Después de 24 años de no publicar...aqupi dejo el capítulo 17... espero que aún haya gente que lo lea jajaja
Saludos!
Es el último capítulo largo que publico de golpe... del próximo en adelante los dividiré en dos partes jujuju
CAPÍTULO 17:
El Dios y los Humanos
Desde su aparición sobre la tierra, el hombre ha reflexionado en algún momento de su vida acerca de la muerte. Ese misterioso e incomprensible evento en que todo lo que conocemos termina para siempre; ese momento en que dejamos de ser un ser viviente y nos transformamos en un cuerpo inerte que con el tiempo se convertirá en polvo y desaparecerá con el viento. Hombres nacerán y morirán a través de los años… pero la duda siempre estará allí… ¿Qué hay después de la muerte?1. Endor de Cáncer
Ser un Caballero de Athena es una labor ciertamente complicada. Pero no hablo de los intensos entrenamientos que hay que seguir, o de las sangrientas batallas que hay que padecer. No. Lo más difícil que hay que afrontar como guerrero del Santuario, por lo menos para mí, es cuidar las apariencias. ¿A qué me refiero? Muy fácil… ¿Cómo es posible que Denon de Acuario siempre permanezca limpio y perfumado? Digo… esto es una verdadera incógnita. Al igual que los otros Caballeros de Oro tiene misiones importantes que atender. Sin embargo es tan meticuloso con su higiene personal, que siempre tiene tiempo para asearse y perfumarse. Incluso debo decir que jamás he visto un solo cabello fuera de su peinado. Denon es un hombre que siempre luce… perfecto. Yo he estado tan concentrado en mi búsqueda, que jamás he puesto atención a este tipo de detalles. Es un poco vergonzoso, pero debo decir que a veces, el agua no toca mi cuerpo en más de tres días… y no me importa, es mi cuerpo después de todo. Y que decir de mi larga, rojiza y descuidada cabellera; hace un par de días encontré en ella un cascarón de nuez. No he comido nuez desde hace tres semanas… ¿Cómo pudo ese cascarón permanecer enredado en mi cabello durante tres semanas sin que yo me percatara de ello?
Un Caballero de Athena debe lucir siempre impecable, principalmente aquellos que llevamos una armadura de oro. Somos la élite, el ejemplo a seguir, los inalcanzables. Y para mí esto resulta muy complicado en verdad. ¿Y qué me dicen de Láncelot de Capricornio? Siempre tan educado, tan correcto y tan formal… ¿Cómo alguien con tal reputación, abalada con los miles de hombres que han caído bajo el filo de su espada, puede tener tiempo para estudiar modales? Es un verdadero misterio.
Creo que sólo Lionel de Leo entendía mi forma de ser, es una lástima que haya muerto. De hecho, él era parecido a mí; tampoco se preocupaba mucho por este tipo de cosas. Aunque nuestras motivaciones sí que eran diferentes: mientras que mi descuido personal se debe a mi búsqueda, Lionel simplemente era rebelde y perezoso.
Debo admitir que extraño a ese hombre, era muy divertido. A pesar de este don que me permite hablar con los muertos, no he podido establecer comunicación con él después de su muerte; espero hacerlo algún día.
“Lo diré siempre: Si hay un hombre diferente y raro entre los doce Caballeros de Oro, ese soy yo” — Endor de Cáncer.
2. El Templo del Gran Cangrejo
Es increíble que guerreros como Cratos de Tauro o Pólux de Géminis hayan caído. Aunque debo decir que jamás llegué a conocer al segundo. Su vida como Patriarca del Santuario era sumamente misteriosa; muy pocos sabían que tras aquel sabio anciano, se encontraba un poderoso Caballero de Oro proveniente de otra época. Quizá haya sido por mi poco interés sobre los sucesos que rodeaban a nuestro ejército. Puede parecer insólito, pero aún siendo el Caballero de Oro de Cáncer, ni siquiera he tenido la oportunidad de conocer a Athena en persona. Mi búsqueda es algo que consume mucho tiempo… todo el tiempo. Pero tengo el presentimiento de que pronto encontraré eso que con tanto anhelo he buscado desde mi niñez.
Como sea, en este momento hay un asunto más importante que atender: cerca de una decena de Espectros ha logrado cruzar el templo de los Gemelos, y están a punto de entrar al templo del Gran Cangrejo; dicho templo es custodiado por mí evidentemente.
—El cosmos del señor Minos se ha desvanecido —
murmuró el más alto de los Espectros. La altura de este hombre, sus músculos y los cuernos que adornaban su casco, le hacían parecer un demonio—. ¿Acaso él… ? ¡Imposible!
—Esto es una verdadera sorpresa —
pensó el de látigo en mano. Sus compañeros le llamaban “Lune”. A diferencia de los otros, Lune parecía estar feliz con el panorama—. De estar muerto el señor Minos, sin duda seré yo quien ocupe su lugar en el Palacio de Justicia. Ha valido la pena esperar tanto tiempo. Ahora sólo debo liberar a los dioses gemelos que permanecen atrapados en el undécimo templo zodiacal, y así tendré el completo agradecimiento del señor Hades.
—Independientemente de lo que haya ocurrido con el señor Minos, debemos continuar —
Entre el grupo de Espectros, había alguien que hasta el momento había sobresalido muy poco. A pesar de de ser un asesino del averno, tenía una apariencia más que delicada; la cabellera era larga, blanca y sedosa; las orejas puntiagudas, sumamente raras entre los hombres; y la piel suave y blanca como la leche, similar a la de un bebé. Su nombre era Drow del Elfo Oscuro—. Completaremos esta misión a como dé lugar.
—Drow tiene razón —
profirió Lune—. ¡Entremos al cuarto templo!
Cautelosos, los hombres de ropaje oscuro entraron al templo del Gran Cangrejo. Evidentemente, yo estaba esperándoles. Si bien es cierto que algunas veces no sigo las normas del Santuario, hay responsabilidades que un Caballero de Oro no puede evadir bajo ningún concepto, y una de ellas es impedir el paso de algún extraño a través de las doce casas del zodiaco.
“No importa cuánto tiempo pase, esperaré pacientemente. Y cuando él caiga, yo subiré al trono” —Lune de Balrog.
3. El Hombre Pálido
—Estoy confundido —
Alardee apenas los Espectros entraron a mi templo. El aspecto de estos hombres era ciertamente amenazador, aunque eso no me importaba mucho—. ¿Debo felicitarles por haber llegado hasta aquí, el templo del Gran Cangrejo? ¿O debo compadecerles? Quizá más atrás no habrían tenido el terrible final que les espera conmigo.
—¡Deja de alardear tanto! —
exclamó el de gran altura—. No pareces gran cosa. Yo, Gordon de Minotauro, te haré pedazos con el filo de mi hacha —
dijo totalmente excitado. Presumía su enorme brazo como si éste fuese el arma de la cual hablaba.
—Yo me haré cargo de este Caballero de Athena —
En el fondo, se escuchó una voz misteriosa… inquietante… lúgubre; casi parecía un susurro. Era la voz de un hombre sumamente pálido; tanto, que las venas de su cuerpo podían verse claramente a través de la piel, como raíces azules enterradas y dispersas a lo largo de su anatomía, pero visibles solamente en las partes no cubiertas por el ropaje oscuro. Este individuo era realmente extraño. Su aspecto físico le hacía parecer un cadáver andante; tenía ojeras pronunciadas; sus ojos carecían de color alguno… no había pupila, ni iris ni nada, eran simplemente dos esferas negras, enigmáticas y atemorizantes; el hombre era muy alto, y delgado también… parecía sufrir algún tipo de desnutrición e inexplicable rigidez; las palmas de sus manos mostraban dedos largos y huesudos; y el cabello era prolongado y lacio, y opaco.
¡Ghostly Ring!
(Anillo Fantasmal)
Aquel pálido hombre me señaló con el índice, y como si las puertas del infierno se hubiesen abierto, de su dedo emergieron decenas de figuras humanas, descarnadas y casi transparentes que en un instante rodearon mi cuerpo. Estas apariciones giraban sobre mí como anillos fantasmales que de alguna forma me impedían todo movimiento.
—Ahora ese hombre está completamente paralizado —
dijo el hombre pálido—. Yo, Byaku del Nigromante, me encargaré de él, ustedes diríjanse hacía el templo del León —
Rápidamente, el resto de Espectros abandonó el lugar.
“Las almas de los hombres transformadas en fuegos fatuos son un tesoro tan hermoso y fascinante, que sin darme cuenta me han engatusado y convertido en un ladrón de ellas” —Byaku del Nigromante.
4. Abaddon
Las habilidades de ese tal Byaku del Nigromante eran extrañamente similares a las mías. Sin duda era un hombre sumamente peligroso. Pero había algo extraño en él, algo que me hacía pensar no era la primera vez que le veía.
—¿Cuánto tiempo pretendías retenerme con estos fantasmas? —
le pregunté al hombre pálido apenas me deshice de las figuras espectrales que rodeaban mi cuerpo—. Este juego de espíritus no es nada para mí. Necesitarás algo más que esto para derrotarme.
—Sólo quería que permanecieras quieto un momento —
dijo él, extendiendo su mano. ¿Por qué éste hombre querría saludarme? ¿Acaso le conocía?—. De otra forma, podrías haber estropeado nuestros planes, pequeño hijo mío.
—¿Hijo? —
Tal revelación me puso los pelos de punta. ¿Acaso éste hombre era mi padre?—. ¿Abaddon? ¿Eres tú?
—Cuánto tiempo sin verte, Endor.
—¡Abaddon! —
Totalmente sorprendido, apreté su mano con fuerza.
¿Byaku? ¿Abaddon? ¿Enemigo? ¿Aliado? ¿Qué es toda esta porqueria? Nada parecía tener sentido… ¿Desconcertante, no es así? Pero todo tiene una explicación. Y para empezar les diré quién demonios es Abaddon.
Bien, Abaddon es mi padre. Aunque “padre” es una palabra que él jamás ha escuchado salir de mi boca. No es una falta de respeto, ni nada de eso, es sólo que crecí siendo entrenado por él. Para mí, más que un padre, siempre fue un maestro y un amigo. Pero no sólo eso, además fue un Caballero de Athena, un Caballero de Plata para ser exacto: Abaddon de Altar. Él ya formaba parte del ejército ateniense cuando yo recibí mi armadura. A pesar de ser mi padre, y mucho más poderoso que yo, el destino decidió regalarme un rango superior al suyo, pero su supremacía siempre fue por demás evidente.
Ciertamente esto no explica por qué demonios se ha convertido en un Espectro. De hecho, ni siquiera yo estaba seguro en ese momento, pero todo estaba relacionado con aquel día en el que fue desterrado del Santuario.
En aquel tiempo había rumores sobre extrañas y retorcidas artes diabólicas puestas en práctica por mi padre; artes oscuras que involucraban la resurrección de los muertos. Cuando finalmente estas prácticas fueron comprobadas, Abaddon fue sometido a un juicio que resultó en su exilio. Las normas establecidas por el gran Patriarca de esta época parecen ser demasiado moralistas… el hecho de jugar con los muertos le parecía una aberración que merecía ser castigada.
Aún así, los ideales de mi padre permanecieron, y juró luchar por Athena aún cuando el título de Caballero le había sido arrebatado. Abaddon prometió idear un plan que nos haría con la victoria en esta guerra, y estaba a punto de revelarlo.
—Abaddon, no entiendo. Tu apariencia… no eres el mismo hombre —
Fue muy difícil para mí entenderlo. ¿Era mi padre en el cuerpo de otra persona? ¿Podría ser esto posible? Estaba realmente desconcertado… pero su esencia era inconfundible. Era él.
—Para infiltrarme dentro del ejército enemigo, debía pasar por uno de ellos. Así que introduje mi propio espíritu dentro del cuerpo de un Espectro. He estado cerca de dos años conviviendo con el enemigo; tranquilo, sereno, observador… esperando el momento oportuno para atacar. Y ese día es hoy, Endor.
—Abaddon, durante años he estado buscando la forma de alcanzar la vida eterna, como tú lo hacías —
Así es, lo dije. La búsqueda de la cual he estado hablando es eso: la forma de alcanzar la vida eterna—. Esta búsqueda ha consumido la mayor parte de mi vida y veo que tú ya lo has logrado —
Ciertamente el hecho de poder cambiar de cuerpo, era una forma de vivir eternamente—. ¿Cómo conseguiste meter tu alma en un cuerpo ajeno?
—Eso es algo que tendrás que descubrir por ti mismo.
—Debí haber imaginado tu respuesta, Abaddon —
Yo tenía el poder para robar el alma de un hombre y enviarla a la colina de los muertos. ¿Pero cómo hacer exactamente lo contrario? Introducir, no sacar. ¿Algún día podría descubrirlo?—No hay tiempo que perder, Endor. Debemos partir, Hades nos espera.
—¿Estás seguro que este es el momento?
—No puedo decir que tendremos el camino completamente libre, pero te aseguro que está lo suficientemente despejado como para tener la ventaja. Radamnthys de Wivern ha muerto. Aparentemente Minos de Grifo también. Y Aiacos de Garuda aún no se ha recuperado de las heridas sufridas en la batalla contra Lionel de Leo. Los tres jueces del Infierno están fuera de combate; y aunque aún existen Espectros casi tan poderosos como ellos, el único obstáculo real es la señorita Pandora.
—¿Una mujer?
—No debes confiarte. Pandora es una mujer tan bella como peligrosa… y es demasiado astuta. Si bien no tiene el poder de un juez infernal, sus habilidades son suficientes para amedrentar a cualquier hombre. Por esa razón le tomaremos por sorpresa.
“No importa qué tan terribles puedan parecer los métodos; lo importante es hacerse con la victoria y mantener la paz en este mundo” —Abaddon de Altar.
5. El Ataúd del Silencio
Muy bien, este era el plan: iríamos al castillo de Hades y encerraríamos a ese hijo de cain dentro de Omertà: el ataúd del silencio. Qué porqueria es Omertà se preguntarán. Bien, durante la época mitológica, Athena recibió once regalos directamente de las manos de los dioses del Olimpo, mismos que posteriormente entregó a la élite de su ejército junto a uno más dado por ella misma. Los Doce Regalos Olímpicos les llamaron, y cada Caballero de Oro podía disponer de uno de ellos. Como deben suponer ya, Omertà fue el obsequio designado al Caballero de Cáncer.
Este maravilloso cofre tenía la facultad de encerrar a cualquier persona en él si es que se respondía a una simple y sencilla pregunta en su presencia. Parecía una tarea simple: llegaríamos frente a Hades, le cuestionaríamos cualquier estupidez y él respondería, quedando encerrado dentro de Omertà por toda la eternidad. Y así hubiese sido de no ser porque la situación se puso un poco… complicada.
—Señorita Pandora, lamento haberme ausentado sin su consentimiento —
dijo Abaddon, e inmediatamente se arrodilló frente a aquella hermosa y enigmática mujer, Pandora—. Le aseguro fue por un propósito muy provechoso.
—¿Cómo podría estar molesta? —
preguntó la dama de larga y negra cabellera al momento de mostrar una pequeña caja de cristal. Dentro de ella podía verse arder una intensa flama azul y verde—. Faraón ha estado aquí hace un momento, y me ha entregado esto —
agregó, destacando el cofre cristalino—: el alma de Radamanthys de Wivern, despojada de su cuerpo hábilmente por ti. ¿Existe algo más provechoso que esto acaso?
—Posiblemente —
En ese momento, del cielo pareció caer un enorme cofre de piedra. Era una pieza realmente espectacular. Las imágenes grabadas en él, parecían estar talladas por los mismos dioses.
—Un cofre…
—Omertà, el Ataúd del Silencio —
dijo Abaddon—. Es uno de los Doce Regalos Olímpicos, al igual que la Flauta Celeste que está bajo su cuidado. Mi ausencia se debe a esto. Hace un momento tuve una lucha con uno de los Caballeros de Oro, muy cerca del Santuario. Le derroté y pude hacerme de este valioso tesoro.
—Interesante.
—Sin embargo, lo que contiene este cofre es tan grandioso, que quisiera mostrárselo al señor Hades personalmente.
—¡Imposible! Sabes bien que el señor Hades no puede mostrarse ante cualquiera. Ni siquiera tú que eres uno de mis hombres de confianza, puede tener tal privilegio.
—Insisto. No creo conveniente que alguien más sea testigo de los maravillosos secretos que aquí se esconden.
—Tu actitud me parece sospechosa —
sugirió la mujer levantándose del trono en el cual había permanecido sentada desde hacía un rato—. No hay más que decir… quiero ver lo que hay dentro.
—Si usted insiste…
Contrario a lo que seguramente están pensando, todo esto también era parte del plan. Pandora debía abrir Omertà, definitivamente debía hacerlo. Pero como dije anteriormente, no todo resultó como queríamos. Justo en ese momento crucial tenía que aparecer un aguitado Espectro a molestar todo. ¡porqueria! No podía ser más inoportuno.
—Señorita Pandora —
balbuceó el horrendo y desagradable Espectro: era tristemente feo y despedía un olor nauseabundo, similar a un charco de agua podrida—. Aún no tenemos noticias del señor Radamanthys. Permita que yo, Niobe de Deep, me encargue de su búsqueda.
—No es necesario, Niobe —
dijo la mujer, sonriendo sutilmente—. Todos saben que nuestro apreciado Radamanthys es un alma rebelde. Dejemos que vuelva cuando lo crea conveniente. Mientras tanto, abre ese cofre —
ordenó.
—¡Señorita Pandora! —exclamó Abaddon—. Creo que usted debería abrir ese cofre personalmente. Niobe de Deep es un guerrero demasiado despreciable como para poner las manos encima de este tesoro.
—Tu actitud me parece aún más sospechosa, Byaku. ¿Qué se esconde realmente en ese cofre? ¡Ábrelo ya, Deep!
—Como usted ordene, señorita Pandora —
masculló el Espectro, poniendo sus malolientes manos sobre Omertà—. ¡¿Qué significa esto?!
Del interior de aquel misterioso ataúd de piedra, brotó un resplandor blanquecino que rápidamente iluminó la habitación. Fue tan solo un instante en el que nadie pudo ver nada… tan solo un parpadeo. Cuando la luz se fue, al descubierto quedó el cuerpo de Niobe, transformado en una estatua de piedra.
“Este collar que hoy te obsequio, es una muestra de mi aprecio y mi confianza hacia ti, Byaku del Nigromante” —Pandora.
6. El Escudo de Medusa
—¡Deep! —
gritó alterada la dama del Inframundo, dejando caer al suelo la caja de cristal que tenía en sus manos. Pronto, la flama azul y verde que ardía dentro del cofre cristalino, voló y se posó en la diestra de Abaddon—. ¿Qué le has hecho?
—En este momento, lo más conveniente es que permanezca quieta y en silencio, señorita Pandora—
dijo Abaddon. Y en un instante, la mujer se vio rodeada por tres hombres más que repentinamente salieron del interior de Omertà, donde habían permanecido ocultos desde un principio—. Ahora nosotros tomaremos el control —
agregó, mientras la flama se desvanecía poco a poco entre sus largos y huesudos dedos.
—Será un precio muy alto el que pagarás por tu traición, Byaku —
murmuró la mujer; a su izquierda se encontraba Caleb del Can Mayor, un reconocido Caballero de Plata en el Santuario, experto en guerras silenciosas; a su derecha estaba Pétros de Perseo, Caballero de Plata capaz de convertir a su enemigo en piedra, gracias al peligroso escudo que su armadura poseía. Tan solo la apariencia de aquel escudo era siniestra; tenía grabada la imagen de una mujer cuya cabeza estaba cubierta de horrorosas serpientes. Sin duda un macabro tributo a la Gorgona decapitada por Perseo en la época mitológica, que se dice era capaz de convertir en piedra a todo hombre con la mirada. Misma habilidad que fue heredada a esta misteriosa armadura de plata.
Aquella luz que sorpresivamente brotó del cofre, había sido el resplandor generado por este escudo.La presencia de Pétros en aquel lugar no era una coincidencia. Durante años había esperado estar en ese lugar y en ese momento.
Podría decir cientos de cosas acerca de este Caballero que tan buena reputación se había ganado con el pasar de los años. Pero el evento clave acerca de su vida ocurrió algunos meses atrás, cuando su familia fue violentamente masacrada por un grupo de Espectros.
En aquel momento nadie podía entenderlo... y aún al día de hoy no tenemos una respuesta clara. ¿Por qué razón el ejército de Hades querría destruir una pequeña aldea en la que no había más que personas inocentes ajenas a la batalla? No tenía sentido. Algunos creen que Minos de Grifo, Espectro que lideró aquel ataque, buscaba al joven elegido en el cual reencarnaría Hades, el dios del Inframundo. Pero al no encontrarle en aquel sitio, montó en cólera y lo destruyó por completo.
Podría parecer una teoría sin fundamento, y de hecho lo es. Sin embargo, últimamente ocurrieron ciertos sucesos con este Espectro que dejaron en evidencia su demencial personalidad. Realmente no sería descabellado que las cosas hayan ocurrido tal cual cuenta la gente.
Resumiendo… venganza era lo que había llevado a Pétros de Perseo al castillo de Hades aquella fatídica tarde.
—Pobres estúpidos —
dijo Pandora—. ¿Qué piensan hacer? Dentro del territorio de Hades ustedes no tienen posibilidad alguna. El campo de fuerza que cubre al castillo reducirá sus fuerzas, dejándoles indefensos como a un bebé.
—Respecto a eso —
murmuró Abaddon—… me he tomado la molestia de entregarle a mis compañeros una pulsera que les ayudará a no ser afectados por el campo de fuerza que cubre al castillo. Puesto que consiguieron derrotar fácilmente a Niobe, deberías haberlo notado ya.
—¿Qué dices? —
Pandora pudo ver como aquellos atrevidos Caballeros de Athena llevaban una curiosa pulsera en sus muñecas. Era lógico que dichos objetos le resultasen familiares, pues habían sido creados a base del collar que ella misma le había regalado a su fiel sirviente, Byaku del Nigromante.
—Miserables, no se saldrán con la suya —
Pandora jamás había estado en una situación tan comprometedora. Quizá realmente había llegado su final.—En realidad, yo creo que sí —
La pobre mujer ni siquiera se había percatado que yo, Endor de Cáncer, desde hacía un instante permanecía tras ella—. Ahora señorita, entrégueme su alma —
le dije en voz baja. Suavemente la tomé del cuello, coloqué mis labios cerca de su boca, y con un suspiro, le robé la vida. Apenas la mujer cayó al suelo, y la flamante llamarada azul en la que se había transformado su alma, ya se desvanecía entre mis dedos.
“Cómo pretendes que olvide mis deseos de venganza, si son estos lo único que me mantiene en pie” —Pétros de Perseo.
7. El Dios y los Humanos
El momento decisivo había llegado: finalmente estábamos frente a Hades, dios del Inframundo. Aunque su cuerpo era el de un muchacho, sin duda era un dios, aquel que gobierna los oscuros abismos del averno.
Era extraño, pero en aquel momento sentí nostalgia. Aquel niño estaba ahí, sentado en su trono, y se veía tan delicado; su piel era blanca, y seguramente muy suave; su cabello también era blanco; y sus ojos… sus ojos eran de un verde aguamarina jamás visto entre los hombres.
En fin, todo estaba listo, Omertà estaba entre Hades y nosotros, ahora él solamente tenía que responder una de nuestras preguntas y la guerra estaría terminada.
—Pero sí eres sólo un chiquillo… ¿Realmente eres Hades? —
Ah! Aquí estaba el primer intento… ¿Respondería la pregunta? ¿Sería así de fácil?¬—Han traído desorden a mi castillo, qué falta de respeto —
¡porqueria! ¿No podía simplemente responder la cain pregunta?—. ¿Acaso son Caballeros de Athena? —
preguntó el dios.
—¡Pero qué pregunta tan obvia! —
grité alterado—. ¡Por sup…! —
Y fui interrumpido. ¡Ah! Eso estuvo muy cerca, estuve a punto de responder una pregunta frente a Omerta. De no ser porque Abaddon puso su mano sobre mi boca, yo abría sido encerrado dentro del Ataúd del Silencio. Debía ser más cuidadoso.—Disculpe la impertinencia de este hombre, señor Hades —
profirió Abaddon. Parecía tranquilo, aunque creo que él también estaba bastante nervioso en aquel momento—. Soy Byaku del Nigromante, uno de sus Espectros señor. Y he venido con estos hombres a tratar un tema de suma importancia: Athena. Señor… ¿Acaso no está interesado en derrotar a Athena? —
Y aquí estaba el segundo intento.
—¿Eres un Espectro? —
¡porqueria!—. Todo esto me parece muy sospechoso. En realidad, creo que tú eres un traidor. ¿Acaso planean hacer algo en mi contra?
—Señor Hades, usted jamás debe dudar de mi lealtad —
El ambiente se volvía tenso a cada minuto. Intercambiar palabras con un dios resultó ser más difícil de lo que imaginaba—. ¿Señor, está dispuesto a escuchar mis palabras? —
Aquí va de nuevo.
—¿Escuchar tus palabras? ¿Entiendes que no me resulta difícil augurar sus intenciones? Los humanos son muy predecibles en realidad. Aún cuando no puedo leer su mente, puedo percibir parte de sus pensamientos. La mente de ustedes, insensatos, desborda ideas sucias y pestilentes; procederes deshonestos e impúdicos; y reacciones confusas y sombrías. No existe criatura más aberrante en este universo que tu raza, los humanos —
La forma en que este muchacho recitaba tan horribles palabras, manteniendo un gesto totalmente tranquilo y sereno, me puso los pelos de punta—. Sin duda han venido con propósitos nocivos para mi ejército. Así que no, no estoy dispuesto a escuchar tus palabras.
¡Finalmente! Finalmente Hades había respondido a una pregunta, y apenas ocurrió esto, su cuerpo fue engullido por el cofre de piedra que frente a él se encontraba, sin que el poderoso dios pudiese hacer algo para evitarlo.
—Caballeros… la guerra ha terminado —
musitó Abaddon.—Ahora sólo debemos exterminar a los Espectros que aún queden con vida, aunque eso no será… —
Pétros ni siquiera pudo completar aquella frase. De forma completamente inesperada, una flecha de hielo le atravesó el corazón, rompiendo el poderoso escudo de medusa que momentos antes había colocado en su espalda.
—¡Estúpidos! —
exclamó Yago del Cisne, quien hasta ese momento había permanecido escondido entre las sombras—. ¿Cómo se atreven a tratar de esa forma al señor Hades?
—¡Yago! —
grité sorprendido. Yago del Cisne siempre había sido un guerrero controvertido; su afilada lengua le hacía permanecer aislado del mundo… sin embargo, su inteligencia y sus habilidades en el campo de batalla era innegables, así como sus propósitos de guerra, siempre encaminados al bien común del ejército ateniense—. ¿Qué haces aquí? ¿Qué has hecho? ¡Maldito traidor! —
pregunté embravecido, mientras Pétros moría irremediablemente en mis brazos.
—Señor Endor —
dijo Caleb del Can Mayor—. Ese traidor no merece vivir. Permita que sea yo quien le quite la vida.
—¿Quitarme la vida? —
preguntó el mordaz jovenzuelo enmascarado—. ¿Tú? —
Y soltó una risita.
—¡Infeliz! ¿Por qué ríes? Ahora mismo te mandaré al infierno.
—No —
dijo Yago—. Seré yo quien los mande al infierno… ¡A los tres!
¡Freezing Arrow!
(Flecha Congelante)
Un intenso y frio aire rodeó el cuerpo de Yago, concentrándose principalmente en la palma de sus manos. Pronto, dicho aire tomó la forma de un arco y una flecha de hielo, que rápidamente Yago empuño. Sin perder tiempo, Yago disparó decenas de gélidas flechas, que como lluvia cayeron sobre el trío ateniense.
Fue muy aventurado lo que el intrépido Cisne hizo. ¿Acaso se había olvidado que entre los hombres que estaba atacando se encontraba un Caballero de Oro? Sin duda Yago era superior a la mayoría de los jóvenes broncíneos, sin embargo, aún estaba lejos de poder medirse con la élite del Santuario. Yago era un hombre listo, debería estar al tanto de eso.
—¿Eso fue todo? —
pregunté apenas la lluvia de flechas se extinguió. Como era de esperarse, ninguna de sus flechas de hielo consiguió herirnos—. Fue muy estúpido de tu parte creer que podrías derrotarnos con un ataque así.
—En realidad —
musitó Yago—… ustedes nunca fueron mi objetivo.
—¿Qué dices? —
pregunté. Sin nosotros no éramos su objetivo… ¿Entonces quién lo era?—¡Omertà! —
gritó Abaddón alterado al ver a Hades fuera del Ataúd del Silencio. El propósito de Yago siempre fue golpear el cofre de piedra para así liberar al dios del Inframundo.
—¡Este infeliz ha liberado a Hades! —
exclamó Caleb—. Y ha roto el ataúd —
Con Omertá roto, era imposible encerrar al dios del Inframundo nuevamente—. ¡Infeliz! Vas a…
Esa frase incompleta fue lo último que el mundo escuchó decir al Can Mayor. Caleb cometió un grave error: durante unos segundos, le dio la espalda al enemigo… tal error le costó la vida. Cuando éste prestaba atención al emperador del Inframundo, una flecha de hielo entró por su espalda y atravesó su corazón, quitándole la vida casi instantáneamente.
—¡Bastardo! —
grité embravecido. ¿Qué clase de inutil cobarde era Yago? A pesar de que en aquel angustioso momento Hades era prioridad, no pude evitar ir contra ese infeliz Caballero de Bronce hijo de perra.
¡Redemption Souls!
(Redención de Almas)
Con solo levantar el dedo índice de mi mano derecha, la figura espectral y esquelética de un antiguo guerrero apareció: estaba envuelto en una estela de luz verdosa; su cuerpo casi transparente, permitía ver lo que había al otro lado. Lentamente, aquella enigmática sombra del averno entró al cuerpo de Yago, atravesándolo y saliendo por el otro extremo. Aquel ladrón fantasmal llevaba consigo el alma recién hurtada del muchacho pelinegro, que me entregó justo antes de desaparecer. El cuerpo sin vida del cisne cayó al suelo, no sin antes vociferar un par de inquietantes palabras… “créeme… volveré”.
—¡Endor! ¡Tenemos que hacerlo ahora! —
Desde el momento en que Hades salió de Omertá, permaneció arrodillado sobre el suelo, ciertamente agitado. Era hora de ejecutar el plan “B”.
“Cuando un hombre realmente desea algo, ni siquiera la muerte puede evitar que lo consiga” —Yago de Cisne.
8. Plan “B”
Dicho plan resultaba más arriesgado que el anterior, pues tendríamos que enfrentar a Hades con nuestro propio poder y nada más. Todo o nada.
—¡Ahora Endor!
—¡Estoy listo!
¡Redemption Souls!
(Redención de Almas)
Era nuestra última oportunidad. El poder de Abaddon combinado con el mío estaba golpeando al mismísimo dios del Inframundo.
El plan “B” consistía en destruir el cuerpo del muchacho una vez que el alma de Hades estuviese fuera. De esta forma, Hades no podría permanecer más en este mundo.
Lo estábamos consiguiendo; Hades había sido encerrado en una burbuja de luz y explosiones cósmicas. Faltaba sólo un poco más y la victoria sería nuestra… pero algo resultó mal; cuando el fulgor de nuestro ataque estaba en su punto máximo, Abaddon cayó al suelo, sin vida. Fue entonces que aquella maravillosa explosión luminosa, se desvaneció, al mismo tiempo que nuestras esperanzas de ganar esta batalla.
—¡Abaddon! —
grité sorprendido, mientras un centenar de esferas llameantes salían del cuerpo de mi padre, flotando por los alrededores sin rumbo fijo. Aquellas enigmáticas luces no eran más que los espíritus atormentados de aquellos hombres a quienes Abaddon arrebató la vida—. ¿Qué fue lo que ocurrió? ¡Abaddon!
—Deep Fragance —
balbuceó un repugnante hombre surgido de entre la penumbra del castillo—. El traidor ha sido víctima de mi fragancia mortal —
este repulsivo Espectro era conocido no solamente por su desagradable olor, sino por ser poseedor de una técnica mortal. Una vez que el enemigo queda envuelto en aquella fragancia pestilente y mortífera, no tiene escapatoria. Tan eficaz resulta, que aunque el oponente cubra su nariz, será invadido por el extraño veneno, pues este penetra directamente en la piel.
—Pero si tú eres Niobe de Deep… ¿Cómo es que tú…? —
¿Acaso este hombre no había sido convertido en piedra?—. Ya veo… ahora que el escudo de medusa ha sido destruido, tu cuerpo ha regresado a la normalidad. Maldito cobarde… has atacado a Abaddon por la espalda.
—Suficiente —
resonó una poderosa voz cual trueno en medio de la tormenta—. Humano… has sobrepasado los límites de mi paciencia —
dijo Hades. Por momentos, su cabello parecía cambiar de blanco a negro… ¿Qué significado tenía esto?—.
—Tu impertinencia debe ser castigada —
declaró el dios, y una hermosa espada oscura apareció en su mano—. Dichoso el hombre que tiene la oportunidad de morir bajo el filo de mi espada.
Todo ocurrió demasiado rápido; en un momento estaba de pie, frente a hades, y después de un parpadeo me encontraba tendido en el suelo, partido en dos. Aún recuerdo como las entrañas salían de mi cuerpo en medio de un torrente de sangre. Mi cuerpo fue cortado exactamente a la altura del ombligo… sin duda el filo de aquella espada era inigualable, no importó siquiera que llevase puesta una poderosa armadura de oro. Fue una sensación horrible; tumbado en el suelo, podía ver mis piernas al otro lado del salón.
—¿Era esto lo que querías, Caballero de Athena? —
preguntó Hades—. Debido a la desagradable situación en la que te encuentras, seguramente mis palabras no serán sinceras para ti…. pero realmente no hay maldad en mis actos, en verdad lo digo. Soy un dios piadoso. Pero tú, siendo un insignificante humano, te has atrevido a venir a este castillo, a provocar desorden y a tratar de lastimarme… ¿Cómo podría perdonar tal atrevimiento? Mereces estar tal y como estas; tendido sobre el suelo, ensangrentado y moribundo. Ahora te pregunto… ¿Valió la pena tu estupidez? En tan solo un momento morirás y todo habrá terminado para ti.
—Te… equi-v-voca-ss —
apenas si podía hilar unas cuantas palabras.
—¿Realmente?
—S-ss-siendo el di-os del in-fram-mm-mundo —
!porqueria! Jamás me había costado tanto trabajo hablar—… debb-berrias-ss saber… que la mm-mue-erte no es el fin.. sino el pr-rr-princ-cipio.
—¿Qué dices?
De pronto la luz en mis ojos se apagó y todo se volvió oscuridad. Tal como ocurrió con Abbadon, aquellas almas que robé a lo largo de mi vida, empezaron a emerger de mi cuerpo; algunas tomaron el camino hacia el descanso eterno, y otras volvieron al cuerpo aún tibio de algunas de mis víctimas. Debido a mi muerte, una vez que los espíritus de Yago y Pandora regresaron a su respectivo cuerpo, volvieron a la vida, como si nada hubiese ocurrido. Y no solo ellos.
Más allá del castillo, en lo profundo de un tétrico cementerio, una flama verde y azul flotaba entre las tumbas, los arbustos y los árboles secos en busca de alguien. Era el alma perdida de alguien a quien Abaddon le había arrebatado su esencia horas atrás. Después de unos instantes, finalmente aquel fuego fatuo encontró su cuerpo terrenal, y entró en él. Fue así como también, Radamanthys de Wivern, volvió a la vida.
Y entonces... qué hay después de la muerte?“Cuando la muerte se precipita sobre el hombre, la parte mortal se extingue; pero el principio inmortal se retira y se aleja sano y salvo” —Platón.