Hola a tod@s!
Os dejo el capítulo de esta semana... Muchas gracias por su lectura y espero vuestros comentarios! ¿Os puedo pedir una cosa? :lol:
¿Qué os está pareciendo el asunto éste (Batalla en La Última Morada) de los Lemurianos Oscuros que está a punto de finalizar????
Capítulo 45: El Caballero de los Hielos.
-¿Qué estás diciendo? –Dijo Hécco asombrado-.
-No te miento cuando digo que estás contemplando otro de los Legados de tu Diosa. –Respondió Aldalip, el Cuarto-.
El Lemuriano había aparecido junto al Caballero, tranquilo, sin prestar batalla. Hécco se sorprendió, aunque conociendo los poderes con los que contaba y podría contar el Cuarto, supo que aún no había llegado el momento de luchar, y confiando en sí mismo se mostró tranquilo tras la sorpresa inicial.
-Parece que aún conservas la compostura… -Hécco sonrió mirando a los ojos de Aldalip-. …aunque seas el último de los aliados de Shei que aún conservan la vida.
El Lemuriano sonrió, y los aros que llevaba en sus orejas vibraron. Cogió con la mano su larga y fina trenza de cabellos grises y jugueteó con ella mientras pensaba.
-Cierto es que mi Clan está al borde de la desaparición. –Aldalip mostró nostalgia-. Pero es lo que tenemos debido a Shei. ¿Sabes?, yo creo saber cuál es el motivo de por qué el Primero ha provocado el diezmo de su propio Clan.
Hécco no se esperaba aquella contestación.
-Adelante, házmelo saber.
-Je. –Sonrió-. Shei me compró al otorgarme ésta armadura. –Aldalip señaló la espectacular armadura negra de Capricornio-. He de reconocer mi error. Mi hermano Agarhai y yo fuimos hijos de Shinao, hermano de Shei. Cuando mi padre murió, nuestro tío sabía del inmenso poder que mi hermano y yo poseíamos, y nos compró. Así de fácil. Ahora, Shei nos ha arrastrado a esto.
-¿Por qué ha provocado esta situación? –Quiso investigar Hécco-.
-Desde que leyó un antiguo libro del Santuario, en su juventud, Shei ha tenido un propósito durante toda su existencia. Por ese motivo ha luchado contra el mismo Clan para llegar hasta donde está. El Clan Jiorhavi tenía unos ochenta miembros hasta hace unos cincuenta años. Desde que Shei está en el poder ha ido, poco a poco, llevando a cabo sus planes sin siquiera mostrar piedad ante la pérdida de los miembros. Incluso él en persona ha eliminado a casi una docena.
-¿Por qué me cuentas todo eso?
-Porque mi Clan se extingue, Caballero. –Aldalip desapareció y volvió a aparecer bajo el rayo de luz, sentado sobre la tumba. El amanecer se abría paso, y a cada instante entraba más luz en aquella estancia. El Lemuriano agarró el Cáliz de Atena con la mano-. Ahora, pocos son los objetivos que cumplirá el Clan. Y dudo incluso que el propio Shei llegue a conseguir su propósito, por ello me pienso largar antes de que el propio destino me alcance y de lugar al fin de mi existencia. –Aldalip levantó el cáliz y se lo mostró a Hécco-. Qué bello objeto, ¿verdad? Al menos me llevaré esto como recompensa por la muerte del imbécil de mi hermano.
-No, Aldalip. iEspera! –Le pidió el Caballero, sabiendo que de querer hacerlo el Lemuriano podría desaparecer para siempre, llevándose consigo aquel célebre objeto-. ¿Qué harás solo?
-Ja, ja, ja. ¿Ahora te preocupas por mí? Tranquilo, cualquier sitio será mejor que éste lugar. Puedo convertirme en un solitario y habitar por décadas en cualquier parte del mundo conocido. No me preocupa el lugar.
-Entonces, ¿por qué no te buscas un propósito?
-¿Un propósito? Ja, ja, ja. –Aldalip se mostró ahora arrogante-. ¿Para qué querer un propósito cuando lo único que me queda es defender mi vida hasta que me den caza?
El Caballero de Corona Austral estaba consiguiendo su cometido, no podía permitir que Aldalip escapase con dicho objeto, por ello estaba manteniendo una conversación con el Lemuriano, para ganar tiempo y concentrarse en la técnica que desde hacía un rato estaba llevando a cabo.
-iExacto! –Gritó Hécco-. Desde que llegué al Santuario y me otorgaron mi armadura pude tener un propósito y encontrar mi lugar en el mundo. Al principio andaba perdido, sin saber cuál era mi camino y cómo debía de actuar.
-¿Me estás diciendo que me aliste bajo las órdenes de algún Dios, Caballero? Ja, ja, ja.
Aldalip no era como su hermano Agarhai, se mostraba fiero en todo momento, pero era capaz de mantener la calma y la compostura. Su risa era tranquila, no tan estridente y alborotadora como la del Undécimo, por ejemplo.
-Y ahora despídeme de Shei y deséale suerte de mi parte.
Aldalip desapareció, teleportandose a otro lugar.
Fue entonces cuando Hécco explotó. Había estado un rato concentrando su cosmos pero sin dejarlo arder, para que su rival no lo descubriera y utilizase el factor sorpresa.
Una fisura apareció en el techo. Pero no en la propia roca de la estancia, sino en una invisible y gruesa capa del más limpio y transparente hielo. Hécco había recubierto el interior de aquella inmensa estancia con aquella capa de hielo, formando un lugar compacto y recubriendo cualquier fisura de todo el espacio, alterando así cualquier intento de movimiento aún utilizando poderes psíquicos.
Cuando Aldalip se teleportó no hizo más que chocarse contra la propia pared de hielo, haciendo que la cúpula que Hécco había creado se rompiese en mil añicos. El Cuarto caía hacia abajo, en dirección del agua.
-iPolvo de Hielo! –Gritó el Caballero, lanzando un puño hacia delante y recubriendo toda la superficie del lago con una inmensa capa de hielo, haciendo sólido el lugar. Aldalip chocó contra el hielo creado y quedó tendido allí-.
El Cáliz de Atena se le escapó de la mano y avanzó unos metros alejándose de él. Hécco no dudo y avanzó para recogerlo del suelo. Lo contempló. Aquel objeto estuvo una vez en manos de la propia Diosa. Era precioso.
-Y ahora me dirás que no saldré de ésta Morada hasta que te venza. –Dijo el Cuarto al ponerse de pie-.
-Je, je. –Rió Hécco-. Ya que a vuestro renegado jefe le gustan tanto los juegos, ahora vamos a jugar.
-Me sorprende que pronuncies la palabra renegado cuando tú mismo eres el discípulo de uno de ellos.
-¿Qué? –Contestó el Caballero enfadado-.
-¿No eres acaso discípulo de Davo? –Aldalip sonrió-. ¿O debería decir de Méh?
-¿Cómo sabes de mi maestro?
-Oh, vamos… –Aldalip apareció al lado de Hécco con los brazos cruzados, en pose infantil, y haciéndose el enfadado-. ¿Creías que a mí se me iba a escapar ese asunto? Shei hacía la vista gorda, pero también a nosotros nos convenía tenerlo en nuestras filas. iMéh! Bah! Ese estúpido nunca debió de ser nombrado como el Décimo del Clan. Al menos, Davo nos aportaba bastante información acerca del Santuario. Ja, ja, ja.
“-¿Mi maestro ha estado jugando a dos bandas? –Se preguntaba Hécco en su cabeza-. No… Imposible.”
-¿Cómo crees posible que Tario, Sylah, Níi, yo, y muchos de nuestros soldados pudiéramos entrar en el Santuario antes de anoche para secuestraros a vosotros once? O, ¿cómo pudimos lograr averiguar, gracias también a tu compañero Archenar, que las armaduras negras de Capricornio, Acuario y Leo estaban escondidas en el interior de vuestro recinto sagrado?
“-iMiente! Intenta coaccionarme. Mi maestro tuvo que actuar de aquella manera para no ser descubierto como traidor dentro del propio Clan. Pero actuaba en favor del Santuario”
-Sea como fuere, mi maestro ya no está aquí, ni tampoco en el Santuario. –Dijo Hécco, zanjando el tema-. iAhora solo estamos aquí tu y yo!
Hécco elevó su cosmos, y un tremendo aura de color verde lo rodeó.
-Ja, ja. De acuerdo. –Dijo Aldalip poniéndose en guardia-. Tendrás lo que quieres.
-Serás eliminado. Tú y el resto del Clan Jiorhavi. –Hécco abrió sus brazos, concentrando mucha energía cósmica en sus manos-. No porque lo haya dictado el Gran Patriarca, sino porque tengo un propósito que cumplir, Aldalip. No solo recuperaré este Cáliz, sino que gracias a aquel al que tú llamas renegado, a mi maestro, poseo la verdad acerca de un terrible secreto que no debo permitir que siga su curso. Por ello, Aldalip, Cuarto del Clan Jiorhavi, te sentencio a morir.
Aldalip observó a Hécco, y comprendió las palabras del Caballero.
Supo entonces que los planes de Shei tendrían un giro en su desarrollo. El Primero pretendía usar a Enol, había lanzado muchas pistas para que el Santuario terminara atrayendo su atención hacia el Clan Jiorhavi, por eso había reclutado a su lado a los más cercanos, entre ellos a Tario. Por eso también había reunido las armaduras negras, y se las había entregado a sus “elegidos” o “pactados”, comprando a algunos y sobrevalorando a otros. Todo para conseguir atraer a Enol, aquel al que había estado observado desde que naciera.
“-Propósito de Shei… Propósito de Hécco… iBah! Sandeces. –Pensaba Aldalip-. Jamás lo logrará sin Enol.”
-Caballero, pareces olvidar que soy de los más diestros en combate de todo el Clan Jiorhavi. –Dijo el Lemuriano-.
-Demuéstramelo. –Hécco unió sus manos delante de su pecho-. iCorona de Hielo!
Un tremendo rayo de hielo salió de las manos del Caballero.
Aldalip se cruzó de brazos, sorprendiendo a Hécco, puesto que esperaba que su rival se teleportase a otro lugar y así esquivara el ataque. Sin embargo, Aldalip lo recibió de lleno.
Primero fue escarcha, luego hielo. Todo el cuerpo de Aldalip, y la armadura negra de Capricornio fueron congelados.
Hécco sabía perfectamente que no sería tan fácil acabar con su adversario de esa manera. Saltó hacia la estatua de hielo y la golpeó con un brazo, rompiéndola en miles de trozos. Aldalip no estaba.
Se giró, buscando a su enemigo, pero Hécco no veía a Aldalip.
-No me busques, Caballero. Estoy dentro de ti.
-¿Qué? –Se sorprendió Hécco al oir la voz del Cuarto resonando en su propia mente-.
-A ver si sientes… iésto! –Gritó dentro de su cabeza-.
-iAaaaaaaah! –Hécco gritó de dolor cuando su codo derecho se rompió al ser sacudido de manera inversa-.
-Ja, ja, ja. -Reía Aldalip-. Tú lo has querido, Hécco. Hace un momento me sentenciabas a muerte, y eso es precisamente lo que tú te has buscado. Tú has provocado ésta pelea, así que ahora recoge lo que has sembrado… iTát-ta Eárani!
-iAaaaaaaaaahhh! –Hécco gritó desgarradoramente. Cayó al suelo consciente, pero su cuerpo había quedado totalmente retorcido y girado en un instante. Muchos de los huesos de su propio cuerpo se habían roto a la vez-.
-¿Qué se siente sin el sentido del tacto? –La voz de Aldalip resonaba en la mente del Caballero-. Ja, ja, ja. Como ves, poseo muchas técnicas olvidadas por vosotros porque fueron prohibidas por vuestra estúpida Diosa.
Hécco se sintió desfallecer, alzó un poco el cuello y vió que Aldalip estaba frente a él. Había salido de su interior.
-iIntenta ponerte en pie, Hécco! –Dijo Aldalip-. No pretendías darme un propósito? Yo te doy ahora uno a ti, intenta levantarte. Ahí tienes un nuevo propósito, Caballero.
Aldalip recogió del suelo el Cáliz de Atenea. Hécco intentó evitarlo incluso aguantando el dolor en su cuerpo, pero Aldalip rebuscó entre sus vestiduras y cogió el Ánfora, el otro de los Legados que allí se encontraban. Luego se puso en pie y comenzó a caminar hacia la tumba.
El cosmos de Hécco se encendió aún estando éste en el suelo.
“Diosa Atena, préstame tu ayuda… -Suplicaba el Caballero en su mente-. Dadme valor, dadme las fuerzas para levantarme y vencer a mi enemigo. Tengo una misión muy importante que cumplir…”
-¿Intentas cumplir tu nuevo cometido, Hécco? Ja, ja. –Preguntó Aldalip-. ¿Eh?
El Caballero se incorporaba lentamente, soportando el dolor de sus huesos astillados.
-¿Cómo? ¿De verdad te levantas?
Hécco logró enderezar su cuerpo lentamente.
-Has de saber… -Comenzó a hablar lentamente-. …que fui obsequiado con el Ánfora de Atenea en el Pasado, ése que me has quitado, y bebí de él, Jiorhavi… Su agua pertenece al mítico Río Eridano, tomada por las manos de la mismísima Diosa, y bendecida por el poder de ésta.
-¿Y qué? –Preguntó Aldalip-. ¿Me vas a decir ahora que eres inmortal o algo así?
-No. Pero el daño sufrido en mi cuerpo se restablece increíblemente más rápido que en cualquier ser mortal. iHe podido comprobarlo a lo largo de los combates, y aquí tienes otra prueba de que he sido bendecido por la propia Diosa Atena! Llamo al frío de los vientos eternos!
Un soplo de aíre glacial comenzó a envolver al Caballero.
-iCorona del Hielo Eterno! –Gritó Hécco lanzando su ataque-.
Aldalip desapareció y se colocó tras el cuerpo de Hécco, resultándole muy sencillo el esquivar la técnica del Caballero. Señaló el suelo con sus dedos y creó en el suelo un sello de color azul que rodeaba al Caballero por completo.
-Llama Fatua. –Dijo el Lemuriano tranquilamente-.
Una columna de luz ascendió hacia el cielo, dejando a Hécco en su interior.
-iAaaaaaah! –Gritó de nuevo el Caballero. Su cuerpo había sido elevado y electrificado en las alturas, para luego caer en picado sobre el mismo lugar donde él se encontraba-.
-¿Te gusta más ésta técnica? –Gritó Aldalip-. Tan sencillo como controlar tu peso, Caballero… Ja, ja.
-¿Hablas de gravedad? –Preguntó Hécco, herido-.
-Correcto!
-¿Cómo…? –El Caballero intentaba ponerse en pie-. ¿Cómo es posible que controles tanta variedad de técnicas?
-Qué inocente eres, Hécco. ¿Acaso no sabes que los Jiorhavi controlamos, cada uno, cierta habilidad? –Pregunto Aldalip-. Mi habilidad Jiorhavi no es el manejo de la teleportación, eso no es más que una simple técnica. Mi habilidad Jiorhavi es la del aprendizaje. Soy capaz, en segundos, de adquirir cualquier conocimiento. Solo lo copio en mi mente y lo retengo.
Hécco se quedó de piedra. No solo las técnicas prohibidas por Atena, o las propias del Pueblo Lemuriano… Aldalip era capaz de copiar cualquier técnica y utilizarla para su propio beneficio.
-Estaría bien convertirte en mi Primera Gota de Sangre! Ja, ja, ja. –Dijo Aldalip-. Eres poderoso y testarudo, Caballero. Pero no soy partidario de dicha técnica, es un insulto a nuestro propio Clan.
-¿De qué estás hablando?
-Oh, nada. No te preocupes, veo que no conoces las particularidades de mi Clan. Pero ya he perdido demasiado tiempo contigo, Hécco, así que te eliminaré y me llevaré los dos Legados de Atena. –Aldalip levantó sus dos manos y comenzó a concentrar una tremenda cantidad de energía cósmica-.
-Esa técnica…
-Así es, Caballero. A ver si comienzas a darte cuenta de a quién te enfrentas realmente. iCorona de Hielo! –Gritó el Cuarto, habiendo copiado la técnica de su rival-.
Hécco no solo recibió su propio ataque, sino que quedó petrificado en el interior de un bloque de hielo.
Se sentía petrificado por darse cuenta de hasta donde era capaz de llegar el Lemuriano que tenía ante sí. Pero no podía permitir que se llevara los dos Legados de su Diosa.
Hécco se concentró y rompió el hielo provocado por Aldalip, haciéndolo estallar y cayendo de rodillas al suelo.
-¿Ves? –Exclamó el Cuarto-. Ni siquiera tus técnicas más poderosas son capaces de hacer algún daño.
En ese momento, Hécco sintió en un lugar cercano, que los cosmos de Archenar y Mirio se habían apagado. Habían sido vencidos por otros dos cosmos...
Primero Aigán, Carola, Dáim, Apso, y Sora habían encontrado la muerte, ahora eran dos de sus más allegados amigos, los Caballeros de Boyero y Jirafa, los que perdían sus cosmos.
“-Santa Atena… -Pensaba-. …tan solo quedamos Enol, Ryoma, Mómoh y yo…”
-Te propongo una cosa, Aldalip. –Dijo Hécco a punto de desfallecer-. Ya que eres capaz de copiar mis técnicas… realízala con todo tu poder.
-¿Eh? ¿Qué pretendes?
-iVencerte en un duelo limpio! –Exclamó Hécco elevando su cosmos nuevamente-. Realizaré la misma técnica y haremos chocar nuestros cosmos. Aquel que consiga ser más poderoso que su adversario ganará, y se apropiará de los dos Legados de Atena.
-Ja, ja, ja. Eres muy listo, Caballero. Sabes que nos gustan los juegos, y como te he demostrado que soy superior a ti, pretendes jugártelo todo a una sola carta. –Aldalip se quedó pensativo-. Bien, prepárate.
Aldalip fue rodeado de un intenso cosmos y se puso en guardia.
-¿Eh? –Se sorprendió Hécco, viendo que el Cuarto había accedido al enfrentamiento-.
-iCorona de Hielo! –Gritaron los dos rivales al unísono-.
Ambos ataque chocaron entre sí para quedar suspendidos en el aire. Una tremenda onda de choque hizo estallar todo el hielo que se había concentrado en la sala debido a los ataques de los dos.
Tras unos segundos, parecía que Aldalip sacaba ventaja.
-Comprobarás que nada puedes hacer, Hécco. –Dijo Aldalip mientras sonreía-.
Aldalip demostraba su superioridad. En un momento dado, Hécco pareció ver la imagen de alguien tras su enemigo, era otro Lemuriano. Sonreía. O quizás solo fue una ilusión en el subconsciente del Caballero, apenas aguantaba frente al Jiorhavi.
-iHécco has perdido! –Gritó Aldalip aumentando la intensidad de su ataque-.
El colapso de las diferentes energías llegó a su fin cuando el Cuarto hizo estallar aún más su cosmos y la energía salió disparada contra el Caballero.
El doble ataque llegó hasta el muchacho. Su armadura comenzó a ser desintegrada por muchas de sus partes, incluso la diadema y las hombreras fueron hechas trizas. El impacto hizo que Hécco quedara en pie, con todo su cuerpo helado y recubierto de escarcha.
-Vencido por tu propio ataque, Caballero. –Dijo Aldalip, caminando hacia su rival-.
Hécco permanecía inconsciente, pero en pie. Se encontraba en un estado patético. Aldalip llegó hasta él y puso su dedo índice sobre la frente del muchacho. Pensó en empujarlo como si fuera una simple estatua y hacerlo caer para que estallara en mil pedazos y así eliminarlo del todo. Pero se detuvo.
Miró a los ojos de Hécco y estuvo mirando a través de ellos unos instantes.
-Ja… -Rió con locura-. Ja, ja. Ja! Ja! Ja! Ja, ja, ja… Ja, ja, ja, JA, JA, JA. Ja, ja…
Aldalip estaba fuera de sí.
-Aunque me haya reído de ti he de darte la razón, Caballero. –Exclamó el Cuarto tras haber detenido su carcajeo-. Es cierto que no tenía un propósito, y tú… me has hecho ver que sí que lo tengo. Tras nuestro combate me he dado cuenta de que sí puede que tenga uno. Existen viejas rencillas que no voy a dejar sin resultado final.
Aldalip apagó su cosmos, mientras bajaba su brazo y dejaba inerte a Hécco, aún en pie y helado.
-Has sido derrotado, Hécco. Tu armadura está bastante maltrecha, y mi ataque ha sido tan devastador como para provocar tu estado catatónico. Pero, siento… que el que ha vencido… has sido tú, Caballero del Santuario.
Unos minutos más tarde, Hécco despertó.
Se encontraba sobre la tumba que se encontraba en la isla. El agua del Lago había vuelto a la normalidad y no había restos de hielo en la estancia.
Se sentó asustado, pensando que había perdido la consciencia tan solo unos instantes y encontraría a su rival frente a él, pero comprobó que habían pasado bastantes minutos.
Su cuerpo estaba muy contusionado por los ataques de Aldalip pero se reconfortaba gracias al agua del Ánfora que otrora bebiera. Su armadura estaba bastante dañada.
En el lugar no había ni rastro de su enemigo, pero Hécco se sorprendió sobremanera cuando en la orilla de la pequeña Isla se encontró, allí colocados con suavidad, los dos Legados de Atenea, tanto el Ánfora como el Cáliz. Y junto a ellos, en el suelo, había algo escrito…
“Hécco encuentra
La Corona de Atena,
Templo de Abel.”
Junto a ello había una firma, Aldalip, el Cuarto.
Hécco no lo podía creer. ¿Cómo lo había dejado con vida? ¿La Corona de Atena, era otro de los Legados? ¿Y por qué aquel escrito del suelo? Y lo más importante… ¿Quién era aquel otro Lemuriano que apareció tras Aldalip en el momento de su ataque final? ¿Por qué le dejaba aquellos dos objetos?
Jamás había pensado Hécco en aquel desenlace. Había perdido, sí… y Aldalip había logrado escapar con la armadura negra de Capricornio, pero conservaba los dos Legados de la Diosa por voluntad propia del Lemuriano Oscuro.
-“¿Por qué…?” –Se preguntaba-.
Mientras pensaba en aquellas cuestiones y en dar lo antes posible con Enol, Hécco sintió que otro de sus compañeros acababa de entrar en batalla. Era Ryoma, había elevado su cosmos hasta lo más alto.
Se encontraba muy cerca, así que Hécco comenzó a caminar muy despacio hacia delante, hacia un lugar que estaba ya muy cerca, la Blanca Casa de La Última Morada. Sus heridas sangraban, y se resentía aún por el dolor que todavía provocaban sus astillados huesos. Aún así, daba un paso tras otro, puesto que debía también encontrar a Enol.
El Ánfora de Atena… Sin duda, si no hubiese ganado el Torneo de Bronce y no hubiera conseguido aquel obsequio y bebido de él, estaría muerto.
En otro lugar…
Ryoma, el fortísimo Caballero de Bronce de Eridano, había llegado a la cumbre de la cordillera. A lo lejos, pero ya muy cerca, veía la Blanca Casa… Lugar donde se encontraba Shei.
Llegó hasta un lugar donde encontró a dos de sus camaradas, los Caballeros de Jirafa y de Boyero. Ambos presentaban bastantes heridas provocadas con armas de filo, incluso las armaduras de ambos estaban muy dañadas y apenas sin brillo. La Lanza de Mirio estaba muy alejada de su propio portador y partida en dos.
Los cosmos de Enol y de Mómoh aún se encontraban algo más alejados de aquel lugar.
“iEl cosmos de Hécco se acaba de apagar también! –Pensó el coloso-. Solo quedamos Enol, Mómoh y yo”.
Tras comprobar que Archenar y Mirio aún seguían con vida, caminó hacia el edificio que tenía frente así.
La altísima estructura no era más que un inmenso arco de entrada. Daba lugar a una extensa explanada circular, muy grande. En su centro, y a unos cuatrocientos metros de distancia, se encontraba su destino.
“-¿Quién ha provocado la derrota de éstos dos? –Pensó Ryoma para sí mismo-.”
No tuvo que esperar mucho tiempo para hallar la respuesta. Desde diferentes sitios y direcciones comenzaron a aparecer, habiendo estado escondidos, docenas y docenas de soldados.
Eran unos doscientos guerreros, aunque entre ellos, dos Lemurianos caminaron hacia Ryoma mostrándose en guardia.
-¿Eres el Caballero de Eridano? –Preguntó una con una larga cabellera roja-.
-Así es, ¿y vosotros quiénes sois? –Contestó el coloso aumentando su cosmos azul-.
-Somos la guardia personal de Shei. –Contestó el de cabello corto y gris-. Tendrás que vencernos para llegar hasta nuestro líder. En guardia!
Final del capítulo!!! ¿Qué opináis? jejeje, os informo de que nos quedan apenas 4 capítulos para cerrar la Batalla contra los Lemurianos... y os digo que se acerca el momento de desvelar por fin bastantes cosillas muuuuy intrigantes como la identidad de Enol... Únicos supervivientes de ésta batalla... (Spoilers: solo 2 :doh: ? Será verdad? jajajaja... hecho de menos a DonMario :unsure: , él entendía mis maladades, jajajaja) Los motivos de Shei y lo que leyó en el Libro de las "Crónicas de un Caballero de Bronce" que él posee!
1 saludo a tod@s y hasta la semana que viene!! :lol: