Un dios con olor a sal llega a la panadería, se dirige a la regadera a tomar un baño revitalizante; el encuentro con su siervo resultó en algo incómodo y se siente sucio. Se seca con una toalla húmeda, se limpia los oídos con sus calzoncillos para después volverlos a usar y se enfunda en la toga que le ha acompañado desde la antigüedad.
Se dirige a la cocina, abre la nevera y toma un envase de leche, bebe hasta el fondo y deja el recipiente medio vacío en su lugar. Recoge la celda de polietileno de Eris y la coloca sobre la mesa. Golpea con sus dedos la tapa, no tiene respuesta; Eris esta catatónica por el frío. Momo tuvo razón al tratarla como un reptil.
—Despierta bella durmiente —golpea con insistencia—, ¡tú entrañable amigo está aquí para recibirte!
—¡Gasssshhth! —La cobra ataca en cuanto despierta, estampa contra el plástico transparente y lo salpica de veneno—. ¡Libérame, infeliz! ¡¿Qué es esta barrera infernal que me aprisiona?!, ¡parece cristal pero es flexible y huele a comida!
—Es que Niel no lava bien… —Momo se detiene y finge seriedad; Eris no ha pisado la Tierra desde los inicios de la era industrial y desconoce los nuevos juguetes del hombre. Momo planea aprovecharse de ello—. ¡Oooh!, así que te percataste de esta invención; los humanos le dicen plástico, es un metal mágico que puede sellar a los mismos dioses. Athena les dio ese regalo durante tu ausencia.
El dios miente, sobre el toper está pegada con cinta adhesiva la daga imbuida del cosmos de Athena; es lo que impide que Eris pueda liberarse. Momo se levanta de la mesa rumbo al apagador del cuarto.
—Han dominado la luz de Apolo y el rayo de Zeus —enciende y apaga la luz repetidas veces—. ¿Notaste el cambio de temperatura?, te encerré en una dimensión helada a la que ellos pueden acceder y donde mantienen prisioneros a los dioses débiles y la mantequilla, en verdad son crueles con la mantequilla. Escucha Eris, puedes seguirme o sucumbir al poder que los hombres poseen.
—¡¿Crees que soy estúpida y que me tragaría tu cuento…?!
—Sip… —Momo interrumpe.
—¡Fuiste arrojado del Olimpo por decir que Zeus era dios de la gonorrea y se te quitaron tus dones por llamar a la enfermedad de las rameras Zeufilis! Eres un inútil que vaga entre la basura; ¿por qué es que sigues vivo si los mortales pueden lograr tales proezas? No me engañas, Zeus gobierna el cielo y Athena sigue siendo una mojigata, los hombres siguen siendo débiles y tú eres un malviviente bueno para nada. ¿Seguirte, dices?, no eres digno ni de servirme como esbirro carne de cañón, ¡ju, ju, ju!
—Me ofendiste, sentí muy feo Erisita —Se toca el corazón—. Creí que teníamos algo especial, un vínculo.
—Sí que hay un vínculo, el de mis colmillos con tu culo. ¡Libérame, gusano!
—¿Para qué? —golpea la caja con la palma—, ¿para que Athena vuelva a enviarte al espacio? Siempre es lo mismo con ustedes, bola de perdedores; Poseidón inunda y Athena lo sella, Hades despierta y Athena lo somete, tu ocupas un cuerpo y terminas exorcizada y devuelta al cosmos.
—¿Y tú qué sabes de combatir a Athena?, siempre te escondes entre los mortales, agradeciendo al destino que no te eliminemos con ellos. Has vagado en la Tierra desde la era del mito, sobreviviendo de las fiestas y burlas que los humanos se procuran; ¡no eres más que un bufón pordiosero que no merece más en la vida que perecer bajo mi pie!
Momo guarda silencio. Él y Eris se miran fijamente, sin moverse siquiera; la diosa espera respuesta a su ataque verbal, le extraña la callada reacción de su captor, Momo solo tiene por talento parlotear.
—… ¿entonces me ayudas o no? —al fin pregunta el dios.
—¡Que te den, estúpido! —Eris esta colérica, se sacude y brama; el recipiente brinca sobre la mesa al violento ritmo de su contenido.
Momo lleva el toper al fregadero, abre las manijas, inundándolo con el líquido que está a agradable temperatura. Eris sacude sus empapadas alas y baila ágilmente bajo el chorro, es evidente que lo disfruta.
—Rico, calientito, ¿no te parece? —Momo pregunta en tono juguetón—, si me ayudas te daré baños de agua tibia, te pondré cerca de una bombilla de treinta watts y tendrás todos los ratones que se te antojen. ¿Qué dices?
—¡Imbécil, no soy una serpiente cualquiera! —Eris se retorcía de gusto por el agua hasta que oyó lo de los ratones—. ¡Escúchame bien, mis hijas han preparado mi regreso y en cualquier momento vendrán para liberarme y acabar con tus ridículos planes!
—¿Para qué sirven estas? —Momo le muestra las semillas malignas, las lleva todo el tiempo en una bolsa de paño azul—. Comí una y me estreñí, pero después pude hacer llover flores del cielo y dormí humanos con mis gases. ¿Tienen otra utilidad?, tus hijas las defendieron hasta la muerte y quiero saber por qué.
—¡Ju, ju, ju!, ¿así que mis niñas están muertas? —pronuncia con crueldad y desprecio en sus palabras—. Esas inútiles merecían morir si perdieron contra un charlatán como tú… Bien, no importa; escaparé y cuando encuentre a mi yorishiro, tú y Athena me las glub, glub glub...
Momo cierra el agua, le divierte ver a Eris nadando con desesperación en su tumba acuática; sabe que no puede morir pero se conforma con verla sufrir ahogándose. Segundos después vacía el recipiente y Eris respira profundamente, aliviada.
—Yoshirico es la cosa en la que te metes para tomar forma humana, ¿no?. Es que tengo una allá arriba y pienso matarla, espero que no te importe.
—¡No!, ¡dámela, me pertenece! —La diosa vuelve a ponerse frenética, golpea con sus escasa fuerzas su prisión; la tortura velada de Momo comienza a nublar su juicio—. ¡Es mía, no la toques!, ¡no tienes derecho a quitarme mi venganza!
Momo sube al segundo piso con paso veloz, llevando a su amiga bajo el brazo. Entra con violencia a la habitación donde Niel le da de cenar en la boca a Kyoko.
—¡Una daga, rápido! —ordena el furibundo dios; extiende la mano pero no recibe respuesta, Niel tarda en reaccionar por la sorpresa—. ¡Te he dicho que me des una daga!
Momo se desespera, arroja el toper a la cama y se agacha para buscar debajo de ella; saca una daga oculta; es el objeto responsable de eliminar el cosmos de Kyoko y debía permanecer en secreto. Momo empuja a su lacayo para darse espacio, se acerca a la atada e indefensa prisionera para presionar su yugular con la hoja.
—¡Me lo dirás ahora p*rra! —grita a la diosa—, ¡¿para qué sirven tus p*tas semillas y cuales eran tus planes una vez consiguieras un cuerpo?!
—¡Mi señor, detenga su colérica acción que no es propio de su magnánima excelencia atentar contra tan inocente victima! —suplica Niel, por si no lo notaron. Acto seguido, Momo lo incrusta contra la pared con su cosmos divino.
—¡Responde, culebra con alas de pollo!—insiste el dios—, ¡Júrame lealtad y dime tus secretos o quédate como animal rastrero acompañando a la leche en la nevera!
Kyoko patea con todas sus fuerzas la cara de su agresor, son golpes capaces de fracturarle el cráneo a un buey pero incapaces de dañar al inamovible dios. Otra vez la delfín siente la frustración que le causa no poder defenderse.
—¡Se colocan en el corazón de los mortales para convertir sus sueños en ambición, ennegreciendo sus almas! —Eris confiesa—. ¡Déjame ir con mi recipiente, ya tienes todo lo que necesitas!
—Brrf…, ¡ja, ja, ja, ja, ja! ¿En verdad creíste que mataría a tu yurishori? —Momo se dobla de risa, convirtiendo el violento momento en una situación incómoda—. ¡Ja, ja, ja, ja!, ¡que Erisita tan crédula! Escúchame bien, eres una bobita y no podrás vencer a Athena; me vas a servir y te daré a la chica y alguna guerra humana para saciarte, que sé que la destrucción es tu vicio… Niégate —pronuncia en tono sombrío—, y te juro que abro desde la garganta hasta el pubis a esta niña para después hacerte lo mismo.
—¡Imbeeécil! —ruge con toda la potencia de su pequeña garganta de víbora—. ¡Conmigo no se juega!, ¡haré que tú y Athena alimenten a las águilas con sus entrañas cuando salga de aquí!
—Pero yo no juego, Erisita; el mayor error que cometerán tú y los demás dioses será no tomarme en serio —Termina su amenaza enterrando el puñal en el vientre de Kyoko, convirtiendo la cama en un charco de sangre.
* * *
Togakushi es una montaña venerada por los seguidores del budismo de montaña, una práctica popular entre monjes calvos y personajes de anime cliché que necesitan entrenarse. A sus faldas, la luz de la mañana esquiva con esfuerzos la espalda del cerro, bañando como puede la carretera que le rodea. Mii y Shoko viajan en la limusina de Saori rumbo al nuevo destino de formación de la pelirroja; no tengo idea de quien maneja.
—Has estado muy callada —Mii rompe el largo silencio—. Anoche estabas entusiasmada y no parabas de hablar; ¿te ocurre algo?
—Desde ayer que no me siento bien, es como una opresión en el pecho —lleva su mano derecha hacia sus juveniles copas B—, al principio creí que fue tu comida pero me preocupa mi hermana, creo que algo le pasa.
—Sí, que mal; ¡mira!, ya llegamos.
—Pero estamos como a un kilómetro de la entrada.
—Caminar te hará más fuerte. Vete con cuidado.
—¿Qué te pasa? —pregunta Shoko por la actitud esquiva y callada de Mii.
—El entrenamiento de saintia es duro y desafía los limites humanos, tendemos camas king size casi a la velocidad de la luz y podemos quitar el cochambre de los platos sin agua caliente, solo con la fuerza de nuestro cosmos. Tu pareces tener madera para esto, pero incluso Kyoko y yo, que llenamos la solicitud de inscripción de la promoción Graude, tardamos cinco años.
—Sí, lo sé, Eris despertará en cualquier momento y hacerme caballero en tan poco tiempo es una locura, pero también es tonto —Dicho esto y con la convicción de rescatar a su hermana en su corazón, Shoko parte con la caja de Pandora de su hermana a su espalda.
—Se fue… —Mii piensa en voz alta, apesadumbrada—, no me dio oportunidad de enseñarle como rompo rocas con la mano, y tanto que había practicado anoche…
Togakushi no debe tener más de 2 kilometros de altura y gran parte del camino se recorre con escaleras, a Shoko le toma medio día poder llegar a la mitad, la pesada armadura de Equuleus no le ayuda en la escalada. El bosque que rodea la escalinata vibra con los cantos de las aves y los chirridos de las cigarras. La pelirroja no se siente cómoda, desde hace un tiempo se siente observada, como si la fauna entera se acercara a espiarla; le preocupa cuando llegue el momento de necesitar ir al baño.
—¿Y tú quién eres? —pregunta una misteriosa sombra sentada sobre la caja de la armadura—. Llevas una caja de Pandora pero no pareces caballero.
—¡Oye, es mía! —Shoko se enfada cuando descubre que se come su almuerzo.
—¿Que estás haciendo Mi-gay? —Otro sujeto aparece a la distancia, cuestiona la falta de modales del ladrón—. Es una falta de respeto a los huéspedes robarles cosas. ¿Cuándo se te quitará lo ratero?
—Shi-naco, esta tipa tiene una armadura y yo no, eso despierta mi instinto rata —Mi-gay desprende un rayo de su índice, destruyendo un escalón y asustando a Sho—.¡Ja, ja, ja!, ¿te asustaste con mi rayo rata y quieres ser caballero?, ¿es broma?
—¡Mi-gay, no dañes las escaleras que siempre las reparo yo! —Shi-naco le reprende—. Y tú, parece que viniste a buscar a nuestra maestra; ella está en un retiro y no está entrenando caballeros, así que retírate.
—¡Y una basura!, ¡si ustedes son sus aprendices significa que si está entrenando! —responde la combativa Sho—. Me quedo a esperarla. La señorita Saori, la diosa Athena, me encomendó esta armadura para hacerme más fuerte y no pienso decepcionarla.
—Es imposible que conozcas a la diosa Athena —Shi-naco le increpa—, ella está en el Santuario de Grecia resguardada por su orden de caballeros y… y no tiene caso seguir con esto —Exhala cosmos, convirtiéndolo en una ráfaga que corta los cintos de la caja y arroja a la jovencita escaleras abajo.
—¡Aaah!, ¡la mandaste hasta el fondo, pobrecita! —exclama Mi-gay—, pero la armadura apenas se movió unas escaleras abajo, en verdad eres bueno separando a la gente de sus pertenencias.
—Ella no es un caballero, la armadura no le pertenecía…
—¡Esa es mi armadura! —Shoko regresa subiendo las escaleras a toda velocidad—, ¡vine a entrenar para merecer usarla! ¡La señorita Saori, la diosa Athena me dijo que podía entrenarme aquí!
—Parece que la Athena que dices no tiene nada que ver con el Santuario —Shi-naco se prepara a atacarla de nuevo—, con mayor razón debemos quedarnos con tu armadura…
—También me dio dinero para pagar el entrenamiento —Interrumpe mostrando varios fajos de dinero.
—¡Haberlo dicho antes! —Mi-gay le sonríe—, se bienvenida al campo de entrenamiento de la maestra Mayura. Ella está descansando pero puedes esperarla en nuestro refugio mientras Shi-naco te prepara el almuerzo. Permíteme ayudarte con tu mochila y la caja.
Editado por Tetzauhteotl, 06 agosto 2015 - 18:01 .