Capitulo 10: Revelaciones – Parte 2
En el avión.
Kayla se encontraba aún en los servicios mientras debatía consigo misma sobre si aceptar la oferta de Alexander, recordó sin querer como fue que llegó hasta ese punto.
En su universo de origen, eran solo dos tipos de existencia, seres de luz y seres de humo y fuego, mejor conocidos como ifrit, luego de ser “creados” fueron olvidados sin conocer su propósito, allí sin reglas ni límites iniciaron guerras entre si, durante milenios sin descanso hasta que por fin un bando ganó, los ifrit, ellos masacraron a todos los ángeles hasta extinguirlos, pero aún así no hubo ningún cambio, “nadie” se comunicó con ellos, “nadie” los quiso, pero si hubo una consecuencia, su universo empezó a resquebrajarse, como si su Creador decidiera simplemente borrarlos.
Estaban asustados, no comprendían nada, solo el terrible hecho de que morirían. Fue entonces que alguien se levantó, se negó a resignarse, a aceptar sumisamente su muerte, a obedecer. Íblis, fue su líder, uno de los de mayor jerarquía, propuso escapar hacia otro universo, fue arduo y difícil encontrar un universo habitable donde pudieran existir, pues al haber sido creados de fuego y humo sus esencias no podían soportar las leyes físicas de otras dimensiones, aún así lo lograron, pero esté estaba habitado y tendrían que luchar nuevamente por este territorio, no obstante no conocían nada de este lugar, Hamou, el estratega, aconsejó mandar a uno de ellos, para hacer reconocimiento del terreno, los adversarios a vencer y que desde el otro lado abriera un puerta para que pasaran todos. La elegida fue Aicha, su consorte quien al igual que el formaba parte de los “Khamsa”, los 5 de mayor jerarquía. Hamou también planificó una distracción, esta sería luego conocida por los Olimpicos como aquella masa que se acerca a velocidad, no eran mas que los seres de mas bajo rango, denominados ghouls, eran los más débiles pero también más sádicos, su única misión era desviar la atención.
Apenas Aicha llegó poseyó un conejo, luego a una mujer, luego al novio de ésta. La posesión sobre el conejo era sencilla pero no ofrecía ningún provecho, con el novio la conexión era inestable, pero una vez que poseía a alguien éste moría por lo que no pudo regresar a la chica, además se dio cuenta que cambiar de cuerpos era extremadamente agotador, estuvo en peligro pero continuó con su deber. Luego de unos años encontró el santuario de Athena, estaba fuertemente resguardado, pero era el lugar excelente para información sobre sus enemigos, finalmente cambió de cuerpo con una niña rodoriense que encontró mientras ésta jugaba sola. Este cambio fragmentó más su esencia por lo que decidió que sería su ultimo cambio, aunque lo aprovechó para pasar desapercibida como candidata a Caballero femenino.
Su maestra fue Shaina, y le seguía al pie de la letra las instrucciones, nunca nadie sospechó de ella, recabó todo tipo de información, y supo exactamente donde abriría el portal, En ese momento el inframundo era el lugar más idóneo, Hades estaba sellado, y por lo que supo apenas si se sostenía en pie. Se fingió enferma al elevar su temperatura corporal, y la tuvieron que llevar de emergencia al hospital con 42 °C, una locura para cualquier humano, pero era el único modo de salir del santuario. Por la noche, cuando los enfermeros ya no hacían rondas escapó directamente a donde los mapas de la biblioteca del santuario informaban que estaría el Meikai, sin que los demás lo descubrieran ella aprendió a teletransportarse, era agotador mental y corporalmente, pero necesario. Dentro del inframundo no encontró muchos guardias, prácticamente ninguno. Hades perdió la batalla y sus 108 espectros fueron sellados, solo encontró esqueletos, soldados de bajo rango que ni siquiera la notaron escabulléndose hasta el castillo de Hades. Sin lugar a dudas el lugar perfecto. Su único problema sería Perséfone. Había escuchado que ella como esposa de Hades tomó el control administrativo del lugar. Lo reflexionó un momento y ejecutó su plan.
Kayla se presentó ante el esqueleto que protegía el despacho de Perséfone – Solicito una audiencia con Perséfone, me envía Athena con ordenes del Olimpo – El esqueleto la miró desconfiado - ¿Quién eres tú? ¿Cómo llegaste hasta aquí? No permitiré que hables con Perséfone sama. Kayla aburrida le replicó – Es un asunto urgente, si tanta desconfianza tienes entra conmigo, ¿O me temes? Si no crees que puedas contra mí puedes llamar a tus amigos, pero entraré de todos modos a hablar con Perséfone . . sama – dijo aquello último como vía para suavisar al esqueleto, pensando este que ella se estaba sometiendo a su autoridad, tras lo cual decidió entrar con ella al despacho como única escolta, craso error. Apenas cerró las puertas atacó sin piedad al pobre ingenuo matándolo en el acto. El shock por algo tan repentino retrasó el accionar de la diosa, instantes que Kayla aprovecho para llegar hasta ella y atraparla. Estaba a punto de cortarle la garganta con una daga cuando Perséfone reaccionó - ¿Quién eres? ¿Porque haces esto? Tenemos una tregua con Athena. - La diosa estaba al borde de las lágrimas, fue un descuido muy tonto de su parte, solo sentía miedo de morir. Ésto lo notó Kayla quien de repente tuvo una idea mejor.
- Tu vida está en mis manos, ¿Que te parece un trato? - Perséfone solo respondió con una interrogación por lo que Kayla prosiguió – Si tu me ayudas en un pequeño proyecto no te mataré, el Olimpo perderá esta guerra, mis compañeros nunca toman prisioneros, todos mueren, pero si me ayudas podrás irte muy lejos y sobrevivir. Mira como ha sido fácil para mi encontrarte y tenerte con el filo de mi daga en tu cuello, jamás tendrás otra oportunidad, si te niegas acabaré con tu sufrimiento y ten por seguro que también con toda tu familia, entonces ¿Qué dices? - Kayla mostraba una sonrisa malvada a la par que presionaba el cuello con la daga con lo que empezó a sangrar primero unas ligeras gotas luego más y más. Hasta que la diosa por fin se rindió – Está bien, te ayudare, pero tengo una condición – Kayla se carcajeaba por la situación, la tenía presa como un tierno becerro en el matadero y ésta loca pedía condiciones – No estas en posición de pedirme nada. Tu vida es todo lo que tendrás – le respondía ella al oído con vileza, pero entonces a Perséfone le regresó su orgullo de diosa y se impuso parando en seco sus lágrimas y súplicas – Me doy cuenta que eres que no perteneces a este mundo, nunca ayudaría a escoria como tú, incluso si mi vida dependiera de ello, pero si de esta manera quieres jugar entonces yo pondré mi condición, !No tocaran a mi Madre! !¡Démeter!, si no lo aceptas, puedes matarme en este momento, aunque dudo que ese sea tu plan, de lo contrario ya lo hubieras hecho.
La pelirroja se sintió pillada, pero no por eso alejó su daga ni cambió su semblante torturador. - ¡Jum! No abuses de tu suerte, no me eres imprescindible pero si quieres a tu madre dentro del trato, pues yo pondré otra demanda, me dirás como sellar a los dioses para evitar su reencarnación, Oh!! no me mires así. Podríamos matarlos infinitas veces por los siglos de los siglos, sin parar, el dolor de morir por toda la eternidad, pero es incómodo perder nuestro tiempo en eso. Al menos podrías tener piedad de ellos y llevarlos al eterno descanso. Bueno si quieres. Es mi última oferta. -
No había más que pensar para Perséfone, su lealtad con el Olimpo nunca fue real, es más se sentía traicionada por ellos, y a quien más odiaba era a Hades, quien la raptó y la engañó para mantenerla 6 meses en ese lúgubre lugar, un matrimonio estéril a causa de la “maldición de Hades” y lo que calificaba de estúpidas guerras con Athena que para colmo siempre perdía. No soportaba ese lugar, no soportaba a ningún dios. Solo su madre era la excepción, los demás que se fueran al tártaro, no podían importarle menos.
- Acepto – respondió ella con desdén – Bien, ahora me llevaras al lugar más inestable de Meikai, ¿Cuál podría ser? - preguntó Kayla con una sonrisa hipócrita, ya lo sabía pero quería probar a la diosa. - La hyper dimensión – fue la parca respuesta de Perséfone. - Respuesta correcta. – Kayla estaba satisfecha, consiguió mas de lo que esperaba.
Al llegar obligó a la diosa a enviar parte de su cosmos hacia un punto fijo que le indicó Kayla, con lo que logró traer un par de esbirros, pero solo había llevado un cuerpo inerte por lo que el mas veloz logró obtener el cuerpo el otro se desvaneció a los pocos minutos. Kayla estaba enojada porque Perséfone fue testigo de este desliz, pero evitó darle importancia.
Dejó a este esbirro vigilando tanto esa entrada como a la diosa, a la vez que traerían a todos y se fue directo al hospital a guardar su coartada.
Unos días después iniciaría el contragolpe en Atenas.