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Guerras Doradas

Milo Saori Athena Aioria Mu

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#1 Xelanad

Xelanad

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Publicado 26 agosto 2016 - 01:05

Buen día, a decir verdad ya soy un escritor veterano en otra pagina de fan fics, espero no estar irespetando nada al mencionarla, la página es sitio no afiliado, donde escribo bajo el nombre de FriendlyMushroom. Hace tiempo que no escribo de manera constante y uno de mis lectores mencionó que podría serme de utilidad revivir proyectos antiguos editandolos, y me dí a la tarea de editar mi vieja historia de 54 capítulos (y que por cierto ya está terminada). Pero claro, este lector me invitó a postear mi historia aquí con la finalidad de recibir una "critica actualizada" y la verdad eso me pone algo nervioso, pero he decidido darle una oportunidad.

 

El punto en ese entonces de mi historia era que a mi parecer la serie hubiera sido mejor si se tratara más de los caballeros dorados, y eso es lo que intento recrear. Esta historia se tratará de mis tres santos dorados favoritos, principalmente de Milo de Escorpión, Aioria de Leo y Mu de Aries (Exclamación de Athena), en menor medida de Aioros de Sagitario. La temática tratará de Athena y del qué hubiera pasado si Saga no hubiera asesinado a Shion y se hubiera convertido en el Patriarca. La respuesta es sencilla, Athena se hubiera criado en el Santuario. Y sí, en esta historia hay pareja, y por extraño que les parezca a muchos se trata de un Milo x Saori. Si no les gusta la pareja sientanse en la libertad de no leer esta historia, y si les gusta y les agrada lo que leyeron en esta entrega, dejo aquí el link a mi historia terminada:

 

https://www.fanficti...Guerras-Doradas

 

ADVERTENCIA: Esta historia es un recuento (bajo circunstancias diferentes), del Episodio G, y la serie clásica, razón por la que estas guerras se repetirán con diferentes protagonistas.

 

Sin más que decir por el momento, y esperando de verdad no haber irrespetado alguna regla, los dejo con mi historia:

 

Prólogo:

En el principio del mundo solo existía Gea. Gea era la tierra y la madre, de ella nació su esposo que sería el Rey, su nombre era Urano. Urano creó las montañas y las nubes, y dio origen a la aparición de los seres. De él y su esposa Gea nacieron los dioses.

 

Pero Urano era un tirano. Como sus propios hijos, hecatónquiros y ciclopes, no le agradaban, los exilió al Tártaros. Y aunque no desterró a los otros dioses, tampoco significaba que Urano los quisiera. Era un dios que no admitía a nadie más que a sí mismo.

 

Pero fiel a su instinto materno, Gea seguía queriendo a sus hijos. Así que trató de convencer al resto del clan de los dioses para preparar una venganza. Entonces el hijo menor del clan aceptó esa misión. Con el arma concebida por Gea, él terminó con su padre, Urano. El clan de los dioses rescató a hecatónquiros y ciclopes, y el hijo menor que mató a Urano, fue coronado y lo gobernó todo. Ese clan de los dioses son los Titanes.

Ese hijo menor que mató al padre dominó todo el mundo. Es el dios que fundó la historia que conecta con los dioses griegos y el Santuario. Es quien domina el tiempo y crea la vida, el dios que corta la vida con su filo. Cronos. El rey de los Titanes.

 

Antes de morir, Urano maldijo a su hijo Cronos, advirtiéndole que así como él fue asesinado por su propio hijo, Cronos acabaría por recibir el mismo destino. Cronos tomó a la titánide Rea por esposa, y con ella concibió a Deméter, Hades, Hera, Hestia y Poseidón. A todos, Cronos los devoró temeroso del cumplimiento de la profecía de Urano.

 

Molesta por las atrocidades de su esposo y hermano, Rea dio a luz a Zeus en secreto, entregando a Cronos una piedra envuelta en trapos en lugar del infante para ser devorado. Rea dio oportunidad a Zeus de derrocar a Cronos igual que Cronos hizo ante su padre. Más piadoso, Zeus no mató a su padre. En su lugar, compartiría el destino que Urano alguna vez aplicara contra hecatónquiros y ciclopes, y con el esfuerzo de sus hermanos renacidos, Hades y Poseidón, encerró a Cronos junto a hecatónquiros y ciclopes en el Tártaros. Más antes de la partida de sus hijos, Cronos, al igual que hiciera Urano tras su derrota, proclamo ante Zeus una maldición.

 

—Escucha mis palabras, Zeus —habló Cronos en la lengua de los titanes—. Así como a mi padre antes de mí. Y así como ha pasado conmigo, tú no eres exento al destino eterno de los dioses —explicó Cronos. Y a pesar de que Poseidón y Hades trataron de persuadir a Zeus de hacer caso omiso a las palabras del titán, Zeus permaneció atento y a la espera de las palabras de su padre—. Eres un titán a pesar de ser un dios, y como todo titán terminarás por adoptar la tiranía. Uno de tus hijos será tu perdición cuando la bondad y la esperanza hayan abandonado tu ser. Igual que yo, tú serás derrocado, dios tirano —su profecía resonó por todo el Tártaros, y los dioses partieron, abandonando a Cronos a su suerte.

 

Zeus no era un dios tiránico, e incluso dividió su reino entre sus hermanos para probarlo. Más igual que no era tiránico, era orgulloso, y sus hermanos advirtieron que precauciones debieran de ser tomadas. Entre los dioses, Hades era el más insistente de todos. Zeus era todopoderoso en comparación a sus hermanos, y Hades le advertía que traería la guerra a Zeus de no tomar enserio las amenazas de Cronos. Esta declaración, fue lanzada el mismo día del nacimiento de Atenea, hija de Zeus y la titánide Metis, y quien al momento de nacer llevaba puesta consigo una armadura sagrada. Era esta la primera de las armaduras jamás creadas.

La solución fue encontrada. Los doce dioses del Olimpo forjarían armaduras capaces de dar a los hombres la fuerza de rasgar los cielos de un puñetazo, y abrir grietas en los suelos de un puntapié. Los doce crearían doce armaduras doradas, y al estar las doce juntas, su poder sería igual al de un sol, y suficiente para derrotar a un dios.

 

Así nacieron las doce armaduras doradas del zodiaco. Hefestos, el dios del fuego y de la forja, creó la armadura de Aries, y en ella integró los conocimientos para reparar las armaduras en caso de que estas quedaran desechas. Hera creó la armadura de Tauro, y la bendijo con una fuerza descomunal como la del Toro de Creta que le servía. Deméter construyó dos armaduras que no pudieron ser terminadas y se unieron en una sola, la armadura de Géminis, se dice que la primera mitad la creó con amor y alegría al estar junto a su hija Perséfone, y que tras la partida de su hija al inframundo por su matrimonio con Hades, la segunda mitad fue creada con ira y tristeza. Hades creó la armadura de Cáncer, y en ella vertió parte de su maldad.

 

Al percatarse de la malicia en la armadura de Cáncer impuesta por Hades, Zeus decidió crear una armadura que la contrarrestase. Zeus creó la armadura de Leo, y en ella integró al rayo, no solo para defenderse de la traición de su hermano, pero para tener protección en caso de que los titanes volvieran. Hestia, la diosa virgen, creó la armadura de Virgo, y la bañó de su compasión y sabiduría. Aquella armadura era tan hermosa que se decía era la más preciada por los dioses. Ares construyó la armadura de Libra, y la llenó de armas a diferencia de sus otros hermanos. Para Ares, la guerra y las armas lo eran todo. La armadura de Libra sería la que definiera cualquier batalla. Artemisa fue muy cuidadosa al crear su armadura, la armadura de Escorpio, fue un escorpión quien la salvó alguna vez, y en su armadura, Artemisa colocó un gran valor y una gran tarea, fidelidad incondicional.

 

Hasta ese momento ninguno de los dioses había pensado en la lealtad y la fidelidad, e inspirados por Artemisa, pidieron que Atenea, la diosa de la paz, creara la siguiente armadura. Atenea creó la armadura de Sagitario, la más poderosa de todas las armaduras. Y como diosa de la guerra que también era, le proporcionó el arco de Artemisa, un arco capaz de herir incluso a los dioses. Hermes construyó la armadura de Capricornio, inspirado por la creación de Atenea, en ella conjuró su lealtad, quien portara esa armadura sería el caballero más leal de todos. Inspirado de igual manera, Poseidón creó la armadura de Acuario, y en ella colocó su propio poder sobre los vientos congelados, sacrificando parcialmente su dominio de los elementos. Afrodita fue la última, esperanzada en que su armadura fuera la más hermosa de todas, y forjando en ella su vanidad y belleza, así nació la armadura de Piscis, y campos floridos se alzaron tras su creación.

 

Las doce armaduras doradas estaban completas, más una guerra entre los dioses por su poder se presentó. Divididos, los dioses intentaron dominar las doce armaduras doradas, pero cada armadura tenía el poder de herirlos, fueron creadas por cosmos divino después de todo. En su afán por debilitar las armaduras, lanzaron las doce a la tierra, y aterrizaron en la ciudad de Atenas, destruida por el poder de las armaduras.

Atenea, la diosa en honor a quien fue creada la ciudad ya en ruinas, lloró desconsolada. En arrepentimiento por lo ocurrido, los dioses le entregaron las doce armaduras. Atenas prosperó, e irguió 12 templos alrededor de las armaduras doradas. Nacieron las doce casas, y todo era paz. Las armaduras existen aun a pesar de que los dioses ya no caminan en la tierra. Los dioses cada vez más las desean. Ellos saben que el día en que las doce se reúnan, se desatará el poder capaz de derrotar a los dioses. Ellos no son los únicos que lo saben.

 

Saint Seiya: Guerras Doradas.

Saga de los Titanes.

Capítulo 1: Rencarnación de Athena.

 

Atenas, Grecia. 1 de Septiembre de 1973.

 

—Increíble. Me cuesta trabajo creer el verdadero origen de las armaduras doradas del zodiaco. ¿Quién iba a pensar que la armadura dorada de Sagitario que alguna vez utilicé fuese creada por la misma diosa a la que hemos jurado proteger? —Aioros de Sagitario mencionó mientras miraba el cielo nocturno desde la Colina de las Estrellas cercana al templo de Virgo en el Santuario de Athena. Hogar de los caballeros dorados y de las doce casas del zodiaco—. Gran Patriarca. ¿Es esta la razón de que las doce armaduras doradas jamás hayan sido reunidas? Hasta donde sé, los doce caballeros dorados jamás han sido reunidos en el Santuario, al menos no todos al mismo tiempo. Siempre hay al menos solo diez caballeros reunidos, jamás los doce.

 

—Si los doce caballeros estuviesen reunidos en las doce casas, los dioses intervendrían e intentarían separarlos. En ocasiones incluso desencadenando guerras con el simple objetivo de que las doce armaduras jamás unan sus fuerzas —explicó Shion, el gran Patriarca del Santuario que ha honrado ese título por al menos 230 años—. Los doce caballeros son reunidos únicamente para las guerras santas entre los santos de Athena y alguno de los dioses. El resultado como notarás resulta ser siempre el mismo. Los caballeros dorados siempre terminan por quedar incompletos.

 

—Pero maestro. Si las doce armaduras estuvieran presentes en el Santuario, las guerras santas terminarían. Ningún dios se atrevería a combatir a los doce caballeros dorados y existiría la paz sobre la tierra —explicó Aioros. Pero a pesar de sus palabras, el Patriarca negó con la cabeza sus comentarios.

 

—Comprendo tus palabras, Aioros. Más el riesgo es muy alto —Shion respondió—. Las armaduras deberán ser reunidas tarde o temprano. Más el reunirlas o no ahora recae en tus hombros —y tras decir estas palabras, el Patriarca se quitó el casco, y reveló su larga y blanca cabellera—. Mi único arrepentimiento es, que a pesar de que los dioses han anunciado que hoy es el día en que Athena ha de renacer, no estaré presente para ver su llegada —y el sacerdote le entregó su casco dorado a Aioros, y se recostó sobre una cama de piedra esperando la muerte que cada vez parecía reclamarlo más y más—. Aioros, ten fe en tus decisiones… con tu liderazgo el Santuario… será próspero y hermoso… —y sin poder decir más, Shion, antiguo caballero de Aries, falleció.

 

Su muerte no resultó ser una sorpresa para Aioros, quien esa misma noche había sido convocado por Shion a la Colina de las Estrellas con la finalidad de ser testigo de su muerte. Aioros era, después de todo, el sucesor al título de Patriarca. Y como tal debía presenciar la muerte del Patriarca antes de él y recibir de esta forma las sagradas vestiduras que Shion dejaba sin dueño.

 

—Que tu alma encuentre el descanso eterno en el reino de los dioses, Shion, antiguo caballero de Aries y Patriarca del Santuario de Athena —y honrando la memoria de Shion, Aioros se colocó la túnica sagrada alrededor de su cuerpo, y reclamó el casco del Patriarca como suyo—. Athena pronto llegará al Santuario, los caballeros dorados deben reunirse —continuó el nuevo Patriarca. Más de pronto bajó la cabeza y dio un brusco respiro—. Sé que están escondidos, Milo, Aioria —agregó Aioros—. Milo ni siquiera se tomó la molestia de intentar ocultar su cosmos como siempre. En cuanto a ti, Aioria, necesitas esforzarte más hermanito.

—¿Qué? Pero. ¿Cómo supiste que estábamos espiándote? —preguntó Aioria mientras los dos aspirantes a caballeros se acercaban a la Colina de las Estrellas, que supuestamente era un lugar sagrado y debían ser castigados por su intromisión.

 

—El cosmos es la respuesta. Ya deberían saberlo —contestó Aioros, quien caminó en dirección a los jóvenes de apenas 7 años de edad—. Shion vivió más que cualquier otro caballero que yo conozca, excepto por Dohko por supuesto. Ahora es el momento de que descanse —y ambos asintieron ante sus palabras—. Milo, me sorprende verte con Aioria… pensé que ustedes dos no se llevaban bien y que solo eras amigo de Camus, y él tiene apenas tres años —se sorprendió Aioros.

 

—El Patriarca merece esto y más —habló Milo de forma tranquila y noble—. Vine a presentar mis respetos, no a desobedecer sus órdenes —y el niño se arrodilló frente a Aioros—. Tienes mi lealtad, Aioros —explicó nuevamente.

 

—Milo, hasta que reclames la armadura de Escorpio, no me debes respeto alguno —explicó Aioros—. A decir verdad, me alegra que los dos estén presentes… soy el Patriarca más joven de la historia del Santuario, y hoy he de dirigirme a los Santos Dorados que quedan y presentarles a… —y entonces hubo una pausa—. ¡No puede ser! ¡Athena debe estar por llegar y yo aquí perdiendo el tiempo! ¡Debo ir ante Athena! —y sin decir más, Aioros desapareció frente a los ojos de los jóvenes. Sin una barrera protegiendo el Santuario, misma que solo el Patriarca podía levantar, los caballeros podían llegar a cualquier parte del Santuario sin problema alguno.

 

—Hoy es el día en que Athena renacerá, así fue anunciado por los dioses —explicó Aioria orgulloso de su hermano, más Milo simplemente lo ignoró—. ¿Acaso no estás emocionado? —preguntó el joven aspirante a caballero.

 

—Me hiciste desobedecer una orden. Este lugar está prohibido. Si Aioros no fuese tu hermano nos habrían desterrado del Santuario —se quejó Milo, y Aioria lo miró iracundo—. Nada es más importante que la lealtad, Aioria, la lealtad de un caballero a su diosa. Ella por fin hoy ha de nacer, y no pienso volver a desobedecer ni una de sus órdenes —y antes de que una discusión pudiera comenzar entre ambos jóvenes aspirantes, las puertas del recinto sagrado donde Athena iba a nacer, se iluminaron por una intensa luz dorada.

—¿Quieres desobedecer otra orden directa? —preguntó Aioria con una sonrisa en su rostro, y Milo no tuvo otra opción que asentir al ser invadido por la curiosidad—. Entonces vamos, el Santuario espera —y ambos corrieron a través de los templos vacíos, desobedeciendo las órdenes directas del Patriarca que había fallecido. En al menos tres horas de viaje a través de seis de las doce casas del zodiaco, Milo y Aioria se encontraron subiendo las ultimas escalinatas hasta llegar a los aposentos del nuevo Patriarca, donde una reunión casi sagrada se estaba celebrando.

 

Los cosmos dorados de tres de los últimos caballeros dorados brillaron intensamente. Entre las batallas y la vejes de algunos de los caballeros dorados, solo ellos quedaban en pie. Lo que daba la razón a las palabras de Aioros cuando explicó a los santos dorados restantes que Athena nacía en un Santuario en decadencia. Mucho debía hacerse para que el Santuario recuperara su gloria.

 

—Saga de Géminis, Mephisto de Cáncer, Shura de Capricornio. Ustedes son los últimos caballeros dorados que quedan de los doce, puesto que hoy, Shion, anterior Patriarca, me ha nombrado su sucesor y he sido forzado a dejar atrás mi sagrada armadura —explicó Aioros—. Athena ha sido entregada a mí por los dioses, lo que significa a su vez que la seguridad del Santuario debe ser enaltecida. Desde épocas mitológicas los caballeros de Athena han luchado por preservar la paz. Pero recuerden que Athena no es solo la diosa de la paz, sino que también lo es de la guerra —y desde las escalinatas, Milo y Aioria observaban y lo escuchaban todo, o al menos así fue hasta que Aioros los descubrió—. Por Zeus… esto no puede ser… ¡Aioria! ¡Milo! ¡Ya detecté sus cosmos!

 

—¡Me lleva Hades, nos descubrió! —agregó Aioria con molestia, sabiendo quien era el responsable de que lo hubieran descubierto y volteando a mirarlo con desprecio—. ¡Es tu culpa, Milo! ¡No escondiste tu cosmos! —refutó con desprecio Aioria.

 

—Lo escondiera o no, tu hermano es muy perceptivo. Se hubiera dado cuenta de todos modos —aclaró Milo, y Aioros lanzó un poco de su cosmos sobre de ellos para empujarlos al suelo y hacerlos callar.

 

—Debido a la intromisión, habrá que hacer un adelanto de las responsabilidades del Santuario a con Athena —y Aioros solicitó que Milo y Aioria se acercaran a él—. Los santos dorados de Géminis, Cáncer y Capricornio, están activos en el Santuario. El santo dorado de Piscis ha concluido su entrenamiento en Groenlandia, y en breve se unirá al Santuario. La armadura de Sagitario permanece sin dueño aquí en Grecia, y será mi deber el buscar a un sucesor por la armadura. La misma situación aplica a la armadura de Libra, propiedad de Dohko el gran maestro, quien aún hoy busca a un sucesor digno de ella en los Cinco Picos de China —y Aioros entonces miró a los cielos, como si fuese a dibujar las constelaciones—. Seis armaduras aún esperan nuevos dueños. En petición de Shion, quien alguna vez fue el caballero de Aries, su armadura será entregada a su escudero y discípulo en Jamir en Indonesia. A reserva de que Mu no demuestre ser digno de utilizarla esto nos deja con 5 armaduras disponibles —continuó con su explicación Aioros, y entonces miró a los jóvenes que irrumpieron en dos ocasiones en sus reuniones—. Cinco discípulos del Santuario serán enviados a competir por el derecho a poseer las armaduras sagradas. Aldebarán, quien posee una gran fuerza, se entrenará en Brasil e intentará regresar con la armadura de Tauro. Un excéntrico joven de nombre Shaka será enviado a la India para su entrenamiento, su objetivo el de obtener la armadura de Virgo. La armadura de Acuario reside en Siberia, y a pesar de la juventud de Camus, quien apenas tiene tres años de edad, su cosmos se ha desarrollado casi hasta alcanzar el nivel de un caballero de plata, algo que jamás había ocurrido en la historia del Santuario. Milo y Aioria —continuó Aioros, y Milo se arrodilló ante él, y una vez que Aioria se percató de esto, lo siguió en su reverencia—. Ustedes dos se quedarán en Grecia a entrenar hasta ser dignos de vestir las armaduras de Escorpio y de Leo —y ambos asintieron—. La responsabilidad que les asigno a ustedes, es la más grande de todas. No cualquiera es elegido para portar una armadura dorada. Su cosmos deberá superar al de cualquiera en el Santuario, todos son sus rivales por estas armaduras. No fallen —concluyó Aioros, y se dirigió a sus aposentos y en dirección a Athena, a quien nadie podía dirigirse hasta que la diosa estuviera lista para liderar a sus santos dorados—. La siguiente reunión de santos dorados se celebrará dentro de exactamente seis años… espero que para entonces, diez de las doce armaduras tengan un dueño —y Aioros desapareció dentro del recinto sagrado, tras haber entregado sus órdenes a los aspirantes a caballeros dorados de Athena.

 

Atenas, Grecia. 1 de Septiembre de 1979.

 

Durante los próximos seis años, los seleccionados por Shion, el Patriarca antes de Aioros, y enviados por el segundo por el mundo para entrenarse y obtener las armaduras doradas, lucharon por cumplir sus objetivos y ser merecedores del cosmos de un caballero dorado. Milo, quien fuera seleccionado a poseer la armadura del Escorpión Dorado, entrenó arduamente en la Isla de Milo, y se convirtió en el santo dorado más joven de la historia del Santuario al recibir su armadura a los ocho años.

Aioria por su parte, continuaba entrenando arduamente y sin conseguir elevar su cosmos hasta el nivel de los caballeros dorados. Más era evidente que poco le faltaba para alcanzar ese nivel. Día tras día en el Santuario, los griegos se reunían en las arenas de batalla con el simple propósito de elevar sus cosmos y luchar por el derecho a la armadura de Leo. Normalmente las batallas corrían sin eventos interesantes de testificar, más cada vez que Aioria luchaba, Milo, el caballero dorado de Escorpio, asistía a sus combates como un espectador.

 

Ambos jóvenes, ahora de trece años de edad, no compartían una relación de amistad a pesar de conocerse desde los siete años. Más su relación era entre odio y respeto. Estaba en la naturaleza de su ser.

—¡Llegué a tiempo! —Milo escuchó la voz de una joven a su lado, una niña de apenas seis años de edad que contemplaba las batallas desde una distancia segura puesto que era obvio que las batallas entre aspirantes a caballeros, en especial entre aquellos que aspiraban a ser santos dorados, eran temibles enfrentamientos—. ¡Eres un caballero dorado! ¡Es la primera vez que veo a un caballero dorado! —continuó la niña con entusiasmo mientras Milo la miraba de reojo, despreocupado de la presencia de la joven de cabello corto y morado—. ¡No seas grosero y dirígeme la palabra! ¡Ignorarme no es educado! —continuó la niña.

—No fastidies, mocosa. ¿No ves que intento analizar a mi rival? —contestó Milo mientras observaba el cómo Aioria se negaba a posicionarse en posición de batalla, y esperaba la señal de su hermano, el Patriarca, de que permitía que se llevara a cabo el combate—. Hoy entregarán la sagrada armadura de Leo. Estas presenciando un momento digno de recordarse en la historia del Santuario. De mil guerreros, ya solo quedan dos. Quien logre encender su cosmos con mayor fuerza será quien gane el derecho a utilizar la armadura de Leo —explicó Milo de forma arrogante, esperando que la niña mostrara su curiosidad satisfecha y dejara de hablar.

 

—Es intimidante… y a la vez emocionante… no puedo explicarlo… —agregó la niña, y Milo le dirigió la mirada un tanto sorprendido por sus palabras, en especial al saber que una niña de apenas seis años estaba tan interesada en las batallas—. Saori Kido —se presentó la niña, y Milo una vez más la miró sorprendido—. Se cortes y dime tu nombre —exigió la niña.

 

—La cortesía es un lujo que se gana, no que se exige —el arrogante caballero de Escorpio agregó, y la niña lo miró desanimada. Había algo en ella que era diferente, Milo lo percibió, más no podía entender el qué podría ser—. Milo, caballero dorado de Escorpio y guardián de la octava casa del zodiaco. Leal caballero al servicio de Athena, y defensor de la paz —incluso al presentarse, fue lo más formal posible. Más no entendía por qué se había empeñado tanto en impresionar a la niña—. ¿Satisfecha?

 

—¡Sí! ¡Y mucho! —contestó la niña. Y la batalla comenzó. El oponente de Aioria era un caballero de plata aspirante a la armadura de oro de nombre Moses y armadura del zodiaco siendo la de la ballena. Y en su enfrentamiento con Aioria, Saori notó que la pelea ya era desigual desde el inicio—. ¡Eso es trampa! ¿Por qué ese caballero no se quita la armadura? —Milo se mostró molesto ante la insistente búsqueda de conversación de Saori. Más sin embargo, una vez más fue incapaz de ignorar a la chica que jalaba de su capa tratando de llamar su atención.

 

—Solo los caballeros de cosmos más alto pueden competir por las armaduras doradas, y de entre los santos cuya estrella guardiana es la constelación de Leo, Moses de Ballena es el más poderoso —explicó Milo, y Saori miró el cómo el guerrero de la ballena atacaba a gran velocidad a Aioria, quien esquivaba sus ataques con gran facilidad—. Se permite a los caballeros utilizar sus armaduras, si las tienen, para que así extiendan sus cosmos. Pero, con armadura o sin ella, el cosmos es único de cada individuo. Si Aioria quiere la armadura, deberá hacer arder su cosmos hasta superar el de un caballero plateado, y rivalizar al de un caballero dorado —y la niña asintió y decidió observar la batalla.

 

—No creas que por ser hermano del sumo sacerdote permitiré que te quedes con la armadura sagrada de Leo. He superado a 499 santos por ese derecho. Tú serás el número 500 —Moses de ballena agregó, y se lanzó en contra de Aioria nuevamente, y Aioria tranquilamente esquivó al santo de plata—. Lo sabía, llegaste tan lejos únicamente esquivando y cansando a tus oponentes. Pero yo soy diferente. Y te lo demostraré al aplastar tu cráneo con mi ataque. ¡Chorro de la Ballena! —y el santo de plata corrió en dirección a Aioria, lo tomó del brazo y lo lanzó al aire. Y en el momento de su caída, golpeó fuertemente el cráneo de Aioria, y la sangre del aspirante a caballero dorado se esparció por el campo de batalla, y Saori terminó ocultándose detrás de la capa de Milo, horrorizada por presenciar eso último.

 

—Si ibas a esconder tu rostro en lugar de presenciar la batalla, no debiste de haber venido en primer lugar —agregó Milo con molestia, y Saori movió su cabeza en negación—. De cualquier forma, este combate es una pérdida de tiempo. Aioria es demasiado poderoso para verse derrotado por un golpe tan insignificante como ese —y Milo jaló su capa lejos de Saori, quien terminó por observar la batalla nuevamente—. Solo los santos más poderosos pueden convertirse en caballeros dorados. Y entre los nacidos bajo la estrella guardiana de Leo, Aioria es el más poderoso y digno. Simplemente no tiene rival —terminó Milo tranquilamente, y Saori lo observó sumamente impresionada.

 

—Escuchar eso de ti, Milo, es tanto enorgullecedor como desagradable —Aioria contestó mientras se paraba del charco de sangre en el suelo y miraba a Milo, a quien sorpresivamente escuchó a pesar de encontrarse a una distancia considerable—. Observa con atención, Milo. Te mostraré que mi cosmos por fin ha superado el tuyo —y Aioria encendió su cosmos, y Moses de Ballena guardó las distancias—. Tu ataque de Chorro de la Ballena es mortífero y peligroso. Pero no estas al nivel de un caballero dorado. Esto es un verdadero ataque: ¡Plasma Relámpago! —gritó Aioria, y su cosmos se encendió a medida que de su puño se liberaron líneas de luz cortantes que irradiaban energía eléctrica y golpearon a Moses de Ballena violentamente hasta el punto que estuvo a punto de perder la vida. Alrededor del Santuario, se sintió el estremecer del cosmos de Aioria, e incluso algunas columnas del Santuario comenzaron a caerse. Una incluso estuvo a punto de aplastar a Saori, más afortunadamente para la niña, Milo detuvo la columna con su mano e irradiando el poder de su cosmos para resistir su peso, más terminó por utilizar la uña escarlata de su mano derecha para perforar la columna, abrazó a Saori envolviéndola con su capa, y recibió de lleno la caída de los escombros sobre él.

 

Aioria había resultado victorioso en su batalla, y el poder de su cosmos incluso terminó por agrietar el coliseo en el cual luchaban. Aioros era el único aún en pie además del ensangrentado Aioria.

 

—El combate ha finalizado y el cosmos más alto ha sido definido —comenzó Aioros—. Aioria, tras seis años de entrenamiento has logrado alcanzar el cosmos infinito de un caballero dorado. Más el dominio de tu cosmos requiere de mayor entrenamiento —y Aioria se mostró molesto ante tal revelación—. Sin embargo, esperar a que finalice tu entrenamiento es riesgoso. Los diez santos dorados tienen el deber de proteger a Athena, y presiento que este deber está próximo a ser puesto a prueba. Te entrego entonces la armadura de Leo. Úsala con honor y compromiso con la paz y siempre al servicio de Athena, jamás para beneficio personal —y Aioria se acercó orgulloso a la armadura de Leo, y sin dudarlo una sola vez, jaló las cadenas de la caja de pandora, y liberó así las piezas de su armadura que lo bañaron con el cosmos del León Dorado al vestirlo—. A partir de este momento, estás en tu derecho de solicitar escuderos, y a residir en la casa de Leo en el Santuario. Bienvenido seas a los santos dorados de Athena —y sin decir más, Aioros dejó el coliseo y caminó en dirección de un anciano viajero, con quien intercambió algunas palabras antes de que el hombre apuntara a los escombros del coliseo, donde Milo protegía a la joven Saori de ser aplastada. Aioros entonces sonrió, y acompañó al anciano al Santuario.

 

—¡Te dije que rebasaría tu cosmos, Milo! ¡Y me han recompensado con la sagrada armadura de Leo! —habló Aioria, sintiendo cómo su corazón latía con la intensidad del rugido de un león—. Jamás había sentido tanto poder en mi vida. Siento que podría retar a Heracles a una competencia de fuerzas y salir victorioso.

—¡No escuchaste nada! ¿Verdad? —se quejó Milo mientras lanzaba lejos de si y de Saori las pesadas columnas que casi le cuestan la vida a la niña—. ¡Tu hermano te entregó la armadura de Leo a falta de un buen candidato! ¡Casi matas a una inocente! —gritó Milo mientras apuntaba a Saori, quien estaba más confundida que nada—. ¡Aprende a usar tu cosmos, gato torpe!

 

—¡Estas celoso porque soy más caballero que lo que tú jamás serás! —refutó Aioria, y los dos caballeros dorados se vieron cara a cara, con un sentimiento de odio y sus cosmos elevándose al infinito. Los presentes en el coliseo entonces huyeron despavoridos. Tras el incidente con el ataque de Aioria, ellos sabían que arriesgarse a presenciar una batalla entre dos santos dorados significaba poner sus vidas en peligro.

—¿Qué es un escudero? —preguntó la niña, y ambos caballeros dorados se percataron de que la infante seguía mirándolos fijamente con sus ojos color zafiro—. El Patriarca dijo que ahora que eras un caballero dorado podías tener un escudero —explicó Saori.

 

—Un escudero es un sirviente de los caballeros dorados —comenzó Milo, y Aioria se sorprendió al escuchar que Milo le explicaba todo esto a la niña—. Los escuderos son fieles a sus amos, pulen sus armaduras, compran sus víveres, mantienen limpias las casas del zodiaco, y velan por el bienestar de sus dueños… —y Saori asintió varias veces—. Un escudero no es un esclavo, sino que es la mano derecha de los santos dorados. El Patriarca se encarga de atenderlos con pagos recurrentes tanto para cubrir las necesidades de los santos dorados, como las del escudero. Un escudero leal puede incluso ganar el derecho a servir al Patriarca, y vivir rodeado de lujos por el resto de sus días, o incluso obtener una posición favorable en el Santuario —y Saori asintió en varias ocasiones, y entonces Milo notó el cómo Aioria lo miraba—. ¡No me digas que no lo sabias, gato tonto!

 

—¡Acabo de volverme un caballero dorado! ¡No es como si me hubieran explicado todo! —se quejó Aioria, y Milo sonrió malévolamente ante la ignorancia del santo dorado—. ¿Tú tienes escuderos? —terminó por preguntar Aioria curioso.

 

—Puedo cuidar de mi casa y de mí mismo sin la necesidad de tener un escudero —agregó Milo, y Aioria encendió su cosmos enfurecido—. Los escuderos son para los santos que no pueden mantener sus casas ordenadas y aseadas, o para los que desean vivir rodeados de lujos. No me hacen falta escuderos, simplemente atiendo mis propias necesidades.

 

—¿Te sientes solo? —preguntó la niña, y Milo, quien hasta ese momento se había concentrado en su discusión con Aioria, fue sorprendido por las palabras de la niña—. Hablas como si no te importara pero la verdad es que te sientes solo. ¿Verdad? —volvió a preguntar.

 

—¿Qué sabe una niña como tú? Desde que llegaste no has hecho más que fastidiarme —agregó Milo con violencia, finalmente ignorando la paz que le traía la niña y enfrentándola. Más su agresión solo duró unos instantes—. No tiene importancia. Realmente no necesito de un escudero —agregó con orgullo.

 

—¡Yo seré tu escudera! —se ofreció Saori, y Aioria lanzó una carcajada que enfureció a Milo—. Yo también me siento sola en mi casa. Si dos personas están solas lo más probable es que estando juntas dejen de estarlo —agregó con ternura, y Milo la observó detenidamente—. No sé si podré hacer un buen trabajo, pero haré mi mejor esfuerzo.

 

—Hablas como si fuera a dejarte ser mí escudera —y la niña lo miró con entusiasmo, y Milo sintió una intimidante presencia. Era como si la niña de apenas seis años poseyera un cosmos, y este lo envolviera—. Lo discutiremos frente al Patriarca —agregó Milo, y la niña asintió con entusiasmo. Aioria por su parte se mostró sorprendido por las palabras de Milo.

 

—¿Enserio? ¿Dejarás que esta niña sea tu escudera? —y Milo ignoró a su compañero y rival, y caminó en dirección al Santuario del Patriarca—. Escorpión tonto. Mira que ignorarme es una afrenta que me molesta mucho.

 

—Dije que lo discutiría frente al Patriarca, no que sería mi escudera —agregó Milo—. De cualquier forma, ahora que has obtenido tu armadura sagrada, es tiempo de que los diez caballeros dorados elegidos nos reunamos en el Santuario y prestemos nuestros respetos ante Athena, diosa de la paz, la sabiduría, y la guerra.

 

—Hemos entrenado en el Santuario por seis años e incluso ahora no la hemos conocido —mencionó Aioria mientras seguía a Milo en dirección a la casa de Virgo, y notaba con una sonrisa en su rostro el cómo Saori corría detrás de Milo, aunque al mismo tiempo un sentimiento de celos rodeó su pecho—. No es que desconfíe de mi hermano, pero me gustaría conocer a la diosa a la que protejo.

 

—No necesitamos verla para saber que está presente —respondió Milo—. Su cosmos está con nosotros, eso debiera ser suficiente hasta para que tú lo comprendieras, gato tonto. Ahora deja de fastidiar y continuemos con el trayecto a los aposentos del Patriarca.

 

—Nunca entenderé cómo logras irritarme tanto —contestó Aioria mientras seguía a su odioso compañero, y se mantenía curioso de la niña que lo seguía. Algo en ella no era normal, Aioria podía sentirlo. Su corazón de león ahora latía tan rápido como el de un gato.

 

Visible desde todo el Santuario, la ciudad de Atenas en su área arqueológica se extendía alrededor de las doce casas del zodiaco. Más sin embargo, existía un área en medio de la zona arqueológica, el área más cercana al Santuario, en donde a pesar de que las estructuras eran conocidas como patrimonio de Grecia, la vida social existía como si la antigua Grecia permaneciera viva.

 

La gente vestía túnicas y sandalias de piel, y trabajaban en artesanías, en la forja, en la confección de prendas, la pintura, las artes, e incluso en la filosofía. En el Santuario existían incluso reconocidas instituciones educativas a las que los habitantes de la Nueva Grecia asistían. El Santuario por siempre se mantuvo firme a sus creencias y costumbres tanto cívicas como religiosas, por lo que el Santuario, a pesar de pertenecer a Grecia, llegó a ser conocido como la Antigua Grecia, mientras que la Grecia industrial, la que era conocida por el resto del mundo, era conocida por los del Santuario como la Nueva Grecia.

 

El Patriarca actuaba como supremo regente de la Antigua Grecia. Cobraba los impuestos y realizaba pagos al gobierno Griego con la finalidad de que la Antigua Grecia fuera preservada y sus ciudadanos conservaran sus derechos. A su vez, parte del Santuario era destinado a ser una zona turística y arqueológica. Mientras esta relación existiera, dentro de los confines del Santuario se volvía al pasado. Algunos de los nacidos en el Santuario incluso desconocían el mundo fuera de las murallas del mismo.

 

Alrededor de las doce casas, y en especial desde la casa de Leo hasta los aposentos del Patriarca, la enorme ciudad de la Antigua Grecia era fácilmente contemplable. Y ante semejante vista, Saori no pudo evitar el soltar una sonrisa.

 

—¿Qué ocurre? —preguntó Milo. Apenas e iban llegando a la casa de Virgo, donde los suelos estaban cubiertos por pastos verdes, y alrededor de las escalinatas y rodeado de acantilados eran visibles pequeños templos en honor a Buda, quien a pesar de no ser una figura Griega, era venerado por los discípulos del caballero de Virgo—. ¿Saori? —preguntó nuevamente Milo, y Aioria se sorprendió una vez más por el interés de Milo en la niña.

 

—De aquí todos se ven más cerca, la vista es muy bonita —explicó la niña. Una mirada de ternura y nostalgia le llenaba el rostro—. ¿Cómo se ve desde la casa de Escorpio? —preguntó la niña, y Milo le dio la espalda y continuó con su camino.

 

—No tengo tiempo de contemplar el paisaje —fue su única respuesta, y siguió su camino por las doce casa, y entró dentro de la casa de Virgo, misma casa que ya se encontraba vacía.

El camino siguió sin muchas complicaciones. La única queja la recibieron de Saori, quien ya se tropezaba con sus propios pies al salir de la casa de Libra. El cansancio era evidente en ella, sin mencionar que el cambio en la altura ya le pesaba.

 

—Se esfuerza mucho… creo que va enserio con lo de ser tu escudera —habló Aioria, y Milo desvió la mirada—. Milo, eres despreciable… caballero dorado o no, el forzar a una niña a semejante esfuerzo es inhumano.

 

—Silencio Aioria, tus consejos me vienen importando muy poco —agregó Milo, y Aioria se mordió los labios furiosamente—. Saori, sube a mi espalda —continuó Milo, y se agachó para así permitir que la niña se trepara sobre su espalda—. ¿Por qué insistes en ser mi escudera? ¿Acaso tu padre o tu madre son de tan escasos recursos?

 

—No tengo padre o madre, soy huérfana —explicó Saori, y ambos caballeros la miraron fijamente—. Solo tengo a mi abuelo, Mistumasa Kido. Los demás son solo conocidos y guarda espaldas. También está el Patriarca que es muy bueno conmigo.

 

—Un momento. ¿Guardaespaldas? —preguntó Aioria, y el trio entró dentro de la casa de Escorpio, más no pudieron prestar atención a sus alrededores, y al parecer, Milo lo prefería de esa manera—. ¿Qué hace una niña como tú con guardaespaldas? Y además. ¿Cómo es que has conocido a mi hermano? —pero Saori ya cabeceaba. A pesar de ser temprano, se había agotado por tanto caminar y no pudo evitar acurrucarse sobre la espalda de Milo y quedarse dormida—. No lo entiendo. ¿Qué hace una huérfana en el Santuario? ¿Cómo conoce a mi hermano?

 

—Probablemente perdió a sus padres en alguna batalla por poseer las armaduras doradas. Pasa muy seguido en el Santuario —explicó Milo—. Si es así, seguramente tú hermano le brindó protección a ella y a su abuelo… o al menos eso es lo que se me ocurre… no lo sabremos hasta llegar al Santuario. Pero te confesaré, Aioria, que desde que conocí a esta niña, algo en ella me hace hervir el cosmos.

 

—También lo he sentido. ¿Cómo puede una niña tan joven poseer un cosmos tan poderoso? Aioros esconde algo, estoy seguro de ello —más ambos decidieron ignorar la situación, y continuaron su caminar hasta llegar a los aposentos de Aioros.

 

Siete caballeros dorados esperaban frente a las puertas del templo del Patriarca, donde Aioros se mantenía a la espera de la llegada de los caballeros de Escorpio y Leo. Una vez que ellos llegaron, una gentil sonrisa se dibujó en su rostro mientras observaba a Milo cargar el cuerpo de Saori que dormía pacíficamente en su espalda.

 

—Mira lo que ha traído el Escorpión. Milo se ha denigrado a la labor de niñero. ¡Ja! —se burló Mephisto de Cáncer, y Milo se quitó la capa y la colocó sobre el suelo. Una vez hecho esto, colocó a Saori sobre esta y fue sorprendido por Aioria quien también colocó su capa sobre ella para que se mantuviera caliente. Después de todo ya comenzaba a hacer frio pues el sol se ocultaba.

 

—El caballero de Aries ha solicitado ausentarse por el momento. Y los caballeros de Libra y Sagitario aún no han sido seleccionados —comenzó Aioros mientras se dirigía a los nuevos caballeros de Athena—. Aldebarán de Tauro, Saga de Géminis, Mephisto de Cáncer, Aioria de Leo, Shaka de Virgo, Milo de Escorpio, Shura de Capricornio, Camus de Acuario, y Afrodita de Piscis. Ustedes son los caballeros de Athena, y a pesar de que no han tenido el placer de conocer a nuestra diosa, su cosmos ilumina este recinto y nos alimenta con este —Aioros comenzó, más en su mirada era evidente que algo lo inquietaba—. La reunión de los caballeros dorados llegó probablemente en el mejor de los momentos. El Santuario está bajo ataque —y los caballeros dorados se sorprendieron al escuchar estas palabras—. Recientemente, sentí un cosmos arrollador atacarme mientras dormía. Aún desconozco la identidad de quienes nos atacan, pero su cosmos es inmenso, casi divino. Hay que reunir a los caballeros restantes para enfrentar este desafío —y los caballeros dorados se miraron los unos a los otros con curiosidad—. Quienes nos atacan poseen el poder de los dioses. Se necesitarán de los doce caballeros dorados para enfrentar a estos demonios. Es por esto que he solicitado los servicios de la familia Kido para reclutar a nuevos caballeros.

 

—¿Kido? ¿Cómo en Saori… Kido…? —comenzó Milo, y miró a la niña que dormía entre su capa y la de Aioria. El caballero de Leo tan solo miró al de Escorpio confundido—. Es el apellido de la niña. Es normal que no sepas lo que significa un apellido pues en el Santuario no los usamos… Pero el nombre de esta niña es Saori Kido. La niña que está bajo la protección del Patriarca… entonces ella es… —continuó Milo, pero de pronto escuchó los pasos de Aioros, que se aproximó a él y a la niña que seguía durmiendo pacíficamente.

—Es la nieta de mi querido amigo, Mitsumasa Kido —agregó Aioros—. Ustedes dos nunca cambiarán. Siempre están distraídos —continuó Aioros—. Mistubasa Kido es dueño de un orfanato, y un fanático de nuestra mitología. Nos conocimos poco después de que me convertí en Patriarca mientras vagaba por el Santuario. El anciano estuvo a punto de ser asesinado por los guardias al entrar en los territorios prohibidos de la Antigua Grecia —y los santos dorados, a pesar de no entender la razón de estas explicaciones, se mantuvieron en silencio y escucharon a Aioros—. Perdoné a Mitsumasa Kido, e hice un trato con él. Le dejaría entrar y explorar los secretos del Santuario, con la condición de que él auxiliara en el reclutamiento de caballeros. En estos momentos, mi amigo debe estar terminando los preparativos para mandar a 100 jóvenes a diversos lugares de entrenamiento con el objetivo de convertirse en aspirantes a caballeros. Probablemente alguno de ellos terminará por convertirse en un santo dorado.

 

—Tonterías. ¿Estás sugiriendo que le entreguemos armaduras doradas a extranjeros del Santuario? —se quejó Mephisto, y Afrodita pensaba igual que lo hacía él—. Admito que no todos en el Santuario son griegos. Por mi parte fui nacido en Italia. Pero todos fuimos criados en Grecia. Solo los griegos pueden comprender la importancia del cosmos y de nuestros dioses.

 

—No discriminamos, Mephisto —continuó Aioros—. Más sin embargo, tú sabes lo difícil que ha sido conseguir santos dorados. Mitsumasa Kido promete agilizar ese proceso, y yo confío que a pesar de su grave estado de salud, él cumplirá con su promesa —y Aioros se volvió a mirar a los santos dorados de Leo y Escorpio—. En todo caso, no nos conciernen estas preocupaciones. El Santuario es nuestra prioridad. De ahora en adelante, los santos dorados solo podrán salir del Santuario por instrucción mía. Debemos proteger a Athena —entonces un derrumbe se escuchó proveniente de la ciudad de la Antigua Grecia, y Saori se despertó asustada, y sin perder el tiempo, corrió en dirección a Milo y Aioria, y tomó la mano de cada uno por el miedo—. Milo, Aioria, ambos han traído a una niña sin relevancia con el Santuario a mis aposentos —comenzó Aioros.

—Mi señor. Le pido una disculpa, pero la razón por la que he traído a esta niña era en su momento solicitarla como mi escudera —y Aioros sonrió—. Más la joven Saori Kido parece ya tener… —pero Aioros colocó su mano frente a Milo para hacerlo callar.

 

—Concedido. Puedes conservarla como tu escudera —y Milo se sorprendió ante tal revelación e intentó corregir las cosas, pero Aioros lo interrumpió—. Parte del trato con Mitsumasa Kido fue que Saori Kido no presenciara sus últimas horas… la niña ya no tiene a nadie, puede ser tu escudera —y Milo asintió, mientras Saori bajaba la mirada entristecida por recordar a su abuelo—. Más aún deben cumplir con un castigo por traerla a esta reunión privada. Ambos deberán enfrentar a nuestro enemigo cuyo cosmos es casi divino.

—¿Pelear contra alguien con un cosmos tan grande junto a este gato tonto? —y Aioria se enfureció ante semejante comentario y tiró de la armadura dorada de Escorpio forzando a que Milo lo viera a los ojos.

—¿Quieres repetir eso para poder romperte el rostro a puñetazos? —se quejó Aioria, y entonces notó cómo los demás caballeros dorados los miraban curiosos—. Eres una pérdida de mi tiempo. Puedo derrotar al invasor yo mismo —y Aioria empujó violentamente a Milo lejos de él y entonces corrió a gran velocidad en dirección a la ciudad. Milo entonces se levantó furioso y se preparó para seguir a Aioria a la ciudad.

—Veré que tu escudera sea entregada a tu casa. Buena suerte, Milo —y el santo dorado de Escorpio saltó las escalinatas a gran velocidad y trató de alcanzar al santo de Leo que ya iba a medio camino en dirección a la casa de Escorpio—. Los demás, regresen a sus posiciones. Si el enemigo vence a los santos de Leo y Escorpio, tendremos que enfrentar esta invasión en las doce casas —y los demás santos dorados regresaron a sus casas, y Aioros caminó en dirección a la niña—. Saori —comenzó Aioros, y entonces colocó su dedo frente a sus labios y sopló gentilmente—. Guarda el secreto de tu vida en mi casa. Los caballeros dorados no deben saber quién eres en realidad —y la niña colocó su mano frente a su labio y sopló gentilmente como prometiendo que guardaría el secreto—. Buena niña. Ahora, vayamos al templo de Escorpio.

 

La Antigua Grecia. El Anillo Medio.

 

—Puedo sentir una presencia. Alguien más está aquí además de mí —Aioria mencionó al aterrizar en la desolada ciudad de la Antigua Grecia, y observaba a sus alrededores la destrucción del invasor—. Esconderte no sirve de nada… muéstrate —ordenó Aioria tranquilamente. Y al no recibir respuesta, se abalanzó hasta los escombros de una de las columnas, y empujó los escombros a un lado, y de debajo de ellos levantó a un ciudadano de la Antigua Grecia—. Toda la ciudad ha sido evacuada, se ha convertido en un campo de batalla, si te metes en el camino, morirás —le explicó a la joven de cabellos verdes que había levantado de los escombros. Tenía aproximadamente unos doce años de edad—. Eres solo un crio —agregó Aioria.

—¿Has venido a matar al gigante? —preguntó la niña—. Sé que ha estado haciendo cosas malvadas, pero está sufriendo —continuó ella—. Yo… yo lo detendré pero por favor… no lastimes a mi padre.

—¿Tú padre? —preguntó Aioria, y entonces una estatua gigante de un soldado Griego se levantó de los escombros y atacó a Aioria violentamente, quien saltó con la niña en sus brazos y evitó ser golpeado por el coloso.

 

—¡Aguja Escarlata! —se escuchó el resonar de la voz del santo dorado de Escorpio, quien perforó las rodillas y los hombros del coloso, que perdió sus extremidades y se despedazó sobre el suelo, forzando a la niña a llorar de miedo, y a Aioria a atacar a Milo con su cosmos. Más Milo pudo ver la esfera dorada que se avecinaba sobre él y saltó para esquivarla—. ¿Pero qué Hades te pasa? —preguntó Milo.

 

—¡Es el padre de este crio! ¡Tonto! —se quejó Aioria—. El alma del padre de este niño está atrapada dentro de esa estatua —y ambos caballeros dorados observaron cómo la estatua se reconstruía y volvía a intentar aplastarlos—. Pero, a este paso, aunque la estatua no represente un peligro para nosotros… destruirá la Antigua Grecia si no hacemos algo.

 

—¿Una vida a cambio de una ciudad? Yo creo que la respuesta es sencilla —continuó Milo, y en su mano derecha creció una uña de color escarlata, y preparó su cosmos para atacar al coloso—. El deber de los caballeros dorados es con el Santuario y con Athena. ¡Aguja Escarlata! —gritó Milo el nombre de su ataque, y encontró a Aioria interponiéndose y recibiendo la fuerza de sus agujas que a pesar de no poder atravesar su armadura, dañaron el cuerpo debajo gracias a la fuerza de su cosmos, y envenenaron el cuerpo de Aioria—. ¡Tonto! ¿Qué hiciste? —se quejó Milo, y Aioria acrecentó su cosmos.

 

—¡Plasma Relámpago! —Aioria atacó a Milo, quien se cubrió pero terminó por ser lanzado por las calles de la antigua Grecia—. Milo, mi hermano Aioros me enseñó más que a solo atacar salvajemente a mis oponentes. Me enseñó a respetar la vida humana, y no me importa lo que tenga que hacer. ¡Voy a salvar al padre de este crio! —gritó Aioria, y el cosmos del León Dorado apareció detrás de él—. Yo lo protegeré —habló Aioria con calma, y la estatua observó a Aioria y al cómo protegía a la niña con su cuerpo—. No tienes que continuar con esta destrucción… te prometo que yo lo protegeré… —y la estatua comenzó a despedazarse, y cayó al suelo, e incluso Aioria juraba haber visto el alma del padre de la niña al morir.

 

—Mi padre y el Patriarca Aioros, eran grandes amigos —la niña comenzó con lágrimas en sus ojos, y Aioria le dirigió una mirada de empatía—. Mi padre le prometió a Aioros 100 estatuas. Aioros trató de convencerlo de que construir 100 estatuas sería arriesgar su vida… pero al final mi padre era un terco y terminó 99 de las cien estatuas, dejando la última a la mitad… —y Milo se paró del suelo un tanto adolorido por los ataques de Aioria, pero curioso de la historia de la niña—. Mi padre enfermó, estaba avergonzado por no poder terminar las 100 estatuas… pero, al final estaba más arrepentido que desilusionado, y me prometió que siempre estaría conmigo, que siempre cuidaría de mí… pero, para cuando murió, su alma debió haberse anclado a este mundo, y la última de las estatuas, la estatua incompleta, cobró vida… y ahora… ya no me queda nadie —y las lágrimas continuaron cayendo de sus ojos.

 

—¿Quién dijo que no te queda nadie? —interrumpió Aioria—. Le prometí a tu padre que cuidaría de ti y pienso cumplir esa promesa… necesito un escudero… —y la niña lloró, no de tristeza pero de alegría, y abrazó a Aioria con fuerza—. Milo —comenzó Aioria nuevamente, y el caballero de Escorpio le regresó la mirada—. ¿Me he comportado como un caballero dorado? —preguntó. Y Milo lo dudó por un segundo, después de todo, Aioria lo había atacado.

 

—Igual a tu hermano —terminó por concluir Milo, y una sonrisa se dibujó en el rostro de Aioria al escuchar aquellas palabras de su rival, y muy probablemente amigo.

 

Casa de Escorpio.

 

Tras el enfrentamiento con el coloso, ambos guerreros regresaron a sus respectivas casas del zodiaco. Ambos estaban heridos, pero no dijeron palabra alguna hasta que ambos llegaron a sus respectivas casas. En la casa de Escorpio, Milo se quitó la armadura al hacer estallar su cosmos, y la armadura del Escorpión Dorado entró dentro de su caja de pandora, dejando el cuerpo de Milo casi desnudo ya que debajo de la armadura solo llevaba unos pantalones de color verde oscuro.

 

De su hombro caía sangre de donde fue atacado por Aioria, y Milo sabía que el veneno de al menos cinco de sus agujas probablemente tenía a Aioria en cama y víctima de una tremenda fiebre, mareos, y vómitos.

Milo probablemente también tenía el hombro dislocado, pero igual que sabía que Aioria combatiría el veneno del Escorpión Dorado, Milo combatió el dolor de que su hombro hubiera sido lastimado por el relámpago del León Dorado, y jaló con fuerza su brazo izquierdo hasta enderezar su hombro, y soltar un alarido de dolor tras regresarlo a su posición original.

 

—¡Me lleva Hades! ¡Ese maldito gato! ¡Espero que se esté retorciendo del dolor por el veneno de mis Agujas Escarlata! ¡Maldito seas, Aioria! —gritó Milo con fuerza, y comenzó a frotarse el brazo adolorido, y a buscar alrededor de su casa unas vendas—. Aún estoy sangrando —mencionó mientras veía la sangre caerle de la herida, y entonces hundió un par de dedos en su pecho, golpeando su centro sanguíneo y deteniendo la hemorragia—. ¡Gack! Me olvidé de cuanto dolía golpear el centro sanguíneo —se quejó, y entonces escuchó el caer de una bandeja de plata sobre el suelo, y Milo por fin se dio cuenta de que Saori estaba en su casa, y que incluso había preparado la cena hasta ver a Milo malherido y soltar la bandeja de la sorpresa— ¿Saori?

—¡Ah! ¡Tiré la cena! —se dio cuenta la niña, que de inmediato intentó correr a la parte inferior del templo de Escorpio, donde los santos dorados tenían sus hogares, ya que la parte superior del templo estaba diseñada únicamente para soportar batallas—. ¡Espera aquí! ¡Traeré vendas y otro plato de sopa!

 

—¿Qué estás haciendo aquí? —le preguntó Milo. Pero entonces sintió el dolor de sus dañadas articulaciones, y se arrodillo sobre el suelo de su casa mientras se sostenía el hombro.

 

—¡Señor Milo! —gritó Saori asustada, y corrió junto al caballero dorado de Escorpio—. ¿Le duele mucho, señor Milo? —preguntó Saori mientras Milo seguía frotándose el hombro—. Tranquilo, yo te cuido —continuó Saori, y entonces le sonrió a Milo. La sonrisa inocente de la niña era una intriga para Milo, pero lo era más el cálido sentimiento de un cosmos que al parecer la niña no sabía que tenía y que rodeaba a Milo en todo momento.

 

—Eres rara —agregó Milo fríamente, y Saori bajó la mirada y soltó un curioso suspiro de desprecio cuando escuchó eso último—. Tú ganas… te permitiré ser mi escudera —y Saori sonrió al escuchar eso—. Por Athena, no puedo creer que tenga una escudera de tan solo seis años, esto es increíble, por no decir ridículo.

 

—¡Me esforzaré mucho! —agregó Saori—. Vas a ver cómo voy a ser muy buena escudera. Vas a desear haberme tratado con respeto —y Milo simplemente se puso de pie y bajó a su cuarto—. Ya no estaré sola…y usted tampoco. Señor Milo, caballero dorado de Escorpio.

 

Bueno, espero que les haya gustado, y les expido mis más sinceras disculpas si no ha sido así. Muchas gracias por leer.

 

 



#2 unikron

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Publicado 26 agosto 2016 - 13:01

se ve interesante el fic suerte



#3 Xelanad

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Publicado 26 agosto 2016 - 13:21

se ve interesante el fic suerte

Gracias, la verdad cuando lo leo después de tanto tiempo (Y realizo la edición), me siento raro encontrando inconsistencias en mi misma historia, pero poco a poco voy llenando los cabos sueltos.



#4 Patriarca 8

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Publicado 26 agosto 2016 - 14:18

Mucha suerte en tu fic

 

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Publicado 27 agosto 2016 - 10:23

Prólogo:

 

-Urano y  Cronos  son peores padres  que el viejo Kido XD

 

-A esa familia les gusta maldecir

 

-muy interesante la forma en que las armaduras doradas fueron creadas por los olimpicos

 

 

 

 

Capítulo 1: Rencarnación de Athena.

 

-Me pregunto que tan bueno sera Aioros como Patriarca 

 

 

-que  Saori desee ser escudera es algo bastante extraño

 

 

-¿Mephisto de Cáncer, es Dm  o es otro personaje?

 

 

-al parecer tu fic sera una adaptación del episodio G

 

 

PD:

 

Te sugeriría que los capitulos los hicieras un poco mas cortos


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#6 Xelanad

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Publicado 27 agosto 2016 - 13:19

Prólogo:

 

-Urano y  Cronos  son peores padres  que el viejo Kido XD

 

-A esa familia les gusta maldecir

 

-muy interesante la forma en que las armaduras doradas fueron creadas por los olimpicos

 

 

 

 

Capítulo 1: Rencarnación de Athena.

 

-Me pregunto que tan bueno sera Aioros como Patriarca 

 

 

-que  Saori desee ser escudera es algo bastante extraño

 

 

-¿Mephisto de Cáncer, es Dm  o es otro personaje?

 

 

-al parecer tu fic sera una adaptación del episodio G

 

 

PD:

 

Te sugeriría que los capitulos los hicieras un poco mas cortos

 

Vaya, muchas gracias por seguir leyendo, desafortunadamente los capítulos no se harán más cortos, todo lo contrario, se hicieron más largos conforme avanzaba la historia, pero ya aprendí a tener un límite de páginas.

 

El nombre de Death Mask es Mephisto porque en el juego de PS2 se dice que ese es su verdadero nombre, ya sé que no es canon pero como es la unica fuente donde se le ha llamado de otra forma, y todo mundo le llama Angelo, pues quise variarle un poco.

 

Sí es una adaptación del Episodio G bajo fistintas circunstancias, y después de esa saga, ya que lo dividí en sagas, hay una saga personal y después el resto son las sagas clasicas protagonizadas por los dorados.

 

Leí las reglas que pusistes anteriormente sobre la escritura y estoy de acuerdo con ellas, pero bueno, este fue mi primer fic y estaba tan obsecionado con la "mejora continua" que a la larga mis capítulos se volvieron interminables, una disculpa por eso.






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