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-* El Legado de Atena *- (FINALIZADO)


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373 respuestas a este tema

#261 Seph_girl

Seph_girl

    Marine Shogun Crisaor / SNK Nurse

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Publicado 15 enero 2016 - 15:18

Alo gente linda de SSFOROS. Aquí reportandome después de que ya pasaron todos los festejos y cosas de fin de año, a mediados del primero mes del 2016 ya y con un nuevo episodio en mano.

Demoran los caps, ya lo saben, pero hay buenas razones personales. Comparto con ustedes que ya soy una mujer casada por ley del hombre , y a finales de enero es el acontecimiento religioso, por lo que empieza una nueva etapa de vida pero no por ello pienso dejar la historia inconclusa, eso me lo he propuesto determinantemente, ya que no he estado taaantos años con esto como para dejarlo botado, sería bastante deprimente para mi.... y nadie de los que me leen merecen esa groseria, por lo que agradezco su paciencia y comprensión.

 

Pero bueno, compartiendoles ya mi alegría personal paso a responder sus comentarios:

 

Hola Morongo, gracias por estar al pendiente de esta historia. Sí Albert ha tomado protagonismo en estos últimos caps y en este nuevo que viene también… pero pues todo tiene una razón y está en el esquema del plot jajaja, pero ya verás más cosas al respecto, de eso no tengas dudas.

Sé que partí uno que otro corazón con lo de Souva, pero no puedo prometer una resurrección, pero estate atento que habrá un detalle por ahí en los próximos episodios que seguro les alegrará el día XD.

Lamento no haber dado nada para navidad, pero espero este cap sea de tu agrado :)
y no te preocupes, puedes dejar  los comentarios que gustes con la clase de cosas que te nazcan, cada quien tiene  su manera de dejar su apoyo a los autores y yo agradezco mucho tu tiempo.

 

****

 

Hola ALFREDO, estuve ausente por motivos de boda, ya leíste jejeje pero una vez que pase todo este oleaje de compromisos volveré a retomar la lectura de tu fic, no creas que se me olvida.

Ahora, por lo que comentas... pues aunque tengo muuuchos personajes en movimiento, a veces se ocupan de personajes segundones o de escenografía que hagan cosas, como en este caso los plateados, que en la mayoría de los casos los elijo al azar , pero pues se me ocurrió usar a uno del Reloj para cumplir mi propósito , pero a estas alturas del fic no creo que trascienda el personaje demasiado XD.

 

Nauj de Libra tiene su pasado establecido, alguna vez tenía planeado explicarlo más a fondo PERO el fic se estaba haciendo muuuuy largo y hay tantas cosas en marcha que he tenido que recortar información (mi falla, perdón) la cual un día creo que expondré en FICHAS DE PERSONAJES para los curiosos jeje, pero se resume a “Estúpidos traumas de la niñez” (como diría Homero Simpsons)

Muchas gracias por leer. Vienen cosas muy fumadas por delante por lo que espero que antes de encender el fuego de las antorchas  y alzar los trinches confíen un poco jajaja por lo menos hasta que todo se medio explique XD

¡Gracias por leer!
 

******

Saludotes Fenrir de Arioto

Gracias por de nuevo comentar. Dejarlos en suspenso es una herramienta que se necesita para asegurar que vuelvan, no para torturarlos jeje. Lamento que mis publicaciones  tarden en ocurrir, pero como ya debiste leer están pasando cosas muy buenas en mi vida personal, pero aquí seguiremos hasta poder ponerle un FIN a la historia, la cual ya está entrando a la recta final, por lo que gracias por tu paciencia.

Me alagan tus comentarios, creo que todos los escritores de fanfictions nos encantaría ver animado un fragmento de nuestras historias fumadas cuando menos, pero pues solo nos queda cerrar los ojos e imaginarlo todo jaja. Pero si un día te vuelves millonario y te sobra el dinero como para contratar dibujantes  y eso, no olvides esta historia XD

 

***

 

T-800

Por partes :)

21) A veces me es difícil recordar los detalles de caps tan atrás en el tiempo (considerando los años que llevo escribiéndolo) que con esto me ayudas a de “Cierto, en este cap pasó”

Sí, Kraz fue un lindo personaje que me gustó manejar. Y sí los aprendices lemurianos tienen “algo” que te obliga a aprovecharte de ellos para secuestros, bulling o cosas parecidas XD. 
 

22) Tal vez Kiki no tenga una cloth pero quise que en sus escenas se viera lo más genial posible, que bueno que te gustó.
Aunque Kenai de Cáncer sea muy buena gente por fuera, quise que quedara claro que puede ser tan cruel y/o malvado como los otros Cáncer emblemáticos de la serie si se enojaba, cosa que rara vez pasa XD pero la muerte de un discípulo suyo frente a su cara creo que es adecuado, sí.

Sobre Yoh Asakura verás más adelante :D no te puedo spoilear.

Sí, Souva se ha ganado el cariño o aprecio de varios lectores por esa “peculiaridad” en él, es divertido usarlo.

 

23) En aquellos días podía darme el lujo de gastar hojas y hojas en historias como la de Pavel y su hermano Victor, pero empezarás a notar que pronto van quedando atrás por todo el desma$%e que hay adelante.

Sobre Ikki… envejeció de manera rara, es lo único que puedo decir XD Él no puede estar robándose el fic jeje, asi que o se esta quieto o lo mato, por lo que elegi que se quede quieto :p

 

24) Souva de Escorpion y Kenai de Cáncer son  buenos camaradas, por lo que juntos si pueden ser un par de payasos.

La reunión dorada fue linda de escribir… ah, qué recuerdos XD.

 

25)  Sí, lo admito, Bud es mi personaje favorito de la saga de Asgard, por lo que si legalmente se murió o no en el anime me importó poco, aquí sobrevivió y le he dado la gran vida. “Casarlo con Hilda” fue una idea a la que no me resistí XD, sorry.

Todo esto lo escribí mucho antes de SAINT SEIYA SOULS OF GOLD, por lo que quizaaaas de haber sido otros tiempo incluía al hermano pero ni modo XD.

Jaja, ¿Freya como Titan? Tardé unos segundos más de lo que debía para entender qué me querías decir pero ya, jaja, pues le gustó el chico ni modo. Tampoco es que ella sea muy mayor XD pero pues siente cosas por el chiquillo de 15, pero el universo de saint seiya nos ha enseñado que uno no refleja la edad que de verdad tiene XD

 

26) No puedes ser un dios guerrero si no tienes un pasado trágico, es parte del curriculum XD por lo que varios por allí lo tienen.

 

27) No todos los caps pueden salir geniales, perdón ;_;

 

28) Toda la historia del caníbal y el bebé no tardas en saberla XD. Los Alberich creo que siempre deben ser raros jjaja. Alwar de Benetash es muy fuerte, casi vence a Dahack de no ser porque el plot decía que aún no jejeje

 

29) Personajes tienen que morir… ya muchos se quejan de que nadie muere XD.

Sí, Caesar es fuertote, pero un día ya verás que encontrará a quien le dé su buena pelea.

 

Veintinueve caps ya, sí que has leído mucho, ya por la mitad de lo que llevo, espero puedas continuar. Muchas gracias por dejar tus comentarios y tus buenas vibras. Espero que continúes disfrutando de la lectura.

 

 

Y ahora sí, el momento que algunos esperaban,

les dejo

EL FUMADO CAPITULO 53

 

*****************************************

 

Clyde, dios guerrero de Megrez, avanzaba por un largo túnel dejando residuos de su sangre en cada paso; incluso cuando apoyaba las manos contra los muros sus huellas quedaban impresas en color escarlata.

Lo único que motivaba a su cuerpo fatigado y herido a no detenerse era la esperanza de estar por llegar al final de la gruta. Tal aferro a vivir le resultaba irónico, pues en el pasado deseó casi a diario que la muerte llegara a él y ahora suplicaba para que no lo alcanzara… todavía no.

 

Tras abandonar Asgard aquel día, se adentró a Bluegrad en la búsqueda de una valiosa información. Impulsado por los consejos del shaman Vladimir, Clyde viajó al reino que se había vuelto una extensión más del territorio del dios Poseidón, descubriendo lo corrompida que se encontraba por malos espíritus.

Pese a estar consciente de la situación del reino no buscó ser un héroe, nunca lo ha sido. Sólo entró sin que nadie se percatara de su presencia, rebuscó dentro de la famosa biblioteca de Bluegrad y salió de ella en cuanto obtuvo lo que necesitaba. No fue una tarea sencilla pero su magia y habilidades le abrieron las puertas necesarias.

 

Bluegrad fue una pequeña parada pues el único propósito era encontrar el camino hacia el continente Mu*, la tierra que fue sumergida en el océano por designio de los dioses desde la era mitológica, siendo centurias después que comenzó a ser utilizada por el Shaman King y la Tribu de los Apaches como un lugar sagrado.

Pocos lo saben pero allí se encuentra el santuario del Shaman King, siendo el sitio donde cada quinientos años se libra la pelea que decide quién se convertirá en el nuevo Rey.

 

Se dice que en el nivel más profundo de tal santuario se encuentra la morada del Shaman King y es en donde Yoh Asakura se encontraba actualmente… o eso le aseguró Vladimir.

El problema fue que el misterioso Vladimir no le facilitó cómo llegar al recinto sagrado, por lo que tuvo que valerse de sus propios medios para lograrlo.

En un viejo pergamino encontró las pistas que lo condujeron allí, donde no fue recibido como un intruso, sino como alguien lo suficientemente tenaz que sería puesto a prueba.

 

Aquellos que deseen ver al Shaman King sin que éste los haya invitado, tienen que descender por cada uno de los niveles que están custodiados por poderosos shamanes. No existe forma alguna de que las puertas de cada escenario se abran a menos que el  custodio en turno lo permita… o que este sea derrotado.

 

Clyde maldijo su suerte repetidas veces, pues el cuerpo que tanto se empecinó en estropear durante años le dificultó mucho el recorrido. Tuvo suerte también, tenía que admitirlo, en ciertos niveles los custodios estaban ausentes y eso era un paso automático al siguiente escenario; otros sólo fueron curiosos y tras algunas preguntas lo dejaron pasar; el resto lo enfrentaron y tras comprobar su valía como guerrero le concedieron el paso…. Sólo uno de ellos lucho con él hasta las últimas consecuencias y estuvo a punto de morir a su lado de no ser por algunas pócimas que le ayudaron a seguir con vida pese a su convalecencia.

 

El peto y casco de su armadura fueron pulverizados en las batallas, y las piezas que aún se aferraban a su cuerpo estaban cuarteadas y deshaciéndose en pequeños trozos. La magnánima espada de hielo redujo su función a tener que servir de bastón para el tullido guerrero de Megrez.

 

Clyde llegó al final de aquel pasadizo que lo condujo a una amplia y vacía cámara. No había ningún objeto, mueble o escultura en ella, sólo las paredes y piso de piedra totalmente alisadas. Algunos muros estaban parcialmente cubiertos por lianas y hojas, el techo se perdía en la negrura de las sombras y sólo hasta el fondo del sitio se distinguía una construcción.

Clyde avanzó un poco más, distinguiendo las escaleras y el pedestal donde un trono de roca se alzaba un metro por encima del nivel del recinto. En él estaba sentado un hombre de largo cabello oscuro que vestía una túnica color ocre; sus ojos estaban cerrados, como si durmiera, pero el dios guerrero no se confió.

— Tú debes ser Yoh Asakura —Clyde habló al detener su andar, mas no obtuvo respuesta ni reacción.

— El Shaman King —prosiguió, esperanzado—... Vine hasta aquí buscando tu ayuda, me dijeron que eras el único capaz de reparar mi error. —El dios guerrero dio unos pasos más para acercarse a las escaleras, mas antes de que alcanzara a pisar el primer peldaño fue abatido por una fuerza abrasante que lo empujó varios metros hacia atrás.

Clyde de Megrez cayó pesadamente de espaldas, quedando en shock unos instantes, asimilando la energía que lo atacó.

Logró ponerse de pie, mirando hacia el asiento del Rey para percatarse de una presencia. Por encima del durmiente Shaman King se manifestó un ave de luz blanca, tan pura y reluciente que no lastimaba los ojos. El ave mantenía sus alas extendidas, pero no necesitaba aletear para mantenerse en el aire; la entidad carecía de rasgos mas el sonido que emitió era propio de un águila.

 

— ¿Qué significa esto? ¿Para esto abandoné mi reino, a mi gente y crucé este infierno al que llamas “santuario”? ¿Para ser ignorado? —Clyde cuestionó, frustrado—. ¡Respóndeme!

En respuesta, aparecieron otras dos aves más a los costados de la original, que al instante se abalanzaron sobre el dios guerrero. En esta ocasión fueron contenidas por el poder de Clyde, quien blandió la espada flamígera de hielo y cortó a ambas entidades que terminaron por desvanecerse.

— ¡Si quieres echarme tendrás que hacer algo mejor que eso! —bramó, siendo la ira lo que revitalizó su cuerpo maltrecho—. Deseé ser políticamente correcto, pero veo que aquí, como en muchos otros reinos, la fuerza es el lenguaje predilecto.

Ante sus palabras, las apariciones se multiplicaron más allá de sus expectativas. Alrededor de toda la vasta cámara se posicionaron cientos de aves luminosas, siendo Clyde el centro de su atención y blanco.

En el momento en que Clyde sujetó la espada de fuego con ambas manos, las criaturas atacaron de manera simultánea. El dios guerrero logró deshacerse de las que su espada cortaba, pero por número y velocidad las aves alcanzaban a golpearlo, hiriéndolo y transmitiéndole un dolor insufrible en cada embestida, como si las criaturas lo atravesaran y quemaran su interior.

Aunque su espada eliminaba a todas las que tocaba estas parecían ser infinitas, pues el arte que les daba vida se encargaba de crear una nueva y reponer un espacio.

Clyde cayó de nuevo, golpeándose la boca contra el suelo. Giró un poco el rostro en el momento justo en que la parvada se precipitó contra él como pájaros hambrientos sobre una hogaza de pan.

El dios guerrero de Megrez pudo haber desaparecido en medio de los graznidos de la parvada, mas su terca alma continuó negándose a la rendición.

Con un grito atronador el cosmos invernal de Clyde se extendió en forma de ventisca, empujando a los entes luminosos, haciéndolos desaparecer ante su rugido.

Su voz se apagó pero no las llamas de su cosmos, el dios guerrero miró hacia el trono del Rey cuando fue sacudido por un ataque de tos, el cual lo derrumbó sobre sus rodillas. Se tapó la boca con desesperación en un intento de controlar su malestar, pero esto sólo ocasionó que le sangre emergiera como abundante vomito.

 

— Estúpido cuerpo —musitó, apenas pudiendo respirar—… No quisiste morir cuando debiste… así que ahora debes resistir… no es el momento… aún no… No hasta que... haya cumplido… mi deseo…

El dios guerrero calló al ver que en el cielo la parvada de aves volvió a materializarse para continuar con una batalla que tendría un solo final.

Clyde se alzó pese a que sus piernas se resistieron. Con su cosmos brillante en alto y la espada de cristal a su costado, estaba decidido a superar a sus enemigos.

Las aves se alistaron para repetir la estrategia anterior, lanzándose en picada contra el dios guerrero. Pero como si el tiempo se hubiera detenido súbitamente, los entes luminosos se quedaron congelados en el aire y en completo silencio.

Clyde pestañeó, incrédulo y desconfiando de aquel fenómeno que no le afectó, pero se sorprendió cuando escuchó unos pasos. Por instinto giró el cuerpo hacia el trono del rey de los shamanes, viendo para su sorpresa que este se había puesto de pie y descendía lentamente los escalones.

No hubo palabras o acciones. Con tan sólo mirarlo caminar hacia él, Clyde sintió que algo lo desarmó pese a que la espada llameante continuaba en su mano; que algo lo retenía pese a que no había sogas en sus extremidades; que la muerte se acercaba pese a que era sólo un hombre en sandalias el que venía en su dirección.

 

El Shaman King pasó a través de las criaturas de luz que estaban en su camino sin ninguna clase de percance.

Yoh Asakura se detuvo a un paso de distancia, siendo Clyde quien terminara de rodillas en el suelo… Podría pensarse que fue por el cansancio y el dolor, pero el asgardiano tendría que admitir que fue por más que eso.

El dios guerrero de Megrez retuvo la mirada del Shaman King, encontrándose con un rostro que no esperaba ver en una autoridad como la suya.

Hola —fueron las palabras del Rey tras una respetuosa y afable sonrisa.

 

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Capítulo 53. Oscura Rebelión, Parte III

 

En algún lugar dentro del plano astral.

 

Iblis, Patrono de la Stella de Nereo, contempló con asombro la forma en que las puertas a otra dimensión se abrieron y cerraron por voluntad del santo de Géminis.

Al igual que Albert, él también se preguntó qué sucedería con el alma del santo de Libra, a qué remota región del plano astral viajaría o es que acaso sería destruida por las fuerzas que rigen aquel reino repleto de misterios.

 

Iblis descendió hasta que sus pies tocaron el suelo, mirando a lo lejos al santo de Géminis, quien se mantuvo con un temple tranquilo y meditabundo contemplando el cielo, justo el punto en el cual Nauj de Libra fue visto por última vez. Quizás aguardaba una reaparición milagrosa y audaz.

— No volverá —dijo Iblis, manteniendo los brazos cruzados—, ni siquiera yo puedo sentir residuos de su alma en este plano —explicó, confiado en sus habilidades—, y mira que lo estoy intentando.

— ¿Estás seguro? —cuestionó Albert, manteniendo su posición.

— Totalmente. Admito que me intriga, pero sea lo que sea lo que tu técnica hizo con él, lo envió lejos.

— Bien —musitó Albert—. Significa que el plan puede continuar…

— Sí, todo ha salido bastante bien —secundó el Patrono—. Tuve mis dudas, pero hice bien en elegirte a ti, Albert. Aunque creo que ya te he dejado jugar lo suficiente con los santos, es hora de que cumplas con el evento principal: asesinar al Patriarca. Sé que es algo que has esperado por mucho tiempo, al fin podrás cumplir con tal anhelo —se regocijó pensando en el próximo drama que  atestiguaría.

Albert se giró hacia el Patrono con un gesto serio.

— Tienes razón, pero incluso por encima de tal “anhelo”, como tú lo llamas, hay otro que me gustaría ver cumplido primero…

Iblis tardó en comprender, y sólo lo hizo cuando un inmenso dolor entró por su espalda.

El Patrono gimió, sus sentidos se descuadraron unos instantes sin poder apartar la vista de Albert, quien sonreía con satisfacción en la lejanía.

Cuando escupió sangre a borbotones de su boca, Iblis se obligó a mirar hacia abajo para encontrar la aterradora imagen de un puño ensangrentado emergiendo de su pecho. Aunque sus piernas perdieron fuerzas para mantenerse en pie, no cayó al suelo por la presencia del brazo que se albergaba dentro de su caja torácica.

Iblis intentó girar el cuello y ver el rostro de su atacante, pero no pudo voltear lo suficiente, sólo hasta que su asesino habló es que entendió todo.

— Sí, no sentía que fuera correcto proseguir con el plan si no me encargaba de ti primero, Iblis.

El Patrono se confundió al reconocer la voz de Albert proveniente de su espalda y ver claramente su imagen allá en la distancia.

— Tuve razón al suponer que tus habilidades sólo te permitían conocer lo que había a mi alrededor, mas no leer mis pensamientos, jamás lo hiciste, de lo contrario no estarías a punto de morir —el santo se mofó, haciendo desaparecer la ilusión que vistió con su imagen para engañar al Patrono de Nereo—. Debo admitir que actuaste bastante bien tu papel de fantasma, pero estás a poco de conocer lo que es en verdad ser un espectro.

— ¡Albert…! ¡Tú…! —gruñó con la boca repleta de sangre, gritando cuando el santo removió un poco el brazo que mantenía dentro de sus entrañas.

— No sabes cuánto ansiaba acabar con tu miserable vida. Siempre he sido un hombre paciente, tenía que esperar hasta encontrar el momento correcto —habló sin consideración por el dolor ajeno—. Imaginaba que mientras continuaras dentro del plano astral sería imposible para mí liquidarte, por ello tuve que buscar la forma de convencerte de que me trajeras hasta ti.

— … ¿Có… mo te atreves? Creí que… —el Patrono intentó decir, interrumpido por un ataque de tos.

El santo de Géminis prosiguió, ignorando sus reproches y convulsiones—: Fue una decisión arriesgada, pero con tal de deshacerme de ti decidí aventurarme y al final logré mi cometido —rio sarcástico—. Lo que nos dijiste fue verdad, pelear con Nauj de Libra me permitió comprobar que estando aquí serías un blanco fácil. Pude engañar tus sentidos como lo habría hecho en el mundo terrenal si no fueras una rata cobarde.

— … El señor Avanish no… no perdonará que tú… lo traiciones —Iblis se esforzó por decir.

Albert rio de nuevo—: Con esta acción al único que estoy traicionando es a ti —explicó—, no a él. Tú error fue creer que te debía completa sumisión cuando lo único que sentía por ti era desprecio. ¿De verdad creíste que perdonaría la humillación que me hiciste pasar? —cuestionó con furia, ensañándose con su brazo—. Como te dije una vez, yo no te debo nada… Excepto el haberme llevado ante el señor Avanish —agregó, con fingido agradecimiento—… y sólo por eso es que no te torturaré más. ¡Desaparece, basura!

 

El santo generó en su brazo una resplandeciente luz que prendió totalmente en llamas al Patrono de Nereo, éste se retorció con violencia, aullando con todas sus fuerzas mientras la energía cósmica consumía su cuerpo en tan singular hoguera.

 

/ * / * /

 

Cementerio del Santuario de Atena, Grecia.

 

Albert de Géminis abrió los ojos, encontrándose a sí mismo postrado de cuclillas en el suelo. Parpadeó un par de veces, alzándose con lentitud para encontrarse con las miradas interrogantes de dos santos de plata que custodiaban la zona y su bienestar.

— Señor Albert, ¿está todo bien? —preguntó Vergil, santo de Cerbero.

— Cumplí con mi cometido, espero que no haya ocurrido ningún contratiempo —Géminis respondió, aliviado de que su intuición fuera acertada: tras la muerte del Patrono pudo regresar al mundo que conocía.

— Ninguno —respondió Vergil de Cerbero.

— ¿Qué espera que hagamos con esto? —cuestionó Nimrod de Centauro, señalando con su barbilla el cuerpo inerte del santo de Libra tirado a sus pies.

— No presenta signos vitales —explicó el santo de Cerbero—. Al verlo caer durante nuestra vigilia supusimos que fue usted quien ganó la batalla. Nos preocupamos por su tardío reaccionar.

Albert avanzó hacia el cuerpo del Nauj de Libra, dedicándole una rápida mirada antes de dar media vuelta, en dirección a las doce casas.

— Entiérrenlo —ordenó sin remordimiento—, sin demoras. Esta noche será muy agitada y es seguro que tendrán que cavar muchas más tumbas por la mañana.

 

/ - / - / - / - /

 

Ciudad de Meskenet, Egipto

 

Kenai de Cáncer y Calíope de Tauro viajaron a Egipto con el propósito de encontrar y detener al Patrono Sennefer. Sabiendo la historia y obsesión que el Patrono tenía con las tierras de Ra, imaginaron que los Apóstoles serían los mejores aliados para tal encrucijada.

Arribaron a la ciudad en reconstrucción sin ninguna clase de aviso, pero no por ello fueron mal recibidos, por el contrario creyeron que habían sido convocados a la reunión que estaba por celebrarse.

Habían escuchado que la ciudad  quedó prácticamente en ruinas tras la batalla contra los Patronos, pero había muchos edificios y viviendas con tan buena apariencia y arquitectura que parecía imposible que todo aquello pudiera alzarse con simple mano de obra en tan poco tiempo.

 

Ambos quedaron cautivados por el palacio, jamás creyeron que podrían ver una pieza arquitectónica como aquella en la actualidad. Toda la antigua cultura del desierto sólo se encontraban en ilustraciones, simulaciones o escenografías, pero esto era auténtico.

 

— Este lugar es… reconfortante —dijo el santo de Cáncer al mirar a través de los pilares de la estancia—. Puedo sentir cómo los espíritus cabalgan en el viento, la armonía de este lugar es casi perfecta… mucho más pura que en la misma aldea de los Apaches —comentó al mover la mano por delante de su rostro, como si quisiera tocar algo con respeto y fascinación.

— Me pones nerviosa cuando comienzas a hablar solo —dijo Calíope, quien lo acompañaba en la estancia de aquel jardín. Frente a ella tenía a la vista el Nilo y sus aguas resplandecientes por el brillo de la luna, era como mirar un río de plata.

— ¿Quién dijo que hablo solo? ¿Estás aquí, no? —Kenai de Cáncer aclaró, tomando asiento en el banquillo acolchonado más cercano.

— Te he visto hablando con tu cuervo… Por cierto, ¿dónde está? —la amazona preguntó al notar la ausencia del pajarraco de plumas plateadas que no solía alejarse de Kenai.

— Lo envié a explorar los alrededores, sólo por si acaso.

— Aún no puedo creer que el señor Seiya nos haya dejado abandonar el Santuario con tanta facilidad —la amazona comentó—, pensé que pondría mayor resistencia. Aunque también me extrañó que el Patriarca no nos recibiera en el Gran Salón.

— Debió estar atendiendo algo sumamente importante —Kenai dijo, despreocupado—. Pero no me sorprende que nos hayan dado permiso para venir aquí. Según tengo entendido no hace mucho recibieron a un enviado de la aldea de los Apaches, quizás trataron un tema delicado como este que tenemos entre manos.

— ¿Sin avisarte a ti?

— Recuerda que estuve “fuera” los últimos días—el santo le recordó—. No hubo tiempo para ponernos al día.

Entonces se vieron interrumpidos por una tercera voz que dijo—: ¿Y qué es lo que ustedes dos están haciendo aquí? Hasta donde me informaron se decidió no involucrar al Santuario.

Kenai y Calíope se pusieron de pie al reconocer al santo del Fénix, Ikki. Aunque ninguno de los dos lo conocía de manera personal, su renombre ante la nueva generación era tal como para que dos santos de oro le concedieran el debido respeto.

— Señor Ikki, escuchamos que ahora residía aquí en Meskenet —la amazona inclinó un poco la cabeza—. Es un gusto volver a verlo.

— Si no mal recuerdo ustedes son… Calíope de Tauro y… Kenai de Cáncer —Ikki se remontó a las últimas visitas hechas al Santuario.

— Efectivamente —Kenai confirmó—. Pero qué quiso decir con que no estábamos invitados, ¿qué está ocurriendo?

— Supongo que es como dicen, o es una gran coincidencia—el santo del Fenix mantuvo su distancia—, o es la mano del destino moviéndose. Bien, me pidieron venir y cuestionarlos acerca de sus intenciones, por lo que les sugiero que sean breves.

— Es acerca de Sennefer —respondió el santo de Cáncer.

Ikki guardó silencio un momento en lo que una fugaz sonrisa cruzó por su cara. — ¿Coincidencia? No lo creo— se mofó—. Vengan, les explicaré en el camino.

Kenai y Calíope intercambiaron miradas antes de seguir el camino por el que el santo del Fénix se adelantó.

 

— Como saben, el llamado Sennefer es una maldición milenaria que nació en el reino de Egipto —Ikki explicó—; por ende el Chaty regente y sus guerreros tienen la responsabilidad de ponerle fin. Pasaron por una grave situación que finalmente han podido estabilizar, lo que les permite prestar la atención debida a la búsqueda del enemigo que asesinó a su antiguo Faraón.

— Es admirable lo rápido que lograron reponerse —añadió Kenai, distrayéndose un poco por los murales y objetos decorativos que dejaban atrás, lamentando no poder detenerse para admirarlos apropiadamente.

— Aún se necesita de trabajo, pero confío en que la comunidad superará todo esto— Ikki comentó sin mirar hacia atrás—.  Hace algunos días recibimos una visita inesperada, imaginarán cuál fue mi sorpresa al encontrarme con un dios guerrero de Odín a las afueras del palacio.

— ¿Un asgardiano? ¿Buscando refugio en Meskenet acaso? —inquirió Calíope de Tauro, pensando en  la familia real de Asgard que ahora se refugiaba en el Santuario.

— No. Dijo traer una información importante para los Apóstoles y el Faraón: la ubicación de Sennefer y el Cetro de Anubis.

— ¡¿Qué?! ¿Y es verídica? —Kenai preguntó, asombrado.

Ikki asintió—: Se enviaron exploradores capacitados esperando confirmarlo, todo indica que es verdad. Tras eso, nos ha pedido que invoquemos a ciertos señores de casas importantes de shamanes y hechiceros siguiendo las órdenes del mismo Shaman King.

— ¿El Shaman King? ¿De verdad ha regresado?

— Es algo que muchos desearían, pero no es así —Ikki respondió con cierta frustración—. Ya lo escucharán del dios guerrero de Megrez, es por él que esta reunión se llevará a cabo. Ustedes arribaron antes que algunos de los invitados, por lo que será mejor que se comporten —les indicó como si fueran unos niños.

 

Los santos de oro fueron conducidos por el interior del palacio, sin toparse con servidumbre ni guardias, sólo antorchas y lámparas que iluminaron perfectamente su andar.

Bajaron un par de escaleras hacia pasillos subterráneos, llegando al fin al lugar destinado. Allí dos porteros en armaduras de bronce empujaron las puertas para permitirles el paso, cerrándolas en cuanto los invitados entraron.

Con tan sólo cruzar el marco de la entrada, Kenai resintió la fuerza espiritual que trabajaba sobre la estancia, no algo dañino ni mucho menos maligno, sino algo protector.

Los santos se encontraron dentro de una cámara completamente sellada, sin ventanas ni otras salidas más la que acababan de atravesar. Era una habitación lujosa y opulenta, el suelo y muros de mármol blanco, con jeroglíficos grabados en oro en las paredes y estatuas conmemorativas de los dioses del reino.

Divisaron un trono de oro vacío, y frente a este se hallaba una larga mesa rectangular, revestido con un mantel de seda blanca y costuras azules. En la superficie se distribuyó un banquete con charolas llenas de frutas de la región, jabalí y pato asado, pescado, cangrejo y diversas tartas junto a jarrones de vino. Había diez sillas de respaldo alto flanqueando la mesa, pero sólo dos asientos estaban ocupados.

Calíope miró con curiosidad al hombre de cabello y barba trenzada que vestía una armadura azulada visiblemente dañada, este los miró con extrañeza.

— ¿Santos de oro? —preguntó el dios guerrero de Megrez, permaneciendo de brazos cruzado y apático hacia todos los presentes.

— No fui yo quien los llamó —se adelantó Ikki—. Dicen que fue una simple coincidencia.

— “No existen las coincidencias, sólo existe lo inevitable” —dijo el segundo de los invitados, quien sí se aprovechaba de la ocasión para comer. Aún con la boca un poco llena de carne sus palabras fueron claras—, esa frase la escuché mucho en la batalla de hace quince años, por lo que creo que es apropiada. —Pasó el bocado con un trago a su bebida antes de volverse y sonreírles—. Lamento eso, el viaje fue muy largo hasta aquí y no había comido nada en días. Soy Horokeu Usui*, un gusto en conocerlos—saludó el simpático hombre de cabello blanco en puntas y ojos azules. Vestía con ropas ligeras negras llenas de gruesos bordados azules y una bandana atada alrededor de su frente.

Kenai reconoció los símbolos en la ropa de aquel hombre, indicándole que se trataba de un shaman de la tribu ainu de Japón. Pese a actuar con una actitud relajada y hasta atolondrada, Horokeu Usui contaba con una tremenda fuerza espiritual.

 

El santo de Cáncer les explicó brevemente los motivos por los que estaban en Meskenet, y al mencionar al “Espíritu de la Muerte” el shaman de cabello blanco casi escupió la comida al intentar reprimir una risa. Él se disculpó pero no dio una explicación, sólo musitó un leve —: Volverá a pasar— y continuó comiendo.

 

Una vez que todos tomaron un lugar en la mesa, no pasó mucho tiempo para que ingresaran dos personas más a la estancia.

Uno era un hombre de mediana edad, de piel clara y complexión robusta que llevaba ropas con diseño oriental de dos piezas, la superior de colores rojizos con largas mangas y cuello alto; la inferior un pantalón blanco holgado. Tenía el cabello blanco que apenas cubría un poco su frente y tapaba su nuca. Él mantenía los ojos cerrados, lo que permitía que otros contemplaran las viejas quemaduras sobre sus párpados y alrededor de ellos.

 

El segundo era un hombre de la misma edad, alto, delgado y con aire sofisticado pues lucía un traje de sastre y corbata de color negro y camisa tinta. Su cabello también era blanco, largo hasta la cintura y una pequeña pinza detrás de su cabeza hacía que tres mechas de cabello sobresalieran como las puntas de un tridente sobre su sien. Pero lo que más resaltaba en él, sobre todo para Kenai de Cáncer, era el feroz color dorado de sus ojos.

 

Ambos despedían un poder espiritual arrollador.

 

— ¡Ah, llegaron tarde, como siempre! ¿Acaso vinieron juntos? —preguntó Horokeu, sosteniendo una pierna asada y jugosa a la que estuvo a  punto de encajarle los dientes segundos antes—. Cielos, ¿desde cuándo no nos veíamos?— Se levantó para saludarlos con un fuerte apretón de manos y palmadas en los hombros.

El de ropas orientales respondió al saludo, pero el hombre de traje mantuvo los brazos cruzados y sólo recibió las palmadas.

— ¿De qué rayos hablas? Si nos vimos el año pasado en el cumpleaños de tu hija —respondió el trajeado con cierto fastidio.

— Sigue siendo mucho tiempo —dijo Horokeu.

 

Mientras ellos tres hablaban animadamente, eran observados por los santos y el dios guerrero, cada uno con sus impresiones diferentes, pero teniendo una inquietud en común: ¿Por qué los tres tenían el cabello blanco? ¿Casualidad, moda o existía una historia detrás?

 

Por otro lado, Kenai de Cáncer permaneció absorto, sin poder apartar la vista del hombre trajeado. Pestañeó repetidas veces pero la ilusión persistía, sus labios se movían como si quisiera formular la pregunta que su cabeza le exigía hacer mas su prudencia callaba.

Cuando el hombre de traje se sentó, descubrió la forma nada discreta en la que era observado por el santo de Cáncer. Se sostuvieron las miradas unos segundos en los que Kenai soltó un titubeante —: Tú… usted se parece…

Horokeu sonrió traviesamente y musitó para que su amigo escuchara—: Esa cara, todos hacen esa cara —se burló—. Ahí viene, tres… dos… uno….

— ¿Por qué es que…? —intentó decir Kenai, pero el hombre de ojos dorados se adelantó.

— Antes de que digas algo estúpido e irritante, permíteme detenerte —alzando la palma de la mano para frenar su balbuceo—; la pregunta correcta sería: “¿por qué es que el Espíritu de la Muerte se parece a usted?” Jamás al revés.

Kenai se sintió aún más confundido pues era verdad, ante él tenía a un hombre con la apariencia que la Muerte suele tomar en su reino. Por supuesto que la entidad se manifestaba en una versión más joven y con el cabello negro, pero eran prácticamente idénticos, como si fueran padre e hijo, incluso compartían el mismo semblante serio e impaciente al hablar con los demás…

Horokeu Usui rio un poco—: Por favor discúlpenlo, aquí mi amigo Ren Tao* es de poca paciencia y siempre pasa lo mismo cuando se topa con individuos que han visto a la Muerte en persona. Es un tema sensible para él… —dijo susurrando, como si de verdad creyera que el aludido no podría escucharlo aún al tenerlo a su diestra.

— Estás exagerando —comentó Ren Tao sin tomarlo a gracia—. Siempre hacen mucho escándalo al respecto, eso es lo irritante y nada más.

— La duda es entendible —intervino el hombre ciego, manteniendo una actitud pasiva—, no es complicado de explicar, sino de creer. Sólo puedo decirte que nosotros tres estuvimos muy involucrados en una de las batallas que trajeron la Nueva Era, y cuando se necesitó regresar el equilibrio al mundo una parte de nosotros fue tomada para tal proceso… Es por ello que la similitud es impresionante.

Kenai asintió, luchando por no indagar en el asunto, intentando armar por sí mismo el resto del rompecabezas.

 

Los demás se sintieron excluidos de aquella conversación, mas antes de que buscaran una mejor explicación a la reunión se presentaron el Chaty y los Apóstoles Sagrados de Osiris, Isis y Horus, acompañados por un jovencito.

— Bienvenidos sean todos al palacio de Meskenet —saludó el Chaty al encaminar al joven hacia el púlpito del trono—. Agradecemos a todos los que han acudido al llamado no sólo de mi pueblo, sino del Shaman King.

La Apóstol Sagrada de Isis permaneció junto a las puertas; el Chaty y el Apóstol Sagrado de Osiris tomaron un lugar en la mesa; y finalmente el joven príncipe se sentó en el trono del salón siendo el Apóstol Sagrado de Horus el que se mantuvo a su diestra como su leal guardián.

— Ya que todos los invocados han llegado, no hay razón para demorarnos más— el Chaty añadió antes de sentarse a la cabeza del tablón del banquete—. El príncipe y heredero al trono, Attem I, estará presente sólo como oyente.

Ninguno de los invitados objetó, imaginaban que su presencia era por fines educativos y nada más.

— Señor Ren Tao, señor Horoken Usui y señor Syaoran Li*, como expliqué en mi mensaje acudimos a ustedes en tiempos de gran necesidad, guiados por el consejo que el señor Asakura ha enviado a través de un mensajero que aquí nos acompaña— el Chaty explicó.

— Ju, típico de Yoh, seguramente se metió en un lío muy grande y ahora pretende que nosotros lo solucionemos —comentó Ren Tao con desagrado.

— Sí —secundó Horokeu al echarse para atrás en su asiento y poner los brazos atrás de la cabeza—, uno que lo llama para invitarlo a convivios familiares y él sólo devuelve la llamada para invitaciones mortales y apocalípticas.

— Y sin embargo ninguno de nosotros se lo perdería —aseguró Syaoran Li, sabiendo que Ren y Horokeu jamás abandonarían a Yoh Asakura—. Debe ser algo que nos concierne a todos, de otro modo jamás nos habría reunido.

— Ese fue el trato —agregó Ren con cierto hastío—, uno que supe incumpliría tarde o temprano. Por lo que vamos, digan de una buena vez qué es lo que ese bueno para nada quiere ahora.

 

Clyde de Megrez tomó la palabra para relatar brevemente su viaje hacia el continente Mu, donde encontró a Yoh Asakura del que esperaba recibir ayuda, pero a cambio el Shaman King se la pidió a él.

Clyde omitió el acuerdo al que llegaron y sólo transmitió el mensaje importante: la localización de Sennefer y la urgencia por detenerlo. En otras circunstancias Yoh Asakura confiaría en la fuerza de los Apóstoles y Santos combinada para frenar sus ambiciones, pero el Apóstol caído se hará de una gran fuente de poder que le permitirá doblegar al mundo si es su deseo, y por ello es que recurrió a los tres guerreros en los que más confía.

De la misma forma, entre el Chaty y Kenai de Cáncer actualizaron a los tres hombres peliblancos sobre lo ocurrido, desde la aparición de los Patronos hasta el altercado en el reino de la Atlántida, así como la advertencia del Espíritu de la Muerte.

 

— ¿Y si el mundo está despedazándose, por qué él no nos buscó en persona? ¿Por qué no está aquí? ¿Qué es lo que está haciendo exactamente? —Ren Tao cuestionó con dureza.

— Dijo tener asuntos que finalizar —respondió Clyde en total calma—, pero una vez concluidos aparecerá ante ustedes.

— Desde que se convirtió en Shaman King se volvió el señor misterioso —comentó el shaman Horokeu, quien mordisqueaba un dulce dátil—. Cuando se separó de Anna fue la primera señal.

— Ninguno de nosotros puede juzgar al señor Asakura —alegó Kenai—, nadie en esta sala entiende o conoce lo que conlleva el peso del manto del Shaman King, por lo que les pido que nos enfoquemos en lo que nosotros podemos hacer ante esta amenaza y no los que otros tendrían que hacer.

— Concuerdo—dijo Syaoran Li.

— Calma, calma chico —Horokeu pidió—, nadie aquí está negándose a ayudarlos. Es más, no olvido que aún le debo un favor a la antigua Faraona Inet. En verdad lamento mucho su muerte —dijo con solemnidad, buscando que el príncipe lo escuchara.

— Sugiero que si vamos a hacer algo sea ya —aclaró Ren Tao—. Por lo que entiendo, su falta de prisa por cazar a un enemigo potencialmente peligroso fue su más grave error, lo subestimaron y eso les costó no sólo la vida de sus reyes sino una humillación imborrable. Así que, antes de que sea demasiado tarde vayamos y acabemos con esa serpiente llamada Sennefer.

 

/ - / - / -

 

Grecia, El Santuario de Atena, Star Hill.

 

En la cima de la montaña sagrada se daba la ilusión de que el resto del mundo había desaparecido. Sólo el manto celeste y las nubes acaparaban la visión, todo se encontraba sumido en el silencio y los sentidos no podían conectarse a nada ni a nadie que estuviera fuera de Star Hill. Lo mismo ocurría a la inversa, quien permanecía allí desaparecía para todos los habitantes de la Tierra.

La falta de distracciones facilitaba a los elegidos la serenidad necesaria para encontrar la iluminación de las estrellas.

El tiempo de meditación, la afinidad de sus sentidos, el dominio sobre el cosmos y la bendición de la diosa de la sabiduría, han permitido que el Patriarca sea alcanzado por visiones que al principio fueron confusas y breves.

Pedía respuestas al universo y éste respondía enviándoselas, mas era tarea del Patriarca entenderlas e interpretarlas. Tomó su tiempo, y poco a poco las predicciones se volvieron secuencias de imágenes que le mostraban lo inevitable. Quizá debió abandonar Star Hill desde la revelación de la primera de ellas, pero las estrellas continuaron hablando y sintió que su deber era aguardar hasta asimilar cada una de sus advertencias.

 

Vio al sol extender sus llamas contra la Tierra, acabando con todo aquello que sustentaba la vida en ella; reduciendo a cada  ser pensante en esqueléticos y cenizos cadáveres  incendiados dentro de una atmósfera ígnea. Agónicos alaridos y desgarradores lamentos se escuchaban por doquier, pero detrás de los tronidos del fuego sobre los restos humanos comenzaron a brotar risas, primero tan leves que eran opacadas por los sollozos, pero aumentaba cada vez más su número y estruendo hasta volverse una multitud conforme las llamas sobre los cadáveres se tornaban oscuras. El fuego ganaba una consistencia sólida y flexible dentro de la que los restos humanos desaparecieron y adquirieron nuevas formas, humanoides sí, pero estaban hechos de oscuridad, con ojos blancos y bocas sonrientes que no paraban de reír y mofarse pese a que el cielo empezó a caer sobre sus cabezas y el océano entero se alzó para evitar su derrumbe.

 

Más allá de la atmósfera, sólo la constelación de Escorpión permanecía opaca por el luto a quien fue su representante, el resto de las estrellas del zodiaco brillaban de manera majestuosa, hasta que de la constelación de Géminis se desprendió una ola oscura que paulatinamente creció hasta cubrir todo el firmamento, dejando en la negrura total al Santuario.

 

Shiryu respingó tal cual hubiera despertado de una pesadilla, sudando y con la respiración agitada. Se llevó una mano a la frente, luchando por aclarar su mente y aceptar que no había error y aquello que creyó una absurda jugarreta del destino no era más que la verdad.

— Albert… —susurró con agónica decepción, sintiéndose incapaz de alzarse del trono pétreo en el cual se hallaba sentado dentro de la oscura capilla.

— “Llámeme y allí estaré” —Shiryu escuchó dentro del pequeño templo—. Esa fue la promesa que juré cumplir el día que me convertí en su discípulo, ¿lo recuerda, Patriarca?

Advertido del mal augurio que rodeaba a la constelación de Géminis, Shiryu se levantó para confrontar al recién llegado.

— Aquí estoy —dijo el santo dorado, inclinando el cuerpo de forma irreverente, deteniéndose a varios metros de la ubicación del trono.

La capilla era un lugar enclaustrado, sin ventanas o agujeros por los cuales pueda entrar la luz con excepción de la entrada principal que el santo deliberadamente bloqueaba.

— Albert, ¿qué es lo que estás haciendo aquí? —Shiryu inquirió—. Tú mejor que nadie sabe que éste es un sitio prohibido, incluso para los santos dorados.

Géminis guardó silencio unos segundos antes de decir—: Usted sabe qué es lo que planeo hacer aquí —aclaró tras sondear un poco la mente del Patriarca—. Ninguno de los dos tiene que fingir ya más.

El Patriarca percibió el asalto psíquico, sorprendiéndose pues jamás Albert había sido capaz de leer sus pensamientos. ¿Desde cuándo había incrementado sus habilidades?

Pero no se lo volvería a permitir; Shiryu protegió su mente como había aprendido hace algunos años.

 

— Albert, te conozco mejor que nadie. Te instruí desde que eras un niño, por lo que esa parte de mí, aquella que te educó como un hijo, se resiste a creer lo que ha visto —el Patriarca dijo con sinceridad—. Y aun cuando te presentas aquí me es imposible creer que te convertirás en la oscuridad que podría destruir al Santuario.

Después de la oscuridad siempre hay un nuevo amanecer—citó con solemnidad—. El cosmos le advierte de una era de tinieblas ¿pero acaso será perpetua? —Albert cuestionó con calma.

— El peligro que se cierne sobre la humanidad es inminente, y ahora más que nunca es cuando el Santuario necesita unir sus fuerzas. ¿Por qué lo haces? Tú que juraste proteger este recinto sagrado, quien juró no caer bajo la maldición de la constelación de Géminis, dime Albert: ¿qué es lo que sucedió para que estés a punto de traicionar tus propias convicciones? —el Patriarca cuestionó con dureza—. ¿O es que desde el principio sólo actuaste tu papel de hombre honesto?

— Estoy al tanto del peligro—el santo respondió sin remordimientos—. Es más, lo he sabido desde hace algún tiempo y sé que dará inicio en cuanto el sol se alce hoy por el oriente. No necesité ayuda de las estrellas para conocer el futuro de la humanidad —dijo con sarcasmo—, pero no tema, soy leal a mi puesto como protector del Santuario y es por ello que he tomado medidas que asegurarán nuestra supervivencia y tras ello podré establecer un nuevo orden que lo perdure —explicó, seguro de sí mismo—. Desafortunadamente, para lograrlo se necesita eliminar todo aquello que representa un obstáculo y eso lo incluye a usted, mi antiguo venerable maestro —sentenció con malicia.

Shiryu frunció el entrecejo al sentir que el cosmos de Albert se tornaba agresivo. El santo de Géminis ha evidenciado sus intentos por derrocarlo, ante la clara traición sus pensamientos deberían ser claros, pero aun así no podía dejar de sentir dudas.

— ¡Detente Albert! Si te atreves a alzar un puño contra mí no habrá marcha atrás —advirtió el Pontífice, dispuesto a defenderse y luchar—. Desconozco si tu insurrección es algo reciente o la has orquestado desde tiempo atrás, y aunque es mi obligación dejar caer sobre ti el castigo máximo estoy dispuesto a darte una oportunidad para que rectifiques tu camino, de lo contrario las consecuencias serán inmediatas.

— ¿Rectificar mi camino? —repitió Albert con ironía—. Es justamente lo que planeo hacer —musitó antes de cubrir su brazo derecho con su cosmos y precipitarse hacia el Pontífice.

Albert desapareció dentro del fulgor de su cosmos dorado, con la intención de perforar el corazón del Patriarca con su puño, sin embargo, éste bloqueó el ataque con su mano izquierda.

 

Aunque el santo de Géminis logró empujar al Patriarca, él contuvo todo ese poder desplegado y retuvo con fuerza el puño de Albert con una sola mano. Ni el Pontífice ni el santo realizaron otro movimiento inmediato pese a encontrarse tan cerca el uno del otro. Ambos estudiaron ese primer impacto: Shiryu jamás imaginó que en su vida tendría que enfrentar a su antiguo discípulo en una batalla a muerte, sin embargo reconocía el crecimiento de Albert como guerrero y sabía que doblegarlo sería complicado; Albert por su parte sonrió satisfecho, seguro de que él sería el triunfador.

 

— Haz rechazado la clemencia —dijo el Patriarca con voz severa—, y optaste por seguir el sendero de la oscuridad. Albert de Géminis, por tu intento de rebelarte contra el Santuario y a Athena no me dejas otra alternativa más que despojarte del honor conferido a ti por nuestra diosa —determinó elevando su cosmos, el cual comenzó a reaccionar con el ropaje sagrado de Géminis—. A partir de este momento te desconozco como el santo de la  tercera casa del Zodiaco y tacho tu nombre con el estigma de traidor.

Albert retrocedió por sí mismo mientras su armadura destellaba, deteniéndose cuando ésta  se separó de su cuerpo para armarse en su forma original, lejos de él.

— La cloth de Géminis no volverá a responder a tu llamado ni reaccionará a tus deseos— el Patriarca decretó sin que su cosmos esmeralda perdiera fulgor—. Has dejado de ser un santo ante los ojos del Santuario y serás juzgado por tu falta.

Albert no mostró preocupación al estar protegido sólo por su vestimenta grisácea sobra la que resaltaban una pechera, brazales, guantes, cinturón, rodilleras y botas negras unidas por gruesas correas.

— ¿No fue usted quien me dijo que no es la armadura lo que hace a un santo? —Albert cuestionó con hilaridad—. Si cree que esto va a amedrentarme, de verdad no me conoce.

El peliazul dejó que su cosmos fluyera, esta vez con un renovado destello, como si su armadura sólo hubiera estado opacando su auténtico brillo.

— Me juzga con tanta severidad sólo por lo que cree que haré en el futuro, ¿qué cambiará si se entera de lo que ya he puesto en marcha? —cuestionó.

— Albert, ¿qué es lo que has hecho?—el Patriarca exigió saber, temiendo por la seguridad de sus allegados.

— Nada que no fuera necesario —respondió tranquilamente antes de extender su brazo y que de sus nudillos emergieran múltiples rayos de luz zigzagueantes que flanquearon al Patriarca en todas direcciones.

El Pontífice movió su brazo derecho atinadamente para bloquear todos y cada uno de los impactos dirigidos a su cuerpo, a una velocidad impresionante que a simple viste pareció que los detuvo con el poder de su mente, pero los sonoros choques delataban la presencia de una cuchilla anteponiéndose a los ataques.

El Patriarca terminó con la manga derecha de su túnica vuelta girones, pero su brazo totalmente intacto.

— Necesitarás más que eso para derrotarme—aclaró el Patriarca sin moverse de su sitio—. No pienso permitir que la historia se repita en este lugar, el Santuario no volverá a ser cubierto por las sombras de la maldad sólo por el deseo de un hombre ambicioso.

— Usted fue testigo de mis intentos por evitar que el ciclo se repitiera —añadió el santo desertor—, pero descubrí que estaba yendo en contra de mi propia naturaleza, acallando la voz que me pedía ascender más, hasta alcanzar mi destino.

Albert se impulsó hacia el Patriarca tal cual en su juventud cuando entrenaba bajo su tutela, lanzando veloces y potentes golpes que tomaron desprevenido al Pontífice y lo obligaron a retroceder, dificultándosele el encontrar un espacio por el cual poder contraatacar.

Shiryu bloqueó puñetazos y patadas usando brazos y piernas, esquivando lo necesario, pero sin importar su maestría resintió la fricción que quemaba su piel y cortaba la tela de su ropa.

El Patriarca admiró en silencio la actual habilidad de Albert, pese haberlo instruido ha sido mucho el tiempo transcurrido desde su último combate. Siempre estuvo consciente de su potencial pero jamás imaginó que algún día tendría que cruzar puños con él como su enemigo. Nunca antes había percibido su deseo de sangre como lo hacía ahora, ¿qué es lo que pudo cambiar en él para que estuviera dispuesto traicionar todo aquello por lo que trabajó tanto? ¿Acaso era inevitable que los santos de la constelación de Géminis caigan en la desgracia?

 

¡Rozan Ryū Hi Shō! (¡Dragón Volador!)  — En un instante que logró sacar de equilibrio a Albert, el Patriarca desató la furia de su cosmos, transformándose en un dragón esmeralda que arremetió contra su enemigo.

Vapuleado por las feroces garras del dragón, Albert salió despedido de la capilla, cayendo de espaldas contra el suelo, visiblemente adolorido, pero en vez de inmovilizarse por el dolor, aprovechó el rebote de su cuerpo para girar y quedar de rodillas.

Albert se mantuvo así por unos segundos en los que tosió y escupió sangre bajo el cielo estrellado donde una inmensa luna era el único testigo de su pelea.

El Patriarca salió del templo, donde escuchó la respiración doliente de su oponente, la cual terminó abruptamente al tomar una larga bocanada de aire para sonreír.

— Podría ser mi imaginación pero… sus golpes ya no duelen como antes, antiguo maestro —dijo el peliazul antes de erguirse y limpiarse la sangre de la barbilla con el antebrazo.

— Te has vuelto muy fuerte, Albert —el Patriarca dijo, admirado por la fortaleza de Albert pese a no contar con la protección de la cloth dorada de Géminis.

— Tenía que serlo —añadió el santo desertor—, de otro modo jamás podría tomar su lugar.

En el cosmos de Albert se reflejaron imágenes del universo, donde estrellas y astros comenzaron a seguir su voluntad — ¡Galaxian Explosion! (¡Explosión de Galaxias!)

El cuerpo del Patriarca desapareció dentro de la resplandeciente aura dorada que arrastró asteroides y planetas. La explosión iluminó la cima de Star Hill tal cual hubiera ocurrido una erupción dorada.

Para cuando las nubes de residuos cósmicos comenzaron a desvanecerse, un sonido metálico atrajo la atención de Albert, por lo que pudo contemplar cómo el casco dorado del Patriarca rodó por el suelo hasta atorarse en cierta saliente irregular del terreno.

No se engañaba, su antiguo maestro no moriría con tal sencillez, pero las semillas de su victoria ya estaban germinando.

Con su habilidad, Albert atrajo a sus manos el casco del Pontífice, reflejando no sólo su imagen sino también la de Shiryu en la distancia.

 

La construcción que momentos antes estaba detrás del Patriarca había desaparecido, consumida por la explosión. El Pontífice mantenía las manos abiertas y alzadas hacia el frente, como si estas hubieran funcionado como escudo contra la técnica de Albert. En su túnica maltrecha había manchas de sangre. Cierta fatiga resonaba en su respiración y de su nariz emanaba sangre que goteaba constantemente.

Tal desgaste en su cuerpo y energía lo consternaban, ¿se había vuelto tan débil? ¿O en verdad su oponente estaba en un nivel muy superior?

 

Albert se mantuvo estoico mirando el casco del Patriarca, como si su propio reflejo lo hubiera paralizado y mitigado su sed de sangre, o eso percibió el Patriarca a través de sus sentidos.

El hombre peliazul tocó el centro de su frente con la punta de sus dedos, rascando ligeramente la piel quemada que el flequillo de su cabello ocultaba, la vacilación fue evidente en su cosmos… pero sólo por un instante.

— Hace unos momentos, dijo que no permitiría que se repitiera la historia… Si le soy honesto, yo tampoco lo espero… lo único que me permitiré imitar de mi antecesor es una simple cosa: el asesinato del Patriarca. Así que no tema, no pretendo usurpar su identidad —Albert aclaró—. Una vez que todo esto termine, podré poner esta corona sobre mi cabeza por mérito propio. Detendré a Sennefer y al resto de los Patronos, así el señor Avanish me dará lo que quede del mundo, esa será mi recompensa.

— ¿A eso llegó tu obsesión Albert? —el Patriarca cuestionó con furia—. ¿Ha aliarte con los enemigos de los dioses? Un hombre que desea el puesto del Sumo Pontífice para satisfacer su propio ego no es digno de representar a la diosa Atena en la Tierra.

— ¿Quiere decir que sólo aquellos que no sueñan con tal honor son los llamados a vestir la túnica del Patriarca? —Albert sonrió irónico—. Ahora sé porque sólo hombres sin visión son los que se han sentado en el trono del Santuario.

— Me cuesta decirlo, pero ahora entiendo que todos estos años confundí tu evidente ambición por la Orden con devoción. Ese es un error que pienso rectificar ahora. —El Patriarca volvió a mostrar su imponente cosmos—. Sumando tu alianza con los enemigos del Santuario a tus actuales acusaciones, es claro que tu castigo inmediato debe ser la muerte.

Albert rio—: Es la segunda persona que me ha condenado a muerte el día de hoy—dijo con sorna—. Pero aún no, todavía no es momento de que pise el limbo de la muerte, pero sí es tiempo de que usted cumpla con su papel en mi historia. Será el mártir que servirá como piedra angular para mi ascenso —explicó, revestido por su cosmos dorado.

 

Albert concentró todo su cosmos para responder el siguiente ataque de su maestro cuando  reconoció la pose ofensiva que decidió tomar.

¡Rozan Shō Ryū Ha! (¡Dragón Ascendente!) —En un sólo golpe el Patriarca desató toda la ira y la fuerza del dragón, revolviendo el viento que mimetizó el rugido de la bestia milenaria.

En ningún momento Albert intentó evadir la técnica, por el contrario, se movió imitando la técnica del dragón, liberando su cosmos de manera torrencial para contrarrestar las garras que seguramente lo despedazarían.

Ambas fuerzas impactaron y detonaron en centellas que empujaron a los contendientes peligrosamente hacia las orillas de la cima de Star Hill.

Albert no recibió más daño, pero en cambio los quejidos del Patriarca delataron su condición.

Shiryu  enfocó sus sentidos en aquel punzante dolor que se concentraba en el lado izquierdo de su pecho, sólo hasta que sus dedos tocaron el objeto agresor pudo tenerlo claro en su mente—: Esto es…

Dos rosas rojas atravesaron la piel del Patriarca y sus tallos alcanzaron a herir su corazón, un dolor que no desconocía pero no por ello dejaba de ser agobiante e insoportable.

— ¿Adonisia?— adivinó al retirar las flores de su cuerpo. Permaneció contrariado pues sólo hasta ese momento pudo percibir su presencia y ubicarla dentro del campo de batalla —. ¿Desde hace cuánto tiempo ha estado allí?— se preguntó, desconcertado.

 

La amazona se mantuvo sentada y de piernas cruzadas sobre un peldaño rocoso —: Tuviste razón Albert, sí tenía un punto débil — dijo la mujer con serenidad al quitar la rosa blanca de un colorido arreglo de flores injertado en su cabello largo.

— ¿Dudaste de mi indicación? —dijo sarcástico el peliazul.

— Entonces tú también eres parte de esta rebelión —preguntó el Patriarca, comenzando a sentir los acelerados efectos del veneno de la rosa roja.

— A diferencia de Albert, no es nada personal Patriarca—respondió la guerrera con total indiferencia—, él me indicó cuál era su debilidad. Me sorprendió que alguien con su fuerza tuviera un punto débil de ese tipo, pero si soy honesta, de haberse encontrado en óptimas condiciones quizás hubiera errado —admitió.

¿Óptimas condiciones? —Shiryu repitió en su mente— ¿Acaso…?

— Me gustaría que muriera de manera pacífica gracias al veneno de mis rosas, pero no espero que un hombre como  usted se mantenga inmóvil hasta que suceda —prosiguió la amazona.

— Esto siempre se trató de un asesinato —intervino Albert, caminando hacia el centro del lugar—. Un enfrentamiento de mil días no era lo más conveniente, ni yo ni alguno de mis allegados puede permitirse acumular heridas en un momento tan crucial. Adonisia utilizó las habilidades de un magnifico espécimen de su creación para tal propósito.

La amazona sujetó un pétalo aguamarina que revoloteaba en el viento, único sobreviviente de los racimos que dejó esparcidos en el interior del destruido Templo de Star Hill antes de su destrucción.

— Mis rosas marinas son invisibles para la mayoría de los sentidos, esconden su aroma y el veneno que liberan en el entorno. Incluso aquellos con un sexto sentido altamente desarrollado resultan presas fáciles y no descubren su peligrosidad hasta que es muy tarde —explicó la amazona con cierto orgullo—. Para la vista son hermosas y tal magnetismo es su única debilidad… pero ante su conveniente incapacidad Patriarca fueron totalmente inadvertidas —enfatizó, paseando el pétalo aguamarina por delante de sus propios ojos—. Lo que trato de decir es que desde el instante en que puso un pie en este lugar ha estado expuesto a la fragancia mortal de mis rosas, la cual ha hecho que sus capacidades disminuyan. De tratarse de un santo ordinario habría sucumbido hace horas, pero las toxinas que inyectaron las rosas diabólicas en su corazón se encargarán de acelerar el proceso… mas temo que Albert no desea esperar ni un minuto más.

Aunque apenas y alcanzaba a escuchar con claridad las voces de sus confabuladores, el Patriarca no podía tomar sus palabras a la ligera, en verdad sentía que moría y sus sentidos se desvanecían cada instante en que el veneno circulaba por su cuerpo, pero él se negaba a morir de esa manera cobarde. Dejar a los habitantes del Santuario a merced de toda esta manipulación no le permitiría descansar en paz.

Logró concentrar lo que quedaba de su cosmos en un intento desesperado por hacerlo estallar en un último sacrificio.

— En el Santuario siempre reinará la luz —musitó como su última esperanza—. ¡Rozan Hyaku Ryū Ha! (¡Cien Dragones del Rozan!)

El ataque de los cien dragones se dirigió hacia Albert y Adonisia, mas sólo fue la amazona quien reaccionó al desplazarse para proteger a su aliado.

La amazona de Piscis extendió su cosmos, el cual trazó un enorme vitral hecho de luz con diseños florales contra el que los dragones impactaron y se volvieron polvo estelar. Una vez que desaparecieron todas las criaturas serpentinas, del vitral emergió una ráfaga incontable de  proyectiles de energía que tomaban la forma de rosas doradas.

El Patriarca utilizó certeros movimientos de su brazo que permitieron que Excalibur liberara su poder y disipara los continuos ataques.

Piscis frenó la ofensiva al distinguir la silueta de Albert de pie junto al Patriarca.

 

El Pontífice detuvo sus movimientos al sentir sobre su nuca una mano envainada. Un involuntario recuerdo vino a su mente, pero en la imagen era él quien mantenía en jaque a un joven Albert, quien asombrado admiraba en silencio la destreza de su mentor.

Con tan sencillo acto, Shiryu se supo vencido…

— Usted siempre me dijo que la mayor dicha de un maestro es ser superado por su propio alumno —musitó Albert con cierta solemnidad.

— No puedo sentir tal dicha sabiendo la clase de hombre en el que te has convertido... No hay honor en esta derrota y no demuestras nada excepto poseer un alma corrupta —el Patriarca respondió de la misma forma, haciendo uso del poco aliento que le quedaba—. Esperaba grandes cosas tuyas, pero me equivoqué y sólo terminé de criar a una serpiente sin escrúpulos.

— A donde quiera que sea su destino ir, le aseguro que escuchará de mí… El Santuario sobrevivirá, en eso no lo defraudaré —dijo Albert antes de abatir a su antiguo maestro con todo su poder—. Adiós.

 

¡Detonación Galáctica!

Un último estruendo sacudió la cima de Star Hill en la que numerosas luces impactaron sin piedad al Sumo Sacerdote del Santuario. Su cuerpo destrozado fue alzado estrepitosamente hacia el cielo como si fuera a chocar contra la luna, pero tras un instante en que se mantuvo a flote en el aire, prosiguió su inminente descenso hacia los pies de la montaña.

¿Moriría por las heridas sufridas o sería la caída lo que terminaría con el fuego de su vida? Parecía ni importar, pues sus pensamientos se nublaron de arrepentimientos, reproches a sí mismo, pero sobre todo de temor por aquellos que dejaba atrás. Pero aún en su mente caótica, un poco de esperanza palpitó en su corazón y cierta paz lo acompañó el resto del descenso, sabiendo que los santos de Atena siempre triunfaban aun en el día más oscuro.

 

 

FIN DEL CAPITULO 53

 

 

Continente Mu*: En el manga de SHAMAN KING era el sitio donde se efectuaban las peleas finales del Torneo de Shamanes por lo que para efectos de este historia se vincula en algo con la mitología antigua.

 

Horokeu Usui*: Personaje oficial de la serie SHAMAN KING. Apodado también “HoroHoro” por sus amigos es un shaman que controla el elemento hielo. En este fic/universo ya es un hombre que roza los treinta años de edad y se ha dedicado a las actividades agrícolas en el campo.

 

Ren Tao*: Personaje oficial de la serie SHAMAN KING. Es miembro de la renombrada famila Tao de China, expertos en las artes del taoismo. En este fic/universo ya es un hombre de mediana edad y es el jefe de la Dinastía Tao a la que ha reformado poco a poco.

 

Syaoran Li*: Personaje oficial de la serie SAKURA CARD CAPTOR. Es el líder de la Familia Li en China, maestros en la magia y diversas artes místicas. En este fic/universo es un hombre de mediana edad que quedó ciego después de una batalla.

 

*El cameo de estos tres personajes fue una decisión personal que para nada cambiará el sendero de la historia, por lo que no se preocupen demasiado por ellos.


Editado por Seph_girl, 15 enero 2016 - 15:19 .

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EL LEGADO DE ATENA - Capítulo 67. "Epílogo"


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Publicado 17 enero 2016 - 01:40

Excelente capítulo, empieza a tomar forma todo al ver diferentes frentes al mismo tiempo. Ese Albert es un verdadero hijo de su... pero bueno, así es la guerra y la ambición. Sus motivaciones me tienen intrigado, porque aunque dice que sólo le va a copiar a Saga lo del patriarca, él busca dominar con poder; precisamente lo que hizo el antiguo Géminis. En fin, le tuvieron que echar montón a Shiryu para ganarle... siempre fue una bestia el dragón! Ahora a ver cómo se pone Seiya por lo que pasó.

Saludos y esperamos lo que sigue. Ah! Y felicidades por la boda!!!!

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                                                                                                       :aiacos: :golpe:                                                                                         

          :s7: :s67: :s83:


#263 Fenrir de Arioto Epsilon

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Publicado 18 enero 2016 - 14:42

Hola Estoy pensando eso de hacerme millonario... jejeje. Pues muchas felicidades Seph_girl ahora señora, que bien que en esta nueva etapa de tu vida aún piensas en continuar con tu excelente trabajo ( te lo repito me encanta!) pero con nuevas aspiraciones y nuevas obligaciones también, tal vez nos tendrás esperando mucho mas tiempo no?  :doh:  pero a parte de todo tienes razón si no nos dejas en suspenso no estaríamos a la expectativa de un nuevo capítulo ^_^

Bueno un saludo y nuevamente mis felicitaciones y pues échale ganas a los preparativos de tu próximo evento y que todo te salga a pedir de boca, así podrás atender a tus fans sin preocupaciones :lol:



#264 Patriarca 8

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Publicado 22 enero 2016 - 21:59

http://saintseiyafor...de-atena/page-7

 

 

30:

 

 

-esos soldados son unos valientes o simplemente nacieron bajo el signo de escorpio XD

 

-saori deberia aprender de la valentia de esta Hilda de Polaris

 

-pobre seiya el salvo varias veces a saori y aun asi sigue en la zona friend

 

 

-Jajaja ese Sergei ,a lo mejor fue discipulo del heroico

 

-me pregunto porque lo habra salvado su oponente

 

-Asdis y Sergei de Épsilon me recuerdan a bulma y a vegeta

 

-fue interesante la historia de Clyde

 

-asi que Ehrimanes  era el canibal

 

-buen capitulo


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#265 carloslibra82

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Publicado 23 enero 2016 - 14:08

Hola, seph, disculpa por mi ausencia. Me he quedado helado con lo q le pasó a Shiryu. Pero aún así, el final del capítulo me deja la esperanza de q siga vivo. Espero q así sea. Ese Albert es un traidor, se merece lo peor. Y esa Adonisia, siempre me cayó mal, la encontré desde el principio muy poco identificada con Athena. Me causa sorpresa ver a Ikki en una faceta diferente a la q le conocemos, aunq su caracter es el mismo. Ojalá q pronto nos muestres q pasó con os desaparecidos Hyoga y Shun. Sé q no son los principales, pero al menos quiero verlos de nuevo. También me gustaría ver el final de Sennefer, ese tipo es insoportable. Aún hay muchos cabos sueltos en la historia q se deben resolver, lo cual espero con ansias. Espero q en el Santuario no haya un desastre con la desaparición (si es q es así) de Shiryu. Q estaba haciendo Seiya q no lo ayudó?? Me extraña q no haya percibido nada. Bueno, eso sería, espero leerte pronto de nuevo, amiga seph, saludos!!



#266 Patriarca 8

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Publicado 25 enero 2016 - 16:38

31:

 

 

-los gemelos siempre tienen mala suerte en el universo de saint seiya XD

 

-la escena del bebe me hizo recordar a la del rey leon XD

 

-me agrado la escena del entrenamiento de Aifor ,claro que si hubiera entrenado

por el heroico hubiese sido mas fuerte XD

 

-buen combate entre Clyde y Freya 

 

-Dahack, Patrono de la Stella de Arges es bastante  perver

 

-pobre Syd va aquedar mas traumado que batman cuando vio morir a sus padres


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#267 Patriarca 8

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Publicado 27 enero 2016 - 20:51

32

 

-el principe es un poco tarado viendo la situacion en la que estan ,en lugar

de escapar e ir a pedir ayuda se convierte en un estorbo

corriendo con su madre

 

-pobre Bud  su rival era mas fuerte que el  y no solamente

estaba en peligro su vida sino la de su familia

 

-¿Quien es Tara ?

 

-pobre Freya ,su mejor tecnica es una arma de doble filo aunque

al menos eso motivo a que Aifor se liberara

 

-Asi que Odin escogio usar el cuerpo de un Dios guerrero para

defender a su pueblo,buena idea............Ojala Toei hubiese adaptado tu fic que es bastante

bueno en  lugar de hacer Alma de gordo


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Publicado 01 febrero 2016 - 21:53

33:

 

http://saintseiyafor...de-atena/page-8

 

 

-El odin de tu fic es mucho pero mucho mejor que el dios con tendencias raras de alma de gordo

 

-la forma en la que bud elimino a Dahack fue genial

 

-me agrado la pelea entre Caesar  y Bud

 

-asi que Aifor se dejo controlar por el espíritu que habitaba en el cuerpo de su maestro

 

-bueno por lo menos Asgard esta a salvo momentáneamente

 

-buen fic

 

 

 

 


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Publicado 03 febrero 2016 - 15:03

34:

 

 

-¿Freya y Clyde   estan vivos? esos asgardianos son mas resistentes que los de Toei XDDD

 

-asi que el santo de acuario vulve aencontrarse con sus antiguos

compañeros,que me late que traicionara al santuario.....Jajaja

 

-ese bicho es un poco chismoso

 

-debido a la naturaleza de los enemigos,al parecer las habilidades de Kenai de

Cáncer son muy necesarias

 

-Shiryu debe senti mucho "temor"para pensar que alguien

como seiya puede ser un buen patriarca.XD

 

-!Souva de Escorpión como patriarca! -Que me late que el dragon ya empezó a

tener los mismos vicios que Saga o los golpes que ha recibido a lo largo de su

vida esta haciendo que su cabeza no funcione

 

-que me late que   Albert  va a eliminar a Shiryu  como lo hizo saga con shion

 

— Debo decir que no objetaría demasiado llegado el momento, pese a todas las veces en las que se le ha insinuado a mi mujer— Seiya bromeó

 

-que me late que el burro quiere ser el proximo caballero de tauro

 

 

-jajaja el papa de Sugita tiene una forma muy peculiar de tranquilizar a su hijo.

 

-me pregunto si Sugita habrá heredado el poder de  la magia de su padre


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Publicado 06 febrero 2016 - 21:47

35:

 

 

-Al parecer Avanish ha conseguido un poderoso aliado

 

-Vladimir es muy misterioso

 

-fue muy sorpresiva y sorprendente la aparición del Santo dorado de Sagitario

 

-me pregunto quien sera el niño al que protegian


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Publicado 12 febrero 2016 - 21:19

36:

 

-Esa aldea es bastante inquietante

 

- Adonisia  parece ser fuerte aparte de ser bella

 

-me pregunto que tramara  Sergei de Épsilon

 

-asi que Caesar, Patrono de Sacred Python conocia al guerrero

de asgard desde hace mucho tiempo

 

-la historia de ambos me recuerdan un poco a wolverine

 

-¿la hija de Flare murio?

 

-ese escorpion no puede tomarse nada en serio XD

 

-fue un poco extraño la escena de niños en el santuario

 

-Buen fic


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Publicado 19 febrero 2016 - 11:02

37:

 

-Al parecer Pose es un buen rey

 

-¿Tethys es la misma del clasico o es otra?

 

-Enoc, dragón del mar es bastante desconfiado

 

-ese viejo es un poco fumado XD

 

-asi que Iblis, Patrono de la Stella de Nereo era la voz que

escuchaba el dorado de geminis


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Publicado 23 febrero 2016 - 21:40

38:

 

 

http://saintseiyafor...de-atena/page-9

 

 

- Nihi tiene poderes ocultos al darse cuenta de la verdadera identidad del cuervo

 

-Bud se enojo al encontrar a un hombre en la habitación de su esposa XD

 

-el dorado de acuario por poco se convierte en el almuerzo del lobo

 

-asi que Hilda sabia la verdad de antemano------------las mujeres casi siempre son unas

traicioneras........quise decir siempre guardan secretos

 

-asi que Poseidón y Julián hicieron la fusion al estilo de dragon balll XD

 

-al parecer los de otros ejércitos viven mejor que los caballeros y luego se quejan

cuando hay traidores XDD

 

-asi que la familia de Sugita  tiene la habilidad de ver el futuro

 

-Mizuki me recuerda un poco a  partita de buho

 

-Danhiri  parece ser poderosa y despiada

 

-Jajaja ese Souva con sus comentarios

 

 

 

 

 

 


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Publicado 29 febrero 2016 - 17:23

39:

 

Estuvo interesante la historia de  Hilda

 

-Asi que el Shaman sacrifico a varios para salvar la tierra...........estas segura

que los aliens no tuvieron nada que ver XD

 

-asi que  los Patronos  son antiheroes que buscan la paz matando a todas

las rencarnaciones divinas que encuentren

 

-Que me late que Sennefer, Patrono del Zohar de Esteropes y Ehrimanes seran

una dupla que causara muchos problemas

 

-me pregunto de que forma habrá convencido Athena al rey  Atlas para que

traicione a su padre XD  :ph34r:


Editado por T-800, 08 marzo 2016 - 22:06 .

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Publicado 08 marzo 2016 - 18:13

he vuelto desde la otra dimension   :lol:  :lol:  :lol:

 

--------------------------------------------

 

 

como siempre los dos capitulos que me hacian falta estan excelentes

 

los movimientos en el santuario y en egipto estan en su mejor momento

 

espero ver pronto la continuacion



#276 ALFREDO

ALFREDO

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Publicado 20 marzo 2016 - 12:38

Saludos Sep-Girl

Esperaba este capítulo con ansias, para ver como seguía la novedosa traición de Albert. Comencemos por el principio.

No esperaba que Albert matara de una forma tan rápida a Iblis, siendo un patrono esperaba q diera más pelea, pero analizando mejor por su personalidad de fantasma muy similar al shogun leundades, estos personajes siempre resultan tener una pésima resistencia.

Por otro lado la reunión en Egipto, me pareció muy extraña tantos hombres para acabar son un solo patrono, en vez de detener al señor Avanish juju. Los personajes nuevos a estas alturas ya no me sorprenden, por los nombres raros supuse q eran de Shaman King.

Me gusto q relacionaras el continente de Mu con el Shaman-King en una de mis antiguas investigaciones también descubrí q había aparecido este continente en esta seria por la Wikipedia XD. Por en todo este tiempo ya se me había olvidado. Lo q si no explicaste la relación de los alquimistas y los shamanes viviendo en la misma isla…

Pasando al asesinato del papa, muy clásico la pelea. Albert actuó como todo un conspirador, tenía todo orquestado, me pregunto si morirá Shiryu al caer desde Starhill. Como diablos es q no mando un mensaje telepático para pedir ayuda jaja. Nadie más se dio cuenta en el santuario…

Nos vemos por tu fic o el mío.


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FANFIC: La condenación de los caballeros de Athena

Capitulo final N°66.- Publicado!

Fichas de personajes


#277 Seph_girl

Seph_girl

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Publicado 15 abril 2016 - 12:07

¡Hola a todos!

¿Qué tal gente bonita de Saint Seiya foros? He vuelto a traerles un capitulo más. Esta vez ando un poco corta de tiempo, por lo que las respuestas a sus reviews las daré en los próximos días (debería estar acabando un pendiente en el trabajo pero aquí estoy pues jeje)

Los he alcanzado a leer y la verdad que me hacen muy feliz que sigan tan al pendiente de mi y aún confíen en esta loca historia.

 

Pero bueno igual me robo unos minutos para decirles que ya estoy 100% casada, viviendo en una nueva casa con mi esposo y teniendo una bonita vida de recien casada (suspiro de felicidad)

Y aquí ando para que vean que es en serio que terminaré con esto pese a que me tarde, snif.

 

En fin, en este capitulo pasan dos cosas importantes y a la vez nada (al modo yo) pero en el que sigueeee ya verán que se pone bueno, al fin peleas concluyentes, vamos por la recta hacia el final XD ahora síiii pero será un largo camino aún (mía culpa)

 

Un afectuoso abrazo a todos.

Saludos :D

 

*-*-*-*-*

 

Tiempo atrás.

 

Albert de Géminis echó la cabeza hacia atrás cuando aquel poder abrasador atravesó su frente.  Su casco salió volando para rodar entre las plantas y el musgo, mientras un hilo de luz azul permaneció dibujado en el aire; un extremo se conectaba a su frente y el otro nacía de los dedos de Avanish.

 

En aquellos parajes lejanos repletos de vegetación, dentro de lo que quedaba de una casona derruida, tres hombres estaban por cerrar un pacto.

— Dime santo de Géminis, ¿qué se siente ser golpeado por tu propia técnica? —el primer Shaman King cuestionó con voz calma, alzándose lentamente de la silla de madera en la que estuvo descansando—. Admitiré que es una interesante y eficaz manera de arrear al rebaño, pero jamás optaría por algo como esto. Me confunde viniendo de alguien como tú, no es algo digno de un hombre que aspira a alzarse por encima de los ochenta y ocho guerreros de Atena —comentó con cierta desilusión—. También es innoble de mi parte realizar tan mezquino acto, sin embargo tu osadía lo amerita, mereces vivir en carne propia el mismo dolor, humillación y desesperación que este poder ha causado a otras personas a través de las eras. No es placentero, ¿cierto? —El hilo de luz que golpeaba a Albert en el punto medio de su frente se desvaneció en cuanto Avanish bajó la mano.

Albert cayó de rodillas totalmente conmocionado. Interpuso las manos para no desplomarse totalmente, pero terminó poniendo los codos sobre la tierra húmeda. Intentó decir algo, mas las palabras no salían.

Unas gotas de sangre cayeron al suelo desde su frente herida. Aun con su poder mental le era imposible contrarrestar la energía que estaba nublando su conciencia y plantando nuevas convicciones.

— Aunque respeté los principios básicos de lo que llaman “Satán Imperial”, lo he modificado un poco— Avanish explicó, más para oídos del Patrono de Nereo que para el mismo Albert—. Si deseara una marioneta sin voluntad simplemente la crearía del barro.

 

Iblis, Patrono de la Stella de Nereo, se levantó un poco lastimado tras recibir el ataque del santo de Géminis. Observó satisfecho la forma en la que Albert se encontraba a los pies de su señor.

— Espero estés complacido, mi fiel Iblis —habló el señor de los Patronos, aguardando a que su vasallo se aproximara.

— Me honra, mi señor. Sé bien que este acto podría ser desfavorable para usted en el futuro, pero le prometo no defraudarlo. —El Patrono se inclinó en señal de sumisión y respeto—. El Santuario y los tesoros que en él se resguardan serán suyos.

 

La sangre que brotaba de la frente del santo de Géminis brilló en un tono celeste, causándole un insufrible dolor que lo llevó a alzar la cabeza y gritar sonoramente.

Las líneas azules cobraron vida y trazaron un símbolo que flameó unos instantes, quemando la piel, sellando un maleficio que dejó una cicatriz que su cabello cubrió por completo.

El dolor se disipó de un momento a otro, por lo que el santo de Géminis volvió a inclinarse hacia adelante, tratando de recobrar el aliento.

— ¿Qué es… lo que me has hecho? —Albert logró preguntar, aún con el cuerpo tembloroso.

— Has vuelto a nacer, Albert de Géminis, y con ello puedes volverte parte de este gran juego —respondió Iblis con sorna—. Tu mente debe sentirse un poco más ligera ¿o me equivoco? Libre de pensamientos banales, quedando sólo aquellos que provienen de tu verdadero interior… Sí, esos que te causaban tanto temor y reprimías ya que si salían a la luz le dejarías ver a todos lo despreciable que en verdad eres.

Albert levantó la vista y contempló con ojos furiosos al Patrono de Nereo.

— Sí, eso mismo —celebró Iblis con descaro—. ¿Cuándo fue la última vez que el rostro del gran Albert de Géminis se ha contraído con un genuino rictus de cólera?

— Ya basta Iblis —Avanish ordenó—. Nuestro invitado aún se encuentra demasiado aturdido como para entender que ha sido liberado de las ataduras que él mismo se impuso desde el día en que murió su hermano.

Albert se pasmó al escucharlo mencionar a “su hermano”, resintiendo el choque de sentimientos encontrados que el recuerdo siempre desataba en su ser.

— Tú puedes leer mentes —añadió Avanish, percibiendo su temor—, pero existimos quienes leemos las almas, y la tuya no es tan diferente a la de aquellos que han decidido seguirme, torturadas por sus propios corazones afligidos —explicó con una abrumadora calma—. Sé que me consideras tu enemigo, pero si me escuchas te prometo que ambos llegaremos a entendernos.

 

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Capítulo 54. El día más oscuro. Parte I

 

Star Hill, Grecia.

Tiempo Presente

 

Albert mantuvo la mirada clavada en el vacío por el que el cuerpo de su maestro había desaparecido. Sus pies permanecieron al filo de la cima de tal manera  que cualquier otra persona creería que estaba a punto de cometer suicidio. Sin embargo, Adonisia de Piscis se aproximó a él sabiendo que el antiguo santo de Géminis estaba lejos de terminar con su vida… no ahora que de verdad iniciaba.

— Supongo que ya podrás ponerte esto —dijo ella, mostrándole el casco dorado que momentos antes coronaba al Patriarca—. ¿Es lo que querías, o no?

Albert desvió la vista hacia el objeto, notando las chispas de sangre en él.

— Todo a su tiempo —musitó, volviendo a mirar hacia el abismo y después al horizonte, preocupado por el avance de la luna en el firmamento.

— Casi es hora —dijo la amazona, resguardando el tocado del Patriarca bajo su brazo—. ¿No deberíamos reunirnos con los demás?

— Tienen sus órdenes. Nosotros aún tenemos cosas que hacer aquí —Albert respondió, dando media vuelta, avanzando hacia donde alguna vez se alzó el templo de Star Hill. Se detuvo en un sitio sobre el que proyectó su cosmos, ocasionando  una pequeña explosión de rocas que descubro un acceso hacia el interior de la montaña sagrada.

— ¿Qué es lo que encontraremos allí? —preguntó la amazona, intrigada por el pasaje secreto.

— Lo que Iblis tanto codiciaba —Albert respondió, sonriendo ampliamente.

 

/ - / - / - / - / - /

 

En una de las alcobas dentro del Templo Principal, cinco niños dormían entre cobijas después de una velada de juegos y muchas golosinas. En su inocencia, los problemas de los adultos no los alcanzaban, ni siquiera a aquellos que eran aprendices o escuderos de ciertos guerreros del Santuario.

En la cama, la niña lemuriana dormía abrazada del príncipe de Asgard como si éste fuera un muñeco de felpa. Aunque Arun decidió compartir  el espacio se recostó apartado de ellos, casi en la orilla, un pequeño movimiento y seguro caería del lecho.

En el suelo, los pequeños Víctor y Mailu improvisaron unas bolsas de dormir con cobertores y almohadones que no resultaron nada incómodos para ellos, algo que se reflejaba en los ronquidos que emitían durante sus sueños.

 

Aunque se encontraban rodeados por tal tranquilidad, Arun despertó exaltado. Su breve gemido se perdió entre los resoplidos de sus amigos, por lo que no alarmó a nadie. Se mantuvo petrificado, con los ojos bien abiertos y temerosos, sin entender las sensaciones que lo alertaban de un inminente desastre. En su cabeza no había respuestas, pero sí un sentimiento de preocupación que se centraba en una sola persona: — ¿Patriarca?— susurró en la oscuridad.

 

/ - / - / - / - /

 

Ciudad de Meskhenet, Egipto.

 

Dentro de una morada lejos del Palacio Real, el santo del Fénix se despedía de un ser querido.

— Eso es lo que pasará —dijo Ikki, sosteniendo las manos de una mujer morena y delgada, de ojos grises, cabello oscuro y corto hasta las orejas. Vestía una blusa sin mangas azul y una falda larga blanca, su conjunto para dormir.

— Entiendo. No te preocupes por mí, estaré bien —respondió ella sin temor, pues sabía bien que él era un guerrero de los dioses y entendía sus deberes.

— Nicte, cuando todo esto termine podremos continuar con nuestro viaje —Ikki le aseguró de la manera más suave que su recio carácter le permitía.

— Comienza a gustarme este lugar —dijo ella, sonriendo con complicidad, mirando el interior de la vivienda de adobe que había adornado con todo aquellos que le obsequiaron sus amigas en Egipto—, y las personas son muy amables. Algún día, cuando nos cansemos de viajar, esta podría ser una opción ¿no lo crees?

— No lo descartes —él dijo, inclinándose para besar los labios de su mujer, siendo un acto correspondido.

 

La conoció en su andar, coincidiendo en puertos de diferentes costas. En un principio la creyó una espía, lo gracioso es que ella también pensó lo mismo de él, mas ambos eran viajeros errantes en búsqueda de sus propias respuestas y aventuras.

 

Nicte nació en el continente americano, siendo una trotamundos que desde adolescente ha vivido sin asentarse en un lugar fijo, aprendiendo oficios de diferentes tipos y empleándose en diversas actividades, la mayoría trabajos pesados que le han permitido ganar un cuerpo atlético y fuerza mayor al promedio. Asimismo poseía un carácter fuerte y vivaz que no se amedrenta fácilmente, por lo cual podía discutir con el marinero más malhablado y agrio existente en el planeta y ganar la disputa.

No fue amor a primera vista, pero sí uno que se disparó en el tiempo y lugar indicado años atrás. Desde entonces han viajado juntos y convivido como una pareja de aventureros por el mundo, son marido y mujer sin que algún rito o documento lo determinara. Así, ella lo ha acompañado a donde su vida como santo lo guía, sin entrometerse; se separaban cuando debían y se reencontraban cuando todo era propicio. Se amaban, y de alguna forma esa clase de vida les satisfacía a ambos.

 

“Esmeralda” era un recuerdo luminoso en el corazón de Ikki que jamás desaparecería, mas Nicte era su presente, la oportunidad que se dio a sí mismo para conocer un nuevo tipo de felicidad en la madurez de su vida.

 

- / - / - / -

 

En las afueras del palacio de Meskhenet, un grupo variopinto se disponía a marchar a la batalla.

— Un asalto antes del amanecer… me vuelvo a sentir un adolescente. —El shaman Horokeu respiró el aire fresco de la madrugada, sin que el sol aún se asomara por el horizonte.

— Mientras menos tiempo le sigamos concediendo a ese sujeto para llevar a cabo sus planes es lo mejor —aseguró el jefe de la familia Tao.

— Nuestros exploradores han asegurado su posición —explicó Assiut, Apóstol Sagrado de Horus—. Cuando Clyde de Megrez nos reveló su ubicación me costó creer que Sennefer decidiera volver al recinto que fue su prisión por tantos siglos… pero resultó ser cierto.

— Eligió un escondite en el que estaba seguro nadie lo buscaría —comentó Calíope, amazona dorada de Tauro.

— ¿Sólo nosotros iremos? —preguntó Kenai de Cáncer, mirando en redondo y contando a los presentes.

— Salvo Ikki, quien se nos unirá pronto, sí, y tendrá que ser suficiente —respondió Kaia, Apóstol Sagrada de Isis—. No podemos dejar desprotegida la ciudad, mucho menos a nuestro Faraón, por ello el resto de los Apóstoles permanecerá aquí.

— Con nosotros bastará —aseguró Ren Tao, permaneciendo de brazos cruzados.

— Ustedes dos tendrán que guiarnos —Clyde de Megrez decidió, mirando a los Apóstoles Sagrados.

— Intentaremos mantener el factor sorpresa lo más posible, aunque tarde o temprano esa serpiente nos percibirá, estoy seguro —aclaró Assiut, visiblemente ansioso por la idea de enfrentar al asesino de su padre una vez más.

— Los que puedan imitar el paso de Assiut síganlo, yo guiaré al resto —indicó Kaia, a lo que la mayoría asintió.

En un despliegue de rapidez, Assiut, Clyde, Calíope y Kenai desaparecieron dentro del desierto.

Horokeu soltó un silbido, impresionado por la forma en la que todos ellos se desvanecieron, dejando atrás sólo una estela borrosa.

— Es por allá, hacia el sureste —señaló la mujer, dispuesta a rezagarse por los visitantes.

Ren Tao frunció el entrecejo para decir—: El que no vistamos ostentosas armaduras como ustedes no significa que seamos lentos.

El poder espiritual de Ren Tao se manifestó como un soplo de viento que hizo aparecer de la nada un corcel blanco de aspecto inquietante. La crin y las pezuñas del caballo estaban revestidas por llamas verdes. El shaman subió a la montura sin que las flamas lo lastimaran y tras un chasquido de sus dientes el corcel fantasmal salió a todo galope, a una velocidad fuera de los estándares que sorprendió a la misma Kaia.

— Dicen que los santos pueden moverse incluso a la velocidad de la luz —dijo Horokeu, poniendo una tabla de surf en el suelo arenoso—, eso sí que asusta. Mas en la vida no todo es velocidad, todos tenemos nuestros trucos.

El shaman se impulsó con un pie sobre su tabla un par de veces, siendo hasta el tercer empujón que ésta adquirió una potencia extraordinaria que desató una ventisca detrás de sí.

Kaia se apartó el cabello del rostro antes de que Syaoran Li se pusiera a su lado.

— No tienen que preocuparse por nosotros —dijo el hombre ciego—. Aunque no lo aparentamos, podemos cuidarnos solos. Yoh nos llamó para apoyarlos, pero estoy seguro de que espera que sean ustedes quienes derroten a Sennefer. Vamos, que nos dejarán demasiado atrás.

Para sorpresa de Kaia, el hombre oriental comenzó a levitar en el aire, manteniendo una baja altura para después volar hacia el punto donde el resto de sus amigos se lanzaron.

— Es alentador que personas con tales dones continúen en este mundo —pensó la guerrera con una sonrisa en el rostro. Dio un último vistazo a la ciudad de Meskhenet, esperanzada de que aquella no fuera la última vez que la vería. En su mente hizo una breve plegaria en la que se encomendó a los dioses, después se impulsó hacia donde los demás la esperaban.

 

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Alguien lo llamaba con cansina insistencia, pero no podía responder. Sus fuerzas eran nulas y no sentía su cuerpo ¿acaso estaba muerto y la oscuridad que sellaba sus párpados era la neblina perpetua del más allá?

La angustia que le transmitía esa voz tan lejana lo llevó a esforzarse por encontrar una salida de la inconsciencia a la que fue sometido. Logró abrir los ojos de manera perezosa, pero en cuanto pudo hacerlo reconoció un rostro que se inclinaba sobre el suyo.

— Al fin despertaste, Sugita —le dijo la chica de cabello rojizo.

Tumbado de lado sobre el suelo frío, el santo de Capricornio tardó en poder hablar. Entendió que su último recuerdo no fue una pesadilla, sino una precaria realidad. Pero ni siquiera el sobresalto que le ocasionó recordar esos momentos le inyectó a su cuerpo la adrenalina suficiente como para ponerse de pie.

— ¿Dónde…? ¿Dónde estamos? — Sugita preguntó alarmado, sobre todo al notar el rostro sucio y magullado de Freya, así como la forma en la que los brazos de la guerrera estaban atados a su espalda por unos extraños grilletes—. ¿Qué sucedió?

— No sé a qué lugar nos han traído —ella respondió, sentada sobre sus piernas y despojada de su armadura sagrada—. Un monstruo llamado Ehrimanes se tomó muchas molestias para arrastrarte hasta este lugar —explicó, mirando por enésima vez a su alrededor, sin distinguir más que negrura, bruma terrosa, hedor a cadáveres y ecos pavorosos arañando los muros y el techo perdidos en la oscuridad—. Me percaté de su intento pero no pude evitarlo, de verdad lo siento.

— Soy yo quien debería… avergonzarse —se apresuró a decir el santo—. No es tu culpa, sino mía ya que no puedo… ni siquiera ponerme de pie… —dijo, apretando las manos con coraje, apenas notando que sus muñecas también estaban rodeadas por un par de grilletes negros que buscó romper en vano.

— También lo he intentado —Freya dijo—. Y aunque me encontraba en perfectas condiciones… entrar por el portal que el monstruo utilizó para salir del Santuario me ha debilitado de una manera que no comprendo… —Tosió un poco, acentuándose más su demacrado y enfermizo aspecto.

Recordaba la terrible tortura sufrida dentro de aquel túnel en el que perdió el sentido, y al despertar ya se encontraba allí, prisionera de la maligna entidad. Sin saber cuánto tiempo había pasado desde entonces, le costaba creer que no pudiera recobrar algo de fuerza, avivar su cosmos o sanar un poco. Freya comenzó a creer que el ambiente a su alrededor era venenoso para cualquier ser viviente, por lo que mientras permaneciera allí jamás lograría reponerse lo suficiente como para intentar escapar.

Muy acertado.

 

— ¿Tienes idea del por qué te trajo hasta aquí? ¿Qué tienes que ver con él? —Freya cuestionó de pronto.

Sugita pareció meditarlo un poco, mas no podía estar seguro. Al final negó con la cabeza.

Con cierta decepción Freya aceptó la respuesta. — De cualquier forma, tenemos que pensar en cómo saldremos… Temo que estamos solos en esto. No he visto ninguna especie de guardias que nos impidan movernos de aquí. Ahora que has recobrado el sentido podríamos avanzar y buscar una salida —lo animó a que intentara levantarse.

Sugita asintió, y aunque las ataduras y debilidades mutuas dificultaron el intento, apoyándose el uno contra el otro lograron ponerse de pie.

El santo de Capricornio miró con temor a su alrededor, sintiéndose acechado por una presencia perversa y muy peligrosa. Sin entender la razón, su cuerpo sufrió de un ligero temblor que Freya notó.

— ¿Aún te duelen tus heridas? —ella cuestionó, imaginando que fue a causa de dolor y no de terror.

El santo negó con la cabeza, teniendo que permanecer recargado en la guerrera para no perder el equilibrio y volver al suelo.

— Es sólo que este lugar —dudó en sus palabras, pero al final musitó—:… No nos dejará ir—. Era lo que le advertían los susurros que sólo él podía escuchar.

— No te acobardes ahora— Freya pidió un poco enfadada—. No es momento de que te comportes como un mocoso asustado.

— No, no lo entiendes… hay algo aquí, en este sitio que… Un vacío —dijo, desorientado por lo que sus sentidos intentaban advertirle—… Esas voces... todas ellas… uñas arañando la roca bajo nosotros, como si quisieran salir pero no pueden… están atrapados… todos ellos —miró sus pies con pánico—… nos jalaran hacia el interior….

Freya intentó que volviera en sí a base de regaños, de haber podido lo habría abofeteado, pero sus réplicas no hicieron efecto alguno, el santo estaba completamente ido y musitando cosas cada vez más siniestras. Pensó en darle un fuerte cabezazo, mas no le convenía hacerlo perder el sentido después del tiempo que tardó en reanimarlo, por lo que eligió una segunda opción.

 

Cuando Freya lo besó, todas las conexiones de sus sentidos se centraron únicamente en la presión que había sobre sus labios.

Sugita mantuvo los ojos bien abiertos mientras la asgardiana le enseñaba, por primera vez, la delicia de un beso. Le desconcertó el momento, el lugar y no encontrar razón para que tal cosa sucediera… pero al final se dejó llevar por las sensaciones de tal caricia, aunque fuera por unos breves segundos. Terminó cerrando los ojos también, imitando por instinto el movimiento de labios hasta que Freya se detuvo y fue quien separó sus bocas.

La joven sonrió, cautivada por un débil sonrojo visible en las mejillas del inexperto santo de Capricornio. Al ver que su plan funcionó, se limitó a pegar delicadamente su frente contra la de él y decir—: Qué vergüenza… la comandante de los dioses guerreros de Asgard, besando a un chiquillo tonto del Santuario—sonrió, bromista—. No estás solo, pase lo que pase, no moriremos, ¿entendiste?

Sugita se sentía tan abochornado por la situación que no encontraba las palabras adecuadas para responder a aquello… Habría querido decir mucho, pero todo quedaría pendiente.

En cuanto la joven le dio un último y corto beso en la frente para sellar su confesión de amor, el peligro se hizo presente y una fuerza descomunal oprimió sus cuerpos. Como si invisibles manos gigantes los hubieran atrapado, aquella fuerza los arrastró por el lugar.

Buscaron resistirse pero fue inútil. Freya resintió el azote contra el suelo cuando la dejaron caer. Buscó levantarse rápidamente, pero los grilletes en su cuerpo se magnetizarse contra el suelo, impidiéndole abandonarlo.

— ¡Sugita! —ella gritó al ver que el santo continuó siendo arrastrado hacia un abismo gigantesco en el cual no cayó, sino que su cuerpo continuó su camino violando las leyes de la gravedad hasta que bruscamente se detuvo ante una figura que lo aguardaba en el centro del mismo.

 

— Nos volvemos a ver, guerrero que hace llover sangre.

Sugita de Capricornio reconoció ese tono de voz, encontrándose con los ojos amarillentos de Sennefer, Patrono del Zohar de Estéropes.

Imaginaba que nuestro reencuentro sería inevitable, mas jamás creí que sería bajo tales circunstancias… —dijo él con una malévola sonrisa.

 

Freya empleaba lo que tenía de fuerzas para liberarse, pero no lograba nada.

No importa cuánto te retuerzas, tus ataduras no cederán —escuchó de una segunda voz espectral, la de Ehrimanes, quien se materializó de entre las sombras a su diestra.

— ¡Tú...! ¡¿Qué es lo que sucede?! ¡¿Qué planeas hacer con nosotros?! —Freya bramó furiosa.

Ehrimanes mantuvo su distancia de la guerrera, tomando precauciones al no querer repetir la incómoda situación de tener que salvarle la vida sólo por las letras pequeñas de su contrato.

¿Yo a ti? Nada —respondió, mirando fijamente hacia donde los dos hombres se mantenían levitando sobre el abismo—. Aunque no puedo decir lo mismo de tu amiguito. Consuélate sabiendo que tuviste la oportunidad de despedirte de él.

— ¡¿Qué?! —Freya exclamó asustada, mirando en la misma dirección que su enemigo, presintiendo que algo terrible estaba por suceder.

 

— ¿Sennefer, qué es lo que pretendes ahora? —el santo logró preguntar, dedicándole una mirada hostil y retadora pese a  la situación.

Entiendo que Engai te explicó tu inusual origen ¿o me equivoco? —Sennefer evadió la cuestión con otra—. Un espíritu primigenio encarnado en el cuerpo de un ser humano, jamás creí que alguien se atrevería y sin embargo aquí estás. —El Patrono estiró la mano y sujetó con fuerza el cuello del santo dorado, estrujándolo con claro resentimiento—. Es irónico que uno de aquellos mismos espíritus que ayudaron a destruir la antigua Era vuelva a ser la herramienta que provoque otro estruendoso final.

La fuerza que mantenía a Sugita flotando se desvaneció y sólo era la mano de Sennefer la que evitaba que cayera al pozo infernal.

¿Tú también? —pensó el santo al recordar palabras parecidas del finado Patrono—. Te diré lo mismo… que le dije a Engai… yo nunca… serviré al mal, sin importar lo que digan de mí…

 

— ¡No, no lo hagas! ¡Detente! —gritaba histéricamente la joven guerrera de Asgard.

De verdad que tienes fuertes sentimientos por ese muchacho—se mofó Ehrimanes, sin girarse—. No deberías, ¿sabes por qué? Porque él es un monstruo incluso peor de lo que yo o Sennefer podríamos llegar a ser.

— ¡Mientes! —fue la respuesta inmediata de la guerrera, cuya frustración apenas y podía seguir siendo contenida por su cuerpo, por lo que algunas lágrimas comenzaron a luchar por salir de sus ojos.

¿Por qué te mentiría? Quizá es el corazón de Aifor que aún late en mi interior, pero no deseo que una querida amiga muera desconociendo que el hombre al que parece amar es un monstruo.

Pese a la veracidad y honestidad que tal sentencia llevaba consigo, Freya se aferró a sus sentimientos.— No es cierto… no puede ser un monstruo porque yo… yo lo…

Dudó un instante al pensar en la posibilidad, ¿qué tal que sí lo fuera? ¿Pero cómo? ¿Por qué? Es cierto que no lo conocía del todo, pero en lo que sí ha podido observar desde el día de su aparatoso encuentro, no había nada que le obligara a creer las palabras de Ehrimanes.

— Aunque fuera verdad… yo… ¡No quiero que muera! —ella clamó.

No moriré —escuchó en su mente. Fue un breve mensaje a través del cosmos que la hizo volver la mirada a donde Sennefer estaba por actuar—… Freya, pase lo que pase yo… ¡no moriré!

 

Si esas son tus últimas palabras, te desilusionarás —musitó Sennefer segundos antes de encajar su afilado pulgar en la yugular del santo de Capricornio.

El dolor fue agudo, pero momentáneo, se diluía con el brote de sangre que provocó el corte realizado por el Patrono.

Sennefer tenía pensado retenerlo entre sus manos hasta desangrarlo por completo y vanagloriarse  de ello, sin embargo lo olvidó en el momento en que la sangre del santo dorado hizo contacto con su piel y ésta comenzó a quemarlo como si se tratara de ácido. El Patrono recordó aquella ocasión en Meskhenet, en la que una de sus criaturas se alimentó de la sangre del santo de Capricornio y terminó con las entrañas derretidas, jamás imaginó que él mismo sería vulnerable a tal poder. Por ello no demoró en dejarlo caer al vacío.

Fueron tres individuos los que observaron el descenso de Sugita de Capricornio hacia el Abismo, pero sólo uno de ellos lanzó un gritó desolador que coincidió con el inicio de sonoros crujidos provenientes del interior del agujero infernal.

 

Sennefer y Ehrimanes aguardaron expectantes, sintiendo que sus cuerpos se fortalecían por la energía que comenzaba a emanar de aquel foso.

 

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— ¿Kenai? ¿Qué es lo que sucede? —preguntó consternada la amazona de Tauro, al ver cómo su compañero de armas se quedó rezagado de un momento a otro, frenando al resto del grupo en medio del desierto.

El santo de Cáncer no reaccionó de inmediato, pues intentaba encontrar la razón de su repentino malestar. Con una expresión de extraviado se giró hacia la amazona cuando ésta le puso la mano en la hombrera de su armadura.

— ¿Escuchan eso? —alcanzó a decir el santo al instante en que fueron alcanzados por el resto de los guerreros.

— ¿De qué hablas? —cuestionó Calíope, sin escuchar nada en particular.

— No se muevan —alertó seriamente el shaman Ren Tao, mirando en la misma dirección que el santo de Cáncer.

— Parece que llegamos tarde —secundó el shaman Horokeu.

— O justo a tiempo según el caso —añadió Syaoran Li.

Assiut y Kaia se miraron con desconcierto, siendo Clyde de Megrez quien se adelantara a decir—: La muerte se ha abierto camino…

 

Situados en una alta duna dentro del desierto, el grupo de guerreros pudo observar la inquietante manera en que a kilómetros de distancia la arena comenzó a volverse oscura. Aquella alfombra de cenizas se extendió rápidamente, deteniéndose  hasta alcanzar los cinco kilómetros de diámetro.

— Por todos los dioses, ¿qué rayos es eso? —cuestionó la Apóstol de Isis, sorprendida por el fenómeno.

Sin que nadie pudiera dar una respuesta concreta, todos sintieron el estremecimiento del suelo. Un terremoto que comenzó leve pero segundo a segundo aumentó su intensidad. Escucharon el crujir del subsuelo, pues algo escarbaba y subía, buscando desesperadamente emerger a la superficie, y así lo hizo.

El círculo de arena negra estalló cual erupción de un volcán, pero en vez de fuego o nubarrones de vapor liberó una densa marejada de energía oscura, disparándola al cielo en un continuo y ensordecedor cauce.

La explosión no alcanzó a herirlos, pero de alguna manera resintieron su fuerza y peligrosidad, siendo los shamanes los más susceptibles a la malignidad que brotaba de la boca de aquel cráter.

Los terribles vientos arremolinaron la arena formando tornados dispersos por toda la zona, convirtiendo el apacible desierto en un lugar donde la misma naturaleza aullaba por el desequilibrio ocurrido.

¡Es un ka lleno de maldad! —percibió Assiut, pasmado por lo que sus sentidos captaban—. ¡Supera todo aquello que haya sentido antes, ni siquiera Sennefer irradia tal malignidad!

¿Es esto a lo que se refería el espíritu de la muerte? —Kenai pensó, colocando su mano sobre el pecho como un reflejo—. ¿Significa que he fracasado con mi encomienda?

 

Pese a la ascensión de la oscuridad al cielo, no cambiaba la forma natural en la que los colores en el campo celeste pasaban de unos a otros para traer el amanecer, por el contrario, la columna negra sólo alzó aquellos tornados para despejar cualquier nube perdida.

 

El señor de los Tao descendió de su corcel, adelantándose sin temor al grupo y disponiéndose a enfrentar el escenario caótico.

— He visto escenarios peores, y por experiencia sé que esto sólo empeorará —aseguró, conservando su temple—. Por lo que aquellos que no crean tener las agallas para hacerle frente, será mejor que retrocedan y no estorben. — En su mano se materializó la empuñadura de una espada de plata, cuya hoja plegadiza se estiró hasta alcanzar su auténtica longitud tras un simple movimiento de su muñeca.

— Esto se va a poner feo —intuyó Horokeu, entristecido por aquel abismo que deformó el hermoso desierto.

 

El sol emergió igual que siempre por las dunas arenosas, pero su luz nunca había quemado tanto como ese día…

En cuanto les golpeó la espalda, la mayoría de ellos sufrió un dolor profundo en el pecho que les cortó la respiración unos instantes. Sólo Ren Tao, Horokeu Uzui y Syaoran Li fueron inmunes, pero aún así se mortificaron por lo que ocurría a su alrededor.

— ¡Esto… no… no puede ser! —alcanzó a decir Kenai de Cáncer, conociendo a la perfección la sensación sobre su cuerpo, pues la experimentó y sufrió mucho siendo un niño que apenas estaba aprendiendo a controlar sus dones—… ¿Quién o qué… está intentando poseer mi cuerpo? —cuestionó totalmente confundido.

— No eres el único —dijo Clyde de Megrez, oprimiéndose la frente al combatir el mismo enemigo invisible que intentaba desplazar su alma, ¿cómo no reconocer tal sensación después de haberla vivido tanto tiempo con Ehrimanes?

 

— ¿Qué es lo que está pasándoles? —preguntó el shaman Horokeu a sus amigos más allegados.

— ¿Acaso no lo sientes? —recriminó Ren Tao, volviéndose un poco hacia el sol, alzando una mano para anteponerla sobre su rostro y ésta recibiera directamente los cálidos rayos de luz.

— Es una maldición— él sentenció, preocupando a los oyentes.

 

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Grecia, el Santuario de Atena

 

Adonisia de Piscis se mantuvo resguardada en las sombras del Gran Salón, custodiando una pequeña caja de madera en sus manos, mientras Albert, antiguo santo de Géminis, permanecía de pie en el balcón que le permitía tener una vista muy completa del Santuario. Desde allí había observado la ascensión de las tonalidades claras del firmamento, sabiendo lo que aquel amanecer traerá consigo.

— Llegó el momento—dijo ella con total calma—. ¿De verdad ocurrirá tal cual dices? No me lo imagino.

— Lo verás por ti misma —respondió sin volverse, vistiendo una nueva armadura de colores azules y plateados que cubría por completo su cuerpo, tal cual la cloth de Géminis lo hacía antes—. Sólo aquellos que me son leales han sido advertidos, el resto sufrirá de la maldición que está por desatarse y serán eliminados.

— ¿Y qué hay de los inocentes? —cuestionó divertida la amazona—. Pese a tu despiadado corazón le ordenaste a la amazona de Perseo que usara su magia sobre todos en Villa Rodorio e incluso algunos sirvientes del Santuario.

— Yo no deseo la aniquilación de la raza humana —Albert aclaró—.Esta maldición volverá a poner a prueba a la humanidad, por lo que preservar un número determinado de personas nos permitirá realzarnos en una nueva era en cuanto el cataclismo termine.

— Entonces ¿intentas convertir el Santuario en una clase de “arca”? Qué encantador suena. —La mujer rió un poco.

— Mi visión tiene un precio —confesó, sin un vistazo de remordimiento.

— Un escalón más arriba por cada cadáver en el suelo —comentó hilarante la amazona.

— El señor Avanish me dio la oportunidad de sobrevivir a esto e imponerme al resto de los Patronos si ese era mi deseo —Albert explicó, palpando su nueva armadura de combate—. Él sabe que los seres humanos somos competitivos, por lo que mientras sus súbditos continúen enfocados en lo que a él de verdad le importa, podemos hacer nuestra voluntad… Ese fue el convenio.

— ¿Te consideras un Patrono ahora? Te luce bien tu nueva vestimenta ¿de verdad es indestructible?

— Las batallas que se han librado dejan en claro que no lo son, pero debo reconocer su poder —Albert respondió—. Ya entiendo por qué Iblis se empeñó tanto en obtenerla… desafortunadamente para él no advirtió lo que en verdad desataría al llevarme ante el señor Avanish —sonrió de manera burlona.

— Es extraño que un Zohar estuviera sellado dentro de ese templo y que nadie en el Santuario lo supiera.

— Mi antiguo maestro era un hombre sabio, pero descuidado en muchos aspectos. No culpo su falta de conocimiento, su ascensión al trono no fue como en los tiempos antiguos en los que el futuro Patriarca debía ser nombrado e instruido por el actual antes de tomar su lugar, recibiendo todo su saber. Cada Guerra Santa del pasado ha llevado a que se pierda valiosa información e incluso hoy el Santuario mantiene secretos… Algún día pienso descubrirlos todos —se prometió.

 

Según escuchó de Iblis, el Zohar que ahora portaba fue un obsequio que se le entregó al Santuario centurias atrás, un tesoro de la era mitológica que fue forjado por la misma Gea para sus hijos, pero que al ver las constantes disputas y tensiones entre su progenie decidió resguardarlas.

Quizás este Zohar fue dado como un tributo de paz o una ofrenda a la diosa del Santuario, y su ubicación se perdió hasta que Iblis, obsesionado por tener su propia armadura invencible, dio con su paradero. Así como en Egipto el Patrono Sennefer reclamó su vestimenta, ahora él se hizo con su propio Zohar. En cuanto cubrió su cuerpo, Albert sintió su cosmos fortalecido de alguna manera, transmitiéndole una sensación de invencibilidad momentánea, pues sabía que si se dejaba llevar por ello terminaría como el resto de los Patronos derrotados… y él no podía fallar.

 

— Pero enfrentemos un amanecer a la vez —dijo, atento a cómo el sol emergía por el horizonte—. Hoy será el primero...

 

El sol salió, golpeando montañas, construcciones y personas petrificadas, pues en Villa Rodorio no quedaba ni un ser de carne y hueso que pudiera ser alcanzado por la maldición impregnada en los rayos del sol, pero en el Santuario el escenario era diferente.

Los que no fueron transformados en piedra por obra de la Máscara de Medusa, en cuanto eran alcanzados por la luz del sol sufrían de terribles convulsiones, terminando en el suelo, retorciéndose y gritando de dolor. El tiempo en cada individuo podía variar, pero la señal del cambio siempre llegaba cuando sus ojos se tornaban completamente blancos.

Sus cuerpos quedaban estáticos, como si hubieran muerto de manera fulminante tras un ataque cardiaco, los ojos siempre abiertos y mostrando ese lienzo blanquecino que terminaba por cubrirse de color oscuro, y sobre el cual aparecían pupilas de color blanco.

Tras eso, cada víctima permanecía unos segundos aturdida y desorientada, se miraban las extremidades, se tocaban la cabeza y el rostro; algunos buscaban sus reflejos en agua o superficies pulidas, pero al final todos y cada uno sonreían de manera siniestra antes de liberar una carcajada frenética.

 

El cuadro se repitió no sólo en el desierto de Egipto o el Santuario, por todo el globo, aquellos que eran tocados directamente por los rayos del sol terminaban convertidos en avatares de entidades salidas del Abismo que Sennefere y Ehrimanes abrieron, permitiéndole así a sus congéneres el regresar a este mundo en nuevos recipientes.

 

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Egipto

 

— ¡¿Qué clase de maldición es esta?! —gritó Assiut, intentando reponerse de la fuerza que, en vano, buscaba apropiarse de su cuerpo—. ¿Y por qué ustedes no se ven afectados? —preguntó con desconfianza a los tres hombres peliblancos.

— No lo sabemos —respondió Horokeu de inmediato, intentando tranquilizar las cosas—. Tienen que creernos, pero desde que participamos en esa batalla hace quince años algunas cosas cambiaron en nosotros… para bien o para mal.

— En lugar de comenzar a desconfiar de sus aliados deben mantener la calma —indicó Ren Tao con severidad—. Esta maldición tiene una fuerza descomunal pero ustedes también muestran algo de resistencia, usen la cabeza.

— Tienen razón… sea lo que sea este maleficio… nos señala como blancos para espíritus que intentan poseer nuestros cuerpos —se esforzó por decir Clyde, recuperándose un poco—. Créanme, esto es lo que se siente…

— Es verdad, algo lo intenta pero se ve repelido. —Kenai logró levantarse—… Soy un shaman… sé cómo luchar contra ello, pero la fuerza que lo intenta es muy superior a lo que haya combatido antes… estoy seguro de que de no ser por la protección de mis tatuajes mi alma habría sucumbido —explicó el santo de Cáncer —. Y aunque Calíope no es como yo, se ha salvado por la protección que les coloqué a la mayoría de los santos de oro.

La amazona de Tauro asintió, oprimiéndose el vientre. —Pero no significa que no duela… es como si mil agujas ardientes se me clavaran en la piel y en las entrañas.

— En nuestras albas han sido grabados numerosos hechizos y tienen incrustadas joyas sagradas, es por ellas que seguimos aquí —teorizó Kaia, Apóstol Sagrada de Isis—… Sin embargo, aunque el dolor físico es leve, nuestras albas han ganado un extraño peso que me dificulta el moverme con libertad.

Assiut asintió, mirando los brazales de su ropaje, los cuales le costó alzar.

— Y si eso está pasándonos a nosotros… ¡¿Qué es lo que sucederá con aquellos que no puedan contrarrestarlo?! —se alarmó Kaia—. ¿Qué lo provoca?

Ren Tao apartó la vista de donde el sol ascendía, deduciéndolo por sí solo, más prefirió no decírselo todavía.

— Quizás no puedan hacer nada por el “qué” lo provoca, pero sí saben el “quién” está detrás de ello— habló Syaoran Li con envidiable tranquilidad.

— No hay que ser un genio para saber que esa emanación tenebrosa es parte del problema —señaló Horokeu la fosa y la columna de oscuridad que ascendía hacia el cielo.

— El plan no ha cambiado —dijo el líder de la familia Tao—.  Esperábamos contratiempos y helos aquí. Ahora deben apresurarse y entrar a la masbataba en busca del enemigo.

— ¿Y qué es lo que harán ustedes? —preguntó Kenai de Cáncer.

— La situación ha distraído sus sentidos, pero el enemigo ya sabe que estamos aquí —aseguró Syaoran Li.

 

Lo cierto es que de la arena cercana a los límites del abismo, comenzaron a salir extrañas criaturas. La bruma oscura los cubría unos momentos y dificultaba la visión, mas cuando avanzaban se podían distinguir poco a poco sus rasgos. Algunos eran simples cadáveres putrefactos armados con espadones y viejas armaduras egipcias; otros bestias bípedas con cabeza de chacal y fornidos cuerpos hechos de la misma oscuridad tras de ellos; les seguían escorpiones negros que alcanzaban los dos metros de alto descartando la cola y el temible aguijón; seres mitad hombres mitad serpientes entre tantas otras abominaciones.

 

Todos y cada uno poseían una energía sombría respaldándolos y su número se acrecentaba como si se tratara de un ejército de hormigas que salía de su hormiguero en búsqueda de presas.

Quizás para tantos guerreros de élite en el mismo lugar sería simple eliminarlos a todos, sin embargo, no todas las aberraciones se precipitaban sobre ellos, sino que se esparcían en todas las direcciones posibles alrededor del foso.

 

— ¡Son demasiados! —exclamó Calíope.

— No podemos permitir que se alejen. Será desastroso si alcanzan cualquier comunidad o aldea —añadió Kaia, preocupada.

— Es por eso que deben irse —dijo Ren Tao, impávido pese a que la primera horda de criaturas estaba a pocos metros de alcanzarlos.

— Nosotros evitaremos que se desplieguen —aseguró el shaman Horokeu—. Mientras ustedes se adentran a las profundidades y eliminan este mal de raíz.

El resto del grupo se miraron unos a otros, no muy convencidos de abandonarlos.

— ¿Están seguros de que podrán ustedes solos? —insistió Assiut.

En respuesta, Syaoran Li liberó su poder espiritual, generando una onda invisible de la palma de sus manos que arremetió contra  un numeroso grupo de bestias que intentó embestirlos. Todas y cada una de ellas se volvieron cenizas ante la corriente que deshizo sus cuerpos.

— ¿Con quienes crees que estás hablando? —dijo Horokeu de manera risueña, y ante su deseo decenas de estalagmitas de hielo salieron del suelo para empalar a diversas criaturas que corrían libremente por el desierto.

— Además no seremos los únicos —indicó Ren Tao antes de lanzar un golpe con su espada que generó una onda cortante y abrió una amplia brecha entre las huestes malignas para que avanzaran.

En el extremo opuesto del campo de batalla, un estallido hizo a todos volverse para distinguir las llamas del Ave Fénix pulverizando a un montón de seres oscuros en la distancia.

— Les aseguro que en las sombras no sufrirán del peso de esta maldición— explicó Ren Tao—. El que ustedes permanezcan en el exterior es una desventaja estratégica que no podemos permitir. Ahora váyanse —ordenó, siendo respaldado por sus dos colegas.

— ¿En las sombras? —Kenai de Cáncer repitió, incrédulo—. Entonces, significa que…

 

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Grecia, Santuario de Atena. Templo de Virgo.

 

Shai, amazona dorada de Virgo, abrió los ojos súbitamente, como si hubiera detectado a un enemigo dentro de la habitación que estaba por apuñalarla en el próximo segundo. Aunque en su morada no encontró rastro de algún intruso, permaneció largos segundos buscando la fuente del peligro por el que se sentía asechada.

Algo no estaba bien, lo sabía en el fondo de su alma. Como shaman era más sensible a ello que cualquiera de los demás habitantes del Santuario, pero aún no vislumbraba del todo la respuesta a su pregunta.

En cuanto colocó la máscara de oro sobre su rostro, el llanto de un cuervo llamó su atención. El ave aleteó y planeó de manera errática y asustadiza por el lugar hasta terminar posándose sobre el respaldo de una silla.

Shai detectó que se trataba de uno de los cuervos de Kenai de Cáncer por lo que enfocó sus sentidos sobre él. La amazona escuchó el mensaje que el santo de Cáncer le transmitió a través del ave, causándole un gran shock.

 

Kenai buscó originalmente al Patriarca pero no fue capaz de encontrarle, por lo que recurrió a ella para esparcir la alerta y confirmar si el fenómeno estaba ocurriendo no sólo en Egipto.

La amazona escudriñó con sus sentidos y estos le devolvieron imágenes de personas convertidas en piedra y otras que tras agónicos gritos desfallecían para instantes después ser reanimados por una fuerza impía.

 

— ¿Los rayos del sol? Qué abominación —musitó perpleja, intentando comprender qué clase de magia o ritual  sería capaz de volver la belleza y poder del sol en la fuente de transmisión de una maldición.

Buscó tranquilizar un poco su corazón antes de enviar su cosmos hacia los demás, esperando que su voz llegara a ellos.

¿Pueden oírme, santos dorados? Aquellos que oigan mi voz, les suplico escuchen con cuidado: un mal terrible está azotando al mundo entero.

 

En los templos de Leo, Sagitario, Acuario y el Principal, los santos dorados que permanecían en territorio sagrado sintieron el llamado de la amazona de Virgo a través del cosmos, siendo seis los que lograron entablar comunicación.

 

La situación es precaria pues el enemigo ha liberado un conjuro siniestro alrededor del mundo: todo aquel que sea tocado directamente por los rayos del sol, su alma será suplantada por una entidad maligna y ésta tomará posesión completa de su cuerpo. Eso es lo que Kenai me ha advertido.

¡¿Qué estás diciendo?! —Jack de Leo espetó sorprendido.

Sé que parece increíble, pero es la verdad —aseguró Shai, acongojada—. Apenas está amaneciendo aquí en Grecia, mas en otros sitios donde el sol ya se encuentra en su cenit la situación debe ser incontrolable.

En estos momentos sólo los guardias en turno se encuentran expuestos a tal calamidad —dijo Albert, confirmando que sus actividades aún eran desconocidas para el resto de sus compañeros—. Shai, siendo tú quien más conoce sobre esto ¿qué podemos hacer? ¿Hay alguna manera de salvar a aquellos que han sido maldecidos?

Kenai afirma que manteniéndonos en las sombras estaremos bien, y que aquellos que aceptaron el tatuaje que él diseñó podrán moverse en el exterior, sufriendo una serie de malestares pero estarán protegidos. El resto deberá abstenerse de abandonar sus templos y no exponerse al peligro. Suficientes problemas tenemos para que encima alguno de nosotros se vuelva un enemigo.

En aquel entonces, sólo los santos de Tauro, Leo, Libra, Escorpión, Capricornio y Acuario aceptaron someterse a tal ritual.

Kenai y Calíope se encuentran ahora en Egipto, con ayuda de otros guerreros intentarán frenar la fuente de este mal. Por el momento debemos evitar a toda costa que esto se propague entre los habitantes del Santuario, alertemos a todos y controlemos a aquellos que ya han sido contaminados por la oscuridad. No es su culpa lo que está sucediéndoles, por lo que debemos respetar sus vidas.

¿Qué hay del Patriarca? ¿Ya está enterado de esto? —preguntó Terario de Acuario.

Ni Kenai ni yo hemos logrado contactar con él —respondió la amazona.

Se encuentra en Star Hill —mintió Albert—. Esto debería ser un secreto, pero en vista de las circunstancias tengo libertad de decirlo. Está prohibido que cualquier santo ponga un pie en Star Hill, por lo que será imposible advertirle de lo que aquí acontece. Sin embargo, confío en que pronto se percatará de ello y tendremos noticias de él. Hasta entonces estamos solos.

No podemos distraernos del todo… ¿Acaso no lo ven? Esta podría ser la mejor oportunidad del enemigo de invadirnos y tomar lo que tanto ansían —dijo Asís de Sagitario, preocupándose por el niño que juró proteger y sabía se encontraba en el Templo Principal.

Alertaré a los santos que vigilan sus moradas, ellos los mantendrán a salvo y a la señora de Polaris —dijo Albert.

Albert, Asis y Adonisia, al no contar con la protección que Kenai marcó en los demás, lo mejor será que permanezcan en sus respectivos templos; si el enemigo intenta invadirnos serán los encargados de repelerlos —sugirió la amazona de Virgo—. De ese modo yo, Jack y Nauj podremos socorrer a los civiles y retener a los que han caído víctima de la maldición.

¿Acaso te has olvidado de mí? —recriminó Terario.

Ni por un momento —aclaró ella—, pero tampoco olvido que estás herido y no te has recuperado de tu última batalla. Aunque cuentes con el sello de Kenai, en tu estado sería peligroso que te expongas al maleficio, por lo que te suplico, evítanos la pena de tener que someterte si te conviertes en un enemigo.

Terario deseó objetar, mas terminó aceptando ya que no deseaba transformarse en algo sin voluntad y que pudiera dañar a otros, sobre todo a Natassha, quien dormía aún en su cama.

No logro percibir el cosmos de Nauj —indicó Jack, siendo el primero en percatarse de su ausencia en el enlace mental.

¿Habrá salido del Santuario? —cuestionó la amazona de Piscis —. ¿O es que acaso ha caído víctima de este embrujo? —inquirió con complicidad hacia Albert—. Él siempre vaga por inusuales rincones del Santuario, no puedo ser la única que lo ha notado.

Es cierto… pero dudo que alguien como él pueda caer víctima de tal maleficio —dijo Jack de Leo.

Es algo que descubriremos, Jack —aseguró la amazona de Virgo—. Por lo pronto, es lo que debemos hacer y confiar en que Kenai y Calíope tendrán éxito en su cruzada.

 

/ * / * / * / *

 

Egipto.

 

¿Lo quieres salvar? —escuchó apenas en un susurro, pero extrañamente lo bastante claro pese a los estruendos, risas y su propio llanto atiborrando sus oídos.

Puedes… Confía…

Freya escuchaba de una voz proveniente de su interior, ¿su conciencia?, ¿su corazón? No podía determinarlo mientras era vapuleada por aquel vendaval desatado.

En cuanto el santo de Capricornio se perdió dentro de la negrura del Abismo, de las profundidades estallaron fuerzas malignas que se alzaron como un sonoro géiser que destruyó el techo sobre ellos y liberó su poder en el mundo exterior.

Freya se sintió morir al estar en medio de todo aquello, debía morir, una parte de ella lo sabía, pero su corazón continuaba latiendo y su alma continuaba dentro de su cuerpo.

 

Aún prisionera, pudo ver cómo Ehrimanes se encorvó hacia atrás mientras su cuerpo se incendiaba con llamas oscuras y un gesto de éxtasis desencajaba sus ojos,  manteniendo una amplia y grotesca sonrisa desencajando su mandíbula.

 

El Patrono Sennefer lanzó un grito despavorido, pero no de dolor, fue un aullido de júbilo total. Él fue golpeado directamente por el torrente que quebró el techo y ascendió al cielo, el cual no lo arrastró fuera del complejo, ni siquiera lo hirió, en su lugar lo revitalizó tal cual esperaba. Con el Cetro de Anubis en su mano podía sentir un poder descomunal fluyendo por su cuerpo, recargándolo, fortaleciéndolo para poder contener su nueva fuerza.

Su cuerpo sanó completamente, y aunque en su aspecto no hubo cambios notorios, en su cosmos la diferencia era abismal.

Lo mismo podía sentir Enrhimanes, quien compartía la raíz del Abismo en su ser, por lo que se vio beneficiado por la abertura de aquel portal por el que sus hermanos estaban entrando al mundo humano después de milenios de exilio.

Ehrimanes comenzó a carcajear de manera demencial, pues sentía todo ese poder fluyendo en él, uno que le daba la certeza de que podrá romper todas las barreras que le han impuesto en este mundo… No existían más cadenas que lo detuvieran para ver cumplidos sus anhelos y estaba por comprobarlo.

 

Mientras aquel par de monstruos se regocijaban con lo obtenido de su ritual, Freya se esforzó por no perder la conciencia, concentrándose en la cálida sensación en su pecho. Sabía que eso era lo que mantenía latiendo su corazón pese a que la energía demoniaca que fluía a su alrededor le helaba los huesos en un intento por absorber su vida.

 

Ella no podía moverse, no podría defenderse y eso no le importaba en lo más mínimo a Ehrimanes, quien se acercó a paso firme y la miró detenidamente. Abrió las palmas de sus manos y dejó que en su mente quedara clara una idea…

Él sonrió ampliamente, pues esta vez no sintió su cuerpo temblar, ni fue advertido por aquello que le impedía romper su trato. Ese silencio lo animó a precipitar sus manos sobre el cuello de la chica, apretándolo con brusquedad, alzándola del suelo para verla a los ojos mientras la estrangulaba.

 

Ehrimanes volvió a reír a todo pulmón pues se sabía libre de la  atadura que la magia y la sangre sellaron tiempo atrás en Asgard. Se mofó de todos aquellos que había engañado y manipulado para llegar a este punto de su existencia, sintiendo un creciente frenesí por alimentarse.

Sé que serías mucho más útil si te vuelves un recipiente más para mi especie, sin embargo esto… este momento merece ser celebrado —dijo la criatura, agarrándola fuertemente del cabello para exponer su yugular—. Es gracias a mí que ha ocurrido, por lo que nadie podrá reclamarme el que tome una insignificante vida. —Abrió la boca que se deformó en grotescas fauces que estaban por cerrarse en el cuello de la guerrera asgardiana.

Sangre fluyó ante a él y manchó su rostro, mas no provino de la mujer, sino de sus propios brazos que fueron cercenados ante sus ojos.

Pasó demasiado rápido y culpó su falta de atención a la dicha de su triunfo.

Ehrimanes miró hacia donde un fuego anaranjado brillaba con intensidad, uno que nacía de una espada que era sostenida por un hombre que no esperó tener que volver a ver en su vida, y que al mismo tiempo le acababa de arrebatar a la mujer que sería su alimento.

Esto sí que es una sorpresa —dijo la criatura, sin inmutarse por sus brazos cortados y la sangre  que borboteaba de las heridas—. Hola Clyde, no te esperaba.

El dios guerrero de Megrez, con su ropaje intacto y espíritu combativo en alto ladeó la espada flamígera para iluminar al resto de sus acompañantes.

— Traje compañía—Clyde de Megrez respondió desafiante, sin soltar a la aturdida Freya.

Respaldándolo se encontraban Assiut de Horus, Kaia de Isis, Kenai de Cáncer y Calíope de Tauro.

Bienvenidos —se escuchó la voz de Sennefer, cuyos ojos serpentinos brillaban desde la fuente de oscuridad—. Es un placer volver a ver reunidos a Apóstoles y a Santos sólo por mi sencilla presencia —sonrió—. Tal vez mi hermano no los esperaba, pero yo sí —admitió—. Ansiaba que llegaran hasta aquí los primeros sacrificios con los que pueda experimentar mis renovadas fuerzas.

— Todo termina aquí, Sennefer —se adelantó Assiut, Apóstol Sagrado de Horus.

Sí que lo hará —concordó el demonio.

 

- FIN DEL CAPITULO 54 -


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EL LEGADO DE ATENA - Capítulo 67. "Epílogo"


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Publicado 15 abril 2016 - 14:11

como siempre un excelente capitulo  mas problemas mas poder en contra

 

esperando la pronta continuacion se reporta este lector habitual

 

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Muchas felicitaciones por esta nueva etapa en su vida, muchas bendiciones para ese nuevo hogar.

 

 

Saludos

 

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Publicado 20 abril 2016 - 11:15

Hola que bueno que todo es miel sobre hojuelas en tu nueva etapa de vida y pues que todo siga así, que bien que decidiste acordarte de nosotros tus lectores, y como siempre excelente capitulo con muchas más intrigas y pues estoy a la expectativa de que más va a suceder... saludos



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Publicado 25 abril 2016 - 15:15

40:

 

 

-Al parecer el maestro de escorpio y el de acuario se conocían

 

-escorpio como de costumbre desobedeciendo las ordenes XD

 

-Souva y sus comentarios Jajaja

 

-¿Alexer y  Natassia son los mismos personajes de manga?

 

-el castigo de la inmortalidad del rey Atlas fue bastante severo

 

-existe mucha tension no resuelta  entre Souva  y Danhiri XD

 

-PD:

 

Ojala te animes a participar en las dinamicas de fics,esta historia es muy buena

 

 

 

 


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