Nombre del Amine: Devil May Cry.
Bueno en sí, este anime está basado en el video juego del mismo nombre; que relata los sucesos que involucra en menor medida a Sparda, un poderoso demonio que termino por enfrentar y sellar al emperador oscuro Mundus y sus legiones en el inframundo. Así como también de los sucesos de sus hijos en especial de Dante que es un cazador semi-demonio, que se encarga de eliminar a los demonios que rodean el mundo humano.
Nombre del personaje: Dante; cazador de demonios, mitad humano y mitad demonio.
AQUEL QUE BRILLA CON LA LUNA OSCURA.
La noche brillaba con tal sutiliza por su astro lunar que su mero resplandor azulado provoca la ilusión de habitar en su deslumbrante velo.
En uno de los edificios de la gran ciudad; el nombre de una de sus tiendas resaltaba en medio de sus paredes, un gran letrero lumínico de color rojo y en su interior aquel que atendía su negocio descansaba las botas que llevaba, sobre el escritorio mientras reclinaba el resto de su cuerpo en una elegante silla antigua, equilibrada solo por sus dos soportes traseros. El resto del cuarto estaba adornado por algunos sillones, un mini bar, un teléfono de disco, una rockola con un extraño disco de acetato, y tal vez una de las posesiones preferidas; una mesa de billar, algunos instrumentos de música y el estuche de una guitarra.
—55, 56, 57, 58, 59… y bien se han cumplido los quince minutos –exclamo el platinado hombre mientras de reojo reafirmaba el tiempo transcurrido, observando el extraño reloj que colgaba de una de las paredes de la casa—, después de todo este día ha tenido algo bueno.
Cinco minutos más tarde el repetido toc, toc del sonido seco desde la puerta principal saco de su retardo vagancia al peliblanco.
— ¡¿Ahh?!...¿acaso piensan tirar la puerta? –Susurro en tono bajo Dante, mientras seguía con su vista puesta sobre el portón café—, vamos deja de insistir y seguí que la administración no cuenta con servicio de mayordomo –exclamo con algo de fastidio nuevamente el peliblanco.
A la orden dada por su anfitrión; aquel que insistía en su llamado procedió abrir la puerta mostrando entre sus manos el pedido que esperaba el cazador, y a sus espaldas la figura de una persona de edad media, dueño de una resaltada barriga que trataba de ocultarla por su larga gabardina gris haciendo juego con el sombrero que llevaba puesto.
—Siento interrumpirlo señor—dijo el joven mostrando su colorido uniforme, al tiempo que terminaba por entrar—, aquí está su encargo tal y como lo dijo.
— ¡Uffs!... has llegado tarde –respondió Dante, indicando el reloj de su pared con un gesto de su cabeza, mientras seguía con su filosa vista sobre sus dos repentinos invitados—. ¿Dime porque ahora trabajan dos, en algo que puede hacerlo uno?
—Ah… no señor, él es mi jefe… el señor Albert –indico rápidamente el joven.
—Umm, lo siento chico pero ni tu jefe evitara que esta pizza sea gratis –se expresó el cazador desde su comodidad.
—No se preocupe por eso –interrumpió el voluminoso hombre, sacándose el sombrero—, de todas formas sin importar el tiempo de retraso se la íbamos a obsequiar.
—Bien hombre, ¿que estas esperando entonces…? ¿Pero porque el dueño querría regalármela, personalmente?
—Usted, es una de nuestros más asiduos e importantes clientes –respondió Albert, mientras pasaba su mano por la rockola del lugar que en su interior se podía observar un disco con su título borroso—, es una bella reliquia musical—indico el hombre haciendo referencia a la máquina de música.
Lentamente el joven muchacho se acercó hasta el escritorio para depositar el encargo sobre su superficie, ante el pedido que había hecho el peliblanco por un ademan de una sus manos.
— ¿Cuál es la verdadera razón de tu visita…? –pregunto el cazador, mientras degustaba una rebanada de la pizza—, tengo un par de revista que revisar.
—Vaya, que manera la tuya de tratar a tu futuro cliente, he escuchado sobre tu negocio y pienso contratarte.
— ¡No! –Respondió secamente Dante— Ya te dije que tengo cosas que hacer.
—El señor Albert será muy generoso, si cumple con su encargo.
—Hare un trato con usted –profirió el jefe del muchacho—. Si acepta mi pedido, no solo le pagare en efectivo, también le obsequiare una pizza por semana… no, mejor una diaria.
—Hmm… —Dante se le quedo viendo por un corto tiempo, al tiempo que realizaba un gesto de contrariedad— ¡qué más da! –respondió, poniéndose repentinamente de pie.
—Esta es la dirección –índico el hombre llamado Albert, dándole un papel al peliblanco cazador—decirte lo que puedas encontrar ahí… no creo que sea necesario, ni traiga sorpresa para ti.
Tiempo más tarde Dante se encontraba frente a la entrada de una llamativa puerta azulada con un gran letrero lumínico de color rojo en forma vertical que decía: “EL PLACER DEL SNU SNUS”, y en sus afueras un par de hombres de gran estatura que resguardaban su entrada conversando entre sí, intercambiando su plática con la exhalación requerida de sus cigarrillos.
El cazador procedió a entrar en el lugar sin darme mayor importancia a sus vigilantes más que una tenue mirada hacia estos.
— ¿Supongo que no tienes helado de fresa…? –pregunto el peliblanco al barman del local, mientras se acomodaba en su barra.
— ¡Juh! Aquí solo encontraras cosas para hombres –respondió el encargado de la barra, sirviéndole un vaso de licor al cliente—, cortesía de la casa, muchacho –exclamo el hombre, acompañado de una sonrisa de jactancia.
— ¿Dónde se encuentra Myss?
—Mmm…Vaya chico, sí que tienes buen gusto—indico el barman mostrando nuevamente sus dientes a Dante—. Myss, es muy solicitada por aquí, pero no es así como funciona. Ella es la dueña de este sitio de entretenimiento y será ella quien te elija.
—No hagas que lo vuelva a preguntar –profirió el cazado, depositando a una de sus semi-automáticas de estilo Colt, conocida como “Ebony” sobre la barra del lugar.
De repente el sonoro y repentino sonido de las carcajadas proveniente desde una de las mesas contiguas a la barra, de una bella dama, con una gran cabellera que lograba cubrir sus hombros con facilidad, mientras vestía un despampanante y ajustado vestido rojo, logro interrumpir el tenso momento en qué se había metido el barman.
—Jajajaa… sin duda, estos son el tipo de cliente de mi predilección… yo soy Myss –dijo la bella dama, poniéndose de pie hasta acercarse al peliblanco guerrero –. Ven conmigo, te estado esperando –indico la dama halando de la mano a Dante.
—Ten listo mi helado cuando regrese –apuntó Dante al barman, mientras se perdía entre las sombras del lugar junto con Myss.
A escasos metros de la barra, ambos se dirigieron hacia una puerta dorada que resguardaba un gran cuarto lleno de antigüedades, que resultaban en cierta medida extrañas para el cazador.
— ¿Te resultan familiares? –Pregunto Myss a su compañero.
—Quien sabe…
—He coleccionado todas estas misteriosas reliquias, desde hace mucho tiempo atrás… es como mi pasatiempo preferido.
—Que interesante. Yo suelo coleccionar cabezas de demonios, pegarlas en la pared de la sala de mi casa, y jugar tiro al blanco con ellas –índico Dante, dejando sentir el frio de la boca de fuego de una de sus pistolas en el mentón de Myss—… ahora mi colección también se agrandara.
La risa escandalosa desde las sombras del lugar, alarmo a los presentes, mostrando al causante y dueño de un rostro familiar para el peliblanco que lo observaba con su filosa mirada.
—Jujujuju… tal y como me lo imagine, has llegado, Dante –rio descaradamente de nuevo el hombre que había aparecido repentinamente—. La pieza faltante… el hijo del “caballero oscuro legendario”… ¡Sparda!
—También estas aquí… Albert –dijo dante—, has evitado a que vaya por ti.
— Jujujuju… ¡Apuesto que no te imaginaste que todo esto es para que vinieras! De lo contrario me hubieras matado cuando nos conocimos, en especial si supieras lo que en realidad soy…
—Cállate; tu risa me provoca neuralgia –exclamo el irritado cazador, disparando con su pistola desocupada hacia el oscuro lugar de donde antes había salido Albert, logrando asustarlo—. Desde que entraste al “Devil May Cry” supe que eras un patético demonio; si no me encargue de ti fue para no tener que limpiar tus restos y termines dejando impregnado tu repugnante olor en la casa o, ¿tal vez estabas de suerte?
Desde el lugar donde había disparado Dante; el que se había presentado antes como el empleado y repartidor de pizza, caminaba tambaleante hacia la claridad del cuarto con una gran herida en su frente provocada por el proyectil disparado del peliblanco, para caer abruptamente sobre los pies de su jefe.
—juh… veo que todavía quieres jugar—musito Dante.
De pronto, el cuerpo del repartidor comenzó a sufrir una trasformación, mostrado como emergía un gigantesco y horripilante demonio, abalanzándose rápidamente sobre el cazador, mientras mostraba sus grandes filosos colmillos y garras.
Más un nuevo disparo de parte de “Ivory”, la segunda semi-automática de Dante apaciguo el ímpetu de la criatura que termino nuevamente sobre el piso con su cabeza perforada de lado alado y que su negra y repugnante sangre manchara el piso del lugar.
— ¡Maldito… Myss! – exclamo un agitado y preocupado Albert.
Inmediatamente la dama, después de oír su nombre logra atacar a Dante, agarrándole desde el brazo que lo había usado antes para amenazarla con su arma, para arrojarlo sobre una de las paredes del cuarto.
—Chica ruda… eh –profirió Dante, poniéndose de pie—. Tal vez tenga que dejar propina.
Algunas de las antiguas reliquias del cuarto, comenzaron arder con una flama amoratada gracias a la manipulación de Myss.
—Jujuju… pueda que seamos demonios débiles, pero gracias a estas reliquias demoniacas, hemos ganado fuerza –índico el confiado y alegre Albert que procedió a convertirse en un grotesco demonio de color verde—. Te vamos a despedazar y después te quitare tu espada… la llave para abrir las puertas del mundo de los demonios, así infestaremos este mundo con los habitantes del inframundo.
De repente; en un rápido movimiento, proveniente desde las largas y puntiagudas uñas de Myss, coma filosas navajas, lograron teñirse de sangre, al decapitar la cabeza que rodaba por el piso del demonio que se hacía llamar Albert.
— ¡Idiota! Estos vestigios solo me brindan poder a mí, su señora –prorrumpo Myss mientras saboreaba la sangre de sus filosas uñas con su viperina lengua, al tiempo que mostraba sus dos filosos colmillos de vampiresa—. Ahora que aparecido uno de los hijos de Sparda, ya no me eres útil –con uno de sus finos tacos, acabo por aplastar lo que quedaba de la cabeza de Albert.
—Que tierno, deshacerte de la basura. Pensé que era él, quien mandaba.
—Era solo un inútil. Me ayudo a buscar todas estas reliquias –señalo el demonio los objetos del cuarto—, bajo la ilusión que le brindarían poder.
—Así que mi espada es lo que quieren para abrir el portal del mundo de los demonios –repuso Dante, observando su espada, sin mostrar importancia ante lo último mencionado por Myss.
Una sonrisa se dibujó en el rostro de Myss, mientras observaba detenidamente el amuleto que sobresalía sobre el pecho del peliblanco cazador.
—No es tu espada lo que se requiere para esa tarea –indico Myss—, sim embargo ella me será útil para poder reemplazar la ambrosia que mantiene atrapada a mi señora Nevan dentro de la”Torre Temen-ni-gru”; el pilar del miedo, donde la gente aullaba de terror.
—Todas las que ven mi espada, terminan enamorándose de ella. Si la quieres tendrás que venir por ella, demonio.
— ¡No tienes que decírmelo… tu fin a llegado hijo de Sparda!
Rápidas envestidas, es víctima Dante de parte de las filosas uñas de Myss que trata de cercenar el cuerpo del peliblanco, que entre movimientos escabrosos logra evitar ser sacrificado por el demonio y observar como sus cabellos platinados revoloteaban por el aire, logrando atraparlos y mostrarlos sobre la palma de su mano.
—Tus afiladas uñas, arranco tres de mis cabellos –indico Dante.
Desenfundando nuevamente sus pistolas, Dante logro impactar con uno de sus proyectiles sobre la frente de Myss, obligándola a retroceder hasta impactarse contra el suelo, con su frente llena de su sangre.
—Jajaja… idiota, mientras esté protegida por estas reliquias no podrás vencerme –dijo Myss, levantándose nuevamente, mostrando como su herida se había regenerado.
De repente. Una de las reliquias del cuarto en forma de espejo, fue destruida por un nuevo proyectil lanzado desde una de las armas del cazador, logrando sacar un gran alarido de parte de Myss que temblaba de dolor.
—Hum… te refieres a ellas –repuso Dante—. En total quedan cuatro más, que sobresalen del resto con una energía oscura.
En un gran torbellino provocado por Myss, logra absorber el resto de reliquias, provocando que estas ingresen dentro de su cuerpo.
—Vaya, vaya con la señorita revoltosa. Al parecer ya no quiere jugar con su cliente.
—Ahora no podrás volverme a herir –indico el demonio—. Están dentro de mi cuerpo y no podrás encontrarlas.
Un nuevo disparo de parte de Dante, logro impactar el cuerpo de Myss, provocando un nuevo aullido de dolor en el demonio.
—Solo queda tres –exclamo el peliblanco.
—No lo pienso permitir, antes cortare tu cuerpo en pedazos –expresó el agitado demonio entre gritos.
Las uñas del demonio comenzaron a crecer como enormes lanzas filosas, que se proyectaron sobre Dante, que trata de esquivarlas, logrando que su ropa salga afectada con cortes en ella y que sus pistolas salvan volando por el impacto.
Una nueva ráfaga de impactos del demonio son impulsados sobre Dante que consigue bloquear con su espada, logrando destruir las grandes y filosas uñas que había utilizado Myss, hasta despojarles de ellas por completo.
— ¡Maldito! No importa lo que hagas, no podrás evitar que el puente entre este mundo y el de los demonios se cree.
— ¡Quien sabe!... pero tu servicios ya no me interesan –dijo Dante, blandiendo su espada en forma vertical sobre el cuerpo del demonio, logrando destruir el resto de artilugios que había absorbido Myss en su cuerpo.
Desde la barra del local, su barman asombrado observaba como el peliblanco cazador salía desde la puerta dorada, que antes ningún humano había vuelto salir con vida por ella. Velozmente el barman salto la barra para abalanzarse sobre Dante, que logro calmar su ímpetu con una de las balas de Ivory incrustándola en su cabeza, provocando que su cuerpo se convierta en cenizas.
—Después de todo no tenían helado de fresa… qué más da. Ahora tendré que recorrer una torre.