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publico el capítulo 14, a ver qué os parece
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Capítulo 14: Elevando el Cosmos
Continuaron los días y los entrenamientos en la Aldea Perdida y la frustración se anidó en los corazones de los Caballeros de Bronce. De todos ellos, sólo Jabu y Miguel habían conseguido superar la barrera impuesta a los de su clase, aumentando por ello su fuerza, su velocidad y su determinación. No había un solo día en el que ambos Caballeros realizaran incursiones en las tierras que pertenecían al Templo de Ra, volviendo con los trofeos propios de dichas expediciones: el armamento y las armaduras de los Soldados de Ra, cada vez más protegidos por sus superiores debido a las crecientes bajas que estaban experimentando.
Mientras tanto, en el bosque les llegaba el turno a la nueva pareja que los Caballeros de Plata querían alzar como equipo de combate: Jennifer y Geki combatían al mismo tiempo contra Carlos, quien con la ayuda de su martillo repelía los ataques con una maestría sólo superada por el Dios de la Forja y el Fuego, Hefestos. Pero algo había en el corazón de la Amazona que hacía recuperar sus fuerzas en cada rechace, una capacidad que se veía aumentada si el Caballero del Lince se encontraba en las proximidades, oculto entre el follaje de los árboles y arbustos.
Sebas se ocupaba entonces de Jorge, Natasha, Niyara y Álvaro; eran Caballeros muy dispares en cuanto a su actitud, pero sus poderes estaban parejos y sus habilidades parecían estancadas, ya que probablemente alcanzaran su límite en los entrenamientos en sus respectivos lugares de origen. Gracias al tiempo que pasaron juntos, ellos se habituaron a los ataques de los demás y conocían como solventar las debilidades de las defensas de sus compañeros. Pero ver a Miguel y Jabu les hacía sentir rencor a todos.
-Maestro –preguntó un día Jorge a Sebas-. ¿Por qué no podemos elevar tanto nuestros Cosmos?
-Joven amigo, la respuesta es más que evidente –contestó el Caballero de la Serpiente-. Mientras que vosotros albergáis cierta envidia por vuestros compañeros, Miguel y Jabu creyeron en sus habilidades y en el Cosmos de su interior, haciendo así posible la superación de la barrera del sonido y de los atributos de los Caballeros de Bronce.
-¿Eso quiere decir que son como Carlos y como tú? –preguntó interesada Niyara.
-Nada más lejos de la verdad –respondió de nuevo el joven-. Son poderosos, sin lugar a dudas, pero no se acercan en lo más mínimo al potencial de un Caballero de Plata normal.
Los otros asintieron y continuaron con sus actividades diarias. Pasarían muchos días de conversaciones como aquella, de discusiones y envidias para con los Caballeros del Unicornio y del Lince, pero pronto se habrían de sumar dos personas más al foco de esas frustraciones: Jennifer y Geki habían conseguido también superar sus límites. El júbilo se mostraba en los ojos del Caballero del Oso y los gestos de la Amazona de Vulpecula mostraban otro tanto de lo mismo: alegría por superarse a sí mismos, por ser mejores que antes. Por superar a los Caballeros de Bronce.
-Queridos amigos –comenzó una noche a decir Sebas-. Creemos que el momento ha llegado. Mañana por la noche nos adentraremos en la primera de las muchas batallas que presentaremos contra las Fuerzas del Mal que pretenden destronar y acabar con Atenea y sus Caballeros, de los cuales formamos parte –los chicos aullaban de júbilo, animando al que se presentaba como líder del grupo, mientras las amazonas eran un poco más reservadas-. Puede que suframos indecibles dolores, pero nuestro deber es acabar con esta nueva amenaza dormida desde hace tanto tiempo y demostrar al mundo que los Caballeros de Atenea somos la defensa perfecta para la Humanidad.
Los Caballeros de Bronce estallaron en júbilo y su alegría era tan contagiosa que las Amazonas, antes tan reservadas, mostraban abiertamente sus pensamientos optimistas ante la batalla que se les avecinaba; Sebas y Carlos no pudieron evitar esbozar una sonrisa esperanzadora, embriagados por la actitud de los jóvenes con los que convivían.
-Tranquilizaos, chicos –continuó Carlos-. Es indispensable que atendáis al plan. Mañana, por la noche, nos serviremos de la oscuridad para adentrarnos.
-¿Y luego? –preguntó Geki.
La respuesta del Caballero del Herrero fue una simple sonrisa.
