas como consecuencia del impacto. Todo el poderoso ataque de Ryoma dio de lleno al Caballero de Corona Austral. Allí quedó tendido, y Ryoma se llevó la ovación del público. Sin perder tiempo, el coloso fue andando hacia donde se encontraba Yamín.

            -Tú, Caballero de Brújula! Cuando estaba bajo el hielo pude oír los desgarradores gritos de Mirio… -Ryoma estaba muy enfadado-. Provocaste en él los mismos daños que él hizo a Dáim… Y no pude hacer nada…..Nada! –Yamín, en el suelo, intentaba ponerse en pie-. Miradle! –Ryoma se dirigió al público-. Si parece que quiere enfrentarme!

            Con toda la fuerza de su brazo, Ryoma asestó el más fuerte puñetazo posible a Yamín, directo a la mandíbula y haciéndolo volar hasta el centro de la arena. Mirio se quedó boquiabierto. Hécco se levantó en las gradas y observó desde allí la contundencia de los golpes. Ryoma volvió a dirigirse hacia Yamín y volvió a asestarle otro tremendo puñetazo.

            -Esto es por Mirio! –Y asestó un tercer puñetazo a Yamín, enviando a éste casi al borde de la arena, justo donde empezaban las gradas, se encaminó de nuevo hacia él y lo cogió por el cuello, levantándolo frente a la vista de los asistentes-. ¿Tienes algo que decir? –Le preguntó a Yamín antes de darle el golpe de gracia, seguro-.

            -Si… Mup…hr   id! –Dijo balbuceando-.

            -¿Muphrid? –Ryoma dijo lo que creyó oír de los labios de Yamín-.

            -Aaaaaaaaaaaggghhh…. –Mirio gritó de dolor nuevamente-.

            Sin siquiera imaginarlo por nadie, Yamín volvió a usar la telequinesis para asestar un golpe bajo, levantó la lanza de Boyero con su poder y volvió a dirigir la lanza con todo su poder hacia un Mirio desvalido. El sexto golpe de la lanza atravesó la tibia y el peroné del Caballero, haciéndole caer al suelo con la espinillera de la armadura hecha trizas…

            -¿Qué? –Se sorprendió Ryoma-.

            Todos los que estábamos allí estuvimos sorprendidos frente a la capacidad de Yamín. Siempre había oído que Tapiró era el más fuerte de los cuatro Caballeros del Argo, pero Yamín no tenía nada que envidiar a su compañero. Ciertamente, el Caballero de Brújula era igual de terrible.

            -Bravo Yamín!! –Gritaban Dígonni y Talecco desde las gradas, los otros camaradas de Yamín-.

            -Desgraciadooooo! –Ryoma, enfurecido por lo que había hecho Yamín, aguantó con una sola mano a su rival por el cuello, la palma de la otra mano libre la colocó delante de su rostro y sin dejar de sujetarlo gritó…-. Muereeeeeeee…

            Antes de lanzar ataque alguno contra Yamín, Ryoma fue golpeado con un puntapié en la cara, desestabilizándose y haciéndole retroceder, soltando así a Yamín. Fue Hécco quien golpeó al coloso, que desde las gradas saltó y evitó que Ryoma acabara con Yamín.

            El Coliseo entero gritaba con fervor ante el combate. Ahora era Hécco el que había derribado a Ryoma.

            -Idiota! –Ryoma se incorporó rápidamente y se dirigió corriendo y elevando su cosmos hacia Hécco-. Me las vas a pagar!

            -No! –Fue Yamín, junto a Hécco, el que habló-.

            El Caballero de Brújula se había vuelto a poner en pie, sangrando por la boca, y herido por los golpes del coloso, jadeaba sin cesar. Un poderoso aura de color amarillo lo envolvía, y dando un salto en el aire ascendió hacia el cielo de la tarde. Extendiendo un solo brazo gritó…

            -Revolución…del Argo! –Lanzó un tremendo rayo dirigido a Mirio-.

            -Noooo, Mirio!! –Grito Ryoma-.

            El ataque de Yamín impactó de lleno en Mirio, haciendo que éste cayese al suelo entre la gran humareda que se levantó.

            -Maldito Caballero de Brújula! Eres vil y persuasivo… -Ryoma estaba enfurecido viendo como Mirio había quedado tendido en el suelo-. ¿Por qué atacas a Mirio constantemente, cobarde? Atácame a mí! Furor… -Ryoma levantó la voz y elevó su cosmos hasta el infinito-. …del Eridanooooooo!

            El monumental ataque se llevó por delante a Yamín, el cual quedó tendido en el suelo. Ryoma quedó jadeando, observando como Hécco y él eran los dos únicos en estar en pie. Ambos jadeando y algo heridos.

            Una campana sonó y el Coliseo entero se silenció, uno de los organizadores del Torneo saltó a la arena y habló en alto…

            -Que suene el primer gong! –A su frase, un gong sonó-. Caballeros, el reglamento impide que el combate continúe al haber dos combatientes en el suelo, siendo uno de cada equipo, por lo tanto… -Sonó un segundo gong-. Si ninguno de los dos Caballeros que se encuentran en el suelo, Mirio de Boyero, o Yamín de Brújula no se levantan antes del décimo gong, el combate finalizará y los ganadores del combate serán Ryoma de Eridano y Hécco de Corona Austral! –Sonó un tercer gong-.

            Los asistentes empezaron a jalear tanto a Mirio como a Yamín. Mi compañero Tapiró, así como Talecco y Dígonni y muchos más de los presentes en el Coliseo animaban a Yamín. Archenar, Aigán y muchos otros más intentaban con todas sus fuerzas hacer que Mirio se pusiese en pie. Sonó un cuarto y un quinto gong!

            Yamín comenzó a moverse, y el público entero enloqueció. Se oyó un sexto gong! Yamín, apoyándose con las manos en el suelo y cogiendo impulso logró ponerse en pie justo cuando sonaba el séptimo gong! Hizo un leve gesto con la mano pidiendo silencio, y tras unos instantes pudo hablar…

            -Tapiró… -Comenzó a hablar Yamín mientras el Coliseo entero oía sus palabras-. Te lo dejo a ti, mi amigo. Gana por nosotros! Coff –Se llevó la mano al estómago y expulsó sangre por la boca, sin embargo….sonrió-. Puedo rendirme en paz conmigo mismo, yo he sido quién ha derrotado a Mirio…

            Sin más, Yamín se dejó caer al suelo, boca arriba, quedó tendido en la arena, agotado y con una sonrisa en sus labios. Aunque hubiese sido derrotado por Ryoma, se quedó satisfecho por el papel que había desempeñado en el combate.

            El público ovacionó a Yamín, Caballero de Brújula, y al igual hicieron cuando retiraron a Mirio en camilla e inconsciente, camino de la enfermería. Aún más si cabe, el Coliseo aplaudió enormemente cuando nombraron como ganadores a Ryoma y a Hécco. Uno de cada pareja, siendo ambos los dos primeros finalistas. Hasta el mismísimo Patriarca aplaudió los dos nombres, a sabiendas que Hécco era discípulo del traidor Davo, como lo nombraran desde que llegó al Santuario.

            Con Ryoma y Hécco, ya teníamos a dos de los cuatro finalistas. En el siguiente combate nos enfrentaríamos otros cuatro caballeros formando dos parejas. Tapiró y yo, contra Aigán y Carola. Entre nosotros cuatro estarían dos de los finalistas, y pensé simplemente que luchaba junto a Carola, portadora de la armadura de Paloma y vencedora contra Sora de Liebre, la que llamaban la mujer más fuerte. Tapiró de Quilla, al que nombran el más fuerte de los Caballeros del Argos, con un poder destructivo sin igual. Y por último Aigán, Caballero de Ave del Paraíso… el alumno más aventajado del célebre Rigel de Orión, y poseyendo un cosmos infinito…

            Por el contrario, yo era la primera vez que tenía el permiso para poder participar en batalla, así que no desaprovecharía la oportunidad de agradecerle a la Diosa su generosidad…

 

Bueno... hasta aquí! Nos queda 1 combate más y la final del Torneo... 

 

¿Qué opináis?? Jeje

 

1 saludo!



#38 Patriarca 8

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Publicado 15 octubre 2014 - 17:46

me agradan los combates que se dan en el torneo de tu fic

 

me hace recordar a la lucha de los gladiadores por lo sangrienta que es y tambien al poker porque los participantes tienen que analizar contra quien deben combatir y que estrategia van a usar

 

te sugeriría que hicieras fichas sobre los personajes mas importantes de tu fic.

 

esperando el próximo capitulo

 


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#39 andromeda32

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Publicado 16 octubre 2014 - 04:40

me agradan los combates que se dan en el torneo de tu fic

 

me hace recordar a la lucha de los gladiadores por lo sangrienta que es y tambien al poker porque los participantes tienen que analizar contra quien deben combatir y que estrategia van a usar

 

te sugeriría que hicieras fichas sobre los personajes mas importantes de tu fic.

 

esperando el próximo capitulo

Hola T-800!

 

Gracias nuevamente por leer mi fic y por tu opinión. Cuenta mucho.

 

Sí que es cierto que mi fic tiene un toque un poco "sangriento", pero es que me sale solo al escribir, jejeje. Además de darle algo más de realismo a la lectura.

 

El tema de las fichas lo llevo pensando desde que comencé a escribir el fic, no por nada, sino que para mis custom (ya iré subiendo fotillos) pensé en escribir unos historiales (similares a los juegos de rol, a los cuales juego), sin embargo luego pensé en escribir un fic más que en historiales y de ellos salió "Crónicas de una Caballero de Bronce".

 

Un saludo, camarada!


Editado por andromeda32, 16 octubre 2014 - 04:42 .


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Publicado 17 octubre 2014 - 09:27

Hola a tod@!!

 

Os dejo el capítulo 11, el lunes intentaré subir el 12, que será la final del Torneo y el comienzo de lo que será el fic realmente... Las Crónicas!

 

Sin más, aquí lo tenéis!

 

Capítulo 11: Castigo Divino.

                      

            La tarde avanzaba, y sólo quedaban por disputar dos combates. El primero de todos nos enfrentaría a Tapiró, a Aigán, a Carola y a mí. En el último se disputaría la final, siendo Ryoma y Hécco parte de los finalistas. Ambos estaban en las gradas, reunidos con algunos Caballeros más como Archenar, Dáim o los compañeros de Tapiró, Talecco y Dígonni.

            Todos los presentes estaban algo nerviosos. Incluso yo lo estaba ante la expectativa de las palabras de Yulij… Al comienzo del anterior combate se me acercó y dijo en mi oído unas palabras que me dejaron lleno de incertidumbre. Me dijo que iba a suceder algo, pero que no me rindiera por ello.

            -¿Estás preparado, Enol? –Me preguntó Archenar-. De nosotros cuatro sólo quedáis Ryoma y tu, así que esfuérzate al máximo en éste combate, debes salir victorioso para llegar a la final.

            -Lo sé, amigo…

            -Ten cuidado con Aigán, mi compañero de entrenamientos es excepcional.

            -Si… tampoco puedo subestimar a Carola, ya vistes cómo venció a Sora. En un solo ataque le dio la vuelta al combate.

            -Si, también es cierto –Concluyó el Caballero-.

            -Caballeros! –Gritó un asistente del Torneo-. El siguiente combate está a punto de comenzar! –El público comenzó a alborotar y a aplaudir-. Tapiró de Quilla, Enol de Reloj, Carola de Paloma, y Aigán de Ave del Paraíso… a la arena!

            Los cuatro ya teníamos nuestras armaduras puestas. Carola tenía algunas vendas por el cuerpo debido a la paliza a la que le sometió su rival, Sora. Tanto Aigán como Tapiró se mostraban serios, expectantes ante el combate. El público ya gritaba antes del comienzo de la disputa, y todavía no había ni sonado la campana. El anterior combate donde se enfrentaron Mirio, Ryoma, Hécco y Yamín había sido espectacular, y los asistentes querían más divertimento!

            Sonó la campana! El combate comenzó. Tanto Carola como Aigán elevaron sus cosmos y entre ellos pude ver que se rumoreaban unas palabras.

            -¿Estás listo, compañero? –Me preguntó Tapiró-.

            -Si, -Le respondí- acuérdate de que no podemos eliminar ni a uno ni a otra, sino los dos a la vez, o tú y yo tendremos que enfrentarnos, pasando de ser compañeros a rivales, ¿Entendido?

            -Exacto… ¿Prefieres luchar con alguno de los dos en concreto? –Me preguntó por lo bajo-.

            -No sé muy bien cuál de los dos es peor… Si Aigán o Carola… -Dije estudiando a mis dos adversarios-. ¿Tu? ¿Prefieres a alguno de los dos?

            -No, -Tapiró también comenzó a elevar su cosmos- Prefiero que sea dos contra dos, Hécco y Yamín se protegían mutuamente en el anterior combate, ¿podríamos hacer lo mismo.

            -Hecho… -Le dije a mi compañero- Ataquemos de una vez…

            -De acuerdo, pero ten cuidado con… -No oí el resto de las palabras de Tapiró, ya que salté hasta lo más alto-.

            Una vez arriba me concentré, observé a Carola y a su compañero Aigán, ambos fijaron la vista en mí. En cada una de mis manos cree una esfera de energía…

            -Impacto Mortal! –Lancé cada una de las dos esferas a uno de mis rivales-.

            Aigán cruzó sus brazos sobre su cabeza, esperando el impacto para detenerlo, por el contrario Carola saltó hacia mí, esquivando mi ataque y explotando éste sobre la arena. Una vez casi a mi altura, Carola se acercó hasta mí justo cuando yo empezaba a descender tras mi ataque y me interceptó en el aire. Carola me agarró por la espalda, sosteniéndome con sus brazos mientras rodeaba mi pecho.

            -Caballero de Reloj, -Comenzó a decirme-. No tengo nada en tu contra, pero en éste Torneo soy la última mujer Caballero que queda y tengo que ser finalista por el resto de mis compañeras! Por el vuelo de la Palomaaaaaaa!

            Carola me tenía bien agarrado con todas sus fuerzas, y comenzamos a caer desde aquella altura. En nuestro descenso sentí un dolor en el estómago, y pude ver como Aigán le había asestado un puntapié a Tapiró, lanzándolo hacia las gradas. Yo veía el suelo cada vez más cerca, a punto de estamparnos estábamos, sin embargo me concentre y desaparecí de la vista de todos.

            Carola deshizo su ataque y cayó de pie en la arena del Coliseo. Los gritos de los asistentes eran feroces, alabando a unos u otros combatientes, más aún gritaron cuando aparecí frente a Aigán, delante de él, y le asesté un tremendo puñetazo que lo dejó en el suelo.

            Mi compañero Tapiró saltó desde las gradas, con sus cosmos brillando alrededor de él.

            -Ondas del Argooooos! –Su ataque lo dirigió contra Carola, la cual recibió el ataque y fue despedida también al suelo, completamente magullada-.

            Aigán y Carola estaban los dos en el suelo, mientras que Tapiró se reunió conmigo en la arena. El público nos aplaudió por derribar a ambos rivales.

            -Vamos Enol! –Gritó Ryoma desde las gradas con un puño en alto-. Cárgatelos!

            -Ánimo Carola!! –Gritaban las mujeres en el Coliseo-.

            -Tapiró! –Gritó potentemente desde las gradas Aldebarán, el maestro de mi compañero-. Eres el único de los Caballeros del Argos que queda, vénceles!

            Talecco y Dígonni, ambos Caballero de Popa y Vela, respectivamente, se encontraban junto a su maestro. Yamín aún seguía en la enfermería junto con Mirio, y excepto ellos dos, los restantes caballeros que ya habían sido eliminados también observaban el combate. Ennetsu del Horno, Dáim del Ciervo, Sora de Liebre, Apso de Osa Menor… todos los vencidos se encontraban en una zona u otra animando también a los contendientes.

            Carola y Aigán se pusieron en pie y el público los ovacionó por ello. Fue el Caballero de Ave del Paraíso el que comenzó el ataque nuevamente. Con una velocidad increíble se acercó hasta nosotros, atacándonos a ambos cuerpo a cuerpo. Se enfrentó él solo haciendo alarde de su maestría en el combate. Mientras Carola se concentraba, Aigán nos retuvo a los dos aguantando nuestros ataques, bailando sobre la arena del Coliseo para gusto de los espectadores.

            -Dales duro, Aigán! –Se oía desde las gradas-.

            De repente, noté como el cosmos de Carola aumentaba enormemente, sin embargo Aigán nos contenía y no nos dejaba prepararnos para recibir el ataque de la muchacha. Saltó en el aire y pude oír sus palabras…

            -Por el vuelo de la Palomaaaa! –En ése momento, Aigán saltó hacia el cielo, dejándonos sobre la arena, frente al ataque de Carola-.

            Un terrible torbellino se dirigió hasta nosotros, pero fue Tapiró el que se adelantó, arrojándose él solo contra el ataque

            -Aaaaaaaah –Gritó, elevando su cosmos-. Ondas del Argos!

            Los ataques de Carola y Tapiró chocaron entre sí, manteniendo ambos luchadores sus cosmos elevándose. Una gran explosión recubrió la zona de la arena, y pude escuchar las palabras que Aigán decía alto y claro desde las alturas…

            -Batir….de alas!! –Aigán lanzó su ataque hacia mí, el cual no pude ver debido a la humareda que habían provocado mi compañero y Carola con sus ataques. Me cogió desprevenido, sin embargo, nuevamente fue Tapiró el que se posicionó frente a mí, extendió sus brazos dispuesto a detener el ataque de Aigán.

            Hundiendo sus pies en el suelo, Tapiró pudo detener el ataque de Aigán con sus manos desnudas. Cuando se esfumó el ataque, el público aplaudió a Tapiró por tal hazaña.

            -Enol… -Me dijo mi compañero entre jadeos, fatigado y respirando cansadamente-. ¿Estás bien?

            -Si, perdona… ya son dos las veces que has detenido el avance de nuestros rivales.

            -No te pregunto por eso, Caballero… sino porque aún no he visto la destreza en el combate que demostraste frente a Talecco en el primer combate!

            Llevaba razón, Tapiró me instó a que espabilara, si no… sería derrotado y arrastraría conmigo a Tapiró en la derrota. Carola y Aigán demostraban ser muy fuertes, y yo no estaba dispuesto a perder, y menos después de obtener el permiso de Atena para poder combatir.

            Elevé mi cosmos. Los asistentes estaban observándome, incluso Tapiró me miraba fijamente, impresionado. El Coliseo entero enmudeció cuando un aura de color blanca rodeó mi cuerpo en la arena. Jamás, nunca antes había elevado mi cosmos tanto como en esa ocasión.

            -Tapiró, Caballero de Quilla… -Dije- No volverás a tener que cargar con la responsabilidad del combate tu solo.

            Me lancé corriendo hacia mis dos rivales, los cuales se situaban uno junto al otro.

            -Apertura del tiempo! –Dije señalando con mi dedo índice a Carola, haciendo que todo el lugar donde se encontraba la muchacha quedara relentizado, incluyéndola a ella-.

            Seguí corriendo hacia Aigán, él se puso en posición de defensa dispuesto a detener mi arranque, sin embargo no le ataqué en ese momento. Me detuve frente a él en seco, a unos dos metros de su cuerpo. Entonces extendí la palma de mi mano, dirigiéndola hacia él…

            -Impacto….Mortal!! –Le ataqué-.

            Aigán extendió sus brazos y detuvo mi ataque, pero se vio envuelto en una gran humareda sin posibilidad de verme.

            -Ondas….del Argo! –Exclamó Tapiró, el cual se había acercado hasta nosotros y había atacado a Carola-.

            La mujer Caballero, sin poder defenderse recibió el impacto de lleno. Debido a mi técnica, Carola veía todo lentamente, como a cámara lenta sin poder moverse con destreza. Temí que mi compañero la dejara fuera del combate y proclamase así a Aigán como vencedor, sin embargo vi que la muchacha se encontraba tirada en el suelo, tan solo herida.          

            Sin perder tiempo, y antes de que el humo provocado por mi ataque se disipara completamente arremetí contra Aigán de nuevo, propinándole un tremendo puntapié que lo lanzó hacia las gradas. Salté y nuevamente me dirigí hacia su posición, elevando mi cosmos.

            -Transcurrir del Tiempo!!! –Ataqué a distancia a Aigán-.

            Dicha técnica la aprendí en mis entrenamientos, bajo la supervisión de mi maestro. Se crea en las manos una bomba de energía y se lanza al enemigo. Tras un segundo se lanza una nueva bomba de energía, y así sucesivamente, lanzando hacia mi adversario diez bombas de energía en diez segundos.

            Aigán pudo detener la primera de mis bombas, sin embargo recibió las nueve restantes. Como se encontraba situado en las gradas, los asistentes provocaron una estampida, los soldados salían corriendo ante los efectos destructivos de mi ataque. Quedé consternado cuando vi que varios soldados habían resultado heridos, sin embargo no pude evitar el efecto de mi ataque.

            Mi rival se encontraba en las gradas, tendido en el suelo, herido por las múltiples bombas de energía que habían impactado contra él.

            Ryoma, Archenar, los Caballeros del Argos… muchos en el Coliseo aclamaban el combate. Carola y Aigán se encontraban heridos los dos, y en el suelo.

            -Enol! Bien hecho! –Me gritó Tapiró-. Acaba con Aigán!

            El Caballero de Quilla concentraba su cosmos, y se dirigió hacia Carola dispuesto a vencerla. Entendí lo que pretendía, Tapiró quería que atacáramos al unísono a nuestros dos rivales. Él atacaría a la muchacha, y yo a Aigán. Eliminándolos a ambos a la vez. Bien. Me concentré… si antes había provocado con mi técnica que Aigán recibiera diez bombas de energía ahora recibiría otras diez…

            -Ondas del Argo! Transcurrir del Tiempo! –Atacamos los dos-.

            Nuestros dos ataques hicieron impacto, el Coliseo entero gritó y enloqueció ante el posible final de Carola y de Aigán.

            -Bravo! Bien hecho! –Gritaban en las gradas.

            Tras difuminarse las dos humaredas que tanto Tapiró como yo creamos con nuestros ataques, vimos como nuestros dos rivales estaban tendidos en el suelo. Mi compañero y yo nos reunimos en el centro de la arena, espalda contra espalda y vigilando a los dos caídos.

            Sonó un primer gong, y el público comenzó a gritar fervientemente.

            -Levántate Carola! –Gritaban las mujeres-.

            -Aigán ponte en pie! –Gritaban otros-.

            Sonó un segundo gong, y tras ellos Carola fue la que comenzó a levantarse.

            -No la dejaré levantarse! –Me dijo Tapiró y saltó hacia ella como si en ello le fuera la vida-. No! Carola de Paloma, serás vencida! Ondas del Argos!

            Nuevamente, Tapiró realizó su ataque sobre Carola, a pesar de que la muchacha no se encontraba ni medio en pie. El ataque de mi compañero se acercó hasta ella y justo antes de impactar vimos un reflejo, como si algo que no estaba apareciese de repente. Era Aigán, jadeando, detuvo el ataque de Tapiró en sus manos y lo retuvo en ellas. Concentró su cosmos y redirigió la energía del ataque de Tapiró  hacia mi compañero, atacándole con su propio ataque.

            Sin más, desaparecí de la vista de todos y aparecí delante de Tapiró, frente al ataque que Aigán le había lanzado, dispuesto a frenar dicho ataque y defender así a mi compañero.

            Estaba dispuesto a romper el ataque de Aigán, extendí mis manos y concentré mi cosmos al máximo. Vi cómo llegaba el ataque de mi rival, dirigido hacia mí, quedando Tapiró a mi espalda.

            De repente, desde el interior de mi cuerpo comencé a notar dolor, una fuente de energía emanaba por los poros de mi piel. El ataque de Aigán aún no había llegado, y sabía que estaba perfectamente capacitado para detenerlo, sin embargo no pude. Comprobé como un ataque no dirigido hacia mí hizo efecto en mi cuerpo. Un espasmo me recorrió y el dolor más agudo que he podido comprobar a lo largo de toda mi vida me pudo.

            -AAAaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaggggh! –Grité-.

            Era como si un rayo caído del cielo saliese a través de mi cuerpo, provocándome aquel dolor. En ése momento, en algún lugar… Un Caballero de Atena había sido herido de muerte y yo había sentido tal dolor.

            Perdí el equilibrio y estaba a punto de caer cuando vi el destello del ataque de Aigán, el cual impactó de lleno en mí al no poderme defender….

            Primero sufrí ese extraño ataque, y seguidamente impactó contra mí todo el poder del ataque de Aigán. Caí al suelo, y el Coliseo entero entró en confusión. Mi compañero Tapiró fue consciente de lo que me había ocurrido, y seguramente Aigán también se dio cuenta, así como algunos de los asistentes que observaban el combate. Mi maestro, sentado en su trono se puso en pie, preocupado, los Caballeros de Oro de Tauro y Escorpión se mostraron alertas. Incluso Albiore, el Caballero de Plata de Cepheo saltó a la arena y se puso en posición de ataque, pensando quizás que había algún enemigo oculto entre los asistentes.

            Sin embargo, no ocurrió nada. Yo quedé tendido en el suelo, herido. Tapiró estaba a mi lado, le oía muy preocupado pronunciando mi nombre e intentando reanimarme.

            Carola terminó de ponerse en pie, tras Aigán, el cual mostraba fatiga y cansancio, pero a la vez preocupación por lo que me había ocurrido. Estuve a punto de perder el conocimiento, y fue entonces cuando el sonido de un gong me hizo volver a la realidad.

            Durante unos instantes, debido al dolor que sentía, perdí el sentido y volví en mí cuando oí el gong sonar…

            -Levántate Enol! –Era Tapiró a mi lado dándome ánimos.

            -Arriba Enol! –Gritaba Ryoma desde las gradas-.

            -Vamos! –Archenar, Dáim, muchos de los asistentes me daban ánimos para que me levantase-.

            -Enol, si no te levantas me proclamaran ganador. Ha sonado el sexto gong ya! –Tapiró parecía desesperado-. Levántate!

            Sexto gong, mi compañero había dicho sexto gong! El dolor iba remitiendo, giré mi cabeza y vi en la distancia a Aigán y a Carola, los dos esperaban que no me levantase. Gong! Un séptimo gong.

            -Vamos Enol, levántate! La Diosa te deja combatir por hoy solamente, no la defraudes. –Tapiró me seguía animando-. Levántate, Caballero!

            Sonó el octavo gong. Y reaccioné, incorporándome rápidamente. El público gritó enloquecido.

            -Si! –Gritó Tapiró, a mi lado, tendiéndome una mano y viendo como me restablecía-. Tenemos que ganar, compañero!

            Vi como la expresión en el rostro de mis rivales cambió y se ensombreció. Carola fue la que saltó hacia el cielo, elevando su aura. Aigán en el suelo, hizo lo mismo.

            Vi como Albiore volvía a su lugar. Entonces vi entre el público a Yulij, la mujer Caballero de Sextante. Me miraba fijamente, sonriendo. Relacioné al momento lo que me dijo antes del combate… “Ellos no son los responsables” me dijo. Era cierto, ni Aigán ni Carola fueron los culpables del daño que sentí. Supongo que se refería a eso. Pero… si ella sabía aquello, sabía de igual modo que iban a atacar a algún Caballero de Atena. ¿Quién sería? Fuese quién fuese, había recibido un ataque brutal. ¿Habría muerto? Sí… pensé en el dolor que sentí, y sin lugar a dudas ése Caballero debería haber muerto. ¿Quién sería? Entonces, me vino a la mente…

            Rigel de Orión.

            El Caballero atacado era Rigel, el maestro de Aigán, de Mirio y de Archenar. Pero si se encontraba en la llamada Isla de Andrómeda en Etiopía. ¿Habría muerto?

            Estaba ensimismado, intentando descifrar qué le habría ocurrido a Rigel, cuando oí a Tapiró.

            -Cuidado Enol!

            Entonces vi cómo Carola me atacaba nuevamente desde el cielo, dejando caer su ataque definitivo contra mí. Mi cabeza daba vueltas, mi concentración fallaba, aún no me había repuesto del todo del doble daño que había recibido anteriormente, sin embargo me teleporté tras Carola, agarrándola con mis brazos por las axilas, reteniéndola contra mi propio cuerpo.

            -Lo siento compañera… te venceré!

            -¿Qué?

            -Impacto del Tiempo!

            Dicha técnica fue la última que me enseñó mi maestro antes de realizar la prueba que me convirtió en Caballero. Consistía en crear una explosión desde mi propio cuerpo y así lo hice. Tras el efecto de mi ataque solté el cuerpo de Carola, la cual estaba inconsciente, y la arrojé desde las alturas al centro de la arena en el Coliseo. Impactó contra el suelo, y quedó allí tendida.        

            Muchos de los allí presentes supieron que Carola estaba eliminada por completo.

            Sonó un primer gong nuevamente.

            Descendiendo desde las alturas, le grité a Tapiró…

            -Acaba con Aigán, Tapiró! –Le grité cuando me posé en el suelo-. Si no le vencemos y suena el décimo gongo se proclamará finalista y tendremos que luchar tú y yo como rivales.

            Tapiró asintió con la cabeza, y se lanzó rápidamente contra el Caballero de Ave del Paraíso, elevando su cosmos nuevamente.

            Sonó un segundo gong. Yo incrementé mi cosmos y me dispuse a atacar también a Aigán, seguro que entre Tapiró y yo venceríamos al Caballero.

            Tapiró llegó hasta Aigán y quiso asestarle un puñetazo, sin embargo Aigán lo esquivó, y fue éste el que atacó a mi compañero, derribándolo y tirándolo al suelo. Yo me teleporté hasta Aigán, y sonó el tercer gong. Elevando mi cosmos puse mi mano sobre su pecho.

            -Impacto…..Mortaaaaaaal! –Jamás había realizado dicho ataque con tanta potencia-.

            Aigán salió despedido e impactó en las gradas, el peto de su armadura estaba completamente dañado y resquebrajado. Sonó el cuarto gong. Tapiró se incorporó y saltó en dirección a nuestro rival. En el aire gritó…

            -Ondaaas…. Del Argooooos! –El ataque de mi compañero dio de lleno a nuestro rival, hiriendo a algunos de los soldados que estaban de espectadores en las gradas. En ése momento sonó el quinto gong-.

            Me situé al lado de Tapiró, juntos observábamos a Aigán entre una gran humareda. El Caballero se encontraba tirado en el suelo, herido pero consciente aún, oyendo como el sexto gong sonaban. El público gritaba como loco, sobre todo dándonos ánimos a Tapiró y a mí, instándonos a que acabáramos con Aigán. Éste hizo que su cosmos comenzara a arder, iluminando todo su entorno de un precioso color morado.

            -Tapiró… -Le dije a mi compañero-. ¿Recuerdas la particularidad de la armadura de Ave del Paraíso?

            -Si… Eleva de manera infinita el cosmos de su portador.

            -Si Aigán se restable y sigue en pie tras el décimo gong se proclamará ganador si Carola quede eliminada.

            -Eso quiere decir, Caballero del Reloj… que nos lo jugamos todo en un ataque…

            Sonó el séptimo gong, mientras Aigán comenzaba a incorporarse  con bastante dificultad. Tapiró y yo intensificamos nuestros cosmos, y ambos realizamos nuestros dos ataques al unísono.

            Fue espectacular ver nuestros dos ataques fusionados, dirigido contra Aigán. Los soldados y asistentes de los alrededores del Caballero salieron corriendo por miedo a ser heridos. Justo cuando sonaba el octavo gong que ponía final al combate de Carola, Aigán quedó fulminado debido al impacto de nuestros ataques. Tras una espesa humareda pudimos ver a nuestro rival incrustado en las piedras de las gradas, con la boca abierta e inmóvil, noqueado.

            Una campana sonó.

            -Enol de Reloj, Tapiró de Quilla… -Dijo un organizador-. Habéis ganado el combate. Sois finalistas!

            -WoooOOOoooh! –El Coliseo entero gritó embravecido ante el final del combate. Cientos de soldados y Caballeros aplaudían por doquier-.

            Tapiró y yo fuimos los ganadores al fin. El combate había terminado. Aún cuando los asistentes nos seguían ovacionando, me dirigí a las gradas y recogí a Aigán del suelo. Tapiró hizo lo mismo con Carola, la muchacha también estaba inconsciente, ajena al resultado del combate. Los dos nos dirigimos a la enfermería, y allí dejamos a nuestros dos rivales vencidos.

            La noche ya había hecho acto de presencia. Las estrellas comenzaban a brillar en el firmamento, y me reuní con mis amigos Archenar y Ryoma, los cuales me felicitaron por mi triunfo.

            Ryoma, Hécco, Tapiró o yo. Uno de nosotros cuatro sería el ganador del Torneo. Y sólo se decidiría en el último combate. El Patriarca decretó media hora de descanso antes de que se celebrase, así que me fui a la enfermería y me tumbé en una camilla unos instantes para poder descansar algo.

            Durante mi combate habían sucedido varias cosas. El ataque que sufrí, y que Rigel de Orión había recibido me hicieron pensar en lo peor. Cuando Aigán llegó al Santuario, contó que regresaba de una misión en la Isla de Andrómeda, en Etiopía. Su maestro, el Caballero de Orión, se quedaría unos días más y posteriormente regresaría al Santuario. ¿Qué había pasado?¿Quién o quiénes habrían atacado a Rigel? Y….¿Estaría muerto?

            Demasiadas incógnitas en un momento así… En mi cabeza solo debía tener la final, me enfrentaría contra mi amigo Ryoma, contra Hécco… y con mi anterior compañero de combate, Tapiró, el cual se había convertido, ahora, en mi rival... Difícil lo tenía para ganar…pero me entregaría al máximo durante el combate por la Diosa...

 

Bueno...ya tenemos finalistas, espero que os haya gustado y espero también vuestros comentarios y opiniones!!!

 

Muchas gracias a tod@, y hasta el próximo capítulo!

 

1 saludo!






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