-buena historia la de la oceánida Estigia
-Athena como de costumbre siendo usada como una fuente de energía--XD
-Eris y su obsesión por la manzana es como gollum y el anillo--XD
-Eris es muy tramposa al hacer tratos
-La diosa de la venganza actua como una feminazi
-Enoc si que se ha vuelto poderoso
-lo de los mitocosmos creo que te inspirastes en star wars
-Que me late que Andrós en el proximo capitulo podra lanzar las 12 tecnicas
doradas al mismo tiempo y pelear sin corazon --XD
-buen fic
PD:
se te invita a participar en la siguiente dinámica:
Hola de t-800
CAPITULO 53.- UNA PELEA ENTRE TRES HERMANOS.
Entretanto sucedían terribles acontecimientos en el santuario y en el jardín de las Hespérides. Nadie imaginaba que fuera del alcance del kekkai de Eris, alguien observaba la situación y aprovecharía este momento de gran vulnerabilidad en el santuario, para adentrarse con fines poco ortodoxos, una silueta empezó a movilizarse sin ser afectado por la atmosfera de fétido olor.
En la cima de las doce casas, Ganimedes de Acuario. Finalmente había arribado a los aposentos de Athena, sin encontrar rastros de nadie, parecía ser la única persona viva en todo el refugio ateniense, verificó que quedaban signos de un combate feroz el cual se había desarrollado entre las diosas de la guerra, pero ninguna dejó vestigio de sí misma. Incluso la misma estatua de Athena estaba desaparecida, cuando llego al altar. Ganimedes bajó por los aposentos del templo de la diosa, hasta donde descubrió el pozo de la virginidad sagrado el cual ella pretendía usar con fines egoístas.
Entonces utilizando las habilidades mágicas como un mago del agua y el hielo, emitió un gancho centrado en forma vertical, provocando un torbellino glaciar que hizo un cráter en el techo y distribuyó por los cielos el agua en forma de vapor. Logrando conectar su Kolony Smerch a gran escala fue capaz de anular el pozo de Athena.
Cuando descubrió que, al despejar el agua, un objeto muy invaluable se encontraba bajo el pozo vacío. Un cuerno hueco de color dorado. El cual supo reconocer, como el legendario cuerno de la abundancia que había descubierto en las cuevas de Dicte en la isla de Creta.
—¿Qué hace aquí la Corpnucía? —se cuestionó el copero de oro, cuando lo analizó bien—. Será que Athena utilizaba su poder para cumplir su deseo de permanecer virgen.
El copero no dudo en apropiarse del cuerno y lo tomó de un extremo para sacarlo de ahí, entonces lo llevo hasta la plataforma del altar, donde pudo divisar todo el santuario corrupto por la niebla.
—Si el deseo de Athena se podía cumplir mientras el cuerno estuviese en lo profundo de ese pozo, entonces quizás pueda devolver la tierra a su estado natural si lo uso en sus profundidades. ¿Dónde podría ser ideal soplarlo?
—En el centro de la tierra sería perfecto, no crees —dijo una voz conocida para él—. No obstante, la atmosfera de Eris permanece contenida en la barrera de Athena.
—Tú eres… ¡Surt! —reconoció de inmediato sin poder verlo—. ¿Dónde estás?
Cuando se hizo notar, divisando una sombra transparente de material muy brillante como si una persona estuviese oculta en un manto. Entonces Ganimedes se dio cuenta que él mismo Surt había llegado hasta ahí atreves de un velo de cristal para poder caminar con seguridad. De la misma manera que él lo hizo con una barrera de aire congelante.
—Has venido por esto, no es así. Justo ahora que no hay nadie esperas llevártelo para tu tierra.
—Si me das ese cuerno, no tendré necesidad de lastimarte. Ganimedes entrégamelo para evitar una disputa innecesaria.
—De verdad quieres pelear por esto, yo pienso que podríamos usarlo más de una vez.
—Para permitir que mi tierra permanezca siempre abundante necesito llevármelo para depositarlo en Shamballa. Aunque el santuario se quede así me favorece bastante.
—¿Es que acaso has decidido traicionarnos? Surt.
—Yo no los he traicionado, contigo, Enoc y Gabriel he sembrado una amistad. No obstante, me he dado cuenta de que mi deber es seguir la filosofía de mi maestro, proteger y revivir la tierra de nuestros ancestros de Mu. Eso nos pone en caminos diferentes.
—Ya veo, no estás pensando solo en ti. Pero por qué quieres ver destruido el santuario solo para que tu tierra resurja.
—Athena nunca permitirá que seamos una gran nación nuevamente. Es por eso por lo que solo puede sobrevivir uno de los dos. Muvianos o hombres, alquimistas contra santos.
—No comparto esa opinión. Yo también deseo salvar a las santias, la raza de los nazir.
—Son solo vidas artificiales, no naturales como nosotros. Ustedes han sido creados y no han nacido de forma natural. Además, que su forma de vivir solo se basa en la esclavización.
—No es verdad, no todos los nazir somos así, yo soy la prueba de ello y el señor David de Acuario, también lo era.
Haré que esa parte perdure, pero sin necesidad de destruir otra raza, no entiendo por qué dices que somos artificiales, ¿acaso vosotros los muvianos fueron creados también por los dioses?
—No tengo el deber de responder mis orígenes contigo.
Aries desenfundó una corriente de fuego como una cadena, la cual Ganimedes repelió con una onda de agua para desviarla. Cuando sintió que algo jaló el cuerno, se dio cuenta que el primer ataque solo era una distracción para que Surt con una cadena de oro, tratara de quitárselo, pero sostuvo con más fuerza el cuerno desde su punta. Asegurándose de que no se lo quitase, congeló su mano empuñada en el cuerno, para cicatrizar la punta con un velo de hielo.
—¿Quieres quedarte sin esa mano?
—No creo que puedas romperlo tan fácilmente.
Surt esbozó una pequeña carcajada, cuando jaló con más fuerza, pero se dio cuenta que el brazo de Ganimedes también, pronto comprendió que no eran solo palabras, él estaba adherido desde ese extremo. Entonces el muviano utilizó el poder de su mente para inmovilizarlo, pero también le fue inútil, ya que desde un principio sus ondas mentales eran repelidas por la barrera de aire congelante.
Ahora es cuando el copero vio venir una oportunidad, volvió a atacar con su aura glaciar al señalarlo con su dedo índice para emitir anillos de hielo a niveles glaciares extremos. Los cuales recorrieron la cadena de cristal como un manto de hielo hasta llegar a Surt, para inmovilizarlo parcialmente con su aura glaciar.
—Ese anillo de hielo esta elevado al cero absoluto, te será imposible salir de ahí.
—Ahora entiendo porque lograste destruir mi cadena de cristal, pero esto a mí no me detendrá, ya que conozco la forma de evadirlo —declaró Surt con una sonrisa confiada—. ¡Yo fui testigo de las habilidades de David!
Un manto de calor lo envolvió por completo y gradualmente Surt se fue calentando hasta volverse enteramente un humanoide de pura energía calorífica. Tanto que parecía un ser de fuego puro.
—¿Cómo lo hizo?
—Así como existe el frio absoluto, también lo es en su estado opuesto. ¡Este es el calor absoluto!
—La temperatura del Sol —vociferó el copero, pero le recordó que el sostenía el cuerno.
Entonces Surt retrocedió volviendo a su estado normal. Solo que concentró en la punta de sus dedos un destello de esa gran temperatura formando un pequeño núcleo solar. Eso le dio a entender a Ganimedes que tenía planeado un ataque que solo dañara a él.
El joven muviano disparó su rayo de fuego desde la punta de sus dos dedos, y el copero contraatacó disparando un finísimo rayo glaciar. Nuevamente las dos temperaturas volvieron a colisionar, provocando un gran impacto que empezó a concentrar un núcleo de energía en el centro de los dos.
—Si las dos fuerzas siguen así, provocaremos una destrucción masiva…
La explosión los acabaría a los dos, sin que pudieran escapar debido a que están concentrados sosteniendo sus ataques el uno contra el otro. No obstante, un agujero negro comenzó a aparecer sobre el núcleo y lo succionó hacia su interior desapareciendo en un aura fantasmal.
—Se lo llevó a otra dimensión —musitó Surt.
—Tontos, hubieran muerto si no interfiero —vociferó una jovial voz desde las sombras, la silueta de un santo más bajo que ellos apareció también portando una armadura dorada con cortos cabellos rubios y de tez blanca—. Antes de que se maten yo destruiré ese cuerno.
—¡Gabriel! —exclamaron los dos al unísono al reconocerlo usando el cloth de Cáncer.
—Veo que todos hemos decido heredar las armaduras que nos fueron negadas sin el consentimiento de Athena —respondió el cangrejo de oro.
—Para habernos detenido, quiere decir que tú también te has vuelto más fuerte —añadió Surt analizando su mirada, como si intentara descifrar su interior—. ¿Qué te paso?
—Eso debería preguntártelo yo, ¿también has traicionado a Athena?
—¡¿Qué diablos les paso a los dos?! —exclamó Ganimedes.
—Yo he visto la verdad, pero Surt solo creo que vio hasta la mitad si no en vez de usar ese cuerno querría destruirlo igual que yo.
—Yo quiero utilizarlo para reconstruir mi nación y tú, acaso deseas que la humanidad no tenga como vivir de la tierra.
—Descuida el kekkai de Eris no puede alcanzar el planeta debido a la barrera de Athena, a mí solo me han encomendado destruirlo para la sobrevivencia de la humanidad.
—¿Qué clase de sobrevivencia hablas? —cuestionó el copero.
—Son unos ignorantes, no tiene caso que les explique nada —dijo Gabriel al encender su aura.
Ahora las cosas se pusieron peor, los tres estaban en contra de cada uno. Entonces Gabriel moldeó desde su brazo izquierdo una guadaña con sus ondas infernales, amenazándolos a los dos, siendo en primero en atacar a Surt, al estar sin el cuerno. Sin embargo, el muviano esquivó el corte usando su teletransportación. Para su regreso divisó como había quedado el suelo, no estaba perforado con un corte sino desfragmentado como si hubiese sido trasladado hacia otra dimensión.
—No hay destrucción atómica, sino que los átomos han sido removidos hacia otro plano, si me hubiese tocado me hubiera muerto al tener el cuerpo desfragmentado.
—Es mi nueva técnica. La llamo, la hoz del infernal —sonrió Gabriel, volviéndola a blandir—. Esta vez no podrás escapar.
Gabriel desapareció usando las ondas infernales en sí mismo. Para sorprenderlo por detrás, pero Surt también se movió deteniendo la guadaña con su brazal, el cual emitía una hoja de fuego.
—¿Qué es esto? —se encogió de hombros el cangrejo de oro—. ¿Cómo puede resistir mi hoz?
—Esto es el residuo de mi tesoro imperial que quedó en mi alma. El cual he dado forma —explicó Surt—. La energía de la espada flamígera arde en mí.
Los dos se repelieron de un espadazo, entonces se pusieron en guardia para chocar sus armas filosas. No obstante, se detuvieron cuando notaron orbes azules en los cielos. Los cuales estaban tomando una forma sólida.
—Deténgase ahora, si no los dejaré empalados con mis lanzas de hielo a los dos —amenazó Ganimedes.
Sin embargo, ninguno le tomo atención, entonces el copero bajo su brazo para lanzar sus lanzas, las cuales no lograron su objetivo de perforarlos. Ganimedes fue tomado por delante por la espada de Surt y amenazado por detrás por la guadaña de Gabriel.
Gabriel blandió su guadaña para alejarlo del cuerno, pero Ganimedes la esquivó, aunque no logró evitar que el soplo de energía fantasmal desapareciera el cuerno en un abismo. Seguramente lo trasladó al Yomotsu pensó el copero para que solo Gabriel pueda obtenerlo cuando termine de pelear.
—Ya no puedo dejarte ir, Gabriel —dijo Surt elevando su cosmos al cortar el espacio—. Los destruiré a los dos—. ¡Espada de Fuego Imperial!
—Soy yo quien los vencerá a ambos —respondió Gabriel al elevar su aura fantasma y blandir su guadaña—. ¡Hoz Infernal!
—No me dejan otra opción más que atacarlos con todo lo que tengo —añadió Ganimedes, llenándose de su aura glaciar al moldear ondeando los brazos unas ondas de agua—. ¡Tormenta de Lanzas de hielo!
El santo de Aries blandió una onda de fuego gigantesca que carbonizó todos los kilómetros a la redonda como una gran llamarada, mientras de la izquierda una onda purpura absorbía parte del fuego hacia su interior, a la vez eran penetrados por incontables saetas de hielo que desaparecían en el camino por la ráfaga del sekishiki de Gabriel y otras incineradas por las llamas de la onda imprimida por la espada de Surt, no obstante algunas saetas lograron penetrar e impactarlos a ambos, de la misma manera Ganimedes recibió parte del impacto de las llamas y Gabriel fue arrastrado por la tormenta de hielo, deteniendo su ataque al ser clavado por algunas lanzas que lo sacaron del camino.
Los tres salieron volando hacia atrás en distintas direcciones, tanto que fueron a caerse del área de la cima de las doce casas. Gabriel cayó en la zona oriental con dirección al hogar de las santias, mientras Surt llegó hasta las escalinatas que unen el templo de Piscis con el del papa, descendiendo en el cortejo de rosas fúnebres. Por último, Ganimedes voló hacia mucho más lejos donde se hundió en el jardín secreto del templo de la Virgen.
El santo de Acuario fue el primero en reponerse cuando inconscientemente percibió la armonía del lugar y como sus energías le fueron restauradas parcialmente por su habilidad mágica de restaurarse que heredó del Cloth de Copa pudo distinguir como diminutos orbes de luz del jardín le brindaban fuerzas que le hicieron ponerse de pie. Divisó como los pétalos flotaban en el aire y se dio cuenta que algo no andaba bien.
—¿Qué extraño este lugar esta inmaculado? —se encogió de hombros al observarlo—. Cuando subí, no pase por aquí, sino que seguí solo por el templo.
Fue entonces cuando escuchó un mantra, un sonido primordial que agudizó sus oídos volteándose para ver cómo era la misma cloth de Virgo la que estaba resonando con armonía de la sala gemela. Entonces se ensambló tomando forma humanoide.
—No es posible este es cosmos es de… ¡Rafael de Virgo!
—Ganimedes vuestra presencia me ha despertado —dijo desde el interior tomando una forma astral en el cloth—.
Esta es mi último residuo de mi alma y tal vez el más puro que dejé aquí.
—¿Qué dices? ¿acaso no estás muerto?
—Cierto he muerto por la mano de la lanza de Enoc. No obstante, mi espíritu está en proceso de santificarse debido a mis actos pecaminosos en vida, deseo indemnizar mis errores ayudándolos, aunque sea un poco.
—No te entiendo, ¿Por qué ahora eres una buena persona?
—Tú y yo somos nazir, pero de diferentes extremos. Mientras que yo nací como la gran mayoría de la sangre izquierda, la envenenada. Por el contrario, tú eres una anomalía igual que David que nació del lado derecho, la simiente de la vida.
—Eso ya lo sabía. ¿Por qué el jardín no se ha contaminado?
—No reconoces tus raíces, este jardín que viene de los cielos del gran Huerto de las Hespérides que solo vive por la sangre derecha de Athena, mientras que los nazir nacíamos por un árbol en la tierra en las profundidades de Tesmicira, éramos creado de forma imperfecta. Aquí tienes el centro del santuario, si expandes el aroma de este lugar purificarás el santuario por completo —explicaba Rafael cuando hizo una pausa—. Deprisa sopla el cuerno de Amaltea desde aquí y expande su aroma, antes de que arribe una nueva amenaza.
—El cuerno de la abundancia lo tiene Gabriel en el Yomotsu, me es imposible recuperarlo —cuando también pudo percibir una gran amenaza a distancia—. ¿De quién es este cosmos tan abominable?
—No temas, yo mismo te enviaré a la Colina de la muerte. No obstante, debes regresar una vez recuperes el cuerno por el mismo camino —anunció Rafael al comenzar a orar, convocó un portal que arrastró a Ganimedes, quien no opuso resistencia.
—No sabía que podías usar las ondas infernales.
—No las conozco, pero puedo brindarte mi conocimiento para que puedas tú mismo trasladar tu espíritu entre dimensiones, después de todo por algo era conocido como el viajero del Cosmos.
Así mismo Ganimedes llegó a la Colina más lúgubre de los dominios de Athena, a los pies del gran cráter fue entonces cuando vio como unas sombras parecían amotinarse en una pila de cadáveres, cuando los apartó se dio cuenta que ahí estaba el cuerno. Sin embargo, fue atacado por la espalda por Gabriel, por una explosión de fuego fatuo que lo derribó antes de tomar la Corpnucía.
—¡Gabriel!
—No dejaré que te la lleves —dijo el cangrejo cuando unas cadenas de oro lo envolvieron en una red de cristal—. Tú de nuevo.
—¡Surt!
—Yo también he logrado viajar hasta aquí.
Fue entonces que Ganimedes vio una oportunidad de atacarlos a los dos cuando estaban forcejando, utilizó sus brazos para agitarlos al cielo y convocar un torbellino glaciar que los congeló a ambos.
Rápidamente tomó el cuerno y regresó por el mismo camino iluminado, volviendo a la sala gemela del templo de la virgen. El copero se acercó al centro del Jardín entremedio de los dos árboles, entonces alzó el cuerno hacia arriba y sopló con fuerza, produciendo un sonido estridente como si mil trompetas resoplaran al instante. Creándose una inmensa onda expansiva desde el agujero de la Corpnucía. La cual fue cubriendo todo el santuario de una forma purificadora y nutriente, ya que volvió el color de la tierra y despejó el fétido olor de la barrera de Eris, los santos convertidos en santos fantasmas se hicieron cenizas, las dríades se adhirieron a la corteza de los árboles y se petrificaron para siempre ahí. Mientras la tierra se sanaba recuperando su fertilidad y restaurando los muertos a sus tumbas, en los cielos algo inusual estaba ocurriendo, pues en vez de que aconteciera el atardecer, una luna blanca se iluminaba con una tonalidad escarlata, mientras las nubes se tornaban rojizas.
—¿Qué significa esto? —se encogió de hombros frunciendo el ceño—. Este cosmos es tan gigantesco que es capaz de cubrir todo el ateneo.
Un pilar de fuego bajó desde la luna de sangre, apareciendo la silueta de un ser muy alto de túnica purpura con una diadema semejante al casco del Cloth de Cáncer, pero de púas más alargadas, ocultando su vista solo permitiéndosele ver sus cortos cabellos opacos amarillentos.
—Esta es la presencia de la que advertía Rafael, un daimon.
—Yo no soy un daimon, son un ser superior. Un dios, un heraldo de la guerra —declaró con una voz grave al aproximársele con la mirada—. Mi nombre es Fobos, dios del miedo.
—¿Qué esta sensación? —se cuestionó al sentir su cuerpo temblaba aceleradamente—. Todo mi cuerpo se paralizó de la nada ante él.
El dios del miedo levantó su brazo izquierdo para hacer explotar una pequeña bola de energía la cual apuntó hacia el santo de acuario, sin que este pudiera evitar, destruyendo el cuerno mágico en mil pedazos, haciendo caer al copero al retumbarle la explosión de cerca.
—¡No! —exclamó una voz desde atrás, volteándose la deidad.
—Baya, había otro santo de Athena.
—¿Qué has hecho? Eso me iba ser de mucha utilidad para revivir la tierra de mis ancestros —dijo Surt frustrado.
—Este instrumento traía prosperidad y armonía a los humanos, haciéndolos perezosos sin que tengan que trabajar la tierra ni pelearse entre ellos, sus ancestros de la edad de oro fueron los que tenían permitido usarla solo por consentimiento divino —explicaba el dios.
—¡No lo mires, Surt! —exclamó Ganimedes en el suelo.
—Demasiado tarde, ahora es tú turno de explotar —dijo Fobos al crear una esfera de energía, pero Surt logró esquivarla—. ¿Qué? Se teletransportó.
Entonces el muviano reapareció al instante lleno de furia intentando insertarle un espadazo de fuego que Fobos contuvo con una mano sin esfuerzo, quedándose estupefacto de que pudiera atacarlo.
—¿Por qué, puedes moverte?
—Ya había tenido la oportunidad de presenciar tu paralizante mirada, cuando rescataron a Amón en el Cáucaso, tú eras uno de esos cuervos —indicó Surt forcejeando.
—Ya veo, así que estabas prevenido —Fobos notó como un velo de cristal lo cubría por completo en todo el cuerpo del santo—. Has creado una barrera psíquica.
Sin embargo, eso no le importó al heraldo y lo mandó a volar con el soplo de su mano, haciéndolo estrellar contra unos muros. Entonces una estela de luz cósmica comenzó a reunirse desde los escombros, expandiéndose una red de cristal por los suelos, que el dios percibió al no poder mover sus pies, levantándose el santo de Aries al aglomerar entre sus manos un cumulo de polvo cósmico.
—¡Ahora eres tú, quien no podrás escapar! —exclamó lleno de ira el santo de Aries—. ¡Revolución de Polvo Estelar!
Al bajar su brazo en forma recta, hizo caer sobre el dios un torbellino de estrellas fugaces las cuales detonaron terribles explosiones hasta levantar una gran polvoreada. No obstante, Surt vio que el cuerpo de Fobos ya no estaba y se sorprendió cuando un rayo de fuego lo atravesó en el hombro izquierdo por detrás, cayendo herido.
—No eres el único que sabe trasladarse entre dimensiones, no te creas único —dijo el dios con una sonrisa en el rostro. Cuando un finísimo relámpago llegó hasta su rostro, detonando que su diadema le explotara en la frente—. ¿Cómo?
—Es alquimia de la destrucción, una habilidad que heredé de un tío malhumorado —añadió Surt poniéndose de pie, con el hombro desangrándose—. Tú también te crees intocable.
El santo de Aries maximizó su brazo derecho, de forma recta blandiendo una hoja de fuego flamígero alrededor de su brazo. Entonces creó multi imágenes de sí mismo para confundirlo, tomando distintas poses ofensivas. No obstante, el dios las hizo desaparecer de un solo movimiento de su mano, cuando notó que el viento ondeaba por detrás suyo, alcanzó a esquivar el sable de fuego a distancia, pero Surt se le lanzó directamente a rebanarlo sin que pudiera tener ángulo de escape, cuando colisionaron su espada y el brazal del dios, se produjo una vibración que hizo retroceder al santo dorado, haciendo que la onda de choque repeliera su estocada, desintegrando su hoja de fuego.
—No es posible, mi espada resonó como si chocaran dos hojas en fricción —especuló Surt en el suelo, cuando notó como el dios había desenfundado una hoja ondulada de color negra—. También tiene un espada, pero qué clase de arma es capaz de destruir mi de fuego imperial.
—La espada del Miedo, hace retroceder cualquier atacante. No importa que tu arma sea producto de una reliquia divina, esta hoja esta forjada por el fuego del reino de los daimon. Un fuego más abrazador que el de la tierra que es donde se crearon las reliquias —explicaba Fobos haciéndole ver la gran diferencia entre sus armas viniendo de una fragua más infernal—. Ni siquiera tu velo de cristal puede defenderte ahora…. ¡Siente el poder de mi espada del Miedo!
Fobos concentró en su hoja, un magnético poder que al dar una estocada, imprimió un aire en forma de ondas, las cuales retumbaron en el santo de Aries, haciéndolo gritar de desesperación al sentir como todo su cuerpo comenzó a temblar y su piel sudaba con precipitación fácilmente, no podía pensar con claridad y su mente parecía más distorsionada que nunca al estar en presencia de esa magnética arma que afectó su cerebro como si fuese una fuente radiación gigantesca, Surt quedó con toda su sistema nervioso catatónico y se desplomó como si no sintiera energías para moverse, ni siquiera podía hablar, todo su ser había quedado como un vegetal. Entonces Fobos se le acercó para darle el golpe de gracia, cuando un cosmos desconocido lo hizo desaparecer de sus ojos.
—Alguien lo salvó a distancia, que inoportuno. Pero no me importa, ahora mi misión está cumplida.
—Señor Fobos, ya nos podemos ir —agregó la jovial voz de un joven santo de Cáncer detrás de él.
—Gabriel, has vuelto. Al final tuve que ser yo mismo quien terminara tu trabajo.
—Lo siento mucho, pero después de todo la Corpnucia está destruida.
—¡Gabriel, ahora trabajas para el enemigo! —exclamó Ganimedes paralizado, todavía.
—Es cierto, aún queda Acuario. Elimínalo y vámonos de aquí —ordenó el dios—. ¡Hazlo, Gabriel!
—Como ordene.
El santo de Cáncer desenvainó su guadaña de cosmos purpura para rebanarle la cabeza, ahora que Ganimedes no se podía mover, le sería muy fácil terminar con él. Entonces se le acercó lentamente hasta tener la distancia perfecta para que la punta de su arma le cortara el cuello.
—Gabriel me matarás realmente…
—Debo fortalecer mi alma para alcanzar el silencio.
El santo de Cáncer lo miró inexpresivo al alzar su arma, cuando unas rosas azules, brotaron de la nada desde la muñeca donde Ganimedes aún tenía su pulsera de flores, aquellas rosas lo inmovilizaron como dagas en las extremidades al joven cangrejo, logrando perforar su cloth dorada, pero no solo eso, sino que también de la nada el aire se polarizó en una nube que abordó al santo de Acuario en su interior, haciéndolo desaparecer de las garras de Fobos, quien se vio estático al sentir una sensación de repugnancia en su cuerpo.
—Este veneno me es familiar, claro es ella —murmuró para sí mismo el dios—. Se llevó a ese niño igual que lo hace con todos sus caprichos.
En el fondo el dios, sabía muy bien a quien pertenecía ese cosmos, siendo no otro más que el de su madre, la diosa de la belleza y el deseo. Afrodita, ella se había llevado al Copero a su hogar.
Entretanto, más allá de la cordillera del Himalaya en las profundidades de las tierras del Tibet, la comunidad sedentaria de Jamir estaba vacía, las casas y los refugios más humildes estaban abandonados, solo en la torre estaba un estático Surt siendo curado por una mujer de hermosos cabellos ondulados de oro. La cual tenía dos puntos bermellón en su frente, aquella chica lloraba dejando caer sus lágrimas sobre el cuerpo sin vida del hombre con el que se había casado, cuando unos monjes entraron en la torre.
—¡Ymir! —llamó a la mujer el anciano al ver con tristeza al joven santo de Aries—. ¿Qué sucedió?
—Surt ha sido atacado por un dios de una forma irreversible, toda su mente a colapsado. No puedo reconstruir su cerebro, es como si hubiese perdido toda su percepción extrasensorial de una sola vez, solo logro escuchar el sonido de su corazón.
El anciano lo examinó con cuidado tocando su mano, viendo su pulso, pero no sintiendo la energía en su cuerpo. Entonces exhaló un suspiro con resignación, tocando el hombro de la muchacha.
—Nuestro joven rey ha muerto en vida, todo su sistema nervioso está destruido. No hay forma de poder ayudarlo, lamentablemente.
—Debemos buscar la manera, quizás si reunimos a todos los muvianos más experimentado puedan reconstruir su mente de alguna manera.
—Podemos intentarlo, pero el daño provocado por un dios es algo que ni siquiera nosotros los de la raza alquimista somos capaces de sanar. Sin nuestro brazo fuerte, debemos retirarnos para siempre a Shamballa donde estaremos seguros.
—No me rendiré, por el hijo que estoy esperando de él. Haré que mi esposo despierte algún día.
La muchacha se quitó sus lágrimas y se trasladaron junto con los monjes desapareciendo en el aire, sin dejar rastro de su existencia, quedando toda Jamir en un completo silencio.
***
Fue como salir de lo profundo de un lago, cuando tocó suelo y recuperó la conciencia, después de sobrevivir a un combate a muerte con sus mejores amigos y que un dios le hiciera sentir en carne propia un miedo tan agobiante que le hicieron temblar todo su cuerpo como nunca había experimentado. Ahora por alguna razón podía dejar de estar tan tenso y su mismo cuerpo se había relajado al percibir la armonía del lugar, pues el santo de rubios cabellos lacios se encontraba a los pies de un oasis, que al parecer tenía una cúpula de cristal en su techo.
El copero de oro, fue recorriendo el lugar notando como se extendía una exuberante selva vitrineada por enormes extensiones que reflejaban la luz solar, parecía haber llegado a un exótico palacio que tenía en su interior un precioso y cálido jardín que era recorrido por extensas hiedras y donde podía apreciar que en el centro se erguía un pequeño y espumoso pozo como un manantial, donde alguien estaba bañándose, entonces pudo divisar la esbelta figura de una mujer de cabellos ondulados rosados, envestida solo con una especie de túnica espumosa como un capa gaseosa que circulaba por su cuerpo ocultando su feminidad.
—Tú eres la responsable de haberme traído aquí —entonces la pulsera que tenía adherida, la cual había originado su burbuja, se desvaneció en pétalos los cuales ella hizo aglomerarse en una semilla entre sus manos—. ¡Eres esa diosa que conocí en Cortejo de Rosas Fúnebre del Santuario!
Ganimedes de Acuario, se sintió frustrado al darse cuenta de eso. A la vez, soltó toda una ira y rabia que le tenía por haberlo violado ya que en su interior siempre lo supo, pero no como lo hizo mientras dormía. El copero sacó fuerzas de flaqueza toda la energía que le quedaba la utilizó para cristalizar una única lanza de hielo, con la que pretendía atravesar el corazón de la diosa, después de todo estaba desnuda ante él.
—Pretendes matar a tu salvadora, incluso después de que te arrancara de las manos de mi hijo —dijo la diosa de ojos dorados—. Espera una actitud más diferente de tu parte.
—Tú hijo, te refieres a Fobos el dios del miedo… —musitó Ganimedes deteniendo su ataque, cuando apreció bien su figura—. ¡Espera un momento!
Esa tez semejante a la de él, además de hermosas facciones que le hacían recordar a su difunta Betzabé, su aroma le parecía algo sofocante y la vez relajaba los latidos de su corazón. Era como si estar en presencia de ella todo se convirtiera en paz y armonía, si antes había sido frenado por una barrera del miedo extremo, ahora estaba ante una barrera opuesta. Ya que ni siquiera el cosmos de Athena era tan cálido como el de Afrodita.
—Fobos y Deimos, los heraldos de la guerra. Nacieron de mí, de mi cuerpo original que yace en el Olimpo —aclaró la diosa, ya que parecía muy joven como para haber sido madre de alguien se veía bastante mayor.
—Ese cuerpo que estas usando, es del linaje de Athena. De mí misma descendencia. ¿Por qué elegiste una descendiente de Athena?
—La mujer que escogí tiene un corazón noble y puro debido a que no fue afectada por el extremo cruel de la sangre de Athena. No sé si lo sepas, pero de aquel linaje existen dos simientes opuestas, una nacida de la sangre derecha de Athena que era capaz de curar y el otro extremo izquierdo que era un veneno de donde descendiente la gran mayoría de los nazir. Yo la escogí a ella ya que sus facultades son únicas, ya que al ser la más madura de sus hermanas sus genes puros son los que menos fueron degradando su pureza.
—Dices que el origen de nuestra sangre era una simiente sanadora… ¡Te has apoderado de los recuerdos de esa mujer que de seguro fue una santia!
—Esta mujer ha aceptado mi alma al haberse conectado con mi cosmos se dio cuenta que así sería de gran ayuda para proteger al mundo, ya que soy la personificación del amor, el sentimiento más puro.
—¡Puro! ¿Qué clase de pureza puede contener tu alma lujuriosa y egoísta como la tuya? —cuestionó Ganimedes amenazante con su landa nuevamente—. Si fuiste capaz de maldecir a las mujeres de su estirpe a comportarse como rameras.
—Te equivocas, mi profecía fue que se enamorasen para experimentar el amor. No obstante, si ese amor no fue correspondido esos sentimientos se convirtieron en obsesión y deseos mundanos por la influencia de Eris, la diosa maligna.
Esas palabras lo dejaron más atónito al copero, ya que eso quería decir que todo el tiempo la estuvieron culpando sin ser la responsable directa. Pero él seguía confundido ya que la Afrodita que conoció anteriormente no parecía la diosa real que ahora veía en carne propia. ¿Qué le había pasado?
—Athena creo una raza inanimada de emociones y de sangre fría, para que le sean útiles y presten devoción sin que sientan compasión, yo quise humanizarlos para que sean normales, pero no fui la única que le lanzó una profecía a su linaje.
—No puedo creerte ya que cuando te conocí solo eras una diosa egoísta y lujuriosa.
—Soy una mujer muy hormonal y emocional, me altero con facilidad. Cuando no cumplen mis expectativas. Antes era así, pero al haber reencarnado he sellado mis deseos mundanos ya que he encontrado un amor más placentero que el carnal.
—¿Qué dices? —Ganimedes no se sentía amenazado ni un gran cosmos, así que estaba seguro de que podía atacarla. Sin embargo, sintió que no sería honorable de su parte hacerlo—. ¿Por qué siento compasión por ella?
—Ganimedes estas herido, puedo sentirlo. Déjame aliviarte, yo he pasado por lo mismo por eso te he traído, no deseo que me sirvas como un amante, sino que vuelvas a ser el chico que albergaba un corazón noble y gentil con los demás —dijo la diosa quien parecía haber interpretado a su joven corazón de cuando era un copero de plata.
—No ha pasado mucho tiempo desde que mi ofendiste al violarme en mis sueños.
—No he sido yo, ya que he sellado mi lujuria y mi fuerza como para poder someterte, todo eso lo deposite en este jardín que pisas —reveló la diosa al empezar a caminar donde un árbol para tomar una semilla desde la raíz—. Quizás fue un residuo de mi alma los cuales yo separé de mí para no albergar más esos sentimientos. Estos debieron florecer como súcubos en mi jardín.
—¡Este lugar tiene vida!
—Así es, se ha hecho mi gran protector que quiere mantenerme aquí como su fuente de vida. Por eso hará lo que sea para protegerme —explicaba Afrodita al enseñarle una semilla dorada—. Esta es la semilla de que separé de mi alma para ser totalmente pura.
—Esa semilla dio origen a este hermoso jardín que en realidad es una falsa apariencia —dijo Ganimedes con ganas de destruir esa semilla, cuando algo le detuvo, ya que del césped se extendieron finísimas hiedras que lo dejaron inmóvil—. ¿Cómo supo que intentaría atacarlo?
—Ya te lo dije en este lugar no puedes albergar sentimientos hostiles ya que mi jardín lo huele como una amenaza hacia a mí.
Entonces Ganimedes sintió como unas garras le rosaron su cuello, pero en realidad eran pétalos que estaban creciendo de las enredaderas y comenzó a tener la visión más nauseabunda al grado de sentirse dócil y somnoliento, como si todo le agradase ya que dejo de sentir deseos de pelear y las enredaderas lo soltaron. Entonces Afrodita se le acercó.
—Yo he recuperado algo para ti, como compensación a mis sentimientos indebidos —la diosa le enseño un capullo de hielo que mantenía oculto en la maleza—. Es lo que queda de la mujer que alguna vez amaste.
—Betzabé —reconoció Ganimedes al recordar que el mismo la había construido ese ataúd—. Su cuerpo se deformó y fue víctima de un cruel asesinato.
—Sin embargo, los nazir no son humanos genéticamente iguales a los de la arcilla por Prometeo, sino que su ciclo de vida es más semejante a la de las plantas, germinan, florecen y se marchitan. Por lo que su verdadero corazón en realidad es el embrión que se encuentra latente en su cerebro.
—¿Qué estás diciendo? ¿Acaso me estas tratando de decir que ella aún vive?
—Al haberla congelado detuviste su deterioro gradual antes de que alcanzará la muerte orgánica, por lo que está en mis facultades que su embrión vuelva a germinar.
—Eso me dijo Athena, pero eso significaría que ya no sería ella misma.
—Seguramente Athena estaba pensando en resucitarla con la sangre cruel de los nazir.
—¡Maldita diosa Athena, yo la maldigo! —clamó Acuario al soltar la lanza, partiéndola en dos—. Afrodita tú puedes devolverla a la vida a como era antes.
—Puedo hacer que su semilla germine de nuevo, pero llevará tiempo.
—Te estaré agradecido por ese favor —dijo Ganimedes postrándose ante ella—. Me quedaré aquí hasta que Betzabé regrese a la vida.
—Mi más grande deseo es que los seres de la tierra no abandonen el deseo de amar, eso regocija enormemente mi alma —dijo Afrodita sonriéndole cálidamente—. Que Athena haya intentado negar el amor en la vida me es aborrecible.
—La diosa de la guerra cada vez se vuelve más fría y serena a medida que pasa el tiempo —añadió Ganimedes decepcionado—. No parece sentir remordimientos de esclavizar a los seres humanos.
—La virtud de la compasión es algo que no puede generar debido a su condición —aclaró Afrodita—. Al igual que Ares que es un ser sangriento, ella lo es a su manera en su rectitud.
—Una vez que Betzabé esté nuevamente conmigo buscaré la manera de que todos los seres humanos, sean muvianos, atlantes o nazir. Sean purificados.
—Hubo una época en que fue así, pero los males de la caja de Pandora los infectaron. Athena guarda celosamente la urna de los bienes ya que cree que los humanos no se merecen ese regalo.
—La Ánfora que contiene los Agato Daimon. Ya que perdí la Corpnucía no dejaré que ese tesoro se pierda también —dijo Ganimedes, jurando solemnemente en su pecho— ¡La encontraré para purificar la tierra!
—Si la abres volverás a los humanos a su estado original y eso hará que Athena ni ningún otro dios pueda influenciarlos nunca más.
Esas palabras sonaron como grandes esperanzas para el copero, ya que sin duda alguna esta vez sí que aliviaría la sed del mundo entero al satisfacer los corazones de todo y dejen de buscar respuesta en los dioses. Pero en donde estaría escondida la gran urna.