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-* El Legado de Atena *- (FINALIZADO)


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373 respuestas a este tema

#281 Patriarca 8

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Publicado 28 mayo 2016 - 21:41

41:

 

 

-me pregunto si el bicho se salvara o si la amazona interpreto bien la habilidad de la armadura

 

-fue interesante la historia relatada por Alexer

 

-los pilares indestructibles al final siempre terminan siendo destruidos XD

 

-Bud es bastante orgulloso pero es comprensible su actitud


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#282 Patriarca 8

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Publicado 08 junio 2016 - 22:32

42:

 

 

-menos mal que Terario si tiene el cero absoluto......no como Kamil de acuario XD

 

-Hécate parece una villana poderosa o por lo menos astuta.

 

-lastima que se destruyo  la armadura de copa

 

-ese gigante tiene una resistencia tremenda

 

-esta guerra forma extrañas alianzas

 

-cada vez mas se revelan detalles de la vida de Sugita 

 

-asi que el villano principal es Avanish, primer Shaman King de la antigüedad

 

-buen capitulo


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#283 Patriarca 8

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Publicado 15 junio 2016 - 22:11

http://saintseiyafor...e-atena/page-10

 

 

43:

 

 

-Al parecer Sugita sera importante para la trama del fic

 

 

-el duelo de las guerreras  fue intereasante ,me pregunto si la marina perdió

la memoria o simplmente decidio cambiar de bando

 

-me agrado la aparicion del dorado de cancer

 

-


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#284 Patriarca 8

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Publicado 20 junio 2016 - 15:51

44:

 

 

-fue interesante saber sobre el pasado de ambas chicas XD

 

-ambas son bastante testarudas

 

-para mi que Caribdis siente algo mas que lealtad por Don pose

 

-al parecer Sugita tiene un gran poder oculto

 

 

-El Patrono de la Stella de Fortis me recuerda  a Fafner de Nidhogg de alma de gordo

 

 

-asi que ell espíritu de la vida reside en el dorado de capricornio

 

 


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#285 Patriarca 8

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Publicado 27 junio 2016 - 15:06

45:

 

 

-el santo de aries se desprecia a si mismo,eso fue un poco extraño

 

-me agrado la historia de Atlas

 

-creo que empiezo a comprender el plan de Athena para ganar la guerras sagradas XD

 

-fue un duelo  espectacular


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#286 Patriarca 8

Patriarca 8

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Publicado 09 julio 2016 - 09:00

46:

 

-creo que sorrento quedo traumado con el ataque de shun XD

 

-buen combate entre Terario de Acuario y Nergal, Patrono del zohar de Brontes

 

-Fue triste el sacrificio de aries

 

 

 

 


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#287 Seph_girl

Seph_girl

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Publicado 18 julio 2016 - 15:16

:unsure: .................................................

Dx

Perdónenme pero hago lo que puedo, de veras, pero aquí estoy después de algunos meses trayéndoles un cap más de la historia que pacientemente esperan y le tienen fe, muchas gracias.

Como prometido es deuda se los dejo aquí y próximamente ahora sí contestaré reviews, se los debo :D  ^_^

Muy amables todos y un gran abrazo.

Este capitulo está lleno de acción, loca acción... pero juzguen ustedes mismos, les espera una sorpresa (creo) XD  :lol:

 

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Capítulo 55

El día más oscuro, Parte II

 

En algún lugar de Egipto.

 

Sennefer emergió de la fuente de oscuridad que contaminaba al mundo con una maldición.

En él, las placas diamantadas del zohar de Estéropes brillaron con la poca luz natural que entraba a su fortaleza subterránea, una mastaba antigua que por muchos siglos fue su prisión.

Llegas tarde de nuevo, Apóstol Sagrado de Horus —se mofó de quien más percibía odio a su persona—. Y vuelves a presentarte ante mí revestido con una inocente y lastimera esperanza.

— ¡Esta vez será diferente! —se adelantó Kaia, Apóstol Sagrada de Isis—. No tienes nada con qué amedrentarnos. Te haremos pagar lo que les hiciste a nuestros compañeros y a nuestros reyes.

Elogio su valentía, pero con la Corona Oscura de Sokaris en el cielo temo que su lucha sólo les brindará efímeros momentos de vida… los suficientes para poner a prueba mis mejoradas habilidades. —Sennefer sujetó con fuerza el Cetro de Anubis.

— ¡¿Qué es lo que has hecho aquí Sennefer?! —decidió cuestionar el santo de Cáncer, inquieto por lo que veía y sentía en el lugar.

Te recuerdo, santo de Cáncer. Al fin nos conocemos en persona —dijo el Patrono con hilaridad—. Es un gusto para mí que llegaras a mi humilde morada… La verdad es que eres el segundo mortal que más ha estado cerca de derrotarme, por lo que será un honor para mí hacerte frente.

— Puedes apostar que esta vez no fracasaré. Aunque tenga que arrastrarte conmigo al otro mundo cumpliré con mi encomienda —respondió Kenai.

— En esta ocasión no escaparás— secundó Assiut de Horus—. Acabaremos con la maldición que has esparcido por el mundo.

Me complace decirles que esto que ha iniciado es irreversible —Sennefer aseguró con malignidad.

La Corona Oscura de Sokaris es un medio por el cual abrimos una brecha a este mundo del que se nos expulsó hace milenios —dijo Ehrimanes, deteniendo a voluntad el flujo de sangre que salía de su cuerpo al haber perdido la mitad de sus brazos—. Tú conoces esa historia, ¿no es así Clyde?

El dios guerrero no asintió, sólo le dedicó una mirada gélida al demonio.

Hemos sido pocos los que logramos superar todas las barreras hostiles que nos impedían el llegar y permanecer aquí, y encontramos la forma de traer al resto de nuestros hermanos a “casa” para disfrutar de los nuevos placeres que hemos descubierto. Por supuesto que se necesitaba pagar un precio: ¡vidas humanas!

— Las desapariciones —escapó de los labios de Calíope de Tauro el pensamiento que llegó a ella—… como la isla Andrómeda.

Demasiado tarde para darse cuenta ¿cierto?—la criatura sonrió maliciosa—. Porque mientras todos ustedes se escondían en sus refugios y temían de los Patronos, nosotros tomamos algunos cientos que fueron sacrificados justo en este lugar. —Ehrimanes señaló la fosa con su barbilla.

— ¡Malditos monstruos! —clamó la amazona de oro.

Y habríamos requerido más, pero en este tiempo no existen humanos suficientes en el planeta para llevar a cabo el ritual y al mismo tiempo satisfacer a nuestros congéneres —Ehrimanes prosiguió—. Gracias al santo de Capricornio pudimos prescindir de ellos y dejar que el resto de los seres humanos que quedan aquí sean meros recipientes para la familia.

— ¡¿Qué estás diciendo?! —cuestionó Kenai de Cáncer, alarmado.

— Es… verdad —alcanzó a decir la asgardiana Freya, quien luchaba por mantenerse consiente en los brazos de Clyde—. Sugita fue… arrojado a ese pozo…

— No puede ser… —Calíope de Tauro se lamentó unos segundos—. Pero cómo… él estaba a salvo en el Santuario…

— Ahora lo entiendo —musitó el santo de Cáncer, cuyo semblante cambió paulatinamente de sorpresa a furia pura—. Esa es la razón por la que la maldición posee tal fuerza —se dijo.

— ¿De qué estás hablando? —deseó saber Assiut.

— Eso ya no importa —respondió Kenai—, lo único que nos queda por hacer es detener a este par de monstruos y cerrar el portal.

— Se dice fácil —añadió Clyde en voz baja.

Todos ustedes vinieron aquí buscando satisfacer sus deseos de venganza, oculta bajo los cánticos de justicia que son típicos de su especie —Sennefer intervino—. Es hora de que dejen de ocultar sus verdaderos seres, lo último que experimentarán en sus vida será ese despertar. Después serán premiados por las tinieblas.

 

El ka de Sennefer brilló a su alrededor. La columna de oscuridad reaccionó a su energía y expulsó un torbellino de poder que golpeó a todos los presentes.

Clyde sujetó a Freya contra su pecho, evitándole cualquier otro daño, mas para cuando el vendaval aplacó su intensidad debió moverse con agilidad antes de que Ehrimanes lo pateara.

La criatura lo persiguió por el lugar, adentrándose más a la mastaba hasta perderse de vista para el resto de los guerreros. Tras un último ataque fallido, Ehrimanes permaneció de cuclillas en medio del cráter que dejó su caída, mirando con desafío al dios guerrero de Megrez.

Hay algo que ha cambiado en ti, Clyde. Y no hablo sólo de que pareces estar dispuesto a destruirme sin importarte ya mi recipiente, tus movimientos dejaron de ser los de un vejestorio resignado a morir —enfatizó al mover los muñones en sus brazos.

— Ja, en este tiempo no eres el único que ha hecho nuevos amigos Ehrimanes, fue uno de ellos quien reparó el cuerpo que tanto me empeñé en atrofiar para ti— Clyde explicó, realizando unos rápidos trazos en el suelo con la punta de su espada llameante—. Y ahora, utilizaré el poder que recuperé para hacerte pagar todo lo que me has hecho a mí y a Aifor.

Ehrimanes se rió antes de enderezarse. Su cosmos pútrido y oscuro lo envolvió, centrándose en los muñones cercenados.

Ahora que mi poder ha aumentado, ningún trato podrá salvarte de mí —aseguró, siendo tras un esfuerzo de sus músculos por el que nuevos brazos crecieron en su cuerpo. Suplantando los miembros perdidos, su brazo derecho parecía estar hecho de magma y roca fundida, envuelto por llamas tan intensas como las de la espada de Megrez; su brazo izquierdo cambió a una despiadada garra de fragmentos de hielo que desprendía  vapor glaciar.

El dios guerrero de Delta dejó a Freya sobre los símbolos que dibujó en el suelo, esperanzado en que aquello la sanaría o cuando menos la mantendría protegida hasta que lograra su objetivo. Lo único que tenía que hacer era alejar al enemigo de ella y esperar que los dioses la protegieran.

Como si hubiera podido leer su pensamiento, Ehrimanes miró a la convaleciente Freya con un deje de maldad, buscando provocar al dios guerrero y teniendo éxito, pues Clyde arremetió en su contra de inmediato.

 

Kenai de Cáncer, Calíope de Tauro, Assiut de Horus y Kaia de Isis se repusieron rápidamente de la ventisca, siendo Assiut quien se adelantara para contraatacar. El ka del Apóstol Sagrado de Horus brilló como el sol dentro de la cámara subterránea pero ni así las densas sombras se dispersaron por un instante.

Los haces de luz fueron contra el Patrono quien sólo extendió la mano derecha, y ante su palma el ataque se congeló tal cual si el tiempo hubiera sido detenido. Sin embargo estos sólo se desvanecieron cual velas encendidas que recibieron un soplido de aire.

La Apóstol Sagrada de Isis atacó por el flanco izquierdo. — ¡Lagrimas de Isis!

Siendo acompañada por Calíope de Tauro que arremetió por el flanco derecho— ¡Gran cuerno!

Centenares de explosiones ocurrieron alrededor del Patrono sin que ninguna llegara a impactar sobre su armadura.

Se escuchó un sonido metálico cuando Assiut desenfundó las espadas de Horus para atacar, adentrándose en la humareda  y lanzando un corte preciso sobre la cabeza del inmortal.

El choque de metal contra metal retumbó por la mastaba, siendo instantes después que el Apóstol Sagrado de Horus salió despedido de la nube terrosa al ser repelido por una fuerza que contrarrestó su mandoble.

Assiut cayó de pie, manteniendo los sables en alto al sentirse perseguido por el enemigo, pero ante él sólo se descubría poco a poco la imagen de Sennefer y la de otro individuo que causó desconcierto en los presentes.

Para Assiut fue como verse ante un espejo, pues ese hombre vestía una armadura idéntica al alba sagrada de Horus y sujetaba con firmeza una réplica exacta de los sables que él mismo sostenía. Aquel guerrero fue quien sin dudas se interpuso en su camino.

— ¿Qué significa esto? —Assiut indagó, preocupado y a la vez furioso—. ¡¿Qué nueva treta tuya es esta, Sennefer?! ¡¿Hasta cuándo continuarás ocultándote detrás de tus marionetas?! ¡Hacer una copia mía no va a salvarte! —El Apóstol alistó sus sables para atacar.

¿Una réplica? Eso sería una bajeza imperdonable —respondió al agravio con tranquilidad.

Sin recibir ninguna clase de orden, el recién aparecido se lanzó a gran velocidad sobre Assiut, obligándolo a un intercambio de espadazos en el que el resto no encontraba manera de interferir.

¿Por qué crear una imitación cuando puedo invocar a un auténtico guerrero? —el Patrono dijo, burlesco.

Y como si tales palabras hubieran retirado un nubarrón que ocultaba el rostro del misterioso hombre, Assiut quedó perplejo al descubrir que no era un doble a quien combatía, sino a un individuo al que no esperó ver nunca más.

— …No… puede ser… —musitó con total desconcierto. Assiut logró contener los sables de su enemigo cruzando los suyos, resintiendo la fuerza de su oponente que lo llevó a pegar una rodilla al suelo.

No sólo sus ojos temblaban al ver al hombre sobre él, todo su cuerpo se estremeció y por un instante sus brazos perdieron firmeza, siendo un momento aprovechado por el enemigo para desarmarlo con su sable izquierdo y arremeter contra su cuerpo con el derecho.

 

Kaia de Isis interpuso uno de sus brazos para detener el avance de la espada que hubiera decapitado a su hermano de batalla. El brazal de su alba resistió lo suficiente como para no perder su extremidad, mas la lesión fue grave y la sangre brincó de manera escandalosa sobre Assiut, quien continuaba perplejo.

— ¡Reacciona de una vez! ¡¿Qué es lo que pasa contigo?! —ella le pidió, aguantando el dolor.

La Apóstol de Isis lanzó golpes contra el adversario, quien se resistió a retroceder. Kaia no tuvo más remedio que crear distancia con un par de patadas con las que logró empujarlo hacia atrás. El guerrero de Sennefer desplegó su ka a través de sus sables, creando ráfagas cortantes contra ambos Apóstoles.

Kaia inmediatamente se lanzó sobre Assiut para apartarlo del peligro, rodando ambos por el suelo.

En cuanto el guerrero de Sennefer se impulsó hacia ellos, la amazona de Tauro apareció por un costado, propinándole un derechazo que frenó la persecución. El guerrero cayó pesadamente al suelo, alzándose de forma inmediata e interponiendo sus armas como escudos. Calíope de Tauro permaneció de pie entre él y los Apóstoles al saberlos blancos fáciles.

 

Kaia fue la primera en levantarse, desconcertada por la repentina ineptitud de su compañero. No era propio de él cometer tales descuidos.

Lentamente el Apóstol de Horus comenzó a ponerse de pie, todo su cuerpo temblaba, pero ya no por desconcierto, sino por el coraje que sentía al ser consciente de la profanación a sus recuerdos.

Ante la situación, Kaia decidió hablarle con discreción—: Assiut, si no te crees capaz…

— Es mi padre —el Apóstol confesó en voz alta, siendo sólo Kaia quien comprendiera el verdadero malestar de Assiut—… Harakhty, antiguo Apóstol Sagrado de Horus.

— ¡¿Tu padre?! —repitió ella, mirando con sorpresa al que podría ser un doble del Apóstol de Horus, mas al prestar completa atención en él descubrió que bajo esa armadura se encontraba un hombre con rasgos diferentes y de mayor edad—. Eso es…

— ¿Imposible? ¡Lo sé! —vociferó el Apóstol, mirando con profundo odio al Patrono, quien permanecía inamovible en la distancia—. ¡¿Cómo?! ¡Dime cómo lo hiciste! —exigió, sabiendo en el alma que aquello no era una simple manifestación, ni siquiera una ilusión—. ¡Tú destruiste su cuerpo…! ¡Hiciste que lo devoraran! ¡¿Cómo es que pudiste traerlo de vuelta?!

Deberías mostrar gratitud, Apóstol Sagrado de Horus. No deseo que los estigmas bajo los que nacimos nos condenen a repetir la calamidad del pasado. Yo que represento a Seth asesiné y despedacé al padre de Horus, siendo esto lo que dio nacimiento al guerrero que estaba destinado a destruirlo —explicó, sarcástico—. Así que helo aquí, lo regreso a tu vida esperando que te sientas complacido.

— ¡Eres un infeliz al que jamás perdonaré! —clamó el Apóstol, casi fuera de sí.

No he exaltado mis dones en vano. Ya he dicho que mis poderes se han incrementado en más de una forma —Sennefer respondió—. Y con el Cetro de Anubis unido a mí he superado los límites que cualquier mortal tiene hacia el mundo de los muertos. No necesito de ningún cadáver para regresarle a un alma la vida, ni tampoco permiso del más allá para hacerlo —rió con hilaridad—. Dicen que sólo los dioses tienen la habilidad de regresar a un mortal enteramente a la vida, y ante ustedes el milagro ocurre, ¿acaso eso me hace el nuevo dios de la muerte? —preguntó, mirando con presunción a sus enemigos.

Kenai de Cáncer había estado analizando la situación con todos sus sentidos, corroborando con indignación las palabras del Patrono de Estéropes. Aquella “resurrección” no era común entre los shamanes de la antigüedad, quienes utilizaban los restos del difunto para unir su alma y que éste pudiera volver a andar por el mundo de los mortales… de alguna manera el Cetro de Anubis había ganado la capacidad de revivir a alguien con la misma eficacia que lo haría una divinidad.

— Sabes bien que no lo eres, ni lo serás. La misma muerte aguarda tu visita Sennefer, y esta vez me aseguraré de que en verdad acudas a ella— dijo el santo de Cáncer.

¿Hablas de esa insignificante e inexperta entidad que colocaron en el trono del Duat? —el Patrono se mofó—. Mientras el Cetro de Anubis esté bajo mi poder, eso no puede tocarme… Pero no temas, prometo que una vez que este reino sea enteramente nuestro iré a verle, pero sólo para removerlo del trono que injustamente le fue dado.

— Si fueras tan poderoso como presumes no tendrías que depender de otros para que luchen tus batallas —alegó la amazona de Tauro.

¿Acaso los dioses no preparan guerreros para conquistar a sus enemigos? —Sennefer cuestionó soberbio—.  En todo caso, desde la antigüedad los guerreros se fortalecen de cada batalla victoriosa, de cada enemigo derrotado; el fuerte se alimenta del débil y existieron quienes creían que devorando a sus enemigos se adueñaban de sus espíritus y aptitudes —sonrió con malicia—. Es algo que yo mismo he practicado desde que me convertí en Apóstol, y que como shaman tú deberías entender, santo de Cáncer —miró al susodicho—. Cada enemigo derrotado es un alma que puedes reclamar para servirte. La vida de ese hombre estaba consagrada a proteger mi lugar de descanso, por ello pensé en atribuirle su dedicación conservando su alma a mi servicio, ese sería el mejor de los agradecimientos, y reunirlo con su primogénito mi mayor regalo.

 

Assiut, Kaia y Calíope tomaron ese instante de distracción de Sennefer para movilizarse. La amazona de Tauro desplegó su técnica hacia Harakhty, quien contuvo el cosmos liberado con el filo de sus espadas. Esto impidió que pudiera perseguir a los Apóstoles que se arrojaron sobre Sennefer.

El ka de los Apóstoles brilló con fuerza, preparando sus volátiles técnicas, mas antes de poder ejecutar cualquiera de ellas fueron golpeados por algo que frenó su avance de manera súbita y los tumbó al suelo, tal cual hubieran chocado contra un muro invisible.

Kenai  vio la estela rojiza que pasó a través de los Apóstoles, por lo que esquivó los proyectiles rojos que se precipitaron sobre él, siendo sólo uno de ellos el que impactó en su brazo derecho. El santo miró sorprendido un diminuto agujero en su brazal del cual se propagó un intensó dolor.

De nueva cuenta, entre Sennefer y sus enemigos apareció una figura que pretendía defender a su amo.

Kenai abrió los ojos con gran sorpresa, quedando inmóvil ante el hombre que reconoció fácilmente.

 

El ka de Harakhty de Horus neutralizó el feroz ataque de la amazona, quedando frente a frente. Una vez que los residuos cósmicos permitieran algo más de visión, Calíope distinguió a un nuevo oponente en el campo de batalla, fue un mero instante en el que se sintió frustrada pensando en los percances que esto traería, pero se quedó corta de aliento cuando pudo reconocerlo…

Allá, al mirar por encima del hombro de Harakhty de Horus, distinguió una capa carmesí ondeando sobre una armadura dorada… Allí estaba alguien a quien no esperó volver a ver tan pronto en su vida.

— ¿Souva?... —musitó incrédula.

 

/ - / - / -

 

Grecia, Santuario de Atena

 

Seiya de Pegaso abrió los ojos muy lentamente, observando el lugar con evidente desconcierto. Pestañeó un par de veces antes de incorporarse del suelo.

Pero… ¿cómo llegué aquí?— se preguntó, tocándose la frente en un intento desesperado por repasar sus últimos recuerdos.

¡Shiryu! Yo… lo escuché llamarme y por eso yo… maldición, ¿por qué?… ¿Acaso volví a desmayarme?— pensó frustrado, buscando la salida de aquel lugar que tardó en reconocer. Estaba en el interior de la bodega de alimentos—. ¿Cómo llegue aquí? Iba hacia el Templo Principal cuando… ¡No puedo recordar!

Por el sol que entraba por las altas ventanillas de madera, supuso que había pasado toda la noche allí, ¿pero por qué? Tenía que salir y aclarar su mente.

Abrió la puerta y cruzó el umbral, encandilándose unos instantes por el sol de la mañana. Seiya de Pegaso avanzó, buscando a cualquiera que pudiera responderle un par de preguntas y esclarecer el tiempo que había permanecido en ese lugar.

Escuchó cierto alboroto en la lejanía, por lo que se dirigió hacia allá al sentirse intrigado. En el camino se topó con cinco soldados uniformados que rodeaban a un sexto que se encontraba tirado en el suelo e intentaba levantarse de forma lastimera.

Antes de que él pudiera alzar la voz y exigir explicaciones, fue detectado por todos ellos.  Sus miradas obligaron al santo de Pegaso a detenerse, pues en sus ojos negros y pupilas blancas encontró un peligro desconocido.

¿Qué significa esa mirada? —se preguntó antes de siquiera hablar.

Los seis soldados sonrieron  ampliamente, lanzando un grito de guerra que simuló más a los bramidos de una jauría de animales salvajes que las voces de soldados adiestrados.

Seiya se impresionó cuando ya dos de ellos estaban a su espalda bloqueándole el camino — ¡¿Pero qué?! ¡¿Cómo pueden moverse tan rápido?! —pensó antes de esquivar las patadas de los otros cuatro que saltaron sobre él.

Los golpes fallidos hundieron el suelo y lanzaron piedras trituradas por todas partes. Seiya conocía la velocidad de los soldados de bajo rango, por lo que sabía que esta nueva demostración de destreza era insólita y no propia de ellos.

— ¡¿Cuál es el significado de esto?! ¡Deténganse de una vez, ¿acaso han perdido la razón?! —les cuestionó con severidad.

En respuesta, los soldados volvieron a atacar como manada, esta vez expulsando una cosmoenergía maligna que ennegreció sus cuerpos como si se encontraran en medio de la noche.

Esta vez, el santo de Pegaso  aguardó el momento justo para esquivarlos y al mismo tiempo golpear sus nucas en un intento por no herirlos de gravedad. Los seis soldados cayeron al suelo pesadamente, mas se incorporaron al siguiente instante.

No entiendo qué les ha pasado, con esa fuerza debió bastar para dejarlos inconscientes y sin embargo se recuperaron de inmediato —meditó Seiya con desconcierto—. El cosmos que expelen sus cuerpos es difícil de ignorar, ¡¿qué es lo que ha pasado aquí?!

El número de ellos no importaba, ni el incremento de su velocidad, fuerza y resistencia, enfrentar al santo de Pegaso era una sentencia a la derrota y eso en el Santuario todos lo sabían, mas las bestias que ahora poseían esos cuerpos apenas iban a comprenderlo.

Cuando fueron alcanzados por los meteoros del santo de Pegaso, su fuerza los dejó inmóviles y fuera de combate. Aunque las heridas abiertas de cada uno parecían fatales, la verdad es que aún vivían, pues esa fue la intención de Seiya.

 

La pequeña confrontación despertó sus sentidos finalmente, pudiendo percatarse de cómo otros cosmos colisionaban entre sí en diferentes partes del Santuario.

Se alarmó, creyendo que los Patronos estaban atacándolos, por lo que a toda velocidad se desplazó por los campos áridos hacia las Doce Casas.

 

/ - / - / -

 

Egipto

 

— No es posible… ¡Souva!

La impresión logró que la amazona olvidara por un momento el lugar y situación en la que se encontraba. Por suerte, el enemigo ante ella recibió la instrucción silenciosa de apartarse del camino y regresar al lado de su amo.

— ¿Realmente eres tú? —ella preguntó al hombre de capa roja, quien permaneció en silencio—. ¡Kenai, dime qué es lo que está pasando! ¿En verdad es él?

— Él —Kenai se atragantó, sabiendo lo mucho que sus palabras podrían afectar a la amazona—… No es posible que pueda ser él —intentó convencer no sólo a ella, sino así mismo—. No hay manera, su alma debió estar fuera de tu alcance—recriminó al Patrono de Estéropes.

Es cierto que yo no cacé tan valiosa alma, pero me fue dada como un último presente de mi salvador. Tengo entendido que este hombre fue asesinado por el mismo señor Avanish, algo que no cualquier mortal puede presumir —Sennefer explicó—. ¿Fue un honor o un castigo para él? No sabría decirlo, pero determiné ponerlo a mi servicio como una expiación a sus últimas acciones.

 

— De nuevo pretendes esconderte  en vez de enfrentar tus propias peleas —dijo Assiut, al ponerse de pie junto a Kaia de Isis.

Les prometí que exteriorizarían su verdadera naturaleza al final de esta batalla, jóvenes justicieros —reprimió una risa—. Les recomiendo que no menosprecien mi participación en esto, las artes shamanicas continúan siendo mi mayor fortaleza, ellos dos son  extensiones de mi poder, podría invocar a otros si eso les place. ¿Desearían ver a su antigua Faraona de nuevo? ¿A sus camaradas que murieron en el asalto a Meskhenet? Hay un gran repertorio del que puedo hacer uso, mas elegí a estos dos peones al ser de los pocos que pueden causarles auténtica desesperación…

 

Calíope contemplaba al renacido santo de Escorpión, buscando en él una prueba que la convenciera de que se trataba de un impostor, un truco de un hombre malvado para hacerla dudar, pero no encontró nada... Ni siquiera ver ese semblante serio que opacaba su rostro y contrastaba con los osados gestos que siempre acompañaron su faz era suficiente.

Al final la amazona terminó comprimiendo sus manos con fuerza.— Esto… esto es inaudito… ¡No te saldrás con la tuya! ¡¿Me oyes?! ¡Yo misma te destruiré!

Demuestra que serás capaz de tal hazaña— pidió el Patrono.

El cosmos de Souva de Escorpión se alzó de forma prominente, desapareciendo toda duda en sus compañeros, en verdad era él.

 

Calíope no logró reaccionar al primer golpe. Le sorprendió que la rodilla del Escorpión se hubiera incrustado en su vientre con tal facilidad.

¡No pude verlo…! —pensó consternada—. ¿Siempre fue así de rápido?

El impacto la arrojó lejos, cayendo de pie al haber maniobrado con las palmas de sus manos en el suelo.

En cuanto enderezó la espalda debió alzar las manos para atrapar las muñecas del espectro de Escorpión.

Calíope observó las alargadas uñas carmesí en los dedos del santo dorado muy cerca de su cuello, de no haberlas detenido seguramente ahora estarían clavadas en su yugular.

— ¿La kata del aguijón, eh? Desafortunadamente para ti, la conozco muy bien—musitó la amazona, reteniendo fuertemente los brazos de su enemigo quien intentaba liberarse— …. Yo… me niego a creer… que el hombre que murió en mis brazos sea ahora el enclenque de una escoria como Sennefer… Pero si eres en verdad tú… Souva… si en verdad eres tú… yo… ¡No pienso contenerme!—clamó, apretando con más fuerza los brazales de oro, que comenzaron a cuartearse.

Ambos elevaron sus cosmos en un duelo de fuerza donde claramente la amazona dorada tenía la ventaja, sin embargo su enemigo también conocía a la perfección el alcance del poder de la amazona.

El estoico santo de Escorpión giró repentinamente sus muñecas con una destreza inconcebible, pudiendo invertir el agarre para jalar a la amazona hacia abajo al mismo tiempo que alzaba la pierna izquierda, adaptando una pose que simulaba la de un escorpión a punto de aguijonear a su presa.

Fue un instante fugaz en el que el cuerpo del santo giró para encajar la punta de su pie en la espalda de Calíope de Tauro para rematarla contra el suelo. El impacto resonó por el lugar, cuarteando el suelo bajo ellos.

 

El santo del Escorpión dejó su pie descansar sobre la espalda de la amazona quien yacía inerte en el suelo, alistando los aguijones carmesí para darle un golpe mortal.

Sin embargo, Souva tuvo que alejarse para evitar un corte con el que Kenai de Cáncer lo habría decapitado.

El santo de Cáncer permaneció cerca de su compañera, sosteniendo en sus manos una gran y tenebrosa hoz echa de huesos y con un filo curvo resplandeciente. Calíope de Tauro no tardó en moverse, buscando el ponerse de pie, mas el último golpe dejó su cuerpo un poco entumecido.

— Calíope, lo mejor será que me dejes el ataque frontal a mí— Kenai indicó, sin mirarla.

— No me hagas reír —la amazona se mofó, alzándose con el orgullo herido—… Sólo porque tú sabes de estas brujerías no significa que yo sea menos…

— No te equivoques, no te estoy pidiendo que te abstengas de intervenir, sino que me dejes ir al frente —Kenai se corrigió—. Me es claro que si peleamos contra ese espectro de manera individual jamás podremos detenerle… Souva siempre fue un guerrero muy poderoso, por más que intentara ocultarlo bajo una actitud cínica y despreocupada era alguien a quien se le debía temer. — El santo giró la hoz, interponiéndola como escudo ante el rival que claramente buscaba el mejor momento de atacar.

— Y aunque ahora sea un espíritu, mis habilidades como shaman no me permiten ayudarlo,  su alma está atada al Cetro de Anubis y es imposible quebrar esa unión. Por lo que tenemos dos opciones: yo puedo destruir su alma o…

— Destruir ese maldito cetro. —Los ojos de Calíope miraron hacia donde el Patrono continuaba apartado de las batallas.

— Ambos casos son complicados, pero no imposibles. —Aunque Kenai sabía que sus dones serían más efectivos contra el espectro, los lazos de hermandad hacia su compañero caído le impedían elegir la primera opción. Además, su misión primordial era Sennefer, tenía que encontrar alguna forma de derrotarlo antes de que fuera muy tarde.

 

/ - / - /

 

Al mismo tiempo en que el santo dorado revivido comenzó su ataque, el antiguo Apóstol Sagrado de Horus se arrojó hacia los jóvenes Apóstoles en un ataque relámpago. Assiut lo interceptó, volviendo al duelo de espadas. Cada choque desataba relámpagos dorados por doquier.

Kaia de Isis veía a su compañero luchar completamente enfurecido y desesperado por acabar con el rival lo más rápido que le fuera posible.

Aunque cada golpe lo asestaba con fuerza, una aflicción terrible se marcaba en su entrecejo, pues al ver el rostro de su padre todas las memorias que compartía con él afloraban en su mente y ponían en conflicto sus emociones.

Assiut gritó furioso al lanzar dos espadazos verticales sobre su enemigo, mas Harakhty de Horus interpuso sus espadas de tal forma que al recibir el golpe de los sables de Assiut estos se deslizaron sin control hacia los lados, dejando completamente expuesto el pecho del joven Apóstol. Assiut no pudo cerrar los brazos a tiempo, ni retroceder lo suficiente, por lo que recibió un profundo corte diagonal en el cuerpo desde su muslo izquierdo hasta su hombro derecho.

 

La reluciente espada arrastró trozos de armadura, carne y sangre que sonó como lluvia al momento de caer al suelo desde una gran altura

Assiut soltó uno de sus sables al caer al suelo, donde se retorció de dolor.

Harakhty se aproximó lentamente a él.— Patético— dijo éste para sorpresa de Assiut, quien conmocionado alzó la vista hacia él.

Di mi vida a cambio de la tuya ¿y esto es todo lo que puedes hacer? — cuestionó su padre, pero sin que sus labios se movieran en absoluto.

— ¿Pa-padre? —Assiut permaneció contrariado ante la mirada recriminadora que recibía de su progenitor.

No sirves para nada, eres una completa vergüenza, siempre lo has sido. Si así es como ibas a manchar mi nombre debiste haber sido tú quien muriera devorado aquel día.

— ¡Eso no es…!

Pero es un error que puedo solucionar. Hijo mío, lo único que puedo hacer por ti es darte una muerte pacifica a diferencia de la que yo tuve. —La voz de su padre paulatinamente cambio de tono, siendo la de Sennefer quien la supliera al final. Harakhty levantó su espada sagrada por encima de su cabeza, mas el estallido de un cosmos iracundo lo obligó a volverse y recibir de lleno un puñetazo de Kaia.

En los ojos de la Apóstol de Isis llamas azules destellaban con hostilidad mientras el enemigo fue arrojado a hacia las sombras.

Harakhty de Horus frenó con sus cuatro extremidades aferradas al suelo cual bestia, recuperándose con un sabor amargo en las encías.

— ¡Kaia, tú…!

— ¡Assiut, ya basta! ¡Yo pelearé con él, me es claro que no estás capacitado para hacerlo! —aclaró molesta—. Sé que debe ser difícil para ti, Sennefer sólo está jugando contigo, como siempre lo ha hecho… Lo sabes, pero también sé que es difícil pedirte que ignores el hecho de que tu padre está aquí, siendo utilizado por el mismo hombre que lo asesinó… por ello debes ir y enfrentarte al único responsable de tu tragedia.

— No puedo hacer eso… —él murmuró, poniéndose de pie pese a la herida que cruzaba por su cuerpo.

— ¡Lo harás! ¡¿O acaso has olvidado cuál fue la orden que te dio el Faraón?!

Assiut recordó al joven Atem y sus claras palabras —: Por favor, libera a mi papá y a mi mamá.

Assiut jamás se perdonaría si el príncipe Atem tuviera que lidiar con un momento tan amargo como el que él vive ahora, reencontrarse con sus padres de esta forma… ¡No, Atem no lo merecía y no lo iba a permitir!

Tales sentimientos esclarecieron un poco su mente confundida, sabiendo que si derrotaban a Sennefer incluso el alma de su padre sería liberada.

El Apóstol Sagrado de Horus asintió, aceptando el plan de su compañera. Recogió el sable perdido y se marchó sin mirar atrás.

En cuanto el Apóstol le dio la espalda, Harakhty emergió de la oscuridad para perseguirlo, mas su cuerpo quedó inmóvil de repente.

¡Dominio del Nilo! —clamó la guerrera, envuelta por su ka azul.

 El espectro luchó para moverse, sólo logrando que su cuerpo temblara.

— La resurrección de Sennefer es más completa de lo que hubiera podido creer —Kaia dijo, moviendo sus manos para controlar el cuerpo de su enemigo. Obligó a Harakhty a soltar sus armas y volverse hacia ella—, y eso es una desventaja para ti, ya que puedo controlarte por los fluidos que  corren por todo tu cuerpo.

La Apóstol de Isis azotó al espectro contra el suelo, impidiéndole levantarse. Ella movió uno de sus dedos y el brazo del espectro se estiró hacia atrás de su espalda hasta romper la flexibilidad del ligamento de su hombro, dislocándoselo. El enemigo no gimió de dolor, continuó luchando por recuperar control de su ser.

— No quería que Assiut viera esto… él jamás habría sido capaz de eliminarte o dejar que alguien más lo hiciera. ¡Ahora sólo destrozaré ese cuerpo impío y lo seguiré!

La guerrera escuchó la risa de Sennefer proveniente del cuerpo de su enemigo.

— Parece que eres la clase de mujer que haría lo que fuera con tal de salvar a sus amigos.

El ka dorado de Harakhty se mezcló con la oscuridad, convirtiéndose en una llamarada bicolor que compitió con el brillo turquesa que Kaia generaba.

La Apóstol rápidamente rompió las piernas y el brazo restante de aquel cuerpo que siguió sin quejarse.

Si es lo que hay dentro de mi marioneta lo que dominas, te haré perder la esperanza…

El espectro comenzó a convulsionarse ligeramente en el suelo, moviendo sus brazos y piernas para levantarse.

¡¿Qué es lo que está pasando?! —pensó Kaia de Isis al sentir que estaba perdiendo dominio sobre aquel cuerpo—. ¡¿Es esa… su sangre?!

Vapor rojo empezó a salir del cuerpo de Harakhty, disipándose en la negrura del techo.

Pese a tener sus brazos y piernas rotas, el espectro se puso lentamente de pie, sin que aquello lo limitara de alguna forma.

— ¡Maldito, tú…!

Fui amable y cuidadoso con la presentación de mis guerreros, pero sin importar su apariencia siguen siendo sólo cascarones, extensiones de mi poder y dominio sobre estas almas perdidas. Son mis armas de guerra y puedo modificarlas a mi gusto.

Harakhty retomó sus sables sagrados y se preparó para continuar la batalla.

Ahora que ya no hay nada que puedas controlar dentro de él, ¿por qué no damos inicio a la verdadera lucha?

 

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Clyde de Megrez y Ehrimanes se atacaban de forma despiadada. Espadazos, zarpazos, puñetazos, patadas, fuego y escarcha marcaban los pasos en la danza mortal del destino.

¡Sí que has recobrado las ganas de vivir, Clyde! —se mofó Ehrimanes durante el intercambio de golpes—. Pero fuera del bosque oscuro, alejado de la naturaleza siniestra de Asgard, tus habilidades son limitadas. —Con su zarpa de hielo atrapó el filo de la espada de Megrez, empezando a congelar la hoja y apagar sus  llamas—. Aquí sólo hay muerte.

— ¡Silencio, bestia estúpida! —El dios guerrero dejó que su cosmos fluyera hacia su espada, reviviendo las llamas anaranjadas con un fulgor impresionante que derritió la capa de cristal que buscaba sellarla. Las flamas hicieron lo mismo con el brazo de Ehrimanes, extendiéndose aún más hasta envolver todo su cuerpo. La bestia se retorció atrapada en el fuego que no era capaz de extinguir.

— La naturaleza es una poderosa aliada, más no la razón de mi fuerza —Clyde de Megrez explicó, manteniendo la distancia —. Eso ya deberías saberlo.

Tienes razón —respondió la criatura al sobreponerse al fuego que lo rodeaba, dejándose envestir por las llamas—… Este… este es el verdadero Clyde Van Alberich, lo recuerdo bien, toda esa habilidad y destreza con la que destazamos a docenas de aldeanos —rió malévolo—, la veo al fin liberada. Fueron muy buenos tiempos ¿de verdad no lo echas de menos?

Dentro del fuego, la forma de Ehrimanes reflejaba tal cual era su interior. Una sombra negra con ojos destellantes. Para Clyde, verlo así le hizo recordar todas esas veces en que se miró en algún espejo y podía verlo allí, mofándose de él y de sus intentos por escapar de su maldición.

— Ni un instante —murmuró el dios guerrero, lanzando una estocada a su oponente con la que esperaba destruirlo de la misma forma en la que despedazó tantos espejos en el pasado.

Ehrimanes se movió para que la hoja llameante atravesara su hombro izquierdo. Ante la herida las llamas que lo envolvían desaparecieron, dejando ver el maltrecho cuerpo humano del que ahora se valía para luchar.

Es evidente que ya no te importa para nada este cuerpo... ¿o es lo que quieres hacerme creer? —cuestionó con una sonrisa torcida—. Después de todo, cualquiera puede vivir sin dos brazos y un hombro herido. ¿Acaso aún hay esperanza en ti? —cuestionó, cínico.

Clyde extrajo la espada de Megrez del cuerpo de su oponente y lo pateó con brusquedad. Ehrimanes cayó al suelo, donde permaneció tendido unos pocos segundos mientras hablaba.

Sí… la tienes —comenzó a reír a carcajadas—. Es cierto que recuperaste tu poder, pero hay algo que este crío te quitó y que jamás podrás recuperar —Ehrimanes se levantó, escupiendo sangre negra—: tu crueldad. Y un monstruo sólo puede ser derrotado por otro monstruo.

— ¡Te equivocas! —Clyde exclamó, alzando su cosmos invernal aún más—. Yo… es cierto que carezco del poder necesario para reparar lo que le hice a Aifor… lo único que puedo hacer es evitar que continúes torturándolo de esta manera, ese es mi deber como su maestro.

Clyde estiró sus brazos y piernas para adaptar una pose que Ehrimanes conocía perfectamente. — ¡Escudo Amatista!

La criatura abrió los ojos con sorpresa, incapaz de reaccionar cuando fue alcanzado por la ventisca de cristales que inmovilizó sus extremidades.

En pocos segundos Ehrimanes quedó atrapado dentro de un enorme cristal que se clavó en el suelo pétreo.

Eso deberá bastar por ahora —Clyde pensó al contemplar el témpano amatista—, por lo menos hasta que el señor Asakura… ¡¿Qué?!

El dios guerrero de Megrez se contrarió al ver que el sólido ataúd de cristal comenzó a temblar.

¿De verdad crees que me dejaría atrapar por una artimaña como esta? —escuchó de Ehrimanes pese a que se encontraba inmóvil en el féretro—. No Clyde, he luchado por mi libertad durante siglos, y ahora que la tengo no pienso perderla así de fácil.

Un aura oscura nació del cuerpo de Ehrimanes, la cual contaminó el color de la amatista, volviéndolo un sólido completamente negro. Dos ojos blancos se encendieron dentro del cristal, seguido por una risa retumbante.

Es verdad que ahora tu capacidad supera cualquiera que yo pudiera alcanzar con este recipiente… sin embargo, lo volveré a repetir: no eres el único que ha incrementado su fuerza.

El cristal negro liberó un denso vapor negruzco que se expandió hacia las alturas, creando una masa dentro de la que los ojos blancos se desplazaron con libertad hasta llegar a la cima.

Y ya que conservar esta apariencia ha perdido cualquier efecto en ti, no tiene sentido conservarlo. Es momento de pasar a algo más apropiado.

La masa negra moldeó lentamente una figura, la cual desató un rugido bestial que desencadenó una explosión de llamas negras.

Clyde proyectó su cosmos, generando un escudo que lo protegió, pero aun así fue empujado por el impacto. En cuanto cayó sobre sus pies, el dios guerrero de Megrez miró absorto a la criatura que ahora se hallaba frente a él.

Lo único que aquella nueva apariencia se semejaba a la humana era que se alzaba sobre dos piernas, el resto era una monstruosidad que alcanzaba los doce metros de altura. Las pezuñas sobre las que se mantenía en pie estaban adornadas por afiladas garras, su cuerpo era de una textura áspera y dura de color gris sobre la que resaltaban placas negras en piernas, brazos pecho y cabeza que simulaban una armadura propia. Sus brazos eran largos y de sus codos, nudillos y dedos crecían huesos afilados.

Su cabeza se asemejaba a la de un tiburón por las grandes fauces y las hileras de dientes que la adornaban, tenía ojos pequeños y redondos que resaltaban en la oscuridad de su coraza por el color rojo inyectado en ellos.

La criatura tensó el cuerpo musculoso, la tierra se hundió bajo sus pies y miró desde las alturas al dios guerrero tal cual se mira a un insecto que se está por aplastar.

— ¿Es esta… tu verdadera forma? —Clyde preguntó, impresionado.

No —la voz de Ehrimanes respondió, proveniente del monstruo pese a que su nueva mandíbula era incapaz de articular algún dialecto humano—. Mi autentica forma fue destruida hace milenios, ¿acaso lo olvidaste?

La criatura dio un paso retumbante por el que Clyde se colocó en guardia.

— Pero esto tendrá que bastar. Ahora, Clyde Van Alberich, terminemos con nuestra dramática historia de una vez por todas —Ehrimanes dijo antes de desplazarse hacia su enemigo.

 

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Grecia, Santuario de Atena, Templo Principal.

 

— Algo no está bien… —volvió a decir el joven Arun, quien miraba las ventanas selladas de la habitación como si de esta fuera a emerger un monstruo horrible en cualquier momento.

— Quiero ir con mi mamá y mi papá—dijo el pequeño príncipe de Asgard, quien era consolado por Ayaka, la joven aprendiz de Kiki.

— ¿Estarán atacando el Santuario? —era la única explicación que encontraba Víctor, el escudero del santo de Acuario.

Cuando intentaron salir de la habitación, dos santos de plata se hallaban protegiendo la entrada. Se sorprendieron, pues les prohibieron rotundamente abandonar la estancia pese a sus pucheros, reclamos e insistencias.

— No lo sé, pero no me gusta que me encierren como si fuera un perro. —El joven Mailu intentó forzar por enésima vez la puerta, pero al entender que sería inútil se dirigió hacia la ventana más próxima.

— Podría intentar teletransportarme afuera y buscar respuestas —dijo Ayaka, al notar la impaciencia y nerviosismo de sus compañeros de juegos, mas el príncipe Syd se aferró a ella suplicante para que no se fuera.

— ¿Y no podrías sacarnos a todos? — preguntó Víctor.

— La verdad… aún no domino demasiado esa técnica, apenas puedo viajar yo —explicó un poco apenada—. Sería demasiado arriesgado, lo siento.

— Quédate con tu magia y trucos raros. Ustedes quédense aquí, yo iré y volveré en un tris, me estoy muriendo de hambre y esos tipos afuera no parecen tener la intención de darnos de comer —dijo Mailu,  momentos antes de abrir la ventana por la que estaba decidido a salir.

— Iré contigo, si los guardias te pescan seguro nos traerás problemas a todos, conozco este lugar mejor que tú —dijo el orgulloso escudero, ayudando a que la luz se filtrara cual faro por la cuadrada abertura.

Al instante en que fueron tocados por la luz del sol, ambos niños cayeron de rodillas al piso, sujetándose el cuello como si se ahogaran al faltarles la respiración. Chillaron de dolor como si se estuvieran quemando por culpa del sol. Entre convulsiones y gritos agónicos sus ojos comenzaron a tornarse oscuros.

El susto dejó a los otros pequeños perplejos y sorprendidos, pero cuando Víctor alzó su mano hacia ellos suplicando auxilio, Arun reaccionó y avanzó hacia ambos. Al verlos sufrir su acción fue el aferrarse a ellos, con sus brazos los rodeó y esperó, de alguna manera, que eso fuera suficiente.

— Todo va a estar bien, todo va a estar bien… —Arun comenzó a repetir, conteniendo apenas las pataletas de los niños y recibiendo algunos rasguños en el rostro que no lo hicieron desistir.

Ayaka y Syd vieron asombrados que sólo eso bastó para que Víctor y Mailu paulatinamente pararan de gritar, pudiendo recobrar el aliento y el control de sus cuerpos. De sus ojos se extinguió la negrura cual si se hubiera evaporado.

— ¿Pero qué…? —Mailu pestañeó confundido—. Ya-ya no duele…

— ¿Qué sucedió? — Víctor miró extrañado a Arun, quien los observaba con un gesto feliz pero con los ojos llorosos.

— O-oye ¿por qué nos abrazas? Suéltame —pidió Mailu, avergonzado e incómodo por ser estrechado por otro niño.

Por instinto, Ayaka utilizó su telequinesis para volver a sellar la ventana e impedir que la luz siguiera tocándolos.

— Es peligroso afuera —dijo Arun al soltarlos un poco—. No deben salir.

— ¿Eh? ¿Pero por qué? —renegó Víctor, como si hubiera olvidado lo que sufrió momentos antes.

— ¡Hagan caso! —renegó Ayaka, testigo de lo que pasó e intuyendo que sucedería de nuevo si volvían a intentarlo—. Arun ¿sabes qué está pasando? —se animó a preguntarle.

Arun se quedó callado unos segundos.— No, pero algo me dice que no debemos salir… el sol es nuestro enemigo.

— ¿El sol? —repitió ella, sin poder indagar más pues alguien entró a la habitación, despertando temor en los niños.

Señor Asis —Arun pensó en el santo dorado de Sagitario, y deseó que él estuviera allí.

 

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En cuanto Asis de Sagitario cerró la celda dentro de la que confinó a un grupo de soldados enloquecidos, juró escuchar que alguien lo llamó, tan claro como si esa persona estuviera justo a su lado.

En las mazmorras del Santuario estaban encerrando a aquellos que habían sido poseídos por las fuerzas enemigas. Confiaban plenamente en que aquel lugar subterráneo mantendría bajo control a todos esos hombres malditos, después de todo no era una cárcel ordinaria, sino una que fue construida para la tremenda tarea de mantener bajo arresto a cualquier prisionero, sin importar su fuerza o cosmos.

Con la ayuda de Shai, habían logrado localizar a todos aquellos que fueron contaminados por la oscuridad, y auxiliado a quienes por suerte se mantuvieron a salvo del maleficio. Sólo los santos dorados eran capaces de moverse a la velocidad necesaria como para desplazarse sin ser víctimas de la maldición. Pero aunque todo parecía bajo control, en Asis persistía cierta inquietud…

 

¡Señor Asis! —volvió a escuchar, reconociendo la voz en cuanto su mente fue asaltada por la imagen de aquel niño rubio al que juró proteger.

Algo ocurría en el Templo Principal y en él creció la necesidad de ir hacia allá y confirmar su mal presentimiento.

Avanzó por el largo pasillo flanqueado por las celdas, divisando las escaleras que lo llevarían a la superficie. Mas antes de llegar a ellas se detuvo y atrapó con la mano una flecha que iba dirigida a su garganta.

En tan breve pausa, dos grandes impactos arremetieron contra la entrada del calabozo, provocando un escandaloso derrumbe que selló la única salida de la mazmorra.

Asis retrocedió sólo un poco, pues era evidente que el derrumbe no fue con la intención de herirlo, sólo impedir su salida.

El santo de oro giró hacia donde un par de cadenas negras regresaron a las manos de su dueño, jalando dos bolas con picos, las herramientas encargadas de tal colapso.

Una a una, tres figuras emergieron de la oscuridad. Asis reconocía las cloths, mas no los nombres de aquellos que las portaban, ni mucho menos las razones de su comportamiento.

— ¿Qué es lo que pretenden, santos de plata? —cuestionó el santo de oro, adivinando que  era una emboscada.

— Lo sentimos señor Asis —dijo Leonardo de Sagita, respaldado por los santos de Cerbero y Centauro—, pero tenemos órdenes de no dejarlo abandonar este lugar.

— ¿Órdenes? —Sagitario repitió, rompiendo la insignificante flecha en su mano—. Por un momento creí que podrían estar bajo el influjo de la maldición solar, pero al no comportarse como el resto de los prisioneros aquí presentes, significa que siguen a alguien tan desalmado como para hacerles creer que tres santos de plata podrán hacer algo contra un santo de oro —advirtió seriamente.

Ninguno de los tres santos de plata mostró temor alguno o dudó de su misión.

— Nuestras vidas le pertenecen al señor Albert —añadió Vergil de Cerbero al lanzar sus cadenas contra Sagitario.

 

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Shai de Virgo llegó a Villa Rodorio imaginando que encontraría un atroz escenario, donde humanos convertidos en bestias frenéticas estarían dando rienda suelta a sus instintos malévolos, mas lo que halló fue diferente, pero al mismo tiempo igual de desgarrador.

 

En cualquier otro día, a esas horas de la mañana, las calles estarían repletas por los pueblerinos comenzando sus actividades diarias, pero hoy todas las calles estaban desiertas. Cuando la amazona de oro entró a una primera vivienda, quedó perpleja al encontrar estatuas de piedra en lugar de personas, siendo algo que se repitió en cada una de las moradas a las que llegó para confirmar su miedo.

Tocó una, la de una niña que quedó petrificada en su cama con un gesto adormilado e inocente. Shai mantuvo su mano sobre esa mejilla de piedra y sus sentidos le permitieron escuchar el lamento del espíritu que se encontraba atrapado en su interior.

 

— La amazona de Perseo… Esto sólo puede ser obra de ella… ¿Pero por qué…? —se dijo, sin poder apartar los ojos de la pequeña estatua envuelta en sábanas—. ¡¿Por qué Elphaba haría algo como esto?! —se preguntó, atragantándose por la ira que sentía.

 

De pronto, Shai se alarmó al percibir un cosmos agonizante en las cercanías. Era una llamada de auxilio, por lo que acudió de inmediato hacia allá.

Arribó a una choza cercana, cuidando el mantenerse alejada de las fuentes de luz. En el recibidor encontró un rastro de sangre que marcaba un camino hacia una de las habitaciones.

En la recámara encontró la estatua de una joven mujer que fue sorprendida por la maldición de Medusa justo cuando cerró las cortinas de la estancia. Aunque los ojos de Shai se precipitaron hacia el cuerpo tirado en el suelo, del que provenía la sangre.

— ¡Aristeo! —La amazona se abalanzó sobre el santo de plata de la Lyra, quien yacía en una de las esquinas de la habitación. Su brillante cloth estaba muerta y sólo pedazos de ella permanecían en su cuerpo herido.

— Aguanta— Shai le pidió, tocándole el hombro al esperar una reacción de vida.

El santo de plata apenas y pudo levantar un poco su cabeza que colgaba por la debilidad en su ser. Tenía heridas de golpes, quemaduras y flechas incrustadas por todo su cuerpo.

— ¿Sha…Shai de Virgo? —preguntó el moribundo, apenas pudiendo escuchar su voz, mas fue por su cosmos por el que pudo distinguirla mejor.

— Soy yo, resiste. Tengo que buscarte ayuda —le pidió, intentando sujetarlo para llevarlo al templo de curación, mas el santo le sujetó las manos para impedírselo.

— No… es tarde para mí… —aseguró sin pena—. Si me he mantenido con vida hasta ahora es… porque esperaba que alguien… alguien llegara hasta aquí… advertirles… Por favor, escúchame, no me queda… mucho tiempo.

Shaia dudó, pero ante el fuerte y tembloroso agarre del santo de plata decidió que escucharlo sería su prioridad.

— Dime Aristeo, ¿qué sucedió? —La amazona dejó que su cosmos fluyera a través de sus manos hacia Aristeo, pudiendo apaciguar sus dolores de manera momentánea. Ella no era una sanadora como Calíope de Tauro, mas confortar a un espíritu que estaba por abandonar su cuerpo mortal era algo que podía hacer.

— Por la noche… decidí venir a Villa Rodorio… mi intención no era demorar demasiado… por eso no se lo notifiqué a nadie. Pero al llegar a aquí descubrí… el mismo escenario que tú has de haber visto… y sólo hay una persona en este  mundo que es capaz de hacer tal atrocidad… —El santo tosió, pero luchó por recuperarse y continuar—. Yo lo presencié, Elphaba convirtió a todos en el pueblo en estatuas… La confronté… es de las pocas veces en la que me alegré de estar ciego, sólo así fui inmune a la maldición de Medusa… pero tarde me di cuenta de que Elphaba no estaba sola… Leonardo de Sagita, Nimrod de Centauro y Giles del Reloj aparecieron. —Aristeo sujetó una de las flechas salientes en su pecho.

— Las habilidades de Giles… lo decidieron todo, fui incapaz de siquiera… pedir ayuda… y además ¿cómo estar seguro de en quién confiar?... Me dieron por muerto, sólo así es que estamos hablando ahora… Pero escuché lo suficiente… una rebelión ha comenzado… el Patriarca está muerto…

— ¡¿Qué?! ¡No, eso no puede ser! —exclamó la amazona.

— El que no hayas querido matarme en cuanto entraste aquí, me indicó que no eras una de ellos… Desconozco los nombres de todos aquellos que están a favor de esta rebelión… pero sí sé quién los lidera:… Albert de Géminis.

— Aristeo, esto… no puede ser…

— Lo es… no confíes en él... cuida tu espalda a partir de ahora— Aristeo le sonrió una última vez—. Lamento no poder ser de ayuda en este momento tan oscuro para el Santuario… y me apena más tener que pedirte algo… pues un santo de plata no debería dirigirse así a un santo de oro, pero por favor… no permitas que lo primero que mi amada Fedora vea al despertar de la maldición, sea mi cuerpo destrozado —suplicó, luchando por retener las últimas fuerzas que le quedaban.

La amazona de Virgo miró de soslayo a la mujer petrificada—. Descuida, yo me encargaré, te lo juro.

Aristeo alcanzó a asentir agradecido antes de que su corazón se detuviera para siempre.

 

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Egipto

 

El espectro de Souva de Escorpión se impulsó hacia sus ahora enemigos. Los dedos índices y medios de sus manos estaban armadas con alargadas uñas carmesí. La kata del escorpión era para el combate cuerpo a cuerpo en el que el santo dorado utilizaba sus afilados aguijones para herir al oponente combinando su extraordinaria velocidad con la mortalidad del veneno del escorpión.

Kenai de Cáncer logró anticipar sus primeros ataques, bloqueándolo con sus manos y el filo de su gran hoz espiritual, pudiendo defenderse de los golpes que incluso llegaban por la espalda.

Un par de destellos rojos sorprendieron a Kenai, por lo que movilizando su arma espiritual neutralizó el veloz ataque del enemigo en el aire, pero instantes antes de lograrlo resintió una punzante herida en el costado izquierdo.

Los proyectiles escarlata fueron sólo una distracción por la que Souva se desplazó a una velocidad mayor para atacarlo directamente con sus aguijones y después retroceder para evitar que la hoz lo partiera en dos en el repentino giro que dio.

 

Kenai observó el agujero sangrante en su costado al mismo tiempo en que el santo de Escorpión lanzaba el exceso de sangre de sus uñas al suelo.

— Sin duda tu velocidad siempre ha sido tu punto fuerte… pero gracias a la cercanía que me permitiste tener contigo en vida, es que puedo pensar en uno o dos trucos para enfrentarte.

El cosmos de Kenai liberó seis esferas de energía que se precipitaron hacia el santo de Escorpión. Con escasos pero temerarios movimientos, Souva esquivó cada uno de ellas, dejándolas pasar cual estrellas fugaces.

Cuando Souva buscó volver a atacar, sintió que algo lo jaló hacia atrás y frenó cualquiera de sus intentos por avanzar. Plantó fuertemente los pies en el suelo para no ser arrastrado, siendo entonces cuando vislumbró varias cadenas doradas enrolladas en su cuerpo.

El graznido de cuervos lo alertó de lo sucedido, pues a su espalda, seis cuervos sujetaban en sus garras un extremo de cada cadena que ahora lo aprisionaba. Los cuervos poseían una fuerza sobrenatural al ser espíritus invocados por el santo de Cáncer, una extensión de su poder. Al camuflarse como simples ataques luminosos, engatusaron al enemigo que los menospreció.

— No puedo liberarte, pero en tu condición de espíritu mi poder ejerce un mayor efecto en ti, mi amigo. De verdad lo siento —el santo de Cáncer sonrió con amargura, dando una señal que Calíope supo entender.

Tauro tuvo un instante de duda cuando estaba por desatar su técnica, pues el santo de Escorpión clavó sus ojos en ella. Si él hubiera pronunciado su nombre quizás habría caído en la trampa, pero anticipando la acción y la respuesta de su corazón ella sólo gritó—: ¡Gran Cuerno! — disparando su cosmos hacia el espectro.

 

Al ser incapaz de moverse, el santo de Escorpión recibió de lleno el ataque que destruyó  gran parte de su armadura e hirió de gravedad su cuerpo. El ataque del toro dorado lanzó al espectro hacia la lejana negrura de la mastaba hasta perderse en ella.

 

La fuerza de Calíope siempre ha sido su mejor arma, no por nada es la amazona más fuerte del Santuario —pensó Kenai una vez que el cosmos de Calíope se apaciguara.

— ¿Con eso… será suficiente? —Calíope preguntó, acongojada.

— No tienes por qué temer. Tu poder sólo destruyó el cuerpo temporal que Sennefer le otorgó, su alma debe encontrarse intacta. Sólo un shaman sería capaz de extinguir por completo un espíritu, por lo que ahora que regresó al interior del Cetro de Anubis, debemos… — mas el santo calló abruptamente al percibir el peligro inminente.

 

Kenai y Calíope fueron vapuleados por ráfagas carmesí que golpearon y perforaron sus cloths. El primer embate fue para ambos, cada uno recibió cuatro impactos en diferentes partes de sus cuerpos.

Kenai de Cancer cayó al suelo adolorido, apretándose el estómago con fuerza. Calíope de Tauro logró mantenerse en pie, buscando al responsable de tal ataque, más aquello la hizo ganadora de otra descarga de golpes que dejaron cuatro heridas más marcadas en su armadura dorada. La amazona resistió, cruzando los brazos sobre su pecho en un intento por contener un tercer ataque, mas por ello fue la primera en ver que el espectro de Souva de Escorpión continuaba en la lucha.

Cierto es que la cloth de Escorpión se encontraba deshecha, dejando a la vista un cuerpo magullado por la técnica de Calíope, pero en un no muerto los daños no significaban nada.

Cuánta ferocidad… es la primera vez que me dejas sentir tu verdadero poder, Calíope. Sí que me has estremecido.

La amazona se sobresaltó al escuchar la voz de Souva.

— Souva… —lo llamó, mirando sus labios moverse y que de ellos emergiera su auténtica voz.

Esta es la auténtica Calíope, me gusta —el espectro prosiguió, caminando lentamente alrededor de donde se encontraban sus camaradas—. Desafortunadamente para ambos, así como ustedes escondieron su verdadero potencial, yo oculté el mío, no por gusto claro —sonrió, alzando sus aguijones carmesí—, pero en esta era tan pacifica no existían razones para que los santos lucháramos con todo nuestro cosmos. ¿O me equivoco?

— ¡Cállate, no te atrevas a utilizar su voz! —espetó Caliope, reprimiendo la ira que la embargaba.

Kenai de Cáncer quiso levantarse, mas se contuvo al ser víctima de una repentina debilidad.

Ambos deberían tomarse un respiro, después de todo han sido heridos por mis agujas escarlatas, ustedes saben lo que eso significa —Souva sugirió de manera socarrona.

— Ocho veces —indicó la amazona, quien podía ignorar el dolor de sus lesiones—. Sólo ocho, necesitas seis golpes más para que en verdad sea algo peligroso —le recordó.

Aunque había razón en sus palabras, en el rostro impávido del Escorpión se marcó una sonrisa macabra que jamás en su vida mostró. —Preciosa, ¿qué te hace creer que sólo te he tocado ocho veces?

Tal sentencia hizo que en los cuerpos de Kenai y Calíope se encendieran varios puntos rojos parpadeantes, aparentemente inofensivos pues sólo eran el preámbulo de un desastre.

En vida conocieron la faceta más amigable que pude darles, en la muerte… permítanme mostrarles mi auténtico ser. —El cosmos de Souva se incrementó de golpe, haciendo reaccionar los resplandores rojizos que cubrían a sus antiguos camaradas—. ¡Estrellas de Antares!

Cada uno de esos pequeños puntos rojos desató una fuerte explosión, reventando al unísono. El lugar se sacudió con violencia y desmoronó parte del techo y cubrió el lugar con estruendos y una nube de polvo, rocas y gritos agónicos dentro de la que los guerreros de Atena desaparecieron.

 

 

FIN DEL CAPITULO 55


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EL LEGADO DE ATENA - Capítulo 67. "Epílogo"


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Publicado 18 julio 2016 - 17:46

Bueno Seph_girl como siempre muy buen capitulo

 

muy buenas peleas , quedo a la espera de los proximos capitulos

 

saludos

 

:)



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Publicado 21 julio 2016 - 13:40

47:

 

-me agrado el duelo del caballero de acuario ^_^

 

-pobre Souva le dijeron insecto inútil.a kurumada y a Toei le gustarian ver esa escena XD :smile5:

 

-me pregunto de quien fue el alma del dorado de acuario :degel,camus,kamil :ph34r:

 

-no sabia que la amazona dorada y el bicho habían sido amigos con beneficios en el pasado

:t439:

 

-!NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO! porque tenias que eliminar a un

dorado que era tan genial  :doh:


Editado por T-800, 21 julio 2016 - 13:40 .

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Publicado 21 julio 2016 - 15:01

Hola chicos, aquí estoy de nuevo... no, no con nuevo cap (llevo 4 paginas apenas del siguiente cap), ese lo subí hace poco en la semana, échenle un ojo por si no se han dado cuenta, el Capitulo 55 ya esta allá arribita :D

 

Como prometí estoy aquí para responder Reviews que no había podido responder. Y sé que lo repito mucho pero gracias por usar su tiempo en leer esto y dejar comentarios.

 

RESPONDIENDO A LOS LECTORES :D
(Reviews anteriores al Capitulo 55)
 
^_^  Morongo
Gracias por leer XD y sí seguro que el Géminis sea el traidor y eso es un cliché pero hay veces en los que no sabe un fic de SS si no los usas. Confieso que Albert de Géminis tenía dos destinos posibles: morir muy temprano en el fic o ser parte de esta subtrama loca... la decisión que tomé fue la que estas leyendo n.n Equivocada o no pues ya andamos en ella.
Un abrazo.
 
 
:smile5:  Fenrir de Arioto Epsilon
Gracias por tus buenos deseos, ya ahorita que pasó todo el furor y llevo 6 meses viviendo como esposa he podido poner algo de orden en mi vida y en los hobbys. Me tardo pero estoy segura que acabaré esto, no te preocupes.
Si te haces millonario me obsequias un televisor XD que mira como lo ocupo (jaja es broma)
Gracias por leer.
 
 
:lol:  CarlosLibra82
Saludotes, qué bueno que pese a tus tareas puedas regresar y echarle un vistazo a esta historia. Albert tenía que hacer esto para que mi plan funcionara (más o menos, considerando que la idea estaba desde hace muuuchos años), y Adonisia fue creada solo con el motivo de 
cuando esto pasara pudiera irse al otro bando. Prometo que van a ver a los Bronceados pronto, aunque sea para mostrarles dónde estaban.  La batalla final de Sennefer ya está en su apogeo, por lo que pronto verás qué es lo que sucede con él y sus seguidores.
Gracias por leer n.n
 
 
:08:  Lunatic BoltSpectrum
¡Chico, has vuelto!
Me alegra verte por aquí, como siempre digo que puedo contar con tu review se te echa de manos cuando no apareces. Gracias por tus buenos deseos, espero que tu también tengas prosperidad en tu hogar.
Un abrazo y espero que disfrutes lo que viene.
 
 
:rolleyes:  ALFREDO
Saludotes, en ti pensaba mucho al escribir el cap donde Albert pelea con Shiryu (me das miedo T.T jaja pero en el buen sentido ;) ) te juro que hice lo mejor que pude con todas las locas ideas que traigo arrastrando desde hace  8 años jajaja unas ya son difíciles de cambiar, otras pues sonaban bien hace tiempo y así.
La verdad Iblis tenía que morir rápido, no estaba diseñado para combatir considerando que igual faltan muchas otras peleas por ver y creo que serán mas interesantes que una con él, por eso Albert buscó la forma mas fácil de matarlo y a la ves vengarse de todas las humillaciones que le hizo, y al mismo tiempo deshacerse de un santo dorado saliendo ileso.
Ya entramos oficialmente a la ultima Arc, dividida en varias subtramas y lugares donde suceden cosas al mismo tiempo (tal como me encanta, sorry XD ) así que no te preocupes, hay personajes para abarcar todo, quienes cacen a Sennefer, a Avanish, etc.
Bueno, que Shiryu no pidiera ayuda... por algo lo recalqué mucho cuando empecé a describir Star Hill jajaja y hasta puse que los que suben allá arriba casi casi están en otra dimensión y nadie se da cuenta de nada prácticamente... oh vamos, si nadie se percató que Saga mató al  Papa Shion y eso, yo cuando menos puse una excusa de bono de campo, jeje.
Un gusto leerte por aquí.
Un abrazo.
 
:57:  T-800
Del Cap 30
Admito que mi memoria siempre ha sido mala, incluso para mis propias obras así que me es difícil recordar todos los detalles XD, pero pues la saga de Asgard fue divertidilla de escribir, sobre todo por el lío de Clyde de Megrez y el de Sergei.
 
Del cap 31
Jajaja bueno en mi defensa de la escena del bebé Syd, lo tomé más de una vieja película (una de sus muchas versiones) que vi de Cleopatra en la que presentó a su hijo más o menos así XD
Dahack perver, siempre se ocupa uno o dos personajes de este tipo para variarle XD.Nno tengo planes para que Syd se traumé... no demasiado. Te la rifaste con lo de "como Batman" jajaja.
 
Del Cap 32
Syd está pequeñito XD por eso hace tarugadas, ¿qué nadie recuerda cuando Gohan era una carga en DBZ?
Tara es otra de los Patronos que mas a delante vas a conocer (a estas alturas creo que ya la has de haber conocido XD)
Que Bud usara la armadura de Odín siempre fue mi deseo en esa parte, por lo que todo ese arco lo preparé para ese momento, aunque un amigo esperaba que fuera Hilda quien lo hiciera pero... pero... yo quería que fuera Bud XD jaja... Y sí, en Souls of Gold un ASGARDIANO debió usar la armadura de Odín, no sé porqué no si de todos modos no fue la armadura con la que  Aioria venció a Loki o algo, sólo sirvió para que la hicieran puré T.T
 
Del Cap 33
Todo esto lo escribí antes de SS SOULS OF GOLD llegara a nuestras vidas, y aunque lo hubiera conocido no habría cambiado nada el arco, ya que realmente ese anime me molestó mucho, mucho, mucho... tal vez hubiera echo algo con lo del árbol (algo benefico) pero nada más XD
Los Patronos ya tenían que empezar a caer jajaja ya habían durado mucho, y Asgard se llevó la primicia XD
El drama de Clyde no podía acabar ahí, aparte que necesito a Ehrimanes para otro arco futuro.
Gracias por tus buenos comentarios.
 
Del Cap 34
Jaja sí, los asgardianos son difíciles de matar, y creo que los de la Toei tambien lo creen porque no sé quien me dijo que al final el único de los dioses guerreros que petó fue... este, el que peleó con Shaka (soy mala con los nombres), y pues Udgard ya estaba muerto de todas formas jaja.
Bueno, Souva tiene su manera  rara de ser pero en el fondo es un buen tipo y fuertote, pero aparte quería que Albert comenzará a andar por la senda cliché de los Géminis, poniendo que su compañero de armas, el opuesto a él en varios aspectos, sea el que tenga el visto bueno por el Patriarca y muchos  más para ser el sucesor del manto del Papa XD
Sugita es una caja de bombones, nunca se sabe lo que podrá hacer, nació así para mis fines jeje ya lo verás más adelante.
 
Del Cap 35
Avanish no hace mucho, pero sabe rodearse de gente powerosa, como buen villano principal 80ro.-90ro. jeje
 
Del cap 36
Adonisia nació para ser rara XD, no te preocupes por ella, verás lo que puede hacer.
La historia base de Sergei me fue dada por un amigo, yo hice las conexiones necesarias como que fuera antiguo amigo de Caesar y todos sus líos actuales, pero mi amigo es super fans de los comics así que no dudo que haya salido de ahí sus ideas jajaja
No hubo mucho tiempo para manejar dramas secundarios como hubiera querido... así que hay cositas como que una hija de Flare murió y otras que no podré retomar, pero pues solo queda como detalle al aire (mía culpa).
 
Del cap 37
Sí, aquí quise poner a Poseidón como un "buen tipo" diremos, mas que nada porque a fin de cuentas pasó lo que él mismo quiso hacer, un barrido de la humanidad y solo gente justa viviendo en él, ya no tendría quejas XD (aparte el personaje me cae bien)
Sí es la misma Tethys, lo que sucede es que yo solo ví el anime de SS original, jamas el manga (solo la saga de Hades) así que yo no sabía todo eso de que al final Tethys volvió a ser un pez y eso...
Siempre debe existir el guerrero que desconfía de todo XD, y Enoc tiene ese papel en las filas de Poseidón jeje.
 
Del Cap 38
Nihil es el marino más raro en las filas de Poseidón, pero es uno de mis favoritos XD
Sí, para mis planes Poseidón y Julian deberían ser más uno solo que sólo el cuerpo y el alma enojada del dios del mar, quería trabajar el concepto n.n
Sí, en otros ejércitos dan plan dental y aguinaldo, cosa que Athena no.
A Danhiri la hice bastante fuerte, se ocuparán como 4-5 sujetos para vencerla XD
Souva es muy ocurrente, y así debe permanecer hasta la muerte ;)
 
Del Cap 39
El Pasado de esa tierra es un toque siniestro fruto del final de otro fanfic que hace muchos años escribí, y no, no fue cosas de Aliens jajaja.
Cada Patrono tiene su razón de servir a los planes de Avanish, unos sí por cuestiones muy "heroicas", otros por "agradecimiento", otros por "beneficio", etc
Y adivinaste, Sennefer y Ehrimanes harán equipo y son quienes logran complicar todo en la arca final del fic XD ya casi llegas.
Jaja seeee, yo también me pregunto cómo es que Athena convenció al Rey Atlas XD (jaja ya en serio no, no creo, ni Atlas pudo salir de la Friendzone, pobre, "Athena no entrega" como dice mucho un amigo)
 
Del Cap 40
Sí, de hecho varios de los maestros de los santos dorados misteriosos se conocen XD
Souva nació para ser estrafalario, pero creo que por eso a muchos lectores les agrada.
La historia de Atlas es tan extensa que bien pude haberle hecho un fic para él solo jaja sin embargo debí resumir que este fic ya es más largo que la cuaresma x.x
Souva Vs Dahniri es de los combates que más me ha gustado escribir en esta historia.
Lamento no haber participado en las dinámicas, soy algo penosa como te dije... u-u
Sí, Alexer y su hermana son los mismos... quise usarlos para que de perdida hubiera un poquito más de SS original por allí n.n
 
Del Cap 41
Así es, no es un fanfic de Saint Seiya si no rompen un pilar en la Atlantida  jajaja
Que bueno que entiendas un poco a Bud y no lo taches de exagerado jeje.
 
Del Cap 42
Sí, Terario tiene el Cero Absoluto, pero a estas alturas su valor ha descendido demasiado, casi todo aguanta el Cero absoluto estos días (en Omega por ejemplo), pero pues vale, intenté que la pelea fuera interesante.
Sugita, como ya dije, es una caja de sorpresas jajaja mi lado mas loco está plasmado en él  XD y chistes personales también.
Así es, sólo tarde 42 episodios para decir quien es el villano... me entretuve mucho verdad?
 
Del Cap 43
La pelea de atlante vs atlante es interesante XD
Y el santo de Cáncer tenía que salir a hacer algo.
 
Del Cap 44
Las dos fueron muy tercas, pero Caribdis ya no es la misma quien fue y jamás lo será, y creo que queda bien claro pues ni siquiera lloró por haber acabado con Leviatán. Jaja, pues mas que un "amor" a la Seiya, Caribdis le tiene mucha lealtad a Don Pose XD
Sí, Sugita tiene un poder oculto tremendo que pues no está para resolver el fic, no es un gary stu ni nada, de hecho esta es la primer batalla seria que gana (y te spoileo que la única XD)
 
Del Cap 45
Atlas se desprecia porque traicionó a su padre y a su familia, por mas que haya sido por una causa "correcta" siente un gran pesar, y encima luego castigaron a toda su familia de esa forma, no es algo por lo que uno quiera estar orgulloso XD
La pelea de Atlas Vs Caesar es otra de esas peleas que me encantó escribir, adoro a mi santo dorado de Aries. Qué bueno que te gustara la batalla.
 
Del Cap 46
Terario batalló para ganarle a su rival, jaja no siempre se gana una batalla con la fuerza, sino con maniobras locas, y a él le funcionó, pero si Kiki no llega seguro lo matan.
Atlas ahora está descansando.
 
Vaya chico, sí que has leído, de verdad gracias, y que comentes cada capitulo igual lo aprecio mucho. Un abrazote.
Ya casi te pones al corriente XD

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EL LEGADO DE ATENA - Capítulo 67. "Epílogo"


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Publicado 28 julio 2016 - 15:20

48:

 

-definitivamente la forma en que piensan las mujeres es un misterio XD

 

-pobre amazona de tauro al no poder vencer a su rival--ya estas como kurumada

 

-geminis hiso su aparicion badas

 

-pobre Tara

 

-el universo de saint seiya es ideal para historias de amor tragicas

 

 

PD:

 

Este fic es  genial ,ojala te animaras a participar en las dinamicas de fics


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Publicado 31 julio 2016 - 11:06

http://saintseiyafor...e-atena/page-11

 

49:

 

-asi que el padre de Sugita  murio para salvarlo mediante un hechizo............no se

porque pero eso creo que ya lo he visto en otra parte XD

 

-ojala  Freya  no termine en la zona friends

 

-me pregunto que tramara Adonisia 

 

-que me late que geminis eliminara a varios dorados

 

-pobre Aifor de Merak 

 

-asi que Danhiri  y Tara son gemelas


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Publicado 04 agosto 2016 - 21:47

50:

 

 

-el espíritu de la muerte tiene mal caracter

 

-me pregunto que le pasa a Seiya de Pegaso  en cuanto a sus dolencias

 

-pobre Shaina ,Seiya aun piensa en saori

 

-menos mal que lograron restaurar las armaduras

 

-lastima que Terario  quedase sordo

 

-menos mal que los atlantes supervivientes por fin lograron su libertad

 

-las scales tambien fueron restauradas,creo que se avecinan grandes combates

 

-¿Tara es hija de Avanish?


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Publicado 10 agosto 2016 - 21:57

http://saintseiyafor...e-atena/page-12

 

51:

 

-esa prisión era aterradora

 

-Sennefer, Patrono del Zohar de Esteropes y Ehrimanes  es un duo de villanos

muy peculiar

 

-que extraño que el fenix no haya salvado a  Shun de Andrómeda XD

 

-Jajaja  los bichos son borrachos por naturaleza

 

-al parecer la amazona de piscis se convertirá en traidora

 

 

-buen fic

 

 

 


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Publicado 12 agosto 2016 - 21:07

http://saintseiyafor...e-atena/page-13

 

 

52:

 

-pobre Elphaba ,ya estaba como afro siendo eliminada a cada momento XD

 

 

-Nauj  tuvo una batalla llena de heroismo XD

 

 

-asi que Albert es discipulo del discipulo de quien fue el dorado

mas poderoso de todos los tiempos XDDD :s46:

 

-Ehrimanes es un ser muy extraño


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Publicado 18 agosto 2016 - 20:42

http://saintseiyafor...e-atena/page-14

 

53:

 

 

Clyde, dios guerrero de Megrez demostró una resistencia fumada.

 

 

Iblis, Patrono de la Stella de Nereo si que se llevo una sorpresa XD

 

me agrado la aparición de los otros personajes del anime de shaman king

 

buen combate entre maestro y discipulo

 

pobre Shiryu


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Publicado 20 agosto 2016 - 14:45

54:

 

-¿Iblis, Patrono de la Stella de Nereo es inmortal?

 

 

-al parecer Fénix  ya encontró a su media naranja ojala que esta vez no la maten XD

 

- Freya uso un método muy practico para animar a su compañero 

 

-Esa maldición al parecer afecto a todo el mundo,si el "heroico" estuviera con vida

nada de esto hubiera pasado XD :s46:

 


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Publicado 21 agosto 2016 - 15:18

55.

 

-me pregunto si Seiya  luchara contra el antiguo dorado de géminis

 

-Fue sorprendente la aparición de Souva

 

-pobre Aristeo

 

-Al parecer Kenai y Calíope estan a punto de ser eliminados

 

 


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Publicado 21 septiembre 2016 - 19:04

Saludos lectores de EL LEGADO DE ATENA.

Les traigo aquí el siguiente capitulo de la historia, pero primero me gustaría agradecer a todos aquellos que brindaron su apoyo con sus votos en las pasadas dinámicas de fanfics, donde por su preferencia ésta historia pudo llevarse el premio a MEJOR PELEA INDIVIDUAL (Atlas de Aries Vs Caesar Patrono de Sacred Phyton) Y MEJOR PELEA GRUPAL (Dahniri Patrono de Equidna Vs Souva de Escorpión, Alexer de Kraken, el Shaman Vladimir y Tyller de Hipocampo)

Y al mismo tiempo pasamos a la ronda FINAL de la dinámica, muchas pero muchas gracias, me ha sorprendido el apoyo que he recibido y de personas que jamás creí si quiera que me leían.

 

Ahora, antes de postear el episodio aqui las respuestas a los últimos reviews:

 

T-800

¡Ya alcanzaste la historia! Muchas gracias por el esfuerzo y por ser el que ha dado reviews a todos los episodios, wooooo jajaja , mis respetos y agradecimientos sinceros. Ojalá puedas seguir leyendo lo que resta de la historia sin dejar de comentar :D

 

Cap.48
Las mujeres somos complicadas, sobre todo en el amor. Jajaja las derrotas de Tauro no son por influencia de Kurumada, solo que en el plot sus victorias no están contempladas XD
Albert tenía que reaparecer después de que su escena quedó en pausa muchos capítulos atrás jejeje.
Y pues ya vez que sí me animé a participar en las dinámicas, y me fue bastante bien, yeiii n.n
 
Cap.49
Pues no creo que lo de que Sugita no se murió por que otro se murió en su lugar sea novedoso, así que no me extraña que en otros lados también se haya usado.
Adonisia es rara para conveniencia del plot XD
Sip, tara y Dahniri son gemelas idénticas pero una es personaje de INT y la otra de STR XD
 
Cap.50
Este espíritu de la muerte es casi como un adolescente, por eso es gruñoncito jaja, heredó mucho de quien ayudó a que "naciera"
Lo de Seiya se explicará dentro de poco... seguro van a abuchearme o algo, pero no hay vuelta atrás jaja.
Creo firmemente que Seiya jamás podría olvidar a su "Saori-san", pero de eso a dejarlo solterón como que preferí que cuando menos intentará hacer feliz a la amazona.
Dudé en si dejar o no sordo a Terario pero... pues el tipo estaba lastimado y débil, y que encima que llegara un ángel del Olimpo pues no me parecía "bien" que no hubiera una consecuencia, total, en SS nos enseñan que las discapacidades son la onda XD
Tienes razón, vienen combates muy pero muy locos... hasta yo estoy asustada, no sé qué pensarán los lectores T.T
Y sí, Tara y su gemela son hijas de Avanish con la Patrono Hecate XD, son semidiosas (raras, por el lado del padre) en teoría jajaja.
 
 
Cap.51
Sennefer y Ehrimanes se complementaron muy bien, pero ya les toca enfrentar sus últimas batallas.
Ikki tiene otras cosas que hacer ya en la vida jajaja Shun tuvo que aguantarse.
 
Cap.52
Jaja, Elphaba le tocó sufrir de la misma manera que otros de seguro les pasó, porque Albert repitió esa rutina con varios XD, ella sólo fue el ejemplo.
Nauj tuvo que irse, pero ¿estara realmente muerto? Ya lo veremos.
Así es! Albert es discípulo, del discípulo de... ya lo dijiste tú XD
 
Cap.53
No siempre se necesita de una pelea campal para derrotar a un enemigo, Albert supo cómo lograrlo sin siquiera recibir un rasguño jaja.
También me agradó los cameos de los personajes de Shaman King, en un fic anterior hice muchas fumadas con ellos solos, por eso tenían que aparecer aunque sea en esta parte.
Dudaba sobre la pelea de Shiryu vs Albert, pero tenía que suceder, por lo que me arriesgué y parece que fue atinada.
 
Cap.54
Por algo dije que Ikki estaba ocupado como para salvar a Shun jaja, siempre estuvo eso en mi cabeza, pero como ya varias personas añoraban su ausencia me sentí obligada a poner esa escena y explicar cosas jaja.
 
Cap.55
Seiya tendrá unas batallas que librar, pero le toca un destino muy fumado, ya casi llego a ello XD
Desde hace mucho estaba planeada la muerte de Souva y su pequeño regreso, obvio no significa que al final vaya a quedar vivo ni nada, pero quería escribir esta escena desde hace mucho tiempo.
 
En serio que muchas gracias por tu tiempo T-800, y mucha suerte con tus trabajos. Ya vi que estas reescribiendo el crossover asi que no sé si mejor empezar a leer la nueva versión o ponerme al corriente con el antiguo o.o ¿qué me recomiendas?
 
Y BUENO, AHORA SÍ SIN MÁS, EL CAPITULO 56, ESPERO LO DISFRUTEN.
 
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Capítulo 56

El día más oscuro, Parte III

 

Egipto.

 

Assiut de Horus divisó al Patrono de Estéropes aun junto a la fosa oscura. Sennefer le dedicó una mirada victoriosa al verlo llegar herido y debilitado.

Dejar atrás a tu amiga es algo de lo que te aseguro te vas a arrepentir —le prometió al guerrero de Egipto.

— Alguna vez fuiste un Apóstol, sabes bien que no existe arrepentimiento en una batalla —Assiut dijo, preparado para la lucha de su vida.

Porque lo fui es que sé de lo que hablo —sonrió de manera siniestra—. Pero si tanto deseas luchar contra mí, adelante, anexaré tu alma a mi ejército y podrás marchar al lado de tu padre y el resto de tus compañeros caídos.

Sennefer dio un paso y Assiut alistó su defensa.

Podría invocar a tantos guerreros como deseara, pero quiero cambiar mi destino con mis propias manos…

— No tienes por qué fingir conmigo —Assiut le dijo con osadía—. En otras circunstancias te creería, y seguro podrías  invocar a todo un ejército de los guerreros más feroces que has aprisionado en el cetro de Anubis… Sin embargo, no creo que ni aun con el poder que has adquirido puedas llegar a tanto, no ahora que empleas tu fuerza en mantener abierto el portal, darle vida a los esbirros en el desierto y a dos guerreros de elite al mismo tiempo.

Sennefer se detuvo y sólo miró al joven guerrero sin admitir nada.

Para Assiut aquello fue una afirmación, por lo que confiado prosiguió—: No importa lo que hagas Sennefer, con tu poder dividido en tantas tareas sólo la armadura que robaste de nuestro reino es tu única ventaja contra mí. —Assiut elevó su ka dorado, guardando los sables de Horus en su espalda y regresándole las majestuosas alas metálicas a su alba sagrada.

—. ¡Y tu zohar no es indestructible!

Revestido con su ka, Assiut se impulsó hacia el Patrono, impactándose contra él y arrastrándolo hacia la columna negra dentro de la que desplegaron golpes y estallidos, rodeados por sonidos infernales que viajan en la negrura del portal.

En un momento que pareció una eternidad, ambos cuerpos atravesaron la fuente de sombras, emergiendo por el extremo opuesto, mas era Sennefer quien sujetaba el cuello del Apóstol de Horus, a quien golpeó contra el suelo y lo arrastró, dejando una zanja a su paso.

¿Crees que puedes vencerme? ¡¿En verdad lo crees?! ¡¿Pese a todo lo que he hecho, todo lo que te he quitado, aún conservas tan absurda esperanza?! —Sennefer cuestionó con maldad, golpeándolo repetidas veces en el rostro y en el pecho—.  ¡Ya basta! ¡Basta de promesas falsas, basta de valentía mundana! ¡Antes de que mueras haré pedazos no sólo tu cuerpo sino también tu espíritu, y una vez que tenga tu insignificante alma en mis manos la torturaré hasta el cansancio sólo por el placer de hacerlo! ¡¿Qué me dices? ¿Crees que hasta entonces podrás sostener tu fe?!

De un fuerte puñetazo, Sennefer arrancó el casco de la cabeza de Assiut. El Apóstol cerró fuertemente la mandíbula, atragantado por el dolor de cada golpe recibido, el cual lo tenía que transformar en rabia para no quedar inconsciente.

Assiut de Horus logró retener el puño de Sennefer antes de que volviera a incrustarse sobre su rostro ensangrentado, y con un esfuerzo sobrehumano apartó la mano que apretaba su garganta.

— Nunca tendrás mi alma —alcanzó a decir con los labios partidos—… no me pertenece ni siquiera a mí como para que alguien como tú pueda reclamarla, Sennefer.

Assiut concentró su cosmos una vez más, esperando que su próximo intento fuera más efectivo.

— Dijiste que querías conocer nuestra verdadera naturaleza y por ello indagas en nuestra desesperación— Assiut sonrió inesperadamente ante el Patrono, que se rehusaba a soltarlo—. Yo también quiero ver cuál es la tuya….

Sennefer se sorprendió al ver cómo los ojos de Assiut se incendiaron, el derecho con fuego dorado y el izquierdo en plateado. Dos gigantescos ojos se dibujaron por el cosmos del Apóstol.

— ¡Esto es…!

— ¡Sucumbe ante la mirada de Horus, el Udyat! —exclamó Assiut.

Sennefer echó la cabeza hacia atrás al resentir un golpe en la frente. Aunque su cuerpo quedó allí, fue su mente la que salió disparada hacia otro lugar.

 

Cuando fue capaz de detenerse, vio que aún se encontraba en el interior de su fortaleza en ruinas, donde el portal aún estaba activo, mas no había enemigos cerca, ni siquiera podía sentir estragos de las batallas.

Le tomó sólo un par de segundos reconocer que aquello no era más que un asalto psíquico.

Ya veo… así que como te es imposible dañar mi cuerpo, crees que combatiendo mi mente tendrás una mayor oportunidad —Sennefer rió—. ¿En serio piensas que tu psique es más fuerte que la mía?

— Tienes razón—escuchó de Assiut, quien se había vuelto un ser incorpóreo dentro de ese lugar—, pero no empleé esta técnica esperando derrotarte con ella, sino para encontrar una clave para tu destrucción.

¿Qué dices? —Sennefer cuestionó, confundido.

— Nada escapa de los ojos de Horus, y estos revelarán cuál es tu mayor temor. Observa, allí viene.

El Patrono se giró hacia donde escuchó ligeros pasos viniendo a su encuentro. Sennefer se reprochó el sentirse nervioso, sabía que no era más que una ilusión, y sin embargo sus instintos se alarmaron.

Sin saber por qué, su cuerpo se echó de rodillas al suelo, soltó el cetro de Anubis y unió sus muñecas una sobre la otra como si estuvieran atadas con cuerdas invisibles.

Dejó de tener control sobre sí mismo, y cuando sus ojos miraron los pies de un individuo que arrastraba una desgastada túnica ocre, alzó la vista rápidamente. Ante él se recreó el escenario en el que hace cientos de años fue condenado a la inmortalidad por un Shaman King. Ahí estaba él de nuevo, pero no era el rostro del hombre de antaño sino el de aquel que ahora lleva el título de Rey.

Yoh Asakura le dedicó una mirada pacifica, mostrando cómo sostenía el Cetro de Anubis con una naturalidad tal cual él fuera su dueño legítimo.

Aquel que te dio la inmortalidad lo hizo buscando un castigo… pero un hombre malvado como tú lo volvió una bendición —dijo el rey de los shamanes en cuanto el cetro místico comenzó a desmoronarse entre sus manos—. Lo que te mantenía lejos del alcance de la muerte no está más en ti…

Sennefer vio cómo es que alrededor del Shaman King una bruma negra y nauseabunda comenzó a formarse, jamás adaptando una forma humana, pero sí simulando las extremidades afiladas de una bestia. La sombra permaneció flotando alrededor del Shaman King, encendiéndose dos pupilas doradas en la parte superior de la misma.

Nos conocemos al fin… —escuchó de la fusión de miles de voces, todas ellas proveniente de esas dos linternas doradas dentro de las que sintió perderse, como quien se lanza al océano de noche sin rumbo o salvación. Hechizado por el toque de la muerte, el terror había congelado la quijada y los ojos de Sennefer.

La sombra estiró su esencia hacia él, estrechándolo con amabilidad fingida, sólo para estrujarlo con una fuerza feroz con la que extrajo el alma podrida del recipiente de su cuerpo, el cual se carbonizó al instante.

 

Fuera de su trampa mental, luchando por mantener a su enemigo encerrado en ella, Assiut giró el rostro hacia la mano en la que Sennefer sujetaba el Cetro de Anubis. El santo de Cáncer ya había compartido con ellos las instrucciones del espíritu de la muerte, pero era ahora en que en verdad comprendía la razón. Hasta el mismo Horus le ha permitido verlo casi como una premonición.

 

Esta era la oportunidad perfecta, quizá la única para destruir el artilugio maldito. Mas antes de siquiera intentar cualquier acción en contra del cetro, los ojos del Apóstol estallaron en el instante en que Sennefer rompió el poder de Horus.

 

Assiut aulló de dolor cuando sus glóbulos oculares explotaron dentro de sus cuencas, extinguiéndose con las flamas doradas del Udyat la propia luz de sus ojos.

Completamente ciego y adolorido, Assiut sintió que Sennefer lo sujetó por el cabello y lo apuñaló en el pecho con la parte inferior del Cetro de Anubis.

Mi más grande temor, ¿no es así? —el Patrono le preguntó tras haber herido su corazón, asegurándose de que la que la muerte no llegaría rápido, sino que sería una larga y agónica espera—. Es cierto, le temo al Shaman King —admitió, arrojando a su enemigo  al suelo—, pero tu ilusión mostró sólo el peor escenario, no el auténtico. ¿Crees que no tengo la fuerza como para luchar contra él?  Yo no soy el mismo al que juzgó hace siglos, ni siquiera él es el mismo hombre— explicó, caminando en sentido opuesto a donde Assiut yacía agonizante y en shock.

Además, las probabilidades de que él intervenga en esto son nulas —sonrió, pues en el futuro expuesto por Ehrimanes el Shaman King no se presentaría.

 

Assiut se pasó las manos temblorosas por el rostro, sintiendo la sangre brotar de sus cuencas vacías, mas fue en su pecho donde las mantuvo, presionando la herida mortal por la que resentía cada respiro como si fuera fuego lo que entrara a su cuerpo y no aire.

 

Dime, ¿aún crees que en verdad puedes derrotarme? —Sennefer preguntó, sabiendo que no obtendría una respuesta verbal—. Eres tan inocente que seguramente “sí” es algo que saldría de tus labios… No termino contigo no porque no pueda, sino porque te juré que destruiría no sólo tu cuerpo sino también tu espíritu, y esto es sólo el principio, antiguo custodio de mi cripta. Tu desesperación apenas comienza —sentenció, siendo una orden para que uno de sus vasallos actuara y arrojara algo junto al Apóstol de Horus.

 

 

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Una vez que el cuerpo de Harakthy perdió la totalidad de su sangre y fluidos, Kaia de Isis supo que no existía otra alternativa más que el combate directo.

Con su ka al máximo y con la protección de los siete escorpiones celestiales de la diosa Isis se lanzó rápido al contraataque.

 

Harakthy se limitó a retroceder y defenderse de los poderosos golpes de la Apóstol interponiendo sus sables sagrados, los cuales no rebanaban las extremidades de la mujer debido a que el ka que los rodeaba repelía los ataques como si se trataran de espadas.

 

Los siete escorpiones celestiales, aquellos que custodiaron a la diosa Isis durante su travesía por el desierto en búsqueda de los restos de Osiris— dijo la voz de Sennefer proveniente del guerrero espectral—. En esa historia se basa tu técnica y al mismo tiempo se deriva tu armadura.

El espectro creó distancia tras un gran salto, llevando a Kaia a detenerse.

— No me sorprende que sepas eso, fuiste un Apóstol hace mucho tiempo —dijo la guerrera sin perder el temple.

El mejor de ellos sin duda —Sennefer rectificó con sorna—. En este instante tu ka se ha incrementado gracias a siete posesiones de objetos en diferentes partes de tu alba. No te sorprendas, para un ojo bien entrenado en las artes del shamanismo es fácil de distinguir.

— Ja, en mi combate con la amazona de Tauro ella se percató de lo mismo y aun así fui capaz de vencerla —Kaia alegó, confiada.

En efecto, lo hiciste, sin embargo, la derrotaste gracias a la otra técnica que acabo de neutralizar —Sennefer recalcó—. El Dominio del Nilo no volverá a servir en este cuerpo, por lo que me pregunto si tendrás otra técnica con la cual sorprenderme o esto será todo lo que la Apóstol Sagrada de Isis tiene para ofrecer.

— ¡No me subestimes! Puede que las lágrimas de la diosa no sean suficientes para ti, pero hasta la más leve llovizna puede provocar una inundación —la Apóstol clamó al extender su ka, con el cual formó una cúpula circular dentro de la que Harakthy se vio prisionero. Las paredes estaban formabas por millares y diminutas gotas luminosas que reflejaban la imagen del guerrero.

¡Castigo divino! —Kaia gritó, liberando el poder contenido de cada gota brillante. Cada una de éstas liberó un fino rayo de luz capaz de atravesar al oponente limpiamente, rebotar en el suelo para volver al muro energizado y redirigirse hacia el enemigo incontables veces.

Dentro de la cúpula los numerosos rayos consumieron la silueta de Harakthy, y al llegar a su punto máximo toda la energía implotó en el centro.

El estruendo retumbó por la mastaba, soltando un vendaval de humo celeste que corrió como ola por el lugar.

Con la respiración agitada, Kaia mantuvo los brazos extendidos en dirección a donde su enemigo se encontraba momentos antes.

Aunque mantener la posesión sobre los siete espíritus en su armadura le brindaba un gran poder, lo cierto es que la fatigaba en poco tiempo; mas esta era la primera vez que en un combate real el enemigo resistía tanto la pelea como para que estuviera por llegar al límite.

 

Pidió a los dioses que aquello hubiera terminado, pero tras unos segundos de paz, el horror y pesar la invadió al distinguir un brillo dorado entre el nubarrón celeste que dejó su poder.

 

Una coraza de metal dorado se encontraba incólume justo donde ocurrió  la implosión, para sus ojos simulaba un huevo ovalado del que surgió Harakthy de Horus al desplegar lentamente las enormes alas que formaban parte de su alba sagrada.

En el último instante, el espectro permitió que los sables de Horus volvieran a su forma original para que pudieran servir como escudo contra la monstruosa técnica de la que seguramente no habría salido indemne.

Desesperación…es todo lo que quería ver —escuchó de la voz de Sennefer cuando éste se lanzara sobre ella a una velocidad impresionante y la  sujetara del cuello con una fuerza abrumadora, misma con la que la azotó al suelo.

Antes de que Kaia pudiera reaccionar o intentar levantarse, Harakthy ya pisaba sus brazos contra la tierra, manteniéndolos extendidos cual crucifixión.

Kaia se arremolinó bajo el peso de su rival, pero ni siquiera su fuerza incrementada pudo hacerlo a un lado. La guerrera miró con ojos asustadizos a su oponente y éste sonrió prepotente.

— Al final, no importa cuán fuerte o indomable te muestres a los demás, es hasta que miras el rostro de la muerte que expones tu verdadero ser— dijo Sennefer mientras las alas doradas en su espalda se extendían. Cada pliego que simulaba una pluma adquirió una extraña flexibilidad, formando un total de diez cuchillas que precipitó contra la mujer, golpeando los siete puntos en los que los escorpiones se encontraban grabados en el ropaje de Isis.

Kaia expulsó su ka en un intento por fortalecer sus posesiones espirituales, logrando crear un vacío entre su armadura y las afiladas cuchillas difícil de cruzar.

El ka de Harakthy se manifestó también—. Kaia de Isis, ha sido placentero, mas todo termina aquí para ti.

La Apóstol abrió los ojos enormemente al sentir y escuchar que las cuchillas de oro clavaron sus afiladas puntas en su armadura, comenzado a avanzar  través de su ka protector.

— ¡No! —gimió angustiada  al recibir las primeras inyecciones de dolor y ver que su sangre  comenzó a manchar las extensiones de oro.

En sus brazos, en sus piernas, en su vientre, en su pecho y en su frente, Sennefer clavaba lentamente aquellas navajas sin ninguna consideración ni clemencia.

Los gritos de la mujer fueron una canción para él y verla resistirse hasta el último segundo el mejor recuerdo que tendrá de ella.

La tortura terminó sólo hasta que las diez cuchillas se clavaron en el suelo al mismo tiempo.

 

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Ciego y agonizante, Assiut accidentalmente palpó aquello que dejaron caer a su diestra, un cuerpo sin duda.

Por instinto sus manos se volvieron sus nuevos ojos, y tras una leve exploración, aun cuando el dolor acalambraba su cuerpo, fue capaz de reconocer a quien yacía a su lado.

— ¿Ka-Kaia? —la llamó, estando en lo cierto—… No, Kaia… ¡no! —No hubo respuesta, ni un vestigio de ka, y al tocar aquel cuello herido en búsqueda del más leve pulso descubrió la verdad.

— ¡¡KAIA!! —gritó destrozado al saber que su querida amiga fue vencida y asesinada. Un río de lágrimas habría surcado por su rostro, mas la sangre de sus ojos reventados era una mejor expresión de su auténtico sufrimiento.

Harakthy de Horus se inclinó ante Sennefer como el títere que tras finalizar sus funciones espera el siguiente llamado.

— Esa mujer intentó librarte de una gran pena, y sin embargo terminó volviéndose la causa de una mayor angustia —dijo el Patrono de Estéropes, quien disfrutaba de la escena ante él.

Pero no te preocupes, sólo tomaré su alma y ella volverá a levantarse así como tu padre —sonrió, con toda la intención de avanzar hacia ellos y hacerlo.

— ¡¡No te atrevas a tocarla!! —reaccionó Assiut, aun con su ceguera fue capaz de ubicar al enemigo y arrojarse de manera encolerizada hacia él.

Tras una sonrisa burlona, el Patrono extendió la mano hacia el Apóstol, desplegando su ka, el cual abatió al joven guerrero como si se tratara de un tsunami, destrozando lo que quedaba de su ropaje sagrado para generar más heridas.

Lanzado hacia atrás, Assiut cayó de cabeza al suelo donde por unos segundos pareció muerto, mas los temblores involuntarios de su cuerpo indicaron que su corazón se negaba a detenerse.

Tus intentos seguirán siendo inútiles —dijo Sennefer al pararse junto al cadáver de Kaia de Isis—. Sólo para y quizás tenga piedad de ti —intentó provocarlo.

En respuesta sólo pudo escuchar gárgaras y bufidos, Assiut ni siquiera se sentía capaz de hablar, mucho menos ponerse de pie… ¿De verdad todo terminaría así? ¿Será incapaz de vengar a su padre, a sus amigos? ¿De cumplir con la misión que le encomendaron?...

¿Hay algo que pueda hacer? — fue el último pensamiento  lúcido que cruzó por la mente de Assiut antes de desmayarse.

Y así hemos cambiado la historia —Sennefer masculló, mirando a su rival derrotado.

Pero antes de poder regocijarse por su victoria, una punzada en la frente lo alertó de una irregularidad.

 

— ¿Pero qué…? He perdido la conexión con mi espectro, ¿qué es lo que sucedió?— Sennefer era capaz de ser testigo y partícipe en las batallas de sus extensiones espectrales sin importar lo lejos que se encontraran, por lo que su desconcierto se incrementó al no entender el motivo de la brusca ruptura con el espíritu del Santo de Escorpión. Si su cuerpo hubiera sido destruido junto con aquella explosión lo sabría con certeza, la conexión con su alma aún persistiría ¿entonces qué sucedió? Buscó la respuesta con sus poderes, mas durante el rastreo sensorial percibió una presencia precipitándose hacia él.

Sennefer se giró exaltado al sentirse amenazado, las repentinas sorpresas entorpecieron su reacción, por lo que recibió directamente el ataque cósmico del Santo de Cáncer quien logró abrirse camino y atacarlo a un paso de distancia.

El cosmos dorado que desprendió el santo de Atena lo lanzó hacia las alturas, haciéndolo girar sin control alguno, siendo arrastrado por el vendaval que lo precipitó hacia tierra, donde impactó.

 

Sennefer se recuperó de inmediato, observando a su próximo oponente envuelto por las sombras del entorno y al mismo tiempo brillante por su cosmos dorado. El santo de Cáncer se encontraba ileso, incluso su armadura dorada parecía restablecida de algún modo.

Parece que has vencido a mi sirviente de alguna forma, pero ahora que el número de aliados ha disminuido, ¿de verdad piensas que un solo guerrero bastará para derrotarme? —Sennefer cuestionó, ególatra.

El santo de Cáncer no respondió, volvió a canalizar su cosmoenergía y la disparó en un poderoso torrente que fue bloqueado por Harakthy, quien cerró las alas de su alba para que funcionaran como escudo.

Aprovechando el duelo entre ambos, Sennefer apareció detrás del santo y atravesó limpiamente su espalda con un relámpago.

El santo de Cáncer se abalanzó hacia el frente por el impacto, mas sólo trastabilló un poco antes de volver a erguirse y girarse hacia el Patrono de Estéropes.

Sennefer no logró mantener la sonrisa de satisfacción en su rostro al ver el hueco que su ataque dejó en la armadura de su enemigo, pues no vio sangre ni carne chamuscada, sólo un vacío limpio por el cual podía ver del otro lado a su sirviente Harakthy.

— ¡Esto es…!

Mas antes de que Sennefer o su espectro pudieran hacer algo más, Harakthy de Horus fue alcanzado por un torbellino de cortes, tan veloces e inclementes que lo hicieron pedazos sin importar su fuerza, ni la fortaleza de su alba. La sangre de su cuerpo había sido extraída por Sennefer, por lo que no bañó al hombre responsable de su desmembramiento.

En el centro de la danza de cuchillas y miembros mutilados estaba un hombre sin armadura, sólo vestía las ropas que usaban los santos en el Santuario de Atena, dañadas por las heridas sufridas durante la batalla. La guadaña en su mano descansó a su diestra tras lanzarle una mirada fulminante a Sennefer.

 

El Patrono de Estéropes sostuvo la mirada asesina que ahora decoraba el rostro del santo de Cáncer, Kenai.

Te has de creer muy listo —Sennefer dijo, dándose cuenta de que la amazona de Tauro también estaba cerca, atendiendo al agonizante Apóstol de Horus—. Utilizando tus poderes le has dado “vida” a tu propia armadura.

La cloth de Cáncer saltó hacia atrás, colocándose a la izquierda de Kenai.

No hay un cuerpo dentro de ella, sólo estas usando tu energía espiritual para darle movimiento —Sennefer sonrió, burlesco—. ¿Esta es la forma en la que planeas sustituir a tus compañeros caídos?

— No creas que todos los shamanes somos como tú, pero admito que enfadado puedo ser un hombre bastante amoral… —respondió Kenai con una voz gélida e hiriente—. Las cloths de los santos son más especiales de los que crees. A diferencia del resto, estas realmente están vivas, y por ende poseen un espíritu propio, el cual reacciona a la voluntad de sus portadores. Yo, que he convivido con ella desde el día de mi nombramiento como santo de Cáncer, puedo darle la autonomía para luchar por sí misma—explicó—. ¿Y adivina qué? Es también su deseo el verte exterminado.

La confusión de sombras y luces habían impedido a Sennefer notar la ausencia de un cuerpo dentro de la armadura dorada, pero ahora que Kenai desveló el misterio, fue claro que en ella había energía espiritual manteniéndola en pie y regenerando los pedazos perdidos por el ataque previo del Patrono.

— Y el de ella — musitó Kenai, quien miró por encima del hombro del Patrono, obligando a Sennefer a ladearse un poco y ver que el cadáver de la Apóstol de Isis se había levantado.

— Espero que no te importe que me haya adelantado a capturar su alma, tardaste demasiado —añadió el santo sin que su seria expresión cambiara.

No es como si una insignificante alma fuera a cambiar las cosas —respondió Sennefer sin dejarse intimidar—. Pero me sorprendes santo de Cáncer, utilizas algo prohibido en esta era con tal de vencerme.

— Como ya te dije, puedo ser bastante amoral y egoísta al enfadarme… y en este instante no tienes idea de cuánto lo estoy —dijo. Pese a que la furia sólo se centraba en el brillo de sus ojos, tanto su respiración como habla estaban carentes de sentimientos —. Pero eso no es lo único imperdonable que haré ahora — de entre su ropa sacó un pedazo de papel antiguo, en el cual había algo escrito con sangre visiblemente seca.

— Tras ganarme su confianza y probar mi habilidad, el Patriarca me confió dos preciados objetos, con la promesa de que sólo los utilizaría para el bienestar del Santuario y nuestra diosa.

Kenai de Cáncer llevó ese pergamino a tocar el filo de su hoz espiritual, adhiriendo el papel a la hoja afilada. En un instante éste desapareció tras fundirse con el arma.

— Utilicé uno para mi propio capricho —explicó, instantes antes de lanzarse al ataque—, por lo que esto deberá compensarlo.

 

Sennefer reconocía la fuerza espiritual del santo de Cáncer, mas no era nada que no pudiera controlar… o eso creyó hasta que al interponer su mano para contener el golpe de la guadaña ésta logró cortar seriamente su brazo.

¡Imposible…! —pensó en el intervalo en que vio cómo su extremidad se separó en dos por un corte desde el entremedio de su dedo índice y pulgar hasta el codo. Ver su sangre brotar no era lo impresionante, sino que el brazal de su Zohar también había sido partido con tal facilidad, por ello logró reaccionar y esquivar el siguiente ataque. Desesperado por marcar una distancia entre él y su enemigo, impactó contra el muro que formaron el espíritu de la cloth de Cáncer y el cuerpo de Kaia de Isis, quienes lo sujetaron con toda la fuerza que poseían.

Fue apenas un segundo en que lograron inmovilizarlo y exponerlo a su maestro, quien no tardó en lanzar un corte vertical con su arma, la cual pasó a través de Sennefer y marcó con una línea de luz dorada su camino.

 

El casco, peto y cinturón del Zohar de Estéropes se partieron por la mitad, saltando en el aire junto con la sangre pútrida que emergió de las heridas generadas en el Patrono.

El rostro y el pecho de Sennefer quedaron ennegrecidos al cubrirse con su sangre, mas antes de que Kenai pudiera atestar un siguiente golpe, el ojo monstruoso que se encontraba incrustado en el pecho del inmortal se abrió, liberando un violento ka en un soplido huracanado. El santo y sus espíritus fueron revolcados por la onda de poder hasta que ésta dejó de expandirse.

Imposible —Sennefer volvió a repetir, mirando con frustración la sangre amontonada bajo sus pies —. ¡¿Cómo…?! ¡Si sólo eres un shaman ordinario! —se dijo a sí mismo, centrándose en regenerar su cuerpo y mantener alejado a sus oponentes.

— ¿Y crees que voy a decírtelo? —Kenai se mofó, respaldado por sus guerreros espirituales—. No, prefiero mantener esa expresión de duda y temor en tu rostro hasta el final.

 

En la distancia, Calíope observaba la situación, sorprendida y admirada de que las suposiciones de Kenai resultaron ciertas.

Sobrevivieron a la técnica de Souva quedando muy malheridos, mas el santo de Cáncer fue capaz de aprovechar la conmoción para realizar su movimiento y emplear uno de los sellos de Atena en el espectro de Escorpión y así impedir que siguiera moviéndose por voluntad de Sennefer.

 

Escuché alguna vez de una antigua espada en la que Athena vertió su sangre, se decía que su filo era formidable, capaz de destruir cualquier barrera o sello divino —le había contado Kenai durante los segundos que tuvieron para reponerse de la batalla mientras contemplaban el cuerpo inmóvil del santo de Escorpión. Éste permanecía dormido y en cuclillas gracias a que en su frente se encontraba adherido el sello de Atena.

¿Y tú la tienes? —ella cuestionó mientras lo curaba un poco.

No, fue destruida en una anterior guerra santa. Sin embargo, si la sangre de Atena es capaz de otorgarle tal don a un arma, quizás sea posible replicar el efecto en otra —el shaman le explicó, mostrándole a Calíope el último de los dos sellos que el Patriarca le confió tiempo atrás—. Si tengo éxito seré capaz de otorgarle a mi posesión de objetos la misma fuerza, pero sólo por un corto tiempo.

 

— Logró cortar el zohar tal cual imaginó —recordó Calíope mientras proyectaba su cosmos para sanar la herida mortal en el corazón de Assiut—… Kenai, eres sorprendente.

 

Sennefer apretó los dientes en un rictus de furia e impotencia, pero logró calmarse al ser consciente de que no debía perder los estribos, un descuido ahora y sería el fin de todos sus esfuerzos y aspiraciones.

Al ver su sangre y los trozos de su Zohar en el suelo lo hizo reír, primero sonidos leves, mas cuando intentó apaciguarse terminó soltando en una carcajada demencial.

Kenai aguardó, pues aunque Sennefer parecía distraído, el ojo monstruoso en su cuerpo miraba fijamente en su dirección con hostilidad.

Increíble… tantos problemas para obtener esta armadura legendaria y un simple santo de Atena la hace pedazos tan fácilmente… —dijo el Patrono, pasándose la mano por el rostro para apartar el exceso de sangre. Sus heridas se cerraron de manera instantánea, dejando una cicatriz escamosa de color negro en vez de la pálida piel humana que envolvía el resto de su ser.

Pero supongo que es lo que merezco por prestarme a jugar tanto con ustedes —musitó, más para sí mismo que para sus enemigos.

Sennefer lanzó una mirada retadora al santo de Cáncer y sus ahora espíritus acompañantes.

Admito que me tienes sorprendido, Kenai de Cáncer. ¡Si hay un mortal que debe destruirme ese debes ser tú! —lo señaló, manteniendo una sonrisa que sobre su rostro ennegrecido resaltaba de manera aterradora—. ¡¿Es eso?! ¿Serás tú el que logre lo que tantos otros han jurado con sus vidas? —pensó en voz alta.

— No hago promesas vacías, Sennefer. Te destruiré pase lo que pase —aseguró Kenai con una tremenda confianza.

… Te creo —dijo el Patrono, recobrando la serenidad repentinamente—, la posesión que has invocado es de alguna manera “peligrosa”… me lo grita mi interior —explicó, palpándose el pecho, justo al lado del ojo injertado en su piel.

Ya no más juegos… —sentenció Sennefer, moviendo el Cetro de Anubis, el cual abrió un portal de sombras del que emergió el espectro de Escorpión, quien cayó de rodillas y permaneció así.

Sennefer lo jaló del cabello para exponer su frente y el sello adherido a él. Lo estudió por un instante  y se convenció de su próximo movimiento.

Sellaste el alma de tu amigo en este cuerpo para que no pudiera obedecerme más, bien pensado. No me interesa volver a utilizar el mismo truco, esta marioneta ya cumplió su objetivo al obligarte a exponer tu verdadero rostro Kenai, a revelarte como mi auténtico y más peligroso enemigo… pero aún necesito algo de él.

Con un rápido movimiento, Sennefer metió su mano en la espalda del espectro de Escorpión para arrancar algo de su interior con brusquedad.

El santo de Cáncer vio que Sennefer tenía en su mano ensangrentada una esfera traslúcida y llameante.

— ¿Qué es lo que planeas ahora? —preguntó el santo, ocultando su inquietud.

—  Pelear como un auténtico shaman. ¡Posesión de almas!

Sennefer golpeó contra su pecho la esfera espiritual, la cual desapareció dentro de él. Su ka oscuro se incendió sin demostrar un aumento o descenso de poder, sin embargo algo había cambiado en él, y Kenai lo supo cuando el Patrono desapareció de su vista para reaparecer a su costado para propinarle un potente golpe en el rostro.

 

El santo de Cáncer se alejó empleando su velocidad, pestañeando incrédulo ante la rapidez de su enemigo.

Sennefer no lo persiguió, se mantuvo de pie mirando el puño con el que había logrado impactar a su oponente.

Una velocidad que supera a la de los santos dorados… Souva de Escorpión tenía sus secretos, ahora los veo —Sennefer comentó, abriendo la palma de su mano y a voluntad transformar sus uñas en afiladas ponzoñas carmesís—. ¿Preparado?

 

 

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Clyde de Megrez no daba crédito a la destreza y velocidad que Ehrimanes había obtenido pese a su inmensa estatura. El dios guerrero debió enfocarse en la defensa para no terminar aplastado bajo los pies de su oponente. Saltó para evitar un pisotón, mas fue alcanzado por un manotazo que le quebró un par de huesos y lo lanzó violentamente por la mastaba. Pese a la distancia recorrida durante el combate, Clyde no se topó con el muro que limitaba el lugar, pero por las energías malignas que revoloteaban a su alrededor imaginó que no podría reunirse con sus compañeros a menos que ellas se lo permitieran.

 

En cuanto cayó al suelo, la sombra de Ehrimanes ya estaba sobre él, mas en esta ocasión el asgardiano lanzó un poderoso ataque en forma de relámpagos que golpearon al monstruo — ¡ Tordenbrak!

Los rayos se esparcieron por todo el gigantesco cuerpo de Ehrimanes, produciéndole varios espasmos, mas ninguna agonía, sólo una sorpresiva risa. —Los relámpagos no te servirán.

Ehrimanes abrió la boca y sus colmillos atrajeron toda la corriente eléctrica que surcaba a su alrededor para engullirla.

¡Ni tan poco el hielo! —aclaró, atacando con su zarpa gélida. Clyde lo eludió, pero de la garra congelada salieron disparados delgados trozos de cristal.

Con atinados movimientos de su espada el asgardiano repelió más de la mitad, el resto se clavaron en su cuerpo. Antes de poder quitárselas de encima, Ehrimanes empleó su habilidad para que las estacas de hielo se electrificaran, inyectando poderosas descargas en Clyde, quien gritó hasta caer de rodillas.

Los trozos de hielo se evaporaron segundos después; el calor cauterizó las heridas del dios guerrero, mas no disminuyó el dolor

 

— Aun en esa forma... continúas utilizando las habilidades de Aifor — dijo, molesto.

Pese a que nuestro convenio fue roto, temo que aún necesito de él para asegurar mi estancia aquí. Contra eso ni yo, ni ningún otro de mis hermanos puede hacer algo al respecto.

La zarpa izquierda de Ehrimanes se encendió en llamas y destiló magma, lanzando su cosmos llameante hacia el asgardiano quien atinó a interponer las manos.

El fuego se extendió sin control al golpear una barrera que Clyde materializó como escudo.

La criatura notó la superficie amatista que impidió el paso de sus flamas, por lo que se detuvo y corrió hacia ella, impactándola con su enorme cuerpo y volviéndola pedazos.

En la confusión perdió de vista al dios guerrero de Megrez, quien había saltado para ocultarse dentro de la negrura del techo y ejecutar un ataque inesperado.

Clyde manipuló los gruesos trozos de amatista que volaron por doquier y los precipitó sobre Ehrimanes, llevando consigo el fuego que absorbieron del ataque anterior.

Ehrimanes rugió al ser vapuleado por la lluvia de cristal y fuego, pero su gruesa piel apenas obtuvo heridas superficiales.

Sólo porque lanzó un gruñido hacia arriba es que pudo ver el momento en que Clyde caía justo sobre él. Fortuna o no, aquel movimiento evitó que la criatura recibiera el castigo de la espada de Megrez en su cabeza, siendo su ojo derecho donde la hoja se clavó.

En cuanto Clyde vio que la mitad de la espada de fuego se hundió dentro del monstruo, proyectó su cosmos a través de ella, propagándose como lava dentro del gigante al mismo tiempo en que murmuraba un encantamiento lo más rápido que sus labios se lo permitían.

 

Ehrimanes rugió frenético mientras su cuerpo humeaba al recibir el tormento del dios guerrero. Mas el dolor sólo enfureció a la bestia, que precipitó una de sus gigantescas manos hacia Clyde.

El dios guerrero terminó de recitar su conjuro justo cuando la zarpa del monstruo lo atrapó. Ehrimanes lo apretó y jaló esperando retirar la espada de su ojo también, pero Clyde la soltó con toda la intención de que permaneciera allí.

¡¿Crees que esta pequeña astilla significa algo para mí?! —la criatura se mofó pese a que la sangre negruzca salía en abundancia por su ojo herido.

— Hasta el más fiero león cae ante la incomodidad de una pequeña astilla — el asgardiano sonrió sarcástico, sin intimidarle lo cerca que estaban las fauces de su enemigo.

Ehrimanes intentó retirar la espada de fuego con su propia mano, pero a centímetros de tocarla ésta reaccionó y liberó una potente descarga que lo impidió, lastimándolo aún más.

Rabioso, Ehrimanes lo volvió a intentar, mas sus zarpas no podían retirarla sin importar cuánto lo deseara, y conforme mayor era su insistencia, más dolor sentía en su interior.

¡¿Qué es lo que me has hecho?! —replicó, apretando al dios guerrero entre sus garras.

Clyde escupió sangre, pero reprimió todo gemido de dolor pese a que sus huesos y armadura estaban crujiendo al unísono. Su cosmos se materializó en un intento por aumentar la resistencia de su cuerpo.

— No tengo por qué decírtelo —Clyde logró reírse, procurando mirarlo al ojo sano—, pero eso no sería divertido. Puede que haya perdido mi grimorio negro, pero tantos años de estudio y búsqueda por un método de deshacerme de ti me llevaron a memorizar muchos encantamientos útiles para lidiar con alguien como tú… Fue la magia lo que te selló durante siglos y es la magia la que te continuará castigando, Ehrimanes…

¡¿Magia?! ¡Imposible, Aifor de Merak debería de darme inmunidad a cualquier de tus conjuros!

— Tú lo has dicho: Aifor de Merak es inmune —Clyde volvió a reír—. Su cuerpo te servía como un escudo natural, pero al tomar esta nueva y grotesca forma has exteriorizado tu verdadera naturaleza y por ende perdiste esa ventaja… ¡Y yo te he quitado otra más!

¡Mientes! — Lo oprimió todavía con más fuerza, logrando que al dios guerrero se le desorbitaran los ojos y abriera toda la boca, de la que esta vez sí emergió un grito agónico—. ¡Un insignificante hombrecillo como tu jamás podría…!

— ¡Mírate! —le gritó Clyde—. ¡Tus heridas… ya no están sanando!

La criatura se permitió unos segundos para confirmar tales palabras. Aunque había sido herido por Clyde desde el inicio de la batalla todas las lesiones habían sanado por su habilidad regenerativa, sin embargo ahora veía que las últimas de ellas continuaban abiertas.

— Si fuera tú, sería más cuidadoso a partir de ahora —Clyde murmuró, sintiendo que  Ehrimanes aflojó un poco su agarre—. Te he atrapado en un cuerpo que no podrá reconstruirse —explicó con aire victorioso pese a su lamentable estado físico—... Y al mismo tiempo toda esa masa de carne servirá como un escudo para el verdadero Aifor —pensó con alivio.

 

La criatura del Abismo se quedó estática y en silencio, con la vista perdida en la oscuridad del entorno. Fueron momentos de una extraña y lúgubre tensión entre ambos rivales, la cual se rompió cuando Clyde fue súbitamente mordido por la criatura.

Ehrimanes cerró sus fauces sobre el dios guerrero de Megrez y la sangre tibia corrió rápidamente entre sus colmillos de tiburón.

Clyde quedó en shock ante las intensas corrientes de dolor que atravesaron su cuerpo, y por encontrarse en una situación en la que sólo su cabeza, brazo y pierna derecha estaban fuera de la boca del gigante. Los colmillos rompieron limpiamente el ropaje sagrado y perforaron la piel, músculos y otros órganos internos, sólo la resistencia de la armadura de Megrez evitó que fuera partido en pedazos en el primer mordisco.

— Que yo te devorara siempre fue tu destino —escuchó la voz de la criatura, quien permaneció con las fauces rígidas al no querer matar todavía a su enemigo—. Una muerte indolora no es algo que merezcas, por lo que permaneceremos así, muy quietos, mientras yo saboreo tu sangre hasta la última gota.

El asgardiano no pudo decir nada, pues estaba ahogándose con su propia sangre.

¿De verdad creíste que te saldrías con la tuya? No Clyde, sé que por voluntad jamás desharías este maleficio, por lo que en cuanto mueras me aseguraré de que Sennefer invoque tu asquerosa alma para que lo hagas —Ehrimanes dijo.

 

Mientras su cuerpo se retorcía en el hocico del gigante, Clyde sentía que sus sentidos se desvanecían con rapidez, por ello el mismo dolor iba apagándose junto con las conexiones de su mente con su cuerpo agonizante. Pero pese a que todo parecía perdido, ni así se resignaba a morir. Alguna valkiria ya estaba cerca sin duda, pero no moriría para que un asqueroso monstruo defecara sus restos días después. Con su puño libre comenzó a golpetear la boca de la bestia, mas ésta sólo se rió por los lastimeros intentos que sonaban como los golpeteos de un tambor.

 

Ehrimanes no pudo evitar soltar una carcajada airosa y mórbida, pero calló de repente cuando vio aparecer una silueta delante de su hocico.

En la oscuridad, esa entidad fue tan rápida y silenciosa que no la detectó hasta que ya había saltado para estar a la altura de sus fauces, las cuales logró separar con un rápido y simple movimiento de manos.

Todo pareció congelarse ante el incrédulo Ehrimanes, quien no logró cerrar de nueva cuenta su mandíbula sobre Clyde. Sólo el choque de sus propios colmillos resonó por el lugar.

Exaltada, la bestia buscó a la entrometida entidad con desesperación, encontrándola varios metros en la distancia.

Esta venía enfundada con una armadura negra, difícil de distinguir entre tantas sombras y la visión de un solo ojo. Quien quiera que fuera estaba depositando al asgardiano moribundo en el suelo.

¡¿Cómo te atreves a entrometerte?! —gruñó rabioso, lanzándose con el puño extendido en su dirección, esperando pulverizarlo.

El misterioso guerrero se percató de la intención, por lo que de manera temeraria se adelantó con un largo salto hacia la bestia.

Ehrimanes sintió que golpeó su objetivo, su puño era tan grande que esperó ver sus nudillos bañados con la sangre del entrometido ser, sin embargo le azoró que su golpe fuera bloqueado en seco por un sólo par de manos.

El casco con la forma de un dragón negro y de ojos amarillos emergió por encima del puño del gigante, el cual se adhería a una cabeza pelirroja.

— No sé si es mi imaginación pero creo que antes eras más fuerte —dijo la entidad con una voz femenina.

¡¿Tú?! —Ehrimanes bramó, manteniendo el brazo estirado sobre el que empleaba toda su fuerza, la cual no era suficiente para hacer retroceder a Freya Dubhe de Alfa —. ¡¿Cómo es que…?!

— ¿Me recuperé? —lo interrumpió, manteniendo el equilibrio en ese duelo de fuerza con suma facilidad—. No estoy segura, pero creo que se lo debo a la magia de dos grandes hechiceros: el viejo Clyde curó el veneno de mi cuerpo, y la madre de Aifor liberó mi cosmos.

En un instante, Ehrimanes vio un resplandor dorado colgando del cuello de la diosa guerrera, distinguiendo el misterioso medallón que tanto lo ha combatido desde que encontró a ese bebé junto al río Aifor.

— ¡Ahora me cobraré todas las que me debes, Ehrimanes! —gritó la pelirroja al liberar su cosmos invernal, empujando el puño de su enemigo contra el suelo y utilizando su largo brazo como un puente por el que corrió a una súper velocidad.

El monstruo del Abismo recibió un tremendo impacto debajo de la quijada que lo levantó un metro del suelo para que Freya lo pateara en el pecho y lo lanzara hacia las sombras.

La diosa guerrera trastabilló antes de ir en su persecución, volviéndose hacia donde estaba Clyde de Megrez.

 

El asgardiano sufría de espasmos en el suelo, mas se encontraba lo suficientemente lúcido como para reconocer a Freya y no confundirla con la valkiria que lo llevaría al Valhalla… sin embargo, ante él ahora lucía tan radiante y poderosa como una de las mismas emisarias de Odín. Cuando Clyde intentó hablar, sólo un borboteo carmesí salió de su garganta.

De los agujeros que dejaron los colmillos de Ehrimanes en su cuerpo la sangre salía sin parar, su brazo y pierna derecha apenas y se mantenían pegadas a su cuerpo por hilos de carne, era claro para ambos que iba a morir.

— Y sin embargo yo misma también estuve a punto de morir antes —reflexionó Freya, quitándose el colgante del cuello para dárselo a Clyde y asegurarse de que él lo sujetara con ambas manos.

— Una mujer me dijo que hay magia muy poderosa en este artefacto —le explicó, sabiendo que él le prestaba atención al mirarlo a los ojos y ver que estos no habían perdido los deseos de lucha—. Yo no sé nada sobre magia, pero salvó mi vida y ha protegido a Aifor de ese monstruo en el pasado ¿no es así? Confío en que encontrarás la mejor forma de emplearlo —estrechó sus manos con hermandad—… Tú que fuiste su padre, intenta escuchar la voz de la madre que resguarda dentro.

 

La guerrera de Alpha se levantó, anticipando el rugido colérico de Ehrimanes en la distancia. Sin dudar dejó atrás a su compañero y fue en búsqueda de la batalla.

 

Sofocado, Clyde sujetó el medallón contra su pecho, intentando comprender las palabras de Freya, mas entre sus pensamientos caóticos difícilmente logró ordenar sus ideas hasta que escuchó—: Despertémoslo

 

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El Santuario de Atena, Grecia.

 

Seiya de Pegaso corrió a toda prisa por las escalinatas hacia el Templo de Aries, percibiendo el violento choque de energías que allí se suscitaba. Se exaltó todavía más al reconocer a quiénes les pertenecían los cosmos en colisión.

A mitad del camino las presencias se desvanecieron, como si una intentara ocultarse de la otra, o tal vez porque sintieron que él se aproximaba. Al poner un pie dentro del templo sólo el eco de su pisada se escuchó. Visiblemente la batallaba se quedó marcada en los muros, pilares y suelo del lugar, siendo la carencia de cuerpos en el piso lo que lo alivió un poco.

Se adentró a paso lento, extendiendo sus sentidos para encontrar indicios de los combatientes, si es que aún se encontraban allí.

Se detuvo cuando escuchó un par de pasos avanzar hacia el centro del salón de batallas, reconociendo a Elphaba de Perseo.

La amazona de plata salió de su escondite y lo miró fijamente a través de la tenebrosa máscara de Medusa.

— Maestro… —pronunció ella con un genuino dolor. Su armadura presentaba algunas fracturas y un par de heridas se abrían en su piel.

— ¿Elphaba? ¿Qué es lo que te pasó? —Seiya inquirió preocupado, avanzando hacia la joven que durante años fue su discípula.

— ¡Seiya, no! —escuchó de una segunda voz que intentó advertirle del peligro, pero todo ocurrió tan rápido que fue incapaz de actuar en medio de la confusión, sobre todo cuando los párpados de Medusa se abrieron y le dirigieron su mirada mortal.

Un cuerpo se interpuso entre él y la magia oscura de Medusa, lo suficientemente grande para bloquear su visión y evitarle la burla de ser convertido en piedra, aunque el precio resultó alto.

— ¡Shaina! —Seiya miró perplejo a su compañera, quien se aferraba a él como una recreación de las veces en las que se arrojó a su rescate. Transformando su cuerpo en un escudo recibió la maldición, pero al haber sido alcanzada sólo por un vestigio indirecto no se convirtió completamente en piedra.

— ¡No la mires! —Shaina alcanzó a decirle, manteniendo ella misma los ojos cerrados y temblando de dolor—. ¡Seiya, Elphaba y los santos de plata ahora son nuestros enemigos! —logró decir antes de perder el sentido, ya sea por la fuerza del embrujo que carcomió su cuerpo o por la intensidad de la batalla que había estado librando contra la amazona de Perseo.

El santo de Pegaso la sostuvo en sus brazos, horrorizado al ver la mitad del pecho de Shaina convertido en piedra, así como su hombro, brazo y el lado derecho de su rostro sin máscara.

— ¿Por qué…? —fue la pregunta que salió de sus labios, alzando la vista para confrontar a la que fue su discípula, olvidando que eso era lo último que debía hacer.

— ¡¿Qué significa esto?! —recriminó furioso—. ¡¿Es cierto Elphaba?! ¡Explícame qué es lo que pretendes con tu traición!

Con los ojos de Medusa cerrados, la amazona habló—: Yo —dudó, tocándose la cabeza con una de sus manos, la cual terminó empuñando para responder—… sólo sigo las órdenes del nuevo Patriarca.

— ¿Nuevo Patriarca? —Seiya repitió, confundido—. No puedes hablar en serio… ¿Quién? ¿Por quién es que levantas tu cosmos contra tus compañeros, contra mí? ¡Respóndeme!

Elphaba retrocedió un poco, como si pensara en huir, más rápidamente se volvió. — ¡Ya no recibo órdenes tuyas! —clamó con ira.

Los ojos de Medusa se abrieron, liberando la fatal maldición. En esta ocasión el santo de Pegaso no fue sorprendido, reaccionó y atinadamente su velocidad le permitió resguardase al avanzar entre los pilares del templo, dejando a la inconsciente amazona de Ofiuco en un rincón apartado donde estaba seguro no peligraría.

 

Seiya de Pegaso decidió no alargar una batalla innecesaria. Elphaba era alguien hábil y conocía a la perfección su manera de pelear, desventajoso para ella pues jamás le mostró su verdadero poder, aquel que le permitió avanzar a la velocidad de la luz y sujetarla del brazo, el cual rompió como si fuese una rama.

Elphaba quedó sorprendida, no había alcanzado a parpadear cuando ya el santo de Pegaso se desplazó por el templo y se paró junto a ella. Ni siquiera pudo sentir el dolor de su brazo roto cuando un brusco bofetón despegó la máscara de Medusa de su rostro.

Sólo hasta que el santo la tumbó al suelo, sin soltar su brazo herido, es que todos los dolores pudieron ser asimilados por su cerebro.

La mujer reprimió un angustioso grito, mirando con una mezcla de rabia y estupor al santo de Pegaso.

 

Seiya miró por primera vez el rostro descubierto de Elphaba de Perseo, encontrando en él una mirada de rencor que pocas veces ha visto en sus enemigos. La amazona siempre fue una chica amable, ¿cómo era posible que esa clase de ojos le pertenecieran?

Cuando la mujer intentó liberarse, Seiya aplicó presión en el brazo lastimado para que desistiera, manteniendo el control de la situación.

— Sé muy bien que eres capaz de revertir el hechizo de Medusa a voluntad, por lo que más vale que lo hagas en este momento.

— Eso nunca pasará —Elphaba respondió, adolorida.

— No hagas esto Elphaba, no me obligues.

— … Tal vez sea la única y tu mejor opción —musitó ella, sonriendo con amargura.

Seiya percibió el conflicto en la amazona, deseando poder entender el motivo por el que la locura pareció haber invadido a todos en el Santuario.

 

Antes de poder tomar cualquier elección, percibió un cosmos que cubrió el templo de Aries, y al siguiente segundo se encontró a si mismo desplazándose por el salón de batallas como poco antes lo había hecho para llegar hasta la amazona de Perseo.

— ¡¿Pero qué…?! —pensó en el trayecto. La confusión le impidió ejecutar los mismos movimientos, por lo que Elphaba se adelantó, siendo ella quien le propinó un severo golpe en la quijada y una serie de patadas en el estómago.

Seiya se repuso en el aire, todavía más confundido al ver que la máscara de Medusa había vuelto al rostro de Elphaba y su brazo estaba ileso.

No hubo tiempo para pensar demasiado, pues los ojos de Medusa volvieron a abrirse. De nuevo fue capaz de eludirla, decidiendo que tenía que acortar la distancia entre ambos si deseaba ganar.

Seiya apareció detrás de la amazona, sujetándola del cabello para impedir que moviera su cabeza con libertad, siendo con su mano libre con la que generó una esfera cósmica que impactó contra la abominable máscara, estallándola en el rostro de Elphaba.

El dolor sólo la motivó para moverse con brusquedad, dejando atrás una gran extensión de cabello negro en la mano del santo de Pegaso. Elphaba atacó con toda la velocidad que sus brazos y piernas le permitieron, mas Seiya esquivaba sus golpes sin siquiera retroceder.

¡Meteoros! —Elphaba disparó su cosmos sin piedad.

El santo movió sus brazos para bloquear cada impacto, respondiendo de la misma manera—: Pegasus Ryusei Ken! (¡Meteoros de Pegaso!)

La diferencia de poder continuaba siendo abismal, por lo que la amazona de Perseo terminó abatida por la técnica de su maestro, siendo arrojada contra el muro más próximo contra el que se impactó, quedando empotrada mientras los pedazos de su cloth caían de su cuerpo convaleciente.

No era su intención matarla, debía llegar al fondo de tanta locura y descubrir al responsable de ella.

Seiya volvió a percibir el mismo cosmos extraño cubriendo el templo de Aries, justo antes de verse a sí mismo sosteniendo a Elphaba nuevamente por el cabello.

El salto hacia atrás en el tiempo lo desconcertó aún más, ¿o es que acaso el mal misterioso que lo aqueja había elegido el peor de los momentos para jugar con su cabeza?

Como fuera, Elphaba logró liberarse antes de que su máscara plateada fuera destruida, arremetiendo contra el santo de Pegaso.

Acongojado por el efecto de dejavú, Seiya intentó defenderse como la primera vez, sin embargo la velocidad de Elphaba había cambiado, siendo mucho más veloz que antes… ¡No...! ¡Más bien, era él quien sentía su cuerpo más lento!

Pese a que logró mantener en alto su defensa, sus movimientos cada vez se volvían más lentos, llegando al punto en que los meteoros de la amazona lo lanzaron contra el techo, cayendo de bruces al suelo. Seiya sacudió su cabeza, reponiéndose pronto.

Elphaba aguardó como si deseara darle un momento de descanso, luciendo su armadura y máscara intactas.

Para el santo de Pegaso quedó claro que Elphaba no era su única rival en el Templo de Aries, por lo que volvía a estar en desventaja. Intentó encontrar el origen del cosmos que sentía actuaba en su contra, pero era alguien que podía mantenerse oculto de sus sentidos.

— El único capaz de lograr esta clase de fenómenos eres tú —dijo Seiya en voz alta—, Giles, santo del Reloj.

El santo aguardó una respuesta que no demoró en dejarse escuchar—: Tardó un poco más de lo esperado, me sorprende viniendo de usted, señor Seiya.

Ahora entiendo por qué Shaina no fue capaz de derrotarlos —pensó Seiya al confirmar su temor—. Ya que te has descubierto es momento de que se acaben los juegos. ¿De qué se trata todo esto? ¿En nombre de quién es que se han vuelto traidores al Santuario?

Gracioso, nos llama traidores cuando nosotros los vemos a ustedes de la misma forma —respondió Giles, su voz se expandía como eco por el lugar—. Pero no importa, una vez que todo esto termine los ganadores decidirán quiénes son o no los traidores en la historia. El señor Albert no nos defraudará.

— ¡¿Albert?! —repitió Seiya, sorprendido.

— Él nos eligió para servirle, y nos ha pedido que erradiquemos a los impíos del Santuario. Ahora que está aquí morirá, las órdenes son claras —aseguró con maldad.

Elphaba de Perseo se preparó para reiniciar la lucha.

Conoce mi habilidad, por lo que espero y entienda que toda resistencia es inútil —dijo Giles.

— Es verdad, tienes la capacidad de utilizar tu cosmos para retroceder el tiempo los segundos suficientes para ser un fastidio —Seiya explicó, confiado—, por lo que no importa cuántas veces derrote a Elphaba, tú te asegurarás de regresarla un momento atrás y evitarlo. Y no sólo eso, puedes alentar los movimientos de tus enemigos, como has estado haciéndolo desde que puse un pie en esta casa.

Giles rió un poco. — No esperaba menos del santo legendario, en efecto, todo eso es correcto.

— Pero también sé que una vez que luche en serio, tus poderes no serán capaces de afectarme. —El santo de Pegaso manifestó su cosmos, el cual llameó por todo su cuerpo para convertirse en un escudo protector, tanto que las flamas cósmicas se solidificaron hasta formar la reluciente armadura de Pegaso.

Aunque a la vista seguía siendo una armadura de bronce, la bendición que recibió de la diosa del Santuario dormía dentro de cada átomo que la conformaba. Con ella sabía que podría repeler el cosmos que Giles proyectaba sobre él.

 

El cosmos de Seiya iluminó todo el recinto, permitiéndole a sus sentidos encontrar al escurridizo santo del Reloj, quien se resguardaba en la estancia subterránea del Templo de Aries.

Empleó toda su velocidad en ir a su encuentro, sin embargo, cuando Elphaba se adelantó para interponerse en su camino, debió virar para esconderse de la mirada de Medusa detrás de un pilar.

¡¿Cómo pudo…?! — pensó angustiado, pues poco le faltó para ser víctima de la maldición de Medusa.

Admito que perdí el factor sorpresa sobre usted y que mi cosmos no podrá afectarlo como antes, pero mi habilidad también sirve para ayudar a mis compañeros en batalla —explicó, como si hubiera leído su mente—. Siendo capaz de cumplirle a Elphaba el sueño más añorado por los santos de plata: ¡alcanzar la velocidad de la luz!

En ese momento, Elphaba de Perseo apareció a su costado, casi pegado a él, siendo así que no pudo evitar ver directamente los ojos destellantes de Medusa.

 

FIN DEL CAPÍTULO 56


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EL LEGADO DE ATENA - Capítulo 67. "Epílogo"


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Publicado 21 septiembre 2016 - 21:21

Te recomiendo que leas solamente la nueva versión

 

PD: No te olvides de inscribir un capitulo de tu fic en la dinamica


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