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LEYENDAS URBANAS!!!


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35 respuestas a este tema

#21 Guest_LuisRiddle_*

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Publicado 30 noviembre 2003 - 22:28

Accidente con el elefante de un Safari Park.

Los protagonistas de la siguiente historia son un matrimonio conocido de un vecino de la antigua casa de mis padres, y el hecho leyendoso es el siguiente:

El matrimonio que va al Safari Park de Madrid. Como sabreis allí los animales están sueltos y tú, desde tu coche, los vas viendo mientras recorres el parque. El caso es que llegan a la zona de los elefantes y la mujer, en un acto de cariño hacia estos mamíferos enormes, y haciendo caso omiso al letrero que advertía en enormes caracteres rojos NO DAR DE COMER A LOS ANIMALES, decide darle al elefante una suculenta y roja manzana que lleva en el bolso.

El animal la ingiere con gran placer y decide rebuscar con la trompa por el interior del vehítrasero por si hubiese más frutas.

La señora, como es natural, se asusta y decide subir la ventanilla, con tan mala fortuna que pilla la trompa del paquidermo. El animal, entre dolorido y furioso, la emprende a golpes con el coche y lo zarandea asustando a sus ocupantes y dejando el utilitario familiar bastante deteriorado.

Para suerte de la pareja, en ese momento aparece por allí el encargado del parque en uno de esos jeeps todoterreno, consigue calmar al elefante y rescatar al sufrido matrimonio. Dicho encargado, intentando de alguna manera compensar a la pareja por tan terrible susto, los lleva al bar del Safari para que tomen algo y le relaten lo sucedido. El hombre, que aun no está del todo recuperado, ingiere varios coñacs de un trago para calmarse, y ya, un poquito más tranquilo, decide volverse para casa.

Todo parece que va a terminar bien, cuando, a la salida del Safari, la policía detiene el vehítrasero viéndolo en tan mal estado. Los agentes preguntan por lo sucedido y el hombre relata con detalle el desafortunado encuentro con el paquidermo. Ambos policías se miran a la cara con extrañeza y uno de ellos se dirige al coche patrulla y al volver trae consigo uno de esos aparititos para hacer el control de alcoholemia que curiosamente tenían por allí. EL hombre sopla confiado y por culpa de los coñacs da positivo. La multa final y lo que le suceda al matrimonio queda a gusto del que lo cuenta (desde retirada del carnet por X años hasta atención psiquiátrica para el señor y su mujer).


#22 Guest_LuisRiddle_*

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Publicado 30 noviembre 2003 - 22:31

El enano suicida

Como comentamos en nuestra cabecera, esta leyenda se sale un poco de las típicas leyendas urbanas, pero nos ha parecido conveniente incluirla porque le sucedió realmente a alguien que conocemos.

Bueno, no conocemos a los mismos protagonistas de la historia, pero la prima de una amiga de ellos viene de vez en cuando a tomar café con nosotros. Bueno otra vez, la amiga no lo es realmente de ellos, sino de la hija de la carnicera del pueblo donde sucedieron los hechos, así que son fuentes de absoluta primera mano.

La historia es la siguiente, tal cual salió de los labios del protagonista:

" Todo comenzó una tarde de verano, en la que mi familia y yo nos disponíamos a asistir a la boda de mi prima en un pueblecito. Pues bien, despues de una boda un tanto aburrida y un banquete a reventar, por no hablar de las copas que llevaban en el cuerpo, de lo que yo me declaro inocente (no me gusta el alcohol) nos ocurrió algo sorprendente.

Íbamos directos a casa (o sea a la capital) por una carretera algo oscura del pueblecito este, y de repente el coche que hay delante de nosotros da un volantazo y se mete en el carril contrario, sin saber qué caño pasa hacemos nosotros lo mismo, percatándonos despúes de que lo que había en la carretera era algo extraño. Paramos el coche, saliendo todos del mismo muy asustados, comenzamos a correr por la carretera para ver que era aquello. Pues bien aquello de repente lo vimos de lejos levantarse,¡era un enano! que salía corriendo en dirección al cementerio del pueblo. Y a todo esto la carretera y el campo más oscuros que todas las cosas. Despues de tranquilizarnos por el susto, hablamos con la policía del pueblo y nos informó que el eneno era un suicida y que acostumbraba a dar esa clase de bromas a los conductores. Y yo pienso si lo llegamos a coger cuando iba camino al cementerio se le quitan las ganas de dar sustos a nadie."


#23 Guest_LuisRiddle_*

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Publicado 30 noviembre 2003 - 22:34

La importancia de esta historia tiene más que ver con un embarazo que con otra cosa, pues quien vivió esto, estaba encinta cuando le ocurrió.
María (obviamente ése no es su verdadero nombre) quería aprovechar la tranquilidad de su embarazo para escribir una novela sobre brujas. Tras ir a la biblioteca a recoger datos, se enteró de que en su pueblo habían puesto una tienda esotérica, y decidió ir allí a investigar. En aquel lugar pequeñito había de todo, pero no la información que ella buscaba. La dueña, sin embargo, le dijo que podía ayudarle porque ella era bruja... en el buen sentido de la palabra, claro. Le explicó que no todas las brujas son malas y que generalmente, como ella, haberlas haylas, y le habló de sus reuniones, sus conocimientos y otras curiosidades...
No obstante, pasado un buen rato, la bruja le dijo a María mirándole la barriga las siguientes palabras: "vas a hacerme un favor: estás embarazada y ahora mismo eres una puerta al más allá, así que no hables de brujas, no pienses en brujas, escríbele un cuento bonito a tu hijo pero olvídate de ellas ¿vale?". Luego le dijo con cierto temor que aquello se lo decía porque se le habían puesto todo el cuerpo con piel de gallina y ese no era un buen presagio.
María se marchó a casa más alucinada con la historia que otra cosa, y tras contarlo un par de ocasiones luego se dedicó a escribir un cuento para su aún no nacido hijo donde, obviamente, no habían brujas.
Pasó el tiempo y la barriga creció más. Ya estaba incómoda, y si tengo que ser sincera, ella siguió contando la historia de las brujas a mucha gente, entre otras tantas, a mí....
Una noche tuvo una pesadilla muy extraña y según me contó, el miedo que había pasado era el pánico que sienten los niños cuando creen que hay algo debajo de la cama. Cuando despertó de la terrible pesadilla (cuyos detalles conozco pero para no alargar la historia no relataré) vio en la penumbra de la habitación que su marido dormía plácidamente. Sólo ella estaba agitada.
Y le costó tranquilizarse, pero ... ¿por qué?... porque unos rostros que tan sólo ella podía ver, con malicia en su mirada y perversión en sus intenciones, la miraban y le sonreían con maldad. Para protegerse de aquellos rostros trató de imaginarse una especie de cúpula que la cubriera e impidiera que los extraños rostros se le acercaran, y en un acto de valentía, les dio la espalda.
Pasaron unos minutos antes de que la sensación de acoso espiritual y maligno desapareciera, pero María se mostró muy tranquila cuando ocurrió. Había pasado del pánico más absoluto, a la serenidad más impactante.
Al día siguiente alguien le preguntó que qué había hecho la noche de San Juan.
- ¿Cuando fue? -preguntó María.
- Anoche. - Le contestaron.
Obviamente María había pasado la noche luchando contra los espíritus que veían en su embarazo una puerta abierta, y en la noche de San Juan un buen momento para bajar al plano terrestre. Pero ¿y si no hubiera contado tantas veces lo de las brujas? ¿No podía haberse ahorrado aquella pesadilla que vivió despierta?
Si una bruja te hace una advertencia.... no hagas oidos sordos, o te arrepentirás querido visitante...



#24 Guest_LuisRiddle_*

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Publicado 30 noviembre 2003 - 22:35

Cuando Lorena tenía 13 años solía reunirse con sus amigas del colegio y les contaba historias de terror. Le encantaban la historias de miedo y estaba bien informada, de modo que se reunían en un banco de un parque cercano al colegio y todas escuchaban atentas los relatos de Lorena.
Conforme oscurecía las chicas se marchaban avisando a Lorena de que si luego no podían dormir se iba a enterar de lo que era bueno. Pero siempre era en tono de broma.
Una tarde le relató esas historias a una amiga de clase. Estaban en la habitación de Lucía, cuya casa estaba a unos siete kilómetros de la casa de Lorena (luego se tendría que ir andando y sola).
Cuando Lucía tenía suficiente miedo le dijo: "ahora te voy a contar yo lo que te va a pasar y verás quién pasa miedo". Y le dijo: "cuando vayas a casa un señor con un maletín, vestido de negro y con bigote te seguirá para matarte."
El trayecto hacia casa lo hizo con una psicosis total: toda la gente parecía querer traspasarle con la mirada, pero ella sabía que era pura sugestión, de modo que el miedo que pasó fue relativo. Lo que realmente podía asustarle era el hombre del maletín, vestido de negro y con bigote, y de esos no hubo ninguno en todo el camino.
Llegó a casa y comprobó horrorizada que no funcionaba el ascensor. Aunque aún le faltaba un año para tener permiso de uso del ascensor lo cierto es que vivía en un octavo piso y siempre que podía, cogía el ascensor.
Tuvo que subir los ocho pisos a pie, y su desconsuelo fue mayor cuando su madre le dijo que bajara la basura:
- ¡Pero si no va el ascensor!. -Se quejó inútilmente.
Y entonces cogió la bolsa de basura y comenzó a bajar despreocupada... pero a mitad de camino las piernas se le aflojaron y casi perdió el equilibrio. Frente a la puerta de una casa, mirándole ahora a ELLA, había un señor trajeado de negro, con bigote y un maletín.
Con los nervios a flor de piel, casi a punto de gritar y las piernas temblando, corrió escaleras abajo a punto de perder la bolsa de basura. Y llegó abajo con el corazón desbocado y falta de aire. Salió rápidamente del edificio y tiró la basura, y no subió inmediatamente a casa ¡no!.... se dirigió a la tienda que tenía su padre en la misma finca y esperó a que él terminara el trabajo para subir acompañada.
¡Qué aterradoras pueden ser las casualidades! ¿O fue una visión de Lucía? Quién sabe....



#25 Guest_LuisRiddle_*

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Publicado 30 noviembre 2003 - 22:39

EL CALLEJON DE LAS MANITAS. 
Por allá, por aquellos lejanos años de 1780, llegó a la ciudad de San Luis Potosí, un sacerdote, que tal vez enterado de lo benigno del clima, de la bondad de la gente, del auge de sus minas y de tanto y tanto como se decía de aquí, porque esta tierra, desde su fundación allá cuando Fray Diego de la Magdalena la bautizó con el nombre de San Luis, en memoria de su muy amado Rey de Francia, había gozado y goza de buena fama y señalado prestigio como una ciudad de grandes posibilidades, de cuantiosos bienes, en sus minerales, y sobre todo de la piedad y cristianas maneras de su gente; en verdad esta fama ha sido conquistada sin esfuerzo, sin prisa, sin desearlo si quiera sino que simple y sencillamente porque la gente de esta noble tierra es eso, noble y tal vez el cura de marras fue atraído por esas circunstancias y llegó para radicarse ahí.
Al clérigo le fue fácil encontrar colocación como maestro en uno de los mejores colegios de aquel entonces, y aunque se le proporcionaba la manera de vivir en el mismo, y de hecho aceptó a vivir ahí, aún así alquiló una casa en uno de los barrios más desolados de la Ciudad, como era el de la Alfalfa.
Un buen día dejó el colegio, donde impartía latín entre otras materias, salió con rumbo desconocido y regresó tiempo después para ser asesinado, se dice que por sus mismos acompañantes, dos mozos que él mismo había invitado a su recorrido. Sucedió de la siguiente manera, aunque podríamos contar tres o cuatro formas de cómo ocurrieron los hechos.
Al efectuar el Sacerdote su recorrido por los pueblos cercanos, reunió algunos dineros que traía consigo destinados en una parte a comprarse algunas cosas que necesitaba y, la otra parte, a socorrer a los pobres más indigentes; casi todos sus honorarios los gastaba en ellos.
Luego de su arribo a la ciudad se dirigió a su casa situada en el antiguo callejón de la Alfalfa. Una vez instalado ahí, dejó que sus ayudantes cumplieran con su obligación: desensillar los caballos, desaparejar las mulas y llevar los animales al pesebre. Los dos mozalbetes ejecutaron sus labores con toda calma y después fueron a tomar sus alimentos. Mientras tanto, el Sacerdote, que ya estaba muy cansado, prefirió ir directamente a la cama, no sin antes rezar sus oraciones.
Entraba la noche; en aquella época no había luz eléctrica, sino unos cuantos faroles con mechones de brea y trementina, muy distantes unos de otros; tampoco había clubs nocturnos, ni cines, ni teatros, solamente una que otra tertulia ocasional, algún sarao en una zona determinada. Pero a ninguna de estas partes irían los jóvenes acompañantes del Padre, pues eran menores de edad, frisaban entre los deciséis y dieciocho años; además eran gente humilde e ignorante. Así que regresaron a la casa.
Gran sorpresa, espanto, terror y rabia, sintieron cuando al llegar vieron al Padre tendido en medio del cuarto, bañado en sangre; muerto. Salieron rápidamente, pidieron auxilio gritando como locos. La gente se reunió, y alguno de los que acudieron tuvo el acierto de ir a dar parte a la autoridad, siendo la más cercana la que se encontraba en el Hospital, que era militar; de este lugar salieron médicos, enfermos, y soldados, y todos se dieron cuenta que por desgracia era verdad lo que decían los muchachos: el Padre había sido cruelmente asesinado.
Las autoridades se avocaron desde luego al esclarecimiento de aquel hecho, buscaron y rebuscaron en todos los alrededores de la Ciudad y en los con tornos de la región; se detuvieron algunos sopechosos, pero todos fueron liberados. Los muchachos acompañantes del Padre ayudaron a la búsqueda de los asesinos, pero no hubo éxito.
Los ayudantes del Padre eran compadecidos por mucha gente y hasta por las autoridades, quienes, en tanto conseguían trabajo, les ayudaron en su sostenimiento.
Un miembro de la autoridad jurídica, quien siempre sospechó de los dos muchachos, pidió que se les internara en el Hospital Militar en calidad de presos. Ordenó luego que se pusieran en cuartos separados e incomunicados, sujetándolos a intensos interrogatorios. Por fin logró que se culparan mutuamente y uno de elos dijo que su primo, que era el más grande de los dos, era el que había asesinado al Padre y que ambos ocultaron el producto del robo que consitía en unas cuantas monedas. Las autoridades y los reos se trasladaron al sitio de los hechos, donde fueron encontradas las monedas así como el cuerpo del delito que fué un puñal.
Aseguraban los jóvenes que no fue el robo el móvil del crimen, sino vengarse por el mal trato que les daba el Sacerdote. Sea esto lo que fuere, el caso que se aclaró que ellos eran los asesinos y tras de seguirles proceso fueron senteciados a la horca y a cortarles las manos.
El juicio interrumpido varias veces por los recursos que apelaron los defensores, duró cinco años, al término se confirmó la sentencia de muerte y el de cortar a los cuerpos las manos, para exhibirlas en el lugar del crimen.
Las manos criminales se colgaron del muro exterior de la sombría casa del callejón solitario y triste por el día, y fúnebre y tenebroso por la noche, desde entonces se le llamó el Callejón de las Manitas. Cuando la gente tenía que pasar por este callejón empezaba a rezar y no cesaba de hacerlo hasta que salía de él.
Por fin alguien descolgó las manos de aquel sitio, pero pasados unos días volvían a estar colgadas. Así fue en forma sucesiva durante mucho tiempo; hasta se reformó el barrio y el callejón fué atravesado por una calle ancha.
Sin embargo, en ese mismo lugar donde estuvo la casa lúgubre, en algunas noches del mes de noviembre todavía se ven flotar en el espacio unas manos esqueléticas que buscan acomodo en un sitio. También se aparece un sacerdote menudito, esmirriado, de sotana rabona, que cruza la calle y se pierde al voltear la esquina.
Tengo que mecionar que este callejón actualmente existe, se encuentra justo atrás del hospital militar de la ciudad, yo he pasado por ahí en la noche y efectivamente, se siente raro el lugar, hace frío y por si fuera poco es una calle bastante larga y poco alumbrada, sólo espero nunca poder ver las manos colgadas en la pared!!!!! :)



#26 Guest_LuisRiddle_*

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Publicado 30 noviembre 2003 - 22:43

La mona de la curva



Esto le paso a mi papa y a un tio mio,

Eso fue como en el año 1980 todavia no habia nacido en ese tiempo, mi papa viajaba para las ferias del Pital, un pequeño pueblo ubicado en el huila.

Habian salido de Neiva una ciudad, mi papa estaba en sano juicio pero mi tio estaba bastante borracho ,llegando al agrado por la curva de la virgen, se les aparecio una mujer bastante hermosa, mi papa se ofrecio a llevarla, la mujer se hizo en medio de ellos mi papa siguio manejando comun y corriente ,para subir marcha tenia que mover los cambios y era normal que tocara una parte de la pierna de la señora, cuando mi papa me contaba movia los cambios la pierna de la mujer era bastante fria y mi papa bastante asustado le decia cosas a mi tio, pero a mi tio no le importaba de la borrachera en la que iba, asi llegando ya al Pital la mujer se desvanecio y a mi tio se le paso la borrachera y mi papa bastante asustado no entro al pueblo sino que tomo rumbo otra vez para Neiva....

y esto si es cierto, si vas a ese pueblo todo el mundo te dira lo mismo porque aun la gente la sigue viendo....



#27 Guest_LuisRiddle_*

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Publicado 30 noviembre 2003 - 22:44

El misterio de la mecedora.

Yo vivo en una residencia de estudiantes y las habitaciones no es que tengan muchos muebles: dos camas, dos armarios y una mesa con dos sillas. Como podréis comprobar no vivo solo; comparto mi habitación con mi amigo Sergio. Pues debido a esa escasez de muebles y de la amplitud de la habitación, un día que volvíamos de la biblioteca, vimos en un contenedor una mecedora vieja que estaba chulísima y la pillamos. Estuvimos meciéndonos en la calle y decidimos subirla a la habitación. No fue nada fácil hacerlo y sortear al bedel, que es como un águila el tío brasas. Pero con mucho arte lo conseguimos y dejamos la mecedora en una esquina de la habitación y fue acumulando ropa encima de ella.

Pero una semana después, una noche que estaba estudiando, me pareció ver que la mecedora se movía, era imposible, al principio pensé que sería una corriente de aire o algo, y me levanté a cerrar las ventanas, pero las ventanas ya estaban cerradas. Pense: 'serán imaginaciones mías', y me volví a sentar en la mesa, pero por el rabillo del ojo no podía dejar de mirar la mecedora. Cuando me olvidé del incidente, oí un ruido y me giré. Las cazadoras que estaban en el respaldo de la mecedora habían caído al suelo. Me levanté a recogerlas y vi, esta vez muy claramente, que la mecedora se movía, y no era por la inercia de haberse caído las chupas. Se movía muy despacio, como si alguien se estuviese meciendo. Bajé corriendo a la sala de TV a avisar a Sergio. Subió conmigo mientras repetía que serían cosas mías, y cuando abrimos la puerta vimos la mecedora tirada en el suelo, de lado, y todas las ropas desperdigadas por la habitación. Sergio dijo que vale, que muy buena la broma pero que no se creía nada. Levantó la mecedora y volvió a poner la ropa encima. Y nos fuimos a la cama. Yo no podía quitar ojo a la mecedora pero finalmente me dormí. De pronto me despertó un ruido, como un roce de algo con algo, y encendí la luz, Sergio se despertó. 'Tío apaga la luz', dijo. '¿No oyes un ruido?', le dije nervioso. 'No, sólo te oigo a ti dando el coñazo', gruñó. Finalmente escuchó y oyó el ruido. Era como un roce. Buscamos de dónde venía y vimos el llavero metálico que colgaba de la llave de la cerradura balanceándose y pegando con la puerta de madera. Estábamos molestados de miedo mirándolo y de pronto empezó a dar vueltas como loco, en círculo, como cuando das vueltas a una cadena alrededor de un dedo, pero lo hacía solo y alrededor de la llave que estaba encajada en la cerradura. Sergio se cabreó. Que ya valía, que muy buena la bromita; y yo: 'tío, que no soy yo'. Y de repente empezó a cerrarse con dos vueltas la cerradura. Clack, clack. Clack, clack... Sergio dijo 'Vale, ya sé, están cerrando con otra llave por fuera', y se giró como diciendo 'aquí ya está todo arreglado', pero me empujó para que me girase. La mecedora estaba moviéndose suavemente.



Estábamos que se nos salía el corazón por la boca. El ruido de la llave paró y el llavero se dejó de mover, pero la mecedora se empezó a agitar de forma violenta..., más y más, más y más..., hasta que se volcó. Sergio abrió la puerta y salimos al pasillo. Decidimos no contarlo. Después de un rato deambulando por el baño volvimos a la habitación, cogimos la mecedora y la bajamos al patio.

Al día siguiente el bedel preguntó en el comedor que quién había metido una mecedora en el patio, que ya estaba harto de chorradas y que el próximo que armase alguna se la iba a ganar. Cuando después de desayunar nos íbamos para clase vimos al dire de la resi ojeando la mecedora. No sé si la habrá cogido.




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Publicado 30 noviembre 2003 - 22:47

Cuando cumplí 18 años mis padres me regalaron un coche. No era gran cosa, pero a mí me hizo mucha ilusión. Tanta, que decidí probarlo esa misma noche, y aunque no tenía permiso de conducir invité a mis tres mejores amigas a un concierto que había en una ciudad al lado de nuestro pueblo.

Ellas no estaban muy convencidas, porque no se fiaban de mi maestría al volante, pero al final, prácticamente las obligué. El concierto no fue gran cosa, pero la experiencia de viajar solas, por la noche y sin permiso, era lo que realmente nos apasionaba.

Sin embargo, quizá debido a mi inexperiencia al volante, a la mala suerte o, a lo mejor, al destino, a la vuelta del concierto tuvimos un accidente. No os podéis imaginar la sensación que se siente cuando comienzas a dar vueltas de campana. Sandra gritaba como una loca pero Lucía y Ana no decían absolutamente nada. Caímos por un precipicio de unos 20 metros.

Cuando me desperté, vi que estaba fuera del coche, así que supuse que había salido despedida. Conseguí levantarme fácilmente y me dirigí al coche, que estaba a unos metros de mí, torcido y hecho un asco. El poder caminar me extrañó bastante, ya que suponía que después de tener un accidente de tal envergadura por fuerza tenía que dolerme algo.

Pero no.

Cuando llegué al coche me puse a gritar como una loca: Sandra estaba tirada en el suelo boca abajo, Lucía estaba doblada sobre una roca en una postura muy mala, y a Ana no me atreví a mirarla a la cara. Estaban agonizando y solo Sandra dijo unas palabras: 'Nos la pagarás.' Después cerró los ojos. En ese mismo momento, vi luces que venían de la carretera, y comencé a gritar pidiendo ayuda.

Han pasado tres meses, y cada vez me siento peor. He descubierto que, aunque aparentemente a mí no me pasó nada, en realidad, yo fui la que murió primero, pero por alguna extraña razón mi alma no se separó de mi cuerpo. No me late el corazón, y aunque como y bebo con normalidad tengo que vomitarlo inmediatamente porque mi cuerpo no lo tolera. Es cuestión de tiempo que mis padres se den cuenta de que soy una muerta en vida, y no quiero ni pensar qué harán conmigo en cuanto lo descubran.

Por otra parte, no quiero morirme, porque mis tres amigas se me aparecen cada noche delante de mi cama, con la apariencia que les quedó el día del accidente, y no hacen más que jurarme que cuando muera, me arrastrarán hasta el infierno y me torturarán durante toda la eternidad. Creo que estoy a punto de enloquecer.

46.gif  QUE FEO QUE TE PASE ESO¡¡¡¡

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Publicado 30 noviembre 2003 - 22:48

Verónica


Tal vez esta sea la leyenda urbana más reciente. Vanessa, es una joven de Gijón que estudia Terapia ocupacional en la Universidad de Talavera. Junto con otras dos chicas alquiló un piso en la calle de los Templarios para que los gastos fueran menores. Durante el segundo curso, Vanessa suspendió dos asignaturas y sus padres le enviaron el mes de agosto para estudiar. Una noche de verano en la que estaba sola, cuatro golpes secos sonaron a su puerta.
Vanessa creyó que se trataba de algún amigo con el que salir a tomarse una copa, pero se trataba de una niña de alrededor de siete años. La niña, de hermosos tirabuzones rubios y grandes ojos castaños miró a Vanessa y le dijo que se había perdido. Vanessa le dejó entrar, le preparó un vaso de leche y le dijo que iban a ir a la policía. Verónica le rogó que no lo hiciera esa noche pues tenía mucho sueño y quería dormir. Vanessa accedió y le preparó la cama.
Por la mañana temprano cuando Vanessa iba a llevarla a la policía, entró en el cuarto y vió que la niña, llamada Verónica, no estaba. Un año después en idéntica situación, la niña volvió a aparecer. Parecía que no había crecido nada. De nuevo Vanessa le preparó la cena y le dejó dormir pero al día siguiente Verónica volvió a desaparecer sin dejar rastro. Vanessa fue a la policía y dió todos los datos de la chiquilla pero no se habían producido denuncias ni nadie había reclamado una desaparición. Tras dar muchas vueltas, Vanessa llegó al Hospital de San Prudencio. Un hospicio para niños y niñas huérfanos. Allí la madre Sonsoles, le explicó que no tenían ninguna niña de esas características. Justo cuando se disponía a salir Vanessa del lugar, otra monja llegó con un calendario de dos cursos atrás. Allí estaba la foto de Verónica, tal y como Vanessa le había visto. - Sí ¡es ella! - gritó.
Las dos monjas se miraron extrañadas - Veronica murió hace dos años.
Aquella noche, cuatro golpes secos sonaron en la puerta de Vanessa. La muchacha observó por la mirilla de la puerta. Allí estaba de nuevo Verónica, con los brazos cruzados y cara de enfadada. - Has tardado mucho en abrirme, tengo hambre y sueño - Dijo la niña.
Vanessa aterrada preparó todo como lo había hecho habitualmente. Cuando acostó a Verónica no pudo soportar el terror y entró despacio a su habitación. La niña estaba totalmente arropada. Vanessa retiró la sábana y bajo ella, como un suspiró pareció desvanecerse un cuerpecenito en una nube. Sobre la almohada, con letra infantil y varias faltas había una nota "Gracias por la leche y los dulces, ahora tengo que irme a llevar al infierno a las otras tres chicas que no me dejaron entrar a sus casas."  46.gif



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Publicado 30 noviembre 2003 - 22:49

El fantasma de Androides


En los años ochenta, la discoteca Androides era una de las más conocidas de la ciudad. Estaba situada en la Calle Alfares muy cerca de un cruce de calles denominado popularmente Cuatro Caminos. Muchos son los hechos extraños que se contaron acerca de ese local. Algunos hablaban de vasos que se estallaban sin nadie tocarlos. Una joven describió perfectamente como de los baldosines de las paredes del cuarto de baño brotaban chorros de sangre. Alguien contó que durante un apagón durante una nochevieja un frió intenso recorrió todo el local e hizo que las copas se congelaran en las manos de la gente en cuestión de segundos.
De todas maneras la historia más extraña y terrorífica de la que tenemos noticias, y que según muchos fue la causa de su cierre, fue la historia que narramos a continuación con nombres supuestos ya que los protagonistas son una familia muy conocida en la ciudad:
La noche de un sábado cualquiera de invierno Pablo conducía su moto hacia la discoteca Androides. Aquella noche, sus amigos no habían regresado de Madrid, pues estaban allí estudiando, pero Pablo decidió tomar una copa con la esperanza de encontrar otra alma solitaria con quien hablar. De repente, cuando enfilaba la calle Alfares, un fuerte aguacero comenzó a caer sobre la ciudad. Gracias a Dios, Pablo estaba muy cerca de la discoteca, así que aparcó su moto en un callejón cercano llamado Cerrillo de San Roque y bajo una cornisa, comenzó a atar con su cadena, los radios de la moto al poste de una señal de tráfico.
De repente un escalofrío rozó su nuca y miró atrás. La sombra de una joven de unos dieciseis años, vestida con una leve blusa de seda y una falda también de tela muy ligera estaba observándole. La chica estaba totalmente calada. El agua caía de su pelo rubio y lacio sobre sus hombros, y el color de rimel de sus ojos formaba un reguero de lágrimas negras sobre su cara. Pablo, se puso en pie y viendo que la chica temblaba, se quitó su chaqueta motera de cuero y se la echó encima. Pablo le sugirió llevarla a su casa pero ella se negó, así que le invitó a entrar a la discoteca y tomar una copa. La cara de la muchacha era pálida y triste, pero esgrimió una leve sonrisa y entró junto con el chico al local. Allí conversaron durante horas y casi a las cinco de la mañana, Pablo cogió su moto y la llevó hasta su domicilio. Una pequeña casa baja, en la calle de la Luna. Allí en la puerta, la muchacha cuyo nombre no había preguntado le dió un pequeño beso en la mejilla y le entregó una fotografía de carnet.
Al día siguiente, Pablo, muy ilusionado por tener una nueva amiga que además le gustaba como no le había gustado otra mujer en su vida, se encaminó hacia la casa de la muchacha. Tras varios golpes. Una mujer de unos cincuenta y muchos años abrió la puerta. -¿Está su hija? - Preguntó Pablo. - No haga usted bromas, joven - Contestó la mujer - Mi hija murió hace tres años en un accidente de moto.- Pablo no daba crédito a lo que oía. La foto que había colocado bajo su almohada coincidía con la hija de aquella triste señora. Pablo no se resignaba y creía que todo era una macabra broma. Tan empeñado estaba Pablo en su afirmación que la mujer le acompañó hasta el cementerio. Allí sobre una tumba con el nombre de su amada estaba colocada la chaqueta que la noche anterior le había prestado.
Ahora Pablo continúa en tratamiento psiquiatrico. Tras conocerse la historia que incluso salió publicada en la prensa local, la discoteca Androides cerró. La joven fantasma dicen que hoy sigue vagando por la zona y a veces, las noches de lluvia algunos motoristas al parar en el semáforo de Cuatro Caminos creen ver a una joven vestida de seda que calada hasta los huesos se esconde entre los bancos y los árboles de la plaza de Zamora.


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Publicado 30 noviembre 2003 - 22:52

El fantasma de Androides


En los años ochenta, la discoteca Androides era una de las más conocidas de la ciudad. Estaba situada en la Calle Alfares muy cerca de un cruce de calles denominado popularmente Cuatro Caminos. Muchos son los hechos extraños que se contaron acerca de ese local. Algunos hablaban de vasos que se estallaban sin nadie tocarlos. Una joven describió perfectamente como de los baldosines de las paredes del cuarto de baño brotaban chorros de sangre. Alguien contó que durante un apagón durante una nochevieja un frió intenso recorrió todo el local e hizo que las copas se congelaran en las manos de la gente en cuestión de segundos.
De todas maneras la historia más extraña y terrorífica de la que tenemos noticias, y que según muchos fue la causa de su cierre, fue la historia que narramos a continuación con nombres supuestos ya que los protagonistas son una familia muy conocida en la ciudad:
La noche de un sábado cualquiera de invierno Pablo conducía su moto hacia la discoteca Androides. Aquella noche, sus amigos no habían regresado de Madrid, pues estaban allí estudiando, pero Pablo decidió tomar una copa con la esperanza de encontrar otra alma solitaria con quien hablar. De repente, cuando enfilaba la calle Alfares, un fuerte aguacero comenzó a caer sobre la ciudad. Gracias a Dios, Pablo estaba muy cerca de la discoteca, así que aparcó su moto en un callejón cercano llamado Cerrillo de San Roque y bajo una cornisa, comenzó a atar con su cadena, los radios de la moto al poste de una señal de tráfico.
De repente un escalofrío rozó su nuca y miró atrás. La sombra de una joven de unos dieciseis años, vestida con una leve blusa de seda y una falda también de tela muy ligera estaba observándole. La chica estaba totalmente calada. El agua caía de su pelo rubio y lacio sobre sus hombros, y el color de rimel de sus ojos formaba un reguero de lágrimas negras sobre su cara. Pablo, se puso en pie y viendo que la chica temblaba, se quitó su chaqueta motera de cuero y se la echó encima. Pablo le sugirió llevarla a su casa pero ella se negó, así que le invitó a entrar a la discoteca y tomar una copa. La cara de la muchacha era pálida y triste, pero esgrimió una leve sonrisa y entró junto con el chico al local. Allí conversaron durante horas y casi a las cinco de la mañana, Pablo cogió su moto y la llevó hasta su domicilio. Una pequeña casa baja, en la calle de la Luna. Allí en la puerta, la muchacha cuyo nombre no había preguntado le dió un pequeño beso en la mejilla y le entregó una fotografía de carnet.
Al día siguiente, Pablo, muy ilusionado por tener una nueva amiga que además le gustaba como no le había gustado otra mujer en su vida, se encaminó hacia la casa de la muchacha. Tras varios golpes. Una mujer de unos cincuenta y muchos años abrió la puerta. -¿Está su hija? - Preguntó Pablo. - No haga usted bromas, joven - Contestó la mujer - Mi hija murió hace tres años en un accidente de moto.- Pablo no daba crédito a lo que oía. La foto que había colocado bajo su almohada coincidía con la hija de aquella triste señora. Pablo no se resignaba y creía que todo era una macabra broma. Tan empeñado estaba Pablo en su afirmación que la mujer le acompañó hasta el cementerio. Allí sobre una tumba con el nombre de su amada estaba colocada la chaqueta que la noche anterior le había prestado.
Ahora Pablo continúa en tratamiento psiquiatrico. Tras conocerse la historia que incluso salió publicada en la prensa local, la discoteca Androides cerró. La joven fantasma dicen que hoy sigue vagando por la zona y a veces, las noches de lluvia algunos motoristas al parar en el semáforo de Cuatro Caminos creen ver a una joven vestida de seda que calada hasta los huesos se esconde entre los bancos y los árboles de la plaza de Zamora.


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Publicado 30 noviembre 2003 - 22:53

La Llorona de San Antonio

En ocasiones los aullidos de los perros se hacen incontrolables y los vecinos no consiguen conciliar el sueño en un buen rato. Por las empinadas calles del barrio San Antonio una entidad extraña cuya historia es más una tragedia que un relato de espantos, se pasea de vez en cuando llorando sin pudor su desventura eterna.

Era el año de 1.593 cuando por esas mismas calles vivía el concejal Álvaro Pérez Llanos con su esposa, Micaela, un matrimonio pudiente y de clase alta de la ciudad. Con ellos vivía una hermosa joven empleada, gitana y mestiza de exhuberante belleza, llamada Margarita Hernández y protagonista desdichada de este relato. Cuenta la leyenda que Margarita conoció en una fiesta a un apuesto hombre, don Salvador de Ribera, lo cual desembocó en un enamoramiento a primera vista y en una pasión sin control; todo, con un agravante, don Salvador era casado con doña Ana Maldonado, quien no tardó en darse cuenta del desliz. Ante esto, envió una carta al obispo en España, acusando a la pareja de adulterio y a don Álvaro Pérez de alcahuete. Sin embargo, por cosas del destino, la carta llegó a manos de éste último, quien entrado en cólera decidió tomar cartas en el asunto.

Esa noche, esperó al enamorado tras la puerta de su casa, en donde al verle llegar desenvainó su espada para darle muerte; empero, don Salvador se defendió con su florete e hiriendo al dueño de hogar, huyó de inmediato. El alboroto despertó a Micaela, la señora de la casa, quien al darse cuenta del asunto, golpeó casi hasta la muerte a la pobre Margarita; luego la acusó de ramera y le obligó a marcharse so pena de ser acusada ante la justicia por prostitución.
Margarita, embriagada de pena, decidió suicidarse esa misma noche a puertas cerradas, en su alcoba. Don Salvador, por su parte, fue acusado de adulterio y desterrado.

La familia Pérez, intentando ocultar la desgracia, optó por echar el cuerpo de Margarita envuelto en una manta a un muladar, en lugar de darle sana sepultura.

Noches después del suceso, don Álvaro Pérez sintió unos ruidos en la sala de su casa. Al ir a ver de qué se trataba, fue atacado con furia por el fantasma de Margarita, quien le acusaba de haber intentado violarla anteriormente. El suceso se repitió durante muchas noches más, al final de las cuales el hombre terminaba lleno de moretones, dormido en su propia cama.

Se dice que hoy, Margarita recorre las calles de San Antonio llorando su pena a través de un lamento agudo y lastimero, mientras los perros aúllan desconsoladamente


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Publicado 30 noviembre 2003 - 22:54

Los tuneles


Cuenta la leyenda que antes de que los romanos llegaran a Talavera, la población se consideraba así mismo descendiente de los supervivientes de la Atlántida, quienes al sufrir un tremendo desastre, se trasladaron desde la antigua ciudad de Atlantis, hundida en los mares, por la costa de Portugal hasta el estuario del río Tajo. Desde allí penetraron por el río Tajo hasta fundar la ciudad de Aküis. Los atlantes trazaron una red de túneles por toda la villa. En ellos ocultaron sus tesoros y antíquisimas placas de metal a aricalco en el que narraban su historia. Los Atlantes, celosos de sus tradiciones quisieron mantener en secreto su origen frente a los celtas que habitaban los terrenos de alrededor así que construyeron una muralla y se aislaron del resto de la comarca con quien solo comerciaban los miércoles de cada inicio de mes a las afueras de la ciudad, cerca de un templo dedicado a la diosa Clete.
Lo cierto es que la desgracia de los atlantes no había aún acabado cuando, debido a un terrible terremoto, el río Tajo cambió de curso deslizando su cauce más al sur, con lo cual gran parte de la ciudad quedó sumergida. Sin embargo lo que más fue causa de sufrimiento entre los atlantes fue la inhundación de casi todos los túneles y la consiguiente pérdida de sus tesoros. Dice la leyenda que los romanos trataron de llegar hasta ellos. Otros dicen que cuando los romanos intentaron construir el puente sobre el río toparon con varias de esas galerías, lo que hacía que los pilares se hundiesen y por esa causa tuvieron que desviar el río hacia la izquierda. Otra prueba de la existencia de estos corredores bajo el río es que a su paso por la ciudad. El Tajo fluye del mar hacia el interior, y aunque parezca una sinrazón ello es debido a las corrientes internas que hacen del Tajo en Talavera un elemento misterioso y a veces terrorífico.

En el año 1940, una vez terminada la guerra civil. Un grupo de artificieros del ejército se personó en una casa de la ronda del Cañillo para verificar un túnel en el que durante la guerra civil, los habitantes del barrio se habían refugiado de los bombardeos republicanos. Cuando los militares salieron, muchos de ellos horrorizados de lo que habían visto, comunicaron a Ministerio de la Guerra su secreto y procedieron a sellar el bloque de piedra que daba acceso a los túneles. En 1959 dos jóvenes nietas de la dueña de la casa, consiguieron retirar la losa y se adentraron en las profundidades del túnel. Una de ellas, narra aún hoy día como la falta de oxígeno y el fuerte viento pueden causar el desmayo de alguien que se adentra en el túnel. A medida que seguían hacia el interior, la humedad y las alimañas acuaticas que viven en los charcos hacen que un edor asqueroso lo envuelva todo. De cualquier manera las dos hermanas siguieron hacia adelante. Y la superviviente, aún cuenta que más o menos a unos doscientos metros de la entrada y tras cesar de repente el viento. Observaron una sala repleta de esqueletos y arcones. Había armas antiguas y unas planchas con extrañas inscripciones se apelotonaban en el techo. Luego oyeron unos ruidos y pudieron ver a unos hombrecillos muy pálidos y con los ojos enroquecidos que las miraban desconfiadamente. Carecían de pelo y no medían más de metro y medio. Uno de ellos dijo algo en una extraña lengua y luego una fuerte corriente de agua se desató sobre la sala mientras los hombrecillos desaparecían entre los huecos de la pared. Ambas hermanas corrieron en dirección contraria a la que habían llegado, pero una de ellas tropezó y fue engullida por las aguas. La otra logró subir por el tunel hasta que un hortelano la encontró en el fondo de un pozo en el Cerro Negro, un sistema montañoso situado al otro lado del río Tajo y en el que se asienta una base militar. La joven sobrevivió y contó toda esta historia pero nadie la creyó. De su hermana se supo un mes después cuando su cadáver descompuesto apareció flotando en la isla del Chamelo.

En los pasados meses y debido a las obras del lagar de San Prudencio y del río Tajo se han podido descubrir multitud de túneles que cruzan por todo el casco antiguo. Algunos de los cuales se dirigen hacia el río.




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Publicado 30 noviembre 2003 - 22:55

La bruja de la puerta de cuartos


Al oeste de la ciudad, en lo que fuera el emplazamiento donde se asentaron los judíos tras la reconquista, conocidos como arrabales nuevos, se extiende un barrio muy amplio llamado Puerta de Cuartos. Este barrio se llama así porque a su entrada, por el antiguo camino que llevaba a Portugal y a Avila, había una puerta en la muralla desde donde se colgaron las cabezas y los despojos de cuatrocientos nobles talaveranos que se revelaron contra el rey en la edad media. En dicho barrio, donde antaño hubo un templo al díos mercurio, se levantó la iglesia de San Andrés. Muy cerca de allí está la calle Tinte, donde hace quinientos años vivía una mujer llalada Elvira. Elvira era muy mayor y nunca había estado casada. Su vida transcurría entre los campos cercanos, donde recogía hierbas de muchas clases y su casa de la calle Tinte, donde muchas mujeres acudían a por remedios para sus enfermedades.
Un buen día, acudió a su consulta, una mujer noble llamada Lucrecia. Esta estaba casada con un corregidor llamado Bernardino de la Rúa quien le engañaba con una mujer de moral discutible. Lucrecia quería algún remedio para que su marido, don Bernardino se volviera a enamorar de ella y dejara a la fulana con la que cometía pecado. La vieja bruja Elvira tenía la solución, pero esta pasaba por realizar un gran sacrificio. Tendría que tener los ingredientes básicos. Sangre menstrual de la esposa, un cabello de la amante del esposo, sémen del mismo y un gallo que aún no hubiera copulado con gallina alguna. Lucrecia así hizo y fue reuniendo, de la manera más inteligente los ingredientes. La sangre menstrual obviamente no era problema. El gallo fue apartado de sus congéneres cuando era pollito. Lucrecia recogió algunos cabellos del chaquetón de su marido y una noche a pesar del horror que esto le ocasionaba, masturbó a su marido con la boca y luego guardó el sémen en un pequeño aceitero de barro. En seis meses todo estaba preparado. La bruja unió todos los ingredientes, excepto el gallo, en una marmita, echó vino de Montearagón, aceites de los Navalucillos, digitales de los que crecen en la sierra de Segurilla y un hungüento que según ella estaba hecho con su propia orina y grasa de cerdo. Luego de cocer todo, con el consiguiente nauseabundo olor, mandó desnudarse a la mujer y habriendo el cuello del pobre gallo roció todo el cuerpo de Lucrecia con su sangre. Luego le dió a beber el líquido inmundo y le ordenó que a las cuatro de la mañana, cuandos todos duermen diera dos vueltas a la Iglesia de San Andrés, rodeando su rastro con la sangre del gallo.

La mujer así lo hizo. Obviamente, su marido meses después siguió no solo teniendo sus encuentros con la joven prostituta sino que ya frecuentaba las diversas casas de mujeres, que había en la ciudad. Lucrecia enfermó del estómago y del corazón. Una noche, tras una pesadilla corrió a casa de la bruja y le increpó por no haber podido remediar su mal. La bruja le prometió un resultado pero Lucrecia, enloquecida le clavó un punzón en el corazón. Varios días después unos caballeros de la Santa Hermandad, entraron en la casa y encontraron a Lucrecia sucia y totalmente fuera de sí. Decía que el diablo había estado abusando de ella, y a pesar de sus oraciones ésta no había sido escuchada. Después de que el sacerdote le hiciera un exorcismo, la mujer enmudeció y así permaneció hasta su muerte varios años después, habiendo ingresado en un convento como monja para penar por su delito de brujería. Dicen que muchas noches, se puede ver a un gallo, corriendo alrededor de la iglesia de San Andrés, y que si antes de una semana no te arrepientes de tus pecados, también enfermarás del estómago y el corazón.





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Publicado 30 noviembre 2003 - 22:58

La lavadora asesina

A veces el afán de agradarnos que tienen nuestros hijos puede convertirse en una verdadera tragedia.

Hay que tener mucho cuidado con las amenazas que proferimos, puesto que existe el peligro de que alguien se las tome al pie de la letra y las lleve a cabo por nosotros.

Si hacemos caso a todas las fuentes desde las que nos han llegado este tipo de accidentes, probablemente no quede un sólo bebé vivo en todo el país.

En definitiva la historia es bien cortita que una madre, desesperada porque su hijo pequeño se orinaba continuamente, lo amenazó con meterlo en la lavadora si volvía a repetirlo.

El caso es que el hermano mayor (de unos 8 años), oyó esta conversación por casualidad, y tomó buena nota de ella.

Cuidado cuando abras la boca delante de tus hijos pequeños.

Un día en que la madre había salido, el hermano pequeño tuvo la desgracia de volver a hacerse pis, y el mayor, deseoso de darle una alegría a su madre, lo introdujo en la lavadora y la puso en marcha. La madre a su regreso no pudo hacer otra cosa que contemplar la desgracia impotente, mientras que el hijo mayor esperaba una recompensa por su hazaña


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Publicado 30 noviembre 2003 - 23:00

El Yorkshire resucitado.

Si alguna vez te ves en un apuro de este tipo, aségurate de que el bicho estaba vivo antes de que llegara a tus manos

Las mascotas son una fuente inagotable de leyendas urbanas, debido a las chorradas que suele hacer la gente con ellas en cuanto les ocurre lo inevitable, desde incinerarlo y esparcir sus cenizas por el parque donde tanto le gustaba corretear cada mañana hasta guardarlas en una urna y ponerlas encima del televisor para tenerlo siempre presente.

El siguiente caso, por supuesto, le ocurrió realmente a la jefa de la mejor amiga de la señora que nos limpia la escalera del portal por las mañanas, y así nos la contó:

Este es el auténtico protagonista de la historia

Esta mujer,de edad avanzada ,realiza un viaje en avión con su perro yorkshire desde Madrid a las Islas Canarias, pero durante su estancia alli, el pobre animalito se muere, y la mujer, muy encariñada con él decide traerlo en el viaje de regreso a su lugar de residencia para darle el entierro que merece.

Ella lo hace facturar de tal manera, como animal muerto, pero en este tipo de casos el cuerpo tiene que ir con el resto de animales vivos que viajan en el avion. El avión llega sin ningún tipo de contratiempo a su lugar de destino, y allí, un empleado novato se lía con los documentos de tal manera que no se da cuenta que ese animal fue embarcado como muerto a la salida del avión, y se cree que el perro ha sufrido algun percance y ha muerto durante el vuelo por algun tipo de descuido por su parte.

El empleado asustado por las posibles consecuencias que su negligencia le puede acarrear en el aspecto laboral, decide ir a una tienda de animales y comprar un perro exactamente igual, bueno, o al menos lo más parecido al que se encuentra tieso en su jaula. Una vez que lo tiene regresa al aeropuerto y llega la hora de entregar cada animal a su dueño; Todos quedan conformes, hasta llegar al momento en que le corresponde la entrega a la dueña del yorkshire que, por supuesto, nada más verlo dice que ése no su perro. El empleado se pone nervioso pensando que la mujer se ha dado cuenta del cambio, e intenta persuadirla, diciendole:

-"¿Pero cómo no va a ser su perro? Por supuesto que sí, señora, ¿por qué ha llegado usted a esa conclusion?", a lo que la mujer, sin ningun tipo de vacilación, responde

-"Porque cuando yo metí a mi perro en el avión estaba muerto y usted me esta dando un animal vivito y coleando".

FICHA RESUMEN DE ESTA LEYENDA URBANA
ORIGEN DE LA LEYENDA: Desconocido. Hay que tener mucha imaginación para inventarse tamaña historis
POSIBLES VÍCTIMAS: Todos los incautos dispuestos a escuchar cualquier tipo de historia para luego divulgarla como absolutamente cierta

CREDIBILIDAD: En nuestra opinión, la ley de transporte aéreo prohibe tajantemente el transporte de animales muertos, y más aún que realicen el viaje junto con los vivos, para que les pegue todas las enfermedades que han podido matarlo..

MUTACIONES DE LA LEYENDA: Con un gato en la Renfe, un canario y un loro en el jardí, pero eso es otra leyenda.

OBJETIVO: Concienciarte para que si casca tu perro te limites a llamar a los servicios veterinarios del ayuntamiento y se lo lleven sin más historia.







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