Capitulo 16
Fausto de Mefistófeles.
— ¿Qué? —Pensó Gardenia en voz alta.
— ¡Whahahaha! —Rió fuertemente Fausto, retumbando toda la fortaleza.
— ¡¿De qué estás hablando, demonio?! —Gritó la Caballero de Piscis mientras lanzaba una lluvia de rosas rojas que incrustaba al Espectro
en uno de los muros.
—Parece que toqué nervio, ¿no? —Dijo Fausto con una gran sonrisa burlona.
—Te arrancaré la lengua, te lo advierto. —Amenazó Gardenia a Fausto mientras acercaba una rosa negra a su boca.
—Está bien… ese tipo nos dijo la manera de romper el sello que protegía tu fortaleza a cambio de ser revivido como Espectro.
Ese sin duda fue un balde de agua fría para Gardenia. La rosa en su mano desapareció, y ella se arrodilló lentamente en el suelo. Del
mismo modo, las rosas que aprisionaban a Fausto desaparecieron.
—Él es el guardián de la Casa de Piscis ahora, vaya coincidencia, ¿no? Lo que más quería era volver a vivir, aun si eso significaba
traicionarte.
Gardenia sigue perdida en sus propios pensamientos, ignorando al Espectro.
—De todos modos. Si no te quieres unir a nosotros, será mejor que acabe con su existencia.
Fausto levanta su mano derecha y un gran torbellino multicolor sale de esta, envolviendo completamente la sala donde peleaban.
— ¡Vórtice Maravilloso!
El torbellino impacta con una pared invisible, para la sorpresa del Espectro.
— ¿Qué?
Y no solo eso, Fausto está encerrado en una especie de caja de cristal invisible. Es solo entonces, cuando el Espectro maldice lo que
ocurre, que Gardenia logra reaccionar.
—…Yuno.
Yuno aparece frente a Gardenia, y le ofrece su mano para ayudarle a levantarse. Gardenia agradece el gesto con una sonrisa, que oculta
algo de vergüenza, y acepta su mano, levantándose.
Mientras tanto, en Rozan, Matt y Lissana continúan corriendo, pero se detienen al ver que Yuno ya no estaba con Schneider.
— ¿Dónde está Yuno?
—Ese no es tu problema, ¡sigan corriendo, o los degolló a ambos!
Los dos jóvenes en entrenamiento reanudan su ejercicio, pero sin dejar de preguntarse qué pasó con el Caballero de Aries.
—No importa que tanto ese tipo quiera demostrar lo contrario, sigue siendo muy blando.
De regreso a la fortaleza, Fausto da pequeños golpes al Muro de Cristal que lo rodea con su dedo, sonriendo.
—Es una defensa muy buena, este Muro de Cristal.
—“Cárcel de Cristal”. Es así como llamo a esta técnica que combina varios muros que encierran a mi enemigo y disuelven sus ataques. —
Dijo Yuno, con tono orgulloso por su poder.
Con un chasquido de dedos, Yuno hace desaparecer la Cárcel de Cristal, con Fausto adentro.
—Yuno, tú…—Dijo titubeando Gardenia.
—Sentí que tu cosmos disminuía y dudaba, y creí que sería oportuno venir a verte, Gardenia. Tú no eres así, ¿qué fue lo que ocurrió?
—…Será mejor no hablar de eso. Gracias de todos modos, te prometo que no ocurrirá otra vez. Aún soy muy nueva en esto de ser
Caballero, me falta experiencia.
—De acuerdo. Admito que a mí también me pasaba cuando recién estaba empezando, así que te entiendo. ¿No te gustaría venir conmigo?
Estamos en los Cinco Picos Schneider, Dilong y yo, con dos aprendices más.
—No. Prefiero quedarme aquí, necesito pensar. Si necesitan mi ayuda, solo deben pedírmelo. Dale mis saludos a la Maestra Dilong.
En ese mismo momento, la Cárcel de Cristal se precipita hacia la lava de un volcán activo, en alguna parte de Europa, aun con Fausto
adentro.
— ¡Ese bastardo realmente trata de matarme! —Dijo el Espectro, apretando nuevamente el botón de su reloj digital, deteniendo la caída en
el tiempo.
Fausto se tele transporta a la Casa de Sagitario, que ahora se asemeja más a una gran torre de reloj. En su interior hay un gran reloj de
arena, con humo negro en su interior, y varios sellos pegados en el exterior.
—Esos Aries, o mejor dicho, los Patriarcas siempre son un gran dolor de cabeza. Lo chistoso es que es como si esa raza tuviese
monopolizado o algo así el pontificado…
—Entonces fallaste. —Dijo una demoníaca y profunda voz desde el interior del reloj de arena.
—Sí, perdón por eso. No esperaba que ese sujeto llegara a salvara, creía que los Caballeros Dorados era muy individualistas, pero hay
algunos casos especiales.
—Solamente son excusas, imbécil.
— ¡Hey! ¡Hice lo mejor que pude! Yo soy el que hace todo el trabajo, tú solo te dedicas a flotar ahí dentro.
— ¡Si pudiera salir ahora mismo te haría sufrir tanto que desearías no ser un mortal!
—No es mi culpa que estés ahí, y lo sabes. Eso te lo ganaste tú solo. Agradece que te esté ayudando ahora. Por mí que te quedaras ahí
para siempre, tengo mi propia agenda personal, ¿sabes?
— ¡No me importan tus tontos planes de dominación!
— ¿Sabes qué? Iré a ver a Pandora, de seguro ella es más entretenida que tú. Ahora debe estar toda histérica porque su hermano tiene el
colgante, quiero ver eso.
— ¡Esta conversación no ha terminado! —Dijo el ente mientras Fausto camina hacia la salida del templo, en dirección a la Casa de
Capricornio.
—Sí. Claro que sí.
Editado por Billy J. Cobra, 26 noviembre 2015 - 16:36 .