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Crónicas de un Caballero de Bronce


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#1 Andromedahue32

Andromedahue32

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Publicado 21 septiembre 2014 - 11:49

Hola!!! No sé si lo estoy haciendo correctamente, o si se publica aquí el Fic directamente. A continuación os dejo el Prólogo de una historia que comencé a escribir, a ver qué opináis...

 

Soy coleccionista de Myth Cloth, y me gusta realizar customs de aquellos personajes que Kurumada o Toei nunca sacaron, y como me pareció poco el realizar los custom....voy a escribir la historia de cada uno de ellos de manera muy especial....

 

Para no ser pesado os  lo dejo a continuación...espero que comentéis y os guste la historia... aunque me gustaría que dieráis sugerencias y vuestras opiniones sobre la historia.

 

Muchas gracias!!!!

 

 

 

 

Crónicas de un Caballero de Bronce.

 

 

Era Mitológica.

           

 

            La leyenda nos dice… que sólo cuando las fuerzas del bien son amenazas aparecen los caballeros de la esperanza. Sin embargo, según los mitos, son muchas las historias que hoy conocemos del valor y el sacrificio que mostraron algunos de ellos.

            Durante una de las primeras Guerras Santas de la era del mito, se nos cuenta que hubo un caballero al servicio de Atena que demostró ser el más valeroso, aceptando así la mayor condena impuesta por la mismísima diosa al quebrantar su orden. La batalla fue salvada en el último momento gracias a un caballero que desobedeció la orden de la diosa de no atacar, puesto que a pesar de poseer en su custodia una de las 88 armaduras del ejército de Atena no tenía derecho a presentar batalla. Al saltarse el permiso de su diosa la balanza de la justicia se inclinó hacia la victoria, y sólo así las fuerzas del bien fueron restauradas de nuevo.

            El caballero en cuestión fue castigando por Atena a sufrir la muerte de los 87 compañeros restantes en sus propias carnes. Cada uno de los compañeros que murieron en batalla hizo recaer sobre él todo el dolor físico y mental que padecieron. Pero el castigo de Atena no quedó ahí. Desde la era del mito hasta la actualidad, todos los caballeros que nacieran bajo la misma constelación que aquel caballero, sufrirían el mismo destino. Desde entonces… pocos han sido los valientes que han aceptado el reto de ser el guardián de dicha constelación. El destino de éste caballero quedó para siempre ligado a la desolación, a la soledad y al horror de sufrir en su cuerpo el dolor que cada uno de los integrantes del ejército de Atena sufriese en batalla. Sus obligaciones como guardián de ésta constelación quedarían redimidos a un segundo plano. Jamás tendría permiso para presentar batalla a menos que la diosa se lo permitiese. Permanecería en la sombra, custodiando la torre más visible en todo el Santuario, siendo responsable de encender las llamas que representan el fin de la esperanza. Sería además versado en letras, puesto que desempañaría el papel de escriba, plasmando sobre tinta y pergamino aquellos sucesos que ocurrían en cada generación para el saber de generaciones futuras. Y durante su cautiverio sería tan sólo acompañado por dos asistentes en sus aposentos. Un hombre mudo y una mujer ciega.

            Desde la noche de los tiempos, los valientes que consiguieron convertirse en dicho servidor de Atena han sido muy pocos, sin embargo… aquí comienza la historia del último guardián bajo esa constelación. El caballero de la constelación del Reloj y sus crónicas.

 

 

Finales del Siglo XX.

            Durante su infancia, Enol fue un niño criado en Rodorio, un pueblo o villa cercano al Santuario. Su único pariente vivo era su abuelo, el cual era el “loco” del pueblo. Se pasaba las horas muertas encerrado en un pequeño taller, situado junto a su casa, inmerso en el estudio de aparatos de nueva tecnología tales como la brújula, el compás o el sextante. Inventando artículos que más bien servían de poco. Sin embargo había algo que no le dejaba conciliar el sueño… el funcionamiento preciso del reloj. Aquel aparato que durante su infancia casi ni existía le tenía loco. Nunca llegó a entender como un ser humano había fragmentado el paso del tiempo gracias a una manecilla y a un segundero. Había dividido el paso del tiempo en segundos, minutos, horas… incluso en días o semanas, meses y años…

            Cada día, tras el almuerzo, obligaba a Enol a acompañarlo en sus investigaciones, lo forzaba a estudiar y comprender el funcionamiento de aquel aparato que media el transcurrir del tiempo. Cierto día, Enol fue golpeado como tantas veces por su abuelo al quedarse dormido en sus lecciones, y fue tal el enojo que el niño tuvo que despertó en su interior una fuerza que jamás había conocido, el cosmos. Fue de tal magnitud su enfado que todo a su alrededor fue envuelto en un haz de luz celeste, provocando que todo quedara destruido, incluso el techo de la estancia donde él y su abuelo se encontraban… Tras aquello, Enol se tranquilizó, observando que su abuelo yacía en el suelo, muerto al haber sido aplastado por la techumbre de la estancia. Inmerso en su desolación, oyendo los gritos de las gentes del pueblo ante tal suceso, y viendo a su abuelo tendido en el suelo sin vida se percató de que no estaba sólo en los restos que aún quedaban en pie de la estancia. Allí había un hombre, alto. Vestido con una túnica blanca y una máscara dorada que le recubría todo su rostro, poseía cabellos azules que le sobresalían desde la nuca hasta más debajo de su cintura. Invadido por un gran temor ante lo que había sucedido y la presencia de aquel hombre ante él, Enol comenzó a gimotear.

            -Tranquilo, muchacho. -Le dijo aquel hombre con dulzura- No debes tener miedo. El destino de cada uno de nosotros está escrito, y ésto tenía que suceder… ¿Qué edad tienes, muchacho?

            -8 años, señor… -Contestó Enol con voz temblorosa y entre lágrimas-

            -A partir de ahora, muchacho… me acompañaras y vendrás conmigo. Yo te guiaré durante los próximos años. Serás capaz de aceptar tu destino y afrontar tu vida tal y como está escrita en las estrellas. Cargarás con uno de los más difíciles de la orden de la caballería, pero yo seré tu maestro, y te ayudaré a llevarlo como cada uno de nosotros aceptamos nuestro sufrimiento.

            -Señor… -Enol lloraba desconsoladamente al ver a su abuelo en el suelo- Mi abuelo…yo…

            -Tranquilo, muchacho… -Aquel hombre posó sus manos sobre los hombros del niño, mirando a sus ojos a través de la máscara dorada- A partir de ahora tu abuelo descansa en un lugar donde no hay sufrimiento, ni dolor. Vendrás conmigo y emprenderás una causa para la cual naciste. Algunos, antes que tú, lo han hecho…

            -Como se llama, ¿Señor? –Enol se limpió las lágrimas con el reverso de su muñeca, serenándose un poco gracias a la paz que aquel hombre transmitía-.

            -Mi nombre poco importa, muchacho. Has de saber que seré tu maestro hasta que puedas mostrarte como un igual ante mí, siendo parte de la caballería. Si quieres, para no llamarme como todos me llaman, podrás llamarme… Saga.

 

Hasta aquí el prólogo. Como os comenté antes no sé si se publican aquí directamente o dónde????

 

Pronto subiré el Capitulo 1, titulado: El Caballero de la constelación del Reloj.

 

Un saludo, mi genteee!



#2 Killcrom

Killcrom

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Publicado 21 septiembre 2014 - 14:50

Andrómeda, lo has publicado bien, no te preocupes. Queda pendiente de editar este post en el que te escribiré algo sobre tu prólogo. Ahora voy a prepararme la cena. :3

 

Lo prometido es deuda. He leído el prólogo y lo veo bastante bien. Es corto y no haces más que presentar un poco al futuro? caballero de Reloj. 

 

La ortografía y la forma son correctas salvo alguna tilde loca que te has dejado por ahí y otras tonterías. 

 

Pues habrá que ver cómo sigue tu historia, ¿no? 

 

Por cierto, ¿tienes fotos de tus customs publicadas en el foro?

 

Un saludo y recuerda escribir comentarios al resto de compañeros fickers. 


Editado por Killcrom, 21 septiembre 2014 - 14:57 .

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(Parte 3 de 3)

Publicado: ?? de ? de 2018


#3 Andromedahue32

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Publicado 22 septiembre 2014 - 08:22

Gracias Killcrow!!

 

Estoy escribiendo el capítulo 1. Es más extenso, sólo que como nunca había publicado nada en este foro (ni en ninguno, anteriormente) y por eso lo escribí algo corto.

 

Respecto a los customs... no tengo subida foto alguna aún, puesto que me registré ayer y aún no he "trasteado" mucho por el foro, pero lo haré! Prometido!!! Ahora estoy metido en un proyecto de 6 customs, cuando los finalice subiré todas las fotos juntas y mostrando el "paso a paso". Mientras, escribo la historia de ésos customs, como ya sabes desde el punto de vista de Enol, y sus crónicas.

 

Gracias por leerme, y por tu opinión.



#4 Andromedahue32

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Publicado 22 septiembre 2014 - 10:38

Hola, os dejo el capítulo 1. Espero que os guste y vayáis saboreando el comienzo de ésta historia, la cual me está encantando. Por fin aparecen más personajes, los cuales iremos conociendo en los siguientes capítulos, así como la evolución que tendrá Enol como caballero al servicio de Atena.

 

Actualidad.

Capítulo 1: Enol, Caballero de Bronce de la constelación del Reloj.

 

            No fui consciente de ser el Caballero del Reloj hasta el atardecer del mismo día que superé la prueba para convertirme en caballero. Tras mi triunfo, Nicole, un sirviente del Patriarca, me condujo hasta uno de los lugares más carismáticos de todo el Santuario. La Torre del Reloj.

            El edificio que tenía ante mí se mostraba majestuoso, siendo el más alto de todo el lugar, sus estancias estaban coronando la cúspide, y sobre ellas el Reloj. Tenía forma rectangular, y en lo más alto se veían las 4 esferas que marcaban las horas cuando se encendía. Sin embargo, no sólo su parte más alta cumplía alguna función. Nada más entrar, junto a Nicole, mi boca se abrió de par en par al contemplar la primera estancia. Una gran sala se presentó ante mí. En el centro se situaban 12 asientos, tallados en piedra, con tal magnificencia que resultaba difícil no pensar que ahí se sentarían reyes, al menos. Perfectamente labrados a golpe de cincel, cada uno presentaba un tamaño, sin que ninguno sobresaliese entre los demás, a excepción de uno, el cuan en el respaldo tenía grabado sobre relieve en la propia piedra el símbolo de la constelación de Tauro. Cada uno de los tronos estaba identificado en su respaldo con uno de los doce símbolos del Zodiaco. Situados a modo de circunferencia, sus ocupantes podrían verse las caras mutuamente hacia el interior de la sala. En medio, tallado en el suelo se divisaba un anagrama, simbolizando cada uno de los 12 signos del zodiaco, y ubicando en el suelo cada signo correspondiente a su trono. Entre los asientos dedicados a los caballeros de Escorpio y Sagitario se encontraba un lugar vacio, parecía que faltaba un treceavo trono que no estaba allí… Incluso el suelo se podía ver modificado posteriormente a la antigüedad real del resto de los tronos…

            -Nicole… - comencé a articular palabras con dificultad- ¿Qué significa éste lugar? Esos asientos…

            -Chrysos Synagein… -Esas palabras salieron de la boca de Nicole-.

            -¿Cóm…..cómo?

            -Chrysos Synegein… -explicó Nicole- Comúnmente llamada Reunión Dorada. Aquí, en éste exacto lugar tienen origen las reuniones que la diosa Atena o el Patriarca mantienen con sus 12 caballeros de Oro. Es aquí donde se realizan, Enol.

            Volví a mirar hacia la sala. No me había percatado que desde lo más alto de la torre del Reloj entraba un haz de luz que iluminaba completamente la estancia, sin embargo fue entonces cuando me di cuenta de donde nos encontrábamos…

            Aunque la Torre del Reloj fuese rectangular, el interior tenía forma cilíndrica, y el techo se antojaba lejano. Sobre nuestras cabezas, y hasta lo más alto del techo dispuestas en forma circular, se encontraban una serie de cavidades, parecidas a las que construyen las abejas dentro de sus panales, y en el interior de sus espacios numerosas caja de pandora con diferentes armaduras…

-Oh! Esto…. –balbuceaba más que hablaba, mis pensamientos articulaban palabras, pero mis labios no lograban pronunciarlas. Me sentía perplejo- Santa Atena!!!

                El primer nivel, se encontraba vacío a excepción de una armadura… Estaba situada muy detrás del trono con el símbolo de Leo, y era la Caja de Pandora de la armadura del León Dorado. Sobre la fila que correspondía a las armaduras doradas, se encontraban dos líneas de cavidades, también de 12 lugares cada una, allí se encontraban las armaduras de plata. De las 24 correspondientes, si sumábamos las dos hileras, tan sólo faltaban 8 de las 24. Las armaduras de Cepheo, Lyra, Triángulo, Copa, Altar, Grulla, Orión y Centauro no estaban allí. Y desde las de plata hasta el techo de la sala se disponían otras 4 hileras de 12 espacios cada una, con las diferentes Cajas de Pandoras correspondientes a los caballeros de bronce, 48 en total, de las cuales faltaban 17. La armadura del Fénix, la única en no ser portada jamás en la historia por nadie no se encontraba allí. Las armaduras de Andrómeda, Cisne, Dragón, Ave del Paraíso y Corona Austral eran armaduras que desde los tiempos mitológicos no habían vuelto a ser usadas, sin embargo tampoco estaban allí reunidas. Así, como algunas más.

                -Nicole…

                -Bienvenido a la Torre del Reloj, caballero Enol. –Comenzó a decirme Nicole- Esta Torre lleva aquí desde la creación del Santuario, y como ves… guarda más de una sorpresa. Arriba están tus aposentos, sin embargo debes guardar éstas estancias con tu vida si fuera necesario.

                Al volver a recorrer la mirada con mi vista, me percaté con gran esfuerzo de una escalera en forma de caracol, oculta a la simple viste mediante un efecto óptico y que se dirigían hacia arriba, tras la pared donde quedaban guardadas las armaduras del ejército de Atena.

                -Veo con satisfacción que no te ha resultado complicado encontrar las escaleras, acompáñame.

                Seguí a Nicole a través de las escaleras que ascendían, y tras un espacio corto de tiempo llegamos a una estancia increíble, la gran biblioteca de la Torre. Sin paredes, tan solo llena de estanterías de madera y llenas de libros y pergaminos, con algunas mesas y sillas y alguna escultura, se podía divisar todo el Santuario, y en todas direcciones. El viento no lograba entrar en las estancias, sólo soplaba una fina brisa agradable. Sí me llamó la atención, en el centro de la biblioteca una gran estatua a modo de Reloj Solar, donde se podía ver la hora exacta gracias a un rayo de sol que entraba por el techo, en ese momento me acordé de mi abuelo. Una puerta llevaba a lo que serían mis aposentos, los cuales, Nicole me mostró. Eran sencillos y humildes, sin nada de poderío, quizás como los que pueda tener un fraile en una abadía, o una monja en un convento. También conocí a Crisella y a Cappio, los que serían mis sirvientes. Ellos serían los que solventarían los quehaceres de mis aposentos, así como los que dedicarían sus vidas a la servidumbre, encomendados a Atena.

                Arriba del todo, en lo más alto de la Torre, Nicole me llevó hacia el interior del Reloj. Me sorprendí al visualizar una estancia inmensa, con 4 circunferencias en sus 4 paredes, y en el centro de la sala, un pedestal rectangular de unos 6 ó 7 metros de altura. Allí podría ponerse una persona en pie. Quedando en el centro de la estancia, a la misma distancia de cada una de las 4 grandiosas esferas. El techo, al aire libre, dejaría ver la totalidad del cielo nocturno en horas de luna.

                -Enol de Reloj,-comenzó Nicole- desde la noche de los tiempo el Caballero del Reloj ha salvaguardado ésta Torre. Se conocen tan sólo 4 nombres que hayan portado la armadura que ahora portas en tu espalda. Tu papel en ésta generación, es portar el conocimiento hacia las generaciones futuras. El Patriarca me ha ordenado que supervise tu dirección, deberás encender el Reloj, para dar la bienvenida a una generación que pronto portará la paz y el bienestar de nuestra Diosa en el mundo.

                Sin más, descolgué mi armadura de la espalda y la apoyé sobre el suelo de la estancia. Mientras contemplaba el brillo perfecto de la Caja de Pandora agarré con mi mano la anilla de apertura y tiré con seguridad de ella. Sabiendo que aceptaba un destino difícil y doloroso. Sentí arder mi cosmos y la caja se abrió. Un brillo azul iluminó toda la estancia y las propias paredes de la caja se extendieron hacia el suelo, abriéndose como un loto recibiendo los primeros rayos de sol. Contemplé la que sería mi armadura hasta el final de mis días, el objeto era un reloj en blanco y negro, de tremendo brillo y poder. Al instante, las piezas que conformaban el objeto se separaron y se dirigieron hacia mi cuerpo. Primero el cinturón, las rodilleras y las espinilleras. Luego los puños, el peto y las hombreras, y por último el pecho y la diadema. Más que un brillo ordinario blanco y negro, el círculo que se había colocado en mi pecho tenía grabados los dígitos que formaban las horas, parecía deslumbrar. Incluso Nicole bajó la vista para que no fuesen cegados sus ojos. Cuando mi armadura quedó puesta sobre mi cuerpo me sentí el hombre más poderoso de la Tierra por un instante, y sin perder tiempo alguno salté sobre el pedestal ubicado en el centro de la estancia y elevé mi cosmos hacia las estrellas. Extendí mis brazos en horizontal, colocando la palma de mis manos en dirección a las dos esferas del Reloj que quedaban a mi derecha y a mi izquierda.

                -Elévate…. –susurré-. Cosmoooos!! – Un aura blanca me recorrió el cuerpo, desde los pies hasta el último de mis cabellos-. Suspiro…. Temporal!!! Enciendeteee!!!

                En ese momento, las 48 llamas, dispuestas de 12 en 12 en cada uno de las 4 esferas que formaban el Reloj se encendieron. Quedando iluminadas por 12 horas…

                -Bienvenido a la orden de la caballería, Enol de Reloj! –Nicole elevó su voz por encima de el sonido celestial que comenzó a oírse por todo el Santuario-.  

 

                ……………………………………………………………………………………………………………………………….

                Hace 2 meses llegué a mis aposentos tras superar mi entrenamiento y conseguir mi armadura. Desde entonces, salvo a mis dos sirvientes, no he visto a nadie. Ni siquiera he cruzado palabra con otra persona. Me remito a mis obligaciones. Diariamente permanezco en la biblioteca de la Torre, leyendo las crónicas de antiguos sucesos, ocurridos en generaciones antiguas de caballeros. Sin embargo he enviado una solicitud al Patriarca. Cappio lleva al que ha sido mi maestro durante 5 años una carta escrita por mí. Pido permiso para salir de la Torre y asistir a la prueba de uno de los pocos compañeros de entrenamientos que he tenido. Fui el único discípulo de Saga, sin embargo me hospedaba en los cuarteles de discípulos del santuario. Allí compartía las pocas horas de descanso con varios muchachos que compartían conmigo el mismo destino… ser caballeros. Sin embargo, hubo uno que quizás captó más mi atención durante aquellos años de aprendizaje. Se llama Ryoma, y es tan grande en tamaño como en coraje. Hoy sé que se enfrenta a la prueba que dictaminará si se convierte en guardián de su constelación o será simplemente un soldado más del Santuario por no conseguirlo. Opta a ser el Caballero de la constelación de Eridano, el gran rio que surca el cielo y divide la bóveda celeste en dos.  Llegó al Santuario 3 meses después de mí, y se convirtió en un buen compañero de entrenamiento.

                Al Norte del Santuario, existe una región árida, más allá de la zona de entrenamiento de las mujeres, a las afueras del recinto sagrado. Es un lugar inhóspito, a los pies de una gran montaña rocosa. Allí se encuentra el lugar donde Ryoma siempre ha dicho que se convertirá en caballero de Atena, ya que es en aquella montaña dónde se celebra la prueba. Espero que lo consiga, así como espero conseguir el permiso del Patriarca y poder ver con mis ojos el nombramiento de mi compañero como caballero de Eridano… Necesito verlo y poder dejarlo escrito en las crónicas. Además, se concentrará un gran número de caballeros allí presentes, así como el mismísimo Patriarca, y ya que va hasta allí, me gustaría volver a ver al hombre que hizo de mí un caballero, mi maestro Saga. 

 

 

Hasta aquí el Capítulo 1. Próximamente subiré el 2, espero mientras tanto vuestros comentarios, necesarios para mí y así ir sabiendo que os va pareciendo ésta historia.... 

 

Un saludo!!



#5 Patriarca 8

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Publicado 22 septiembre 2014 - 16:05

-suerte en tu fic 


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#6 Andromedahue32

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Publicado 23 septiembre 2014 - 05:19

Gracias T-800!!

 

Has leído lo que llevo de Fic?? Me podrías decir algo más? Si te ha gustado, si no.... Estoy preparado para opiniones de todo tipo, aunque espero que te haya gustado!

 

Gracias aún así.



#7 Andromeda22

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Publicado 23 septiembre 2014 - 05:53

:s33:

 

Para ser honesta no he leido mucho jaja

Creo que se trata de un nuevo caballero, no? El caballero del reloj, me gusto la idea, y esta bien escrito, asi que felicitaciones y suerte!


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#8 Andromedahue32

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Publicado 23 septiembre 2014 - 07:05

Muchas gracias!!! Léelo cuando tengas un hueco, por favor... y así voy sabiendo más acerca de vuestras opiniones... 

 

Los capítulos son cortitos, para que se lean rápidamente... El capítulo 2 está casi listo y luego lo subiré...

 

Gracias de nuevo por leerme, anima mucho comprobar que al menos la historia va interesando a alguno de vosotros!!!

 

1 saludo!



#9 Andromedahue32

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Publicado 23 septiembre 2014 - 10:38

Hola de nuevo... entre éste capítulo que subo ahora (el segundo ya tras el prólogo y el 1) y el siguiente tardaré un pelín más por trabajo, así que espero os guste éste capítulo 2, donde asistimos a la primera muestra de un combate. El final me parece interesante... jeje.Espero que os guste! Y por favor, opinad sobre el comienzo de la historia, a que os va pareciendo....

 

 

Capítulo 2: Sin el permiso de Atena.

            Al día siguiente de haber enviado a Cappio con la carta dirigida al Patriarca, pidiéndole autorización para salir de la Torre del Reloj y así poder ver la prueba final de Ryoma, me encontraba en la sala donde se celebran las reuniones doradas, contemplando las armaduras que estaban colocadas en sus lugares.

            Estuve observando las cajas de Pandora de las armaduras de plata. Faltaban 8. Las armaduras de Cepheo, Lyra, Triángulo, Orión y Centauro habían sido entregadas a sus respectivos dueños algunos años antes. Albiore, Orpheo, Noésis, Rigel y Babel eran sus respectivos dueños. Las armaduras de Copa y Grulla estaban desaparecidas desde la anterior Guerra Santa, se conoce que una amazona llamada Yuzuriha, perteneciente al pueblo de Mu había sido la poseedora de la armadura de Grulla, sin embargo la armadura de Copa no se sabía dónde estaba. El Gran Patriarca había enviado expedicionarios por todo el mundo centrados en la búsqueda de ambas armaduras, y la única pista conseguida hasta ahora es que la armadura de plata de la Grulla podría conservarse en Yamir, donde se rumorea existe un hombre con capacidad para reparar las armaduras, y que desde la Guerra Santa anterior se encuentra allí. Respecto a la última armadura faltante, Altar, algunos años atrás fue entregada, pero el Gran Patriarca jamás desveló la identidad de su poseedor.

            Estando ensimismado, en dicha sala, Cappio entró por la puerta. Venía algo sudoroso y en su cara se reflejaba la angustia. Como era mudo no podía decirme con palabras lo que ocurría, sin embargo poco a poco iba conociendo a Cappio y su expresión denotaba alguna alerta. No traía nada en sus manos, ni la carta que yo le di para el Gran Patriarca, ni nada. Sin embargo a los pocos segundos de ver entrar a Cappio comprobé que tras él venía una figura. Y no venía solo. El Patriarca en persona, junto a 8 guardias del Santuario se personificó allí mismo. Ante mí.

            Desde que acabara mi entrenamiento y la prueba para conseguir mi armadura, no lo había vuelto a ver. Los soldados no entraron en la Torre, sino que esperaron fuera. A cada paso que se adentraba en la sala, en dirección a mí, el Patriarca elevó su cosmos. Qué extraño me sentí, ese cosmos no era el de mi maestro Saga, sin embargo era él. Nadie en todo el Santuario puede vestir la túnica de Patriarca, ni la máscara que ostenta tal rango. Se detuvo en el centro de la sala, en medio del círculo que formaban los doce asientos de los caballeros dorados.

            Durante mis entrenamientos, Saga vestía una túnica blanca, sin ocultar su rostro. Sus cabellos azules eran muy largos, y siempre se dirigía hacia mí con dulzura casi siempre, aunque a veces en mis lecciones era rudo y serio, e intentaba sacar de mí el máximo sentido de todo. A veces, se ausentaba, siendo el mayor plazo de tiempo sin verle casi un mes durante los 5 años que duraron mis lecciones.

            Sin embargo, el hombre que tenía ante mí no era él. No era su cosmos.

            -Enol, Caballero del Reloj –comenzó a decir- Enviaste a tu sirviente en busca de la aprobación del Patriarca, y aquí traigo tu respuesta…

            Levantando su brazo derecho hacia el lugar donde me encontraba, y expandiendo su cosmos hacia mí pude sentir un rayo que recorrió cada uno de los poros de mi cuerpo. Dolor fue lo que sentí, a parte del golpe que recibió mi cuerpo al ser desplazado contra una de las paredes de la Torre. Cuando me incorporé no pude salir de mi asombre.

            -Maestro… -me dirigí a él- ¿Qué ocurre? ¿Por qué….

            Un segundo rayo me golpeó, haciéndome sentir el mismo espasmo por todo mi cuerpo, sin embargo ésta vez aguanté de pie porque no me cogió por sorpresa.

            -Esta es la respuesta de tu maestro, Enol. Deberás de vencerme para obtener el permiso y salir así de la Torre tal como pides.

            -Tú… ¿quién eres? –Grité, sin ser capaz de comprender lo que estaba sucediendo- Tú no eres mi maestro. Tú no eres el Patriarca!! ¿Quién eres?

            A pesar de saber que no era Saga, su cosmos no me era tan desconocido. Alguna vez sentí un cosmos algo parecido, durante mis años de entrenamiento en el Santuario. Ahora que lo observaba pude comprobar que bajo sus vestiduras ese hombre portaba una armadura. Cappio se encontraba agachado tras el asiento de Escorpio, medio tembloroso y aterrorizado de ver la situación que estaba teniendo lugar.

            -Enol, para tener el permiso que pides deberás de vencerme. Es una orden del Patriarca. Ponte tu armadura y pelea. Sólo venciéndome conseguirás ver la prueba de tu amigo.

            -Yo… -Apreté mis puños y mordí mi labio inferior- no puedo.

            Un tercer rayo salió de la mano de aquel hombre, dirigido hacia mí. De un salto pude esquivarlo y no me golpeó. Sentí deseos de ponerme mi armadura y defenderme, sin embargo no podía.

            -¿De qué tienes miedo, caballero del Reloj? –Mientras decía esas palabras se quitó con la mano derecha la máscara de Gran Patriarca, arrojándola al suelo. Con la mano izquierda, y de un solo revés, se quitó la túnica. Antes de que ésta tocara el suelo vi un gran destello plateado acercándose a mí y pude ver su rostro a la misma vez que me golpeaba en la mejilla con su puño derecho-. Pelea!

            Caí al suelo y pude notar el ardor en la mejilla. Me había abierto el pómulo de un solo golpe y estaba sangrando por la herida.

            -Nicole!!! –estaba perplejo, asombrado de ver a aquel noble hombre que anteriormente me acompañó a la Torre a mi llegada. Portaba en su cuerpo una armadura de plata, muy singular. En el centro del pecho tenía una esfera, la diadema de dicha armadura le recubría el rostro sólo en parte, dejando ver su rostro y sus cabellos. Los puños, espinilleras y la falda le cubrían muchas zonas de su cuerpo, incluso poseía dos grandes hombreras. Esa armadura recubría su cuerpo mucho más que la mía. Sin dudas, era un caballero de plata.

            -Mi nombre es Nicole, Enol, y soy el caballero de plata de Altar!! Pelea!!

            De nuevo se dirigió hacia mí, a pesar de estar en el suelo. Pude incorporarme a tiempo y saltar en dirección opuesta, quedando de rodillas y mirándole a la cara.

            -Detente… -Aún estaba muy asombrado por saber dónde, o más bien quién poseía la armadura que momentos antes me hacía dudar de su portador- ¿Por qué me atacas?

            -El Patriarca te da permiso para salir de la Torre si me vences. ¿Acaso creías que ibas a salir a tu antojo de la Torre? –Su cosmos comenzó a arder, y sentí miedo al contemplar tal poder en un ser humano- Vamos, pelea!!

            Nicole saltó hacia arriba y quedó suspendido en el aire mientras unía sus manos formando la unión de éstas sobre la esfera del pecho de su armadura.

            -Explosión del monte estrellado!!! –Me atacó-.

            En torno a mí, apareciendo en el suelo como si fuese dibujado, un anagrama en forma de estrella rodeado de un círculo de unos dos metros de diámetro se levantó hasta el techo de la estancia, como si fuera una barrera de luz, quedando yo en el centro. Tras esto, noté una fuerte energía que se desplegaba desde el suelo hasta el techo. Como si fuese una gran columna de luz ésa energía recorrió mi cuerpo y comenzó a estallar de forma diminuta. Como si todas las partículas que se encontraban en el interior de esa luz fuesen micro bombas que iban explotando unas detrás de otras… Una vez más, pude sentir como mi cuerpo era castigado por el dolor y un grito agónico salió de mi garganta sin poder evitarlo. Y una vez más caí al suelo, tumbado boca abajo. Jadeando de dolor. Si éste hombre me volvía a atacar una vez más con aquello me mataría sin dudas. Cuando pude mirarle se encontraba de pie, frente a mí, a unos 5 metros de distancia.

            No tuve más remedio.

            -Armadura del Reloj… -imploré- ven a mí!

            La expresión del rostro de Nicole cambió por completo en un instante. Más que respeto hacia mí por llamar a mi armadura, o miedo ante un caballero que se estaba armando, ese hombre mostraba sorpresa, estupefacción.   

            Mi armadura llegó desde mis aposentos, entrando por el techo abierto de la sala donde nos encontrábamos y se abrió. Llegando hasta mí y colocándose sobre mi cuerpo. Era la segunda vez que vestía mi armadura y era la segunda vez que me sentía el hombre más poderoso con ella protegiéndome.

            -¿Vas….a… pelear? –Nicole mostraba en su rostro el mismo reflejo de la sorpresa-. Te pones tu armadura en señal de ofensa a aquella que debes de proteger.

            -No… -respondí, sintiendo aún el dolor producido por su ataque-. La diosa Atena me prohíbe entrar en batalla, cierto. Pero mi armadura me protegerá de tus ataques. Con ella sobre mi cuerpo soy invulnerable a ellos. Soy el caballero del Reloj, te encuentras en mis aposentos siendo uno de los lugares más respetados de todo el Santuario, profanas ésta sala con tus ataques. Vienes a traerme un mensaje del Patriarca disfrazo de él para cogerme por sorpresa, ¿y aún piensa que ni siquiera me defenderé de tu presencia, caballero? Estás muy equivocado, caballero de plata. Nada ni nadie harán que levante una mano sobre él sin que la diosa Atena me dé su consentimiento, pero… debo salvar de toda amenaza ésta Torre, y tú, Nicole, eres una amenaza.

            -Bien… -Nicole bajó sus manos y se mostró calmado, incluso sonriendo- Veo que Saga te inculcó los valores necesarios para un caballero. La diosa Atena puede estar serena sabiendo que no te atreverás a levantar la mano sin su permiso, Enol.

            Su cosmos dejó de arder, y la tranquilidad volvió a reinar en la sala. Yo, me tranquilicé, sin dejar de estar alerta ante sus movimientos, en guardia.

            -Tranquilo… tu maestro me envía para ponerte a prueba, Enol. Y la prueba la has superado satisfactoriamente caballero. Podrás salir de la Torre y presenciar la prueba de tu amigo Ryoma. Prepárate, pues te acompañaré hasta el lugar dónde se celebra dicha prueba.

            -Así, que tu… tu eres el portador de la armadura de Altar…

            -Exacto! Nadie salvo el Patriarca está al tanto de la identidad del poseedor de esta armadura, aparte de ti y de mí. El caballero de Altar es muy similar a ti, caballero. Algunos de los miembros del ejército de Atena cumplimos ciertas órdenes venidas del Patriarca o de la mismísima diosa, como son tu caso y el mío.

            -¿Por qué nadie más debe saber tu identidad?

            -La respuesta a esa pregunta no debe ser dada, caballero. ¿No crees, al igual que hasta ahora, que mi misión debe de permaneces oculta? Tu misión es la de ser un simple escriba, aunque para ello portes la singular armadura del Reloj… En mi caso es diferente, caballero. Yo sí puedo entrar en batalla, además de ser riguroso en mis obligaciones…

            -¿Y por qué venías disfrazado del Patriarca?

            -Se nos hace tarde, Enol… tu compañero ya debe de estar allí, y el resto de caballeros también, ¿acaso quieres llegar tarde?

            -Contesta! –Quería saberlo. Quería saber por qué éste hombre, tan cercano a mi maestro, vestía los ropajes que tan sólo puede vestir un solo hombre en todo el Santuario-. Habla, Nicole!

            Lo último que pude ver fue el rostro de Nicole. Sentí un gran dolor y caí al suelo. Noté una extraña sensación… Era la primera vez que me ocurría. Sabía que al portar la armadura del Reloj y aceptar tal destino venía implicado al castigo divino de Atena. Desde que el primer caballero del Reloj desobedeció las órdenes de la diosa en la Era Mitológica, éste y todos aquellos que en el futuro estuvieran protegidos por la misma constelación sufrirían el mismo castigo divino. Todo aquel daño, tanto físico como mental, que sufriese cualquier caballero de Atena en sus combates…lo sufriría igual el caballero del Reloj…

            Alguno de los caballeros de Atena acababa de sufrir un ataque de tales proporciones que mi consciencia se vio perturbada y quedé inconsciente. Caí al suelo frente a Nicole, y éste vino a prestarme sus servicios. Tan sólo sentí como si una aguja traspasara mi corazón, lentamente. Quemaba… la sensación era la de ardor, mi corazón ardía… Mis sentidos comenzaron a disminuir, y sabiendo que aunque Nicole estaba a mi lado prestándome auxilio, no podría asistir a la prueba de caballero de Ryoma. Me la iba a perder y no podría ver como mi camarada de entrenamiento conseguía su armadura de caballero, bajo la estrella guardiana de Eridano.

            Un día más tarde desperté en mi cama, en mis aposentos. Crisella se encontraba a los pies de mi cama, y Cappio me estaba cambiando un vendaje en el pecho. Me encontraba tumbado boca arriba, vestido únicamente con un pantalón. Mi pecho, descubierto, estaba siendo vendado con precaución por mi asistente. Se notaba la experiencia de Cappio, ya que no sólo por su edad algo avanzada era un maestro en dichos cuidados, sino porque toda su vida la había entregado al servicio hacia los demás en tales artes. Era curandero.

            -Señor… -Me volví hacia la chica ciega, mi otra sirvienta- Hace bien en despertar, ¿se encuentra mejor?

            -Algo aturdido… aún.

            -Señor Enol, desde el mismo momento en que fue herido llegó a la Torre un hombre… -Crisella bajó un poco el tono de su voz-. Dice llamarse Milo, y… también dice ser el Caballero de Oro del Escorpión…

            -¿Qué…? -Me incorporé sobresaltado sobre la cama, haciendo que Cappio se asustase y cayera al suelo, a los pies de la cama-. Milo de Escorpión…. ¿has dicho Caballero de Oro, Crisella?

            -Si, señor Enol, dice ser el causante del ataque que sufrió ayer, tras la visita de Nicole. Viene a ver cómo se encuentra usted, y a pedirle disculpas…

            Me dejé caer sobre la cama de nuevo… Asombrado. Milo, uno de los 12 caballeros de oro del Santuario estaba esperando para poder visitarlo. El corazón aún se quejaba del dolor recibido, pero su mente volaba más allá de la realidad… Me volví a incorporar de nuevo sobre la cama, haciendo que un recién incorporado del suelo Cappio volviera a caer de nuevo de bruces…

            -Milo! –Sorprendido caí en la cuenta-. Milo es el maestro de Ryoma! Ryoma! Crisella, ¿Sabes algo respecto a la prueba de Ryoma? ¿Ha logrado convertirse en caballero?¿Consiguió la armadura de Eridano?

            -Señor Enol. –La joven palideció de pronto y su tono de voz cambió apesumbradamente-. Ryoma… su compañero de entrenamientos… ha muerto! Dicen que su maestro lo mató durante la prueba…

            Mi mundo se paró al oir aquellas palabras…Ryoma había muerto. Y lo había matado Milo, Caballero de Oro del Escorpión, su propio maestro. El mismo caballero que se postraba ante las puertas de la Torre del Reloj para pedirme disculpas. A mí! Los latidos de mi corazón empezaron a retumbar en mis oídos. Pum pum, pum pum… La idea de mi amigo Ryoma muerto en el suelo de aquella zona árida…. Pum pum, pum…. Jaleado por los demás caballeros que estarían presentes contemplando la batalla…  Pum pum, pum pum…. Un caballero de oro, armado, frente a un soldado dispuesto a luchar hasta la muerta por conseguir ser nombrado caballero… Pum pum, pum pum…

Pum pum, pum pum…

Pum pum, pum pum…

            Y de repente mi cosmos, ardiendo hasta el infinito debido a la ira, a la rabia. Debido al sentimiento de venganza. Ryoma… tú no merecías…morir.

            -Crisella…haz pasar a Milo. –Dije con determinación y sin ningún temblor en mi voz, con la mirada al frente-. Cappio… Tráeme mi armadura.

 

Hasta aquí el capítulo 2.... Os pido disculpas de antemano debido al tamaño de la escritura, ya que no sé por qué al subir el capítulo se modifica el tamaño de las letras...no sé por qué será....

 

No dejéis de opinad por favor... necesito vuestras opiniones...ya sean buenas o no tan buenas, jeje!!

 

Y gracias por leerlo!!



#10 Miguee

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Publicado 23 septiembre 2014 - 18:35

Muy bueno! que buena lectura :) , sigue asi amigo tienes muy buena redacción y vocabulario aparte que tu historia pinta excelente  10 de 10


Editado por Miguecross, 23 septiembre 2014 - 18:35 .

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Publicado 24 septiembre 2014 - 05:38

Mil gracias por tu opinión Miguelcross!! Sí que seguiré adelante... porque me está encantando escribir un fic de Saint Seiya, es el 1º.

 

Anima mucho una opinión así, pero seguro que no merezco un 10 de 10 aún... la historia ya la tengo pensada, solo la voy escribiendo poco a poco... Y gracias por leerlo!



#12 Andromedahue32

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Publicado 24 septiembre 2014 - 09:31

Antes de subir el capítulo 3 os aclaro que sitúo el fic durante los primeros años de gobierno de Saga como Patriarca. Los primeros caballeros van apareciendo... Por otro lado intento ser lo más coherente posible, y me fundamento en la información de la serie clásica, la saga de Hades, así como The Lost Canvas, Shantia Sho y El Hipermito. Intento no mezclar cronología y sí servirme de los datos que obtenemos de lo anteriormente mencionado.

 

Sin os dejo con la historia.

 

 

Capítulo 3: Algo inesperado.

 

            Mientras bajaba las escaleras, corriendo, que llevaban hasta la sala del Chrysos Synegain y a  la puerta de la Torre, ya con mi armadura puesta, tan solo tenía en la mente la imagen de mi amigo Ryoma tirado en el suelo, con su corazón deteniéndose en un instante debido al ataque de su propio maestro. Milo del Escorpión… maestro de mi amigo y causante de su muerte. Un asesino sin dudas, haciendo gala de su estrella protectora. El escorpión… ése animal que con sólo atacar una vez es capaz de asesinar a sus presas, da igual el tamaño de su enemigo, o su fuerza… con un sólo ataque lo asesina.

          

  Llegué a la sala y me dirigí corriendo hacia la puerta, viendo con mis ojos como Crisella entraba en ese momento, y tras ella y su bastón, Milo, caballero de Escorpio. Vestía su armadura, imponente armadura. Era la primera vez en mi existencia que contemplaba a un caballero de oro frente a mí. La capa blanca que portaba en sus hombros ondeaba mientras caminaba hacia mí, y me detuve frente a ellos, a una distancia de unos cinco metros. Su semblante era sereno. El mío… mostraba la ira en mis ojos. Mirar directamente a Milo, era mirar al asesino de un amigo.

            -Señor Enol… -habló Crisella, con su mirada ciega perdida en el vacío- Os presento a Milo, caballero de Escorpio.

            -Retírate….!! –Grité, con una muesca de rabia en la cara. Tanto la expresión de Milo como la de mi sirvienta cambiaron ante el tono de mi voz- Vamos!! Márchate!! –Mis gritos no eran dirigidos a Crisella en tono ofensivo, sin embargo no podía contener mis sentimientos viendo a Milo-.

            Crisella bajó su cabeza, y apoyándose en su bastón comenzó a caminar en dirección a las escaleras.

            -¿Qué os aflige, caballero?-Milo se dirigió a mí con la voz muy serena, transmitiendo tranquilidad.

            Justo cuando Crisella puso un pie en el primer escalón de la escalera, comencé a concentrarme y a expandir mi cosmos. El rostro del caballero de oro y sus ojos mostraban sorpresa.

            -Milo del Escorpión… no eres humano! –Mis puños se cerraban sobre sí mismos, conteniéndome. Si no me controlaba… Estaba a punto de saltar sobre él y atacarle con todo mi poder-.

            -Ja, ja, ja… -Rió, ése hombre se rió-. ¿Cómo dices, caballero? –Su rostro no mostraba enfado, ni ironía en su carcajada, más bien rió como su hubiese oído alguna historia graciosa. Rió como un caballero de oro no debe reír… con burla-.

            -Ayer, cuando asesinasteis a vuestro discípulo Ryoma… -comencé a gritarle- ¿Cómo sois capaz de entrenar durante casi cinco años a vuestro discípulo y asesinarle el día en que él alcanzaría su gloria más soñada? –Sin poder evitarlo…mis ojos se humedecieron un poco, mis sentimientos afloraron recordando a mi amigo-. El sueño de Ryoma era convertirse en caballero! Y justo cuando está a punto de conseguirlo vos se lo habéis frustrado! Después de eso… ¿Os seguís llamando Caballero de Atena?

            Milo se mostraba sereno, aunque compungido ante tales acusaciones. Cerró los ojos. Los abrió y mostró una leve sonrisa.

            -Caballero… -Milo comenzó a caminar hacia mí, dando pasos pequeños mientras hablaba-. ¿Acaso no recordáis el castigo que la diosa Atena impartió a todos aquellos que nacieran bajo el destino de la estrella guardiana del Reloj? Recibiríais todo daño físico y mental que sufrieran cada uno de los caballeros de la Diosa… Ayer, Ryoma, aquel al que llamas amigo, superó la prueba.

            -¿Cómo? –Mi cuerpo se detuvo. Tal información no la conocía-.

            -Así es, caballero. Ryoma superó la prueba y se unió a las huestes de la caballería. ¿Acaso no sentiste el mismo daño que él cuando recibió mi aguijón? De no ser un caballero, vos no habríais sufrido daño alguno tras recibir Ryoma mi ataque, ¿No es así?

            Mi mente estaba bloqueada, no era capaz de entender. Si Ryoma se convirtió en caballero… ¿Por qué su maestro lo asesinó?

            -No os entiendo…

            -Caballero… ¿Podrías subir a lo más alto de tu torre y observar las tierras más allá del campo de entrenamiento de las mujeres? Quizás… os llevéis una sorpresa…

            Accedí. Comencé a subir las escaleras que con anterioridad había subido Crisella. Milo sonreía, y no mostraba maldad en su expresión. Ryoma siempre me decía que admiraba mucho a su maestro. Era un hombre tenaz, amable, incluso a veces bondadoso con el destino que le había tocado a su discípulo. No se compadecía de Ryoma, sino que lo apoyaba y siempre le daba ánimos en sus entrenamientos. Durante sus casi cinco años de entrenamiento, mi amigo jamás se había quejado como otros muchachos de sus maestro, al contrario… Siempre nos decía que era quién era gracias a Milo, su admirado maestro.

            Pude comprobar que Milo seguía mis pasos, subiendo la escalera. Llegué hasta la zona de la biblioteca y me acerqué a sus paredes, las cuales no estaban una vez dentro de la estancia y se podía ver a grandes distancias. Enseguida miré más allá del lugar que Milo me había indicado. Aquella zona árida, a los pies de un monte… había cambiado… ahora se podía ver un río, fluyendo hacia el horizonte. Sus aguas eran de un azul intenso, y seguro que desde su orilla se veía un río con un buen caudal y una corriente leve… incluso en uno de los lugares que alcanzaban a ver mi vista pude ver que se había formado un pequeño lago. Más que lago era un pequeño estanque…

            -Santa… Atena!

            -Quizás… Caballero del Reloj… -Me habló Milo, ya casi a mi lado y contemplando el mismo río-. Deberías informaros de los sucesos ocurridos si sois vos el encargado de escribir nuestras crónicas… -Sonrió-.

            Entonces volvió a mi mente Ryoma. ¿Por qué le había atacado?

            -Milo, ¿Ryoma está….

            -¿Muerto? –El caballero de oro sonrió-. No, no ha muerto… -Me giré, mirando a Milo directamente a los ojos, sorprendido-. Para convertirse en caballero, Ryoma tuvo que superar una de las pruebas más complejas de todo el Santuario, por ello ahora mismo se debate entre la vida y la muerte. Dependerá de sus fuerzas despertar tras la prueba, y dependerá de si su sacrificio es compadecido por la diosa Atena. Solo así saldrá adelante… -La mirada de Milo se volvió triste-.

            -¿Pero… qué le ha pasado a Ryoma?

            -Junto al Patriarca y algunos caballeros más entre los que yo me encontraba, y junto a los soldados que querían presenciar la prueba, Ryoma llegó al monte Agrónn para realizarla.  En la Era Mitológica se habla del río Eridano, el cual nace de dicho monte. Sin embargo lleva siglos sin brotar de la piedra. Se dice que el río nacerá sólo cuando un cosmos, lo suficientemente inmenso, lo haga renacer de las entrañas de la tierra, para ello… el mismísimo río debe brotar del propio caballero…

            -¿Cómo? –Jamás me imaginé una cosa así… ¿Cómo podría Ryoma….?-. Mi conocimiento no llega a imaginar lo sucedido Milo…

            -Al comienzo de la prueba, Ryoma elevó su cosmos al máximo. Se introdujo en una cueva que lleva al mismo centro del monte. Una vez allí, tu amigo hizo explotar su cosmos. Tras aquello, hizo correr su sangre, vertiéndola sobre la piedra del monte. Sólo así podría despertar el fluir del líquido sobre la piedra. Para cuando le quedaba un suspiro de vida Ryoma salió de la cueva con paso lento. Sangraba algo aún por sus muñecas y su tez era muy pálida. Creí que caería, sin embargo Ryoma volvió a despertar su cosmos y brilló con el mismo brillo que lo hacen las estrellas. El propio Patriarca quiso detener la prueba. Fui yo quien pidió a tu maestro que no lo detuviera. Los caballeros de Capricornio, Tauro y Acuario que también estaban presentes me instaron a que sí detuviera la prueba, pero no fui yo quien decidió, Ryoma habló…

            -No… no me detendréis! Aunque sólo quede de mí un simple rastro de cosmos en éste intento… seguiré adelante! Soy Ryoma, digno servidor de la diosa Atena, y voy a convertirme en caballero. Juro que no caeré jamás frente al enemigo sin que antes le hay mostrado mi mejor batalla. Yo seré el Caballero de Bronce de Eridano!

            Entusiasmado, esperé el final de la historia.

            -El suelo comenzó a temblar. –Continuó Milo-. Los allí presentes estábamos sorprendidos ante la insistencia de Ryoma. Aunque hubiera vertido casi toda su sangre, su cosmos era ahora más poderoso, y a cada instante parecía aumentar más y más. Parecía como si el mismo monte retumbara, algunos de los soldados salieron corriendo, asustados. Albiore de Cepheo, que también presenciaba la prueba, dijo “Vamos! Sigue expandiéndolo…está rozando la barrera del séptimo sentido, lo va a conseguir!”. Observé de nuevo a Ryoma, el suelo que pisaba comenzó a desintegrarse. Ya no estaba seguro de si mi discípulo lo iba a conseguir o simplemente explotaría, culpándome de ello durante el resto de mis días. Sólo cuando vi con mis ojos que desde el interior de la cueva brotaba agua, y comenzaba a inundar la zona, con gran cantidad de agua y un sonido ensordecedor no me lo creí. El agua corría entre los pies de Ryoma ladera abajo, mis ojos contemplaban el nacimiento de un río y todos los allí presentes se emocionaron ante tal fuerza.

            -Ryoma lo consiguió! –Reí, me sentí feliz. Observé de nuevo a lo lejos aquel río que se perdía en el horizonte. Sin embargo la sonrisa se fue de mi rostro-. ¿Cómo está ahora?

            -Ryoma no pudo disfrutar en el momento de su triunfo. Cayó al agua, con las muñecas aún abiertas, desvanecido e inconsciente. Corrí a socorrerlo junto a Albiore, y cuando llegué a él pude comprobar que ya no sangraba, a través de sus heridas emanaba agua, gotas de agua salían de sus venas. El Patriarca, tu maestro, me dijo que sólo deteniendo su corazón pararía la hemorragia, y que sólo con los cuidados necesarios podría despertar de nuevo. Levanté mi brazo e hice caer sobre su corazón a la aguja escarlata, invoqué a Andares para detener los latidos que débilmente aún se oían. Fue ése el daño que tú mismo sentiste. Al recibir mi aguja Ryoma también te herí a ti. Y por ello te pido disculpas. Tienes un destino que nos aflige a todos, Caballero del Reloj. –Milo apoyó una de sus manos sobre uno de mis hombros-. Comprendo que no es fácil.

            -Acepto mi destino, caballero.

            Tras un breve espacio de tiempo, donde mis ojos volvieron a mirar a aquel río en la distancia, pensé en Ryoma.

            -Milo… quiero hacer una cosa. No sólo soy un escriba, también soy el guardián de ésta Torre. Así como de las armaduras que se encuentran aquí custodiadas. Hay una que ya no debe de estar aquí. Tiene portador… Llévale la armadura de Eridano a Ryoma, seguro que le da fuerzas para que salga adelante. Ryoma es fuerte, es el más fuerte de todo el Santuario… -Mis ojos se inundaron, aunque no cayó lágrima alguna-. No merece morir…Atena es justa, mi maestro dice que es bondadosa y generosa… él es el único que puede verla. Seguro que no permite que Ryoma muera…

           

            Cuando Milo se hubo marchado de la Torre, llevándose consigo la armadura de Eridano me quedé consternado.

            Durante los días siguientes, mandé cada mañana a Cappio a que averiguase sobre el estado de Ryoma, y cada día volvía con las mismas noticias… Ryoma no despertaba. Se debatía entre la vida y la muerte. Yo, cada tarde antes de que el sol se ocultase, subía hasta la biblioteca y observaba el río allá en la lejanía. Pensaba en Ryoma, y en todo lo que habíamos pasado juntos como discípulos de nuestros maestros. Cada noche nos contábamos los detalles de la jornada, y entre los muchachos que allí nos encontrábamos siempre era Ryoma el que nos daba ánimos o soltaba comentarios para que olvidáramos lo estricto y duro que eran nuestros entrenamientos. Desde muy niño siempre había sido mucho mayor en tamaño que el resto. Casi ninguno de los niños o jóvenes allí presentes le llegábamos siquiera a la altura del pecho. Con diez años ya era tan alto como los adultos, y su tamaño creció y creció durante los siguientes años. Cuando dos de nosotros entrábamos en conflicto por cualquier causa, Ryoma siempre venía y juntaba, golpeando una con otra, nuestras cabezas y nos separaba. Qué nostalgia la de aquellos años…

            Sin embargo, ahora estaba postrado en una cama, debatiéndose entre la vida y la muerte.

             Lo único singular durante aquellos días fue el nombramiento de dos nuevos caballeros de bronce, los cuales vendrían a por sus respectivas armaduras. Eran Archenar de Jirafa y Mirio de Boyero.

            Días más tarde, mientras me encontraba escribiendo en la biblioteca, pude ver desde lo alto de la Torre como se acercaban hasta ésta dos hombres… Vestían las ropas de los soldados del Santuario, uno con los cabellos verdes y el otro negros. Conocía a ambos de poco, eran Archenar y Mirio, y seguro vendrían a por sus armaduras. Los dos llevaban en sus manos unos pergaminos y se dirigían a la puerta. Antes de que ninguno de mis servidores me informase vestí mi armadura y bajé hasta la puerta de entrada.

            -Enol de Reloj… -Comenzó a hablar el de los cabellos verdes- Soy Archenar… -Entregándome el pergamino que llevaba en la mano lo extendí y leí. La letra era de mi maestro, El Patriarca-. Vengo a recoger mi armadura.

            -Yo soy el gran Mirio!, Caballero de Boyero, y también vengo a recoger mi fabulosa armadura! –Dijo muy sonriente el de cabellos negros, entregándome su pergamino, en el cual estaba escrito lo mismo que en el del otro-.

            -Bien… -Contesté-. Un momento, aguardad aquí.

            Me dirigí al interior de la Torre, y recogí ambas armaduras… Jirafa y Boyero. Sumando éstas dos, y la de Eridano que le entregué a Milo, para que la llevara junto a su portador, faltaban veinte de las cuarenta y ocho armaduras de bronce. De plata quedaban dieciséis, y de oro tan solo una, la del León Dorado.

            Transporté en mis manos ambas cajas de Pandora y las coloqué a los pies de ambos caballero. La sonrisa y la felicidad en el rostro de Mirio eran palpables. Por el contrario, Archenar, miraba su armadura con respeto. Sin más, Mirio tiró de la anilla y abrió la caja de Pandora de Boyero, dejando ver el objeto que en su interior se encontraba… Acto seguido extendió sus brazos y la armadura se separó rompiendo la figura que formaba para colocarse sobre su nuevo portador. La armadura de Boyero era sencilla, compuesta de espinilleras, cinturón, peto, puños, hombreras y el casco, quizás lo más llamativo y singular de ésta. Era roja casi al completo, salvo dos pequeños cuernos que le sobresalían a ambos lado del casco. La armadura de Boyero era una de las pocas armaduras que poseían algún arma. Una fantástica lanza se encontraba en la mano izquierda de Mirio.

            Tanto Archenar como yo estábamos sorprendidos. Un caballero de Atena sólo puede ponerse su armadura cuando las fuerzas del mal están amenazadas, sin embargo Mirio no dudó, y ahora con su armadura puesta solo mostraba felicidad y alegría.

            -Si! –Comenzó a gritar saltando de alegría y dejándose llevar por el entusiasmo- Por fin lo logré! Conseguí mi armadura… Mirad muchachos, es magnífica!

            Y lo era, sin duda alguna. Todas las armaduras que poseía el ejército de Atena, desde las de Oro hasta las de Bronce eran espectaculares. Tenía brillo propio, e incluso se decían que tenían vida propia y que eran capaces de salvarle las vidas a sus portadores.

            -Mirio! –Archenar parecía algo enfadado-. Como se entere nuestro maestro de que te has colocado la armadura te va a castigar por ello! ¿Por qué lo has hecho?

            -Ahh! Ya cállate… -Se burló el caballero de Boyero-. Déjame disfrutar éste momento, además el maestro se marchó ayer mismo del Santuario. –Mirio se quedó mirando la caja de Pandora de su compañero y volvió a mirarlo a él a los ojos-. Deberías hacer lo mismo! –Y así, tiró sin permiso de la anilla de la armadura de Jirafa-.

            Mirio se quedó con la anilla en la mano al tirar de ella, sin embargo no se abrió.

            -Pero… ¿Qué haces? –Le pregunté yo al impulsivo de Mirio. En ese momento, sin que la caja se abriese, el muchacho fue electrificado, y hasta que no soltó de su mano la anilla no dejó de sentir por todo su cuerpo la electricidad que emanaba de aquella caja. Ya en el suelo Mirio se puso a maldecir a la armadura de Jirafa, sin embargo Archenar cogió con cuidado la anilla y volvió a tirar de ella con fuerza, intentando entender por qué su armadura no se abrió… En pocos segundos, la armadura de Jirafa apareció ante nosotros y se separó, adhiriéndose al cuerpo de su portador. Archenar se vio envuelto en su cosmos y se sintió más poderos que nunca…

            -Santa… Atena… -El ahora Caballero de jirafa se mostraba triunfal mirándose sus propias manos y partes del cuerpo, admirando más que observando a su armadura-. Es… fabulosa!

            -Ahora si yo soy castigado, tu también lo serás! Ja, ja! –Boyero se rió mientras terminaba de ponerse en pie y se erguía, golpeándose en los muslos para quitarse el polvo-. Maldita armadura de Jirafa!

            -Ja, ja, ja, ja….

            Los tres… Archenar, Mirio y yo oímos ésa risa que venía de arriba… Justo sobre una gran roca, con el sol a su espalda, con lo que no lo veíamos bien, pudimos ver un destello azul entre los rayos del sol. La figura saltó y cayó cerca de nosotros tres.

            Era Ryoma!

            Tan grande y alto como siempre, lucía la maravillosa armadura de Eridano, de un azul intenso. Adaptada al cuerpo de mi amigo, la armadura lucía y brillaba al igual que las de Boyero y Jirafa.

            -Ryoma! –Me encaminé hasta él y tendí mi mano-. Bienvenido al mundo de los vivos, compañero.

            Archenar y Mirio también se acercaron hasta el caballero de Eridano, tendiéndole sus manos y saludándose así. Éste me entregó también un pergamino en la mano, y pude comprobar que también estaba escrito por mi maestro. En su escritura se leía lo siguiente:

            “Ryoma, Caballero de Eridano, queda al servicio de la diosa Atena. Permanecerá en la Torre del Reloj hasta su total recuperación, brindando protección a la Torre, en compañía de Enol, caballero del Reloj.”

            -¿Significa esto que te hospedaras aquí hasta que te restablezcas de tus heridas? –Le pregunté a Ryoma-.

            -Exacto, camarada! Aunque será por poco tiempo, ya sabes que nada ni nadie puede conmigo… Con el Caballero de Eridano!

 

 

Espero que os haya gustado, y espero vuestros comentarios y opiniones! 



#13 Patriarca 8

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Publicado 24 septiembre 2014 - 15:04

 Tu fic es bueno,me agrado mucho la historia de Ryoma

 

pero respecto al patriarca no entiendo si los del santuario saben que es saga o no

o solamente lo sabe su discipulo o en

tu fic no ocurrio lo del intento de acabar athena y por eso no se extrañan que saga sea el pattiarca


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#14 Andromedahue32

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Publicado 24 septiembre 2014 - 18:26

Hola T-800! Gracias por leer el capítulo y gracias por opinar. Si! Estoy contigo, nada más que terminé el capítulo y lo releí pensé que con tanto Saga, tanto Patriarca y tanto "maestro" podía llevar a confusión en la lectura.

 

A ver... puse al comienzo dónde sitúo la época... Cuando digo que está ubicada en los primeros años de gobierno de Saga, como Patriarca...Me estoy refiriendo a un Saga que ya ha provocado la traición de Ioros y el intento de asesinato de Saori... 

 

En mi fic la situación es la misma. La que vimos en el anime clásico. He procurado diferenciar el modo de nombrar al personaje de Saga, por ejemplo... Enol si nombra a Saga como tal cuando está pensando para sí... Sin embargo, Milo lo nombra como "tu maestro".... Y ambos piensan en el mismo hombre como "Patriarca"... con lo que sí que genera confusión...

 

A modo de aclaración digo:

-En el Santuario... nadie sabe que el Patriarca es Saga de Géminis.

-Enol sabe que su maestro se llama Saga, y que éste es el Patriaca, pero no sabe que es el caballero de Gémenis ni conoce la traición que cometió éste hombre en el pasado.

-Enol jamás ha nombrado al Patriarca o a su Maestro como Saga delante de nadie.... (Creo, que a lo mejor la muero y si lo he escrito por error, jajajaja...si es así, disculpad) Tan sólo lo nombra así cuando escribe o en sus pensamientos.

 

Espero haber aclarado tu duda! Y gracias una vez por tu opinión. Cuenta! 

 

1 saludo!



#15 Andromedahue32

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Publicado 26 septiembre 2014 - 09:08

Si no el domingo el lunes subiré el capítulo 4!! Por motivos de trabajo no tengo tiempo ahora mismo... 

 

Espero vuestros comentarios y opiniones!!!

 

1 saludo!



#16 mihca 5

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Publicado 27 septiembre 2014 - 19:19

Andromeda me he tomado un poquito de tiempo para leer el prólogo de tu Fic que x cierto esta bastante bueno, dos cosas que decir
El caballero que describes debió de haber hecho algo malo o Athena es realmente sadica para que lo castigara de eso modo

La otra el caballero del Reloj debió ser muy fuerte para que incline la balanza a favor de Athena pero lo que mas me intriga es Xq no le permitían participar en combate

En fin suerte en tu Fic!! Hasta el próximo cap

¡Si una hembra te rechaza es por el bien de la evolución!

 

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#17 andromeda32

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Publicado 29 septiembre 2014 - 06:59

Hola Mihca 5 !! Gracias por leer el prólogo y por opinar... Me alegra que te haya gustado, y espero que sigas leyendo los capítulos. Hoy espero poder subir el 4º.

 

Tu comentario me ha dado ideas para seguir en el capítulo 4, la verdad... Las dudas que planteas se resolverán algún día, seguro...

 

1 saludo, y gracias de nuevo!



#18 andromeda32

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Publicado 29 septiembre 2014 - 09:45

Hola!!!  Ya tengo el capítulo 4, a ver qué os parece... Por fin se abre el primer marco de argumento que se desarrollará en los siguientes cuatro o cinco capítulo... 

 

Capítulo 4: Información.

          

            La primera noche que Ryoma pasó en la Torre nos quedamos en las afueras, ya que Archenar y Mirio también se quedaron a pasar la noche junto a nosotros. Soy el guardián de la Torre del Reloj, y mi deber es protegerla, Ryoma tenía autorización del Patriarca, pero Archenar y Mirio no. Por lo que no los dejé pasar.

            Les pedí a Cappio y a Crisella que nos ayudaran a sacar los enseres necesarios para pasar la noche a la intemperie, así como algo de comida y bebida para los cuatro. Previamente a esto hablé con Crisella y le pedí disculpas por cómo le hablé días antes… durante la visita de Milo a la Torre. Gracias a su expresión pude comprobar que me perdonaba de corazón.

            Aquella noche la pasamos recordando nuestros días en los entrenamientos, alrededor de una fogata, rodeados de nuestras armaduras introducidas en sus cajas de pandora. La temperatura era cálida, y fue una noche muy gratificante. Ryoma parecía casi repuesto de sus heridas, y decía encontrarse mejor. Nada más despertar, Milo le entregó la armadura de Eridano, y le dijo que yo le había pedido que se la entregase, con lo que quedó muy agradecido.

            Los otros dos caballeros que nos acompañaban también se mostraron felices al pasar así una velada. Archenar me pareció un hombre muy interesante, callado pero conciso en sus palabras, parecía que pensaba bien antes de pronunciar sus frases. Por el contrario, Mirio era muy alborotador y risueño. A cada rato repetía con orgullo lo magnifica y maravillosa que era la armadura de Boyero, su estrella guardiana. Ambos nos contaron que su maestro, Rigel de Orión, había zarpado el día anterior desde Grecia, en una misión. Lo acompañaba su tercer discípulo, Aigán de Ave del Paraíso, y se dirigían a una remota isla del Pacífico Sur, a la cual llamaban desde hacía unos pocos siglos como La Isla de Andrómeda. El compañero de Mirio y de Archenar llegó al Santuario un año después que todos nosotros, sin embargo fue el primero de los tres discípulos del Caballero de Orión en convertirse en caballero.

            También comentamos sobre el Torneo que el gran Patriarca convocaría dentro de un mes en el Santuario. Todos los años, conmemorando alguna celebración se realizaba un día de torneos, donde cientos de soldados rasos participaban para demostrar a sus superiores lo diestros o fieros que eran en batalla. Había diferentes categorías, y al caer la noche se festejaba la celebración. Sin duda alguna, los combates que más atenciones atraían eran los del torneo de bronce. Cada año había más caballeros en el Santuario, y cada año aumentaba el número de combates que se podían observar. Durante el último año… siete caballeros de bronce habían conseguido tal título, por lo que al menos unos dieciséis caballeros de bronce lucharían entre sí. La temática de los combates cambia de año en año, y el transcurso del torneo se vuelve interesante. Cada año, al caballero ganador del Torneo, se le premia de manera diferente. El año anterior, sin ir más lejos, se premió a Babel con una nueva armadura, ésta vez de plata, subiendo de rango así al caballero y haciéndole poseedor de la magnífica armadura del Centauro, pasando a ser el octavo caballero de plata del Santuario.

            A la mañana siguiente, Mirio y Archenar se marcharon. Cómo su maestro no se encontraba en el Santuario, se les encomendó que ayudaran en la reconstrucción de un templo situado cerca del Monte Estrellado, y marcharon para allá. No los volvería a ver hasta el Torneo, seguramente. Ryoma estuvo cuatro días en la Torre, cada mañana entrenaba en las afueras, por las noches subíamos a lo más alto de la Torre y desde allí contemplábamos las estrellas y hablábamos del cosmos y de nuestras pruebas para convertirnos en caballeros. Ninguno de los dos habíamos estado presentes en las pruebas del otro, y nos la contábamos con bastante entusiasmo.

            Al quinto día se marchó. Prometimos vernos en el Torneo y estrechamos nuestros antebrazos como camaradas. Sin embargo, mientras le veía marcharse no pude dejar de pensar en el Torneo. Debido a la condena que impuso Atena en la Era Mitológica a todo aquel que naciese bajo mi estrella guardiana… yo no podría participar, y además recibiría en mi cuerpo todo el daño que mis compañeros sufriesen en el transcurso de los combates… Y pensé que era una jornada entera dedicada a los combates entre caballeros… Para salvarle la vida a Ryoma, Milo traspasó su corazón con Antares, su máximo ataque. Por ello, quedé inconsciente muchas horas, ¿Qué me ocurriría si estuviese sufriendo todos los ataques que mis compañeros se produjeran unos a otros?

            Estaba resignado ante mi destino. Ante mi condena, aquella que pusiera Atena sobre el Caballero de Reloj… ¿Qué haría dicho caballero?¿Qué fue lo que le empujó a desobedecer a Atena?¿Y por qué no se le permitió combatir? Cuestiones desconocidas… Jamás había tenido siquiera el pensamiento de averiguarlo, y sin embargo, por ser el caballero que soy, tengo acceso a todos los documentos y crónicas que se encuentran en la biblioteca de la Torre, mi biblioteca… Aquella donde más horas paso… Algo debía de haber en la biblioteca. Seguramente encontrase algún libro, algún pergamino, algo que alguno de los antiguos Caballeros del Reloj hubiesen dejado escrito. Cuatro hombres habían sido los portadores de la armadura del Reloj desde la Era Mitológica hasta ahora, al menos ésa fue la información que me dio Nicole de Altar. ¿Quiénes habían sido?¿Cuáles fueron sus nombres?¿Cómo sobrevivieron a la condena que padecemos?

            Me centré en la búsqueda de dicha información durante los días siguientes. Inmerso en libros y pergaminos antiguos estaba cuando una mañana me avisó Cappio sobre la llegada de un hombre a la Torre, solicitando audiencia conmigo. Sin más, salí a la puerta de mi morada con lo puesto y recibí a aquel hombre. Era joven, sobre mi edad. Tenía los cabellos azules, y era alto y ancho de hombros. Su semblante era rudo, serio, pero también noble. Sus ojos, también azules se mostraban transparentes.

            -Gracias por recibirme, Caballero del Reloj. –me habló cuando llegué hasta él-.

            -¿Quién sois? –Pregunté, Cappio se introdujo en la Torre, quedándonos los dos solos-.

            -Mi nombre es Hécco, he recorrido un largo camino para llegar hasta aquí, sigo las instrucciones de mi maestro. Dice que estoy preparado para recibir mi armadura y convertirme en Caballero al servicio de Atena. –Hablaba con calma, pero demostrando seguridad en sí mismo al hablar-. Mi maestro me dijo que debía presentarme en ésta Torre y mostrar mis respetos a su guardián, indicarle quién era y recibir mi armadura.

            -Mi nombre es Enol, caballero, y soy el Caballero del Reloj, guardián de la Torre. Estás en el lugar indicado, pero nadie me había avisado de vuestra llegada. ¿Desde cuándo estáis en el Santuario, caballero?

            -Acabo de llegar…

            -¿Pero, no has solicitado recibimiento?¿Nadie te recibió?

            -No, he llegado hasta aquí a pie, cruzando las montañas hasta llegar al Santuario.

            -¿No te vio ningún soldado? –Las dudas se apoderaron de mí, ¿cómo era posible que nadie hubiera visto llegar a éste hombre?-.

            -No he visto tampoco ningún soldado, ni siquiera el resto del Santuario, vine encaminado hasta la Torre del Reloj. Directamente hasta la Torre. Vengo a por mí armadura. –Sus palabras sonaban contundentes-.

            -Caballero, no tengo instrucciones de entregarle una armadura al primero que llegue exigiéndola. –Me atreví a usar un tono severo, para que entendiera que, aunque yo fuese el custodio de las armaduras que aún no tenían portador no podía entregar alguna a quién las pidiera. Necesitaba la autorización del Patriarca-. Tengo que obtener cierta información. Si queréis… uno de mis sirvientes os acompañará a una audiencia con la Patriarca, y si él da su consentimiento estaré muy gustoso en entregaros la armadura que solicitáis… -Le hablé con calma, pero dejándole ver cuál era la situación-.

            -Enol!! –tanto el hombre que se hacía llamar Hécco y yo miramos en dirección a la voz. Era Noésis, Caballero de Plata del Triángulo. Venía acompañado de un joven de unos trece años. Llegaron corriendo hasta nosotros, jadeando-. ¿Ha estado aquí Orpheo, el Caballero de Plata de Lyra?

            Hécco no perdió la calma, sin embargo no dejó de fijar su mirada en la reluciente armadura plateada del Triángulo. Parecía que le llamó su atención.

            -¿Cómo…Orpheo?? –Pregunté-.

            -Si, -Respondió el Caballero de Plata- Orpheo. ¿Ha estado aquí?

            -No. No ha estado aquí. ¿Qué ocurre?

            -Ha desaparecido del Santuario… -El muchacho que vino con él estaba con sus manos apoyadas en las rodillas, exhausto y jadeando. Fatigado-. Nadie se había percatado de su desaparición hasta anoche. Se le dijo a todos los soldados del Santuario que buscasen por los alrededores… pero ninguno ha sabido nada hasta ahora.

            -¿Los soldados dejaron sus puestos sin vigilar? –Pregunté pensando en Hécco. Parecía que no mentía, y que era cierto que a su llegada no hubiese guardias que vigilasen las entradas al Santuario-.

            -Si… pero fue petición del Patriarca…

            En ese momento se oyeron por todo el Santuario unas campanas, un repicar constante que no dejó de sonar por todo el recinto durante buen rato. Eran las campanas del deshonor, llamadas así porque eran las campanas que sonaban cuando un soldado, o un caballero huían del Santuario sin permiso, incluso cuando un aprendiz de caballero escapaba. La condena era la muerte. Y ahora estaban sonando por la huída de un caballero de Plata.

            -Ya suenan las campanas…-Dijo Noésis, luego se dirigió al muchacho que venía acompañándolo-. Retsu, corre! Informa a Nicole de que Orpheo tampoco ha estado en La Torre del Reloj. Corre muchacho!

            Sin decir ni una sola palabra, el muchacho asintió y salió corriendo en dirección al interior del Santuario.

            -¿Orpheo ha escapado? –Pregunté a Noésis, con gran incertidumbre. Hécco, mientras tanto, permanecía callado como si la conversación no fuera con él-.

            -Eso parece, tampoco nadie del Santuario ha visto a Eurídice, una muchacha que lo solía acompañar en sus horas de descanso. También ha desaparecido. Todo hace pensar que han huido juntos del Santuario.

            Parecía mentira que un caballero de plata como Orpheo hubiese desaparecido así sin más del Santuario. Lo nombran como el más fuerte caballero de Plata…

            Pensé en Hécco…

            -Noésis… éste hombre… -Le conté todo al caballero de Plata, y tras una breve charla en la que Hécco dijo venir desde Turquía y que su maestro era un hombre llamado Davo, Nicole dijo que lo acompañara, que iría a ver al Patriarca en ése mismo instante. Y así, se marcharon. Recibí las órdenes de Noésis, si viera o supiese algo de Orpheo debía comunicarlo inmediatamente.

            A la mañana siguiente, Hécco se presentó ante la Torre nuevamente, trayendo consigo un pergamino. Su actitud había cambiado, se mostró más respetuoso, aunque diferenciaba perfectamente que su actitud era deliberante, como si la seguridad que mostraba en sí mismo fuera suficiente para resistir cualquier cosa.

            El pergamino venía firmado por mi maestro, y escrito estaba que le entregase la armadura a su portador, Hécco. Hacía unos años había llegado con la intención de convertirse en caballero, y su maestro fue Davo, un caballero al servicio de Atena en el Santuario. Sin embargo, dicho caballero se vio inmerso en la traición de Ioros y fue expulsado del Santuario, se le nombró como renegado a Atena y se le hizo entregar su armadura de bronce. Se marchó a Turquía con su discípulo, y allí hizo de Hécco un caballero. A pesar de ser considerado un traidor, al igual que a Ioros, terminó su labor como maestro fuera del Santuario, y ahora el discípulo había vuelto al lugar donde, tanto él como su maestro Davo, pensaba que pertenecía. El Patriarca había reconocido el esfuerzo que el discípulo había logrado, a pesar de haber sido entrenado por un traidor. Daba su consentimiento para que Hécco recibiera su armadura de mis propias manos. Y se la entregué, viendo el rostro del ahora nuevo compañero con admiración. Cogió la armadura y la colgó sobre sus hombros…

            -Gracias, Caballero del Reloj… -Me dijo-.

            -Es mi labor, Hécco… -Le asentí en señal de respeto, al igual que él había hecho previamente conmigo-. ¿Dónde estarás?

            -El Patriarca ha hecho ordenar que me cedieran un lugar, estaré en los cuarteles que acaban de reconstruir. Junto a algunos caballeros más. Pero ya le he pedido que no necesito la compañía de ningún hombre a mi lado. Le pedí que mis aposentos estuviesen al margen de cualquier reunión caballeresca. Prefiero estar solo…

            Y así se marchó. Parecía muy reacio a compartir su propio yo para con los demás soldados y caballeros del Santuario. A pesar de no mostrar violencia alguna, no parecía querer estar en el lugar que le correspondía, como si hubiese aceptado su destino con la ignorancia de aceptarlo realmente.

            Los días pasaron, y mientras seguía buscando la información del resto de los guardianes de mi constelación pude encontrar escritos muy interesantes sobre técnicas que algunos caballeros del pasado habían practicado… En mi soledad, pude entrenar algunas de ésas técnicas, ya que aunque no tuviese permiso para entrar en batalla, podía seguir entrenándome para ser más poderoso si cabe. Día a día practicaba durante horas todas ésas técnicas que ahora conocía…

            Tampoco se supo más sobre Orpheo de Lyra en el Santuario. Tanto la armadura como él habían desaparecido sin rastro alguno. Y dicho pesar se mostraba en la expresión de algunos de los habitantes del Santuario.

            Después de entrenar cada mañana, comía lo que Crisella me preparaba y esperaba a la tarde para entrar en la biblioteca y seguir mi búsqueda. Encontré crónicas de Guerras Santas pasadas, secretos que para mí y para casi todos en el Santuario estaban prohibidos. Conocí misterios que jamás hubiese podido imaginar. Gracias a los escritos de anteriores caballeros del Reloj descubrí mucha información acerca de las diferentes Guerras a las que Atena y sus caballeros tuvieron que hacer frente. Algunos de los destinos de ciertas armaduras también estaban escritos, así como la creación de las armaduras gracias al pueblo Lemuriano, los llamados habitantes de Mo. Oricalco, polvo de estrellas… las crónicas de la biblioteca comentaban de pasada la fabricación de las armaduras, o de algunos de sus compuestos, sin embargo no pude recoger nota alguna acerca de cómo se hicieron o sus reparaciones. Parecía como si el pueblo de Mo omitiera dicha información. Aunque sí podía haber leído acerca de algunos de sus descendientes como miembros de la caballeria. Se mencionaban en las crónicas a Hakurei y Seigi de la Guerra Santa anterior, o Yuzuriha, portadora de la armadura de Plata de la Grulla. También se mencionaban otros nombres pertenecientes al pueblo de Mo, así como sus proezas.

            Los días fueron pasando, y se acercaba la fecha en la que el Santuario celebraría la festividad de Atena, y se desarrollaría el Torneo de caballeros. Según la información que oía Cappio al salir de la Torre, se rumoreaba que serían dieciséis los caballeros de bronce que lucharían entre sí en el Torneo. Primero una fase eliminatoria durante la mañana, dejando reducido el número de combatientes a ocho, la mitad. Durante la tarde se celebrarían los siguientes combates hasta descubrir al vencedor.

            Un único vencedor, entre dieciséis caballeros.

            Este año, había nuevos caballeros de bronce, entre los que se encontraban Archenar y Mirio, así como Ryoma. También el último en recibir su armadura, Hécco. También los que consiguieron sus armaduras a principio de año… Dos mujeres, Sora de Liebre y Yulij de Sextante. Por otro lado, Talecco había conseguido convertirse en Caballero de Popa, cerrando así el lugar que quedaba libre del grupo que conformaba el mítico Barco Argos… sus compañeros serían Dígonni de Vela, Yamín de Brújula y Tapiró de Quilla. El resto del elenco lo formaban los Caballeros de Osa Menor, Ciervo, Paloma y tres Caballeros más… Los cuáles podrían ser Aigán, Caballero de Bronce de Ave del Paraíso, el cual se encontraba en una misión junto a su maestro fuera del Santuario, y dos caballeros más…

            Yo…tenía claro que no podría participar, con lo que aún habría dos caballeros de bronce más que desconocía. Faltaban algunas armaduras de bronce en la Torre, tales como las armaduras de Andrómeda, Cisne, Dragón y Escultor… También la armadura del Fénix, la cual jamás había sido portada por nadie. En definitiva, existían caballeros de bronce que yo no conocía, o bien que hubiesen recogido sus armaduras aún…

            A dos días del Torneo, al amanecer, comprobé en la distancia que el mismísimo Patriarca venía a la Torre, rodeado de un pequeño grupo de soldados, así como Nicle de Altar, con su armadura de plata puesta. Éste, traía en sus manos un pequeño ánfora, y se dirigían a la puerta de la Torre.

            Me puse algo nervioso ante el desconocimiento de su llegada, sin embargo abrí mi armadura e hice que ésta se colocase sobre mi cuerpo. Descendí las escaleras y llegué a la sala del Chrysos Synegain a la vez que el Patriarca entraba a la misma sala, acompañado de Nicole y de los soldados de palacio.

            -Caballero del Reloj! –Habló en alto mi maestro, el Patriarca-. Serás preparado para el día de la celebración de Atena. La diosa me encomienda tu protección mediante el agua de su fuente. Tendrás permiso para participar en el Torneo y serás uno de los dieciséis participantes que optará a ser reconocido como el caballero de bronce más fuerte del Santuario…

            Mi cuerpo temblaba… mi mente intentaba asimilar las palabras del Patriarca…

            Yo…..el Caballero de Reloj… podría entrar en combate…..

 

 

Hasta aquí el 4º capítulo. Se avecinan combates... y más de 1! Espero vuestros comentario y no olvidéis que con ellos podré desarrollar la historia de mejor manera. Gracias por leerlo! Y hasta el capítulo 5!!



#19 Patriarca 8

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Publicado 29 septiembre 2014 - 17:07

 me agrado la mencion de Orpheo de Lyra y esperando el proximo capitulo para saber mas sobre el poder del caballero de reloj

 

por cierto este fic es de dos autores o tienes dos cuentas

en fin este fic promete


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#20 andromeda32

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Publicado 30 septiembre 2014 - 04:39

Hola T-800, solo soy un autor, pero tuve que cambiar la contraseña del primer perfil y acabé haciéndome otro igual, jajajajaja.

 

Gracias por tu comentario, me encantó ese "este fic promete", jejejeje






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