PARTE 2: La Misión.
Santuario.
~Afueras de los doce templos.
Una vez logro agrupar la cantidad exacta de santos comenzó:
—Partiremos en una misión de reconocimiento, es una orden directa del Sumo Sacerdote.
—S.. Si!!
—En esta ocasión exploraremos la zona sur de Alemania en busca de indicios de la reaparición del ejercito enemigo.Vamos !!
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~Mas tarde...
Un estruendo proveniente del cielo alertó a los santos que se encontraban cruzando un bosque.
—¿Qué es esto? Este bosque es extraño. Tal parece como si estuviésemos durante horas dando vueltas y no logramos salir.
—Si es verdad. Al parecer ese excéntrico cosmo que sentimos antes de ingresar es lo que causa esto. Pero de quién se trata?
—Estén alerta. No dejo de sentirme intranquilo desde que nos adentramos en este lugar.
—¿Este bosque sera una ilusión? ¿Una trampa?
—Fuere lo que fuere no podemos dejar que este estúpido laberinto nos obstaculice. Vamos desaparece ilusión!!
Con un poderoso ken, el santo que comanda la misión, logra destruir el oscuro ambiente en el que se hallaban. Los altos y espesos arboles habían dejado lugar a un ambiente realmente diferente, incluso llegaron a descubrir un lago que antes no habían sido capaces de notar.
—Parece que podremos seguir, mantenganse detrás mio.
Eran un total de 7 santos los que iban en esta misión. Cuatro de ellos realizaban por primera vez una expedición y, si bien no poseían suficiente experiencia, su buena coordinación hacia de ellos un grupo temible.
Gadreel lideraba el grupo, él era de los mas experimentados entre los santos. El Sumo Sacerdote le otorgaba misiones de alto peso sabiendo que de una forma u otra lograría regresar con todos los miembros de su equipo sanos y habiendo cumplido con el objetivo de la misión.
Esta vez lo acompañaban dos santos de plata y cuatro de bronce. Era lo que se conocía como el tradicional grupo bifurcado.
—Gadreel, ahí esta la salida, salgamos de una vez por todas —dice un Santo de plata.
—No se muevan —contesta Gadreel– esa no es la salida. Al parecer seguimos atrapados en la ilusión. Estén alertas, puedo sentir un cosmos acercándose.
Todos los santos adoptaron una postura defensiva expectantes a lo que pudiera ocurrir. Sin embargo el rastro de cosmo se desvaneció instantáneamente.
—Desapareció? Esto no puede estar pasando.
El grupo se vio azotado por una total incertidumbre. Pero antes de que alguno pudiera responder nuevamente se hizo sentir ese cosmo. La magnitud del mismo había aumentado increíblemente.
—¿Que sucede? Este cosmo se hace mas y mas grande!! Es la primera vez que siento una energía de ese nivel.—dice un santo de bronce.
—Si, podemos sentirlo —comenta Tarvos— Aunque mas que un cosmo, son varios agrupados los que se sienten. Parece que hay un gran número de guerreros.
Y sucedió lo que presentían. El cosmo que sentían se concentró en un solo ente de energía y estallo en una explosión tan grande que hizo que los arboles del bosque donde se encontraban se torcieran debido a la enorme fuerza desplegada.
—Esto es... Imposible. Será ese el antiguo lugar en donde Athena selló las almas de los 108 espectros?
Rápidamente se extiende un enorme campo de fuerza a su alrededor y descubren un castillo que antes no habían logrado divisar debido a la cantidad de vegetación y arboles frondosos. El lago se oculto a su vista dejando en su lugar una densa niebla.
—¿Qué sucede? No me puedo mover— exclama un santo de bronce
—Nosotros tampoco— exclaman casi al unisono los demás santos de bronce— ¿Que diablos...?
El grupo se hallaba en un punto en el cual la barrera afectaba a los santos de bronce y ligeramente a los plateados.
—Ese castillo debe ser el palacio del Dios Hades. La prueba está en la poderosa barrera de energía que se ha extendido— comenta Gadreel — las almas de los 108 espectros pronto se reunirán aquí. Muy bien, regresemos al Santuario, ya encontramos la posición del enemigo.
El suelo no paraba de vibrar y el sol se había oscurecido, la explosión había expulsado un gas oscuro y de olor penetrante que se expandía con increíble velocidad. Destellos de luz caían por todos lados.
Gadreel sintió una enorme descarga en su cuerpo, que lo dejo paralizado momentáneamente, o eso creyó él, porque al parecer, había ocurrido en milésimas de segundos ya que sus compañeros no habían notado nada. Algo le decía que su misión no había acabado solo así. Tal vez tendría una misión personal? En cualquier caso no debía involucrar a los demás santo solo por aquella sensación que inundo su mente. Por ello optó por saciar su intranquilidad, una vez que sus compañeros se hubiesen retirado y puesto a salvo.
—Onesimo, Tarvos. Ustedes santos de plata deben regresar junto con los santos de bronce y reportar esto al Patriarca.
—¿No regresarás?— pregunta, mas que con curiosidad, inquietado Onesimo de Mosca.
—Los alcanzaré luego, vayan.—les ordena Gadreel.
Ellos normalmente habrían obedecido sus ordenes, pero notaron algo extraño de parte de Gadreel.
—Gadreel...¿Estás bien?
—Onesimo, Tarvos vayanse. Ahora!!
—Gadreel que es eso?
Por un momento Onesimo creyó ver una especie de animal mítico detrás de Gadreel, pero lo ignoró creyendo que eran las consecuencias de haber inhalado ese gas oscuro.
—¿Que cosa?—pregunta intrigado Gadreel al ver el rostro sorprendido de su compañero.
—N..no, no es nada, creo que estoy imaginando cosas. Vamos Gadreel, regresemos al Santuario.
—Ya te dije que los alcanzare luego. Vayanse de una vez.
Esta vez sonó como un verdadero líder y a pesar de su excelente relación con los jóvenes santos de plata, había sonado muy duro. Ellos al no tener mas opción que obedecerle, se retiran.
—Gadreel, iremos por delante, alcanzanos luego!!
—No irán a ninguna parte— se oyó una voz proveniente de una persona que se acercaba desde el castillo.
—Rápido vayanse, yo me encargaré de este sujeto—les grita Gadreel.
Los santos salieron de la barrera de Hades hasta que los perdieron de vista. El recién llegado era un joven rubio con una surplice con detalles negros como el fondo de un oscuro valle, su armadura poseía unas largas alas en su espalda con cuernos bastante pronunciados en sus extremos. En sus manos sostenía fuertemente un extenso látigo.
—La señora Galatea, ordenó asesinar a todos aquellos que osaran acercarse al palacio del Señor Hades. Pero, vaya sorpresa, no creí encontrarme tan rápido con un santo de Athena. Sin dudas que esto será muy divertido: Estrella Celestial del Talento. Enul de Balrog.
—Así que nuestras sospechas eran ciertas... Ustedes los espectros ya han despertado...
—Ju. De hecho, nosotros los espectros siempre estamos despiertos.
—¿Que? A que te refieres?
—Al morir, nuestras almas son selladas en algún punto de la Tierra, sin embargo nuestra esencia aun puede moverse a través del inframundo. Cuando el sello por fin se rompe, nos da la libertad de entrar al mundo de los vivos. Juju.
—No puede ser, entonces los sellos de Athena...
—Como sea, no importa lo que intenten. Sera en vano contra nosotros los espectros. Prepárate para morir Santo de Plata.
—Lucharé. Pero antes de terminar con tu vida, deseo saber, ¿quien eres, y porque sigues al Dios del Inframundo?
—Jajaja, un santo de Plata amenazando a un espectro como yo. Muy bien, de todas formas el resultado final no puede cambiarse, te lo diré: Soy uno de los guardianes de las prisiones del Inframundo Enul de Balrog, y si lucho por el Señor Hades, es por la vida eterna y paz después de la muerte que otorga a quienes le han sido verdaderamente fieles.
—Así que es eso— pensaba Gadreel para si—Los espectros si que están bien engañados.
—Escuchame Enul, yo soy un Santo de Athena que lucha por la paz y la justicia de este mundo. Gadreel de Cefeo. Y no permitiré que ustedes los guerreros del mal lo arruinen.
—¿Qué? Jajaja esto se torna interesante— Enul agarrando firmemente el látigo entre sus manos— despídete de tu vida, Gadreel.
{El primer combate entre el ejército de Hades y el de Athena esta a punto de empezar...!}