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The doom of the Knights of Athena

La condena de los santos

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289 respuestas a este tema

#241 Seph_girl

Seph_girl

    Marine Shogun Crisaor / SNK Nurse

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Publicado 11 septiembre 2017 - 17:22

Orale, Ares declarandose a Athena para que tengan un baby XD
Lo bueno que ella lo conoce y sabe que la paz es tan contradictoria en Ares... Aunque me sorprendería si resulta que está siendo sincero xD
 
De los Gemelos creo que sigo del lado de Andros, Gyne ya se había muerto pero se las ingenió para seguir dando lata (estas mujeres necias de tu fic XD)
 
Buena la de la anciana que roba juventud. Lo del lago suena muy bizarro, ni idea si es cosa de la mitología o de tu invención, pero vale.
XD Ay, ahora ya no sé cómo imaginar a Géminis... si le salieron dos piernas y brazos extras... y otra cabeza? whaaa?
 
Como que me lié pero, ¿Noctua siempre ha sido la diosa Nemesis? ¿O es Pallas? 
 
No sé si Andros sobreviva, pero Gyne seguro volvió a hacer de las suyas con ese último rayo hacia la diosa XD
 
Buen cap, la pelea de Piscis estuvo muy bien.
 
Saludotes :D
 
:m1:  :m1:  :m1:  :m1:  :m1:  :m1:  :m1:

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EL LEGADO DE ATENA - Capítulo 67. "Epílogo"


#242 ALFREDO

ALFREDO

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Publicado 03 octubre 2017 - 13:30

Ese Ares si que sabe formular planes---XD

 

 

Athena le encanta rechazar a todos

 

 

los geminis siempre estan locos

 

 

la dríade deberia haber hecho un favor al mundo y eliminar a ese dorado (a)--XD

 

 

 

buena batalla la de Oannes

 

 

Alguien deberia destruir por completo ese lago que al

parecer es peor que un lago de residuos toxicos

 

 

Pallas  tiene una mente retorcida al lanzar una maldición tan repugnante

sin que ninguno de los gemelos  hubiese ofendido directamente

Hola t-800

Gracias por comentar de los primeros como siempre XD

 

La driade ? a cual dorado te refieres a los geminis XD?

 

El lago lo q saque de la mitologia, juju del mito del hijo de hermes y afrodita. De hecho estoy planeando introducir otro q altere los cuerpos aun mas bizarra la cosa, pero este sera usado por un dios.

 

Así son los dioses en la mitologia, hacen pagar a la victima injustamente, nunca la agarran con los verdaderos causantes...

 

 

 

Orale, Ares declarandose a Athena para que tengan un baby XD
Lo bueno que ella lo conoce y sabe que la paz es tan contradictoria en Ares... Aunque me sorprendería si resulta que está siendo sincero xD
 
De los Gemelos creo que sigo del lado de Andros, Gyne ya se había muerto pero se las ingenió para seguir dando lata (estas mujeres necias de tu fic XD)
 
Buena la de la anciana que roba juventud. Lo del lago suena muy bizarro, ni idea si es cosa de la mitología o de tu invención, pero vale.
XD Ay, ahora ya no sé cómo imaginar a Géminis... si le salieron dos piernas y brazos extras... y otra cabeza? whaaa?
 
Como que me lié pero, ¿Noctua siempre ha sido la diosa Nemesis? ¿O es Pallas? 
 
No sé si Andros sobreviva, pero Gyne seguro volvió a hacer de las suyas con ese último rayo hacia la diosa XD
 
Buen cap, la pelea de Piscis estuvo muy bien.
 
Saludotes :D
 
:m1:  :m1:  :m1:  :m1:  :m1:  :m1:  :m1:

 

Hola seph

Pues Ares estaba siendo sincero hasta la mitad, queria tener un hijo solo por los genes, no por la paz, sino mas bien lo ve como un instrumento de guerra.

 

Gyné es un mujer imcomprendida en esos tiempos machistas. Pero de q sabe ingeniarcelas, lo sabe es mas inteligente q su hermano, aunque este ultimo sea mas fuerte.

 

Lo del lago no es de mi invencion de hecho menciono de q mito son, del mito de hermafrodito el hijo de afrodita y hermes. De ahi biene el ser androgino con dos sexos...

 

La fusion de Andrós y Gyne seria como la misma forma object de su cloth, agregandole cuatro piernas...

 

Gracias por pasar ojala q el cap q biene te agrade, porque define quien es el gold mas fuerte.

 

 

CAPITULO 47.- POR LA SIMIENTE CORRECTA

 

 

Solo unos minutos habían acontecido desde su aventura en la región de Caria de Asia menor. Recorriendo el árido camino de las elevadas cordilleras del Himalaya. Oannes de Piscis caminaba cargando en su espalda un ataúd que más parecía ser una cámara de agua, la cual se veía la silueta de alguien en estado de hibernación.

 

—Aguanta, debes ser fuerte. Ya llegaremos a Jamir donde espero puedan ayudarte.

—¡Espera! —exclamó alguien mirándolo desde las alturas—. Nadie más puede seguir el paso.

 

El santo divisó que un monje estaba en lo alto junto con otros tres muvianos, los cuales los divisó en seguida por sus puntos bermellón en la frente y tener la cabeza rapada. Sin embargo, alguien más apareció delante de ellos. Un joven de lacios cabellos castaños, portando una armadura dorada, igual que él.

 

—Ustedes retrocedan —ordenó el recién aparecido de la nada—. ¿A qué ha venido el santo Piscis hasta estas tierras, con él?

—¡Surt! —exclamó Oannes—. Justo a quien buscaba.

—Ahora que estamos solo nosotros, he recordado que tú fuiste el que raptó al señor David de Acuario para llevarlo a una comunidad muviana en el Cáucaso. ¿Por qué lo hiciste?

Solo intenté darle una mejor vida a quien estaba destinado a ser el santo de Acuario, el papa determinó su destino cuando nació gracias a la interpretación de las estrellas en Star-hill —explicó Piscis recordándolo—. Ahora no es el momento de hablar de eso. Tú has heredado la alquimia no es así. Necesito que le cicatrices el cuerpo a quien cargo.

—¿Qué?

 

Piscis soltó el capullo de agua que traía, mostrando a quien cargaba. El alquimista lo reconoció con horror e incluso dudó que estuviera con vida, pero en lo más recóndito de su ser pudo sentir un cosmos emanando con dificultad. El herido inconsciente tenía desde su costado trasero en la parte debajo del cráneo, un terrible corte que le recorría toda su columna hasta el hueso sacro. 

 

—Puedo ver que su medula espinal está con un daño crítico —observó con sus ojos en blanco—. Debido a su séptimo sentido es lo único que lo mantiene con vida.

—En realidad ni yo mismo lo sé, solo lo envolví con estas aguas para dejarlo en estado de reposo, mientras intento aliviar sus heridas, pero morirá si continua así.

—Pides reconstrucción de un cuerpo humano, para hacer eso debo sacrificar algo a cambio, pero incluso dudo que funcione —respondió Surt—. Una transmutación humana es lo más complejo en la alquimia.

—Bueno, estoy dispuesto a proporcionarte lo que me pidas con tal de que lo operes —dijo Oannes al desprenderse de su brazal—. Puedo darte la mitad de mi sangre si es necesario.

—Esto no es como restaurar una armadura, vuestra sangre no es suficiente.

—Yo diría que debieras verla primero, mi torrente sanguíneo es casi tan prodigiosa como el Icor de los dioses.

 

Oannes se hizo una herida en sus venas y le acercó su muñeca para que le examinara como brotaba su sangre, la cual no parecía un rojo viscoso como la sangre normal, sino un rojo medio azulado. A Surt se le pusieron los ojos blancos por unos momentos, mientras la examinaba a nivel subatómico.

 

—Ya veo tiene propiedades semejantes a la sangre de Athena. No imaginaba que todo los nazir tuvieran estas cualidades sanguíneas.

—No te confundas, mi simiente es más especial que la de cualquier descendiente de la realeza —respondió Oannes al encender su cosmos—. Comúnmente los de mi raza nacían o mejor dicho eran incubados como un pequeño embrión en un feto artificial atreves de una matriz la cual contenía la sangre Athena en su interior, pero esta se fue degradando con el tiempo. Hasta que un día alguien fertilizó uno de esos huevos con su sangre, produciendo que naciera yo, totalmente adulto.

—¿Qué dices? Naciste como Athena.

—Lo más extraordinario era que soy diferente a los de mi raza porque era más humano que ellos, al ver que los de mi clase se comportaban frívolos y con un instinto de solo preocuparse por ellos que el resto, quise destruir a los de mi simiente. Evitando que siguieran naciendo, destruyendo a la matriz artificial que se encontraba en el Jardín de Themiscira antiguamente, pero fui detenido.

—Entonces me pregunto qué sucederá cuando estimule tu sangre en tu ADN.

 

Surt se rodeó de una densa energía electromagnética entre sus manos, empleando su alquimia para extraer las propiedades de su sangre, provocando una reacción nerviosa en Oannes que se dejó transmutar, para transferirla al cuerpo de Andrós, mientras en su interior una extraña alucinación lo sumergió en un sueño profundo.

 

Siete años antes de la rebelión de hace trece años, el santuario estaba recién teniendo sus primeros santos, la mayoría eran aspirantes. Ni siquiera Athena había nacido, en ese entonces los pocos caballeros se hacían cargo de los conflictos del mundo exterior entre los humanos, destruyendo a los infieles que fomentaban la adoración a dioses que no fuesen Athena y se preocupaban de distorsionar la información para dejar la existencia de los santos en forma de vagas leyendas.

 

Un joven de facciones delgadas y cabellera celeste descendía por los límites del santuario yéndose a la zona oriental, cargando su urna de oro. En el momento en que se encontraba llegando a un subterráneo entre unas cavernas cubiertas por la abundante maleza de un bosque, sintió una fuerte presión sobre su cuerpo que le detuvo por unos momentos, pero haciendo un esfuerzo se puso su ropaje dorado y expandió su cosmos envolviéndose en un torrente que le permitió recuperar la movilidad nuevamente.

 

—¿Adónde crees que vas? —preguntó una voz apareciendo una figura desde las sombras como un hombre en un cuerpo etéreo, portando una armadura dorada y de lacios cabellos negros—. El patriarca nos ha ordenado que te vigilemos muy bien. Después de lo que hiciste con David, ¿A dónde lo dejaste?

—Lo salvé de que se convierta en alguien como tú —respondió Oannes—. Y vos siendo el mejor lacayo del papa has venido a detenerme, Rafael.

—No ha venido solo —añadió una voz más jovial, desde el interior del bosque, un pequeño y finísimo relámpago rojo salió disparado, produciendo una explosión de combustión que Oannes alcanzó a esquivar alejándose de la entrada de la cueva—. El maestro me prometió que si te detenía me dará la oportunidad de convertirme en el santo de Aries.

—¡Alphonse! —exclamó Oannes al ver pequeño rubio engreído que lo volvió a atacar con pequeños estallidos al hacer chistar sus dedos—. No me importa que harás, solo me interesa matarte.

 

No obstante, Oannes dio un golpe en el aire mientras esquivaba los estallidos, aconteciendo que una lluvia empezara a caer sobre ellos, para cuando el pequeño muviano guerrero quiso seguir con sus chasquillos atronadores, le fue imposible.

 

—No hay chispas bajo la lluvia —espetó Oannes, mofándose—. Ahora regresa por donde viniste, antes de que termines provocándome en serio.

—¡Estúpido, a mí no asustas en lo absoluto! —bramó iracundo al dirigirse ante él para propinarle un gancho izquierdo.

 

Alphonse se movía casi tan rápido como la luz para sorpresa de Oannes, quien pudo esquivar todos sus golpes, pero quedó atónito con su potencial en crecimiento. Lo frenó dándole un puñetazo a presión como el estallido del chorro de una ballena, mandó a volar a Alphonse sobre las nubes para caer abruptamente en un pequeño arrollo.

 

—Que impetuoso es, pero si fuera más prudente podría ser el discípulo más fuerte del papa algún día —añadió Oannes—. Por el contrario, tú eres más astuto, y solo te mueves si es necesario.

—¿Qué crees que conseguirás si destruyes el árbol que es la matriz que da vida a los de nuestra raza, Oannes? —cuestionó Rafael intrigado.

—Tú y yo somos de la misma simiente. No obstante, he notado que eres igual que tu maestro, tienes la sangre fría. Matas y asesinas a cualquiera que intente escapar del santuario. No importa si son niños, mujeres o ancianos.

—¿Qué hay con eso? Solo sigo las leyes del santuario —respondió Rafael, mientras oraba con rigor con sus manos juntas—. Eres un débil, y un anormal entre los de nuestra especie. Por eso debes morir…

¡TENMA KOFUKU!

“Capitulación de los Demonios”

 

Rafael pronunció un mantra que emanó desde su cosmos una imagen de espíritus belicosos que atacaron al santo de Piscis, riéndose como unos fantasmas en pena. Desfigurándolo como un cuerpo liquido con facilidad.

 

—Se deformó como si fuese de agua… Una cloth dorada no podría destruirse así —decía Rafael cuando miró las nubes—. Claro, la lluvia en el momento en que la convocaste desapareciste y proyectaste esta falsa sombra.

 

Rafael se dio cuenta que algo lo empezó a atraer con una fuerza huracanada, un tifón submarino lo descuartizó viniendo desde otra dirección.

 

—No eres el único que sabe proyectarse a distancia —respondió desde atrás, el santo de Piscis—. Ahora mientras caiga mi Danza del Pez no podrás recrear tu cuerpo etéreo sobre mi barrera.

—Él no podrá seguir escabulléndose, pero yo sí —añadió otra voz originándose la figura de un hombre de tez morena de cabellos marrones, con varios tatuajes sobre su cuerpo envuelto en una armadura dorada muy puntiaguda de las hombreras y una diadema de espinas—. Vuestra barrera es terrenal, y evita que llegue el cosmos como un escudo energético, pero es inservible ante el arte espiritual.

—Dante —musitó Oannes frustrado—. Debí suponer que también el señor Sansón enviaría sus discípulos.

—Estas profanando este lugar solo acto para los pies del sumo pontífice —dijo el santo de Cancer, preparándose para atacarlo reuniendo su energía en forma de un aura purpura—. Por eso caerás a la fila de los muertos.

—¡Espera! Dante, el maestro nos envió a aquí a inmovilizarlo —dijo un muchacho de blancos mechones cogiéndolo del brazo—. No podemos matarlo.

—¡No te entrometas, Miguel! —vociferó Dante dándole un codazo en el rostro que lo hizo retroceder al joven santo de Leo, impactándolo contra un árbol cercano—. Ahora, recibe esto… ¡Sekishiki Meikaiha!

 

Convocando un espiral neblinoso en forma de ondas espirituales, unas hordas de sombras fantasmales comenzaron a emerger, queriendo llevarse el alma del cuerpo de Oannes, quien antes de que lo alcanzarán, de una herida en sus venas emitió un soplido como un chorro que desintegraron los espíritus en pena, como si fuesen llamas apagándose.

 

—¿Cómo las envió a la otra vida, mis almas del Yomotsu?

—Mi sangre es una bendición de Athena que purifica cualquier alma.

—No esperaba que los nazir pudieran usar su sangre mestiza con la simiente de Athena para anular mi arte espiritual.

—Te equivocas Dante —añadió Miguel—. Este hombre no solo usó su sangre, también la estimuló combinándola con su cosmos, el cual produjo tal milagro.

—¡Entonces solo me queda atacarlo con mis puños! —clamó Dante emitiendo unos discos de energía desde su nudillo extendido—. Veamos qué haces con esto.

 

El santo del pez dorado se armó de dos aletas afiladas de cosmos desde sus codos como curvas espadas, con los que fue despedazando cada disco que le lanzaba con toda su furia a medida que disparaba sus discos, Oannes fue acercándose repeliéndolos con sus aletas hasta llegar a Dante y atravesar su cuerpo dejando una equis sobre su pecho. La cual lo impulsó violentamente sobre los aires hasta dejarlo caer como un meteoro sobre el suelo.

Miguel abrió los ojos enormemente al ver eso, quedando alarmado al interponerse sobre él, se dio cuenta que Dante cayó inconsciente, mientras un vestigio de polvo cósmico emitía desde la herida que le dejó en el pecho.

 

—¿Qué fue ese golpe?

—Una herida en el interior de la vida de la armadura, sin dañar su cuerpo. Sin embargo, si su espíritu —respondió Oannes al mirarlo en el suelo—. Esa huella sobre su pecho esta drenando su cosmos, pero también la vida de la armadura.

—Ya veo, lo inmovilizaste de una forma que él no se pueda levantar —dijo Miguel analizándolo—. Interesante, pero yo no deseo llegar a ese extremo contigo.

—¿Qué? —se encogió de hombros el santo del pez—. No esperaba que seas un león pasivo.

—Si te detienes ahora, te dejaré marchar.

—Puedo ver que tu mirada es sincera —añadió Oannes—. Es una lástima que no pueda evitar esta pelea, pero debo rechazar tu oferta. Por lo que ahora yo te ofrezco que te retires, porque tampoco deseo lastimarte.

—Yo tampoco puedo aceptar tu propuesta —sonrió Miguel poniéndose en guardia—. Lo que vas hacer pone en peligro al santuario.

—Entonces te inmovilizaré igual que tu condiscípulo —chistó el pez dorado al abalanzarse sobre él con sus aletas azuladas.

 

No obstante, no alcanzó a blandir sus aletas cortantes, debido a que fueron frenadas desde los antebrazos por los brazales de Miguel quien repelió sus extremidades con dos fuertes zarpazos que hicieron retroceder al pez dorado, sintiendo una descarga en su cuerpo que le entumecieron las extremidades.

 

—Parece que tocarte no es buena idea —añadió Oannes quejándose.

—Si quieres pelear conmigo no podrás atacarme igual que con Dante.

—Eso lo veremos.

 

Oannes se lanzó nuevamente con más ímpetu, con cada golpe que daba Miguel le respondía con igual de intensidad, produciendo pequeños estallidos con colisionar sus puños. Hasta que ambos quedaron en direcciones contrarias cuando se cruzaron por última vez, permaneciendo con los brazos extendidos.

 

—Puedo ver, que no lo alardeabas después de todo —el santo del pez se selló unas heridas en sus brazos los cuales habían quedado desangrándose—. Pelear cuerpo a cuerpo contigo es una desventaja para mí, a diferencia de Dante tú te especializas en pelear directamente.

—Así es, por eso tuviste mucha suerte al haber sellado el ambiente con esta lluvia. Si no, no hubieras vencido tan fácilmente a Dante sin conocer sus mejores habilidades —explicaba Miguel cuando quiso alzar sus garras, se dio cuenta que un lazo dorado lo unía a su oponente—. ¿Qué es esto?

—Tú me causaste más daño, pero te uní a mi cuerda de la vida —respondió al alzar su lazo de agua, con el que empezó a drenar sus energías—. Ahora no me dejas opción más que secarte como un pez fuera del agua.

 

El santo del piscis quiso extraer su lazo de agua drenando su cosmos de un solo tirón. Sin embargo, Miguel mandó una descargar a atreves del lazo que lo electrocutó desintegrándola en el proceso, acto seguido mando un golpe con forma de cabeza de león rugiendo al lanzar un zarpazo de sus garras. El ataque arrastró a Oannes haciendo que derribara varios árboles, hasta impactarlo con un muro rocoso.

Miguel no tardó en llegar para ver que estaba poniéndose de pie con dificultad al estar medio arrodillado, con el rostro cabizbajo.

 

—Vuestras habilidades no funcionan conmigo —dijo Miguel mientras emitía una corriente alrededor de su cuerpo, erizándosele levemente los cabellos—. Ríndete ahora.

—Tienes razón, estoy preocupado de otras cosas en vez enfocarme en esta pelea —explicó sus razones por las que estaba perdiendo, mientras se envolvía en un torrente acuoso—. Ahora iré con todo…

¡Azote del Gran Pez!

 

Oannes convocó un tifón que los envolvió a los dos en un enorme tornado, el cual empezó a drenar el aire en su interior, mientras Miguel sintió como sus extremidades eran inmovilizadas por una fuerte presión, llamándole la atención que estando adentro su oponente no se viera afectado, mientras algo le hizo perder la concentración, pues lentamente estaban percibiendo que sus sentidos se le iban anulándose.

 

—Me siento como en el Yomotsu, poco a poco pierdo el sentido de estar vivo aquí dentro.

—Estas perdiendo tus cinco sentidos al permanecer aquí, eres alguien que está acostumbrado a luchar por el instinto. Si te despojo de tus cinco sentidos, quedas enormemente vulnerable.

—Te diste cuenta, mientras peleábamos.

—¡Así es! —exclamó Piscis al abalanzarse y segarlo de un rápido movimiento que lo tumbó al suelo, haciendo que todo se detenga—. Pero descuida no te mataré, espero que con el tiempo desarrolles invulnerabilidad y dejarte guiar más por tu percepción que por el instinto.

 

Le recitó esas últimas palabras, para dejarlo dormir ahí mientras continuaba regresando a su sendero que lo había hecho desviarse. Esta vez entró en las inmediaciones subterráneas y al cabo de unos minutos pudo llegar a una zona más abierta al divisar un enorme espacio donde habitaba un árbol que se iluminaba como un pequeño sol en su interior de su corteza. Teniendo cerca de sus raíces cientos de aglomeraciones de huevecillos incubados.

 

¡Choque megatomico de meteoros!

 

Piscis fue sorprendido por un poderoso golpe por la espalda que lo impulsó brutalmente hacia abajo al recibir una tremenda patada, de parte de un santo de armadura blanca-sutilmente purpura, quedando con el puntapié extendido, mofándose de tomarlo por sorpresa.

 

—¡¿Qué cobarde?! —se frustró al levantarse lentamente escupiendo sangre y algo chamuscado—. Solo faltaba que mi maestro enviara a sus discípulos.

—Para mí Eren de Orión no hay honor o deshonor en una pelea, solo oportunidades —respondió su nuevo rival.

 

El santo de plata de cortos cabellos oscuros y tez morena empezó a convocar un aura de diminutas chispas azules que fueron incendiando su cuerpo de flamas danzantes como un ser que emitiera fuego sin quemarse.

Él concentró el fulgor de sus llamas azules entre sus manos y las dirigió como un incandescente lanzallamas hacia el santo de Piscis, quien en poco tiempo respondió con un ataque de igual intensidad, alzando sus brazos para crear un oleaje de cosmos que hizo colisionar como un maremoto contra las llamas abrazadoras de Eren.

 

—El calor de mi fuego fatuo, es inconmensurable. Tarde o temprano evaporizará vuestras aguas —añadió el santo de plata al sentir que iba ganando terreno.

—Mi Azote del Gran Pez, no parece liberar toda su fuerza torrencial —argumentó Oannes pensando que la fatiga ya empezaba a mermar sus energías—. ¡Pero no moriré estando tan cerca de mí objetivo!

 

Las dos fuerzas opuestas llegaron a un punto crítico donde terminaron desencadenando una terrible explosión que levantó una gran cortina de vapor que inundó toca la enorme caverna. Mientras el santo dorado de melena ondulada se reponía escuchó un sonido de intensa presión que comenzó a despejar toda la niebla aspirándola en un solo punto en el aire, siendo absorbida por una esfera de energía en rotación que se encontraba girando absorbiendo todo el vapor hasta que divisó a su víctima para embestirlo con toda su fuerza.

En el momento del impacto, una extremidad salió de la esfera para propinarle al santo de Piscis toda su fuerza concentrada en la punta de pie izquierdo, no obstante. El estallido resopló un sonido vibrante que hizo que la energía se desintegrara, quedando el santo de plata estático con el puntapié extendido, mientras era resistido por el cruce de dos aletas entre los brazos de Oannes que mantenía cruzados por sobre su cabeza.

 

—¡Una técnica vista no funciona dos veces en un santo! —refutó el albino de cabellos celestes—. ¡Siente el filo de mis aletas sagradas!

 

Oannes lo atravesó en una onda certera envuelto en un torrente acuático lleno de cosmos azulado, cruzando sus aletas, consiguió que sesgar a Eren en dos haces cortantes entre su pectoral. Logrando que saliera expulsado en contra del techo de la cueva, cayó abruptamente perdiendo la conciencia.

 

—¡Excelente, aprovechaste su guardia baja y atacaste sus puntos vitales! —añadió una voz alabando a Oannes quien volteó en dirección de encontrar a alguien en vuelto una vestimenta de entrenamiento.

 

Un hombre mucho más maduro y de cabellos grisáceos, había entrado en la cueva. Observando todo con sus ojos verdosos sigilosamente se aproximó al inconsciente Eren, para ver que solo estaba noqueado sin un daño crítico.

 

—A pesar de todo sigues siendo muy considerado.

—¡Raziel! —exclamó Oannes—. Creo que solamente me faltabas tú, el último de los reclutas, pero estando así pretendes enfrentarme.

—Recuerda que soy el aspirante al Cloth de Libra, y lo que prevalece es el cosmos, así que también tengo mi ventaja cósmica que es más esencial. Sim embargo no vengo con intenciones de pelear.

—Entonces, ¿Qué quieres?

—Yo soy el único aspirante a una armadura dorada, que no tiene un maestro. He entrenado mucho, pero no puedo completar mi formación debido a que no conozco las técnicas de mi constelación, y el papa me ha negado aprenderlas usando un método que profane los recuerdos del alma de la cloth de Libra. Por ello, lo que quiero es que me proporciones la llave del conocimiento perdido.

—No sé de qué hablas, yo no tengo cómo ayudarte —se hizo el desentendido Oannes sin mirarlo a los ojos.

—El papa piensa que no lo sé, pero he profano Star-hill para ver los registros y me enteré de la existencia de que aún vive el ultimo discípulo de mi antecesor —hizo una pausa para enfatizar su última frase—. El santo exiliado del Dragón.

—¿Por qué no formaría parte del triunvirato siendo un sobreviviente?

—No solo los tres del triunvirato sobrevivieron, me enteré de que existe otra facción que se dispersaron, de ahí proviene este santo de la anterior generación, pero él no puede salir de su exilio debido a que está sellado por Athena en el reino submarino. Solo ella, el papa o alguien de su simiente puede abrirme esa puerta.

—Raziel, te has enterado de algo sumamente importante. El papa puede castigarte solo por profanar Star-hill.

—Eso no me importa, tú eres actualmente el único santo de la realeza que posee en su interior la sangre más cercana a la bendita simiente de Athena. Si me unges con vuestra sangre o me acompañas para abrir la puerta, te estaré agradecido debiéndote un gran favor.

—Lo siento, pero no me corresponde alterar el efecto del sello de Athena si aún no es el momento, entonces deberás esperar cuando lo sea —respondió negándose el santo de Piscis, dejándolo decepcionado.

—Ya pensaba que me dirías eso, es por ello, que quiero ofrecerte un favor a cambio para que me ayudes, soy el que conoce todos los misterios del santuario. Por eso sé como alterar la gran matriz que es este árbol de donde nace vuestra estirpe.

—Solo quiero destruirla.

—Te gustaría cambiar la línea de la genética del árbol para que nazca una raza más digna y piadosa, no es así.

—Así es, pero es imposible la simiente de Athena solo da a nacer hombres de sangre fría. Aún me es extraño que yo no sea como los de mi clase.

—Es porque provienes de la otra simiente de Athena, el gran árbol solo funciona con la sangre proporcionada del lado izquierdo de la diosa, la cual es un veneno que afecta incluso a los dioses, en el árbol se transforma y cambia nuestra simiente para que nazcan seres fríos y crueles, como el papa o Rafael, pero tú Oannes fuiste creado con la simiente derecha, aquella que proporciona cualidades milagrosas y sanadoras.

 

Oannes se miró sus manos por un momento, tratando de analizar las palabras de Raziel, como era posible que solo él haya sido ungido con la línea más benevolente, podría utilizar su sangre acaso para cambiar la estructura del gran árbol y provocar que los futuros descendientes, sean más como él.

 

—¿Cómo podría ungir mi sangre para cambiar la matriz de nacimiento?

—Aunque tengas lo que se necesita, no es suficiente. Solo con vuestra sangre no bastaría para alterar todo este gran árbol, solo un alquimista podría utilizar la sangre de la manera correcta para cambiar la estructura de la matriz. Ahora sabes que puedes lograr un cambio, no te parece que te he abierto una puerta, ahora por qué no me abres una a mí.

—Ya veo, eres bastante conspirador —musitó Oannes con una leve sonrisa—. Sabes utilizar los misterios del santuario a tu favor. Agradezco vuestra información, pero mi respuesta sigue siendo la misma.

—¡¿Qué?! —se encogió de hombros Raziel, empezando a sentirse furioso por dentro—. ¿Cómo no me puedes ayudar después de lo que te he dicho?

—Porque no pondré en peligro la tierra para ver cumplida mis expectativas, si abro la puerta al reino submarino anticipadamente harás que en un futuro podríamos volver a enfrentarnos a Poseidón.

—¡Entonces tendré que exprimirte como una naranja para quedarme con tu sangre! —exclamó Raziel al encender su aura blanquecina.

 

El aspirante frustrado se lanzó ráfagas de cosmos ofensivo hacia el santo de Piscis, el cual supo desviar usando sus aletas afiladas de cosmos verdoso, no obstante, cuando se detuvo el ataque notó que solo habían sido una distracción, ya que los residuos habían quedado flotando en el aire como pequeñas esferas blancas, las cuales dio forma como saetas puntiagudas, con las que dirigió todas como una lluvia de flechas.

Oannes puso en marcha su torrente energético como un escudo, haciendo uso de la presión lo reforzó con su Azote del gran Pez, originándolo como una variante manteniendo la fuerza en rotación de su maremoto como un muro de agua a presión que fue conteniendo las incontables saetas cósmicas de Raziel, las cuales al albino le parecieron una gran carga, debido a su condición pensó que si los dos tuviesen una armadura ya habría perdido al estar en desigualdad cósmica, pero en el último momento antes de ceder, una voz tronó toda la cueva, deteniendo la estampida de saetas contra Oannes, como si el tiempo se detuviera, no reconocieron el lenguaje que escucharon, pero los dos vieron como era el mismo sacerdote quien las pronunciaba, habiendo aparecido por detrás de Raziel. El viejo de túnica blanca y casco rojizo se acercó lentamente a Raziel pronunciando unas palabras que lo paralizaron a él y a su rival.

 

—Escucho un gran clamor dentro de tu espíritu Raziel, quieres alterar incluso el camino de las estrellas para ver terminado tu formación.

—Santo padre, usted vino hasta aquí, pero ¿cuánto escucho?…

—Lo suficiente, para saber que no puedo seguir confiando en ti —espetó el sumo pontífice al estirar su mano como dos colmillos para insertarle una picadura en el cuello, entonces empezó se hizo una leve herida de la que empezó a derramar su sangre sobre ella—. Ahora harás todo lo que yo te diga.

—¿Qué hace santo padre? —preguntó el santo dorado viendo con desconcierto sus facultades.

—Es la forma que tengo para asegurar su comportamiento, perderte sería innecesario, creo que puedo canalizar mejor esa ira que sientes —dijo el santo padre cuando comenzó a reflexionar la vida del aspirante—. Llegaste al santuario siendo un hombre con una gran templanza, pero al ver tu camino frenado comenzaste a desesperarte, veo que un odio a crecido en tu interior.

—¡Santo padre, déjelo en paz! —exclamó el albino dorado tratando de moverse, pero le fue imposible.

—Espérame un poco, ya dictaré tu sentencia —respondió el pontífice, volviendo su atención al joven aspirante—. Te pondré una prueba, Raziel. Quiero que permanezcas siete años en la isla Death Queen como carcelero de los peores esclavos del santuario, los aspirantes que no lograron completar su entrenamiento y ahora trabajan en esa isla escarbando Gammanium.

—¡Una prueba! Para qué le hace esto. Acaso él permanecerá todo ese tiempo, solo porque se lo ordena —añadió Oannes arrodillado—. No es un aspirante cualquiera, sino un candidato a santo dorado.

—Y el primero en fallar por una, por eso quiero que él use esto —dijo al hacer aparecer una máscara de la nada, la cual era horripilante y tenía ojos negruzcos y una sonrisa diabólica—. Cuando comiences a usarla, todo tu odio se imantará y se mantendrá en ella, obligándote a escuchar mis ordenes como una tortura, pero no podrás sacártela hasta que termine el efecto que son siete años, justo el tiempo cuando espero se termine el efecto del sello submarino y me des la llave de las armas que necesito.

—La llave de las armas de Libra... —musitó Raziel cabizbajo, siendo las únicas palabras que le hicieron eco en su interior.

 

El papa lo teletransportó alzando su mano para desaparecerlo en un halo de luz, cuando se dio cuenta de una explosión de cosmos de parte de Oannes, la cual le permitió recuperar su cuerpo.

 

—Esta es la prueba de que has sido ungido con la sangre incorrecta —dijo el papa.

—Entonces para qué me concibieron así —respondió expulsando un gran torrente de energía por todo su cuerpo—. Usaré mi sangre para revertir la matriz de los nazir y que de ahora en adelante nazcan como yo.

—¡Estúpido! —exclamó el papa—. Tú fuiste producto de una anomalía, alguien tergiversó tu nacimiento y te ungió con la sangre del lado derecho de Athena, hurtándola de Star-hill.

—Entonces se lo agradeceré si es que llego a conocer esa persona —respondió el santo de Piscis, difundiendo una niebla rojiza al vaporizar su torrente sanguíneo—. Raziel me ha enseñado una manera muy eficaz de lograr mi objetivo.

 

Entonces concentró la niebla para forjar múltiples haces penetrantes como espinas estáticas, cargadas del torrente sanguíneo de Oannes. Pensando el papa que sería atacado por ellas se defendió alzando su extremidad como una hoja cortante que exprimió unas ráfagas que desviaron las agujas, pero una logró llegar a las raíces del árbol que estaba en el centro de la cueva.

 

—¡Maldito! ¿Qué has hecho? —cuestionó muy irritado con su acción acercándose al gran árbol el cual comenzó a vibrar—. No. Esas agujas no pueden traspasar la corteza terrestre, antes me aseguraré de que no haga efecto.

 

No obstante, el papa fue detenido por un lazo de luz dorada que lo enrolló admirando como el árbol se envolvía en un aura sagrada de luz solar, la cual comenzó a brotar los primeros embriones, haciendo que naciera incubado en un huevecillo con líquido en su interior, instantáneamente un bebé salió al romperse su bolsa en el suelo.

El gran sacerdote repelió ese lazo de cosmos que lo aprisionaba envolviéndose en una llamarada de luz solar, con la que atacó a Piscis para purificarlo con su fulgor, vaporizando su capa de torrente energético que lo envolvía como un escudo, ocasionándole un gran dolor en su alma, cayendo torturado por esa llamarada dorada que no quemaba su piel, pero su espíritu se experimentaba un dolor inimaginable.

 

—No las confundas con las llamas del sekishiki, este fuego sagrado es proporcionado a mí el dios del fervor desde el reino de las Hespérides, a los mortales que nunca han sido bañados por su luz, les causa un terrible dolor que merma su cosmos hasta extinguirlo.

 

El papa ahora se dirigió al árbol, acercándose cuando vio que el bebé estaba siendo bañados por la luz de la luna proveniente de una abertura en el techo de la cueva, por los combates en el interior. Fijándose como su piel resplandecía por ese resplandor.

 

—¿Qué significa esto? —se cuestionó intrigado—. Solo Athena la he visto engrandecer su piel de esa manera, acaso es un designio divino.

 

El papa se fijó como la luz desapareció en su interior, quedando él bebe con una tez más morena, la cual hacia contraste con lo caucásicos que eran los nazir habituales. Él se acercó alzando su mano en señal de asesinar al infante cuando lo miró por unos momentos con bastante intriga.

 

—Naciste como un hibrido de la tierra santa de aquí, a diferencia de Oannes que nació de la superficie del árbol, tú lo hiciste de las raíces. Eso quiere decir que no brotarás tan exponencialmente como él sus cualidades prodigiosas, serás más humano —concluyó el papa bajando el brazo, para agacharse y tomarlo al pequeño—. Me aseguraré de iniciarte debidamente, para que no brote tu capacidad indebida como un aspirante a santo de oro, te harás mi escudero para mantenerte siempre cerca y vigilar tu crecimiento.

—Espere, santo padre. Ese niño nació producto de inseminación en ese árbol, debiese ser yo quien lo crie —le replicó haciendo expulsar esas flamas, aunque quedó agotado con el esfuerzo, volvió a desplomarse en el suelo.

—No temas, tú olvidarás que hiciste esto —dijo el papa al acercarse a Piscis y tocar con dos de sus dedos sobre su cuello, comenzando a vociferar palabras a su oído—. Ahora que he visto tú potencial tan alto, quiero que seas el máximo protector de Athena, para ello debes vigilar a su futura madre, la gran sacerdotisa. Makeda de Andrómeda. Mantente cerca de ella siempre.

 

Oannes cayó inconsciente después de escuchar al papa, perdiendo la conciencia definitivamente, mientras solo se escuchaba como el bebe lloraba en los brazos del sumo pontífice quien lo veía con cierto recelo.

 

—Considérate con suerte, vivirás para ser mi escudero. Mi voz en el santuario, te llamaré Enoc, porque andarás cerca mío, pero no por ser mi discípulo como hombre, sino que caminarás cerca del dios que soy.

                             ***

 

 

Oannes despertó dentro de una habitación en los aposentos del alquimista recordando ese episodio bloqueado de su vida, desde lo más profundo de su cerebro, por alguna razón al someterse a la transmutación había recordado sus vínculos con Enoc. Mas que ahora parecía tener una perspectiva totalmente distinta, sobre lo que tenía que hacer.

 

—No te esfuerces, vuestro sistema nervioso experimentó una transferencia de sangre desde tu médula espinal —explicaba el alquimista—. Parece ser que las propiedades sagradas de tu sangre te desbloquearon todos tus recuerdos.

—¿Qué dices? No fue una alucinación —respondió Piscis.

—No. Me di cuenta de que tu memoria a largo plazo de ese día estaba bloqueada en la zona, del lóbulo temporal de tu cerebro —reveló Surt—. Seguramente ahora, comenzarán a aflorar cualquier recuerdo olvidado ahora que ya no tienes la restricción del papa.

—¿Qué hay de Andrós?

—Estará bien, míralo por ti mismo. Aunque su completa recuperación tardará algo de tiempo, quizás días o semanas.

 

El alquimista señaló como la enorme herida había desaparecido de la espalda de Andrós, y ahora su cuerpo se estaba recuperando gradualmente mientras dormía plácidamente después de esa transmutación. El santo del Pez se quedó un poco más tranquilo, pero con una impactante verdad en su interior, con la cual pensó en buscar a Enoc para contarle la verdad, a cerca de su origen.


Editado por ALFREDO, 03 octubre 2017 - 17:20 .

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FANFIC: La condenación de los caballeros de Athena

Capitulo final N°66.- Publicado!

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Publicado 04 octubre 2017 - 15:09

-La sangre de este Piscis si que es poderosa

 

- el asunto de la sangre de Athena de las 2 simientes fue extraño

 

-ya se que diran que soy muy inteligente pero no entendí la historia de Enoc


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Publicado 05 octubre 2017 - 11:59

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(Jajaja broma XD)

 

Santos bebés nacidos de coles, digo, arboles.

Muy buena la situación y el flashback de Oannes. Supongo que algún día descubriremos quién puso la sangre "buena" de Athena en el árbol para que naciera Piscis. (Extrañaba al viejo Patriarca, fue bueno volver a verlo)

 

Así que Enoc no es cualquier hijo de vecino, es especial también, entonces Oannes es como su "Papá" XD, que tiernos.

 

Que bueno que salvaron a Géminis, me pregunto si ahora si estará él solo como siempre quiso o le quedará secuela.

 

Muy informativo el episodio, habrá que ver más :D

 

¡Suerte!

 

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EL LEGADO DE ATENA - Capítulo 67. "Epílogo"


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Publicado 08 octubre 2017 - 10:50

Capítulo nueve tras muchos meses en los que no me he pasado. Me resulta incómodo escribir desde el móvil, así que seré breve.

El capítulo no adelanta demasiado la trana en sí. No hay nada especialmente sorprendente, pero aun así me he entretenido leyendo. Lo que sí creo, es que pecas demasiado de enseñar tus piezas importantes en la historia tales como son los Gold Saints. En esta historia enseñaste a cuatro más un legendario. Para mí, deberías haber bajado el ritmo en eso.

Luego, el personaje que más me gustó fue el Santo de Tauro. A pesar de su irritante personalidad, la idea de la creación de las montañas me hace ver o creer que todo ese comportamiento es una fachada. Aunque es pronto para saberlo.

Un saludo, compañero.

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Publicado 25 octubre 2017 - 10:06

-La sangre de este Piscis si que es poderosa

 

- el asunto de la sangre de Athena de las 2 simientes fue extraño

 

-ya se que diran que soy muy inteligente pero no entendí la historia de Enoc

Hola t-800

Spoiler
 

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(Jajaja broma XD)

 

Santos bebés nacidos de coles, digo, arboles.

Muy buena la situación y el flashback de Oannes. Supongo que algún día descubriremos quién puso la sangre "buena" de Athena en el árbol para que naciera Piscis. (Extrañaba al viejo Patriarca, fue bueno volver a verlo)

 

Así que Enoc no es cualquier hijo de vecino, es especial también, entonces Oannes es como su "Papá" XD, que tiernos.

 

Que bueno que salvaron a Géminis, me pregunto si ahora si estará él solo como siempre quiso o le quedará secuela.

 

Muy informativo el episodio, habrá que ver más :D

 

¡Suerte!

 

:t417:  :t417:  :t417:

 

Hola Seph-girl

 

Spoiler

 

Capítulo nueve tras muchos meses en los que no me he pasado. Me resulta incómodo escribir desde el móvil, así que seré breve.

El capítulo no adelanta demasiado la trana en sí. No hay nada especialmente sorprendente, pero aun así me he entretenido leyendo. Lo que sí creo, es que pecas demasiado de enseñar tus piezas importantes en la historia tales como son los Gold Saints. En esta historia enseñaste a cuatro más un legendario. Para mí, deberías haber bajado el ritmo en eso.

Luego, el personaje que más me gustó fue el Santo de Tauro. A pesar de su irritante personalidad, la idea de la creación de las montañas me hace ver o creer que todo ese comportamiento es una fachada. Aunque es pronto para saberlo.

Un saludo, compañero.

Hola Pentagram

Ojala puedas aventarte unos caps mas ya q el 9 lo escribi hace tiempo y me gustaria saber tú opinión sobre mi actual nivel como escritor si es he retrocedido o he mejorado XD.

Pues sí fue un cap de transición nada mas para hacer unas breves presentaciones. Mas q nada Cameos, quizas como era el comienzo debo decir q estaba ancioso por avanzar juju.

Bueno el cap mas se centra en Gabriel ya q él es uno de los protas y en los personajes q lo rodean, es q cada prota tiene como su grupo de referentes, con el tiempo te darás cuenta.

 

Tauro es un loquillo, aunque tomará mucho para q lo vuelvas a ver, pero no estas lejos de deducir su personalidad.

 

Gracias por pasar, creo q ya pronto me dejaré caer de nuevo por tu fic.


Editado por ALFREDO, 25 octubre 2017 - 10:09 .

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Capitulo final N°66.- Publicado!

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Publicado 31 octubre 2017 - 10:45

En la época actual, en el siglo XV.  El buen santo del escultor, Enshi ya había documentado gran parte de la historia que había escuchado de forma oral de boca del prisionero, quien no era otro más que el titan caído, Prometeo.

Ya tenía escritas bastantes piedras de lapislázuli, sobre la búsqueda de los tesoros, la derrota de Ares en ciudad Azul y la caída del papa y sequito, junto con el regreso de Athena, es ahora cuando el titan se detuvo al ver el atardecer nuevamente.

 

—Ya han pasado dos días, desde que comenzamos —musitó el prisionero de vestimenta oscura y cabellos ondeados.

—Así es, dime una cosa cuánto tiempo más estaré escribiendo —se oyó un poco agotado de seguir ahí incrustado—. ¿Cuánto más falta para terminar la historia?

—Ya queda poco, esta es la parte final pero la más densa.

—¿Qué quieres decir? —frunció el ceño el muchacho de cortos cabellos marrones y ojos celestes—. Te refieres a que llegamos al clímax.

—Algo así, aquí comienza el punto de quiebre para nuestros protagonistas, donde tomarán un giro de 180 grados en la historia.

—Muy bien, pues esta es la tablilla más importante que escribiré sobre las fantásticas aventuras de Enoc, mi antecesor y sus amigos los santos escuderos.

Enshi sacó una tablilla más y la puso sobre una roca plana para empezar a escribir con un cincel y un martillo. Cuando esperaba a que Prometeo empezara a relatar.

—¿Cuánto tiempo al final tardaremos?

—Solo un día más.

 

Eso agobió más al joven escultor quien emitió un bostezo, pero empezó a escribir con el mismo fervor con el que lo había estado haciendo hasta ahora.

 

CAPITULO 48.- LA ESENCIA ORIGINAL.

 

 

1.- Buscando el silencio

 

A pesar de que Gabriel había aumentado sus habilidades con el tiempo, recorrer las ciudades de su nación y las zonas más importantes no le había generado ninguna pista sobre el paradero de los atlantes. No obstante, se había enterado de la situación en el mundo exterior, de la cual no estaba percatado debido a todo lo que había sucedido en el santuario, se enredó en misiones que no le correspondían como santo, ayudando a la gente a sepultar a sus muertos durante un mes, por extrañas razones muchos pueblos estaban zaqueados por invasores extranjeros y las victimas no descansaban en paz, por ello estuvo guiando a las almas, desviándose de su camino.

Ahora que había retomado su misión, durante su recorrido descubrió como la nación de Atenas que ocultaba el santuario estaba en decadencia junto con muchas otras naciones como Micenas que era la potencia que controlaba todos los pueblos griegos. Según los rumores que había escuchado, un pueblo extranjero desconocido había venido y aprovechado la situación crítica en la que se encontraban las ciudades después de la guerra de Troya a pesar de que ya hubiese sucedido ya casi un siglo. El estado y las pérdidas económicas dejó en condiciones irreparables a un gran imperio, como el suyo.

Eso lo hizo reflexionar, pues estaba sucediendo lo mismo con el santuario. Ahora que la guerra supuestamente estaba terminada, no había recursos para restaurar las perdidas. Cuanto tiempo habría que esperar o tal vez nunca se recuperarían y desaparecían víctimas de un nuevo enemigo como le sucedió a su nación.

A la orilla de una playa, el joven de cortos cabellos amarillos, vistiendo un ropaje blanco celeste, traía otra urna de bronce en los hombros. Mirando en el horizonte, una lejana isla la cual parecía ser su objetivo. Pues al bajar la caja de Pandora, la abrió para ver como en su interior tenía una cloth con forma de Brújula de color azul. La cual dio una vuelta y apuntó directamente a la isla, confirmando las sospechas del santo de Athena.

 

—Ya veo, ahora necesitaré un transporte —musitó el bronceado. Cuando recordó algo—. Me pregunto si podré utilizar las ondas infernales para trasladarme como lo hacía mi maestro, Dante.

 

Gabriel del Cangrejo Menor, sabía que su maestro el santo de Cáncer era capaz de utilizar las ondas del Hades de distintas maneras, dándoles diferentes usos como escudos, de forma ofensiva hacia una víctima y de manera invertida en si mismo como medio de transporte. Semejante a la teletransportación, ahora debería encontrar la forma de proyectar un portal en la lejanía para poder llegar hasta la isla.

Para ello, entró en comunión con si mismo, tomando una pose de flor de loto comenzó a orar cerrando sus ojos. Cuando levantó su dedo índice sobre su cabeza, convocó un espiral purpura que lo envolvió en un aura que lo desvaneció junto con la cloth de la Brújula.

Llegando al otro extremo, pudo aparecer sobre la isla. Contemplando sus enormes rocas que tenía, divisó la hermosa que era. No obstante, fue sorprendido por unas flechas que le cayeron, las cuales pudo alcanzar a esquivar por poco, excepto una que alcanzó a perforar su hombro, cosa que lo sorprendió al verificar que fue capaz de penetrar su armadura de bronce renovada.

 

—¡Una flecha de Oricalco!

—¡Santo de Athena! ¡Vete de aquí o morirás!

 

Unas voces lo hicieron dirigir su vista sobre lo alto de unas rocas para ver a unos tres hombres que traían viejos vestiduras de pieles harapientas y portaban armas singulares como arcos y espadas de Oricalco.

Gabriel no se intimidó y volvió a utilizar las ondas infernales sobre sí mismo para sorprenderlos por detrás a sus atacantes, desarmándolos fácilmente en unos pocos movimientos.

 

—Son atlantes.

—¿Cómo lograste encontrarnos?

—La cloth de Brújula, señaló esta isla en el centro del Egeo. Se dice que siempre es capaz de encontrar los objetivos de un santo —explicó Gabriel—. Pero no se asusten, no vengo con malas intenciones.

—¡Pero nosotros sí!

 

El pequeño Gabriel parpadeó cuando vio que intentaron atacarlo con sus propias manos, así que se alejó de su radio para saltar a un extremo y detenerse a mirarlos, cuando sintió una punzada en su corazón que no sentía hace mucho desde que visitó la ciudad azul por última vez.

 

—No puede ser, ¿acaso de nuevo ustedes están corrompidos?…

—¡Gabriel!

—¡Rudolp!

 

Un hombre de manto oscuro y una pañoleta en la cabeza detuvo a los atacantes, aquel sujeto traía una urna sagrada grisácea con la cabeza de un reno, la cual depositó en el suelo. Desconcertando al santo de bronce.

 

—Ha pasado tiempo, Gabriel a penas reconocí tu cosmos vine para acá en seguida—musitó el recién llegado en ropajes de pirata—. Te quiero regresar la armadura de bronce del Tarandanus, vete con ella al santuario y no vuelvas más.

—Rudolp, pero qué dices. Si tú eres un santo de Athena.

—No es así realmente, nosotros ahora estamos libres y regresamos a nuestra vida en el mar, hemos estado dividiéndonos en colonias tomando distintas identidades, convirtiéndonos en pueblos errantes, obteniendo todo lo que podamos para sobrevivir durante todo esto tiempo —explicaba

Rudolp cuando lo apuntó con su espada de Oricalco—. Nos llaman de muchas formas, pero por lo general nos reconocen como los pueblos del Mar.

—¡Oh no! —vociferó preocupado cuando se imaginó lo peor—. ¡Fueron ustedes!

—Gracias a nuestras armas avanzadas nos fue muy fácil conquistar y saquear gran parte de los imperios del mundo conocido como el Micénico y el Hitita —hizo una breve mención de su nueva vida como pirata—. Nos hemos lanzado al mar Egeo para buscar un lugar donde asentarnos y ya gran parte de nuestras colonias lo han hecho.

—Todo esto es mi culpa —se dijo Gabriel cayendo de rodillas—. No imaginé que liberar a una civilización avanzada provocaría que el mundo exterior se venga en decadencia.

—Gabriel, únetenos. El santuario está entrando su última etapa de destrucción ni Athena podrá hacer nada ante la nueva creencia de la humanidad.

—¿Qué dices?

—Durante nuestro éxodo, fuimos testigos de una gran revelación cuando estábamos escapando —dijo Rudolp recordando—. Una silueta en forma de una gran columna de fuego se nos presentó. Nos dijo que era el único dios que extinguiría a los demás.

—El único dios… En forma de columna de fuego —reflexionó, atando todos los cabos sueltos—. Creí que lo había exiliado de la tierra, así que todavía permanece su espíritu errante.

—Para liberarnos de Athena la última diosa en la tierra. Nos hemos de convertir en unos incivilizados para debilitarla hasta que ella misma tenga que abandonar este mundo para siempre.

—Nosotros los humanos ser incivilizados…

—Athena es la diosa de sabiduría y la razón por encima del instinto, por ello debemos forjar un mundo como en sus primeros años, volver a la época en que los humanos solo peleaban por el instinto y la sobrevivencia sin creer en nada, antes de que el mismo Prometeo les diera el fuego y se convirtieran en seres pensantes —explicaba Rudolp.

—Dices que Athena no podrá tolerar que el mundo no siga creyendo en lo que ella representa como diosa.

—Así es, con eso extinguiremos su divinidad y volverá a los cielos horrorizada al ver lo salvajes que somos, tal y como la diosa de la justicia abandonó la tierra al ver la crueldad de los hombres en la edad de Bronce —explicaba Rudulp con una mirada sádica.

—Por qué creíste en las palabras de Ares, él fue el dios que una vez los manipuló con sus gases tóxicos y ahora lo vuelve hacer —replicó Gabriel—. Yo había venido para implorarles que volvieran a trabajar el Oricalco para Athena, pero de una forma digna y no como esclavos, sino pagando su trabajo.

—No volveremos a ese infierno a encerrarnos en el ártico —declaró rotundamente—. Aunque sea en buenas condiciones.

—Están influenciados, tú y los demás atlantes —musitó Gabriel reuniendo su cosmos—. Me pregunto si seré capaz de liberarlos, ahora que el Orbe está destruido.

 

El santo del Cangrejo concentró su cosmos, para invocar su ritual de purificación espiritual, no obstante, no sentía la presencia del Orbe en su interior, esta había sido depositada en el escudo de Athena. Se vio sorprendido cuando intentaron atacarlo entre todos, así que solo le quedó utilizar las ondas infernales, atrapándolos en un espiral a los cuatro atlantes. Al caer sus cuerpos estáticos, se sintió culpable por haberlos matado y se lamentó bajando la cabeza sutilmente.

Un sentimiento profundo lo embargó sintiendo un gran dolor después de todo él los había liberado por misericordia, pero ahora se había convertido en su verdugo. Fue entonces cuando al sentirse frustrado ya no quiso dejarse llevar por el apego emocional y entró en un estado inmutable. Comenzando a emanar de él el aura blanquecina que era capaz de hacer arder cuando tenía el Orbe en su interior.

 

—¿Por qué ahora? ¡Por qué no fui capaz de encenderla antes! —se cuestionó a si mismo esperando alguna respuesta—. Siempre tuve la esencia del Orbe, a pesar de que se destruyó.

—Es impresionante has asimilado la esencia y ahora eres capaz de usar las habilidades purificadoras del Orbe sin necesidad del tesoro imperial —aclaró una voz estridente en los cielos—. Vuestro despertar es un peligro para nuestro señor de los ejércitos.

—¡¿Quién es?!

 

Los cielos se tiñeron de sangre por unas nubes rojizas que rodeo la isla con toda un aura escarlata, y de las nubes un pilar de luz descendió, apareciendo una silueta desde lo profundo como si viniera un ser de otra dimensión, un hombre muy alto envuelto en una túnica purpura oscura, se presentó ante el joven santo de bronce.

 

—Por el contrario, si consigo hacer retorcer tú voluntad nos serás de mucha utilidad con esa habilidad —dijo el hombre de piel grisácea y cortos cabellos amarillentos opacos—. ¿Por qué sirves Athena si no tienes un corazón de un guerrero?

—¡Eso no te incumbe, yo le sirvo porque en ella creían mi maestro y mi hermano, en la justicia que representa! —respondió Gabriel sin temor a la gran presencia que tenía frente a sus ojos, aunque su cuerpo le temblase un poco—. ¿Quién te crees tú para cuestionar mis principios?

—Entonces solo lo haces por respeto a ellos y no porque tú lo creas. Puedo sentir el temor que le tienes a los dioses, tú después de todo viste la verdadera apariencia de mi padre.

—Tú padre…

—Así es, yo soy Fobos uno de sus más leales consejeros de la guerra. Piensas que Athena podría tener una apariencia semejante como una gran abominación.

—¿Qué cómo sabes eso?

—Puedo ver tus más profundos miedos no importa donde los ocultes, tienes miedo del comportamiento de los dioses al ver de lo que son capaces —dijo Fobos sonriendo—. Sabes que puedes contener a Athena para que no siga desencadenando la guerra en el mundo.

—¡Cállate! —dijo Gabriel al llenarse de un aura blanquecina y emitir un soplo de gaseosas nubes celestes—. ¡Purifícate con la luz del Orbe!

 

No obstante, Fobos se envolvió en una esfera de energía evadiendo ser tocado por el soplo de vapor sagrado que había convocado Gabriel. Entonces el dios extendió su brazo, liberando un haz cortante en horizontal muy extenso que pareció cortar el firmamento, despejando el vapor en instantes, quedando con su brazo extendido sosteniendo una espada de fuego rojizo.

 

—Esa arma es semejante a la espada flamígera de Surt, pero su fuego es diferente.

—Es la espada del miedo —musitó Fobos—. Su fuego te envía al mundo de los daimon.

 

El dios dio una estocada con la que liberó un umbral de llamas rojizas que abrazaron a Gabriel, aunque este trató de defenderse expulsando su cosmos sagrado pudo retener ser tocado por las flamas por unos momentos solo para ver lentamente como el calor calcinó su cloth de Bronce y el fuego lo fue evaporando en su interior desvaneciéndolo por completo.

 

—Ahora solo necesito esperar a que te corrompas para utilizar esa arma y así el mundo entrará más rápidamente en un caos.

 

El dios del miedo desapareció riendo en una columna de luz, mientras en lo más profundo de su reino, en otra dimensión tan descendente como el inframundo, Gabriel cayó en un desolado terreno arenoso sin mucho oxígeno, pues lo suficiente capaz que podía respirar era como si se le acortaba el aire y sus pulmones le dolían, la atmosfera era un viento cortante hacia sus pulmones. Que parecía estar asfixiándose.

 

—¿Qué es este calor?, no. No es solo un calor corporal sino uno espiritual…

 

Mientras sentía esa agonía que parecía destruir su espíritu y su razón por dentro. Un rayo de luz cayó como su último vestigio de esperanza, envolviéndolo con su aura como un velo protector dorado. La armadura de Cáncer lo envistió llegando atreves de un portal.

 

—Ahora puedo respirar mejor —se dijo a si mismo cuando tocó su corazón—. Ya veo, fui capaz de llamar a la armadura de mi maestro gracias a mi conexión espiritual con el Orbe que he adquirido.

—Vaya, has logrado resistir más de lo que esperaba —musitó Fobos apareciendo por detrás—. Tendré que someter tu voluntad de una forma más fuerte.

 

El santo de Cáncer cuando volteó, sus sentidos se le encendieron al máximo y se lanzó directo al ataque sorprendiendo al dios quien sonrió con su valentía, pero en realidad lo tomo por sorpresa, porque desapareció en unas llamas azules, para atacar al dios por detrás. Gabriel propinó un puñetazo llameante que detonó una explosión de fuego fatuo, desintegrando la capa de Fobos. Quien mostró su vestimenta escarlata, la cual tenía alas puntiagudas y un diseño asimétrico y espeluznante, cubriendo más zonas del cuerpo a diferencia de los demás Makhai que había visto.

 

—Impresionante, vuestra velocidad fue incluso superior a la luz por ese instante al trasladarte con el sekishiki —alabó el dios del miedo—. No obstante, no esperabas que mi armadura fuese indestructible.

—¿Qué dices?

—Mientras esté en el reino de los Daimon, alumbradas por nuestro sol rojo. Nuestras armaduras Makhai se fortalecerán constantemente.

—Igual que las armaduras doradas… ¡Pero yo no tengo intención de destruir tu armadura! —vociferó Gabriel al elevar su brazo derecho, extendiendo su dedo índice—.  ¡Te llevaré al reino de los muertos directamente!

 

Desde su dedo lanzó unas tinieblas oscuras que se originaron como una nube negra como el ébano que fue engullendo todo a su paso. Sin embargo, Fobos se mantuvo firme encendiendo su aura, hizo uso de su cosmos provocando desde sus manos un calor calcinante en forma de llamarada, la cual dividió en dos la nube, evaporándola con su luz. El santo de Cáncer cayó debilitado por el esfuerzo, era la primera vez que utilizaba la técnica más fuerte de su maestro y aun así le fue inútil en contra de Fobos, quien desapareció de su vista.

 

—¿Qué?

—Suficiente, no busco una confrontación. Si no liberarte de vuestras debilidades mundanas —aclaró el dios al sujetarlo por detrás con su brazo, estando estrangulándolo.

 

Fobos lo soltó para tocarlo con su dedo, sobre su frente provocando un pequeño destello que hizo que Gabriel perdiera la conciencia, apareciendo su cuerpo en un lugar totalmente distinto.

Un encuentro en otra época durante su infancia hizo revivir a Gabriel un episodio lejano, quizás la primera vez que experimento un gran dolor y cuando comenzó a tender a evitar las peleas innecesarias, teniendo una actitud un poco cobarde al querer siempre huir primero.

Gabriel se vio a si mismo más chico, antes de ser si quiera un recluta como santo de bronce. En ese tiempo solo su hermano mayor Miguel lo acompañaba. Ellos dos vivían en una tierra lejana del santuario, en una pequeña comunidad de aldeanos en la región de Canaán entre los ríos Tigris y Éufrates próxima a la desembocadura del Nilo. Gran parte del territorio era desértico y con gran escasez de agua.  Aunque con una costa y una creciente fértil en diversas zonas.

Gabriel y Miguel un día estaban pescando con sus padres cuando fueron víctimas de una tragedia inesperada. Unos hombres aparecieron y los asesinaron y vendieron a los hermanos como esclavos, donde permanecieron errantes hasta que un día un hombre los salvó.

 

—Este día fue la primera vez que viste la muerte y sentiste el dolor —musitó Fobos poniéndose a la izquierda mientras Gabriel veía estático un recuerdo que le parecía una memoria lejana—. Esa vez, mostraste un gran valor no es así.

 

El pequeño cangrejo se vio a sí mismo como reaccionó de forma agresiva frente a los atacantes donde golpeó a uno y al otro le arrojó una piedra, mientras su hermano lo miraba impresionado. Por alguna razón él reaccionó de forma enérgica, no obstante, fueron reducidos al ser niños por los demás.

 

—Miguel se asustó de mi conducta y me juró que haría todo lo posible para que no vuelva a sentir esa angustia tan dolorosa, por eso siempre comenzó a protegerme desde ese día —dijo Gabriel, viéndolo en su recuerdo con algo de nostalgia—. No obstante, el aprendió una filosofía para sanar mi espíritu rabioso y lo consiguió.

—Cambiaste tu personalidad o te cambiaron, mejor dicho, tendiendo siempre a ser más pasivo y evitar las confrontaciones.

—Miguel conoció a un sacerdote que le enseñó una doctrina pacifista, donde se hizo con las enseñanzas de hablar con la tierra, y para completar su formación ese hombre antes de morir nos llevó al santuario. La ciudad de donde venia el sacerdote era rica y prospera en Canaán, debido a que fueron bendecidos una vez por un gran hombre que usó un cuerno mágico.

 

Ahora después de todo lo que había vivido, Gabriel había deducido que el maestro de su hermano, Sansón de Tauro fue para la región de Canaan y la bendijo con la Corpnucia. Desde ese entonces los pobladores mantuvieron contacto con ese hombre dándole abundantes tributos en cada víspera de cosechas.

 

—No lo recuerdas, pero cuando tu hermano perfeccionó sus enseñanzas selló tu conducta original y desde entonces eres así actualmente —declaró Fobos al mostrarle un recuerdo en el santuario durante sus años de entrenamiento.

 

Viendo como Miguel selló su memoria antes de que empezara su entrenamiento por la armadura del Cangrejo Menor.

 

—¿Por qué hizo eso? —se cuestionó Gabriel.

—Es simple para evitar tu dolor —respondió el dios a su costado—. No obstante, ahora puedes ser tú nuevamente. ¿Quieres volver a tu verdadera naturaleza?

—Mi naturaleza… Yo no deseo sentir nada para alcanzar el silencio —musitó Gabriel perdiéndose la mirada.

—Ahora que eres fuerte, puedes asimilar el dolor en vez de evitarlo —dijo Fobos al enseñarle una caja donde reconoció lo que había arriba, un objeto esférico de cristal brillante—. Guarda para siempre vuestra debilidad aquí.

—Es el Orbe de la Omnibenevolencia, pero no es posible si fue destruido —dijo Gabriel cuando se dio cuenta que solo era una proyección de su humanidad materializada en ese recuerdo—. Ya veo, entonces me pides guardar para siempre mis sentimientos.

—Ahora en vez de sellar tu instinto guardarás tu humanidad para poder alcanzar el silencio que deseas y ser el discípulo que quería tu maestro.

—Es cierto he estado hablando con los muertos, para poder alcanzar el silencio y ser más invulnerable para poder sanar a todas las personas y no vuelvan a sentir dolor.

 

Gabriel se acercó para sostener el Orbe entre sus manos, viéndolo detenidamente como su cara se reflejaba en el objeto para introducirlo lentamente en la caja. Sellándolo para siempre, cayó inconsciente después de hacerlo y se perdió en ese recuerdo.

Volviendo a la realidad, Gabriel despertó nuevamente en un lugar desconocido. Dentro de un recinto oscuro donde solo estaban Fobos y él. Cuando se puso de pie, sintió un olor como de un vapor hirviendo, sintiendo bastante calor.

 

—¿Dónde estamos?

—Te he traído al santuario de Ares en el reino de los Daimon.

 

Gabriel salió de la sala corriendo, no por estar asustado sino porque quería constatar algo que había visto en los recuerdos del alma de su hermano Miguel. Cuando salió divisó como la sombra de una gran torre lo cubría y en la cima una gran llamarada alumbraba como un volcán.

 

—Yo vi esta torre, Miguel la vio antes en tierra Sellada. Es igual de alta que la torre de ese lugar donde habitaba Nabu y tan alta como Star-hill —dijo Gabriel recordando la majestuosidad de esas estructuras colosales.

—¡Son los pilares de Urano! —aclaró Fobos apareciendo en la entrada—. Cada reino cuenta con una estructura semejante para sostener su cúpula, hay una en cada extremo de los cuatro reinos que se conectan con la tierra. En el Tenkai, el Kaikai, el Meikai y aquí el Makai.

—Star-Hill es el pilar de los Cielos, el sustento principal es la del Mar, la torre sellada es la del infierno y esta torre es la de su reino de los daimon —concluyó Gabriel—. Ya veo, lo que contaban los mitos era cierto. Existen cuatro pilares del mundo.

 

Cuenta la leyenda que los titanes sostuvieron por cuatro extremos las extremidades de su padre, Urano. Para que Cronos le cortara los genitales, siendo el más conocido el pilar que sostiene Atlas, que era el que su padre Japeto sostuvo una vez y donde estaba condenado cerca de ahí en el Cáucaso, Prometeo.

 

—Así es, este es el pilar del extremo sur. El cual sostenía el titan Críos —dijo Fobos—. Es nuestro gran ancestro, ya que fue el primer dios de la guerra también.

—Cada uno irradia una energía particular, puedo sentirlo. Este es más notable.

—Ahora que ya has emergido con tu nueva disciplina, estás listo para enseñarla en la superficie.

—Así es, regresaré para enseñar el silencio en la tierra.

 

Fobos sonrió y lo trasladó, pero Gabriel levantó levemente su palma indicarle que no era necesario, su conciencia había despertado a nuevos niveles y ascendió teletransportandoce por sí mismo a la tierra con el poder del sekishiki.

El nuevo Gabriel de Cáncer llegó al centro de la isla donde estaban los atlantes, rápidamente se trasladó a su fortaleza apareciendo delante de una gran comunidad que estaban en la sala de entrenamiento.

 

—¡Un santo de Athena!

—Vosotros, sigan así actuando como piratas errantes —musitó Gabriel colocando su mano en su corazón—. Pero será mejor que olviden su identidad atlante y adopten el nombre que le han dado como los pueblos del mar.

 

Al expandir su cosmos sobre ellos, rápidamente baño toda la isla en una abundante niebla blanca que les hizo entrar en euforia a los atlantes produciéndoles un agudo dolor de cabeza, ya que les estaba alterando su memoria. Como si una descarga de energía les recorriera el cerebro hasta reordenar sus recuerdos por completo.

 

—Con esto, también quedará en silencio las técnicas de como trabajar el Oricalco. Serán solo humanos primitivos como el resto.

 

Gabriel esbozó una mueca y los abandonó al dejarlos inconscientes a todos en la isla. No obstante, en el santuario nadie podría imaginar que el pequeño cangrejo ahora había dejado de serlo y estaba haciendo todo lo contrario a lo que le habían ordenado. ¿Cuánto tiempo regresaría?

 

2.-El rostro del mal.

 

 

No obstante, en el santuario las cosas no marchaban bien, ya que las reconstrucciones estaban varadas y había muy poca actividad. Mientras que en los jardines de Themiscira, una mujer se acercaba a un lago desprendiéndose de sus vestiduras para sumergirse en las aguas.

Aquella doncella, era una jovencita de lacios cabellos rubios y de facciones adolescentes, teniendo una piel crema de ojos celestes. Así se apreciaba en la imagen de las aguas al reflejarse, ella entró lentamente al lago bañándose sus brazos, se empezó a relajar sumergiéndose por completo por unos minutos. Cuando alguien apareció con un cántaro de plata el cual introdujo para sacar agua del lago. Sin percatarse de que una doncella estaba adentro. Pues al salir de sopetón el joven del cántaro quedó atónito al contemplar su bella figura.

 

—¡Ganimedes! —exclamó la doncella sin sentirse muy ultrajada al ver que era él y no otro hombre.

—¡Betzabé! —gritó el copero soltando su cloth de copa al quedarse estático, se sonrojó por completo—. ¿Qué haces aquí?

—Eso debería preguntártelo yo si tú eres el que invadió el territorio de las santias —chistó ella pasando por un costado de él sin mucha vergüenza para recoger sus vestiduras—. De cualquier manera, no causas problemas él que hayas sido tú y no otro él que me vio.

—¿Qué? —dijo el joven tapándose la vista ya muy tarde—. Yo solo viene porque el agua de aquí es más pura para dejárselas a los aldeanos de Rodorio.

—No creo que ese poco de agua que llevas sea suficiente para un pueblo, pensé que tú podías purificar las aguas.

—Sí pero no lo hago de la nada, puedo masificar la esencia del agua que llevo en los ríos de allá —aclaró Ganimedes—. Lo siento mucho no esperaba encontrarte aquí, pero por qué no pareces sentirte ultrajada…

—No pasa nada, puedo ver tu nobleza en tus ojos además de que eres más joven que yo, que tengo 25 años.

—Solo por tener unos diez años menos, menos mal —expresó Ganimedes algo decepcionado esbozando un bostezo—. ¿Cómo te has sentido en estos días?

—Te refieres si he superado mi dolor. Pues sigo pensando en renunciar a esta vida como santia y creo que ya está decidido.

—Y las hiervas que te he traído no te han aliviado el dolor.

—Mi dolor no es físico, así solo por más medicina que me traigas no podrás aliviar mi corazón, ya he conversado con Athena y aunque ella no aprueba mis intenciones está dispuesta a hacerme olvidar mi vida para enviarme lejos del santuario.

—¿Athena permitió que te vayas? —se sorprendió mucho el copero—. ¡Por favor no lo hagas!

—La única manera de sanarme es olvidar esta vida para siempre.

—No. Pero cuando es que te piensas someter a ese lavado de memoria.

—La diosa me mandará a llamar en unos días, así que he pensado en vivir tranquilamente hasta entonces despidiéndome de los pocos buenos amigos que aún quedan, como tú —explicó ella acercándose para abrazarlo—. Gracias por preocuparte por mí, te deseo que algún día heredes la cloth del señor David. La mereces sin duda.

 

Ganimedes se quedó callado, pensando si debiese aprovechar esa oportunidad para confesar sus sentimientos antes de que no la vuelva a ver. No obstante, no sabía si abría un futuro ya que él también estaba maldecido a marcharse en una misión cuando vuelva el santo de Piscis en búsqueda de Afrodita. Por lo que prefirió callar y atesorar ese momento sintiéndose bastante triste, abrazándola con fuerza. Después de eso, corrió rápidamente a cumplir sus labores al pueblo, para aclarar realmente lo que haría Athena.

Cuando terminó sus deberes, se dirigió rápidamente al templo de la diosa a preguntarle, siendo solo obstaculizado por el único santo dorado vigilante, Bardo de Sagitario quien le reprochó su audiencia no pedida con anticipación. Dejándolo pasar de mala manera.

Después de unos minutos de discusión finalmente arribó al templo más sagrado y se arrodilló haciendo una leve reverencia ante el trono de la diosa, cuando el mismo anunció su presencia permaneció ante el trono, cubierto por un velo de lino.

 

—Diosa Athena, disculpe mi intromisión, pero necesito saber, cómo es el proceso del borrado de memoria cuando un santo o santia quieren abandonar esta vida.

 

El copero permaneció cabizbajo sin obtener respuesta, cuando se dio cuenta que había un silencio, se levantó para acercarse un poco y percatarse que no había nadie detrás del trono. Athena no estaba en su templo, pero en donde más podría estar pensaba él.

El santo de plata se quedó confundido ya que tampoco podía sentir el gran cosmos de la diosa, lo único que se le ocurría era que quizás se había ido al monasterio de Star-Hill. Sin embargo, instigado por la curiosidad decidió subir al trono, pasando por la cortina para ver los aposentos de la diosa vacíos, divisando una puerta abierta al final, la cual desconocía. Caminó hacia allá empezando a descender por debajo del templo, por unas escaleras hasta llegar a una antesala la cual abundaba un vapor.

 

—¡Finalmente está listo! —dijo una voz femenina.

—¡Athena! —exclamó Ganimedes acercándose cuando divisó algo que lo empezó a asustar—. ¿Qué tú eres Athena?

 

No era la diosa de albina piel de rizos castaños sino, una mujer con sutiles rasgos escamosos sobre sus brazos, teniendo unos alborotados cabellos los cuales zarandeaban como serpientes, y una dentadura de colmillos de jabalí que crujieron cuando Ganimedes la vio, con ojos semejante a los de una serpiente.

 

—Parece una Gorgona, no. ¡No es posible!

 

El copero retrocedió asustado, sintiéndose avergonzado. Ya que la horrible mujer no lo miraba con desprecio por haberla visto a la cara, teniendo un largo vestido blanco el cual era el que siempre usaba Athena y a unos costados estaba un mueble donde tenía la diadema que ella siempre tenía puesta para ocultar sus ojos, poniéndoselos rápidamente, que cuando se los puso mágicamente recobró la apariencia de una hermosa mujer la cual se podía apreciar debajo de las vestiduras sagradas de la diosa.

 

—¡Ganimedes, por qué entraste! —chistó molesta empuñando sus nudillos como si se estuviera conteniendo—. Nadie me había visto así.

—¿Por qué tiene esa apariencia?

—Hasta yo misma me he horrorizado con mi aspecto cuando me saco la diadema que me protegía de los olores mundanos, pero más que eso me daba la apariencia con la que emergí la primera vez.

—¿Quiere decir que esos rasgos son nuevos?

—Empezaron a salirme hace poco, desconoce la razón, pero sospecho que fue por mi pelea con Prometeo.

—Prometeo…

—Cuando me mordió al parecer me jugó una broma y restructuró mi estructura celular, empezando a transformarme en esta especie de quimera o Gorgona —se excusaba la diosa rodeándose de un aura azulada cristalina—. Pensé que su objetivo era quitarme mi divinidad, pero decidió ofenderme con esta maldición.

—Entonces no sabe cómo sanarse de eso, lo siento mucho yo venía a preguntarle sobre otras cosas y veo que está ocupada, fui imprudente.

—¿Qué haces acá?

—Mi preguntaba con respecto al lavado de memoria cuando alguien de nuestro linaje desea abortar la vida de un santo.

—No hay manera de que eso suceda, pero si lo dices por la santia de Corona Boreal lamento decirte que su destino ya está trazado.

—¿De qué habla?

—No puedo dejarle ir siendo de nuestra simiente. La única manera es que vuelva a nacer.

—¿Acaso quiere decir que deberá morir?

—Así es, pero no te preocupes. Su semilla volverá a nacer dentro de la gran matriz de los Nazir, pues los de la realeza tenemos una inmaculada concepción en el cual someteré su cuerpo a una cirugía para quitarle su semilla y hacer que vuelva a nacer con una nueva vida.

—¡Athena por favor no haga eso, yo se lo suplico!

—Ganimedes acaso estas interesado en esa doncella que llora por un muerto.

—Yo no deseo que muera, estoy seguro de que puedo encontrar una solución algún día.

—No seas ingenuo, escúchame yo te complacería con muchas cosas no obstante puedo ver en tus ojos que le profesas un amor, por lo que tú también me has traicionado —dijo la diosa frustrada—. Debiera sacrificarlos a ambos, pero tú eres imprescindible para mí.

—¿para usted?

—Para nuestro ejército como el curandero del santuario —corrigió la diosa un poco tensa—. Además, eres el único hombre de los de nuestra simiente que queda, por lo tanto, algún día serás el sumo pontífice.

—Eso quiere decir que usted siempre pensó en mí para ese cargo.

—De ninguna manera hubiera dejado que un santo siendo de una raza inferior ocupara dicho puesto. Vuestro futuro es ser mi sumo sacerdote para ello te estoy conjurando este pozo sagrado de la virginidad.

—¿Qué un pozo de la virginidad?

—En el futuro debes engendrar a mi reencarnación para asegurarme de que lo hagas siendo puro y no me defraudes como Leví. Si es que llegas a tener relaciones con una mujer podrás recuperar tu virginidad al bañarte en estas aguas.

—¡No puedo creerlo!

—Si quieres podemos hacer la prueba, después de todo tarde o temprano tenía que suceder y prefiero ser yo que cualquier otra mujer la que te deshonre.

—¿Qué dice? Athena usted es mi diosa y es la diosa casta de la guerra.

—Lo sé todo este tiempo he estado conteniéndome tratando de olvidar estos malos pensamientos, pero he heredado la maldición de Afrodita y ahora veo que es imposible. Creo que sentencié injustamente a mi anterior sacerdote, pero eso ya no importa. Para mí tú eres mi ciervo más hermoso y preciado, por ello te quiero conservar.

—Athena no sé qué decir —dijo el copero sintiéndose avergonzado sin poder mirarla, permaneciendo arrodillado.

—No te disculpes, era inevitable. Ya lo comprendí, por ello he decidido abrazar esos sentimientos. No obstante, he estado preparando este pozo mágico para así no seguir absteniéndome de ti y así pueda recuperar mi virginidad periódicamente cada vez que desee tener relaciones contigo.

—Diosa Athena, yo no puedo acceder a eso. En verdad lo que me pide es demasiado.

—¡No puedes negarte a mi divina voluntad! —chistó la diosa de la guerra entrando en un estado de furia—. Yo soy tu diosa, solo a mí te debes en cuerpo y alma.

 

El copero no sabía qué hacer ante tal proposición. Solo pensó en huir levantando una pared de

hielo de un gancho centrado, encerrando a la diosa en las profundidades de su templo, pero sabía muy bien que eso no la detendría para siempre, solo le dio el tiempo suficiente para escapar del subterráneo. Lo malo es que tendría que volver a huir del santuario. Cuando regresó al templo se encontró con alguien inesperado que chocó de sopetón, siendo otro no más que Enoc de Escultor que venía a presentar su reporte.

 

—¡Enoc! ¡Por favor ayúdame, tengo que ocultarme antes que Athena me encuentre!

—¿Qué? —se cuestionó encogiéndose de hombros el chico de tez bronceada—. Yo tengo que comunicarle algunas noticias un poco desagradables.

—Entonces distráela, necesito salir de aquí —dijo el copero saliendo corriendo por la entrada del templo.

—¡Espera! ¡Ganimedes!... Ohh —Enoc se volteó cuando sintió un ruido desde adentro.

 

Abriendo la cortina de un soplido, la figura de la diosa se presentó envestida en su fino vestido con mangas blancas portando una diadema y un velo que cubría su rostro. Solo alcanzándole a ver hasta la nariz y sus rizos castaños.

 

—¿Dónde está el copero?

—Athena… luce algo distinta.

—¡Enoc, responde no te he llamado! —exclamó la diosa gritándole con autoridad—. ¿Dime dónde fue Ganimedes?

—Seguramente se fue en su misión en búsqueda de Afrodita, que acaso no le encomendó a asesinarla.

—¿Qué haces aquí no te mande a Jamir?

—Ya regresé y tengo malas noticias, lamentablemente.

—¿Qué dices?

—Lo siento mucho, los muvianos comandados por Surt de Altar se han volteando en nuestra contra y ya no planean seguir bajo sus órdenes.

—Quieres decir que no trabajarán para mí en la restauración del santuario y las armaduras —concluyó la diosa llenándose de un aura electrizante—. ¡¿Acaso no pudiste persuadirlos obligándolos?!

—Yo no podría hacer eso, pero, de todas maneras. Creo que le ha afectado algo, pues Surt está muy cambiado —analizó Enoc recordando a su amigo—. Sobre todo, porque usó todas las reservas del polvo de estrellas en la construcción de una nueva ciudad muviana, llamada Shamballa.

—¿Shamballa? —se sorprendió la diosa irritándose más—. ¡¡Es que no pudiste hacer nada para cumplir mis ordenes!!

 

Athena descargó unas ondas sonoras muy fuertes que retumbaron como eco en su templo haciendo que Enoc retrocediera por la fuerza imprimida hasta tumbarlo en la puerta cerrada, pero no solo eso, sino que logró incluso que saliera perforando los portones llegando a caer violentamente sobre las escalinatas que unían el templo de Athena y el del papa. Aquella voz se escuchó por todo el templo como un estruendo como si fuese un bestia rugiendo desde el interior de la tierra.

 

—Pero ¿qué fue eso? Athena me dejó con un agudo dolor de oídos —dijo Enoc al sentir como le empezaron a sangrar, empezando a arrastrarse. Muy pronto se dio cuenta que había sido víctima de la furia de Athena, pues todo su cuerpo temblaba y su cloth estaba resquebrajada solo por escuchar esa potente voz desgarradora.

 

Cuando empezó a arrastrarse y estiró el brazo toco unos pies con sandalias, se dio cuenta que estaba tocando los pies de su diosa que se había trasladado en un instante.

 

—Parece que tu ineptitud ha hecho que recuerde mi grito de Guerra.

—No la escucho muy bien, y ahora que acababa de recuperar mi vista pierdo mi sentido del oído.

—Cuando nací de la cabeza de Zeus, emití un grito de Guerra que se escuchó en todo el Olimpo, todos supieron entonces que la hija más fuerte de Zeus había nacido —recordó Athena mirándolo con desprecio al joven escultor—. Enoc por contribuir con mis memorias he decidido perdonarte la vida, pero no te salvarás del castigo.

—¿Qué?

—¡Los que no cumplen la totalidad de mis ordenes igual deben ser considerados como traidores! —declaró Athena—. Por lo tanto, la pena equivale a confinarte un tiempo indeterminado sobre la prisión de CaboSunion hasta que decida perdonarte por completo.

 

La diosa extendió su palma sobre él, para cubrirlo con su aura y desaparecerlo de su vista en un halo de luz, trasladándolo al interior de la prisión en la costa del templo en ruinas de Poseidón, sobre las prisiones que tenía para los traidores donde alguna vez estuvieron Prometeo y Amón. Ahora Enoc pasaría sus días ahí condenado. ¿Cuánto tiempo resistiría?

 

 


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FANFIC: La condenación de los caballeros de Athena

Capitulo final N°66.- Publicado!

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Publicado 02 noviembre 2017 - 13:59

Alo Alfredo, aquí dando lata en tu nuevo episodio.
 
El plan de los atlantes sugerido por Ares podría terminar en un genocidio masivo en vez de que Atena se vaya escandalizada... si ese es el objetivo pues entonces es maquiavelico jaja bien pensado Ares.
 
Bueno, Gabriel se volvió un Cáncer sin sentimientos... y se ve genial debo admitir. Gracias Fobos por el regalo :D
 
Vaya sorpresa la de Athena, que se ve como una gorgona , jaja asi ya toma la forma de cómo en verdad es por dentro la bitch XD
Ella debería aprender a mentir un poco... o cuando menos saber cuando revelar tanta información que traerá problemas, mira que decirle al Copero que van a matar a su amor para que renazca jaja.
 
¡Oh por Dios! Al fin está pasando lo que tanto quería ver jajaja "prefiero ser yo que cualquier otra mujer la que te deshonre"
 
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Pobre Ganimedes jaja cualquier otro decía que sí, pero el chico tenía que decir que no.
Y Enoc pagó los platos rotos jajaja pero se salvó por ahora, creí que iba a ser el sustituto de Ganimedes para la calentura del momento pero vale XD
 
Interesante cap, sigue así :D

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EL LEGADO DE ATENA - Capítulo 67. "Epílogo"


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Publicado 07 noviembre 2017 - 16:47

caballeros piratas---creo que eso es algo nuevo

 

Fobos parece ser un buen villano

 

la escena de Ganimedes fue un poco chistoso

 

Esa Athena es todo una loquilla

 

pobre Enoc


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Publicado 16 noviembre 2017 - 11:05

 

Alo Alfredo, aquí dando lata en tu nuevo episodio.
 
El plan de los atlantes sugerido por Ares podría terminar en un genocidio masivo en vez de que Atena se vaya escandalizada... si ese es el objetivo pues entonces es maquiavelico jaja bien pensado Ares.
 
Bueno, Gabriel se volvió un Cáncer sin sentimientos... y se ve genial debo admitir. Gracias Fobos por el regalo :D
 
Vaya sorpresa la de Athena, que se ve como una gorgona , jaja asi ya toma la forma de cómo en verdad es por dentro la bitch XD
Ella debería aprender a mentir un poco... o cuando menos saber cuando revelar tanta información que traerá problemas, mira que decirle al Copero que van a matar a su amor para que renazca jaja.
 
¡Oh por Dios! Al fin está pasando lo que tanto quería ver jajaja "prefiero ser yo que cualquier otra mujer la que te deshonre"
 
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Pobre Ganimedes jaja cualquier otro decía que sí, pero el chico tenía que decir que no.
Y Enoc pagó los platos rotos jajaja pero se salvó por ahora, creí que iba a ser el sustituto de Ganimedes para la calentura del momento pero vale XD
 
Interesante cap, sigue así :D

 

 

Hola Sep-girl

 

Spoiler

caballeros piratas---creo que eso es algo nuevo

 

Fobos parece ser un buen villano

 

la escena de Ganimedes fue un poco chistoso

 

Esa Athena es todo una loquilla

 

pobre Enoc

Hola T-800

 

Spoiler

 

Bueno aqui va el nuevo chapter un poco mas temprano, porque me voy de viaje, asíq no podre publicarlo a fin de mes.

 

 

En el santuario, se sentía un silencio abundante. Como no había muchos hombres, y los pocos santos que todavía vivían se encontraban fuera, todo estaba en calma. Oannes de Piscis y los santos de Géminis, que hasta ahora no se sabía nada de ellos estaban muy lejos, mientras que Surt de Altar permanecía en Jamir. Incluso Gabriel del Cangrejo Menor se había embarcado en una misión en solitario sin rumbo fijo, ahora solo Ganimedes y Enoc permanecían en el santuario, con el único santo de Oro, Bardo de Sagitario, quien se halla como un centinela en su recinto zodiacal.

El santo del Escultor había vuelto con malas noticias lamentablemente, cuando Athena fue informada de esto, entró en cólera y como Enoc no supo controlar a la amenaza a tiempo, lo castigó en una mazmorra de las más lejanas del santuario, llegando a la orilla de la playa mas allá del Coliseo, donde se alzaba el primer templo de Poseidón en la tierra, el Cabo Sunion. En la prisión más elevada se hallaba el escriba apreciando el atardecer.

 

 

—Será mejor que te introduzcas en el interior para que la marea no te ahogue ―añadió una voz en la lejanía de la prisión, un joven alado de alborotados cabellos oscuros―. Enoc. ¿Por qué no tomaste la vida de Surt?

—¿Cómo podría hacer algo así? —cuestionó el escriba de una vestidura harapienta detrás de los barrotes—. Bardo, si solo has venido a burlarte de mí desgracia. Ya te puedes ir, no deseo verte en estos momentos.

—Creí que te habías vuelto todo un santo dorado como para vencer a ese muviano —respondió con ironía en sus palabras.

—Surt es muy distinto, incluso diría que más de lo que la última vez que nos vimos.

—¿Qué dices?

—Digo que creo, se ha vuelto incluso mucho más fuerte que cuando enfrentamos al papa —reflexionó Enoc—. Algo le sucedió en Jamir, cuando regresó.

—Por supuesto que algo le sucedió, no dijiste que se casó y planea tener hijos —respondió Bardo cruzando los brazos—. Ese maldito, se está dando muchas libertades.

—Sientes envidia —añadió Enoc—. Bardo, hubo un cambio en él que podría llevarnos a una nueva guerra si no tratamos de entenderlo.

—¡Yo mismo acabaré con él y pondré esos muvianos a trabajar el polvo de estrellas, cuanto antes! —exclamó Bardo al retirarse.

 

Mientras Enoc se alejaba, preguntándose que sucedería ahora que el santuario tenía su primer disturbio después de la guerra con Ares y la guerra civil que tuvieron con el papa. En su interior rezaba para que a Gabriel no le sucediera lo mismo, ahora que había partido. A pesar de que sabía que permanecería unos siete meses, no le gustaba para nada estar cerca de la prisión del prisionero congelado, aquel que alguna vez consideró un sabio y un maestro, como líder de la hermandad del hombre y casi le hace cuestionarse su lealtad, que ahora pedía reconsiderar su posición. Prometeo se hallaba durmiendo en un ataúd que Ganimedes había construido y Athena sepultó en la prisión más secreta del Cabo sunion. Quien diría que ahora compartirían la cárcel, estando en cavernas distintas.

 

 

CAPITULO 49.- LAS SEMILLAS DE LA TRAICIÓN.

 

En los frondosos campos de Themiscira, cerca de un arroyo que circunda uno de los cinco templos de la ciudadela, puestos a los pies de las cinco columnas formadas en un círculo alrededor de la montaña de Starhill. Un nauseabundo olor recorría las laderas de los prados, cerca del recinto que era el hogar de la más joven de todas las doncellas de Athena, la santia de la constelación de Pavo Real, se encontraba orando frente a la tumba de su hermana mayor, Ceres de Lirio. Cuando se levantó perturbada por esa inmunda pestilencia.

 

—¿Qué extraño? —se encogió de hombros la doncella de lacios cabellos castaños—. ¿A qué se debe esto?

—A mí —respondió una voz sin dejarse ver—. Aquí en el árbol.

 

Juno divisó como se arrastraba de un viejo roble, zigzagueando por el tronco, una escamosa cobra de color negra, con ojos de rojizos. Teniendo la particularidad del habla, no podría tratarse de un ser ordinario.

 

—¿Quién eres?

—Soy la que puede ver tus más íntimos deseos —respondió la víbora—. ¿Quieres abrazar tu corazón? Si es así, yo puedo ayudarte.

—Ayudarme…

—Come esta manzana y te sentirás mejor —explicó la cobra al hacer aparecer de la nada una manzana roja—. Es un fruto sagrado.

—Un fruto sagrado… —repitió Juno perdida con la mirada al fijar sus verdosos ojos en la manzana, como si estuviese perdiendo el juicio por unos instantes—. ¡Espera! Esto no está bien.

 

Juno parpadeó en un intentó de euforia, dio una estocada con su brazo lanzando lejos la manzana. Acción que disgustó a la cobra que se enfadó gruñendo, al empezar a brotarle unas alas que la hicieron levitar por unos instantes, sintiendo como el miedo le causaba una terrible presión en su pecho, la pequeña doncella quedó estática.

Recuperando el valor, se rodeó de su inmaculada aura blanca la cual comenzó a resoplar con fuerza al alzar su brazo en forma de garra para liberar un soplo de rocas sobre la tierra.

¡Roca de la Eternidad!

 

Usando su cosmos, hizo crecer una pequeña montaña que atrapa en su interior a la criatura dentro de una gran roca, sellándola por completo.

 

—Ahora mientras emitas esa aura maligna, no podrás salir de ahí —dijo Juno cuando sintió un fuerte cosmos que la golpeó por la espalda como una densa descarga de energía—. ¡¿Cómo se liberó?!

—No puedes contener a una diosa siendo una mortal —respondió desde atrás la misma voz, pero cuando Juno volteó contempló la figura de una mujer madura envuelta en una túnica oscura—. ¡Te haré probar el fruto prohibido a si sea en contra de tu voluntad!

 

La mujer mayor la atrapó en unas solidas raíces que la enrollaron sin que pueda liberarse para dejarla a su merced, mientras la diosa se acercaba, la doncella reconoció con horror su verdadera cara. Un rostro pálido como las cenizas, de ojos amarillos y corto cabellos morados.

 

—¿Esa cara, tú eres Shedir?... ¡Shedir de Casiopea!  —cuestionó confundida—. Pensábamos que estabas muerta, nunca más supimos de ti.

—Reconoces este cascaron, después de todo también fue una santia como tú en su vida anterior, pero ahora me sirve como mi huésped a mí la diosa de la discordia —respondió la mujer al extender sus dedos para obligarla a abrir los labios, mientras sostenía su manzana con su otra mano—. Prueba el sabor que te hará olvidar tu vacía existencia y retornarás a los instintos primitivos.

—¡No! —exclamó Juno al ver que el olor le fue absorbido como esporas en su nariz, perdiendo su movilidad—. ¡No quiero terminar igual que mis demás hermanas maldecidas!

—Esta no es una transmisión de lujuria como la maldición de Afrodita —explicó la diosa al hacerla morder con su persuasión divina—. Si no que hace brotar tus impulsos más impíos.

 

Juno cayó adormecida después de probar el fruto y entró en un trance perdiendo la conciencia, mientras la diosa hizo aparecer un tridente con el que concentró una gran cantidad de energía, proveniente de su fruto maligno. Con el que al levantarlo hizo caer sobre la tierra una estampida lluvia de estrellas fugaces, las cuales se esparcían como orbes en dirección uniforme como si estuviesen buscando un objetivo.

                      ***

 

Entretanto, cerca de ahí el testigo más cercano a ese evento en los cielos, fue Ganimedes al estar en los establecimientos de la despensa del santuario, salió corriendo al sentir un cosmos amenazante sobre Themiscira. Sintiendo muy preocupado por las pocas santias que quedaban, en especial por alguien que ya había sufrido mucho como para un nuevo ataque.

 

—¡No puede ser! Este aborrecible cosmos, traspasó el kekkai de Athena —musitó el copero de plata al estar corriendo en dirección al oasis de las santias—. ¿Dónde estarás Betzabé?

 

El copero se detuvo cuando recordó el cementerio de los santos, dirigiéndose hacia allá al saber que sería el lugar que más solía frecuentar, sin tardar demasiado llegó a ese desolado lugar cuando se detuvo al ver una bruma en el aire.

 

—¡Y esta niebla tan helada! —exclamó sintiéndose opacado siendo él un santo de los hielos—. ¿Quién la está generando?

—Yo —musitó una voz femenina al hacerse notar cerca de una lápida destruida—. Has venido por mí, Ganimedes de Copa.

—La tumba del señor David, pero qué fue lo que hiciste —le cuestionó Ganimedes a la doncella con mirada sombría.

—Es solo un pedazo de piedra, ya no queda nada igual que en mí corazón —dijo la doncella al encender su aura, la cual fue tornando sus cabellos dorados en blancos y finos mechones como la nieve, y además su tez albina se hizo más pálida, tornándose sus ojos azules como dos zafiros y sus labios también del mismo color—. Me siento más ligera.

—Ha cubierto su cuerpo de aura congelante, incluso ha traspasado su propia piel con su frio hedor —supo reconocer su transformación al ver como Betzabé parecía una estatua de hielo con vida—. ¡¿Qué te está pasando?!

—Estoy alejándome de mis dolores que me hacen débil, para hacer brotar toda mi fuerza —dijo la santia al emitir un fuerte cosmos glaciar que hizo retroceder al copero—. ¿Quieres acompañarme, mi pequeño copero?

—¿Qué?

 

Ganimedes se vio taimado con su presencia, cuando desapareció en la niebla tomándolo por sorpresa, lo sostuvo por detrás y con sus manos, la doncella de hielo le plantó un beso que lo dejo atónito, dejándose llevar por el momento que lo conmocionó al sentir la textura de sus labios que poco a poco le fueron congelando desde el contacto entre sus bocas, como si un baño invernal lo recorriera entero hasta sus pies, haciendo que la sensación de placer de sentir sus labios se transformara en una fría y áspera agonía por dentro.

El copero se alejó bastante entumecido, notó que su armadura de Copa no estaba bañada por un velo glaciar, sino que era su interior, su propio organismo estaba sintiendo una intensa hipotermia, que lo hizo desbalancearse.

 

—Betzabé…

—Gracias, necesitaba absorber tu calor corporal —añadió ella con una leve sonrisa maliciosa—. ¡Ahora muere!

 

El copero trató de calentarse con su cosmos, pero al sentir su cuerpo congelado por dentro le fue imposible encenderlo y se desplomó temblando todo su ser, se dio cuenta que sin poder siquiera encender mínimamente su aura, le sería imposible incentivar su habilidad restauradora como la vez anterior donde se curó a si mismo, mientras ella se alejaba. Alguien en la lejanía observaba a la distancia a atreves de una pequeña lechuza que perdió su aura mística que la rodeaba.

Sentada en su trono, en la cima de las doce casas. Una diosa que, hasta el momento, estaba al margen de lo que estaban sucediendo en el santuario, comenzó a llenarse de frustración por dentro al sentir que los invasores habían profanado sus dominios y sus santos con sus santias se habían rendido a cometer los actos más aberrantes que consideraba en la vida como pecados mortales y horrorosos para la diosa de la guerra.

 

—Vuestra deshonra puedo entenderla, pero que traiciones y te aproveches del amor de Ganimedes para matarlo, no te lo perdonaré —añadió la diosa al encenderse su aura en su trono—. ¡Que la sangre fría que tienes ahora te muestre tú verdadero aspecto!

 

Athena fijo su vista a distancia sobre la doncella de Corona Boreal que caminaba congelando todo vegetación a su paso como una mortal cortina de aire congelante que se detuvo cuando Betzabé recibió una fuerte punzada desde adentro, su cabeza comenzó a dolerle y tambaleo por los arbustos hasta resbalarse cerca de un arroyo que ya estaba congelado, donde pudo notar como su cuerpo comenzó a cambiar drásticamente. La hermosa doncella de cabellos de cristal y piel blanca como la nieve, se le fue volviendo la piel tan áspera, muy sedosa y escamosa que le fue recorriendo hasta tener los ojos de una serpiente, donde muy pronto sus cabellos comenzaron a danzar como una gran cantidad de pequeñas culebras, sus piernas se juntaron como un bulto que se transformó en una cola reptil y sus manos se volvieron garras, con horribles uñas puntiagudas, su dentadura se volvió los colmillos de un jabalí y al verse en el lago congelado, concluyó que había sido maldecida a transformarse en una Gorgona que le hizo estremecerse, emitiendo un gran alarido que se escuchó a kilómetros.

No obstante, desde el onceavo recinto, un tronador sonido desde el interior hizo despertar el aura dorada de la armadura de Acuario, que salió disparada como un cometa guiada por la voluntad de su dueño cayó cerca del estático copero que experimentaba una hipotermia, pero no lo envistió al tener su vestimenta plateada puesta, sino que mantuvo un nexo de energía que le fue devolviendo la temperatura al cuerpo, hasta que tuvo la suficiente fuerza como para reincorporarse y expulsar todo el frio desde su cuerpo.

El cosmos durmiendo desde la batalla con el papa, volvió a aflorar fuerte e imbatible como un tempano, se volvió a poner de pie. 

 

—Gracias, señor David.

 

Ganimedes tocó levemente la armadura. Dirigiéndose rápidamente donde estaba Betzabé a una zona más abajo, para darse cuenta de que había huido dejando las partes de su cloth de Corona Boreal esparcidas en el suelo.

                                  ***

 

 

En el lado occidental del santuario, alguien había recorrido muchos templos vacíos, dejando un sedoso camino envuelto en telarañas donde se podía ver que algunos guardias rasos quedaron muertos y envueltos en capullos, disecándose.

Todos los templos habían sido víctima de un grosor de telarañas para sellar los recintos, hasta que llegó a la entrada del décimo y único templo habitado, donde la sedosa capa no pudo avanzar, debido a la luz que emitía su guardián que estaba afuera del recinto.

 

—¿Quién se esconde en ese mar de telarañas? —cuestionó el santo del Sagitario, apuntando con un dedo, del cual emitió un destello—. ¡Responde!

—Que inflexible, santo de Athena —dijo una voz masculina dejándose ver, salió del interior de esa capa sedosa, un sujeto de semblante atractivo y de cabellos tonalidad azul oscuro, con orejas puntiagudas y con tres lunares debajo de su ojo derecho—. Soy Phonos del Asesinato. Un hijo de Eris.

—Hijo de Eris… La diosa de la discordia invade el santuario —concluyó Bardo tomando una posición en guardia—. Ni creas que avanzarás más.

—Todo el santuario está a nuestra merced, nos fue muy fácil desde que nuestra madre germinó las Evil seed. Los pocos santos o santias, fueron matándose entre ellos mismos.

—¿Evil seed?

—Tuviste suerte, al ser él más alejado y elevado en el santuario, no fuiste víctima, pero los demás fueron contaminados y comenzaron a dar rienda suelta a sus deseos malignos, matándose entre ellos en especial con las santias que fue donde sembramos las semillas maléficas.

—¡Los pocos que éramos, nos enfermaron para matarnos entre nosotros! —exclamó enérgicamente al encender su aura—. ¡Bastardos!

 

¡ATOMIC THONDERBOLT!

 

Cargando su nudillo de diminutos orbes dorados hasta formar una pequeña esfera de fuego solar, la plasmó como un gran resplandor que baño las escalinatas con su luz, derritiendo las telarañas a su paso que venían en ascenso.

 

—¿Dónde está?

—Aquí estoy —respondió Phonos, parado sobre una columna—. Escabullirme de la luz, es mi mejor destreza.

—Deja de huir maldito y enfréntame —clamó Bardo al volver a emitir su rayo en dirección hacia él, destruyendo el pilar.

 

No obstante, no se dio cuenta, que una telaraña se había arrastrado hasta cerca de sus pies, la cual comenzó a brotar rápidamente haciéndolo tropezar, que detuvo su ataque.

 

—Que tal mi Paralize silk —dijo desde otro extremo el hijo de Eris—. Ira inmovilizándote hasta drenar tu sangre y energía vital.

 

Muy pronto la telaraña se extendió como una tela muy pegajosa que hizo sentir a sagitario como víctima de un grotesco animal, pero encendió su aura con más fuerza comenzando a desgarrar la telaraña antes que hiciera efecto por completo.

 

—Encendió su cosmos al máximo para liberarse de mi telaraña anestésica —dijo Phonos impresionado—. Aun así, hiciste un gran esfuerzo.

—¡Muere!... ¡CENTAOROMAQUIA!

 

Bardó concentró sus manos con una gran cantidad de energía calorífica la cual emitió una onda de calor que dio forma a cientos de centauros que avanzaban violentamente como una estampida en contra de Phonos, que se estremeció al sentir todo ese calor que fue incinerando sus telarañas hasta dejar el santuario despojado totalmente. No obstante, Phonos volvió a escabullirse desvaneciendo en la oscuridad.

 

—¡No huyas!

—Estoy impresionado, fuiste capaz de extinguir toda mi telaraña. Ahora tendré que pelear en serio —dijo desde atrás, sorprendiendo a Bardo quien estaba bajando.

—Ya veo, con que era eso —se detuvo al sentirse un poco más relajado—. Proyectabas una figura falsa de ti, mientras existiera esa desagradable telaraña. Entretanto me distraías, avanzaste hasta aquí.

—Recibe este movimiento capaz de morder lo que sea —añadió Phonos al concentrar su cosmos en sus dedos, alargándose las uñas, dándoles una apariencia similar a las patas de una araña, seguidamente atacó con una serie de punzadas repetitivas, directas a su oponente—. Muere santo de Athena…

 

Despaired Bite

“Colmillo Desesperado”

 

No obstante, Bardo se protegió envolviéndose entre sus dos alas como un sólido escudo emplumado, el cual fue resistiendo el movimiento de Phonos hasta acabar.

 

—Creíste que sería tan fácil penetrar la defensa de una armadura dorada —bromeó Bardo con una sonrisa al replegar sus alas hacia atrás.

—¡Maldito sagitario! —exclamó Phonos—. Pero yo no vine solo.

—¿Qué? —se encogió de hombros cuando sintió una terrible penetración por su espalda, desde su pecho tres puntas de un tridente emergieron, haciéndole brotar una un gran charco de sangre que tiño su pectoral dorado de rojo carmesí—. ¡No!... Yo no puedo morir así…

 

Fueron las últimas palabras del santo dorado al caer desangrándose, mientras veía la figura de una mujer adulta envuelta en una túnica oscura, la cual le extrajo el tridente que era su arma, viendo con una sonrisa maliciosa su agonía que lo hizo convulsionar vomitando sangre.

 

—Pequeño santo de Athena, pero que frágiles son los humanos y que descuidados se han vuelto al no prestar atención a su entorno —dijo la diosa al seguir subiendo al templo—. Vámonos Phonos, Athena nos espera.

 

El hijo de Eris asintió con los ojos cerrados, siguiéndole el paso se fueron introduciéndose en el templo del Centauro mientras Bardo agonizaba sintiéndose muy frustrado por dentro, ya que no quería morir de una forma tan patética y víctima de la crueldad de la diosa de la diosa de la discordia.

                               ***

 

En los aposentos de la diosa de la guerra. Una bruma cubrió el recinto más santo de todos los de la montaña sagrada de las doce casas zodiacales, la telaraña fue sellando el recinto en una amalgama de telares hasta quedar totalmente sellado internamente, mientras el cosmos de Athena se perdían en su interior.

 

—Han llegado —musitó la diosa levantándose de su trono—. No tiene caso huir sé que están aquí.

—Athena, ya no podrás escapar ni tampoco llamar a tu cloth —dijo una voz masculina, mostrándose un atractivo sujeto de orejas puntiagudas y cabellos azules—. Serás víctima de Phonos del Asesinato.

—Phonos, así que tú fuiste quien enfrentó a Bardo —añadió la diosa—. ¿Dónde está tu madre, no deseo pelear con escorias?

—Que osada —movió su mejilla hacia un costado mostrando una sonrisa desde sus tres lunares debajo de su ojo derecho—. Todo este templo está cubierto con el aroma de mi telaraña, la cual absorbe tu vitalidad.

 

La diosa Athena permanecía oculta tras un velo transparente, vestida con un pectoral escamoso y brazaletes en sus muñecas, no traía ningún arma, así que para Phonos le resultó le resultó un objetivo simple atacarla con sus garras tan puntiagudas.

 

Despaired Bite

“Colmillo Desesperado”

 

Concentrando su cosmos en sus dedos, alargando sus uñas, les dio una apariencia similar a las patas de una araña, seguidamente arremetió con una serie de punzadas repetitivas, directas a ella quien permaneció quieta.

Solo con extender sus cabellos, los cuales tomaron una forma afilada similar a sus agudos ataques, fue bloqueando la lluvia de punzadas de Phonos, hasta que ella levantó levemente su mano y lo hizo retroceder con una fuerte onda de cosmos, lo estrelló contra un pilar.

 

—¿Por qué tiene tanta fuerza? —se cuestionó el hijo de Eris reincorporándose—. Se supone que no debería ser capaz de usar todo su cosmos el cual está siendo absorbido estando dentro de mi tela anestésica.

—No eres más que una pequeñita arañita y yo soy la reina araña —musitó Athena al dirigirse hacia él antes que se moviera, señalando su cuello con su mano extendida en forma recta—. Tu tela nunca me hizo efecto gracias a mi diadema mágica.

—¿Qué es eso? —dijo Phonos al divisar que ocultaba su vista en una máscara de ornamentos preciosos—. Ya veo, fue imprudente de mi parte. Tratar de tomar desprevenida a la diosa Athena, al final fui yo el descuidado.

—Este artefacto me brinda un velo protector invisible que me hace invulnerable a las infecciones del mundo exterior —respondió Athena al amenazar a Phonos con la punta de sus dedos.

—Realmente me asusta, pero no me iré sin causarte un daño significativo —exclamó Phonos al dar un zarpazo para quitarle la máscara, que Athena consiguió esquivar, pero rasguño levemente su antebrazo, salpicándole con un pequeño brote de sangre a Phonos sobre su rostro—. ¡¿Qué esto?! ¡Su sangre arde a grandes temperaturas!

 

Phonos se comenzó a derretir al ser víctima un fuerte acido viscoso de color carmesí que fue incinerando todo su cuerpo hasta volverse cenizas, la diosa al darse cuenta de que hirió su brazo izquierdo, esbozó una sonrisa y muy pronto todo fue desvaneciéndose toda la capa de telaraña sobre su recinto. Athena al sentir un cosmos amenazante salió de su templo para ver como la diosa de la discordia se encontraba sobre su estatua a los pies del gran altar.

 

—¡Eris! ¿Qué estás haciendo?

—He introducido una gran cantidad de Evil Seed sobre tu armadura —dijo la diosa mientras extendía las palmas sobre la gran estatua, emitiendo esporas—. Ahora vuestra mejor arma se encuentra contaminada, si te la pones. Te envenenarás a ti misma igual que los humanos comenzarás a ser víctima de mis semillas malignas.

—Dices que seré tu marioneta si utilizo mi armadura —musitó Athena—. Pues te venceré sin ella.

—¿Qué?

—Después de todo, tú igual estas sin una. Por lo tanto, estamos en igualdad de condiciones.

—¡He venido a matarte! —exclamó Eris al encender su aura—. Ahora estás más vulnerable que nunca, sin tus santos y ni tu armadura, solo eres una diosa reencarnada como humana con tu cosmos sellado.

—Tú igual estás habitando un cuerpo humano.

—Por el contrario de ti, yo he posesionado este cuerpo —evidenció la diosa sacándose su túnica oscura, para mostrar que era una mujer atractiva de harapiento vestido negro con cortos cabellos morados y piel como las cenizas—. No necesito entrenarlo para usar todo mi cosmos, por lo que estoy en ventaja. Porque tú necesitas aprender a ser una diosa de nuevo al nacer como una humana.

—Ya veo, con que eso piensas —musitó Athena sin perder su templanza.

 

Las diosas de la guerra encendieron sus cosmos, los cuales colisionaron como dos llamaradas haciendo un flujo entre la luz y la sombra, unos grandes nubarrones cubrieron los cielos, mientras terribles centellas hacían vibrar la tierra de todo el santuario. Hasta que una gran columna de luz ascendió, repeliendo las nubes negras en una onda de energía que terminó tal tormento en un solo estruendo.

Tanto Athena como Eris permanecieron en sus mismas posiciones, con sus auras fluyendo al máximo en igualdad de condiciones. Athena emitía un cosmos blanco y fulgoroso, mientras Eris manifestaba un oscuro y purpura aura tormentosa.

 

—¿Cómo has desarrollado tu cosmos a gran escala en tan poco tiempo? —cuestionó Eris.

—Te dije que estábamos en igualdad —replicó Athena—. Tuve un pequeño entrenamiento que me ayudó a recordar.

—Ya veo, realmente no mentías.

—Esa es tu especialidad, no la mía.

—Pues ahora inclinaré la balanza a mi favor —Eris alzó su tridente dirigiendo su energía atreves de su arma que rodeo la gran estatua en un vórtice energético—. ¡Si no quieres usar tu armadura, yo la usaré!

—¿Qué dices? —Athena por primera vez se sorprendió con tales declaraciones, encogiéndose de hombros—. ¡Es imposible!

 

El campo de energía comenzó a rodear la estatua de Athena desmoronándola, empequeñeciendo su estatua hasta la altura de la diosa de la discordia, dándole una tonalidad más carmesí y con un faldón más atrevido, revistió su coraza divina en una maléfica armadura escarlata.

 

—¡La he transformado en mi nueva Leaf! —vociferó Eris riendo complacida al colocársela—. ¡Ahora te asesinaré con tu propia armadura!

—Es inaudito, mi propia armadura sagrada me traiciona —añadió Athena viendo con horror como la diosa salvaje completó su ensamblaje.

—Tú me robaste mi objeto más preciado, mi manzana dorada. Ahora estamos a mano —añadió Eris empezando a reír de una forma demencial.

 

Una nueva diosa de la guerra parecía haber nacido, aumentando más su belicoso cosmos gracias a su nuevo ropaje divino que comenzó a cubrir todo el santuario con su pestilente presencia, mientras afloraban por todas partes terribles raíces y un fétido olor se extendía por todos los rincones del santuario de Athena que parecía transformarse en el nuevo hogar de la diosa Eris.

                                 ***

 

En los límites del santuario, alejado de todo en el extremo del Cabo sunion. El escriba de Athena pudo sentir la terrible presencia de la diosa salvaje y como se fue apoderando de todo el santuario, Themiscira y hasta los mismos santos y santias.

 

—Suerte que estoy fuera de su alcance —dijo Enoc viendo atreves de los barrotes en la lejanía el cosmos de Eris—. Aun así, no puedo quedarme aquí por mucho tiempo.

—Tienes razón tarde o temprano te alcanzarán igual que yo —dijo una muchacha adolescente de rasgos albinos y cabellos castaños.

—¡Juno!

 

Enoc contempló como la santia del Pavo Real lo miraba sonriente, desde un barranco un poco más arriba de su mazmorra. Ella no parecía ser la misma, su faz era distinta que lo hacía sentir cierto desagrado, cosa que nunca le había sucedido.

 

—No siento la calidez de tu aura, Juno tú…

—Todos en el santuario se están volviendo subordinados de Eris, como sus nuevos hijos —confirmó la doncella—. Ríndete Enoc, abraza los deseos de tu corazón terrenal en vez de seguir tu deber.

—Tú misma lo dijiste, no puedo seguir mi corazón porque soy un santo —repitió su actitud de rechazo nuevamente—. ¿Juno acaso has venido a liberarme?

—No vine a liberarte de tu prisión física, sino de tu prisión espiritual, Enoc —musitó ella, manifestando un cosmos de tonalidades escarlata—. Después de lo que haré espero que elijas vivir la vida que nos merecemos alejados de todo este caos.

 

La santia, extendió sus dos brazos abriendo sus palmas, emitió de ellas diminutas chispas como orbes luminosos que fueron directamente hasta la mazmorra, traspasando los barrotes, debido a su naturaleza inmaterial se introdujeron en el cuerpo del escudero que solo vestía unas ropas de entrenamiento, entretanto comenzó a ahogarse por dentro y trató de encender su cosmos, pero le fue imposible por el sello de Athena en el interior de la prisión. Por lo que no podía hacer nada que este en su alcance, cayó desplomándose con el corazón palpitándole aceleradamente, mientras la santia lo abandonó retirándose.

 

—¿Qué es esto? Mi organismo me circula diferente, siento que si sigo así voy a convulsionarme, explotando desde adentro…

—“No estas tan equivocado” —le dijo una voz en su mente.

—¡Tú! —exclamó Enoc mirando a todas partes cuando se percató que del lado derecho pudo sentir un cosmos en estado pasivo—. Aun durmiendo puedes manifestarte, Prometeo.

—“Solo temporalmente, soy un dios al fin y al cabo solo mis facultades orgánicas cesaron” —aclaró el dios titan—. “Ustedes me aliviaron del veneno que Athena implantó en mi cuerpo, al congelarme, por ello Athena me confinó a esta prisión para asegurarse de que mi cosmos no escape de mi cuerpo”

—¿Qué hay con eso? ¿A qué viene que me hables ahora, que estoy muriendo?

—“No es así, las semillas de Eris te hacen volverte hostil y cruel, semejante al mundo de Ares a través de tu cerebro, estimulando tu sistema límbico. La zona que controla tus emociones y tus instintos primitivos, como los miedos y la ira a niveles extremos, pero debido a que estás medianamente protegido con el ultimo residuo de la esencia del espejo-imperial. Vuestro cuerpo está experimentando una lucha orgánica, que no tolerarás por mucho sino expulsas esas semillas”

—Entonces qué puedo hacer.

—“Te convertirás en un fantasma de Eris y obrarás los deseos mundanos de tu alma sin sentir remordimiento, pero puedes impedir que las semillas germinen para que no alteren tu sistema límbico, si hacemos un intercambio equivalente”

—¿Una transmutación? Es imposible, no soy alquimista, y tú estás congelado del otro lado. Se te olvida que estamos en Cabo Sunion.

—No. Enoc, el cosmos de Athena solo impide que uses el tuyo en contra de la prisión para escapar, pero si puedes usarlo adentro.

—Pero no soy alquimista.

—Yo sí. Puedo realizar la alquimia si me permites posesionarte temporalmente, podré realizar la transmutación. 

—Espera, por qué confiaría en ti. Cómo sé si no es una trampa.

—Porque te transferiré mi cosmos divino a cambio del tuyo, otorgando mi inmortalidad que te permitirá sanar.

—¿Un cambio de cosmos? —Enoc lo meditó, pero debido a su condición no podía pensar con claridad—. Está bien… Solo te aseguro que, si me engañas, te pesará.

—No es necesario, te llevarás mi más grande cualidad. Ahora solo no opongas resistencia, pues tú voluntad puede rechazarme debido a que has despertado inconscientemente el supremo séptimo sentido.

—Ya veo, entonces comienza.

 

Enoc trató de relajarse, mientras del otro lado un espectro traspasó el muro, teniendo una silueta oscura se posesionó del cuerpo del escriba. Entonces palpó sus manos en el suelo, comenzando la transmutación que se originó como una onda que iluminó toda la tierra con un gran fulgor, mientras un circulo de transmutación comenzó a crecer en el pequeño metro cuadrado que tenía alrededor suyo. Un estruendo hizo estremecer la tierra, terminando la transmutación.

Enoc vio que sus arterias que estaban desangrándose, comenzaron a cerrarse debido a que su nuevo cosmos brotó regenerando sus células, mientras sellaba las semillas por dentro, utilizando la alquimia pudo realizar el proceso contrario, como si estuviese retrocediendo el tiempo, estas extrajeron su esencia y fueron expulsadas como pequeños haces de luz de su cuerpo, mientras permanecía sentado en forma de flor de loto.

 

—Me siento extraño, este nuevo cosmos me produce una adrenalina muy fuerte —declaró Enoc que hizo expulsar su cosmos de forma ofensiva, ocasionó un gran destello en el interior de la prisión.

 

Logrando destruir los barrotes, salió de la mazmorra como un cometa que cayó en los límites del Cabo Sunion por donde estaba la doncella del Pavo Real ya alejándose, quien le miro, emitiéndole una sonrisa.


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FANFIC: La condenación de los caballeros de Athena

Capitulo final N°66.- Publicado!

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Publicado 16 noviembre 2017 - 13:55

-Athena es una malagradecida con sus caballeros,con razon la traicionan

 

-No me esperaba que Eris a diosa de la discordia apareciera

 

-Ganimedes se salvo a las justas

 

-trolearon a Bardo 

 

-me extraña lo rapido que llegaron hasta donde se encontraba Athena

 

-el asunto de la sangre de Athena me recordo a la pelicula aliens--XD

 

-esa armadura es mas traicionera que Camus--Jajaja

 

-A Enoc le suceden cosas muy extrañas

 

 

 

 

 

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Publicado 17 noviembre 2017 - 11:42

Cap 49
 
Vaya cosas, este Santuario no sale de una cuando ya hay otro enemigo acechándolo jajaja, pobres, con tan pocos personajes en pie y siguen los ataques XD
 
Bueno, Betzabé fue maldecida para que athena la rematara con otra maldición jajaja pero se lo merece, esta vez estoy de acuerdo con Athena XD Supongo que habrá un enfrentamiento dramático con el Copero.
 
Que bien Athena, cuéntale que te hace daño la kriptonita de paso jajaja, esa diadema va a perderse en algun momento por andar de chismosa.
 
Entonces ahora Enoc tiene más cosas divinas de las que ya tenía por allí escondidas (digo, por el asunto de que nació del árbol místico y todo eso)
 
Habrá que ver qué pasa, Enoc debe hacer puntos con Athena para que lo perdone... ah pero seguro la diosa se molestará por haber echo ese trato con Prometeo ajaja ella nunca es feliz.
 
Buen Cap :D
 
:m1:  :m1:  :m1:  :m1:  :m1:  :m1:  :m1:  :m1:

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EL LEGADO DE ATENA - Capítulo 67. "Epílogo"


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ALFREDO

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Publicado 30 diciembre 2017 - 13:52

-Athena es una malagradecida con sus caballeros,con razon la traicionan

 

-No me esperaba que Eris a diosa de la discordia apareciera

 

-Ganimedes se salvo a las justas

 

-trolearon a Bardo 

 

-me extraña lo rapido que llegaron hasta donde se encontraba Athena

 

-el asunto de la sangre de Athena me recordo a la pelicula aliens--XD

 

-esa armadura es mas traicionera que Camus--Jajaja

 

-A Enoc le suceden cosas muy extrañas

 

 

 

 

 

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Hola t-800

Spoiler

 

Cap 49
 
Vaya cosas, este Santuario no sale de una cuando ya hay otro enemigo acechándolo jajaja, pobres, con tan pocos personajes en pie y siguen los ataques XD
 
Bueno, Betzabé fue maldecida para que athena la rematara con otra maldición jajaja pero se lo merece, esta vez estoy de acuerdo con Athena XD Supongo que habrá un enfrentamiento dramático con el Copero.
 
Que bien Athena, cuéntale que te hace daño la kriptonita de paso jajaja, esa diadema va a perderse en algun momento por andar de chismosa.
 
Entonces ahora Enoc tiene más cosas divinas de las que ya tenía por allí escondidas (digo, por el asunto de que nació del árbol místico y todo eso)
 
Habrá que ver qué pasa, Enoc debe hacer puntos con Athena para que lo perdone... ah pero seguro la diosa se molestará por haber echo ese trato con Prometeo ajaja ella nunca es feliz.
 
Buen Cap :D
 
:m1:  :m1:  :m1:  :m1:  :m1:  :m1:  :m1:  :m1:

 

Hola Sep-girl

 

Spoiler

 

Tras el arribo de la diosa de la discordia y su hijo Phonos, el santuario entró nuevamente en una crisis, víctimas de las semillas maléficas, los habitantes del santuario fueron despertando a sus instintos egoístas, motivados por sus impulsos hostiles. Mientras en la cima de las doce casas, Athena al salir de su recinto contempló con horror como la misma Eris había contaminado su propia Cloth con sus Evil Seed.

 

―De mis santos o mis santias, esperaba que puedan caer en la tentación de traicionarme por su condición humana, pero jamás esperé que mi propia armadura lo hiciera ―dijo Athena desde la entrada.

 

La diosa de la discordia reía complacida con tal hurto al ser capaz de vestir la sagrada armadura de la diosa Athena, gracias a la influencia de sus semillas. Su cosmos hostil, irradiaba una abúndate energía fétida por los alrededores, originando una atmosfera de putrefacción en el ambiente, como si la tierra misma se empezara a podrir, transformándose en  un terreno muerto por la energía de radiación que emitía la diosa Eris.

 

―Ahora tú serás presa de mis evil seed, también todos los que quedan aquí en tus dominios se convertirán tanto en mis dríades o santos fantasmas ―declaró la irradiante mujer de ropaje carmesí al elevar su báculo concentrando un núcleo de aglomeración toxica―. Gracias a que poseo tu cloth, mi barrera se extenderá por todo tu santuario, transformándolo en mi nuevo reino de la discordia.

 

Eris detonó el núcleo como una explosión en cataclismo propagando una humeada de colores marrones que fue recorriendo como una densa bruma, contaminando todo a su paso.

 

―Solo hay una manera de que te perdone la vida, Athena.

―¿Qué?... Me ofreces misericordia, tú la diosa de la discordia.

―Devuélveme mi manzana de Oro y te daré una muerte rápida.

CAPITULO 50.- DISCORDIA EN EL SANTUARIO

 

A los pies de la montaña de las doce casas, los pocos sobrevivientes como los soldados rasos comenzaron a asfixiarse al ver como la terrible nube toxica se extendía viniendo de arriba, cayeron de cuclillas ahogándose creyendo que morirían, pero al poco tiempo sus rasgos se volvieron pálidos y un aura sombría los empezó a mover como si fueran un solo individuo perdiendo su libre albedrío comenzaron a caminar como muertos vivientes.

Entretanto Ganimedes de Crateris. Quien se encontraba escondido en el Coliseo observó como la nube se aproximaba a él, se protegió con un escudo de aura congelante que lo envolvió como un espiral atreves de su cuerpo, dándole un velo cristalino a su vestimenta de plata. Tratando de resistir la nube toxica cuando llego intentó extender su barrera glaciar, extendió sus brazos y la humedad comenzó a polarizarse de su aura como ondas azules, aunque no pudo esparcirlas, solo le serbia para poder movilizarse y ser el único que pudiera caminar dentro de esa densa neblina.

 

―¡¿Qué es esto?! ―se cuestionó el copero de plata, cuando se detuvo al escuchar una voz conocida, volteando hacia atrás.

―Así que esto es pisar la superficie, por fin puedo ser una dríade libre ―dijo una mujer adulta ocultando sus atributos femeninos con harapos cubiertos de hojas―. Al final tu predicción de mi futuro resultó ser cierta.

―Tú ―exclamó el copero viendo con atención a la mujer pelirroja de orejas puntiagudas―. ¡Eres Thalia!

 

La pequeña dríade que estaba adherida a los arboles del jardín de Themiscira que conoció cuando visitó el hogar de las santias por primera vez. Ahora era una mujer adulta y su mirada parecía otra.

 

―Me he convertido en una dríade libre, gracias a la gran Eris ―añadió Thalia sonriendo―. Tú por el contrario no pareces estar influenciado por ella.

―Es porque me protegí con mi aura congelante que se mantiene en constante movimiento purificando el aire de mi cercanía.

―Como la nueva hija de Eris, debo luchar por mi diosa. Si quieres pertenecer al nuevo santuario, debes respirar bajo la barrera que nuestra madre está creando.

―No es un ambiente limpio, sino una pestilencia para mis pulmones ―respondió Ganimedes.

―¡Entonces muere! ―exclamó Thalia al hacer crecer pequeñas zarzas de la tierra.

 

Cuando se acercaron para acorralar al santo de Copa, él rechazó su avance repeliendo las zarzas que se azotaban contra el copero como ondas de aguas, las cuales envolvían al santo de plata en una burbuja muy resistente.

Ganimedes quiso extender su aura congelante e hizo estallar su campo glaciar como un torbellino que congeló las enredaderas y secó a la dríade como una planta vulnerable a las altas temperaturas, cayó ahogada por la presión helada.

 

―¡Thalia! ―exclamó Ganimedes al darse cuenta que moría se detuvo para sostenerla, pues solo quería defenderse.

―Te has vuelto fuerte, quizás puedas cambiar el futuro si sigues así ―dijo al caer desplomándose entre sus brazos―. Ahora que las dríades han traicionado a Athena, perderemos nuestra cercanía a los dioses, seremos condenadas…

―Me pregunto si todos estarán sufriendo esta transformación.

 

El copero continuó su avance al percibir que venía desde arriba, sabiendo que había perdido a Betzabé quiso rastrear el centro de la gran contaminación del santuario, para volver a restaurar su pureza en el ambiente, después de pasar por el Coliseo se detuvo al percibir como su establecimiento de las despensas de los alimentos estaba inundado de una parvada de cuervos.

 

―No es posible de donde salieron tantos cuervos, se supone que él único que los podía convocar era Raven's  y murió durante las plagas.

―Eso fue en el pasado, ahora he vuelto a la vida como un santo fantasma ―vociferó la voz de un hombre calvo envuelto en un ropaje plateado pero con un matiz oscuro, saliendo del establecimiento con dos cuervos en sus hombros―. ¡Raven's de Cuervo ha vuelto!

―¡No puede ser!

 

Ganimedes vio que tenia intenciones de atacarlo, cuando desplegó su parvada de cuervos sobre él, los cuales lo hicieron llover una ráfaga de plumas que cubrió todo el cuerpo del Copero, quien por unos momentos quedó envuelto como un espantapájaros. Cuando volvió a desplegar su aura congelante de forma ofensiva, sacudió su cosmos emitiendo un soplo glaciar.

 

¡Rayo del Polvo de diamantes!

 

El rayo de aura glaciar se multiplicó en varios soplos que congelaron los cuervos e inmovilizaron al santo de cabeza rapada, quedando estrellado contra su establecimiento.

 

―No soy el único que regresó a la vida ―musitó el santo del cuervo antes de cerrar sus ojos.

 

Ganimedes fue tomado por sorpresa cuando recibió una intensa patada por la espalda que lo tumbó al suelo de forma estrepitosa, al levantarse con lentitud, vio quien fue el ejecutor, que no era más que un santo de nariz puntiaguda que conocía muy bien.

 

―¡Narciso de Mosca! ―exclamó el copero frustrado―. Debí imaginarlo…

―Aunque me sacrifiqué para detener la plaga de las moscas, me he dado cuenta que desperdicie mi vida, ya que no he recibido más que una insignificante sepultura.

―Lo siento, pero el santuario no ha tenido descanso. Algunos ni siquiera fueron enterrados, solo se les construyó una tumba ―añadió Ganimedes al recordar al señor David.

―Con esta nueva vida, me encargaré de vengarme de los malditos civiles que salvé y ni saben de mi sacrificio ―dijo el santo narigón de cabellos rojizos al emitir un silbido que llamó una gran cantidad de insectos―. ¡Aniquilaré a los habitantes de Rodorio!

―¡No dejaré que lo hagas! ―declaró Ganimedes al encender su aura y comenzar a concentrar la humedad como pequeños orbes―. Recibe esto…

 

¡Lanzas de hielo del Loto Blanco!

 

Ganimedes no tuvo compasión y cruzó sus brazos dando origen a una lluvia de flechas que avanzaron en una sola dirección contra el santo de la mosca, quien recibió las lanzas sin poder esquivarlas, quedando empalado con haces de hielo.

 

―¿Qué? ―El copero se sintió algo horrorizado con su ataque―. ¡¿Yo por qué actué así?

―Mataste sin compasión a Narciso, porque tu intención era sobrevivir ―dijo una voz masculina más madura.

―¡Carlos de Lebreles! ―exclamó Ganimedes al ver a un santo de ropaje gris de lacios cabellos negros, que estaba oculto detrás de unos muros―. De ti nunca más supe si sobreviviste, ya que no encontramos tu cuerpo, creímos que también fuiste victima de las plagas siguientes. ¿Qué te sucedió?

―Es una historia larga, no obstante te la contaré. Después de que Narciso muriera por la plaga de las moscas y Raven's por la de las ulceras, vinieron otras peores que fueron matando a todos los santos, yo sobreviví a todas. Aunque cuando fui a reportar mi informe al papa, él me asesino por no haberte detenido.

 ―En verdad lo lamento, Carlos. Tú me dejaste ir, salvándome en esa vez ―recordaba Ganimedes cuando sus compañeros casi lo acorralan―. No hubiese podido vencerlos en ese momento, pero ahora he incrementado mi cosmos, aunque no deseo enfrentarte a ti también.

―He despertado como un santo Fantasma, arrepintiéndome de haberte dejado ir. Pues no supiste hacer valer nuestros sacrificios.

―¡No es cierto! ―replicó el copero―. El santo padre fue derrocado y ahora Athena controla el santuario.

―No obstante, tampoco valoró nuestras vidas. ¿Acaso si quiera sabe nuestros nombres?

―Lo siento mucho, pero no tengo tiempo de seguir charlando debo proteger a los que todavía viven ―musitó el copero de plata al deslizar los brazos, ondeando ondas acuosas―. ¡Lanzas de Hielo del Loto Blanco!

 

Ganimedes creo varios haces de hielo, los cuales moldeó como filosas estacas, las que arrojó de forma horizontal contra el santo fantasma, quien solo permaneció quieto llenándose de un aura purpura que fue tergiversando la silueta del santo de Lebreles en varias imágenes, multiplicando su persona en suficientes objetivos que fueron sirviendo como cebos hasta que la técnica terminó. Acto seguido, solo quedó el copero estupefacto sin rastro de su oponente.

Cuando él lo llamo desde el aire originando más sombras de su silueta que cayeron en picada desde múltiples ángulos, haciendo que todas sus copias ataquen con una terrible y poderosa patada al copero, quien al confundirse por no saber quién es el verdadero, recibió el impacto de lleno, mandando a volar a Ganimedes muy lejos, haciéndolo chocar estrepitosamente contra su establecimiento que quedó destruido.

 

―Olvidas que puedo leer tú mente, desde que pensaste con que atacarme. Pude saber cómo evadir tú técnica ―dijo el santo fantasma acercándose lentamente a un destrozado Ganimedes, quien tenía su vestimenta trizada y unas gotas de sangre en la cabeza―. Veo que el haber sobrevivido hasta ahora ha hecho que superes a un santo de plata de ordinario.

―Debo admirarte más a ti Carlos ―musitó el rubio santo de copa, tratando de ponerse de pie―. Sobresales de tu rango, solo con haberte entrenado a ti mismo. Cosa que yo conseguí debido a factores externos como una guerra.

―Pero el destino quiso que tú sobrevivieras o fue solo que estaba planificado que tu siguieras con vida para propósitos mayores ―respondió Carlos―. No puedes ocultarme nada, mi Satori Ho no. Se ha extendido a niveles más allá de lo que alcancé en vida.

 

Ganimedes recordó que Carlos solo podía leer lo que una persona pensaba en el momento, no que pudiera indagar en su interior, sin duda alguna las Evil Seed les estaban dando un aumento de cosmos más allá de su límite como sucedió con sus demás amigos y las reliquias.

 

―Ya veo, entonces alejaré todo pensamiento de mí ―espetó el copero―. ¡Me volveré un blanco tempano inamovible!

 

El copero volvió a rodearse de su aura glaciar, pero a niveles más extremos intentando llegar al cero absoluto. Su cuerpo se vio rodeado de un velo cristalino, como un ser de hielo que permaneció en silencio y en ese mismo lugar.

 

―No atacarás, pues entonces te daré el golpe de gracias ―agregó el santo fantasma volviéndose a multiplicar para asestarle varias patadas que se abalanzaron sobre él―. ¿Qué?

 

Cuando todas las copias impactaron sobre el cuerpo del copero, él ni se inmutó un milímetro, pues su cuerpo había adquirido una dureza muy sólida y más resistente, pues reflejó con facilidad toda la potencia en forma inversa hacia todas las copias de Carlos que salieron volando por su propia fuerza imprimida.

 

―¿Qué significa esto? ―se cuestionó en el suelo―. ¿Por qué no pude leer su mente?

―Te lo dije, me convertiría en un tempano inamovible. Por lo tanto, mi mente permanece en blanco ―volvió a repetir con énfasis―. Ya descifré tu secreto, creas imágenes que engañas atreves de primas en el aire.

―¿Cómo te diste cuenta?

―Una técnica no funciona dos veces en un santo ―aclaró el copero ondeando sus brazos mientras creaba varias estacas de hielo.

―Tus lanzas no servirán, puedo multiplicarme más veces que las lanzas que puedas crear.

―Esta vez, no habrá ángulo de escapatoria ―dijo el santo de Copa, cuando cruzó sus brazos gatillando que todas sus estacas salieran volando en múltiples direcciones―. ¡TORMENTA GIRATORIA DE LANZAS DE HIELO!

 

La lluvia de haces de hielo pareció borrar toda copia del santo fantasma al esparcir su aire helado purificando el ambiente distorsionado por las imágenes de Carlos. Hasta que solo quedó la copia original que fue alcanzado por la abismal lluvia de lanzas, dejándolo como un mástil de hielo lleno de espinas que fueron dejándolo empalado por dentro.

Ganimedes cuando terminó su técnica, cerro sus ojos con tristeza por haber matado a Carlos, el peso de su muerte y los otros, todo lo que pudo hacer por sus compañeros fue hacer que volvieran a descansar. Se dirigió rápidamente hacia las doce casas, subiendo en algunos minutos por varios templos sin ninguna dificultad, debido a la ausencia de los santos de oro.

No obstante, al llegar al décimo recinto encontró el cadáver de una monstruosa criatura reptil en las escalinatas, muerta por una lluvia de flechas doradas. Lo que más le llamó la atención fue que traía un pendiente de cristal que supo reconocer.

 

―Eso yo se lo regale a… ―musitó el copero, cuando se le originó un nudo en la garganta al reconocerla―. ¡Betzabé!

―Esa Gorgona llegó hasta aquí, amenazando la estabilidad del nuevo santuario de Eris ―declaró una voz desde más arriba, proveniente de un hombre de ropaje alado―. Por eso la maté.

―¡Bardo de Sagitario! ―exclamó Ganimedes asombrado de verlo con una fisura en su pecho con un semblante frío y hostil―. Oh no, tú también te volviste un fantasma.

―No percibo que tu corazón este con la esencia de nuestra nueva reina ―agregó Bardo al sacar una flecha desde su hombrera, para apuntarle con su arco―. Tendré que matarte para que renazcas como santo fantasma.

―Me temo, que seré yo el que lo haga ―musitó el copero elevando su cosmos―. No esperaba que hubieras sucumbido, espero Athena te perdone, pues yo no te perdonaré que hayas matado a Betzabé.

 

El santo de Sagitario concentró todo su poder en su flecha que, al disparar, incontables saetas se fueron multiplicando en el lanzamiento. Mientras Ganimedes cruzó sus brazos descargando una lluvia de lanzas de hielo en incontables direcciones. El choque ocasionó una tremenda colisión al medio de la distancia entre los dos, detonando que algunas flechas se destruyeran como atronadoras explosiones junto con algunas lanzas de hielo que ocasionaban sonidos de piedras de hielo rompiéndose.

Al terminar la descarga masiva de sus arsenales, ambos lograron salir con daños parciales, logrando ponerse de pie sin dificultad.

 

―Si mis lanzas no hubieran sido al cero Absoluto, no hubiese podido igualar tu lluvia de flechas de oro.

―Estoy impresionado por tu evolución, no obstante, no alcanzaste a repelerlas todas ―respondió Bardo esbozando una sonrisa―. Observa bien tus costillas.

―¿Qué? ―se cuestionó Ganimedes al ver como una flecha le había perforado sin que pudiera notarlo―. Mi kekkai no me hizo percibir el dolor.

―Ahora muere…

 

Cuando Ganimedes se sacó la flecha de su estómago, su aura congelante se desintegró como una estatua de hielo rompiéndose volviendo su condición humana, cayó de rodillas al sentir como emanaba sangre en grandes cantidades, pero no quiso morir en ese momento, entró en meditación generando un cosmos desconocido para su rival, un aura de múltiples colores como si fuese a generar un cosmos muy puro.

 

―¿Qué está sucediendo?

―Esta es mi mística habilidad de la Armadura de Copa, capaz de sanarme a mí mismo. Mientras aún viva, gracias a que he podido conectarme con el cosmos de la Nada ―explicó Ganimedes al hacer expandir esa aura de arcoíris que sanó su hemorragia como un milagro.

―Realmente te has sanado a ti mismo, sin necesidad de beber del agua de la Copa ―agregó Bardo frustrado―. ¡Entonces no dejaré rastro de tu existencia para que no te puedas regenerar!

 

Bardo de Sagitario expandió su cosmos al máximo concentrándolo en su flecha dorada, generando una esfera de fuego en la punta como un pequeño sol en miniatura. Entonces de la silueta de Bardo, múltiples centauros de fuego salieron apuntando con flechas ígneas hacia el copero, para quemarlo en una pira incendiaria.

No obstante, el santo de Copa extendió su brazo hacia el frente, descargando una onda de aura glaciar en el aire.

 

―Ya es demasiado tarde, yo también dejé un rastro estático en mi último ataque ―añadió el copero, cuando sus ojos se le abrieron enormemente―. ¡Mira a tu alrededor!

―¿Qué? ―se impresionó Bardo al ver como varios anillos de hielo se le empezaron a expandir a él y a sus centauros debido a que se originaron de él mismo―. ¡Maldito bastardo!

―¡Grand Koliso!

“Gran Anillo Congelante”

 

Todos los movimientos de Bardo y su ejército de Centauros estaban bloqueados ya que entre más se movían, más círculos de hielo los inmovilizan los que cuales estaban al cero absoluto, ya que no podían zafarse.

El santo de plata se acercó y dio un golpe ascendente liberando un tornado hacia el cielo en cuyo centro elevó a su oponente, desintegrando a los centauros en el proceso, Bardo quedó adherido a una columna de hielo sin que pueda salirse. Quedando a merced del Copero, quien quiso seguir caminando ahora que finalmente lo ha vencido.

 

―¿A dónde crees que vas? ―le preguntó irritado―. ¡No tienes el coraje para liquidarme!

―Ya he matado suficiente y estás derrotado ―musitó Ganimedes quien caminaba con lentitud.

―No creas que esto me contendrá para siempre, me liberaré y te mataré y cuando esa mujer vuelva a revivir debido a las Evil seed, la violaré y la convertiré en mi concubina cuando sea patriarca.

 

Ganimedes se enfureció cuando escuchó esas palabras y vio a que sus pies una pequeña lanza de hielo había quedado entre los escombros, entonces tomó la fina arma para asestársela en el ojo izquierdo al santo inmovilizado, quien dio un último grito de agonía, quedando su cabeza estática con la flecha de hielo empalada en su rostro.

Entonces, se acercó a Betzabé para darle una digna sepultura, elevando su brazo en forma recta del que empezó a brotar sutilmente varios haces de luz glaciar, moldeando un ataúd de hielo para impedir que las semillas malignas de Eris, profanaran su cuerpo nuevamente.

El copero continuó su sendero con bastante tristeza, mientras pensaba todo lo que tuvo que hacer para llegar hasta la cima.

***

 

Entretanto en el altar del templo de la diosa de la sabiduría. Una batalla injusta se estaba llevando a cabo, entre las dos diosas de la guerra; Athena vs Eris. Pues debido a que esta ultima había hurtado la armadura de la hija de Zeus, ahora se veía con una gran ventaja ante una joven Athena, quien apenas y había reencarnado hace unos días y tenía solo un cosmos divino desarrollado parcialmente.

Eris se sentía llena de confianza emanando un cosmos, el cual percibía que podía amplificarlo a causa de su nueva vestimenta divina.  No obstante, Athena no parecía estar preocupado al mirarla sin aspectos de desesperarse frente a la gran ventaja que tenia.

 

―¿Qué me dices, Athena? ―preguntó la mujer de lúgubre aspecto envuelta en un ropaje escarlata―. No es una oferta generosa de mi parte.

―No hay de que temer, mientras tu manzana está separada de ti. Tendré certeza de que puedo vencerte ―respondió la diosa de vestido blanco y cabellos castaños, ocultando su rostro en una diadema de oro―. Si crees que mi Cloth te da una ventaja estás equivocada.

―¡¿Qué?! ―frunció el ceño perdiendo la paciencia―. Tendré que doblegarte para que me digas donde está.

 

La diosa de cortos cabellos purpuras, encendió su aura maligna abalanzándose en contra de Athena, con una velocidad que no vio venir, pues en un parpadeo le aplicó un rodillazo en el estomago, haciéndole escupir una bocanada de sangre. Acto seguido, le dio un puñetazo extremo sobre el rostro, para tumbarla de un golpe en el cuello con su mano recta, tres movimientos certeros efectivamente hechos sin que su oponente tuviera tiempo de contraatacar.

 

―No te me duermas, estoy recién comenzando ―agregó viéndola con una superioridad desde arriba mientras le pisoteaba la espalda.

―Muy pronto te darás cuenta de mis palabras… ―dijo Athena desde el suelo cuando gritó de dolor al sentir que Eris le enterró su tacón debajo de su cráneo en su columna cervical―. ¡Maldita Salvaje!

―Gracias por el cumplido ―musitó ella sonriendo, cuando bajó de sopetón dándole un atronador golpe sobre su espalda que hizo un pequeño cráter en el suelo, después la levantó lentamente pescándola de sus cabellos, viendo que tenía su diadema chueca y trizada―. ¡Quiero ver tu cara antes de que mueras!

 

Eris le arrancó su diadema de un movimiento explosivo sobre su rostro, ocasionándole que su máscara se destruyera, brotándole una mancha roja sobre su frente. La diosa de la discordia la miró complacida al ver que no parecía oponer resistencia, había sucumbido con facilidad ante sus golpes.

 

―¿Qué me dices ahora?

―¡No te la entregaré!

―Entonces tendré que torturarte de una manera que no imaginas ―añadió Eris cuando hizo aparecer su tridente serpentino en su brazo izquierdo con el que penetró su columna ocasionándole que todo su vestido blanco se impregnara de rojo carmesí―. ¿Cómo te sientes ahora?

 

Athena clamó un alarido en todo el santuario, pero ninguno de sus santos o santias estaban disponibles de los pocos que tenía a su servicio, estaba abandonada a su propia suerte que parecía ser su cruel destino sufrir por la mano de la salvaje diosa de la discordia. No obstante, Eris al ver que no se podía ponerse de pie, la elevó sobre ella con su tridente quedando adherida su columna en el aire a la punta de su arma, empezó a zamarrearla elevando el tridente hacia arriba y hacia abajo, provocando una tortura sin frenesí en Athena, quien gemía de dolor como nunca nadie la habían hecho sufrir, por varios minutos los cuales les parecieron eternos, no entendía por qué nadie venia en su auxilio. En su interior pensó que quizás fuese el destino que determinaron los hados para ella por ser la diosa que fue en ese tiempo en que gobernó el santuario, deseo morir. Cuando pareció perder la conciencia dejó de gritar con fervor.

 

―Que aburrida… Ya no tiene fuerzas para seguir luchando ―dijo la diosa de ropaje escarlata, cuando se fijó que la sangre que emanaba de Athena comenzó a tocarla como gotitas que le parecieron agua bendita sobre su cuerpo―. Su sangre me quema como agua hirviendo…

 

El líquido viscoso tomó una tonalidad media azulada llegando atreves del extremo del báculo que sostenía Eris en su mano izquierda, hizo que lo soltara cuando una gran cantidad de sangre le cayó sobre el rostro sintiendo que su piel le ardía en extremos, la soltó de su tridente, mientras la diosa de la discordia se tambaleó tapándose la cara del dolor que sentía por el contacto con la sangre de Athena, quien cayó inconsciente después de haberse dejado llevar por la agonía.

Mientras Eris se frotaba el rostro el cuerpo de Athena se envolvió en aura dorada cuando su propia simiente comenzó a recorrer sus heridas, regenerándola a nivel celular se recuperó milagrosamente emanando un cosmos desconocido para ella misma, abrió los dos ojos con ímpetu. Se puso de pie, viéndose a si misma sus manos, estando atónita porque parecía tener un mecanismo inconsciente para recuperarse.

 

―Ya veo… Con que fue eso.

―¿Qué dices? ―se cuestionó Eris recuperándose viéndola sorprendida cuando divisó que no tenía secuelas de su tortura―. ¿Qué fue lo que hizo tu Icor?

―Es producto de mi torrente sanguíneo del extremo derecho, el cual brotó con las lesiones que me causaste, restaurándome milagrosamente mis hemorragias ―explicaba Athena.

―No puedo creerlo, ningún dios tiene esa cualidad en su sangre.

―Mi simiente es extremadamente reactiva dependiendo de que lado emane, gracias a que sido concebida así genéticamente ―fundamentó Athena, cuando hizo una pausa―. Una divina concepción para hacerme la más fuerte entre las diosas reencarnadas, fue lo que me dijo mi concejera real.

 

Durante el tiempo en que el santuario estaba experimentando la crisis de las plagas cuando Athena nació en Themiscira partió a esconderse en otra dimensión junto con su doncella Pallas alejadas de toda perturbación energética que acongojara su ser. No obstante, la diosa Athena se había dirigido al interior de la capilla de Star-Hill, caminando por un oscuro pasillo que solo era iluminado por unos tenues candelabros, que cuando se apagaron. La oscuridad del espacio inundó el lugar, distorsionándose en unos abismos de galaxias, donde la diosa hizo uso de su divino cosmos para no ser arrastrada por la fuerza de distintas direcciones, siguiendo un sendero de múltiples colores, las dos se fueron por un puente arcoíris que la llevó a aterrizar sobre un campo de flores muy brillantes. Un huerto alrededor de una gran montaña que escondía su cima en una espesa nube, que solo causaba estruendos en su cúspide como si una bestia estuviese rugiendo en su interior.

Ellas caminaron alejándose del huerto para quedar aisladas en la zona exterior, dándole la vuelta llegaron a un campo abierto, donde divisaron un altar de piedra, con la figura de una estatua, el cual parecía ser una mujer envuelta en un ropaje alado, descubierta de su torso superior. No obstante, lo más sobresaliente era que una criatura mecánica a simple vista estaba postrada en los hombros de la estatua como si estuviese esperándolas.  

 ―Bienvenida mi futura emperatriz ―musitó una voz proveniente de la criatura que se movió emitiendo rodamientos por dentro―. En cuanto a ti, mi querida doncella es un gusto conocer a mi recipiente.

 ―¿Recipiente? ―se cuestionó Pallas―. ¡Este búho habló!

La doncella vestida con una túnica blanca se vio confusa cuando vio que la criatura se desarmó en varias partes, para ensamblarse en ella como una armadura. Tornando su aura a un purpura oscuro.

―¿Pallas qué te sucede?¡ ―ordenó con autoridad Athena al ver que Pallas parecía quejarse, cuando relajo su cuerpo para voltearse a verla―. ¡Pallas estas bien!

―Mi nombre es Noctua, soy su concejera real que le dará una visión a grandes rasgos para que sepa cómo utilizar su divina voluntad.

―Noctua… Percibo que eres una entidad de otro mundo ―musitó Athena, desconociendo la jovial voz de su doncella por la de una mujer más madura―. ¡¿Qué paso con Pallas?! ¿Acaso eres de un reino mucho más celestial que este?

―Así es, semejante al Yomotsu Hirasaka que es la antesala al reino del Hades. De igual manera el jardín de las Hespérides es el reino que hay que atravesar antes de llegar al mundo de los dioses.  En cuanto a Pallas solo la puse a dormir.

―Cuando nací, heredé las memorias de mi madre mortal, Ceres. Por ello sé algunas cosas, pero no recuerdo que tenga una consejera real.

―No me sorprende que no sepa de mi existencia, incluso sus demás heraldos desconocen de mí que soy una guardiana que la vigila desde las sombras.

―Heraldos, te refieres a mis santos y santias.

―Para nada, sus heraldos son concejeros con una categoría superior, ya que son dioses que han reencarnado para protegerla, los cuatro hijos del titan Palante: Nike la victoria, Bia la violenta, Kratos el furioso y Zelo el fervoroso. Este último es su sumo sacerdote actualmente.

―Ninguno de ellos se reunió conmigo cuando nací.

―No han sabido reconocerla, solo yo he seguido su rastro desde las sombras ―musitó la nueva santia. Colocándose a una distancia más alejada.

Poniéndose en guardia como si estuviese retándola a un duelo a la misma Athena. Quien la observó con algo de obstinación en su postura al ver que traía un ropaje platinado bastante atrevido para ser una santia con alargadas y filosas alas por detrás, las que estaban retraídas en su espalda.

―Ahora le mostraré un pequeño entrenamiento divino para que vaya despertando su verdadera esencia.

―¿Por qué tengo que pelear?

―Porque es necesario ―respondió Noctua encendiendo su cosmos―. ¡Llame a su armadura con su corazón!

―No crees que estás llevando esto muy lejos, dijiste que solo sería un entrenamiento.

―Un entrenamiento más serio. Uno que te haga despertar todo tu cosmos como una diosa, al menos lo máximo que puedas desarrollar en tu envoltorio humano ―explicaba Noctua.

―Entonces lo haré ―dijo Athena al hacer aparecer su pequeña estatua dejándola en el suelo, mientras ella extendió sus brazos―. Hazme el favor.

―Con gusto ―dijo ella acercando levemente su gran espada para rasgarle sus venas.

Un charco de sangre cayó sobre la estatuilla con la que al contacto produjo una reacción que la hizo crecer, volviéndola una cloth de un aura de igual magnitud que la de Noctua. Athena se envistió con una cloth dorada y sus armas sagradas, su escudo y su lanza divina.

―Primero será una pelea cuerpo a cuerpo. Así que dejemos nuestras armas a un lado.

La nocturna diosa de vestidura gris divina quedó con sus manos libres y tomó una pose en guardia, mientras Athena hizo lo mismo dejando a un lado las suyas. Las dos encendieron sus cosmos, como dos llamaradas incandescentes, aunque la de Noctua parecía ser más grande. Siendo ella misma quien empezó el combate, abriendo la tierra con una ráfaga que hizo desprender rocas, nublándole la vista a su adversaria.

Athena destruyó la gran roca que la iba a embestir de un rayo, extendiendo sus dos dedos, ocasionando un pequeño estruendo que al estar tan cerca la hizo retroceder. Cerrando sus ojos por el impacto, mientras sintió como una fuerza demoledora la golpeó por detrás, quedando tumbada en el suelo.

―En que momento… me dio la vuelta ―dijo al reincorporarse lentamente.

―En el mismo instante en que usted destruyó mi primer ataque.

―¡Con que fue una distracción para atacarme por la espalda! ―exclamó molesta, incrementando su aura―. ¡Que ruin!

―No espere que su rival juegue limpio siempre, solo porque usted pelee con honor no quiere decir que otros respetarán sus códigos ―respondió la diosa nocturna―. En una pelea lo que importa es ganar. ¡Ahora levántese!

La diosa de la guerra se puso de pie con ganas de arremeterle un golpe, pero su rival lo esquivo abrazándole por debajo de su axila, para hacerla caer, haciendo retroceder su pie con el suyo. La impulsó nuevamente al suelo, mientras le aplicaba una llave en su cuello, haciéndole presión.

―¡Espera! ¡Noctua! ―exclamó afligida al sentir el agarre que le causaba un gran dolor―. No te atrevas a romperme el cuello… Pues creo ya entendí tu estilo.

―Ya le dije que aquí, no podre respetarla como una diosa. Además, no necesito que entienda, sino que aprenda. ¡Ahora libérese por si misma!

―¿Cómo?

―De la misma manera que yo la hice caer en mi trampa. Usando su propio impulso ―respondió al presionarla con más fuerza.

Athena intentó liberarse con sus brazos, pero le fue inútil en la posición en que se encontraba, no podía acumular la energía necesaria en sus manos, pues la respiración no le llegaba y sentía que tenía su poder atrapado. Por lo que solo lo descargó de fuerza iracunda e inestable sin dirección alguna, haciendo un cráter en la tierra, liberando más ráfagas que empezaron a causarle daño a Noctua que tuvo soltarla para alejarse de su alcance.

―No uso su cuerpo, si no su cosmos. Ese no era el punto ―expuso Noctua.

―Lo sé, no podía si me tenías asfixiada.

―Usted sabía que tiene una fuerza superior a la mía en cosmos, pero no puede emplearla con su cuerpo todavía, es por eso por lo que yo puedo derribarla. Porque yo, aunque sea inferior cósmicamente, soy más diestra en el combate cuerpo a cuerpo ―aclaró Noctua―. Ahora intente desarmarme.

Noctua atrajo su espada en su mano izquierda y en su derecha un látigo lleno de púas, con el que empezó a azotar la tierra, produciendo grandes impactos que Athena podía esquivar, parcialmente, pero cada vez estaba más cerca de que le asestara un espadazo hasta que la hizo tumbar al suelo de un violento golpe con la empuñadura sobre su rostro, en el cual había esquivado el espadazo sobre su cabeza, pero no esperó que retrocediera para pegarle con la empuñadura de la espada mandándola a volar varios metros.

―No veo un punto donde pueda desarmarte.

―Toda armadura tiene oberturas para permitir el movimiento, como entre las ingles, las axilas donde puedes aprovechar para atacar. No espere que no esté prevenida eso sí.

―Entonces aquí vamos…

Athena puso en marcha su ofensiva, atrayendo su báculo para envolver el extremo de la punta del látigo de Noctua cuando la atacó con él, acto seguido la acerco a ella misma, pisando el látigo a la mitad, propinándole un certero golpe en su antebrazo, produciendo que soltara su espada, para a continuación someterla con su fuerza superior doblándole el brazo poniéndose por detrás, pero Noctua uso su brazo libre para darle un codazo que supo hacerla retroceder. No obstante, Athena ya preparaba un ataque frontal cuando volteó señalando un destello con sus dedos sobre su rostro de su concejera.

―Creo que empiezo a adaptarme.

―Ya se ha gatillado su estilo de combate único.

―Mi estilo de combate…

―Así es, su cuerpo ha sido genéticamente concebido con todas sus cualidades con las que originalmente nació, como su arte marcial propio con el que peleaba cuando usaba su cuerpo original. Solo necesitaba despertar en combate para que su propio cuerpo comience a reaccionar y no solo eso, sino también su torrente sanguíneo emanará de manera distinta dependiendo de qué lado sea.

―¿Qué quieres decir que mi sangre correrá de manera distinta?

―Del lado izquierdo su sangre producirá el veneno de la Gorgona y del lado derecho producirá propiedades curativas. Eso lo sé, porque yo observé como fue tu concepción por Leví y Ceres, vuestros padres terrestres. Ellos atrajeron tu espíritu al cuerpo humano que posees ahora para que no tuvieras imperfecciones

―¿Qué clase de imperfecciones? ―se preguntó Athena encogiéndose de hombros―. Solo sé que he heredado las memorias de mi madre, ello incumbe también los errores de ella.

―Limitaciones mundanas como humana, por ello debes saber que mientras estés en la tierra estarás tentada por las emanaciones malignas de Ares y Afrodita que han fundido en el mundo humano para arrastrarlos lentamente a su perdición y aprovecharse de su energía. Por ello te ofreceré esta diadema que te protegerá espiritualmente y te dará a conocer como la diosa imponente que eres.

Athena contempló una diadema de oro, como una máscara emplumada que, al ponérselos, daba un semblante de una mujer con ojos de Búho.

Ahora regresando a la realidad, pudo percibir que ya no había rastro de la maldición de Prometeo, gracias a que se había curado a si misa, producto de la hemorragia.

 

 

 

 

 

 

La hija de Zeus emitía su nueva aura sintiendo muy aliviada por dentro, después de relajarse comenzó a respirar lentamente para soplar un rugido que propagó unas terribles ondas de choque que hicieron retroceder a la diosa Eris. Quien, aunque se quedó algo tensa, pero cuando volteó se dio cuenta que aquel grito no fue para dejarla entumecida, sino que había logrado abrir una abertura en los cielos.

Aquella silueta parecía mostrar un espacio oscuro rodeado por un puente arcoíris en forma de espiral perdiéndose en un abismo.

 

―¿Qué significa esto?

―Es una entrada al reino de las Hespérides. Ahí es donde está tu manzana dorada. Si la quieres sígueme.

―Has decidido dármela ―se encogió de hombros la diosa de la discordia.

―Te llevaré donde todo comenzó para terminar con esto de una vez ―dijo Athena al volver a emitir un terrible grito desgarrador que esta vez fue más estridente que la hizo volar por los aires cayendo en esa abertura dimensional.

 

Athena la siguió después de eso, cerrando el portal. Mientras justo en ese instante Ganimedes de Copa llegaba a la cima del recinto para ver como se iban las dos diosas.

 


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FANFIC: La condenación de los caballeros de Athena

Capitulo final N°66.- Publicado!

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Publicado 02 enero 2018 - 12:59

-pobres plateados--sus muertes practicamente son ignoradas

 

-El duelo entre Athena vs Eris fue interesante

 

-Noctua es una buena maestra---aunque claro que no al mismo nivel que el sensei heroico

 

-


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Publicado 25 enero 2018 - 13:21

¡Ey! Qué tal Alfredo.
Mil perdones por tardarme tanto en leer el cap. Pasaban cosas que me retrazaban pero ya pude centrarme en esto n_n
 
Oooh, santos fantasmas, siempre es bueno ver cuando resucitan a los santos en otro bando XD
 
Como que quiero recordar por qué se murió Bardo... pero como ha pasado tanto, es confuso ese recuerdo, pobrecillo, ahora lo dejaron tuerto.
 
El copero se quedó sin aminovia, so sad.
 
Pelea entre dos diosas, y se dan hasta con los tacones, jaja qué bien. Seguro va a enojarse Athena tanto de que sus santos no van a ayudarla XD
 
Noctua cada vez se ve más sospechosa, podría equivocarme pero se vale la paranoia jeje XD
 
Buen cao.

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EL LEGADO DE ATENA - Capítulo 67. "Epílogo"


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Publicado 29 enero 2018 - 11:40

-pobres plateados--sus muertes practicamente son ignoradas

 

-El duelo entre Athena vs Eris fue interesante

 

-Noctua es una buena maestra---aunque claro que no al mismo nivel que el sensei heroico

 

-

 

Hola t-800

-Jajaja por eso hice q se vengaran

-Gracias ojala te guste la conclusión.

-Noctua es una maestra q solo lo hace por beneficio.

 

¡Ey! Qué tal Alfredo.
Mil perdones por tardarme tanto en leer el cap. Pasaban cosas que me retrazaban pero ya pude centrarme en esto n_n
 
Oooh, santos fantasmas, siempre es bueno ver cuando resucitan a los santos en otro bando XD
 
Como que quiero recordar por qué se murió Bardo... pero como ha pasado tanto, es confuso ese recuerdo, pobrecillo, ahora lo dejaron tuerto.
 
El copero se quedó sin aminovia, so sad.
 
Pelea entre dos diosas, y se dan hasta con los tacones, jaja qué bien. Seguro va a enojarse Athena tanto de que sus santos no van a ayudarla XD
 
Noctua cada vez se ve más sospechosa, podría equivocarme pero se vale la paranoia jeje XD
 
Buen cao.

 

Hola Seph-girl

Ya se me hacia raro, pero descuida todos tenemos vida XD.

 

Ya se esta moviendo una tradicion q es imposible no hacerlo. 

 

Bardo murio en el cap anterior, no se si recuerda q Eris lo atravezó con su tridente, tomandolo por sorpresa. Pero no significa q eso sea lo ultimo de él, ahora terminó peor siendo driade y tuerto.

 

El copero es mi martir como Aioros.

 

Athena en realidad no necesita ayuda, solo q aun no lo sabe pero esta acostumbrada a q sus santos se hagan cargo.

 

Noctua ya revelo su identidad cuando peleo con geminis.

 

Aqui biene el siguiente chapter...

 

 

CAPITULO 51.- ASCENDIENDO POR EL INTERIOR DEL REINO DE LAS HESPERIDES

 

1.-La manzana

 

Enoc de Escultor se irradiaba en su nueva esencia al sentir la cosmoenergía de Prometeo en su interior, como emanaba al mismo tiempo que la suya. Manifestándose como un fuego de llamas amarillas, las cuales parecían provocarle una desagradable sensación por dentro al sentir las semillas de Eris germinar por su interior, haciendo brotar su esencia como un placer que lo incitaba a querer seguir probándolo. Aun así, logró sellar todo eso, volviéndose un ser estático al adoptar la disciplina que le sirvió para despertar el cosmos de la nada y tranquilizar su espíritu. Aunque no manifestar su cosmos le causaba un agudo dolor en su pecho. Tanto que solo se mantuvo mirando a Juno quien, al verlo sereno, pensó que finalmente él había asimilado la semilla maligna.

 

—Te sientes ligero Enoc, ahora que ya no sientes el peso del deber. ¿Quieres huir conmigo y vivir nuestro amor?

—En el fondo los dos lo sabíamos, sin embargo. Siempre he creído que no necesito vivir un amor en esta vida de santo —respondió el escriba sorprendiendo a la doncella—. Juno, lo siento una vez más, pero las Evil Seed no me lograron corromper.

―¡No lo entiendo, pensé que en lo más profundo querías lo mismo que yo! ―exclamó enérgicamente sintiendo frustrada―. ¡Entonces si no me dejas vivir una vida de felicidad, yo tampoco te dejaré vivir la tuya!

 

Esa respuesta hizo enojar a la santia de cabellos castaños, quien se le lanzó propinándole una feroz patada voladora, la cual Enoc contuvo cruzando sus brazos por encima de su cabeza. No obstante, no vio venir una segunda patada con el pie de Juno en la tierra que levantó desde abajo, logrando impactarle en el mentón para sacudirlo por los aires.

 

―Solo quería ver tus verdaderas intenciones y haces lo imposible para no mostrar tu interior ―respondió sintiéndose irritada―. ¡Ya no necesito conocerte, te destruiré para florecer como un santia fantasma! Recibe el ritual secreto de mi danza celestial…

El escriba cayó desplomando en el suelo, el daño sin un cloth de oro le resultaba muy grave, más cuando Juno le aplico una de sus técnicas más devastadoras.

 

Higi Kenyoku Tenbusho

“Alas Destellantes”

 

No obstante, al no sentirse muy bien, sellando su cosmos mientras se adaptaba a su nueva esencia, bajó su defensa, por lo que no pudo zafarse y fue víctima del ataque de Juno que lo atrapó en una ráfaga danzante de destellos en forma espiral, dejando su cloth de bronce resquebrajada en el proceso, cayó con pequeñas heridas desangrándose, descubierto desde su torso superior.

 

―Veo que no te atreves a lastimarme, eso merece que te lo agradezca ―dijo ella al acercársele.

―Sé que en realidad no quisieras lastimarme, como yo tampoco ―respondió el escriba poniéndose de pie lentamente quedando muy cara a cara.

 

La doncella de rizos castaños le sonrió amorosamente, viendo Enoc en ese instante la imagen pura de Juno nuevamente que se quedó estático cuando ella aproximó sus labios para darle un beso que lo tomó por sorpresa y se dejó llevar solo por ese momento al sentir la textura de sus labios, un sabor agradable para él, tanto que sintió nuevamente como su cuerpo quería dejarse llevar por las semillas malignas y abrazar esos sentimientos. Cuando ella misma separó sus labios de él, después de un medio minuto.

 

―Te equivocas ―musitó ella cuando perforo su estómago de un fino golpe, provocando una bocanada de sangre en él―. Yo ya no dudo en nada.

―Juno…

 

Ella sacó su mano de su estómago para ver como empezaba agonizar, mientras se desplomaba en el suelo, sintió que ya no podía ni hablar, solo ver su mirada la cual cambio en un tono serio y cruel al verlo sufrir.

 

―Muere como un tonto soldado por titubear sin cumplir tu deber, Enoc.

 

Fueron sus últimas palabras cuando vio como sus ojos comenzaron a cerrarse lentamente, en su interior tuvo un último sueño o tal vez pensó que era una visión. Antes de morir. Se vio a si mismo perdiéndose dentro de una oscuridad la cual lo engullía, como si fuese un túnel sin salida. Solo a lo lejos percibía una luz, la cual como un instinto natural quiso seguir.

 

―¡No vayas en esa dirección, Enoc!

―Haaa… ¡Esa voz, es Seiryu! ―reconoció el escriba cuando detuvo su andar.

―No sigas el curso habitual de los acontecimientos, sino terminarás siendo una persona vulgar en la otra vida. ¡Invierte el curso de la cascada en dirección contraria!

 

Esas palabras le parecieron recordar lo que Prometeo trataba de enseñarle cuando era Nabu, al querer dejarse llevar siempre por lo que creía como debiese hacerse, en vez de imaginar como poder hacerlo. Que es lo que siempre tendía hacer hasta hace poco, donde ya no se cuestionaba las cosas.

 

―Ya veo, tienes razón ya demostré en vida que no deseo vivir una vida normal, no tiene caso que me deje llevar por el curso natural de las cosas.

―Así es, ahora que lo has comprendido. Regresa e invierte el curso de los acontecimientos para vivir una vida inmortal. Porque así se te otorgará la gema del Dragón.

 

Enoc no siguió caminando, sino que abrazó la oscuridad cerrando sus ojos y su conciencia regresó a la realidad, donde Juno se quedó perpleja cuando vio como un fuego abrazador envolvió el cuerpo de Enoc, regenerando sus heridas. El escriba se puso de pie, pero no solo eso, sino que dos dragones emergieron desde su espalda. Los cuales quedaron mirando en direcciones opuestas.

 

―¿Qué significa esto? ―se encogió de hombros―. Te recuperaste y con dos tatuajes salidos de la nada.

―Por fin he adquirido la sabiduría por completo, ahora puedo ver como sanarte sin necesidad del espejo imperial.

―¿De qué hablas si eso se destruyó?

―Pero su esencia siempre estuvo en mí. Porque la asimilé al despertar el cosmos de la Nada.

 

Enoc en un instante sin que pudiera percatarse de su velocidad logró acercársele hasta señalar con dos de sus dedos sobre su corazón produciendo un destello que la hizo quedar inmovilizada.

 

―¡Ahora, es tiempo que tú corras en dirección contraria!

 

Eso ocasionó que el cuerpo de Juno comenzara a convulsionarse y de la nada, sus arterias explotaron, comenzando a desmayarse mientras todo su cuerpo desangraba por completo.

 

―¿Qué me está sucediendo?

―Tu torrente sanguíneo está corriendo en dirección contraria, para así permitir que la sangre del lado derecho corra para anular las Evil Seed, aunque es algo de vida o muerte.

―Me sometiste a esto para sanarme y volver a ser la Juno de siempre o morir en el intento.

―Lo siento, en verdad no existe otra manera.

 

Enoc la sostuvo entre sus brazos mientras ella convulsionaba, sintiendo su cuerpo temblar debido a las hemorragias que le producían por dentro, hasta que emitió un halo de lúgubre aspecto oscuro desde su boca.

Fue entonces cuando Enoc al tocar su cuerpo manchado de la sangre de ella, sintió algo extraño. Ya que del charco carmesí que hizo Juno, y del contacto de sus manos, algo comenzó a brotar. Entonces recostó a Juno en el suelo, mientras ella perdía el conocimiento.

 

―¿Qué es esto? ―se cuestionó Enoc al sostener entre sus manos un destello de cosmos en miniatura, el cual formó un pequeño fruto. Entonces recordó algo importante―.

Debe ser el fervor que Themis quería darme al bañarme en la sangre de Juno.

 

Una esfera de cosmos se formó, del tamaño de un pequeño fruto de color rojo vivo violáceo el cual, después que cayera toda la sangre, parecía una granada al tener un pequeño cáliz con forma de corona. Entonces el fruto emitió un pulso de energía que se expandió como una onda de luz por todos los alrededores.

 

―No entiendo, ¿qué está pasando?

―Has logrado que emerja el fruto prohibido que estaba sellado en la sangre de esa chiquilla ―dijo una voz femenina proveniente de las alturas―. Jujuju.

 

Enoc volteó para ver como una hermosa mujer de coleta oscura estaba detrás de él, vistiendo una armadura alada de un tono platinado, ocultándose la mitad de su rostro por un largo mechón ondulado, el cual solo se le permitía ver el color violeta de sus pupilas.

 

―Tú eres si mal recuerdo, la santia doncella Pallas.

―Pallas es solo el nombre del cuerpo que poseo ―dijo la mujer cuando batió sus alas expulsando un gran cosmos que oscurecieron los cielos del Cabo Sunion de unas tinieblas negruzcas―. ¡Yo soy la jueza más implacable de todas las diosas! ¡Némesis!

El escriba al sentir el tamaño del cosmos no dudo de su palabra, al sentirse intimidado por la gran energía que emanaba de ella.

 

Aquella mujer levantó su brazo extendiendo dos de sus dedos, disparando un finísimo rayo de energía purpura. El cual Enoc no pudo esquivar debido a su condición y le dio atravesando su mano, soltando el fruto mágico.

 

―Ese es el fruto que busca la diosa de la discordia, no debiste liberarlo.

―¿Qué dices? Pero si el fruto que busca Eris, no es una manzana de oro ―refutó el escriba sosteniendo su mano herida.

―Humanos como ustedes, no saben interpretar. El oro son las semillas que lleva por dentro y lo hace tan preciado.

―¿Qué podría hacer Eris con eso?

―Controlar el libre albedrío, crear ilusiones e incluso confundir a los humanos y dioses, como crees que desató la guerra de Troya, siendo incluso capaz de hacer volver locas a la misma Athena, Afrodita y Hera ―Explicaba Némesis recordando la disputa de las tres diosas por proclamarse la más bella entre ellas.

―¡Fue la misma diosa Themis, la que me pidió obtenerla!

―Ella te engaño y por tu desatino serás castigado ―declaró la vengadora al volver a dispararle, esta vez en su hombro izquierdo.

 

Al estar descubierto de su torso superior, sin su armadura. El escriba era bastante vulnerable a los ataques. No obstante, quiso pelear por su vida, reuniendo en su nudillo un puñado de cosmos. Disparándolo como un rayo en espiral de oro. Mientras clamaba con todas sus fuerzas al unísono.

 

¡Ascensión de la Balanza Celestial!

 

La diosa no se esforzó ni un poco y partió en dos el ataque de Enoc, solo con su brazo extendido, reforzado con su cosmos. Acto seguido, volvió a blandir su brazal descargando una briza cortante, semejante a los ataques afilados del pontífice, el antiguo santo de Capricornio cuando ejercía Excalibur. Cosa que le parecieron estar a un nivel superior al sentir en carne propia como los haces le desgarraban la piel, cayendo con múltiples heridas.

 

―¿Por qué me castigas de esta forma tan injusta? ―le preguntaba con su característica curiosidad de querer comprenderlo todo―. ¡¿Quién eres tú?! ¿Acaso sirves a Athena?

―Preguntas demasiado, humano. Esas respuestas no se te están permitido conocer a ti ni nadie de tu especie, solo al mortal más cercano al cielo le podría dar explicaciones.

―El mortal más cercano al cielo… ―repitió él tratando de analizar, cuando vio un aura en forma de unos enormes ojos de Búho detrás de Némesis.

―Puedo sentir que te has acercado, pero no lo suficiente. Vuestro corazón no es el que necesitamos, pero lo que has adquirido puede sernos de utilidad ―argumentó al originar desde sus alas unas ráfagas como el ébano―. Así que te preservaré mientras tanto…

¡Nebulosa del Búho!

 

Después de absorberlos a los dos, la diosa bajó y recogió el fruto con forma de granada, regocijándose al sostenerlo. Mientras Enoc junto con Juno fueron engullidos en unas oscuras tinieblas el cual él mismo pudo palpar al ahogarse en ellas, perdiendo la conciencia. Todo se fue a negro y cuando abrió los ojos se vio en un lugar totalmente distinto. En medio de un árido desierto en vuelto en una densa niebla gris. Se dio cuenta que sus heridas estaban sanando gradualmente, producto de la habilidad regeneradora que había adquirido de Prometeo, pero desconocía cuanto tiempo había pasado y cuando vio a unos metros de su costado, divisó también a Juno durmiendo junto a él. Intentó despertarla, pero notó que, a diferencia de él, aún estaba herida. Entonces decidió ayudarla al perforar sobre su pecho con un dedo, produciendo un golpe centrado que la hizo reaccionar.

 

―¡Enoc! ―exclamó mirándolo con asombro.

―Descuida, ya estás bien. Dejarás de sangrar ahora que he presionado tu Shinouten ―respondió el escriba, sonriendo sutilmente―. Veo que por fin eres tú nuevamente.

―¿Por qué dices eso? ―preguntó cuándo él la ayudo a ponerse de pie.

―Es una larga historia, pero en pocas palabras fuiste corrompida y creo que todos en el santuario también, por lo que no me explico dónde estamos.

―Yo recuerdo que lo último que viví fue que me enfrenté a la diosa de la discordia.

―Eso explica tu corrupción. Sabías que tu hermana Pallas era la diosa Némesis, pues ella fue la que nos abdujo hasta aquí.

 

Juno abrió los ojos como dos platos redondos, al escuchar eso quedándose pensativa, entonces empezó a sacar conclusiones. Sobre quien la había noqueado en el templo de Libra cuando encontró la estatuilla de Themis y Enoc la encontró inconsciente cuando llegó, además de que siempre tuvo la impresión de ser vigilada.

Los dos al cabo de unos minutos, comenzaron a caminar dando vueltas y vueltas las cuales le parecían que circulaban en un laberinto pues la niebla no les permitía salir de ese lugar por alguna razón, estaban atrapados.

 

―¡¿Qué es este lugar?!

―Están en una de las zonas más profunda del Jardín de las Hespérides, es la niebla del Olvido ―musitó una voz femenina muy grave, proveniente de un risco.

Una alta mujer de vestimenta grisácea y con algunas cicatrices en la cara con cabellos oscuros, los encaró a los dos jóvenes. Despejando la niebla por unos segundos cuando blandió su brazo de forma recta, emitiendo una ráfaga de aire cortante de gran alcance.

―¡Es Excalibur! ―reconoció Enoc―. No es posible, era la técnica de Leví.

―Mi maestro me la enseño, pero en vida nunca la utilicé ―respondió la mujer de tez morena―. Vosotros dos terminaron atrapados aquí igual que yo, la gran diferencia es que están con vida.

―Tú debes ser una amazona ―agregó Juno―. Escuché que el papa una vez entrenó una.

―Mi nombre es Casiel, morí sirviendo Athena como una daimon conocida como Pentheselia de Keres. Ahora solo soy la carcelera de mi detestable maestro.

―¡Entonces aquí está el sumo pontífice!

―Bueno, ya no es el papa, ni el santo de Capricornio solo le queda su verdadera identidad original, la del dios del fervor, Zelo ―aclaró ella cuando les pidió que la siguieran.

 

Los dos la siguieron por un sendero escalonado introduciéndose en una caverna, donde al entrar comenzaron a subir por unas escaleras llegando a una zona más elevada. Donde al acercarse a un risco, podían apreciar desde las alturas que estaban a la mitad de una enorme cueva que se dividía en dos estanques, por una muralla. La que ellos estaban pisando como sendero de división.

 

―Bienvenidos a su izquierda esta la fuente del Olvido, el Lete. Mientras a su derecha se encuentra la fuente de la memoria, el Mnemósine ―explicaba la amazona cuando detuvo en su andar por el puente donde circulaban―. No se vayan a caer, porque dependiendo de qué lado caigan. Podrían nunca más regresar.

―Casiel, por qué nos has traído hasta aquí? ―pregunto Juno.

―Solo siguiendo este puente hasta la cima, podrán salir del monte Atlas.

―Alguien está emergiendo desde la orilla ―dijo Enoc cuando divisó la silueta de un ser raquítico con la piel demacrada y de alborotados cabellos grises―. Usted, no puede ser. ¡Es Leví!

―¡Enoc! ―exclamó el ser sombrío con una voz profunda―. ¿Cuánto tiempo ha pasado en la tierra, desde que morí?

―Solo unos días, no puedo creer que su alma está condenada a vagar en el lago del Olvido. No parece usted...

―Sé que pequé, pero además estoy pagando culpas innecesarias.

―¡No lo escuches, es un desgraciado que se merece ser azotado por los vientos del Lete! ―exclamó Casiel.

―Culpas innecesarias…

―Acércate, Enoc. Quiero ofrecerte todo lo que sé, ahora que ya no valgo nada, no tiene caso llevarme todos los secretos del santuario al olvido.

―¡No vayas! ―lo sujetó Juno de un brazo, al ver que se movía―. Casiel, tiene razón es un ser desgraciado.

―Pero tal vez, nos sea de utilidad lo que nos tenga que decir.

―Exacto, en tus manos será bien utilizado todo mi conocimiento.

―A estas alturas nada de valor puede ofrecer, la misma Athena y Némesis lo condenaron por sus faltas ―aclaró Casiel, cruzando sus brazos.

 

Enoc decidió acercarse a pesar de la negativa, bajó con cuidado la superficie del puente hasta llegar a la orilla de las aguas del Olvido, donde estaba emergiendo el espíritu en decadencia del papa. Quien también se acercaba hasta quedar frente a frente con él, cuando de su boca un halo de luz le salió introduciéndose en el rostro de Enoc, haciendo que expulsara una gran luz, mientras sus pupilas se veían blancas y su cuerpo se mantenía estático, parecía experimentar una alucinación entre los dos.

Entretanto Enoc conocía las verdades del papa, Juno se encontraba con Casiel, quien no confiaba en que su maestro hiciera justicia a estas alturas, entonces quiso poner a prueba a los dos mortales antes de dejarlos continuar. Desenvainando un haz cortante desde el extremo de su brazo al blandirlo con brusquedad, tomando por sorpresa a la joven santia quien recibió de lleno el impacto por la espalda.

 

―¡¿Qué haces?!  ―cuestionó la doncella tumbada al piso con su espalda desangrada, quien no esperaba que un alma pudiera atacar―. Solo los cobardes atacan por la espalda.

―Fue solo un golpe superficial, si eres una verdadera guerrera deberías ser capaz de ponerte de pie ―respondió la amazona―. Oh es qué acaso las doncellas de Athena son solo damiselas en peligro.

―¿Qué dices?...

―Ninguna santia que he conocido a cumplido mis expectativas, en vida asesine a la santia de Berenike, y casi logro tomar la vida de Corona Boreal también. Vosotras me parecen unas mujercitas bastante irritables que merecen morir por ser débiles.

―¿Cómo te atreviste a hacerles eso a mis hermanas?  Eres una asesina que merece estar aquí entonces.

―Solo la santia del Búho, quien resultó ser una diosa me venció por lo que en conclusión las doncellas de Athena nunca se les tuvo que haber dado un cloth, el maestro debió dejarlas confinadas en su harén solo para procrear, que es para lo único que sirven, satisfacer las necedades carnales por ser tan bonitas y delicadas ―explicaba Casiel esbozando una mueca.

 

Eso hizo desencadenar una terrible ira en Juno, quien reanimó su cosmos al máximo, mientras un aura de un pavo real comenzaba a emanar por detrás de ella. Juno separó sus extremidades mientras reunía toda una fuerza electrizante entre sus manos con la que liberó alzando el brazo en forma de garra.

 

―¡Toma esto!... ¡ALAS DESTELLANTES!

 

No obstante, Casiel dividió el tornado en dos de una sola ráfaga cortante, sorprendiendo a la santia del Pavo, sin dar crédito a sus ojos. Entonces ella contraatacó abalanzándose a darle unos puñetazos a mano libre, pero solo consiguió atravesarla sin obtener algún resultado.

 

―No entiendo, por qué tú puedes atacar siendo un alma y yo no.

―Eres una tonta, este mundo es la antesala al reino del Olimpo, así como lo es la colina del Yomotsu Hirasaka para el Infierno, por lo tanto, aquí siendo un alma ordinaria pierdes tu voluntad, pero yo he despertado el séptimo sentido por lo que soy capaz de mantener mi cosmos aun siendo solo un alma.

―Eso explicaba porque me siento tan débil, no fue solo por mi batalla en el Cabo Sunion ―meditaba la santia mientras unas gotas de sudor le recorrían la frente―. Me vas a matar solo para satisfacer tu sed de sangre.

―No te equivoques, en vida lo hubiera hecho, pero solo quiero saber si eres digna de salir de aquí venciendo a su carcelera. Solo él o la que sobreviva a mi espada merece ese privilegio.

 

Juno contempló como esta vez, Casiel blandió su brazo derecho como un hoja de mortal, emitiendo una gran filo que desgarró el suelo como una briza cortante hasta llegar a ella sin que pudiera evitarlo, recibiendo el impacto sobre su hombro izquierdo como si una verdadera espada la hubiese rebanado, cortando su pectoral profundamente hasta tocar sus nervios y sentir como sus huesos eran heridos, emitió un grito agonizante desplomándose en el suelo, mientras una vez más desangraba, esperando que Enoc la escuchase, pero no vio verlo venir, mientras estuviese experimentando la alucinación del papa, ella moriría en ese lugar sin despedirse.

 

―¿Por qué lo miras a él, acaso solo sabes pedir ayuda? Tal como pensé solo eres una damisela en peligro, al final todas las santias merecen ser tratadas como unas concubinas.

―Maldita…

―Pero antes de que mueras, debes al menos ser violada por un macho, aunque sea un muerto ―dijo Casiel, cuando dio una estocada circular alrededor del cuerpo de Juno―. ¡Que los fantasmas te violen hasta que te llegue la hora!

 

Del círculo un tornado la envolvió originándose de ese vendaval múltiples espíritus oscuros los cuales emitían aullidos desenfrenados, como una bestia sedienta de sangre. Juno los vio horror cuando uno de esos, se le puso encima y comenzó a abrazarla tomando forma corpórea, sintiendo la doncella como una ser de piel fétida la acariciaba en sus partes íntimas y como le succionaba energéticamente toda su fuerza, mientras era violada por aquel espectro. Se sintió asqueada y comenzó a llorar, al no poder moverse debido al daño por la espada de Casiel y como sus últimos minutos solo terminaron siendo lo que más repugnaba como mujer que la mancillasen de la peor manera.

En lo más profundo de su alma deseo morir para terminar ese sufrimiento, pero algo no la dejaba estando entre la vida y la muerte, la misma sangre que emanaba de ella la hacía sentirse que su cuerpo se le estremeciera de forma extrema, pero a la vez se sentía más impotente que nunca al percibir como su cuerpo era violado.  Produciendo en ella una rabia tremenda que no quiso morir sin antes limpiar su honra por ella misma.

Entonces un aura se manifestó de la sangre de Juno, la cual produjo un cambio que despertó unos accesorios detrás de su espalda en su ropaje como largas plumas plateadas brillantes, las cuales se expandieron y le permitieron ponerse de pie, mientras ella se reponía divisó como estas emitían un sonido de baja frecuencia, imperceptible para Casiel quien no entendía como sus fantasmas eran diezmados por ver solo las plumas temblar.

 

―¿Qué significa esto? ―se cuestionó la amazona envainando su espada―. Es como si yo misma me doblegara a su voluntad.

―Con que este es el secreto de las santias ―dijo Juno al mirarse como sus heridas se cerraban―. La sangre mestiza heredada de Athena.

―No. Hasta ahora ninguna de su clase había logrado hacer arder el cosmos así, ya veo con que te has acercado al séptimo sentido con esa expansión de cosmos, pero fue solo momentánea para salvarte ―dijo Casiel cuando gritó al unísono para volver a desenvainar su espada―. ¡Si hago arder mi voluntad no podrás impedir que te ejecute con mi Excalibur!

 

No obstante, Juno volvió a hacer temblar sus plumas, pero esta vez produjo una frecuencia sonora más aguda que su rival pudo escuchar, de tal manera que ese sonido la irritó al punto de desconcentrarse cuando estaba por desenvainar su sable de cosmos, dándole la oportunidad de atrapar la espada con las manos desnudas a la doncella del Pavo Real.

 

―¿Cómo pudiste detener mi espada?

―Antes de que desenvainaras ya habías bajado la guardia ―respondió la santia plateada―. La primera vez no escuchaste mi danza infra sónica que fue para impregnarte de mí corriente de plumas para inmovilizarte sigilosamente, es un ritual armónico donde no se puede atacar.

―Solo escuche un sonido que me puso muy tensa por unos momentos…

―El segundo fue la danza ultrasónica que perfora tu cuerpo, aunque seas un espíritu, ahora puedo hacer que explotes si lo deseo, es por eso por lo que tu reacción fue lenta y me permitió alcanzar tu velocidad.

―Ya veo, pero a estas alturas no me importa desaparecer solo necesito heredar mi determinación como una asesina a una heredera digna de mi hoja, si no tienes el coraje te mataré, aunque también desaparezca.

 

El alma de Casiel volvió a levantar su brazo en señal de blandir su espada, pero múltiples puntos de luz comenzaron a brotar y expulsar un torrente como perforaciones cósmicas, mientras escuchaba un sonido de ultratumba.

 

―No me dejaste opción, este es el destello Final. Debo agradecerte estas habilidades estaban selladas debido a mi inexperiencia, pero al fin pude utilizarlas ahora que tengo el cosmos suficiente ―explicaba Juno al comprender como el cuerpo de Casiel comenzaba a extinguirse. Cuando la sonrisa de la amazona le hizo fruncir el ceño.

―Estaba en lo correcto entonces hice bien en otorgarte Excalibur la primera vez, no fuiste la única que uso un ritual.

―¿Qué dices, cuando cortaste mi hombro? ―se confundió al tocarse y comprender que solo fue una ilusión―. Era una prueba espiritual…

―Debía hacer que estremecieras tu alma para poder fortalecer tu cosmos y puedas utilizar mi espada de ahora en adelante, ahora mi Excalibur habita en tu interior, es por eso por lo que yo no moriré, sino que ahora habitaré como parte de tu fuerza ―respondió Casiel cuando termino desvaneciéndose con una expresión satisfecha.

―No solo me hiciste alcanzar mis habilidades selladas de mi cloth debido a que no tenía el suficiente cosmos, sino que también me brindaste tu Excalibur, gracias fuiste una maestra en una sola batalla ―dijo Juno al mirarse las manos.

 

Cuando se acordó que Enoc todavía permanecía estático, lo miró aproximándose sin emitir gesto alguno en su rostro, solo movió sus plumas para sacarlo de ese trance haciendo que Enoc despertara. Mientras el alma del papa se alejaba en las profundidades.

 

―¿Qué sucedió? ―se cuestionó Enoc cuando abrió los ojos y se dio cuenta que estaba en los brazos de su amiga ya en el puente.

―Dímelo tú, ¿qué es lo que viste?

―El papa me otorgó el don de la adivinación de leer las estrellas, aunque no puedo interpretar esa lengua debido a que no soy el papa, ya que para serlo primero se debe pasar por un ritual de iniciación.

―De que nos sirven entonces.

―Debo otorgárselas al futuro sucesor del sumo pontífice, para que busque a los nuevos santos y el santuario se reconstruya.

―Entonces salgamos de aquí ―dijo ella poniéndose de pie, dejando que cayera al suelo de forma brusca―. Si seguimos este sendero llegaremos a la superficie.

 

El escriba se impresionó por su reacción cuando la vio adelantarse sin esperarlo, comenzó a subir por otro camino, entonces él la siguió llegando a una cueva mucho más elevada por dentro de la montaña. Esta vez podían ver como una gran cúpula en el techo era sostenida por una plataforma donde en su centro alguien estaba postrado sosteniendo entre sus hombros todo el peso de ese inmenso Orbe, donde se podía apreciar incontables estrellas y galaxias en su interior.

Aquel hombre de rasgos caucásicos vestía unos harapos y traía cadenas las cuales no parecían ser ordinarias. Sus rasgos rubios y ojos naranjas con la mirada baja lo hacían ver como un hombre de un semblante triste y desdichado.

 

―¡Espera! ―exclamó Enoc deteniendo a Juno.

―¿Qué sucede, acaso reconoces a este hombre? ―cuestionó Juno sin darle mucha importancia―. Esta condenado si pasamos por esa plataforma llegaremos a la zona más elevada de la montaña.

―Él es el hermano menor de Leví, quien fue un gran santo dorado. Sansón de Tauro, no puedo creer que uno lo más grandes santos de oro que presumían una lealtad a Athena hayan terminado así de forma tan decadente ―reflexionaba Enoc―. Me pregunto, ¿Por qué estará aquí?

 

Enoc se acercó lentamente a él para preguntarle, llamándolo por su nombre humano. Cuando vio que ni siquiera podía moverse debido a las condiciones tan agobiantes en las que se encontraba.

 

―Ahora solo soy Kratos, ya que he muerto y he sido condenado a ser el sucesor de Atlas quien sostenía el pilar del extremo Occidente.

―Kratos el dios de la fuerza, el hermano de Zelo y Nike ―recordaba Enoc―. No puedo creer que Athena no haya tenido consideración ni con sus heraldos quienes eran sus más cercanos consejeros.

―Athena no ha sido, sino la más injusta entre las diosas. Némesis la vengadora ―corrigió el gigante―. Pequeño como has llegado hasta aquí…

―Eso no tiene importancia, recientemente estuve con tu hermano e hicimos las paces, no me imagino que destino me depara si traiciono Athena. No obstante, deseo acabar con tu sufrimiento.

―A pesar de que en vida intenté ofrecerlos como ofrendas de sacrificio a ti y tus amigos, sin duda eres producto de la sangre más benevolente de Athena.

―¿Qué? ¿Qué es lo quisiste decir con la sangre más benevolente?

―Oh no lo sabias… Pensé que mi hermano te lo había dicho ―esbozó con una pequeña mueca el gigante―. Nuestra raza de la realeza de los Nazir, solo eran producto de la simiente izquierda de la que extrajimos de la Athena anterior. No obstante, hubo algunas alteraciones y algunos nacieron con la simiente del lado derecho la línea más benefactora.

―Me cuesta trabajo creer que la diosa Athena donase su sangre para crear una raza, esta Athena que ha reencarnado es muy obstinada y moralista. No se parece en nada a como la describían en los registros del santuario.

―Debe ser porque nació del lado izquierdo, la línea más fría y necesaria para dirigir una guerra. Con el tiempo tendrá una mente como un soldado sin vacilaciones. Era lo que nosotros queríamos con mi hermano, ya que la Athena anterior era demasiado buena y por su falta de valor de no actuar antes, perdimos mucho. Lamentablemente terminamos sembrando una mala semilla ya que la misma Athena de ahora ha autorizado a Némesis para que nos confine a mi hermano y a mí a estos castigos horrorosos, sostener uno de los cuatro pilares del mundo por la eternidad me parece un sufrimiento infernal.

―Uno de los cuatro pilares del mundo…

―La tierra posee cuatro extremos, que la separa de los reinos que la rodean. Este es pilar que sostiene el Olimpo, en el reino de Poseidón yace otro que seguramente conociste, el sustento principal, en tierra sellada existe una torre que sostiene de forma inversa el reino de Hades y también existe otra en el reino de los daimon.

―Ya veo si pudiéramos encontrar esta última podríamos encontrar a Ares.

―Sembraron lo que cosecharon ―respondió Juno levantando los hombros levemente y flectando los brazos hacia arriaba―. La nueva diosa de seguro nos guiará a la victoria sin tantas perdidas.

―Pero las perdidas llegaron antes que reencarnase esta vez ―dijo Enoc―. Ahora el costo de que acabe con Ares podría significar un daño irreparable para la tierra y los humanos.

―Enoc, como no puedo escapar de mi sufrimiento al menos te pido que me alivies mi carga, por favor y a cambio puedes llevarte un cloth que podría ayudarles a formar nuevos santos ―reveló Sansón al señalar con su cara en reversa que mirase por detrás de él―. Ven y saca de mi costado sobre esas rocas una Cloth muy poderosa se esconde desde la antigüedad.

 

El escriba se acercó para ver como unas rocas en su costado de atrás tapaban una pequeña caverna muy oscura la cual parecía ser una gruta a otro pasaje. Entonces deicidio destruirlas de un puñetazo para entrar en esa caverna, donde sacó una urna de plata, la cual tenía la cara gravada de una horrible mujer con serpientes en su cabeza.

 

―¿Qué hace un cloth plata aquí?

―Este es la armadura de Perseo, yace aquí porque nadie la reclamó debido a sus poderes mágicos que son considerados muy letales incluso para los dioses. Ya que su escudo posee una magia muy fuerte que es capaz de petrificar a quien sea. Fue forjada aquí donde vivían las Gorgonas.

―¿Qué pasó con las Gorgonas, las hermanas de Medusa? ―preguntó Enoc.

―Fueron petrificadas eran criaturas muy peligrosas para dejarlas libres, vamos Enoc utiliza el escudo de Medusa en mí y petrifícame para siempre.

―Con que era eso, así no sentirás el dolor de sostener los cielos.

 

El escriba tiró de la cadena liberando el cloth en su forma object, donde pudo apreciar cómo se encontraba el escudo de medusa con los ojos cerrados en estado de reposo. Entonces lo sostuvo entre sus brazos.

 

―¿Cómo puedo utilizar el escudo si no soy su portador?

―Es probable que tengas lo necesario, ya que posees la sangre de los nazir. La cual viene de Athena y ella modificó su torrente sanguíneo para adquirir esas cualidades únicas de las Gorgonas quedándose con su sangre.

―Ya veo. Entonces lo haré.

 

Enoc tomó el escudo de Medusa ensamblándose en su brazo izquierdo, señalando al gigante seriamente, entonces cerró sus ojos y entró en contacto con su cosmos de una forma más mística. Logró abrir los ojos de Medusa en el escudo, haciendo que expulsara un resplandor mágico que petrifico el cuerpo de Sansón, lentamente hasta quedar como una estatua de mármol imponente.

Una vez petrificado, le otorgaron un minuto de silencio y después continuaron su camino subiendo el sendero, el cual recorrieron unas cuantas horas hasta que por fin dieron con la salida del monte Atlas, logrando llegar a la superficie, se detuvieron al contemplar la cima de la montaña, como se podía apreciar todo el reino de las hespérides como una isla flotante, y en la cúspide de la montaña un pilar transparente unía la montaña con los cielos como un puente. Lograron divisar que toda la montaña ocultaba el pilar que sostenía Sansón. Los dos se dieron cuenta que se si introducían en ese pilar podrían ser abducidos hacia más arriba donde llegarían al reino más celestial de todos, el hogar de los dioses el monte Olimpo.


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FANFIC: La condenación de los caballeros de Athena

Capitulo final N°66.- Publicado!

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Publicado 29 enero 2018 - 14:15

:O Qué buen cap, lo digo porque ya se van desenredando muchas cosas de la trama, como lo de que Enoc tenía que bañarse en la sangre de Juno, lo que querían los pobres de Sansón y Leví (y que les fue remal), ahi va todo encaminándose a pues un futuro cierre (supongo)

 

Si la manzana dorada de Eris estaba en Juno, ¿a dónde la llevó Athena al decirle que le mostraría dónde estaba?

 

Pensé que Juno tendría su final trágico, pero sigue viva y reforzada para un round más en la historia, muy bien. No serán pareja de cama pero sí un buen duo luchador entre ella y Enoc (tal vez)

 

Me gustó mucho eso de que vieran las prisiones de Leví y Sansón, fue mi parte favorita :D

 

Cuídate mucho y sigue así  :04:

 

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EL LEGADO DE ATENA - Capítulo 67. "Epílogo"


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Publicado 29 enero 2018 - 15:21

-pobre Juno la mandaron a la zona friends

 

-las palabras de  Seiryu estuvieron plagadas de heroísmo

 

-me agrado la mención  a  la guerra de Troya

 

-Casiel actua como una feminazi

 

-Que me late que Juno es un tanto sadomasoquista por agradecerle a Casiel 

 

-A Enoc  siempre le pasan cosas extrañas--XD


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Publicado 03 marzo 2018 - 10:14

:O Qué buen cap, lo digo porque ya se van desenredando muchas cosas de la trama, como lo de que Enoc tenía que bañarse en la sangre de Juno, lo que querían los pobres de Sansón y Leví (y que les fue remal), ahi va todo encaminándose a pues un futuro cierre (supongo)

 

Si la manzana dorada de Eris estaba en Juno, ¿a dónde la llevó Athena al decirle que le mostraría dónde estaba?

 

Pensé que Juno tendría su final trágico, pero sigue viva y reforzada para un round más en la historia, muy bien. No serán pareja de cama pero sí un buen duo luchador entre ella y Enoc (tal vez)

 

Me gustó mucho eso de que vieran las prisiones de Leví y Sansón, fue mi parte favorita :D

 

Cuídate mucho y sigue así  :04:

 

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Hola sep-girl

Oh si ya se esta aproximando los capitulos finales, así q ya se iran atando los cabos sueltos q tenia. En verdad no pensaba q ni Sansón, Leví o Casiel regresaran. Pero me gusto este regreso q los hice venir una ultima vez para mostrar como todos se arrepientes despues del castigo.

 

Athena se llevo a Eris a una trampa.

 

Creeme q estaba considerando esa posibilidad pero me fue gustando como Juno fue tomando mas independencia así q le di ese power-up como reconocimiento. 

 

Fue como un recorrido en el infierno pero a la inversa ya q fue en la antesala del olimpo. El jardin de las hesperides. Que es mas como un purgatorio.

 

Saludos. 

-pobre Juno la mandaron a la zona friends

 

-las palabras de  Seiryu estuvieron plagadas de heroísmo

 

-me agrado la mención  a  la guerra de Troya

 

-Casiel actua como una feminazi

 

-Que me late que Juno es un tanto sadomasoquista por agradecerle a Casiel 

 

-A Enoc  siempre le pasan cosas extrañas--XD

-Hace rato q ya la habian mandado, aqui se canso de llorar.

-Jaja gracias estaba inspirado en esa vez. 

-La he nombrado varias veces, poco después de la guerra de troya comienza la historia de esta guerra.

-Le agradecio q se hiciera valer mas por si misma.

-Es la esencia del personaje, es al q le pasan las abducciones y cosas mas frikis...

 

Aqui el siguiente chapter, antes de q me arrepienta de continuar XD

 

 

CAPITULO 52.- JURAMENTO DE ESTIX

 

 

Durante la titanomaquia, la oceánida Estigia fue la primera en ofrecer su ayuda a Zeus, otorgándole a sus hijos que tuvo con el titan Pallas, como sus paladines que conformarían su sequito, entre ellos Nike, Kratos, Zelo y Bia. Por eso Zeus en agradecimiento la colmó de honores e hizo que su nombre fuera sagrado, prestando por él los dioses sus más solemnes juramentos.

 

 

Dos mujeres cayeron haciendo un cráter en medio de un inmenso prado de flores preciosas que circundaban un enorme monte rocoso que ocultaba su cúspide en una espesa nube de la cual, emanaban rayos estridentes en la niebla.

Hasta ahí fue a parar las dos diosas de la guerra. Eris fue la primera en ponerse de pie, divisando que después de tanto tiempo estaba en el jardín de las Hespérides. De donde había tomado una de las manzanas de oro que crecían para convertirla en su más terrible arma que ocasionara las guerras más desastrosas para el hombre.

 

—Athena me has traído hasta aquí, donde forje mi fruto sagrado con mi propio espíritu para crear la manzana de la discordia.

—Lo sé, por ello sé que es imposible que crees otra. Ya que depositaste todo poder divino en ese fruto prohibido —dijo Athena detrás de ella—. Me pregunto si serás capaz de encontrarla estando aquí.

—¿Qué planeas?

—Muy pronto lo veras cuando comiences a experimentar toda la gloria de este lugar que has olvidado.

—¿Qué dices? ¡Ahora mismo reuniré mi cosmos para llamar mi manzana! —exclamó Eris al alzar el vuelo y por sobre algunos metros comenzar a inhalar profundamente para respirar una gran cantidad de aire.

 

 

Eris quiso absorber la energía de la discordia del lugar, esperando atraer su fruto mágico. No obstante, nada sucedió, sino que, al respirar, se quejó por dentro como si hubiese sido intoxicada por un olor desagradable para ella, pues su cara se le irritó y comenzó a sudar y toser con precipitación.

 

—¿Qué esta sensación tan despreciable para mi ser?

—Es solo el aroma natural de este jardín sagrado. Después de todo no está contaminado por las esencias de seres tan parásitos como tú. Es por ello por lo que debe resultarte probar un veneno, el respirar aquí.

—¡Maldita! —Eris se enfadó incrementando su aura—. Ahora es mi turno. Que vuestro dolor sea mi ofrenda por tu insolencia.

—¿Qué?

 

La diosa de la discordia hizo brotar desde las profundidades bastantes zarzas de la tierra, las cuales rodearon a la diosa Athena sin dejarla escapar, muy pronto se dio cuenta que estaba al medio de una increíble cantidad de enredaderas que fueron engulléndola, hasta que comenzó a sangrar al sentir su piel rozarle por algunas zarzas, divisando que tenían espinas mortales.

 

—¿Cómo es posible que tengas el control de este lugar?

—Esas espinas te irán exprimiendo toda tu milagrosa sangre hasta dejarte igual que un fruto seco, entonces con vuestra simiente en la tierra podré utilizarla para mi conveniencia para instaurar un mundo de la discordia aquí.

—Me vas a desangrar sabiendo lo que mi sangre puede hacer.

—Esta vez será diferente. Pues tu sangre está siendo fertilizada en esta tierra con mi esencia de la discordia.

—¿Qué dices?

 

La diosa Athena no entendió bien las palabras cuando se sintió mareada, y un extraño dolor le causó que cayera de cuclillas, cuando la vista le daba vueltas. Al tocar la tierra experimentó un descenso de dejarse llevar, mientras las enredaderas la abrazaban para sumergirla en unas arenas oscuras que había en su centro, producto de donde estaban las Evil Seed. La diosa de la discordia planeaba usar el cuerpo de Athena como una fuente de energía. No obstante, antes de que pudiera acercarse, una flecha negra la hizo retroceder.

 

―Reconozco vuestra flecha de la venganza, sal de ahí Némesis ―dijo la diosa de la discordia.

 

Cuando de entre unas nieblas oscuras, se comenzaron a palpar moldeando una figura femenina de una doncella de coleta oscura y piel albina envestida con una vestimenta platinada de preciosos ornamentos de bordados de oro en los hombros con un atrevido ropaje entre las piernas.

 

―¿Qué haces vistiendo un cloth de plata? ¿Cuál es tú juego en ese cascaron?

―Lo mismo debería decir yo, por qué has escogido a una santia. Si mal recuerdo ese es el cuerpo de Shedar de Casiopea según las memorias de mi receptáculo ―respondió Némesis refiriéndose a Pallas―. Lo siento, pero no puedo permitir que mates a Athena.

 

La diosa de la guerra que había quedado envuelta en un capullo de espinas que le hizo perder la conciencia, dejando solo a Némesis contra Eris, usando el cuerpo de dos de sus santias.

 

―Tengo entendido que tu función es ser una vengadora del mundo de los humanos, castigas como una jueza implacable los pecados desmesurados de ellos. ¿Por qué no vas a castigarlos y me dejas en paz?

―Si ellos se comportan así es producto de vuestra esencia de desobediencia ante los dioses, es por eso por lo que los castigo, por ser débiles ante la tentación de sus deseos mundanos. Por ello que esta vez haré algo por esos seres de barro para que no vuelvan a desobedecer a los dioses. Si te otorgo esto, podrás recuperar toda tu divinidad y te irás de aquí al mundo de los daimon para no regresar jamás ―explicaba Némesis cuando le enseño que traía un fruto rojizo con una corona verde, el cual reconoció como lo que más estaba buscando.

―¿Cómo la has adquirido? ―se preguntó acercándose cuando ella la alejo―. ¡Dámela, deprisa! Con mi manzana ya no tendré que estar subordinada a Ares, podré hacer lo que me plazca.

―No tan rápido, quiero que hagas un juramento por Estigia de que no volverás al reino humano si te la doy ―sentenció Némesis solemnemente―. ¡Ahora jura!

―Maldita, sabes bien que la palabra de los dioses empeñada por Estigia es un juramento inamovible ―reprochó Eris rechinando sus dientes―. Me sería más fácil quitártela de las manos.

―No podrás, te lo puedo asegurar. Mi espíritu en este reino me hace inmortal mientras respire el aire sagrado del Eter. Por el contrario, aunque lo ocultes tu cosmos ha comenzado a disminuir gradualmente aquí, Athena hizo bien en traerte tarde o temprano perderías. Ya que estas en un reino de alta frecuencia, distinta a la que tu alma acostumbra a vibrar en un reino mundano de baja frecuencia ―reveló Némesis con una mueca―. Sera mejor que jures.

―Está bien ―decretó Eris―. ¡Juro por Estigia que si me das mi manzana no volveré a pisar el reino humano!

 

Entonces Némesis se le acercó para entregarle su fruto, con el que Eris se regocijó al poseerlo entre sus manos. Produciendo que cambie su tinte rojizo a una cascaron de oro. El cosmos de Eris se expandió a niveles globales, con el que pudo incluso cambiar la atmosfera de ese lugar sagrado a unas negruzcas tinieblas y con un fétido olor a sangre.

 

―¿Qué crees que haces? Márchate de una vez.

―Dijiste que jurara no volver a pisar el reino humano, pero no dijiste nada de este jardín. Por lo que ya no tienes jurisdicción sobre mí ―emitió una sonrisa diabólica la diosa maligna cuando alzó su manzanada dorada―. ¡Ahora serás tú la que se doblegue a mi voluntad!

 

Cuando Eris comenzó a vociferar una lengua inentendible para Némesis la inmovilizó por completo. Provocando que cayera de rodillas mientras su cuerpo respiraba con dificultad.

 

―¡Oh no, eres una desgraciada! ―dijo Némesis al sentir que se ahogaba por dentro―. ¿Qué me vas hacer?

―Quiero que seas tú la que se encargue de hacer caer a los humanos en la corrupción como yo no estaré más ―respondió ella dándole un beso a su manzana―. ¡Ahora júralo tú por Estigia!

 

De alguna forma pareció obedecerle cuando Eris acercó su manzana con su telequinesis para que la besase y sellara el trato, sin que Némesis se retractara. Ella también beso la manzana sintiéndose ultrajada, se arrodilló al sentirse impotente mientras la vista se le nublaba por primera vez se sentía tan vulnerable como una humana. Quedando estática por la confusión del momento.

 

―Bueno ya no tengo nada más que hacer aquí, ya que me repugna seguir respirando en este lugar, regresaré a mi hogar.

―¡Espera! ¡No puedes irte sin haber devuelto el cuerpo de mi doncella! ―dijo una voz desde las enredaderas, el capullo de espinas se despedazó con una explosión de cosmos luminoso desde el interior―. ¡Debo ser yo la que te que expulse de una vez por todas!

―¡Athena! ―exclamó Eris―. Sigues con vida.

―No puedes pretender acabar conmigo de forma lenta y dolorosa, eso será tu más grande error, ya que siempre regresaré más fuerte ―dijo Athena al encender su cosmos de golpe todavía con más intensidad que la última vez―. ¡Ven a mí escudo de la Justicia!

 

La diosa de la sabiduría hizo aparecer un enorme escudo circular de oro sobre ella, el cual sostuvo por detrás fortaleciendo su cosmos con su arma mientras Eris no daba crédito a lo que veían sus ojos, un destello que la encandiló en seguida. Pues una increíble estela de luz fue emitida desde el escudo dorado, con el que hizo expulsar el alma de Eris de la joven santia que portaba la cloth de Athena, pero no solo eso, sino que regresó también a su color original la sagrada armadura de la diosa haciendo que las Evil Seed introducidas se desvanecieran.

Solo quedó una amalgama de nubes oscuras como residuos del cuerpo poseído, de la cual una cobra alada se materializó de esas espesas nubes. Mientras el cuerpo de la joven doncella cayó inconsciente retomando su color original, el de una joven de lacios cabellos marrones y piel blanquecina.

 

―Ese es tu verdadero aspecto, Eris.

―¡No puedo creerlo! ―espetó la diosa irritada―. En tan solo un instante, fue más rápido que la luz y me desterró de mi cascaron, pero no solo eso, sino que destruiste mis semillas malignas de tu Cloth, cómo pudiste hacerlo tan fácil.

―Eso es porque mi cosmos evolucionó y pudo superar al tuyo para doblegarlo, sino no lo hubiera podido hacer ―aclaró Athena―. ¡Ahora lárgate de aquí para siempre!

―Maldita, te odiaré por siempre, pero, aunque regrese a mi hogar. Tarde o temprano volveré algún día.

 

Dijo la serpiente introduciendo en la tierra y desapareciendo su esencia maligna de ahí, como si se hubiese teletratransportado a otro plano. Entretanto Némesis se reincorporaba, Athena la miraba de una forma diferente al verla desde las alturas.

 

¿Qué has estado haciendo mientras yo necesitaba ayuda? ―interrogó Athena con desconfianza.

―Yo he estado buscando la manzana de Eris para que la detuvieras, sabía que no recordabas donde la sellaste, así que me puse a observar hasta que la encontré para ti ―explicaba al ensañarle que había recogido la manzana aprovechando la conmoción entre las diosas de la guerra―. Eris me ha hecho jurar castigar a los humanos y eso también te incluye a ti Athena, ya que posees un cuerpo de su especie.

 

Némesis sonrió emitiendo un rostro demencial, debido a que sus mejillas estaban ruborizadas y su pecho se le estremecía, mientras sostenía el fruto dorado el cual levantó atrayendo la vista de Athena hacia él.

 

―Athena ahora es tu turno de hacer el juramento en nombre de Estix, si no lo cumples serás castigada por el mismo Zeus ―dijo Némesis acercando la manzana la cual emitía un aura dorada―. ¡Jura que conquistarás todos los reinos hasta imponer un nuevo orden sobre Olimpo!

―¡No lo haré, mi intención no es esa! ―exclamó Athena sintiéndose mareada al ver como su entorno parecía darle vueltas―. La manzana está nublando mi juicio…

―Te hará cumplir el juramento aun en contra de tu voluntad divina ―musitó Némesis esbozando una mueca―. Con la manzana obligándote a jurar, estarás condenada y perderás toda tu condición divina si no obedeces.

―¡Te dije que no me obligarás a nada! ―clamó con ímpetu en sus palabras, cuando una fuerza abrazadora se apoderó de ella y la hizo alterarse emocionalmente emitiendo un grito desgarrador que se escuchó en todo el huerto sagrado―. ¡Ningún fruto logrará persuadirme!

 

Esas palabras hicieron eco en todo su ser, cuando una fuerte vibración la convirtió en un ser repugnante, volviendo a tomar la apariencia de un demonio Gorgonio. Su piel se convirtió en escamas, sus dientes en colmillos, las iris de sus ojos se volvieron las cuencas de una serpiente, y sus uñas, se hicieron largas garras con aspecto semejante a Medusa.

La diosa de la venganza concluyó que ese fue el castigo de los dioses por no obedecer el juramento sagrado. Athena había perdido su divinidad y habría sido convertida a lo que más odia, entonces Némesis decidió darle fin, desenvainando su látigo de fuego con la que estranguló a todo su cuerpo, teniéndolo a su merced como un capullo, entonces desenvainó una espada de cosmos purpura oscuro con la que pensaba rebanarla, igual que Perseo lo hizo con la Gorgona. No obstante, en el momento de bajar su espada, esta fue frenada produciendo una fricción como si dos espadas muy afiladas chocaran, contra el brazal derecho de una joven doncella de ondulados rizos castaños, vistiendo armadura platinada con largas y finas plumas llegó para detener la decapitación de Athena.

 

―Tú eres… ¡La santia que tenía la manzana en su interior!

―Juno. Juno de Pavo Real, es mi nombre ―declaró la doncella, cuando dio una voltereta en el aire originando una onda de choque con sus piernas, como si fuesen afilados ráfagas cortantes―. ¡Danza de Excalibur!

 

La onda de aire imprimido hizo retroceder a la diosa una distancia prudente, entonces desde las nubes vio venir como un dragón dorado bajaba surcando los cielos, le impactó con una fuerza torrencial que alcanzó a detener con sus manos clavándose aun mas en la tierra, produciendo un pequeño cráter.

 

―¿Cómo lograron escapar del monte que ni los dioses pueden hacerlo? ―se cuestionó Némesis―. Malditos humanos me irrita que no sigan las ordenes divinas.

―Digamos que una revuelta de tus prisioneros nos permitió salir para vengarse por tus injustos juicios ―dijo una voz varonil desde atrás―. Hemos venido a enjuiciarte a ti, la misma diosa de la venganza.

―Enoc. Hazte cargo de Athena, yo me ocuparé de ella ―dijo Juno colocándose en una posición ofensiva.

―Ni, aunque uniesen sus cosmos me vencerían. Humanos desobedientes como vosotros, merecen el peor castigo ―gritó una colérica diosa alzando el vuelo―. ¡Caigan al infierno por ser unos esclavos rebeldes!

 

La diosa volvió a desenvainar su espada cósmica con mas fuerza oscura, cuando antes de que pudiera cortar a Juno, atravesó el cuerpo desnudo de Enoc, quien no traía una armadura, solo vestía las ropas de un prisionero desde que salió del Cabo Sunion. Quedó con los brazos extendidos hacia los lados, emitiéndosele un chorro de sangre que mancho todos sus alrededores.

 

―Estúpido mortal, te interpusiste a costa de tu vida.

―No lo hice para salvarla, sino que aproveché el momento para sellar tu espada. Ahora ya no podrás usarla ―respondió Enoc con una sonrisa al tener la mano de la diosa dentro de su pecho.

 

La diosa se dio cuenta que no podía sacar su mano, cuando una ráfaga cortó su muñeca, siendo no otra mas que Juno quien saltó por detrás, sorprendiendo a la diosa, clamando un gritó de agonía al ver como había perdido su mano derecha. Entonces el escriba sacó la mano de la diosa de su cuerpo, volviéndose a regenerar lentamente el hueco que le quedó en el abdomen, como si fuese reconstruido por una corriente mágica que le hizo quedar con su cuerpo completo de nuevo.

 

―¡No puede ser! ¡Haz adquirido la inmortalidad!

―No necesito una armadura para seguir protegiendo mi cuerpo, mientras tenga en mi interior la habilidad de Prometeo para regenerar mis células ―explicaba Enoc―. Ataca cuantas veces seas, yo seré tu escudo Juno y tú mi lanza.

―Es una combinación perfecta ―añadió la santia, cuando volvió a emitir su ráfaga cortante, pero la diosa alcanzó a esquivarla.

―Me han tomado por sorpresa, pero ya he visto suficiente para saber como tratar con ustedes ―agregó la vengadora volviendo a tomar una postura mas serena―. Aunque hayan adquirido nuevas habilidades, siguen siendo solo humanos.

 

Némesis comenzó a incrementar su cosmos tanto que parecía cubrir todo el huerto con su aura, empezando a distorsionar los hermosos cielos en una espesa nube de tinieblas las cuales pareciesen que pudiesen palpar debido a lo densas que se manifestaban. Comenzaron a emitir una oscura y espesa bruma por todos los cielos.

 

―¿Qué es eso? ―se cuestionó Enoc asombrado por las oscuras tinieblas que iban a consumirlo―. Haz convocado un agujero negro…

―Lo partiré en dos con mi nueva técnica ―dijo Juno al desenfundar sus ráfagas cortantes en forma de hoja afiladas.

 

Cuando llegaron a aproximarse las ondas de Excalibur desaparecieron en el interior de esas tinieblas, sin que nada sucediese. Entonces el escriba decidió probar con su técnica heredada también, expulsando desde un gancho hacia los cielos, un dragón ascendente de color dorado. Sin embargo, también fue engullido por la oscuridad con vida en los cielos.

 

―Mi Dragón Volador no sirvió de nada.

―Es inútil, no importa que hagan, aunque destruyeran un universo en su interior no sucedería nada y serian devorados tarde o temprano por la oscuridad ―empezó a alzar los brazos para alabarse a si misma―. Esta es mi máxima técnica. Como la hija de la noche, puedo abrir una abertura al mundo de mi madre. ¡El llamado de Nix!

―Eso quiere decir que eso es un dios sin forma ―Enoc se asombró encogiéndose de hombros, no importase que fuese un humano inmortal o fuesen dioses, serian engullidos por una diosa primigenia―. No puedo creer que sea capaz de hacer algo así.

―¿Qué quieres decir? ¿Acaso no podremos destruir esa oscuridad?, Aunque tuviésemos las armas de Libra…

―Exacto ni la misma Athena podría escapar de la oscuridad de la diosa de la noche ―añadió Némesis riendo de forma demencial, cuando su cuerpo se tensó y todo el tiempo se detuvo―. ¡Las tinieblas, el huerto, todo el espacio están paralizado!

 

De pronto de la misma cabeza de Némesis un bulto desde su nuca salió como un tumor le creció, comenzando a formarse el rostro de una mujer. Quedando el cuerpo de la diosa con dos caras y totalmente paralizado. Un nuevo cosmos eclipsó todo.

 

―Estaba esperando esta oportunidad, Némesis ―dijo su nuevo rostro con el que compartía su cuerpo―. Que bueno que dejé un residuo de mi conciencia en tú cerebro. Ahora que haz consumido todo tu cosmos en una técnica que no controlas del todo, estas a mi merced.

―Esa voz… ¡Gyné de Géminis! ―reconoció frunciendo el ceño, la diosa totalmente asqueada al sentir que tenia a una humana compartiendo el mismo cascaron―. No es posible, que cosa tan repugnante has hecho maldita…

Aunque haya perdido mi cuerpo, ahora no lo necesito si puedo controlar tu cerebro, debido a que tu cosmos esta ocupado originando esas tinieblas ―explicaba Gyné cuando de su cuerpo la armadura de Noctua se desacopló volviendo a su modo object―. No tienes derecho de usar la cloth del Búho tampoco.

 

La diosa se molestó al punto de intentar expulsar a esa aberración sobre su nuca, pero por alguna razón no tenia forma de ejercer presión, su cabeza le dolía a un nivel extremo, y con su cosmos concentrado en la abertura de Nix. Todo su organismo se encontraba a disposición de la última de las amazonas, la cual siendo la mas hermosa había resultado ser la mas peligrosa debido a sus terribles habilidades psíquicas sobre el cerebro humano que había desarrollado durante toda su vida.

 

―No importa, crees que porque esté paralizada y sin protección esos dos humanos podrán vencerme ―le cuestionó Némesis cuando desde sus oídos y su boca comenzó a expulsar una sustancia oscura, la cual se separó del cuerpo de Pallas como un parasito.

 

La masa uniforme tomó la apariencia de un ser mitad humano y mitad dragón de hermoso semblante femenino, su parte superior tenía pechos y rostro de mujer, pero con una lengua bípeda, con extensas alas y en vez de piernas, traía una cola de serpiente. Todo un cuerpo de enormes proporciones que con su sombra podía cubrir toda la montaña del huerto. Mientras del cuerpo de Pallas, cayó al suelo aterrizando solo con su vestido blanco de doncella. Volvió a tener solo un rostro.

 

―Ese es el verdadero aspecto de Némesis. Es un monstruo.

―Igual que su diosa ―contestó con una atronadora voz femenina―. Acaso no es Athena una Gorgona horrible…

―Observa bien, lo que tus ojos te hicieron ver fue solo una ilusión ―dijo Pallas con la voz de Gyné, poniéndose de pie, ya sin tener nada en su nuca―. Desde que desperté te he distorsionado la realidad.

 

La doncella le mostró que tenia el fruto dorado en sus manos, permitiéndole ver que la diosa solo vio lo que quería ver, pues Athena estaba inconsciente con su cuerpo humano. La diosa de la venganza se dio cuenta que Gyné estuvo manipulándola utilizando la manzana de Eris a su favor. Entonces desencadenó toda su ira con un rugido que se emitió con un terrible viento que descargó sobre todo el huerto, siendo incluso capaz de arrastras a Enoc, Juno y Pallas hasta los cielos a punto de caer sobre la entrada a las tinieblas cuando tres burbujas los envolvieron deteniendo el curso de la cólera de Némesis.

Athena había despertado. Impregnando todo su cosmos vio con desprecio a la diosa de la venganza, repugnada por su verdadero aspecto comenzó a encender su aura, llamando a su cloth por primera vez, utilizando su armadura sobre la misma diosa que le enseño a pelear.

 

―Athena tú también no te comportas como deberías, siguiendo el destino que tracé para ti, te dejas llevar por emociones terrenales.

―Némesis ese es el aspecto de tu espíritu, puedo ver que has estado dejándote llevar por emociones mundanas también, que tienes con mis santos y mis santias.

―Nada, solo su conducta me irrita y eso me causa mucha ira. Soy la diosa que castiga la desobediencia después de todo.

―No puedes engañarme, ahora que he evolucionado he recordado que tú no formas partes de mi cuarteto de concejeros ―corroboró la diosa de la guerra, tomando una postura de mirada sigilosa―. ¡¿Por qué me entrenaste y cuál es tu objetivo?!

 

La colosal mujer dragón esbozó una carcajada como respuesta cuando un rayo de cosmos finísimo atravesó su frente, como si hubiese detonado un golpe que conmocionara todo su sistema nervioso, claro si lo tuviera ahora solo era un espíritu. Viendo con dirección que no había sido otra más Gyné en el cuerpo de Pallas.

 

―Satan imperial ―clamó ella, mientras sostenía el fruto de la discordia―. Ahora utilizando esto, el golpe demoniaco es incluso capaz de afectar el espíritu de un dios. ¡Ahora, habla!

―Es verdad no soy tu concejera, solo te adoctriné como siempre quise para vengarme de tu maestra ―declaró la diosa de dragón―. Digamos que soy como tu tía malhumorada.

―¿Qué dices?

―Todavía no recuerdas lo más importante, y eso está a mi favor. Athena termina el camino que tracé para tu divinidad, con eso te aseguro que perdurarás como diosa. Pero si no lo haces tu nombre se perderá para siempre.

―No puedo entenderte, dices que tengo una maestra... ¿Quién es?

―No solo eso, también tenías a un condiscípulo.

―Te refieres a que mi maestra tenía más de un discípulo.

―Ya no te diré más, el efecto ha desaparecido. Ahora me apoderaré de tu cuerpo ―clamó el alma de Némesis cuando se le acercó para devorarla con sus fauces―. ¡Serás mi nuevo receptáculo!

 

Sin embargo, al punto de abrir su enorme mandíbula, fue atravesada por un potente rayo de luz

incandescente, tan abrumador que salió elevándose mientras se quemaba en esa tremenda energía que la hizo caer en la distorsión de Nix.

 

―¡¿Qué esto?! ―clamó el espíritu de Némesis ardiendo, perdiéndose en el abismo en una luz incandescente―. La luz de un big-bang original.

Siente el sonido de mi voz, mi máxima técnica es una destrucción de masiva capaz de destruir un universo y dar vida a otro ―dijo la diosa Athena, al quedar con el brazo extendido mientras descargaba todo ese rayo aniquilador hacia los cielos―. ¡Esta es la exclamación de Athena!

 

Clamó Athena potenciando aún más su fuerza, mientras las tinieblas se perdían en la luz, pero la distorsión no se cerró. La diosa cayó desplomándose, entre tanto la doncella Pallas se elevó a los cielos como si estuviese levitándose, se posicionó en el centro de la distorsión, mientras su aura rodeaba el borde.

 

―Por fin se fue esa diosa desgraciada, ahora váyanse yo me haré cargó de cerrar esta distorsión ―dijo Gyné en el cuerpo de Pallas tratando de minimizar la abertura con dificultad―. Si no lo hago es posible que se engulla todo el huerto de las Hespérides, lo único que lamento es que me llevaré también la vida de Pallas. Oh quizás no tanto…

 

Esbozó una pequeña mueca Gyné al recordar al santo de Sagitario, mientras veía como las burbujas que contenían a Enoc y Juno se movilizaban dirigiéndose por el puente arcoíris que conectaba con la tierra, mientras la hija de Zeus se puso de pie, recogió el cuerpo de Shedar de Casiopea inconsciente, ahora libre del Espíritu de Eris. Mirando con resignación aceptó que Gyné se estaba sacrificando por un bien mayor y siguió su camino.

 

―Adiós Athena. Adiós Andrós. Ahora es tu turno de vivir viendo en la luz del sol, por lo tanto, es tiempo de liberarte por completo. ¡Ese es mi último juramento!

 

En el punto en que solo quedaba una pequeña distorsión del tamaño de su cuerpo, la doncella comenzó a desfragmentarse, mientras la distorsión se desintegraba hasta desaparecer por completo. No obstante, a cientos de kilómetros de años luz de distancia, en la cordillera del Himalaya. Bajo la torre de Jamir. Un joven de tez blanca y cortos cabellos rubios dormía plácidamente recuperándose después de que su cuerpo hubiese sido sometido a una delicada cirugía para sanar sus heridas, por el santo de Aries. Quien estaba a su lado sentado cuando algo perturbó su mente.

 

―¿Qué esta energía sigilosa? ―se preguntó así mismo, poniendo sus ojos con una tonalidad blanca, cambiando su visión a una amplitud subatómica, percibiendo pequeños organismos vivientes que viajaban directo a su paciente―. Siento un cosmos semejante al de Andrós de forma microscópica.

 

Entonces él despertó emanando un cosmos colosal que iluminó toda la torre como una gran columna de luz, llamando la atención de los habitantes y de Oannes de Piscis que estaba pescando un poco más alejado.

 

―Tú eres Surt de Aries…

―¿Andrós qué fue eso? Sentí que algo se gatilló dentro de ti al recibir esos organismos imperceptibles.

―¿Organismos?

―Observa bien tu cuerpo ahora es distinto ―le tomo la muñeca, otorgándole una visión compartida para que viera como su cuerpo estaba en constante mutación biológica

―Es como si fueran pequeños orbes en mis células.

―Sabes qué son esos organismos dentro de tus células ―al ver que no respondió Surt hizo una pequeña pausa―. Se llaman mitocosmos.

Creo que una vez escuché sobre ellas…

 

Viajando en su infancia mientras aun no compartía el mismo cuerpo con su hermana hasta que sucediera ese extraño fenómeno que los mutara en el templo de los gemelos, alternando sus cuerpos de día y de noche. Andrós en esa época no tenía problemas con su hermana mayor. Gyné quien solía estudiar mucho el cerebro y el cuerpo humano.

 

Andrós estaba una vez esforzándose demasiado en su entrenamiento, cuando aun era muy prematuro para su edad tales proezas, se encontraba concentrando una gran cantidad de cosmos en sus manos. Cuando al no poder soportar tanto la energía acumulada la detonó de golpe, quedando atrapado en esa explosión, saliendo volando y quedando muy mal herido, siendo visto por su hermana que acudió de inmediato a verlo.

―¿Qué crees que hacías al incrementar tanto el cosmos de esa manera?

―Por un momento sentí que podía controlarlo, pero algo paso que mi cuerpo no lo toleró y tuve liberar toda la energía de forma inestable…

―También me di cuenta por un momento ―dijo ella, sorprendiendo a su hermano―. De alguna forma estamos conectados, cuando vuestro cuerpo vibra en el cosmos el mío también lo hace.

―¿Quieres decir que tú sentiste como el cosmos recorría cada célula de mi cuerpo?

―Así es, puedo percibir que nuestros organismos son como uno solo y arden cuando usamos el cosmos al máximo ―aclaró Gyné al estrecharle la mano―. De seguro son los mitocosmos en nuestras células. Las que vibran en nuestros cuerpos a esa alta frecuencia.

―¿Mitocosmos en nuestras células?

―El maestro Dastan me lo explicó una vez. Son organismos microscópicos que habitan en nuestro cuerpo, todos los seres humanos los tenemos, entre más mitocosmos haya más aptitud tendremos para usar el cosmos.

―Ya veo entonces mi cuerpo debe poseer una gran cantidad de esos organismos. Pero no los puedo ver, solo sentir…

―Exacto, nosotros los santos dorados nacimos como prodigios para utilizar el cosmos debido a que tenemos una gran cantidad de mitocosmos en nuestras células ―fundamentó Gyné, ayudándolo a ponerse de pie―. Desde nuestro nacimiento somos concebidos así, pero como somos gemelos es probable que durante nuestra gestación se haya concentrado una cantidad anormal de la ya alta cantidad que tenemos como un santo dorado.

―Entonces es probable que cuando estábamos unidos en el vientre de nuestra madre, hayamos tenido el doble de esa alta concentración de mitocosmos ―se encogió de hombros Andrós, pensándolo detenidamente―. Si fuéramos uno, me pregunto qué tan fuerte seriamos.

―Un prodigio entre los mismos santos de oro, pero lamentablemente nuestras mitocosmos se dividieron a la mitad para que pudiéramos vivir. Ya que no creo que nuestro cuerpo humano resista tal anomalía.

―Gyné, tú crees que sea posible algún día poder utilizar esa fuerza entre los dos como uno solo ser ―le preguntó su hermano muy emocionado―. ¿Cómo podría ser posible?

―No lo sé hermano, pero creo que, si uno de los dos pudiera depositar en el otro sus mitocosmos, este moriría y es probable que él que reciba también cuando haga arder todo ese cosmos que es muy excesivo para un humano.

Esas ultimas palabras le hicieron eco en el interior en el joven de cabellos rubios, mientras observaba las palmas de sus manos sintiendo su fuerza interior.

 

 

De vuelta al presente, Andrós estaba concluyendo algo que su hermana quizás siempre supo cómo, pero lo mantuvo en secreto. Como enviarle sus mitocosmos para su cuerpo, es por ello por lo que sentía como si su interior convulsionara y necesitara liberar tanta energía. Ahora era como una estrella en constante flujo.

 

―Gyné este fue tu ultimo regalo, eso quiere decir que has muerto ―musitó él cerrando sus ojos, mientras caminaba saliendo de la torre.

 

Entonces fue recibido por Oannes de Piscis quien lo miró en silencio, viéndolo con atención no le dijo nada, solo lo dejo seguir su camino, comprendiendo que algo había cambiado en él.

 

―Ya veo finalmente ha nacido el mas fuerte entre los santos dorados. Quizás sea un designio divino.

―¿De qué hablas Oannes? ―cuestionó Surt.

―Durante mucho tiempo, siempre me otorgaron ese titulo a mí ―esbozó una mueca―. No obstante, algo me decía que no era el indicado para ser reconocido como el más fuerte.

―Entonces ahora Andrós es nuestra mejor opción para terminar esta guerra santa.

―Sin embargo, aún debe perfeccionarse ―dijo Oannes al empezar a seguirlo―. Me lo llevaré a la isla Kanon para que pueda aprender a cómo utilizar toda su nueva fuerza. 

―Puedes ayudarme una vez más ―le pidió Andrós sin voltearse.

―Vuestra comprensión del cosmos en ti debe ser entendida para utilizarla por la justicia, ese será quizás mi última contribución en esta guerra.

―¿Por qué lo dices? Tú también piensas sacrificarte acaso… ―añadió Andrós botando una lagrima.

 

Finalmente, los dos desaparecieron en el horizonte, yéndose a la velocidad de luz. Aparecieron a los pies de un gran volcán donde parecía estar deshabitado solo se percibía unos olores nauseabundos a los alrededores, es ahí donde comenzaría el nuevo entrenamiento de Andrós para comprender su nuevo poder.

 


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FANFIC: La condenación de los caballeros de Athena

Capitulo final N°66.- Publicado!

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Publicado 03 marzo 2018 - 16:13

-buena historia la de la oceánida Estigia

 

-Athena como de costumbre siendo usada como una fuente de energía--XD

 

-Eris  y su obsesión por la manzana es como gollum y el anillo--XD

 

-Eris  es muy tramposa al hacer tratos

 

-La diosa de la venganza actua como una feminazi

 

-Enoc si que se ha vuelto poderoso

 

-lo de los mitocosmos creo que te inspirastes en star wars

 

-Que me late que Andrós en el proximo capitulo podra lanzar las 12 tecnicas

doradas al mismo tiempo y pelear sin corazon --XD

 

-buen fic

 

PD:

 

se te invita  a participar en la siguiente dinámica:

 

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