MAS ALLA DE LA LETRA ME GUSTÓ TU FIC COSA QUE DEBE IMPORTAR MAS QUE LOS DETALLES
VAS BIEN
Muchas gracias, ojala te guste lo que viene a continuación.
Bueno como estoy muy contento por el triunfo de chile, tengo mas ganas de continuar este proyecto, estaba pensando en publicar cada cierto tiempo, mas precisamente dos semanas para que sepan mas menos cuando regresar. El siguiente chapter tiene algunos conceptos que decidi entremezclar q cuando lo lean se daran cuenta. Sin mas aqui va...
Un pequeño recordatorio.
Personajes relevantes del capitulo:
-Carlos de lebreles: A quien no le suena es mi asterion de perros de caza el que lucho con marin.
-Narciso de Mosca: Junto con los otros dos plateados intentaron detener a Ganimedes y era quien menos queria dejarlo escapar. Es muy narigon XD.
-Raven's del Cuervo: Tambien dudaba en dejar ir a Ganimedes de copa, pero confía en las palabras de Carlos al considerarlo su mejor amigo y sabio por su habilidad del satori. Tiene dos cuervos con los nombres de los cuervos de odin XD.
-Miguel de Leo: Fue el ultimo en aparecer en el capitulo anterior, estaba observando el desempeño de su hermano menor.
-Baihu del tigre: Guardian de tierra sellada. Un caballero de plata exiliado que introdujo a Gabriel del cangrejo menor en el templo akashico.
CAPITULO 18.- El TIGRE CONTRA EL LEÓN
1.- La plaga de las moscas.
Una multitud abismal de mosquitos se acercaban como oscuras nubes por los cielos por el camino que llevaba a las aldeas cercanas a los pies del Santuario de Athena. Siendo los primeros en observar esa plaga de insectos, los caballeros que habían intentado detener a Ganimedes de Copa.
—No podemos dejar que esos insectos se acerquen a las aldeas, se comerán todos los ganados y los pocos alimentos que tienen los aldeanos, contaminaran nuestras reservas sino hacemos algo —decía Carlos de Lebreles—. Narciso, creo que es una misión para ti.
—Déjalo en mis manos, después de todo es mi especialidad —decía el santo de nariz sobresaliente y cabellos anaranjados, cuando se adelanto para recibir la plaga de mosquitos.
El santo de mosca, decidió subir a lo más alto para poder detenerlas. Entonces dio un silbido muy agudo y llamo la atención de los mosquitos para que se arremolinaran alrededor de él. Muy pronto comenzó a dispersarlas para llevárselas a otro lugar, sin embargo no todas lo siguen y en el proceso, la acumulación de esos pequeños engendros se vuelve más violenta, entonces el control de la plaga se vuelve inestable y los alaridos de los mosquitos se intensifican mas hasta que el santo de plata comienza a sentir que los insectos le están atacando, picándolo de forma desgarradora.
—Ahora que las veo con mayor exactitud, son muchas. Jamás había visto tantas. Ya no me obedecen, que extraño… ¿acaso están escuchando a otra orden en vez de la mía?
Narciso se estaba confundiendo, quien podría domar a los insectos a parte de él, con mayor control. El caballero de plata, decidió intentar atacarlas, para mandarlas a volar en una poderosa patada voladora en forma de coz de caballo, la cual originó una ráfaga huracanada que se llevó a los mosquitos hasta los cielos.
No obstante al ver que eran tan microscópicas, algunas se le metieron por el interior del cuerpo y se refugiaron, evitando su ataque. Para poder picarlo nuevamente.
De la nada, una multitud de aves oscuras vinieron de la dirección contraria y empezaron a devorarse a los mosquitos, aunque eran menos. Los cuervos eran mucho más grandes y con sus garras y picos, empezaron a matarlas.
—¡Raven's! —exclamó Narciso al ver que el santo del cuervo había llamado a sus mascotas.
—Creo que necesitas ayuda, déjame asistirte.
—No será suficiente, esos mosquitos son tan diminutos que se pueden escabullir de tus cuervos y al ser más pequeños les da una ventaja notable—le decía su compañero.
Entonces los mosquitos en unos minutos empezaron a picar en los cuervos que los hicieron caer uno a uno. La plaga no parecía normal, pues el mismo Narciso sentía una extraña sensación por dentro al ser picado, definitivamente estaba percibiendo que tenían un veneno bastante inusual para afectarlo. Tanto que para los animales y personas normales, seria mortal.
El santo de la mosca, como último recurso decidió autodestruirse, incrementando su cosmo hasta el máximo, pero para eso, intenta ascender hasta el epicentro de la plaga, en medio de ese enjambre mortal, Narciso acumula sus energías en todo su cuerpo, para extender sus extremidades y explotar en un fulgor de luz, que quemó en el aire a los insectos por completo. Produciendo una explosión de fuego blanquecino.
Por otro lado sus compañeros, contemplaron incrédulos la determinación de su compañero, y vieron caer su cuerpo todo pulverizado por tal obra, en aquel momento el santo del cuervo lo atrapó antes de que se impactara en el suelo.
—Formidable Narciso, ahora la gente de las villas podrá seguir viviendo —le dijo el santo del cuervo.
—Bueno, creo que valió la pena... —dijo en sus últimas palabras el santo de la mosca al cerrar los ojos.
—Descansa en paz, nosotros nos haremos cargo de ahora en adelante, de las futuras calamidades —vociferó Carlos de Lebreles.
2.-Dos felinos en una montaña
Un tumulto de santos habían estado apareciendo en la jungla de tierra Sellada en la India, a mil kilómetros de Rozan, donde el lugar ahora era todo menos un silencioso valle. Gabriel del Cangrejo Menor, había sido salvado por un desconocido, llamado Baihu. Quien se auto nombraba el guardián de estas tierras ocultas. Sin embargo, Miguel de Leo, también arribó al lugar en busca de su hermano, llegando en el momento en el que a él le fue ofrecido un extraño entrenamiento secreto con aspiraciones prohibidas por el santuario.
—Bueno, lo siento mucho pero mi maestro es muy suspicaz en cuanto a los santos del santuario, así que solo por respeto entre caballeros, te lo diré una vez —cambió su tono de voz, aún sonido más amenazante—. ¡Vete de aquí ahora o tendré que matarte!
—Ciertamente nuestro patriarca también desconfía de vosotros, ya que nunca se han reportado a sus llamados, pero después de todo ustedes también nos ocultan sus intenciones puedo sentir el cosmos de Enoc de Libra mas allá de esta jungla. ¿Por qué se encuentra aquí?
—Eso no es de su incumbencia. Pero vuestra percepción es magnífica, incluso para un santo de oro, reconocer las cosmoenergias mas allá de esta jungla encantada es una proeza.
—Lo hemos estado buscando desde hace días. Lo siento pero no puedo permitir que se lo queden, el debe regresar al santuario con nosotros y junto con Gabriel —le indico Miguel, tomando una posición de defensa— Si es necesario, tendré que apartarte para encontrarlos.
—Sera en vano —musitó Baihu, extendiendo el dedo índice, del cual dirigió un rayo astral de un frio afilado de diminutas escarchas.
Sin embargo su nuevo oponente del santuario, bloqueó el ataque con la palma de su mano izquierda, provocando un chispeante amortiguamiento, como si su cuerpo estuviera cargado por una energía electromagnética
—Es mi turno. Aquí voy, recibe el rugido del León…
¡Golpe del rey bestia!
Cargando su puño con un fuego de luz dorado, lo extendió para dar un puñetazo, plasmando la cara de un león esbozando un gran rugido como un trueno, avanzado directamente contra Baihu, pero este salto muy veloz, logrando esquivarlo. Estando en el aire vio como el ataque arrasó varios árboles, dejando la tierra atrincherada. Lo que provoco que el santo de plata lo mirara con desprecio.
—¿Qué?... Para esquivar mi técnica, ciertamente debiera moverse a la misma velocidad que los santos de Oro, como es posible que siendo un plateado tan joven ya domine la velocidad de la luz.
—No es para sorprenderse, yo poseo el séptimo sentido como tú, aunque de seguro lo domino mejor ya que mi ideología del cosmo no me implica tener limitaciones a la hora de armonizar mis sentidos con la naturaleza —explicaba el santo de ropaje blanquecino de rayas negras.
—No te sientas tan confiando, eres muy presumido solo por estar en tus tierras. A mí no me gusta mostrar todo mi poder desde el principio, jamás he tenido necesidad de usarlo al máximo y espero no tener que hacerlo, para mi Miguel de Leo, pelear es mi última opción. Si me dejas pasar y me devuelves a mi hermano, no seguiré luchando —hablaba muy claro, el santo de melena gris con un tono muy paciente.
—Un idealista, me extraña que formes parte del santuario, pero no puedo dejarte pasar, así que si es necesario, tendré que destruirte junto con el bosque que tanto cuido —le aseguró el plateado.
—No es necesario, al igual que tú respeto la naturaleza. Podemos luchar haya arriba —aconsejo el dorado.
—Muy bien si quieres pelear en serio, sígueme —le ordenó dándole la espalda para dirigirse a otro lugar.
Miguel lo siguió y notó que corría tan veloz como él. Los dos, llegaron corriendo y saltando en segundos a unas montañas, las cuales bordeaban el valle. Estando ya en un suelo rocoso y sin nada a su alrededor, se dispusieron a continuar.
—Aquí ya no destruiremos la naturaleza, al menos solo las rocas.
—Lo hubieras dicho antes, pero a decir verdad nunca había visto tal velocidad en un plateado como tú.
Baihu se abalanzó contra él, dando una serie de puñetazos y patadas que deslumbraban corrientes de aire, pero su rival detuvo cada golpe, contestándole con ataques con el mismo ímpetu que su oponente.
—Te mostrare la fuerza del tigre del tigre del Oeste…
¡Byakko Gansenran!
“Tempestad de colmillos Del Tigre Blanco”
Al plateado se le alargaron las uñas como filosas garras, mientras un aura de un felino siberiano aparecía detrás de él, éste le lanzó desde la punta de su de dedo índice, una infinidad de rayos de luz blanquecinos con un rastro astral.
Miguel no se quedo de brazos cruzados, y encendió su cosmoenergía, rodeándose de una eléctrica aura a su alrededor, la cual erizó sus ondulados cabellos grises. Entretanto acumulaba la energía en su puño, el cual estiró, gritando.
—¡Lightning Plasma! —
“Plasma Relámpago”
Desde el puño de Leo, salieron incontables rayos de luz muy finísimos, los cuales atacan entrecruzándose en todas las direcciones.
Los dos puños de rayos colisionaban en todas direcciones, parecían ser igual de veloces y certeros, ya que no dejaban espacio donde poder penetrar y llegar a su víctima, pues ambas técnicas terminaron anulándose entre sí, quedando en un increíble empate.
—Tal parece, somos igual de veloces. Por lo tanto, tendré que solucionar eso —musitó el plateado. Adaptando una pose con sus manos en forma de garra, creo una esfera de un intenso fulgor azulado.
Un aura de un gran tigre blanco con rayas negras, se apareció por detrás de Baihu. Mientras reunía energía.
—¡Metallic breath! —
“Aliento Metálico”
El ataque se manifestó como una huracanada ártica de heladas escarchas grisáceas, las cuales avanzaban, dejando un cristalizado rastro metálico. Mientras Miguel intentaba detenerla, estiro sus palmas para levantar una barrera eléctrica que contuviera el ataque, por el contrario la ventisca metalizada, aisló la energía eléctrica del dorado y logró alcanzar parte de su cuerpo.
—Mi cuerpo, parece como si hubiera sido víctima del embrujo de Medusa —dijo al ver que algunas extremidades tenían un rastro gris brilloso, como si fuera de piedra—. ¿Cómo es posible esto?
—No te exaltes, tu barrera te permitió quedar solo parcialmente metalizado. Mi aliento metálico no es un frió común, mi viento está cubierto de micro partículas de plata, por lo que estoy transmutando tu armadura, hasta que se convierta en un frió y pesado trozo de metal seco —le explico el exiliado, mientras acumulaba su energía en sus manos—. Me pregunto si seguirás siendo tan fuerte después de que neutralice tu armadura dorada.
Baihu volvió a atacarlo con la misma técnica, la cual descargo en su rival una densa tempestad grisácea que lo oscureció en medio de un tornado. El santo de plato sintió su cosmos desfallecer cuando la tempestad terminó, entonces se empezó a despejar la niebla y divisó la silueta de la armadura de oro, había quedado en forma de la constelación de leo con un tono gris metalizado. Sin ningún rastro de su dueño.
—¿Dónde está?
Cuando sintió una briza por detrás, saltó sin saber que estaba esquivando. Aunque no fue tan veloz, la ráfaga llameante le rozó la espalda. Un gigante león de fuego lo intentó embestir, haciendo un cráter en la montaña.
—¡Esto es! —exclamó, para ver que estaba Miguel detrás de él en posición de combate y solo con su traje de entrenamiento—. ¡No puede ser, tú también tienes la Unidad con la naturaleza!
—Creíste que soy de los que se confían con la fuerza de la armadura, parece que ambos podemos ser tan silenciosos como el viento. Así como tú, también tengo un instinto cósmico que me guía y me hace predecir ciertos eventos, lo llamo hablar con la tierra y tú la unidad con la naturaleza, pero al fin y al cabo, tenemos la misma habilidad —le explicaba leo.
—Nunca creí que alguien podría desarrollarla sin necesidad de seguir nuestras prácticas, te felicito, pero ahora estás indefenso ante mi aliento metálico —le vociferó Baihu, cuando le lanzó una esfera metalizada.
El otro contraatacó con su golpe del rey bestia, emulando desde su puño una cabeza de un león flamígero que se trago la esfera y la fundió en sus fauces y continuo con su avance hasta impactarlo ferozmente contra unos muros.
—Qué absurdo, parece que su fuerza se incrementó más ahora que ya no tiene su armadura —fue lo que pensaba al ponerse de pie con dificultad, mientras su plateada armadura había sido teñida de su sangre, producto de heridas del terrible impacto.
—Debes saber que una técnica no funciona dos veces, no obstante por qué volvió a funcionar mi golpe del rey bestia. Después que ya lo viste en varias ocasiones —le preguntó el león de melena gris de forma irónica.
—Eso es porque sobrepasaste mi nivel. Ahora la única manera de que te alcance es que yo también me funda con la naturaleza —contestó el santo del tigre, cruzando sus brazos para dejar salir de un alarido toda su armadura, la que formó la constelación de un felino bicolor, blanco con rayas negras.
Ambos comenzaron a vaciar su espíritu, mientras sus cosmos ardían al paroxismo. Los dos acumularon sus fuerzas en la palma de sus puños, a su vez una energía electrizante los rodeaba. Atacaron directamente con los nudillos opuestos, para chocar dos golpes que ocasionaron un deslumbrante haz de luz. Haciendo temblar la tierra, la cual estremeció todo la jungla y llego hasta los oídos de los que estaban más adelante, como Gabriel y Enoc.
Los dos estaban haciendo presión con la fuerza de sus nudillos, mientras tenían sus dos puños chocando. Se dieron cuenta que la tierra se estaba hundiendo por la increíble colisión de fuerzas, por lo que los dos saltaron hacia atrás.
—¡Sera mejor que te destruya de una buena vez, para no seguir destruyendo la tierra! —hablaba enérgicamente reuniendo su cosmoenergía, dio un puñetazo centrado del cual múltiples rayos de luz salieron disparados en todas direcciones.
—¡El plasma relámpago no podrá alcanzarme, puedo verlo a la perfección! —muy confiado observó con atención como los rayos de luz, se acumularon en el puño de leo, formando un solo punto de concentración en forma de una esfera luminosa.
—¡Lightning Bolt! —
“Relampago de Voltaje”
—¡Imposible!... el rayo de plasma se ha hecho un solo ataque el cual parece abarcar toda extensión.
—No podrás esquivarlo si no lo contraatacas —respondió Miguel, liberando todo el resplandor de su golpe.
La esfera de luz pulverizó todo con su fulgor, dejando un terreno atrincherado. Sin embargo esta vez fue Miguel quien lo perdió de vista.
—Estando sin su armadura, pudo haber sido destruido por completo, a menos que…
El desnudo leo miro hacia el cielo para ver que Baihu fue al único lugar lo suficientemente seguro para no ser alcanzado por el ataque, estaba en las alturas flotando a través de sus pies, de los cuales salían dos llamaradas relampagueantes como chorros a propulsión.
—Tenias razón, ningún lugar en la tierra me hubiese salvado sino es por mi velocidad no hubiera llegado al cielo —le vociferó Baihu sonriendo.
—Te diré algo solo con velocidad no ganaras.
—Y tú con tu grandiosa fuerza tampoco, si no puedes alcanzarme. Aunque vuestra fuerza sea mayor.
Baihu aterrizo nuevamente en la tierra, terminando de desprender esa energía electrizante de sus pies y quedo frente a una pequeña pila de rocas más alta que su oponente.
—Creo que estamos en una encrucijada por poco —respondió el sereno león—. Tarde o temprano tendrás que atacarme, entonces te superare y no podrás huir. Es ahora cuando debes reflexionar, vale la pena todo esto.
—La misión de los caballeros exiliados es despertar los corazones de los próximos guardianes de los tesoros, entonces ellos podrán liberarnos del yugo de los dioses —respondió solemnemente—. Si debo morir con tal de brindarles más tiempo, lo haré si eso hace cumplir mi juramento que hicimos cuando se fundó la orden de la sociedad del hombre.
—¿Sociedad del hombre?... Hablas como los aspirantes caídos durante la rebelión de hace algunos años, su objetivo era adquirir el poder solo para emanciparse de la diosa Athena.
—Los que conformamos la sociedad no fuimos solamente santos, también hubieron exiliados de los atlantes, muvianos, toda raza humana que consideró que los dioses solo nos utilizan. Además hubo un hombre entre nosotros que era muy extremista que no quería que solo nos aisláramos para vivir coexistiendo entre dioses y hombres, separados unos de otros, si no que creía que los dioses jamás nos permitirían vivir sin dominarnos. Por lo que solo le restaba, extinguirlos de la faz del mundo —explicaba con algo de temor al recordarlo—. Esa ideología se convirtió en una política de la cual corrompió a la siguiente generación y se difundió entre los santos caídos.
—Ya había escuchado esa historia, pero es una ilusión. ¿Qué podría existir en este mundo que nos haga superior a los dioses?
—Supongo que vosotros los caballeros del santuario han oído hablar de prodigios entre los caballeros mas fuertes o mejor dicho milagros, nosotros lo llamamos el supremo séptimo sentido.
—Quien lo alcance, seguramente obtendrá la gloria eterna y todos tienen la llave para eso. Pero nosotros hemos conseguido tomar ventaja para abrirnos paso a ese camino —dijo una fina voz desde los cielos
Los dos se empezaron a percatar, que la tierra se distorsionó y el espacio se oscureció de un purpura negruzco. Una extraña aura los rodeaba en forma de llamarada, la cual bordeó un enorme círculo de flamas que los encerró e hizo que la tierra en su interior se distorsionara, en un abismo carmesí.
La gravedad hizo lo suyo y los dos cayeron a la nada por un buen rato, hasta que despertaron y Miguel fue el primero en ponerse de pie, para ver una tierra seca sin vida que se extendía hasta donde alcanzaba la vista. Ni un solo árbol. Ni un arbusto. No había montañas o valles, solo un mar de polvo y rocas de color naranja-amarillento; indeterminadas corrientes de aire caliente hervían en el horizonte como vapor, flotando hacia arriba como si toda la vida por ahí se estuviera derritiendo hacia el cielo rojizo y neblinoso, el cual tenía un pequeño sol rojo hacia lo lejos como el principal sustento de ese increíble calor que se sentía.
—¡Esto es el infierno! —exclamó Baihu arrodillado, empezando a sudar rápidamente.
—No lo creo, no parece que hubiéramos pasado por el yomotsu. ¿Dónde estamos?
—¿Qué sucede?... No puedo escuchar la voz de la tierra —se cuestionó con algo de preocupación en el santo exiliado.
—Las armaduras tampoco están.
—No importa, eso no cambiara las cosas. Te derrotare en la tierra o cualquier parte de ella —le aseguró para atacarlo con un puñetazo centrado que lo descoloco, tomándolo por sorpresa. Miguel no podía creer que no le importara saber donde estaban y por qué habían caído hasta ahí.
—¡Espera, no deberíamos continuar esta pelea! —le pidió desesperado, mientras su cuerpo seguía sudando con intensidad.
En un arrebato de precipitación desmesurada, Baihu continúo atacándolo con una serie de puñetazos y patadas que lo tumbaron de una manera más terrible. De su boca, sangre brotó y su vista se debilitaba tanto por los ataques que no lo dejaban pensar, aparte de ese brillo abrasador del cielo, proveniente del sol rojizo. No era un calor normal, ni tampoco sentía su conexión con la madre tierra, definitivamente estaba en aprietos y muy confundido por primera vez.
—¡Acabaré contigo de una vez por todas! —El enérgico exiliado se preparaba para asestarle su último golpe, reuniendo fuerzas—. Muere con el este ataque.
El cuerpo del santo de plata se tenso, adoptando su pose habitual con sus manos en forma de garra hacia atrás, dejando su pecho al descubierto, lo que provocó que el ojo de Miguel lo viera y reaccionara atacando de una forma instintiva. Estando arrodillado de una pierna dio un puñetazo hacia adelante.
—¡Lightning Plasma!—
“Plasma Relámpago”
En un segundo dio múltiples rayos que frenaron en seco a Baihu, este fue desgarrado por todos los rayos, bañándose en un charco de sangre. El cuerpo del santo exiliado cayó agonizando. Algo había sucedido, pues el debió haber podido esquivarlo, pero su cabeza ya no estaba bien, y el cuerpo de Miguel reaccionó por un sentimiento primitivo de sobrevivir. El también se dio cuenta de que lo había dejado al borde de la muerte, el santo dorado se acerco para ver como aún vivía retorciéndose en el suelo, enfrentado sus últimos minutos antes de que su cuerpo perdiera la suficiente sangre para morir desangrado. Algo en la cabeza del reflexivo león lo hizo querer matarlo y hasta se coloco en posición de no fallar, para atacarlo directo al corazón, pero un suspiro lo hizo detenerse y con su dedo índice, clavo directo en el pecho. Un golpe que actuó como una reacción en cadena por dentro, regresándole una respiración más profunda.
—Acabo de tocar el Shinouten, el punto clave en el cuerpo que detiene la pérdida masiva de sangre, un golpe certero en el punto vital del cuerpo humano. Ahora te recuperas lentamente —le dijo Miguel, apartándose de su oponente, mientras este parecía perderse en un profundo sueño.
—¿Por qué no le diste el golpe de gracia? —le preguntó una voz masculina desde atrás.
Cuando volteó, para ver que alguien había aparecido. Un individuo de cortos cabellos grises a difrencia de su larga melena plateada, ocultando su rostro bajo una diadema y gran parte de su cuerpo con una capa blanca. Se notaba parcialmente su ropaje carmesí oscuro, ya que traía su capa envuelta a mitad de su hombro como una toga.
—Debiste haber sido consumido como él por la Quemadura del Sol rojo —respondió el desconocido.
—¡Tu nos trajiste hasta aquí!... ¿Quién eres?
—Como note que estaban tan concentrados en su pelea en la cual no parecía haber un ganador, tenía que acelerar las cosas, así que los traje al centro de la tierra. Donde la Quemadura los contaminaría con su calor espiritual. Bienvenido al reino de los daimon, mi nombre Jack de Palioxis, espíritu de la embestida.
—¿Quemadura?
—Es la radiación que emite nuestro astro rey. En este reino, cualquier vestigio de humanidad es consumido por la Quemadura del sol rojo, sacando a flote, los instintos de supervivencia del más acto. Debiste haber matado a tu oponente para quedar contagiado totalmente, pero algo no permitió que te contagiaras del todo, como ese muchacho —le explicaba el hombre de ropaje carmesí.
Eso aclaraba muchas cosas del porqué Baihu empezó a comportarse de esa manera tan desenfrenada.
—Si sigo aquí, creo que caeré en este embrujo. Pero creo que podre vivir con tu muerte.
—No creas que la Quemadura solo causa eso, tarde o temprano te llevara a la locura. Ya lo veras —El daimon, expresó una pequeña carcajada.
Las últimas palabras de su nuevo oponente, lo hicieron preocuparse más. Algo estaba empeorando. Pues había caído en una trampa que tal vez le costaría la vida. Cada segundo que pasaba, mas trabajo le costaba respirar y el calor era insoportable estando sin su cloth dorada, estaba en total desventaja y ya algo fatigado por la pelea anterior, mas encima soportar el sofocante clima. Que posibilidad tendría de siquiera enfrentar a un daimon, uno de los siete espíritus de la guerra.
—No moriré en este lugar, ni el tampoco —dijo refiriéndose al inconsciente muchacho, detrás suyo—.Todavía tengo que ir por mi hermano.
—Deberías preocuparte por ti, no hay necesidad de esforzarme con alguien que está a punto de ser consumido por la gran Quemadura como tu otro camarada, dejare que experimentes un proceso lento hacia la locura de tu espíritu.
—¿Qué dices?
El daimon alzo su brazo al descubierto para tronar sus dedos y en un instante encender una flama azulada, como una pequeña antorcha.
—Imposible pudo manifestar el fuego del inframundo estando aquí.
—Veo que lo conoces, pero debes saber que aquí en el centro de la tierra, es el lugar más caluroso del mundo debido a nuestro gran sol rojo —decía el daimon. Cuando lanzó la llamarada que se incendio como una enorme fogata de flamas azul oscuro, alrededor de los dos—. Ser sofocado hasta la locura por la radiación de este sol o dejarte consumir por el fuego de los tontos…
¡¡Ignis Fatuus!!
“Fuego Fatuo”
El daimon les dio la espalda, mientras reía a carcajadas para alejarse en las sombras amarillentas del desierto. Entretanto las llamas parecían intensificarse con el viento tumultuoso de ráfagas calientes.
FIN
Proximo capitulo aprox de aquí al 19 como fecha tope, saludos.
Editado por ALFREDO, 24 marzo 2016 - 10:08 .