-----------------------------------------------------------------------
Sentado, inmóvil, sumido en una profunda meditación y atento a lo que acontecía en los templos más cercanos a su trono, aquel que se había apropiado vilmente por sus ansias de poder, y resguardado con el ropaje del patriarca, ocultando su identidad y sus trece años de completo control ilegitimo del santuario.
Un silencio inundaba aquella colosal sala, pero era enturbiado por el blandir de Excalibur y de los pasos de los demás guerreros acercándose al templo acuariano.
Pero desprendía confianza y la meditación seguía apoderándose de el, mas bien miraba atrás en el tiempo, en los años que la paz, bajo su mandato, tenia este lugar sagrado.
Pero un rápido destello, una idea que le hizo desprender una maléfica sonrisa y perpetrar una confianza mayor de su victoria, un recuerdo oculto que hizo que Saga, retomara otra vez esa concentración,, no sin antes murmurar algo ininteligible, para volver a caer, de forma profunda, en esa evocación que tanta seguridad le daba, su duodécimo guerrero.
- ¡Silencio!- grito que se desprendió del guardia que custiodaba la sala del patriarca. - Acaso voy a tener que repetir que nadie puede molestar a este ser, y menos unos guardias como ustedes.
- Pero... traemos un prisionero y tenemos que antes de acatar la ley consultar con la máxima autoridad- respondieron estos.
La puerta se abrió lentamente y la imagen del patriarca mirándolos fijamente fue motivo suficiente para que se quedaran inertes.
- Así que traéis un prisionero, y debo aplicarle un castigo... - su tono sosegado hizo que los guardias pudieran responderle con prontitud.
- ¡Si así es.. Gran Patriarca!
Los guardas, empapados de sudor por su entrenamiento, arrastraron al joven hasta pocos metros del trono y lo arrojaron al suelo con fuerza, para destinar después un ademán de golpear al sujeto.
- ¡NO!... en la cara no- sugirió rápidamente el joven protegiéndose con sus brazos.
- ¡Quietos!- en este lugar nadie alzara la mano contra nadie, excepto yo -tras decir esto, Saga, repaso visualmente al joven de rodillas.
Era un chico de no mas 20 años de edad, una tez blanca, limpia y muy cuidada y un cuerpo endeble para ser guerrero, pero bello para un humano normal. Un lunar adornaba su rostro a la altura de su pómulo izquierdo. Unos ojos azules abiertos de par en par resaltaban todo su rostro.
Tras observarle, inquirió una pregunta: - ¿Cuál es tu nombre?- Y una respuesta le fue dada tras un corto silencio... un simple nombre femenino... “Afrodita”
Editado por Adrih, 09 enero 2005 - 03:01 .