Es un agrado saludar a todos mis compañeros del foro que pasen por este tema, el cual presentará un fanfiction llamado el Mito del Alcaesto. Trata de un grupo de jóvenes que sin saber nada en concreto con respecto a Athena ni del santuario ni de la misión de los caballeros, se hacen protagonistas de una guerra en contra de un enigmático personaje que posee un ejercito que de seguro les parecerá familiar. Habiendo perdido todo contacto con los dioses y con la tradición, estos guerreros buscarán restablecer el vínculo con lo sagrado.
PD: Para los que ya han leído el anterior tema que relataba esta misma historia. Esta vez la narración será distinta, será mucho más formal, teniendo características de libro más que de guión. La trama principal se mantendrá pero habrán muchos cambios y nuevos detalles para adentrarnos aún más a la personalidad de los personajes.
Les recuerdo a todos que esta historia está inspirada en hechos reales.
El mito del Alcaesto
Capítulo 1: ¡Mi nombre es Kentha!
Parte I
El calor era insoportable, el carácter desértico de la zona hacia que los oídos del joven se sintieran invadidos por cientos de abejas que perturbaban aún más, su hostil vivir. El sudor cubría su frente y sus manos; que de vez en cuando empuñaba recordando el pasar de los días.
Como de costumbre se encontraba solo, sentado en el patio del orfanato. El bullicio de los niños que estaban jugando hacía que sus propias palabras y quejidos fuesen imperceptibles.
Mientras miraba el cielo a las aves que volaban de un lugar a otro, unos gritos a lo lejos hicieron que desviara su atención. Se trataba de seis niños que golpeaban brutalmente a otro que yacía en el suelo.
–Eres una gallina –Dijo uno de los agresores mientras se reía burlescamente– Si no te atreves a robarte la comida del profesor ¡Nunca serás uno de nosotros! –. Al parecer era el líder del grupo, quien con decadentes impulsos dictaba órdenes a los demás.
De forma sigilosa y sin que alguno se diese cuenta, una mano tomó por la nuca a tal muchacho, mientras los demás quedaron impactados…
–¿Quién? ¿Quién eres tú? –Preguntó uno de ellos con un profundo miedo.
–Mi nombre es Kentha –Respondió quien llegaba a defensa del menor– ¡El guerrero más poderoso del mundo!
Con el rostro serio y su mirada fija en los bravucones, dejó caer al líder del grupo. –Sólo el peor de los cobardes abusa de quien es más débil que él –Dijo aun con su rostro serio.
La vergüenza que había invadido al huérfano que quedó en ridículo luego de las palabras de este joven solitario no pudo ser contenida y sin pensarlo dos veces se levantó del suelo y atacó a Kentha con un rápido puño en el rostro, que de por sí mostraba su resentimiento. Sin embargo aquel ataque no tuvo efecto alguno, muy por el contrario sólo provocó que le fuera devuelta una patada frontal con gran potencia, enviándolo a metros de distancia mientras se revolcaba en el piso.
Luego de eso, Kentha tomó con su mano derecha una gran piedra que estaba en el piso y miró fijamente a los demás jóvenes. Un brillo marrón comenzó a rodear a este objeto y en cuestión de segundos ¡Se desintegró!
–Esto sucederá con sus cabezas si me entero de que han vuelto a abusar de alguien –Dijo con una ligera muestra de odio en su rostro. Los agresores huyeron corriendo invadidos por el pánico, olvidándose de su líder que aún estaba a metros de distancia tirado en el suelo.
Impregnado con una bondad inmensa, el muchacho le dio la mano a quien tan herido estaba por los puños y patadas que le habían brindado sus acompañantes. Pero no fue recibido de buena manera, el muchacho bofeteó la mano de su salvador y lo miró llorando.
–¡Lo has arruinado! –Reclamó el infante sollozando– Gracias a ti jamás podré ser uno de ellos. Todo se pondrá peor ahora, no descansarán hasta verme muerto ¡No te metas en lo que no te incumbe!
Un profundo pesar recorrió el cuerpo de Kentha quien no entendía la actitud del otro chico. Horas más tarde sonó el timbre que indicaba el inicio de las horas libres para los huérfanos. Como de costumbre aprovechaba su tiempo libre para ir a un lugar del pueblo que constantemente habituaba y que se encontraba alejado del orfanato. Era un sector muy pobre donde vivían muchos indigentes.
El joven luego de comprar dos piezas de pan, anduvo por varios minutos recorriendo largos caminos. Estaba algo cabizbajo por lo sucedido ese día; no entendía cómo era posible que aquel niño no le diera las gracias por salvarlo, sino que por el contrario se quejara llorando y maldiciendo su mala fortuna.
Ya mucho tiempo había pasado y el muchacho de tez pálida seguía caminando mientras miraba hacia todos lados. De pronto, un pequeño vagabundo salió desde un contenedor de basura.
–¡Kentha! –Exclamó haciendo gestos extraños– ¿Qué me has traído hoy para comer?
–¡Viejo loco! –Respondió luego de recuperar el aliento por tal susto– Apareces de la nada, además ni siquiera un mínimo saludo… sólo me pides comida.
El indigente y Kentha se conocían hace muchos años y tenían un trato que debían cumplir frecuentemente; cada vez que el joven lo fuese a visitar tenía que llevarle algo de comida y a cambio el vagabundo le narraría historias míticas acerca de un guerrero que combatía contra los dioses portando una poderosa armadura.
–Bien, ya he cumplido con mi parte, –Aseguró el visitante– aquí hay dos piezas de pan. Ahora cuéntame cómo fue que Seiya pudo vencer al dios Poseidón ¿¡Cómo es posible que un humano pueda hacerle frente a un dios!?
En el fondo estaba expectante por la respuesta que recibiese, ya que sentía una profunda admiración por el héroe de tales historias y cada vez que las escuchaba, soñaba con que algún día el mundo fuera mejor.
Sin embargo, el vagabundo cada vez que narraba estas historias se ponía muy serio y según Kentha, le daba una especie de importancia demasiado exagerada, ya que al fin y al cabo… eran sólo mitos.
–Seiya era un hombre muy poderoso –Comenzó a narrar el anciano de blancos cabellos– a pesar de los múltiples ataques que Poseidón, señor de todos los océanos, le efectuaba, jamás pudo siquiera herirlo. Además, contaba con la ayuda de la armadura dorada de Sagitario, él con este gran poder era capaz de aplastar incluso las mismísimas estrellas. Así fue que encendiendo su cosmos hasta el infinito, utilizó una de sus técnicas y acabó para siempre con Poseidón.
El huérfano que estaba sentado escuchando las palabras del anciano vagabundo se puso de pie de golpe y comenzó a tirar puños al aire. –¡Seiya debió haber sido un hombre sin igual! Algún día… algún día yo tendré tanto poder como él ¡Quizás! también pueda portar la magnífica armadura dorada de las que siempre hablas.
Apenas terminó de decir aquello, el indigente sonrió de forma extraña –Todo ese poder que deseas, te será concedido– Agregó de forma sospechosa. Sin embargo y ante la sorpresa del vagabundo, Kentha se puso a reír arrojándose al piso.
–¡Vaya tontería! –Exclamó riendo– Si estas historias fuesen ciertas, que distinto sería el mundo. De todas formas, no sé por qué, pero cada vez que te escucho hablar de esto… mi corazón se acelera.
Pasaron unos minutos más y Kentha se despidió del anciano, con un humor totalmente cambiado, regresaba feliz a su orfanato. Pero mientras se iba, aquel misterioso hombre permaneció mirándolo fijamente, con una tétrica sonrisa en su rostro.
–Quizás… ya es hora de que comiences a creer.
Parte II
Mucho más lejos de los que nuestros ojos son capaces de observar, existe el espacio; un lugar donde millones de misteriosos eventos suceden. Energías luchan entre ellas como si fuese su destino insaciable. Cosas inexplicables para nosotros que no podemos ver más allá de las simples formas de aquello que nos rodea.
Sumergido en este espacio, rodeado por las estrellas y todas las constelaciones existentes, estaba Kentha; flotando como si estuviese adormecido, yendo de un lugar a otro sólo guiado por su suerte. De pronto escuchó un misterioso sonido que lo hizo espabilar, era como si fuesen cientos de trompetas furiosas que chillaban descontroladas. El joven mirando hacia todos lados no entendía lo que sucedía, sólo veía las estrellas, los planetas, los cometas y los componentes ya conocidos del universo. De pronto puso su vista en lo alto ¡Un gigante monstruo de irreconocible aspecto estaba junto a él!
–¿¡Qué demonios es eso!? –Gritó completamente aterrado, a tal punto que su cuerpo en ocasiones tendía a paralizarse. Pero mayor aun fue su sorpresa cuando esta enigmática criatura comenzó a hablar
–Debes… morir. Si quieres vivir ¡Debes morir! –Decía con una terrible voz que hacía temblar aún más su cuerpo.
Pero no se daría por vencido, utilizando la última gota de valor que le quedaba en su alma puso su vista de frente al monstruo.
–No puedo acobardarme –Pensó con esfuerzo– si quiero ser tan poderoso como el héroe de las historias del viejo… ¡Debo luchar!
Esas palabras fueron como un impulso de energía que hizo su cuerpo arder debido al furor que llenaba su interior. Una extraña luz marrón comenzó a rodearlo permitiéndole recuperar el movimiento, por lo que se puso firme y apuntó directo a la bestia.
–¡Tú no eres nadie! –Exclamó algo adormecido– ¿¡Quién crees que eres para decirme lo que debo hacer!?
Kentha con una especie de ingenuidad absurda pensó que con sus palabras la criatura se marcharía, sin embargo sucedió lo contrario, las palabras del joven hicieron que se enfureciera de manera enloquecida y se lanzará a toda velocidad hacia Kentha con intenciones de devorarlo.
–¡Porquería! ¡Ese maldito sueño otra vez!
El muchacho saltó del lecho muy alborotado, al haber despertado de tan espantosas visiones. Se encontraba en la cama del cuarto que compartía con otros huérfanos; estaba muy sudado y su corazón latía mucho más rápido de lo habitual. Faltando horas para el amanecer y con un ligero temor por volver a dormir, Kentha decidió vestirse, arreglar su melena café que estaba algo enredada y salir a contemplar las estrellas.
Estando en el segundo piso del orfanato, se apoyó en la escalera y se sentó a reflexionar con respecto a las cosas que habían sucedido en el día. Lo primero que se le vino a la mente fue aquel pequeño siendo golpeado por los otros, una y otra vez pensaba lo mismo.
–Ese chico, de haber tenido una buena familia… ¡De haber tenido quien lo proteja! No sufriría las penas de vivir en este hostil lugar.
La aflicción que bañaba sus pensamientos era innegable, sus deseos de salir del orfanato y huir lejos a cualquier lugar, lo llevaban a fantasear constantemente, pero lamentablemente siempre había sido carente de la voluntad necesaria para lograr sus sueños.
Sin embargo ese día algo inesperado sucedería, algo que cambiaría para siempre el rumbo de su vida, o que quizás sería el punto de inicio para el fin de ella. Estando sentado perdido en sus reflexiones, sintió un pequeño ruido en el portón principal del orfanato, se puso de pie rápidamente y fue a ver qué ocurría.
El motivo por el cual se levantó sin dudar era que de alguna extraña manera sintió una oscura presencia del otro lado de la gran puerta. Siempre silencioso se asomó para ver de qué se trataba, de pronto ¡Alguien echó abajo el portón! Era un hombre de la estatura de Kentha que portaba una enigmática armadura negra.
–¡Despertad a todos! –Ordenó el sujeto armado– Deben salir cuanto antes de aquí, desde ahora todo este territorio le pertenece al señor Desmith.
El pálido adolescente quedó en silencio por algunos segundos, la inesperada llegada de este guerrero lo dejó anonadado. Sin embargo aquellas palabras hicieron que el orgullo de este joven guerrero aflorara en su piel y que sintiera invadido su espacio, además de meterse con aquello que más detestaba… que le dijesen que hacer.
–¿¡Quién demonios crees que eres!? –Reclamó furioso– Si tienes algún problema, resolvámoslo ahora mismo.
El caballero de negro se puso a reír muy burlescamente, veía a quien estaba frente a él como un pequeño niño que no daría mayores problemas. Se dispuso entonces a penetrar en el orfanato ignorando la presencia de Kentha, pero este indignado ante la indiferencia del extraño lo atacó con un fuerte puñetazo en la cara.
–¡De mí no pases! –Le gritó con una mezcla entre furia y nerviosismo.
El guerrero portador de la simple armadura negra miró a su acompañante muy seriamente –Lo que acabas de hacer es gravísimo muchacho ¡Sólo podrás pagarlo con la muerte!– Dijo el intruso ya con un notorio enojo.
En el ambiente ya se podía sentir el preludio de la batalla; Kentha sin pensarlo dos veces se dispuso a terminar el combate desde un principio lanzándole a su rival una decisiva patada frontal en la cabeza, su enemigo intentó esquivarla pero no lo consiguió; la magnitud del golpe fue tal que lo dejó un tanto mareado, sin embargo pudo continuar luchando.
–Al parecer sabes lo que haces pequeño –Agregó el guerrero oscuro– pero años de entrenamiento en el ejército de mi señor no serán en vano.
Entonces con una fuerza descomunal se lanzó en contra de Kentha como si quisiese destruirlo, pero el joven nacido y criado en ese lugar, seguro de que el sufrimiento por el que había pasado día tras día sería su forma de haberse hecho más fuerte; se quedó quieto en el lugar y en el momento en el que más cerca estaba de ser golpeado le dio a su rival ¡Un poderoso puño de gancho en el mentón, derribándolo en el acto!
–Vienes a irrumpir en este lugar creyendo que puedes vencerme, que patético –Le dijo Kentha a quien yacía en el suelo.
Pero la batalla aún no había terminado, algo aturdido el enigmático sujeto se levantó del suelo. –¡Mocoso de porquería! –Exclamó furioso– Has ido demasiado lejos, esta vez no tendré piedad.
En ese instante un misterioso brillo rojo cubrió por completo su cuerpo.
–¿¡Acaso eso es…!?– Dijo Kentha muy alarmado.
–Este es el poder que mi señor me ha otorgado ¡El cosmos!
Junto a unos rápidos y firmes movimientos de brazos ¡Comenzó a lanzar ráfagas de fuego! El joven no tuvo tiempo para reaccionar y recibió de lleno los ataques ígneos de su enemigo, quedando de pie pero algo herido. Entonces el guerrero negro se acercó hacia su rival con la intención de aniquilarlo con sus ardientes técnicas, pero en ese justo instante ¡Una marrón energía rodeó el cuerpo del joven!
–¡No es posible! –Exclamó el guerrero de fuego algo asustado– Este niño… ¡Posee el cosmos!
Fue así que luego de levantarse, Kentha hizo un movimiento ascendente con las manos ¡Levantando la tierra que estaba en frente de él! Y con una gran explosión de energía se la lanzó al soldado negro, destruyendo en gran parte su armadura y terminando el combate.
–Esto aún no ha terminado… –Dijo el muchacho mirando a sus alrededores– sé que están ahí ¡Muéstrense cobardes!
En ese momento tres soldados rasos portando la misma armadura que el anterior caído hicieron su aparición.
–Eres muy fuerte niñato, esto será un juego divertido –Dijo uno de ellos tratando de intimidar al joven guerrero.
Sin más palabras los tres encendieron su cosmos y atacaron a Kentha con la misma técnica de fuego; el joven que aún conservaba gran parte de su energía y que ya estaba preparado para el ataque de sus enemigos, dio un fuerte pisotón con su pie derecho, lo que elevó la tierra cercana formando escudos que lo protegerían de las llamas que venían en su contra; todo siempre acompañado de los rígidos movimientos de su cuerpo que coordinaban con el actuar de la tierra que podía controlar.
–Miserables insectos –Reclamó Kentha más enojado– vienen a este empobrecido pueblo a perturbar aún más el mal vivir de la gente… ¡Ustedes merecen la muerte!
Los soldados estaban muy impresionados por la eficaz defensa del adolescente, e insistieron con sus ataques ígneos probando desde distintos lados, pero el joven repetía una y otra vez lo mismo, demostrando una protección impenetrable.
Por lo tanto optaron por acercarse más y encender al máximo sus energías buscando entre los tres dar el golpe final, pero Kentha empuñando sus manos ¡Hizo estallar al máximo su poder!
–Grábense esto en sus memorias antes de morir –Agregó el joven con una mirada guerrera– ¡Mi nombre es Kentha! El guerrero más poderoso del mundo.
En ese momento tomó una rígida posición –¡ABYSSAL PRESSURE!– una especie de energía circular rodeó los tres soldados –¿¡Qué es esto!? – Exclamó uno de ellos, aterrado al recibir este poder jamás antes visto. Al instante la presión dentro de la esfera comenzó a aumentar de forma sorprendente, los caballeros cayeron rápidamente al suelo al no poder soportar el peso de sus cuerpos; fue tanta la desesperación que sintieron en ese momento, que ellos mismos se desprendieron de sus armaduras para aliviar la carga que sentían en sus espaldas. Pero Kentha no quedaría satisfecho con eso, extendiendo su mano hacia adelante y junto a un gran grito ¡Aumentó aún más el poder de su técnica! Era tan alta la presión dentro de la esfera, que la imagen vista desde afuera comenzaba a distorsionarse, los soldados gritaban pidiendo clemencia, pero no fueron escuchados… hasta que fuertes crujidos pudieron hacerse oír.
–Adoro ese sonido… –Dijo el muchacho con una perturbada sonrisa en su rostro– es la melodía de los huesos al romperse.
El combate ya había terminado, Kentha observó por un instante los cadáveres en el piso, cuestionando el origen de tales guerreros, después de todo ni siquiera se había dado el tiempo de preguntarles por qué estaban allí. Pero las sorpresas no terminarían, algo que el joven no había estimado ni por un instante era del ruido que la batalla había ocasionado. Alarmado al pensar en aquello, miró rápidamente hacia las habitaciones, lamentablemente su incertidumbre fue disuelta al instante. Cientos de niños observaban con horror como había acabado con sus enemigos.
–Vaya porquería, –Pensó afligido– esto… no puede estar pasando.
Pero las preocupaciones de ese momento fueron interrumpidos de golpe, debido a que sin aviso alguno, se escucharon muchas explosiones a lo lejos. Sin pensarlo dos veces Kentha salió corriendo del orfanato para ver de qué se trataba.
Ese día su vida cambiaría para siempre, desde ese instante ya nada volvería a ser igual. Quedando estático por el impacto, el joven guerrero vio con claridad lo que sucedía fuera del orfanato… ¡Decenas de caballeros negros habían invadido su pequeño y devastado pueblo!
Parte III
Nadie entendía con certeza que estaba ocurriendo en el pueblo que era reconocido por el simple hecho de que jamás ocurría algo si quiera. Los días eran monótonos y la gente estaba acostumbrada a su pobreza y mal vivir. Pero esta vez era distinto, en diversos lugares se podía oír los gritos de las personas rogando piedad a los soldados de fuego.
–No puedo permitir que esto siga así –Pensó Kentha con una gran determinación, dispuesto a acabar hasta con el último guerrero.
Así valiéndose sólo de la fuerza de sus puños y de sus deseos por salvar a la gente que estaba siendo víctima de los abusos de este pequeño grupo de soldados, Kentha los fue venciendo uno a uno, pero eran demasiados para él solo y lo único que estaba consiguiendo era debilitarse sin pensar en las consecuencias. Sus energías estaban cada vez más al límite cuando recordó al vagabundo de los míticos relatos; entonces fue corriendo por las extensas calles del pueblo, atento a cualquier movimiento extraño con el objetivo de asegurar la vida de tal anciano.
Una vez que llegó hasta el lugar donde solían verse, vio a lo lejos como uno de estos caballeros tenía a una joven muchacha tomada del pelo. –¡Suéltala basura!– Exclamó Kentha furioso, mientras que con un feroz puño de gancho descendente derribó a su rival dejándolo en el suelo.
–¿¡Por qué están aquí!? –Interrogó el muchacho desafiante– ¿Qué buscan en este desolado pueblo?
–¿¡Por qué debería revelarte tal información!?
Los ojos de Kentha mostraron una intensa furia que hacía que las pequeñas piedras que lo rodeaban comenzaran a levantarse, entonces se dispuso a utilizar su gran poder –¡ABYSSAL PRESSURE!– La esfera de presión rodeó al instante al guerrero, quien de inmediato comenzó a sufrir las torturas de esta fuerza.
¡Última oportunidad! –Desafió el joven– Dime qué hacen aquí.
Ante esto su cobarde enemigo empezó a hablar, aunque con mucho esfuerzo.
–El polvo… el polvo de estrellas.
–¿El polvo de estrellas? –Preguntó Kentha.
Sí… cerca de este pueblo, hay una gran mina que posee enormes cantidades de este material, no sé por qué nuestro líder lo desea.
–Entonces ¿Por qué simplemente no lo toman y se van? ¿Por qué venir y lastimar a gente inocente? ¿¡Cómo es posible que arruinen la vida de familias enteras y no le importe nada!?
–Lo siento… –Con una pequeña sonrisa en su rostro– sólo somos así.
Al ver este gesto, el joven que domina la tierra pegó un potente grito y encendiendo aún más su cosmos, terminó por destruir los huesos de su enemigo con la presión de su técnica.
Continuó buscando al indigente por todos lados, pero no había rastros de él.
–Maldita sea… –Pensó con un amargo sabor en la boca– espero que no le haya pasado nada. Sin esas historias no podría soportar este inmundo estilo de vida. Conociéndolo de seguro debe estar escondido por algún lugar. Lo mejor por ahora será ir a la mina y ver quién está detrás de todo esto.
Así fue como Kentha con un valor sin igual, se preparó mentalmente y fue de prisa hacia la mina que estaba en las afueras del pueblo. A medio camino y pudiendo divisar la entrada de la cueva, sintió unos ruidos extraños que venían del centro del pueblo, se volteó un momento a mirar y vio unos enormes torbellinos dirigirse hacia el cielo –Maldición… ¿Qué estará sucediendo ahora? ¡Debo seguir adelante! Así acabaré con todo esto de raíz– Pensó el joven luchador.
Luego de unas horas, se adentró en la mina, a medida que avanzaba pisaba todo con mucho cuidado, de alguna forma sabía que el peligro estaba cerca, tal presentimiento hacia que su corazón latiese cada vez más fuerte y sus piernas llegasen a temblar. Pero no se detuvo y luego de unos minutos consiguió entrar hasta una cámara de gran tamaño, que a pesar de la oscuridad que la cubría, podía apreciarse en ella hermosos colores provenientes del polvo de estrellas.
Este lugar es precioso… –Agregó observando todo– jamás pensé que algo así pudiese existir en el pueblo. Sin embargo, no veo algo que pueda tener gran valor.
Todo parecía tranquilo, pero llegando hasta lo más hondo de la gran cueva, una luz podía verse parpadeando, hasta que un gran destello lo dejó cegado por unos instantes. Apenas recuperó la vista pudo ver lo que allí sucedía, en el lugar estaba un misterioso hombre realizando extraños movimientos que hacían reaccionar el polvo de estrellas. Era un guerrero de pelo blanco con un extraño peinado, dos pequeños puntos adornaban su frente y su piel era tan blanca como la de Kentha.
Sin embargo lo que causó mayor impacto ante los ojos del joven era la armadura negra que portaba este sujeto, no era como la que vestían los guerreros los que había enfrentado hace un rato, sino que era muy distinta. Mucho más grande, cubriendo casi todas las partes de su cuerpo, tenía detalles de color blanco en ella y dos grandes cuernos salían por los costados que iniciaban el porte de su elegante capa la cual llegaba hasta el suelo.
–¿Eres tú el líder de los caballeros negros? –Preguntó Kentha algo atemorizado. Pero el guerrero no respondió, –¡Te he hecho una pregunta! ¿Tú has causado todo lo que sucedió en mi pueblo?– Preguntó esta vez con un tono de voz más desafiante.
El enigmático caballero sólo volteó su mirada –¿Quién se atreve dirigirse de esa forma a Desmith de Aries, encarnación del trueno?– Dijo con un tono despectivo.
–¡Mi nombre es Kentha! El guerrero más poderoso del mundo. He visto el sufrimiento que tus guerreros le han causado a la gente inocente del pueblo ¡No permitiré que sigas con eso!
Con una increíble determinación, el joven se dispuso a utilizar su técnica –¡ABYSSAL PRESSURE!– La esfera rodeó a Desmith quien se mantuvo de pie con su rostro muy serio. Se podía escuchar como la tierra crujía debido a la presión que cada vez se hacía más fuerte, las pequeñas piedras a su alrededor se desintegraron mientras el guerrero oscuro permanecía cabizbajo. La atención se centró entonces en sus apretados puños, los que de un momento a otro… se abrieron, al hacerlo los efectos del ataque desaparecieron por completo.
–¿¡Cómo es posible!? –Se preguntó Kentha muy impresionado– Nadie había sobrevivido a esa técnica.
–No debiste haber venido mocoso insensato –Agregó el caballero negro decepcionado por la fuerza de su rival.
–¡Silencio! –Exclamó el joven sintiéndose menospreciado a la vez que se preparaba para atacar nuevamente a su rival.
Esta vez se dispuso nuevamente a elevar sus brazos para levantar la tierra que estaba frente a él formando una gran roca, en ese instante Kentha encendió su cosmos y se la arrojó con toda su energía a su rival, pero este se limitó a sonreír y cuando la gran masa de tierra estaba a punto de golpearlo, sólo utilizando sus puños ¡La partió en decenas de pedazos! El muchacho desesperado al ver que ambos ataques no habían funcionado repitió su último movimiento una y otra vez de forma descontrolada, siempre obteniendo el mismo resultado.
Desmith luego de haber destruido al menos diez de sus ataques, comenzó a encender rojo su cosmos. Por su parte el joven manipulador de la tierra estando muy agotado y sin darse cuenta de lo torpe e inútiles que eran sus ataques preparó nuevamente otra roca, pero en ese mismísimo instante el guerrero de blancos cabellos ejecutó su movimiento –¡THUNDER SPEAR!– Desde sus dedos, índice y medio salieron disparados muy velozmente dos poderosos rayos eléctricos hacia Kentha, atravesando la roca que había formado.
El joven logró mover su cabeza unos centímetros, gracias a eso el ataque no le dio de lleno, pero le alcanzó a rozar un ojo, el cual quedó muy lastimado por las altos voltajes.
–¡Mi ojo! No es posible –Dijo Kentha sollozando y gritando lastimeramente; al parecer era primera vez que recibía un golpe tan fuerte, por lo que quizás exageró en sus quejidos.
–¿No decías que eres el guerrero más poderosos del mundo? –Agregó Desmith muy peyorativamente– Si eso es verdad entonces ¡Deja de quejarte cobarde!
Ya aburrido de la presencia del adolescente, el poderoso guerrero lo atacó definitivamente –¡THUNDER SPEAR!– Esta vez los rayos dieron de frente en el pecho de Kentha enviándolo lejos contra los límites de la cueva, cayendo al piso devastado.
–Fue una muerte absurda… patético niño.
Olvidándose al instante de su presencia, Desmith se dio vuelta para continuar manipulando el polvo de estrellas. Pero algo inesperado sucedió, el cosmos del joven estaba ardiendo nuevamente ¡Kentha había sobrevivido al ataque!
Al borde de la inconsciencia, el agonizante luchador se levantó con mucho esfuerzo. El humo que salía desde su cuerpo debido a las quemaduras era cada vez más abundante y en el ojo que tenía descubierto se podía ver su gran sufrimiento.
–Quema mucho… idiota, –Decía muy pausadamente– jamás me daré por vencido. Mi nombre es Kentha… el guerrero más… –Pero no pudo continuar. Algunas lágrimas se deslizaron por sus mejillas demostrando lo incapacitado que estaba para decir palabra alguna. Al parecer había perdido el conocimiento, sin embargo su espíritu ardiente deseaba seguir el combate y su cuerpo se mantenía de pie.
–Increíble… –Mencionó Desmith sonriente– a pesar de recibir mi ataque sin llevar una armadura puesta, has sobrevivido, pero no tan sólo eso, sino que además te mantienes de pie aún después de perder. Eso es algo realmente admirable, sin embargo me has hecho perder mucho tiempo aquí ¡Muere con honor joven guerrero!
El cosmos del caballero negro estaba comenzando a arder mientras se preparaba para efectuar su última técnica buscando acabar de una vez con la vida de Kentha. Pero algo inesperado sucedió, de un momento a otro ¡Una intensa luz lo cegó! –¡STARDUST REVOLUTION!– Olas de estrellas fugaces provenientes de algún lugar impactaron de frente a Desmith provocando un gran impacto que lo aturdió momentáneamente, quedando tendido en el suelo.
El ejecutor de este ataque era un anciano de largo pelo anaranjado cubierto por algunas canas, vestido con una túnica blanca y un majestuoso casco dorado. Al ver la armadura de Desmith reaccionó de una forma muy particular.
–¡No es posible! –Dijo demostrando frustración– Esta armadura… no podía terminar así, lo siento mucho maestro –. En ese mismo instante vio a Kentha estando inconsciente pero de pie –Este joven ¡Qué cosmos tan grande posee! Debo rescatarlo cuanto antes… el polvo de estrellas tendrá que esperar– Pensó muy rápidamente y al ver que Desmith comenzaba a moverse, cargó al guerrero en sus hombros y huyó corriendo hacia la salida de la mina.
En las afueras, un grupo de jóvenes caballeros montados en sus caballos lo esperaban ansiosos. Quien estaba al principio de la fila, de pelo negro y ojos verdes, se mostró muy servicial acercando el caballo a su guía.
–¿Ya ha obtenido todo el polvo de estrellas que necesitaba? –Preguntó de forma entusiasta.
–¡Larguémonos de aquí! Exclamó quien al parecer los lideraba– Caspian, no hay tiempo que perder.
Sin embargo, mientras se subía a su caballo dejó ver el cuerpo que cargaba, Caspian al verlo intervino de inmediato –¿¡Quién es él!? Señor… no podemos exponernos a llevar a alguien en…– Estaba diciendo pero fue interrumpido de golpe.
–¡Silencio! –Respondió el anciano muy autoritariamente– ¡Quién da las órdenes soy yo!
Al ver su reacción el joven pidió disculpas sintiéndose muy frustrado en su interior.
Todos intentaron que sus caballos cabalgaran lo más rápido posible por las órdenes que se les había dictado, alejándose en pocos minutos del pueblo. Pero la curiosidad no pudo ser contenida por la mente de uno de los jóvenes.
–¿Qué sucedió con él? –Preguntó Tyson, un extraño joven de pelo gris– ¿Qué le produjo tales heridas?
–Luchó con un caballero negro –Respondió el salvador de Kentha muy seriamente.
En ese momento Caspian intervino –Vaya pérdida de tiempo rescatarlo entonces, yo he vencido a cinco guerreros oscuros en el pueblo ese y con los ojos cerrados– Dijo riendo.
Entonces Roxee, una delgada chica de rasgos asiáticos, miró fijamente el rostro humeante del inconsciente muchacho –Su ilustrísima ¿Qué haremos con él?
El anciano sonrió por un momento y se dirigió a todos –Veremos de que está hecho en verdad este sujeto ¡Lo llevaremos a Campo Ónfalos!
Editado por Abyssal Shinigami, 03 enero 2015 - 13:53 .