Hola!
Tenía pensado publicar el Capítulo 1 el día de mañana, pero lo haré hoy (mañana hay trabajo y no quiero arriesgar la publicación).
Espero que sea de su agrado!
SAINT SEIYA:
COSMO WARS
CAPITULO 1: El Joven en la Torre
Cuando un animal de campo toma una decisión, el resultado de esta determinará qué tan larga será su vida. Cuando el hombre toma una decisión, se presentará la oportunidad de tener una vida próspera, o vivir en decadencia. Pero, cuando un Caballero de Athena toma una decisión, en sus manos queda el destino no solo de sí mismo, sino de todo aquello que le rodea.
1. Lysander de Sagitario
En la vida hay cosas que nunca cambian. Cuando era un niño y entrenaba para convertirme en Caballero, ocurría algo que jamás pude entender: la noche antes de algún evento importante, me resultaba difícil conciliar el sueño. Lo sé, suena tonto, pero es verdad. Esto ocurrió mi primera noche en el Santuario; quizá fue por la ausencia de mi madre y mis hermanos; ocurrió también la noche antes de batirme a puños con mi primer oponente; estaba demasiado nervioso, temía ser derrotado; y volvió a ocurrir la noche antes de conocer a nuestra diosa, Athena.
Sucedió muchas veces más, como anoche.
—¡Despierta cabeza dura! —gritó un entusiasta muchacho, y recorrió la cortina que cubría el lecho de su compañero Lysander—. ¡Despierta ya!
—¡Serás animal! —preguntó Lysander molesto. El susto del joven fue tal que le hizo brincar fuera de la cama—. ¿Cómo se te ocurre despertarme de esa manera, Alrisha?
—El alba ha llegado —dijo el joven de larga cabellera clara y castaña, Alrisha, después de haber reído un poco—. Los primeros rayos del astro rey iluminan Atenas y sus alrededores. Recuerda que debemos partir apenas el sol se deje ver tras las colinas.
—Lo sé —musitó Lysander con un profundo suspiro—. Muero de sueño; parece que anoche no hubo cupo para mí en los brazos de Morfeo. Pero veo que tú ya estás listo.
El joven de larga cabellera vestía un resplandeciente ropaje dorado que le cubría casi todo el cuerpo; sin duda llevaba puesta una de las doce armaduras de oro, las más poderosas dentro del ejército ateniense.
— ¡Vamos, vamos! —instó Alrisha—. Viste tu armadura y bajemos hacia el templo del Escorpión Celeste, Vlinder debe estar esperando.
— ¡Está bien, está bien! —Calmadamente, Lysander se incorporó e hizo lo necesario para estar listo tan pronto fuese posible; primero hurgó entre un apilo de trastos y ropa sucia, tomó su armadura «también de oro», y pieza por pieza la colocó sobre su cuerpo; después, tomó el cántaro que yacía al lado de su cama y vació el agua sobre su cabeza «quizá solo con esto despertaría completamente»; por último, acomodó su alborotado pero corto cabello, y salió del templo del Centauro junto a su compañero.
2. Vlinder de Escorpión
Los jóvenes descendieron poco a poco por el largo camino de escalones que no terminaría hasta toparse con un templo más. Fuera de éste, ya les esperaba Vlinder, también vestido con ropaje dorado.
—Parece que la puntualidad no está dentro de las costumbres de algunos Caballeros —dijo el joven que yacía recostado bajo la sombra de un frondoso manzano, erguido fuera del templo; su cabello era relativamente corto y de un color azul profundo, igual que sus enigmáticos y brillantes ojos—. El sol se ha dejado ver desde hace un rato.
—Disculpa la tardanza —dijo Alrisha—. De no ser porque Lysander durmió más de la cuenta, habríamos llegado mucho antes.
—Pero… ¿Qué dices idiota? Ha sido todo lo contrario… no dormí lo suficiente.
—Lo siento amigo. Había olvidado tu inesperado pero muy conveniente insomnio de esta noche —dijo Alrisha, dibujando apenas una juguetona sonrisa en su rostro.
—Típico de Lysander —agregó Vlinder—. Ahora estamos retrasados con algunas horas.
—Pues basta de habladurías entonces —gruñó un enfadado Lysander—. Partamos de una vez.
—¿Escuchaste eso Milo? —preguntó Vlinder y se incorporó. Sobre la cintura llevaba puesto un cinturón de cuero, y pendiente de éste, se balanceaba un pequeño y tierno oso de felpa con el cual parecía platicar, aunque este no respondiese—. Este hombre no tiene vergüenza.
—¡Vaya! —exclamó Alrisha—. Te conozco desde hace años Vlinder, y te he visto caminar todo el tiempo con ese osito tan curioso, pero apenas hoy he conocido su nombre ¿Milo eh?
3. Pandora
Se dice que la llegada de Athena a la tierra, viene acompañada de una serie de eventos terribles y desafortunados, que ponen el destino de la humanidad en un hilo.
Desde la época del mito, Athena ha tenido que enfrentarse una y otra vez a terribles enemigos que buscan apoderarse del mundo que juró proteger, siendo el más terrible de ellos el emperador del Inframundo… Hades.
El bullicio y los crímenes de la gran ciudad, palidecían ante las tenebrosas historias que se contaban de un castillo a las afueras de Londres. Los horrores que este castillo albergaba, solo podían compararse con las más terribles pesadillas del hombre.
—Finalmente llegó el día —Su voz resonaba a lo largo del oscuro pasillo, apenas iluminado por la débil llama en los faroles—. ¿Has podido sentir ese inconfundible cosmos, Pandora? —preguntó el hombre de ropaje oscuro al entrar al salón principal.
—Querido Aslan… Ya es hora de reunirnos con el señor Hades —dijo la enigmática mujer. Su vestimenta era tan oscura, y su piel tan blanca, que parecía ser una hermosa aparición fantasmal. En la diestra sostenía una copa de vino, en la cual podía verse el reflejo de sus bellos e inquietantes ojos púrpura.
—Me pregunto por qué el señor Hades acostumbra tomar posesión de un cuerpo humano en cada guerra santa. ¿Acaso tú conoces la razón, Pandora?
—Es muy simple. Hades es un dios muy desconfiado y precavido. No está dispuesto a poner en riesgo su esencia verdadera. Seguramente su cuerpo está en algún lugar de los Campos Elíseos.
—Muy sabio de su parte. Y muy conveniente para nosotros. ¿No es así, querida Pandora?
El frio siniestro que envolvía el ambiente, poco a poco se disipó, dejando entrar una onda de calor infernal que venía acompañada de un hombre, envuelto en ropaje oscuro; sin duda uno de los ciento ocho Espectros al servicio de Hades.
—Señor Aslan —dijo el hombre y se inclinó—. Cutral Có de Haborym, Estrella Terrestre de la Asistencia a su servicio —Sus brillantes ojos carmesí parecían tener más fuego que los faroles del pasillo.
—Serás nuestro asistente en una importante misión —dijo Aslan—. Que el calor de tus llamas convierta en cenizas a todo aquel que pretenda interponerse en nuestro camino.
4. Alrisha de Piscis
Desde hacía unos días, se corría el rumor que en Anthea, una pequeña población al sur de Grecia, los muertos estaban volviendo a la vida. Para la gente común esto podría tratarse de simples cuentos difundidos de voz a voz, sin embargo, para quienes tenían conocimiento sobre la existencia del dios del Inframundo, estos rumores se convertían en valiosa información que debía ser investigada. Estos hechos inexplicables sembraron la duda en el hombre que lee las estrellas, el gran Patriarca del Santuario.
—Finalmente llegamos a Anthea —dijo Lysander nostálgico. Sus ojos tenían un brillo especial… el brillo que solo puede verse en aquellos que después de mucho tiempo de estar ausentes regresan a casa—. No ha cambiado mucho desde la última vez —De su frente escurrían algunas gotas de sudor. Quizá por el calor de aquella mañana, o quizá por los nervios de estar en el lugar que lo vio nacer. De cualquier forma, tomó el odre de cuero que pendía de su cintura, y bebió un poco de agua.
—¿De verdad creen que en este lugar los muertos se estén levantando de su tumba? —preguntó Alrisha—. El pueblo luce muy tranquilo. Quizá el gran Patriarca se equivocó esta vez. No parece que el dios del Inframundo haya estado aquí.
—Lo mejor será que cada uno tome una dirección distinta —dijo Vlinder—. Si de verdad algo raro está pasando en este sitio, tarde o temprano lo descubriremos. Aquel que encuentre primero a Hades, será quien deba asesinarle.
Fue así como cada uno tomó un rumbo distinto, sin imaginar que cualquier dirección que tomasen los pondría en terribles peligros de los que difícilmente saldrían con vida. Un día que había iniciado como cualquier otro, terminaría con el estallido de una nueva guerra santa.
—Me pregunto por qué repentinamente se ha disparado la temperatura del lugar —Alrisha parecía estar desconcertado. Mientras más avanzaba por los desolados caminos del pueblo, el calor se hacía cada vez más intenso—. No sabía que en esta región la temperatura era tan elevada.
—Parece que el calor está empezando a afectarte, Caballero de Athena —Resonó inquietante una voz perdida en el horizonte.
—¿Quién eres? —preguntó Alrisha.
A lo lejos, se vislumbró la figura ondulada de un hombre, surgido del vapor asfixiante que envolvía el lugar. Más que un hombre, parecía ser un amenazador monstruo de tres cabezas.
—Soy un Espectro al servicio de Hades —dijo el hombre—. Cutral Có de Haborym, Estrella Terrestre de la Asistencia —dijo al momento de revelarse completamente. Su cuerpo estaba cubierto por un ropaje tan oscuro como la noche. En cada hombro el metal formaba una horripilante cabeza: del lado izquierdo se podía ver la forma de un felino, mientras que del lado derecho sobresalía la cabeza de una diabólica serpiente—. No dejaré que te entrometas en los planes del señor Aslan y la señorita Pandora.
—Así que las sospechas del gran Patriarca tenían fundamento. Realmente Hades está por hacer su aparición; de no ser así, sus lacayos no estarían rondando por la Tierra.
—¿Lacayo dices? ¡Qué insolencia! Ahora mismo reduciré tu cuerpo a cenizas. ¡Arde en el fuego infernal y muere, Caballero de Athena!
¡Feurige Schalange!
(Serpiente de Fuego)
Cuando Cutral Có levantó el brazo, la palma de su mano se convirtió en el epicentro de un incendio infernal, que pronto tomaría la forma de una horrible serpiente. Aquel monstruo envuelto en llamas voló hasta impactar el cuerpo de Alrisha, quien no pudo evadir el ataque, recibiéndolo de lleno.
—Así que este es el poder de los Espectros —musitó Alrisha desde el suelo; el golpe lo había derribado—. No está mal —agregó y se incorporó—. Sin embargo, solo he sufrido algunas quemaduras superficiales.
—¡Imposible! ¿Cómo has podido sobreponerte a mi ataque?
—Necesitarás un fuego más intenso para derretir mi armadura de oro.
—Ya entiendo —murmuró el Espectro y sonrió—. Perteneces a la élite del ejército ateniense, eres uno de los doce Caballeros de Oro.
—Así es. Mi nombre es Alrisha de Piscis.
—Muy bien —dijo el Espectro—. Ahora sé el nombre que llevará tu tumba.
¡Feurige Schalange!
(Serpiente de Fuego)
Justo como había ocurrido anteriormente, el Espectro de Haborym provocó un abrazador incendio que rápidamente cubrió el lugar, pero esta vez fueron dos gigantescas serpientes de fuego las que fueron lanzadas contra el hombre de ropaje dorado.
—¡Tonto! —exclamó Alrisha—. ¡Contra un Caballero de Athena no puedes utilizar el mismo ataque dos veces! ¡No importa cuántas serpientes sean!
¡Twin Fish Attack!
(El ataque de los Peces Gemelos)
Rompiendo las llamas que cubrían el lugar, hicieron su aparición dos enormes peces cósmicos envueltos en una marejada descomunal. Cada uno de ellos golpeó una serpiente de fuego, haciéndolas desaparecer hasta la última llamarada.
—Miserable… —gruñó Haborym—. Eres hábil. La reputación de los Caballeros de oro definitivamente tiene fundamento.
—Me halagan tus palabras, Espectro. Sin embargo, tu destino ya está decidido. Morirás en este lugar —dijo Alrisha. La sonrisa dibujada en su rostro mostraba la confianza que tenía en sí mismo.
—En un momento esa sonrisa se convertirá en un gesto de terror y dolor insoportable. Te mostraré la técnica secreta de Haborym.
¡Hölle Endlösung!
(Holocausto Infernal)
Como si la tierra misma sintiera el terror de aquel ataque, una gran explosión sacudió al pequeño poblado de Anthea, cubriéndolo con una densa nube de ceniza volcánica.
Alrisha se encontraba en una situación verdaderamente crítica: no lograba contener completamente la respiración, y sentía como sus pulmones poco a poco se llenaban de hollín. En un acto desesperado, logró concentrar la humedad del ambiente y se envolvió en una capsula de agua, permitiéndole disipar un poco la negrura que cubría el lugar.
En un instante, el agua había formado un charco de lodo y ceniza del que paulatinamente emergía el Caballero de oro, cubierto de suciedad.
—¡Observa Caballero de Athena! —exclamó el Espectro—. La verdadera esencia del fuego del averno.
—¡Imposible!
El suelo comenzó a estremecerse hasta formar gigantescas grietas. El brillo carmesí que surgía de aquellas hendiduras, y el calor abrasador que podía sentirse emanando de ellas, parecía indicar que las puertas del infierno se habían abierto ante la atónita mirada del Caballero de Oro.
Pronto aquellas grietas dejaron ver un enorme cráter, donde rápidamente se formó un lago de lava incandescente.
En el centro de aquella formación apocalíptica, había una roca, y sobre ella, el Espectro de Haborym, esperando la oportunidad de atacar nuevamente.
—El poder de este hombre es increíble —murmuró Alrisha—. Ha provocado el nacimiento de un volcán en medio de este pueblo. No debo subestimarlo.
—Es muy pronto para tener miedo, Caballero. La potencia de este ataque es similar a la erupción del Monte Vesubio que hace siglos destruyó Pompeya. ¡No podrás escapar!
¡Dämonische Katze Fackel!
(La Antorcha del Gato Demoniaco)
El poder de Cutral Có de Haborym iba más allá de crear un volcán activo, incluso podía manipular el magma proveniente del núcleo de la Tierra. Gracias a esta extraordinaria habilidad, pudo crear un río de lava flotante que rápidamente impactó el cuerpo del pez dorado. Sin embargo, Alrisha no estaba dispuesto a morir antes de que iniciase la verdadera guerra.
—Maldito… —musitó el Espectro—. Lo hiciste de nuevo.
—No permitiré que acabes conmigo —Alrisha nuevamente envolvió su cuerpo en una impenetrable capsula de agua. Cuando el río de lava lo impactó, este se enfrío y se transformó en incontables trozos de piedra.
¡Blue Tornado!
(Tornado Azul)
El rastro de humo volcánico finalmente desapareció, y dio paso a la formación de incontables gotas de agua. Estás se agruparon y empezaron a girar velozmente hasta formar una violenta tromba. En una fracción de segundo, esta tormenta tomó la forma de un embudo y cubrió completamente el cráter que Haborym había creado. Cuando la cola de aquel monstruo de viento y agua tocó el suelo, su fuerza absorbió la incandescente lava que había brotado del centro de la Tierra.
Todo había sido muy rápido… en tan solo un instante, Cutral Có quedó atrapado en la fuerza descomunal de un tornado de agua, y el calor intenso del magma que el tornado había arrastrado
Cubierto de lava y agua, pronto el cuerpo del Espectro quedó completamente petrificado, y se hizo pedazos al impactarse contra el suelo. En la piedra había quedado grabado el rostro de terror de aquel poderoso Espectro que fue quemado vivo por su propia técnica.
5. Lazarus
Cuando Lysander llegó a Anthea, un sentimiento de nostalgia invadió su corazón, y una sonrisa apareció en su rostro. Su niñez la había vivido en ese lugar, ahí estaba la parte feliz de su vida, cuando aún no conocía la guerra, la muerte, el hambre o la peste. Pero rápidamente el sentimiento de nostalgia se convirtió en asco y nauseas. El solo hecho de pensar que mancharía con sangre inocente su hogar, hacía que su cuerpo experimentara sensaciones desagradables, hasta el punto de hacerle vomitar. Lysander tenía una orden que debía cumplir sin excusa alguna: destruir el cuerpo elegido por Hades, sin importar quien fuese. A diferencia de algunos Caballeros de Athena, Lysander no actuaba como una marioneta, y se planteaba una serie de dudas cada vez que era enviado a una misión; no era su estilo simplemente acatar órdenes… después de todo, bajo aquella coraza de oro había un humano. Lysander sentía que el hecho de tener que matar a alguien de su pueblo natal era cruel, una decisión un tanto inhumana de parte de aquel que representa a Athena en la Tierra, y por tanto también la paz. Incluso quizá tendría que matar a un amigo de la infancia, o algún familiar talvez. Conocer el lugar al cual un guerrero se dirige a cumplir una misión determinada, parecía ser más importante que los sentimientos que dicho guerrero pudiese tener. Después de todo, no son más que soldados de Dios, soldados que tienen que cumplir con su deber sin importar que personas inocentes sufran por ello. Eso era algo que Lysander no entendía, o no quería aceptar.
—Este lugar no ha perdido su belleza —dijo Lysander al ver un hermoso y basto campo de tulipanes, blancos como la nieve. Era el lugar más bello de Anthea, y el más alejado de la población—. Si Hades ha venido a este lugar, sin duda estará justo en esa torre.
En el centro de aquel florido escenario había una torre, que desde tiempos mitológicos había sido el sitio en el que los lugareños adoraban a los dioses.
Inquieto, Lysander cruzó el campo de tulipanes y subió la torre. En lo alto, encontró a la persona que cambaría su vida para siempre.
—¿Qui… quién eres tú? —Temeroso preguntó un joven de cabello blanco como los tulipanes, y vestido en harapos como un pordiosero—. ¿Has venido a matarme?
—¿Matarte? —preguntó Lysander sorprendido; no esperaba que fuese ese el primer comentario de aquel a quien precisamente debía matar. ¿Acaso ese joven estaba consiente de ser Hades? —. ¿Qué clase de pregunta es esa?
—Eso es algo que los habitantes de este pueblo desean hacer —Lloroso respondió el joven de cabellos blancos—. Por esa razón estoy refugiado en esta torre.
—¿Acaso eres un delincuente? —preguntó el de ropaje dorado—. ¿Qué es lo que has hecho para provocar la ira de la muchedumbre?
—De ninguna manera. Yo solamente quería ayudar.
—¿Qué es lo que has hecho? Cuéntamelo.
—El día que nací mi madre murió… o por lo menos eso es lo que me contó mi padre adoptivo. Crecí en una pequeña granja al sur de Anthea. Desde niño he manifestado habilidades que ni yo mismo puedo explicar. Sin embargo, las había mantenido en secreto hasta hace unos días.
—¿Qué fue lo que pasó?
—Cuando paseaba por el campo escuché el lamento de una mujer mayor. Su voz era seca y estremecedora, su garganta casi se había desgarrado por tanto llorar. Estaba tumbada en la tierra, sobre la tumba de un hombre llamado Aléxandros. Esa mujer lloraba la muerte de su único hijo, que hacía cuatro días había dejado este mundo. Solo tuve que desear que ese hombre estuviese vivo para hacer el milagro. En un instante, de la tierra brotó la mano de aquel hombre que yacía sepultado; Aléxandros. En un principio la mujer sintió temor, pero cuando el cuerpo salió completamente del sepulcro, entendió que de verdad era su hijo que había vuelto a la vida. Era la primera vez que hacía esto con un humano. Anteriormente solo había puesto en práctica esta habilidad con animales.
—¿Qué ocurrió después?
—El rumor de que los muertos estaban volviendo a la vida se esparció rápidamente. Pude traer de regreso a algunos difuntos más. Pero al tercer día todos se convirtieron en polvo y desaparecieron con el viento. Fue entonces que la multitud estalló en rabia… creyeron que había jugado con sus sentimientos, pero yo solo quería ayudar. Intentaron lincharme, pero pude escapar gracias a que pocos se atreven a venir a este sitio. Ni siquiera recuerdo cómo es que llegue a esta parte de la torre, por lo que no he podido bajar.
—Imagino que no te has alimentado bien en estos días —Sonriendo, Lysander abrió el bolso que cargaba junto al odre de cuero, y extrajo algo de comida envuelta en hojas de colores—. Es pan de avena.
—Usted… —El chico de los harapos tomó rápidamente el pan, quitó las hojas de colores que le envolvían y se lo llevó a la boca en un instante; comía casi sin respirar—. Es usted tan buena persona señor —decía el joven con lágrimas en los ojos, aunque con tanta comida en la boca, Lysander apenas entendía sus palabras.
—Oye niño… ¿Cuál es tu nombre?
—¿Eh? Bueno, mi nombre es Lazarus —respondió el joven de los harapos, buscando más pan entre las hojas—. Ya no hay pan.
—No encuentro maldad en este joven —musitó Lysander—. ¿De verdad debo acabar con él?
6. Aslan de Grifo
El azul del cielo desapareció repentinamente, dando lugar a la aparición de oscuros nubarrones. De entre la oscuridad, emergieron dos seres, aquellos que estaban a punto de iniciar la guerra santa.
—¿Acaso eres un Caballero de Athena? —preguntó el hombre emergido del infierno. Llevaba puesto un ropaje oscuro, más negro que el ébano. Sus alas eran enormes, sin duda podría surcar el cielo con ellas.
—Soy Lysander de Sagitario ¿Quién eres tú? —Preguntó Lysander.
—Estrella Celeste de la Nobleza, Aslan de Grifo —respondió el hombre.
—Hemos venido por ese chico, Caballero de Athena —dijo la enigmática y bella mujer que le acompañaba, Pandora.
—¡No lo permitiré! —exclamó Lysander.
¡Atomic Thunderbolt!
(Trueno Atómico)
Con la diestra, Lysander generó una potente descarga eléctrica que rápidamente se dirigió hacia el Espectro. Aquel relámpago pronto impactó el cuerpo de Aslan, sin embargo, éste pudo repeler aquella descarga con la palma de su mano, sin siquiera mostrar dificultad alguna.
—¡Imposible! —Estupefacto, Lysander no podía creer tal hazaña.
—Estúpido —dijo Aslan—. Con ese nivel jamás podrías hacerle daño a un Juez del Inframundo. Esto… esto es verdadero poder. ¡Observa!
¡Cosmic Marionetion!
(Marioneta Cósmica)
Miles de hilos invisibles brotaron de los dedos del Espectro de Hades. Cada uno de estos hilos entró al cuerpo del Caballero de Oro, sellando sus movimientos casi por completo.
—Cosmic Marionetion —musitó Aslan—. Caballero, a pesar de que no puedes verlos, en este momento miles de hilos invisibles cubren tu cuerpo… no hay parte de ti que no esté bajo mi control… con solo mover un dedo ahora mismo podría arrancarte la cabeza —agregó, mientras de forma bizarra y misteriosa movía sus manos, como si estuviese jugando con una marioneta.
—¡Maldito! —gruño Lysander. No solo su cuerpo estaba siendo controlado, aquellos hilos le abrían cientos de heridas en su cuerpo, provocándole un inmenso dolor.
—Debo confesarte algo, Caballero de Athena —dijo Aslan—. Disfruto torturando a mis víctimas —agregó, sonriendo sádicamente—. Sin embargo, este día no cuento con el tiempo suficiente para satisfacer mis impulsos, por lo que acabaré contigo rápidamente. Prepárate… ahora mismo te arrancaré la cain cabeza.
Cuando la vida de Lysander estaba a punto de llegar a su fin, un hermoso espectáculo apareció y le salvó la vida; miles de mariposas se posaron sobre los hilos invisibles que mantenían prisionero al Caballero. El fulgor azul que cubría a estos pequeños insectos, generó una llamarada que un instante cubrió de llamas los hilos, quemándolos por completo.; Lysander cayó al suelo mlherido.
—Así que más de un Caballero de Athena ha venido a este lugar —Incrédulo, dijo Aslan—. ¿Has sido tú el que hace un momento acabó con Cutral Có de Haborym?
—Te equivocas —dijo la voz misteriosa, surgida de entre las mariposas—. Supongo que ese ha sido mi compañero Alrisha, yo soy Vlinder de Escorpión.
—Da igual cuántos Caballeros hayan venido, los exterminaré a todos.
—Así que ese chiquillo es Hades —dijo Vlinder, mientras detenidamente observaba al sorprendido joven de los harapos—. ¡Vamos Lysander! ¡Acaba con él! Yo me haré cargo de ese Espectro.
Lysander se incorporó y empuño su arco dorado, tomó una flecha y apuntó hacía el corazón del joven Lazarus. Tenía que matarle, era su misión. De este momento dependía el destino de la humanidad.
—¡Por favor señor no lo haga! —entre lágrimas, suplicó Lazarus.
—Debo hacerlo… pero…
—¡No lo haga!
—¡No puedo! —gritó Lysander—. ¡No veo maldad en este chico! ¡No le mataré! ¡Los Caballeros estamos para proteger a individuos como él, no para acabarlos!
—¡Estúpido! —gritó Vlinder, mientras sostenía un violento enfrentamiento físico contra Aslan de Grifo.
—Parece que esta es nuestra oportunidad —musitó Pandora.
De entre la negrura del cielo, bajó serpenteante una gigantesca culebra púrpura. En un instante, se enroscó cubriendo la torre casi por completo, y de una mordida, se tragó al joven de los harapos. Cuando esto ocurrió, tanto Pandora como Aslan desaparecieron entre la oscuridad.
—Imposible… se fueron —Lysander estaba desconcertado. Todo pasó muy rápido. No era capaz de entender lo que a partir de entonces ocurriría.
—¿Estás consiente de lo que has hecho Lysander? —preguntó Vlinder—. En tus manos estuvo la oportunidad de acabar con Hades y con la guerra. Tendré que informar al gran Patriarca lo que ha ocurrido en este lugar. Has fallado en tu misión.
Decisión… acción abstracta, pero de vital importancia, pues es la palabra que antecede al futuro. Esperanza de vida para un animal de campo, calidad de vida para el hombre. ¿Y para un Caballero de Athena? Cuando un Caballero de Athena toma una decisión, el destino del mundo queda en sus manos, si esta es correcta, disminuirá la cantidad de personas que tengan que sufrir para alcanzar la felicidad, pero si la decisión es incorrecta, el Caballero deberá atenerse a las consecuencias, pues el mundo pagará por su error.
"Todos los días Dios nos da un momento en que es posible cambiar todo lo que nos hace infelices. El instante mágico es el momento en que un sí o un no pueden cambiar toda nuestra existencia" —Paulo Coelho.
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Información Adicional:
Anthea: Del griego "anthos" que significa "flor". En la mitología griega, Anthea era el sobrenombre dado a Afrodita como reina de las flores. La hermana de Príamo, último rey de Troya, se llamaba Antea.
Aslan: Aslan es uno de los personajes principales de Las Crónicas de Narnia, una serie de libros de fantasía creada por el escritor C.S. Lewis en los años 1950. Es un león parlante, rey de las bestias, e hijo del Emperador Más allá de los Mares. Según el mismo C.S. Lewis, Aslan, que en turco significa león, es descrito como una versión alternativa de Cristo.
Cutral Có: Cutral Có (del mapudungún: Agua de fuego) es una localidad petrolera de la provincia de Neuquén (Argentina).
Haborym: Haborym es un demonio del fuego y del holocausto. Es un duque del infierno que comanda 26 legiones infernales. Tiene tres cabezas, una de humano, una de gato y una de serpiente. Lleva consigo una antorcha con la que incendia pueblos y ciudades.
Lazarus: Lázaro de Betania (Lazarus of Bethany) es un personaje bíblico del Nuevo Testamento, hermano de María y Marta de Betania. Vivió en Betania, un pueblo a las afueras de Jerusalén. En su casa se alojó Jesús al menos en tres ocasiones. Es muy famoso principalmente porque según el Evangelio de Juan, fue revivido por Jesús. A partir de esta historia su nombre es utilizado frecuentemente como sinónimo de resurreción.
Curiosidades:
- Este primer capítulo guarda parecido con el primer capítulo del fic original. Con la diferencia de que en el fic original, solamente Lysander (Anteriormente llamado Deos) parte a Anthea, y nadie lo acompaña. Además, en la torre no se enfrentaba al Grifo, sino a otros Espectros (Giganto de Cíclope y Valentine de Arpía).
- Aunque originalmente el cuerpo de Hades llevaba el nombre "Lázarus", en el fic original siempre se le llamaba "Lazarillo", en referencia a la novela española "Lazarillo de Tormes".
- En el fic original Saint Seiya: The Three Wars, los Espectros llevaban el mismo nombre del manga original (Minos, Lune, Valentine, etc). En este remake he decido darle nuevos nombres, como Kurumada lo ha hecho en Next Dimension.
- En Saint Seiya: The Three Wars, Alrisha de Piscis hizo su aparición hasta el capítulo 7.
- Vlinder de Escorpión no apareció en Saint Seiya: The Three Wars, solo se le mencionó en algunos capítulos.
- Cutral Có de Haborym no apareció en Saint Seiya: The Three Wars.
Espero que haya sido de su agrado!
Editado por Cástor_G, 14 noviembre 2016 - 20:08 .