PALLASPEDIA. 5 DE BATMAN DE 2237
Cuenta la leyenda que una diosa bajo a la Tierra a ayudar a la humanidad. Pronto se dio cuenta que no sabía nada sobre los hombres y sus penas; ignoraba que era el hambre, la miseria… y las enfermedades venéreas. Esta diosa es Pallas, quien con el apoyo de su lacayo, viajo por el mundo para aprender sobre los males que aquejaban al hombre y cómo solucionarlos. Después de la caída del internet, Pallas fundó una ciudad/universidad/biblioteca en territorio cedido por su hermana mayor: este lugar es conocido como Pallaspedia.
Construida en lo que fuera conocido como Jerusalém, Pallaspedia es el centro cultural por excelencia; eruditos de todo el mundo la visitan para conseguir información inexistente en sus tierras o compartir nuevos pensamientos, sus plazas se aglomeran de entusiastas que debaten ideas de antiguos sabios y cultos contemporáneos, su magnífica biblioteca guarda todo el conocimiento humano; no se había visto tal proliferación de ideas desde los tiempos antes de Cthulhu.
El estudio privado de Athena es un magnifico cuarto bellamente decorado con temática griega, su techo representa la bóveda celeste y cuenta con un dispositivo mecánico que le permite abrirse para contemplar el cielo; es un observatorio. Con la superficie de una hectárea, el edificio apenas muestra espacio por el bosque de libros que dispone. Entre los estantes de fina madera se encuentra el santo de Piscis, ha pasado días buscando una solución a la actual guerra; por su semblante cansado y el desorden de la habitación, es evidente que no ha progresado.
La diosa Athena entra a la habitación acompañada de Marian y Gina, las santas de Aguila y Ofiuco, su escolta provisional. Athena trae consigo té y bocadillos, conoce a Ketsang y sabe que no ha comido ni dormido bien desde que inició su investigación.
—¡Solo mírate Ketsang! —exclama Marian—, ¡parece que envejeciste 10 años!
—¡Por el viagra de Zeus, estas hecho un espíritu, muchacho! —se mofa Gina—. Ni siquiera te has quitado la armadura en todo este tiempo, pareces una lata de conservas sucia y abollada.
—Ketsang —habla gentilmente la diosa de la sabiduría—, límpiate y acércate a comer algo.
—Ya perdí mucho tiempo limpiando los trofeos de Hekar —contesta secamente—, no puedo darme el lujo de descansar, esto es impor… —Por la mirada de su diosa, sabe que la invitación a descansar fue una orden—. Ahora que lo pienso, creo que tengo hambre.
El santo toma asiento, sus piernas le arden, entiende de nuevo el peso muerto de su cloth y su aspecto descuidado.
—«¿cuánto tiempo llevo de pie?, creo que debí quitarme la armadura antes de ponerme a investigar». — No deja de pensar.
Mientras Ketsang come ordena sus pensamientos, se da cuenta que ha encontrado mucha información, aunque nada que considere útil. Tal vez su señora pueda esclarecer sus dudas cuando presente su informe.
—…Chomp chomp… glub glub, haa!. Más té por favor… —Aparta los platos y se limpia con su capa—. Gracias. Mi señora —dice en tono serio—: temo decirle que no he encontrado mucho, los libros antiguos hablan de luchas con varios dioses, todos ellos terribles y poderosos, pero no hay más escritos sobre Hades que en el Tauronomicón —Bebe un sorbo de té—. Lo único destacable es que la mayoría de las veces, él fue sellado con la ayuda de caballeros de bronce; curiosamente el caballero que más ha participado en estas batallas fue el santo Pegaso. Usted en presencia de Ares lo menciono junto al Dragón, al Cisne, al Fénix y a Andrómeda, pero en estos textos también hay relevancia de Unicornio y Águila —Marian se sorprende—. ¿Podría decirme porque nombro estas constelaciones?
—….No estoy segura —responde Athena dudosa—, tuve un recuerdo fugaz de ellos luchando a mi lado contra Hades.
—Esos son los caballeros legendarios —Grannie, la anciana Santuario entra al recinto. La diosa y los santos la miran con desconcierto.
La anciana se les acerca y limpia la mesa sin inmutarse ante las miradas—. Fueron los caballeros más poderosos y valientes que han existido —continua—, ellos detuvieron la insurrección de Géminis, dieron fama a la casa de Libra, enfrentaron la guerra de Poseidón y ayudaron cuando Marte y Saturno quisieron destruir la Tierra; por lo que se también detuvieron a Hades. Ellos fueron los santos legendarios, los caballeros de la esperanza.
—¿Dónde habías estado Grannie? —pregunta Athena al fin—, desapareciste cuando llegamos a Pallaspedia.
—Prepare una habitación para Ketsi —responde—, sabía que se olvidaría de asearse y descansar. Es aún un niño descuidado que se pone irritable cuando no duerme.
—¡No soy un niño Grannie! —protesta el caballero—, ¡ya soy grande y puedo estar despierto todo lo que quiera!.
Todas las presentes contienen la risa, la rabieta de Ketsang era la de un niño pequeño. El muviano se da cuenta de las miradas y guarda la compostura. Ya tranquilo, se aclara la garganta.
—En cuanto a tu historia —Ketsang continua—, eso no puede ser Grannie: La insurrección en el Santuario la provoco Ken de Junini, no Saga de Geminis. Después de ser derrotado, Ken fue exiliado a Warujara, su constelación se quitó del cielo y su templo fue convertido en un kiosco.
Lo que paso en la casa de Libra nunca ha sido comprobado –dice mientras bosteza—, todos los historiadores llegaron a la conclusión de que fue una historia inventada para enaltecer las virtudes del “homocosmos”.
Poseidón jamás despertó, los escritos dejados por la antigua santa Raki de Aries, relatan que fue el Marina Bob de Esponja él que fingió el despertar del dios para conquistar el mundo. Fueron Acuario, Libra y Sagitario los que le derrotaron con la ayuda del reformado Calamardo de Tentaculos.
La historia de Marte es incanonica incoherente en todo sentido, el Pegaso de hace dos siglos se llamaba Seiya, el que enfrento a Marte se hacía llamar Koga. Marte es un nombre incorrecto para Ares habla más lento—, al igual que Saturno para Cronos. En esa guerra se destacaron Fudo de Virgo, Kiki de Aries y Shiryu de Libra, ellos sacrificaron sus vidas para derrotar al palaciano más fuerte; por cierto, cuando pelearon con Cronos Athena le otorgo el poder de volar a sus caballeros, estos volaron al espacio y comandados por Harbinger ahuyentaron al señor del tiempo, ningún santo de bronce podría ser llamado héroe en esa guerra. En conclusión los caballeros legendarios son solo una alegoría que uso Harbinger para aleccionar a los niños a ser mejores personas.
La explicación, la comida y la silla unen fuerzas para derrotar a Ketsang, el dorado no puede mantener los ojos abiertos y por fin cae en un profundo sueño. Grannie lo toma en brazos y se lo lleva a descansar. La fuerza de la anciana no sorprende a las presentes, ellas están divertidas por la escena, pareciera que Piscis levitara a centímetros del suelo.
Son las 7 de la noche; después de horas investigando en el estudio, tanto la diosa como sus guardaespaldas se dan por vencidas y salen a refrescarse al patio. Grannie está con Ketsang, el joven intento levantarse a continuar con su tarea, pero la anciana le suministro narcóticos suficientes en su taza de leche tibia como para hacer dormir a un caballo por días.
— ¿Y si nos hace su escolta personal? —propone Marian a su diosa—; solo piénselo, una guardia exclusiva de mujeres a su servicio, todas desconocidas por el resto del Santuario, portando cloths de signos olvidados, con entrenamientos deficientes y gozando de algunos privilegios, como no necesitar usar mascaras por ejemplo.
—Querida, esa idea es estúpida —responde la diosa sin mucha delicadeza—. Mi guardia personal son los caballeros dorados, ¿por qué necesitaría de una guardia tan deficiente si ya tengo a los guerreros más poderosos protegiéndome?; me pasaría todo el tiempo pidiéndoles a estas chicas que no pelearán por miedo a que se lastimen. Con respecto a las máscaras, hace mucho que dejo de importarles a las amazonas usarlas, de hecho es raro que ustedes dos las porten…
En el cielo del ocaso aparece una estrella, brilla con un tono palido, y se hace más grande. Las mujeres que le observan pronto entienden su naturaleza. Athena ordena a los civiles evacuen el área mientras las santas asumen posición de combate. La estrella es un cometa, un bólido incandescente que se estrella en la plaza. La onda expansiva que produce su choque es daña los edificios cercanos. El aura protectora de la diosa la mantiene a salvo, al igual que a sus guardianas.
—¡Este no es el Santuario! —ruge Athena— ¡Las leyes de hospitalidad no me restringen aquí!, ¡dame un pretexto por favor Ares, dame un motivo para regresarte al Olimpo cargando tus vísceras!
El dios no responde, parece sorprendido. Son los dos acompañantes del dios los que se ponen en guardia al mismo tiempo que gruñen lo que parecen ser palabras: el primero es alto y con la apariencia de lobo, el segundo una especie de planta con látigos espinosos por brazos.
Ofiuco no espera, ataca al dios con fuerza. El hombre planta detiene la embestida con el látigo izquierdo, gira sobre sí mismo para impulsar el otro apéndice, el latigazo arroja a la santa contra el suelo. Athena alza el brazo, en su mano se materializa Nike, la manifestación de la victoria en forma de cetro. Marian, la santa del águila, hace honor a su signo ejecutando un ataque aéreo de considerable fuerza; el lobo bíp#do no puede defenderse y cae emitiendo un aullido.
—¡Es mi última advertencia Ares! —Athena le apunta con su arma—. ¡Retirate!
Marian se abalanza sobre el asustado Ares, el hombre planta impide que esta le alcance. Con rapidez la santa es envuelta en los látigos, su grito de dolor es angustiante; las enredaderas le causan un terrible daño, pareciera que le robarán la vida. El hombre lobo se incorpora, fija su mirada en la diosa, se dispone a atacar.
—¡A MI COBRA!. —Gina interviene haciendo frente al licántropo.
Athena no tiene paciencia, ha perdido a muchos de sus queridos caballeros en la guerra, no perderá a nadie más por culpa del dios sediento de muerte —¡Te lo advertí! —grita—, ¡regresaras con Zeus cargando el vientre abierto!
El destino es caprichoso. Solo el que es estúpido podría creer que uno lo forja, que se tiene control sobre él. Una decisión tomada o dejada de tomar, un momento de fuerza o debilidad, incluso siendo el ser más sabio e inteligente, no te exime de las jugarretas de los Hados.
Ares comienza a desfigurarse, su cuerpo se encoge y sus ojos muestran confusión. La batalla termina, los guerreros miran la escena horrorizados: el señor de la guerra se transforma en mujer agonizante con un cetro enterrado hasta el espinazo, al tiempo que sus bestias guardianes recobran sus formas de caballero.
—¡S-señora Athena! —Después de eternos segundos Jackson por fin habla—. ¡No sabíamos que era usted!
No importa el poder curativo de la diosa, una herida así no puede ser sanada. Thalassa, la mujer que fue confundida con el dios de la guerra, muere.
Pareciera que el cielo lamentara el deceso de la mujer, las nubes ahora marrones arremolinan en las alturas, como intentando convertirse un tornado, el aire se enfría y el viento cobra fuerza. Rayos, truenos y relámpagos se acercan desde lo más profundo de las alturas, comienzan a tomar forma, se convierten en palabras.
—¡Tu! —Explota en ruido el cielo—. ¡De entre todos mis hijos, la que más he amado!, ¡tú te atreviste a segar mi sangre, a erradicar mi semilla de la Tierra!. ¡Han pasado milenios desde la última vez que pude…!, ¡¿y aun sabiéndolo te atreviste a negarme esta alegría?!, ¡¿te atreviste a matar al que llevaría de nuevo a la gloria mi nombre entre los mortales?!
—¡Padre… Y-yo no quise…! —Athena se esfuerza por pronunciar palabra—. ¡T-trate de salvarla, lo juro!
—¡Calla chiquilla insolente! —Un rayo impacta a escasos metros de la diosa—. Siempre has sido voluntariosa y aguerrida —La estruendosa voz se calma—. Haciendo lo que te viene en gana, ofendiste a muchos dioses en tu capricho de proteger a la humanidad. ¡Qué gran dios hubieras sido de haber nacido varón!... Al menos eso pensé, pero ahora me ofendes a mí, y tendré que castigarte: ¡A partir de este momento tu estúpida guerra santa será contra mí!.
Dos estrellas fugaces atraviesan los cielos de Grecia, son las armaduras de Aries y Sagitario que se dirigen al mismo tiempo a sus respectivos templos.
Editado por Tetzauhteotl, 06 noviembre 2014 - 14:00 .