Me alegra que la historia te esté gustando :)
Capitulo 8
Pecados
Schneider apuñala a una de las almas con su navaja envuelta en el aura azul. La que solía ser la vida del espectro se consume a sí misma,
apagándose poco a poco hasta que en un centelleo final, desaparece. Margoth observa impactada la escena.
— ¡¿Qué acabas de hacer?!
—Permíteme explicártelo. Esta navaja está imbuida por el poder de la Ondas Infernales. Cuando utilizo las Ondas Infernales en el Yomotsu,
el alma en que son aplicadas desaparece para siempre. Las almas de los Espectros reencarnan en cada Guerra Santa, siendo poseídos
por las 108 Estrellas Malignas. O que acabo de hacer es destruir esa alma, por lo que también destruyo esa estrella.
— ¡De esa forma…!
—Exacto. Ahora la Estrella que le corresponde a este Espectro no podrá regresar nunca a la Tierra.
El Caballero de Cáncer, con una sonrisa de oreja a oreja, apuñala las otras cuatro almas, haciéndolas desaparecer para siempre.
En el Castillo de Perséfone, Pandora toca su arpa hasta que siente las almas de los Espectros desaparecer. Interrumpe inmediatamente su
tocata y corre hacia una habitación en lo más profundo de Castillo, en una mazmorra en el sótano.
En esta habitación flotan en el aire varias esferas luminosas. Serían 108, pero ahora 103 son las que brillan.
—Cinco de las Estrellas Malignas han desaparecido. Eso significa que las almas de esos Espectros han sido completamente destruidas.
Solo hay una persona en este mundo además de mi Señora Perséfone que puede hacer algo semejante.
En el Yomotsu, Schneider ríe fuertemente al ver las almas desaparecer. Margoth crea a partir de su cosmos un látigo de color negro en su
mano derecha, lo empuña con fuerza.
— ¡¿Cómo te atreves a hacerle eso a las almas de los Espectros?!
—Fácil. De esta forma las Guerras Santas contra ustedes se terminarán para siempre. La muerte de Hades y los Dioses Gemelos fue solo
el comienzo. El mal desaparecerá verdaderamente y la Tierra estará a salvo cuando todos ustedes desaparezcan, alimañas. —Dijo
Schneider mientras se llevaba la mano derecha a la cara, tapándose los ojos. — ¿Con esto estarás orgulloso de mi, padre?
—Lo que acabas de hacer es un pecado imperdonable. ¡Reencarnación!
Margoth eleva su mano derecha y emite una onda de cosmos púrpura que envuelve a Schneider.
— ¿Reencarnación? —Preguntó el joven Caballero mientras era envuelto por las ondas.
— ¡Estos son los pecados que has cometido en tus más de 50 años de vida!
—¿Mis pecados?
Schneider se ve a sí mismo, con unos siete años de edad, disparándole con una escopeta a una bandada de aves, estas caen muertas al
suelo. Luego se ve a sí mismo insultando a los sirvientes de la familia, a quienes aborrecía con desdén.
—Esas son solo estupideces menores, lo mejor viene ahora. —Dijo el muchacho.
A la edad de trece años. Schneider despierta su cosmos. Este se manifiesta cuando ve morir a sus sirvientes uno a uno, cayendo al suelo.
El poder del Caballero Dorado de Cáncer, las Ondas Infernales.
—Era basura inferior que merecía morir, ¿no?
Un año después, a escondidas de sus padres, empezó a estudiar las artes oscuras. Leyendo libros de conocimiento prohibido, cómo revivir
a los muertos… cómo vivir eternamente.
—En uno de esos libros hablaba de un hombre que había logrado superar la muerte. Alimentándose de la almas de los muertos, a quienes
mataba sin siquiera tocarlos. Entonces me di cuenta, ese hombre era sin duda un anterior Caballero de Cáncer, que usaba las almas que
arrebataba con las Ondas Infernales para detener su envejecimiento.
—La inmortalidad es algo destinado únicamente a los dioses, y a quienes desean compartir ese conocimiento. —Dijo Margoth mientras
observaba al joven.
— ¿Acaso tiene algo de malo… que un niño le tema a la muerte? Además, Pandora fue bendecida con la inmortalidad gracias a Perséfone.
Ella, quien siempre fue la niña consentida de papá y mamá. Ella, quien siempre fue la amada. Ella, la que no fue un accidente. Ella, la que
iba a heredad la fortuna de la familia.
—El pecado que te mueve es la envidia, Caballero.
— ¿Envidia? Si, sin duda es envidia. Así que… ¿Por qué no arruinarle la fiesta a mi hermana acabando con sus estúpidos planes?
Margoth eleva su cosmos, creando la ilusión de la Sapuris de Balrog, brillando de un fuerte y profundo color violeta. Al mismo tiempo, las
ilusiones creadas por la Reencarnación desaparece.
—Te ves mejor sin eso, linda. —Dijo el Caballero mientras observaba a su enemiga.
—Si acabo contigo, la Señorita Pandora me recompensará sin duda.
— ¿Pero podrás hacerlo, Espectro?
Margoth atrapa con su látigo negro la mano derecha de Schneider. El movimiento fue bastante rápido, así que pese a que pudo verlo, no
tuvo la oportunidad de evadirlo. Al menos eso fue lo que pensó ella.
—Ahora estás atrapado por mi Látigo de Fuego, Schneider. No podrás escapar de mi poder aunque seas un Caballero Dorado.
Schneider siente que el látigo se calienta, quemando su brazo. Una gran mueca de dolor se dibuja en su rostro.
— ¡Bruja malvada, me quemas la mano! —Gritó el Caballero.
— ¡Arde y queda calcinado por el fuego del Balrog! —Gritó Margoth, cubriendo de fuego el látigo.
Schneider se arrodilla en el suelo. Su piel, carne y huesos son calcinados por el látigo de Margoth. Esta camina hacia él, poniendo el pie
derecho en la cabeza del joven.
—Este es tu lugar, gusano. Qué débil y patético resultó ser el hermano de la Señorita Pandora. Una pena.
—Parece… que incluso en esto soy una basura inútil… No saco nada con ser inmortal si mi debilidad pesa más que mi vida.
—Exacto. Esa es la diferencia entre Pandora y tú. Ella nació con suerte, tú naciste por suerte. O mejor dicho, mala suerte.
—Supongo que… ahora debo unirme a esa fila de almas…—Dijo Schenider cerrando los ojos. —Nah, mejor no.
— ¡¿Qué?!
El pie de Margoth arde en llamas debido al calor generado en el cuerpo del Caballero de Cáncer. Da un salto hacia atrás. Schneider se
pone de pie y observa su mano, intacta.
— ¡¿Cómo es posible que sigas bien luego de recibir el látigo del Balrog?!
— ¡Jejejeje! ¿Realmente creías que con una técnica tan débil podrías derrotarme, mujerzuela?
— ¡¿Qué?! ¡Pero si yo misma vi como tu mano era calcinada!
—Oh, sí. Sin duda mi mano fue calcinada. Sin embargo…
Varias almas rodean el cuerpo del Caballero de Cáncer, girando a su alrededor, casi bailando. Schneider eleva su cosmos, creando la
ilusión de la Armadura de Cáncer, cuyo brillo dorado rodea su cuerpo.
—No olvides que soy inmortal. En mis investigaciones logré deducir que si consumo las almas de los muertos puedo regenerar cualquier
herida que tenga. En este caso, usé las almas de esos debiluchos esqueletos que resguardaban la entrada del castillo.
— ¡Eso es imposible! ¡Ese tipo de poder solo debería ser para un dios!
—Te tengo noticias. Si un humano se esfuerza lo suficiente, su poder puede incluso alcanzar al de los dioses. —Dijo el Caballero mientras
con su mano lanza la navaja, que se incrusta en la mano de Margoth, haciéndola solar su látigo.
— ¡Eres un maldito! ¡La Señora Pandora se enterará de esto! —Dijo Margoth mientras lo observa con rabia.
— ¿No te has dado cuenta? Quiero que Pandora vea esto.
— ¿Qué?
— ¡No sería divertido si mi hermana no se enterara! ¡Toma esto, maldito Espectro! —Dijo el joven mientras las almas giran en torno a su
mano. — ¡Sufrimiento Infernal!
Schneider envía las almas, que rodean el cuerpo de Margoth, haciendo desaparecer su ilusión de Sapuri, ante el grito impotente de la
espectro.
Mientras tanto, en Jamir.
—¿Qué está ocurriendo? —Preguntó Lissana a Yuno.
—El hombre que está peleando ahora es el Caballero Dorado de Cáncer. Ese muchacho es un verdadero dolor de cabeza. Sin embargo, su
poder es el más útil ahora. Es capaz de eliminar para siempre a los Espectros con sus habilidades. —Dijo el Caballero de Aries, llevándose
un cigarrillo a la boca.
—Se escucha bastante genial. —Dijo Matt, mientras llevaba lentamente su mano a la caja de cigarrillos en el suelo, y recibiendo por eso un
golpe en su mano por parte de Lissana.
—Matt.
—Por favor, Lissana.
—Ustedes dos se llevarían muy bien. Los dos son unos mocosos arrogantes. —Dijo Yuno mientras guardaba su cajetilla.
Margoth despierta, está enterrada en el suelo del Yomotsu, siendo atada a este mismo por las almas que la rodean.
— ¿Qué es esto?
—Quédate quieta, no quiero que hagas esto más difícil. —Esto fue lo que logró escuchar de la boca de Schneider, el cual suponía que
estaba a algunos metros de ella, antes de que lograra ver a la navaja brillando con su aura azul enterrándose en su garganta.