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CdZ A.D. 5000 - Más allá del Cosmos - Cap. XXXVI: SENESCALES


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202 respuestas a este tema

#121 Pegasus no Tsubasa

Pegasus no Tsubasa

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Publicado 07 diciembre 2013 - 06:39

Hola Marcus!   Hace mucho tiempo te conoci en el chat de pasada y te dije que iba a leer tu fanfic, pero no me atrevi a comentarlo hasta ponerme al dia despues de haberlo leido todo.

 

Hasta ahora me parece excelente tu historia.  La manera en la que esta narrada difiere de los otros fanfics (como el mio) que estan escritos como guion de una pieza de teatro.  El estilo novela me gusta, hace mas ligera la lectura.

 

Al principio me parecio un poco descabellada la idea de los invasores extraterrestres.  Me recordo a la raza de los Drej de una pelicula que vi una vez llamada Titan A.E (no se si te suene), pero luego me dije que era algo que salia de lo comun y eso esta bien, ya que siempre vemos combates de Atenea versus otras divinidades.

 

Cosas que me gustaron:  

 

* Las ordenes de caballeros.  Me parece una excelente idea y ademas da un sentido de ''identidad'' (si se puede decir asi) a los caballeros, mas alla del color (y poder) de su armadura.  

 

* Tambien me parecio un buen concepto hacer una introduccion para cada dorado.  La verdad es que creo que vale la pena desarrollar la historia de cada uno, pues son los favoritos de la gente siendo que todos tenemos un signo zodiacal que nos corresponde (Yo personalmente me siento particularmente interesado por el Circulo de los Gemelos y sus caballeros! Jajaja!)

 

* Otro excelente punto: Santos dorados mujeres.  Yo tambien tenia planeado tener algunas en mi fic. (y quien no, si nunca se ha visto excepto en omega...).  Me gusta que guarden la tradicion de las mascaras.  La ''liberacion femenina'' de Yuna y Yuzuriha le quita mucho encanto y misterio a esos personajes.

 

* Finalmente creo tambien que fue una muy buena jugada inventar otro contexto y nuevos caballeros.  Me encanta que los hayas hecho diversos, diferentes, puesto que siendo los representantes del planeta deben venir de todas partes del mundo.  Aunque muchos se quejen, adoro la originalidad de los nombres y de los personajes, porque a los caballeros que conocemos ya los han (y los hemos) explotado de mil y un maneras, pero rara vez se ve un ''set'' de caballeros nuevos y totalmente desconocidos.

 

 

Cosas que no me gustaron:

 

* Muy pocas en realidad.  La historia esta buenisima, cada capitulo bastante intenso pero tengo que decirte que el de leo me dejo un sabor muy amargo en la boca.  No se si es mi imaginacion, pero la historia del leoncito abandonado y del ciclo de la vida me trajeron a la mente una sola palabra: ''SIMBA''! Ahora, no es que no me guste el Rey Leon (me parece una excelente historia de venganza, adoro El Conde de Montecristo!), solo que me parece que quedo muy ''Disney'' la historia de ese caballero comparada con la de los demas.  La de Tauro tambien me parecio algo demasiado comun, pero con tal de que no nos lo mates de primero esta bien! Jajajajaja!

 

 

Perdon por lo largo del comentario, pero no me gustan las explicaciones (ni las historias) que quedan a medias y tenia que dejar mi opinion general de lo que va de los 19 capitulos que he leido.  Me voy a suscribir al tema y esperar con ansias la continuacion!  Hasta entonces!

 

 

- Pegasus no tsubasa

 

P.S: Disculpa los errores de puntuacion, tengo un teclado norteamericano y eso me limita mucho cuando escribo.



#122 ♋ Marcus ♋

♋ Marcus ♋

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Publicado 16 diciembre 2013 - 13:01

Nuevamente con ustedes para traerles un capítulo. Pero antes, el obligado agradecimiento a quienes leyeron y/o comentaron el capítulo que pasó.

Por lo que veo, la encuesta definitivamente fracasó... En fin, pasemos a otra cosa.

En el foro se entregaron los premios a lo mejor del 2013, y por segundo año consecutivo, aunque compartido con Talaris esta vez, me hice acreedor al SNK Escritor. Gracias a todos los que votaron.

 

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Bienvenidos los nuevos lectores!! Perdoná, Pegasus no Tsubasa, pero no recuerdo cuándo fue que charlamos, menos mal que vos sí, y que cumpliste. Gracias!! Tenés razón con el estilo: si no fuera en prosa no haría nada, no me sentiría cómodo escribiendo un guión (como tampoco me siento cómodo leyendo un guión, disculpen los que escriben en ese estilo)

Otra vez me nombran a Titan A.E.... definitivamente tengo que repasar esa película, porque no recuerdo a los Drej (a ver si robo alguna idea)

Sólo una pequeña corrección: El Rey León es Hamlet, no el Montecristo de Dumas (novela que me parece genial). Sólo espero que vean que el león no es una mascota Disney con el correr de la historia. Y en cuanto al ciclo de la vida, pues me pareció fundamental saber qué es lo importante que hay que proteger en la Tierra. Sin ese ciclo elemental no hay paz, amor, amistad, verdad, justicia y esas cosas que predica Saint Seiya.

Comentarios al capítulo XIX: Por qué el caballero de Cáncer aparece de buenas a primeras con nombre, siendo que su madre no había alcanzado a dárselo? Espero que se hayan dado cuenta de que es simplemente un apodo. Todavía no conocemos su nombre real (y no sé si lo conoceremos)

Este capítulo me gustó como quedó, bastante redondito en mi opinión. Básicamente son 2 arribos, los caballeros al Santuario, y los aliens a la Tierra. Como dijo Efebo, tantos caballeros juntos es algo que se ve muy pocas veces y el ambiente en que transcurrió me pareció ideal. Para terminarlo de nuevo con la incertidumbre de esa explosión.

Está bueno, Rage, que hayas notado algo en la actitud de Atenea, desde el principio quise que no fuera otra Saori, veremos si lo logro.

Ojalá no les haya parecido excesivo el número de soldados. Fue un número que fui agrandando y achicando hasta que me convencí, lo que pasa es que los invasores son millones, 84 tipos solos no podrían con todos por más cosmos que tengan.

Aclaraciones de este capítulo: A pesar de haberlo escrito relativamente rápido, no fue fácil de escribir, ya que comencé a hacerlo sobre cosas que no conozco y que debían salir solamente de mí. No sé si eso sea una ventaja o una desventaja, la lectura lo dirá. A los nombres los voy a explicar el mes que viene.

Para escribir esta parte no he tenido betas, así que largo todo a ciegas, sepan disculpar los errores, y decirme si los encuentran, cosa de corregirlos. Espero que lean, disfruten y comenten el capítulo.

 

Resumen: Siglo LI. Atenea ha reunido a sus nuevos caballeros en el Santuario, a la espera de los invasores que amenazan la Tierra.

 

Capítulo XX - Raza

 

La vida es un instinto de desarrollo, de supervivencia, de acumulación de fuerzas, de poder.

Friedrich Wilhelm Nietzsche

 

La llegada de los alienígenas había producido un enorme cráter en el desierto del norte africano. La arena se había fundido, dejando una gruesa capa viscosa de vidrio al rojo vivo. El calor era insoportable allí. No se veía ningún movimiento. Luego del desplazamiento de la onda expansiva causada por la explosión, todo había quedado en absoluta quietud.

La única anomalía visible era una esfera, no mucho más grande que una manzana, suspendida sobre el cráter a unos cien metros de alto. Dicha esfera iluminaba la noche del desierto, tal era la luz que emitía.

Por algunas horas todo permaneció en calma. Dentro del cráter, el piso de vidrio se iba enfriando poco a poco. Y la esfera, gradualmente había ido perdiendo su luminosidad, hasta quedar con un pálido resplandor blanquiceleste.

Luego, por fin comenzaron a observarse movimientos: la esfera crecía, se retorcía sobre sí misma y cambiaba de forma. Por último, como si fuera una nube de lluvia, se derramó en millones de gotas sobre el cráter, quedando todas contenidas en él, como una gran laguna fosforescente.

Deslizándose por la arena como serpientes luminosas, lentamente, unas cien formas se separaron de la masa principal. Dos de ellas parecían dirigir al resto.

–Nakar –la voz rompió el silencio–, hemos llegado a destino finalmente. Ha sido largo el viaje, tenemos que reponer fuerzas.

–Hermana –contestó el príncipe–, primero debemos asegurar esta zona. Proteger a los que quedan en el cráter.

–Entonces necesitamos adquirir un cuerpo material –dijo Nokriy–. En este estado no podríamos soportar un ataque por demasiado tiempo.

Nakar se dirigió al resto de los seres que habían dejado la laguna de energía junto a ellos:

–Casi todos los que quedan de nuestra raza se encuentran allí, adormecidos, consumidos por el viaje. Nosotros, que somos los más fuertes, debemos velar por ellos, por su supervivencia. –Su voz sonaba tranquila pero imperativa–. Tendremos que conseguir los recursos para corporizarnos y obtener las fuerzas para proteger el lugar. Haremos un baluarte aquí, hasta que vuelvan los dioses, nuestros padres.

–Será recién entonces cuando podremos iniciar la conquista –dijo la princesa.

–Su Alteza, percibo un asentamiento de habitantes de este planeta no muy lejos de aquí –dijo uno de los seres.

–Podemos empezar por estudiar como son y probar sus debilidades –dijo otro.

–Bien, enviaré exploradores. Roch, Chēmall –llamó Nakar–: vayan y traigan la información que sea pertinente lo más rápido posible. No se arriesguen innecesariamente.

–Mientras tanto –resolvió Nokriy dirigiéndose a los demás–, la mitad de ustedes cree un perímetro alrededor del cráter. El resto, busque en la arena; algo tiene que haber que nos sirva por el momento.

Los dos exploradores partieron al instante y los príncipes continuaron asignando tareas a sus subordinados. Todo se hacía lento y con pausa. El gran cansancio y la falta de recursos se hacía notar.

Varias horas después, con algo de arena, rocas y algunas piezas de metal, sumadas a la escasa energía solar que eran capaces de colectar por sí mismos, habían logrado armar unos veinte cuerpos deformes y quebradizos. Sus movimientos eran aletargados y torpes, parecían grandes gusanos recién salidos de su huevo.

–Espero que esto sirva hasta que regresen los exploradores –dijo Nakar.

–Que vuelvan con buenas noticias –agregó su hermana, mirando en la dirección por donde habían desaparecido los nombrados.

Ese día y el siguiente transcurrieron sin novedades hasta que, al comenzar la tercera noche, cuando ya el resplandor de la laguna comenzaba a notarse por sobre el del sol que moría en poniente, se oyó el sonido de un aleteo que llegaba hasta el lugar del aterrizaje.

Alertados, los seres se pusieron en guardia. Los pobres cuerpos de arena se habían desgranado bastante ya. La debilidad les impedía conservar la forma por mucho tiempo.

–Tranquilos, el cosmos que percibo es amigo –dijo la princesa–. Y ha medrado en este tiempo –acotó complacida.

En efecto, en el cielo se recortaba la figura de lo que parecía un buitre, aunque mucho más grande que lo normal y con una anatomía extraña a los ojos terrestres. La singular ave se posó torpemente en la arena, se inclinó y saludó a los príncipes:

–Altezas, Roch de Wultán vuelve a ustedes. Como pueden ver, he conseguido acrecentar mi cosmos. Un ave del desierto me ha provisto de alimento y nueva fortaleza. Tomé su forma, aunque la he mejorado con algunas modificaciones –dijo, mostrando la forma acorazada y corrupta que había creado a partir del animal.

–Las novedades, Roch –le ordenaron los príncipes, urgidos.

–Disculpen, Altezas –volvió a inclinarse–, a medio día de vuelo de aquí, se encuentra un campamento. Varias especies animales conviven en él, y sólo una de ellas parece inteligente y capaz de enfrentarnos, aunque son seres blandos, de carne, frágiles. Es mi parecer que será fácil atacarlos y derrotarlos. Por la noche, están desprotegidos.

–¿Dónde está Chēmall?

–Nos aguarda oculto en las cercanías. Espera tener un plan de ataque para cuando lleguemos.

–Bueno, pues ¡en marcha! –ordenó Nokriy.

Roch de Wultán tomó entre sus garras a unos diez gusanos, entre los que estaban los príncipes, y levantó vuelo en la noche hacia sus futuras víctimas.

 

***

 

Al despuntar el día, Roch planeaba sobre las dunas, con la cabeza hacia delante, buscando a su compañero explorador.

Aterrizó en una de ellas, que creyó reconocer de su anterior pesquisa. Depositó a sus compañeros en el suelo y les señaló el camino hacia el objetivo.

–Deberemos aguardar aquí a que anochezca –dijo una voz a sus espaldas.

Un cuadrupedo monstruoso, con una protuberancia gibosa en la espalda, de patas flacas terminadas en zarpas hizo una reverencia:

–Chēmall de Dremmer a sus órdenes, Altezas –su cosmos también se había incrementado notablemente.

–Veo que también te has hecho un cuerpo, Chēmall –dijo Nakar.

–Lo copié de una criatura del desierto. Parece frágil, pero es increíblemente resistente. Puede almacenar su propia fuente de energía. Además lo he adaptado para mí.

–¿Cuáles son los informes que tienes para nosotros? –preguntó Nokriy.

–Son unos veinticinco de ellos, Alteza, tienen algunas armas, aunque no nos harán daño con ellas. Son vulnerables por la noche, mientras duermen. Sólo uno vela por los demás, habrá que sorprenderlo y el resto será fácil de eliminar.

–Muy bien, los mataremos a todos y vaciaremos el campamento. Todo lo que sea útil será tomado. Lo usaremos para fortalecernos y llevar algo de sustento a nuestros hermanos.

–Hay un problema –dijo uno de los gusanos–, estos cuerpos son vulnerables y estamos cansados, necesitamos más agilidad para atacar.

–Les conseguí algunas provisiones –dijo Chēmall, mostrando algunos restos irreconocibles y podridos–, los nutrirá, pero no alcanza para cambiar los cuerpos por ahora. Al menos serán más fuertes y rápidos.

–Es mejor que nada –dijo otro.

–Quedará para después –dijo el príncipe–. Luego, mientras mejor hechos estén los cuerpos, menos vulnerables serán.

Se lanzaron ávidos sobre los restos y los consumieron hasta la última partícula. Ni cerca estaban de quedar satisfechos, pero sí notaban una renovación de sus fuerzas.

El resto del día, descansaron y planearon el ataque nocturno.

 

***

 

El campamento de beduinos dormía apaciblemente en la noche del desierto. No se imaginaban lo que pasaba a sólo algunos metros de ellos. Algunos no iban a volver a despertar jamás.

Las tiendas estaban dispuestas en herradura, y en el centro, un fuego junto al que se hallaba el único guardia, entretenido en el juego de las flamas, moviendo las brasas con un palito chamuscado. Un perro pastor dormitaba a su lado. Desde un precario corral de cabras, llegaba cada tanto el sonido apagado de un cencerro.

De pronto, se sobresaltó: le pareció ver algo que se movía bajo la arena, pero no estaba seguro. La luz era engañosa y estaba algo encandilado por el fuego. Se levantó para fijarse mejor.

Jamás supo lo que era. En el instante en que escudriñaba el suelo para averiguarlo, Roch de Wultán lo atravesó con una afilada pluma y, levantándolo por el aire, se lo llevó. Tan veloz y sigiloso, que el perro ni se enteró.

En cuanto al can, inmediatamente fue tragado por la arena, antes que pudiera siquiera ladrar.

Rápidamente, deslizándose furtivamente bajo la arena, los gusanos entraron en las tiendas y estrangularon en sus hamacas a los que dormían. Uno a uno fueron muriendo los hombres, mujeres y niños del campamento.

Sólo en la última tienda, el gemido de ahogo de una víctima despertó a cuatro de sus ocupantes. Aterrorizados y a los gritos, se resistieron como pudieron pero la sorpresa y el horror fueron demasiado y cayeron.

El último de los hombres en pie, desesperado, logró tomar una maza y arremetió ciegamente contra todo. Uno de los mazazos acertó de lleno a un gusano que saltaba para estrangularlo. La criatura dentro de la arena se retorció de dolor. El golpe había penetrado hasta el fondo de su ser. El hombre volvió a golpear, una y otra vez. Algunos cascotes se desprendieron y se pudo ver cómo la luz celestina en su interior se iba apagando hasta desaparecer. El gusano de arena se desmoronó. El primer invasor caído, había sido vencido por un hombre común, que sólo buscaba proteger lo más esencial: su propia vida. Finalmente, el hombre fue dominado por Chēmall de Dremmer y dos gusanos más.

–No lo maten –se escuchó la fría voz del príncipe–. Todavía.

Desde detrás de una carpa, llegaban dos figuras humanoides, un macho y una hembra. Los príncipes de la raza ya habían elegido su forma y construido los cuerpos que usarían en esta guerra.

–¿Quiénes son? ¿Qué quieren? –preguntó el hombre con un hilito de voz, los ojos desorbitados por el miedo.

–Soy Nakar de Ndrox y ella es mi hermana Nokriy de Gineï. Insignificante ser... ¿creíste acaso que podrías derrotarnos? Nosotros somos los ırkları, tu raza está condenada a ser esclava y luego a desaparecer. Este planeta ya no les pertenece.

El corazón del hombre se rebeló ante la súbita comprensión de lo que escuchaba y todo miedo desapareció de él.

–¿Mi raza condenada? Entonces no conocen a los humanos, ırkları. Les presentarán batalla, y un día, derrotados, se arrepentirán por esta noche, por haber venido –desafió.

–Acábenlo.

Momentos después, no quedaba nada aprovechable en el campamento.

Todos los ırkları habían tomado forma y se sentían poderosos y llenos de cosmos ofensivo. Las figuras extrañas, acorazadas, espinosas, erizadas de apéndices y protuberancias, rompían el paisaje del desierto con su extravagante anomalía. No pertenecían al planeta y eso se notaba.

Mientras marchaban hacia el cráter para llevar a sus compañeros las provisiones conquistadas, los príncipes pensaban en el caído. No les importaba quien había sido. Todos eran reemplazables. Pero veían con preocupación que un simple humano los hubiera desafiado. ¿Sería así en adelante?

–Debemos encontrar las gemas que encierran a los dioses, nuestros padres. Liberarlos. Su poder será determinante para la conquista.

 

  :ss6:


CdZ A.D. 5000 - Más Allá del Cosmos - Capítulo XXXVI: SENESCALES


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#123 Lunatic BoltSpectrum

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Publicado 17 diciembre 2013 - 13:20

un capitulo excelente

 

sobre todo porque demuestra una de las principales cualidades de la naturaleza humana

 

saludos

 

espero ver pronto la continuacion

-------------------------------------------------------------------------------------------

por cierto aunque en un principio si se parecian a la raza de esa pelicula que son pura energia

 

ahora se parecen mas a varias criaturas mostradas en el genero de "invasion silenciosa"



#124 Rage Magnus

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Publicado 17 diciembre 2013 - 14:01

Buen capítulo , la resistencia y la pelea que dio un simple Humano y que ademas causo la primer baja del ejercito invasor fue algo interesante y que me gusto de esta capítulo , lo que me pregunto es , mientras estos invasores hacían de las suyas Athena no ha hacho nada , acaso en el Santuario estan dormidos :unsure:  ?  , supongo que en el próximo cap mi duda se aclarara :unsure:

 

En fin hay que esperar el siguiente capítulo para leer que más nos sigue ofreciendo esta historia

 

Saludos


Editado por ..:: Carolus Rex ::.., 17 diciembre 2013 - 14:17 .

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#125 Rexomega

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Publicado 17 enero 2014 - 19:40

Saludos

 

Muchas veces entré al foro con tiempo para dejar un review, y acabé perdido en algún tema de Discusión General y Noticias. Hoy no fue el caso y aquí estoy, como de costumbre con un retraso de dos capítulos. 

 

Capítulo XIX: Arribo

 

Recuerdo que la primera vez que lo leí ya me parecía un capítulo redondo, para lo que tenía que contar, y en esta segunda lectura mi opinión no ha cambiado. Y diría que la clave es la sencillez, en forma y narrativa. Nosotros sabemos que en ese lugar hay 50000 soldados (me parece un número respetable para el ejército, por cierto), 84 santos, y 12 senescales, aparte del Patriarca y Atenea. Sin embargo, específicamente sólo necesitas mencionar unos pocos, que creo que resultan bastante adecuados: Cáncer, el primer santo de oro en tener su capítulo (¡y sobre su nacimiento, nada menos!), es el último en llegar; Lira, el primer santo, uno de los pocos cercanos a Atenea, queda sorprendido al ser parte de una orden completa; y por supuesto, el Patriarca y Atenea, líderes de la orden. Esto, combinado con la narración en frases regularmente cortas, ayuda bastante a que algo tan grande como la reunión de un ejército sea fácil de leer sin perder presencia.

 

Me agrada Atenea. Ciertamente, la noto adaptada al universo Saint Seiya, pero a la vez tengo fe (qué serio suena, ¿no?) en que la reencarnacion que nos presentas será más que una voluntaria víctima del sacrificio para el enemigo, será una líder. Algo de eso percibo en este capítulo, donde es ella, y no un Patriarca ni un santo que haga de general del ejército, quien habla a todo el ejército, quien pide a los Senescales que sigan ayudando al Santuario. El discurso me gustó, creo que resume bastante bien todo por cuanto los santos deben luchar. Se suma perfectamente a la atmósfera de camaradería y unidad que nos presentas, y que me gustaría, siendo ignorante de lo que tienes planeado para el futuro, que no se rompiera. De santos traidores y de santos leales que fingen traición ya tengo suficiente con las obras que se han hecho de Saint Seiya, y me siento mucho más interesado a un ejército unido y leal, ¿será que se cumplirá esto? Bueno, este capítulo me invita a creerlo, pero nunca están de más las sorpresas. 

 

Fue un acierto que los Senescales se quedaran pero como asesores, papel que imagino que también tendrá el Patriarca, dada la mención al santo de Altar ayudándole. Es cierto que contaban con cosmos, pero su misión nunca fue la de portar armaduras, sino la de guiar a 84 jóvenes para que pudieran aspirar a ellas. Para que esos doce personajes pudieran seguir dando de qué hablar en la historia, creo que la mejor opción era darles la oportunidad de participar no mediante el poder (aunque, de nuevo, no descarto que de pronto nos sorprendas; es una guerra contra mucha gente, después de todo), sino a través de la sabiduría. 

 

No puedo decir nada sobre Cáncer, porque poco se sabe, de hecho me parece que es el santo de oro del que menos sabemos. Me da curiosidad por qué su entrenamiento lo mantuvo alejado del resto del mundo (¿algo que ver con los poderes característicos de los Cáncer sobre el mundo de los muertos? ¿Serán eficaces tales poderes ante una raza ajena a la Tierra?), pero lo poco que me muestras hace que no pueda relacionarlo con un Deathmask o, sin ánimo de molestar a nadie, uñas rotas y pelucas caídas. 

 

Y tratando el capítulo sobre la llegada de los santos, no pudo haber mejor momento para dar la primera señal de la llegada del enemigo. Un excelente inicio de temporada y un buen capítulo, aunque mi debilitada memoria me impide saber si es mi favorito o sólo uno de ellos. 

 

Capítulo XX: Raza

 
Debo reconocer que la primera vez que leí este capítulo me chocó un poco, hasta me pareció extraño de leer. Por supuesto, es el reto que caracteriza esta historia, donde el enemigo no es el convencional en una obra de Saint Seiya, sino un ejército invasor de otro mundo. Tras la pausa del Mini Episodio G, se vuelve a tomar consciencia de ese hecho, con los extraterrestres (debo aprenderme el nombre) consumiendo seres vivos y adquiriendo toda clase de formas, con sólo los príncipes como humanos. Bueno, leí de nuevo para comentar y lo encontré normal, prácticamente natural. 
 
Uno está acostumbrado a que esta clase de enemigos presenten una superioridad abismal frente a la raza humana, que (en muchos casos, en otros no) de algún modo logra derrotarlos al final de la obra. Por esto, ver a los ırkları llegando débiles, necesitando de alimento para mantener formas fuertes que puedan librar la guerra que está por llegar, me agradó, como también recuerdo que me interesó la vez que la mitad del enjambre debió sacrificarse para que el resto pudiera llegar a la Tierra. Es bueno que la historia nos presente a un enemigo que requiere de sacrificios, y que incluso pasa por momentos de debilidad. Primero, porque presentar enemigos invencibles suele llevar a que su derrota pueda ser decepcionante; y segundo, porque de ese modo uno puede interesarse más en la historia. Los ırkları son muchos, pero no están en su mejor momento, ¿cómo se las apañarán para buscar las gemas a la vez que enfrentan al ejército de Atenea? ¿Cómo hará el ejército de Atenea para vencer a millones de enemigos? El interés, al menos en mi caso, va para los dos bandos.
 
Como Carolus, también me cuestiono sobre los medios que tendrá el Santuario para localizar al enemigo. No sólo cuentan con una diosa, sino que los ırkları tienen una base fija. ¿Alguna protección de sus dioses para ocultarlos? ¿Una batalla inicial que obligará a los ırkları a replegarse? ¿O directamente los ırkları abandonan la base tras el asalto del campamento? Porque mientras la esfera caía a la Tierra, el Santuario estaba festejando, y antes del asalto al campamento, los ırkları contaban con muy poca energía. Uhm, habrá que esperar al siguiente capítulo. 
 
Quizá las comparaciones entre los enemigos de esta historia y los Drej fueron apresuradas. Mientras los primeros necesitan alimentarse para adquirir una forma material que les permita actuar, y que puede morir (¡obvio! ¿Cómo iba a desarrollarse la guerra si el enemigo no podía morir?), los segundos eran pura energía, y eso los hacía invencibles, a menos que esté recordando mal. En la primera lectura me sorprendió que el primer enemigo muriera a manos de un humano común, en un sencillo asalto a un campamento y atacando cuando casi todos estaban dormidos. Ahora, lo relaciono con lo que dije antes: esa sensación de que tanto el enemigo como los héroes de la historia deben afrontar sus propias dificultades para lograr sus propósitos...
 
... Y algo más. De nuevo, es sólo opinión de lector, pero me llama la atención la idea de que no sólo los santos de oro van a tener su trozo del pastel en la historia, sino que todos los santos y hasta decenas de miles de guardias van a tener que pelear (en la medida en que la historia lo permita, claro está). Evidentemente habrá enemigos más poderosos que otros (¿ırkları contaban con una serie de campeones de varios mundos para luchar, no?) y no es como si pudiéramos esperar que cada personaje tuviera el mismo peso en la historia. Existe el rol de protagonistas, así sea rotativo, como existen los personajes secundarios y terciarios. Pero, sin dar más rodeos, de verdad espero de esta historia que sea el ejército en su conjunto quienes presenten batalla y no un grupo limitado que casualmente son los únicos con acceso al poder de hacer milagros. Esto, más como expectativa (igual que lo de ejército unido y leal), que como sugerencia; el autor más que nadie sabe cómo quiere y puede escribir su historia, ¿no?
 
Las palabras del humano al príncipe me siguen extrañando un poco, no sólo por ser un hombre común, sino porque a lo que recuerdo este mundo lleva viviendo una utopía milenios; la invasión no es "una adversidad luego de otras tantas", sino la primera en miles de años. Aunque siempre puedo verlo desde otro punto de vista: el logro de la utopía que ahora viven los humanos en tu historia es la mayor prueba de lo que la humanidad pudo lograr ante la adversidad, y bien eso podría ser lo que impulsó al pobre hombre en sus últimos momentos de vida. Pero estoy divagando: se entiende el mensaje que se quiere dar, y funciona. Lo que me interesará ver es si los príncipes son lo bastante inteligentes como para tomar esta primera sangre como algo de lo que preocuparse, o les perderá la arrogancia; de momento voto por lo primero. 
 
Un último detalle: me fijo en que los primeros soldados en marchar, salen con un sólo nombre, pero regresan con el característico segundo nombre de los guerreros de Saint Seiya, así como las estrellas malignas y los espectros, los pilares y los generales marinos, o las constelaciones y los santos. ¿El segundo nombre está basado directamente en la criatura a la que poseen?
 
Aunque no es mi especialidad, dejo un detalle en el que me fijé:
–Nakar –la voz rompió el silencio–, hemos llegado a destino finalmente. Ha sido largo el viaje, tenemos que reponer fuerzas. --> "hemos llegado a nuestro destino".
 
Así, disculpándome por mi acostumbrada incapacidad para decir las cosas resumidas (sobre todo al hablar de mis expectativas  :lol:), me despido hasta la próxima. Ni qué decir que tengo curiosidad sobre lo que nos espera: cómo actuará el Santuario, cómo serán las batallas con este variopinto y numeroso grupo de enemigos, etc. Espero y publiques pronto.
 
Adeus

Editado por Rexomega, 17 enero 2014 - 19:44 .

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Publicado 19 enero 2014 - 12:55

Bien, con demoras que no puedo manejar, pero ya estoy con un nuevo capítulo de la historia. Antes como siempre, el agradecimiento a todos aquellos que leyeron y/o comentaron el capítulo que pasó.

Bienvenido Rexo a la segunda parte!! aunque con retraso, siempre es mejor tener tus pergaminos que no tenerlos. Respecto a la parte del Santuario, me pasó como con el capítulo 5, empecé a escribirla como para poner algo, pensando que iba a ser puro relleno, pero terminé descubriendo algunas cosas -como cierta tensión en Árgyros (que es Cefeo, no Lira)-. Será que me siento cómodo escribiendo sobre Atenea, no sé, veremos cómo continúa. También era cantado que los Senescales iban a seguir ayudando, creo que hubiera escuchado muchas quejas si los borraba de un plumazo al estilo caballeros de acero en el aeropuerto... Además, un ejército con gran espíritu de cuerpo era lo menos que debía tener, después de todo, este ejército está en desarrollo desde hace 35 años (espero no haberme excedido en ese número tampoco). Y en cuanto a Cáncer, tal vez parece un poco misterioso, pero probablemente sólo sea como dijiste, exigencias del entrenamiento (aunque todavía ni yo sé hacia dónde va el personaje)

Comentarios al capítulo XX: La vez anterior no quise aclarar los nombres de los aliens a propósito, para que pudieran leer el capítulo sin revelaciones, pero ahí va: ırkları es turco y significa "raza", como verán, mucho no lo pensé, sólo fui al traductor de Google. Con respecto a los nombres de los individuos, es más fácil: como dije hace un tiempo, me pasé más de 2 meses nombrando a los caballeros atenienses, si tenía que repetir esto mismo para los invasores, me volvía loco. Tampoco, como ya aclaré, me voy a inventar un idioma para los aliens. Así que lo que hice fue pensar "el alien va a tomar forma de camello? pues tomo la palabra camello y la deformo hasta que quede irreconocible: Chēmall. Ese es su nombre. Ahora bien, cada vez que alguno adquiera cuerpo, adquiere atributos (como las armaduras), así que debo ponerle un epíteto. Otra forma de llamar a un camello? Dromedario. Se deforma y queda Dremmer... Y queda un alien bautizado: Chēmall de Dremmer." Como ejemplo les digo que los epítetos de los príncipes significan "femenino" y "masculino" y creo que no voy a revelar más nombres, básicamente porque ya hice tantos aliens que no me acuerdo qué palabras deformé ni a qué se parecen, jajaja.

Espectro, no sabía que hay un género que se llame "invasión silenciosa", supongo que deben ser suplantadores, no? porque los míos no son así.

Rexo, si te choca leer sobre los aliens, no sabés lo difícil que es escribirlos. Porque no hay ninguna base, todo está por decir. Pero más o menos se va llegando a una caracterización con el devenir de los capítulos.

Que hayan llegado débiles a la Tierra era totalmente lógico. Llegan diezmados, de un viaje sideral de décadas, sin sus dioses, sin reabastecimiento... una miseria, jajaja. Si los hiciera llegar invencibles, la historia se acaba en 2 capítulos porque no habría manera de hacerles frente y solamente un deus ex machina (por usar un término que vi estos días en el foro... me sorprendieron gratamente al demostrar conocimiento) sería la forma de vencerlos (con resultados muy planos a mi entender) Es por eso que el más humilde humano es capaz de vencer un invasor: es la mecha de la esperanza, no son invencibles (hay historia!!)

Por eso creo que Espectro se debe referir a la esperanza cuando habla de la principal cualidad de la naturaleza humana (yo agregaría instinto de supervivencia)

En cuanto a las preguntas de Rage y Rexo sobre qué pasa en el Santuario... no sean ansiosos!!

Aclaraciones de este capítulo: Otro de los capítulos rápidos al escribir y el primero donde voy cambiando ángulos. Es bastante complicado a veces relatar las dos caras de la moneda. Khalil es árabe y significa "amigo", Hélder es portugués y significa "claro, puro" y Yōnā es hebreo para "paloma de la paz". Alalá! era un grito de guerra (probablemente lo usó Alejandro), tal vez no suene muy marcial hoy, pero me pareció apropiado.

Ojalá les guste y luego comenten.

 

Resumen: Siglo LI. Atenea ha reunido a sus nuevos caballeros en el Santuario. Los invasores arriban a la Tierra y se dedican a reponerse del viaje recolectando cualquier recurso aprovechable, incluso atacando un campamento beduino.

 

Capítulo XXI - Temores
 
No ha aprendido las lecciones de la vida quien diariamente no ha vencido ningún temor.
Ralph Waldo Emerson
 
Despertados por la conmoción que produjo la caída de la bola de fuego y la explosión, inmediatamente todos los habitantes del Santuario corrieron a vestirse y a recibir órdenes.
Se convocó a una reunión de urgencia en el gran salón del Patriarca. Atenea, el anciano y los doce Senescales deliberaban ya cuando se presentaron los ochenta y cuatro caballeros vistiendo sus armaduras al completo.
En silencio al principio, pero luego comentando por lo bajo el suceso, cada caballero formaba junto a los de su propio rango, quedando los cuadros organizados con los caballeros de oro al frente, de plata en medio y de bronce al final. Ya no había distinciones entre las casas donde se había formado cada uno. Ahora, la Orden de Caballería Ateniense era un solo cuerpo.
En un momento, los Senescales se apartaron a un costado del salón y la diosa fue a sentarse entre ellos. El Patriarca quedó pues, frente a todos, presidiendo la reunión. Hizo señas a Khalil, caballero de plata de Altar, que se había transformado en su asistente, para que se acercara. Le dijo algo al oído y Khalil asintió, dirigiéndose luego a la asamblea:
–Caballeros, silencio por favor.
Todos dejaron de hablar y escucharon. Por las ventanas se filtraban las primeras luces del alba.
–El Patriarca me pide que les informe –continuó el caballero de Altar–, que el evento de esta madrugada es el inicio de la guerra que estamos esperando.
Un rumor sordo se extendió entre las filas de los hombres y mujeres de la Orden Ateniense.
–El Concejo de Senescales, la diosa y el Patriarca ya han tomado algunas decisiones –agregó Khalil–, que van a transmitirnos ahora. Lo importante es permanecer serenos, responsables y listos para cumplir las órdenes.
Se volvió hacia el Patriarca y tras una leve inclinación de la cabeza, ayudó al anciano a levantarse de su asiento para dirigirse a todos los reunidos.
–Hace cinco días, en el observatorio de Star Hill, se presentaron cinco estrellas fugaces muy singulares. Supe que eran el preludio de lo que ocurrió esta madrugada. Fue por eso que el ejército fue reunido al completo anoche. Y veo que fue una suerte que no nos demoráramos más. La diosa Atenea, hace un momento, ha detectado un cosmos ofensivo estacionado en el norte de África. Vamos a enviar exploradores para observarlos. Por fin conoceremos su forma, su cosmos, sus costumbres. Los días de espera e incertidumbre han terminado. –El semblante añoso del Patriarca se iluminó por un instante–: ¡Caballeros, por la Tierra, por la diosa, por la humanidad! ¡Alalá!
El antiguo grito de guerra griego se elevó potentísimo en la sala y encendió los corazones.
–¡Alalá! –respondieron todos los caballeros al llamado bélico.
Esa misma tarde, veloces como el rayo, partían Uhura y dos caballeros de bronce hacia donde estaba el enemigo.
 
***
 
Días más tarde, en el asentamiento de los ırkları, se veía bastante más movimiento. Ya eran muchos los alienígenas que habían adquirido un cuerpo y que estaban en pleno uso de su poder y su cosmos. Si bien algunas formas podían ser levemente familiares a la vista de los hombres, todos los cuerpos eran deformes, extraños, con púas y filos, acorazados. Deformidad fruto de la propia corrupción de la raza, salvaje y nómada a través de eones. Gangrena del universo.
En la laguna, todavía dormía la mayor parte de la horda. Los que ya estaban despiertos velaban por ellos. Una barrera se había instalado alrededor, que impedía el paso a posibles enemigos.
Algunos se habían atrevido a protestar a los príncipes acerca de esta barrera. Mantenerla implicaba el uso de demasiado cosmos y no estaban tan seguros de su poder todavía. Un humano había podido acabar con uno de ellos y eso los intranquilizaba.
Los hermanos habían respondido que, o bien mantenían la barrera, o bien los mataban para alimentar y despertar con sus despojos a algún otro que durmiera. Uno o dos menos no importaban si el resto sobrevivía.
Pero también los príncipes participaban de este temor. Por eso, después de tomar algunos campamentos más, y sentir sus cosmos más estables gracias a los recursos energéticos obtenidos, no habían vuelto a atacar y permanecían tras la barrera. Además, otro había desaparecido en el desierto luego de la última incursión. Necesitaban pronto a sus padres con ellos y habían dado órdenes de partir, en la búsqueda de las gemas, a varios grupos de sus soldados.
Después de todo, la diosa madre era la que iba a dar a luz a los que se convertirían en los guerreros de primer orden de los ırkları. No había que perder tiempo para encontrar esas joyas y revertir la técnica que había encerrado a los dioses en ellas.
Entonces, sólo quedaba esperar las noticias que les traerían los que habían sido destacados para cumplir con dicha misión.
Lo que no sabían, era que, mientras esperaban, estaban siendo vigilados.
 
***
 
Quince días después de partir para investigar al enemigo, Uhura de Sagitario, Yōnā de Paloma y Hélder de Tucán, regresaban al Santuario ateniense, cansados, desaliñados y cargando un extraño bulto.
Prontamente fueron llamados a una audiencia de emergencia en la sala del Patriarca, y allí fueron entrevistados sobre los reconocimientos que habían logrado hacer.
–Como pensamos, los enemigos están reunidos en el desierto africano –dijo Uhura–. El gran cráter que originaron al llegar, ahora los contiene.
–¿Los contiene? –preguntó el Senescal de la Alianza Excalibur.
–Sí. Aparentemente son seres sin cuerpo material. Y la mayoría permanece en un estado parecido a la hibernación.
–Pero no todos –interrumpió el caballero de Tucán, bajando el bulto envuelto en una capa que llevaba al hombro.
Ante los ojos asombrados de todos los presentes, un cuerpo amorfo pero que al mismo tiempo daba la sensación de fuerza, fue revelado.
–Han estado atacando campamentos y oasis cercanos –prosiguió Uhura–. Es de esta forma en que obtienen los medios para corporizarse. Absorben toda la energía, acaban con todo el material aprovechable. Tras su paso, sólo quedan desechos y corrupción –la voz de la mujer caballero se quebró al recordar lo que había presenciado–. Pudimos seguirlos en el último ataque y logramos acabar con éste. No fue fácil, se los aseguro.
–Saben usar el cosmos, esta batalla se complica –dijo Yōnā de Paloma.
Un murmullo empapado de miedo corrió entre los Senescales y caballeros reunidos. Si los extraños dominaban el cosmos, era seguro que la sangre iba a correr copiosamente entre los dos bandos. ¿Cómo harían para detener la violencia de la invasión? ¿Cuántos de ellos estaban destinados a morir defendiendo al planeta?
La diosa notó el temor que crecía en los corazones de su gente. Inmediatamente se dirigió a todos de manera firme:
–Caballeros, amigos, dominen el temor que sienten. El planeta necesita en este momento de su valor. –Adelantó la mano que sostenía a Niké y señaló el monolito de los antiguos caballeros–, recuérdenlos a ellos. No fueron valientes por no temer, sino por sobreponerse al miedo.
–Además –agregó el Patriarca–, no olviden que los invasores están en un lugar que es extraño para ellos. Estoy seguro de que el temor que ustedes sienten en este momento, también lo sienten ellos. Los dos bandos estamos enfrentando cosas desconocidas. Por favor, Uhura, continúa con tu informe.
Ambos argumentos tranquilizaron a la reunión. Aprenderían a encontrar el valor en el momento necesario.
–Lo cierto es que ahora han cesado sus asaltos –continuó informando la joven–, se han encerrado detrás de una barrera impenetrable, creo que se han dado cuenta de que los humanos podemos defendernos de sus ataques. También parece que están rastreando algo. Han enviado varios grupos de exploradores para esa búsqueda. Hemos traído este cuerpo para que lo investiguen, pero apenas muerto ha comenzado a degradarse. Parece que una vez desaparecido el ser que contenía, ha perdido consistencia.
–Llévenselo, veremos si es útil para aprender algo sobre ellos –ordenó el Patriarca a unos guardias que estaban allí–. Que los maestros especialistas en biología y medicina lo revisen.
–No creo que encuentren mucho, Patriarca –dijo Yōnā–, no hay dos de ellos que sean iguales. Todos parecen haber fabricado sus propios cuerpos según la necesidad del momento, lo que tenían a mano y la personalidad de cada uno. Hemos podido observar cómo lo hacían.
–¿Cuántos de ellos tienen cuerpo en este momento? –preguntó un caballero de plata.
–Son bastante frugales, así que con poco pueden obtener recursos para muchos. Hay en este momento unos mil de estos seres fuera del estado de hibernación.
–¿Qué tan fuertes son? –quiso saber otro.
–Bueno –movió la cabeza pensativo Hélder–, vencer a uno solo necesitó de la fuerza de los tres... y no creo que fuera uno de los más poderosos.
–Creo que lo importante es averiguar qué es lo que están buscando –reflexionó Atenea–, si han frenado su avance y aguardan a los exploradores bajo la protección de la barrera, quiere decir que es vital para ellos encontrar ese algo...
Las palabras de la diosa fueron interrumpidas por una explosión en las puertas del Santuario. Todos corrieron a las ventanas para observar. Un cosmos que no era conocido intentaba penetrar al recinto protegido.
Los caballeros de plata y bronce dejaron la reunión al instante, preparándose para combatir. Cada caballero de oro fue a ocupar su puesto. Jvala-kṣudrá, guardián de la primera casa, voló hasta ella a la velocidad de la luz. A las puertas del templo de Aries le esperaban novedades.
 
 :ss6: 

CdZ A.D. 5000 - Más Allá del Cosmos - Capítulo XXXVI: SENESCALES


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#127 Lunatic BoltSpectrum

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Publicado 19 enero 2014 - 13:35

como siempre excelente capitulo

 

parece que comienza lo bueno

 

saludos



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Publicado 10 febrero 2014 - 19:14

Mi enhorabuena por el fic, aún no he leido todo mas que el primer episodio y el prólogo, pero leeré el resto.

Mas adelante, si es menester, diré algo mas.


Dalek Exhibicionista Cerdete.

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#129 Rage Magnus

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Publicado 14 febrero 2014 - 18:26

XD tarde en leer el capítulo pero ni en cuanta de que lo habias publicado :upsi:

 

Pues digamos que fue un capítulo regular  ni bueno ni malo , no paso nada demasiado destacable , a esperar el siguiente

 

Saludos


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Publicado 25 febrero 2014 - 19:50

Tarde (muy tarde), pero seguro. Aquí estoy con un nuevo capítulo de la historia. Como siempre, agradezco a todos aquellos que leyeron y/o comentaron el capítulo anterior.

Bienvenida spa a mi círculo de lectores!! Ya me hiciste algunos comentarios bastante propicios en el chat, espero que participes en este tema con la crítica que mejor te parezca, que siempre es bienvenida.

Comentarios al capítulo XXI: Ciertamente es un capítulo de transición, entre el arribo (de ambos ejércitos) y la acción que ya comienza. Así y todo, no quise que fuera puro relleno. Quise contar que tanto de un lado como de otro hay miedos. Temor a los desconocido, a la propia debilidad, etc. Muchos interrogantes en ambos bandos que los hace preguntarse sobre el futuro, sobre a quién se están enfrentando realmente. Quise expresar lo que se puede sentir frente a tales interrogantes: simplemente el temor (que no es un sinónimo de cobardía).

Aclaraciones de este capítulo: Este fue el último capítulo que escribí de un tirón en esta parte, lo que vendrá luego, se me empezó a complicar por cuestiones de la acción y demás dificultades, pero hasta acá fui rápido. De paso, traje a un personaje que nos da una idea de la globalidad de la invasión. Kojima es japonés, significa "isla pequeña". Wankus es algonquino, significa "lobo" (otra forma de decirlo es Uncas, como el protagonista de El Último Mohicano). De nuevo aparecen algunas técnicas en inglés, pero más adelante es algo que voy modificando.

Ojalá les guste. Y comenten!!! que son más los que leen que los que comentan... sobre todo, porque al escribir sin beta, necesito la crítica.

 

Resumen: Siglo LI. Alertado por el arribo del invasor, el Santuario se organiza para enfrentarlo. Por su lado, los alienígenas también hacen sus planes.

 

Capítulo XXII - Embajada

 

Hay que presentarse ante los enemigos y ponerles buena cara; si no, creen que se les teme y eso les hace intrépidos.

Napoléon Buonaparte

 

Un soldado maltrecho por la reciente explosión, llegó renqueando hasta el templo de Aries. Jvala-kudrá lo interrogó con la mirada.

–Señor, es muy fuerte, nada podemos hacer.

–¿Es uno de los invasores?

No, señor. Es...

–Me presentaré a mí mismo. Gracias –se escuchó la voz del incursor.

El que había hablado definitivamente no era uno de los alienígenas. Era un humano vestido con algo parecido a las armaduras... ¡Escamas!

El caballero de oro se puso en guardia. ¿Qué hacía alguien del ejército de Poseidón tratando de irrumpir en el Santuario de Atenea? Ambos dioses habían sido enemigos, pero habían acordado ya no interferir en los asuntos del otro.

–Tranquilo, caballero –dijo el marino–. No he matado a nadie... aún. Simplemente estos insolentes no me dejaban el paso libre. Soy el general marino del Pacífico Norte, Kojima de Caballo Marino. Necesito hablar con tu diosa. Tengo un mensaje para ella e información importante para todos.

Estás lejos de tu territorio, marino. No puedes pasar por los doce templos así como así, prepárate a pelear –la historia de su pueblo, perseguido por Poseidón, martilleaba en la mente del joven Jvala-kudrá.

–Al menos yo me he presentado –dijo el marino con ironía–, parece que estos tres mil años han acabado con la cortesía entre guerreros.

Jvala-kudrá se puso rojo de ira al ver que un desconocido se atrevía a corregirlo. Las palabras se le atropellaron en la garganta:

Soy el caballero de oro de Aries, Jvala-kudrá, guardián de la primera casa del zodíaco. –Y mientras hablaba, extendió las manos para atacar–. ¡Mi nombre será lo último que escuches, intruso! ¡Starlight Extin...!

–¡Alto!

La poderosa voz del Patriarca interrumpió a los dos guerreros en el momento justo. Hablaba directamente a sus cosmos:

¡Jvala-kudrá, debería darte vergüenza el que te dejes dominar por la ira frente a un adversario! –amonestó la voz–. Y tú, marino, Atenea quiere verte, compórtate. Eres nuestro invitado, haz que el caballero de oro te acompañe hasta aquí.

General marino y caballero, se miraban fieramente. No estaban en guerra, y no les habían permitido llegar a las manos, pero recelaban el uno del otro. La tradición de tantas batallas antiguas pesaba sobre ellos.

Será después –dijo Jvala-kudrá, tendiendo su mano derecha.

–No faltará oportunidad –dijo Kojima, aceptando el saludo, tomándolo por el antebrazo.

Inmediatamente, ambos siguieron el camino de las casas zodiacales hasta la cima.

Una vez en el salón del Patriarca, Kojima saludó a la ojizarca diosa y se presentó. Todos estaban intrigados por su presencia en ese lugar, pero más aún por el deseo de Atenea de escucharlo.

–Pertenezco... es decir, pertenecía al ejército de Poseidón –explicó el marino.

–¿Cómo puede ser eso posible? –interrumpió Atenea con la pregunta.

–Hace como tres semanas –retomó Kojima su relato–, en el Santuario submarino se encontró un zafiro sorprendente, de un tamaño nunca visto. No sabíamos ni de dónde provenía, ni qué hacer con él. Lo único cierto es que detectábamos un cosmos agresivo emanando de la gema. Poseidón no ha encarnado en esta época, por eso éramos menos de quince personas en la plaza, y nadie a quien preguntar. El caso es que ocultamos la joya en un lugar seguro y procuramos investigar sobre ella. En eso estábamos cuando sentimos la llegada a la Tierra de los invasores. Pero ya antes, un oráculo del dios nos había anunciado que ésta iba a ser una guerra librada por ustedes, los caballeros. Entonces, aguardamos. Supongo que esperamos demasiado, nos descuidamos. Antes de ayer, el templo bajo el mar fue asaltado –sus manos se crisparon y su voz se tensó al recordar–. Algo así como medio centenar de seres entraron por sorpresa, saqueando y asesinando a todos. Nos enfrentamos a ellos, y a pesar de que pudimos vencer algunos, nos acabaron. Sólo yo pude escapar. Quedé atrapado bajo los escombros del pilar que estaba a mi cuidado y me dieron por muerto.

–Lo sentimos mucho Kojima –dijo Atenea. Su voz expresaba verdadera congoja.

Sabemos que el enemigo ha enviado exploradores –dijo el Patriarca–, aparentemente se han topado con ellos. Lo importante es: ¿qué buscaban?

–¡La gema! El maldito zafiro era su objetivo –exclamó el general marino–. Pero hay más.

¿Más? –preguntó Jvala-kudrá, que hasta ahora había escuchado en silencio.

–Sí. Los pude oír cuando torturaban al último de mis compañeros. Preguntaban por otras gemas, parecidas a la que teníamos. Aparentemente son cuatro más: un diamante, un rubí, una esmeralda y una amatista. Según lo que se decían entre ellos, las necesitan para esta guerra.

–Bien –el Patriarca comenzó a pasearse por la sala–. Por fin algo de luz... es por eso que la mayoría permanece encerrada en la barrera. Necesitan estas joyas... ¿para qué? –se preguntó–, no lo sabemos. Lo que está claro es que debemos adelantarnos. Dijiste que las joyas emiten un cosmos agresivo, ¿no? entonces se pueden rastrear. –Y dirigiéndose a la diosa–: Atenea, dame tu permiso para mandar gente a buscar y destruir esas piedras. Además, deseo enviar una delegación a parlamentar con los invasores. Creo que llegó el momento de que nos veamos las caras.

–Estoy de acuerdo, Patriarca –dijo la diosa–. Da las órdenes que consideres pertinentes.

¡Zhuàng-zhì, Ryōga, Árgyros, Yōnā, Wankus! –llamó el Patriarca.

Los caballeros de Libra, Leo, Cefeo, Paloma y Lobo se presentaron al momento en la sala.

Se van a dirigir a la zona donde se encuentra el enemigo –instruyó el anciano–. Yōnā ya ha estado allí, él los guiará. Irán a parlamentar, averigüen sus intenciones, si tienen demandas, si piensan quedarse. Escuchen sus palabras más allá de lo que les digan. Si es pertinente, ofrézcanles ayuda para salir del planeta. Pero no demuestren ni por un momento que les temen o que no estamos dispuestos a morir peleando por lo que es nuestro.

Los caballeros saludaron y se dispusieron a partir. Cuando estaban saliendo, Atenea llamó aparte a Árgyros.

Eres el más experimentado, esta misión es crucial, verifica que no haya errores –le ordenó. Y suavizando el tono, agregó–: Cuídate.

El caballero de plata no pudo decir nada, sólo atinó a seguir a sus compañeros.

–Bien, son cuatro las gemas a rastrear –continuó el Patriarca–, que se presenten Artōrius, Dubnoreix, Aléxandros y Ā'isha.

Capricornio, Escorpio, Géminis y Acuario se sumaron a la reunión enseguida. Jvala-kudrá todavía estaba allí, al lado del general marino.

Se le explicó a los recién llegados sobre las gemas y el interés que tenía el enemigo en ellas.

Deberán rastrearlas y adelantarse al enemigo. Si tanto las buscan, significa que no nos conviene que las tengan –resumió Atenea.

–Tome cada uno tres caballeros de bronce y organicen la búsqueda. No dejen nada al azar. Para ganar esta guerra, probablemente sea mejor que no empiece –razonó el Patriarca.

–Kojima, ¿qué harás? –preguntó Atenea.

Bueno, me han dejado sin nada, creo que me he convertido en un rōnin –dijo el marino con una amarga sonrisa–. Será un placer servirte y vengar al Santuario del mar, Atenea. Además, tengo asuntos pendientes con Jvala-kudrá. Iré con él, si me acepta.

Jvala-kudrá asintió con la cabeza y una ligera sonrisa. Sería interesante lidiar con Kojima.

–Sólo nos resta saber para qué quiere el enemigo las joyas –acotó el caballero de Géminis.

Hay un lugar en la Tierra que nos puede arrojar alguna luz sobre este tema. Un oráculo mucho más poderoso que el de Star Hill –recordó el Patriarca–: Delfos. Allí podremos preguntar por las joyas, por la guerra y por el futuro. Aléxandros, tú irás a consultar a la pitonisa.

Con las órdenes ya dadas, todos se retiraron a preparar tanto hombres como equipos para partir.

 

***

 

La embajada se hizo presente en la zona de aterrizaje de los invasores un día después de partir. No sabían cómo reaccionaría el enemigo, así que avanzaban con cuidado, mostrándose francamente, para no despertar sospechas. Veían a los seres deformes que hacían guardia frente a la barrera y se les erizaban los pelos de la nuca. Una mezcla de repugnancia y terror irracional los invadía.

Shêtân, que había acompañado a Ryōga, los hizo volver en sí mismos con un suave gruñido. Él sólo veía presas a las que podía hincar el diente. No había miedo alguno en el enorme león.

A una distancia prudente, Zhuàng-zhì se separó unos pasos del grupo y llamó:

Somos humanos, caballeros defensores de la Tierra –dijo–, venimos a parlamentar. Deseamos hablar con sus capitanes.

Los guardias se miraron y se rieron, no podían creer el descaro de esos seres. ¿Defensores se habían llamado a sí mismos? ¡Qué atrevimiento!

El caballero de Paloma se adelantó y moviendo imperceptiblemente la mano, dijo:

Hypnotic Deluge.

Un rayo golpeó las mentes de los guardias. La técnica psíquica de Yōnā los había impactado de lleno. Ahora, estaban pacíficamente a sus órdenes.

–Avisen a sus capitanes que aquí estamos.

Uno de los guardias desapareció tras la barrera. Se veía confundido, sin voluntad.

Un momento después, una veintena de los invasores se presentaron. Precediéndolos, estaban los príncipes en su forma humanoide.

Nakar estaba furioso.

¿Qué pretenden, escorias, al venir a molestar a los ırkları? –dijo.

Venimos a presentarnos –dijo Zhuàng-zhì–, y a exigirles que cesen los ataques contra los habitantes de la Tierra.

–¡Los habitantes! ¿Eso solamente? –Nokriy soltó una carcajada–. ¡Qué lejos estás de conocer nuestros intereses, humano!

–La Tierra es un planeta rico y fecundo, esto puede ser para todos –intentó explicar Zhuàng-zhì–. No hace falta luchar, no queremos que corra sangre. Nuestra diosa y protectora prefiere una solución pacífica. Sabemos que en esa laguna duerme la mayor parte de tu pueblo, podemos convivir o podemos ayudarlos a obtener los recursos que necesiten para partir a un nuevo hogar.

–Tus palabras no tendrán en mí el efecto ilusorio que tuvieron sobre mi guardia –Nakar tomó de entre las placas de su coraza una clase de arma desconocida, y sorpresivamente decapitó al soldado que lo había llamado–. No somos débiles, no los toleramos. Nuestra casta y la de los que vendrán es poderosa. Hace milenios que escuchamos el mismo discurso, planeta tras planeta. No entienden que después de nosotros no hay nada. Lo que seguirá es inevitable. Ustedes son obsoletos.

Estamos dispuestos a resistir –intervino Ryōga–. Se van a dar cuenta de que a este bocado no lo van a poder tragar tan fácilmente. Si necesitan nuestra ayuda, la tendrán. De otra forma pelearemos. No nos provoquen.

Irritado por el desafío, Nakar exclamó:

¡Soy Nakar de Ndrox, príncipe de los ırkları, nadie me dice lo que debo hacer!

Entonces, su hermana, extrajo un arma parecida a la de él y con un grito, intentó abatir a Zhuàng-zhì, que era el más cercano.

De repente, un cosmos poderoso se elevó al cielo, y una cadena atravesó el escenario como un rayo. De fondo, un gran rugido aturdía a los ırkları.

¡Silver Cross Defense! –gritó -Árgyros, y su cadena defensiva cortó el arma de la ırkları.

¡Dead Howling! –siguió Wankus el ejemplo del caballero de Cefeo, e hirió algunos de los guardias.

Aprovechando la confusión del enemigo por la rápida acción, los caballeros lograron escapar y ponerse a salvo. A sus espaldas, llovían los ataques y explosiones que les lanzaba el enemigo.

La embajada había fracasado. En realidad, nunca había tenido posibilidades de éxito.

 

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Publicado 14 marzo 2014 - 12:02

Vaya, digamos que lleguè aquì por casualidad (o mejor dicho, por andar husmeando en las distintas partes del foro).

 

Tengo que decir que me pareciò muy buena idea incluìr alienígenas invasores en un fic de SS, le da una vuelta de rosca interesante al asunto, y hasta dirìa necesaria para ampliar la historia.

 

Por lo que puedo ver, esta aventura tuya arrancò hace 2 años, o sea que no solo el bueno de Kuru se toma sus buenos tiempos. Y està bien, las historias bien craneadas tienen sus proceso de evolución. A diferencia del viejo, que cuando no le duele el dedo o se dedica a otro proyecto, o bien decide acrecentar sus arcas, lo tuyo apunta a algo verdaderamente creativo e inédito. Y digo inédito, porque si bien existen fics en donde se involucran aliens, la forma de narrar concisa y argumentada lo hace con esa particularidad (fruto de haber consumido buena literatura, creo).

 

Por ahora me despido. Espero con ganas el próximo capítulo, para ver como se sigue desarrollando. Saludos y felicitaciones.


Premios del Rincón del Ocio 2° Edición.

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Publicado 14 marzo 2014 - 13:36

Muy interesante el capítulo

 

Fue una sorpresa agradable la aparición de un Marino , aunque no tan agradable que solo él logro sobrevivir , pero me parece que será interesante ver a un Marino luchando hombro a hombro junto con sus "rivales" los Santos de Athena buscando salvar a la tierra , por otra parte me extraño un poco que en la reunión no mencionarán para nada a los Senescales , creo que hubiera sido bueno que junto con el Patriarca tomarán las decisiones del accionar por parte dle ejercito de Athena :unsure:

 

En fin algo breve me ha parecido el capítulo pero bastante bueno , aunque creo que pudo ser un poco mejor 

 

 

Saludos


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Publicado 17 marzo 2014 - 12:59

excelente capitulo como siempre

 

-----------------------

 

fue sorpresiva la colaboracion de un marino

 

^_^



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Publicado 31 marzo 2014 - 16:08

En el borde del cambio de mes, pero cumpliendo en traer un nuevo capítulo. Como siempre, agradezco a todos los que leyeron y/o comentaron el capítulo que pasó. Y les recuerdo que como estoy escribiendo sin beta-reader, es muy importante que comenten, para ayudarme a mejorar y ver por dónde no hay que ir. Gracias!

Bienvenido Kasei Sama, te comento que en realidad todo arrancó por 2008, pero hasta sentarme a escribir ya era 2010 y hasta que viera la luz la 1ra parte se hizo 2012... Es por querer tener una tanda de capítulos lista y no hacer esperar a los lectores (y mucho menos dejar una historia inconclusa). Aunque como dije... la 3ra parte sigue estando muy retrasada (hasta que no me golpee la inspiración de frente)

Comentarios al capítulo XXII: Un marino en la historia... aunque al principio no tenía pensado usar a ningún guerrero de otros dioses, empecé a jugar con la idea de que fueran otros los que encontraran las joyas al principio. Mientras los atenienses todavía investigan, otros ya entraron en acción y tienen su pequeño papel en este drama.

No estuvieron los Senescales?? ups!! se me pasó completamente. Seguramente fue porque es un capítulo escrito antes de que estos personajes ganaran tanta aceptación con los lectores y decidiera darle más "pantalla". Para cuando haga una edición corregida del fic seguro aparecerán.

Lo importante de este capítulo es que, aunque brevemente, ya se vieron las caras. Aliens vs. Atenienses (el título para cuando Hollywood adapte mi fic). A partir de acá las cartas están sobre la mesa, y la acción va a ser el común denominador. Espero poder expresar el antagonismo de las dos facciones de manera que guste, cómodo de leer y concreto.

Aclaraciones de este capítulo: Cuando llegué aquí me frené. Tan contento que venía por el ritmo que llevaba, pasé meses sin poner una sola frase. A pesar de que sabía de qué se iba a tratar, a pesar de que conocía el tema, no supe cómo llevarlo "al papel". Sobre todo porque como comienza la acción y no tengo experiencia en ese campo, no me daba cuenta de cómo hacerla creíble y no me conformaba con nada de lo que ensayaba. Pero bueno, finalmente fue tomando su forma. Dato curioso: hace mucho (2010) estando en el chat con Flame, escribí en broma una pequeña pelea de un caballero llamado "Chorizo", la guardé, la modifiqué, y la usé en este capítulo, jajaja. Chin'gachgook es delaware, significa "gran serpiente", no lleva apóstrofe, pero por una cuestión de filtros del foro, hube de ponerlos. Taharqa es nubio para "gato negro" y Néfert-ary es egipcio para "bella compañera". Esta vez, intenté poner técnicas en latín. Son bastante claras, pero pregunten si tienen dudas. Los rangos de los aliens los saqué de los títulos nobiliarios en alemán.

Espero que lo lean y que les guste. No se olviden de comentar!!

 

Resumen: Siglo LI. Una raza de extraña llega a la Tierra con planes de conquista. Alertado por la llegada del invasor, el Santuario se organiza para enfrentarlo. Kojima de Caballo Marino informa que los alienígenas buscan las joyas y ya tienen el zafiro. Se envían varias partidas en busca de las demás joyas.

 

 

Capítulo XXIII - Macabro

 

Es la tarde gris y triste. Viste el mar de terciopelo y el cielo profundo viste de duelo.

Félix Rubén Darío García Sarmiento

 

La partida de búsqueda comandada por Dubnoreix de Escorpio había llegado a un pequeño poblado con claras señales de que el enemigo había estado allí. Se podía ver que la mayoría de la gente había sido evacuada a tiempo; pero los restos de los menos afortunados aún estaban tirados en las calles, los ojos abiertos, inmovilizados en una expresión eterna de pánico.

Los caballeros, al ver las víctimas civiles, inocentes caídos sin poder defenderse, se llenaron de ira. Chin'gachgook de Serpiente pidió permiso para sepultarlos, pero Dubnoreix se negó. Estaban muy cerca del rastro cósmico de una de las gemas y cumplir la misión era más importante. Habría tiempo después, si todo salía bien.

Atravesaron el pueblo hasta llegar al cementerio. La señal se hacía mucho más fuerte allí. Las sombras largas de la tarde, unidas a las imágenes recientes, hacían surgir una extraña sensación que les recorría como un latigazo la espalda. Un sudor frío perlaba sus frentes.

No era miedo lo que tenían, sino un sentimiento de terror atávico, incomprensible. Inconcientemente se habían acercado unos a otros, y se movían furtivamente por el lugar. Un simple reflejo de autoconservación.

–Siento varios cosmos malignos tras esas tumbas –dijo Taharqa de Bomba Pneumática–, es extraño, todo se ve revuelto y fuera de su sitio.

–Acerquémonos con cuidado, ya están allí –habló tras la máscara Néfert-ary de Retícula, y agregó–: Ojalá no hayan advertido nuestra llegada.

Los cuatro pasaron furtivamente entre las lápidas y llegaron a la vista de un espectáculo que los dejó clavados al piso: entre una montaña de tierra removida y ataúdes abiertos, se observaba a dos grotescos seres alimentándose de los cadáveres.

Una especie de cucaracha gigantesca y lo que parecía ser la mala copia de una hiena, hacían crujir los huesos de los cuerpos al masticarlos. Alrededor de ellos había algunos soldados menores.

El sonido que se producía, más los chasquidos de lengua con que se relamían los ırkları, sumados al olor nauseabundo que inundaba el ambiente, fueron demasiado para Taharqa.

Sólo sintió el espasmo, y dominado por el asco, vomitó.

–¡Contrólate! –susurró Néfert-ary temblorosa.

¡Silencio! –Chin'gachgook señaló un punto cercano a los dos seres–. Creo que eso es lo que estamos buscando.

Sus compañeros se volvieron hacia donde señalaba el caballero de Serpiente. En un rincón, semioculto por los harapos de un cadáver, se veía el brillo rojo de un gran rubí.

–¡Es una de las joyas! –exclamó Dubnoreix–. ¿Ya se habrán dado cuenta que la tienen ahí?

–Pues si lo hicieron, no parecen prestarle mucha atención –replicó Chin'gachgook.

–Deberíamos aprovechar ahora –dijo Taharqa, ya repuesto–, creo que tengo una idea.

Sus compañeros se acercaron y el caballero de bronce susurró el plan que había concebido.

Mientras tanto, los dos monstruosos ırkları continuaban su faena. Apenas levantaban la cabeza, y cuando lo hacían, se podían ver sus babas escurrir de sus asquerosas sonrisas.

Muy sorprendidos quedaron cuando ante ellos se presentó un hombre. De pie, sobre uno de los mausoleos, vestido con armadura, y desafiante.

–Este es terreno sagrado. Aquí descansan los restos de los que nos han precedido en el mundo. Su sola presencia lo profana y serán castigados por el sacrilegio de alimentarse de los cuerpos –increpó a las bestias extraterrestres.

–Humano –dijo el ser semejante a una cucaracha–, crees que eres muy valiente, pero pagarás cara tu audacia.

–Pronto te reunirás con estos muertos y participarás del festín –acotó la monstruosa hiena, escupiendo trozos de carne al hablar–, aunque no creo que lo disfrutes –concluyó con una carcajada.

Mientras reía, su compañero insectoide se había puesto en guardia, preparado para atacar.

Taharqa, que era quien los había provocado, saltó hacia el techo de otro de los mausoleos, en dirección contraria a donde se encontraba el rubí.

–Los estoy esperando –dijo.

Distraídos con el desafío, los invasores no se habían dado cuenta de que sigilosamente, Néfert-ary se había deslizado hasta casi alcanzar la joya.

Sin decir nada, y con un movimiento increíblemente rápido, la hiena ırkları saltó.

En ese momento, todo fue confusión. Tres destellos rojos alcanzaron al extraterrestre en el aire, haciéndolo caer al suelo, donde se retorció de dolor. La enorme cucaracha, que no pudo encontrar de dónde provenía el ataque, golpeó al azar con sus patas delanteras como cimitarras. Y la mujer caballero aprovechó el momento para tomar la joya.

Apenas pudo tocarla. Un líquido pegajoso y ácido cayó sobre su mano, provocándole una gran quemadura. Había alguien más.

¡Cálmate Karroj de Zigta! o vas a herir a uno de los nuestros –la voz provenía de debajo de la tierra–. Y ustedes, salgan de sus escondites, ¿creían que íbamos a dejar nuestro objetivo sin vigilancia?

Dubnoreix se adelantó. Sin decir nada fue a auxiliar a Néfert-ary, cuya mano se veía muy mal. Chin'gachgook y Taharqa se unieron a ellos.

Soy Lugsy de Vërmi –dijo la voz–, graf del ejército ırkları, ¿quiénes son ustedes que nos molestan durante nuestra misión?

Somos caballeros de Atenea, defensores de la Tierra –dijo Dubnoreix–, y son ustedes quienes interrumpen nuestra misión.

Lugsy, déjame acabar con éste, mira cómo me ha dejado –la gran hiena se había recuperado, aunque había perdido un ojo por el ataque de las agujas de Dubnoreix.

Eres un inútil, Procuta de Iaenn, no vengas ahora con tus lloriqueos. Junta a los soldados y lleva la gema a los príncipes –respondió Lugsy.

–¡Muéstrate! –exclamó Chin'gachgook–. No creas que vamos a resignar fácilmente la joya...

Un temblor y un ruido extraño, como un gorgoteo, surgió bajo la tierra. Quienquiera que fuese, ¡se reía!

Una pirámide de tierra emergió y comenzó a desmoronarse sobre sí misma, como un hormiguero que reventara por dentro. De la boca que se abrió, surgió el cuerpo gelatinoso de algo parecido a una babosa gigante.

–Caballeros de Atenea –dijo la babosa–, qué ingenuos son. –Sus ojos se fijaron en la mano de la mujer–: ¿Cómo se siente la caricia de mi ataque?

Al hablar escupía una especie de limo viscoso, y su aliento putrefacto pronto invadió el lugar.

Los caballeros estaban rodeados, y Dubnoreix temblaba por la bronca. Habían estado tan cerca de obtener la gema...

–¿Qué hacemos, caballeros? –la pregunta fue susurrada por Néfert-ary.

–Se dice que las serpientes pueden fascinar a sus presas; inmovilizarlas al menos por un instante –dijo Chin'gachgook.

–Los escorpiones también pueden –sonrió Dubnoreix–. Maten soldados.

Los invasores dieron un paso atrás por la sorpresa, cuando de repente los cosmos de los dos caballeros brillaron casi hasta cegarlos.

–¡Restriction!

–¡Serpens Fascinatio!

Cuando el enemigo intentó reaccionar, no pudo. Todas las criaturas estaban incapacitadas para moverse, fijos como estatuas en el lugar donde estaban.

Los cuatro caballeros aprovecharon la oportunidad para ponerse a cubierto, esta ventaja no duraría demasiado. Lanzaron a la carrera algunos ataques que acabaron con varios de los invasores.

Lugsy de Vërmi, invadido por la ira, dio un gran grito, y haciendo arder su cosmos, logró liberarse del poder que lo retenía.

–¡Atáquenlos!

Procuta de Iaenn y Karroj de Zigta se zafaron a su vez y aún con los sentidos algo embotados, corrieron a enfrentar a los caballeros.

Néfert-ary se adelantó fuera de la cobertura y, deslizando los brazos primero verticalmente y luego de manera horizontal, invocó su técnica:

–¡Suffocans Retis!

Una red de energía envolvió a ambos atacantes y comenzó a apretarlos, de manera que los dos cuerpos quedaron aprisionados frente a frente.

Mientras tanto, Dubnoreix apuntó a la babosa:

–¡Scarlet Needle!

Quince agujas salieron del dedo del caballero de oro. Las quince impactaron, pero, ante el asombro del joven, pasaron de lado a lado a su enemigo sin causarle daño.

–¡Serpens Cauda! –Chin'gachgook llegó por detrás y un latigazo de la cola de la serpiente también atravesó a Lugsy.

Éste se volvió velozmente y escupió un chorro de ácido viscoso, que alcanzó al caballero de bronce en una pierna, derribándolo.

–¡Las agujas lo atravesaron! –Dubnoreix necesitaba evaluar la situación–. Su cuerpo gelatinoso no sufre con nuestros ataques. ¡Tiene que haber una forma de vencerlo! –sentía que estaba perdiendo dominio de sí mismo–. Así no lograré nada. Debo calmarme y hacer arder el cosmos de mi corazón.

Miró a su alrededor: Chin'gachgook estaba caído, Néfert-ary, rodeada por varios soldados, sólo el caballero de Bomba Pneumática había quedado libre, luego de derribar un par de adversarios.

–Taharqa –llamó Escorpio–. ¿Serías capaz de retener un instante a ese monstruo?

Creo que sí... –respondió éste jadeando.

Y era tiempo, porque los dos ırkları que estaban atrapados en la red, se habían liberado, y el propio Lugsy se dirigía al ataque a gran velocidad

–¡Hurricane Pump!

Un torbellino de aire se levantó alrededor de Taharqa, y fue tomando velocidad hasta convertirse en un verdadero tornado. El caballero, con la ayuda de su cosmos, fue dirigiendo el ataque hasta alcanzar a la babosa.

–¿Qué? ¡Ningún ataque podrá dañarme! –el alienígena intentó contraatacar, pero sus escupitajos ácidos rebotaban en la pared de aire a alta velocidad. Estaba atrapado.

Mientras tanto, el ambiente alrededor de Dubnoreix había elevado su temperatura. El cosmos del caballero ardía al máximo, y sobre él se podía ver la imagen de un escorpión en llamas.

Chin'gachgook, recuperado, intentó detener a los otros dos enemigos, y lo logró con Procuta:

–¡Serpens Caput! –exclamó, volteando a la grotesca hiena de un puñetazo con carga eléctrica.

Aunque no pudo evitar ser golpeado por el ataque de ésta, y cayó también.

Eso fue lo que hizo que Karroj escapara, y con un rápido movimiento de las guadañas que tenía como patas delanteras, atravesara la espalda de Taharqa, ocupado con Lugsy.

–¡Serpens Cauda! –esta vez, el ataque látigo cortó en dos al insectoide alienígena.

Pero era tarde. Del pecho del caballero de bronce herido, emergía cubierta de sangre, la punta de la guadaña.

Taharqa tosió sangre y cayó, rodilla en tierra, aflojando el tornado que retenía a su enemigo.

–Caballero, ¡eleva tu cosmos! la Tierra que conocemos depende de nosotros... –dijo Dubnoreix, impotente, pero todavía concentrado.

Taharqa temblaba, sabía que era su última oportunidad.

–¡Enciéndete cosmos mío! –dijo con sus últimas fuerzas. La sangre burbujeaba en su herida al respirar.

Pronto, el lugar estuvo cubierto por la luz que despedía el cuerpo de Taharqa. La energía se sentía en el ambiente. Un viento poderoso emanaba del cosmos del joven.

Lugsy, que había visto esto sin abrir la boca, se intranquilizó. ¿Tanto poder tenía ese humano? Hacía unos momentos estaba casi derrotado...

–No les servirá de nada –espetó a los caballeros–. Pronto él estará muerto, y después ustedes lo acompañarán.

–Tú eres el muerto –dijo Dubnoreix.

¿Qué harás? ¿La misma técnica de recién? –rió Lugsy–. ¡Me atravesará otra vez sin daños! –desafió, aunque seguía atrapado por el tornado.

No, esta es distinta. Mi sangre hierve ahora. Me han dado el tiempo que necesitaba para concentrar la chispa de mi cosmos. ¡Scarlet Needle Katakaio̱!

Varias saetas de fuego penetraron el tornado e hicieron blanco en el grotesco ser.

–¡Has desperdiciado tu técnica, caballero! –rió nuevamente Lugsy, pero de pronto, el dolor y la sorpresa–: ¿Qué? ¡Mi cuerpo está ardiendo! ¡Las agujas no me atravesaron!

–Las agujas ardientes van a consumirte por dentro. Te quemarás y nada lo puede evitar ya.

–¡Malditos! ¡Malditos humanos! –Su cuerpo se llenó de ampollas que reventaban una tras otra–. ¡Su raza está condenada! ¡No podrán con nosotros! ¡No po...! –La frase quedó incompleta, explotó, esparciendo trozos gelatinosos por el cementerio.

Y allí, entre los cadáveres, cayó también Taharqa para no volver a levantarse.

Dubnoreix casi no podía tenerse en pie, había consumido casi todo su cosmos en esa última técnica. Pero todavía tenía un objetivo que cumplir. Miró desesperado a su alrededor, sin encontrar lo que buscaba.

–Es inútil –dijo detrás de él la voz de Néfert-ary–. Durante la pelea, Procuta ha huido con el rubí.

 

  :ss6:


CdZ A.D. 5000 - Más Allá del Cosmos - Capítulo XXXVI: SENESCALES


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Publicado 01 abril 2014 - 15:54

Un buen capítulo  , aunque lamentable que el ejercito de Athen tenga ya su primera baja u.u

 

En general el cap. fue bueno y el Santo de Bronce Taharqa de Bomba Pneumática , aunque murío pronto me parece que tuvo una muerte honorable aunque al final la misión fue un fracaso para su grupo , lo bueno fue que el Enemigo invasor también tuvo bajas ,así que al menos pese a que conservaron el rubí fue a un alto precio

 

 

Respecto al tema del Marino que ahora apoya a Athena creo que me gustaría que en algún momento Poseidón lograra apoyar un poco más en esta guerra pues al final aún siendo rivales él y Athena si la tierra se pierde ambos pierden , así que creo que es más importante salvar la tierra y ya después podrán pelear entre ellos :lol:

 

 

En fin de momento el Fic va por muy buen camino y espero que siga así 

 

Saludos


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#136 Kasei Sama

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Publicado 07 abril 2014 - 15:43

Muy buen capìtulo Marcus. Lamentable lo de Taharqa, muriò demasiado ràpido, pero con honores. En verdad era un valiente.

 

Este encuentro con los irklari, se pagò con un alto precio, ya que derrotaron a varios enemigos, pero perdieron un valioso aliado y la importantìsima gema. Azares de la guerra, como dicen.

 

Tambièn serà interesante saber que pasa con la mano de Nèfert-ary y con la pierna de Chin'gachgook, si el ataque de Lugsy deja consecuencias o no. (Se me ocurre una idea que es mas vieja que yo, jeje!)

Tambièn quiero ver como vuelves a introducir a los Senescales en esta historia. Creo que no hace falta corregirla para eso, basta con explicar que estaban en X lugar o haciendo X cosa en el momento de la toma de desiciones.

 

Siempre se le puede echar la culpa a Atenea por mandarlos a algùn lugar determinado. :devil:

 

Particularmente no encontrè errores ni fisuras en la historia, por lo que considero que vas por la buena senda. Saludos.

 

PD: Te dije en el chat que iba a leer esto el Sàbado, pero no pude hacerlo. Lo hice hoy. Lo ùnico que espero es que no cumplas con tu amenaza de castigo. :lol:


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Publicado 08 abril 2014 - 09:52

por cuestiones de tiempo hasta ahora pude leer el capitulo

-------------------------------------------------------

 

como siempre excelente, muy bien llevada la pelea 

 

esperando el proximo capitulo

 

 

:sonaro:



#138 Miguel de virgo

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Publicado 22 abril 2014 - 10:49

Maldito seas!!!! Me he enganchado y me he leído todos los capítulos del tirón >.>

Algunos momentos me han gustado tanto que no se puede describir con palabras, así que espero que sigas así. :D


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#139 ♋ Marcus ♋

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Publicado 09 mayo 2014 - 09:29

Y luego de tooodo un mes, un nuevo capítulo. Agradezco a los que leyeron y/o comentaron el capítulo que pasó. Como siempre, su aporte es importante.

Bienvenidos los nuevos lectores, aunque me maldigan por engancharlos, muajajajaa!!

Es cierto que Poseidón tiene que perder si no apoya a Athena contra los invasores, pero todavía no he decidido nada con respecto a él ni a ningún otro dios para esta historia.

Está bueno eso de echarle la culpa a Atenea por la desaparición de los Senescales en el otro capítulo. Es como Lucy Lawles en Los Simpson: "Siempre que encuentren incoherencias en el fic, un hechicero lo hizo".

Comentarios al capítulo XXIII: Esta es la parte Dragon Ballesca de la historia. Hace muchos años, antes incluso de empezar a desarrollar en mi cabeza el fic (influenciado, confieso, por la pobre película de Banderas, El Guerrero nº 13), tenía la idea de hacer que hombres de distintas razas y culturas se embarcaran en una búsqueda. Luego se me ocurrió que la búsqueda podía ser de joyas como si fueran las Dragon Ball... pero esa historia nunca vio la luz. Cuando empecé el fic, decidí agregar este "Quest", y es lo que les presento ahora (que en poco se parece a la idea original).

Pobre Taharqa... estaba destinado por tener esa constelación tan fea... Era cantado que me iba a deshacer de algo tan incómodo para desarrollar. Espero haber logrado el ambiente lúgubre y opresivo que pretendí darle al capítulo al menos al principio, ya que me parece que la pelea le da dinámica y velocidad a la acción, cosa que no quería.

Con respecto a la mano y pierna quemadas con la baba alien, podría desarrollar una subtrama de posesión, o de inyección de embriones, o alguna cosa al estilo Alien (el 8vo pasajero), pero por ahora escapa a los alcances de la historia. Así que digamos que... se están curando en la Isla Kanon...

Aclaraciones de este capítulo: Fue éste y no el anterior el 1er capítulo de acción que escribí. Mientras penaba por el capítulo 23, escribía el 24. La idea me pareció que iba a quedar muy bien y me dio la oportunidad de explorar la institución del oráculo. Vailima es samoano, significa "agua en la mano", Pisuhänd es estonio para "cola de fuego" y Tursynbek es kasajo para "larga vida". Sibylla es griego, y no encontré más significado que "adivina". Preferí dejar algunas palabritas "difíciles" para que las busquen si no las conocen, aunque pueden preguntar si siguen con dudas.

Agradezco a Leni, que hace casi 2 años leyó el capítulo (fue mi última beta-reader). Espero que lean, lo disfruten... y comenten!!!

 

Resumen: Siglo LI. Una raza extraña llega a la Tierra con planes de conquista. Alertado por la llegada del invasor, el Santuario se organiza para enfrentarlo. Taharqa de Bomba Pneumática muere durante la búsqueda del rubí.

 

Capítulo XXIV - Ilusiones

 

La verdad es siempre una ilusión.

Friedrich Josef Dürrenmatt

 

Ya no había columnas, ni tesoros, ni altares; sólo una pequeña entrada practicada entre las rocas señalaba el paso hacia el oscuro recinto. Las guerras habían tirado abajo la obra humana, pero la obra sagrada aún continuaba, oculta a los ojos de la gente común.

Conócete a ti mismo.

Ésta era la traducción de las palabras griegas que se habían leído hacía miles de años en el pronaos del templo dedicado a Apolo Pitio en Delfos. El dios de los oráculos invitaba a los peregrinos a examinar sus almas.

Aléxandros y tres caballeros más estaban a las puertas del antiguo lugar. Vestidos con sus armaduras, listos para hacer su pregunta al dios.

Un cosmos primitivo, llegado desde tiempos inmemoriales salió a su encuentro; los cuatro hombres sintieron un escalofrío que los inmovilizó en el lugar. Las palabras de bienvenida, aunque ya no estaban a la vista, seguían ejerciendo su influencia sobre los espíritus de los hombres.

–Entremos de una vez –dijo el caballero de oro reponiéndose, y tratando de que sus acompañantes se recobraran también.

Ingresaron poco a poco y con cautela. Era fundamental que pudieran obtener las respuestas del oráculo, no podían perder esta oportunidad.

Cuando ya habían descendido bastante por el subterráneo, el mismo cosmos primitivo y elusivo que habían sentido a la entrada se hizo presente. Les hablaba:

–Vuelve, regresa tus pasos caballero, no hay nada adelante, sólo desesperación –la voz los seguía, flotando a su alrededor–. No mereces saber si primero no te pruebas. El conocimiento sobre el futuro es poder, hay que ganárselo con sangre, ¿puedes pagar el precio? –La letanía insistía, intentando retrasarlos, ora muy suave, ora estallando en sus oídos–: Sacrificio, sacrificio, conócete a ti mismo...

–No la escuchen –dijo Vailima, caballero de Corona Boreal–, es una artimaña.

Se mantuvieron firmes en su resolución mientras avanzaban. El hercúleo Pisuhänd de Osa Menor movió un pilar de roca y descubrió un pasaje. Entonces, llegaron a la cámara de la sacerdotisa. Allí, sobre el trípode, se encontraba una mujer vestida con un peplo sencillo, blanco.

–Bienvenidos, caballeros –se escuchó.

–Es extraño, no siento ninguna presencia  –dijo el caballero de Liebre, Tursynbek.

–Yo tampoco –dijo Aléxandros–, vamos con cuidado y con calma.

–Soy Sibylla de Pithos –se volvió a oír la voz–, sacerdotisa del dios de los oráculos, Apolo, y pitonisa de Delfos. Si quieren consultar al dios, deben ofrecer un sacrificio de sangre.

–Tenemos preguntas que necesitan ser respondidas. Debes ayudarnos. La Tierra entera está en peligro, incluso tú, Sibylla –dijo Aléxandros.

–No hay excusas para no pagar. Deben ser probados, ¡me entregarán su alma! –exclamó la pitia y sus ojos brillaron.

–¡Una ilusión! –gritó Géminis, saltando hacia atrás.

Pero fue tarde. De repente, el piso desapareció y los cuatro cayeron al vacío bajo sus pies. No tardaron en llegar al suelo, con un gran estrépito.

–Maldita... cómo duele... –dijo Pisuhänd.

–¡Silencio! –cortó Tursynbek–: Escuchen.

Desde la única salida que tenía el recinto donde estaban, llegaba el sonido apagado de un martilleo.

–Bueno, ya veremos qué es –dijo Vailima–. Parece que hacia allá vamos.

Avanzaron por una serie de corredores, adentrándose cada vez más en los subsuelos del lugar. El martilleo se hacía más poderoso cada vez.

Finalmente, descubrieron el origen de los golpes: arribaron a un portal donde, como las antiguas symplēgades, dos colosales rocas chocaban rítmicamente entre sí, interrumpiendo el paso.

Otra vez, la voz que los había acompañado al ingreso se dejó oír:

–¿Confías en tu fortaleza? ¿Eres capaz de hacer el sacrificio que se te exige?

Las colisiones no dejaban tiempo para que los caballeros atravesaran. Estaban atrapados allí.

–No podemos detenernos –dijo Osa Menor–, amigos, nos vemos del otro lado –y se lanzó hacia adelante.

El golpe fue terrible. El caballero quedó aplastado entre las dos piedras. Por un momento nada pasó, las rocas no volvían a separarse. Aún se podía ver el cuerpo aprisionado.

–¡Pisuhänd! –exclamaron sus compañeros.

–Tranquilos –les llegó la voz del caballero–, no es tan fácil acabar conmigo –y gritó–: ¿Querías probarme? ¿Querías que reconociera mi fuerza? ¡Pues esta es!

El cosmos del caballero de bronce se encendió brillante, e increíblemente, las rocas comenzaron a retroceder. Lentamente, las manos de Pisuhänd empujaban, despejando la entrada.

–¡Rápido, no sé cuánto podré contenerlas! ¡Adelante!

Los tres hombres pasaron corriendo bajo sus brazos extendidos. Aléxandros se volvió y le dijo:

–Ven, debemos continuar.

–Enseguida voy... –respondió. Los miembros le temblaban–. ¡Yo sé quién soy! –volvió a gritar. Su cosmos continuaba ardiendo, pero aún no podía moverse–. Soy... caballero de Atenea. –El oráculo se estaba cobrando su sacrificio–. Es... demasiada presión... –dijo por fin, y aflojando la fuerza de sus brazos, sucumbió.

Las symplēgades se cerraron, dejando sin reacción a los que pudieron atravesarlas. Un compañero había caído.

–Adelante, caballeros, no desperdiciemos su sacrificio –dijo Aléxandros reanimando a sus hombres–, todavía no hemos cumplido la misión.

Continuaron corriendo en silencio por el interminable corredor. Pronto dejaron de escuchar el eco de sus pasos, en cambio, lo que se oía era un chapoteo. Sin que se dieran cuenta, el lugar se estaba inundando.

–Conócete a ti mismo, demuestra tus convicciones –otra vez la voz–, sacrifícate.

–¡Maldición! –dijo Tursynbek–. ¿Nunca se va a callar?

Cuando ya el agua les llegaba a las rodillas, llegaron a una habitación sin salida.

–Esto no puede ser todo –dijo Aléxandros.

–No lo es –replicó Vailima–, miren arriba.

Muy alto, en el centro del techo abovedado, se veía una especie de claraboya. Debían alcanzarla para poder seguir.

De pronto, desde varios puntos en las paredes, brotaron potentes chorros de agua que aceleraron la inundación.

–Nos ahogaremos antes de alcanzar la salida –protestó Tursynbek con el agua al pecho.

–Eso no sucederá –dijo Vailima–, pónganse a cubierto. –Y agregó–: Abríguense.

Géminis y Liebre se cubrieron con sus capas y se retiraron todo lo posible, protegidos por una saliente rocosa. Vailima se dirigió al medio de la estancia, ya con el agua al cuello. Los caballeros vieron estallar su cosmos y escucharon sus palabras:

–Atenea, amigos, éste es mi cosmos congelante, esto es lo que yo soy. Esta es mi vida. ¡Blue Ice Vortex!

El agua pareció retirarse. Lo que sucedía era que se concentraba en un gran torbellino que llegaba hasta el techo, justo bajo la abertura. Entonces la temperatura cayó abruptamente y, al instante, la columna de agua se congeló.

Momentos después, no se oyó más que el crepitar del hielo, que se levantaba como un obelisco hacia la salida. No les costó mucho a sus compañeros saber que en el centro se hallaba el cuerpo congelado del caballero de Corona Boreal.

–Gracias –Alexándros tocó la columna y comenzó a escalarla.

Tursynbek lo siguió hasta la claraboya. Una vez arriba, otra vez encontraron un largo corredor.

–¡Parece que jugaran con nosotros! –exclamó el caballero de Géminis, dando una patada en el suelo por la impotencia.

–Pues no les daremos el gusto, Aléxandros.

Ambos continuaron el avance, preguntándose cuál sería la próxima prueba que el oráculo les tenía reservada. Un sudor frío les corrió por la espalda cuando nuevamente escucharon la voz:

–Todavía no acaba el camino, no oíste las advertencias. ¿Cuánto vale tu sangre? ¡Paga el precio si quieres respuestas!

Habían llegado a una habitación donde solo se veía una vasija vacía. Esta vez no había puerta ni claraboyas para salir.

El caballero de Liebre se adelantó. Esta vez, era su turno de demostrar que sabía cuál era su deber.

–No hay mejor sacrificio que el de uno mismo –dijo, mientras su cosmos iluminaba todos los rincones–. Mi vida pertenece a la diosa y a la Tierra. Sé lo que debo hacer.

Tursynbek se abrió las venas a la altura de las muñecas y comenzó a llenar la vasija con su sangre.

–Prométeme que completarás la misión –le dijo a Aléxandros después de unos minutos, ya pálido por la sangría–. A pesar de todo el cansancio y las derrotas, debes seguir y obtener lo que vinimos a buscar.

La sangre ya llenaba el recipiente hasta el borde, cuando un mecanismo secreto se activó y abrió una pequeña puerta lateral.

–Es tu camino –dijo por último Tursynbek, y cayó, totalmente desangrado.

Aléxandros tomó la salida, esperando que fuera el último túnel. El corazón le saltó en el pecho cuando al final del pasillo vio el ádyton, el lugar restringido, al que sólo tenía acceso la sacerdotisa.

–¿Crees que puedes entrar al lugar sagrado? Arrástrate suplicante. Cuando encuentres tu verdad, las otras te serán reveladas. Antes no. –Otra vez se hizo presente la voz oracular, horadando en el espíritu del caballero.

–Protégeme, armadura de Géminis, arde al máximo, cosmos mío –se encomendó Aléxandros.

Había perdido a sus compañeros, estaba agotado física y mentalmente, y todavía se encontraba fuera del alcance de su objetivo.

Un fragmento rocoso se desprendió del techo y lo golpeó en el hombro.

–Paga el precio... Conócete a ti mismo...

Varios trozos más se desprendieron. Uno logró acertarle de lleno, tirándolo al suelo. Otros, comenzaron a aplastarlo.

–Aún alcanzo a ver la meta –se dijo a sí mismo–. Tan cercana y tan lejana... No debo desesperar, ¡todavía no me has vencido!

El aura de su cosmos inundó el pasaje, y mientras a su alrededor caía una verdadera lluvia de piedras, logró incorporarse. La energía que desprendía su cuerpo era tal, que algunas de las rocas que golpearon su armadura, se pulverizaron.

–¿Qué quieres de mí? Yo soy Aléxandros Didymos, caballero de oro de Géminis. Lucho por la paz y para proteger al planeta. ¡Y voy a pasar por este lugar! –exclamó, levantando las manos sobre su cabeza–. ¡Galaxian Explosion!

Hubo un gran fogonazo, y una potentísima explosión hizo vibrar todos los subterráneos. El techo del túnel se derrumbó por completo sobre él.

Y después: silencio.

 

***

 

Sibylla se hallaba sentada en el trípode que usaba para dar los oráculos, meditando acerca de la visita que había tenido. Cerca de ella, estaba el manantial de donde procedía el pneuma profético, lleno del cosmos del dios Apolo.

–Guerreros atenienses... –pensaba–, débiles. No han logrado atravesar por las ilusiones del templo. ¿Así pretenden defendernos a todos? –Su mirada recorrió el ádyton y se detuvo, preocupada, en un punto–: ¿Qué? –se sobresaltó–. ¡Malditos!

Aquello que hacía de Delfos el lugar más sagrado de Grecia, el ónfalos, había desaparecido. Una simple semiesfera de piedra tallada, que habían dejado allí las águilas de Zeus.

–¡Sibylla! No eres capaz de cuidar mis pertenencias, ¿y te ríes de los caballeros?

–¡Apolo! –La sacerdotisa cayó al suelo temblorosa–. Soy tu sierva, ¿qué exiges de mí?

–Tú también debes pagar. Se lo exiges a todos, pero, ¿tienes lo que se necesita?

Los efluvios del pneuma aumentaron, inundando la habitación. El aire se volvió espeso y la mujer comenzó a toser y a asfixiarse.

–Perdóname, mi vida está consagrada a ti desde que nací...

En medio del vaho que invadía el ádyton, podía verse la silueta de un hombre y el resplandor de su cosmos. Se acercó a la sofocada pitia, que atinó a aferrarse a sus rodillas.

–Apolo... sálvame... –dijo Sibylla.

–No necesitas ser salvada –fue la respuesta.

De repente, el aire volvió a ser respirable y desapareció la niebla en el recinto. El ónfalos estaba en su lugar y el pneuma fluía suavemente.

Sibylla levantó la vista para mirar al hombre cuyas rodillas abrazaba y lanzó un pequeño grito:

–¡Géminis!

Allí frente a ella, sin su armadura, se encontraba el caballero. Su poderoso cosmos se elevaba resplandeciente.

–Yo también soy un maestro en ilusiones, Sibylla –dijo el joven en tono oscuro–. Todavía me debes las respuestas.

 

***

 

Aléxandros abrió los ojos y vio a su lado a los caballeros Pisuhänd, Tursynbek y Vailima. Los revisó: estaban dormidos nada más. Sonrió para sus adentros y fue despertándolos uno por uno. Había que regresar al Santuario.

 

 :ss6:


CdZ A.D. 5000 - Más Allá del Cosmos - Capítulo XXXVI: SENESCALES


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Publicado 09 mayo 2014 - 11:46

Un buen capítulo aunque me parecio algo breve ^_^

 

En fin a esperar el siguiente

 

Saludos


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