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Y no, no me equivoqué de lugar, el tema surge de una caracterización muy curiosa referida a una patología producida por la Literatura
conocida como el Mal de Montano.Éste, se remonta siglos atrás, desde antes de la imprenta, con su invención se acentuó de manera pronunciada, como comentan con humor quienes le conocen. A pesar de su antigüedad, solo hasta el año 2002 el escritor español Enrique Vila-Matas lo bautizó así, en su libro que lleva el mismo nombre.
Lo padecen los escritores cuando tienen miedo de no tener ideas para escribir y temor a las influencias. Otro de los síntomas es convertirse como en una especie de gran enciclopedia de citas y así su vida se convierte en una larga referencia, además se sumergen tanto en su mundo literario que les cuesta tener otro tipo de actividades, por eso los especialistas les recomiendan acompañar su oficio de escritor con otros proyectos.
Los lectores tampoco son ajenos a este mal ya que los síntomas del mal de Montano son muy específicos. En ellos se refleja como una necesidad vital de vivir rodeados de libros, su vida se vuelve una constante referencia literaria y hasta se vuelven compradores compulsivos, así no alcancen a leerlos nunca. La angustia es tal que no se concentran en lo que leen por estar sospechando que se pierden de algo mejor. Uno de los primeros personajes en padecer este mal fue, sin lugar a dudas, Don Alonso Quijano, el protagonista de El Quijote, de Cervantes, quien interiorizó a tal punto sus lecturas que terminó devorado por su propio mundo literario.
Y pues esa es la referencia al Mal de Montano, ya sería ver quién de nosotros la padece y lo mejor....si le interesa "curarse".
