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La mar, tan inmensa como el cielo, en donde se reflejan los destellos de el sol y la espuma acaricia la arena, aqui los acantilados son profundos y no existe la vegetacion, mientras el sol acaricia con sus rayos la costa, tierra adentro acuchilla la arena arrasando con su calor todo. Incluso la Luna parece de plata por las noches, pero su helado manto cubre por las noches los huesos quemados y se contenta con mirarnos con su enorme cara... que bella es la Luna, asi como tu mirada mi pequeña Axia.
Llegaste aqui hace 5 años como una pequeña que no conocia el mundo, te trajo el mar, en aquella pequeña barca de la que supongo escapaste de un tragico naufragio, a veces hubiese preferido que murieses en aquella desgracia y no aqui donde el mundo es aun mas cruel, pero llegaste y fuiste un alivio en mis dias de soledad.
Al principio solo eras una pequeña, de tal vez 8 o 9 años, con curiosidad sobre todas las cosas, tu largo pelo negro acariciaba las olas y yo te contaba las historias de el mar, aqui en la soledad de la isla de Andromeda.
Los dias de entrenamiento eran agotadores, y los chicos sucumbian desgraciadamente en el, pero tu siempre estabas presente, incluso en los momentos mas sangrientos tu eras para todos esa flor en el desierto que calmaba nuestras heridas y saciaba la sed en nuestros corazones.
Asi paso el tiempo y siempre estuviste a mi lado curando a los muchachos y llorando su muerte, aun no puedo olvidar tu rostro cuando el joven Telemakos murio, aquel muchacho que estoy seguro compartia tu amor, y el sueño de volverse un Santo de Atena era algo que solo le alejaba de tu hermoso afecto, estoy seguro que si hubiese podido estar en su lugar hubiese huido de la isla de la misma manera en la que tu veniste y ahi me internaria contigo en la inmensidad de el mar. Pero no, el fue un hombre de honor capaz de pelear hasta el final y aunque el mar se lo trago sin ti, las cadenas de su amor seguian ahi atadas en las rocas.
Me sorprendio el dia que me pediste que te entrenara en lugar de mi amado Telemakos, el era el unico en esta isla con la aspiracion de ser un Santo, ya habian muerto los demas muchachos y esta Isla se estaba volviendo un infierno tanto para ti como para mi, pero esa noche, en la oscuridad de la luna nueva, te acercaste y atravez de el brillo apagado de la linterna que estaba en la cabaña pude mirar tus lagrimas y en el fondo de tus ojos el valor de terminar una tarea que tu amado habia dejado pendiente.
Te censure el hecho que lo pidieses, pues es ley de los santos que las mujeres no debian pelear, pero tu insististe aun a cambio de tener que ceder tu belleza a esa mascara infame que ocultaba tu mirada, ya eras bastante mayor cuando lo decidiste, pero note tu determinacion y tu amor y acepte.
Y para mi fue un martirio ver que lo unico hermoso en esta isla, tu rostro fuese cubierto por esa mascara, y las noches se hicieron largas... y solitarias. Y mi dolor se hacia mas grande cunado descubri que de verdad te amaba.
Te lo dije sin pensarlo aun a costa de mi vida, pero que importaba si el Santuario estaba a cientos de kilometros de aqui, y tu y yo estabamos solos en este infierno, no pude soportarlo, el verte sufrir debajo de esa mascara y contemplar como tu sangre resbalaba por las orillas y el dolor que debias sentir por los golpes que con amor te daba, ocultos misericordiosamente por la mascara, me hizo correr a tu lado cuando te desvaneciste, y decirlo de un momento, mi niña, mi pequeña Axia.
Fue aun mas grande mi dolor por darme cuenta que usurpaba el lugar de mi amado Telemakos, quien habia sido un hijo para mi, y me senti peor cuando note que en verdad podria ser tu padre, pero no lo negue, pues en el amor no existe excusa para esto.
Por un instante el dolor ceso y pude sentir tu mirada, detras de esa mascara, y ese silencio maldito cuando no me contestaste nada... en la llanura, bañados por la arena tu solo me abrazaste y al final en voz baja me dijiste que tu tambien me amabas.
Mire el horizonte y casi pense ver a Atena misma empuñando su cetro para castigarme, pero te cubri con mis brazos para que no te dañara, si alguien era culpable de esto era yo y Atena lo sabia, ahi en la linea dorada donde el cielo se une con la arena, solo el viento silbaba y las lagrimas en mi rostro resbalaron, y tu en un momento me miraste de nuevo, ya no detras de esos ojos de metal, si no con la belleza plena de tu dulce mirada, y la luz enorme que brillaba en tus ojos era la plateada sombra de el cielo reflejada en tus lagrimas, y esas palabras... Te amo
Sufri de enormemente cuando me pediste hacer el sacrificio, pues pense que Atena te reclamaria con tu sangre, o Poseidon tomaria tu virginidad con las aguas hundiendote en sus aposentos y arrebatandote de mi vida para siempre. Pero lo decidiste, tal vez aun pensabas en el, en la promesa que seguramente hiciste tras su muerte, pero yo no pude negarme, y ahi te despojaste de tu uniforme y te colocaste esa hermosa tunica, no pude dejar de amarte cuando mire tu rostro sin la mascara, pues decidiste hacer el sacrifcio como la misma Andromeda, ataviada de solo tu belleza como una ofrenda a el señor de el mar. Y me senti de verdad como el rey Cefeo sacrificando a su hija y tragandome mis palabras ascendi el acantilado y espere a que tu misma obraras el milagro.
La Marea subio violentamente y por un momento pense que te habia llevado, la espuma jadeaba sobre las olas y el mar se enfurecio con fuerza tratando de tragarte, la angustia creio a un mas cuando note que ya habia pasado demasiado tiempo, y ahi en ese tempestuoso vaiven de las aguas solo pude distinguir la luz de tu cosmo que brillaba con fuerza para desatar las cadenas que te sacrificaban al mar.
Mire orgulloso esa columna de agua ascender al cielo, y enmedio estabas ahi, cansada,solo con las cadenas levitaban a tu alrededor casi poseidas por la fuerza de tu encanto, y pude entender que Andromeda habia reencarnado en ti, aunque por un momento pense que eras una sirena que habia sido escupida por el mar, pero en in instante la armadura de Andromeda cubrio tu cuerpo y pude sentirme feliz de volverte a mirar.
Ahora debo marcharme mi pequeña, pues como una maldicion el Santuario ahora me llama, no se que pase, el patriarca esta muy preocupado y mi amigo Soma no ha regresado, temo lo peor,aun adentro de mi corazon tengo ese mismo presentimiento que me revelaste cuando recibi la carta, y se que tal vez sea la ultima vez que estemos en paz, en esta isla que parecia muerta antes de tu llegada y que juntos tu y yo hemos convertido en un paraiso, y donde nuestro amor se que regresara cuando todo esto haya terminado, en el silencio de las arenas, bajo el calor de el sol y la luz de la luna llena, ahi mi pequeña Axia, regresaremos los 2.
Io de Cefeo
Je espero que les guste este mini capitulo de mi fic de la Guerra Sagrada, se lo dedico a mi novia con mucho amor y espero que sea bien recibido.
Pronto pondre las demas partes de la Guerra Sagrada!!!!
Gracias!
Editado por kannon_n, 16 octubre 2004 - 15:59 .
