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ARCANGEL


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97 respuestas a este tema

#61 Lunatic BoltSpectrum

Lunatic BoltSpectrum

    ¡Sagrado corazón de Jesús en vos confío!

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Publicado 30 agosto 2011 - 00:34

EXCELENTE capitulo Talaris

como siempre estupendo y dejaste en suspenso las historia

esperando el proximo capitulo

saludos

s91.gif

#62 Rina_Holic

Rina_Holic

    Miembro de honor

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Publicado 30 agosto 2011 - 22:54

AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH s35.gif s35.gif
SABIA QUE ERA EL !!! MUYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY BUENA ESPERO MAS ^^ .... :s s42.gif

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La pintura es poesia muda , la poesia , pintura ciega

#63 Talaris

Talaris

    En modo ermitaño y confinada

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Publicado 17 diciembre 2011 - 09:31

Hola! qué ta estáis? aquí os dejo el que será el penúltimo capítulo de la primera temporada de Arcángel, a no ser que el siguiente me obligue a dividir su contenido. Creo que está todo correcto.

Muchísimas gracias por vuestro votos a mejor escritora! realmente no sabéis cuanta ilusión y ánimo me da para seguir con la historia, porque si sigue adelante es porque vosotros la seguís leyendo.

Que lo disfrutéis!^^

>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>


Mijots corrió hacia el baño más próximo y volvió arquear su espalda para evacuar la sangre que le impedía digerir y respirar bien, sobre la taza del retrete. Presionó la cadena para que el agua limpiara el estropicio y lo empujara por el desagüe mientras se limpiaba sus arrugados labios con un pañuelo. Después, volvió a la Uvi y se sentó pensativo esperando que el sudor de sus sienes se secara. En la cama antes ocupada por Joan ahora estaba Thomas, mientras que en la otra seguía sin cambios Santiago. Se pasó las manos por su cabellera notablemente preocupado, entonces, sintió una cálida mano en su hombro derecho y al girarse, tras él, vio el espíritu de Gabriel con ojos lastimeros.
- Pensaba que ya no estabas aquí.
- Un ángel de la guarda nunca abandona a su custodio.- Dijo acercándose a Thomas.- ¿Verdad Miguel?.- Junto a Santiago se encontraba el espíritu de Miguel.
- Por supuesto.- Dijo Miguel poniendo su mano en la frente de Santiago. - ¿Qué está pasando Rafael? ¿Acaso no es Mijots tu portador?- Mijots inclinó la cabeza.
- Intenté aplicar la Anunciación sobre ti, mientras luchabas la otra vez y no funcionó.- Dijo Gabriel
- Gabriel, Miguel…, no puedo transfigurarme por la sola razón de que me abandona la vida, pensé que podía aún recibir el Poder de Dios, pero estoy demasiado débil para romper las barreras de este mundo.
- Amigo mío…- Dijo Miguel cerrando los ojos desolado.
- Tengo un cáncer de estómago terminal, que ha sido imposible de detener. Las metástasis que me van invadiendo son letales, me han alcanzado el pulmón y el hígado. Es curioso… - Dijo apoyándose sobre la pared.- Toda mi vida luchando contra la enfermedad y es la enfermedad la que al final me vencerá.
- No puedo evitar lamentarme de encontrar a los portadores al borde de regresar a seno de donde proceden. Del mismo modo, Santiago está emprendiendo el mismo viaje.- Dijo Gabriel
- No te derrotes, Gabriel, el chico es fuerte y todavía hay esperanzas de salvarlo. A tu portador también. – Dijo Mijots.
- Pero no entiendo ¿Por qué no pudiste curarlo al instante?- Dijo Miguel.
- Hace ya muchos años, se lo entregué a alguien de suma importancia para el futuro de este mundo. Los dos lo sabéis. El don de la curación preserva de enfermedades a quien lo lleva dentro. Le da la longevidad necesaria para cumplir con su finalidad. No tuve opción, quien ahora lo lleva estaba al borde de la muerte y no podía permitir que así fuera. En cuanto a mí; preferí valerme de todos los medios que el Señor nos ha entregado en este mundo para sanar a los enfermos. Así no alteraba el curso natural de la vida. Ya sabéis lo purista que soy y cuanto disfruto transmitiendo mis conocimientos médicos a otros.
- Lo comprendo, al fin y al cabo, si eres el Arcángel del cuarto coro de las Dominaciones, ha sido por la gracia de Dios y porque Él sabe cuanto amas su Obra Creadora.- Dijo Miguel sonriendo benevolente.- Pero… ¿Quién tiene ese don ahora?
- El portador del tercer símbolo ¿no es así?- Dijo Gabriel.
- Efectivamente, Gabriel. He venido aquí para encontrarlo y en lo que reste de mi vida poder enseñarle las artes del sagrado cayado y la curación que le transmití.- Dijo Mijots.
- Ahora comprendo por qué aquel chico llevaba la brújula de las dominaciones y por qué Thomas aun no está muerto. – Dijo Gabriel.- Él es el siguiente portador de Rafael.
- ¿A qué chico te refieres, Gabriel?- Preguntó Miguel.
- Al compañero de habitación de Santiago, Valentín Drainhealth.
- Entonces, habrá que encontrar a ese chico.- Dijo Miguel sonriente.

Valentín miraba por la ventana silencioso mientras las chicas charlaban entre ellas. Estaba cruzado de brazos sin evitar pensar en Thomas y Santiago que estaban ingresados. “Están pasando cosas muy raras aquí. Esos pájaros del otro día atacando, las infecciones, Santiago en coma, ahora el padre Thomas…no lo entiendo…” Se dirigió hacia las chicas.
- Voy a ir a la cafetería, ¿queréis que os traiga algo?
- No muchas gracias, Valentín.- Dijo Ana.
- Está bien, ahora vuelvo.

Pero Valentín no fue a la cafetería sino que salió pasear un poco, a los jardines interiores de hospital, compartido con una residencia de ancianos. Se sentó en un banco y pensativo miro a su alrededor. Muchos de los ancianos del geriátrico habían salido a tomar el sol. Unos en bastón, otros sin él o en silla de ruedas; acompañados de enfermeras, asistentes y algún familiar que lo estaba visitando en ese momento. El chico ontemplaba a esas personas, sintiendo una gran ternura y respeto hacia ellas. Cuantas experiencias habían vivido a lo largo de sus vidas y cuanto de sabiduría habrían obtenido gracias a ello. Después pensó en lo rápido que la vida había pasado para ellos y como la vejez y la enfermedad habían invadido mentes que en un pasado habían sido valientes, inteligentes, creativas, apasionadas o simplemente tranquilas. Metió la mano en el bolsillo y saco su estropeada brújula ni aun haciéndola girar entre sus manos se movía la aguja y suspiró. Al alzar sus ojos a las ventanas de la construcción, un nuevo recuerdo le embargó, aquella única y última vez en la que había enfermado y fue en África central, poco después del encuentro con el extraño beduino que le salvó del leopardo…

Durante su estancia en África, Valentín solía visitar a la familia de Raship quienes tan amablemente les ofrecían su hospitalidad a su padre y a su familia. Una de esas veces su padre se reunió con la de Raship para explorar el Congo. Solía el doctor ir solo a esas expediciones, pero aquel día le insistió tanto su hijo mayor que no se pudo negar; mucho tiempo llevaba Valentín soñando con adentrarse en la jungla y ver el nacimiento del río más largo. Recordaba perfectamente a su madre advertirle una y otra vez que no olvidara ponerse el repelente de insectos pero aquel día estaba tan entusiasmado e iban tan apurados, que no reparó en ello ni tan siquiera su padre. El calor era insoportable, así como la humedad. Se encontraban más en el centro que en el oriente del continente y los insectos eran muy numerosos.
Entusiasmado con iniciarse en el trabajo de su padre, que tanto él admiraba desde pequeño, disfrutó mucho pero al atardecer, observó posarse en su brazo izquierdo un moscón a la par de interesante, repulsivo. Se quedó un buen rato mirándolo sobre su brazo fascinado por su aspecto; fue corriendo a decírselo a su padre cuando el padre de Raship se abalanzó sobre el insecto para espantarlo pero el picotazo ya había tenido lugar.
Los primeros síntomas que tuvo fue una enorme irritación que le provocó una gran roncha en su pequeño brazo, bastante alargada que se extendió por su sensible y fina piel. Su padre le puso varias pomadas para suavizarle y le alivió bastante durante el resto del día pero comenzó posteriormente a sentir fuertes dolores en las articulaciones y un fuerte dolor de cabeza. La altísima fiebre obligó a su padre a volver y tratarle desde su casa muy preocupado.

Después de conseguir bajarle la fiebre pareció que todo volvía a su curso, pero los trastornos del sueño, la descoordinación, la confusión y las alucinaciones; fueron definitivas de un avanzado y letal diagnostico: “La enfermedad del sueño”.

Poco recuerda Valentín de semejante enfermedad debido al gravísimo estado en el que se encontraba; efectivamente la infección había alcanzado de forma vertiginosa el cerebro y estaba al borde de la muerte e inconsciente en todo momento.
Sus padres recordaban aquellos meses como los peores de su vida, porque pensaron que su hijo moriría…pero milagrosamente se salvó, quedando solo de semejante pesadilla una inofensiva marca que como si se tratara de una serpiente se enroscaba en su antebrazo izquierdo, provocada por la picadura de la mosca.

- Al borde de la muerte estuviste, bien te lo han descrito tus padres.- Valentín sorprendido de la interrupción se giró hacia la derecha donde descubrió al doctor Mijots- ¿Acaso no me recuerdas, Valentín? Yo no solo te salvé de aquel leopardo sino que también te salvé de dicha enfermedad, y en tu brazo tienes la prueba de ello…
Mijots le tomó del brazo y le embargó un inmenso desvanecimiento, inundándole un recuerdo enterrado en su mente desde hace mucho tiempo, mientras escuchaba la voz de Mijots desde lo más profundo de su conciencia

- Tus padres se encontraban desesperados, los escasos medios de los que dispone África ponían aún en mayor peligro tu estado, y sin embargo, no sabían como prepararlo todo para llevarte de regreso a Inglaterra. Era un enorme coste para ellos ya que no te valías por ti mismo y estabas en constante inconsciencia. Embargados por un enorme temor, tu familia no se apartó de tu lado rezando siempre por tu recuperación. Tenían una milagrosa esperanza de que despertarías tarde o temprano.

Sobre tu cama colgaron un marco de Rafael con la fe de que te protegiera en todo momento, y no estaban equivocados, pues cuando la noche les encaminaba a dormir yo te aguardé al lado. Todos los días me valí de mi don para que despertaras, cuando supe que la única forma de salvar a mi portador era haciéndole finalmente la entrega total de la curación, te la otorgué para que sanara todo tu cuerpo.
Valentín, no todo se debió a mí, yo conocía tu corazón y las ganas de vivir que tenías y solo el impedimento físico era lo que te obstaculizaba de ello. Luchabas desde tu interior, aunque ahora no lo recuerdes. La curación funciona más eficientemente, cuando en quien se aplica, tiene la inmensa fuerza y deseo de vivir y luchar.

El adolescente, como si se tratara de una hipnosis de retroceso, vio una inmensa oscuridad a su alrededor que se rompió con un resplandor verde. Frente a él apareció el beduino resplandeciente con una benevolente sonrisa en su amable y bello rostro. Tenía dos grandes alas esmeralda y un cayado. Le ofreció su mano emprendiendo el vuelo y entonces despertó ante las lágrimas de sus padres que vieron que se había curado milagrosamente.

- Ahora lo recuerdas ¿no es cierto?
Valentín miró con detenimiento a Mijots y reconoció su rostro. El deterioro de su piel y arrugas, así como las canas le habían envejecido tanto que estaba irreconocible a simple vista, pero los ojos los tenía tan verdes y vivos como el joven del arco y la flecha que le había permitido acariciar al leopardo.
- Eres tú…- Dijo sonriente.- Pensé que no te volvería a ver.- Mijots rió cálidamente y le pasó el brazo por el hombro.- Pero… no entiendo…- dijo confuso.
- Escucha Valentín, yo no solo soy un beduino aventurero que anda por ahí como un héroe rescatando vidas. Yo soy aquel que guarda la creación de este mundo y el que conoce todos los secretos de la naturaleza. Yo soy Rafael, el arcángel del cuarto coro de las Dominaciones, el anterior guardián de esta brújula que me permite conocer a quien debo ayudar y acudir cuando me necesitan.- Tomó la brújula de la mano del confuso Valentín. En ese instante comenzó a moverse y un gesto de preocupación apareció en el rostro de Mijots.
- Qué pasa.
- Esta brújula detecta una amenaza.- Dijo levantándose.
- ¿Adónde vas?- dijo Valentín.- Todavía no entiendo nada de lo que me has dicho, ¿Cómo es que eres Rafael?- Mijots se puso el índice en los labios en señal de silencio.
- Escúchame bien. Entra en la UVI, en la cama 13 y 14, ahí están Thomas y Santiago. Ellos te necesitan.- dijo posando sus manos en los hombros de Valentín.- Como ya te he dicho yo ya te entregué el don de la curación y no puedo utilizarlo.
- ¿El don de la curación?
- Mira bien tu brazo ahora.- Valentín miró un fulgor verde que irradiaba de la señal del picotazo. Tenía forma de serpiente. Se asustó al verlo.- No temas, brilla ahora, porque tras haberte desvelado tu poder, éste ha despertado. Ahora debo partir, hay una amenaza en el centro de la ciudad, y creo que es Pruslas.
Mijots se adentró en el pasadizo más desierto y oscuro del hospital trepando por las paredes con la facilidad de una lagartija. Sobre el alfeizar del muro dos alas se extendieron a cada lado de su espalda dejando boquiabierto a Valentín, cuando el doctor emprendió el vuelo.
- ¡¡No era mentira!!- Exclamó señalándole.- ¡Es un ángel de verdad!- Entonces recordó lo que había ocurrido en el cine, cuando Miguel le llamó la atención así como lo ocurrido en el bosque próximo a la escuela. – Y hay más…

Alrededor de Santiago todo estaba oscuro y pese a que su consciencia le mantenía aún comunicado con el exterior, no podía ver, ni moverse, ni hablar y escuchar muy levemente. Sentía mucho dolor, calor, y notaba algo que le molestaba la garganta. Un aire frío le llenaba los pulmones y se los vaciaba, Aquella gran ráfaga le hacía sentirse bien un momento pues su temperatura parecía templarse, pero cuando el aire le abandonaba el calor volvía a arderle. No sabía lo que había ocurrido ni por qué estaba en esa situación.
Entre sus memorias se acordó de sus padres adoptivos, no sabía exactamente por qué, tal vez necesitaba ahora que estuvieran junto a él; nunca pensó que fuera a decirlo con tanta sinceridad. Después se acordaba de la sonrisa y la amabilidad de Ana; de las meteduras de pata de su amiga Joan y de la engreída y testaruda Sara. No había hablado con ellas demasiado, y sin embargo, tenía detallados recuerdos de ellas. Se acordó de su compañero de habitación Valentín y cuando se tropezó con su maleta…
Retrasando más sus recuerdos volvió al orfanato y las monjas que le habían criado, de sus carreras por el campo…, de sus escaladas por los árboles y rocas…., del río donde solía improvisar una caña con las cuerdas de la guitarra de la hermana Cristina. A una rama de árbol fina y flexible, ataba un clip desenredado y una lombriz que previamente había cazado en la húmeda tierra de un helecho. Parecía mentira, pero siempre conseguía pescar alguna cosa y luego la liberaba. Se acordó del padre Thomas en las aburridas misas, su benevolente expresión y como siempre andaba rodeado de niños jugando con ellos como si fuera uno más…
Thomas…
…era verdaderamente como un santo de verdad y entonces, se acordó de la historia que le había contado sobre la cruz de Santiago al ver su medalla y de Gabriel…

“¡Gabriel!” Gritó por dentro pero su voz no se escuchaba. Él le había dicho que nunca le abandonaría y pese a ser un ángel y su maestro ahora no estaba con él. Sintió como una inmensa sensación de abandono y soledad le hizo tener miedo.

“¡Y si me quedo así para siempre!”

Y le entró un inmenso agobio y desesperación… y notó encogerse su estómago. Tenía ganas de llorar y sin embargo no podía tampoco hacerlo.

“Prefiero morirme antes de permanecer así”

Y entonces se acordó de lo que le dijo Gabriel:
“Si el miedo atenaza tu espíritu. Sientes una enorme desesperación y te encuentras en una situación terrible. Recuerda que no debes perder la fe y si ésta te falla recuerda que Miguel está contigo dándote la confianza, fuerza y valor necesarias para afrontar todos los males y desavenencias en las que te encuentres. Llámale y él te asistirá con su presencia y poder.”

“Miguel… Miguel… ¡Miguel!” Gritó con todas sus fuerzas. No recibió respuesta pero insistió en su invocación hasta que frente a él la oscuridad había cesado y una llama azulada le iluminó de lleno. Supo que era a quien estaba llamando y se llenó de consuelo.

- Cuánto has tardado en llamarme, Santiago…- Le dijo la llama azul que se convirtió en Mario. Estaba de brazos cruzados y con una ceja levantada, en expresión inquisidora.- No puedo entrar en tu espíritu si tú no me permites que lo haga, recuérdalo siempre.-Después sonrió benevolente– Está bien.- Le dijo.- Debes despertar, pero para eso debes saber algo…, algo que nadie te puede enseñar salvo tú mismo. No requiere de entrenamiento, pero sí de un enorme esfuerzo y fe de tu parte.
- El qué.- Dijo el chico.

- Es la técnica de la SALVACIÓN. Ésta permite despertar tu cuerpo a partir de tu alma y conciencia. Acumula toda tu energía y la hace crecer con inmensidad indescriptible; pero al finalizar su efecto habrás agotado todas tus fuerzas y bajado todas tus defensas, hasta el punto de que vas a caer otra vez y tal vez no despiertes.

Santiago vaciló

- Dime Santiago…- Le decía Miguel.- ¿Quieres despertar o prefieres quedarte así? Si no quieres seguirá invadiendo el mal a esas almas inocentes y la Misión que te encomendé conmigo fracasará.- Santiago miraba la luz. No podía permitirlo. No podía permitir que las personas estuvieran en peligro y supo que algo estaba claro: Mejor actuar y despertar que seguir en esa oscuridad.- ¿Quieres despertar?- Volvió a decirle Miguel.
- Sí- Dijo Santiago
- Entonces intenta que tu intención se convierta en acto y ¡¡Levántate!!
De un fuerte impulso el tronco de Santiago se levantó. Sus ojos podían ver sus manos y a su lado vio a Valentín que tenía a una enfermera aprisionada por las manos. Ésta estaba intentando desconectar el respirador artificial de Thomas y el de Santiago. Tenía venas azuladas en sus sienes y los ojos teñidos de amarillo. Sacó un kunai dispuesta a clavárselo a traición en el hígado a su compañero.
- ¡Apártate gafotas!- Dijo Santiago arrancándose la mascarilla de oxigeno y abalanzándose sobre la enfermera.
Valentín cayó de espaldas sobre Thomas anonadado de lo que estaba viendo ante sus ojos. Santiago se había despertado brillando con un fulgor azul añil muy hermoso y no dos sino Cuatro amplias alas se extendía a lo largo de su espalda. Eran muy grandes llegaba a cada esquina del habitáculo. Los ojos de Santiago brillaban intensamente siendo tan solo dos destellos azules muy claros prácticamente blancos. La enfermera a quien le salieron dos alas de murciélago de la espalda parecía deformarse cada vez más, hasta que su joven y bello rostro se convirtió en una arrugada y cadavérica cara de amarillo macilento.
-Santiago es otro ángel…- Se dijo Valentín sin dar crédito.- Ahora entiendo porque sabía mi nombre en el cine. Si mal no recuerdo había un tercero… ¿quién era?.- Dijo pensativo… y miró a Thomas. Entonces comprendió porque el beduino se refirió también a Thomas, él debía ser el tercero. Le miró mientras escuchaba la batalla de la habitación.
- Sácalo de aquí, Valentín.- Exclamó Santiago.- Debes protegerle a toda costa.
Valentín estaba confuso cómo iba a sacar a Thomas de allí. Si le desconectaba le habría matado definitivamente. No podía hacer nada.
- La señal…- Le dijo Santiago quien tenía los brazos de la enfermera aferrados a su cuello fuertemente, dispuestos para rompérselo.- Debes curarle…
Valentín se remangó la camisa del brazo izquierdo cuya señal brillaba extraordinariamente, se preguntaba que debía hacer con ella, absolutamente asustado porque no entendía nada. Cuando la rival de Miguel descubrió la señal gruñó y sacudió a Santiago con todas sus fuerzas tirándolo por la ventana para abalanzarse a arrancar a mordiscos el brazo de Valentín que guardaba la curación del arcángel de la Anunciación. Hincó sus dientes en el brazo de Valentín, quien emitió un grito de dolor indescriptible. Miguel clavó su espada en la nuca del demonio y éste cayó al suelo arrastrándose hasta la ventana. Saltó por ella mal herida, mencionando a Pruslas pero al tocar el suelo, su cuerpo recuperó su forma original, quedando tan solo una bella mujer moribunda en él.
Miguel, ya no Santiago en ese momento, miró a Valentín sentado sobre el suelo abrazando su brazo sangriento. Acercándose al chico, se puso de cuclillas frente a él sonriendo benevolentemente y le tomó el brazo con delicadeza.
- Los chicos no lloran, gafotas.- Le dijo.- Tranquilo, no vas a perder tu brazo, mira bien tu piel, y comprobarás como cicatriza velozmente.
Valentín miró su brazo efectivamente las marcas de los dientes se estaban cerrando.
- Antes que nada. Vierte un poco de tu medicina divina en el padre Thomas, y encontrarás las respuestas que buscas.
Valentín se levantó y unas gotas de sangre cayeron sobre la frente del sacerdote, pero antes de mancharle se convirtieron en transparentes y limpias gotas de agua con resplandor esmeralda.
- Sin miedo impón tus manos en su cabeza y remedia el mal que lo mantiene en coma.
Valentín hizo aquello y sintió una fuerza absorbente al hacerlo. La imagen del organismo del sacerdote se implantó en su mente como si mirara a través de un tac y distinguió el veneno de Pruslas recorriendo la sangre de Thomas como un microscopio. Sus gotas exterminaban dichos males y mientras Thomas despertaba, Valentín caía exhausto sobre la cama.
- La primera experiencia espiritual es agotadora.- Dijo Miguel cuando vio a Thomás irguiéndose en la cama.- Cuida del chico, mi buen amigo, yo he de ayudar a Mijots.
- Ve.- Dijo Thomas.
Miguel emprendió el vuelo saliendo por la ventana.

>>>>>>>>>>>>>>>>>>>

Bien escondida estaba la errata s46.gif habré leído este capítulo ya un montón de veces para revisar la gramática ;)

Editado por Talaris, 20 diciembre 2011 - 11:35 .

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#64 Lunatic BoltSpectrum

Lunatic BoltSpectrum

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Publicado 17 diciembre 2011 - 23:58

EXCELENTE!!

Como siempre un capitulo genial, la trama estuvo estupenda


saludos

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#65 Megarage

Megarage

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Publicado 18 diciembre 2011 - 21:10

Un muy buen capitulo como siempre ! happy.gif

Aunque en esta ocación encontre un par de pequeños errores upsi.gif

Espero muy pronto publiques un nuevo capitulo

Saludos s55.gif

:sonaro: ¡¡¡ Sindicato de los iluminados !!! :sonaro:
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#66 Talaris

Talaris

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Publicado 20 diciembre 2011 - 11:30

Le di sin querer a citar XD

gracias Rage y bolt sois los mejores ^^ el siguiente capítulo os sorprenderá.
besos

Editado por Talaris, 20 diciembre 2011 - 11:33 .

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#67 artemissa95

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Publicado 20 diciembre 2011 - 21:23

Vaya ¡¡Que bien un capitulo mas de Arcangel happy.gif!!

como ya bien lo sabes... ¡¡Es super Excelente!!

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#68 Rina_Holic

Rina_Holic

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Publicado 21 diciembre 2011 - 11:05

ohh !!! cuando llege a casa lo leeo ... lo juro ^^ saludos y besos ^^ s42.gif s42.gif s42.gif
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La pintura es poesia muda , la poesia , pintura ciega

#69 Talaris

Talaris

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Publicado 03 marzo 2012 - 09:43

Bueno seguidores de Arcángel
¿preparados para los capítulos finales de la primera temporada?
en principio eran dos capítulos, pero como me salieron un montón de páginas tuve que dividir ^^
Al que ponga allí arriba 5 estrellitas al tema le dedico estos 4 capítulos, a ver quien es el majo XD
Por otro lado os invito a que pinchéis en "like this" para ver qué capítulos tienen mayor calidad de esta temporada, me será útil para la siguiente. :)
un abrazo y ahí va!

>>>>>>>>>>>>>>>>>

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Barbatos estaba en la zulo de Devil terminando un tatuaje a un cliente. Se trataba de un cadavérico y grotesco payaso con ojos venosos, amarillos y sanguinolentos. Sonrió de pronto pues el dibujo le recordaba al insoportable Pruslas. El cliente le miraba un tanto extrañado pero no preguntó nada. Cuando dio el último retoque pasó el trapillo con desinfectante para aliviar el enrojecimiento y le dijo al joven que se levantara. Cuando hubo éste después de pagar, puso el cartel de cerrado y abriendo el pasadizo bajó las escaleras pausadamente.

- Parece que no consigues librarte de tu molesto rival…- Dijo una voz entre las sombras.

- ¿Otra vez tú? ¿No tienes nada mejor que hacer?- Dijo Barbatos a la voz que le hablaba.

- Aunque parezca mentira Pruslas caerá y después también caerás tú, cuando Astaroth te envíe inútilmente a la lucha. Después caerá Astaroth. ¿por qué vas a permitir que te utilice ese fanático? Tú eres mucho más listo y poderoso que él.

- ¡Silencio!

- Solo tienes que seguirme y te diré como puedes deshacerte de él.

- ¿Pretendes convencerme de que sabes como destruir al jefe máximo de las legiones de Lucifer? – Protestó mientras se giraba a su espalda pero no vio a nadie.

- Yo tengo un inmenso poder…, - Cuando miró Barbatos al frente distinguió una larga y rojiza cabellera, pero no pudo ver el rostro de su dueño oculto en las sombras.-… y puedo lograr que asciendas por encima del general demoniaco.- La sombra abrió los brazos, entre ellos brillaba una misteriosa luz como el fuego del infierno.

- No puede ser…- Dijo el tercer coronel abriendo el ojo sano

- Así es…, demonios más poderosos han sido liberados y solo ganará el más fuerte de todos. Yo soy ese y si me juras fidelidad y me sirves ocuparás un lado en mi trono.


Alguien subía precipitadamente por las escaleras, dejando escuchar fácilmente sus pasos. El espíritu volvió a cerrar los brazos y comenzó a desvanecerse.

- Piénsalo bien, Barbatos… yo puedo darte lo que ansías…


Desaparecida la sombra, la oscura estela fue atravesada por Pruslas, quien sin percatarse de la conversación que acababa de tener lugar, se paró para no chocarse con Barbatos quien fijó sus ojos en él.. Pruslas pudo sentir la repuslsión y odio que brotaban del tercer coronel atravesándole los rojizos cristales de sus gafas, pero orgulloso de sí mismo y con intenciones de restregar su triunfo le dijo sonriendo ampliamente y mostrando sus puntiagudos dientes:


- Vaya, vaya Barabatos. Ya que estamos juntos, no vas a felicitarme por mi impecable trabajo.

- Guárdate tus méritos, Pruslas, pues aun no han muerto los portadores de los Arcángeles.- Dijo impasible Barbatos y con un tono neutro que intentaba ocultar su desprecio.

- ¡Eso es imposible!- Dijo sorprendido, borrandose la irónica sonrisa de su boca.

- Así es… - Dijo Barbatos. Esta vez mostraba él la sonrisa. Se sacó el ojo de cristal y suspendiéndolo entre sus palmas de las manos, la diminuta esfera proyectó una imagen en la pared.- La curación ha sido despertada y ellos se han recuperado. – Pruslas observaba en la imagen a Gabriel con Valentín y a Miguel volando hacia la ciudad.- Mucho me temo que tus legiones demoniacas están en peligro.- Ahora en la imagen aparecía Mijots luchando con los nuevos esbirros de Pruslas quienes habían paralizado de disturbios y violencia a los habitantes de la ciudad.

- Rafael…- Dijo frunciendo el ceño Pruslas - Si borra su burlona risa, Bárbatos volvió a colocarse el ojo de cristal y continuó bajando las escaleras, dejando atrás a su rival.


Pruslas se quedó solo sin borrar la imagen de su mente, reconcomiéndose en su odio hacia el Arcángel y mayor rival.: “Entonces habrá que acelerar la muerte del médico”. Se dijo mientras cerraba su puño.


En la azotea del hospital Valentín abrió los ojos y quitándose las gafas comenzó a frotarse los párpados. Al subir la vista encontró a Gabriel sentado en su aurea rosada. Tenía los ojos cerrados como si rastreara kilómetros de distancia donde se encontraban Mijots y a qué altura de él se encontraba Miguel.

Valentín atónito contempló la bella imagen del Arcángel de los querubines y se puso las gafas para comprobar que su miopía no le traicionaba, y efectivamente…, frente a él había otro ser celestial, tal vez mucho más hermoso que el anterior.

Gabriel sabiendo que el chico se había despertado al fin, dejó su extrema concentración y le miró con sus claros y rasgados ojos. Valentín al percibir su magnánima mirada se sintió como si aquel ángel pudiera descubrir los más recónditos secretos de su corazón y sitió temor.

- No he visto en ti nada que no haya visto antes.- Dijo Gabriel poniéndose de pie y acercándose al adolescente.- No temas ni te avergüences, yo estoy aquí para demostrarte que la comprensión y la asistencia es nuestra misión y deber.- Gabriel le tendió la mano para que Valentín se la cogiera. El chico se mostró aún temeroso.- Debes confiar en mí, esto es real no estás soñando, es lo que llamamos prueba de fe. – La benevolente sonrisa del ángel hizo confiar un poco más al portador de Rafael y pese a que aún le temblaba el pulso posó su mano entre los dedos del Arcángel. Gabriel cerró sus largos dedos sobre la mano del chico y miró a cielo mencionando: REVELACIÓN.

El destello de su frente se amplió en un abierto surco y desaparecieron los dos como abducidos por la nada, mientras que sus cuerpos caían en el frio suelo.

Valentín se halló en medio de unas criaturas envueltas en amplios y voluminosos tejidos blancos y verdes. Todos iban embozados dejando avistar un hueco entre las telas donde dos ojos de mirar anciano y penetrante se percibían. Curiosamente todos disponían de cayados y se inclinaron ante él educadamente. Sus expandidas y hermosas alas se ampliaron y recogieron como unos hermos velos de algodón.
- Por fin ha llegado el nuevo portador de nuestro maestro.- Dijo uno.
- ¿Maestro yo? ¿Qué portador?- Dijo Valentín desconcertado.- ¿Dónde estoy?- Se le ocurrió mirar abajo y se dio cuenta que flotaba en medio de una luz.

Un sudor frío comenzó a recorrer las sienes del chico y lo que veía bajo sus pies comenzó a deformarse en su visión. Asustado se aferró al único brazo que parecía sostenerle y éste no era más que Gabriel tan luminoso como una llama rosa. Comenzó a gritar de forma cómica y en cierto modo histérico. La apacible voz de Gabriel le decía que se tranquilizara, pero el chico le agarró del cuello y, como el que intenta aferrarse con todas sus fuerzas a la única y gruesa rama que le impide caer a un abismo dijo:

¡¡Tengo vértigo!!

las carcajadas de los seres que les rodeaban, junto a las de Gabriel, estallaron en la inmansa tranquilidad de la luz. Eran cálidas y comprensivas.

- Aquí no te caerás no hay suelo ni abismo alguno.- Comenzó Gabriel.- Estás en la dimensión espiritual del Cielo. Yo te sostengo ¿Ves?- Dijo soltándole los brazos y Valentín pudo ver que efectivamente no se caía y el terror comenzó a dar paso a la admiración. Una sonrisa comenzó a dibujarse en su pálido rostro.

- El chico me cae simpático- Dijo otra de las criaturas.
- Se le ve buen corazón.- Dijo otra.
- Será un extraordinario guía nuestro el la Tierra.- Dijo el de la derecha.
- No me extraña que nuestro maestro Rafael lo eligiera.- Dijo el que estaba a su espalda.
- ¿Rafael?- Dijo Valentín.- ¿Lo conocéis? cómo sabéis que yo…
- Él te ha entregado su don y su símbolo.- Dijo el que estaba enfrente a la derecha.- Valentín miro nuevamente su brazo con la señal de la serpiente y como la brújula le colgaba por la cadena que se le había enganchado en el bolsillo.
- ¿Quiénes sois? ¿Qué significa todo esto?.-Dijo el chico sucesivamente fue constastando cada una de las criaturas presentes más cercanas a Gabriel y él.
- Nosotros formamos el Cuarto Coro del Cielo, el de las Dominaciones. Cuyo encargado y maestro es el Arcángel Rafael.
- Junto a él y sus sabias enseñanzas protegemos la armonía de la creación y de la naturaleza.
- ¿Como los druidas?- Dijo Valentín. Las criaturas se miraron extrañados. Gabriel se echo a reír.
- No os extrañéis.- Les dijo el Arcángel.- Son cosas de los hombres y la Tierra. El objeto de su rica imaginación.
- ¿Y qué hace un druida?- Dijo uno intrigado, mientras sus alas se agitaban levemente.
- Son los vigilantes de los bosques. Crean medicinas y pócimas mágicas y suelen ir acompañados por animales.- Dijo Valentín. Las dominaciones comenzaron a rumorear entre ellas como si deliberaran alguna opinión. Justo como pudieran hacer los senadores en una cámara.

Mientras, Gabriel volvió a reír y acercándose a Valentín discretamente le dijo:

- Valentín, esto no es una historia imaginaria. Ellos ignoran las historias imaginarias. Limítate a escucharles.- Se volvió el Arcángel a dirigir a las criaturas.- Estimado cuarto coro no hagan caso a lo que dice el muchacho.- Las Dominaciones silenciaron y volvieron a centrarse en ellos dos.- Vuelve a ser su imaginación.
- Está bien que nos lo hayas traído. Gabriel.- Dijo el de enfrente.- Así podemos acercarnos un poco más a la incomprensible pero maravillosa imaginación humana.
-Nosotros solo conocemos los ciclos naturales de la naturaleza, sus reacciones químicas y físicas y su compleja sistematología. Todo eso sabemos junta al funcionamiento que tiene cada órgano de un cuerpo físico, pero la imaginación... eso es in misterio que ni tan siquiera nosotros podemos explicar, nada más que basándonos en un extraño razocinio de la mente que le gusta soñar. - Dijo la dominación de la derecha de la anterior.
- Nuestra misión se ocupa de preservar e impulsar la naturaleza lo que nuestros custodios han llamado “ciencia”.
- ¡Ciencia!- Exclamó entusiasmado Valentín.- Sois los ángeles guardianes de los científicos.
- Podría decirse así…. - Dijo uno llevándose la mano a la barbilla tapada, como si pensara.
- El tiempo se agota.- Dijo Gabriel.-Ha sido un honor visitaros.
- El honor es nuestro, Gabriel.- Dijeron inclinándose.- Allánanos el camino, portador del Maestro Rafael, para cuando nos toque descender.

Un enorme peso ahogó a Valentín que despertó entre los brazos de Gabriel en la azotea del hospital. Respiraba como si le hubiese invadido un ataque de asma. Sentía angustia por su reacción física, pero un gran entusiasmo, por otra parte.
- Ya conoces quien eres y tu misión.- Dijo Gabriel, mientras Valentín lo miraba.- Has visto a esa enfermera intentando matar a Thomas y Santiago. Fuiste atacado en el Cine…
- No entiendo nada.- Dijo el chico con dificultad.
- Alguien está liberando a los demonios del infierno, precipitando el fin de los días y los Arcángeles hemos tenido que descender a devolverles a ese lugar. Nos acogemos en nuestro custodio, para hacernos valer de su cuerpo físico para detener a los poseídos. Tú eres el portador de Rafael.
- Pero Mijots…
- Él está enfermo, y no podrá terminar su misión, por eso te eligió a ti; eres joven y con una larga vida por delante.
- ¿Y qué se supone que tengo que hacer?.

Gabriel tomó la brújula y se la puso en las manos.

- Creer para poder ayudarnos.
- No sé donde están ni Santiago ni Mijots.
- ¿Estás seguro? Tienes en tus manos la forma de buscarlos.

Valentín miró la brújula. No sabía lo que tenía que hacer pues estaba rota.

- La brújula, te llevará hasta ellos,- Volvió a comenzar Gabriel.- Pero para que funcione debes confiar en lo que acabas de presenciar, pues es tu corazón el que te une a nosotros. Si quieres ayudarnos solo cree en ello, cree en quien eres, en quien te envía y en quien debes ayudar.

Valentín miró fijamente la brújula deseando con todas sus ganas en creer y convencerse y la brújula... se movió…
>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>

Hmm Rage creo que ya lo corregí todo y además he aclarado un poquito más. Si dices que descuidé la escritura por la repentina aparición de la misteriosa sombra de pelo pelirrojo y pecho llameante... espera y verás. :s46:
Gracias por ser tan fieles :s42:

Editado por Talaris, 08 marzo 2012 - 04:52 .

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Publicado 06 marzo 2012 - 17:16

Buen capitulo hasta donde he alcanzado a leer :upsi:

Por la tarde que salga del trabajo lo voy a leer con calma y completo !!!


Saludos !! :s55:

PD. El tema ya tiene sus 5 estrellas :P

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Publicado 07 marzo 2012 - 09:43

como siempre muy capitulo Talaris

un capitulo necesario para aclarar mas dudas

saludos

#72 Megarage

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Publicado 07 marzo 2012 - 12:59

Talita en el epi hay algunos cuantos errores :upsi:

Creo que has descuidado un poco la escritura , el capitulo es muy bueno y espero pronto leer la continuación , también espero que cuides un poco más la escritura para evitar esos pequeños errores ;)

Saludos :s55:

Editado por (Ön€) Vic Rattlehead, 07 marzo 2012 - 20:57 .

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#73 Talaris

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Publicado 19 marzo 2012 - 08:29

Hola aquí tenéis el capítulo 15. Yo creo que está correcto.
Una cosita si os, confundís mucho con los nombres, puesto unas veces digo Mijots, otras Rafael me lo decís para tenerlo en cuenta.
...
por cierto ¿cómo puedo meter el enlace de este capítulo en mi firma?
un saludo
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El caos se había hecho dueño de la ciudad. Un grupo de hombres embozados y encapuchados corrían por los tejados, la acera y el asfalto. Vestían oscuras ropas compuestas por togas cruzadas anudadas a la cintura y pantalones abombados. Se movían, pese a la paradoja, con sigilo y rapidez, sin provocar ruido alguno. Sorprendían a los indefensos ciudadanos quienes no tenían tiempo de apartarse en su camino, llegando a ser las presas de sus antojos.

Los coches eran detenidos provocando accidentes y secuestrando las almas de sus pasajeros. Los poseían y éstos se levantaban atacando a los demás. Se extendía una especie de fiebre cuyos efectos y delirios consistían en dejar rienda suelta a todas las debilidades y vicios que atormentaban el alma de una persona. El que estaba durmiendo en la calle, tras ser tocado por uno de los villanos, se levantaba y asaltaban a despistados peatones para llevarse un abundante botín. Otros se lanzaban al escaparate o luna del supermercado o pastelería devorando todo lo que encontraban allí hasta empacharse. Otros tomaban a una indefensa mujer y la forzaban en el callejón más recóndito. Ellas se tiraban de los pelos para robar la joya más preciosa o el abrigo de pieles más costoso. Los niños pegaban un puntapié a su compañero y le quitaban el juguete mientras el otro enrabietado corría tras él y luchaba para que se lo devolviera.

Mijots contemplaba el panorama absolutamente entristecido y detenido. ¿De dónde salían aquellas pequeñas legiones de pecados? Las analizaba detenidamente, sin duda alguna, podían hacerse pasar por caza recompensas orientales, también conocidos como ninjas. El doctor sabía que nadie más que Pruslas había podido entrenar a semejantes seres, o incluso crearlos, aprovechándose de los conocimientos que había obtenido del Coro de las Dominaciones.

Oculto en la oscuridad de un callejón, dado que su resplandeciente porte podía repeler a alguna de esas legiones, esperaba la oportunidad pacientemente de atacar a uno y desenmascararle como el siguiente capitán de Pruslas.
El doctor internista había tenido tiempo suficiente de poder vestir sus ropas habituales de nómada y sus protecciones en la lucha. Eran vestidos muy semejantes a los de aquellas legiones, pero bajo la toga una cota de malla protegía su débil cuerpo. Una particular greba protegía su pierna izquierda, donde resplandecía un extraño símbolo: una copa y una veleta envueltos por una serpiente. No era casualidad que allí estuviera el curioso escudo, pues la marca de la curación, ya seca, permanecía en la piel del gemelo de la misma. El doctor se tocó dicha pierna al agazaparse más en el muro esperando la llegada de una de las legiones que estaba ya muy cerca de él:


“Ánimo Valentín.”Se dijo. “Confío en ti. Llegarás a tiempo para tomar parte de esta batalla y ayudar a este pobre viejo.”

Mijots interpuso su cayado entre los pies del despistado ninja y éste cayó al suelo. La oculta legión de Pruslas le miró fijamente y pese al paño de su rostro, el doctor pudo percibir una malévola sonrisa en ella. Se abalanzó el portador sobre su enemigo, pero éste se levantó con inmensa agilidad sacando dos kunais para contraatacar.

El demonio se lanzó contra el portador de Rafael quien lo frenó con el cayado. Primero la mano derecha y luego la izquierda para golpearle la cabeza desde arriba humillándole. Después enredó el bastón entre los pies del demonio elevándolos en el aire. El sujeto, sin apoyo, cayó brutalmente de cabeza sobre el asfalto. Se le humedeció el paño que ocultaba su boca y sintió el sabor amargo se la sangre en sus labios. Mijots se puso encima de su espalda para inmovilizarle. Uno de los pies le bloqueaba la zona trasera de la rótula impidiendo que éstas se flexionaran para levantarse, y el otro lo puso entre los omoplatos aplastándole contra el suelo.


- ¿Quién es tu señor?- Dijo el Arcángel.- ¿Quién es el nuevo capitán de Pruslas?- Pero le respondió una burlona risa.

- No lo sabrás jamás…

- ¡Maldito seas, caído!- Dijo presionando con la punta inferior del cayado en la cruz de la nuca. El demonio sintió la punzada de dolor – Dilo sino quieres que te descabelle - Volvió a contestarle una risa. El Arcángel presionó más hasta oír un quejumbroso murmullo, pero después lo ocultó otra risa.

- Dime, Rafael, ¿serás capaz de hallarlo tú solo entre nosotros?

- Entonces tú lo has querido.- Con un rápido movimiento el Arcángel hundió su cetro en la base del cráneo del endemoniado, quien tras unos espasmos, dejó de moverse. Observándole atentamente Rafael, no percibió alma alguna que escapara del cuerpo, por lo que pensó que aquel sujeto no era un poseído sino un auténtico siervo de Pruslas.


Mijots posó su mano en el centro del cayado y éste se curvó en un arco de dos metros de largo. Tomó una de las cruces de San Juan de su hombro, que otrora le servía como un shuriken otrora como una punta de flecha al desencajar uno de los extremos de ésta. Paso el triángulo afiladísimo por la cuerda de su flexible arco dorado, ésta se extendió en un largo y formidable astil de cuatro plumas de base. El culatín quedó perfectamente enganchado a la cuerda. Tensó sobresaliendo los bíceps de la cota de malla de su brazo derecho y Soltó con suavidad. La flecha atravesó el aire con precisión e imperceptible zumbido, hasta clavarse en otra de las legiones que atravesaba corriendo su campo visual. Ésta, en vez de caer como lo hiciera un ciervo, se desvaneció como un vago espejismo de los desiertos que había habitado Mijots.

El portador, desconcertado al comprobar que las legiones no parecían cuerpos sólidos, como el primero; tomó otro de los tres extremos que aún le quedaban de la cruz ceñida a su hombro. Miró a su espalda donde venían algunos más. Repitió los lanzamientos con ellos, con la velocidad del trueno, hasta agotar todas las cruces de su armamento. Todos los demonios desaparecían del mismo modo obligando al Arcángel a cesar en su inútil ataque. Sus ojos se tornaron pensativos, verdes como el leve aura que lo rodeaba. ¿Qué podía hacer ante aquello…?

-Son solo visiones- Se dijo. Entonces descifró la clave de su primera víctima de aquel ataque…, “¿Serás capaz de hallarlo tú solo entre nosotros…?”, y comprendió que todos aquellos ángeles caídos eran las proyecciones de uno solo, capaz de dominar un poder que se escapaba de su conocimiento.
Mijots miró al cielo y sus alas se expandieron sacudiéndose para alcanzar la altura suficiente para contemplar toda la ciudad desde el aire. Miró las legiones atentamente. Entonces lo encontró:
Entre ellas una no se movía.



- Ahí estás…- Volvió a apuntar con su arco y lanzó una última flecha, pero el sujeto se apartó antes de que le hiriera y alzando sus ojos lo miró. El Arcángel percibió unos cuantos shuriken que se le dirigían veloces y uno le alcanzó el brazo. El resto, menos dos, se desvanecieron como más espejismos. – Es un maestro del engaño.- Dijo mientras se arrancaba el shuriken de su extremidad y se lo devolvía a su dueño, lanzándose en picado hacia él. Esquivó con la velocidad de un colibrí el resto de los shuriken que le eran lanzados, hasta que su cayado chocó con los kunais cruzados de su contrincante.


Le reconoció.

-¡Quebrantariel! Ángel de la quiebra del espíritu.
- ¡Hola Rafael! Un placer volver a vernos después de tanto tiempo.- El demonio lo lanzó con todas sus fuerzas lejos. Rafael se poso firme en el suelo.- ¿Pero a qué me llamas ángel si los dos sabemos que ya soy un demonio?
- ¿Eres el nuevo capitán de Pruslas?
- Así es.- Dijo sonriendo mientras volvía a lanzarse contra el Arcángel. Éste repelió su ataque esquivándole y golpeándole con uno de los extremos de su cayado haciendo crujir las costillas de Quebrantariel.

El demonio gruñó.
- Ese es el problema de utilizar un cuerpo físico. - El demonio arremetió tomando el cayado entre sus kunais y forcejearon. Una patada en el cuello hizo perder estabilidad al Arcángel y el cayado saltó lejos.

- Veamos qué tal te las apañas sin el cetro de tu jerarquía.

Rafael sacó rápidamente una de sus dagas ninjas y con rapidez la utilizó contra su contrincante, quien recibió un severo corte en la cara atravesándole un ojo. El demonio conmocionado se llevó la mano a su lesión, que no tardó en teñírsele de sangre.


-Detén a esos esbirros tuyos antes de que sea demasiado tarde.- Le advirtió el Arcángel, pero le respondió una carcajada. El demonio se quitó la mano y le miró con el ojo herido, ensangrentado.
- ¿Por qué iba a hacerlo? Los hombres tienen una voluntad tan frágil… es divertido ver como se hunden en sus propias miserias.


Volvió a lanzarse a él. Rafael bloqueó su brazo izquierdo, con el derecho y el derecho del demonio, con el izquierdo. El demonio posó uno de sus pies sobre el abdomen del Arcángel e impulsándose con el otro, le descruzó los brazos de una patada. La trayectoria de su ataque finalizó al meter un puntapié en la barbilla a Rafael.

Sonrió malévolo mientras veía como tosía el portador.

- Es verdad lo que me dijeron acerca de ti…- Se mofó el demonio.- ya no posees la salud, resistencia y agilidad de antaño.
- No te dejes engañar por las apariencias… - Dijo Rafael con cuatro shuriken entre sus dedos, mientras seguía tosiendo.
- Yo que tú me retiraría…- Dijo riendo el demonio.- Pero no creas que es compasión lo que me impulsa a dejarte libre, sino orgullo. Ya no eres rival para mí.- El demonio se dispuso a degollar a Rafael después de esquivar los lanzamientos de éste. Con su kunai, procedió a degollar al Arcángel para ponerle fin a la vida de su portador…pero algo le detuvo.


Una afilada cuerda se había enroscado en su tronco. El cayado, fuera de toda razón natural, se había revestido de una flexibilidad inaudita le presionaba como un látigo afilado. Le presionaba cada vez más y más destrozándole el organismo. Era similar a una enorme serpiente.

Rafael miró los ojos del demonio asombrados y angustiados mientras murmuraba una oración, hasta que le dijo:

- Aunque mi cuerpo envejezca, sigo llevando a Rafael en mi interior, no lo olvides.
- Te odio Rafael…-Dijo dificultoso el demonio.- aunque desaparezca ahora volveremos, más numerosos y poderosos que nunca.


En ese instante, un fulgor verde que destelló de los ojos de Rafael, avivó el látigo del cayado, hasta juntar su diámetro.

Cerró el mensajero los ojos para evitar ver los efectos de su destructiva arma; después, cayó de rodillas para volver a expulsar los esputos sanguinolentos que todavía le atascaban la tráquea.

Todos los espejismos desaparecieron y la gente se miró extrañada, como si hubieran despertado de una horrible pesadilla.

Cuando Rafael ya más recuperado de su repentino ataque de tos, levantó la vista del suelo, no podía creer lo que veía:
De las dos mitades de Quebrantariel comenzaron a formarse dos réplicas del mismo, como hacen una célula al multiplicarse.


Una malévola carcajada rompió el silencio y la paz que pareció reinar en un instante en el centro de la ciudad. El Arcángel dirigió sus ancianos ojos hacia donde las escuchaba. Sobre el tejado de un coche se encontraba el pobre loco de Pruslas, henchido de triunfo y arrogancia al ver el desconcierto y la sorpresa en el rostro del portador de Rafael.


- ¿Te gusta mi nuevo invento señor de las Dominaciones y mi antiguo superior?- Siguió riendo burlón.- Quién es el genio ahora ¿eh? Verás tú como lo de más numerosos y poderosos no era ningún farol.


De aquellos dos nuevos sujetos salieron un montón de espejismos que volvieron a la carga. Rafael los miró desolado, parecía estar demasiado cansado para continuar pero oró:


- Oh señor, soy tu amado siervo. Por apacigües prados llévame, porque tu eres mi pastor, y nada me falta……- Volvió a sentirse con fuerzas y se levantó. El cayado hizo lo mismo recuperando su dureza y fuerza y se puso en guardia denuevo.


Los dos contrincantes se abalanzaron sobre él…



Santiago, a punto de llegar a donde se encontraba Mijots, sintió como la transfiguración se le desvanecía repentinamente. Como el avión que pierde fuerza su vuelo, el chico perdió estabilidad, cediendo toda la energía y poder que tenía tras haber despertado del coma. Pese a todo, intentó continuar adelante, pero se refrenaban sus avances.

Estaba agotando.

Decidió aterrizar lo más suavemente que podía antes de que perder las alas en el aire y caer al suelo desde mucha altura. Solo le quedaba su armadura y su corona.

- ¿Qué me está pasando?- Se decía llevándose la mano al pecho, costándole respirar.- Deben ser los efectos secundarios de la Salvación, de los que me habló Miguel.

Miró su heridísima pierna. Estaba perdiendo mucha sangre dando paso a un dolor cada vez más intenso. Éste le paralizaba y enfurecido golpeó el suelo con el puño pensando que no iba a conseguir llegar a tiempo.

Se sentó apoyándose sobre una roca presionándose la herida.

- Ahora no me abandones… no…- Decía mientras entre el hueco que dejaban sus dedos, salía la sangre.

Poco a poco sentía debilitarse.

Casi tendido en el suelo por el cansancio que ahora iba llenando su organismo, le invadía la frustración. Esa frustración se tornó en ira, espetando el adolescente:

- ¡Te arrancaré los ojos, Pruslas…! ¡A puñetazos te hundiré en el infierno!

Y una voz en su interior dijo:

“¿Qué forma de pensar es esa, Santiago?”

El chico reconoció en esa voz, la de su ángel guardián, Miguel.

- Es la mía. – Respondió el adolescente con rebeldía al Arcángel.- Ese demonio no merece clemencia Miguel…, atacó a todas esas personas con una crueldad intolerables. Ahora sigue atacándolas y casi muere una de las mejores amigas de Ana por su culpa. He visto a mi compañero abatido… pese a que no me es simpático, no soporto ver a la gente sufrir. Ahora mira como me ha anulado con sus fórmulas científicas endemoniadas

El dolor se hizo sumamente intenso y Santiago se revolvió en su propio asiento mientras se le saltaban las lágrimas de los ojos. Miguel siguió hablándole desde el interior:

“Los demonios no necesitan clemencia por el simple hecho de que no la desean. Actúan por voluntad propia sin pensar en las consecuencias. Perdieron la conciencia hace mucho tiempo cuando decidieron no escucharla más.”

- ¡Los odio!-Replicó Santiago con las mandíbulas tensas, a lo que Miguel le recriminó:

“¡Te prohíbo que digas algo semejante!”

La voz sonó tan autoritaria y severa que el chico se sintió impresionado. Sus labios se sellaron en contra de su voluntad. Parecía que el Arcángel así se lo hubiese impuesto. Santiago, incapaz de levantarse ante su guardián, se dispuso a escuchar:

“Un Arcángel jamás debe dejarse doblegar por la ira ni el odio. Nos movemos por la compasión, la humildad, la paciencia y el amor que sentimos por nuestros semejantes. Si dices eso, no eres digno de portarme.”

La angustia y temor a que le abandonaran invadieron al muchacho como si temiera que Miguel nunca más le fuera a hablar. ¡Tal vez rompiera el pacto que había hecho con él!

- Pues enséñame Miguel.- Dijo cuando pudo.- No entiendo lo de ser compasivo con ellos, por qué actúan así y por qué actuáis de ese modo vosotros. ¿Por qué, Miguel?

Hubo un leve silencio… Santiago ya temía que Miguel se hubiera ido definitivamente. Esos minutos silenciosos se le hicieron eternos y entristecido se abrazó a sus piernas se sentía vacío… y apesadumbrado dijo:



- Por favor, Miguel, te lo ruego… estoy desmoralizado con todo esto. No me veo capaz de seguir adelante. ¿Acaso no estáis los ángeles para ayudarnos y guiarnos?



Y esa sensación de desazón desapareció cuando escuchó nuevamente:

“Tú aceptaste continuar pese a todo. Creíste ciegamente en nosotros y tuviste fe, por eso te elegí como mi portador. Debes demostrarme que serás capaz de continuar adelante.”

Santiago asintió pese a su todavía confusión.




- Tengo que saber por qué lucho.



“Te lo podría decir si quieres, pero si no crees de corazón en ello; te confundiré más. No me formulas la pregunta correcta.”



- ¿Cómo se cree de corazón?


Santiago sintió una gran alegría en la voz de Miguel.

“¡Esa es la pregunta!


Creerás de corazón cuando comprendas por ti mismo la razón de esta lucha. Caerás mil veces, pero lo que te siga llevando a continuar adelante finalmente tendrá su fruto. Eso es la fe y solo la encontrarás si la buscas y la trabajas. Algo te adelantaré, Santiago; nosotros solo deseamos que comprendáis que lo que se os dice y manda no es por vuestro mal, sino por vuestra única felicidad. ”

- ¿Entonces quieres decirme que he de seguir luchando para averiguarlo? ¿Qué esto me hará feliz?

“Así es.”




- Pero yo no lo siento así.

“Santiago ¿Cuál es tu lucha?”


- Devolver a los demonios al infierno.

“¿Para qué?”

-Para impedir que hagan daño a las personas.


“¿Y qué mas?”


- No sé.


“Entonces, incluye en tu lucha AVERIGUARLO.”


- ¿Crees que podré?


“Creo en ti. No lo olvides…

El más fuerte, si reconoce sus debilidades, es mucho más fuerte aún.
Como tu camino no es fácil, no lo harás solo; podrás apoyarte en quien mejor te puede ayudar, es decir, yo y Gabriel. Nosotros estaremos contigo y ahora alguien más que viene corriendo sin parar.”

Santiago levantó la vista distinguiendo una figura que corría campo a través hacia él… y le reconoció:

- ¡Gafotas!

Santiago observaba a Valentín impresionado de la velocidad que alcanzaba en la carrera. No tardó en llegar hasta él jadeante del cansancio, con el uniforme desaliñado y sudoroso. El chico cayó de rodillas en el suelo y le miró sonriente.

- ¡Fíjate!- Le dijo señalándole la cabeza.- Jamás pensaría yo que fueras capaz de llevar una coronita semejante.- Se remangó el brazo izquierdo asomando su señal de serpiente, ante la intriga de Santiago.

En principio el portador de Miguel, no supo hallar el significado de aquello, pero luego recordó que él también tenía una señal. Ésta era el tatuaje de su espalda que había aparecido cuando Miguel le tocó con su gracia.

- Gafotas, ¿Quién te ha tocado a ti?- Dijo sin dudarlo.

Valentín le sonrió amablemente, había comprendido ese mensaje incluso mejor que lo hubo interpretado su compañero al decírselo Miguel.

- Pues resulta que soy el portador de Rafael. - Santiago lo miró atónito. Cualquiera que escuchara semejante diálogo pensaría que era un loco, pero él lo entendía, y en cierto modo, se sintió mejor al saber que todas sus experiencias extraordinarias e inexplicables también las había vivido otro. No era todo fruto de visiones, como tanto había temido.

- ¿Te lo Reveló Gabriel?
- Pese a que el viaje no fue muy genial al principio, luego lo vi todo, ¿sabes? Mi maestro va a ser Mijots y cuando alcance la sabiduría científica suficientes, seré el maestro de las Dominaciones. Son muy sabias y ancianas, como los Druidas.
- ¿Y cual es tu misión?
- Pues ahora tengo que curarte para que machaques a ese tal Pruslas- Posó su mano en su pierna herida y la examinó ajustándose las gafas. Este gesto hubiese sido incómodo en la vida cotidiana, pero inmediatamente que Santiago sintió esa mano el dolor de su herida mermó. – Debe dolerte un montón.- Dijo irguiéndose y comenzando a cerrar sus ojos.-Esta es la parte más desagradable, aunque empezaré a acostumbrarme pronto. Eso dice Gabriel.

Valentín deslizó sus dedos sobre la herida, como el ciego que palpa la cara de su interlocutor para intentar hacerse una imagen de él. El semblante del chico de las gafas y hablador, comenzó a iluminarse por completo desde su brazo a todo su cuerpo. Santiago percibió unas alas espectrales por su espalda. Un agradable calor comenzó a recorrer su torrente sanguíneo, desde la pierna hasta su corazón, sintiendo algo inexplicable.

La sangre derramada alrededor de sus extremidades en el suelo fue absorbida de nuevo por el lugar de donde había salido, el dolor desaparecía mientras recuperaba todas sus fuerzas. El azul añil volvía a resurgir de su cuerpo y las dos nuevas alas con las que había despertado del coma gracias a la SALVACIÓN, volvieron a aparecer en su espalda.

Valentín poco a poco dejó su luminiscencia con aquel verde esperanza tan bello. Las alas desaparecieron, también su aura y el brazo dejó de brillarle. Cuando levantó Valentín la mano de la pierna de Santiago, éste vio que la herida se le había cerrado completamente, aunque se le quedó cicatriz.

- ¡Increíble!- Dijo pasándose la mano por la tersa marca. Se sentía lleno de fuerzas. Al alzar sus ojos a Valentín lo vio un poco desfallecido y le tomó de los hombros.- ¿Te encuentras bien?- Dijo preocupado.
- Sí…- Dijo él.- solo es un mareo, me pasó la otra vez pero este parece menos fuerte.- Santiago se quedó con él.- Debes ir a por el demonio ese.
- Cuando te recuperes.- Valentín de pronto sonrió y levantó la vista.
- Ya estoy bien.
- ¿Seguro?- el chico asintió.- Entonces partiré. Gracias.

Santiago emprendió el vuelo con inmensa rapidez. Pero escuchó la frase de Miguel que le decía que debía apoyarse en quien mejor le iba a ayudar. Se paró en seco y miró a su compañero desde el cielo. Valentín le miraba con una mezcla de admiración y alegría y Santiago no pudo evitar sonreírle sorprendiendo a Valentín que jamás le había visto hacerlo. El ángel retrocedió de su vuelo y le levantó del suelo tomándolo sin la menor dificultad por debajo de los hombros.

- ¿Adónde vamos?- Dijo Valentín.
- Es mejor que empieces ya a aprender de tu maestro. Vas a descubrir hoy a quien nos enfrentamos.
- ¡Sí!- Dijo Valentín lleno de júbilo.


Ya ni siquiera se acordaba de su vértigo.

Editado por Talaris, 19 marzo 2012 - 18:19 .

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#74 Balmung

Balmung

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Publicado 19 marzo 2012 - 10:04

Genial!! Ya esperaba que siguieras con el fic. Y veo que dará pie a una segunda temporada por tu comentario más arriba :D

Saludos zodiacales

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#75 Lunatic BoltSpectrum

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Publicado 19 marzo 2012 - 11:29

como siempre excelente capitulo Talaris

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so todavia no has cuadrado lo de la imagen puedes hacerlo de dos formas

primero cargas el codigo de imagen y luego
[img]direccion[/img]
y luego a seleccionas eso y das clic en el boton link y agregas la direccion del capitulo

o solamente seleccionas la imagen ya cargada, le das el boton link y agregas la direccion del capitulo

#76 Megarage

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Publicado 20 marzo 2012 - 17:08

Joeeee !!!! que buen capítulo !!! y muy buen dibujo ^_^

Muero por poder leer la continuación !!! , espero no demores mucho en publicarla :smile5:

Saludos :s55:

:sonaro: ¡¡¡ Sindicato de los iluminados !!! :sonaro:
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#77 Talaris

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Publicado 27 abril 2012 - 20:10

Creía que nunca iba a poder publicar este capítulo XD
Bueno aquí va el 16 quedan 2 que tengo que mejorar.
Saludos y que lo disfrutéis!

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Posted Image





El tercer coronel Barry, cuyo auténtico nombre era Barbatos se dirigía al foco del enfrentamiento. Había visto salir a Pruslas del zulo a toda velocidad lleno de ansias de terminar su objetivo de destruir a los Arcángeles. El General Astaroth le había ordenado que siguiera al segundo coronel y permaneciera como testigo del combate. Este tipo de misiones eran para él pesadas y poco significativas, algo que le irritaba sobremanera, pues sabía que él merecía mejores perspectivas.

Con dichos pensamientos avanzaba el tercer coronel al encuentro de Pruslas, y apretando sus mandíbulas una contra otra su rostro se tensó, dándole un aspecto mucho más fiero. En ese momento un irritante resentimiento vagó por su oscura alma, volvió a recordar que se encontraba en un escalafón menor al de un principio, y a las órdenes de uno de los demonios más insolentes y despreciables de todo el infierno.

Pues sí, si había algo que Barry alias Barbatos no soportaba, era tener que haber bajado tanto en el escalafón. Recordaba su alta jerarquía en el cielo y eso lo seguía arrastrando en el infierno y su mísero puesto de subordinado no le contentaba.

“Yo estuve por encima de ellos.” Comenzó a pensar. “y ahora estoy bajo ellos…”


Tras la caída de los ángeles, Barbatos se reveló junto a ellos por no ser capaz de soportar su puesto en el tercer coro celestial, y pensaba que si se unía a la revuelta podía ascender a donde tenía puestas sus intenciones. Podría aspirar a algo más. No obstante, nada salió como él esperaba, pues bajo la hegemonía de Astaroth, se había sometido nuevamente. Detestaba hondamente obedecer las órdenes de ese ciego de Ira, violencia y guerra.

En su momento, pensó que el arrimarse al general del infierno le iba a facilitar sus objetivos y así lo hizo, pero ahora comprendía que no había hecho más que encadenarse absurdamente y en peor puesto que anteriormente.

Pese a todas estas quejas interiores de su espíritu; no quería ser lanzado al fuego de su odio, pues si algo destacaba en Barbatos era que no se trataba de ningún necio, y era plenamente consciente que ese fuego que hacía tan poderoso al general infernal era muy destructivo para él.

Se llevó la mano a los extremos de su barba rizando las puntas de la misma; deseaba encontrar la solución a su problema ¿pero qué podría ayudarle?

- ¿Acaso no lo recuerdas Barbatos?

Al tercer general se le interpuso en ese momento nuevamente la sombría cara de pelo pelirrojo, que en más de una ocasión le habló. No pudo volver a evitar mirar su ardiente pecho y se detuvo.

- Hay un arma más poderosa que la que posee Astaroth.
- Solo existe la espada de Miguel.- Refunfuñó el demonio.
- No es verdad.

La sombra iba rodeada de un aurea anaranjada como el fuego de su pecho. Los ropajes que le cubrían eran tan deslumbrantes como un incendio en pleno auge.

Continuó la sombra diciendo lo siguiente:
- En este mundo existen dos espadas. Una, bien lo has mencionado, fue entregada al Arcángel Miguel para guardar la fronteras del Cielo; pero la otra fue entregada al Arcángel de las Potestades Celestiales, con el objetivo de guardar las dimensiones de este mundo, así como vigilar las dos puertas del Paraíso y del Infierno.
Aquella arma refulgía como la llama del Mismísimo, extendiéndose sus latigazos de fuego protector para alejar a aquellos que intentaban conquistar el Cielo atravesando la barrera espiritual, después de su caída. Refugiaba a su vez el Paraíso, sellando las puertas del mismo, a la espera del juicio.
Dentro de un tiempo, no ya muy lejano, sus hermosas puertas se volverán a abrir renovadas. Recibirán en su seno a las almas que regresaran por el buen camino amparadas por el perdón, así como las eternamente santas.
Esas dos espadas son a la vez viles garrotes de muerte de espíritu, como tiernos y dulces halos de nueva vida.
Los ángeles tanto por ellas son encerrados como reconvertidos.

- Tu oratoria es muy aguda.- Se mofó el demonio.- Sin duda parece que aún albergas alguna de las palabras que nos fueron reveladas a todos. Después de escucharte, he recordado que efectivamente sobre esa arma yo también escuché hablar.
La llamaban “Espada de Fuego” pero nadie la ha visto jamás. Permanece oculta en el corazón de un cándido espíritu, secretamente escondida como el portador de esa reliquia.
- Ese portador soy yo, ya he despertado y aquí tengo la legendaria arma de la que hablas.

La sombra juntó las manos y las abrió rodeando la llama de su pecho. Ésta se desplazó hacia delante con la forma de un corazón ardiente y se alargó en la base y los ventrículos adoptando la forma de una magnífica espada llameante.

Barbatos la miró impresionado, extendió su mano hacia ella hipnótico por su resplandor anaranjado. Sus dedos no se quemaban y podía sentir la fuerza que de ella brotaba.

- El fuego que la forma no es como el que envuelve a tu general. De ella brota el fuego único capaz de destruir el de Astaroth. Quien la empuñe la puede activar fácilmente. Has de tener cautela con ella, porque su propio poder a veces se puede revelar contra uno mismo.

- ¿Cómo la has hallado? más bien…, ¿Cómo es que me la entregas?

- Mírame bien Barbatos, esto es lo que han hecho de mí. Jamás me has visto antes porque he permanecido desde el comienzo oculto entre las dimensiones. Ya a penas se me reconoce. Harto estoy de vivir aislado en aquel lugar de nadie vigilando aburridamente; ausente de lo que acontece a mi alrededor. Es frustrante…, y como vosotros decidisteis, yo también he decidido.
No quiero seguir con mi misión, ni bajo las órdenes que se me impusieron en su momento.

- Efectivamente, lo que vosotros llamáis el pecado de la indiferencia y la rebeldía ahora te ha abierto los ojos.
- Es muy posible, pero ahora que me he liberado de mis cadenas, lo puedo ver todo claro. Me gusta cómo me siento. Esto debe ser el libre albedrío del que tanto alardeáis. Indiferencia… pues sí; y la indiferencia es lo que a mí me ha hecho darte esta espada, allá vosotros, ángeles y demonios con vuestra guerra. Yo sigo mi camino de forma independiente.

Bajo el largo flequillo de la melena rojiza, en la sombreada cara, hablaba una boca de blancos y resplandecientes dientes. Aquello fue lo último que vio esfumarse el coronel, tras el resto de la silueta.
Solo nuevamente, Barbatos miró la espada triunfante. Con aquella arma podía deshacerse de cualquier Ángel, inclusive de aquél que se la había entregado, fuera la intención de éste, la que fuera.

- No sé cuál de nosotros ha conseguido hacer caer a ése, pero sea cual sea, por fin dispongo de un arma realmente útil que me ayudará sin problemas a alcanzar mi objetivo de grandeza.


En el patio del colegio, ausentes de lo que pasaba en la ciudad, los alumnos del San Agustín seguían con su habitual rutina. Ana estaba realmente extrañada, pues ni Santiago ni Valentín estaban en el colegio. Sin embargo, al ser viernes por la tarde, supuso que se habían ido juntos a algún lado. Lo que realmente la inquietó es no haberse ido con ellos, o mejor dicho, que ellos no contaran con ella ni sus amigas.

La adolescente paseaba pensativa y se paró detrás de unos matorrales porque vio algo extraño tras ellos. Daniel y sus amigos estaban sentados y el primero notablemente pálido y con los ojos ausentes. Su estado era tan catatónico que le daba un aspecto más siniestro.

John agitó a su compañero Daniel asustado. Él y Christian llevaban viéndole inmóvil demasiado tiempo. El líder de los matones del colegio pasó en ese instante, a respirar angustiado como si acabara de volver de un partido o tuviera un ataque de asma. Se llevó la mano al pecho y comenzó a sudar y enrojecerse su semblante pecoso.

- ¿Es otro ataque?- Le preguntó Christian.

Daniel solo pudo asentir pese a tener su rostro desencajado de dolor. Sus amigos intentaron buscar las pastillas pero éste les detuvo agarrándoles ambos brazos. Les apretó con sus dedos hasta el punto de cortarles la circulación, aferrándose a algo para contener el dolor que le azotaba el pecho.

Christian y John intentaron quitarse las manos de su jefe, pero era tal la fuerza de éste, que no pudieron más que soportarlo.

Ana, asustada, echó a correr sin dudarlo un momento hacia los tres. El enfermo miró a sus amigos y negó con la cabeza, soltándoles, y ellos comprendieron el mensaje:

Debían impedir que Ana se acercara y descubriera la vulnerabilidad del que se supone el más fuerte y respetado del colegio.

Se pusieron frente a ella intimidándola.

- ¿Adónde crees que vas?
- ¿Acaso no vais a ayudarle?- Dijo señalando a Daniel.
- ¿Ayudarle?¿A qué?
- ¿No veis que le pasa algo?- Intentó abrirse paso entre los dos pero la cogieron de la muñeca con violencia. Se le cayeron los libros.
- ¡A Dani no le pasa nada, entrometida y curiosa niñata!
- Me hacéis daño…- Dijo ella.

Daniel, en medio de su malestar, miró al cielo y distinguió en un árbol una figura alada bellísima. Tenía el pelo dorado, ondulado y los ojos azules, le rodeaba una estela rosácea.

Le reconoció.

Era el ángel que vio aquella noche junto al otro el día de la tormenta sin nubes. Pensaba que había sido un sueño, pero ahora lo veía nuevamente.

“¿Has venido para llevarme?.” Pensó el chico.

Gabriel miró hacia John, Christian y Ana. Daniel hizo lo mismo y miró a sus dos amigos levantando a la chica del suelo y arrastrarla fuera del lugar para que no viera a su jefe. Parecía que le dolía la forma en que la cogían y aquella imagen provocaba que el dolor de Daniel se intensificara.

- ¡Ya basta chicos!- Dijo.

Christian y Jonh soltaron boquiabiertos a Ana, quién cayó al suelo dolorida. Tenía lo brazos enrojecidos.

- ¿No os habéis divertido ya con ella?¿O queréis más?

Igual de asombrados que antes John y Christian vieron a Daniel levantarse del suelo con la arrogancia habitual. Se dirigió a ellos tres, con las manos en los bolsillos.

- Dani, ¿Estás bien?- Dijo Ana levantándose.
- ¿Acaso no me ves?- Dijo él.-Estoy bien. No sé qué te hace pensar lo contrario.

Ana miró al líder igual de impactada. Había visto a Daniel rojo y asfixiado, con el rostro desencajado de dolor ¿Acaso fingía?.

Miró con detenimiento al chico y actuaba de forma habitual. ¿Tal vez había realmente visto algo que no era cierto?

Estaba desconcertada

Sin intentar encontrarle explicación, y para evitar la embarazosa situación, se puso a recoger los libros.
Daniel se inclinó para ver debajo de la falda ante la sorda risa de sus amigos. Hincó la rodilla mirando a sus amigos con una sonrisa torcida. Cogió uno de los libros del suelo y lo abrió pese a la exclamación de Ana que no lo hiciera.

En la página había un enorme corazón donde ponía Ana por Santi, y enarcó las cejas entusiasmado de descubrir aquello.

-¿Habéis visto chicos? Qué tierno es el amor. La dulce Anita y el Oscuro de Santi.

Los tres carcajearon ante la vergüenza de Ana que estaba ruborizada y hundida por aquella bruta violación de sus sentimientos. No podía reaccionar.

Daniel pasó las páginas curioso dándose cuenta que era una especie de diario y leyó en voz alta burlón:

“ Hoy he estado cantando en el coro y ha entrado Santi. Se ha sentado en el banco del fondo del oratorio a escucharnos y he cantado como si solo lo hiciera para él…”

- ¡Uh!- Dijo Daniel.- Eso de solo para él ha sonado bien. ¿Y qué más cosas habéis hecho solos?
Christian y John siguieron riendo, mientras Ana sentía hundirse cada vez más. Sus ojos brillaban a punto de romper a llorar. - Dime Ana te ha....

Una torta atravesó la mejilla de Daniel.

Christian y John al principio se callaron sin creer lo que habían visto. ¿La inocente de Ana había abofeteado a su jefe? Después comprobaron que había sido Sara que apareció de la nada y volvieron a reír.
- ¡Eres un idiota, Daniel!- Dijo Sara.- A mí no me das miedo ¿te enteras? y da gracias de que te haya dado yo y no Santiago, porque te iba a pegar una paliza.

Le arrebató el diario y levantó a su desalentada amiga con delicadeza ayudada de Joan.
Dani las vio alejarse a las tres y miró a sus amigos.

Sin vergüenza aparente, sino más bien, entusiasmo exclamó maravillado:
- ¡Esa tía tiene que ser mía!

Los tres amigos echaron a andar riendo. Christian y John comentaban que no se acostumbraban a los ataques de Daniel. Éste simuló escucharles, pero en realidad miraba hacia el árbol donde había visto al ángel antes.

No había nadie allí, por lo que pensó que no había sido más que un delirio propiciado por el ataque que había sufrido. No obstante, había algo en lo que no reparó hasta entonces :

Nada más reaccionar ante el comportamiento de sus compañeros con Ana, parecía sentirse mejor…

Gabriel abrió los ojos repentinamente desde el tejado del hospital. No se había movido de aquel lugar desde que salió en busca de Mijots y Santiago, Valentín. Algo había turbado su lectura de hechos que se estaban acaeciendo en la ciudad. Había sido como una llamada de auxilio, y enseguida, su ser pareció trasladarse directamente hacia dónde estaba Daniel. Había escuchado claramente la pregunta de si iba a recogerle en medio de algún achaque se salud. Sintió asimismo el peligro sobre Ana.

Era como si leyera en Dani que aquello no quería que sucediera, y en el momento en que detuvo éste a sus amigos, había vuelto al hospital.

- ¿Quién ha podido llamarme y verme con tanta claridad? Pedirme auxilio desde todas las dimensiones de este mundo hasta trasladarme al lado de Daniel… Alguien que solo conoce nuestros misterios…

¿El ángel de la guarda de Daniel..?

Pero no es posible, ningún ángel guardián tiene ese dominio de las dimensiones salvo…

Se levantó el jefe de los Querubines celestiales diciendo:



-“¡Otro Arcángel!”-



Mijots se sentía decaído. Había abatido a los dos sujetos renacidos de Quebrantariel pero cuando destruía a uno aparecían más. Era incapaz de entender el mecanismo de sus enemigos y cómo había conseguido Pruslas un experimento tan temible.

- ¡Alegraos ex-maestro! Vuestro antiguo pupilo ha conseguido superaros en genialidad.- Dijo Pruslas henchido de orgullo.- Incluso más que el Creador que adoras.

Uno de los contrincantes lanzó un puño tan temible a Rafael, que éste salió despedido por los aires. Un hilillo de sangre comenzó a salirle de los labios.
- Es una lástima…- Dijo con dificultad mientras se levantaba del golpe.
- ¿Cómo?- Dijo Pruslas.
- Eras una Dominación aventajada, una de las mejores por tu ingenio y brillantez. Y mírate ahora, dedicado a aborrecibles experimentos como éste. Has desperdiciado todo ello en hacer el mal ¿De veras te hace feliz seguir las órdenes de un déspota y atroz sujeto como Astaroth? ¿A cambio de qué?.

- ¡Te prohíbo que hables así!- Pruslas descendió por el capó del coche sintiéndose ultrajado por esas palabras. Los contrincantes se violentaron más contra Rafael golpeándole sin piedad.- Escúchame bien Rafael, a mí lo que me diga Astaroth me es indiferente. Si no me dejé dominar por el Creador ni someterme a ti, ex maestro, ¿Por qué iba a someterme a alguien tan bruto como Astaroth?

Rafael bloqueó a dos de los contrincantes clavándoles los extremos de su cayado.

- Entonces, ¿Por qué haces esto?- Dijo Mijots.
- ¡Por mi único orgullo! Voy a demostraros a todos la genialidad de mis conocimientos y como nadie es mejor que yo en esto. Tú me prohibías hacer determinadas cosas, bloqueando mi ingenio, y ahora, sin estar bajo tu sometimiento, ¡puedo desarrollarlo completamente!- Comenzó a reír lanzando esputos de saliva de una forma absolutamente desquiciada.
- ¡Pedazo de científico loco!

Mijots saltó y pegó con ambas piernas a los esbirros de sus lados y con su cayado sesgó las cabezas que le hacían corro. Éstas, tras recibir un brutal golpe, se aturdían perdiendo el equilibrio.

- No me importa ese título, la locura lleva al progreso.
- ¡Y el progreso lleva a la destrucción del mundo que conocemos, Pruslas!

El portador posó sus pies firmes en el suelo. Sacó unos shuriken entre sus dedos y los lanzó hiriendo a sus atacantes.

- ¿Acaso no es mejor el mundo ahora? Solo sé que el mundo de antes era mucho peor y gracias al progreso ha mejorado la calidad de vida.
- Sí, pero cada vez esclaviza más a las personas que viven en él. Solo hay que mirar a nuestro alrededor. Están más enganchadas a las tecnologías, aceptan menos el envejecimiento, la muerte e incluso la sacramentalidad de una unión. Piden hijos a la carta o un físico a la carta, rechazando la auténtica belleza que tienen y que el envoltorio exterior engaña.

- Pero inventamos el agua corriente, el transporte, las medicinas…
- Cierto… pero eso tarde o temprano se agotará y luego vendrán las desgracias. Se darán cuenta que han perdido la vida en aquellas cosas tan poco gratificantes para su alma. Todo ello provocado únicamente por el derroche y el afán de vivir mejor.

- Pruslas todo está bien pero en su justa medida, no hay que abusar porque el abuso lleva a la destrucción.

- ¡Ya basta!- Dijo Pruslas asomando un kunai en su diestra. Centró sus ojos en Rafael mirando por encima de su propio hombro.- ¡No ves que ya no escucho tus sermones!

Lanzó el kunai contra Rafael atravesando a uno de los esbirros. Al portador le pilló por sorpresa hiriéndole por debajo de la clavícula. Rafael se derrumbó por el intenso dolor. Había sido herido muchas veces por kunais pero nunca había sentido aquello, era como si en su torrente sanguíneo se le fuera derramando algún veneno.

- Así es..,- Dijo Pruslas al leer la mente a Rafael.- No es un kunai común derrama sobre el cuerpo una sustancia infecciosa que paraliza y provoca un inmenso dolor. Es mucho más letal que el veneno de una serpiente. ¿Cómo crees que bloqueé a Miguel pues?

Rafael se arrancó el kunai cayéndosele dos gotas de sudor por las sienes. Comenzó efectivamente a sentirse indispuesto. Los esbirros se aprovecharon de la debilidad del Arcángel golpeándole brutalmente.

Miguel aterrizó en ese momento. Dejó a Valentín de pie a su lado. Éste se sentía desolado de la destrucción que les rodeaba. Miró a su alrededor con una mezcla de emoción y terror. Por un lado, podía ver a un montón de figuras oscuras demoniacas en carne y hueso, vestían como los ninjas que él había visto en sus comics; ¡Aquello le parecía emocionante! Pero.., por otro lado…, la malicia que éstas llevaban consigo atacando a las personas de forma masiva, le hacían compadecerse.

- Mira bien, Valentín, esta es la realidad del Cielo y del Infierno. Una batalla espiritual sin cuartel.
- ¡Es horrible!- Dijo el chico.- ¿Dónde están?- Dijo mirado a Miguel.

Éste señaló una pequeña plazoleta donde unos cuantos pateaban un bulto, y mirando aquello, un sádico Pruslas carcajeando.

- Ése es nuestro enemigo.
- .¿Y Mijots?
- Debe ser quien anda recibiendo esos golpes tan espantosos.
- Vamos allí.- Santiago asintió y los dos corrieron hacia ellos.

Valentín vio la imagen más nítida por la cercanía y sintió temor por su maestro, quien estaba soportando tales sufrimientos. Se dirigió a ellos bravucón para detenerles sin escuchar la advertencia de Miguel.

El joven portador de Rafael intentó proteger a Mijots pero le tumbaron sin el mínimo esfuerzo. Miguel agitó la cabeza de un lado a otro resignado.

“Estos jóvenes de hoy en día que no escuchan nada.”

Se dejó escuchar, Gabriel, provocando una simpática sonrisa en Miguel.

“No seas tan pedante Gabriel. Están en la edad del pavo, sé comprensivo.”

Lanzó el Árcángel de los Principados su espada. Ésta se clavó en medio de Mijots y Valentín, iluminándose con enorme potencia repeliendo así a los agresores.

Pruslas se giró a su espalda al irrumpir la espada en su campo de ataque. En su vista se tropezó Miguel.

El demonio estaba impresionado de ver cuánto había cambiado el semblante del adolescente, con aquellas cuatro alas y con una mirada aún más intimidatoria y madura que nunca. Cada vez se parecía más al auténtico Miguel.

- Así que has conseguido despertar con la legendaria Salvación ¿eh chaval?- Dijo el demonio. Mientras andaba hacia un lado.


Valentín aferró al malherido Mijots, comprobando que los enemigos que les atacaban intentaban avanzar sin demasiado éxito. El resplandor les deslumbraba y les detenía.

Su brazo se iluminó de nuevo al sentir el contacto de un herido como si reclamara que lo curara. Miro el chico al doctor, y se dispuso a hacerlo, pero Mijots le detuvo.

- Estoy bien.- Le dijo posando su mano en el hombro. La tenía sucia, magullada y fría- El Señor aún no me llevará. Ahora que ya has visto lo que has de aprender, debo demostrártelo.- Valentín sonrió. – Ahora observemos bien a nuestro enemigo. Tenemos la oportunidad de ello, mientras son detenidos por la espada.
Valentín examinó a los ninjas y observó cómo debido al efecto de la luz, se alejaban como si huyeran de su resplandor.

-La evitan.
- Así es. Los demonios no pueden combatir contra el resplandor de Miguel, pero estos no parecen solo demonios. Es como si estuvieran perfectamente unidos a un cuerpo regenerativo.

Miguel siguió a Pruslas con la mirada, en silencio, plantado majestuoso en el parque. El segundo coronel se movía a su alrededor mientras se burlaba de él pero el Arcángel hizo caso omiso de ello.

- Ahórrate tu sarcasmo, segundo coronel. No vas a conseguir quebrar mi confianza. No hablas con solo Santiago, sino también con Miguel y su fe es intachable.- Pruslas soltó una carcajada.
- Sí que has cambiado sí… recuerdo perfectamente a ese chico de catorce años del cine, que huyó de sus entrenamientos porque decía que no era el general de las legiones del cielo. Mírate ahora.
- Sí bueno… A todos les toca madurar alguna vez y ya tengo quince, para tu información.
- Y eres tan gallito como los de tu edad.- Dijo el demonio sin haber recibido bien su insolencia.- ¡Todavía te queda aprender lo que es la educación!

El demonio emitió un alarido espeluznante y las ropas que le vestían cedieron. Su cuerpo se hizo más voluminoso, resplandeciendo en él una sólida armadura oscura con el símbolo de Astaroth en la codera izquierda. Las hombreras eran puntiagudas, terminando en retorcidos huesos de marfil, al igual que las protecciones de sus rodillas. Sus pies se convirtieron en las garras de un rapaz. Sus manos se fueron alargando huesudas recordando a los dedos de las alas de un murciélago. Un collar de plumas canosas envolvió la base de un largo y rosáceo cuello donde prendía la cabeza de un enorme buitre de ojos pequeños, redondos y amarillos. Bajo sus sienes se encogían las orejas dejando paso a dos cavidades por oídos. Un estropajoso cabello que se extendía en el aire tieso en tres cilíndricas formas coronaban su cabeza. Dos pequeños cuernos sobresalían de la frente, mientras dos extensas alas negras se abrían a su espalda.

Si un buitre en su longevidad absoluta ocupa tres metros, Pruslas ocupaba al menos ocho.

- ¿Impresionado?- Dijo el demonio con el pico donde asomaban sus afilados dientes. La voz y la risa del monstruo eran las mismas que antes.
- Todos sois igual de feos.- Dijo flexionándose Miguel y poniéndose en guardia.
- ¿De veras piensas atacarme con las manos libres? Entonces será muy fácil vencerte.

Miguel miró de reojo su espada, iba a ser difícil derrotar a Pruslas solo con golpes, más, cuando se trataba de alguien tan grande.., pero no podía retirar la espada del lado de Valentín y Mijots. Ellos debían encontrar la solución para destruir a los dobles de Quebrantariel.

Pruslas le dio un manotazo con sus imponentes garras de la mano. Miguel las esquivó a tiempo. Pese a la voluminosidad del demonio no era demasiado lento, lo que iba a suponer mayor dificultad para derrotarle.

Editado por Talaris, 27 abril 2012 - 14:55 .

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#78 Lunatic BoltSpectrum

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Publicado 28 abril 2012 - 10:12

bueno como siempre buen capitulo

en este capitulo parece que sucedera algo que realmente no me esperaba en los proximos capitulos O_O

saludos

#79 Megarage

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Publicado 28 abril 2012 - 21:07

Buen capítulo como siempre ^_^

Espero pronto publiques la continuación que ya quiero saber que pasa :upsi:

Saludos :s55:

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#80 Talaris

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Publicado 08 octubre 2012 - 14:10

Os dejo el siguiente capítulo. Han sido unos meses difíciles y cuando uno vive momentos complicados no puede sentarse a escribir.
¡Enjoy yourself!

PD: Rage ya queda menos para la extinción de Pruslas. :lol:

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Posted Image




Entre el tercer y quinto coro del Cielo, se encuentran los ángeles más inteligentes de toda la creación. Así como el coro que les precede alaba la manera de ser un sabio y diligente gobernador, y el que les prosigue, alaba las virtudes y figuras santas; este coro se maravilla y regocija con la hermosa sistematización y armonía del mundo creado que se extiende bajo sus pies.

En los momentos de un día natural terrestre, en la dimensión espiritual del cielo, los miembros del cuarto coro contemplan durante horas y horas, como un ave recoge ramas para su nido, pacientemente espera dándoles calor hasta que la cáscara se rompe y comienzan a gritar los polluelos pelones de su interior. Del mismo modo, esperan ávidos de vida el momento en que un recién nacido hace resonar su primer llanto en el maravilloso milagro del nacimiento. Observan a las orugas comer y tejer su propia crisálida, antes de convertirse en los insectos más hermosos de la naturaleza, desplegando sus nuevas alas.


Miran a los leones marinos tomando el sol y a los pingüinos esquivar las mandíbulas de una orca. Se preocupan porque el mínimo árbol crezca y comiencen a brotar las yemas de sus hojas en primavera. La maravillosa reacción química que se produce en un camaleón al cambiar de color y en una medusa al anochecer; la cual se ilumina con las reservas conseguidas durante el día. Ven a las ingenuas ovejas pastar en el prado con sus tiernos corderitos mamando, y la maravillosa emboscada de un guepardo en sus derrapes en la carrera para cazar su alimento.

Observan la útil y tan necesaria evaporización del agua para que se formen nubes y vuelva a caer en la tierra otra vez; así como el granizado, los relámpagos, truenos y rayos de una tormenta de verano. El mecanismo que utiliza una planta para convertir en alimento el gas tóxico expulsándolo como oxígeno, esencial para la supervivencia de la s criaturas de la Tierra.
Pero hay algo que les interesa y atrae a estos ángeles especialmente y es la maravillosa creación del hombre. Algo que veían tan extraordinario que no les provocaba nada más que un hermoso sentimiento de fascinación por la perfección de sus formas y la capacidad sociable e inteligente de los mismos. También, su facultad de convertirse en increíbles seres llenos de caridad y servicio a los demás, en un esfuerzo por mermar los sufrimientos de sus semejantes. Adoraban el genio capaz de desvelar por sí mismo los misterios de la naturaleza, a través de sus estudios, y que hasta el momento, solo ellos conocían

Esta era la parte que más simpatía y entrega les provocaba, y por tanto, cada vez que uno de ellos enfermaba, se volcaban porque descansaran tranquilos en sus lechos hasta que les llegara el momento de reunirse con ellos. Estos ángeles eran llamados Dominaciones, porque, como su nombre indica, dominaban por la observancia y estudio que efectuaban, todos los secretos biológicos, químicos y físicos de la naturaleza humana, forestal y natural del mundo terrenal.

A la cabeza de éstas se encontraban dos ángeles candidatos para convertirse en arcángeles; uno de ellos se llamaba Rafael y el otro se cambió su antiguo nombre por Pruslas.

Santiago cayó al suelo por segunda vez. El aleteo del enorme buitre que era Pruslas combinado con una buena precisión de arañazos y puñetazos, le hacían fallar constantemente.

“Santiago ¡Qué te ocurre!”

Escuchaba a Gabriel.

“¿Ya has olvidado todo lo que has aprendido en estos meses? Para ti la dimensión espiritual no debe suponerte ya ningún obstáculo. Céntrate y procede a las respiraciones profundas para alcanzar la paz interna que requieres para el combate.”

Santiago alzó los ojos hacia Pruslas, bajo los brazos. En una postura medio erguida medio flexionada, y cerrando los ojos, comenzó a intentar escalar las dimensiones del mundo para buscar el espíritu pecaminoso de su oponente.

Recordó que la primera vez que lo hizo, sus sentimientos le habían jugado una mala pasada, sin embargo, no recordaba lo que había visto y el qué provocó el estallido del espíritu de Miguel en su corazón.

“Fue el peligro de un alma muy estimada por ti, Santiago, lo que lo hizo. Ese alma y yo te estamos profundamente agradecidos por ello.”

Escuchó la voz de Gabriel.

“Un alma en peligro…” - pensó Santiago.- “¡eso es! Siempre tras el aborrecible aspecto de un demonio, hay un alma invadida de su pecado. ¿Qué alma invadirías tú Pruslas? O mejor dicho… ¿qué fue lo que te hizo caer?”

Mijots se giró repentinamente hacia Miguel y Pruslas, diciendo:

“Has de recordarlo Miguel… Tú también estabas ahí.”

Santiago sintió como se elevaba su ser a una velocidad vertiginosa, como si fuera lanzado por un cohete hacia el espacio. Se descolgó de su cuerpo y se sintió ligero como una pluma. En seguida reconoció el aspecto de la luz del Cielo y miró sus manos resplandecientes. Alguien le llamó.
  • ¡Miguel!
Girándose a su espalda vio a tres ángeles en armaduras azules y blancas. Eran hermosos y tenían cuatro alas como él. Sin entenderlo les llamó por su nombre.
  • ¿Qué ha pasado Atamian, Tomiel e Ilelian?
  • Una disputa, mi general, en el Cuarto Coro Celestial…
  • Las Dominaciones siempre fueron pacíficas y caritativas, no es típico de ellas revolucionarse.
  • Se ha descubierto algo, mi general y la consecuencia no ha sido buena.
  • Vayamos ahí a averiguar que ha pasado.
Alzando el vuelo, Miguel y sus tres principados atravesaron los coros que les alejaban del Altísimo hasta avistar las túnicas verde esperanza de las Dominaciones. Todas ellas apuntaban con sus cayados hacia una de ellas. Estaba cubierta de sangre y suciedad y se había descubierto el rostro.
  • ¿Qué has hecho?- Escuchó decir a una de ellas.
  • ¿No me ves, maestro? Me arrebataste el rango de arcángel pero jamás me arrebatarás mi genio.
Miguel miró al interlocutor y distinguió su planta:
  • ¡Rafael!- Mencionó el general.- ¿qué ha ocurrido? ¿Por qué os enfrentáis las Dominaciones?
Rafael cerró sus ojos en gesto de disgusto. Después habló.
  • Ha violado la Ley de la Naturaleza. Ha recogido los restos de un cuerpo que ha finalizado su viaje, ha profanando su tumba y alma, para devolverle a la vida.
Una exclamación brotó de los Principados que acompañaban a Miguel. Éste miró a las Dominaciones amenazadoras, jamás las había visto tan agitadas.
  • Bajad los cayados. No podemos luchar, somos todos hermanos.
Las Dominaciones obedecieron y Miguel avanzó entre ellas hacia el sucio ángel. Quiso llamarle por su nombre pero éste dijo.
  • Mi nombre a partir de ahora será Pruslas, aborrezco el que me dispusieron antes.
  • ¿Por qué reniegas de tu identidad? Fue Nuestro Padre quien te bautizó como quien eres.
  • No tengo por qué aferrarme a ello. Los ángeles no podemos traspasar nuestros actos más allá del poder que representamos. Yo siempre fui el hábil segundón y ya me he cansado.
  • Ha sido Luzbel el que te ha dicho eso ¿verdad?
  • Las palabras de Luzbel son las auténticas y no las que nos han impuesto desde nuestros orígenes. Él me dijo que no tenía por qué seguir en esa posición, pues reconoce mi habilidad y genio. Me dijo que no debería desperdiciarlo. Por eso he conseguido mi ambición; devolver a la vida un muerto tras los estudios que he realizado en este Coro.
  • ¡Eres un Necio, Pruslas!- Dijo Miguel autoritario.- Nadie puede jugar a ser Dios, solo Él puede decidir sobre la vida y muerte de un cuerpo. Solo Él puede resucitarlo porque dispone de los poderes necesarios para ello.
  • Eso mismo le he intentado decir, Miguel.- Dijo Rafael.- Pero ya no escucha, está cegado de su propia vanidad.
  • Los cuerpos de los hombres cuando han vivido lo suficiente han de descansar en paz. Si revives otra vez a éstos, una vez enterrados, jamás podrás devolverles como quienes fueron en vida. Su conciencia y espíritu se extingue. No hay alma en ellos ya.., pues esa alma asciende a nuestro lado y no vuelve a bajar. ¿Acaso crees que volverían a la Tierra habiendo conocido esto? ¿qué clase de criaturas has revivido?
Es aspecto de Pruslas se oscureció, mientras le respondía al arcángel una malvada risa.
  • Ya lo he averiguado…, pese a que las que permanecen con nosotros, no regresan…, sí que hay almas que están dispuestas a volver. Éstas son las que permanecen junto a los caídos.
  • ¡No!
  • Sí Príncipe de las hordas celestiales, he conseguido revivir un alma de los caídos al mundo, ¡prefieren la Tierra al Infierno!
  • Pruslas, a partir de ahora serás un caído y por el grado que me otorga esta espada ¡eres expulsado de aquí!
Santiago abrió los ojos repentinamente y volvió a encontrarse en la plaza de la lucha, pero frente a él ya podía ver el alma de Pruslas.

“Ya has resuelto la respuesta. Debes conocer el espíritu caído de tu enemigo, antes de poder atacarlo, y ya lo has hecho. “

Dijo Gabriel.

Santiago miró fijamente el horrible cuerpo de Pruslas frente a él. Comprendió que su forma recordara a un buitre, pues se alimentaba de despojos de un cuerpo muerto para alimentar su orgullo.
  • ¡Pruslas! Tu imagen es reflejo de tu caída.
Santiago se iluminó de forma cegadora elevando el vuelo en vertical, diagonalmente se dirigió directamente al pecho del demonio asentándole una patada en el esternón.

El demonio perdió estabilidad, pero reaccionó tomando por el tobillo a Miguel y lo separó de su cuerpo. Girando sobre sí mismo como si se tratara de las aspas de un molino, intentó desorientar al arcángel con los giros, quien reaccionó pegándole una patada con la pierna libre en la cara.

Pruslas soltó a Miguel, quien despedido por los aires, tomó el dominio de su cuerpo y su vuelo.
Aterrizó con estabilidad en el asfalto.

Valentín miraba atónito la batalla de Miguel y Pruslas desde la protección de los rayos de la espada de Miguel. El demonio había expulsado por dos veces sangre por el pico, lo que mostraba claramente que el Arcángel había conseguido afectarle con sus patadas; sin embargo, era evidente que las patadas no serían suficientes, para eliminar a una criatura tan fuerte como el Segundo Coronel de Astaroth. Miró nuevamente la espada y a Mijots; éste sudaba y su tostado tono de piel comenzaba a tornársele amarillo cera.
Valentín temió que algo le estuviera ocasionando un malestar general.
  • Dime chico, ¿qué fuerza de la naturaleza es la más destructiva de la fauna y flora de un territorio?- Le preguntó Mijots.
  • ¿El fuego?- Contestó Valentín.
  • ¿Y cómo podemos atraer el fuego a un punto concreto?
  • ¿Con un rayo?
  • Como dijo aquél que una vez tanto tú como yo admiramos ¡EUREKA!
El doctor abrazó por el cuello a Valentín y le frotó sus revueltos cabellos simpático y cariñoso. Después se puso en pie y atrajo su cayado a sus manos. Haciendo unos giros con el mismo como si se tratara de un báculo.
  • Escúchame chico, en la naturaleza tenemos todo lo necesario para vencer cualquier enemigo del espíritu como de la salud. Somos Dominaciones y las Dominaciones conocemos todos los secretos de este mundo y disponemos de las herramientas necesarias para despertar su fuerza. Mira bien y contempla la maravillosa creación que Pruslas ha depreciado, o mejor dicho…, le ha atrapado hasta el punto de la locura.
Rafael cerró los ojos y comenzó a pronunciar unas oraciones. Sin soltar el cayado. Valentín intentó imitar esa posición e intentó escuchar las palabras pero eran en un lenguaje desconocido para él, por lo que no pudo ayudarle, repitiéndolo.
  • Aquellas nubes que se acercan por el oeste vienen cargadas de agua. Podemos acelerar el proceso de una tormenta.- dijo Mijots aún con los ojos cerrados.
El cayado comenzó a brillar de verde cargándose de una energía que provenía del propio Arcángel. La energía salió disparada como si se tratara de un hechizo, directo al cielo. Ante los atónitos ojos de Valentín comenzaron las nubes a crecer, el viento a soplar con fuerza y en un instante el cielo se cubrió. Un aroma familiar a humedad comenzó a inundar la ciudad.

Por último, comenzó a tronar.
  • ¡Icreíble!- Exclamó Valentín brillándole los ojos de emoción.
Pruslas miró al cielo y después miró a Rafael. Furioso le gritó.
  • ¿Qué pretendes hacer, irritante viejo?
Se dirigió hacia el doctor, pero Miguel se interpuso.
  • Yo soy tu enemigo, Pruslas. Para tocarle, antes deberás vencerme…, y te advierto que no te será fácil.
El demonio escupió sangre por el pico y después se limpió con el dorso de su huesuda mano.

“Vamos Rafael, le mantendré distraído para que destruyas a sus esbirros.”

Mijots escuchó esos pensamientos que procedían de la cabeza de Miguel y que curiosamente también pudo escuchar Valentín.

“Te prometo que no lo habrás de entretener por demasiado tiempo.”

En la palma de Rafael apareció un puñado de shuriken que lanzó al aire en el momento adecuado en el que el rayo alcanzó el cayado. Este expulsó la energía hacia las cruzadas placas y el rayo se introdujo en unos cuantos esbirros que cayeron al suelo pulverizados.
  • ¡¡Fabuloso!!- Dijo saltando de alegría Valentín.- ¿Yo también podré hacer eso?
Uno de los shuriken cayó al lado de Valentín, liberando toda su carga eléctrica rozándole los tobillos. Éste se quedó paralizado de miedo. Estaba pálido como la leche.
  • Vigila tus reflejos muchacho.- Exclamó Mijots.- ¡Ve a refugiarte! Esto es muy eficaz pero también algo peligroso.
Valentín salió corriendo asustado y esquivando lo mas rápido que podía los shurken y dagas que caían a su alrededor, tapándose la cabeza con ambos brazos.

Mijots repitió el lanzamiento hasta tres veces más aprovechando el rayo. Se mantenía protegido gracias a su propia aura. Valentín hizo lo propio metiéndose en un portal cercano, y ahí, se tiró de cabeza a una maceta de madera.

La lluvia caía abundante y no tardaron los charcos en inundar la plana plazoleta donde tenía lugar el enfrentamiento. Miguel cayéndosele el agua por los hombros, cuello y ropas, miraba fijo a Pruslas; quien gritaba maldiciendo a Rafael quien estaba exterminado a todos sus esbirros. Eran semejantes sus quejidos al pataleo de un niño enrabietado.

Comenzó a caer granizo.

El Coronel volvió a intentar enfrentarse al Arcángel de las Dominaciones, pero Miguel le tomó del cuello con todas sus ganas tirando de su cuerpo con el ademán de sus alas y el fuerte viento.

Todos los esbirros perecieron y la tormenta se dispersó en un momento. Cualquiera de los testigos de la misma, podían pensar de lo extraordinario del hecho, sobre todo por la rapidez y fuerza de la tormenta. Sin embargo, no intentaron buscar una explicación.

Rafael y Miguel miraron a su alrededor los calcinados cuerpos de los esbirros hundidos en el agua y el barro del parque. La espada seguía clavada en el suelo, emitiendo su brillo añil.

Valentín asomó la nariz por encima de la maceta vacía para comprobar que ya no llovía. Girándose a su derecha vio al portero que se disponía a meter la planta en el tiesto, mirándole extrañado. El chico sonrió disimulado diciendo:
  • Me dan un poco de miedo los truenos…
Al poner los pies en el suelo fuera del tiesto, Valentín se dio cuenta de lo absurdo de su excusa, pero continuó andando hasta salir del portal. Tras él, el portero le miraba sin articular palabra.

Después de dejar éste la maceta, y para asegurarse de que el chico no volvía, le siguió.

No podía creer que tras el chico, en la plazoleta, pudiera ver a dos ángeles y un enorme monstruo, en medio de un montón de cadáveres calcinados. Patidifuso se quedó el portero mirando el extraordinario hecho.
  • ¡Cuidado Miguel!- Exclamó Valentín.
Con la fuerza de su enorme cuerpo el demonio se revolvió contra sí mismo. El viento que había cesado había aflojado el vuelo de Miguel, por lo que pudo resistirse a su abrazo Pruslas. Se estrelló contra el suelo aplastando a Miguel en el asfalto.
  • Te dije aquél día que me expulsaste…- Comenzó a decir Pruslas.- que yo traigo a la vida a las almas de los caídos que prefieren la tierra al infierno; pero tu inexperiencia ha provocado que no te percates de ello. ¡Cuánto le queda a tu portador todavía para entender todos los misterios y señales que le son enviados por su guardián!
Y diciendo esto le asentó con sus codos cabeza y pies varios golpes al arcángel incapaz de liberarse de semejante peso.
Mientras unas sombrías y fantasmales luces chillonas, flotaban sobre los cuerpos de los esbirros . Eran las almas que había atraído Pruslas del infierno para dotar de vida sus horribles invenciones.

Editado por Talaris, 08 octubre 2012 - 14:20 .

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