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83 respuestas a este tema

#1 cthulhu

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Publicado 21 enero 2005 - 02:26

Siguiendo la tematica que aparecio en su momento de textos en el aniversario aki dejo esta todo aquel que deje temas critozoologiocos sera acredor a una determinada cantidad de puntos, este tema estara abierto una semana apartir de esta fecha 21 y sera cerrada el 28, si alguno de ustedes coloca mas textos se le dara mas puntos.
Un a pista algunos de esos textos estan en el foro no importa que los pongan y ahi mas que andan por la red asi que animaos y entrenle aqui les dejo la pauta... pero eso si si ven que alguien ya puso el mismo no se popdra repertir

  EL ESTEGEDON





Se acerca la solución al enigma de los parientes remotos de los elefantes. El libro de un explorador inglés y los trabajos de varios zoólogos alemanes arrojan nueva luz sobre la existencia de especies desconocidas de elefantes. Un nuevo tipo en Asia, de mayor tamaño y con la frente abombada, así como la posible supervivencia de mamuts en Siberia, podrían aportar datos trascendentales acerca de la familia perdida de estos paquidermos.   En 1987, llegaron a oídos del coronel John Blashford-Snell, un explorador inglés que ha recorrido medio mundo en busca de misterios de la naturaleza y la historia, rumores sobre la existencia de una extraña bestia que vivía en la región de Bardia (Nepal).  Se trataba de un paquidermo muy diferente al conocido elefante asiático, bastante mayor y también más fiero, ya que los nativos le atribuían la destrucción de varias casas. Dispuesto a descubrir qué se escondía tras esas historias, Blashford-Snell realizó una expedición que, en marzo de 1992, consiguió lo que nunca se había logrado antes: unas fotografías de esos animales que vivían, ignorados por el mundo científico, en el Parque Nacional de Bardia. Esas primeras imágenes dieron la vuelta al mundo,   pues mostraban unos ejemplares bastante mayores que los elefantes asiáticos, unos 3,5 metros de altura, dotados de una curiosa frente, muy abombada, y un puente nasal de inusuales características. Unos rasgos, en definitiva, que no se encuentran en los elefantes conocidos en la actualidad, pero que si se podían apreciar en los estegodones, una especie ya desaparecida de sus antepasados. ¿Se trataba de supervivientes de los estegodones? Esa es la sugerente posibilidad que muchos han apuntado, y que el propio Blashford-Snell mantiene en su libro, recientemente publicado, A la caza del mamut. En busca de los elefantes gigantes del Nepal. La morfología de los ejemplares fotografiados y el estudio de los huesos encontrados son, tanto en su opinión como en la de Ruta Lenska, coautor del libro y especialista en animales en peligro de extinción, indicios más que notables de que podría tratarse de un tipo de elefante prehistórico. Sin embargo, tras realizar un estudio genético a partir de sus supuestas heces, se ha descubierto que están más próximos de lo que podría pensarse a los elefantes asiáticos, por lo que ya son muchos los expertos que creen que se trataría de una subespecie de este animal, desconocida hasta ahora. Según Adrián Lister, paleontólogo del University College de Londres, podrían quedar en la actualidad en torno a un centenar de estos singulares elefantes, por lo que seria muy conveniente que fuesen protegidos para evitar su desaparición en manos de los coleccionistas de rarezas. De todas formas, esta «bestia de Bardia» no era un mamut, como se había especulado en un principio. Todo el mundo sabe que los mamuts se extinguieron en los tiempos del hombre prehistórico. ¿O tal vez no?

EXTRAÑOS VELLUDOS

En 1920, Gallon, cónsul francés en Vladivostok, relató que un cazador siberiano le había relatado un extraño encuentro con unos enormes y extraños animales velludos. Había sido en el transcurso de una de sus cacerías, en una región situada entre los ríos Obi y Yenisei, cuando él y sus compañeros descubrieron unas grandes huellas. Después de seguirlas y de encontrar un rastro de enormes excrementos y ramas de árboles quebradas, pudieron ver en un claro del bosque unos enormes animales recubiertos por una espesa pelambre de color castaño oscuro, que caía por la parte posterior de su cuerpo. En sus cabezas destacaban unas enormes defensas o colmillos muy corvos. Dos años después, unos viajeros que habían llegado hasta un poblado de la tribu esquimal siberiana de los Evenks, dijeron que los nativos aseguraban haber visto a un mamut vivo cerca del océano Artico. En el poblado encontraron varias pieles, en perfecto estado de conservación, al parecer pertenecientes a estas enormes bestias peludas. ¿Mamuts vivos? ¡lmposible!, clamaron los zoólogos y paleontólogos. Hacia 10.000 años que estos enormes elefantes lanudos habían desaparecido de la faz de la Tierra. El cambio climático y su caza por parte de nuestros antepasados de las cavernas fueron las supuestas causas de su extinción. Hoy, sin embargo, se sabe que hasta hace sólo 5.500 años existían ejemplares vivos en la isla de   Wrangel, en la Siberia oriental, e incluso se ha especulado con la idea de que el llamado elefante sirio, desaparecido únicamente hace dos milenios, pudiera ser también un superviviente de los mamuts, sobre , todo teniendo en cuenta que se han encontrado dibujos que lo representan cubierto de un espeso pelo.

REALIDAD Y LEYENDA

Las historias de supuestos encuentros con mamuts vivos en las regiones más extremas de Siberia vienen de antiguo. Entre los Yakutos y los Ostiakos, pueblos de la taiga, se afirma haber visto a estos animales en más de una ocasión, e incluso hay un documento del Atamán (general de los cosacos) Yermak Timofeevitch, quien condujo a los cosacos del Don a la conquista de Sibeña a partir de 1580, donde se asegura que más allá de los montes Urales se habían encontrado animales peludos que, según los nativos, eran una fantástica fuente alimenticia en el reino de sibir, en cuyo dialecto se les llamaba «montañas de carne». Estos y otros testimonios fueron atribuidos a leyendas provocadas por la aparición de restos muy bien conservados en el hielo de mamuts muertos hace decenas de miles de años. Pero en el caso del testimonio recogido por el cónsul Gallon, se habló de un animal  de pelambrera castaña oscura, cuando el pelo de los mamuts congelados tiene un característico color rojizo que no es el que tuvieron cuando estaban vivos, sino que aparece como consecuencia del parcial proceso de descomposición que sufren bajo el hielo. ¿Vieron realmente esos cazadores un mamut vivo? El misterio de los parientes desconocidos de los elefantes espera todavía una solución que, con toda probabilidad, vendrá del frío..


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Me he enterado que fui mejor escritor del 2003
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#2 LG's Gold Saint

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Publicado 22 enero 2005 - 18:39

EL YETI

El yeti es un ser bíproblema conocido en toda la cordillera del Himalaya. En el Tíbet recibe el nombre de metoh kangmi. Camina ligeramente inclinado hacia delante. Tiene todo el cuerpo cubierto de pelo lacio y fuerte, salvo la cara, de piel blanca o rojiza; el pelaje es más corto en el pecho y por debajo de las rodillas. La cabeza es ovalada y puntiaguda y está adornada con una cresta de pelo. Tiene la frente pronunciada, los ojos hundidos y las mandíbulas muy fuertes. El cuello y la espalda son anchos y musculosos. Los brazos llegan hasta las rodillas y las piernas son fuertes y arqueadas. Los pies, anchos, están cubiertos de pelo. Desprende un olor característico, fuerte y nauseabundo. Tiene costumbres nocturnas y rehuye al hombre. Su aullido se parece al graznido de la gaviota.

Según parece, en ocasiones se asocia con la pantera de las nieves [Uncia uncia].

De acuerdo con los rastros de huellas que se han observado y fotografiado en varias ocasiones, el dedo gordo del pie, que se separa ligeramente hacia un lado, queda hacia el interior, lo que significa que el yeti es un primate, y no un oso como se ha propuesto en ocasiones, puesto que en éste, el dedo más grueso es el quinto. A veces el segundo dedo es también bastante grueso, y los restantes son muy pequeños.

Su comportamiento es también típico de un primate: enseña los dientes como forma de intimidación, se rasca nerviosamente, destruye cosas con violencia y manifiesta su cólera saltando rítmicamente en el sitio y arrancando manojos de hierba.

De las observaciones directas se deduce que es un animal omnívoro: se le ha visto devorar pequeños mamíferos, líquenes, frutas y bayas, e incluso chocolate y galletas robados a los alpinistas. El análisis de los excrementos que se han encontrado junto a los rastros confirma estas observaciones: contienen materia vegetal, huesos de pequeños mamíferos y aves, y restos de grandes insectos. Además, se han descubierto en esos excrementos tres nuevas especies de parásitos intestinales, lo que sugiere que su huésped es una especie desconocida.

Abominable hombre de las nieves es un nombre muy poco apropiado para el yeti: no es abominable, sino más bien tímido; habita en los espesos bosques de rododendros del Himalaya, y sólo ocasionalmente atraviesa las laderas y los valles nevados (parece ser que para alimentarse de un musgo salino que crece en las rocas de las morrenas glaciares); y probablemente no sea un hombre.

El zoólogo Bernard Heuvelmans lo ha bautizado con el nombre de Dinanthropoides nivalis.


Existen al menos dos tipos de yeti, que pueden ser especies diferentes, razas geográficas o individuos de distinta edad o sexo de una misma especie. Además, entre las centenas de testimonios sobre seres bíproblemas de la región, algunos, como el mi gö tibetano, corresponden a verdaderos hombres salvajes, que tienen un área de distribución mucho más amplia, puesto que se extienden por las zonas montañosas de toda Asia.

El gran yeti, llamado dzu-teh (chuti) por los sherpas, rimi por los montañeses tibetanos y migyur en Bután, mide entre 2 y 2,75 metros de altura. Tiene las cejas prominentes. Su pelaje está formado por dos capas: una interna, espesa, de pelo corto rojizo, y otra más suelta, formada por largos pelos grisáceos, pardos o negros. El ADN de una muestra de largos pelos negros recogida en Bután han sido analizada en 2001 en el Instituto de Medicina Molecular de la Universidad de Oxford, con el resultado de que no se ha podido identificar el animal del que procede. Sus huellas miden más de 30 centímetros. Tiene una fuerza descomunal: Existe un testimonio de una pastora que fue atacada y arrojada a un torrente por un gran yeti, que posteriormente rompió la nuca de un yak, le abrió el vientre y devoró el hígado (exactamente igual que los sasquatch de Norteamérica hacen con los ciervos). Vive entre los 3000 y los 4000 metros en el Tíbet y el norte de Nepal, Sikkim y Bután (aunque posiblemente sea el mismo primate gigante que, con distintos nombres, es conocido en el sur de China y por todo el sudeste asiático). Al parecer, dos lamaserías del Tíbet conservan ejemplares momificados de este animal. Probablemente está emparentado con Gigantopithecus, un enorme simio antropoide terrestre de más de 2 metros de altura (conocido sólo por sus dientes y algunos fragmentos de mandíbula descubiertos en la India, Vietnam y China), desaparecido en el pleistoceno medio, hace unos 400.000 años.


El pequeño yeti, llamado yeh-teh o mi-teh (mitre) por los sherpas, rackshi bompo por los montañeses tibetanos, jungli admi en Bután, sog89pa865 o shukpa en Sikkim, vanamanusha en Cachemira y bamanush en Bangladesh, es rechoncho y de la talla de un hombre, o algo menor, entre 1,4 y 1,7 metros. Su pelaje es espeso, de color rojizo; algunos pelos, analizados en el Museo de Historia Natural de París, han sido identificados como pertenecientes a un primate desconocido, emparentado con el orangután [Pongo pygmaeus]. Tiene las mejillas cubiertas de pelo marrón, la nariz chata, los labios anchos y los dientes largos. Las manos son grandes. Sus huellas, de aspecto humano, miden unos 25 centímetros de largo por 12 de ancho y tienen 4 ó 5 dedos. (Es posible que los dedos segundo y tercero estén unidos y en las huellas parezcan, como se ha dicho más arriba, un sólo dedo muy grueso.) Aunque generalmente es bíproblema, cuando huye corre a cuatro patas.

Según los montañeses tibetanos, existe un tercer tipo de yeti, al que llaman nyalmo o mi-chen-po. Es un gigante carnívoro, antropófago, de 4 a 5 metros de altura, que habita en cuevas inaccesibles por encima de los 4000 metros y se desplaza en grupos. De estos titanes existen pocos testimonios, pero parece ser que también se han encontrado sus huellas, de 45 a 60 centímetros de longitud.

Otra forma de yeti en sentido amplio es el teh-lma o pyar-them, un pequeño bíproblema nocturno de 45 a 90 centímetros de altura, de pelambre gruesa y rojiza y breve melena, que habita en las selvas de baja altitud del Nepal, donde se alimenta principalmente de ranas que atrapa en los ríos. Puede ser una especie de gibón [Hylobates], aunque éstos no se conocen al norte del Bramaputra.

Un último detalle: en la India, la región del monte Everest, donde no vive ninguna especie conocida de primate, se llama Mahalangur Himal, las montañas de los grandes monos.

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Publicado 22 enero 2005 - 18:47

LAS SERPIENTES DE MAR

"Aquellos que, para comerciar o pescar, navegan por las costas de Noruega, coinciden en el relato de una historia realmente admirable, la de una enorme serpiente de una longitud de más de 200 pies, y 20 pies de diámetro que vive en las rocas y agujeros cerca de la costa de Bergen; sólo sale de sus cavernas en las noches de verano y con buen tiempo, para devorar terneras, corderos y cerdos, o se sumerge en el mar para comer pulpos, langostas y todo tipo de cangrejos. Tiene una hilera de pelos de dos pies de largo que le cuelgan del cuello, escamas afiladas de color oscuro, y ojos brillantes y llameantes. Ataca a los barcos, se levanta fuera del agua, se lleva a los hombres y los devora; y normalmente esto no ocurre sin que algo terrible acontezca en el reino, sin un cambio próximo: o los príncipes van a morir o serán exiliados, o una guerra va a estallar pronto."
Olaus Magnus, arzobispo de Upsala, "Historia de gentibus septentrionalibus" (1555).


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Desde la antigüedad, los marinos han contado historias sobre las serpientes de mar, grandes animales serpentiformes que habitan en los océanos. Llamadas orm y lindorn en Noruega, loung en Indochina..., algunos autores las identifican con el leviatán bíblico. Aparecen representadas en herramientas de la Edad del Bronce, y han sido observadas incluso por zoólogos. También se dispone de pruebas físicas de su existencia: En 1969, un sonar detectó, a cien metros de profundidad en aguas de Alaska, un animal de sesenta metros de longitud.

La primera descripción científica de una serpiente de mar se debe a Erik Ludvigsen Pontoppidan (1698-1764), obispo de Bergen, que en 1752 publicó su "Historia natural de Noruega". En 1819, el zoólogo franco-estadounidense Constantin-Samuel Rafinesque-Schmaltz (1783-1840) distinguió, en "Dissertation on Water-Snakes, Sea-Snakes, and Sea-Serpents", entre enormes peces serpentiformes y serpientes marinas gigantescas, emparentadas con la serpiente marina listada [Pelamis platurus], de 1,13 metros de longitud. Por estos heterodoxos trabajos fue expulsado de la Universidad de Lexington, en Kentucky, y murió en la miseria. Aunque parciales y probablemente erróneas, estas hipótesis fueron las primeras que se publicaron sobre la identidad zoológica de las serpientes de mar.


El zoólogo holandés Antoon Cornelis Oudemans (1858-1943), director de la Real Sociedad Zoologica y Botánica de la Haya, publicó en 1893 "The great sea-serpent". Fue el primero en darse cuenta de que el pelo y las ondulaciones verticales observadas en muchos casos delatan un mamífero, y concluyó, basándose en 162 casos, que se trataba de un gran pinníproblema con aspecto de plesiosaurio, de ochenta metros de longitud, al que bautizó Megophias megophias. Sin embargo, excluyó deliberadamente de su estudio todas las observaciones que no cuadraban con su hipótesis.

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QUOTE
La serpiente de mar Megophias de Oudemans


En los años 1930, Rupert T. Gould propuso, a partir de una docena de casos claros, dos nuevas especies de serpiente de mar, además del pinníproblema de cuello largo de Oudemans: una tortuga gigante y un tritón gigante cuellilargo.

En 1965, Bernard Heuvelmans publicó "Le grand serpent-de-mer: le problème zoologique et sa solution", un estudio estadístico de varios centenares de testimonios recogidos entre 1639 y 1965, en el que concluyó que la serpiente de mar es en realidad un compendio de múltiples animales, algunos ya conocidos en la actualidad –el calamar gigante [Architeuthis], el tiburón-ballena [Rhincodon typus], el regaleco [Regalecus glesne] (que llega a los 11 metros de longitud), el gusano nemertino gigante Lineus longissimus (que puede alcanzar los sesenta metros)...– y otros desconocidos, que catalogó en varias especies de vertebrados: nada menos que cinco mamíferos, una o varias especies de peces serpentiformes, un reptil semejante a un cocodrilo gigante, y dos tipos dudosos: una tortuga gigante, y un extraño animal con aspecto de renacuajo, al que llamó, a falta de un nombre mejor, jaune, "amarillo<".

En 1980, Roy P. Mackal propuso además dos nuevas especies o formas gigantes de invertebrados como posible identidad de algunos de los casos de serpientes marinas: el pirosoma [Pyrosoma], una colonia tubular de tunicados, con un extremo abierto y el otro cerrado en forma de cono, fosforescente, y que puede medir varios metros de longitud; y el cinturón de Venus [Cestus veneris], que puede alcanzar un metro y medio de longitud. También se ha propuesto una especie gigante de sifonóforo (medusa colonial).

Por supuesto, muchos de los casos de avistamientos de serpientes de mar se pueden explicar sin necesidad de recurrir a gigantescos animales desconocidos: a veces se toma por una serpiente de mar lo que sólo es una ballena, una gran serpiente terrestre (boa, pitón o anaconda) arrastrada por el mar, un grupo de marsopas nadando en hilera (de manera que cada individuo se confunde con una ondulación de un largo cuerpo serpentino), un amasijo de algas, un espejismo... o, simplemente, la estela de algún animal que nada cerca de la superficie.

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Publicado 22 enero 2005 - 18:56

SERPIENTES DE MAR MAMÍFERAS

Como señaló Oudemans, en un gran número de casos se ha observado que las serpientes de mar ondulan en el plano vertical y están cubiertas de pelo, lo que indica que se trata de mamíferos. Existen en la actualidad tres grandes grupos de mamíferos adaptados a la vida marina: los cetáceos (ballenas, cachalotes...), los pinníproblemas (focas, morsas y leones marinos) y los sirenios (manatíes y dugongo).

La mayor parte de los criptozoólogos coincide en que una de las serpientes de mar más abundantes es una especie de gran león marino de cuello largo, con aspecto de plesiosaurio; ninguna especie conocida, ni viviente ni fósil, corresponde a esa descripción. A esta hipótesis se puede presentar la objeción de que todos los leones marinos conocidos tienen que parir en tierra, lo que haría al animal fácilmente observable. Pero triviaá sea precisamente eso lo que ocurre: Para muchos criptozoólogos, el monstruo del lago Ness y otros críptidos semejantes de diversos lagos a lo largo y ancho del mundo son formas de este mismo animal; la dificultad para encontrarlos puede radicar entonces en que su presencia en dichos lagos sea estacional, ligada a la reproducción.

El mayor pinníproblema conocido en la actualidad es el elefante marino antártico [Mirounga leonina], cuyos machos alcanzan los seis metros de longitud, y triviaá, en raras ocasiones, puedan llegar a medir nueve metros; aún bastante menos que la longitud generalmente atribuida a las serpientes de mar.

Es característica en muchos casos la observación de soplidos como los de las ballenas; esto parece indicar que se trata de cetáceos. En algunos casos puede tratarse de especies conocidas, como la ballena azul [Balaenoptera musculus], que puede superar los treinta y tres metros, el cachalote común [Physeter catodon, de hasta veinte metros, etc.; en otros, sin embargo, la forma del cuerpo, generalmente muy alargada, y la presencia de dientes y de un cuello móvil apreciable sugieren una identificación con algún grupo primitivo, supuestamente extinto, de estos animales, como los basilosaurinos, unos cetáceos serpentiformes del eoceno que alcanzaron los 18 metros de longitud.

En cuanto a los sirenios, ninguna de las cuatro especies conocidas en la actualidad alcanza los cinco metros de longitud, aunque la vaca marina de Steller [Hydrodamalis gigas], exterminada en 1768, podía llegar a medir nueve metros.

En el estudio más exhaustivo sobre las serpientes de mar realizado hasta la fecha, el publicado por Heuvelmans en 1965 en su libro "Le grand serpent-de-mer: le problème zoologique et sa solution", el zoóologo fue capaz de distinguir cinco especies de enormes mamíferos marinos desconocidos.


El león marino cuellilargo [Megalotaria longicollis]

Es un animal de cinco a veinte metros de longitud y unas veinte toneladas de peso. Su cabeza es pequeña, redondeada y ligeramente aplanada, con unas pequeñas orejas triangulares en la parte superior. Los ojos, ovalados y muy pequeños, se sitúan en posición lateral. El hocico es prominente y afilado, con orificios nasales pequeñnos, pero visibles, en su extremo. La boca, grande y fina, se adorna con largos bigotes. El cuello, cilíndrico, es largo (de uno a cinco metros) y muy flexible; cuando el animal está en la superficie, lo mantiene erguido. El cuerpo es macizo, con hasta tres jorobas de grasa. Las patas, palmeadas, están muy desarrolladas; las traseras parecen una cola horizontal bilobulada, como la de las ballenas. Su piel parece lisa desde lejos, pero está en realidad surcada por infinidad de pequeñas arrugas; está cubierta de pelo muy corto de color pardo oscuro en el dorso y amarillento en el vientre. No tiene cola. A veces se observan dos pequeñas protuberancias carnosas de forma cilíndrica en la parte superior de la cabeza y una especie de crin. Alcanza una velocidad de 55 km/h. Como los pinníproblemas, frecuentemente deja rastros de grasa en la superficie cuando se sumerge.

Es la serpiente de mar más abundante, o al menos la más vista. Se la encuentra en todos los mares del mundo, salvo en los océanos polares y el Índico. Aparentemente, emigra en otoño hacia los trópicos y vuelve a aguas más frías en primavera. En las zonas frías frecuenta la costa, mientras que en las cálidas se mantiene en alta mar. A veces penetra en lagos: en Escocia, Irlanda, Islandia, Escandinavia, Siberia, China, Japón, EE.UU., Canadá, Argentina, Sudáfrica y Australia; todos son lagos de morfología similar, generalmente antiguos fiordos separados del mar, y se encuentran alrededor de la isoterma de 10°C. En algunos de estos lagos (el lago Ness de Escocia, y en Suecia y Noruega) se han registrado gruñidos subacuáticos que no corresponden a ninguno de sus habitantes conocidos; sus frecuencias sólo concuerdan con los sonidos de la morsa [Odobenus rosmarus], el elefante marino [Mirounga] y la orca [Orcinus orca].

En varias ocasiones se la ha visto desplazarse en tierra. Es carnívora, y se alimenta tanto en el agua como en tierra. En 1907, el escritor Sir Arthur Conan Doyle observó un ejemplar joven, de 1,20 metros de longitud, cerca de la isla griega de Antikitera.

Unos grabados de 18000 años de antigüedad en la gruta Cosquer, en el litoral mediterráneo francés, aunque generalmente identificados como alcas gigantes, se parecen también a este animal.

En Cornualles, donde ha sido fotografiado, recibe el nombre de morgawr. Los aborígenes australianos lo llaman tunatpan.

Probablemente sea un otárido, como los leones marinos.


El caballo marino [Halshippus olaimagni]

Serpiente de mar de diez a treinta metros de longitud y unas quince toneladas de peso. Su cabeza, ancha y alargada, de dos metros de largo, recuerda a la del caballo vista de lado y a la de una serpiente cuando se ve de frente. Tiene la cara peluda, enormes ojos saltones, negros, verdes o rojos, en posición frontal, y boca grande con labios visibles y dientes puntiagudos. Los orificios nasales son también grandes, pero a veces quedan ocultos por el pelaje facial. El cuello es moderadamente largo (de uno a cuatro metros), y está adornado con una vistosa crin flotante, de color rojizo como los pelos de la cara. El cuerpo es alargado, triviaá con aletas, y la cola es larga y aplanada, aunque no está claro si se trata de dos aletas o de una cola bilobulada, como la de los cetáceos. Su piel es lisa y lustrosa, de color pardo oscuro, verdoso, gris o negro, y triviaá esté cubierta de un pelaje corto y tupido. Parece provista de una gruesa capa de grasa subcutánea. A veces se ha señalado que el lomo tiene un aspecto dentado. Nada mediante ondulaciones verticales muy pronunciadas de su potente cola; alcanza velocidades de 70 km/h.

Habita en todos los mares del mundo, salvo en los océanos polares, el océano Índico y el Mediterráneo. Se encuentra con más frecuencia en las costas norteamericanas del Pacífico. Aparentemente, de día busca alimento a gran profundidad, y sólo sale a la superficie durante la noche. Se le ha visto alimentarse de arenques, salmones y aves marinas. Muy raramente se han visto dos o tres ejemplares juntos.


El caballo marino es probablemente un cetáceo basilosaurino o una foca gigante similar a la foca leopardo [Hydrurga leptonyx], una foca del Antártico que puede alcanzar los cuatro metros de longitud.

En Vancouver y la Columbia Británica, donde ha sido observado en muchas ocasiones al menos desde 1791, principalmente entre octubre y abril, ha sido bautizado caddy [Cadborosaurus willsi]. Conocido por la población indígena desde tiempo inmemorial, es un animal totémico de varias tribus, y aparece representado en un propulsor datado hacia el año 300 y en numerosos petroglifos. Los manhousat lo llaman haietlik, los nuchanult del oeste de Vancouver, hiyitl'iik, y los kwakiutl, sisiutl. También recibe los nombres de wasgo y de lobo marino. Según Roy P. Mackal y Ed Bousfield, el monstruo del cercano lago Okanagan, bautizado ogopogo, y los de otros ocho lagos de la Columbia Británica, son una forma de este animal adaptada al agua dulce: Todos esos lagos estuvieron comunicados con el mar en el pleistoceno.

Y puede ser uno de los animales representados en las famosas líneas de Nazca.

En Alaska, los inuit hablan de un animal parecido, aunque dotado de seis patas, que habita en las aguas del mar de Bering; lo llaman tizheruk en King Island y pal rai yuk en la isla de Nunivak.

Existen fotografías de un posible, aunque dudoso, ejemplar juvenil de tres metros de longitud que apareció en el estómago de un cachalote arponeado en aguas de la Columbia Británica (Canadá) en 1937. Estas fotografías han sido estudiadas, con resultados contradictorios, por varios zoólogos. El oceanógrafo norteamericano Paul H. Leblond y su colaborador Edward L. Bousfield concluyeron en 1994 que se trataba de un reptil similar al plesiosaurio; pero para otros autores, se trataba de un tiburón descompuesto o de un feto de ballena.


Según Mackal, el mono marino observado por el naturalista alemán Georg Wilhelm Steller (1709-1746) en 1741 era también un ejemplar juvenil de esta especie. Al atardecer del 10 de agosto de 1741, Steller pudo observar durante dos horas, al sur de Alaska, un extraño animal. Se trataba de un mamífero de 1,5 metros de longitud, de cabeza perruna, orejas enhiestas y puntiagudas, una especie de barba de pelos largos alrededor de la boca, ojos grandes y cuerpo oblongo que se estrechaba hacia la cola, cuya mitad superior era mayor que la inferior, como la cola de un tiburón. Aparentemente carecía de extremidades. El pelaje era espeso en todo el cuerpo, de color gris en el lomo y castaño muy claro en el vientre. Durante el tiempo que duró la observación, el animal, muy ágil, se dedicóo a bucear bajo el barco, a flotar en posición vertical con un tercio del cuerpo fuera del agua y a jugar con restos flotantes. El comportamiento del animal es típico de un pinníproblema; en un pinníproblema, las patas delanteras, pegadas al cuerpo, pueden pasar desapercibidas, y las traseras, según su posición, pueden tener el aspecto de una cola asimétrica. En 1936, el naturalista noruego Leonhard Stejneger (1851-1943), conservador del Departamento de Reptiles y Batracios de la Smithsonian Institution y biógrafo de Steller, propuso que se trataba de un macho joven de oso marino norteño [Callorhinus ursinus]; otros autores han propuesto identidades diferentes, como una nutria marina [Enhydra lutris] o un macho joven de león marino de California [Zalophus californianus]. El navegante inglés Miles Smeeton, en su libro "The misty islands" (1969), narra un encuentro con un animal parecido: En 1965, en aguas de las Aleutianas centrales, él y sus acompañantes vieron un animal del tamaño de una oveja, con el cuerpo cubierto de pelo de color amarillo rojizo, de unos diez centímetros de longitud. Su cabeza era como la de un perro, con largos bigotes, y los ojos estaban situados en posición frontal.


La serpiente gibosa [Plurigibbosus novaeangliae]

Serpiente de mar de veinte a treinta y cinco metros de longitud. Tiene la cabeza pequeña y ovoide, semejante a la del buey, con el hocico grueso, los ojos globulares en posición alta y lateral, el cuello corto y delgado, habitualmente inclinado a 45°, y una pequeña aleta triangular en la nuca. Los orificios nasales casi nunca son visibles. Presenta una hilera de jorobas en el dorso, que disminuyen de tamaño hacia la cola; triviaá sean sacos de aire para realizar inmersiones prolongadas. Tiene un par de largas aletas anteriores en posición torácica y una cola larga y bilobulada horizontalmente como la de los cetáceos. La piel es lisa; la cabeza y el dorso son de color pardo oscuro o negro, con dos bandas blancas en el cuello, y la garganta y el vientre son blancos o amarillentos; la boca, fina, se sitúa en la linde entre los dos colores. Nada a gran velocidad, unos 65 km/h, mediante ondulaciones verticales de su cola. Algunos testimonios describen una especie de escamas o asperezas en la piel, que pueden ser placas óseas o simplemente parásitos. Es seguramente piscívora.

Habita en las zonas templadas del Atlántico norte y en el golfo de México. Frecuenta las costas de Nueva Inglaterra en verano, aparentemente para la reproducción. Parece que su población ha disminuido en los últimos años.

Es probablemente un cetáceo basilosaurino, o triviaá una especie de sirenio.


La nutria supergigante [Hyperhydra egedei]

Es un animal semejante a una inmensa nutria de veinte a treinta metros de longitud. La cabeza, de dos metros de largo, es plana y alargada; la boca está provista de dientes puntiagudos de unos doce centímetros de longitud; los orificios nasales se sitúan en el extremo del hocico. Los ojos son muy pequeños, y están situados lateralmente junto a las comisuras de la boca. El cuello es móvil y de longitud moderada, y la cola, puntiaguda y muy larga. Posee dos pares de patas palmeadas con dedos visibles; las delanteras, inmediatamente detráas de la cabeza, son delgadas y alcanzan los tres metros de longitud. Su piel, de color pardo grisáceo claro, es rugosa y parece desprovista de pelo. Las ondulaciones verticales de su cuerpo son muy visibles cuando nada. Con frecuencia salta fuera del agua mientras sopla por sus orificios nasales; otras veces, describe unas curiosas trayectorias espirales. Es piscívoro y, en ocasiones, carnívoro.

Vive en los mares boreales, principalmente en las costas del norte de Noruega y en Groenlandia.

Es probablemente un cetáceo primitivo. O lo era: No se tienen noticias claras de este animal desde 1848.


El multialetas [Cetioscolopendra aelieni]

Animal de diez a treinta metros de longitud. Su cabeza es redonda como la de la morsa, con ojos pequeños pero prominentes, situados en la parte superior, boca hendida en posición ventral y orificios nasales muy visibles rodeados de pelos. El cuello es corto pero delgado y móvil. El cuerpo, ancho y alargado, tiene aspecto segmentado: Está cubierto de placas que forman una cresta dorsal, y tiene de cuatro a doce excrecencias a cada lado semejantes a aletas triangulares con el extremo redondeado, que apuntan hacia delante. La cola, aplanada y trilobulada, recuerda a la del manatí o la langosta. Es de color pardo rojizo o negro, manchado de amarillo sucio. Se desplaza mediante ondulaciones verticales a una velocidad de más de 15 km/h, y resopla como las ballenas. A veces rueda sobre su eje y entonces quedan expuestas las aletas.

Habita en todos los mares tropicales y subtropicales, sobre todo en la costa asiática del Pacífico y en Australia; existe un caso documentado en el Mediterráneo, cerca de Italia. Generalmente se encuentra cerca de la costa y en estuarios profundos, donde su color jaspeado le sirve de camuflaje. En dos ocasiones, ambas durante la primavera, se ha podido observar una pareja de estos animales.

En Vietnam recibe el nombre de con rit, "mil aletas". En Madagascar, el tompondrano, "señor de las aguas", es un monstruo marino muy semejante: de veinte a veinticinco metros de longitud, con el cuerpo aplanado, cubierto de placas óseas como las de los cocodrilos y adornado con rayas longitudinales de diversos colores; se desplaza mediante ondulaciones verticales y la cabeza emite una luminosidad intermitente.

Puede ser un cetáceo primitivo o un sirenio gigante.



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cthulhu: aki dejo los temas, ya ke no especifikaste donde habia ke exponerlos, si en esta diskusión o abriendo un nuevo tema happy.gif.....

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Publicado 22 enero 2005 - 19:04

EL IRKUIEM

Osos gigantes en Kamchatka
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LOS OSOS HAN SIDO VENERADOS POR LAS ANTIGUAS TRIBUS INDIAS Y TEMIDOS POR LOS CAZADORES. EL IRKUIEM PODRÍA SER UNA MEZCLA DE AMBOS, ENTRE LA ADMIRACIÓN Y EL MIEDO, LAS TRIBUS DEL SUR DE RUSIA HABLAN DE ESTA GIGANTESCA BESTIA CON MIEDO Y LOS ZOÓLOGOS LA ADMIRAN AUNQUE DE UN MODO CASI INCOMPRENSIBLE Y POCO RIGUROSO.


Kamchatkla es una fría península que se encuentra al oriente de Rusia. Es una zona muy visitada por geólogos, dada la gran cantidad de volcanes interesantes para su estudio, y de cazadores, pues en sus tierras pueden encontrar piezas de lo que se denomina caza mayor.
Y precisamente de la mano de uno de estos cazadores, vio la luz, fuera de las fronteras de Kamchatkla, uno de los misterios criptozoologicos más extraños, interesantes y aun así, poco investigado, hablamos del misterioso IRKUIEM.
En 1980, un cazador llamado Rodino Sivolobov, residente de
Tilichiki, un pequeño pueblo que se encuentra en la costa del Mar de Bering, remitió varias cartas a diferentes zoólogos de cierto prestigio describiendo los encuentros que el y otros nativos de la región como los Korjak o los Chukchi, habían tenido con una criatura semejante a un gigantesco Oso y a los que estos nativos llamaban desde hacia décadas IRKUIEM.
Según describían quienes lo habían presenciado, este curioso animal presentaba unas piernas posteriores cortas con relación a las anteriores que parecían ser de un mayor tamaño, un hocico extremadamente corto, y una característica principal, que de hecho le daba su nombre. De entre sus patas anteriores, una extraña protuberancia colgaba a modo de bolsa y parecía, que debido a su peso, la arrastraba por el suelo, según los nativos eso se les asemejaba con unos “pantalones caídos”, es decir IRKUIEM en su lengua.

EL "SIMUS ARCTODUS"

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El primero en mostrase interesado por el tema fue el respetado
biólogo ruso, N.K. Vereshchagin, quien recibió una de las cartas de Sivolobov y el cual se atrevió a dar una arriesgada hipótesis. Afirmo que el IRKUIEM era en realidad un superviviente del “Simus Arctodus” una especie de Oso prehistórico que vivió en América del Norte. Era dos veces más grande que las actuales especies de Osos, pudiendo superar con facilidad mas de dos metros. Este mismo biólogo saco el tema al interés publico en un articulo publicado en la revista “Ohota” en 1987.
A partir de aquí varios colegas de profesión se interesaron por el IRKUIEM y algunos se mostraron disconformes con la teoría de Vereshchagin, dictaminando que el Aroctodus tenia las patas considerablemente mas grandes que las descripciones facilitadas por Sivolobov.

Uno de estos colegas seria Valerij Orlov, que en 1989 retomaría el caso de este animal y se convertiría en el principal representante científico de este fenómeno.
Orlov escribiría un articulo en la prestigiosa revista rusa “Vokrug Sveta”, en la que resumía la expedición de dirigida por un geólogo ruso, que además de mostrarse interesado por la actividad volcánica de Kamchatka, también lo estaba en encontrar a un presunto Oso monstruoso que era muy temido por los nativos del lugar, y que según creía era una especie desconocida que habría cruzado el mar helado de Chukchi y que se asentaría regularmente entre las regiones de Rusia y Alaska.

No obstante pese a que Orlov presento esta teoría, no estaba del todo de acuerdo con ella. Para el IRKUIEM no era mas que el actual Oso Polar (Martimus Usus) que se desvió hacia el Mar de Bering. Los nativos de Kamchatka, al no reconocer al espécimen habrían originado la Leyenda del IRKUIEM. Orlov afirmaría entonces a que era muy posible encontrar una colonia estable de Osos Polares en Kamchatka.
La información con la que Orlov prepararia el articulo, provenia de su colega F.R. Shtilmark, que a su vez recibia de las cartas de Sovolobov. Aunque Orlov se mostraba escéptico en cuanto a las cartas del mismo, Orlov se decidió a ponerse en contacto con este, a la vez que con un Inspector de Policía de la región. El Inspector le comunico que no conocía de ningún animal desconocido en la región, pero que si pudiese ser factible dada la cantidad de Osos que existen en Kamchatkla. De hecho y como aseguran los científicos los Osos son una de las especies que mas híbridos produce, y no solo por medio de la mano del hombre, sino también en cautividad, por lo tanto la teoría de híbrido o nueva especie no es del todo descabellada.

Por otro lado Sovolobov, siguió enviado información a Orlov, referente al IRKUIEM, este se atrevió incluso a hacer un censo aproximado de este misterioso animal, en en varias ocasiones envió fotos de lo que el afirmaba que era la piel de uno de estos osos desconocidos. Fotos que el mismo Orlov y el Inspector de Policía desestimarían al creer que se trataban de unas pieles del Oso marrón, muy común el Kamchatka.

Con el tiempo las cartas de Sivolobov fueron remitiendo hasta desaparecer, y en 1996, el biólogo Valerij Orlov, realizo la ultima mención del IRKUIEM, concluyendo que desde hacia varios años no había vuelto a recibir ninguna información de Sivolobov, lo que unido a que nunca enviara una prueba concluyente como un cráneo o un colmillo, le hacia pensar que todo habría sido un fraude.
Sin embargo quedan muchas lagunas, ¿Con que fin Sivolobov querría realizar dicho fraude? ¿Por qué, según parece, ninguno de los científicos interesados se desplazo hasta el lugar para investigar el caso in-situ? ¿No podría Sivolobov haberse cansado de la pasividad de los científicos y la falta de rigurosidad en sus conclusiones? Cualquiera en la piel de Sivolobov diría que si, aunque triviaás no tardemos mucho en saber la verdad entorno a este curioso e interesante caso.

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Publicado 22 enero 2005 - 19:11

EL OSO NANDI

Oso nandi es el nombre que los colonos occidentales dieron a una fiera misteriosa del este de África, cuya identidad no resulta fácil de delimitar (probablemente porque se trate en realidad de varios animales diferentes). Este nombre le viene de su aspecto general y de la tribu nandi de Kenia, dado que la región en la que habita ésta es de las más frecuentadas por estos animales.


Hay una gran cantidad de testimonios de indígenas y de occidentales, y en algunos casos se han observado sus huellas. Además, según el zoólogo Ivan T. Sanderson, un trozo de piel cubierto de largos pelos marrones que se conserva en el Museo Británico de Historia Natural puede pertenecer al oso nandi.


Nombres

Los swahilis musulmanes de la costa y los pueblos ribereños del río Tana lo llaman duba (del árabe dubb, oso, o dubbah, hiena); los masais, kerit en Kenia y geteit (devorador de cerebros) en Tanzania; los pokomos, koddoelo, los nandis, chemosit, chimiset o chimisit. (Estos últimos términos, en el folklore de la región, también designan a un diablo. Según la superstición, no deben pronunciarse durante la noche; son sustituidos por gononet.) En el oeste de Kenia se le conoce por el nombre de shivuverre; en la región del monte Elgon, en la frontera con Uganda, sabrookoo; a orillas del lago Alberto, en el oeste de Uganda, engargiya; en el extremo norte de Tanzania, ngoloko; en Ruanda, kikambangwe o ikimizi [1]. También se utilizan los términos gereit, kereit, keteit y vere.


Descripción

A menudo se ha descrito al oso nandi como una hiena del tamaño de un león. Su pelaje es espeso por todo el cuerpo y las patas, salvo en la grupa, y de color variable entre el rojo parduzco y el negro; a veces se observa una delgada lista blanca en la parte posterior del lomo. La cabeza y el hocico son largos, como los de los osos, con grandes dientes. Las orejas son cortas. El cuello también es corto. Alcanza 1,4 metros de altura en la cruz, y el lomo presenta una acusada pendiente hacia los cuartos traseros. El cuerpo es corto y macizo. La grupa es ancha. La cola es muy pequeña. Los pies y las garras son largos.

Se han constatado dos tipos de huellas: unas plantígradas, de 20 centímetros de largo, con 5 dedos en lugar de 4 (el quinto dedo separado de los otros cuatro) y el talón bastante largo; y otras digitígradas, de mayor tamaño que las del león. En ambos casos, las marcas de las uñas son visibles, lo que indica que éstas no son retráctiles; esto significa que el oso nandi no es un félido.

Otras descripciones (koddoelo, ngoloko) hablan de una especie de mono tan grande como un hombre y de 1 metro de altura en la cruz. Hocico largo, con grandes dientes. Pelaje largo de color rojizo o amarillento. Una espesa melena cubre la cabeza y los hombros. Patas delanteras macizas. Garras muy largas. Cola corta y ancha.


Comportamiento

Cuando corre, las patas traseras se mueven a la vez; es el galope pitecoide, característico de los monos. Es capaz de ponerse en pie. Se sienta como un oso.

Sus aullidos son espeluznantes, y no se parecen a los de ningún animal conocido.

Es un animal nocturno; sólo ataca al hombre en noches oscuras. Cuando ataca los poblados protegidos por zarebas (cercas de varios metros de espesor, formadas por arbustos espinosos apilados), en lugar de saltar por encima, como hacen a veces los leones, se abre camino a través del cercado.

Se le atribuye la muerte de algunas ovejas cuyos cuerpos se han encontrado intactos, salvo un pequeño orificio en el cráneo (de pocos centímetros de diámetro) por donde se ha extraído el cerebro; y de otros animales en los que el cráneo ha sido arrancado. Se dice que se oculta en las ramas bajas de un árbol y ataca a quienes pasen por debajo, abriéndoles la cabeza para devorar el cerebro.


Identidad

En algunas ocasiones, los testigos han podido confundir ciertos animales conocidos (hienas, papiones, rateles, cerdos hormigueros) con el oso nandi. Pero esto no puede explicar la abundancia de testimonios, tanto de occidentales como de nativos, que conocen bien la fauna local, ni el terror que infunde este animal.


Un papión [Papio anubis]

Para los nandis, el chemosit es un mono. Los papiones (géneros Papio, Mandrillus y Theropithecus) son muy agresivos hacia el hombre, pueden ponerse en pie y a veces suben a los árboles. Las huellas con cinco dedos son también compatibles con esta hipótesis. Aunque las especies conocidas no alcanzan el metro de altura, son diurnas y cazan en grupo, existen algunos testimonios sobre ejemplares más grandes y sobre avistamientos nocturnos. Además, existieron especies mayores en África en el pasado [Dinopithecus].

Otra posibilidad es que sea realmente un oso, como su aspecto general y sus movimientos indican. Los osos son también capaces de ponerse en pie y de trepar a los árboles, pero su pelaje es siempre de longitud uniforme por todo el cuerpo, y no tienen las patas delanteras más largas que las traseras.


Hiena manchada [Crocuta crocuta]

También se ha propuesto que el oso nandi puede ser una hiena. Por su ferocidad, una hiena podría ser responsable de los ataques atribuidos al oso nandi, pero la descripción de éste no concuerda con ninguna de las especies de hiena existentes en la actualidad: tiene las orejas cortas de la hiena manchada [Crocuta crocuta], la corpulencia y el pelaje de la hiena parda [Parahyaena brunnea], y el tamaño de la extinta hiena gigante [Pachycrocuta].

El ratel [Mellivora capensis] es un mustélido que recuerda a un pequeño oso. Puede llegar a medir más de 1 metro de longitud. Es de color negro, salvo el lomo y la parte superior de la cabeza, que son plateados. Sin embargo, con la edad, esa coloración distintiva puede desaparecer. Un gran ratel negro (bien sea un ejemplar de la especie conocida o una nueva especie) es compatible, tanto en aspecto como en comportamiento (es un animal cavador, provisto de fuertes garras y espeso pelaje, y muy agresivo), con algunas de las descripciones del oso nandi.

Algunos zoólogos identifican al oso nandi con un calicoterio. La descripción de un animal con hocico largo, garras, las patas delanteras más largas que las traseras y cola corta cuadra perfectamente con esta teoría. Aunque los calicoterios, que aparentemente se extinguieron en el pleistoceno, eran herbívoros, un animal enfurecido podría atacar al hombre.

Por último, es probable que en determinados casos, algunos hechiceros hayan aprovechado el terror que provoca el oso nandi para perpetrar asesinatos y robos de ganado.

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Publicado 22 enero 2005 - 19:14

ALIEN BIG CATS


¿El amanecer de una nueva especie?

Alien Big Cats, Cats Aliens, Big Alien Cats, Phantom Pathers, Mystery Cats, Black Beasts...numerosos nombres para designar un solo fenómeno cuando menos inquietante.

Pocas cosas de la naturaleza pueden inspirar tanto temor al hombre como la furtiva silueta de un gran felino agazapado entre la oscura maleza, acechando, a la espera de su próxima víctima. ¿ Podría esta pesadilla convertirse en realidad? Al parecer sí.

En los años sesenta en Inglaterra ya habían sido vistos a modo de oleadas unos extraños animales parecidos a grandes felinos en libertad, sobre todo en determinados puntos de condados británicos como Exmoor o Somerset, Lo que daría lugar a la leyenda de La Bestia de Exmoor (The Black Beast of Exmoor) una extraña bestia de color negro carbón que atacaba al ganado. Poco después los avistamientos disminuyeron y durante muchos años cayeron en el olvido.

En 1983 en el condado de Somerset rodeado de las colinas de Mendip y Exmoor, un granjero de nombre Eric Ley denunció a la policía local que más de cien ovejas de su propiedad habían muerto en extrañas circunstancias. Las grandes heridas en los cadáveres indicaron que algún animal las había matado y semidevorado. Los primeros sospechosos de la muerte de estas reses fueron los perros salvajes, asilvestrados o cimarrones, o en otros casos los lobos (hay que tener en cuenta que los lobos fueron eliminados hace tiempo de las islas británicas por completo) aunque más tarde esta teoría cayó por su propio peso. Debido a la forma tan particular de despedazar los cadáveres y a las nítidas huellas que se habían encontrado en la zona cercana a las ovejas, se fue demostrando que el autor de semejantes ataques no era ni más ni menos que alguna especie de gran felino (a juzgar por las huellas de considerable tamaño) que merodeaba por la zona.

Se reavivó la leyenda de la bestia de Estor y raíz de estos nuevos sucesos se desató el fenómeno que más tarde pasaría a llamarse “Alíen Big Cats” (traducido en castellano como grandes felinos extraños o “invasores” es decir que no son originarios del hábitat en el que moran.) Los avistamientos aumentaron espectacularmente incluso hasta la época actual.

Descripción

Según se ha podido constatar, existen diversas variedades de Alien Big Cats (o ABC´s abreviatura que también designa a estos seres.) Se han encontrado de estos felinos desde un tamaño algo superior al de un gato doméstico (generalmente de estructura más pesada, con más masa muscular y de colores variados) al tamaño de un tigre. A pesar de eso existe un “prototipo” de ABC que es el que designaremos a continuación. A menudo se le describe como un felino de gran tamaño, superior al de algunos felinos conocidos como el puma o el jaguar, de un color negro principalmente, aunque la gama va del marrón oscuro hasta el gris ceniza, pelo corto, y afilada dentadura de una longitud ligeramente superior al de los felinos conocidos. En otras versiones también se destacan unos brillantes ojos verdes, así como una agilidad portentosa, que le permite correr a gran velocidad y realizar saltos asombrosos. Su comportamiento como el de todo los felinos, es muy cauto, aunque parecen ser menos reservados que los felinos salvajes conocidos, son cazadores activos tanto diurnos como nocturnos y generalmente suelen evitar al hombre. Se han descrito toda clase de sonidos pertenecientes a estos animales, desde rugidos hasta gañidos parecidos a los del puma (felis concolor) o el lince (felis lynx.)

Evidencia

Antes de comenzar este apartado, me gustaría aclarar que este fenómeno no es similar a otros casos relacionados con la criptozoología basados en débiles argumento como una leyenda, o en vagas descripciones de algunos testigos. En el campo de los Cats Aliens contamos con numerosas evidencias, es decir pruebas que nos convencen de su existencia real.

Huellas

Numerosas huellas han sido vistas, fotografiadas e incluso hechas moldes, desde que surgió el fenómeno de los ABC´s. En un principio fueron atribuidas a perros salvajes o lobos. Poco después y gracias a la intervención de algunos expertos en felinos se pudieron identificar correctamente como las huellas de un gran gato. Seguidamente veremos algunas de las huellas de grandes gatos fotografiadas en el reino unido:


A continuación podremos ver las diferencias existentes entre varios tipos de huellas de félidos y de cánidos.

Huellas felinas:
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Huellas de cánidos:
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Perro (canis familiaris) y Zorro rojo (Vulpes vulpes)

Ahora podremos apreciar una comparativa entre los dos tipos de huellas.
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En el perro los dedos están más juntos y apretados. Como podemos observar las marcas de las garras son visibles en las huellas de los cánidos y de otros muchos carnívoros también, lo que significan que no son retráctiles. En el cojinete de la almohadilla (la zona triangular de debajo de los dedos) los cánidos presentan un lóbulo superior solamente y además es muy prominente, así como otros dos en los otros vértices del mismo separados por reborde cóncavo hacia dentro del cojinete.

En los gatos, las huellas poseen una forma global redondeada y los dedos están más separados entre sí. Las marcas de las garras en las huellas de los félidos no son visibles (salvo en raras ocasiones, en las que el animal realiza un gran esfuerzo y una gran presión sobre el suelo) porque tienen garras retráctiles. Generalmente el segundo dedo empezando por la derecha en la extremidad anterior derecha y viceversa en la izquierda, sobresale ligeramente más que los demás. En el cojinete, en la zona frontal posee dos lóbulos a diferencia de los perros que solo poseen uno. En la zona posterior (donde el perro solo posee dos lóbulos) el gato posee tres. Todas estas diferencias hacen imposible la confusión entre ambos tipos de pisadas.

Marcas de arañazos en los árboles:
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Es característico de los felinos, marcar su territorio arañando los árboles que dentro de él se encuentran. Estos animales poseen unas glándulas olorosas en las garras que al arañar, la corteza del árbol queda impregnada de la sustancia de éstas glándulas. Esta acción también contribuye a afilar sus garras y prepararlas mejor para la caza. Aquí tenemos una muestra de ello:


Ataques a animales de presa y ganado:
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Numerosos casos se han dado de ataques a animales de presa como ciervos, corzos, ovejas e incluso caballos. Ahora veremos algunos de ellos:


Varios de estos cuerpos, han sido analizados por expertos para determinar qué tipo de animal provocó estas muertes. La población culpó enseguida a los perros asilvestrados y raramente a los lobos de estas muertes. Pero después de un exhaustivo examen a los cadáveres, los científicos demostraron que habían sido provocados por grandes felinos. Estos animales poseen una forma muy característica de matar y devorar a sus presas, formas que se pueden apreciar claramente en muchas de las imágenes. Por ejemplo en la fotografía del corzo marrón, se puede apreciar como marcas de garras atraviesan su cuello de lado a lado. En la cara del corzo podemos observar diversas muestras que nos indican que el animal fue asfixiado (boca abierta, lengua hinchada, rostro congestionado y amoratado así como ojos inundados en sangre) características todas de la manera de matar de un gran gato. En la mayoría de fotografías apreciamos la especial manera de comer de los félidos empezando por el vientre y el cuello (destaco la fotografía del cervatillo gris) y devorando los órganos blandos internos. Marcas de garras y dientes son apreciables en las profundas heridas del caballo. La oveja muestra también síntomas de asfixia semejantes a los del corzo, y son visibles las marcas de los colmillos en el cuello del animal. Todas estas características desestiman la posibilidad de que los atacantes fueran perros salvajes o lobos, puesto que los cánidos, no poseen formas tan metódicas y ordenadas de atacar, matar y devorar a sus presas, así como que devoran indistintamente todo el cuerpo del animal.


Ataques a humanos
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Si bien, muy raros, también se han producido ataques a humanos. Ahora veremos algunos ejemplos.


Estos son solo algunos de los ejemplos de ataques de estos animales a personas. La mujer del jersey azul, es Sally Dyke, que se empeñó en intentar cazar a uno de estos animales colocando trozos de carne en diferentes lugares donde había sido avistado. Junto a su marido sufrieron un ataque en el cementerio de San Pedro, en Inkberrow. Estos testigos reafirmaron la agilidad y velocidad de la bestia ya que la vieron en plena acción, e incluso saltando el muro del cementerio. El rostro de la segunda fotografía pertenece a Josh Hopkins, un joven de Gales, que junto con su hermano buscaban a su gato perdido. Pero encontraron a un felino muy diferente al que esperaban. Un enorme gato negro salió de los matorrales en actitud amenazante, propinó un fuerte arañazo (aunque algunos expertos han destacado que más bien el animal no tenía intención de atacar ni mucho menos, incluso han comparado el arañazo del rostro del joven con el que haria una hembra de felino para disciplinar a sus cachorros) en la cara de Josh que comenzó a sangrar abundantemente, poco después el caso fue denunciado a la policía, al igual que el de Jean Fuller, que se encontraba en 1993 paseando a su perro en Bodmin Moor, cuando fue atacada también por uno de estos enormes gatos negros, así como también lo hizo Don Gooding un granjero de Essex que declaró a la prensa como un gran felino de color negro había matado varios gatos de su propiedad y dejado profundas señales de arañazos y mordiscos en su Renault Megane. Tanto por los ataques y perdidas de ganado, como por los ataques a personas, se han creado incluso comités de emergencia, aceptando la policía (que una vez captó a uno de estos animales por radar) la presencia en las islas británicas de estos extraños felinos y advirtiendo del potencial peligro a los habitantes de las zonas rurales. En 1983 la unidad militar más importante de Gran Bretaña, conocida como la Unidad 42 de comandos, rastreó varias zonas en busca de estos animales, y se produjeron varios avistamientos de éstos por parte de los soldados, aunque ninguna captura o matanza. Desde entonces este fenómeno en El Reino Unido es algo más que un caso criptozoologico y ha generado infinidad de polémicas e incluso varios proyectos de ley.

Fotografías de los animales:
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Desde el estallido de este fenómeno se han producido numerosas fotografías que muestran a estos animales, la mayoría son extraídas de fragmentos de videos y de las numerosas filmaciones en las que también han sido protagonistas. Desde entonces, La bestia de Exmoor, El puma de Surrey, La Bestia de Leicester etc. han sido captados por numerosos objetivos fotográficos.

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Publicado 22 enero 2005 - 19:17

DIPROTODON

" EL MARSUPIAL GIGANTE AUSTRALIANO"

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¿Pueden existir hoy en día criaturas con aspecto de conejo de hasta tres metros de largo en tierras australianas?. Lo que en apariencia tiene una fácil y lógica respuesta, se complica ante la evidencia que supone que cientos de testigos aseguren sin ningún género de dudas haberlas visto a lo largo de los últimos dos siglos. Los criptozoólogos opinan que puede tratarse de ejemplares supervivientes de Diprotodon, un macizo marsupial gigante que terminó oficialmente sus días hace más de diez mil años.

La fauna de Australia es absolutamente fascinante, empezando por la propia existencia de los mamíferos marsupiales, frente a la presencia casi testimonial de mamíferos placentarios, y llegando al terreno virulento de los reptiles, donde las áridas planicies australianas albergan el dudoso honor de acoger a siete de las diez especies de serpientes venenosas más peligrosas del planeta. No es extraño por tanto que también la criptozoología haya puesto sus ojos en esta isla-continente, buscando en su particular geografía pistas sobre animales desconocidos o que oficialmente no debieran existir por considerárselos extintos. Buenos ejemplos los constituyen el gigante hombre salvaje australiano o Yowie, los célebres y multiformes bunyips o el más cercano Tylacine, en vías de recuperación a través de la clonación. No obstante no son los únicos críptidos de cuya existencia hoy en día se sospecha, siendo el Diprotodon uno de los más contundentes ejemplos de las sorpresas que aún pueden aguardan a la zoología de ésta región del planeta.

Un conejo de tres metros.

La historia moderna de esta criatura comienza como tantas otras en criptozoología con la llegada de colonos a nuevas y desconocidas tierras, que permiten el conocimiento de las más variopintas leyendas indígenas y los primeros contactos visuales con una fauna lógicamente desconocida. Australia no fue ajena a la fiebre del oro, de tal manera que cientos de buscadores hacían vida en los áridos desiertos centrales y mesetas, de donde regresaban tras largos y duros periodos de tiempo con un sin
fin de historias sorprendentes, entre las que se encontraba la de la observación de unas extrañas criaturas con aspecto de conejo, pero de nada menos que tres metros de largo, como sí de rinocerontes se tratara. Los relatos dejaron de ser ocasionales y objeto de descrédito convirtiéndose en moneda común y zoológicamente fiables bien entrado el siglo XIX, describiéndose entre sus características la presencia de dos grandes incisivos en su mandíbula superior y una desconcertante agilidad, que pese a su aparentemente descomunal peso, les permitía huir a gran velocidad hasta prácticamente desaparecer, como por arte de magia. Descartada la posibilidad de que se tratara de criaturas ya conocidas o de exageraciones de los buscadores de pepitas de oro, los naturalistas comenzaron a barajar hipótesis sobre la naturaleza de tal criatura, planteándose como principal candidato para explicar los persistentes casos al Diprotodon (el que tiene dos dientes delante), un marsupial gigante de cuerpo robusto extinto al final de la última Era Glaciar. Al igual que ocurrió con otros animales, como los tigres de diente de sable o los mamuts, los diprotodontes fueron víctimas del cambio climático operado a nivel planetario hace más de diez mil años, y que en el caso de Australia provocó la desecación de buena parte de su territorio. Hoy en día es posible encontrar decenas de “cementerios” de estas criaturas en los desiertos australianos en los que se apilan los huesos de centenares de ejemplares que sucumbieron al calor y a la falta de agua, factores a los que sin duda fue especialmente sensible el diprotodon al considerarse que su hábitat era semiacuático, como el de los rinocerontes y tapires, con los que probablemente estuvo emparentado tal y como ya apuntó el célebre Bernard Heuvelmans.

Supervivientes, una hipótesis plausible.

De este gigante herbívoro, con un cráneo que podía alcanzar hasta un metro, se localizó en la primera mitad del siglo XX un ejemplar en buenas condiciones, conservado en las saladas agua del Lago Callabona, por lo que su morfología es bien conocida. Y tal vez su antigüedad no tenga que ser necesariamente demasiado grande. Algunas tribus australianas conservan el recuerdo de cómo sus antepasados los cazaban, y si bien tales tradiciones son tomadas con cautela, los zoólogos no ven inconveniente en aceptar que hasta hace tres mil o incluso dos mil años dichas criaturas pudieran sobrevivir, comportándose como nómadas en busca de agua a través de un territorio hostil cada vez más seco, pero con ocasionales “oasis”. Esa posibilidad aún vigente la barajó ya el naturalista australiano Ambrose Pratt, padre de la hipótesis del Diprotodon para explicar la existencia de tan desconcertante criatura, defendiendo también la hipótesis de su supervivencia el profesor John Walter Gregory y el naturalista Ludwig Leichhardt, aventurero éste último que pagó con su vida su pasión por localizar un ejemplar vivo de nuestro protagonista. Desde su llegada a Australia en 1841 y hasta su desaparición en abril de 1848 no descansó en su intentó por cazar al Diprotodon, de cuya existencia no albergaba la menor duda tras años de recopilación de testimonios y evidencias.

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Publicado 22 enero 2005 - 19:23

AVES MISTERIOSAS

El enigma de las especies gigantescas
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EN TODA LA FILMOGRAFÍA FANTÁSTICA RELATIVA A DINOSAURIOS, UNO DE LOS PERSONAJES QUE NO PUEDE FALTAR JAMÁS ES EL AVE GIGANTE, QUE CON SU MAJESTUOSO Y PRIVILEGIADO VUELO NO PUEDE OCULTAR SU PELIGROSA Y DEPREDADORA NATURALEZA. Y AUNQUE EL CINE REPRODUCE EN SUS ESCENAS UN ESCENARIO DE HACE MÁS DE 60 MILLONES DE AÑOS, LO CIERTO ES QUE LOS ARCHIVOS REALES ALMACENAN CASOS DE ÉPOCAS MUCHO MÁS RECIENTES. ESTE MES ANALIZAMOS LA PRESENCIA HOY EN DÍA DE AVES GIGANTESCAS NO CATALOGADAS POR LA CIENCIA.

Dentro de la criptozoología, las aves son sin duda el grupo animal para el que los especialistas no albergan demasiadas esperanzas de encontrar nuevas especies. Al menos aves de gran tamaño, dado que las grandes selvas del planeta posiblemente guarden el secreto de pájaros desconocidos, aunque de dimensiones convencionales. A pesar de ello, la casuística nos demuestra que la existencia de aves misteriosas, de gran envergadura y comportamiento muchas veces depredador, parece ser una realidad que va más allá de meras confusiones, y que aunque difíciles de observar, deben existir. Eso al menos le debió quedar claro al granjero de Texas, Armando Grimaldo, quién vivió en carne propia la agresividad de un encuentro con un ave descomunal. Todo ocurrió en torno a las diez y media de la noche del 14 de enero de 1976, cuando paseando por el jardín de la casa de su suegra, Grimaldo fue atacado por la espalda por un “animal” con garras y alas, ojos rojos, un cuerpo de 1,80 m., y una envergadura de casi 4 m. El color del animal era oscuro, y no pudo apreciar que tuviera plumas. Presa del pánico huyó escapando varias veces de las garras del animal, logrando refugiarse bajo un espeso árbol desde donde vio como su misterioso atacante se alejaba. A pesar de todo Grimaldo salvó su vida, y la experiencia quedó en un mal recuerdo, aunque sólo fue la primera de una serie de casos que se sucedieron unos tras otro en esta región norteamericana, y que fueron estudiados por la Sociedad Internacional de Criptozoología.

PTERANODONTE Y OTROS PÁJAROS MISTERIOSOS.

La mayor parte de los encuentros con aves de gran envergadura suelen responder al mismo patrón, y la descripción que los testigos hacen de los enigmáticos animales –oscuros, sin plumaje, alas huesudas y aspecto de “murciélago”- nos hace pensar irremediablemente en la posibilidad que se trate de auténticos supervivientes de la era de los dinosaurios. Otro granjero texano, Alverico Guajardo, de la localidad de Brownsville, cercana a la región de Raymondville en la que sucedió el caso de Grimaldo, pudo observar días después y a la luz de los faros de su coche, una criatura que le recordaba un muerciélago, con las alas plegadas, un pico de casi 80 cm. y los ojos rojos. Apenas un escalofriante ruido gutural parecían dotar de vida a aquel animal “de otro mundo”, tal y como lo definió Guajardo. La criatura, que en los días posteriores fue vista por numerosas personas, entre ellos tres profesores de bachillerato que viajaban en coche, siempre fue descrita de forma muy similar e identificada en las ilustraciones de libros sobre dinosaurios como un pteranodonte, un dinosaurio volador extinguido hace 150 millones de años. Y aunque los paleontólogos han encontrado restos de estos animales fosilizados en la misma zona, y los criptozoólogos apuntaban a la región de Sierra Madre Oriental de México como el de una hipotética procedencia, resulta muy difícil que hayan sobrevivido hasta nuestros días estas especies.


Aunque 1976 fue el año de una importante “oleada” de observaciones, éstas no se detuvieron ahí. En septiembre de 1982 el técnico de ambulancias James Thompson vio de madrugada un enorme pájaro volar a unos 50 metros de altura. “Esperé a que aterrizara como un avión en miniatura. Esto fue lo que pensé que era, pero agitó las alas lo bastante para mantenerse por encima de la hierba. Tenía la piel áspera, negra o grisácea. No tenía plumas. Estoy seguro de que su pellejo era como de cuero. Le observé mientras se alejaba volando. Era un pájaro parecido a un pterodáctilo”, aseguró al diario Valley Morning Star. Otras regiones del mundo también han sido escenario de este tipo de observaciones, como Perú, Puerto Rico, Rusia, Inglaterra e incluso España, donde hace varios años fue observada una extraña criatura alada en tierras catalanas. Si descartamos a las criaturas de aspecto más desconcertante, como el famoso hombre-polilla observado en West Virginia, Estados Unidos durante la década de los sesenta; el hombre-búho de Cornualles, en Inglaterra, visto en la segunda mitad de la década de los setenta; o los humanoides alados descritos por todo el mundo dentro y fuera de las tradiciones mitológicas, el mayor número de casos de aves misteriosas dentro de la criptozoología nos remite al mundo de las águilas.

EL AVE DEL TRUENO

Los relatos sobre águilas, buitres, y cóndores gigantes que atacan e incluso intentar apresar a animales y personas son más abundantes de lo que se puede pensar, aunque pocos ornitólogos están dispuestos a aceptar que realmente puedan existir. En marzo de 1975 y en el marco de las extrañas muertes de animales que sacudieron Puerto Rico, numerosas personas describieron la presencia de aves gigantescas, e incluso una “grisacea con multitud de plumas, un cuello largo y
grueso, y mayor que un ganso” atacó a Juan Muñiz Feliciano. Dos años después, en julio de 1977, dos misteriosas aves negras con anillas blancas en su cuello, intentaron llevarse al pequeño de diez años Marlon Lowe, en Illinois, logrando levantarlo del suelo e incluso picotearlo, situación de la pudo salvarse gracias a la providencial proximidad de su madre, que logró ahuyentar a las aves de una envergadura de unos 2,5 metros.
Dentro de la mitología de los indios ojibwa, de Ontario, Canada, se encuentra el “ave del trueno”, un pájaro gigantesco que podía superar perfectamente los 20 metros de largo y los 40 de envergadura. En una época tan reciente como 1948 fueron vistos esto animales descomunales, aunque para sorprendente, sin duda tenemos el caso de una presunta ave del trueno capturada en 1890 por dos rancheros de Tombstone, Arizona. Tras matarlo con un rifle lo midieron, señalando a la prensa de la época que aquella extraña criatura “que se parecía a un enorme caimán con una cola extremadamente larga y un inmenso par de alas” media 28 m. de largo y 49 metros de envergadura. Un animal que todos desearíamos, sin duda, que quedará para siempre en el mundo de la leyenda.

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Publicado 22 enero 2005 - 19:28

EL DEMONIO DE JERSEY

Un caso historico de parazoología
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A GALOPE ENTRE LO REAL Y LO INTANGIBLE EL DIABLO DE JERSEY SE HA CONVERTIDO EN TODO UN REFERENTE EN LA DENOMINADA CRIPTOZOOLOGIA EXTRAÑA. HA MARCADO LA LEYENDA Y EL FOLKLORE DE TODO UN CONDADO Y AUN A DIA DE HOY AUNQUE SE SIGUEN PRODUCIENDO ENCUENTROS CON ESTA EXTRAÑA BESTIA, CARECE DE UNA EXPLICACIÓN RACIONAL.

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El 31 de Agosto del pasado año Sheila A. Fabi, se disponía a salir de su casa hacia el trabajo, entro en su coche y arranco el motor, pero cuando miro su retrovisor para corroborar que no se acercaba nadie por su carril, observo algo que la llamo poderosamente la atención. Una extraña criatura se encontraba entre los árboles próximos al camino, y parecía observarla con curiosidad.
“Media entre los dos metros o los dos metros y medio, muy delgada y con una cabeza con prominente hocico y extraña forma. Lo que mas me llamo la atención fueron sus alas plegadas hacia el suelo y terminando en unas puntas prominentes a la altura de sus hombros. Tenia un color gris parduzco. No pude observar el resto del cuerpo al estar oculto por la maleza. Lo pude observar muy claramente, ya que eran aproximadamente las 8: de la mañana y había gran cantidad de luz”.

Esta es una de las ultimas observaciones de este curioso animal, si bien es cierto que no todos están convencidos de que sea exactamente eso, un animal.
Para encontrar los orígenes del Demonio de Jersey, tendremos que remontarnos a mediados del siglo dieciocho.
Existen al menos tres o cuatro versiones sobre el origen de esta extraña criatura, pero todas ellas son coincidentes en muchos detalles. Básicamente relatan la historia de una mujer o joven que vivía posiblemente en la región de Leeds. Tras dar a luz a un niño deforme o al que después se maldice, lo confina en un sótano o lugar escondido tras el cual este se transformaría en el mencionado Demonio de Jersey para escapar y vagar por los bosques proclamando su agonía con terribles gritos.

Respecto a estos relatos el investigador e historiador Fred McFadden, cree haber dado con los personajes reales que representan estas leyendas. Este descubrió que en datas de la ciudad de Burlington muy cerca de la región de Leeds, se menciona la historia de un niño deforme o “demonio” que atemorizaba a los lugareños hacia el año 1735.
Sin embargo y pese a que estos orígenes apenas prueban mas que el inicio de un mito o leyenda mas bien rebuscado para darle interés o morbo a su historia, dado lo surrealista de la misma, lo cierto es que existen documentos oficiales que relatan avistamientos del
animal tan tempranos como los que vio el rey José I de España mientras practicaba la caza en el condado de New Jersey entre 1816 y 1939, pero la verdadera oleada ocurrió en el año 1909.
En la semana del 16 al 23 de Enero de 1909, la bestia fue vista por mas de cien personas, dejando huellas y animales que presuntamente había atacado.

Todo comenzó la mañana del 16 de Enero. Thack Cozzens de WoodBury, New Jersey, diviso al demonio volando con los ojos resplandecientes calle abajo. Pero no fue hasta el día 19 de la citada semana, que se dio la descripción más detallada de la Bestia, y la cual perduraría con algunas variantes durante décadas hasta llegar a nuestros días.
Ese día el Demonio de Jersey hizo su aparición mas larga de esa semana y de la historia.
Eran las 2:30 de la madrugada cuando el Sr. Y la Sra. Evans, de Gloucester, se despertaron por un extraño ruido que provenía del exterior de la casa, ambos se levantaron y observaron que los ruidos provenían de un extraño animal, al que observaron durante 10 minutos a través de la ventana.

La descripción que hicieron del mismo fue de lo mas exhaustiva gracias a lo prolongado de la exposición del animal.
“Media aproximadamente un metro o metro y medio de alto, tenia la cabeza del tamaño de un pero pastor y su cara era muy semejante a la de un caballo. Saliendo de lo que denominaríamos su espalda se plegaban dos alas del mismo tamaño del animal aproximadamente. La cabeza estaba separada del cuerpo por un largo y delgado cuello. Caminaba erguido con sus patas traseras, que se parecían a las de un pájaro, pero terminando en pezuñas como la de los caballos. Anduvo por el patio sobre sus patas traseras, y no utilizo nunca sus patas delanteras que eran mas cortas y débiles.
Mi esposa y yo estábamos muy asustados pero logre abrir la ventana y trate de asustarlo con gritos. El animal se giro hacia mi emitiendo un sonido que helaba la sangre y se escabullo en una especie de vuelo algo torpe”.

Después de esto y tras otras muchas denuncias un equipo de hombres decidió salir en una batida de caza al animal, recorrieron 20 millas alrededor Gloucester, pero solo encontraron las impresiones de lo que parecían unos cascos similares al los de los caballos. Sin embargo los reportes de avistamientos del animal recorrían toda la región. Lo vieron en Camden, Burlington, Pemberton, Haddonfield, y así decenas de localidades, unas volando, y otras entre las ramas de los árboles, encontrando en todos los lugares huellas de esos extraños cascos. Esto y ampliaba los misterios del Demonio de Jersey, ya que demostraba que este podía desplazarse a unas velocidades inimaginables y ser visto en varios lugares distantes a varios Km unos de otros, en un espacio muy reducido de tiempo.
Durante todo el año 1909, el extraño animal siguió viéndose por todos los lugares de New Jersey, siendo descrito con los mismo rasgos que lo describió la Sra. Y el Sr. Evans.
Pero con el tiempo los avistamientos fueron decayendo hasta casi no encontrar datos del mismo durante varios años. Muchos empezaron a creer que la historia del Demonio de Jersey no era mas que un mito y a punto estuvo de convertirse en leyenda si no hubieran surgido mas casos durante muchos años, eso si con menos intensidad y mas esporádicos.

En 1927 un taxista de Salem observo a la criatura mientras cambiaba una rueda, esta según relata lo ataco y el mismo salió huyendo del lugar aterrorizado. En 1936 se oyeron los gritos característicos del Demonio de Jersey en el bosque de WoodStown, New Jersey, durante varios días. En 1951 aparecieron muertos en una granja tras el avistamiento del Demonio, 31 patos, 3 gansos, 4 gatos y 2 perros, de los cuales uno de ellos tenia la garganta arrancada. También en 1981 un pareja vio al demonio en las inmediaciones del Lago Atsion en Atlantic County.
Las explicaciones científicas que se le atribuyen a este fenómeno sin lugar a dudas real, son muy diversas, aunque la mas extendida se refiere a que el Demonio de Jersey es una especie de pájaro desconocido.

Algunos científicos afirman que es una especie de grulla. Las grullas vivían al sur de Jersey, hasta que fueron extinguidas por el hombre. Las grullas de las colinas pesan alrededor de unas doce libras de peso, y miden alrededor de un metro y medio. Suele evitar al hombre pero si el hombre le hace frente no duda en atacar. Otros van mas allá en esta teoría del pájaro desconocido, el profesor E. Bralhopf cree que las huellas fueron dejadas por un pájaro prehistórico de la época Jurasica. Afirma que el Demonio de Jersey es una especie de Terodáctilo que a logrado sobrevivir en cavernas del subsuelo.
Sin embargo los hay mas osados que afirman que las apariciones de este animal representan la imagen misma del mal, el diablo en persona. Se apoyan en esta teoría manifestando que los encuentros se suceden en fechas cercanas a grandes catástrofes, y lo mas curioso de esta teoría es que es cierta, muchos de los casos se han sucedido durante fechas como las de la I y II Guerra Mundial.
Lo cierto es que el fenómeno sigue desconcertando a todos los habitantes de New Jersey y a falta de un ejemplar palpable de este extraño animal, cualquier teoría es posible, pero observando los años transcurridos sin otra prueba mas que las huellas y los testimonios de los testigos, la ciencia lo tiene algo difícil en esta tarea.

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Publicado 22 enero 2005 - 19:42

CEFALÓPODOS DESMESURADOS


"No han de olvidarse las observaciones hechas por L. Lucullus, procónsul de la Bætica, acerca de los pulpos, y publicados por Trebius Niger, que era de su séquito... Los demás casos que este autor narra han de ser interpretados mejor como prodigios. Cuenta que en los viveros de Carteia había un pulpo que acostumbraba a salir de la mar y acercarse a los viveros abiertos, arrasando la salazones..., lo que excitaba la indignación inmoderada de los guardianes por sus hurtos continuos. Unas cercas protegían el lugar, pero las superaba trepando por un árbol; no se le pudo descubrir sino por la sagacidad de los perros, que lo vieron una noche cuando regresaba al mar. Despertados los guardianes, quedaron asombrados ante el espectáretaguardia, en primer lugar por la magnitud del pulpo, que era enorme; luego porque estaba por entero untado de salmuera, despidiendo un insoportable hedor... Hizo huir a los perros con su aliento terrible, azotándolos unas veces con los extremos de los tentáretaguardias o golpeándolos con los fortísimos brazos, utilizados a modo de clavas. Con trabajo se lo pudo matar a fuerza de tridentes. Se mostró a Lucullus su cabeza, que tenía el tamaño de una tinaja capaz de contener quince ánforas; repitiendo las expresiones del mismo Trebius diré que sus barbas difícilmente podían abarcarse con ambos brazos y que eran nudosas como clavas, teniendo una longitud de treinta pies. Sus ventosas eran como orzas, semejantes a un lebrillo; los dientes eran de la misma proporción. El resto del cuerpo, que fue guardado por curiosidad, pesaba setecientas libras. El mismo autor asegura que en estas playas el mar arroja también sepias y calamares de la misma magnitud."
Plinio el Viejo, "Historia natural".


La clase de los cefalópodos está formada en la actualidad por los nautilos, los decápodos (calamares y sepias), los octópodos (pulpos) y Vampiroteuthis infernalis, que, pese a su terrorífico nombre, es un pequeño animal gelatinoso, de poco más de diez centímetros de longitud, que habita en aguas profundas de los océanos templados y tropicales, y que comparte características con los pulpos y con los calamares. Entre los cefalópodos se encuentran algunos de los seres más grandes del reino animal. El mayor cefalópodo conocido es el calamar gigante [Architeuthis], con una longitud total máxima comprobada de 18 metros y tentáretaguardias de hasta 13 metros; puede pesar más de quinientos kilos. Entre los octópodos, Octopus dofleini, un pulpo de la costa norteamericana del Pacífico, alcanza los 3 metros de longitud y 5 de envergadura (distancia de punta a punta entre brazos opuestos). Pero es posible que especies aún mayores se oculten en los océanos. De hecho, varias grandes especies desconocidas han sido filmadas o fotografiadas recientemente: un pulpo cirrado de 2,5 metros de longitud cerca de una fuente hidrotermal del nordeste del Pacífico, a 2500 metros de profundidad, en 1984, y un nuevo tipo de calamar gigante, con dos grandes aletas y los brazos muy largos y delgados, en 2001.

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El exvoto de Saint-Malo, reproducido por Pierre Denis de Montfort.


En su "Histoire naturelle des mollusques (faisant suite aux oeuvres de Buffon)" (1801), el naturalista francés Pierre Denis de Montfort describió, además del calamar gigante (al que llamó pulpo kraken), otra especie de pulpo colosal, basándose en un incidente ocurrido en la costa de Angola, representado en un exvoto en Saint-Malo (Francia).

El criptozoólogo Michel Raynal ha estudiado en detalle los testimonios e indicios sobre la existencia de pulpos gigantescos en el Océano Atlántico. En su extenso y documentado trabajo propone la existencia de dos especies (o subespecies) gigantes de pulpo cirrado.

Pulpo gigante de las Bahamas
Las islas Bahamas son los puntos culminantes de una llanura caliza submarina de poca profundidad. Esta llanura está salpicada de grutas producidas por la erosión durante la última glaciación, cuando el nivel del mar era más bajo que en la actualidad y la llanura formaba parte de la tierra firme. El derrumbamiento del techo de esas grutas submarinas ha dado lugar a una formación geológica típica de la región, los blue holes (pozos azules); son el equivalente submarino de las dolinas del relieve cárstico, también llamadas cenotes en el Yucatán. Es un biotopo perfecto para un pulpo gigante. Curiosamente, es en esta misma región donde Julio Verne situó el combate de la tripulación del Nautilus con el pulpo gigante en "Veinte mil leguas de viaje submarino".

Pues bien, según los pescadores de las Bahamas (sobre todo de la isla Andros) y las vecinas islas Caicos, los blue holes son la guarida de un enorme monstruo marino, llamado lusca, him of the hairy hands ("el de las manos peludas") o giant scuttle (pulpo gigante). Es tan temido que los pescadores se niegan a acudir de noche a los blue holes. Resulta revelador que el vocablo scuttle, que en las Bahamas designa al pulpo y se supone derivado de cuttlefish (sepia), también significa "echar a pique".

Para algunos, el lusca no es más que una personificación de las peligrosas corrientes y remolinos habituales en los blue holes, pero existen, como veremos, testigos directos y pruebas materiales de la existencia de este monstruo marino.

Del estudio de los testimonios de pescadores, marinos, submarinistas (entre ellos el célebre comandante Cousteau) y científicos, recogidos en la región desde el siglo XIX, Raynal concluye que el lusca es un pulpo cuyo cuerpo alcanza seis metros de longitud y nueve de diámetro. En cuanto a los brazos, de aspecto peludo y hasta treinta centímetros de grosor, sobrepasan los veinte metros de longitud; aparentemente, están desprovistos de ventosas, o bien éstas sólo están presentes en los extremos. Su peso se estima en unas veinte toneladas. El color de la piel es pardusco, aunque puede cambiar cuando el animal se excita. Posiblemente está dotado de órganos luminiscentes. No puede ser un calamar gigante, puesto que es capaz de trepar a la cubierta de los barcos, una acción imposible para un decápodo debido a la rigidez de su cuerpo.


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Dos fotografías del pulpo gigante de Florida


El 30 de noviembre de 1896, se encontró varado en una playa de la isla Anastasia (12 millas al sur de Saint Augustine, en la costa este de Florida) el cadáver mutilado en descomposición de un gran animal. De color rosa pálido, casi blanco (probablemente despigmentado), su carne tenía una consistencia muy dura, lo que la hacía muy difícil de cortar. El cuerpo, de 6 metros de largo, 5 de ancho y 1,2 de altura, pesaba varias toneladas, y poseía varios muñones de brazos de 25 centímetros de grosor, uno de los cuales medía casi diez metros. Según el doctor DeWitt Webb, fundador y presidente de la Saint-Augustine Scientific, Literary and Historical Society, que fue el único científico que pudo estudiar directamente el cadáver, se trataba de un pulpo: la ausencia de esqueleto, la pequeñez de los escasos órganos internos que quedaban y la estructura muscular del cuerpo eran todas características de un octópodo. El profesor Addison Emery Verrill (1839-1926), zoólogo de la Universidad de Yale y autoridad mundial en cefalópodos, le atribuyó un peso total, en vida, de unas veinte toneladas, y una envergadura de cincuenta a sesenta metros; lo bautizó con el nombre de Octopus giganteus en el American Journal of Science en 1897, aunque poco después se retractó y afirmó que se trataba de los restos de un cachalote.

Otro detalle que indica que se trataba de un cefalópodo, y no de un cetáceo, es que a lo largo de los meses durante los que los restos permanecieron varados, prácticamente no se produjo putrefacción. Tras varios intentos, resultó imposible conservar el gigantesco cuerpo que, con el tiempo, debió ser arrastrado de nuevo por el mar. En la actualidad, solamente se conservan unas pequeñas muestras en la Smithsonian Institution.

Roy P. MACKAL
Bioquímico e ingeniero norteamericano, profesor retirado de la Universidad de Chicago y vicepresidente de la International Society of Cryptozoology, ha realizado varias expediciones criptozoológicas, sobre las que ha publicado los libros "The monsters of Loch Ness" (1976) y "A Living Dinosaur: In Search of Mokele-Mbembe" (1987). También es el autor de "Searching for hidden animals" (1980).
Recientes análisis histológicos de estos fragmentos, publicados en Natural History en 1971 por Joseph F. Gennaro Jr., biólogo de la Universidad de Florida, y Forrest Glenn Wood, especialista en biología marina del Naval Undersea Research and Development Laboratory de San Diego; y bioquímicos, publicados por Roy P. Mackal en Criptozoology en 1986, confirmaron la identificación del pulpo gigante: se trata de tejido de cefalópodo, y no de mamífero.

En 1995, Sydney K. Pierce, Timothy K. Maugel y Eugenie Clark, de la Universidad de Maryland, y Gerald N. Smith Jr., de la de Indianápolis, realizaron nuevos análisis y concluyeron que los fragmentos corresponden a la piel de un cetáceo, pero Raynal ha demostrado, en Of Sea and Shore (1996), que los resultados de esos análisis confirman por el contrario la tesis del pulpo: El hecho de que los tejidos analizados están formados por colágeno casi puro, la composición bioquímica de este colágeno y la ausencia de grasas son incompatibles con la hipótesis del cetáceo.

Varios motivos han inducido a Raynal a suponer que este pulpo gigante pertenece al suborden de los cirrados. En primer lugar, las "manos peludas" del lusca. También la ausencia de ventosas en el cadáver de Saint Augustine y la presencia de dos muñones en una posición que se corresponde más con la de las aletas de los pulpos cirrados que con la de los brazos. Y por último, la frecuente confusión en los testimonios visuales entre pulpo y calamar: Los pulpos cirrados, de costumbres menos sedentarias que los incirrados (más conocidos, sobre todo por sus aplicaciones culinarias), son más semejantes a los calamares en anatomía y comportamiento. Si esta identificación es correcta, el nombre propuesto por Verrill, Octopus giganteus, no es válido, puesto que el género Octopus pertenece al suborden de los incirrados. Raynal ha propuesto el nombre Otoctopus giganteus.

Existen testimonios similares, aunque más escasos, fuera de las Bahamas y las Caicos: en Cuba y en la península de Yucatán, donde se ha atribuido a los pulpos gigantes la muerte de dos personas, atacadas en sus piraguas. La geología y la ecología submarina de esta última región son muy similares a las de las Bahamas. Existe también un informe aislado de Tejas. En la costa de Florida, sin embargo, aparte del cadáver de Saint Augustine, sólo se cuenta con el testimonio de la tripulación del U.S. Chicopee A0-41, que en 1941 observó un enorme pulpo muerto flotando cerca del barco; ambos cadáveres pudieron haber sido arrastrados por la corriente marina de Florida, que recorre la costa sureste de los Estados Unidos, desde las Bahamas hasta el cabo Hatteras, en Carolina del Norte.

Estos pulpos viven en las cuevas submarinas a menos de 300 metros de profundidad, de las que salen, principalmente por la noche, para alimentarse. La base de su dieta debe de ser la langosta Panulirus argus, muy abundante en la región, y que puede alcanzar un metro de longitud y cinco o diez kilos de peso; además de otros crustáceos, moluscos y peces. Su comportamiento territorial les hace atacar e incluso trepar a los barcos que se acercan a sus guaridas. En varias ocasiones se ha constatado que son capaces de cortar los sedales más resistentes, incluso de acero, después de inmovilizarlos durante varios minutos.


Pulpo gigante de las Bermudas

En las Bermudas, archipiélago volcánico rodeado de fondos oceánicos profundos, se han recogido diversos testimonios que señalan la existencia de un animal parecido al lusca. En 1969, dos submarinistas observaron una especie de pulpo o medusa pulsátil de quince metros de diámetro y de veinte a treinta de longitud. En 1984, John P. Ingham, un pescador de crustáceos, perdió dos nasas de varios metros cúbicos llenas de cangrejos Geryon a unos novecientos metros de profundidad. Poco después, estuvo a punto de perder una tercera nasa: Un animal, identificado con el sonar como una masa piramidal de 15 metros de altura, remolcó el barco, de 15 metros de eslora, durante varios cientos de metros a 2 kilómetros por hora. En 1985, el mismo pescador observó un pulpo gigante agarrado a una de sus nasas, del que pudo cortar un fragmento de veinte kilos de consistencia gelatinosa. Por último, en 1988, apareció en la playa de Mangrove Bay una masa de colágeno inodora de 2,4 metros de longitud, con la consistencia del caucho, similar al cadáver de Saint Augustine; los análisis realizados indican que no son los restos de un mamífero marino.

Se trata seguramente de un animal diferente del lusca, puesto que su biotopo es también diferente. Además, las Bermudas se encuentran separadas de las Bahamas por la llanura abisal de Hatteras, de más de cuatro mil metros de profundidad, una barrera infranqueable para los animales bentónicos, como los pulpos. Raynal ha propuesto para esta especie el nombre de Geryonoctopus inghami.

Conviene tener presente que tanto el aspecto gelatinoso como el movimiento pulsátil observados son comunes en varias familias de pulpos.


Pulpo gigante de Hawaii

El pulpo gigante es un monstruo bastante común en el folklore de las islas del Pacífico: Hawaii, las islas Cook... Hawaii, como las Bermudas, es un archipiélago volcánico rodeado de aguas profundas.

Se han publicado dos testimonios de avistamientos de pulpos gigantes en el archipiélago hawaiano en los años 1950. Según las descripciones, los brazos, de más de veinte metros de longitud, estaban cubiertos de grandes ventosas, lo que puede indicar que se trata de pulpos incirrados, a diferencia del pulpo gigante de las Bahamas. Además, los lugares donde se observaron los pulpos son semejantes: En los dos casos se trataba de zonas poco profundas cercanas a lugares de anidamiento de tortugas marinas. Pero, desde entonces, no se han vuelto a tener noticias.


Calamares supergigantes

Ciertos indicios sugieren que existen calamares mucho mayores que las especies conocidas de Architeuthis. En primer lugar, los testimonios de los marinos que los han visto: En 1903 se observó un calamar de cincuenta metros en Noruega, y en 1933, uno de veintidós en Terranova. En ocasiones, los cachalotes moribundos vomitan el contenido del estómago; algunos balleneros han observado en esos casos fragmentos desmesurados de brazos de calamar. Además, en la piel de algunos cachalotes se han constatado enormes cicatrices de ventosas; de su diámetro, que llega a alcanzar hasta cuarenta centímetros, se puede calcular que fueron infligidas por calamares de hasta un centenar de metros de longitud total, si pertenecen al género Architeuthis; si corresponden a especies con otras proporciones corporales, sus dimensiones podrían ser menores (o mayores...); en todo caso, no se conoce ninguna especie de calamar que posea ventosas tan grandes.

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BUNYIPS, CUSTODIOS DE LOS PANTANOS

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No existe uno igual, son conocidos por todos, y los Aborígenes Australianos los temían como el peor de los males. Escurridizo entre la oscuridad y la protección que otorgan las ciénagas y pantanos, los Bunyips han alimentado todo tipo de conjetura y hoy en día perturban los sueños de los mas pequeños, como lo ha hecho el temido hombre del saco, pero por el contrario sabemos que este nunca existió.

Según los aborígenes Australianos, los Bunyips son criaturas que habitan en las ciénagas, pantanos y ríos, devorando a todo aquel que se atreva a adentrarse en estos parajes en la oscuridad de la
noche. Dicen que, los Bunyips tienen especial preferencia por mujeres y niños, y que son capaces de provocar un sonido gutural, que según los que han tenido la oportunidad de oírlo, hiela la sangre.
En 1948 un granjero, que después del encuentro se mostró aterrorizado, relato su encuentro con una de estas criaturas describiéndola de una manera sorprendente.

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Se encontraba en el Río Eumeralla, cerca de Port Fairy, Victoria, cuando se cruzo ante sus ojos uno de estos Bunyips al que describió de un color marrón, con cabeza de canguro, cuello largo con crines, tan pesado como un Buey, y con la boca llena de dientes.
Y es que si algo caracteriza al Bunyip, es el de no encontrar dos descripciones iguales de esta criatura. Se han descubierto dibujos muy antiguos realizados por los aborígenes en los que aparecen estas Bestias de mil y una formas posibles, desde similares al conocido Bigfoot, hasta recubiertos de plumajes como los pájaros.

EL MITO SE HACE REALIDAD

A mediados del siglo XIX los encuentros con el Bunyip empiezan a hacerse frecuentes, demostrando que las diferencias entre las descripciones del animal se hacen evidentes. En 1886, un Bunyip de color pálido y con “cara de niño” fue apedreado por dos jinetes al cruzar el rio Molonglo en Canberra. En 1847 la prensa Australiana publicaba noticias referentes al “Bunyip de Kine Patrie”, que en otras zonas era conocido por los indígenas como “Yahoo” o “Wowee
Wowee” y era descrito como algo semejante a una figura humana, pero con rasgos y detalles horripilantes, como pies vueltos del reves etc.
Es mas probable que las descripciones de este animal, estuvieran exageradas o influenciadas, a que existiera mas de un tipo de esta inexplicable especie, pero casi todo es posible en el mundo de la criptozoologia.  

Sin embargo, los Aborígenes estaban tan seguros de la existencia del Bunyip que transmitieron sus historias o leyendas sobre el mítico animal, a los primeros colonos blancos que llegaron a Australia. Estos se las tomaron poco menos que a broma, pero pronto empezaron a circular entre ellos las primeras afirmaciones de haber visto al animal y su consiguiente temor por el.
En 1872, en el Lago Galilee conocido por las apariciones de un misterioso y temido Bunyip, se cita la desaparición de un granjero de la localidad que un buen día salió a pescar en el citado Lago para jamás regresar, solo pudo encontrarse su embarcación hecha pedazos. También el ganado de los colonos asentados en la zona, que calmaban su sed en el Lago, empezaron a desaparecer y muchos avisaban de extrañas huellas en las orillas.

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Poco a poco la leyenda del misterioso Bunyip empezo a calar hondo en los habitantes del continente Australiano, y no falto quien, a falta de una identificación veraz, quiso dar su propia teoría; tan curiosas entre otras como la que esgrimía que los Bunyips eran en
realidad los salteadores de caminos y ladrones que se escondían en la seguridad de las ciénagas para no ser capturados por ley. Gritando y simulando ser monstruos o animales salvajes para infundir un temor que persuadiera a sus captores de hallar sus escondites.
Sin embargo no debemos tener en cuenta estas teorías si comprobamos otros encuentros mas cercanos a nuestras fechas, donde los salteadores de caminos han cambiado su métodos y lugares para realizar sus delitos.
El conocido “Bunyip de Lismore” fue visto por ultima vez en el año 1970. Fue descrito como un animal tan peludo como un perro y con orejas similares a las de un cerdo, así mismo este Bunyip en concreto, fue culpado de la desaparición de dos ganaderos en las inmediaciones del Lago Lismore.

FÓSILES VIVIENTES

Lo cierto es que los criptozoologos tratando de dar una explicación a tal cantidad ingente de casos y de avistamientos de la criatura, se interesaron por el “Caso Bunyip”, dando una explicación cuando menos, mas científica, aunque no del todo satisfactoria.
Muchos como los zoólogos Tim Flanery y Michel Archer afirmaron que las leyendas del Bunyip, tienen su origen en un tipo de herbívoros muy grandes, una especie marsupial muy parecidos al Tapir, que son conocidos como Palorquestidos, que fueron vistos hace mucho tiempo habitando en terrenos pantanosos, estando en la actualidad extintos, según se cree.

Y es que verdaderamente la hipótesis de animal que a logrado transgredir la frontera del tiempo y sobrevivir a la extinción sin que el hombre tenga conocimiento de ello, se plantea como la mas favorable para explicar este misterio. Entre otros animales que se sostienen como extintos en el continente Australiano, encontramos un gigante reptil, llamado “Megalania” que habito en la época del pleistoceno, u otro candidato a cambiar su nombre por el del Bunyip, como es el Driptodon, que apareció representado en una colección de sellos que ilustraba varios dibujos de diferentes Bunyips creados a partir de las descripciones de los testigos.
En la actualidad los encuentros con este animal han ido disminuyendo hasta casi desaparecer, achacándolo algunos al avance tecnológico de la sociedad o a la disminución de zonas salvajes e inexploradas y otros a la menor predisposición de la gente de creer historias mitológicas como ciertas. Sin embargo un misterio afín al Bunyip lo sigue manteniendo amarrado a la realidad, hablamos de ese horripilante quejido o alarido que a muchos a cuajado la sangre. Este misterio aun sigue reproduciéndose, atribuyéndolo algunos al grito del Avetoro, un pájaro de la familia de las garzas, y otros, mas nostálgicos, al grito desesperante del Bunyip que se resiste a desaparecer de la mente de los mas crédulos y soñadores.

UNA CURIOSA ANÉCDOTA

Muchos afirman que las historias del Bunyip, no son mas que Leyendas, teoría por cierto, del todo aceptable, aunque toda Leyenda tiene un origen suponemos que real. Sin embargo esta afirmación nos lleva a recordar la anécdota referente al Bunyip visto en el “Centinnial Park of Sydney” en 1960. Los testigos lo describían con cabeza parecida a la de un gatito, cuello de tortuga y cola de púas como la del “Stegosaurus”, una de las especies de dinosaurios extinguidos. Tras multitud de avistamientos de esta extraña Bestia, y de recorrer el rumor de boca en boca, como suele suceder, se pudo comprobar que lo que ellos creían una Bestia o Monstruo desconocido, no era mas que una especie exótica de ave acuática.


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Publicado 22 enero 2005 - 19:49

PEREZOSOS TERRESTRES

Hace miles de años vivían en Sudamérica unos enormes animales emparentados con los actuales perezosos arborícolas: los perezosos terrestres. Los últimos representantes conocidos de estos seres desaparecieron de las Antillas en el siglo XVI; pero triviaá algunos de estos animales sobreviven aún en dos regiones boscosas: la selva del Amazonas y la Patagonia.


El mapinguari

En la selva del Amazonas se han recogido decenas de historias sobre el mapinguari, un animal del tamaño de un hombre adulto, cubierto de largo pelaje rojo. Tiene cara de mono y garras como las del armadillo, que apuntan hacia atras cuando camina. Exhala un olor intenso y nauseabundo y se le considera invulnerable a las balas.

El mapinguari es un animal nocturno que evita el agua, se desplaza con manadas de pecarí labiado [Tayassu pecari] y se alimenta del blando interior de las palmeras, que abre con sus grandes garras. Sus gritos, según los testigos, son aterradores.

También recibe otros nombres: capé-lobo, mão de pilão (mano de almirez), pé de garrafa (pie de botella) y juma.

En 1994-95, el ornitólogo David C. Oren recogió indicios materiales de la existencia de este animal: fotografías de marcas de garras en árboles, grabaciones de gritos y moldes de huellas de pisadas. Estas últimas miden más de 30 centímetros de longitud y 15 de anchura (el triple que las huellas del tapir amazónico [Tapirus terrestris], el animal conocido más grande de la selva), y su separación indica una zancada de casi un metro.

El biólogo John Lewis ha analizado ADN de excrementos atribuidos al mapinguari. Los resultados indican que pertenecen a una especie desconocida, estrechamente emparentada con los perezosos arborícolas, lo que refuerza la identificación de este animal con una especie de perezoso terrestre.

Según Oren, se trata de un megaloníquido, familia a la que pertenecen los perezosos de dos dedos [Choloepus spp.].


El elengassen

En la Patagonia, existen testimonios indígenas parecidos sobre un cuadrúproblema peludo, invulnerable, del tamaño de un buey, con la cabeza corta, la cola larga y peluda y las patas cortas, provistas de grandes garras curvadas. Vive cerca del agua y es muy fiero.

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El succarath en un antiguo grabado


Sorprendentemente, esta descripción concuerda con el aspecto de un grupo de perezosos terrestres supuestamente extinto hace sólo 8.000 años: los milodontes. La invulnerabilidad se explica porque estos animales tenían la piel blindada gracias a los millares de huesecillos embutidos en ella.

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Un pangolín


Los indios pampas le llaman elengassen, los araucanos, lofo-toro o lobo-toro, y los tehuelches, iemisch. También recibe el nombre de su o succarath, y se dice que transporta a sus crías sobre el lomo y las protege cubriéndolas con la cola, como los perezosos arborícolas y sus parientes, los osos hormigueros.

A finales del siglo XIX, Ramón Lista, geógrafo, explorador y político argentino, se encontró en uno de sus viajes por la Patagonia con un animal semejante al pangolín [Manis spp.], pero su cuerpo no estaba cubierto de escamas, sino de un largo pelaje gris rojizo. Los miembros de la expedición dispararon varias veces sobre el animal, pero éste escapó aparentemente indemne.

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Publicado 22 enero 2005 - 19:51

EL AVE MOA

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¿Se extinguio realmente el ave Moa?

El primero en hablar del Moa, como un animal que pese a haberse extinguido oficialmente, pudiera continuar vivo en algunas zonas de Nueva Zelanda, fue el zoólogo y padre de la criptozoología Bernard Heuvelmans. Lo hizo nada mas y nada menos que en 1958, en su libro “Tras las huellas de los animales desconocidos” donde se refería a ellos como “un fósil viviente”.

Los Moas, emparentados con las avestruces, y dentro del orden de las ratites, poblaron Nueva Zelanda hace 500 años. Con unas medidas de casi tres metros, y un peso aproximado de 200 kilos ha sido el ave mas grande que ha caminado sobre la faz de la tierra junto al hombre, e incluso antes, ya que restos fósiles pertenecientes al Moa, confirman que hubo una importante población hace la friolera de 11,2 millones de años. En Nueva Zelanda pudo vivir y evolucionar tranquilamente, hasta la llegada del hombre, antes de que llegaran los maoríes de Polinesia, hace 800 años, en este territorio, no existían grandes depredadores que significaran una amenaza para esta gran especie. El Moa, un ave relativamente lento, se convirtió en una presa fácil del que no solo se podía aprovechar su carne, sus huevos de casi siete kilos, era también un abundante alimento.

Sin embargo a día de hoy se tienen constancia de varios informes que recogen avistamientos de un animal que podría estar emparentando mucho mas cerca de lo que lo estarían algunas especies conocidas hoy como el kiwi o el mismo avestruz. Uno de los mas recientes de estos avistamientos, se remonta al 20 de Enero de 1993 en las cordilleras Craigieburn, Nueva Zelanda, cuando tres hombres aseguraron ver y fotografiar lo que ellos describieron como un Moa. “no era un Emu, un Ostrich, o un ciervo rojo, estamos seguros de que era un Moa”.

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UN IMPORTANTE AVISTAMIENTO

Los tres testigos cuyos nombres son Paddy Freaney, antiguo instructor del Ejercito Británico del Aire, Sam Waby y Rochelle Rafferly, ambos tramperos y cazadores.
“Media aproximadamente 2 metros –describieron los testigos- de los cuales uno de ellos era solo cuello, un cuello muy delgado que acababa en una cabeza pequeña en relación al resto del cuerpo. Las patas eran gruesas y parecían muy fuertes, y unas plumas de color gris le cubrían el cuerpo incluso mas abajo de las articulaciones, que serian algo así como nuestras rodillas”.

De la descripción que hacen los testigos de este animal, podemos extraer una curiosa apreciación, que daría la confirmación a una teoría que postulo Hevelmans y que rompería un tema en las descripciones del Moa. Según Hevelmans, el Moa perfectamente podría tener las patas cubiertas de plumas y no desnudas como se cree normalmente. De hecho es factible pensar que los Moas no tuvieran
plumas en las patas si estas vivían en los bosques, las patas desnudas solo tendrían un beneficio en las aves que vivieran en las llanuras como las de los avestruces, donde esta características si les servirían para desplazarse mas rápidamente.

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Las fotografías que logro tomar Freaney, fueron concienzudamente analizadas incluso por un equipo de la Universidad de Ingeniería Electrónica de Canterbury. Los resultados fueron totalmente contradictorios, mientras el equipo de la Universidad de Canterbury, encabezado por su portavoz Kevin Taylor afirmaba que lo que se observaba en la borrosa fotografía era un ave, un estudiante de postgrado de zoología de la misma Universidad que habría tenido la oportunidad de analizar también la imagen, afirmaba que lo observado había sido un ciervo rojo, ya que lo que parecía el cuello era demasiado grueso para pertenecer a un Moa.

¿QUE SON LOS ROA-ROA?

Otro tipo de avisatamientos que se relacionan con el Moa proviene también de estas islas sureñas. Aunque de menor tamaño, las evidencias de esta desconocida ave a la que los maoríes llaman Roa-Roa, son mas sustanciales. Se han encontrado huellas en varias ocasiones, además de unos trocitos de piel recubiertos de plumas que adornaban un sombrero ritual de los indígenas maoríes. Estos restos se han atribuido a un presunto kiwi gigante, al que incluso pese a no tener evidencia certeras de existir, han bautizado como Apteryx Máxima, sin embargo si hacemos caso a las descripciones del Roa-Roa que hacen los maoríes, estos tienen espolones, atributo que no poseen los kiwis, pero que si poseían los Moas.

Pese a que no se han obtenido pruebas de la existencia del Moa, los científicos si han obtenidos importantes resultados de las pruebas efectuadas a fósiles de esta ave. Los investigadores de la Universidad de Oxford, del Brithis Museum, necesitaron mas de dos años para ensamblar los mas de 200 fragmentos de ADN que se extrajeron de dichos fósiles, con el fin de hacer una reconstrucción genealógica definitiva del grupo de las ratites. Sin embargo, lo que mas asombro a la comunidad científica fue el hecho de disponer por primera vez de la secuencia completa de un genoma mitocondrial (el ADN mitocondrial es un pequeño genoma de unos 16.500 neuclotidos, que son las letras que conforman la cadena de ADN, las cuales se hallan en el interior de las mitocondrias, que son las encargadas de producir la energía para la célula) de una especie extinta.

Podríamos decir que estos descubrimientos traerian consigo la creación de un ejemplar de Moa en el futuro, pero no obstante, si gestadores no faltan, si faltaría algo primordial para su supervivencia según los científicos, seria necesario un habitat para ellos, y una dieta alimenticia que en la actualidad desconocen y la cual, probablemente no exista.

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Publicado 22 enero 2005 - 19:54

EL ESCURRIDIZO CALAMAR GIGANTE


El espeluznante Calamar Gigante descrito por Julio Verne en su relato "20.000 Leguas de Viaje Submarino", no es solo un mito, Julio Verne una vez mas dio en el clavo y lo que el imagino en su libro no deja de ser hoy una realidad muy tangible.

El 17 de Noviembre de 1861, la tripulación del Barco de guerra Francés "Alecton" tuvo un encuentro con un calamar gigante frente a las
costas de Tenerife (Islas Canarias), justamente en la zona de Anaga. A pesar de los esfuerzos de los marineros por izarlo a bordo, el ejemplar se desgajo en dos partes y los arponeros solo pudieron conservar la increíble cola de unos 8 metros de longitud, no habría mas que imaginare cuanto mediría el ejemplar completo contando los tentáretaguardias. Tras la presentación de un detallado informe ante la Academia Francesa de las Ciencias, aquella información avivo el interés por el increíble tamaño que podían alcanzar algunas especies marinas.

Esta es solo una de las muchas historias que los afortunados, según se mire, marineros nos han dejado, algunos de ellos han quedado impresos en dibujos y al verlos uno puede pensar que se exagera en el tamaño de estos animales, pero comparándolos con imágenes reales, nos damos cuenta que son totalmente fieles.
Los Teutólogos, nombre que reciben los biólogos encargados de estudiar los cefalópodos - animales cuyas extremidades parten de la cabeza -, rama en la que se encuentran estos grandiosos reyes del mar, se han visto realmente sorprendidos con este animal, que se encuentran repartidos por todos los mares del planeta, desde el gélido ártico pasando por Canarias, hasta llegar incluso al sur de África.

Las capturas fortuitas, o los ejemplares que han aparecido varadas en las playas han permitido, a estos hulcientíficos, indirectamente ligados a una nueva ciencia, la Criptozoología, han podido trazar un perfil bastante fiel del calamar gigante, conocido como Architeuthis Dux, el mas grande de los calamares.
Se cree que es el animal con mayor tasa de crecimiento, ya que al nacer mide solo dos centímetros pudiendo superar los 20 metros de longitud al llegar a adulto - lo que significa una media de crecimiento de casi 1cm al día - y con un peso de hasta una tonelada, características estas de los ejemplares mas grandes, pero, una media básica puede ser de 15 metros desde el extremo de su cola hasta la punta de sus dos tentáretaguardias mas largos que llegan a alcanzar los 10 metros.
En total cuenta con dos brazos y ocho tentáretaguardias que parten de la cabeza - que pueden superar los dos metros de tamaño - unida al cuerpo, terminando en una cola muy afilada en el caso de ejemplares adultos y con dos pequeñas protuberancias semejantes a pequeñas alas.

El Architeuthis dispone, por detrás de la cabeza, de un sifón grande y muy musculado que lo usa como medio de impulso, al expulsar un chorro de agua a una fuerte presión, lo que le da un impulso sorprendentemente rápido.
Esta movilidad le permite desplazarse en cualquier dirección que desee. Sus ojos son los mayores del reino animal llegando a medir tanto como una cabeza humana. La boca en comparación con su tamaño solo mide 15 centímetros, lo cual nos puede parecer poco. Buena parte de su cuerpo esta recubierto por una membrana o tegumento de aspecto gelatinoso y color rojo oscuro, que contienen una capa de células pigmentarias conocidas como cromató foros y que le permiten cambiar de color según la cantidad de luz que penetra en el agua.
Cuenta con un cerebro muy desarrollado, con capacidades de relación y aprendizaje. Su metabolismo no consiste en quemar grasas, como el de la mayoría de los animales, sino proteínas, que es una vía poco rentable de supervivencia, ya que es como si nosotros quemáramos nuestros propios músculos para seguir existiendo; este funcionamiento carga su cuerpo de amoniaco, que le resulta además muy útil en su mecanismo de flotación. Su bolsa de tinta es anormalmente pequeña, desproporcionada con respecto a su cuerpo. Generalmente suelen ser solitarios salvo cuando se reproduce, lo cual solo lo efectúa una vez en la vida, y luego muere. Como otro cefalópodos, tiene tres corazones, uno real que impulsa la sangre y dos branquiales.

Se debe tener en cuenta que todas estas conclusiones son especulativas, puesto que jamás se ha podido observar un ejemplar vivo, no obstante, podemos afirmar que estos datos son muy fidedignos y concluyentes, sujetos eso si a cambios que se puedan especificar en futuras investigaciones.

MECANISMOS DE DEFENSA.

Los tentáretaguardias del Architeuthis son su principal arma defensiva, poseen poderosas ventosas y protuberancias adhesivas cuyo tamaño aumenta según llegamos a los extremos, distribuyéndose en cuatro hileras de ventosas que además de ser dentadas en los extremos tienen movilidad propia. Aunque el diámetro de estas ventosas supera los cinco centímetros, se han encontrado huellas en la piel de algunos cachalotes de hasta veinte centímetros, lo que quiere decir que podría alcanzar la increíble longitud de 75 metros. Sin embargo las explicaciones de los científicos a estas marcas, son que las mismas crecen a mediada que lo hace el cachalote.
A ocasiones en los estómagos de algunos cachalotes, principal enemigo del Architeuthis, se han encontrado picos semejantes a los de los loros, que el calamar utiliza para despedazar a sus presas.

En ocasiones se han notificado avistamientos de luchas entre calamares y cachalotes, donde al parecer el calamar siempre se encuentra en clara desventaja. La tinta que expulsa al encuentro de su enemigo le sirve para despistar a su enemigo y huir, ya que pese a su movilidad que aunque parezca muy buena es mas bien normal tirando a mediocre, y la fuerza de sus tentáretaguardias, no es rival para los dientes y velocidad de un cachalote.

En la parte inferior podemos ver una imagen de un trozo de la piel de un cachalote, con las marcas del ataque de un Calamar Gigante.
El intento de huida del Architeuthis hacia las profundidades donde habita, entre los 500 y 1500 metros de profundidad, no le sirve de nada, ya que el cachalote gracias a un aceite llamado Espermaceti, que se localiza en su cabeza, puede descender a esa profundidad tras el. Por tanto la supervivencia de este animal frente a tan descomunal depredador se basa en su pericia de despiste.
El calamar gigante parece estar dentro de la dieta del cachalote, esto parece inequívoco, pero ¿Que come el Architeuthis?.

Aunque para el cachalote sea una gran presa, las presas del calamar son algo mas pequeñas, se alimenta de pequeños peces, que atrapa con sus tentáretaguardias, así como otros cefalópodos de reducido tamaño e incluso de plancton.

Por ser esta pagina de origen Canario, podemos tener el privilegio de informales sobre algunos ejemplares aquí varados o capturados. En aguas Canarias no es la primera vez que se encuentra un calamar de este tipo, según Francisco García Talavera, director del Museo de Ciencias Naturales de Sta. Cruz de Tenerife, "Todo hace pensar que en Canarias puede vivir esta especie, porque triviaás ha encontrado aquí el ecosistema ideal para subsistir. Tienen una relativa tranquilidad, alimento y grandes fosas avísales que llegan a superar los 1000 metros de profundidad donde pueden refugiarse". además puntualiza el experto una explicación del porque de cachalotes en aguas Canarias. "Puede deberse a varias razones y una de ellas puede deberse la presencia de calamares gigantes, que forman parte de la misma cadena alimenticia".

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Publicado 22 enero 2005 - 19:57

EL MOKELE-MBEMBE

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Tras la pista del último dinosaurio

PROBABLEMENTE CON LA HISTORIA DEL MOKELE-MBEMBE LLEGAMOS EN NUESTRO VIAJE POR LOS REINOS DE LA CRIPTOZOOLOGÍA A UNO DE LOS EPISODIOS Y CRIATURAS MÁS INTERESANTES PARA LOS “CAZADORES DE MONSTRUOS”, AL PLANTEAR CON DIVERSIDAD DE ARGUMENTOS LA POSIBLE SUPERVIVENCIA EN NUESTROS DÍAS DE UN TIPO DE DINOSAURIO EN TIERRAS AFRICANAS. LOS TESTIMONIOS SE REMONTAN AL MENOS HASTA EL SIGLO XVIII, Y HACEN REFERENCIA A UNA CRIATURA DE UNA ENVERGADURA TAN GRANDE, QUE ERA CAPAZ DE BLOQUEAR EL FLUJO DE LOS RÍOS.

Encontrar un dinosaurio vivo en la actualidad – al margen de en los dominios de la criptozoología- es algo que sólo puede suceder en las películas de ciencia-ficción, y aunque el mundo del celuloide revive cada vez con mayor realismo a los gigantes extinguidos de la evolución, lo cierto es que los registros fósiles son los únicos elementos reales con los que contamos para conocer a los antiguos reyes del planeta. No obstante, y pesar de chocar frontalmente contra los pilares más básicos de la paleontología, desde hace más de cincuenta años diversos criptozoólogos proponen que en los dominios de la República del Congo y sus alrededores pueden haber sobrevivido ejemplares de una extraña criatura, que según los testigos guarda un enorme parecido con los extintos dinosaurios. Los nativos lo conocen entre otros nombres por Mokele-Mbembe, que significa “el que bloquea los ríos”, aunque dependiendo de la zona también se han recogido denominaciones como nsanga y chimpekwe.

CRIATURAS VARIAS

Según todos los indicios, es posible que la primera referencia escrita a nuestro protagonista se la debamos al misionero francés Lievain Bonaventure, quién escribió una historia natural de la Cuenca del Congo en la que comenta como pudo observar unas enormes huellas procedentes de un animal desconocido, huellas de casi un metro de longitud en las que nítidamente destacaban las garras hundidas en la tierra. Esto ocurría en 1776, pero no fue hasta el siglo XX que llegaron los relatos más fidedignos y alguna que otra prueba circunstancial sobre la existencia de una fauna poco habitual en las regiones pantanosas africanas. En 1909 el teniente Paul Gratz conoció relatos sobre una criatura que habitaba en el Lago Bangweulu, en Zambia, con un aspecto bastante parecido al de un cocodrilo y con fuertes garras en sus dedos, del que incluso un
grupo de nativos conservaban algunos trozos de piel que llegó a ver. Tal y como narraban los indígenas, en el lago ya no habitaban los hipopótamos debido a los hábitos depredadores de la bestia, a la que denominaban el nsanga.

También por esas mismas fechas el naturalista Carl Hagenbeck publicó su autobiografía incluyendo algunas referencias a un “monstruo grande, medio elefante, medio dragón” que vivió en los pantanos del Congo, tal y como le reseñaron insistentemente diversos colegas y aventureros. Ignoramos sí se referían o no al Mokele, ya que con ésta denominación aparece por primera vez de la mano del capitán alemán Freiherr Von Stein. En 1913 y siguiendo ordenes del gobierno alemán, Stein exploró el Camerún y el Congo aportando la descripción más popular y detallada del Mokele-mbembe, - literalmente el que detiene el flujo de los ríos - tras toparse con un sendero que los nativos identificaron como hecho por el animal. “Se dice que el animal tiene la piel lisa y de un color gris pardusco, -escribe Stein- con un tamaño entre el de un elefante y un hipopótamo. Dicen que tiene un cuello largo y flexible, y un solo diente pero muy largo, que algunos piensan es un cuerno. 
Tiene una cola larga y musculosa como la de un caimán, y salé de los ríos donde habita a buscar alimento; dicen que solo come verdura”. Quince años después otro aventurero y comerciante, Alfred Aloysius Horn, narró su estancia en Gabón en un libro en el que incluyó varias historias sobre el Jago-Nini, que vendría a significar algo así como el gran buceador, un animal que habitaba el Río Ogooue teniendo por costumbre salir del agua y devorar a las personas. Como vemos a la vista de los testimonios reseñados, las zonas pantanosas del Congo parecen el hábitat más adecuado para la existencia de animales desconocidos, pero también para que surjan historias que parecen tener más relación con el miedo, la superstición y el mito, que con la realidad.

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¿ESTAMOS ANTE UN RINOCERONTE?

En los años 30 el conocido investigador de anomalías Ivan T. Sanderson encontró huellas de lo que creyó era un gigantesco hipopótamo cuando exploraba la misma región, e incluso creyó verlo en el agua, aunque en una zona en la que los hipopótamos no habitan. En 1976 le llegó el turno al herpetólogo James H. Powell, por medio de una expedición a Gabón en busca de animales no catalogados, con un especial interés por los reptiles en los que estaba especializado. Pudo recoger un buen número de relatos, aunque lo más interesante fue que al mostrar unas ilustraciones de saurópodos a los nativos, estos no duraron en identificarlo con el mokele y el n,yamala, extraña criatura ésta última que también atemorizaba a los indígenas.

Cuatro años después y junto al biólogo de la Universidad de Chicago Roy P. Mackal, realizó una nueva expedición que les permitió asegurar que el hábitat del Mokele podía estar en las zonas pantanosas del Lago Likouala y el Lago Tele, estableciendo que el tamaño de la criatura oscilaría entre los 15-30 pies, - de 4.5 a 9 metros- con un color rojizo e incluso una cresta en la cabeza. El testimonio más interesante de cuantos recogieron aludía a la captura en el Lago Télé de uno de estos animales en el año 1959 por parte de los nativos, que tal y como recordaba el pigmeo Pascal Moteka fue atrapado gracias a una barrera de estacas, muriendo posteriormente todos aquellos que comieron su carne durante la celebración del acontecimiento. Un año después, en 1981 Mackal se hizo acompañar en
otra nueva campaña por varios especialistas más, entre ellos el zoólogo congoleño Marcellin Agnagna, logrando encontrar un camino en la vegetación hecho supuestamente por el animal y algunas huellas, además de haber escuchado al animal e incluso creer haberlo visto sumergirse en el agua. Una vez más el parecido del animal con un pequeño dinosaurio volvió a hacerse evidente.

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Publicado 22 enero 2005 - 19:59

AVES EXTINTAS...PERO NO TANTO

En los últimos siglos, el hombre ha provocado la extinción de bastantes especies de aves. Generalmente se trata de aves no voladoras, habitantes de islas remotas, que quedaron indefensas ante la invasión de sus habitats por parte del hombre y de las especies que le acompañan (perros, ratas...). En algunos casos, sin embargo, es posible que, ocultas en remotos refugios, subsistan pequeñas poblaciones; para asegurar la protección de estos supervivientes del pasado urge en primer lugar su descubrimiento.


El ave-elefante

El ave-elefante [Aepyornis maximus] era una gigantesca ratite, de 2,5 a 3 metros de altura y de 400 a 500 kilos de peso, que habitaba en los bosques pantanosos del sur de Madagascar. Los malgaches la conocían por el nombre de vorompatra y utilizaban sus enormes huevos, de más de 30 centímetros de longitud, como recipientes.

Se extinguió "oficialmente" en el siglo XVII, pero hasta finales del XIX se han seguido registrando testimonios de su existencia. Desgraciadamente, la deforestación que viene sufriendo Madagascar ha entrañado un cambio climático que ha reducido drásticamente las zonas pantanosas de la isla, lo que probablemente haya terminado con los últimos ejemplares de este ave.

Una especie menor, Aepyornis hildebrandti, del tamaño de un avestruz, podría sobrevivir según ciertos investigadores en las selvas más inaccesibles de la isla.


Las moas

Las moas (ratites del orden dinornitiformes), poblaban Nueva Zelanda en la antigüedad. Se cree que desaparecieron debido a la caza intensiva a la que fueron sometidas por parte de los maoríes. Otros términos maoríes para estas aves son tarepo y pelicula.

Sin embargo, los rumores sobre la supervivencia de dos especies de moa continúan hasta nuestros días, principalmente en la Isla del Sur: una gran moa, de 2 a 3 metros de altura, señalada por vagos testimonios; y una especie más pequeña, del tamaño de un pavo, llamada roa-roa por los maoríes, de la que se han encontrado huellas en varias ocasiones, y que podría corresponder a los géneros Megalapteryx o Anomalopteryx. De la existencia del roa-roa hay también indicios materiales: unos trocitos de piel cubiertos de plumas que adornan un manto ceremonial maorí. Estos restos se han asignado a un hipotético kiwi gigante, bautizado Apteryx maxima; sin embargo, según los maoríes, el roa-roa posee espolones en las patas, lo que es característico de las moas, y no de los kiwis.



La paloma migratoria

La paloma migratoria [Ectopistes migratorius] de Norteamérica fue exterminada en la naturaleza en 1899; el último ejemplar murió en cautividad en 1914. Aunque la supervivencia de pequeñas poblaciones de esta especie es problemática, debido a que para reproducirse necesitaba reunirse en grandes grupos (de miles de ejemplares), se ha informado en varias ocasiones durante el siglo XX de observaciones de ejemplares aislados en varios lugares de los Estados Unidos.


El calamón de Hiva-Oa

En 1981, Michel Raynal, basándose en testimonios de polinesios y exploradores europeos, publicó la hipótesis de la existencia de un ave no voladora desconocida, llamada koao por los nativos, emparentada con el calamón takahe [Porphyrio mantelli] de Nueva Zelanda (de la familia de los rálidos), en la isla de Hiva-Oa, del archipiélago de las Marquesas. Independientemente, Ross Clark propuso en 1982 una hipótesis similar a partir del estudio comparativo de las lenguas de diversas islas del Pacífico.

Estas predicciones criptozoológicas se han visto confirmadas en 1986 con el descubrimiento de huesos subfósiles de una nueva especie de rálido, bautizada Porphyrio paepae, en yacimientos arqueológicos de menos de 1000 años de antigüedad de varias islas de las Marquesas, entre ellas Hiva-Oa.

El koao es un ave del tamaño de un gallo, de plumaje violáceo, pico y patas amarillas. Éstas son largas y fuertes, y le permiten correr a gran velocidad para ocultarse en la espesura. Sus alas están reducidas a muñones.

Es posible que el koao se haya extinguido recientemente: Las últimas observaciones de que se tiene noticia datan de los años 1950.

Otras especies de rálido podrían vivir o haberse extinguido recientemente en otras islas del Pacífico: existen testimonios del siglo XIX sobre un ave de medio metro de altura, parecida al calamón, pero con el pico más grueso, una mancha blanca en la garganta y la cola más gris, en Nueva Caledonia, donde se han descubierto huesos de rálido de hace 3000 años; y también se ha mencionado la presencia de aves de este tipo en Raiatea (Islas de Sotavento) en 1890 y en Tahití en 1789. Esta última podría ser una oca; en cualquier caso, no se conoce ninguna ave de ese tamaño en Tahití.


El ave de Peter Mundy

Sir Peter Mundy, navegante británico, describió y dibujó en 1656 un ave áptera corredora de la isla Ascensión que nunca ha vuelto a ser observada: bastante más grande que un estornino, de color gris o manchado producido por la mezcla de plumas negras y blancas, ojos rojos, pico corto y alas atrofiadas. En 1935, Kinnear propuso que se trataba de un rálido desconocido, emparentado con el rasconcillo de Tristan da Cunha [Atlantisia rogersi] de la isla Inaccesible. Esta hipótesis fue confirmada en 1973 con el descubrimiento de los huesos de la nueva especie Atlantisia elpenor en depósitos volcánicos de la isla.

La introducción de ratas en esta isla fue probablemente la causa de la extinción de esta especie.

Otras aves desaparecidas que triviaá subsistan
El periquito de Carolina [Conuropsis carolinensis], desaparecido en 1920, puede sobrevivir en algunas zonas pantanosas de Florida.

La huia [Heteralocha acutirostris], un pájaro neozelandés, desapareció a principios del siglo XX.

El pato cabecirrosa [Rhodonessa caryophyllacea] habitaba en las selvas del nordeste de la India, el centro de Nepal y el norte de Birmania. Aunque se considera extinto desde 1935, puede subsistir en ese último país.

La avefría javanesa [Vanellus macropterus] fue observada por última vez en 1940.

La perdicilla del Himalaya [Ophrysia superciliosa], supuestamente extinta desde mediados del siglo XIX, ha sido posiblemente observada en 1988.

El alca gigante [Pinguinus impennis], un ave marina nadadora del Atlántico norte, de hasta 75 centímetros de altura, se considera extinta desde 1844, aunque se han registrado observaciones de este ave en diversas islas del Ártico al menos hasta 1929.

El dodo o dronte [Raphus cucullatus] desapareció de la isla Mauricio en 1681. Sin embargo, hay testimonios posteriores de su presencia en Mauricio y en otras islas cercanas.



Aves redescubiertas

Varias aves, incluso voladoras, han sido dadas por desaparecidas y redescubiertas decenas o incluso cientos de años más tarde.

En 1847 se descubrieron en la Isla Norte de Nueva Zelanda los huesos subfósiles de una especie de calamón, llamada moho [Porphyrio mantelli mantelli], que había sido cazada hasta la extinción por los maoríes. En 1849, en la Isla Sur, se encontró viva un ave idéntica, llamada takahe por los maoríes [Porphyrio mantelli hochstetteri]. Hasta 1898 sólo se capturaron cuatro especímenes; después, pese a varios testimonios durante la primera mitad del siglo XX, el calamón takahe se consideró extinto, hasta que en 1948 se redescubrió en la región del lago Te-Anau.

El carpintero real [Campephilus principalis], considerado extinto desde 1930, se ha vuelto a observar en los bosques del este de Cuba en 1985 y en Luisiana en 2000.

La parina chica [Phoenicopterus jamesi], o flamenco de James, inconfundible con su pico amarillo, rojo y negro, se dió por desaparecida a principios del siglo XX, y no fue redescubierta hasta 1957, en los Andes de Bolivia.

La pava aliblanca [Penelope albipennis] de Perú, supuestamente extinta a finales del siglo XIX, y buscada sin éxito en varias ocasiones a mediados del XX, fue redescubierta en 1977.

En 1986 se redescubrió en la India el corredor del Godavari [Rhinoptilus bitorquatus], un glareólido supuestamente extinto desde el siglo XIX.

El caso más asombroso es, sin duda, el del petrel cahow [Pterodroma cahow] de las Bermudas, un ave costera voladora que se creyó desaparecida a principios del siglo XVII, cuando las hambrunas obligaron a los habitantes de esas islas a comérselo, y no fue redescubierto hasta 350 años después, en 1951.

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#18 LG's Gold Saint

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Publicado 22 enero 2005 - 20:19

DESMODUS DRACULAE: ¿SE HA EXTINGUIDO REALMENTE EL MURCIELAGO VAMPIRO GIGANTE DE SUDAMERICA?

Dentro del orden de los Quirópteros, el grupo de mamíferos conocidos popularmente como murciélagos, encontramos un gran diversidad de especies, así como de formas  distintas de alimentarse: existen murcielágos cuya dieta se basa en la fruta, otros que comen principalmente insectos o pescado e incluso algunos que se han especializado en consumir  el néctar de las flores. Sin embargo, los que  más llaman la atención, por la peculiar manera que tienen de procurarse alimento- de hecho es un caso único entre los mamíferos -, son los hematófagos (del griego, hematos = sangre + fagos = comer), es decir, aquellos murciélagos que subsisten exclusivamente a base de la sangre de otros animales.  Existen sólo  tres especies de murciélagos-vampiro ( ¡por fortuna!) y habitan exclusivamente en América Latina,  en zonas templadas o tropicales que van desde México hasta  el centro de Chile y el norte de Argentina. De entre este trío, Desmodus rotundus, también conocido como "vampiro común", es el único que sabemos con certeza que ataca con frecuencia a grandes mamíferos ( caballos, vacas, cerdos, ciervos, monos, etc..) y, ocasionalmente, al hombre. Se trata de un murciélago muy especializado de tamaño mediano - los ejemplares más grandes tienen un cuerpo de 9 cm de largo, una longitud de 35 cm con las alas extendidas  y  40 gramos de peso -(1) que ha desarrollado una serie de sorprendentes capacidades  para enfrentarse a los peligros que entraña este tipo de alimentación .  Según Attenbach ( 2): " Aunque sabemos que algunas especies de murciélagos se mueven con soltura en el suelo, ninguno posee la increíble capacidad terrestre ni la habilidad saltarina del Desmodus". En efecto, este avanzado modelo de murciélago es, como todos, ágil para volar; pero también es capaz de correr, de catapultarse en el aire con extraordinarios brincos que pueden llegar a ser de 1 metro de altura, de arrastrarse por estrechas ranuras y, llegado el momento, de saltar oportunamente antes de que una pezuña asesina ponga fin a su azarosa y vampírica existencia. Pero, ¿cómo consigue su dosis diaria de sangre nuestro acrobático vampiro de bolsillo?. El método que usa es bastante artesanal. Con sus afilados dientes incisivos arranca un diminuto bocado de piel de su víctima, en tanto que su saliva, que dispone de una sustancia anticoagulante, permite el flujo constante de líquido mientras el vampiro termina de alimentarse, lo cual hace lamiendo  la sangre- no chupando, como mucha gente cree. Afortunadamente para el Desmodus, en muchos casos puede darse un auténtico festín sin que su involuntario anfitrión se de por enterado.

En general, el vampiro común es considerado una plaga para la agricultura en aquellas partes de América  Latina  donde los bosques tropicales han sido talados para dar paso a las tierras de pasto. En casos como este, los animales domésticos acaban convirtiéndose en su principal fuente de alimento, y debido a que el mordisco del vampiro puede contagiar la rabia, este mamífero volador tiene muy mala fama entre los granjeros. Según Anastasia Toufexis (3),” el miedo que  engendra el murciélago vampiro, hace que la gente tenga la costumbre de dinamitar y quemar las cuevas y cavernas".  Desgraciadamente, de esta manera,  exterminan, no sólo al Desmodus, sino también a otras especies beneficiosas de murciélagos- como los frugívoros- que viven en los mismos lugares.

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Desmodus rotundus saltando


Si tenemos todo esto en cuenta, no es extraña la cantidad de expectación creada por un descubrimiento reciente que nos ha revelado que, hasta hace poco tiempo, existía una cuarta especie de vampiro en  los trópicos de América . En 1988, los huesos de un nuevo murciélago vampiro, bautizado como Desmodus draculae, - en honor, evidentemente, del conde "Dracula", el famoso personaje de la novela de Bram Stoker-,fueron descubiertos en una cueva del Norte de Venezuela( Estado de Monagas)(4). Los restos parecían muy recientes y se encontraron asociados con huesos de animales que actualmente forman parte de la fauna sudamericana, lo que hizo sospechar a algunos científicos que aún podía seguir vivo(5). Pero lo más interesante de todo  es que los dos especimenes de D.draculae encontrados en la cueva de Venezuela - a los que se asignó provisionalmente una antigüedad de unos 10.000 años- son un 25% más grandes que el  vampiro común actual. Esto no lo convierte en un  animal enorme, ni mucho menos, ya que todos los murciélagos hematófagos son de tamaño más bien discreto. No obstante, ha llegado a ser popularmente conocido como el " vampiro gigante" para distinguirlo de su pariente más pequeño( Desmodus rotundus).

El camazotz de América Central

A pesar de sus hábitos nocturnos que generalmente los oculta de los ojos humanos, los murciélagos no pasaron inadvertidos para los antiguos habitantes de América central. Curiosamente, en la mitología y el folklore de estas regiones, existen figuras cuya descripción recuerda vagamente a murciélagos vampiro de  tamaño inusualmente grande. Según Gordon Melton(6) :

"Los relatos de vampiros en México se remontan a la epoca de los Mayas, cuyo territorio se localizaba en la actual Guatemala, pero que alcanzaba también la Península Yucatan y la parte sur de México. Esta era la tierra de los murciélagos vampiros, que fueron incorporados en la mitologia de los Mayas. Camazotz, con su nariz afilada, grandes dientes y patas era una figura popularmente temida entre los mayas y  aparece en numerosas representaciones en el arte de este pueblo."

Pero, ¿Quién era este Camazotz del que habla Gordon Melton?. Parece ser que Zotz o Camazotz- nombre que ha sido traducido por algunos como "el murciélago de la muerte"- era una deidad de relativa importancia en la mitología maya. Se le consideraba como servidor de la muerte y gobernante del crepúsculo y se encuentra retratado, con frecuencia, en estelas, incensarios, vasijas y esculturas  desde el Sureste de México hasta  Copán, en Honduras(7). Camazotz representaba para los mayas a un  terrible dios de las cavernas, sediento de sangre, y, según Gordon Melton, las personas evitaban pasar por los lugares donde se creía que tenía su morada. Este tétrico personaje es uno de los obstáretaguardias a los que se tienen que enfrentar los héroes mitológicos Hunahpú e Ixbalanqué, dos muchachos gemelos  cuyas aventuras están recogidas en el Popol Vuh, el libro sagrado de los Mayas. En el Capítulo X del Segundo libro, El Popol Vuh (8) relata  como los dos héroes son  arrojados por sus enemigos en la  llamada Casa de Camazotz . 

“Pusiéronlos entonces en la Casa de los Murciélagos. No había más que murciélagos dentro de esta casa, la casa de Camazotz( murciélago de la muerte), un gran animal, cuyos instrumentos de matar eran como una punta seca, y al instante perecían los que llegaban a su presencia...”.

Dentro de la caverna, Hunahpú e Ixbalanqué se esconden en el interior de sus cerbatanas para protegerse del monstruo, pero uno de ellos, al tratar de comprobar si ya había amanecido, saca la cabeza al exterior siendo decapitado por el "murciélago de la muerte". Ahora bien, ¿ qué tipo de animal pudo haber inspirado la leyenda del Camazotz ?. La mayoría de arqueólogos y estudiosos- entre ellos Gordon Melton- cree que este mito se basa en el vampiro común (Desmodus rotundus), un murciélago que ha sido tradicionalmente asociado con las sangrías y los sacrificios(9). Y, efectivamente, muchas de las características descritas para  este  esperpento cortador de cabezas concuerdan con las del Desmodus. El "instrumento para matar" en forma de "punta seca"  podría referirse a los incisivos extraordinariamente agudos y filosos del vampiro común.  Otro de las rasgos destacados de  Camazotz , que se menciona frecuentemente en el Popol Vuh, es una nariz afilada como " cuchillo de obsidiana" (10), lo que probablemente hace referencia al apéndice en forma de hoja que poseen los miembros de la  familia Phyllostomidae, a la cual pertenece el vampiro común (11). Por último, según el Popol Vuh,  el héroe Hunahpú  pierde su cabeza  “a causa de otro Camazotz que vino del cielo”, confirmando que el relato se refiere a una criatura voladora. Lo único que parece no encajar es el apelativo de "gran animal"  que se le da en el libro hasta el punto  de que algunos autores han preferido apoyar la candidatura de otro tipo de murcielago  para explicar la leyenda del "monstruo decapitador" de la mitología maya: el falso vampiro o Vampyrum spectrum(12) ( que con sus alas de  casi 1 metro de longitud es el mayor murciélago de América y que, por cierto, no se alimenta de sangre sino de insectos y pequeños vertebrados). Sin embargo, el   descubrimiento de D.draculae, que como veremos más abajo sobrevivió hasta fechas muy recientes, viene a ampliar  aún más el abanico de posibilidades a la hora de identificar al problemático "murciélago de la muerte" de los mayas. De hecho, la candidatura de D.draculae se ha visto reforzada aún más  por el  reciente hallazgo de restos fósiles de este vampiro gigante en Yucatán y Belize ( 13)

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Matraca de cerámica en forma de murciélago  procedente de la Costa Sur de Guatemala ( Palmer Collection). El murciélago  representado podría ser 'Camazotz', ser sobrenatural del inframundo maya.


Los hombres-murcielago y el Cãoera de la reserva de Tucumaque

En algunas zonas de Latinoamérica, se ha señalado que la creencia en  Camazotz  sobrevive incluso hoy en día. Así, por ejemplo, en la región de Zinacantan ( Chiapas, México) se cuentan historias acerca de un ser medio hombre, medio murciélago que, en la lengua Zotzil, es conocido como j’ik’al, y en castellano como el negro cimarrón(14).  El negro cimarrón es con frecuencia acusado de raptar a las mujeres y devorarlas en el interior de las cavernas donde se aloja ( 15) . Es significativo que al j’ik’al se le conozca también como "el que corta las gargantas" (16).

Este tipo de creencias  no son exclusivas de México y han sido recogidas por los folkloristas en lugares tan alejados como Brasil. Elisabeth Benson que ha estudiado la simbología del vampiro en las culturas antiguas, aporta más datos sobre el asunto(17):

"Para los indios  Arawak del norte  de Guyana, la llamada "Montaña del Murciélago" está habitada por "murciélagos asesinos," y existe una figura similar en el folklore de Venezuela. Los demonios-murciélago que se dedican a decapitar a la gente, aparecen en varios mitos de la región Amazónica y más al sur, en el gran Chaco del norte de Argentina. El folklore de los Ge, una tribu del Brasil, habla de unos "indios" que tenían alas y salían sólo de noche. Volaban como los murciélagos y mataban con "hachas de ancla" o "machetes de luna". En otro cuento se dice que la humanidad recibió las hachas ceremoniales de los murciélagos, que las usaban para decapitar.  La forma de las hachas es la misma que la que tienen los cuchillos para sacrificios que a menudo vienen representados en el antiguo arte Mochica de los Andes Centrales"

De estos "indios" murcielago de los  Ge (Apinaye) habla Carlos Esteban de Oliveira en su libro "Os Apinajés do Alto Tocantins" (18):

"Antiguamente existió  en el Alto Tocantins una extraña nación de indios que tenían alas y que sólo salían de noche, volando como los murciélagos. Eran conocidos como Cupendipes y habitaban en una colina, dentro de una caverna. Cuando volaban, se llevaban siempre sus machetes de luna, con las que degollaban a las personas y los animales. Un día, los Apinaye, tras reunir a los guerreros de diez aldeas, se decidieron a atacarles. Llegaron a la colina y  taparon las entradas de la caverna con paja seca a la que, a continuación, prendieron fuego. En ese ataque mataron a un viejo Cupendipe y apresaron a un niño que, como no tenía alas, no pudo huir. Para capturarlo, los Apinaye tuvieron que entrar en la caverna. Después de una prolongada búsqueda, y tras batir con largos palos todos los rincones de la cueva, lo encontraron colgado en un saliente del techo, como si fuese un murciélago. Los Apinaye, que deseaban criarlo, se lo llevaron a la aldea. Sin embargo, fracasaron en su intento. El pequeño Cupendipe, que lloraba a todas horas, rehusaba todo tipo de alimentación excepto el maíz y no se acostaba para dormir. Los Apinaye se acordaron entonces de la posición en que lo  habían encontrado y pusieron en el suelo dos palos atravesados por una vara. Así consiguieron que el niño, colgado boca abajo, durmiera un poco. Finalmente, unos pocos días después de haber llegado a la aldea, murió.

Más interesante aún es una tradición- relacionada triviaá con los "vampiros asesinos" que menciona Elizabeth Benson- recogida por Adelia Engracia( 19 ) entre los indios Muras que viven cerca de  la frontera entre Brasil y Guyana, en una región que forma parte  del recientemente creado Parque Nacional de Tucumaque- la mayor reserva de bosque tropical del mundo, con un tamaño...¡ superior al de Bélgica!. Los Muras están convencidos de la existencia de un  enorme murciélago llamado Cãoera que tiene el tamaño de un urubu ( zopilote  común o buitre cuyas alas miden casi 1´5 metros y que vive en muchas zonas del Amazonas ). Los indígenas aseguran que el Cãoera  puede chupar toda la sangre de una persona mientras esta dormida para, a continuación, devorarla. Adelia Engracia da tres versiones de este mito en las que se afirma que el gran murciélago amazónico habita en  hoyos subterráneos y sale al exterior cuando se cocina carne o cuando se queman pelos y pieles de animales. También puede aparecer- advierte Engracia- cuando se lava las espinas de pescado en el río o incluso cuando uno se pone a gritar en el bosque. Aparentemente, el mito del Cãoera se da en la región fronteriza con la Guyana, en el territorio de los Aruak, Karib y también los Tupi. En sus viajes por el río Negro y Xingu, la investigadora jamás ha oído hablar de esta criatura.  En cualquier caso, algunos detalles- como el tamaño del Cãoera - o bien se hallan muy distorsionados por la tradición oral o indican que podríamos estar tratando con un animal carnívoro o frugívoro, no sanguívoro( Efectivamente, dichos murciélagos  pueden alcanzar tamaños considerables, mientras que, por norma general, los vampiros tienden a ser mucho más pequeños en razón de su dieta)

UN HALLAZGO EN BRASIL

Fue precisamente en Brasil, de donde proceden las historias sobre el Cãoera, donde, en 1991, los biólogos  E. Trajano y M. de Vivo encontraron un tercer espécimen  fósil de Desmodus draculae, concretamente en una cueva del valle de Ribeira- estado de Sao Paulo(20). Una vez más, el esqueleto del animal tenía aspecto de ser muy reciente, aunque, tras ser estudiado con detenimiento,  se le  ha asignado una antigüedad que ronda los 20.000 años. Sin embargo, en un primer momento, Trajano y de Vivo llegaron a pensar que el vampiro gigante tal vez no se había extinguido. Efectivamente, en su dibujoíretaguardia de 1991 los dos biólogos afirman que entre los ganaderos de la zona circulan historias acerca de grandes murciélagos que se alimentan de la sangre de sus vacas y caballos (21). Los casos de murciélagos que atacan al ganado y cuya descripción no concuerda con ninguna de las tres especies conocidas de vampiro  tiene precedentes bastante antiguos en Brasil. En 1976,  Pine y Ruschi ( 22) mencionaron ya una serie de informes sin confirmar procedentes de Espirito Santo que, según ellos, indicarían que los vampiros  no son los únicos miembros de la familia Phyllostomidae que se alimentan de sangre. ¿ Podría tratarse  también de testimonios relacionados con Desmodus draculae?. Con tan pocos datos es imposible asegurarlo. Lo que si se puede afirmar  es que estos ataques son denunciados de vez en cuando, como pone de manifiesto una noticia aparecida en el periódico "O Estado de Sao Paulo" (23):

"Murciélago" - El último ataque del predador misterioso ocurrió el mes pasado, en la hacienda Santa Gertrudes, del ganadero João Ribas Leite, de 37 años, quien asegura haber visto una especie de "vampiro gigante" chupando la sangre de uno de los animales de su rebaño.

El incidente tuvo lugar una noche del viernes. La hacienda se halla en el km 78 de la autopista Castelo Branco, en Sorocaba.

Leite contó que ya era de noche cuando oyó un ruído similar al de un perro gruñendo que  parecía proceder del patio. Salió  para comprobarlo y se encontró con una especie de "murciélago descomunal" chupando la sangre de una de sus vacas.

Armado con una escopeta, disparó contra el extraño animal, pero sólo consiguió  espantarlo. "Era el chupa-cabras", asegura.

Si el testigo hace alusión al famoso Chupacabras- que no tiene absolutamente nada que ver con  todo este asunto- es porque la noticia se produjo en una época en que las supuestas depredaciones de este onírico personaje ( originario de Puerto Rico) alcanzaron, como por arte de magia,  a algunas zonas de Sudamérica como Brasil, Argentina, Chile,etc... En realidad, lo que parece que tenemos aquí, es un testimonio de alguien que afirma haber visto un gran murciélago atacando a una vaca. 

EL VAMPIRO CENTINELA

En cualquier caso, la prueba definitiva de que el vampiro gigante sobrevivió hasta tiempos muy recientes la aportaron en agosto de 2000  Ulises Pardiñas y Eduardo Tonni, dos paleontólogos argentinos del CONICET(24) . El hallazgo, que tuvo lugar en un yacimiento de Centinela del Mar ( General Alvarado) fue anunciado  por el periódico La Nación(25):

A unos 40 kilómetros al sudoeste de Miramar, en la localidad de Centinela del Mar, se descubrieron por primera vez en la Argentina restos fósiles de un vampiro gigante. El anuncio de este descubrimiento se realizó en el último número de la revista especializada Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology . Los investigadores que estudiaron la pieza son Ulises Pardiñas y Eduardo Tonni, paleontólogos de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata. Aunque la pieza descubierta es tan sólo un canino superior izquierdo, el hallazgo permite inferir interesantes conclusiones científicas. Entre otras, que hace unos 350 años (entre los años 1500 y 1700 de nuestra era), las temperaturas del sur de la provincia de Buenos Aires eran significativamente superiores a las actuales.
"Los paleontólogos determinaron que el vampiro de Centinela del Mar corresponde a una forma extinta gigante, probablemente a la denominada Desmodus draculae , y sería uno de los últimos representantes de esa especie, registrada con anterioridad en sedimentos más antiguos en Brasil y Venezuela. Uno de los ejemplares provenientes de Brasil, que fue hallado en una caverna, tiene una antigüedad de 20.000 años. Su singular nombre hace referencia al conde Drácula, el vampiro de Transilvania de la novela del escritor irlandés Bram Stoker."

Aunque el dibujoíretaguardia de La Nación habla de "restos fósiles" en realidad se trata de un error. El diente, que fue descubierto por Ulises Pardiñas en el interior de una egagrópila- es decir, los restos de comida regurgitados por una lechuza-, no se hallaba en estado fosilizado. ¡De hecho, no había tenido tiempo de fosilizar!. Y es que las dataciones hechas con espectometría de masas proporcionaron un resultado realmente sorprendente: el canino superior izquierdo procedente de Centinela del Mar perteneció a un animal que fue contemporáneo de los conquistadores españoles y que, probablemente, vivió.....¡ entre el siglo XV y XVII de nuestra era!.(26) Ahora sabemos, gracias a los investigadores  del CONICET,  que los  grandes vampiros habitaron en las pampas  de Argentina hasta hace muy pocos años. ¿Es posible que hayan sobrevivido hasta el presente? . Según Eduardo Tonni la respuesta es "no".  Los  Desmodus draculae de Argentina se extinguieron probablemente en el siglo XIX debido a un cambio climático( la temperatura média anual en aquella época era dos grados mayor que la actual).(27)Como señala Tonni, es probable que en las actuales condiciones climáticas estos animales no pudiesen sobrevivir tan al Sur, pero ¿por qué no olvidarnos de las pampas y dirigir nuestra mirada hacia el Norte donde el clima es más cálido y , por lo tanto, más adecuado para el vampiro gigante?. El siguiente caso apareció en un periódico de México en 1969( 28):

"Jupuy, Argentina, 6 de enero de 1969 (UPI) - Un gigantesco  vampiro que pesaría en torno a los 5 o 6 kg, según los testigos, tiene aterrorizada a la población del  desfiladero de Humahuca, una región pintoresca de esta provincia del  nordeste de Argentina. El jinete Meliton Juárez, uno de los testigos, afirmó haber sido atacado  por esta enorme criatura  mientas cabalgaba en su mula. Su montura se asustó cuando el  vampiro  efectuó varias evoluciones por encima del jinete. Juárez asegura que el vampiro tenía un  aspecto  "horrible" y que le obligó a hacer uso de su látigo en varias ocasiones. Declaró que el extraño murciélago tenía intención de posarse en la mula y chuparle la sangre. Otros habitantes del desfiladero suponen que se trata del mismo vampiro que , recientemente, ha hecho varias incursiones en los ranchos de la región, donde aparecieron numerosos pájaros muertos, sin una gota de sangre. Los expertos zoólogos dicen que la aparición de un vampiro de semejante tamaño  viene confirmada por un caso ocurrido en México, hace varios años, cuando dos vampiros monstruosos mataron a una mujer y a un hombre mientras dormian".

En realidad, la provincia  a la que se refiere el periódico se llama "Jujuy"( no Jupuy") y el  " pintoresco" lugar donde se supone que ocurrieron los hechos es conocido como la Quebrada de Humahuaca ( o del Rio Grande), un larguísimo valle montañoso que se extiende a lo largo de 155 kilómetros. Es una pena que no se cite el nombre de los "expertos zoólogos" que aparecen mencionados en el dibujoíretaguardia. Lo que si es seguro es que muchos zoólogos, aún sin ser expertos, tendrían claro que toda esta historia tiene pinta de ser una exageración. En primer lugar, el murciélago más grande del mundo- que ni siquiera vive en Sudamérica sino en el Sureste de Asia y que tiene una envergadura  de casi 2 metros- pesa tan sólo 1´2 kilogramos( 29). Además, sabemos que el vampiro común habita en la provincia de Jujuy. ¿ Cómo estar seguros entonces de que no es el culpable de  las aves muertas y los ataques a los ranchos?. En definitiva, el número de errores que comete el periodista, unido a la evidente exageración de los testigos, hace que este informe, que no proporciona prácticamente ningún detalle significativo-  tamaño aproximado del monstruoso murciélago.

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#19 Futagoza No Davido

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Publicado 22 enero 2005 - 20:27

Hola A Todos!!!! happy.gif  happy.gif  happy.gif

Bueno, me anoto en este concurso y aquí está mi primer aporte!!!

 

SERPIENTES GIGANTES




En las más espesas selvas de Sudamérica y Africa habitan unos seres terroríficos. Descomunales serpientes de veinte, treinta e incluso cuarenta metros han sido vistas por exploradores, militares y misioneros. ¿Se trata de supervivientes de especies gigantescas que se creían extinguidas hace millones de años? En marzo de 1947, una expedición brasileña del Servicio de Protección de los Indios se encontraba en una zona pantanosa entre los ríos Manso y Cristalino. De pronto, vieron una enorme serpiente dormida sobre la hierba y le dispararon varias veces hasta matarla. Según contó luego uno de los expedicionarios, el francés Serge Bonacase, el reptil medía nada menos que veintitrés metros

ENGULLIDO POR UNA BOA
En el grupo había buenos conocedores de la fauna local, quienes llegaron a la conclusión de que se trataba, sin duda, de una anaconda. Lo insólito del caso es que el animal  abatido era dos veces mayor que el ejemplar más grande del que se tienen noticias, que no llegó a alcanzar los diez metros de longitud. Este extraordinario encuentro no pasó a engrosar los libros de historia natural porque para los expedicionarios resultaba imposible transportar a pie, por la intrincada Selva, la piel o la cabeza de aquel gigantesco ofidio. Tampoco se realizaron fotos, pues el Servicio de Protección a los Indios había prohibido las cámaras fotográficas con el fin de no atemorizar a los indígenas, que en aquellas fechas habían matado a varios oficiales brasileños. Sí se consiguieron fotografías, en cambio, de dos monstruosas boas que una vez medidas alcanzaron los cuarenta metros de longitud. Ocurrió en 1953 en el Alto Amazonas, cuando una expedición organizada expresamente para acabar con eso dos monstruosos ofidios, que sembraban el terror en la región, consiguió localizarlas y abatirlas. Las fotografías obtenidas, que fueron publicadas en el diario El Mundo Argentino, mostraban a los cazadores detrás del cadáver de una de las serpientes, que era tan gruesa que les llegaba a la cintura. Eso suponía un tamaño tan enorme que la cabeza de uno de estos monstruos alcanzaría unas proporciones superiores al tamaño de un hombre.
Estos dos casos son sólo una muestra de los relatos que de tanto en tanto llegan desde la cuenca del Amazonas sobre la existencia de serpientes gigantescas. Estas criaturas pueden llegar en ocasiones a atacar y devorar a seres humanos, como ocurrió en agosto de 1988 en el estado brasileño de Rondonia. Según varios testigos presenciales, un niño de tres años llamado Daniel Menezes fue atacado y engullido por una boa gigante o sucuriju, que medía unos quince metros, más del doble de la longitud máxima registrada para estos reptiles.

EL MONSTRUO DEL AMAZONAS
Ya sean enormes anacondas o boas gigantes, las historias sobre la existencia de serpientes gigantes en el inmenso «infierno verde» de la cuenca del Amazonas vienen repitiéndose desde poco después de la llegada  de los conquistadores y exploradores españoles y portugueses, pero hubo que esperar hasta el siglo XX para que se realizasen las primeras recopilaciones rigurosas de los encuentros con estas bestias. A finales de los años cuarenta, el director del zoológico de Hamburgo, Lorenz Hagenbeck, fue el primero que estudió a fondo este misterio, al conocer los extraordinarios encuentros que tuvo el sacerdote Victor Heinz mientras recorría el río Amazonas en una canoa. El primero de ellos tuvo lugar el 22 de mayo de 1922, cerca de una población llamada Obidos, cuando a sólo treinta metros de distancia vio una enorme serpiente que se dejaba llevar por la corriente. La tripulación dejó de remar, temblando de miedo ante las enormes dimensiones del animal: unos veinticinco metros de longitud y un grosor  recuperaron el habla, me dijeron, asustados aún, que aquella serpiente nos hubiera aplastado como a una vulgar caja de cerillas a no ser por la feliz coincidencia de que en esos momentos se encontraba haciendo plácidamente la pesada digestión de algún buen banquete de peces». Unos años después, el 29 de octubre de 1929, el religioso se topó de nuevo con otra serpiente gigante en el mismo río. Era cerca de medianoche cuando vio que sus remeros, aterrorizados, bogaban hacia la orilla gritando que había un enorme animal. «En ese momento vi que se removían las aguas como si estuviese pasando a nuestro lado un enorme barco de vapor y observé, a unos metros por encima del agua, dos luces verde azuladas parecidas a las luces de posición de un barco fluvial». Cuando intentó tranquilizar a sus hombres diciéndoles que se trataba de un buque y que apartasen la canoa de su trayectoria, éstos le respondieron que se trataba de una serpiente gigante.

RAFAGAS DE AMETRALLODORA
El padre Heinz se quedó petrificado por el terror al darse cuenta de que las luces eran dos ojos fosforescentes que se dirigían hacia su embarcación a una velocidad diez o quince veces mayor que la de una canoa. Cuando parecía que iba a embestirles, el monstruo esquivó la barca y vieron cómo se dirigía de nuevo al centro del río. En ese momento pudieron comparar el brillo fosforescente de sus ojos con el de una lámpara de petróleo que alguien agitaba al otro lado de la orilla. Era evidente que la luz que desprendían los ojos de ese ser era muy diferente a la de una lámpara. Más tarde, los habitantes de la zona le comentaron al religioso que en aquel río habitaba una sucuriju gigante. Apenas unos meses después,
en julio de 1930, el comerciante Reymondo Zima, que vivía en la pequeña población de Faro, a orillas del río Jamunda, se encontró con otro de estos enormes reptiles. Debía encontrarse herido, ya que sólo le brillaba un ojo en la oscuridad de la noche. Durante unos minutos interminables, la bestia estuvo rodeando a gran velocidad la embarcación del asustado comerciante, levantando unas olas tan grandes que estuvieron a punto de hacerla zozobrar pese a que medía trece metros de eslora. Años después, en 1948, un hombre llamado Pablo Tarvalho aseguró que una serpiente gigante había seguido a su lancha durante un tiempo. Según el testigo, la bestia, que había llegado a estar a menos de trescientos metros, tenía un tamaño fabuloso: ¡cincuenta metros!. En ocasiones, algunos osados observadores, venciendo el miedo, se han aproximado a estos reptiles quiméricos.
El padre Protesius Frickel se encontraba predicando en una misión en las orillas del
curso superior del río Trombetas y pudo ver la cabeza de una serpiente gigante reposando sobre la orilla. Haciendo acopio de un indudable valor, el sacerdote desembarcó a cierta distancia de la serpiente y se acercó cautelosamente hasta llegar a sólo «unos seis pasos» del animal, que estaba sumergido en el río. Sólo sobresalía del agua una pequeña parte del cuerpo y su cabeza, en la que se podían ver unos ojos «grandes como platos», según declaró el religioso. Interesado tanto por sus propias experiencias como
por las historias que le llegaban de otros testigos, el padre Heinz, protagonista de los dos encuentros con estos monstruos en el río Amazonas, le envió al director del zoológico de Hamburgo el relato de sus observaciones junto a dos fotografías. Una había sido realizada en 1933, por funcionarios de la Comisión de Fronteras de Brasil, que afirmaban haber matado al animal con ráfagas de ametralladora. Según su testimonio, la bestia era tan grande (muy por encima de los nueve metros de longitud) que cuatro hombres no hubiesen podido cargar su cabeza, y destrozó arbustos y pequeños árboles al caer abatida. La otra fotografía fue realizada en 1948 y mostraba los restos de una serpiente que se introdujo en las instalaciones del Fuerte Abuna, en el territorio de Guaporé, en Ecuador. Para conseguir matarla los militares emplearon una ametralladora que realizó al menos quinientos disparos, un gasto justificado si se tiene en cuenta que al medirla resultó alcanzar los treinta y cinco metros de longitud. Como en el caso anterior,, no se conservaron restos del inmenso ofidio, pues el calor tropical provocó la rápida descomposición del cuerpo.

ENCUENTRO EN EL RIO NEGRO
En vista de todas estas informaciones, el director del Zoológico de Hamburgo estableció un retrato robot del sucuriju o boa gigante que, según sus estimaciones, podría alcanzar una longitud de cuarenta metros y un grosor de ochenta centímetros. Pesaría unas cinco toneladas y, además de sus grandes ojos fosforescentes, destacaría el color de su cuerpo, marrón oscuro, con el vientre blanquecino y moteado. Sin embargo, este colosal ofidio podría no ser el único tipo de serpiente gigante que viviría en la selva amazónica. La anaconda, la reina de las serpientes acuáticas, también podría tener algunos ejemplares descomunales. Uno de los más avezados exploradores de esta región selvática a principios de siglo, el mayor Percy Fawcett, cuenta en sus memorias, Exploration Fawcett, que en la primavera de 1907, mientras navegaba por el Río Negro, apareció frente a ellos la cabeza triangular y buena parte del cuerpo de una anaconda enorme. El animal se dirigió rápidamente hacia la orilla, pero el explorador, que era un hábil cazador, tuvo tiempo de realizar un certero disparo con su fusil. La serpiente llegó agonizante a la orilla del río, donde Fawcett la pudo examinar detenidamente. «El animal se encontraba medio muerto pero su cuerpo aún estaba sacudido por violentos estertores», escribió el explorador, que estimó en catorce metros la parte del animal que se encontraba fuera del agua, mientras que dentro quedarían otros cinco, lo que supone 19 metros de largo. La bestia no era muy gruesa, sólo treinta centímetros, tal vez porque llevase mucho tiempo sin comer. Fawcett dijo también que el animal desprendía un fuerte hedor y que al intentar cortar un trozo de su piel, para llevársela como trofeo, resultó que el animal no estaba muerto todavía y comenzó a convulsionarse más, por lo que desistió de su intento.

EN LAS SELVAS AFRICANAS
La posible existencia de serpientes gigantes no se limita a Sudamérica, aunque de allí provienen las historias de los ejemplares más grandes. También en África, y en menor medida en algunas zonas de Asia como Tailandia, India o Bangladesh, hay testimonios de la existencia de ofidios de un tamaño descomunal. Las crónicas cuentan que en el siglo III a-C- se exhibió en Alejandría, ante el rey Tolomeo II, una serpiente que medía 30 codos de longitud (15 mts). Éste es un tamaño muy superior al del mayor ejemplar de serpiente capturado en África, una pitón de Seba cazada en Costa de Marfil, que midió 9,81 metros, y concuerda con la creencia de muchos pueblos africanos en la existencia de unas serpientes gigantes.

Los Kasái, por ejemplo, la llaman poumina o moma gigante, y son tan temidas que no se levantan aldeas a menos que se encuentren a mucha distancia de las zonas donde se cree que viven. En 1959 se obtuvo una prueba irrefutable de la existencia de estos monstruosos ofidios: una fotografía aérea tomada por los tripulantes de un helicóptero militar.
Ocurrió mientras patrullaban con su aeronave los cielos de la región de Katanga, en lo que era el Congo Belga, actual Zaire, después de partir de la base de Kamina. Cuando se encontraban a unos cien kilómetros del punto de partida, el coronel Gheyseb observó asombrado cómo salía del interior de un tronco lo que parecía una serpiente gigantesca.

Inmediatamente informó al piloto de la nave, el coronel Remy Van Lierde, y decidieron descender hasta los 40 metros. Estos dos militares, junto con el resto de los tripulantes, el paracaidista Debefve y el ayudante mecánico Kindt, pudieron observar durante varios minutos los movimientos del animal en medio de los arbustos de la zona, e incluso vieron cómo levantaba amenazadoramente su terrorífica cabeza hacia el helicóptero, que con su penetrante ruido rompía la tranquilidad de la sabana. Los militares calcularon que el animal, de color entre verdoso y rosado y vientre blanquecino, mediría unos catorce metros de largo, con una anchura similar a la de un hombre. La cabeza triangular y ancha, de unos 80 centímetros, estaba dotada de unas fuertes quijadas que compararon en tamaño con las de un caballo. Todos estaban seguros de que esa bestia hubiese podido devorar a un hombre sin ningún problema. El ayudante mecánico pudo fotografiar al monstruo, obteniendo una imagen de notable calidad que, al ser posteriormente analizada, demostró que su tamaño era el estimado por los testigos, unos catorce metros de largo por medio metro de ancho. Esta fotografía y el testimonio de los militares belgas constituyen una de las pruebas más firmes de la existencia de serpientes mucho mayores de lo admitido hasta ahora. Es posible que sean simplemente ejemplares gigantes de especies conocidas, pero también se podría tratar de supervivientes de especies gigantescas consideradas ya desaparecidas, como las pertenecientes al género Gigantophis, que vivieron en el Eoceno Medio hace 40 millones de años y cuyos restos fosilizados encontrados en Egipto prueban que alcanzaban entre los 16 y los 20 metros de longitud. Sea como fuese, el misterio de las serpientes gigantes permanece oculto en las más intrincadas selvas tropicales y su
sola mención basta para sembrar el pánico entre sus habitantes. .

ENTRE LAS ARENAS DEL DESIERTO
Camelleros y nómadas cuentan historias espeluznantes sobre unas extrañas y enormes serpientes venenosas que se pueden ocultar detrás de cada duna del desierto. Bajo un sol de justicia, una tarde, en las proximidades de Douz, el autor de este reportaje escuchó relatos sobre unas singulares criaturas a las que los nativos llaman taguerga, que pueden alcanzar los 4,5 metros de longitud y el grosor del muslo de un hombre. Mohamed Charaa, un camellero que había pasado toda su vida en el desierto de Tunicia, le habló de estos monstruos con los que es posible encontrarse, si uno tiene mala «baraka», es decir mala suerte, en determinadas zonas del Gran Sur, justo donde empieza el desierto, y también en unas montañas próximas a Gafsa, población del sur de Túnez. A causa de su tamaño y, sobre todo, por tener fama de extremadamente venenosas, estas extrañas serpientes son muy temidas por los nativos. ¿Tienen alguna relación éstas con la que vieron los soldados romanos en el siglo III a-C-, durante la Primera Guerra Púnica, en este mismo país? Según refirieron historiadores como Tito Livio, Aelius Tuberon o el mismo Séneca, en el año 255 a.C. las legiones romanas establecieron su campamento a orillas del río Bagrada, hoy día llamado Medjerda, donde se encontraron con una enorme serpiente que impedía a los soldados abastecerse de agua. Muchos fueron los legionarios que mató ese monstruoso ofidio, por lo que fue necesario emplear ballestas e incluso catapultas cargadas de pesadas piedras para acabar con él. Según esas crónicas, cuando la serpiente murió inundó los alrededores con el hedor de su cadáver. Su piel fue llevada a Roma como trofeo y permaneció expuesta durante un siglo. Sus restos daban una idea de su enorme tamaño: 120 pies romanos, casi ¡36 metros!

ABATIDA A BALAZOS
Los ejemplares que sobreviven en Túnez hoy no alcanzan tamaña talla, pero un poco más hacia el oeste, en el desierto de Argelia, se vuelven a encontrar indicios de la presencia de unas extrañas serpientes de tamaño gigantesco. En 1959, en la región de Bénoud, los nómadas hablaban de unas enormes serpientes que devoraban a sus cabras y ovejas. Ellos ponían trampas que de vez en cuando conseguían eliminar a algún ejemplar, pero en una ocasión uno de esos monstruos devoró a un camello joven, por lo que decidieron pedir ayuda a una cercana guarnición del ejército francés. Acudió entonces un batallón 26 de Dragones, bajo las ordenes de los capitanes Grassin y Laveau, que se instaló en la cercana población de Beni-Ounif y realizó desde allí varias batidas. Al final dieron con la mayor serpiente que habían visto en su vida. Primero le dispararon con sus mosquetones, pero finalmente tuvieron que recurrir a una ametralladora del tipo 12/7, con la que consiguieron acabar con la bestia. Entonces pudieron comprobar sus enormes dimensiones, nada menos que veinte metros de largo. Además, la extraña y gigantesca serpiente tenía la cabeza adornada con una singular cabellera de metro y medio de largo. Al parecer, se guardó la piel de esta criatura, pero pasado un cierto tiempo se perdió su pista. Sólo un año antes, el argelino Belkhouris Abd el Khader, que servía en el ejército francés en la misma población de Beni-Ounif, afirmó que había sido atacado y mordido por una serpiente gigante que mediría unos trece o catorce metros de longitud y a la que consiguió matar.
Durante una temporada guardó la piel del animal, que fue contemplada por muchos de los vecinos de esa la localidad, pero al final acabó vendiéndola por 45.000 francos de la época, perdiéndose también aquí su pista. A estos dos casos, recogidos por el zoólogo Bernard Heuvelmans en su libro , Los últimos dragones de Africa, se unen a los testimonios de los nómadas de las regiones argelinas próximas a Abadla, sobre la existencia de una gran serpiente, de unos diez metros como mínimo, que puede saltar y picar a un hombre en la cabeza. Se trataría por lo tanto de un ofidio incluso algo mayor que la gran pitón africana, pero de un aspecto notablemente diferente, pues cuentan que su cabeza está adornada con un penacho de pelos similar al que tienen las víboras cornudas, aunque sería cinco veces más grande que ellas.

CON CUERNOS Y PELO
Unos años después, en 1967, y en la misma región argelina próxima a la frontera con Marruecos, los trabajadores que reformaban la presa del barranco de Djor-Torba tuvieron varios encuentros con unas extrañas serpientes gigantes. A principios de ese año, el conductor de la excavadora, Hamza Rhamani, vio en varias ocasiones una serpiente de seis o siete metros, e incluso contempló cómo se comía la grasa del depósito de la obra. El día 7 de enero, ese operario, junto a otros dos trabajadores, uno español y otro francés, vieron cómo aparecía una enorme serpiente entre los bloques de la obra. La bestia no tuvo mucha suerte en esta ocasión, pues el argelino, utilizando su excavadora, consiguió matarla.

Cuando terminó su agonía, que se prolongó durante unos 25 minutos, pudieron observarla con atención. Medía 9,2 metros y era de color marrón oscuro, con el vientre blanquecino. Su cabeza, puntiaguda, tenía una especie de crin de unos diez centímetros de largo por otros tantos de alto. Sus ojos eran marrones, y se podían ver sus colmillos, de unos seis centímetros de largo. La piel de esa criatura la guardó el adjunto a la dirección de la obra, quien aseguró que en esa zona no eran raras las serpientes de 11 ó 12 metros de longitud. Ese mismo año, otro trabajador afirmó haber visto a una serpiente de unos diez metros y medio, de color amarillo pardo, con marcas negras y vientre claro, que tenía en su cabeza una especie de cuernos torcidos hacia delante.

En esa misma obra, dos años después, se volvió a ver una serpiente de entre doce y quince metros. ¿A qué tipo de especies pueden corresponder todas estas descripciones? Su coloración, los cuernos o penachos en su cabeza y su fama de venenosas concuerda con el de las víboras, pero la mayor víbora conocida, la del Gabón, no llega a los dos metros de longitud. Por tanto, todos estos testimonios retratarían a una especie de víbora al menos cuatro o cinco veces más grande. ¿Puede existir una serpiente venenosa de un tamaño incluso superior al de una pitón? Sobre nuestro planeta ya han vivido serpientes venenosas gigantes, como una de 18 metros, dotada con un gancho venenoso del tamaño de la garra de un tigre, que vivió en Sudamérica durante el Pleistoceno. triviaá los asombrosos ofidios que todavía hoy aterrorizan a las poblaciones de numerosas zonas del planeta sean una especie desconocida de víbora gigante especialmente adaptada a los ambientes áridos.

Sea como fuere, si uno se encuentra en los lugares donde han sido vistos estos monstruos,
es mejor que abra bien los ojos y no piense que son fantasías los relatos que hablan de
su existencia. En ello le va la vida.


Paz A Todos!!!! 57.gif  57.gif  57.gif

Futagoza No Davido -o Loki No Davido laugh.gif - s48.gif  s48.gif  s46.gif

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#20 Futagoza No Davido

Futagoza No Davido

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Publicado 22 enero 2005 - 20:32

Hola A Todos!!!!! happy.gif  happy.gif  happy.gif

He aquí el segundo de mis aportes al concurso:


SIRENAS Y TRITONES
LA HUMANIDAD MARINA



"La bestia medía metro y medio de largo y su cabeza parecía la de un perro, con unas orejas erectas y puntiagudas, A ambos lados de sus labios colgaban unos pelos con bigotes. Sus ojos eran grandes y su cuerpo redondo y grueso, haciéndose más delgado hacia la cola. Estaba totalmente cubierto de pelo, gris en el lomo y castaño en el vientre, carecía de aletas delanteras y su cola se dividía en dos partes, siendo mayor la superior". Esta es la descripción que un naturalista del siglo XVIII, Georg Wilhem Steller, realizó de un animal acuático desconocido que, a falta de un nombre mejor, fue bautizado como mono de mar; un ser que la ciencia no ha podido catalogar pero que podría estar detrás de los muchos avistamientos de seres que parecen mitad hombre y mitad pez. El encuentro ocurrió hace más de dos siglos, el 10 de agosto de 1741, en las frías aguas del golfo de Alaska, cerca de las islas la Aleutianas, y toda su tripulación del buque Saint Peter pudo ver las evoluciones del insólito ser. ¿Se trato de una simple fabulación, un engaño fruto de la  imaginación de un lobo de mar?. Resulta difícil de creer, sobre todo teniendo encuenta que Steller fue un reconocido naturalista, el primer Europeo en pisar suelo de Alaska y también en describir las especies de león marino, vaca marina y grajo que lleva su nombre. Steller tuvo la convicción de lo que el y su tripulación había visto era una especie de simio adaptada a la vida marina. algo que puede repugnar la lógica de los zoólogos, pero que no era ninguna novedad, pues el ser que describió es muy similar a otro llamado simia marina, representado en la obra de Konrad Gesner Historia Animalium (1515), donde aparece una bestia cartilaginosa, hallada en el mar rojo, que estaba dotada de brazos similares a los de un antropoide, pero con la típica cola de un pez. Un ser que, al igual que el mono de mar de Steller, podría corresponder perfectamente a la típica imagen de una sirena, si se la despoja de su legendaria belleza y sus cabellos ondulantes.Poco después de la media noche del 3 de enero de 1957, un marinero que viajaba en una balsa construida por el aventurero Eroc de Bisschop, quien navegaba entre Thaiti y Chile con la pretensión de demostrar que los polinesios podían haber llegado a Sudamérica, escucho un inesperado sonido, como si un gran pez hubiese saltado a la cubierta. Rápidamente fue a ver de qué se trataba y se encontró  con  un extraño ser que se mantenía erguido sobre la cola de pez y tenía sobre su cabeza un cabello formado por finisimas algas. Aunque muy alarmado, el marinero se atrevió a tocar a la criatura, que  rápidamente  salto  hacía  el  mar, golpeándole y derribándole  en  su camino .

¿Se trato de la aparición de una sirena o fue uno de esos simios de mar descritos por Steller y Gesner?. Lo cierto es que el testigo quedo muy impresionado por el  suceso,  pero  también  con un  recuerdo físico de su insólito encuentro, ya que a la mañana siguiente encontraron en la parte de  sus  cuerpo  que  había sido golpeado por la criatura unas escamas similares a las de los peces. Cuatro años después, en 1961, la oficina de turismo de la isla de Man ofreció un premio a quien pudiese capturar a uno de estos fantásticos seres.
El premio quedo desierto, pero varios isleños aseguraron haber visto, estas criaturas, unas sirenas con el cabello pelirrojo. Para muchos se trató de una manera para promocionar el turismo. Las Viejas leyendas de las sirenas. los escépticos, no tienen otra explicación que la mala observación de un manatí. Pero un trabajo publicado ese mismo año por Gwen Benwell y Arthur Waugh arrojo un jarro de agua fría, estos investigadores recogieron un total de 70 apariciones modernas de hombres y mujeres acuáticos en todas partes del mundo y determinaron que 52 de ellas, habían ocurrido en lugares alejados del hábitat natural del manatí. Los testimonios de apariciones de sirenas provienen en su totalidad de los océanos, especialmente de las zonas frías. En
1908, el capitán Henry Houdson exploraba un paso hacia el océano Pacífico por los mares árticos cuando dos de sus oficiales aseguraron haber visto un extraño ser cuya mitad superior era la de una mujer de piel muy blanca y larga cabellera negra, pero que tenía una cola muy similar a la de un delfín. James Weddell , explorador de la Antártida, publicó en 1827 un libro sobre sus descubrimientos, donde relata que uno de sus hombres le había asegurado haber visto y escuchado una criatura acuática de forma humana.
En las islas británicas han ocurrido apariciones y han podido ser observadas durante varias horas, como ocurrió en 1833, cuando seis pescadores que se encontraba cerca de la isla de Yell aseguraron haber pescado una pequeña sirena y haberla tenido a bordo durante tres horas, la criatura mediasesenta centímetros de largo y en su cabeza tenía unas duras  cerdas que se podían erizar a voluntad. No ofreció resistencia, pero la pobre criatura gemía lastimosamente por lo que los marineros, temiendo que pudiera ocurrirles alguna desgracia por tener en la barca al extraño ser, optaron por liberarla. Algunos investigadores piensan que es una especie humanoide primitiva que se adapto a la vida acuática, esta hipótesis fue presentada por el francés Benoit de Maillet. La ciencia afirma que la constitución de estos seres, considerados imaginarios, es imposible. Pero, como en tantas otras ocasiones, la comunidad científica podría estar equivocada. De hecho la realidad se encarga de rebatirla porque son muchos los testimonios de quienes han visto y descrito a estos seres moradores de las aguas. Antes de contestar tan espinosa cuestión conviene recordar que personajes tan ilustres como Homero, Platón, Alejandro Magno, Plinio el Viejo,Cristóbal Colón, Paracelso o el capitán Hudson vieron o hablaron de estas entidades, e incluso destacadas figuras de la Iglesia hicieron referencia a ellas. Un único ser de torso ,cabeza y brazos humanos y cola de pez. Así han descrito los testigos a esos minúsculos seres que han llamado sicklonkis o simonkis, "provenientes del reino de las burbujas" o los Bubleland o "niños del agua".Tal vez alguna vez en la prensa miró algún anuncio ofreciendo una misteriosa sustancia, que al ser vertida en el agua, produce el nacimiento de esos extranísimos seres. Gustavo E. Plinia, investigador de estos seres, estudió cuidadosamente estas criaturas acuáticas averiguando que proceden del huevo de artemia marina, un pequeño crustáceo de agua salada cuya cría es alimentada después de manera especial y secreta.  De hecho aparecen tradiciones de hombres-pez en muy distintas civilizaciones.Por ejemplo en Babilonia existía la creencia de que todo el saber les fue enseñado por Oannes, un hombre-pez. Los babilonios solamente disponían de una estrecha salida al mar Eritreo, que era conocido como "la mansión de la sabiduría" porque según se decía,en tiempos remotos surgió de sus aguas aquel ser, de cabeza humana, cuerpo escamoso y fuertes brazos, cuya inteligencia era extraordinaria.

En Galicia se creía en la existencia de seres marinos en sus playas, que constituían un linaje de hombres-pez ,llamados "mariños"descendientes de los tritones. A este tema se refiere el padre Torquemada en su obra Jardín de las flores curiosas. Y es que de las sirenas se viene hablando desde la más remota antigüedad. De hecho entre las muchas creencias nacidas del misterio de océano y de las aguas en general, no parece haber ninguna tan extendida y persistente por el mundo. La Biblia habla por ejemplo de los dioses con cola de pez adorado por los filisteos y babilonios, y aparecen sirenas en las monedas fenicias y corintias. Asimismo, son innumerables los personajes mitológicos que se mencionan en los antiguos escritos helenos y que participan de la doble condición de hombre y pez. El mito griego dice en una de sus versiones, que las sirenas, nacieron de la sangre del el dios de los ríos, Aqueloo, hijo de Tetis y de Océano, cuando Heracles le rompió uno de sus cuernos de toro.Pero otra versión también de origen heleno, se nos dice que viene de la relación de ese dios con varias musas. La mitología cita dos tríadas de sirenas:  las sirenas homéricas eranTelxiepia,Agláope -de la voz maravillosa- y Pisínoe, la deslumbrante. La otra tríada,del sur de Italia,la componían, Parténope, la casta; Leucosia, la diosa blanca y Ligia la de la voz aguda. Cuando los barcos se acercaban a las rocas de las costas y naufragaban, las sirenas devoraban a sus tripulantes. Entre los esquimales se han encontrado   figuras con cabeza de mujer, así como en países escandinavos en el Próximo Oriente, donde aparece una divinidad marina pisciforme. Se dice que las sirenas se distinguen por su belleza, aunque ésta sea algo fría. Que sus cabellos son largos y rubios, sus ojos grandes y verde o verde-azulado y que tienen los dientes muy blancos: también se afirma que las sirenas-niñas son muy lindas.

EL ATAUD DE LA SIRENA
En 1830 en la población de Bencula, en las islas Hebridas, varios pobladores vieron un día en la playa a un ser con forma de mujer en miniatura, que parecía jugar tranquilamente. Intentaron capturarla pero ella se escapo, aunque no pudo evitar ser alcanzada por la pedrada que le lanzo un niño. Pocos días después apareció muerta en la playa. Según los isleños que examinaron sus restos, la parte superior de su cuerpo tenia el tamaño de una niña de 3 años aunque con seno grandes. Su cabello era largo y negro, y su piel blanca. La parte inferior de este cadáver era similar a la de un salmón pero sin escamas. El sorprendente espectáretaguardia atrajo a los vecinos y también la jefe de policía del distrito, Doncan Shaw, quien ordeno amortajarla y enterrarla en un ataúd, que en los años siguientes, ha sido buscado por muchos sin éxito.


Paz A Todos!!!!  57.gif  57.gif  57.gif     

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