Lo dije por Surt XDD pero tranquis, que te guste omega no es malo no lo ocultes :troll: XD
Ahora si entendi te referias al nombre, ni me acordaba de ese personaje. No lo oculto, de hecho me gustan algunas cosillas, los soundtrack mas q nada, cuando aparecen los del clasico...
____________________________________________________________________________________________________________________Bueno llego la hora finalmente de continuar esta historia, espero no sea muy brusco, por el cambio de letra e estado probando nuevos estilos juju.
CAPITULO 13.-EL RETORNO DEL FÉNIX
En lo más profundo de las montañas del Cáucaso se encontraba unas cuevas subterráneas, donde se estaba llevando unas crueles batallas por el tesoro imperial, el cual era una espada ondulada que el santo de plata Surt de Altar, había logrado desenvainarla en un momento desesperado frente al caballero negro de la constelación del horno, Faetón de Fornax.
—Cuando una armadura provoca una resonancia, está comunicándose, pero… ¿A quién habrá llamado esta espada? —se preguntó el joven de finos mechones marrones. Después de haber escuchado ese curioso sonido.
—¡Maldito bastardo! —exclamó enérgicamente el santo negro, dándole un gran golpe que lo dejo sin aliento.
Entonces del arco de piedra que se encontraba frente a ellos, una energía cósmica se estaba empezando a rodearlo en su interior, mostrando un paisaje espacial como si las galaxias y las estrellas se encontraran más allá de esa puerta y comenzó a sentirse una gran fuerza de atracción desde su interior.
—¡¿Qué es eso?!
—Parece que se abrió la puerta hacia el reino de los cielos —musitó Surt agachado.
—¿Qué sucede por qué mi cuerpo es arrastrado? —se preguntaba irritado al sentirse impotente al comenzar a ser engullido.
Cuando no pudo resistir más la increíble fuerza de atracción y terminó siendo succionado. Sin embargo, quien no parecía padecer ese increíble arrastre, era Surt. Él se dio cuenta, que la espada lo estaba protegiendo de alguna manera para no ser víctima de las dimensiones lejanas que se veían del interior de ese rocoso arco, después vio como la puerta comenzó a ser sellada por una barrera cristalizada de luminosa apariencia.
—¡Es el muro de cristal! —vociferó Surt, volteando hacia atrás.
—Sera mejor regresar, tengo un mal presentimiento —le contestó Edward apareciendo extendiendo su brazo desde metros atrás del joven plateado.
—Entiendo, entonces sellare la puerta dejando la espada en su lugar —añadió Surt.
Cuando levanto la espada para volverla a clavarla en la roca está tomo voluntad propia e inesperadamente se introdujo dentro del cuerpo del joven plateado, quien no pudo entender que fue lo que paso, junto con el santo de oro rubios cabellos. Su maestro al ver eso, pensó que era mejor salir de ese lugar antes de la que las cosas empeoraran más.
Mientras más arriba de esas galerías subterráneas, el caballero de acuario se había fijado que un nuevo cosmo había arribado al Cáucaso, un conocido el cual esperaba con ansias su regreso, desde hace años cuando lo conoció de forma inesperada.
Tiempo atrás un joven David de acuario, se encontraba subiendo las colinas de la región del Cáucaso, para ver si quedaban más personas de su antigua raza humana, pues él sabía que no era un muviano como Edward o Alphonse, ni tampoco un atlante ya que ellos se extinguieron antes que el naciera y solo recordaba que fue encontrado abandonado en una región del Cáucaso, donde el papa lo hallo y lo trajo al santuario, además el mismo patriarca lo hubiera reconocido si pertenecía a un de esas razas anteriores con las que el convivio durante la primera guerra santa. Menos podría ser un hombre de la más joven raza humana, ya que ellos son los que más problemas tienen para despertar el cosmo y en él, eso era todo lo contrario, entonces… ¿a qué clan pertenecía?
El muchacho de angelical apariencia peli verde amarillo de piel rozada continuaba su solitario viaje en búsqueda de respuestas sobre su origen genético, pues nadie era como él. Su habilidad nata para manipular el aire frio era excepcional y le daba una grandeza que lo hacía destacar sobre los demás caballeros de Oro. Si los alquimistas de Mu usaban la transmutación de la materia como una ciencia, lo que él hacía, era llamado magia ya que nadie más era capaz de detener el movimiento de los átomos para congelar cualquier cosa. Era algo irónico, su habilidad contrastaba muy bien su hermosa apariencia de la que siempre le jugaba en contra a la hora de ganarse el respeto de sus camaradas.
Por otro lado a medida que seguía subiendo por las extremas y rocosos caminos, el clima parecía aumentar bajando aún más la temperatura, pero para él no era problema, no obstante cuando llego al monte elbrus, la zona más alta de la región del Cáucaso sintió que algo no encajaba. Un cosmo lleno de calor parecía albergarse en el corazón de la montaña. Introduciendo lo más profundo que pudo, llegó a una zona donde era imposible que la luz iluminara la parte más subterránea, fue cuando descubrió que había una espada produciendo un calor indescriptible, donde debería sentir solo fuertes venticas y un intenso frío. Aquella espada estaba clavada en una oscura roca, frente a un arco de piedra de curiosas simbologías que él no entendía. ¿Quién hubiera edificado una puerta en la piedra?
—Sé que estás ahí, estoy buscando algún guía de este lugar —vociferó David, produciendo eco en sus palabras.
—¿Cómo sabias que había alguien? —dijo una voz masculina desde las sombras—. También, que hace aquí un caballero dorado, que no se supone que no pueden salir del santuario.
—El cosmo de esta espada con el sello encima, es suficiente para sacar conclusiones. Además, ya he abandonado el santuario—reveló el joven dorado—. Estoy en busca de respuestas sobre una antigua raza que habita este lugar. Creo que puedes tener respuestas si tú vives aquí.
—Los muvianos habitaban este lugar.
—Pues yo no soy uno, solo sé que antes había otra civilización. Porque yo nací en estas tierras.
—Se dice que las antiguas razas del hombre, intentaron aislarse de la guerra santa escondiéndose en los lugares más remotos del mundo como estos —dijo la voz escondida sin queriéndose mostrar.
—Por qué no te muestras de una vez, después de todo no se supone que somos camaradas.
—Solo soy un hombre solitario igual que tú —respondió la voz misteriosa acercándose por detrás.
David vio que la voz de su enigmático conversador, era la de un santo de bronce. Pues cargaba un pandora box de opacos colores con la silueta de una ave en los lados de la caja metálica. Aquel sujeto era alguien de tex pardo y cabellos rojizos, con vendajes en las extremidades y una cinta azul en la frente, vistiendo las típicas ropas de entrenamiento para caballeros.
—Mi nombre es David de Acuario, realmente no imaginaba encontrarme con un caballero de bronce, de hecho los que hay son muy pocos y no tienen autorización para salir del santuario, tú no pareces de su misma edad.
—No soy de esa generación. A mí me encomendaron vigilar este lugar, esta espada es un tesoro imperial que sirve como una llave para abrir la puerta hacia otro reino, un mundo celestial donde solo los dioses son capaces de llegar. Por eso no puede permitir que nadie intente profanar este lugar, estaba esperando que intentaras liberar el sello para sorprenderte por detrás ─fueron unas declaraciones traicioneras de parte de su anfitrión.
—Puerta te refieres a ese arco de roca, espera un momento —dijo acuario al mirarse nostálgico—. Una vez escuche sobre unas armas divinas, los cuales pensé que eran una leyenda solamente, se decía que eran reliquias ancestrales que fueron separadas en las fronteras del mundo.
—Bueno ahora lo estás viendo y ese cosmo que sientes es el mío en la espada. Pero lamentablemente ahora soy un guardián inútil, mi poder fue sellado y mi armadura está muerta, incluso ni los alquimistas de Mu podrían ayudarme —explicaba el desconocido pelirrojo.
—¿Cómo es posible eso?... Si es solo una armadura de bronce.
—Un combate mortal. Además mi cloth es especial, solo se restaura con el cosmo del dueño que escoge, jamás podría usarla si yo me encuentro incapaz de encender mi cosmoenergía. Por eso no sirven la alquimia que es el proceso habitual. Solo un calor semejante donde fue forjada podría restaurarla quizás a largo plazo, pero no queda ningún vestigio del continente de Mu.
—Creo que existe un volcán muy extenuante, del cual se dice fue descubierto hace poco. Quizás podrías probar, queda en una isla en el egeo, llamada la isla de Kanon.
—No puedo abandonar mi misión. Pero tampoco puedo seguir así —el hombre lo miró fijamente a los ojos como si fuera capaz de ver más allá—. Creo que podríamos ayudarnos mutuamente, pero necesito recuperar mi cosmo para eso.
—Enserio... ¿Cómo podrías hacerlo?
—Tengo habilidades extrasensoriales que me hace un muy buen vidente, pero primero necesito que tú me hagas un favor, quiero que resguardes este lugar y asegúrate que nadie toque esta espada. Solo cuando regrese podría responderte todas tus dudas.
—Yo no tengo planes de regresar al santuario. Creo que podría relevarte, siempre y cuando me asegures que tu ayuda sea de confiar.
—Descuida, cuando recupere mi cosmo te revelare todo tu pasado, aunque no te aseguro que te guste —añadió el exiliado—. Pero dime por qué abandonaste el santuario —le preguntó con curiosidad.
─El santuario se ha vuelto muy autoritativo y las personas que protegemos nos temen, esperan con ansias cualquier ataque para iniciar la siguiente cruzada que cruce nuestras fronteras. La primera guerra comenzó por el contacto con otras naciones, ahora solo hay una en la tierra. El santuario de Athena, mientras continúe así sin comunicación exterior, no tendríamos más conflictos a menos que esas puertas se abrieran y para eso, tendrían que liberar los tesoros de sus altares. No habría necesidad de que nuestras razas humanas se unificaran en una nación central militarizada y la gente dejaría de temernos tanto ─explicaba acuario.
—Esa creencia que tienes, era la ideología de la que una antigua fraternidad entre santos se difundió, llamada la sociedad del hombre, de la que una vez forme parte, su fin era que después de la primera guerra el santuario se disolviera y la tierra recuperara su armonía natural.
—Jamás escuche nada parecido —añadió con extrañez el joven angelical.
—Quizás algún día veas los cambios que querían traer —decía al momento de ponerse la caja metálica en su espalda para iniciar su viaje.
—Espera… ¿Cuál es tu nombre?
—Amón... Amón del Fenix.
Entonces durante los años venideros, David deseo que se recupera y regresara, no para dejar esa solitaria nueva misión que tenía, pues hacer de guardián vigilante era lo suyo, pues nunca fue muy sociable, así que no extrañaba a nadie en el santuario con mucho entusiasmo, solo guardaba empatía con ciertas personas, pero solo un poco. Más que nada para saber si realmente podría ayudarlo a conocer sus orígenes.
—Finalmente te has recuperado, Amón del Fénix —musitó el santo de angelical.
Cuando lo vio asomarse a la entrada, era un hombre de musculosa apariencia y rasgos de una piel bronceada y cabellos rojizos, portando una alada armadura anaranjada con tres colas detrás del protector trasero de la espalda. Con numerosas marcas negras en los brazos de forma ondulada, tenía la piel marcada con enigmáticos tatuajes oscuros como el ébano.
El santo dorado se acercó lentamente después de un arduo combate, mientras el caballero de bronce permanecía en silencio con los ojos cerrados y un rostro serio. Cuando llego, David extendió su brazo para saludarlo y estrechar su mano, pero en el momento que el fénix le respondió su saludo. Acuario no encontró un fraternal gesto entre camaradas sino que sintió como su mano comenzó a calentarse con extremidad y el metal de su armadura también se empezó a caldear tanto que el color del protector de la mano cambio de un dorado reluciente a un anaranjado intenso.
—¡¿Qué haces?! —se exaltó acuario, separándose un par de metros.
—Supongo que debo agradecerte mi resurrección, pues el cosmo que la espada contenía guardado término mi recuperación y ahora puedo empezar mi verdadera misión —expresó serenamente el santo de finos mechones rojizos—. Como tu orden sufrirá lentamente, en compensación por tu servicio te matare rápidamente.
—De que hablas…
—Ya no te necesito. Muere con el aletazo del fénix…
―¡Hō Yoku Tenshō! ―
“Las alas del fénix se elevan al cielo”
El santo de bronce puso su torso al frente y juntando los puños reúne fuerzas de viento y calor en un punto concentrado, creando una especie de tormenta de llamas con su Cosmo, en un único soplo furioso, mientras se ve como un aurea de una hermosa ave de multicolores y colas con cuerpo ígneo avanza con el ímpetu de la técnica.
—¡Frienzing wall! —
“Muro de hielo”
En consecuencia el caballero de acuario intenta protegerse y ondea su brazo derecho montado en el proceso una oleada que se extiende en forma de una plana muralla cristalizada para detener el avance de la técnica. Sin embargo, la onda expansiva del santo de bronce atraviesa con facilidad la barrera gélida y atrapa a su víctima que es zarandeado por los aires a merced de un poderoso vórtice de fuego capaz de destruir el área de combate y los alrededores mediante bolas de ígneas que brotan del remolino.
Acuario termina violentamente en el piso sepultado por enormes bloques rocosos después de haber sido mandado a volar en ese intenso ataque. Mientras el pelirrojo santo se acercaba a los escombros para ver que David aún se movía, se disponía a darle el golpe de gracia y este pensó en arrancarle la cabeza mientras su rival permanecía en el suelo.
Cuando extendió la mitad de su brazo de forma recta para terminarlo, un finísimo hilo luminoso detuvo su muñeca, salvando al santo de acuario.
—No puedo dejar que hagas eso.
El fénix siguió la línea del hilo dorado, vio que había otro caballero de oro, acompañado de un santo de plata.
—Yo Amón de Fénix solo estoy abriéndome paso para tomar lo que es mío, vosotros dos creo vienen de lo más profundo de esta montaña… ¿acaso tienen el tesoro imperial?
—Tú eres el guardián, no entiendo por qué nos atacas, si eres un aliado —le preguntó Edward de Aries.
—Sera mejor que me den la espada flamígera o sino terminaran así —vociferó el fénix. Cuando con un dedo de su otro brazo libre, tocó el hilo de cristal de Edward y lo empezó a incinerar hasta que todo el hilo se incendió en unas curvas de fuego que zarandeaba en el aire hasta hacerse cenizas.
—Maestro, él es muy fuerte para ser un santo de bronce —musitó Surt asombrado.
—Su armadura parece haber evolucionado, y además puedo sentir un gran cosmo. Este hombre es peligroso, pero lo que más me preocupa es que tiene una cosmoenergía muy iracunda —razonaba Edward—. Surt, sal de aquí yo me hare cargo de él, creo que después de todo el papa tenía razón. Los santos exiliados son una amenaza.
—Ninguno de ustedes se ira de aquí, hasta que obtenga el tesoro —afirmó el fénix.
—¡Alto! —exclamó una voz desde abajo de los escombros que habían.
El caballero de Acuario, se reincorporo lentamente. Mientras encendía su cosmo, le hizo saber a Edward que retrocediera, pues el necesitaba explicaciones antes de liberar su ira, después de haberse sentido engañado.
—No dirás nada. ¿Por qué me pediste que te auxiliara mientras te recuperabas? Tú mismo me dijiste que no podía permitir que nadie se acercara a la espada de la roca y ahora la quieres desenvainar —le reclamó acuario.
—Solo te pedí que la guardaras hasta que yo me recuperara después de mi última derrota, ahora estoy en condiciones de usarla para mis grandes propósitos —le respondió con descaro, esbozando una mueca.
—Ya veo, entonces quieres alterar el equilibrio después de todo. Creo que no puedo confiar en nadie, no dejare que te la lleves —expresó David incrementando su cosmo.
Mientras Surt miraba a su maestro, este le pidió que permaneciera en silencio, entretanto ellos resolvían sus diferencias.
—¡Diamond Dust Ray! —
“Rayo de Polvo de diamantes”
Acuario dio un puñetazo de aire glaciar el cual se vio multiplicado en cientos de rayos congelantes en distintas direcciones, mientras feroces cristales recorrían los diferentes soplos glaciares.
—¡Phoenix feather dance! —
“Danza de plumas del Fénix”
Amón ondeo sus tres colas, que mantenía a sus espaldas. Las cuales desplegaron cientos de plumas de fuego que se arremolinaron alrededor de su cuerpo para protegerlo en un espiral ígneo que lo hizo inmune al rayo de polvo de diamantes.
—¿Cómo es posible, acaso no estoy alcanzando el cero absoluto?
—Demasiado tarde para darte cuenta de tu condición. Destruiré lo único que te resta —vociferó el fénix.
Amón corre hacia su adversario, mientras extiende el brazo derecho y justo cuando se encuentra a su lado, concentra su cosmo para enviarle una fina proyección de energía, en forma de rayo rojizo, que impacta en la frente, volándole el casco en el proceso, mientras que su víctima cae de rodillas.
—¡Hoo Gen Ma Ken! —
“Golpe de la Ilusión del Fénix”
Los presentes no entendieron que sucedió para que David se quedara quieto, con una mirada catatónica mientras imágenes le venían a su cerebro, pudo contemplar algo de su pasado en lo más profundo de su ser. Una laguna mental emergía tomando forma de un hermoso paisaje en una remota tierra, y él se vio cuando todavía era un infante, cuidando un rebaño de ovejas, mientras tocaba una lira de cuerdas de cristal y caja de madera, parecía haber una armonía en el campo que ni siquiera las bestias que pasaban cerca como unos leones u osos de vez en cuando, no se atrevían a atacarlo y se encantaban con la bella melodía que expresaba aquel talentoso muchacho. Solo una vez su bella tonada fue interrumpida, cuando conoció a tres hombres de túnicas blancas que se le acercaron al escuchar tan encantadora música que parecía atraerlos fácilmente con la voz que acompañaba su instrumento.
—Pequeño que haces ahí tocando en solitario —le preguntó uno de los tres encapotados dejando a los dos un poco más atrás.
—No estoy solo señor, estoy tocando para mi rebaño. ¿Vosotros quiénes son? —les pidió identificarse el pequeño David.
—Hemos venido de una tierra lejana, porque nos hemos enterado de que la ciudad que está más abajo se ha vuelto corrupta e impía, somos emisarios de los dioses para castigar a los habitantes que se han descarriado inmoralmente —explicaba el encapotado de blanco.
—La ciudad que está más abajo es mi pueblo, señor vosotros sois mensajeros de los dioses. Por favor, no castiguen a mi gente yo he vivido ahí desde que nací, jamás he visto tales cosas de las que hablan. Debe haber alguno error —les dijo el muchacho angelical.
—Vuestra música nos ha conmovido, pero no podemos desobedecer una orden divina. Por eso he decidido salvarte solo a ti, olvidaras todo tu pasado y vendrás con nosotros a nuestro hogar donde encontraras una vida digna llena de honor —le respondió el sabio hombre desconocido.
—¿Qué dijo?... —el joven no podía creer lo que le estaban diciendo. Solo lo salvarían a el—. ¿Por qué solo yo?
Pero no hubo respuesta, y el hombre con el que estaba hablando levanto su brazo para dejar ver la marchita piel que tenía la palma de su mano, poniéndola en forma de garra que vislumbró un resplandor el cual aturdió al joven contra el piso.
Mientras el muchacho perdía le conciencia lentamente, vio como los tres hombres de túnicas blancas formaban una particular posición en trinidad, entretanto el hombre que le había hablado se agachaba poniéndose al frente extendiendo los brazos y juntando las manos para formar una posición con los dedos en forma de garra, los otros dos se encontraban haciendo lo mismo en cada lado solo que mantenían un brazo abajo y el otro inclinado colocando sus manos de la misma manera, concentrando en el centro de sus palmas un pequeño núcleo de su cosmo, el cual se empezó a formar una esfera de luz tan luminosa como un pequeño sol, la que acumularon hasta amplificarla casi del tamaño de su cabeza para liberarla al mismo tiempo y juntar en un solo rayo destructor que avanzo directamente contra el pueblo y lo arrasó como una desoladora fuerza aterradora de luz incandescente, calcinando todo a su paso. A lo lejos se podía ver como una gran nube en forma de hongo se formaba como el resultado de haber destruido todo una gran ciudad.
Cuando por fin terminaron, el hombre de al medio volvió a poner su mirada en el joven David, quien apenas y aún mantenía sus ojos abiertos, cuando el desconocido se acercó.
—Descuida, olvidaras esta tragedia y te convertirás en un gran caballero de Athena —musitó el hombre alto, nuevamente levanto su brazo y extendió la palma para liberar ondas de energía que le alteraron la cabeza al muchacho, produciéndole terribles dolores en su cerebro hasta dejarlo inconsciente.
Después de recordar ese recuerdo, el caballero de acuario se pregunta por dentro. ¿Por qué ahora eso se le venía a la cabeza?... Esa dolorosa memoria de ver morir a su pueblo natal, por las manos de tres hombres que fue reconociendo, o al menos tenía la leve intuición de algunos de los tres emisarios desconocidos. Mientras unas gotas de sudor recorrían la frente del tuerto caballero, quien por primera vez su serena mirada que nunca había perdido la calma, ni siquiera con su rival de toda la infancia, Alphonse su antiguo compañero. Ahora se encontraba con su mente en un estado caótico que no le permitía ver la realidad hasta que algo en lo más profundo de su alma se quebró por dentro, haciendo que el santo de un solo ojo, cerrara la única cuenca ocular que le quedaba.
Después de unos momentos de silencio, el cuerpo de David cayó inconsciente ante los ojos de los presentes, sin entender el por qué.
—Te dije que podría responder tus orígenes, espero que estés complacido —le expresó con crueldad al mirar cómo se encontraba el peli verde amarillo.
—¡David! —exclamaron expectantes. Sus compañeros.
—Su cuerpo ya estaba agotado físicamente, solo me restaba destruirlo mentalmente, con mi técnica fantasmal logre golpear su sistema nervioso, para liberar una ilusión aterradora capaz de manipular su subconsciente a mi voluntad, ahora su alma está destruida —explicaba muy satisfecho por su acto el fénix.
—Pareces alguien muy astuto, pero no tendrás tanta suerte conmigo —le advirtió Edward.
En un pestañeo, Aries desapareció para darle un puñetazo por la espalda. El cual el fénix detuvo con facilidad. Sin embargo, no era lo que quería conseguir, pues se vio que fue llevado a la fuerza por la luz de la teletransportación. Dejando solo a Surt.
Los dos aparecieron en lo alto de una montaña nevada, se separaron una vez que sus pies pisaron la tierra.
—Ya veo me has apartado para salvar a tu alumno, pero no escapara. Acabare rápido contigo —le aseguró su victoria el pelirrojo.
Amón se dispuso a propinarle un feroz golpe directamente, pero antes de llegar a impactarle, chocó contra una vibrante pantalla de luz que le hizo resentir la fuerza de su embestida en su propia contra.
—Este es el muro de cristal, nada puede destruirlo —afirmó Aries.
—Ya veo, esta barrera invisible es capaz de reflejar cualquier ataque. Por otro lado, no creo que sea impenetrable en toda su extensión —respondió con sarcasmo el pelirrojo.
—¿Qué dices?
—¡Solo observa! —alzó la voz el santo de bronce—. ¡Destruiré tu poderosa pared de un solo dedo! —exclamó con firmeza.
Extendiendo su dedo índice, disparo un finísimo rayo de fuego hacia una esquina a la altura de sus rodillas. Cuando golpeó ese pequeño punto, el muro de cristal se trisó lentamente hasta recorrer toda la pared y caer en pedazos delante de los ojos de su forjador.
—¿Cómo sabias a qué punto golpear específicamente? —preguntó Aries incrédulo.
No hubo respuesta y solo se escuchó una pequeña carcajada de parte del fénix, quien se preparó para asestarle un puñetazo, pero Aries respondió con otro de igual potencia. Entonces comenzaron a darse una serie golpes que llegaron a provocar grandes estruendos, hasta que los dos cayeron del lado opuesto en el que se encontraban.
—Quizás debas rendirte y en consideración les perdonare la vida, si me dan la espada imperial —propuso el fénix—. Pues en caso contrario, les será imposible escapar de mí.
—Al que le será imposible escapar será a ti. Debes saber que nadie es capaz de escabullirse de este gran torbellino estelar —respondió con seguridad, el joven de rubios cabellos ondulados.
Mientras separaba las piernas para mantener el equilibrio, eleva la palma de su mano hacia el cielo y separa los dedos, su mano comienza a rodearse de pequeñas y brillantes estrellas fugaces que forman una espiral, su cosmo se eleva y llega al máximo, a la vez mueve la mano rápidamente hacia adelante y fulmina a su enemigo atrapándolo en un torbellino de cientos de meteoritos y polvo de estrellas.
—¡Stardust Revolution! —
“Revolución de polvo estelar”
Después de provocar una terrible explosión que cegó todo por unos momentos, Aries se asoma para ver si su oponente sobrevivió y solo ve los restos de su armadura de bronce incinerándose.
—Lo sabía, incluso para un santo exiliado con experiencia le fue imposible sobrevivir —concluyo Edward con satisfacción.
—Todavía es demasiado pronto para morir —respondió una voz desde atrás.
Cuando Edward volteo, vio como el santo de bronce estaba ileso de la técnica que había liberado con su máximo nivel, pero estaba desnudo ante él, ya que solo traía sus vestimentas de entrenamiento con el pecho descubierto, mostrando un particular tatuaje de alas flamígeras en cada lado.
—¿Cómo es posible?
—Debo admitir que estuviste muy cerca, tuve que abandonar mi armadura para aligerar mi huida —le aclaró su rival.
—No obstante. Ahora te encuentras indefenso ante mí —le hizo saber Aries, lo que parecía muy evidente.
—Tal parece vosotros no me conocéis, debes saber que mi armadura es única. Fue la última armadura de bronce en construirse con una especial habilidad, que yo mismo me asegure de no traspasar su conocimiento hacia las demás, eliminando a su creador —respondió Amón, mientras incrementaba su energía cósmica, se pudo apreciar como su tatuaje en el pecho resplandecía intensamente.
Nuevamente del cosmo que lo envolvía como una bola de fuego por todo el cuerpo. Su armadura volvió a nacer rápidamente de una forma más portentosa y reluciente.
—¡Su vestimenta sagrada renació milagrosamente! —exclamó Edward—. Es más, parece como si hubiera regresado más fuerte.
—Porque no lo comprobamos ahora mismo, te apartare de mi camino con un solo ataque —garantizó el nuevo santo de bronce.
—Nadie ha vencido a un santo de oro con un solo ataque —chistó el dorado—. No sé cómo, pero siento que me estas ocultando algo.
—Jajaja… Pareces muy confundido, está bien. Después de todo como morirás, te revelare porque nunca tuviste oportunidad —le dijo Amón, cuando se sacó la diadema y mostro que en su frente ocultaba dos puntos bermellón—. ¡Yo también soy como tú!
Los ojos de Edward se engrandecieron como dos platos redondos al comprobar tales palabras, eso explicaba muchas cosas después de todo, al menos gran parte.
—No entiendo porque alguien de mi misma raza amanezca la estabilidad de los reinos.
—No tengo porque responderte esa pregunta, pero te contestare otra cosa. Tú solo has asimilado las habilidades de los alquimistas de un santo de bronce de manera ofensiva, no puedes ser el caballero de Aries solo con eso —explicaba su rival.
—Pero mi revolución de polvo estelar…
—Debes saber que así como el muro de cristal tiene un punto débil. La revolución de polvo estelar también. Pues, después de lanzarla tiene un agujero de una millonésima de segundo —le fundamentó Amón.
—¿Qué, cómo puede ver esas cosas? —se preguntó Aries. Sin darse cuenta de cómo la energía de fénix lo iba rodeando.
—A diferencia tuya que eres un mocoso, yo soy más viejo de lo que parezco. Ahora te enviare al grado máximo, a millones de grados de aquí donde incluso con la teletransportación no podrás salir —le hizo saber el fénix. Cuando manifestó una gran cantidad de energía que los rodeo a ambos como nebulosa ígnea.
—¿Acaso estás haciendo arder tu cosmo hasta estallar? .Volaremos en mil pedazos en medio de esta estela cósmica que has creado.
En ese momento, Edward se vio atrapado sin poder salir de la gran manifestación de energía que estaba haciendo su adversario, se sintió como en el nido de un ave furiosa.
Esta gran nebulosa comenzó a volverse más intensa y sellar sus movimientos solo en el cuerpo de su oponente, cuando Amón extendió sus brazos, para que se tornara violenta y su nebulosa ígnea se comprimió en un vórtice que solo rodeo el cuerpo de su oponente.
—¡Explosión Dimensional! —
El cuerpo de Aries empezó a cargarse de una gran luz hasta que el vórtice se aceleró tanto que en tan solo un instante, visualmente pareció calcinar el cuerpo de Edward, produciendo que el vórtice explote en una extinción cósmica. Dejando solo la armadura de Aries que formo el tótem de la constelación del carnero.
—Hasta la vista —se despidió el fénix, mientras comenzó a buscar el cosmo del único caballero que quedaba.
Entre tanto, en las afueras de la montaña. El joven santo de plata de altar se encontraba corriendo mientras bajaba la montaña. Sintió como el cosmo de su maestro desapareció de una forma fugaz, sin que entendiera como habría muerto. Fue lo que lo hizo detenerse por unos momentos.
—Maestro Edward, juro que protegeré esta espada. Al menos estando en mi cuerpo, nadie podrá tocarla —era lo que Surt creía, cerrando sus ojos, mientras unas lágrimas le caían al suelo.
En el momento en que estaba dándole un minuto de silencio, varias sombras oscuras aparecieron de la nada, como fantasmas de la niebla que lo rodearon en un instante, aquellos sujetos no se les veía los ojos, pues traían unas diademas que los tapaban pero lo más raro era que todos portaban la misma armadura negra con colas de plumas metálicas en la espalda.
Fin del capítulo 13.
Notas extras:
El punto debil del cristal wall es mencionando en el ND por Suikyou, mientras q el agujero negro del Startud Revolution se mencionan en el LC por Lune.
Editado por ALFREDO, 13 agosto 2016 - 15:31 .