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El encuentro.


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1 respuestas a este tema

#1 Lynegar

Lynegar

    Ojos de rubí

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Publicado 19 febrero 2017 - 11:58

El Encuentro

 

Me encontraba vagando por el desierto, en mi interminable infortunio. El sol yacía pleno y furioso, fatigándome a cada paso. La desgracia había tocado mi puerta.

Me encontraba en soledad, con los pies ardiendo por el calor de la arena, sin alimento y loco de sed. A este paso estaría muerto en unas pocas horas.

De repente, pude notar una silueta en el horizonte, y cuando pude distinguirla del borroso espejismo, me di cuenta que la figura era la de un hombre. Si bien estaba realmente agotado, aún no había sucumbido a la locura, y sabía muy bien que no podría haber un ser humano en estos páramos desolados de mala muerte. Resultó ser un prejuicio, ya que al final de cuentas sí se trataba de un hombre. De avanzada edad, y con una gran barba, del color de la nieve, vestido con harapos pero con unos ojos brillantes como mil soles, que inspiraban sabiduría.

Cuando aquel anciano se percató de mi presencia se acercó corriendo hacia mí, diciendo:

 

- ¡Oh amigo mío! Qué bueno que lo encuentro, no hay alma alguna por estos caminos, y yo tengo una gran ansia de vender mis mercaderías!

- ¿Quién eres? - le pregunté.

- ¡Oh, pero dónde quedaron mis modales! Perdóneme, ya que de todas formas voy a tener que salvaguardar mi verdadera identidad para otro momento.

- Me irrité, y repliqué: Nunca fueron de mi agrado los misteriosos, pero por esta vez voy hacer una excepción, debido al lugar en el cual se ha producido nuestro encuentro.

- ¡Cuánta bondad hay en su corazón! - pronunció.

- Tampoco me agradan los sarcásticos y aduladores, así que absténgase de sus artilugios retóricos.

- Como usted desee señor, pero no soy misterioso en lo absoluto, ya que simplemente permito que las cosas sucedan a su debido tiempo, y por esta razón, me voy a presentar como lo que en realidad soy.

- ¿Y qué eres?

- ¡Un mercader, por supuesto!

- ¿Un mercader?

- ¡Claro que sí!

- !¿Un mercader aquí?! ¡¿En este lugar maldito donde no hay hombre alguno?! ¡¿Donde la muerte esta la única compañía con la que uno puede contar?! ¡No me haga reír!

- Señor le aseguro que es la verdad.

- ¿Ah, si? ¿Y donde está su mercadería? ¿Dónde están los instrumentos o valías de las que usted hace referencia? ¡Lo único que veo frente a mí es a un anciano adulador, misterioso, y encima mentiroso!

- ¡Por los dioses que estoy diciendo la verdad! ¡Yo soy un mercader, y de los mejores!

- ¡Qué Fortuna la mía! ¡Lo único que me espera es una muerte cierta y horrible, y para colmo tengo que caer preso de mentiras y delirios de un anciano que perdió la cabeza!

- ¡Pues su fortuna le sonríe amigo mío! ¡Pues lo que yo vendo es lo más preciado que pueda usted recibir!

- Basta de habladurías, déjame pasar.

- ¡Pero señor! ¡Ni siquiera a preguntado lo que tengo en venta!

- ¡No! Y tampoco me interesa.

- De acuerdo. Respeto su decisión, lo dejare entonces seguir su camino, que bien reconozco en donde desemboca.

- ¿Dónde desemboca?

- En la muerte, por supuesto.

- Todos los caminos desembocan en la muerte.

- Cierto, pero el suyo ya está terminando, ¡a diferencia del mío que le quedan años por delante!

- ¿De verdad crees eso? Estamos los dos condenados a morir aquí, ¿Qué acaso no te has percatado?

- Se equivoca señor, yo no voy a morir aquí, ¡y todo gracias a mi producto!

- ¿Y cual es ese producto?

- Mm, usted dijo que no le interesaba...

- ¡Ahora me interesa!

- ¿De verdad?

- Si puede salvar mi vida, por supuesto.

- ¡Excelente! ¡Pero debo advertirle que mi producto es sólo para unos pocos!

- ¡Dime de una vez de que se trata!

- ¡Ah! Yo vendo lo más preciado para los hombres. Lo que todos piensan tener pero que solo unos pocos en verdad poseen.

- ¡Basta de habladurías y revela el secreto!

- Yo vendo el Anhelo.

- ¿Cómo dices?

- El Anhelo, ese poder indomable que impulsa a quien lo guarda en su corazón, a conseguir aquel deseo sin igual. ¡Inimaginable, inconmensurable, impensable!

- ¿Pero como es posible que una persona venda el Anhelo? ¿Usted es un farsante, un mentiroso y un embustero!

- Señor, le aseguro que no lo soy.

- ¿Ah no? Muéstreme un anhelo entonces.

- No puedo.

- ¡Ajá! ¡Lo sabía!

- No es lo que usted cree.

- ¿Ah, no?

- No. Usted no puede pedirme que le muestre un recuerdo. Usted no puede pedirme que le muestre la Virtud. Es por eso también que sería ingenuo de su parte el pedirme que le muestre un anhelo.

- Ya lo he dicho y lo repito, usted es un charlatán y un embustero.

- ¿Por qué?

- ¡Porque está tratando de venderme algo que no existe!

- ¿Los anhelos no existen?

- Debo admitir que es un hombre hábil con las palabras. Y es por eso que reanima mi afirmación en que es un embustero y un charlatán.

- ¿Y por qué piensa eso?

- ¡Porque con trucos trata de engañarme y hacerme pensar que mi pensamiento es erróneo!

- ¿Entonces cada vez que alguien le prueba a usted que está equivocado lo está tratando de engañar?

- ¿Lo ve? ¡Lo hizo otra vez!

- Señor, le aseguro que lo que menos deseo es mentirle o confundirlo.

- ¡Por los dioses que eres insistente! De acuerdo, entonces explícame cómo vas a evitar morir en este lugar.

- Ese es mi secreto.

- No me ayudas en lo absoluto, ¿lo reconoces, verdad?

- Desgraciadamente si, lo he notado, pero lo que sucede es que usted está haciendo las preguntas equivocadas.

- No me diga. ¿Y por qué mis preguntas están siendo equivocadas?

- Porque está exigiendo mucho de mi y poco de usted mismo.

- Eso es mentira.

- No lo creo, usted me pregunta como voy a salvarme en vez de preguntarse a usted mismo cómo se va a salvar.

- Yo ya perdía la poca fe y esperanza que me quedaban.

- ¿Por qué las perdió?

- ¡¿Acaso no me ves?! ¡Mírame, estoy desesperado y agotado, abandonado a la cruel Fortuna que se empeña en cada instante para hacerme la vida más y más dura!

- Y yo siempre pensé que las lágrimas del destino se escondían tímidamente en los ojos de la Fortuna. Pues mas bien yo creo que las dificultades son una bendición.

- No lo son.

- ¡Claro que sí! Son las circunstancias en las cuales el hombre debe encontrar la manera de triunfar. Los momentos críticos, en donde se decide una vida. El lugar preciso en el cual se encuentra la fuerza y el deseo de avanzar, el anhelo de la transformación y superación. En las dificultades es donde nos encontramos a nosotros mismos señor. Los instantes en los que se decide nuestra valía.

- Yo no tengo valía.

- Todos la tienen, pero el mundo es un lugar oscuro, y se requiere del auxilio de la luz para poder hallarla.

- No si no hay voluntad para hacerlo.

- Por supuesto que no, y es un camino que cada uno debe hacer por su cuenta. Pero siempre hay algo que puede desviarlo en la dirección correcta.

- ¿Y tu vendrías a ocupar ese rol?

- ¡Claro que no! Yo ni siquiera conozco su nombre, pero lo que le digo es que mi producto podría salvarlo.

 

Ambos nos quedamos en silencio por un buen rato, y en ese momento aparecieron en mi mente los recuerdos de mi vida.

Mi amada Tenea, que me abandonó por unas monedas. Quería pasar el resto de su vida rodeada de lujos y comodidades que yo no podía proveerle. Aunque me partió el corazón yo la continué amando, deseando que fuera feliz donde sea que se encontrara.

A mi hermano Hermes, que lo perdí mientras navegábamos en el mar. Espero que Poseidón lo haya tratado con dulzura y cariño, y que lo guiase hacia la morada del Hades, en donde encontrara su descanso eterno.

Mis escritos, que iban progresando poco a poco, con historias increíbles que hubieran emocionado a muchos, y que hasta a los corazones más duros se les hubiera echo difícil resistir la presión de tan hermosa melodía de belleza.

Todo aquello me hizo pensar en que quería vivir, y que la muerte no era mi destino aún. Que mi existencia tormentosa, en su manera aparente, era en realidad bella, y que era deber de uno el soportar las desgracias e infortunios que descendían por designio de la impetuosa Fortuna.

 

En ese momento me levanté, grité fuerte y alto que aún no era mi hora, que encontraría la manera de escapar de ese desierto maldito.

 

- ¡Voy a salir de aquí! ¡Aún no estoy muerto! Adiós anciano, espero que con tu producto puedas escapar de aquí también.

- Antes que te vayas, me gustaría que me pagaras.

- ¿Qué te pague qué cosa?

- ¡Pues el precio del Anhelo! ¡Tú lo has adquirido, y no tiene devolución!

- ¡Si que eres un ser intrigante! Lo único que puedo darte es mi infinita gratitud y agradecimiento, porque verás que no tengo nada de valor conmigo en este momento.

- Si que lo tienes y muchas, de un valor incalculable. Pero hay una de ellas en especial que quisiera pedirte.

- ¿Y cual es?

- Tu amistad.



#2 Patriarca 8

Patriarca 8

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Publicado 19 febrero 2017 - 15:38

Fue un relato reflexivo,ojala continúes la historia o pongas historias similares

 

http://saintseiyafor...hot-anime-2017/

 

http://saintseiyafor...ideojuego-2017/


Editado por T-800, 19 febrero 2017 - 15:39 .

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