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Juicio Divino: La Conquista del Cielo *


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#1 Rexomega

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Publicado 26 noviembre 2005 - 16:58

Bueno, al final decidía volver a empezar el fic, divido ensagas por lo que ésta es la saga de Apolo, tendrá cosas nevas pero los caballeros astrales no desaparecerán (aunque las batallas serán más intensos) Espero que no me avasallen y que les guste este primer cap porque sus comentarios son los que m e ayudan a seguir. sin más les dejo con mi fic.

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                                                           Prólogo


                                                 “Extraños recuerdos”


                                              17 de Septiembre del 1998
                                                 Playa, Tokio 22:45 PM
                                                   

Un joven de unos 15 años miraba el mar con nostalgia. A su lado había una chica de pelo azulado recogido en dos pequeñas coletas, vestida con un vestido rosado.

Una mujer de 20 años, pelirroja y de pelo corto se acercó a los jóvenes sonriente, quienes se dieron la vuelta devolviendo la sonrisa, unos niños de apenas ocho años pololeaban a su alrededor.

- Seiya, Mihó. La comida está lista. - anunció la mujer -

Seiya: ¿Qué hay para comer hermana?

- Tu comida favorita, sushi. - respondió alegremente contagiando su alegría a los jóvenes - 

Todos se fueron corriendo al orfanato que había enfrente, su hogar desde que nacieron.

En su interior había una mesa rectangular con varios platos llenos de sushi, cada cual se sentó en una mesa, siendo la pelirroja la que la presidía.

El grupo agradeció a Dios la comida que ahora ingería y se dispusieron a tragar sin parar, en lugar de enfadarse, rió ante tal acto.

Seiya: Ja, ja, ja. ¡Makoto comes demasiado rápido! - le dijo el joven al niño que parecía mayor -

Makoto: ¿Mm? ¡Mira quien habla!

Seiya: Ja, ja, ja, ja.

Mihó: Je, je, je. Oye seika... - le dijo a la pelirroja -

Seika: ¿Eh? Dime Mihó.

Mihó: Mañana le toca a Seiya ir de compras.

El susodicho ya intentaba escabullirse con ayuda de sus amigos del orfanato pero la mujeres los pillaron infraganti, sus rostros les dieron más miedo que la posibilidad de tener que ir de compras.

Seiya: Eh... Je, je, je. Mihó, hermana, yo... este... - murmuraba asustado yendo hacia atrás gateando -

Mihó: GRRRRRRRR ¡Seiya, mañana te toca ir de compras e iras! - luego miró a Makoto y sus amigos - ¡Y vosotros tenéis que limpiar el baño! - Makoto y sus amigos cayeron al suelo anonados -

Como sólo había dos camas, Los chicos dormían todos apretujados en una y las chicas en otra, por mucho que Makoto se quejase.


                                           18 de Septiembre del 1998
                                     Mercado Central, Tokio 12:00 AM


Seiya iba caminando bastante molesto, tenía todavía sueño y le habían mandado a comprar muchas cosas. Pero le reconfortaba el hecho de que luego se lo comería el.

Seiya rió para sí y se paró en seco al darse cuenta de que enfrente tenía aquel restaurante chino done trabajaba su buen amigo Shiryu con su novia Shun-Rei.

Sin más entró y, tras saludar, se sentó y pidió algo, pese a saber  que seguramente no volvería hasta muy tarde, y que Mihó y su hermana lo regañarían mucho.

Inmediatamente apareció la preciosa Shun-Rei, era siempre muy amable con él, era como si la conociera desde hacía mucho.

Shun-Rei: Hola, Seiya.

Seiya:  ¡Shun-Rei! Lo mismo de siempre, por favor.

Shun-Rei: ¡Claro!

- Hola seiya - dijo un joven vestido con ropajes chinos, de pelo largo y oscuro -

Seiya: ¡Shiryu! - se levantó para saludarle y luego se sentó junto a Shiryu -

Shun-Rei: Bueno, haré sushi para dos, no te entretengas mucho Shiryu. - dijo con algo de ironía -

Mientras la chica se iba, Shiryu y Seiya conversaban con bastante fluidez, de todo tipo de cosas triviales para otros, como la sensación de que están en el lugar equivocado.

Pero el tema que solía ocupar sus conversación era una chica misteriosa que Seiya había visto en una cabaña durante las vacaciones de verano. Esa chica había aparecido también en sus sueños y lo mismo pasaba con Shiryu y otros amigos suyo.

La puerta se abrió y como si sus pensamientos dominaran el destino tres de sus amigos hicieron acto de presencia. Uno de ellos era un policía rubio llamado Hyoga. Los otros dos eran hermanos, se trataban de Ikki , de porte fornida, pelo largo, azul marino, vestido de traje; y de Shun, con el rostro tan fino como el de una niña, su pelo era verde claro, y su mirada irradiaba una gran amabilidad y buenos sentimientos.

Hyoga: Vaya, de modo que otra vez aquí Seiya.

Shun: ¡Me alegro de volver a veros chicos! - exclamó entusiasma -

Ikki: No seas tan sentimental hermano, recuerda que estamos aquí porque alguien a amenazado la integridad de la Srta. Kido y es nuestro deber como sus guardaespaldas protegerla.

Seiya: ¿La Srta. Kido? ¿Quién es ella? - preguntó interesante -

Hyoga: Se trata de la mujer más rica de todo Japón y triviaás del mundo. Es la nieta del fallecido Mitsumasa Kido.

Shun: Muchas veces hemos soñado con una mujer muy parecida a ella...

Ikki: ¡Hermano no digas esas cosas que van a pensar mal! ¡No ves que hay un policía cerca!

Hyoga. Ja, ja, ja. No te preocupes, ya hemos hablado entre los cinco sobre estos asuntos, es algo raro pero no ilegal.
Al oír el claxon, los tres jóvenes corrieron a la acera. Una limusina blanca estaba aparcada frente al restaurante. Un hombre calvo y bien vestido abrió la puerta, dejando salir a una preciosa joven de cabello lila.

- Saludos, veo que Tatsumi contrató a dos guardaespaldas más.

Tatsumi: No señora, no conozco a estos jóvenes de nada.

- Pues yo si conozco al de pelo corto. ¿Eres Seiya no?

Seiya: ¡Tú eres la chica que vi en la cabaña! - exclamó sorprendido - ¡Qué pequeño es el mundo!

Tatsumi: Eh tú niñato. ¡Más respeto a la princesa!

El chofer de la princesa se acercó insinuando que iba a pegarle, pero la chica le impidió el paso con un simple ademán de su mano.

- Cálmate Tatsumi.

Tatsumi: Pe... Pero princesa.

- No sabía que fueras guardaespaldas Seiya. En todo caso no sé si te lo han dicho pero yo soy Saori kido.

Antes de que Seiya Pudiera reaccionar, una especie de rayo de luz pasó cerca de ellos, Saori  había desaparecido.

Tatsumi: ¡Srta.! ¿Dónde está la princesa? - empezó a preguntar  muy nervioso -

Seiya. ¿Eh? ¡Ahí! ¡Está en el poste eléctrico! ¡Alguien la sujeta pero parece que la ha soltada!

Saori había sido tirada al suelo desde el poste eléctrico pero lo que en realidad lo que les preocupaba era un caballero embestido con una armadura dorada. Su pelo era largo y castaño y su rostro sereno daba hasta miedo.

Hyoga e Ikki sacaron sus pistolas con decisión, y Shun también pero más nervioso.

Hyoga: ¿Quién es usted? ¡Hable  o nos veremos obligado a disparar!

- Je, con pistolas no me vais a hacer nada caballeros. Yo soy Orestes de la Corona Boreal, caballero de la Corona al servicio del dios Febo Abel.

Hyoga: Bien, Orestes de la Corona Boreal. ¿Tiene un apellido? Porque creo que el nombre de una constelación no quedará bien en su ficha. - dijo con sarcasmo-

Orestes: Ja, ja. ¿Pensáis que con balas me venceréis? ¡Qué ilusos!

Inmediatamente, los dos guardias descargaron sus cargadores sobre el misterioso Orestes, pero este en lugar de esquivarlas las recibía todas, sin sufrir daño alguno. Shun parecía no poder o no querer disparar.

Orestes: ¿Sorprendidos? ¡Pues ahora me toca a mí!

Sin dejarles tiempo a cargar, el caballeros corrió a una velocidad superior a la luz cosa que por extraño que pareciera, no parecía sorprender a los guardaespaldas, ni siquiera ellos lo entendían bien. De un solo movimiento los desarmó y luego los noqueó de dos puñetazos en el estómago.

Ikki: Shun... Huye... - murmuro desde el suelo antes de quedarse inconsciente -

Pero Shun no podía moverse, estaba temblando mientras que Orestes se acercaba impasible hacia él, de un simple golpe lo noqueó, acabando así con la guardia oficial de Saori.

Sólo Seiya y Shiryu quedaban, pese a no conocer a la chica, una misteriosa fuerza proveniente de ella los impulsaba a enfrentar al terrible Orestes.

Seiya: ¡Shiryu, démosle una lección a este fanfarrón!

Shiryu asintió y ambos se pusieron en una postura ofensiva. Los guerreros se abalanzaron con precisión y le dieron un doble golpe a la coraza dorada del caballero, resquebrajándola ante su atónita mirada

Orestes: Veo que estáis despertando de nuevo vuestro cosmos. - murmuró tras dejar distancia con sus contrincantes - De nuevo, vuestra diosa os apoya para despertar de ese sueño insulso en el que Apolo os ha encerrado. Si no me vencéis ahora, no despertaréis y seréis inútiles a mi dios, de modo que moriréis.

Seiya:¡De qué demonios hablas! ¡Eres un asesino y debes ir a la cárcel!

Shiryu. Te detendremos aunque nos cueste la vida!

Ikki: ¿Acaso creías que con eso me vencerías?

Shun: Pese a que no me guste la violencia, eres un asesino y no mereces compasión.

Hyoga: Queda arrestado.

Orestes: Je, sois tan valientes como me contó mi señor Abel. Pero parece que aún no os habéis dado cuenta de que de nuevo estáis despertando vuestro cosmos. ¡Sólo mirad!

Los cinco miraron hacia arriba y vieron sus auras, y empezaron a recordarlo todo, las batallas contra el Santuario, Eris, Dolbar, Hilda, Poseidón, Hades y... ¡Abel! Sus cosmos se intensificaron al máximo hasta cubrir el de Orestes.

Seiya: Sí, lo he recordado todo, incluida la batalla contra Febo Abel. Si tú eres uno de sus caballeros, quiere decir que Abel ha vuelto y eres nuestro enemigo.

Ikki: Pese a que nos hayas ayudado en nuestro cosmos eso no quita que seas malvado.

Hyoga: Y ahora yo pregunto. ¿Quién nos dice que tu dios no fue el que nos mandó esta ilusión?

Shun: Pero... ¿Y si fue Apolo?

Shiryu: Da igual quien nos haya metido en este extraño mundo, Abel es nuestro enemigo.

De ese modo, los cinco caballeros de bronce se abalanzaron sobre ellos pero de repente Orestes desapareció, la realidad comenzó a resquebrajarse, el tiempo y el espacio se distorsionaban mientras Apolo despertaba de nuevo de su meditación en el Santuario, los caballeros se habían despertado del sueño eterno al que los había condenado.


                                         Templo de la Corona, Delfos


Orestes de la Corona Boreal caminaba con tranquilidad hacia el templo de su señor. Por el camino se había topado con sus compañeros de armas Atlas de Carina, Jao de Lynx, Belenger de la Cabellera de Berenice y Clea de la Corona Austral.
Enseguida se encontró frente a frente con al todopoderoso dios Febo Abel, rival principal del Olimpo desde hacía  un año.

Tras la batalla contra los caballeros, Abel había admitido que si iba a enfrentar a su tiránico padre, requería de la ayuda de Seiya. Pero Hades lo había mantenido en la I prisión del Tártaro, si Seiya y sus compañeros no hubieran vencido al dios de los Muertos, él jamás había podido salir.

El dios se encontraba en su trono dorado,  había estado meditando para ayudar a los caballeros de bronce a recuperar sus fuerzas y despertarse y estaba seguro de que eso había llamado la atención de su odiado hermano Apolo.

Abel: ¿Y bien Orestes?

Tras hacer una complicada reverencia, el caballero de la Corona se dispuso a dar un informe de la situación pese a que sabía que Abel lo sabía todo.

Orestes: Mi señor, los caballeros demostraron nuevamente su valentía y elevaron su cosmos hasta el octavo sentido, rompiendo la ilusión del dios Apolo. ¿Acaso debemos ayudarles?

Abel: Aún no es el momento, pero pronto me presentaré a mi hermana y le diré toda la verdad sobre nuestro padre y... nuestra pobre madre. - las lagrimas recorrían el rostro del dios ante un sorprendido Orestes - Por el momento te pido a ti, mi fiel guerrero, que vayas en ayuda de mi hermana.

El guerrero asintió y, tras repetir la reverencia, salió a la velocidad de la luza hacia el hospital donde descansaban los caballeros, pero tuvo que reposar e3n un islote.

A Orestes le parecía muy extraño su cansancio pero sentía que aquellas carcajadas eran la respuesta. Cuatro misteriosos guerreros aparecieron frente a él, y otro estaba aún sobrevolando los cielos, su armadura estaba llena de joyas incrustadas en su divina armadura.

- Bien, traidor. Tu sirves a un dios que reniega del Gran Zeus, que reniega del Olimpo. Por eso, en el nombre del gran Apolo, amo y señor del Santuario, te condeno al Tártaro del que nunca debieron salir. ¡Furia de los cuatro vientos!

Los cuatros guerreros volvieron a convertirse en cuatro luces que destrozaron a la velocidad el cuerpo de Orestes sin que siquiera pudiera defenderse.

Tras varios miles de golpes, Orestes cayó desmayado mientras el divino guerreros, que parecía el líder, levantó el cuerpo inerte de Orestes.

- Bien, descansa en paz en los fondos del mar. Por lo menos hasta que tu alma regrese al Tártaro.

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Notas del Autor:

Bueno, supongo que todos los lectores de la versión anterior de mi fanfic estarán decepcionados pero era eso o dejar de escribir. Como ven a cosa está más complicadas. ¿ Si algo han de saber es que esta vez la batalla se desarrollará en el Santuario pues para algo Artemisa lo “conquistó” . Lo de que no recordaran nada del cosmos no se me ocurrió a mí, no sé a quien pero eso le daba continuidad con la “Overtura de la Saga del Cielo” así que creo que eso quedará bien. Lo de las prisiones de l Tártaro se explicaran más adelante. Quiénes serán esos cinco guerreros al servicio de Apolo? ¿Orestes habrá sobrevivido? ¿Cómo reaccionará Abel? Todas esas preguntas y muchas más tendrán respuesta en el siguiente capítulo: “Los cuatro cardinales”

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Editado por Jeczman, 17 abril 2007 - 11:57 .

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#2 Rexomega

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Publicado 02 diciembre 2005 - 17:59

A ver uando vienen esos comentarios jejejejeeje. Que son el motor del fic. Ahí les va el cap. 1

                                                           Capítulo 1


                                                 “Los cuatro cardinales”


                                               18 de Septiembre del 1998
                                           Hospital Central, Tokio 12:15 AM
                                                   

Desde la batalla contra el dios Apolo había pasado una semana, durante la cual, los caballeros de bronce habían vivido una ilusión provocada por el mismo dios.

En cada habitación, los caballeros se despertaban viendo a sus seres queridos. Shiryu a Shun-Rei, Ikki y Shun a June, Hyoga a Ellie, que vino a verle desde el orfanato.

En la habitación de Seiya, éste platicaba fluidamente con su hermana sobre aquel mundo ilusorio en el que se había metido .

Seiya: Creemos que el culpable de todo fue Abel, pero fue uno de sus caballeros quien nos despertó así que no tendría sentido.

Seika: Todo lo que me cuentas es muy extraño, pero parece ser que en cualquier mundo serás igual de vago. - le reprendió a un sonrojado Seiya - Pues en todo éste tiempo un montón de gente te ha estado visitando, esa chica de la máscara llamada Shaina, Toma y su hermana Marin, Mihó y Saori. ¡Eres todo un don Juan!

Unas vez más, el caballero de pegaso se sonrojó. La puerta se abrió de repente dejando pasar a sus amigos, junto con Toma.

Seiya: ¡Chicos! ¡Estáis bien!

Shiryu: Así es Seiya, todos hemos despertado.

Shun: Las chicas decidieron ir a comer. - le dijo a Seika -

La hermana de Seiya se fue de la sala, pues sabía que tenían muchas cosas de las que hablar entre ellos, y ella con sus amigas.  A Seiya no le extrañó que Ikki ya se hubiera ido, era su forma de ser, pero la presencia de Toma sí que le extrañó.
Toma: ¿Cómo te encuentras Seiya? - preguntó con sincera preocupación -

Seiya: Bien. ¿Cómo es que estás aquí?

Toma: Gracias a los cuidados de mi hermana no morí, he decidido luchar junto a vosotros contra Apolo aunque me cueste la vida, Atenea me ha admitido entre sus protectores.

Hyoga: Nos serás de gran ayuda, ni con todo su cosmos Seiya pudo hacerle nada más que un rasguño.

Toma: Es que ni Apolo ni Artemisa son reencarnaciones como Poseidón o Hades, son dioses por completo.

Shun: Pero Artemisa parecía asustada. - puntualizó -

Shiryu: Así es, eso lo que nos contó Marin de camino hacia la habitación.

Toma: Artemisa es la diosa más débil que hay en el Olimpo, si descontamos a los dioses menores. Sin embargo, Apolo es uno de los más poderosos.

Hyoga: Entonces. ¿Cómo lo venceremos?

Un silencio sepulcral era la señal de que nadie sabía la respuesta, pero Seiya, siempre con ánimos se dispuso a hablar.

Seiya: ¡No os preocupéis amigos¡ Hemos enfrentado a muchos enemigos que parecían invencibles desde que somos caballeros y nunca nos rendimos. Recordad la batalla de las Doce Casas. Los caballeros dorados eran infinitamente superiores a nosotros y acabamos venciendo, porque luchamos por lo que es justo.

Las palabras de Seiya, como siempre, habían levantado los ánimos a sus compañeros, Toma sonrió, desde luego era un buen líder.


                                        Fuera del Hospital, Tokio


En las afueras del edificio, Jabu y su cuadrilla defendían la zona, posiblemente no serían de mucha ayuda pero debían intentar ser útiles a su diosa.

Cerca de ellos estaba también Shaina, que era de las más solitarias entre las mujeres que allí se encontraban, no estaba dispuesta a dejar el hospital hasta que su amado saliera vivito y coleando. 

De repente, Marin salió, aún llevaba su máscara al igual que Shaina pese a que Saori les había dicho que no hacía falta, que esa ley era absurda. 

Shaina: ¿Marin? ¡Ja! ¿no estás hablando con las demás? Creía que eras más sociable. - comentó irónica -

Marin: ¿Y tú Shaina? No has dormido nada desde hace varios días, deberías descansar. - le dijo preocupada -

Shaina: Mientras “descanso” Apolo podría atacar a la princesa....

Marin: O a Seiya. - completó tajante -

Shaina: Hay muchos valerosos guerreros debilitados aquí, y es nuestro deber protegerles hasta que se recuperen.

Marin: Sí, claro.

Jabu: ¿Pasa algo chicas?

Shaina: ¡No pasa nada! - exclamó con rabia mientras se marchaba a otra parte -

Jabu: ¿Eh? - murmuró extrañado, sin saber el porque de la reacción de Shaina -

Marin: No le hagas caso.

Una fuerte vendaval comenzó a desatarse, parecía que los vientos era dagas a filadas pues estaban resquebrajando las armaduras de la cuadrilla de Jabu.

Geki: ¿¡Qué está pasando!? - exclamó -

Ichi: Nuestras armaduras...

Naichi. Se están...

Ban: Se están rompiendo...

Tras unos segundos, los cuerpos de los caballeros no pudieron resistir el viento y fueron estampados contra la pared, con sus armaduras destrozadas. Sólo Jabu y Marin permanecían en pie, pudiendo contemplar a los recién llegados.

Marin. ¿Quiénes sois? ¡Responded!

- Yo soy Boreas, dios de los Vientos del Norte. - dijo uno de pelo azul pálido y largo, vestido con una armadura azul marino -

- Yo soy Euro, dios de los Vientos del Sur -se presentó uno de cabellos rojos y cortos, al igual que  su armadura  -

- Yo soy Notus , dios de los Vientos del Este - anunció otro de pelo y armadura verdes -

- Y yo soy Zephirus, dios de los Vientos del Oeste - se presentó por último uno con armadura y cabellos dorados -

- ¡Somos los cuatro dioses cardinales! ¡La poderosa guardia del Dios Sol! - exclamaron al unísono -

Boreas: Bien, hemos venido por las cabezas de los traidores. Dejadnos pasar caballeros de Artemisa.

Jabu: ¿¡Qué!? ¡No digas tonterías! ¡Somos los caballeros de Atenea y no les dejaremos pasar!

Euro: Entonces, ellos también son traidores... - reflexionó con sadismo - No os preocupéis hermanos, seguid, yo me ocupo de estos incautos -

Marin y jabu se pusieron en guardia, estaban seguros de que nada podían hacer pero por lo menos lo intentarían. Parecía que el que los retaba era el de color rojo pero, de pronto, Boreas dio un paso al frente.

Euro: Pero... ¡Hermano!

Boreas: Yo me ocuparé de estos dos inútiles, vosotros id a por Atenea.

Euro asintió con algo de rabia, pero sabía que no era bueno enfurecer a su hermano, siendo el más poderoso de entre ellos.  De ese modo, los tres se introdujeron en el hospital a una velocidad superior a la de la luz.

Boreas: Ahora estoy solo yo Adelante, atacadme si podéis.
Jabu: ¡Maldito descarado! ¡Pagarás tu osadía! ¡Galope del Unicornio!  

Marin: ¡Jabu no!

Pero el grito no fue escuchado por el caballero, cuando estaba a punto de golpear a Boreas, éste desapareció para aparecer justo detrás de él., por lo que Jabu casi pierde el equilibrio.

El caballero del Unicornio se dio la vuelta aún más furioso al ver la tranquilidad de Boreas de modo que se lanzó a darle golpes a la velocidad del sonido. Pese a que jabu era casi tan veloz como un caballero de plata, Boreas simplemente se transportaba más rápido incluso que Mu.

Tras infinitos intentos, Jabu cayó sobre sus rodillas completamente agotado, y el dios del Norte aún no parecía mostrar sentimiento alguno, ni siquiera de satisfacción.

Marin: ¡Vuelo del águila!

Una vez más, el dios desapareció y volvió a aparecer lejos de ella, sin contar con que Marin le lanzase unos cuantos cientos de meteoros que, por extraño que pareciera, fueron destruidos por el mismo viento.

Jabu: ¿Cómo demonios haces esas cosas’ ¡Ningún caballero, marina, dios guerrero o espectro ha hecho algo semejante!

Boreas: Me temo que alguien tan débil como tú no merece que le explique nada.- respondió con frialdad -

Jabu. ¿Cómo? ¡Tú soberbia será tu perdición! ¡galope del unicornio!

Boreas no tuvo siquiera que moverse, como si fueran cuchillas, haces de viento atacaron a Jabu a gran velocidad, estampándolo contra la pared del hospital y llevándose por delante a Marin.

Boreas. No merecían vivir. - murmuró -

- ¡Garra del trueno!

La sorpresa de boreas fue máxima al sentir que las garras de una mujer desconocida le habían herido. Ésta había tomado una distancia prudencial pero mantenía una postura ofensiva.

Boreas. ¿Quién eres tú que has herido a un dios?

- Soy Shaina de Ofiuco, amazona de plata al servicio de la diosa Atenea, única y verdadera soberana del Santuario.

Boreas. Ya veo. Noto que eres tan veloz como el rayo. Serás una adversaria formidable.

Shaina: Prepárate para ser vencido y humillado. ¡Garra del trueno!

A una velocidad increíble, Shaina se abalanzó sobre su adversario pero éste se trasladó justo detrás de ella. Sin embargo, no cayó en lo mismo de jabu y se dio media vuelta para seguir atacando al dios cada vez más rápido, quien ya le costaba esquivar los golpes.

El dios del Norte no tuvo más remedio que huir de aquel asedio pero no parecía asustado, sino satisfecho.

Boreas: Eres muy veloz lo admito, pero no lo suficientemente poderosa como para inquietarme.

Shaina: Estoy segura de que  no posees el 7º Sentido, tus poderes me recuerdan al de los dioses guerreros de Asgard pero era tan veloz como un caballero dorado. ¿Por qué?

Boreas: Eres muy astuta, por haber conseguido dañarme mereces una explicación. Así es, no poseemos el 7º Sentido. Pero si tratamos una habilidad que ningún otro tipo de guerrero conoce, nos fundimos con el viento y por eso somos más veloces que cualquier guerrero.

A través de su máscara, la amazona estaba realmente sorprendida, era una velocidad inhumana, sólo un dios podría hacer algo así.

Boreas. Supongo que piensas que es una habilidad divina. ¿Me equivoco? - la amazona se sorprendió pues era justo lo que había pensado - Sí, la habilidad de fundirnos perfectamente con el viento era propia de nuestro padre y maestro, el dios Eolo.

Shaina: Me da igual si nuestros enemigos son dioses, yo misma me enfrenté cara a cara con Poseidón y resistí los embastes del dios de la muerte. No temblaré ante ti.

Boreas: Eres muy valiente. Tendrás una muerte rápida y honorable, como te la mereces. Prepárate.

Ambos contrincantes se intercambiaron miradas frías, y en apenas unos segundos, chocaron agarrándose a golpes. Podían verse destellos púrpuras y verdes provocados por los combos de ambos contrincantes.

Una vez más dejaron distancia entre ellos, estaban observándose el uno al otro, como buscando sus puntos débiles. Boreas extendió sus brazos en cruz lo que extrañó a Shaina.

Shaina: ¿Qué haces?

Boreas: Como ya te he dicho, eres valiente, pero es mi deber matarte. ¡Ventisca Invernal!

Un fuerte corriente de vientos cortantes desgarraron la armadura y la piel de Shaina pero ésta seguía sin moverse, poniendo el brazo delante y manteniendo el equilibrio. La intensidad aumentaba y su cuerpo había comenzado a congelarse pero no desistía.

Boreas: ¡Desiste! ¡no mereces morir sufriendo!

Shaina. ¡No moriré sin luchar! ¡Garra del trueno!

A una velocidad increíble, la amazona atravesó la ventisca, pero cuando sus afiladas garras estaban apuntando su cuello, ya no era más que una estatua de hielo.

Boreas: Descansa en paz, espero que encuentres la tranquilidad en el paraíso., pues no mereces ir al Hades. - rezó -


                                            Cafetería, Hospital Central


Las chicas hablaban animadamente sin enterarse de la terrible batalla que se desataba, desde hacía unos minutos, el aire había comenzado a aumentar y pese a que los encargados habían encendido el aire acondicionado al máximo, el calor aumentaba más y más.

Seika: Chicas. ¿Soy yo o hace demasiado calor aquí?

June: No, yo también tengo calor.

Mihó: Es extraño por que casi estamos en otoño.

Shun-Rei: Ni siquiera en Agosto hizo tanto calor.

Saori: ¿No será que mi hermano ya ha atacado?

- No exactamente princesa Atenea. - las chicas se levantaron a la vez al escuchar aquella voz - ¿A caso cree que el gran Febo se molestaría en enfrentar a una escoria como tú y tus caballeritos? ¡Ja! Veo que tenéis calor. 

Saori: ¿Acaso eres tú el que ha desencadenado este infierno?

- Así es. Soy Euro, dios de los Vientos del Sur. Uno de los cuatro cardinales al servicio del gran Dios Sol . Precisamente mi habilidad es “calentar” el ambiente, incluso a niveles que podrían deshidratarlos.

Saori: Eso es imposible, sólo el dios Eolo puede hacer algo semejante.

Euro: Nuestro líder, el dios de los vientos nos enseñó sus habilidades. Y ahora es el momento de que los caballeros de Atenea sientan el verdadero poder. ¡Tempestad infernal!

El aire había pasado de ser insoportable a desencadenar un terrible incendio. La armadura de Camaleón cubrió inmediatamente a June.

June: ¡Princesa, Mihó, Shun-Rei protegeros! ¡Seika procura apagar el fuego mientras yo acabo con esta rata! ¡Prueba mi látigo!

Moviendo con destreza su látigo, la amazona  golpeó a euro mientras Seika apagaba el incendio, las demás chicas pese a las advertencias  de June, no podían quedarse quietas y se dedicaron a ayudar a su amiga a apagarlo.

Euro: ¿Así que acabarás conmigo con ese látigo? ¡Así no me haces más que cosquillas! ¡Remolino de fuego!

Un remolino de llamas cayó contra June quien intentaba pararlo moviendo el látigo en forma giratoria pero así sólo provocaba que toda la zona se estaba quemando.

Euro: Vasta de juegos, vas a morir.

A una velocidad increíble, Euro golpeó a June en pleno estómago, derribándola, pero ésta curio la pierna del dios intentando tirarlo. El dios se reía por el esfuerzo de la joven amazona.

Euro: ¡Ja, ja, ja, ja, ja! Mira que eres persistente.

Pero aquellas risas se convirtieron en un gruñido de furia al ver como las chicas enteradas de que era imposible apagar el incendio con un aire tan caliente, y se habían ido arriba, mientras que el personal ya huyó. .

Un fuerte golpe de un ser invisible golpeó con fuerza el rostro del dios, derribándolo. Luego fue pateado varias veces para que después aquel ser invisible desapareciera.

Euro. ¿¡Quién demonio fue!? - exclamó totalmente fuera de sí, mientras se levantaba, limpiando el hilo de sangre que caía de sus labios -

- Ésta es una habilidad de mi armadura que descubrí hace poco. Como hacen los camaleones, gracias a mi armadura puedo ser uno con el entorno, siendo imposible de ver .

Euro: ¿Así que sigues viva? ¡Pues si no puedo verte! ¡Quemaré todo el hospital! ¡Toma esto! ¡Tempestad infernal!

Como si estuviera loco, el dios comenzó a lanzar ataques de fuego con los que había convertido la cafetería en un verdadero infierno. Pero June seguía esquivando los ataques y golpeando su cuerpo con puñetazos y patadas que, si no le habían dañado lo suficiente, lo estaba irritando.

Pero era lo propio que en algún momento se descubriera algún punto débil a aquella técnica y Euro la había descubierto, porque en el momento en que June iba a golpearle, él la agarró por el cuello con una sádica sonrisa en los labios.

June. ¿Cómo... pudiste... verme? - preguntó casi sin aire -

Euro: Estúpida, te has valido de mi temperamento para engañarme, soy uno de los cuatro dioses cardinales del viento y por lo tanto, puedo notar cualquier cambio en él, y al moverte lo produces. Ahora sí se acabó. ¡Muere!

- ¡Trueno del alba! 

El frío ataque atacó cayó sobre el desprevenido dios, congelándolo al instante, el aire frío que provocaba el recién llegado bajó la temperatura del ambiente y apagó inmediatamente el fuego del lugar.

June sonrió, se trataba de Hyoga, caballero de bronce del cisne. La amazona sonrió antes de caer inconsciente al suelo. Ellie fue corriendo a ayudarla, mientras Hyoga miraba extrañado la estatua de Euro, en la que él ya no estaba.


                                       Pasillo, Hospital Central


En aquel lugar las cosas se estaban poniendo peliagudas, Zephirus y Notus se enfrentaban sin cuartel a Shiryu y Shun quienes no portaban sus armaduras.

Shiryu: ¡Largaos de aquí o sufriréis las consecuencias!

Zephirus: No tengo intención de huir. ¡Brisa marina!

Una fuerte brisa empujó al desprevenido Shun estampándolo contra la pared. Pero enseguida se levantó preparado para atacar con su mejor técnica.

Shun: ¡Corriente nebular!

El ataque de Shun no parecía afectar en lo más mínimo a ambos dioses. Pero a Shun le preocupaba que no se rindieran, ya que su técnica era terriblemente agresiva y podía matarlos.

Zephirus: Eso ni llega al nivel de la brisa marina, y eso que es mi técnica más débil.

Shun: Por favor, os suplico que os rindáis. Si no lo hacéis, ésta corriente se convertirá en tempestad y podría matarlos - suplicó con su sensibilidad de siempre -

Zephirus: No seas tan soberbio muchacho, esa brisa sólo era una advertencia. ¡Pero esto no! ¡Ola destructora!

Una ola de destrucción en forma de viento cortante se dirigía a Shun, quien ya estaba apenado, pues ya nada podía salvarles.

Shun: ¡Tempestad Nebular!

Al final la ola golpeó a los guerreros estampándolos contra la pared. Sin embargo, por increíble que pareciera, los dioses se habían hecho uno con la tempestad, moviéndose a través de ella como si estuviera caminando por un camino sin baches.

Shun. ¿Cómo lo habéis hecho? ¡Mi ataque es imparable! - exclamó sorprendido al tiempo que se levantaba -

Zephirus. Te creo pero nosotros somos uno con el viento, podemos caminar por tu tempestad por muy terrible que fuera. - decía aún dentro de la tempestad -  ¡Prueba tu propio ataque! 

La tempestad nebular desencadenada por Shun se volvió en su contra destrozándolo por completo, estaba entre la espada y la pared pues zephirus ya estaba preparando un nuevo ken.

Zephirus: ¡Ola de destrucción!

A Shun no le dio tiempo de ver ni sentir nada pues se desmayó a causa de las heridas, habría muerto de no ser por la ayuda de Shiryu quien se interpuso usando una camilla de metal como escudo, que no impidió que sufriera leves daños.

Zephirus: Estúpido, sólo retrasas lo inevitable. Notus, no te entrometas. - le dijo -

Notus. Lo que tu digas. - tras aquellas palabras que pronunció lacónicamente, desapareció entre los vientos -

Zephirus ya que no tienes tu armadura, por lo menos te concederé la ventaja de una pelea de uno contra uno. ¡Tempestad marina!

Una fuerte tempestad se desató en el ambiente pero Shiryu la resistía como si nada, su cosmo-energía no hacía más que elevarse hasta llegar al 7º sentido.

El caballero se abalanzó sobre Zephirus, éste comenzó a descargar ondas de choque formadas por vientos turbios que eran destruidos por el cosmos de Shiryu.

Shiryu: De esto no podrás protegerte. ¡Siente la cólera del dragón!

El puño capaz de invertir el flujo de una cascada, destrozó el peto de la armadura ante el total desconcierto del dios cardinal, pero como si fuera un acto reflejo, escapó de ahí gracias a su habilidad con el viento.

Zephirus: ¡Maldito seas! - exclamó furioso al ver como su pecho sangraba y casi no podía respirar - No me dejas más remedio que utilizar mi más terrible técnica. ¡Ven a mí, Viento del Oeste! - entre las manos del dios se empezó a concentrar el aire del lugar -

Shiryu llevó instintivamente la mano al pecho, pues el aire parecía estar desapareciendo y sus pulmones ya pedían oxígeno.

Zephirus: Nadie puede resistir este ataque, la falta de aire te despojará de tus cinco sentidos y entonces esta será la bala que te fulmine. ¡Ciclón caótico!

De la bola de energía empezó a salir un remolino que arrasaba con todo lo que se ponía por delante e iba directo al caballero del dragón, quien estaba de rodillas privado de sus sentidos. Sin embargó, su cosmos aún no cesaba de elevarse, provocando la preocupación del dios cardinal.

Shiryu: ¡Aunque muera en el intento no dejaré que matéis a Seiya! - exclamó con decisión, levantándose - ¡Esto no podrás esquivarlo por mucho que lo intentes! ¡Cien dragones de Rozan!

El cosmos del dragón estalló de forma abrumadora rivalizando con el ciclón, la armadura de Zephirus acabó de destruirse y su piel era desgarrada por el poder de su propio ataque, intentó huir fundiéndose con el ciclón pero en aquel momento decenas de dragones surgieron de Shiryu, no había escapatoria, su cuerpo fue destrozado completamente por el ken mientras Shiryu caí desmayado.

Shiryu: ¡Agh! Seiya...


                               Habitación de Seiya, Hospital Central


Seiya estaba realmente exaltado, había sentido como el cosmos de Shiryu se apagaba lentamente, además de la llegada de aquellos cosmos tan terribles. Pero las chicas lo tenían agarrado pues estaba demasiado débil.

Seiya: ¡dejadme! ¡Tengo que ir a ayudarles!

Seika: estás muy débil hermano, relájate.

Saori: Seiya debes descansar, las continuas luchas te han debilitado no quiero que mueras. Por favor, no vayas. - suplicó -

Seiya: Pero... Saori.

Shun-Rei: Hazle caso a Saori, yo también estoy preocupada por Shiryu pero sé que saldrá con vida de ésta, confía en que tus amigos venzan a sus enemigos, tú aún no te has repuesto.

Toma. No te preocupes seiya, yo iré a ayudar.

El pegaso, pese a no estar totalmente convencido, decidió desistir. El hermano de Marin saltó por la ventana dispuesto a ayudar a su hermana, cuyo cosmos se había debilitado en gran medida.


                                           Cafetería, Hospital Central


Ellie y June habían salido corriendo del lugar por orden de Hyoga. estaba claro que, por muy sorprendente que fuera, el dios cardinal había escapado de su ken congelante.

Hyoga. Ahora que se han ido los demás dime. ¿Cómo has huido de mi ataque tras ser congelado?

Euro: Ja, ja, ja. ¡Estúpido! ¿Cómo piensas que vas a congelar a uno de los discípulos de Eolo? ¡Da igual cuan frío sea tu ken! ¡Tendrías que congelar todo el aire de la zona!

Hyoga: Exageras tu poder. ¡Polvo de diamantes!

Ráfagas de hielo fueron lanzadas a la velocidad de la luz creando varias estatuas de hielo con forma de su enemigo pero éste seguía esquivando sus ataques, riéndose del caballero del cisne.

Euro: ¡Ja, ja, ja! es divertido jugar contigo pero es el momento de finalizar este combate. ¡Remolino de fuego! 

Hyoga: ¡Maldito! Círculo de hielo.

El ken de fuego arrasó con todo lo que se interpuso por delante, incluido Hyoga, quien había resistido. Aunque su cuerpo estuviera calcinado,  el caballero sonreía con satisfacción.

Euro: Ja, ja, ja. Da igual que te protejas, acabarás cediendo. ¿Qué? ¡AGH! ¿¡Qué es esto!? 

Tras su pequeño momento de gloria, el dios cardinal se dio cuenta de la cruda realidad, un círculo de aire helado lo rodeaba y pese a su intentos de salir de él, éste no hacía más que crecer y crecer, apretándolo más y más.

Hyoga: Eso que te rodea es el círculo de hielo, una de las técnicas más básicas de los caballeros del cisne. Pero sirve perfectamente para atrapara a enemigos escurridizos como tú, el círculo te irá apretando más y más hasta que te sea imposible escapar. 

Euro: ¡No seas iluso! ¡Puedo derretir este estúpido ken con mi infernal cosmos!

Hyoga: ¿Crees que voy a permitirlo? Al menos tendrás el honor de recibir la técnica de mi maestro. ¡Morirás probando el cero absoluto!  - el caballero juntó sus manos en forma de cántaro -

Euro: ¡Imposible! ¡Ningún guerrero de hielo ha conseguido semejante poder!  - exclamaba aterrorizado -

Hyoga: ¡La ejecución de la aurora!

Nada pudo salvar al dios cardinal del rayó congelante. El círculo que ante sus ojos parecía irrompible  fue destrozado cual papel, y su cuerpo se congeló a una temperatura que ni todo el aire caliente del mundo podría elevar, el cero absoluto.

Sin más, el caballero del cisne cayó al suelo completamente agotado, su cuerpo estaba plagado de graves quemaduras que requerían atención.


                                       Fuera del Hospital, Tokio


El ángel Toma llegó a gran velocidad sólo para ver el macabro espectáretaguardia que le era mostrado. Los caballeros de bronce y su hermana estaban desmayando con sus armaduras de bronce resquebrajadas, sólo Jabu y Marin las mantenían más o menos intactas.
Otra cosa que llamó la atención de Toma, fue la estatua de hilo que había en el centro. Un misterioso guerrero de cabellos azul pálido, dejaba unas rosas negras a pie de una Shaina congelada.

Boreas: ¿Quién eres?

Toma: Esperaba que me reconocieras, esto aumenta mis sospechas sobre vuestro Señor. Soy Touma de Ícaro, antes era un ángel del Olimpo.

Boreas: Mmm Interesante. - murmuró - ¿Y qué eres ahora?

Toma: Me he unido con la Diosa Atenea.

Boreas. Otro traidor, bien, acabaré contigo para cumplir de una vez mi misión.

Ambos contrincantes se intercambiaron miradas de fuego intenso, cosa que difiere con el frío ambiente, el cosmos de Boreas se alzaba impresionante sobre la zona, como si estuviera retando a Toma, que no se quedaba atrás.

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Notas de Autor:

Un nuevo capítulo lleno de acción e intriga (¿Cuál?). Como ven, nuevos enemigos que no aparecieron en la primera versión se han puesto en escena, sólo queda esperar a quien culparan de éste ataque.¿ A Abel o a Apolo? Habrá que pensar como Seiya... He de decir algo sobre los combates, cortos pero intensos al estilo OVA, la razón es que éstos enemigos tienen apenas el nivel de un dios asgardiano y eran cuatro, de modo que decidí despacharlos rápido, y como ya ven, no tenían armaduras por lo que estaban expuestos a los ataques de sus enemigos. Si tenéis quejas, dudas, o comentarios mandadlos a: lordomega345wanadoo.es

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Editado por Jeczman, 17 abril 2007 - 11:57 .

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#3 Rexomega

Rexomega

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Publicado 02 febrero 2006 - 16:27

                                                            Capítulo 2


                                                 “El Padre del Viento”


                                               18 de Septiembre del 1998
                                        Fuera del Hospital, Tokio 13:15 PM
                                                   

Para Boreas no pasaron inadvertidas las muertes  de Euro y Zephirus pero no parecía furioso ni apenado, triviaá era algo normal para los demás la tristeza, pero él era un guerrero, sólo le debía sumisión a su dios, los sentimientos no valían para nada, sólo de estorbo.

Miró con interés al guerrero que tenía delante, un ángel del olimpo, uno de los guerreros más fieles a su señor, y ahora lo retaba.

Esta vez debía usar el 100 % de su poder, aquello no era un juego, sabía que Touma de Ícaro no era ningún pelele.

Boreas: Bien, de modo que eres ahora un caballero de Atenea, eso quiere decir que tu destino está escrito, morirás en mis manos.

Touma: Antes de enfrentarte, explícame algo. ¿Quién es tu señor? ¿Abel o Apolo?

Boreas: Eso no es de tu incumbencia. Ten la mente en la pelea, porque lo vas a necesitar.

Sin más preguntas, ambos contrincantes encendieron sus poderosas cosmo-energías, las cuales peleaban en los cielos,. El aire se helaba, los ojos de Boreas se habían vuelto completamente blancos, muestra de que usaría todo su poder.

Tras unos pocos segundos, ambos combatientes chocaron en un sinfín de golpes a la velocidad de la luz, sin cuartel, se intercambiaban golpes y contragolpes sin descanso, hasta que volvieron a dejar distancia.

El poderoso ángel lanzó varias lanzas contra Boreas, quien contraatacó con un soplo glacial, el choque de técnicas provocó una gran explosión que levantó todo el polvo de la zona.

Touma saltó todo lo que pudo, y volvió a atacar con sus lanzas energéticas, el dios cardinal tuvo que fundirse con el viento y empezar a dar vueltas a gran velocidad, haciendo un círculo en el patio.

Al notar que era imposible dañar al veloz dios, Touma cayó con fuerza sobre el suelo, varias chispas púrpuras se concentraron en las palmas de sus manos, que fueron lanzados en forma de ráfagas contra el dios, que seguía esquivándolas.

Touma: “¡Maldición! Es demasiado rápido.” - pensó -

Boreas: Deja de intentarlo, nadie puede comparase conmigo cuando utilizo todo mi poder. - le dijo sin parar de correr en círculos -

De pronto, el dios cardinal golpeó en el estómago a Touma, estampándolo contra un árbol que había cerca. Sin esperar un segundo, empezó a patearlo, destrozando su armadura.

Touma: GRRRRRR ¡Gran Altura! - el poderoso golpe lanzó a Boreas por los aires hasta casi desaparecer -

El joven guerrero miró con decisión el cielo, la figura del dios estaba cayendo a gran velocidad y parecía que aun no se había recuperado de la sorpresa, Touma lanzó de nuevo sus armas de cosmos que atravesaron como el papel a Boreas, o eso parecía porque en una impresionante maniobra, Boreas esquivó las lanzas y se dirigió en picado  dándole una fuerte patada en el estómago que lo estampó de nuevo contra el árbol, destrozándolo.

El peto de la armadura de Touma se había hecho trizas, el ángel vomitó sangre mientras veía  como el dios cardinal se adentraba en el hospital, intentaba levantarse pero la fuerza de Boreas junto a la aportada por la caída le había roto los huesos.

Touma. Per... Perdóname... Her… Hermana… - fue lo único que pudo decir antes de desmayarse -


                                            Pasillo, Hospital Central


El caballero de Andrómeda se levantó con algo de dificultad, por culpa de no tener sus cadenas no había podido hacer nada, ya que su mejor técnica sin ella no tenía efecto en aquellos seres.

Una vez de pie, miró hacia todos lados, el cuerpo de Zephirus estaba destrozado, seguramente muerto, y Shiryu no era menos.

Shun: ¿Shiryu? ¿¿Shiryu?? ¿¡SHIRYU!? ¿¡Estás bien!? - exclamó mientras lo levantaba -

Shiryu: No te preocupes… Shun… - vomitó sangre que bajó por su mejilla - Hay otro más… Debes impedir que… Mate a Seiya o a la princesa… - esas fueron sus palabras antes de caer inconsciente -

Shun se levantó con decisión, era un caballero de Atenea y como tal, era su deber enfrentar a los enemigos de la diosa. Intentó sentir la cosmo-energía de Notus pero no funcionó, de pronto, varios haces de aire rasgaron su ropa, causándole heridas leves.

Notus: Me buscabas caballero. - murmuró llamando la atención de Shun, quien miraba a todas partes pues no lo veía -

Shun: ¿Dónde estás? ¡Deja de esconderte!

Notus: Ja, ja, ja. No me escondo caballero, simplemente estoy en todas partes. ¿Acaso quieres una demostración?

Shun trató de adoptar una posición defensiva pero no funcionó, cientos de puñetazos a la velocidad de la luz golpearon cada parte de su cuerpo de forma salvaje, el caballero no podía defenderse, el asedio venía de todas partes, tras quedar casi inconsciente, Notus apareció y, con su puño, lanzó una ráfaga mortal de viento que le hizo atravesar las ventanas del pasillo y acabar estampado contra el patio del hospital, dejando un hoyo inmenso.

El dios cardinal, aterrizó con elegancia y observó el espectáretaguardia que su hermano había generado, todos los caballeros de bronce habían sido vencidos, un tipo al que no conocía yacía moribundo junto a un árbol y una amazona de plata permanecía congelada en el centro.

Notus sonrió, sólo quedaba aquel incauto caballero,  y podrían llevar a Seiya con su señor.

- ¡Resplandor de luz! - un fulminante ken atacó a Notus por la espalda, el dios cardinal no pudo detenerla y dio varias vueltas de campana por el patio -

Con cierta dificultad, Notus se levantó, su rostro estaba raspado por haber limpiado el suelo con él, pero lo más dañado era su orgullo, tras limpiarse la sangre del rostro pudo voltearse y ver a su atacante, Orestes de la Corona Boreal.

Notus. ¡¡Tú!! ¡Tú habías muerto! - exclamó con rabia mientras la sangre recorría su rostro -

Orestes: Je, si vosotros los dioses cardinales pensáis que un simple ataque puede vencer a un caballero de la Corona del Febo Abel, es que no sabéis a quien os enfrentáis. 

Sin esperar un momento, el caballero se paró en seco y lanzó de nuevo su ken, pero esta vez Notus lo esquivó fundiéndose con el viento, fríamente, Orestes empezó a perseguirlo de forma paralela lanzando sus kens una y otra vez, todo el patio y el hospital estaban completamente derruidos.

Notus: ¿De verdad crees que algún día me alcanzarás? Ja, ja, ja. - se reía sin dejar de correr -

Y Orestes supo que el dios cardinal tenía razón, todos aquellos guerreros que allí yacían eran valientes pero habían cometido el error de atacar aun solo punto, debía cambiar de estrategia.

El Corona se lanzó al aire atravesando el cielo, extendió ambas manos hacia el frente, el Sol iluminaba su espalda. Orestes estaba concentrando una gran cantidad de energía en sus manos.

Notus no se preocupaba, seguía pensando que su velocidad lo libraría de cualquier golpe de modo que no paró de correr, esta vez desordenadamente sin seguir ninguna pauta.

Orestes: ¿¡Qué haces!? ¡No te librarás de ésta! ¡Ríndete!

Notus: ¡JA! ¿Eso crees? ¡Puede que Boreas sea el más poderoso pero yo soy el más rápido de los cuatro dioses cardinales! ¡Soy el ser más veloz de este mundo!

Orestes: ¡Tú lo has querido! ¡Siente el... Resplandor Solar!

Toda la energía que se había concentrado el corona, fue lanzada en forma de Flash destructor, un resplandor dorado desintegró gran parte del patio, una vez el humo se disipó, Orestes no salió de su asombro, los caballeros se habían salvado porque estaban al borde de la zona, y la amazona por la solidez de su encierro, pero sabía que aquel dios debía haber muerto.
Pero no era así, Notus seguía enfrente. Su armadura estaba algo agrietada pero él estaba intacto, con su mano algo chamuscada, que lo estaba apuntando a él, que acababa de aterrizar.

Orestes. ¿Cómo? ¿Cómo es posible? - preguntó sin salir de su asombro -

Notus:  ¿Sorprendido? No es para tanto. Nosotros, los dioses cardinales,, no solo usamos el viento par ser más rápidos, sino que también nos protege. - respondió dejando a Orestes en shock - Ahora es el momento de que conozcas mi poder. - extendió ambas manos hacia el frente como hizo antes Orestes y empezó a girarlas - Prueba esto... ¡Tornado gigante! - la velocidad con la que giraban sus brazos aumentó hasta tal punto que generó un tornado -

El poderoso ken de viento  de Notus golpeó con fuerza al corona y lo metió dentro del tornado que giraba con fuerza salvaje ante la mirada satisfecha de Notus, que no se dio cuenta de que los caballeros Jabu y Marin se estaban levantando, así como Touma, y ya estaban bastante recuperados.

Marin: ¡Patada de Águila!

Jabu: ¡Galope del Unicornio!

Touma: ¡Relámpago divino!

Mientras Marin y Jabu golpeaban al desprevenido dios,  Touma le lanzó una fuerte descarga eléctrica que acabó de empujarlo varios metros hacia atrás.

Pero el tornado no se había amansado y Notus se levantó más furioso que dolorido, sin pensarlo se fundió de nuevo con el viento y a una velocidad inimaginable se lanzó a golpear a Jabu y a Marin, Touma procuraba ver al guerrero pero no podía, su velocidad era mayor que la de Boreas.

Shaina: ¡Garra del trueno!

El ataque cogió desprevenidos tanto a amigos como enemigos, sólo Orestes desde su sufrimiento en el tornado sonrió, el calor de su ken había derretido la capa de hielo que la mantenía como estatua.

De nuevo, Notus cayó al suelo, todo parecía malo para él, los cuatro guerreros estaban preparados y sus cosmos en conjunto podían destrozarlo con facilidad, y para colmo de males, el tornado había perdido fuerza, y Orestes pudo escapar.

El dios cardinal no estaba dispuesto a admitir su derrota, concentrando todo su cosmos, todo el aire del lugar comenzó a volverse una tempestad, su cosmos dorado se agrandaba y se lanzó contra ellos. Había que admitir que era hábil, pero se enfrentaba a demasiados guerreros como para ganar.

Orestes: ¡Resplandor de luz!

Marin: ¡Meteoros!

Jabu: ¡Cuerno eléctrico!

Touma: ¡Relámpago divino!

Shaina: ¡Garra del trueno!

Notus: Basta de tonterías... - dijo sonriendo - ¡Polen paralizador¡ - de sus manos salió un polvo amarillento que alcanzó a sus contrincantes pero no lo libró del fuerte impacto - 

La explosión terminó de destruir todo el patio, el exterior del hospital parecía en ruinas, Notus dejó un surco en el suelo, no había tenido tiempo de defenderse, por suerte su armadura resistió el ataque.

Los guerreros estaban realmente sorprendidos, pero no por la resistencia del dios cardinal, sino por otra cosa, no podían moverse.

Notus: ¿Os gustan los efectos de mi técnica? Ja, ja, ja. Como veis, el polen con el que os he atacado me impidió defenderme de vuestro ataque, pero os ha dejado paralizados, poco a poco perderéis cada uno de sus sentidos. Este combate ha acabado.

Todos estaban realmente furiosos por la impotencia, no podían siquiera hablar, todos los músculos de su cuerpo estaban paralizados, nada podían hacer, Notus tenía razón, el combate había terminado.

Notus: Pero no puedo dejarles vivos, ni a mi maestro ni a mi señor les gustaría que unos traidores como vosotros sobrevivieran. - extendió ambas manos al frente - Tornado... ¿Qué?

Una cadena de bronce sujetó con fuerza su brazo, del agujero que había en el centro surgió un majestuoso Shun, enfundado con la armadura de Andrómeda, su cosmos se extendía hasta el infinito.

Notus: ¿Cómo? ¡Tú moriste! - exclamó sorprendido -

Shun: “Mi armadura, mi hermano fue a llevarlas a la isla del volcán para fortalecer nuestras armaduras. Sí ahora ha venido a mí, quiere decir que mi hermano ya ha llegado. Ahora puedo enfrentar a mi enemigo” - reflexionó - Ahora yo te retó cobarde, a un singular combate, solos tú y yo.

Notus: Ja, he vencido a cinco guerreros de un solo ataque. ¿Crees acaso que tú eres diferente?

Shun: Veamos si esto te convence. ¡Onda del trueno! - la fuerte descarga destrozó al dios, quien no tuvo más remedio que escapar -

Los guerreros estaban realmente furiosos, no podían avisar a Shun de que tuviera cuidado con el polen de aquel cobarde, sólo podían hacer de espectadores.

Notus: ¡Bah! No perderé el tiempo... ¡Polen paralizador!

El ataque iba directo contra Shun, pero éste lo esquivó con facilidad, sin saber de la que se había salvado. Sin embargo,  el dios cardinal seguía expulsando aquel polen en una pequeña tormenta de aquel polvo hasta dejar a Shun paralizado como los demás.

Pero Shun no estaba para nada preocupado, y eso le extrañó al dios cardinal, quien empezó a golpear a Shun.

Entonces, la cadena atravesó de forma rápida el cuerpo de Notus, una descarga tan terrible como ninguna no le dejaba moverse, mientras tanto, la cadena punzante atravesaba a Notus por todas parte del cuerpo.

Notus: ¡Maldición!

El dios no tuvo más remedio que hacerse uno con el viento para huir de aquel asedio, trataba de atacar pero no había tiempo de siquiera defenderse pues la cadena punzante no hacía más que perseguirle.

El caballero de Andrómeda no sonreía ante aquella “victoria” era bien sabido que detestaba la violencia y mucho más matar, pero debía vencer a aquel dios, por el bien de todos.

Tras varios minutos de ser perseguido, Notus paró en seco, la cadena se dirigía a él de forma amenazante, sin esperar un segundo más lanzó de nuevo se poderoso ken.

Notus: ¡Tornado gigante!

El ataque era más violento que nunca, pero no le afectó para nada a la cadena. Sin embargo, ese no era el objetivo del guerrero, Shin se vio envuelto de repente en aquel furioso ken de viento y no podía huir, pese a que los efectos del polen empezaban a debilitarse.

Shun: ¡AGHHHHHHHHH! - gritó -

Los fuertes vientos cortantes que giraban a su alrededor desagarraban parte de su piel produciendo pequeñas heridas, extrañamente el ataque, pese a ser devastador, parecía estar perdiendo fuerza.

De pronto, el tornado desapareció y Shun cayó al suelo, inmediatamente se levantó y se dio cuenta de que el polen ya no tenía efecto sobre él, aunque sus compañeros seguían paralizados.

Notus: “Imposible. ¿Cómo puede ser que se haya librado de mi polen? Sólo alguien que haya alcanzado la Octava Conciencia podría. Da igual, esperaba que alguna vez me toparía con alguien así... Je, je, je. Ese gusano va a comprobar cual es mi verdadero poder” - pensaba-

Shun volvió a elevar su cosmo-energía preparado para continuar la batalla pero Notus parecía tranquilo, sonriente. El caballero estaba desconcertado.

Shun: ¿Qué te hace sonreír? Dime.- preguntó -

Notus. Vosotros los humanos, siempre os habéis creído dioses.

Shun. ¿Qué?

Notus: Desde los tiempos mitológicos, el hombre siempre ha deseado volar hasta los cielos, fruto de su soberbia.

Shun: ¿Por qué me dices eso ahora?

Notus: Simplemente mira a tu alrededor, los intentos del hombre por llegar a ser dioses, están destrozando este bello mundo, incluido el aire. La basura que rodea toda la Tierra, que proviene de la actitud del hombre, ¿Por qué quiere vuestra diosa, que es la defensora de éste planeta, proteger a tan soberbia especie?  Merecen desaparecer de la existencia para que los dioses puedan ocupar su lugar.

Shun: Estás equivocado. - dijo sin dudar - Puede que los seres humanos hayamos cometido muchas faltas contra la Naturaleza, pero muchos tratamos de rectificar ese error No queremos ser más que los dioses, simplemente evolucionamos con el paso del tiempo como cualquier otra especie. Los dioses son soberbios pues creen tener derecho sobre todo lo que existe, y que pueden pasar por encima de todo lo demás.

Notus parecía empezar a dudar “¿Era cierto lo que aquel humano decía?” “¿Acaso no eran ellos los que sobrepasaban el límite?” aquellas preguntas atormentaban su mente pero el dios negaba con fuerza, debía disipar aquellas dudas, le debía lealtad a los dioses y no tenía por que hacerse aquellas preguntas.

Notus: ¡Deja de decir estupideces! ¡Soy un dios cardinal al servicio del Gran Febo y como tal debo obedecer órdenes! ¡Ahora sabrás de lo que soy capaz caballero!

Shun: No, basta, no es necesario que luchemos. ¡Escucha!

Pero nada podía hacer reaccionar a aquel furioso dios, todo el aire que le rodeaba se había puesto tenso, transformándose en ondas que cortaba su piel.

Notus: ¡Ni el 8º sentido podrá salvarte de esto! ¡Prueba el rocío de la perdición!

Un polen de color rojizo se abalanzó sobre Shun, sus sentidos se desvanecían a gran velocidad, no podía moverse y su propia alma parecía perderse en la oscuridad.

Notus: ¡La suciedad que el hombre a dejado será tu perdición caballero! ¡Éste es mi mejor técnica! ¡Tormenta de arena!

Shun. ¡No puedes generar una tormenta de arena en plena ciudad!

Notus: ¡O sí! ¡Claro que puedo! ¡La suciedad urbana servirá como arena!

Y tal como dijo, todo el polvo de la ciudad se juntó en una terrible tormenta que cegó a todos, los caballeros sufrieron las consecuencias pero Notus no, éste se había unido a la tormenta que atacó con violencia a Shun, cientos de golpes lo apaleaban y el santo no podía moverse.
Las cosas parecían ir sobre ruedas para Notus, hasta que la cadena esférica paró de inmediato los embastes del dios cardinal, y la punzante lo empujaba contra el suelo de un solo golpe, provocando ligeras descargas en su cuerpo.

Notus: ¿Cómo? - se preguntó a sí mismo, antes de descubrir lo que pasaba -

Shun: Veo que te has enterado, tu polen no puede paralizar mis cadenas, y ahora que estás débil podemos recuperarnos, no quiero acabar contigo, no es necesario, huye y déjanos tranquilos.

El dios se sorprendió, no era el momento de ser orgulloso, la cadena había cerrado las heridas y aquel guerrero al que su dios consideraba un traidor al Olimpo, lo había dejado vivo, triviaá Apolo no tenía la razón, el dios dio la vuelta dispuesto a marcharse.

Notus: Agradezco tu bondad, espero que mi señor lo comprenda.

Shun asintió, le alegraba el ver que no había necesidad de matarle, pese a su actitud, era un ser vivo y no lo merecía.

El dios cardinal, pese a todo, estaba confuso, “¿acaso estaba haciendo lo correcto?”. “¿O era cobardía?” Esa clase de pensamientos comenzaron a torturar su mente.


                                                Pasillo, Hospital Central


Boreas atravesó la cafetería de forma rápida, el caballero Hyoga no podía levantarse y la amazona de bronce no estaba a su altura, una vez frente a la habitación de Seiya, encendió su cosmos tras sentir el de otro, un caballero, y veía que el dragón no estaba en posición de ser un incordio. Sólo quedaba alguien...

- ¡Por las llamas del Fénix! - gritó una voz, antes de que el flameante ken derribara de inmediato al dios -

Con gran esfuerzo pudo mantener el equilibrio, sólo para poder ver a su atacante, un caballero de Atenea enfundado con una armadura de bronce que brillaba como el oro.

Boreas. ¿Quién diablos eres? - preguntó con rabia, cansado de las constantes luchas que había sostenido -

- Soy Ikki, el caballero del fénix. Y no permitiré que ataques a Seiya en éstas condiciones.

Boreas. Muchos me han dicho eso y han acabado derrotados.

Ikki: Donde mis compañeros fallaron, yo triunfaré. ¡Por las Alas del Fénix!

Una onda de viento fue lanzada contra Boreas , quien la esquivó apenas sólo para toparse con un fuerte puñetazo del fénix, convirtiéndose en un mortal combo que destrozaba al dios.

El helado guerrero, harto de recibir, lanzó un soplo glacial  que congeló al caballero de forma superficial. A gran velocidad, Boreas golpeó a Ikki con rabia, luego lo envió directamente al patio de una patada.


                                          Patio, Hospital Central


Notus no pasó desapercibido la llegada de Ikki, que cayó algo congelado hacia aquel lugar que parecía un verdadero mar de personas, quienes ya se habían curado del polen.

El dios del Norte cayó con fuerza por ahí pero en pie, y sin esperar un instante comenzó a golpear a Ikki, quien rápidamente se defendió de sus embaste  y le propinó una fuerte patada que lo enviaría hacia el cielo.

Ikki. ¡Alas del Fénix Volador!

Boreas: ¡Ventisca Glacial! - gritó lanzando el ken desde los aires -

El choque de ambos kens de aire resonó en toda la zona, tras una dura pugna el ataque de Boreas comenzó a imponerse, la ventisca se volvía cada vez más violenta y no solo eso, sino que entre ella comenzaba a surgir granizo en un tamaño impensable, Ikki trató de esquivarlos pero pronto se dio cuenta que no podía, la ventisca lo había atrapado.

Boreas: ¡Aguantas bien! ¿Eh? ¡Recibe también la Tempestad del Norte!

Ambos kens se juntaron empujando del todo a Ikki, contra el suelo, éste dejó un gran agujero y parecía que no paraba de caer aún más al fondo. 

Ikki: “Maldición, tengo que hacer algo o éste loco acabará venciéndome” - pensó mientras trataba de elevar su cosmos - ¡Fénix de Fuego!

Desde el agujero comenzó a emerger una luz brillante, el ken de fuego en forma de fénix empujaba hacia atrás el de Boreas, pero éste no pensaba rendirse.

Notus observaba todo con temor, en realidad si era un cobarde al intentar dejar la lucha, su hermano no cesaba de enfrentar al poderoso fénix y él no podía ser menos, su misión era la de enfrentar a los caballeros de Atenea, siendo así, el dios la vuelta de nuevo para encarar a Shun.

Notus: Caballero, agradezco tu buena voluntad, pero sería una cobardía por mi parte si dejara esta batalla.

Jabu: ¿Cómo? ¿Vas a enfrentarnos?

Notus: El hecho de que esté débil o que mi técnica no surta efecto sobre las cadenas de mi oponente, no me da derecho a abandonar esta batalla, debo vengar a mis hermanos caídos y cumplir mi misión, así haya de morir en el intento.

Shun: Pero... ¿No te das cuenta? ¡No es necesario que luchemos! ¿Por qué nos atacan los dioses sí sólo hemos enfrentado a aquellos que han osado usurpar la Tierra?

Notus. No es mi misión darte una respuesta caballero. ¡Basta de palabras! ¡Prepárense!

Jabu: ¡Prepárate tú! ¡Galope de Unicornio!

El caballero de bronce se lanzó de nuevo de forma impulsiva sobre el dios cardinal, quien sin más elevó su cosmos y descargó unas ráfagas de cosmo dorado sobre el caballero, destrozando su armadura y derribándolo.

Shun: ¡Alto! ¡Basta, no luches Jabu!

Shaina: ¡Cállate! ¡Este patán no merece tu compasión! ¡Nosotros nos ocupamos de ésta rata! - exclamó para después lanzarse sobre el dios - ¡Garra del Trueno!

Shun: Pero...

Marin: Shun, ayuda a tu hermano, Boreas es más poderoso que Notus.

Touma: ¡Vamos! ¡Ve!

El caballero de Andrómeda se dirigió al lugar de batalla en que su hermano había sucumbido ante Boreas, mientras que los demás encaraban a Notus.

Notus: ¡No más peleles! ¡Mi pelea es con el caballero de Andrómeda! - tenía cogida a Shaina por el cuello - ¿Es tan difícil de entender que no podéis conmigo? - sin más la lanza contra Jabu quien apenas se sostenía en pie -

Orestes: No deberías subestimar a tus adversarios. ¡Resplandor de luz!

Touma: ¡Relámpago divino!

Marin: ¡Meteoros del Águila!

El choque de kens es contenido por un campo de aire que rodeaba a Notus, quien juntó sus manos para luego separarlas lentamente, formando una esfera amarilla.

Notus: ¡A ver como soportáis esto! ¡Tormenta de Arena, ven a mí! - los pocos rastros de la tormenta que no hacían mella en los caballeros comenzó a concentrarse junto con el aire que allí se encontraba, los caballeros habían empezado a perder oxígeno - ¡Onda expansiva!

La bola dorada explotó dejando un fuerte surco de energía que se dirigía a gran velocidad contra ellos, quienes para evitarlo saltaron, pero Notus ya preparaba una onda de choque para lanzárselas.

Notus. ¡Fuerza del Este!

Orestes. ¡Resplandor Solar!

Touma. ¡Lanzas de libertad!

Marin. ¡Cometa del Águila! - tras el puño de la amazona, surge un cometa de energía azul que se une a los demás kens -

La terrible combinación de cosmos provoca una explosión al chocar con la técnica de Notus pero las lanzas se salvan y acaban atravesando el cuerpo del dios.

Notus suelta un alarido de dolor mientras Orestes y Touma, nada más caen al suelo, lanzan de nuevo sus kens antes de que se recupere, Marin duda pero al final los apoya.

Marin: ¡Meteoros del Águila!

Touma: ¡Relámpago divino!

Orestes: ¡Resplandor de luz!

Notus no gritó, sabía que estaba con un pie en la ultratumba pero no se arrepentía de sus actos, había luchado por lo que creía y estaba orgulloso de haber muerto con honor, el dios cardinal recibió el impacto con total tranquilidad.

Mientras todo eso se sucedía, Boreas se acercaba a Ikki tras volver al suelo, su cosmos brillaba con intensidad, al llegar vio que su rival estaba malherido.

Boreas: Luchaste bien guerrero, pero éste es tu fin.

El dios levantó su puño, en el que se estaba concentrando un cosmos azul, pero cuando iba a soltarlo una cadena lo sujetó, antes de que se diese cuenta el caballero Andrómeda se impulsó contra él gracias a la cadena y le propinó una patada que le empujó varios metros lejos.

Ikki saltó de inmediato y encaró a Shun, pese a estar herido por el ataque y algo congelado, aún su orgullo imponía el mandato de su mente.

Ikki: Shun no debiste entrometerte. - le dijo con frialdad -

Shun: Pero... hermano.

Ikki: Boreas aún no ha muerto. - mencionó estando de espaladas a su hermano - Vete a atender a los heridos y que nadie interfiera. ¡Ahora!

Shun asintió, no era bueno enfrentar a su hermano, sabía que era demasiado orgulloso como para recibir ayuda, al mirar a sus compañeros supo que Notus fue vencido, y también que las chicas habían venido aquí después que el hospital estaba tan destrozado.

Seiya estaba mejor y vestido con su armadura, junto a su hermana. Ellie sujetaba a Hyoga que tenía algunas quemaduras leves y Shun-Rei trataba de reanimar a Shiryu que era el que más grave estaba pero también de pie, con su reluciente armadura.

Todos acogieron a Shun algo sonrientes pero sabiendo que la batalla continuaría, June abrazó de inmediato al caballero quien sólo quedó sorprendido. La mirada de todos estaba encima de Ikki quien observaba a Boreas.

Boreas. Has cometido un error caballero, tú solo no puedes enfrentarme, si no fuera por Andrómeda ya estarías muerto. Pero admiro tu orgullo de guerrero, y por ello tendrás una muerte honorable.

Ikki: Agradezco a mi hermano que me haya dado otra oportunidad para enfrentarme contra ti en un combate singular, solos tú y yo sin que nadie intervenga, y sin cometer los mismos errores. ¿Estás preparado para morir? - preguntó, adoptando una posición ofensiva -

Boreas: Eso mismo te pregunto fénix. - contestó imitando a Ikki -

Tras unos segundos que parecieron una eternidad, ambos guerreros chocaron en un sinfín de golpes y contragolpes en los que cada uno se defendía del ataque del otro, corriendo de forma paralela alrededor del campo.

Boreas cargó de nuevo el puño con su cosmos, y lanzó un ken de color azul claro que el fénix esquivó pero acabó congelando el hospital por completo ante la sorpresa de todos.

Boreas: Como ves esa técnica es de hielo, puede que no sea la más efectiva pero si es poderosa y rápida. Se llama puño gélido y si te toca te quedarás congelado para siempre. - contó fríamente -

Ikki: No creas que tus palabras me han asustado. Ahora probarás todo mi poder. - su cosmos se eleva hasta llegar al 8º Sentido - ¡Fénix incandescente!

El ataque era realmente devastador, Boreas trató de contenerlo pero no pudo, el fugo resquebrajó su armadura y lo empujó hacia atrás, sin cuartel Ikki se lanzó contra él con el puño en alto pero el dios ya le tenía preparada una sorpresa.

Boreas. ¡Puño gélido! - el ataque congeló el brazo izquierdo al fénix, quien no cesó en su ataque que le rompió el brazo derecho -

Ikki: Ahora estamos iguales. ¡Por las Llamas del Fénix Volador!

El ken quemó a Boreas que no pudo esquivarlo y cayó agotado. Ikki no se confiaba y preparaba su técnica por si acaso.

El orgulloso dios, pese a estar casi muerto, no quiso rendirse y se levantó de nuevo, su cosmos azul lo rodeó por completo, y se lanzó en un golpe kamikaze contra Ikki.

Boreas: ¡Bólido suicida!

Ikki: “¿Qué hace?” - pensó - ¡Fénix incandescente -

El choque de kens fue mortal, la explosión destrozó lo que quedaba del patio, los demás guerreros, pese a que se protegieron no pudieron resistirlo, algunos usaron sus cuerpos de escudo para defender a las chicas.

Al final, la armadura del fénix estaba totalmente destruida, Ikki tenía varias heridas leves por todo el cuerpo, y sangraba tanto por la boca como por la nariz. Sin embargo, Boreas estaba peor, herido de gravedad, la sangre que venía de su cabeza bañaba su rostro, su cosmos se apagaba con rapidez, el dios había muerto.

Todos fueron corriendo a ver como se encontraba Ikki, sonrientes después de que la batalla había terminado, a paso lento la diosa Atenea salía del hospital pues había permanecido en su interior para protegerlo y ayudar a los heridos con su cosmos.

Touma: Vaya, de modo que la batalla acabó.

Orestes: Te equivocas Íkaro, sólo acaba de empezar.

Seiya: ¿Cómo? Acabamos de vencerlos. ¿No eran cuatro?

Orestes: No, aún queda el más poderosos, su maestro, el Padre de los Vientos, Eolo.

Ikki: ¿Qué? ¿Más poderoso que Boreas? ¡Agh! - exclamó mientras caía de rodillas, sosteniendo una herida grave que tenía en el estómago a causa del ataque final de Boreas -

Shun: ¡Herman! ¿Te encuentras bien? - preguntó preocupado antes de sostenerlo pues el caballero se desvanecía -

Shiryu: Oh... No... Agh… - vomitó sangre pero aún así no cesó en su intento de levantarse -

Shun-Rei: ¡Shiryu! Aún estás débil, descana. - le rogó -

Shiryu: No... no puedo... Boreas dañó uno de los puntos vitales de Ikki... tengo que cerrar la herida.

Y así lo hizo, la diosa Atenea se encontraba junto a sus guerreros, curando sus heridas con su cálido cosmos, les dedicaba una sonrisa llena de paz y serenidad, después de que curara a Shiryu, éste cerró la herida de Ikki y paró de sangrar, luego se dirigió a donde estaba la cuadrilla de Jabu, pero una terrible tormenta se lo impidió.

Seiya: ¿Qué pasa?

Marin: Siento una cosmo-energía maligna y muy poderosa.

Orestes: Sólo puede tratarse de Eolo. ¡Hay que proteger a Atenea!

- Ja, ja, ja. No crean que soy tan fácil de vencer humanos endebles.

Shaina, Marin y Jabu se lanzaron de inmediato contra la figura que recién aparecía, vestida con una armadura divina y un resplandeciente sable, el dios Eolo rechazó a los tres guerreros con una fuerte onda expansiva provocada por su arma que los estampó contra el hospital.

Atenea trataba de contener la tormenta pero no podía, el dios del viento se acercaba con furia a la diosa y nada parecía poder detenerlo.

Seiya. ¡No la tocarás! ¡Meteoros de Pegaso!

Shiryu: ¡Cien Dragones de Rozan!

Hyoga: ¡Trueno del Alba!

Ikki: ¡Fénix Incandescente!

Shun: ¡Cadena Nebular!

El dios simplemente rechazó todos los kens con una onda de choque, a la velocidad de la luz golpeó con fuerza a Shun en el estómago y lo derribó, de una doble patada giratoria destrozó a Hyoga y a Shiryu, para que luego  lanzara una onda expansiva que cortó al fénix, abriendo las heridas.

Para Seiya aquello resultó una mala sorpresa, había vencido a ocho caballeros en apenas unos segundos, pero no debía ir un pasó atrás, encaró a Eolo como siempre mientras Atenea trataba de proteger el hospital de la tormenta.

El pegaso alcanzó el 7º Sentido y se lanzó a golpear al dios quien esquivaba todos sus golpes con facilidad, Seiya no podía creerlo, su poder era enorme y, a diferencia de sus discípulos, él si había obtenido el 8º Sentido por lo que era aún más letal.

Eolo: Si eso es todo lo que sabes hacer, me sorprende que mis hijos hayan caído frente a seres tan débiles.

Una onda de choque golpeó a Seiya, quien hizo un surco por todo el patio hasta quedar estampado contra el árbol, Eolo elevó sus brazo derecho con la palma abierta a los cielos, recibiendo cuatro esferas de colores rojo, amarillo, blanco y azul que se metieron en su mano.

Seiya: “¿Qué habrá hecho?” - se preguntó mientras se levantaba - ¡da igual cuantas veces caiga, porque es mi deber vencerte u proteger a Atenea! ¡Meteoros de Pegaso!

Eolo: Je. ¡No deberías haber osado levantar tu mano contra los dioses humano! - exclamó viendo como los meteoros se le acercaban, y dirigiendo su mano adelante - Furia de los Cuatro Vientos.

Cuatro ráfagas de viento fueron lanzadas para luego unirse en una especie de rayo láser que destruyó los meteoros y golpeó de lleno a Seiya, sin dejarle tiempo a respirar, el dios le golpeó con un puño ascendente que lo envió hacia los cielos, desde ahí le lanzó varios soplos glaciales para finalizar con una fuerte llamarada.

Una vez cayó al suelo el pegaso estaba totalmente molido, pero a Eolo eso no parecía bastarle, quería vengarse de los caballeros por el acto que habían cometido, Hyoga trató de golpearle junto a Ikki pero el dios simplemente hizo un gesto y el propio viento los empujó de nuevo contra la pare.

Atenea: “Oh no, mis caballeros. Si siguen así morirán. He de hacer algo.” - pensó - ¡Basta Eolo! ¡Iré contigo pero deja a mis caballeros en paz! - rogó pero la sonrisa de Eolo le confirmó que no estaba dispuesto a aceptar el trato -

Seiya. No Saori, no vamos a rendirnos porque sabemos que luchamos por lo que es correcto. ¡No lo haremos!

Pese a que el ímpetu de Seiya era grande, nada pudo hacer cuando Eolo le propinó un fuerte pisotón que enterró su rostro en el suelo, sorpresivamente, el dios saltó a gran altura, pero aquel acto fue explicado cuando acabó cayendo con el codo delante, que destrozó la espalada a Seiya, luego lo levantó por los pelos y golpeó su estómago con ondas de choque sin soltarle para terminar lanzándole contra el suelo y seguir pateándole.

Eolo: Se acabó, voy a terminar con tu inocua vida humano.

Touma: Creo que te olvidas de nosotros. - dijo en posición ofensiva -

Orestes. Y te aseguro que no somos tan débiles como los demás. - añadió, ofendiendo a algunos de los que estaban ahí como Jabu -

Eolo: ¡No tengo tiempo para ustedes! ¡Choque de Tornados!

Decenas de pequeños tornados golpearon a ambos guerreros quienes salieron con relativa facilidad del asedio para atacar al dios, pero éste sólo se dignó a lanzar de nuevo su ken varias veces, que los golpeaba  con violencia.

Orestes: ¡Ahora me toca a mí! - gritó mientras saltaba - ¡Resplandor Solar!

Touma: ¡Lanzas de Libertad!

Ninguno de aquellos kens sorprendió al dios, un impacto invisible desintegró las lanzas y el resplandor no le hizo nada, la sorpresa de los guerreros no podía ser mayor pero no les dio tiempo a pensar pues rápidamente Eolo se elevó por los aires.

Nadie, por muy poderoso que fuera había podido hacer lo que ahora hacía el dios, mantenerse en el aire, era una técnica que nadie se había molestado en aprender pero que no dejaba de significar una cosa; Ventaja. Touma y Orestes cayeron pesadamente al suelo mientras que Eolo los miraba sonrientes, podía ver como los demás se levantaban pero con gran dificultad, era el momento de eliminarlos a todos de un plumazo.

Eolo: ¡Ojo del Huracán!

En aquel momento Eolo era realmente el “ojo” de su terrible ataque, sus manos apuntaban hacia abajo generando un huracán de fuerza 6 que arrasó con todo, el hospital quedó desintegrado y los alrededores también, todos los caballeros quedaron completamente destrozados pero hacían acopio de todas sus fuerzas para mantenerse en pie, el ataque se desvaneció rápido, pues no era tan duradero como los demás pero sí devastador, Atenea cayó derramando lágrimas por las mil muertes ocurridas en aquel hospital, las chicas se juntaron con ella tratando de consolarla, al igual que las amazonas y jabu, sin embargo los caballeros encaraban al dios que no parecía tener remordimientos.

Hyoga: ¡ASESINO! ¡Pagarás por esto!

Eolo: Ja, ja, ja, ja. ¿Aún no habéis muerto? ¡Pues aún no estoy agotado!

Atenea: No te perdonaré esto Eolo, has matado a muchos inocentes y no estás arrepentido. ¡Justicia Divina! - del cetro de Niké surgió un centelleante rayo dorado que se dirigía implacable contra el dios -

Shiryu: Usaré toda la energía que me queda para enfrentarte. ¡Cien Dragones de Rozan!

Hyoga: ¡Sufre el frío de tú alma bastardo! ¡Trueno del Alba!

Shun: ¡Tempestad Nebular!

Ikki: ¡Arde en el infierno y no vuelvas! ¡Fénix Incandescente!

Seiya: ¿Cómo has podido matar a tantos niños inocentes y no tener remordimientos? ¡Cometa de Pegaso!

Touma: ¡Relámpago divino!

Orestes: ¡Resplandor de luz!

Todos los ataques se juntaron al rayo dorado de atenea mientras Seiya se propulsaba paralelamente al ataque preparado para acabar con Eolo, los demás guerreros protegían a la diosa con su cosmos porque aquello iba a ser demoledor.

Eolo: ¡No me dais miedo! ¡Ojo del Huracán!

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Notas del Autor:

Espero que este capítulo haya sido de su agrado y que las batallas hayan sido de vuestro gusto, decidí que la cosa acabara así para darle emoción. Este fanfic no acaba aquí ¿Eh? Este es sólo el comienzo aunque parezca una batalla final, no lo es. A los que les haya gustado... Y a los que no... Mándenme un e-correo a: lordomega345wanadoo.es

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Editado por Jeczman, 17 abril 2007 - 11:58 .

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#4 JoseLeo

JoseLeo

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Publicado 02 febrero 2006 - 17:19

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cuanto por leer (no hagas actualizaciones tan grandes, pero el tema parace ser bueno, aunque creo que los comentarios vendran despues de un tiempo, ya que es como todas las series nuevas "aunque sean por parte de fans como nosotros,  super_cool.gif espero que visites mi fic tambien super_cool.gif  thumbsup.gif tardan tiempo, asi que no te desesperes)

Capitulo 21: La Traición - Final de Temporada -

#5 Rexomega

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Publicado 19 febrero 2006 - 18:06

                                           Capítulo 3


                                    “Caronte, el Señor de los Condenados”


                                               18 de Septiembre del 1998
                                        Fuera del Hospital, Tokio 15:15 PM
                                                   

Lo que en algún momento fue una de las zonas más hermosas de la ciudad por estar tan cerca del mar, se había convertido en un campo de muerte y destrucción, los caballeros no podían levantarse pues habían recibido el ataque de lleno, pero al menos Atenea pudo proteger a las jóvenes mujeres que no podían defenderse.  

En el medio de todo aquel diabólico escenario, Seiya había logrado golpear y atravesar la armadura de Eolo, habían caído sin prisa en el suelo, el dios del viento permanecía anonado, de la herida producida por el ataque de Seiya, surgía sangre a chorros, un hilo rojo escarlata bajaba de  sus labios.

Pero el orgulloso dios no quiso admitir su derrota y le dio un puñetazo a Seiya en el estómago, empujándolo bastante lejos. Luego observó su herida, con un rostro aterrorizado, posó su mano sobre ella y vio como la sangre se adhería a su piel, su armadura había sido atravesaba por un simple humano.

Furioso se dirigía a Seiya, quien se levantó de inmediato, dispuesto a pelear,  extendió su mano con la palma abierta hacia delante en la que concentraba los cuatro vientos, su cosmos se encendía con fuerza abrasadora, pero un aura mucho más terrible la bloqueó

- “Basta, Eolo. Has demostrado tu incompetencia, vuelve inmediatamente al Santuario” - dijo la misteriosa voz que parecía venir de todas partes -

Eolo: Pero... Febo, yo...

- “Haz lo que te digo” - ordenó cortando al dios del Viento - “Y vosotros, caballeros de Atenea, esto aún no ha acabado, yo demando el control de la Tierra y lo obtendré” -anunció, momento en que la presencia desapareció -

Eolo trastabilló, pero acabó bajando la cabeza en señal de abstención, la sangre comenzó a “introducirse” en la armadura, reparándola ante los ojos atónitos de Seiya. El dios dio media vuelta, pero el Pegaso no estaba dispuesto a dejarla marchar.  

Seiya: ¡Alto! ¿Crees que te dejará marchar así como así después de lo que has hecho? - preguntó encendiendo su cosmos y haciendo los signos de su constelación -

Eolo: Je, con gusto te aplastaría como una rata Pegaso, pero no puedo desobedecer las órdenes del gran Febo Apolo, temo que tendremos que posponer nuestro combate para otra ocasión. - dijo sin voltearse -

Seiya: ¡Ni aún a un paso de la muerte dejaría que un asesino como tú saliera impune1 ¡Meteoros de pegaso!

Los cientos de golpes golpearon el suelo, pues en un parpadea, a una velocidad superior a la luz, Eolo despareció, Seiya cayó de rodillas exhausto.


                          Sala de Recepciones, Mansión Kido 16:15 PM


Seiya abrió los ojos con dificultad, lo primero que observó es a Shaina y Seika mirándolo con preocupación, nada más se despertó, Su hermana lo abrazó efusivamente, mientras que la amazona simplemente se alegraba tras su máscara de la recuperación del caballero.

El Pegaso se levantó inmediatamente, le preocupaban todos sus compañeros que habían recibido una gran paliza, por suerte todos estaban bien. Jabu y su cuadrilla eran los que peor estaban, con las armaduras prácticamente hechas polvo, Marin, June y Shaina estaban más o menos bien, aunque no del todo. Hyoga, Shiryu, Ikki y Shun estaban perfectamente, aunque algo cansados por el esfuerzo, pero sus armaduras estaban intactas, todos estaban al lado de Atenea, en sus típicas posturas, mirándola con preocupación.

La joven Saori Kido estaba también rodeada por Ellie, Mihó...y Tatsumi, el mayordomo de la familia Kido no paraba de maldecir,  Seiya suspiró, acostumbrado a las tonterías de aquel tipo, le preocupaba más el estado de tristeza en que se encontraba Saori, se dirigía hacia ella con lentitud.

Seiya: Atenea... ¿Ocurre algo?

Tatsumi: ¡Pues claro que ocurre algo! ¿¡Qué demonios ha pasado patán!’ ¡Qué habéis hecho a la Srta. Saori! ¿Eh? - gritaba rabioso -

Saori: ¡Calla Tatsumi! - ordenó con firmeza a lo que el mayordomo calló de inmediato - Caballeros, siento mostrar flaqueza ahora que parece avecinarse una batalla, pero algo me preocupa y tiene que ver con mi actitud con el dios Eolo...

Ikki: No veo que estuvo mal, aquel fanfarrón había acabado con la vida de decenas de inocentes sin remordimientos, tu actitud Atenea, al igual que la nuestra, fue correcta.

Shun: ¿Qué te preocupa Atenea? Dínoslo, por favor.

Saori: Veréis, desde la batalla contra el dios Hades, he tenido sueños extraños, con la Atenea de otra época. - los santos soltaron una exclamación de sorpresa al escuchar las palabras de la joven - Era una mujer muy diferente a mí, con el ímpetu de la guerra clavado en sus ojos, enfundada con mi armadura, el escudo de la justicia y una majestuosa lanza, a su lado estaba Niké en su forma antigua, y tras de sí los 88 caballeros del zodíaco preparándose para una guerra.

Hyoga: ¿Qué es lo que te preocupa de esos sueños? - todos estaban callados, pero con la misma pregunta en sus cabezas -

Saori: No me gusta la violencia, mucho menos la guerra, me gustaría que ni yo ni vosotros, mis caballeros, tuvierais que luchar, un mundo lleno de paz, y ese anhelo no es sólo mío, siento que viene de todas las reencarnaciones de Atenea que han luchado en la Tierra desde tiempos mitológicos.

Shiryu: A todos nos gustaría que eso pasara Saori, pero temo que siempre habrán dioses malignos, que no se conformen con lo que tienen y quieran conquistar este hermoso planeta que es  tu responsabilidad defender y por lo tanto la nuestra. - Saori suspiró, sabiendo que las palabras del Dragón eran ciertas -

Touma, que al igual que Hyoga e Ikki estaba apoyado en una de las columnas del salón vio a Orestes enfundado con su resplandeciente armadura y su capa, su mirada era seria lo que en principio preocupó a Atenea.

Seiya. ¿Y bien? ¿A qué has venido? - preguntó con osadía poniéndose en posición de combate - Aunque nos hayas ayudado en dos ocasiones no podemos confiar en un guerrero de Abel.

Orestes: Je, tan osado como me dijo el Febo Abel, sin duda eres el más impetuoso... de todos los caballeros que ha tenido Atenea.

Seiya: No has respondido. ¿A qué has venido? - todos los caballeros, incluso Shaina y Marin que recién había entrado, lo observaban en ese momento, pese a no ser tan desconfiados como Seiya, tampoco eran ciegos y sabían bien a que atenerse cuando se trataba de un dios como Abel -

Orestes: Se aproxima una guerra Atenea. - empezó sin sorprender a nadie pues ya se imaginaban algo así - La más terrible, y sangrienta de todas las guerras, el despertar de los antiguos dioses del Olimpo se aproxima, y será en ese momento cuando la Tierra sea condenada, Apolo y Artemisa sólo son un aviso lo que ocurrirá, y es por ello que mi Señor, el Febo Abel ha decidido preparar un ejército de guerreros para atacar el Olimpo.. - relataba, observando los rostros sorprendidos de los caballeros -

Jabu: ¿Atacar el Olimpo? ¡Es una locura! ¡Tu dios está loco! - gritaba sin asimilar lo que estaba oyendo -

Seiya: Concuerdo con Jabu, es un locura enfrentar a los dioses directamente, hasta ahora no nos han hecho nada.

Hyoga: A mi también me parece un acto temerario enfrentar a los dioses, sé que es nuestro deber enfrentar a aquellos que intenten usurpar la Tierra, pero luchar contra los dioses en el Olimpo es algo demasiado extremista.

Shiryu: Hasta ahora nos hemos enfrentado a dioses malvados y crueles, que ya habían intentado vencer a Atenea y sus caballeros en el pasado, Hades, Poseidón y Elisa, nunca fueron conformistas, siempre ansiaron más. Pero según la mitología, muchos de los dioses que viven en el Olimpo no son tan malignos. - reflexionaba mientras Orestes reía ante cada una de sus palabras -

Orestes: Caballero. Comparando a Hades y Poseidón con Zeus, me quedo con los dos primeros. - todos los allí presentes fruncieron el ceño ante tal afirmación, incluso Ikki - No conocéis todo lo que los dioses hacen detrás de la mitología. ¿Acaso creen que el hombre lo sabe todo de Zeus? No es más que un tirano, al igual que su padre Cronos y su abuelo, Urano.

Inmediatamente Saori se levantó, cambiando su expresión triste y preocupada,  a una más seria y firme, su cosmos resplandecía y automáticamente apartaba a quien se ponía en su camino, para los caballeros, aquello era bastante extraño.

Saori: No te permitiré que hables así de mi padre, él es un dios buenos que se preocupa por la Tierra y sus habitantes tanto como yo,, y fue por eso que me dejó al cargo de ella - sentenció sin vacilar -.

Orestes: Aún no sabes todo sobre Zeus, pero no es mi deber contártelo. Ese privilegio se lo dejo a mi Señor, el gran Febo Abel.

Ikki: Y dime una cosa... - empezó a decir, llamando la atención de todos pues era de los que menos había hablado en aquel momento - ¿Cómo piensas enfrentar a todo el panteón griego? Por muy poderoso que sea tu dios no creo que baste para enfrentarlos a todos.

Orestes: El gran Febo Abel busca alianzas con algunos dioses entre ellos estáis vos princesa. - contestó mirando a Saori - 

Seiya: ¿Acaso tratáis de llevarnos a nosotros con vuestra locura? Con gusto enfrentaría a los dioses si fuera necesario, pero ellos no han venido aquí, por ahora nuestros únicos enemigos son Apolo y Artemisa, además Abel también odia a la humanidad.¿Por qué íbamos a unirnos a alguien que ha intentado matar a Atenea?

Orestes: Silencio Pegaso, estoy hablando con tu diosa, no contigo. - le dijo de mala manera, iniciando un pequeño duelo entre su cosmo-energía y la de Seiya -

A los caballeros les preocupaba la situación, a causa de los impulsos de Seiya, podían perder información valiosa sobre el enemigo e, incluso, ganarse más, si lo que decía el Corona era cierto, entonces, era mejor no buscar más rivales. Iban a intervenir pero Saori se les adelantó, su cosmos opaco de inmediato el de los contrincantes y encaró a Orestes.

Saori: No puedo aceptar unirme a mi hermano en tal cruzada, no deseo llevar a mis caballeros a otra guerra sin sentido, y haré todo lo que sea necesario para impedirlo.

El Corona no mostró signos de sorpresa antes las palabras de Saori, lo esperaba, de todos modos no era el momento para insistir en ello.        

Orestes: Es su decisión, princesa Atenea, de todos modos, mi Señor me ha ordenado que me quede con usted para protegerla.

Seiya: ¿Qué estás diciendo? ¡No permitiré que te acerques a la princesa! - un nuevo duelo de cosmo-energías empezaba pero nadie movió un dedo para impedirlo -

Saori: Acepto la petición de mi hermano, puedes quedarte. - dijo Atenea, volteándose y saliendo del Salón - Pero ten en cuenta, que no cambiaré de opinión. - pese a que Seiya no estaba lo que se dice muy de acuerdo, no debía desobedecer las órdenes de la diosa -

Seiya: Como intentes algo malo, no dudaré en acabar contigo. - susurró -

Los caballeros de bronce siguieron a Saori de inmediato, Jabu y su cuadrilla se lamentaban de no haber aportado nada a la conversación, en aquellos momentos se sentían inservibles al ser los más débiles de entre los caballeros de la diosa. Shaina se había marchado para proteger la zona y Marin se acercó a Touma con la intención de preguntarle ciertas cosas.

Marin: Hermano. ¿Es cierto lo que ha dicho este caballero? ¿Los dioses planean atacar la Tierra?

Touma: Cuando Apolo me liberó me ordenaron simplemente acabar con los caballeros que habían levantado la mano contra los dioses, no hablaron de algo semejante. - contestó sin cambiar su posición reflexiva, apoyado a la columna -

Marin: Aún así creo que Orestes no miente, sentí que sus palabras eran ciertas y que no mentía. - aseguraba -

Touma: De todos modos, debemos estar alerta, nunca es bueno confiar en los dioses como Abel.

Marin asintió y ambos hermanos se dispusieron a ayudar en la protección de la mansión Kido junto a Jabu y su cuadrilla, la pelirroja se fijó en que June se había dirigido al jardín, donde estaban los demás caballeros de la diosa, Seika y Ellie habían sido acompañadas por Tatsumi a los dormitorio principales, cosa bastante extraña y sorprendente pero que ocurrió, Mihó, sin embargo, se fue con la mirada triste, Seiya había estado tan preocupado por Saori y sus compañeros que ni siquiera  se dignó a hablarle y decidió ir pues en aquel lugar nada tenía que hacer, Shaina también sintió aquella falta de interés, pero su mejor forma de apaciguar el dolor era la lucha.


                              Gran Salón, Santuario del Sol y la Luna


El Santuario que durante más de 3000 años había resistido los embastes de toda clase de seres malignos y temidos dioses, había sucumbido ante el temible poder del Dios Sol, ahora las cosas habían cambiado radicalmente en el aspecto de aquel lugar sagrado.

El interior del Gran Salón estaba ahora dividido por una alfombra roja escarlata con bordes de oro macizo, el suelo plateado reflejaba la luz dorada que emitía el dios, sentado en su trono de oro pulido con respaldo en forma de lira, el lado izquierdo de la sala estaba ocupado por estatuas y demás objetos dedicados a Apolo, y la parte derecha estaba ocupada por los ornamentos ofrecidos a Artemisa, quien se encontraba a su lado en un trono más pequeño pero no menos impresionante.  

Además de los gemelos, señores del Santuario y de la Tierra próximamente, habían otros dioses acompañándoles, dos de ellos eran ancianos: uno tenía la piel azulada, las orejas puntiagudas y era muy alto, armado con un báretaguardia de coral que acababa en una gran aguamarina; el otro era más bajo, su barba estaba más poblada, además de su túnica tenía una capucha que cubría su calva, lo que más resaltaba de él era su nariz puntiaguda como la de la concepción de las brujas. Éste último estaba respaldado por un fornido dios de color enfundado en una armadura divina plateada bastante gruesa que lo cubría por completo, y por una mujer que también vestía una Kamei de plata pero más liviana,
su pelo era rojo como la furia que era reflejada en sus ojos escarlata.

El último de los dioses que allí se encontraban era uno tan alto y poderoso como el mismo Apolo, vestía una túnica parecida a la del Dios Sol solo que el cuello era de un extraño “oro azul marino” con joyas incrustadas, su rostro no era ni muy anciano ni muy joven, su expresión era seria y misteriosa, sus cabellos eran de color azul pálido largo hasta el cuello y peinado hacia atrás.

Aparte de los dioses se podían notar sietes presencias de guerreros en las sombras que respaldaban al del pelo azul pálido.

El portón dorado de la entrada al Gran Salón se abrió con fuerza por un golpe de viento, un tornado formó de inmediato a un sudoroso Eolo, los dioses lo miraban desconcertados menos Apolo y el del pelo azul.

Eolo. Febo Apolo, he venido a traerle mi informe. - anunció hincando la rodilla en el suelo -

Artemisa: ¿Cómo osas venir en ese estado y hablarle así a mi hermano, Eolo? - preguntó con furia -

Eolo: Lo lamento, su alteza.

- No es propio del gran y recto Eolo comportarse así frente al Febo. - murmuró el anciano -

- Y mucho menos dejarse vencer por unos humanos.  Je, je ,je. - reía el anciano de piel azulada -

Apolo: Palas, Proteo, callad. - ordenó al fin Apolo, haciendo que los ancianos dioses obedecieran de inmediato - No es necesario que nos expliques tu deshonrosa derrota. 

Eolo: Pero, Señor...

Artemisa: ¡Calla! Escucha lo que te dice mi hermano. - ordenó -

Apolo: En todo caso, no puedo confiarte de nuevo la derrota de esos humanos. De ahora en adelante, esa misión será de mi más poderoso guerrero.

Los ojos de Eolo se abrieron como platos al contemplar la figura que salió tras Apolo, envuelto por un aura intensa de color anaranjado, estaba un caballero de armadura de oro escarlata con detalles más cristalinos, la armadura no era demasiado ostentosa, pero sería una kamei de no ser por la falta de alas, el tipo era alto, sus garras de color rojo escarlata eran lo suficientemente largas como para  parecer cuchillas, su rostro era lo que menos concordaba con su aspecto, era un rostro tranquilo, con una sonrisa ligeramente soberbia con algo de ironía, su rostro era fino más no afeminado y parecía muy humano, incluso sus ojos llenos de ese brillo homicida que solían reflejar los asesinos, y su pelo plateado más o menos largo que le cubría el ojo derecho y que por detrás llegaba a la nuca.

Eolo: Se... Señor... Ese tipo es... - tartamudeaba temblando observando la tranquilidad de sus compañeros, demostrando que ya estaban enterados de que aquel ser estaba ahí -

Apolo: Un guerrero astral. - completó -

- ¿No me digas que mi sola presencia ha logrado aterrorizar a Eolo, dios del viento? - preguntó con ironía el guerrero astral, que ya no se encontraba junto a Apolo sino detrás de Eolo -

Al dios del viento no le agradaba la idea de que un guerrero astral estuviera ahí, pero lo que menos le gustaba era que todos parecían estar ,muy tranquilos, sabiendo que ningún dios menor puede compararse a uno de aquellos guerreros.

Eolo: Febo... Vuestro padre, el gran Zeus ordenó el encierro de los guerreros astrales. ¿Por qué está ahora entre nosotros?

Apolo: Pronto la profecía se cumplirá y los humanos se levantarán en nuestra contra, y si seguimos dejando que evolucionen podrían causarnos problemas. Por eso es que decidí liberar a los guerreros astrales para que se ocupen del problema.

Para Eolo, que era un dios realmente antiguo y sujeto a las normas más arcanas impuestas por Zeus, lo que le decía Apolo era realmente inquietante, ni siquiera en la situación más extrema Zeus habría permitido que se abriera una de las prisiones del Tártaro, y por eso no estaba tranquilo. Sin embargo, los otros dioses estaban fríos como el hielo, como si no les importara lo que pasaba.

- ¿Ocurre algo Eolo? - preguntó el guerrero - ¿No te ha convencido la explicación de Febo Apolo? - mientras hablaba, apretaba con sus garras la hombrera izquierda del dios, destrozándola cual papel -

Eolo: No es mi intención contradecir.... Pero...

Apolo: Nada Eolo, Caronte se ocupará de los humanos. - le cortó - Caronte, haz lo posible para atraer a los santos de Atenea hasta este lugar, y ahí los destruiremos como moscas. - ordenó -

Caronte: Así lo haré Febo. - dijo soltando la hombrera de Eolo, quien cayó de rodillas exhausto, como si le hubiera destrozado el espíritu - Aunque es posible que los caballeros mueran antes de que pueda atraerles, je, je, je. - y luego, en un parpadeo, a una velocidad muy superior a la luz, el guerrero se volteó y salió corriendo en dirección a la mansión Kido-

Apolo sonrió, sabedor del temible poder de Caronte, y Artemisa no estaba menos confiada. Eolo prácticamente no podía levantarse y no pudo contemplar las miradas ligeramente preocupadas de Palas y Proteo, quienes se marcharon acompañados de sus guardianes, el dios de pelo azul pálido era el que no mostraba emoción alguna, él murmuró algo que hizo que tres de las sombras que los respaldaban siguieran a Caronte.


                                      Mansión Kido, Tokio 17:15 PM


El hermoso cielo que hasta ahora había cubierto Tokio en aquella tarde de invierno se oscurecía, lenta pero inexorablemente por unas nubes no muy naturales,  una lluvia torrencial respaldada por truenos como trompetas azotaba la capital de Japón. Desde el jardín Jabu y su cuadrilla lo observaran preocupados, ¿Sería aquello obra de Eolo?

La verdad es que los santos de bronce no estaban lo suficientemente preparados para otro enfrentamiento, y menos contra Eolo, pero Jabu estaba dispuesto a enfrentar a cualquier enemigo con tal de no perturbar la meditación de a princesa Saori, sabía que había reconstruido el planetario que fue quemado por el caballero de fuego tiempo atrás, y trataba de comunicarse con su sabio abuelo, mientras los demás caballeros de bronce la protegían desde dentro de la mansión, ellos tenían el deber de proteger la zona oeste del jardín.

De aquella oscura capa de tinieblas cayó un relámpago de color púrpura que arrasó con parte del jardín, quemándolo, los caballeros de bronce tuvieron que cubrirse para no ser arrastrados por el polvo levantado, poco a poco, el humo de la explosión se fue disipando, dando paso a un ser vestido con una capa oscura que lo cubría por completo, los santos estaban preocupados por su cosmos que, pese a ser terriblemente poderoso, no parecía maligno, pero no debían confiarse.

Jabu: ¿Quién eres tú? ¡Esto es una propiedad privada!- exclamó, a lo que el tipo reía en silencio -

- Necio, no creía que fuera así como la princesa Atenea respondía a los invitados de mi nivel, dejando a ratas de alcantarilla para darme la bienvenida. - dijo con sarcasmo, más extrañamente, sin desprecio en sus palabras -

Ban: ¿Pero qué se cree ese loco? - preguntaba sin esperar respuesta - Yo te enseñaré lo que puede hacer una rata. ¡Golpe de la bestia!

A gran velocidad, Ban arremetió contra la figura, iba tan confiado que algunos santos ya saboreaban la victoria, más no Jabu, quien había percatado de que algo extraño pasaba, y no se equivocaba, el puño del leoncillo fue atrapado sin esfuerzo por la mano del misterioso sujeto, el santo estaba pálido, había puesto toda su fuerza en aquel puño y sin embargo aquel tipo lo había soportado en una sola mano, rápidamente el encapuchado golpeó con la palma de su mano libre el estómago de Ban, empujándolo a varios cientos de metros.

Geki: In... creíble… -  tartamudeó -

Ichi: No es para tanto. - miró a su compañero Naichi con complicidad -

Naichi: Entiendo. - ambos santos encendieron con fuerza sus cosmos preparados para arremeter -

Jabu: ¡Esperen! ¡No lo hagan...! - gritó, tratando de detenerles pero era demasiado tarde, los santos ya se habían lanzado al ataque -

Naichi: ¡Bomba mortal!

Ichi: ¡Garras venenosas!

Pese a que sus cosmos eran más ardientes que nunca, los ataques de los caballeros siquiera rozaron al sujeto, eran reprimidos por el cosmos ardiente que rodeaba al sujeto, un cosmos del color del sol. Las caras de ambos santos eran un poema, y más la de Jabu que se imaginaba las represalias que tomaría aquel sujeto.

- Ja, que tenga yo que presentarme ante semejantes gusanos. - dijo sin mostrar desprecio, cosa realmente extraña, pues sus sentimientos no parecían ser mostrados en sus palabras -

El cosmos ardiente que rodeaba al sujeto se encendió como una gigantesca llamarada que desintegró la capucha, un gemido de terror fue expulsado por los santos de bronce antes de ser arrasados por una explosión de energía que vino del encapuchado, esta vez Jabu y Geki no pudieron impedir ser arrastrados por el impacto que los empujó algo lejos pero no tanto como Ban, del que poco se sabía si estaba vivo o muerto. 

Al levantarse, Jabu pudo contemplar el resultado de la explosión de cosmos que había provocado aquel sujeto, todos los alrededores ardían con un fuego tan intenso como el del mismo infierno, pero pese a todo el guerrero no trató de huir, con toda tranquilidad caminó hacia el frente, una vez fuera los santos de bronce pudieron contemplar al sujeto: un guerrero sin duda, enfundado en una armadura de colores oro y rojo escarlata mezclados en una divina combinación que hacía a su ostentosa protección aún más majestuosa, su rostro mostraba una leve sonrisa cuyo significado era inexplicable, pues no sabían si era de burla o por simple alegría.

Pero más que estar sorprendidos por el aspecto de aquel guerrero, estaban aterrorizados por su sangriento acto, con una simple explosión de cosmo-energía había desintegrado a Ichi y Naichi, de ellos sólo quedaba ceniza que era llevada por el viento hacia los cielos.


El santo del oso cayó de rodillas nada más levantarse al ver el panorama, sus compañeros de armas que siempre habían estado con él desde hacía ya casi dos años y que habían sido sus mejores amigos habían sido asesinados por aquel sujeto, y lo peor es que él no pudo hacer nada para evitarlo, jabu también sufría horriblemente por dentro, pero trataba de contenerse con mucha dificultad

Geki: No... Ichi, Naichi... No.... ¿Por qué? - decía mientras lágrimas recorrían su rostro, la pérdida de sus compañeros le había afectado -

El sujeto se acercó al santo del oso como si nada pasara, Geki siquiera pudo moverse pues aún estaba en shock, ni todos sus músculos podían sellar sus buenos sentimientos, por mucho que entrenara siempre sería débil de mente, y eso era lo que le decía su maestro, aquellos pensamientos nublaban su mente, impidiendo que se enterara de los que sucedía.

- Basta de lloriqueos, me causas dolor de cabeza. - y tras decir aquellas palabras que sí mostraban un profundo desprecio, el guerrero pateó con fuerza el rostro de Geki, provocándole una contractura -

El fornido guerrero fue empujado cual papel varios metros, momento en que al fin despertó de su trance, pero antes de que pudiera hacer nada el guerrero le golpeó en la espalda antes de que tocara el suelo y, nuevamente, Geki se fue empujado esta vez a los cielos.

El guerrero afiló literalmente sus uñas de color rojo escarlata, a un tamaño inhumano, preparado para atravesar con ellas al santo de oso, pero Jabu surgió de la nada y trató de golpear al guerrero, gracias al efecto sorpresa lo consiguió,  le dio un puñetazo certero al guerrero en el rostro, momento en que el caballero de unicornio sonrió confiado. Sin embargo, el guerrero no mostró signos de ninguna dolencia, ni siquiera movió su cabeza a causa del impacto, de un simple manotazo llevó a Jabu a la zona ardiente, donde el fuego lo cubrió de inmediato.

Aquella distracción que provocó Jabu, permitió a Geki caer en picado y escapar del destino que el guerrero le tenía preparado, se alejó a una distancia prudencial sin dejar su posición de ataque, sin embargo, el guerrero no parecía preocuparse de él sino que observaba como Jabu se levantaba de entre las llamas.

- Ja, parece que este fuego no es suficiente. A ver si podemos arreglarlo. - dijo mientras extendía su mano con la palma abierta hacia el frente -

Sorprendentemente, el fuego del incendio provocado por a anterior explosión se había intensificado hasta parecer el fuego del infierno, jabu gritaba al sentir las llamas que cada vez se volvían más letales, su armadura, sin embargo, se endurecía y era algo que el guerrero no parecía ver.

Geki: ¡Tú, asesino! ¡No le des la espalda a tus adversarios! - exclamó recibiendo un suspiro de desprecio de parte del guerrero, quien ni siquiera se dignó a voltearse - ¡Pagarás acara tu osadía bastardo! ¡Furia salvaje!

El caballero de bronce trató de embestir como si fuera una bestia salvaje al guerrero, pero éste lo repelió con su cosmos, dejándolo esta vez inconsciente y con la armadura destrozada, mientras el misterioso enemigo seguía encendiendo aquel incendio como si fuera un horno.

Pero llegó un momento en el que Jabu, aún con las quemaduras y el dolor, se dio cuenta de que su armadura se fortalecía cada vez más, en aquel momento se quedó sorprendido,  pues sabiendo que todo su cuerpo debería estar destrozado prácticamente había dejado de sentir el dolor de las quemaduras, sin pensar en lo que había pasado, jabu se abalanzó sobre el guerrero pero una vez más éste último se anticipó a agarró con facilidad su puño. 

Jabu: Gracias por la ayuda... Mi armadura estaba débil y destrozada... y tus llamas la han endurecido. - decía confiado mientras hacía presión para destrozar las defensas de su adversario, pero sin resultado -

- Ja. ¿De modo que crees que no sé que mis llamas, el fuego del Sol, fortalece las armaduras? - la expresión de jabu cambió a una de preocupación - Verás, da igual cuan resistente sea tu armadura, ni siquiera una de oro te serviría contra mí.

Jabu dejó una distancia prudencial, sabedor de que su fuerza no valía en contra de aquel sujeto, y lo que más le preocupaba es que no estaba usando todo su poder, su cosmo-energía apenas era percibida, lo que le dio a entender que sólo estaba jugando con él.

Jabu: ¿Qué has dicho? - preguntó de forma agresiva mientras adoptaba una posición de defensa -

- Simple, sé muy bien cual es la constitución de vuestras armaduras ,y cual fue el fuego que se utilizó para forjarlas, y que ahora sirve para endurecerlas, las llamas del volcán sagrado no son comunes pero no se compara con las del Sol. - jabu escuchaba todo atentamente, mientras trataba de encontrar una estrategia para vencerle - Mi protección se conoce como “alba”, una de las nueve armaduras que Febo Apolo  le entrega a sus mejores caballeros, los guerreros astrales. Nuestras armaduras, al estar bañadas por el mismo Sol, son completamente indestructibles, tanto como una kamei.

El santo de unicornio se quedó pálido al escuchar las palabras del misterioso guerrero, sabía bien que las kamei, eran armaduras bañadas por la sangre de un dios y sólo las portaban aquellos guerreros que hubieran alcanzado el Octavo Sentido, también sabía de su resistencia, si aquel sujeto tenía una protección parecida, entonces nada podía hacer contra él.

Sin embargo, aquellos pensamientos se disiparon al recordar quien era y cual era su deber, proteger a Atenea y a la Humanidad con su vida, el santo del unicornio elevó su cosmos a niveles que a él mismo le sorprendía, mientras sentía una cálida sensación recorriendo su cuerpo, sin más se lanzó en contra de su enemigo.

Jabu: ¡Galope del Unicornio!

A una velocidad tres veces superior al sonido el caballero se dispuso a atacar a su adversario, sin embargo el ataque fue esquivado por éste, pero el orgulloso guerrero no estaba dispuesto a admitir la que su adversario era mucho más veloz  y siguió golpeando, cintos de golpes a velocidad supersónica golpeaban el vacío mientras el guerrero simplemente esquivaba todos los golpes con irritante facilidad.

Jabu empezaba a ponerse exhausto y dejó de nuevo distancia entre ellos, ¿por qué no venía nadie? Estaba seguro de que debía estar pasando algo raro, pues Seiya y los demás ya deberían darse cuenta de lo que estaba pasando, pero jabu trataba de quitar esos pensamientos de su cabeza, él también era caballero y no necesitaba la ayuda de nadie para cumplir su deber.

Una vez más, el santo de Unicornio trató de golpear al sujeto quien, aparentemente aburrido de jugar, le agarró por el cuello apretando con bastante fuerza, por muchos intentos que hiciera Jabu para golpearle, no podía, a través de su mano, el cosmos flamígero del guerrero quemaba al santo, quien poco a poco perdía los sentidos.

- Cómo te dije, da igual cuanto se endurezca tu armadura, ni cuanto eleves tu cosmos, de todos modos tus sentidos te han abandonado y las quemaduras se hacen cada vez más insoportables. Estás acabado aunque, en compensación por tu esmero, te daré una muerte rápida e indolora.

Un crujido de huesos fue la señal de que jabu había muerto, el sujeto le había partido el cuello en un parpadeo sin miramientos, luego se volteó, observando la suntuosa mansión Kido frente a la parte Este del jardín.

- “He perdido mucho tiempo con esta escoria, debe ser que hace tiempo que llevo encerrado en el Tártaro. Bueno, a menos eso santos de pacotilla me sirvieron de estiramiento” - pensó mientras sonreía para sí -

Sin embargo, pese a  que el guerrero ya estaba seguro de su victoria, no había bajado la guardia y supo cuando un Ban magullado venía a gran velocidad listo para tratar de golpearle nuevamente. Sin perturbarse, el guerrero soltó su capa que cubrió a Ban y lo esquivó en un movimiento digno de un torero más que un luchador.

Mientras el leoncillo trataba de zafarse de aquella capa, el guerrero no esperó ni un segundo y le destrozó la espalda a ban de un fuerte codazo para luego machacar le con una paliza que destruyó en menos de un segundo su armadura, la sangre atravesaba el fino tejido de la capa mientras el guerrero preparaba su técnica, su garras comenzaron a irradiar una luz escarlata intensa.

- ¡Por los colmillos de cancerbero! - el ataque fue directo y atravesó a ban como si fuera papel, la capa fue destruida por la intensidad del cosmos del guerrero quien observaba al santo completamente desangrado - Tranquilo, te daré una muerte sin sufrimientos, es mi especialidad. - le dijo sarcástico al caballero de Atenea, quien soltaba horribles gemidos de dolor que no parecían afectar al despiadado asesino -

El guerrero astral sacó rápidamente su brazo del pecho de ban, la herida era muy profunda y no paraba de salir sangre, sin embargo ban estaba conmocionado por la rapidez y los continuos golpes tan brutales que había recibido y no era consciente de sus heridas.  Con ambas manos, el guerrero no solo le partió el cuello, sino que le arrancó la cabeza de cuajo, provocando que saliera un chorro de sangre que pronto baño todo el cuerpo inerte de ban, que seguía en la posición de rodillas que había adoptado tras los primeros ataques.

El sanguinario asesino observó por momentos la cabeza que acababa de separar del cuerpo del santo y luego la tiró, como un niño que se aburría de un juguete viejo. Esta vez, sin interrupciones, corrió a la parte este del jardín, iba a tal velocidad, que dejaba un ligero incendio a sus pasos.


                             Mansión Kido, Antesala del Planetario


Ajenos a la masacre que se había formado en el jardín a las afueras de la mansión, los caballeros Shun, Hyoga, Shiryu y Seiya esperaban impacientes que Atenea saliera del Planetario, la joven diosa había podido reconstruirlo después de un año de los ataques del Santuario y ahora trataba de volver a contactar con su abuelo, que tantos buenos consejos le había dado aún después de su muerte.

Orestes también se encontraba ahí pero más apartado, y no sólo físicamente sino también en mente, trataba de pensar en las palabras que dijo su Señor y que lograron hacer llorar a un dios, no sabía quien era la madre del Febo Abel y la princesa Atenea, solamente sabía quien era su padre y hasta el momento eso bastaba, se preguntaba si alguno de los santos lo sabía pero no le gustaba tratarlos, la mayoría le parecían o impulsivos o demasiado cobardes.

Mientras Hyoga y Shiryu observaban a Orestes preocupados por si era o no sincero, Seiya ya lo juzgaba con mucho recelo, no le gustaba que Abel y sus caballeros estuvieran  cerca de Saori, y esos sentimientos se acentuaban al recordar los sucesos del pasado, y teniendo en cuenta que Orestes era incluso más poderoso que Atlas. Shun estaba más preocupado por los habitantes de Tokio que por Orestes, no sabía porque pero confiaba en sus palabras, sin embargo los sucesos de la batalla contra Eolo y las miles de muertes le hicieron pensar en que si seguían en Tokio posiblemente acabarían por provocar una batalla más sangrienta que acabaría con la vida de muchos inocentes.

Al caballero de Andrómeda le preocupaba también el hecho de que su hermano se había ido de nuevo, diciendo que “tenía que ver a un viejo amigo”, cosa extraña en medio de una batalla semejante pero Shun sabía que su hermano era así.

Para Orestes no pasaban inadvertidos los pensamientos de desconfianza de parte de los santos, que eran reflejados en su mirada, incluso en la de Shiryu que estaba ciego.

Las puertas que daban al planetario se abrieron dando paso a un decepcionada y a la vez preocupada Atenea, la joven diosa casi se desmaya pero Seiya pudo atraparla a tiempo, Saori kido parecía desvanecerse a causa de un dolor que le destrozaba el alma, los santos se acercaron a ella de forma automática mientras Orestes sólo la miraba con el rabillo del ojo algo interesado..

Seiya: ¿Ocurre algo Atenea? - preguntó con preocupación -

Saori: ¡Oh Seiya, siento como las cosmo-energías de Jabu y los demás se apagan! Se están muriendo... - dijo mientras caía en brazos de Seiya, desvanecida a causa del dolo que le producía las muertes de sus fieles caballeros -

Shiryu: Sí, yo también lo siento, sólo siento la cosmo-energía de Geki. - apuntó -

Hyoga. Eso quiere decir... - reflexionaba -

Shun: Que Jabu, Ban, Ichi y Naichi han muerto. - terminó mientras los rostros de los cuatro caballeros se volvían pálidos y sombríos -

Seiya: Shun, cuida de Atenea. - pidió a lo que el santo de Andrómeda asintió de inmediato -

Sin más Seiya se fue de la sala lo más deprisa, seguido por Shiryu, Hyoga y Orestes, todos habían sentido en aquel momento una fuerte elevación de cosmo-energía que extrañamente no habían captado anteriormente.


                                  Oeste del jardín, Mansión Kido


El misterioso guerrero, manchado por la sangre de sus víctimas, caminaba sin prisas hacia la Mansión Kido, pero una lluvia de meteoros cortó su paso, al esquivarlo no pudo salvarse de que una misteriosa amazona lo golpease con sus garras, que sólo llegaron a rozarle su armadura, al final, un látigo lo golpeó de lleno sin hacerle ningún daño. 

Dejando cierta distancia el guerrero no adoptó ninguna posición, permanecía firme en un estado que no tenía puntos flacos por donde atacar, ante sus ojos, dos amazonas de plata y otra de bronce lo encaraban.

- Vaya, primero los pequeños y ahora las señoritas. ¿Cuándo enfrentaré a los hombre de la casa? - preguntó con ironía -

Las amazonas, que no eran otras que Shaina, Marin y June, levantaron la guardia pues sentían que aquel sujeto les iba a atacar.

Shaina: ¿Quién eres tú que profanas la casa de la diosa Atenea? ¿Y que has hecho con los caballeros de bronce?

- Bueno, la verdad es que a diferencia de los demás, yo considero que es bueno saber el nombre de tu verdugo... Soy Caronte de Plutón,  guerrero astral al servicio de Febo Apolo, y he venido a por la cabeza de vuestra diosa y la de sus caballeros.

Notas del Autor:

Y aquí les dejo un nuevo capítulo de mi fic, Juicio Divino. Espero que las escenas sangrientas protagonizadas por este nuevo enemigo no les haya disgustado en gran medida, les aseguro que no se harán muy frecuentes, al menos en esta primera saga .En cuanto a lo del planetario, no sé si Saori se comunicaba realmente con el espíritu de su abuelo pero en mi fanfic pongo que sí y tendrá mucha relevancia esta sal. A lo mejor se pregunta  que hacen todos esos dioses junto a Apolo, pues son los que se me ocurrieron para que esta historia no sea tan típica, para dar matices, ya se explicará que hacen dioses marinos y demás al servicio del Dios Sol  ¿Quién será el misterioso dios que acompaña a Apolo y a Artemisa? ¿Podrá alguien enfrentar al temible Caronte? ¿Quiénes serán los guerreros que siguieron a Caronte? Todas estas respuestas y muchas más (o menos) serán respondidas en el próximo episodio. “El poder del dragón de los mares. Dudas, críticas y comentarios a: lordomega345wanadoo.es ”
________________________________________________

Editado por Jeczman, 17 abril 2007 - 12:01 .

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#6 Thong_Hu

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Publicado 24 febrero 2006 - 15:26

Dudas capítulo 1 y 2, el tres lo leo el fin de semana

QUOTE

a razón es que éstos enemigos tienen apenas el nivel de un dios asgardiano y eran cuatro, de modo que decidí despacharlos rápido, y como ya ven, no tenían armaduras por lo que estaban expuestos a los ataques de sus enemigos


Acaso Shiryu no lo destruyo la armadura de uno de ellos(Zephirus)?



QUOTE

De pronto, el dios cardinal golpeó en el estómago a Touma, estampándolo contra un árbol que había cerca. Sin esperar un segundo, empezó a patearlo, destrozando su armadura.


Que Armadura utiliza Touma

QUOTE

Orestes: ¡Resplandor de luz!

Marin: ¡Meteoros!

Jabu: ¡Cuerno eléctrico!

Touma: ¡Relámpago divino!

Shaina: ¡Garra del trueno!

Notus: Basta de tonterías... - dijo sonriendo - ¡Polen paralizador¡ - de sus manos salió un polvo amarillento que alcanzó a sus contrincantes pero no lo libró del fuerte impacto -

La explosión terminó de destruir todo el patio, el exterior del hospital parecía en ruinas, Notus dejó un surco en el suelo, no había tenido tiempo de defenderse, por suerte su armadura resistió el ataque.



Recibio 4 ataques y su Armadura no se destruyo?, acaso los 100 Dragones de Shiryu es más poderoso que las 5 técnicas(Oreste, Touma, Marin, Jabu, Shaina)

No se supone que los Dioses Cardinales tienen el Nivel de un Dios Guerrero de Asga y no tienen el Séptimo Sentido?, Touma esta de más decir que es del nivel de un Santo Dorado o Superior a este y Oreste para que decir!
*******************************

La historia esta interesante, solo espero que en esta ocación termines el Fics

Salu2






Ki ki : Vas a usar la armadura de libra seiya?
Seiya: No lo hare, solo hay una persona en este mundo que merece llevar la armadura de libra, el es el principal personaje de los 88 caballeros y esa persona es el maestro, esa armadura puede dividirse en 6 diferentes pares de armas, 12 armas en total. Atena nunca ha aprobado que usemos armas desde la mitologia, pero hay una excepción, que es cuando el caballero libra, el maestro, piensa que es necesario, entonces si nos permite usar armas, solo por la justicia!!!

#7 Rexomega

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Publicado 25 febrero 2006 - 08:20

QUOTE (Thong_Hu @ 24 de Feb 2006, 01:26 pm)
Dudas capítulo 1 y 2, el tres lo leo el fin de semana

QUOTE

a razón es que éstos enemigos tienen apenas el nivel de un dios asgardiano y eran cuatro, de modo que decidí despacharlos rápido, y como ya ven, no tenían armaduras por lo que estaban expuestos a los ataques de sus enemigos


Acaso Shiryu no lo destruyo la armadura de uno de ellos(Zephirus)?



QUOTE

De pronto, el dios cardinal golpeó en el estómago a Touma, estampándolo contra un árbol que había cerca. Sin esperar un segundo, empezó a patearlo, destrozando su armadura.


Que Armadura utiliza Touma

QUOTE

Orestes: ¡Resplandor de luz!

Marin: ¡Meteoros!

Jabu: ¡Cuerno eléctrico!

Touma: ¡Relámpago divino!

Shaina: ¡Garra del trueno!

Notus: Basta de tonterías... - dijo sonriendo - ¡Polen paralizador¡ - de sus manos salió un polvo amarillento que alcanzó a sus contrincantes pero no lo libró del fuerte impacto -

La explosión terminó de destruir todo el patio, el exterior del hospital parecía en ruinas, Notus dejó un surco en el suelo, no había tenido tiempo de defenderse, por suerte su armadura resistió el ataque.



Recibio 4 ataques y su Armadura no se destruyo?, acaso los 100 Dragones de Shiryu es más poderoso que las 5 técnicas(Oreste, Touma, Marin, Jabu, Shaina)

No se supone que los Dioses Cardinales tienen el Nivel de un Dios Guerrero de Asga y no tienen el Séptimo Sentido?, Touma esta de más decir que es del nivel de un Santo Dorado o Superior a este y Oreste para que decir!
*******************************

La historia esta interesante, solo espero que en esta ocación termines el Fics

Salu2

ME alegra volver a verte Thong Hu jejeje, pues primero decirte q esta vez SI lo terminaré, recuerda el pq lo dejé y ese problema lo soluciono en este fic. Ahora te respondo tus dudas:

1. Los q no tenían armaduras eran los de bronce, Ikki las trajo al vlcán donde se vuelven más resistentes, sé q no es muy lógico pero se me ocurrió.

2- Pues no sé, usar usa la de la peli.

3. Así es, los 100 dragones son bastante más poderoso q los ataques q usaron, a parte q Notus se defendió con sus poderes para controlar el viento, y Zephirus estaba en pleno ataque.

4. Pues la vd es q me doy cuenta de q eso es cierto, Touma debe ser más poderoso, eso lo arreglaré en futuros combates, lo siento por los Touma fans jejeje

Espero haberte respondido jejeje, me alegra volver a verte por estos lados!!!

#8 Rexomega

Rexomega

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Publicado 27 febrero 2006 - 11:08

Saludos, he decidido mandar los caps en dos partes pq me ocupna 20 hojas de word cada capítulo, y para no dejarles sin fic en mucho tiempo. Me gustaría q comentaran, sobretodo las escenas de combate q no sé si las estoy haciendo ver.

                                                            Capítulo 4


                                                 “El secuestro de Seika”


                                               18 de Septiembre del 1998
                                         Oeste del Jardín, Mansión Kido
                                                   
Las tres amazonas se pusieron en posición ofensiva, no les sonaba el nombre ni el tipo de caballero que decía ser Caronte, pero sabían con exactitud a que dios servía y a que había venido.

Detrás de su máscara, Marin formaba un rostro preocupado, había dejado de sentir los cosmos de Jabu, y los demás caballeros de bronce, ni siquiera un atisbo quedaba.

Marin: ¡Shaina, June! Id a comprobar que pasó con los caballeros de bronce. ¡Deprisa! - ordenó, a lo que las amazonas asintieron -

Mientras las dos guerreras iban a la zona Este del jardín, Marin empezaba a hacer arder su cosmos, pero Caronte no se había movido de su sitio ni encendido su cosmos.

Marin: Por muy poderoso que seas te advierto que no te dejaré pasar fácilmente de aquí. - advirtió dibujando con sus manos la constelación de Águila -

Caronte: Vamos, ni siquiera pudiste contra Boreas. ¿Crees que vas a poder hacerme siquiera un rasguño? - dijo con ironía, sorprendiendo a Marin - Pude comprobar las técnicas de todos los caballeros de Atenea, lo hice pensando en que sería una batalla difícil, pero al ver vuestra actuación frente a simples dioses cardinales, la verdad es que creo que ni valió la pena.

Marin: ¡Cierra la boca arrogante! ¡Meteoros!

Cientos de puños a una velocidad superior al sonido azoaron todo el jardín, pero el guerrero astral parecía no inmutarse, quedándose quieto sin tratar de esquivar o detener los golpes.

Caronte: “Es divertido jugar, pero ya he calentado bastante. No puedo perder el tiempo con el primer plato” - pensó sonriente - ¡Por los colmillos de Cancerbero!

Caronte atravesó los meteoros a la velocidad de la luz, destruyéndolos con su cosmos, Marin pudo esquivar el ataque gracias a su parecido con la Garra del Trueno que usa Shaina y su reflejos, pero sentía que ese ataque podía destrozarla de un solo impacto.

Caronte: Sólo retrasas lo inevitable. ¡Por los colmillos de Cancerbero!

Marin: ¡Patada de Águila!

El choque hizo retumbar toda la zona, el ataque de Caronte desgarró por completo a Marin, estampándola contra el suelo varios metros lejos.

La joven amazona se levantó con mucha dificultad, observando la marca de su pie en el rostro de Caronte, que no parecía mostrar signos de dolor, sino que seguía caminado hasta ella, Marin no podía moverse, el cosmos de su adversario se lo impedía.

Una sonrisa sádica se formó en el rostro de Caronte, lo que asustó a la amazona, la levantó por el cuello con una mano, apretando con fuerza, ahogándola, mientras con su brazo libre, empezó a golpear en todas partes con puños y patadas a gran velocidad, hasta que al fin la soltó, Marin calló desfallecida más no muerta, el guerrero astral la pateó, apartándola de la zona,.

Caronte: Tú no vales la pena. - afirmó, viendo a un furioso Touma que ya encendía su cosmos hasta el infinito -


                                            Este del Jardín, Mansión Kido


El espectáretaguardia que vieron Shaina y June las dejó heladas, Geki estaba completamente destrozado e inconsciente, a Ban le habían arrancado la cabeza y a Jabu tenía el cuello roto, no había ni rastro de Ichi ni de Naichi.

Dos guerreros estaban en aquel lugar, ambos llevaban armaduras muy parecidas a las escamas de Poseidón, pero del color del coral. Uno de ellos era una sirena como Thetis, aunque con un rostro mucho más siniestro, resaltaba el color rojizo de su armadura. El otro llevaba una armadura diferente, que a Shaina le recordó a Dócrates, repartidas por su coraza se podían observar nueva cabezas de serpiente: Dos en las hombrearas, dos a cada lado del casco, tres en el pecho en forma de trinidad y dos en las rodillas. Sus cabellos eran de color oscuros como sus ojos, abundantes y parecían querer alcanzar el cielo, igual que la sirena, aquel guerrero tenía una sonrisa verdaderamente siniestra.

June: ¿Quienes sois? - preguntó desafiante, preparándose para la lucha -

- Soy Víctor de la Hidra, guerrero de las profundidades. . se presentó -

- Y yo soy Ángela de Caribdis, sirena del Océano Profundo. 

Shaina: ¿Os ha enviado Poseidón? - preguntó, imitando a su compañera de armas -

Víctor: ¿Poseidón? ¿Crees acaso que guerreros de nuestro linaje serviríamos a un usurpador? - las guerreras mostraron signos de extrañeza pero no bajaron la guardia -

Ángela: Nosotros servimos al único y legítimo dueño de los mares.

Víctor: Aquel que limpió los mares primitivos.

Por mucho que Shaina supiera dela mitología, no lograba entender a que dios estaban sirviendo, de todos modos, el hecho de que estuvieran ahí significaba que eran enemigos.

Shaina: Nos da igual a que dios sirvan, son el enemigo, o se largan o sufrirán la peor de las muertes.

Ángela: Ja, ja, ja. ¡Qué graciosa eres! ¡Víctor, tú ocúpate de la otra! ¡Ésta es mía!

El guerrero de la hidra asintió y, antes de que June pudiera reaccionar,  la empujó lejos de la zona, dando a entender que Ángela no quería intromisiones.

Ángela: Bien, ahora estamos solas. Prepárate para morir. ¿Sientes las zarpas de Caribdis!

Shaina: ¡No te será fácil! ¡Por las Garras del Trueno!

Y así, ambas guerreras se enzarzaron en un intercambio de golpes y contragolpes del que salían chispas que destruían todo lo que tcaban, ninguna de las dos parecía tener ventaja.

Mientras tanto, en un lugar algo apartado, June encaraba a su adversario, pese a su tamaño el tipo era rápido, pero había algo con lo que no contaba, gracias a su entrenamiento con Albiore de Cefeo y posteriores esfuerzos, ella tenía una capacidad de combate superior a la de un santo de plata, tenía ciertas posibilidades de vencer.

Cada vez se le hacía más difícil esquivar los puñetazos de Víctor, quien no parecía cansarse nunca, es más, parecía que disfrutara. De inmediato June se agachó y antes de que el guerrero reaccionase le golpeó con su látigo, lanzándolo por los aires.

June: Mucho músculo, pero no eres muy fuerte.

Sin embargo, la amazona se adelantaba a los hechos, el guerrero de la hidra ya había reaccionado y se lanzaba en picado a por ella, quien tuvo que hacer uso de toda su velocidad para esquivar al gigante.

Al chocar, Víctor produjo lo que parecía una tormenta de arena, pero no dejó tiempo a que June respirara pues inmediatamente se lanzó de nuevo a por ella, esta vez saltando sobre ella.

Víctor: ¡Fuerza mortal! - gritó juntando las manos en un solo puño con el que golpeó a una sorprendida June -

June: ¡Látigo Santo!

Ante la atónita mirada de Víctor, June formó con su látigo una cruz de luz en el cielo, que de inmediato se lanzó hacia él estampándolo contra el suelo, lo que más le sorprendió es que el ataque había atravesado su armadura.


                                         Entrada a la Mansión Kido


Los tres santos de Atenea junto a Orestes, corrían a la salida de la mansión pero algo se los impidió, un guerrero, de cabellos blancos y cortos, de ojos verde esmeralda y rostro arrogante, enfundado en una armadura de coral parecida a las escamas de los generales marinos les cerraba el paso, tenía cogido por el cuellos a un desfallecido Tatsumi.

Seiya: ¡Suéltale! - ordenó Seiya -

- Encantado. - obedeció de manera cínica, estampándola contra un cuadro de esos abstractos. -

Tatsumi: “Cuadro = 10 millones de yens” - pensaba -

Seiya observó con furia al guerrero. Tenía muchas igualdades con la armadura del dragón marino pero más bien parecía que su “escama” representaba a alguna serpiente.

Los cuatros caballeros encendieron sus cosmos a lo que el tipo respondió de igual manera.

- Soy Talión de Leviatán. He venido a por la cabeza de Atenea, apartaos de mi camino.

Una fuerte explosión de cosmos estampó a los guerreros contra la pared, cientos de objetos de incalculable valor, eran destruidos por el poder de Talión, quien sonreía de forma arrogante.

Tatsumi: “12 millones, 13 millones, 50000 yens... ¡Agh!” - pensaba dolorido -

Talión: ¿Lo habéis sentido? ¡Ese es el poder de Leviatán, el Rey de las Bestias marinas!

Ante la atónita mirada de Talión, los caballeros lo encaraban sin ningún rasguño y sonriéndole de forma irónica.

Seiya: Si ese es todo tu poder me temo que deberás rendirte si no quieres que te aparte a al fuerza. ¡Meteoros de pegaso!

Shiryu: ¡Dragón naciente!

Hyoga: ¡Trueno del Alba!

Orestes: Resplandor de luz!

Sabedor del poder de aquel ataque lo destrozaría, Talión lo esquivó pero aprovechó que los caballeros habían bajado la guardia para despedazarlos. Empezando por una patada giratoria que golpeó simultáneamente a los caballeros de bronce, para luego darle un p’uñetazo al Corona, pero éste sabía bien su juego y paró su puño con la mano.

Orestes: Seiya, Shiryu, Hyoga. Id con los demás, yo me ocupo de éste. - dijo sin soltar a Talión, quien hacía más y más fuerza.

Los caballeros asintieron y salieron de la mansión, Tatsumi aún estaba tirado en el suelo, en estado de shock.

Talión: Me estoy aburriendo. ¡Descarga de anguila!

El cosmos dorado del profundo, recorrió el cuerpo de Orestes causándole un dolor leve pero que fue suficiente para que lo soltase, pero Talión no se apartó sino que siguió golpeando incansablemente al Corona, hasta que éste último se uniera al juego y también golpeara, sin duda, la ventaja del guerrero del Sol era evidente.


                                    Oeste del Jardín, Mansión Kido


Touma encendió con furia su cosmos y se lanzó sin pensar contra Caronte, quien bloqueó el golpe con su antebrazo y contraatacó con sus garras, clavándoselas en el estómago, pero el ángel no estaba dispuesto a rendirse tan fácilmente y empezó a golpear con fuerza a la velocidad de la luz al guerrero astral, y esos golpes, sí hacían mella en él.

Caronte sabía que Touma se había dejado atrapar para tenerlo a tiro, pero no contaba con su temible poder, el guerrero astral se mantuvo firme a los puñetazos furiosos del hermano de Marin, encendiendo su cosmo-energía, que empezaba a convertirse en una llama destructora.

A causa del dolor mutuo que ambos sentían, Caronte por los golpes, y Touma por las brasas, ambos se apartaron. El ángel lanzó decenas de lanzas que el guerrero astral esquivó gracias a su velocidad, pero Touma lo igualaba e incluso superaba por lo que pudo alcanzarle  patearle el rostro con fuerza.

Touma: Ahora verás. ¡Gran Altura!

El ken elevó por los cielos a Caronte, quien se sentía impotente, la caída fue atroz para el guerrero, pero aún estaba intacta su armadura, sólo su rostro estaba golpeado.

Caronte: Maldito traidor. - murmuró entre dientes. -

Touma: ¡Relámpago divino!

EL guerrero astral no se movió sino que apartó el ken lejos, haciendo arder la copa de un árbol. Juntó ambas manos, formando una esfera anaranjada con su cosmos.

Caronte: ¡Bomba estrellada!

Un impulso invisible empujó la esfera contra Touma, quien pese a que pudo alejarse, recibió la onda expansiva, el ken había destrozado el jardín, dejando un gran agujero, no muy profundo, pero sí extenso,. Lo más preocupante era que Caronte ya había formado una nueva esfera que lanzó de inmediato contra Touma, esta vez le dio de lleno.

Caronte: Bien, se acabó, ahora iré a por Atenea y... ¿¡Qué!? - exclamó al ver a un Touma sonriente enfrente de él -

Touma: Un ataque, por muy poderoso que sea, no tiene efecto en un caballero de Atenea.

Caronte: Tú no eres un caballero de Atenea.

Touma: Ahora sí lo soy. - corrigió golpeando con fuerza a caronte en el estómago, quien fue empujado por el impacto dejando un surco en el jardín -


                                    Este del Jardín, Mansión Kido


Shaina y Ángela continuaban su combate, aún ninguna de las dos parecía cobrar ventaja pero la amazona de plata empezaba a cansarse, mientras que la sirena se veía muy decidida, incluso más que al principio, su cosmos de monstruo se hacía más y más grande, y parecía tragarse el de Shaina, tal como hacía la bestia en el mito.

Ángela: De esta manera es muy aburrido, mejor acabemos rápido con esto. ¡Remolino destructor!

De sus dos manos surgió un gigantesco remolino que empezó a tragarse todo cuanto se ponía en su camino. La amazona trataba de mantenerse firme, elevando su cosmos hasta el infinito, pero el ken la atraía cada vez con más fuerza hasta que no pudo resistirse y fue atrapada por el remolino, la amazona dio cientos de vueltas mientras el ataque la enviaba a los cielos, en cuestión de segundos la joven ya caía desfallecida pero Ángela lanzaba otro remolino que la destrozaba más y más, y eso en un continuo combo de pequeños remolinos que la sirena lanzaba al cielo, con la intención de que cuando Shaina cayera al suelo, sólo fuera cenizas.

Pero las cosas no eran así de sencillas, estaba usando tanto poder para divertirse con la amazona que ya empezaba a cansarse, aunque Shaina había caído al fin al suelo, ya sus sentidos no le respondían.

Ángela: “Je, je, je. Da igual que me hayas agotado, estás acabada” - pensó mientras se acercaba de forma amenazante -

June lo tenía mucho más crudo, después del efecto sorpresa que obtuvo gracias a la técnica de Albiore de Cefeo, Víctor no la había dejado ni respirar, esta vez no sólo daba puñetazos a diestra y siniestra sino que daba patadas a ras de suelo, altas, bajas y todo tipo de combinación extrañas que hacían a June más difícil esquivarlas.
                          
June: ¡Bomba celeste! - gritó, atacando con fuerza la cabeza del profundo desde el aire, la fuerza del látigo había aumentado gracias a la altura -

Víctor: ¡Agh! ¡Brujas ahora verás! -  exclamó furioso pues el látigo había partido parte de su casco -

La amazona de bronce del Camaleón no pudo hacer nada, en un fugaz movimiento el guerrero la atrapó en un abrazo semejante al de los osos.

Víctor: ¡Nueve venenos!

Por increíble que pareciera, las cabezas de serpiente que tenía la armadura de la hidra mordieron cada parte de la armadura de June, quien gritó de dolor, de cada herida brotaba sangre, el peor golpe fue en la cabeza, la cabeza de serpiente más grande destrozó la máscara y clavó sus dientes de metal en la frente de la joven, por suerte la herida no fue muy profunda en ninguno de los casos, pero un siniestro dolor casi espiritual comenzó a recorrer el cuerpo de la mujer caballero.

Víctor: ¡Huy! Veo que eres muy atractiva, y yo que pensaba que las mujeres caballero llevaban máscaras para ocultar su fealdad. ¡Ja, ja, ja! Lo reconozco, eres fuerte. Pero mi técnica lo es más, no sólo he destrozado los puntos clave de tu armadura sino que te he envenenado con el más terrible de los venenos, el de la hidra de Lerna. Ahora tus cinco sentidos se irán apagando poco a poco, no eres más que un vegetal. - dicho aquello, la soltó con desprecio - Creo que me divertiré un poco contigo antes de mandarte al Hades. Je, je, je. Me has molestado demasiado niña estúpida.  

Con un sadismo aterrador, Víctor empezó a golpear brutalmente a la amazona, que tenía la mirada perdida, ni siquiera sentía el dolor, pero en un momento dado, la joven se volvió invisible gracias a su recién adquirida habilidad, en realidad actuaba como un animal irracional, cuyo único objetivo era sobrevivir.  


                                        Jardín, Frente a la Mansión Kido


Los caballeros corría con todo su pavor, dispuestos a saber quien atacaba la casa de su diosa, pero una misteriosa cosmo energía les cortó el paso..

- ¡Prisión de Agua!

Alrededor de los caballeros, con una extensión que ocupaba toda la zona, se formó una esfera de líquido que, pese a no estar en estado sólido, se mantenía quieto en forma de prisión esférica.

Hyoga: ¿Qué ha pasado?

Shiryu: Siento una cosmo-energía muy poderosa que nos rodea.

Seiya: ¡Alguien trata de encerrarnos! ¡Pero no lo conseguirá! - exclamó lanzándose a por la parte de la esfera que tenía enfrente -

Hyoga: ¡Seiya no!

Seiya: ¡Meteoros de Pegaso!

Seiya sonrió pensando que sus meteoros serían suficientes para quebrar la prisión, sin embargo Shiryu, gracias a su ceguera, pudo darse cuenta del error en el que había caído su amigo, el ken del Pegaso fue devuelto, como si la prisión fuera el cosmos de un dios, Seiya fue golpeado por sus propios meteoros, que lo estamparon contra el suelo.

- Ja, ja, ja, ja. - se reía una voz de eco que rodeaba la prisión, el exterior de ésta había desaparecido, ya nada se veía a través de la gigantesca esfera - No sean ilusos, atacar esta prisión es como atacar a los dioses, veo que vuestra arrogancia no ha disminuido. -Shiryu e Hyoga levantaron a un malherido Seiya, mientras traban de hallar el cosmos de su enemigo - Si queréis destruir esta prisión, deberéis vencerme.

Con lentitud, un nuevo caballero bajó a través de la esfera, su armadura era de un color rojo intenso, con tonalidades azul marino,  ciertas partes de la armadura del guerrero le recordaban a los caballeros de los abismos, lo más asqueroso del tipo era su piel, repleta de escamas, como si se tratara de un hombre-pez, pese a que se suponía que era calvo, no se podía saber con seguridad pues llevaba un ostentoso casco. 

- Y para vencerme necesitaréis un milagro. - aseguró mientras su pies tocaban el suelo y los caballeros de Atenea encendían sus cosmos.

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#9 Thong_Hu

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Publicado 27 febrero 2006 - 12:24

QUOTE

elevo su cosmos al infinito

Esto esta bien para Seiya y triviaás para Shiryu, Shun, Ikki , Hyoga y tal vez Touma, pero para los demás?? primero deberían despertar el Séptimo Sentido, el Octavo y luego elevarlo hasta el Infinito!!


Las Armaduras de Oro, que ocurrió con ellas?? porque no ayudan a Seiya y compañía.


Como resumen, la historia esta bastante entretenida, aunque los enemigos, en un inicio se ven demasiado poderosos!

Recuerda que Seiya, Shiryu, Hyoga, Ikki y Shun, pueden superar el nivel de un Santo de Oro y Oreste con Touma, son del Nivel de uno de Oro o Superior!

Ezo

Ki ki : Vas a usar la armadura de libra seiya?
Seiya: No lo hare, solo hay una persona en este mundo que merece llevar la armadura de libra, el es el principal personaje de los 88 caballeros y esa persona es el maestro, esa armadura puede dividirse en 6 diferentes pares de armas, 12 armas en total. Atena nunca ha aprobado que usemos armas desde la mitologia, pero hay una excepción, que es cuando el caballero libra, el maestro, piensa que es necesario, entonces si nos permite usar armas, solo por la justicia!!!

#10 Rexomega

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Publicado 27 febrero 2006 - 16:30

QUOTE (Thong_Hu @ 27 de Feb 2006, 10:24 am)
QUOTE

elevo su cosmos al infinito

Esto esta bien para Seiya y triviaás para Shiryu, Shun, Ikki , Hyoga y tal vez Touma, pero para los demás?? primero deberían despertar el Séptimo Sentido, el Octavo y luego elevarlo hasta el Infinito!!


Las Armaduras de Oro, que ocurrió con ellas?? porque no ayudan a Seiya y compañía.


Como resumen, la historia esta bastante entretenida, aunque los enemigos, en un inicio se ven demasiado poderosos!

Recuerda que Seiya, Shiryu, Hyoga, Ikki y Shun, pueden superar el nivel de un Santo de Oro y Oreste con Touma, son del Nivel de uno de Oro o Superior!

Ezo

HOla de nuevo Thong, de nuevo a responder dudas. Elevar su cosmos al infinito es un decir que se usó mucho en la serie, ciertos caballeros y amazonas están al borde de alcanzar el Séptimo Sentido y eso es lo q trato de decir con esas batallas.

Las armaduras de oro están con los dorados que están emncerrados en el Santuario, pero en este fic, no careceran del protagonismo q se merecen.

Ahora la fuerza:

Dioses Cardinales: Tienen el poder de un guerrero asgardiano, pero su vcontrol sobre el viento le confieren un poder inusual que ni muchos dioses tienen, y eso les da ventaja.

Eolo: Es UN dios, no tan poderoso como los Gemelos pero es bastante poderoso, ya suerte tuvo Seiya de encararlo.

Guerreros Astrales: Son más poderosos q los dioses menoeres, y están al nivel de los Gemelos (aunque algunos los superan, ya verán) y por eso sus únicos rivales pueden ser Orestes, Toma o los caballeros divinos, ( Seiya y compañía) su poder es así de grande pq es necesario, no querrán q sean unops debiluchos.

Progfundos: S e hablará de su poder más tarde pero adelanto q son más o menos como los marinos de Poseidon.-

#11 Rexomega

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Publicado 01 marzo 2006 - 08:11

Entrada de la Mansión Kido


El choque de fuerzas entre Orestes y Talión destrozaba la zona ante un atónito Tatsumi que ya había perdido la cuenta, llegó un momento en el que el Corona había dominado por completo la situación y empezó a golpear a la velocidad de la luz al guerrero profundo, quien trataba de protegerse con us brazos, pero no podía dejar de ser empujado por el asedio de su adversario.

Un gritó de guerra fue la señal que salvó a Orestes de ser atrapado por la explosión de cosmos pero sentía que la intención de su adversario no era atacarle con su cosmos sino apartarlo de él.

Y era exactamente esa la intención del guerrero de Leviatán, quien extendió sus manos hacia delante al tiempo que su cosmo-energía se encendía, cubriendo todo su alrededor.

Talión: ¡Llamas de Leviatán!

El cosmos lanzado por el guerrero, se transformó en una destructiva llamarada de un misterioso color azulado que consumió toda la sala de entrada de la mansión, todo fue desintegrado y Tatsumi quedó completamente inconsciente por la impresión de lo que aquella destrucción significaba económicamente.

Talión: “Ja, ja, ja. Se acabó, le he matado” - pensó sonriendo -


                                Este del Jardín, Mansión Kido


Ángela de Caribdis encendía su cosmo-energía mientras su garras parecían volverse más afiladas, debía acabar rápido con aquella amazona para poder ocuparse de lo importante.

Ángela: Vas a morir niña, je, je, je. - reía saboreando el momento -

Shaina: “Maldición, mis cinco sentidos me han abandonado. ¿Por qué no puedo alcanzar el Séptimo Sentido? ¿Por qué?” - se preguntaba -

Ángela: ¡Zarpas de Caribdis!

Geki: ¡Abrazo de Oso!

La sorpresa fue mutua entre la amazona y la sirena, las dos pensaban que Geki, como los demás, estaba muerto paro parecía que no era así, gracias al efecto sorpresa pudo atrapar a la sirena, salvando a Shaina de una muerte atroz, lo más increíble era que Geki empezaba a emitir un cosmos dorado, al tiempo que su fuerza aumentaba, su abrazo estaba ahogando a Ángela.

Geki: ¡Shaina, corre!

Shaina: No... - negó mientras trataba de mantenerse en pie - No Geki, vete, esta es mi pelea. - le pidió -

Geki: Pero... Shaina. ¡Estás muy mal! - dijo tratando de convencerla, al tiempo que Ángela se empezaba a librar del abrazo de Geki -

Ángela: No seas orgullosa... ¡Agh! Je, en cuanto me libre de este mastodonte no tendré piedad. - amenazó encendiendo su cosmos al límite -

Shaina: Da igual, yo tampoco...  ¡Agh! Pienso tener piedad de ti... ¡Aparta Geki! ¡Garras del Trueno! - la amazona surcó el aire encendiendo más y más su cosmos - ¡Soy una mujer caballero al servicio de la diosa Atenea y me deber es protegerla por encima de todo!

Ángela: Si eso es lo que quieres... ¡AH! - rechazó al santo del oso con su poderosa cosmo-energía y se lanzó a por su enemiga - ¡Por las Zarpas de Caribdis!

Geki lo observó todo como si fuera una película a cámara lenta, ambas guerreras estaban al límite de sus fuerzas, aquel golpe sería definitivo para definir la batalla.

Una vez chocaron, Shaina logró destrozar el peto de la escama de Ángela, pero lamentablemente ésta pudo desgarrar el estómago de la amazona, todo señalaba a que la sirena daría el golpe de gracia pero no fue así, la dejó caer y golpeó el punto de la herida con un dedo, haciendo que dejara de sangrar, luego se alejó de un salto.

Geki: ¿Adónde vas? - preguntó inquisidor, poniéndose en guardia -

Ángela: Este combate queda en empate, pero dile a Shaina que esto no acaba aquí, de todos modos mi misión no era acabarlos, nos veremos en el Santuario.

La sirena desapareció, o eso parecía pues Geki pudo ver como corría en dirección al Santuario, lo más extraño era que para Geki, Ángela iba demasiado lento. ¿A caso había alcanzado el Séptimo Sentido?

Pero no había tiempo de pensar en tonterías, el santo del Oso corrió a socorrer a una malherida Shaina, quien pese a que había dejado de sangrar, aún no podía moverse.

Geki: ¿Estás bien Shaina?

Shaina: Déjame Geki, yo puedo levantarme sola, esto no es nada para una amazona... ¡Agh! - un chorro de sangre salió de por debajo de la máscara de la joven ante la preocupada mirada del santo del Oso -

Geki: Shaina estás mal...

Shaina: June está peor que yo, está débil, debes ir a ayudarla.

El caballero del Oso asintió, sabedor de que la amazona no se dejaría ayudar, uso sus sentidos para encontrar a June, cosa que le resultó muy difícil ya que el cosmos de su compañera de armas estaba muy debilitado, pero lo pudo localizar y fue a buscarla a la velocidad de la luz.


                              Prisión de Agua, Entrada a la Mansión Kido


La reacción de los caballeros no se hizo esperar, los tres se lanzaron a por él de forma impulsiva pero pasó algo que los dejó helados, tal como pasaba con los guerreros de la Isla Espectro, su armadura hacía que su golpes resbalasen por ella, aparte que l enemigo era bastante flexible, a una velocidad mayor que la de ellos, el guerrero pateó a Shiryu y a Hyoga para luego golpear a Seiya en el estómago con una patada giratoria que perforó el peto de su armadura y lo estampó junto a sus compañeros contra el suelo.

- ¿Eso es lo único que saben hacer? - preguntó con tono de arrogancia mientras su cosmos se encendía nuevamente - No sois merecedores de enfrentarme.

Sin esperar a que los santos pudieran ponerse de nuevo en guardia, el guerrero se lanzó contra sus enemigos, los golpeó como si estuviera efectuando una danza, era tal la perfección de sus movimientos que los caballeros no hallaron ningún punto hueco en su ataque/defensa, pero Shiryu, gracias a su ceguera, pudo encontrar uno.

Shiryu: ¡Dragon Naciente! - la patada resbaló en la armadura pero el tiempo en que lo trataban de golpear, el guerrero se quedó con la guardia baja -

Hyoga: ¡Ahora! ¡Rayo de la Aurora! - el destello fue tan fugaz que el guerrero apenas pudo esquivarlo, la mitad de su cuerpo se quedó congelado -

Seiya: ¡Meteoros de Pegaso! - cientos de golpes a la velocidad de la luz golpearon al guerrero que tenía los pies congelados -

Pero aquella ventaja no duraría mucho, la capa de hielo que cubría la mitad del cuerpo de aquel caballero tan inhumano fue destruida por su cosmos, al tiempo que entre sus manos se formaban dos bolas de energía.

- Bombas de Hidrógeno.

El ataque fue devastador,, la onda de choque dañó gravemente al trío de santos que no querían rendirse, aunque el caballero no paraba de lanzar bombas destructoras, los caballeros seguía acercándose más y más a su adversario, hasta que lo tuvieron a tiro de nuevo, esta vez usarían toda  su cosmo-energía, y eso era reflejado en sus armaduras, que se volvían doradas, bañadas por sus esplendorosos cosmos que cubrían a un asustado guerrero.

- ¿Qué? ¡Alto! No podéis hacer nada contra mí. - aseguraba mientras entre sus dos manos formaba una gigantesca bomba de hidrógeno - ¡Cañón de oxígeno!

Seiya: ¡Ahora verás! Me llamarán la cometa pegaso!

Hyoga: Siente el frío del Cero Absoluto. ¡Ejecución de la Aurora!

Shiryu: Ahora sentirás el poder sagrado del dragón. ¡Cien Dragones del Monte Rozan!

El choque de kens fue tal que hicieron estallar el disparo del misterioso guerrero y a él mismo, la prisión se resquebrajó por la explosión al tiempo que las armaduras volvían al color de bronce que las caracterizaba. Los santos cayeron de rodillas por el esfuerzo, ni siquiera sabían a quien habían matado.


                               Oeste del Jardín, Mansión Kido


La batalla entre el ángel y el guerrero astral llegaba a su clímax,  los dos combatientes no dejaban respirar al otro, en un confín de sendos golpes y contragolpes, aquello era realmente tenso, sus cosmos los imitaban, enfrentándose con fervor o al menos eso parecía. 

Sin duda las garras de Caronte eran una terrible arma a tener en cuenta, pero no tenía nada que envidiarle los puños del ángel de la Libertad, sin duda aquellos dos combatientes parecían estar a la altura pero, el caballero Astral no estaba usando todo su poder. 

Touma: ¡Gran Altura!

Caronte: Ni lo sueñes. ¡Por los colmillos de Cancerbero!

El ataque de Caronte impidió que Touma pudiera elevarlo a los cielos para poder esquivar el fuerte golpe, sin embargo el ángel no se rendía y descargó un fuerte ken de relámpagos sobre Caronte, que extrañamente ni rasguñaron su armadura, aprovechando la confusión de su adversario, Caronte le dio un fuerte rodillazo en el estómago, seguido por un suples, para luego hacerlo girar una y otra vez hasta estamparlo contra un árbol cercano, pese a sus heridas, el orgulloso hermano de Marin no dudó en levantarse de nuevo, lanzando sin descanso lanzas que Caronte esquivaba con relativa facilidad, acercándose peligrosamente al ángel.

Touma: No me atraparás de nuevo. ¡Relámpago divino!

Esta vez, Touma había encendido su cosmos hasta el 8º Sentido y su ken pudo empujar con fuerza a Caronte, aunque los daños no fueron graves pues pudo protegerse con sus brazos en posición de defensa.

Touma: ¿Cómo? ¡He usado todo mi poder y su armadura ni se ha rasguñado! - exclamó sorprendido, sin bajar la guardia -

Caronte: Je, je. Iluso. - murmuró mientras apartaba lo poco que quedaba del ken de Touma - Por mucho que hagas arder tu cosmos, jamás podrás destruir una de las albas de Apolo. - el ángel mostró signos de sorpresa, dando a entender que no sabía de lo que estaba hablando - Verás, a diferencia de las armaduras de Atenea, las escamas o los sapuris. Las albas no son creadas con sangre y polvo de estrella, surgieron del Sol, y por tanto, son las más resistentes que existen sobre el universo, son tan poderosas como las de los pretorianos. Ja, ja, ja. Ni en cien años traidores como vosotros podríais siquiera rasguñarlas.

Pero pese a las palabras de aquel caballero arrogante, el ángel de la Libertad no desistía en su empeño de vengar a su hermana y proteger a la diosa, de nuevo encendió su cosmos pero de una manera que nunca antes había sido vista en un ángel-

Caronte:”No debo confiarme, pese a todo es un ángel escogido por los dioses para ser su protector, debo tomarme esta batalla más en serio” - pensó mientras acercaba sus dos manos con las palma mirándose entre sí y un hilo de electricidad negra se formaba - ¡Bola Sombra!

Una esfera empezó a formarse, se volvía cada vez más y más grande, sin llegar a extremos pero Touma la observaba sin miedo.

Touma: Ahora te mostraré que la voluntad de los seres humanos es muy superior al poder de los dioses, eso es algo que he logrado aprender gracias a Atenea y sus caballeros y ahora te lo mostraré. ¡Mensajero de Libertad!

El cuerpo del ángel se iluminó, transformándose sin duda en una estrella y se lanzó como si fuera un bólido contra Caronte, la esfera negra fue disipada por el brillante cosmos que parecía divino pero no lo era, era la voluntad humana que todo lo puede, el mayor de los poderes. El golpe rasgó la armadura ante la mirada atónita de Caronte que escupió sangre a causa del fuerte impacto, y así comenzó un nuevo duelo mano a mano entre los dos combatientes, esta vez equilibrado.


                                          Este del Jardín, Mansión Kido


June seguía huyendo, sus cinco sentidos seguían sin responderle y ella sólo podía escapar de los embastes de aquel guerrero, que destrozaba la superficie con sus fuertes puños, Víctor en verdad disfrutaba con aquel juego pero estaba empezando a cansarse.

Víctor: ¡Me estoy cansando! ¡Destructor de mares!

Con ambas manos juntas, el malvado guerrero de la Hidra golpeó el suelo, un fuerte terremoto destrozó la zona, haciendo que June se cayera, su camuflaje ya no la protegía, pero todo daba igual para ella, estaba como ida, Víctor no pareció percatarse, se lanzó a por ella con una sonrisa siniestra.

Víctor: Ja, ja, ja, ja. ¡Ja, ja , ja! El destructor de mares es una técnica tan poderosa, que es repudiada por Poseidón, es capaz de destruir el agua, dañando la superficie marina y, si el que la usa es lo suficientemente poderoso, puede dividirlo en dos tal y como lo hizo Moisés, pero en tierra firme también es efectiva.

Aún deseoso de hacer sufrir a la amazona, sin tener en cuenta de que la chica estaba prácticamente en coma, el guerrero la tomó por el cuello y empezó a apretar más y más.

Víctor: Ja, ja, ja. ¿Ves niña? No valía la pena que huyeras porque de todos modos te iba a atrapar y ahora, sufrirás mi ira.

Geki: ¡Suéltala! - ordenó el santo del Oso, cuyo cosmos se había vuelto tan intenso como el de los caballeros de oro -

Víctor: ¿Eh? Lo que tú digas. - dijo tirando lejos a la amazona como si fuera basura -

Geki gruñó antes la actitud de aquel asesino,  de sólo ver como había dejado a June aumentaba su ira y su cosmos a la vez, Víctor mostraba atisbos de preocupación, pero su orgullo le impedía mostrar miedo, encendió de nuevo su cosmos dispuesto a hacer añicos al santo del Oso.

Geki: ¡Prueba mi más reciente técnica! ¡Furia salvaje!

Víctor: Si eso es lo que quieres. ¡Noveno Impacto!

Mientras el caballero del Oso surcaba el terreno dispuesto a embestir a su enemigo, de éste surgieron ocho figura más, la distracción de Geki les sirvió a las sombras para poder golpearlo sin que pudiera hacer nada, ocho impactos resquebrajaron su armadura pero el peor fue el Noveno Impacto, el golpe del guerrero profundo fue tan terrible, que le destrozó las costillas, pero Geki no estaba dispuesto a rendirse y contraatacó con una llave de judo que lanzó lejos al gigante.

Esta vez, Geki pudo embestir al guerrero marino y lo siguió con cientos de golpes que en principio parecían ir a la velocidad del sonido pero cada vez se volvían más y más rápidos hasta alcanzar la velocidad de la luz, la escama de Víctor quedó diezmada ante tal asedio pero el caballero de Oso no paraba, el guerrero decidió  hacer uso de su más poderosa técnica.

Víctor: ¡Nueve Venenos!

El guerrero trató de atraparle pero no contó con que su cosmos lo rechazara, todas las cabezas de serpiente fueron destruidas junto a su armadura, el caballero no estaba dispuesto a dejarle vivir.

Víctor trató de protegerse de los continuos golpes de Geki pero estos seguían aumentando de velocidad, Geki preparó un puño en el que concentró todo su cosmos, mientras el caballero de la hidra cargaba también su último ken.

Víctor: ¡Furia de las mil bestias! - mil cabezas de serpiente, que recordaban a la hidra que ganaba tres cabezas cada vez que le cortaban una, se dirigieron a por el santo del Oso quien preparaba su ken -

Geki: ¡Golpe del Rey de las Bestias! - del puño salió una ráfaga de cosmos que atravesó el corazón de Víctor, quien cayó fulminado, pero el santo del Oso no pudo esquivar el ken de su adversario y quedó inconsciente con la armadura destrozada -

Pero la caída de Geki no era triste, el caballero sonreía, sabedor de que había hecho lo que pudo, había vencido a uno de los enemigos de su diosa, la había protegido tanto como lo hubieran hecho Seiya y los demás, y no solo eso, había alcanzado el conocimiento del 7º Sentido.

La muerte de Víctor no fue nada, se produjo en un destello, el ken había atravesado su corazón con armadura y todo, ni siquiera pudo mostrar alguna expresión en el momento de su muerte, simplemente calló derrotado, por Geki del Oso.


                                           Entrada de la Mansión Kido


Talión saboreaba con fervor su victoria, sin percatarse de la muerte de su compañero Víctor, o de la huída de Ángela, dirigió su mano con la palma orientada al lugar donde detectaba el cosmos de Orestes y se dispuso a rematarlo pero el grito de una mujer se lo impidió.

Seika: ¡Basta! - gritó la hermana de Pegaso, adoptando una posición de combate, trataría de usar sus conocimientos de defensa personal para ganar tiempo - ¡No te permitiré que mates a Atenea!

Talión: ¿Qué no me permitirás que? - preguntó amenazante mientras caminaba hacia ella, cubriéndola con su sombra -

Sin dudarlo, Seika se lanzó a por el con una patada alta, pero el guerrero simplemente la curio por el pie y la estampó contra la puerta, destruyéndola, al tiempo que Tatsumi seguía contando.

Luego, el profundo de Leviatán volvió su vista para encontrarse con Orestes, que no dudó en golpearlo en el rostro y lanzarle un ken en el estómago que al explotar dejó la armadura hecha un asco.

Talión miro desde su vergonzosa situación al serio Corona que lo apuntaba con la palma orientada hacia abajo, la cual resplandecía con preocupante intensidad.

Talión: ¡No! ¡Espera... no! - gritó rogando, pero Orestes no hacía caso a sus lamentos -

Orestes: No eres merecedor de vivir en este mundo. ¡Resplandor de Luz!

El ken destruyó de forma inmediata al profundo, muerte que estuvo empapada por un grito de dolor que atacó los sensibles tímpanos de Seika, que aún no podía acostumbrarse a tanta muerte, la joven se levantó y secó la pequeñas lágrimas que recorrían su rostro, iba a agradecerle a Orestes lo que hizo por ella pero éste simplemente se largó, la joven hermana de Pegaso, le siguió sin dudarlo un instante.

Tatsumi suspiró, al menos el segundo piso y el resto de la mansión se salvaron, pero entonces se rompió el techo y calló la bañera y prácticamente todo lo que había en el cuarto de baño, al mayordomo de los Kido casi le da un infarto.


                                        Oeste del Jardín, Mansión Kido


La batalla entre Touma y Caronte continuaba, los combatientes no podían prestar atención a sus alrededores porque una sola distracción podía ser fatal, y más para Touma que estaba utilizando todas sus fuerzas de forma no muy sensata, su cuerpo irradiaba una luz segadora que contrastaba con la oscuridad que empezaba a emanar del cosmos fulgente del caballero astral.

En un momento dado, los guerreros dejaron distancia para chocar sus kens, el impacto producido por la conjunción de la luz y la oscuridad dejo una brecha que desequilibraba la realidad pero ninguno pareció darse cuenta.

Caronte, aburrido de aquel constante martirio, extendió ambas manos con las palmas abiertas, su cosmos se encendió con mucha intensidad.

Caronte: ¡Fuerza del Tártaro! - de sus manos surgieron dos haces de la más intensa oscuridad que Touma había visto, era tal la velocidad del ken que el ángel no pudo defenderse, chocó contra él provocándole e más terrible de los dolores, su cosmos y su espíritu decaían ante aquella misteriosa fuerza que no parecía ser el cosmos, por muy maligno que fuera, nunca había sido como el que Caronte irradiaba, pero el ángel se dio cuenta, que el caballero astral, también sufría daños colaterales con esa técnica, y por eso cortó el ataque -

Aunque Caronte parecía estar terriblemente cansado, sudoroso y su cosmos se había apagado misteriosamente, Touma estaba mucho peor, aquel había envenenado su cosmos, había destruido su espíritu, no estaba en condiciones de luchar, sin embargo, Caronte ya empezaba a volver a estar en forma, ya que sólo había recibido una centésima parte de aquella fuerza misteriosa.

Deseoso de acabar con aquel combate, Caronte formó de nuevo una bola sombra, y lanzó el ken directo a Touma, pero un milagro sucedió, Seiya apartó el ken con su mano desnuda, él y los caballero habían llegado.

Y en aquel momento todo pasó mu deprisa, Orestes también se unió a la batalla, pero antes de que se efectuara un nuevo combate, Caronte pudo ver a Seika, entonces recordó las ordenes de Febo Apolo, a la velocidad del rayo lanzó cuatro kens de oscuridad que derribaron a sus oponentes el tiempo suficiente para que pudiera coger a Seika y largase en dirección al Santuario, sabedor de que en ese estado no podía arriesgarse a enfrentar a tantos caballeros a la vez, Seiya fue el primero en levantarse y se dio cuenta de que Caronte se había llevado a su hermana.

Seiya: ¡¡¡¡SEIKAAAAAAAAAAAAA!!!!

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Notas del Autor:

Un nuevo capítulo con acción a diestro y siniestro, je, je, je. Sin duda espero que me hallan salido bien las peleas pues creo que eso es lo que peores me da, y más habiendo cinco peleas a la vez je, je. En cuanto a lo de la misteriosa fuerza y el guerrero sin nombre, los que hayan leído la versión anterior de este fic sabrán de que cosas estoy hablando .y los que no, pues deberán esperar (sean pacientes). Los profundos o guerreros de las profundidades son personajes nuevos al igual que Eolo y los dioses cardinales, su existencia y el hecho de que trabajen para Apolo será desvelado a medida que avance el fanfic y los más avispados en mitología sabrán a que dios se refieren los caballeros del Océano Profundo, puede que muchos secretos se disipados en el próximo capítulo “Viaje al Santuario”. Y para terminar quiero hacerles una pregunta a los que leyeron la versión anterior, y lee ahora esta: ¿Cuál le gusta más? Comentarios, quejas y respuesta a esa pregunta a: lordomega345wanadoo.es o a rexomega314345_saga89345yahoo.com 

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Editado por Jeczman, 17 abril 2007 - 11:55 .

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#12 Guest_Camuseiya_*

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Publicado 03 marzo 2006 - 18:24

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Pasu esta largisimo el fic doh.gif doh.gif
No ps esta bien ahorita ando algo desocupadon y con ganas de leer algo interesante asi ke me vine a leer la historia... no me desepciono en lo mas minimo thumbsup.gif
Solo me lei el primer cap... y se ve intersante thumbsup.gif
Pero no entiendo porke hyoga tenia ke ser policia... el deberia de andar en la mansion del playboy con un buen de rusas rubias laugh.gif
Recuerda ke Hyoga es el mejor y el mas poderoso de todos los caballeros thumbsup.gif

Salu2 thumbsup.gif

#13 Rexomega

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Publicado 03 marzo 2006 - 18:27

Je, je, je bueno, yo me decanto más por Ikki pero bueno jajaja, de todos modos según el taiken Seiya es el más fuerte O.o, la verdad es q no le quice poner mucho embrollo aesa parte así q puse lo q se me ocurrió!!! Me alegro de q te esté gustando Camuseiya

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#14 Guest_Camuseiya_*

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Publicado 03 marzo 2006 - 18:29

No, no si yo solo lo decia de broma jejejeje laugh.gif
Osea ps nomas ve mi avatar y todo eso jejeje solo bromeando.... aunke si es muy fuerte jojojojo

#15 Rexomega

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Publicado 04 marzo 2006 - 07:21

Pos yo también hablo mucho en broma, yt de paso a vsio q pronto estará el cap 5 (la primera mitad) así q camuseiya, cada vez más trasado estás jejjeje Bueno

A mi correo es lordomega-arroba-w.a.n.a.d.o.o.es pq ya saben el filtro

Editado por Rexomega, 04 marzo 2006 - 07:24 .

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#16 Rexomega

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Publicado 04 marzo 2006 - 15:04

En mi afán de estar siempre en el top de la lista de fic pongo la mitad del cap 5, a ver si veo más coment q veo mucha más actividad en el fic, y Thong, espero q tus dudas ayan sido resueltas:

                                                            Capítulo 5


                                                 “Viaje al Santuario”


                                               18 de Septiembre del 1998
                                     Dormitorio de Saori Kido, Mansión Kido
                                                   
Los caballeros del zodiaco rodeaban a Atenea desvalidos, sobretodo Seiya, ahora que había encontrado por fin a se hermana, se la arrebataban.

En aquella sala estaban todos, desde los cuatro caballeros de bronce, hasta Touma y Orestes,. Ante el claro desconcierto de Tatsumi, que pese a todo se recuperó del “infarto”, las tres amazonas y Jabu reposaban en cuatro camillas de recuperación que habían sustituido la cama de la princesa.

Saori veía a sus caballeros tan decaídos, que ella misma también entristeció, las muertes de Ichi, Naichi y Ban le habían dolido, y también ver a June y Marin en ese estado, por suerte Jabu pudo salvarse después de todo.

Las caballeros cambiaron sus caras al ver como Shaina recuperaba el conocimiento, inmediatamente su orgullo la llevó a levantarse pero una punzada de dolor la obligó a acostarse de nuevo, a través de su máscara pudo ver los rostros decaídos de los caballeros de bronce.

Shaina: ¿Qué ha pasado? - preguntó sin levantarse -

Geki: Ángela huyó como bien sabes, Víctor, el desconocido que casi mata a June, buen pues, yo lo maté. - dijo con pesadumbre - Los caballeros de bronce no pudieron intervenir por culpa de otro misterioso guerrero que no dio su nombre. Orestes mató a Talión. Lamentablemente Caronte se fue al Santuario llevándose a Seika.

Shaina: ¿¡Qué!? - exclamó levantándose al instante, había olvidado el dolor - ¡Debemos ir de inmediato al Santuario! ¡No sabemos lo que puede estar pasando Seika ahí!

Saori: Desde luego esto no se quedara así. - sentenció la diosa, golpeando el suelo con la Niké, símbolo del poder de Atenea -

Shun: ¿A qué te refieres Saori? - preguntó algo alarmado -

Shiryu: ¿Qué tratas de decir Atenea?

Saori: Mis hermanos han cometido el acto más vil para conmigo, han asesinado cruelmente a tres de mis caballeros, dejado en un estado deplorable a Jabu y Marin. Y además han secuestrado a Seika, este acto merece una respuesta.

Shaina, Touma y Geki asintieron de inmediato, los caballeros vieron a Seiya, a quien las palabras de Saori parecieron haberle devuelto la vida y ya adoptaba una posición de ataque, preparándose mentalmente para la futura batalla.

Hyoga: Atenea, bien sabes que te seguiremos allá donde vayas, da igual que nos enfrentemos a los más temidos caballeros o a los mismos dioses del Olimpo, siempre estaremos de tu lado.

Shiryu: Además, esta vez no sólo se trata de salvar la Tierra. Debemos salvar a Seika, la hermana con la que nuestro amigo Seiya y vengar a nuestros compañeros caídos.

Shun: ¡Sí, yo también lucharé! - exclamó con seguridad -

Touma: Tengo que hacer pagar a ese miserable lo que le hizo a mi hermana. Contad conmigo.

Seiya: Gracias amigos. - dijo agradecido -

Saori sonrió al ver de nuevo el entusiasmo en sus caballeros, era seguro para ella que sus caballeros siempre estarían ahí, incluso contra la voluntad de su diosa, siempre la protegerían.

La joven no quiso poner pegas a los deseos de Geki y Shaina de ir con ellos, eran tan caballeros como Seiya y los otros, y merecían tener el derecho de luchar, Orestes dio un paso al frente que llamó la atención de todos.

Orestes: Pero ustedes solos no bastan para enfrentar a un dios como Apolo. - aseguró -

Shiryu: Es cierto, un dios tan poderoso a de tener una guardia inmensa. - reflexionó -

Saori: ¿Entonces...? - le preguntó a Orestes, sabedora de que ocultaba algo -

Orestes: Para vencer a dos dioses del Olimpo necesitaremos dos dioses.

Seiya: ¿Te refieres a... Abel? - preguntó, no muy convencido de querer aliarse con el dios que casi destruye la Tierra -

Orestes: No, me refiero a Poseidón, Rey de los Mares.

El revuelo fue atronador para los que recordaban su lucha en el Templo Submarino, ahora mismo no sabían que era peor, si aliarse con Poseidón o con Abel.


                      Detrás del Gran Salón, Santuario del Sol y la Luna


Con la sola ayuda de su cosmos, el Dios Sol había logrado crear una estatua de oro macizo de él mismo, Ahora mismo, el Febo Apolo observaba con ansiedad el escudo de la Justicia, capaz de disipar todo mal y resistir cualquier ataque, el símbolo del poder de Atenea junto a Niké.

De pronto, el dios pudo sentir la llegada de su más fiel guerrero, el sonido que provocaron su pies al pisar el suelo fue precedido por el grito de una muchacha que dejó caer sin compasión, se trataba de Seika la hermana de Pegaso.

Apolo: Parece que no pudiste vencer a esos miserables, Caronte.

Caronte: Admito que el poder de ese tal Touma me sorprendió, pero la próxima vez no volverá a ocurrir.

Apolo: ¿Quién es la chica? - preguntó observando a la semiinconsciente Seika por el rabillo del ojo -

Caronte: No lo sé Febo, pero he de suponer que es alguien muy importante para Pegaso porque lloró su pérdida.

Apolo: Ya veo. - el dios se volteó completamente, cubriendo a un arrodillado Caronte - Levántate. - ordenó -

Caronte: Sí, señor. ¿Qué hago con ella? ¿La mato?

Apolo: No, déjala aquí, me servirá para que pueda escuchar mi lira.

Caronte: Comprendo Señor.

Apolo: Ahora ve a la Esfera Plutón, y espera a nuestros invitados.

Tras hacer una reverencia bastante exagerada, Caronte se fue, sin percatarse de que alguien había escuchado todo, una silueta tan oscura, que podía esconderse entre las sombras como todo un camaleón.

Apolo: Llévala con Dafne a que le den agua, pronto regresaré. - ordenó, aparentemente a la figura que se llevó con suavidad a la inconsciente Seika - Pronto, muy pronto este mundo será purgado. - murmuró tocando el escudo de la Justicia -


                                Dormitorio de Saori Kido, Mansión Kido


La tertulia había llegado a convertirse en algo realmente molesto, los caballeros hablaban sin cesar y no se les entendía nada, por lo que Saori se vio obligada a callarlos golpeando el suelo con Niké.

Saori: Basta, si quieren hablar, háganlo uno por uno.

Seiya asintió y se dispuso a hablar, nadie puso pegas ni quiso interrumpir lo que el Pegaso iba a decir.

Seiya: Igual que Abel, Poseidón fue nuestro enemigo, y no sólo de nosotros. El dios ha sido rival de Atenea desde tiempos mitológicos. ¿Cómo aliarnos con él?

Orestes: El mismo acepto la propuesta de Febo Abel, aseguró que él y sus siete generales nos apoyarían en esta guerra.

Hyoga: ¿Siete generales? ¡Es imposible! - exclamó totalmente sorprendido -

Shun: La mayoría de los generales marinos, fueron vencidos por nosotros.

Shiryu: Así es, sólo Kanon y Sorrento pudieron salvarse.

Saori: Por favor Orestes, te ruego que explique lo que acabas de decir.

Orestes: Os lo contaré todo ahora mismo Atenea, pero sólo lo que Febo Abel me dijo que vos debíais saber, aún es pronto para que conozcáis toda la verdad. - Seiya iba a decir algo pero Saori lo detuvo con una seria mirada - Veréis, los dioses del Olimpo han decidido acabar con la Humanidad porque la consideran sucia y arrogante, y Apolo es muy capaz de hacerlo. Pero esto sólo es un preludio, aún así, Abel ha decidido formar un ejército de todo tipo de caballeros para asaltar el Santuario y vencer a Apolo y Artemisa, recordad que Febo, tiene el poder de resucitar a aquellos que están en el Hades, entre todos esos guerreros que ha regresado a la vida, se encuentran los generales marinos que han vuelto a jurar lealtad a Julián Solo, quien ya debe estar a punto de llegar.

Las palabras provocaron una predecible reacción en los caballeros, todos salieron inmediatamente de la mansión, por supuesto, Saori tardó un poco pues tuvo que pedirle a Tatsumi que se quedara con los caballeros malheridos.

En el Jardín de la Mansión, los caballeros se quedaron atónitos. Julián Solo, vestido de charol, llevaba en sus manos el jarrón que encerraba el alma de Poseidón. Al magnate de los mares le respaldaban los sietes generales marinos, cuya mirada era seria y fría, también estaba Thetis e incluso Kanon, vistiendo la armadura del Dragón del Mar, cosa que extrañó a Atenea, con lentitud, el joven Solo se acercó a Atenea, Shiryu impidió que Seiya cometiera una imprudencia, aquella era una conversación entre dioses.

Julián: Ha pasado mucho tiempo... Atenea.

Saori: Lo mismo digo... Poseidón.

Julián: Supongo que sabes a que he venido. ¿No es así? - preguntó, mientras Atenea trataba de mantenerse firme -

Saori: Sé lo que quieres, que libere el espíritu de Poseidón del jarrón sagrado.

Julián: Sabes que yo tampoco quisiera volver a convertirme en aquel monstruo que asesinó a tantas personas con su control sobre los mares, pero también has de saber, que es la única manera en que podremos tener una mínima oportunidad contra Apolo y los caballeros astrales.

Al escuchar aquella palabra, Orestes pareció sobresaltarse, pero pronto volvió a su posición seria sin que los santos de Atenea o Touma se dieran cuenta, estaban muy atentos a lo que hablaban Atenea y Julián.

Saori: Es cierto que necesitaremos mucha ayuda para enfrentarnos a mis hermanos, pero sé bien que las intenciones de Poseidón no son muy distintas a las de mi hermano Apolo.

Julián: Pero yo... Puedo controlarlo.

Saori: ¿Cómo puedes asegurar eso? - preguntó con desconfianza, Kanon dio un paso al frente pero fue Tetis la que habló -

Tetis: Diosa Atenea, pese a nuestra lealtad al dios Poseidón que se remonta a tiempos mitológicos, sabemos bien que la guerra santa entra usted y nuestro Señor ya acabó en esta era.

Saori: Si eso es cierto. ¿Por qué quieren que reviva si la guerra ha acabado?

Kanon: Atenea, puedo juraros por mi honor que una vez hace mucho tiempo, Poseidón y vos luchasteis juntos por la misma causa, y es por eso que en esta ocasión, he decidido apoyar a Julián, porque él esta dispuesto a ayudar a los caballeros de Atenea en esta odisea.

Las palabras de Kanon sin duda hicieron mella en la desconfianza que Atenea le tenía a la causa de los generales marinos y Julián Solo, esta vez, Sorrento fue el que se dispuso a hablar.

Sorrento: Atenea, el Sr. Solo puede controlar los impulsos de Poseidón gracias a una disciplina que aprendimos en China.

Saori: ¿Qué? - preguntó extrañada, Julián dio un paso por delante de sus generales y tomó la palabra -

Julián: Como bien sabes, después de lo ocurrido en el Templo Marino me dediqué a ayudar a las víctimas de mi ambición, en aquellos viajes, me dirigía a China y pude conocer a un maestro budista que recorría todo el mundo en busca del conocimiento, me enseñó una disciplina para controlar al lado oscuro del alma, una habilidad capaz de someter las órdenes que los dioses mandan a través de nuestro espíritu, por eso puedo controlar a Poseidón. Por favor Atenea, dadme una oportunidad de enmendar los errores del pasado.

Saori estaba confusa, una parte de ella quería liberarlo, pero la otra no. La joven diosa miró a sus caballeros quienes asintieron, aunque Seiya no acababa de convencerse.

Saori respondió un “sí” que alegró a los generales y Julián, tanto los marinos como los Santos de Atenea se alejaron de los dioses, Kanon le había entregado a Atenea el jarrón sagrado. La diosa empezó a elevar su cálido cosmos, y el jarrón fue destruido, dejando que el alma de Poseidón se adentrara en el joven Solo.

Una explosión de luz cegó a todos los presentes, y una vez disipada pudieron contemplar a Julián Solo enfundado en la armadura de Poseidón, Rey de los Mares.

Tetis: ¿Cómo se sientes Señor? - preguntó, temerosa de que Poseidón estuviera de nuevo controlando a Julián -

Julián: Tranquila Tetis, sigo siendo yo, aún soy Julián Solo - aseguró, tranquilizando a todos - Atenea, debemos partir al Santuario. 

Seiya: ¿Cómo? - preguntó -

Julián: En la Bahía de Tokio tengo anclado un barco, no es muy lujoso pero es rápido.

- Yo os llevaré - dijo una voz infantil y traviesa, de un pequeño niño pelirrojo y con dos puntitos en la frente -

Santos: ¡¡¡KIKI!!! - exclamaron todos los caballeros al tiempo que Tetis sonreía recordando al travieso enano -

Kiki: El mismo, yo os transportaré al barco.

Seiya: ¿Pero no sería mejor ir directamente al Santuario?

Orestes: No es posible entrar al Santuario de esa manera, créanme, Apolo se ha asegurado de que la única manera de atacarle sea por mar.

Todos los allí presentes se juntaron con Kiki, casi estrujándolo cosa de la cual se quejó el pequeño, pero enseguida se teletransportaron a la Bahía de Tokio.


                       Palacio del dios del Viento, Santuario del Sol y la Luna


El Santuario del Sol y la Luna se había convertido en toda una representación del Sistema Solar, teniendo el Gran Salón como el Templo del Sol, y nueve esferas que representaban a cada planeta, pero entre la Esfera Júpiter y la Esfera Marte estaba el Palacio del dios del Viento, que sustituía al Cinturón del Asteroides.

El Hall del palacio estaba compuesto por dos escaleras a cada lado que llevaban al mismo sitio, el palco del dios, en el que se encontraba un trono de marfil, con respaldos de oro macizo, pero en aquel sillón estaba palas mientras que Eolo observaba el mar a través de una de las ventanas en forma de telaraña en el segundo piso, junto a él estaba Proteo

Eolo: ¿Estás seguro que piensan venir aquí?

Proteo: Así es Señor. - contestó con los ojos en blanco - Predigo que zarparan en barco y llegaran muy pronto aquí -

Eolo: ¿En barco? ¡Pero si están en Japón y nosotros en Grecia! - exclamó exaltado -

Proteo: Sólo veo que llegaran pronto aquí mi Señor.

Eolo: Pues no llegarán, mandaré una fuerte tempestad que los aplastará antes de que pisen este sagrado lugar. - dijo como tratando de convencerse a sí mismo -

Proteo: ¿Acaso pensáis que podréis detener al Dios de los Mares? - preguntó, causando confusión en la mente del dios -

Eolo: Aún me cuesta creer que Poseidón luche por la misma causa de Atenea.

Proteo: Recuerde que la ayudó contra Hades, mi Señor.

Eolo: ¡Ya lo sé! Pero aún así, que intervenga personalmente en una guerra santa que es de Atenea me parece muy extraño.

El dios del viento hizo un gesto para que el profeta de los mares se marchara, en su camino, Proteo pudo ver que Palas ya se había ido a resguardar la “Tumba Dorada” .

Eolo empezó a mover sus manos de forma extraña al tiempo que su cosmos divino se elevaba a grandes niveles, el cielo se volvió oscuro y los vientos se volvieron brutales para con los mares de Grecia.


                         Mar Egeo, Cerca del Santuario 20:00 PM                                


Muchas cosas habían pasado en las tres horas de viaje, nada más llegaron a la Bahía de Tokio, los caballeros, marinos y dioses embarcaron con destino al Santuario, todos se habían quedado descansando menos Saori y Julián, quienes veían el mar con nostalgia.

Tras tres horas de reposo, los santos de bronce volvieron a sus puestos en la cubierta del barco, ninguno se había dado cuenta de que era Sorrento el que dirigía el timón, pero no hubo tiempo de pensar porque enseguida una gran tempestad los abatió.

Gracias a sus cosmos infinitos, los dioses no fueron arrastrados por el viento, pero si les molestaba la vista, lo peor fue que un guerrero hizo acto de aparición en el barco al tiempo que el viento empujaba a todos contra el camarote del capitán.

En aquel momento sólo estaban Seiya, Shun, Shiryu, Hyoga, Geki y Sorrento, los demás aún descansaban para el duro combate, Julián hizo un gesto y Sorrento dio un paso al frente, los santos y Atenea supieron que la reencarnación de Poseidón quería demostrar que estaba de su parte así que no actuaron pero se mantuvieron alerta.

El guerrero se parecía mucho a Víctor en tamaño, y su escama era muy parecida, sólo que no tenía las serpientes, se parecía mucho a la armadura de Sorrento. Sus cabellos eran largos y dorados y su rostro moreno era tan siniestro como el de su homólogo, enseñando los dientes en una macabra sonrisa.

Sorrento observaba a su rival con total desconcierto, igual que su Señor Poseidón, a ellos les resultaba muy extraño que un guerrero con escama les estuviera retando.

Sorrento: Tú, guerrero, di ahora mismo por que osas enfrentar al Rey de los Mares portando una escama marina.

- ¿Rey de los Mares?  Ja, ja, ja. - se reía el gigantesco sujeto mientras caminaba hacia Sorrento, cubriéndolo con su sombra - Ese farsante no es ningún Rey. El verdadero Señor de los Océanos es aquel a quien los Guerreros Profundos hemos jurado lealtad.

Sorrento: ¿Cómo te atreves a levantar injurias en contra del emperador Poseidón? ¡Pagarás cara tu osadía!

El general marino de Sirene trató de golpear al misterioso guerrero con su flauta pero éste usó una llave para desestabilizarlo y poder golpearlo, un fuerte rodillazo hizo que el marino cayera de rodillas, sangrando por la boca, el agresor estaba de espaldas a él, mirándole por encima del hombro, sonriente.

- Ja, pobre diablo. - le dijo mientras volteaba para verlo con desprecio - Proteges a un dios falso, a un usurpador tal y como lo fue el titán Océano, nuestro señor es el único y verdadero Rey de los Océanos.

Sorrento trató de levantarse pero el mastodonte lo pateó en el rostro haciendo que el marino diera vueltas de campana por la proa hasta estar casi en el borde.

- Yo, Aníbal de Tritón haré callar tus blasfemias. - aseguró mientras su cosmos azulado se elevaba y sus ojos eran iluminados por un brillo cegador - Sentirás la furia del Rey de las sirenas. ¡Grito del Orden!

Sin duda los caballeros ahí presentes se vieron obligados a taparse los oídos, pero aquel ataque sonoro iba dirigido a Sorrento, no dañó mucho sus oídos sino su armadura, que sufrió muchos daños.

Sin embargo, con todo el poder de su cosmos, Sorrento pudo levantarse y golpear con su flauta el rostro de Aníbal, para luego dar fuertes combos en las partes más débiles de su escama, destrozándola, para acabar aquel asedio, dio un último golpe cargado de cosmos al costado de Aníbal empujándolo cerca de Poseidón quien tenía la mirada puesta en el combate.

Sorrento curio su flauta y se dispuso a tocar, por lo que los dioses se vieron obligados a formar una barrera de cosmos dorado para protegerse del mortal sonido, por supuesto, aquella mortal energía cósmica rechazó a un desesperado Aníbal, que inmediatamente trató de atacar a Sorrento con un grito mortal pero éste ya había descubierto su juego.

Aquel grito no se parecía en nada al sonido de su flauta, era un ken como los demás que sólo tenía una dirección, a donde apuntara la boca de Aníbal, sólo que se respaldaba en que la técnica era invisible y a la vez dejaba unos ultrasonidos que dañaban levemente los tímpanos de los no afectados.

Por suerte para el ojo experto era posible observar  las distorsiones en el aire que provoca el ken y así esquivarlo, aún teniendo que soportar los ultrasonidos, Aníbal atacaba hasta el cansancio pero Sorrento lo esquivaba todo gracias a su destreza y habilidad, pero el gigantesco guerrero no parecía darse cuenta de que el general marino de Sirene, se acercaba a él más y más al tiempo que esquivaba sus embistes., hasta el momento en que pudo atacarlo con la flauta, golpeándolo en el mentón, haciendo que se elevara por los cielos, y terminó con una melodía como broche de oro, que comenzó a tocar.

Sorrento: ¡Sinfonía Mortal!

Aníbal: No, no, no, no, ¡Yo represento al ser que somete a las sirenas! ‘Tú no puedes vencerme! ¡No puedes! ¡NOOOOOOOOOOOOO!

En su desesperación, Aníbal se lanzó al mar, pero la sinfonía le impedía escapar de la zona, destrozaba su cerebro con dolores cada vez más fatales y continuos, hasta hacerse insoportables, Aníbal se partió el mismo el cuello, tratando de salvarse de aquella condena.

Sorrento: Cobarde, ni siquiera te atreviste a morir dignamente como guerrero, sino que escapaste del campo de batalla como una verdadera raya miserable. ¿Y vosotros os hacéis llamar caballeros al servicio del verdadero Señor de los Océanos? Los verdaderos generales marinos nunca huimos y siempre luchamos con honor, y es por eso que mereciste morir como lo que eres, como una rata... - Sorrento desvió la mirada a la destrozada proa, y a los dioses que ya habían bajado la barrera, los caballeros no pudieron contemplar la batalla ya que el escudo no dejaba una vista muy clara del exterior pero sabían que Sorrento lo dio todo en aquella batalla - Lo único que lamento de esta pelea son los destrozos que ocasionaste al barco de Julián Solo, el verdadero Señor de los Mares.

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Publicado 05 marzo 2006 - 10:45

                               Gran Salón, Santuario del Sol y la Luna


Apolo descansaba en el trono, observando a las ninfas que esperaban escuchar su lira, Seika estaba ahí, fuera de sí, como en coma.

La mujer que más destacaba de entre el cortejo de ninfas era Dafne, una chica de cabellos castaños con tonalidades de oro, sus ojos eran de un verde esmeralda hermoso, y su piel era realmente fina y hermosa, la joven portaba su alba, que tenía tonalidades azul cielo.

El dios misterioso, del que hasta ahora sólo Apolo y sus guerreros sabían su nombre, se dirigió al Rey Sol, quien lo miraba con frialdad.

Apolo: Tres Guerreros del Océano Profundo han caído sin provocar bajas entres los santos de Atenea, mientras que Caronte pudo acabar con cuatro caballeros él solo. ¿Cómo puedes explicármelo?

- Je, sabes que me uní voluntariamente a tu causa Apolo, de ningún modo estoy sometido a ti, sabes qué soy.

Apolo: Es porque sé que eres por lo que aún no te he aplastado como una rata.

- No te preocupes, aún quedan cuatro guerreros, y son mucho más fuertes que los anteriores.

Apolo: Eso espero, porque los caballeros de Atenea, y los generales marinos de Poseidón se han dispuesto a atacar este Santuario.

- De modo que al fin podré conocer al actual “Rey de los Mares”.

Apolo: Y yo también podré volver a ver a ese traidor de Abel, que vueltas da la vida.

- Ambos nos enfrentaremos a nuestros homónimos. Aunque yo estoy más bien en la posición de tu rival.

Apolo: Ahora márchate, y prepara a tus guerreros, pronto comenzará la guerra santa en este nuevo Delfos.

El dios salió del Salón, Artemisa observó como su hermano sacaba de su túnica su lira, las ninfas y Dafne sonrieron al saber que su señor se disponía a tocar, y Seika seguía en su trance pero esta vez parecía prestar atención a Apolo, cuya música empezó a rodear todo el Santuario del Sol y la Luna, las ninfas bailaban, extrañamente siguiendo a Seika que era movida por las notas de la lira del dios del Sol, aquel baile deleitaba a Apolo, que aumentaba el ritmo, provocando un baile cada vez más sensual.


                        Mar Egeo, Cerca del Santuario del Sol y la Luna


La fuerza de la tempestad había aumentado tanto que fue necesaria la presencia de Geki del Oso para mantener firme el timón, todos los caballeros apoyaron con sus cosmos al de Atenea, que trataba de detener la fuerza destructiva de los furiosos vientos que trataban de acabar con su viaje.

Al mismo tiempo Poseidón y sus generales calmaban a los Océanos, con más éxito que Atenea, Orestes era el único que no hizo nada, estaba como ensimismado, quieto en su típica posición.

Pero la necesidad de mantenerse firmes les había dejado sin saber exactamente si estaban rumbo al Santuario del Sol y la Luna o no, todo era muy confuso.

Saori: ¡Poseidón! ¿Sabes tú donde nos encontramos? - preguntó dolida por la presión que el cosmos de Eolo hacía sobro ella a través de la tempestad -

Julián: Atenea, presiento que si seguimos así, aunque sobrevivamos estaremos de nuevo muy lejos del Santuario.

Seiya:: ¿¡Alguien ha escuchado lo que dijo Poseidón!? - exclamó tratando de protegerse de la fuerza de la tempestad -

Shiryu: ¡Sí Seiya! ¡Todos lo hemos escuchado!

Shun: ¡Esta tormenta no matará si no hacemos algo!

Hyoga: ¡Kiki! ¿¡Puedes teletransportarnos!? - preguntó con desesperación -

Kiki: ¡No puedo! ¡Si nos movemos aunque sea un poco, la tempestad nos arrastrará!

Orestes: Sólo nos queda Kanon. - dijo de pronto, extrañamente no se había inmutado por la tormenta -

Todos estaban extrañados, pero pronto los santos se dieron cuenta de lo que quería decir el Corona, así que les gritaron el plan a los marinos, que estaban más adelante de ellos.

Kanon: ¡Entiendo lo que quieren hacer! ¡Acérquense lo más que puedan! - todos obedecieron sin rechistar, poco a poco se acercaron a donde estaban los generales marinos y Poseidón, mientras el barco rea destruido por las divinas fuerzas de la naturaleza - ¡Vamos a Otra Dimensión!

El cosmos de Kanon fue suficiente para abrir una dimensión que los tragó a todos, sin la presencia del cosmos de  los dioses y caballeros, el barco fue destruido de forma violenta y se hundió en las aguas inexorablemente.

La sensación de cruzar las dimensiones secretas del universo fue verdaderamente extraña, como si estuvieran recorriendo toda la existencia, incluso Kanon se vio sorprendido, preguntándose si aquella técnica los encerraría en aquel laberinto de realidades, por suerte no fue así.


                                           Santuario del Sol y la Luna


En la playa cercana al poblado del Santuario, una explosión de realidades destruyó el terreno, un heterogéneo grupo de santos, generales marinos, sirenas y dioses apareció de pronto, Julián no parecía muy sorprendido, o talvez sólo aparentaba la frialdad propia de un dios. Después de darse cuenta de que estaban bien, los  santos siguieron a los generales marinos, Shiryu estaba cerca de Krishna, Hyoga a Isaac, mientras que Shun estaba cerca de Sorrento y Eo, todos comentaban las viejas peleas, y todo lo que aprendieron los unos de los otros, ciertamente era muy irónico que ahora estuvieran a punto de luchar mano con mono por la misma causa.

Orestes dio un paso fuerte, tratando de llamar la atención de todos, a su lado estaban Touma, Geki y Shaina, quien miraba con seriedad a la sirena.

Orestes: Antes de que sigan he de advertirles algo. - las miradas de extrañeza en los rostros de todos no se hicieron esperar - Creía que sólo tendríamos que preocuparnos de Apolo, Artemisa, y su corte de dioses menores, tampoco me preocuparon mucho esos renegados marinos, pero los caballeros astrales son algo que cambia las cosas.

Julián: Sí, es cierto, la esencia de Poseidón que yo retengo en mi interior, me hace recordar su poder.

Los santos fueron congelados por un escalofrío, realmente el hecho de que alguien como Poseidón temiera su poder quería decir que esos caballeros eran dignos de ser temidos.

Orestes: Su poder se compara al de los dioses, triviaás no al de los Doce, pero pueden ser tan mortales como Thánatos o Hipnos, os los puedo asegurar.

Los caballeros asintieron y empezaron su travesía, el pueblo había sido completamente destruido, sólo quedaban cenizas y una gran estatua de Apolo bañada en oro puro, que los miraba de forma inquisidora.

Más allá estaba el Coliseo, todos caminaban sin inmutarse ante lo sombrío del lugar, que era cubierto por una espesa oscuridad que aumentaba su densidad a cada paso que daban, sus cosmos dorados eran la única luz que les ayudaba a no perderse, hasta que al fin llegaron, aquel lugar donde eran entrenados los aprendices de caballero con algunas excepciones como lo eran el Dragón en los 5 Picos, las armaduras con cadena en la Isla Andrómeda, la armadura del Fénix en la Isla de la Reina Muerte y las armaduras de los caballeros de cristal en Siberia. 

Aquel lugar no le traía muy buenos recuerdos a Shaina, y a la vez le hacía sonreír, pues fue ahí donde conoció a Seiya, la amazona vio a Pegaso, viendo con agrado su sonrisa, ¿acaso estaría pensando en lo mismo que ella? No había forma de saberlo.

Sin embargo Atenea y Poseidón observaban otra cosa, el lugar donde Saga se hizo construir un palacio, ahora sólo había una esfera negra, tan oscura como el Hades, que emanaba un brillo púrpura y maligno.

El heterogéneo grupo cruzó el Coliseo sin dudar, pero una veintena de soldados les hicieron frente. Se trataba de un comando de caballeros cuyas armaduras eran como una mezcla entre la armadura de plata de Sagitta y los Ropajes de los Coronas, pese a que no eran tremendamente poderosos, tampoco parecían unos peleles, todos ellos adoptaron distintas posiciones de lucha. 

Julián: Atenea, tú y tus caballeros vayan a esa esfera, yo y mis generales nos ocuparemos de esta escoria. - aseguró sin vacilar -

La diosa asintió, no era momento de quedarse en un sitio, tenían prisa pues no sabían lo que podría estar sufriendo Seika en manos de un dios tan despiadado como lo era Apolo.

Los santos de Atenea, junto a Touma y Orestes se dirigieron de inmediato a la esfera oscura, al tiempo en que los generales, Tetis y Julián Solo se preparaban  para la batalla, inmediatamente, sabedores que se enfrentaban a un dios, 30 soldaos más se unieron al batallón pero la guardia del Dios de los mares no trastabilló ante la cantidad de guerreros que le hacían frente.

- Ja. ¿Cómo sois tan arrogantes como para tratar de enfrentarnos a nosotros, que somos más guerreros? - dijo el más gigantesco y monstruoso de los soldados, quien parecía el jefe -

Krishna: ¡Son ustedes los arrogantes! ¡La Lanza de Krysaor os destruirá!

Eo: Conoceréis la cólera de las 6 bestias de Escila.

Isaac: Mi Aurora Boreal os llevará a un destino peor que la muerte.

Sorrento: Mi melodía os provocará el peor sufrimiento que un mortal puede sentir.

Ban: Prepárense, no podréis hacer frente a los generales marinos del Gran Poseidón.

Kanon: Moriréis entre galaxias destruidas.

Kayssa: Pero basta de palabrerías. ¡Salamandra Satánica!
El ataque del general marino fue tan sorpresivo como impulsivo, por lo que el gigante pudo esquivarlo dando un paso atrás, trató de patear al demonio, pero éste se protegió con el antebrazo y dejó distancia.

Ban: Fuiste muy impulsivo Kayssa. - murmuró, a lo que el susodicho refunfuñó entre dientes -

- Je, je. Los generales marinos son tan bárbaros, que ni siquiera preguntan a los que van a atacar, sus nombres. 

Julián: Je. ¿Acaso tienen importancia los nombres de aquellos que pronto pisaran el Hades? - preguntó con frialdad -

- Sólo veo arrogancia en tus palabras Poseidón, te aprovechas de que eres un dios para humillar a nuestra noble raza, igual que hizo Atenea en el pasado.

Julián: ¿Qué?

- Verás, nosotros somos aquellos que portamos el espíritu de los nobles centauros, aquella raza que fue destruida por la diosa Atenea y sus santos, sólo para saciar su sed de sangre.

Julián: Conozco la Centauromaquia, los centauros, guiados por Nesos, retaron a hombres y a dioses, la arrogancia de la raza fue su perdición.  

- ¿Arrogancia? ¡Maldito bastardo! Yo soy Nereo, capitán de la guardia que protege al gran Febo Apolo, que sí es un dios noble que comprende nuestro sufrimiento.

Julián: Bien Nereo, te demostraré que mis generales pueden acabarlos sin mi ayuda, os aplastarán como moscas.

Nereo: Eso lo veremos.

Cinco guerreros se lanzaron de inmediato contra Ban, pero este pudo protegerse con su técnica del muro invisible, para luego acabarlos con su ken.

Ban: ¡Vientos huracanados!

La técnica destrozó a los cinco enviándolos por los aires y acabando con ellos en el suelo inertes, Nereo enfureció e hizo un gesto para que un grupo de diez se lanzara sobre Ban pero los generales decidieron luchar juntos. Sorrento usaba su flauta para atacar a un traicionero que casi golpea a Ban por la espalda. Kayssa fue atrapado por tres centauros pero él sólo bastó para mantenerlos a raya. Eo y Tetis luchaban junto a Ban pues la presión de los centauros era cada vez más fuerte hasta que Krishna los apartó con su mortal lanza, Isaac se puso delante mientras todos los generales, que ya se habían librado de sus adversarios se quedaron detrás suyo.

Isaac: ¡Sentid la Aurora Boreal!

El ken congeló a los diez guerreros ante la impotencia de Nereo y el deleite de Julián, quien sonreía para sus adentros, esta vez los que tomaron la iniciativa fueron los generales lanzándose sobre el grupo de centauros.

Eo: ¡Furia del Lobo!

Krishna: ¡Lanza Dorada!

Kayssa: ¡Salamandra Satánica!

Sorrento: ¡Grito de Sirena!

Tetis: ¡Garras de Coral!

Ban: ¡Vientos Huracanados!

Los kens chocaron con el grupo de centauros que no dudaron en encender sus cosmos y lanzarse sobre sus contrincantes, cada general se ocupaba de cinco centauros y los mantenía a raya de forma que alarmó a Nereo, pero el capitán de aquel grupo tenía otras cosas de que preocuparse ya que Kanon del Dragón Marino se había quedado para enfrentarlo.

Nereo: ¿Por qué no ayudas a tus compañeros? - preguntó tembloroso, dando pasos hacia atrás inconscientemente -

Kanon: No me hagas reír, eres el único que podría darme algo de pelea, así que prepárate porque no vacilaré en usar todo mi poder.

Nereo: Cómo quieras, pagarás tu osadía  ¡Golpe de Honor!

El dragón de los mares esquivó por muy poco el fulminante ataque de Nereo, que consistía en una ráfaga de cosmos dorado demoledor que provenía de su puño cerrado, aquel ken había dejado un gran hoyo en la superficie.

Kanon: ¡Ahora me toca a mí! ¡Explosión de Galaxias!

Inmediatamente el centauro pudo contemplar la destrucción de galaxias enteras enfrente de él, el ken destrozó de inmediato el peto de su armadura y lo estampó contra el suelo, pero el orgulloso Nereo se levantó de nuevo, limpiándose la sangre que discurría de sus labios.

Nereo: ¡Maldito seas Dragón Marino! ¡Golpe de Honor!  - gritó lanzándole el ken, que en esta ocasión fue detenido por la mano desnuda de Kanon, que lo aplastó como si nada -

Kanon: Reconozco que me equivoqué, tu cosmos de ninguna manera puede compararse al mío.

El furioso centauro se abalanzó a golpear a Kanon pero sus puños eran tan lentos que para él eran una película a cámara lenta  por lo que los esquivaba con infinita facilidad, hasta que llegó el momento de acabar con aquella farsa de combate, el general marino golpeó fuertemente al centauro en el costado, solando una esfera de cosmos que se introdujo en su cuerpo y lo destruyó por dentro.

Kanon vio sin inmutarse a los 50 centauros destruidos por ellos, los sietes generales del dios Poseidón y la sirena Tetis, veía cadáveres calcinados, mutilados, magullados y congelados, y a unos orgullosos guerreros que ya se dirigían con soltura a donde ya debían estar los santos de bronce, Poseidón pasó cerca de Kanon, dándole una inexplicable sensación de seguridad.

Julián: Pese a que le has jurado lealtad a Atenea, eres todo un general marino, te felicito.

Y así, el Dios de los Mares siguió a sus fieles guerreros dejando a un extrañado Kanon, que acabó por dejar sus dudas y seguirles, la batalla recién había empezado.


                Coliseo de los Caballeros, Santuario del Sol y la Luna


Mientras los generales marinos enfrentaban su batalla los santos de bronce y demás dejaban el camino libre a la diosa Atenea, que sentía una fuerza maligna cada vez mayor conforme se acercaba a aquella esfera negruzca que parecía reinar en el Coliseo,  otro grupo de guerreros parecidos a los de antes les interrumpieron el paso.

- Alto, somos la Guardia Real del Dios Sol, descendientes de los nobles centauros y soldados divinos, retroceded o nos veremos obligados a ejecutarles. - sentenció el líder de aquel grupo -

Sin embargo Seiya estaba demasiado desesperado con rescatar a su hermana como para pensar en obstáretaguardias, los demás santos, sabedores de los pensamientos de su compañero, decidieron atacar de inmediato.

Seiya: ¡Apartad vosotros o morid! ¡Por los meteoros de Pegaso!

Hyoga: ¡Polvo de diamantes!

Shiryu: ¡Dragón ascendente!

Shun: ¡Cadena Nebular!

Touma: ¡Lanzas de Libertad!

Geki: ¡Golpe del Rey de las bestias!

Shaina: ¡A mí la cobra!

Orestes: ¡Mil resplandores! - gritó lanzando cientos de ráfagas de luz cósmica que junto a los kens de los demás, apartaron a los centauros -

Saori observaba todos los cuerpos inertes de los centauros mientras los caballeros corrían hacia la esfera, realmente no estaba muy segura de querer seguir provocando tantas muertes, y en el fondo de su corazón deseaba que aquella guerra santa contra el Olimpo de la que hablaban Orestes y Touma jamás llegara a azotar el mundo.


                                  Santuario del Sol y la Luna


Cerca de la entrada al Santuario, en una especie de colina alejada del coliseo, un misterioso caballero de cabellos grises y armadura plateada encendía el Reloj de las Doce Casas, aunque éstas ya no estaban.

- Doce horas, sólo 12 horas serán suficientes para que la gran Atenea pueda reinar de nuevo en el Santuario - Dijo la misteriosa figura observando la esfera oscura -

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Notas del Autor:

Ahora sí, la historia se adentra en su desarrollo, lo ocurrido hasta ahora fue sólo un preludio a esta guerra santa contra el Dios Sol y su corte. Cómo siempre espero que las batallas les hayan agradado y sobretodo, que a los fans de los generales marinos y de Poseidón les haya agradado su regreso y actuación porque estos chicos tendrán gran protagonismo para con la historia je, je, je. Los centauros son como simples soldados pero su poder es comparable a el de los santos de plata (como también su arrogancia). Veremos si las dudas que se van formando en las mentes de los lectores son resueltas en el próximo capítulo: “El Bosque Ilusión” Dudas, comentarios e insultos a: lordomega345wanadoo.es o a rexomega314345_saga89345yahoo.com

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Editado por Jeczman, 17 abril 2007 - 11:56 .

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Publicado 06 marzo 2006 - 10:46

QUOTE

Cerca de la entrada al Santuario, en una especie de colina alejada del coliseo, un misterioso caballero de cabellos grises y armadura plateada encendía el Reloj de las Doce Casas, aunque éstas ya no estaban.

- Doce horas, sólo 12 horas serán suficientes para que la gran Atenea pueda reinar de nuevo en el Santuario - Dijo la misteriosa figura observando la esfera oscura -



Quien sera este misterioso Caballero?

Que la invación comience!! quien sera ese misterioso caballero y el dios que quiere conocer al emperador de los Mares?? sera Ponthos??

salu2

Ki ki : Vas a usar la armadura de libra seiya?
Seiya: No lo hare, solo hay una persona en este mundo que merece llevar la armadura de libra, el es el principal personaje de los 88 caballeros y esa persona es el maestro, esa armadura puede dividirse en 6 diferentes pares de armas, 12 armas en total. Atena nunca ha aprobado que usemos armas desde la mitologia, pero hay una excepción, que es cuando el caballero libra, el maestro, piensa que es necesario, entonces si nos permite usar armas, solo por la justicia!!!

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Publicado 06 marzo 2006 - 10:57

Todo se verá a su debido tiempo, me alegro de que les esté gustando, pronto el cap 6 llegará, el nombre del dios que quiere conocer al dios de los Mares... Pronto lo sabrán.


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Publicado 07 marzo 2006 - 17:40

Hola, pues auí les traigo la primera parte del chapter 6 de mi fic, espero q les gust pq lo vi algo raro:

                                                        Capítulo 6


                                                “El Bosque Ilusión”


                                          18 de Septiembre del 1998
                         Coliseo de los Caballeros,  Santuario del Sol  la Luna
                                                   

El heterogéneo grupo de caballeros se acercaba cada vez más a la esfera, que ahora parecía tan gigantesca que podría aplastarles, Atenea sentía que un cosmos infinitamente poderoso provenía de aquella bomba de oscuridad.

El primer impulso del joven Kiki fue acercarse pero la esfera lanzó una ráfaga negra que lo empujó hacia atrás y dejo un pequeño hoyo en el suelo.

Kiki: ¡Ay! ¿Esa cosa está viva a qué? - preguntó calmándose el chichón de su cabeza -

Shiryu: Siento un cosmos maligno tan temible como el de Hades, de hecho es como si esta esfera fuera parte del dios de los Muertes.

Atenea: Siento exactamente lo mismo que tú, Shiryu.

Geki: ¡Pues dejen de sentir y hagan algo porque ya viene la caballería!

Los caballeros miraron hacia atrás alertados y pudieron ver a los soldados divinos atravesar cada edificio del derruido Coliseo, cualquier cosa que se interpusiera en el camino de aquel ejército era destruido por las lanzas doradas que portaban, los centauros continuaban su paso inexorablemente.

Seiya: O, no. ¿Qué vamos a hacer?

Orestes: Está claro que sólo nos queda luchar.

Geki. No necesariamente, varios de nosotros podríamos quedarnos cuidando la retaguardia mientras los demás entran en esa esfera.

Shaina: Yo estoy de acuerdo con la idea de Geki.

Touma: Y yo.

Orestes: Se ve que usan la cabeza, está bien, nosotros nos quedamos mientras Atenea y los caballeros divinos entran.

Hyoga: Pero nada nos dice que podamos entrar en ese campo oscuro.

Shun: Si no probamos, jamás sabremos.

Y así, Atenea y sus cuatro caballeros divinos encendieron sus cosmos, la mirada de la diosa guardaba la misma decisión que tuvo en Asgard, el valor de los santos les hizo posible que sus auras quebraran el oscuro campo, abriéndose la puerta a otra realidad.

Mientras ellos entraban, Geki, Shaina, Touma y Orestes se quedaron esperando al mortal grupo, el Corona hizo un gesto para que los demás se apartaran y saltó hasta que el Sol se viera reflejado en su armadura.

Orestes: ¡Resplandor Solar! - el poderoso ken destruyó todo cuanto fue alcanzado por la brutal energía, más de la mitad de la guardia había sido diezmada -

Nada más el Corona cayó al suelo, los demás se lanzaron a por el resto que estaban algo desorientados, pero pronto entraron en combate.

Shaina: ¡Garra del Trueno!

Geki: ¡Golpe del Rey de las Bestias!

Touma: ¡Lanzas de Libertad!

Orestes: ¡Puño de Luz!

Y así los caballeros se enzarzaron en una brutal batalla contra los centauros en la que la habilidad, y no la fuerza, era lo importante. Al tiempo en que los caballeros conocían su peor pesadilla.


                     Esfera Plutón, Santuario del Sol y la Luna


Los cuatro caballeros de bronce, dirigidos por la diosa Atenea caminaban por la densa oscuridad, nada más entrar, lo único que veían era el negro color de la noche, pero a la vez sentían que se encontraban en algún tipo de templo.

El divino cosmos de Atenea trataba de enfrentar a las garras de la oscuridad que intentaban avasallar los valientes espíritus de los santos. Pronto, alguna vocecita en el interior de Saori le dijo que debía parar, la diosa se concentró hasta tal punto en que su cosmos estalló en un destelló de luz dorada que permitió a los santos ver que se encontraban en una especie de templo satánico por las estatuas que decoraban la zona, lamentablemente fue sólo un momento y pronto volvieron a tener sólo la cálida luz de la diosa de la sabiduría y la guerra, que cubría el centro de aquel templo, señalado por una especie de pentagrama.

Seiya: ¡Maldición! ¿Adónde nos habrá llevado esa esfera?

Shiryu: Os parecerá extraño pero la sensación de entrar aquí fue la misma que cuando fuimos tragados por el portal dimensional de Kanon, al menos yo sentí eso.

Hyoga: Te comprendo Shiryu, yo también sentí eso.

Shun: Sí, es como si atravesáramos todo el universo en un solo paso. - los santos asintieron, dando a entender que todos sintieron la misma sensación -

Saori: Así es mis caballeros, esa es la sensación de ir de una realidad a otra. Pero esta ve fue más fuerte, esta dimensión es puramente maligna.

Seiya: Es cierto lo que dice Atenea, en cada trozo de aire que respiro noto la maldad de este mundo, pienso que deberíamos salir de aquí cuanto antes.

Hyoga: Concuerdo con Seiya, siento que la oscuridad me asfixia.

Shiryu: Lo mismo me pasa, lo maligno nubla nuestras mentes y corazones, es una sensación que te oprime el pecho.

Shun: Esperad amigos. - los caballeros detuvieron su camino a los primeros pasos, observando que su diosa se había mantenido en el mismo sitio y miraba un lugar entre las tinieblas que era apuntado por la cadena punzante del caballero Andrómeda - Mis cadenas me alertan de que hay alguien aquí.

- Je, je, je. ¡Ráfaga oscura!

Del lugar donde todos miraban surgió una fina aguja de cosmos que estuvo a punto de golpear el cuello de Atenea, por suerte la cadena redonda bloqueó el ken., al mismo tiempo en que la punzante se dirigía al sujeto entre las sombras que simplemente la agarró y la usó para estampar a Shun contra la pared, así mismo lanzó cientos de ráfagas oscuras que los caballeros se vieron obligados a esquivar, de forma instintiva Pegaso dejó a Atenea a buen recaudo algo lejos del combate y se unió a sus amigos siguiendo sus cosmo-energías, en semicírculo rodeando al misterioso guerrero que empezaba a mostrarse.

- Bienvenidos sean a la Esfera Plutón, soy Caronte de Plutón, caballero Astral de la Oscuridad. - se presentó el guerrero -

Seiya: ¡Tú eres quien secuestró a mi hermana! ¡Dime donde está bastardo o...! - gritó guiado por la inmensa furia que le corroía -

Caronte: ¿O si no qué?

Seiya: ¡Sentirás el poder de Pegaso! - contestó lanzando cientos de golpes a la velocidad de la luz que golpearon al caballero astral sin causarle daño alguno -

Caronte: Patético.

El orgulloso santo se lanzó imprudentemente contra Caronte, quien pudo atrapar su puño con relativa facilidad, para luego tirar de él y lanzar una “Bola Sombra” que aplastó terriblemente al caballero a quien pateó en el rostro para estamparlo contra Shiryu a Hyoga, de nuevo Shun lo encaraba. Pero fue Saori la que se puso enfrente.

Saori: Esperad caballeros, este ha sido quien ha asesinado a mis santos a invadido el Santuario, se merece sufrir las muertes pero antes necesito saber algo de él. ¿ Qué es esta esfera?

Caronte: Je, je. Como sabrán ahora, soy gustoso de los discursos, así que aceptaré responderte, hermosa joven. - Seiya mostró rabia al escuchar las palabras de aquel demonio pero se contuvo - Este Santuario ha sido reconstruido por el cosmos del Dios Sol, con la intención de crear un nuevo Oráretaguardia de Delfos pues el viejo ha sido usurpado por el traidor Abel. Y como saben el Templo del Sol fue desde siempre la representación del Sistema Solar, y ese templo ha renacido aquí. En el Santuario hay nueve esferas que se adentran más y más hasta llegar al Gran Salón. Y ahora es cuando llega lo interesante. Cada esfera es el portal a una dimensión, fueron creadas por el Titán Cronos y su ambiente puede ser desde helado hasta infernal según esté más cerca del Palacio o no, esta es la esfera más fría y oscura de todas.

Ante el discurso del caballero, los santos empezaron a darse cuenta del frío que hacía, pero era más el dolor de sus almas, como si fuera el espíritu el que estaba siendo congelado.

Caronte: Si queréis adentraros en el Santuario tendréis que vencer a los cinco caballeros astrales del Exterior. Cada esfera se encuentra en un lugar distinto de este monte, lleno de los viejos campos de entrenamiento que usaban los caballeros. La esfera de Júpiter se esconde en la vieja cascada, la esfera de Saturno está en el pico más alto de los Riscos de la Locura, la esfera de Urano está en el centro del Cinturón de Hipólita, la esfera de Neptuno está en las profundidades del Bosque Ilusión y esta esfera está en el Coliseo, principio y fin del entrenamiento de los caballeros.

Saori y los santos habían reflexionado sobre el discurso de Caronte, Seiya sabía perfectamente donde estaba cada esfera y mentalmente se preparaba para la batalla.

Caronte: Deberéis vencer a los cinco caballeros astrales para que se rompa la barrera del palacio del Viento, que es la entrada al corazón del Santuario. Y eso es toda la presentación que puedo daros, del Templo del Sol.

Seiya: Gracias por la información, como agradecimiento tu muerte será rápida. Saori retrocede.

Saori: ¿Pero?

Caronte: De ningún modo lucharé contra una diosa, me temo que esos no son mis planes.

Los santos no entendieron a que se refería Caronte hasta que vieron como Saori era rodada por la oscuridad, comiéndosela, pronto la diosa fue tragada por la misma tierra ante la impotencia de sus caballeros.

Seiya. ¿Qué has... hecho?

Caronte: Je, je. Sólo la Mano de Dios podrá salvarla, y tenéis doce horas para conseguirlo,  no me culpéis a mí sino al arrogante que encendió el Reloj de las Doce Casas que ni siquiera existen.

Shiryu: Bastardo. ¿¡Adónde has enviado a Atenea!? - gritó fuera de sí -

Caronte: Ha caído en las entrañas de Nyx, caerá poco a poco en la oscuridad de la Señora de la noche  hasta que en Doce Horas su cuerpo se destruido por las Fuerzas del Caos.

Hyoga: ¡Asesino! ¿No te bastó con matar a tantos inocentes para que ahora cometas el sacrilegio de intentar matar a la diosa Atenea?

Caronte: ¿Sacrilegio? ¡No me hagáis reír! Habéis levantado la mano contra los mismo dioses ustedes, Atenea es una traidora y merece pudrirse en la oscuridad.

Shun: ¡Pagarás tus infamias!

Caronte. Eso lo veremos. ¡Por los colmillos de Cancerbero!

Sin previo aviso el caballero astral golpeó con sus garras a los cuatro caballeros, que cayeron para luego levantarse. Hyoga lanzó un ken de hielo que fue apartado por Caronte quien no veía lo que se le venía encima.

Shun: ¡Por la Onda del Trueno!

Shiryu: ¡Por el furor del dragón!

Hyoga: ¡Por los meteoros!

Pese a que los kens golpearon de lleno al guerrero, que siempre estaba cubierto por la oscuridad, su armadura no fue dañada en lo más míos.

Caronte: ¡No sigáis molestando! - su cosmos maligno explotó en una bomba que apartó a los caballeros de bronce, estampándolos contra el suelo -


                     Coliseo de los Caballeros, Santuario del Sol y la Luna


Shaina, Geki, Orestes y Touma veían los cuerpos calcinados de los centauros con respeto, pues sabían que eran guerreros que sólo podían obedecer las órdenes de sus superiores, pero que en realidad eran soldados con honor.

Los caballero miraron hacia la esfera, cuya densidad parecía haber aumentado, una terrible sensación recorrió los cuerpos de los guerreros, como un mal augurio pero no había tiempo de esperar.

Un poderoso y gigantesco guerrero de armadura roja y dorada a la vez los encaró, era moreno y su aspecto hizo recordar a Shaina viejas batallas.

Shaina: ¡Dócrates! - gritó, llamando la atención de Geki -

Dócrates: ¡Vaya Shaina! ¿De modo que al final te uniste a estos idiotas en vez de morir en nombre del Gran Patriarca como hice yo?

Shaina: ¡No digas tonterías! ¡Tú eras un asesino al que le fue entregada su armadura de forma injusta! En verdad todos los que creíamos y obedecíamos a Gigas no deberíamos ser considerados caballeros de Atenea. - reflexionó con tristeza -

Dócrates: Que tonta eres, Atenea no vale el esfuerzo de nadie, ni tampoco Gigas, ese cobarde rehuyó de la ira del Patriarca, de todos modos el Señor ahora es un fantasma en el Hades, he decidido obedecer las órdenes del nuevo señor de esta Tierra. ¡Apolo!

Orestes: Je, vaya. ¿Ahora ese dios resucita a ratas para hacer el trabajo sucio? - preguntó riéndose -

Touma: Creía que los dioses sólo se servían de los ángeles del Olimpo y los elegidos, pero Apolo sólo se dedica a usar a los muertos como carne de cañón, no merece el título de dios del Olimpo.

Dócrates: ¡Silencio! ¡No permitiré que levantes infamias en contra del Febo! En su sabiduría nos ha dado nuevas armaduras bañadas por el Sol y tan resistentes como los Ropajes de Oro. Así que ahora. ¡¡SOY INVENCIBLE!! ¡Meteoro de Heracles! 

El ataque fue devastador, obligando a que los cuatro guerreros se apartaran, pero pronto Geki y Shaina se precipitaron sobre el mastodonte.

Geki: ¿Te crees que por una armadura nueva serás más poderoso que los caballeros que luchamos por la justicia? ¡No seas arrogante! ¡Golpe del Rey de las Bestias!

Shaina: ¡Ahora comprobarás lo poderosos que nos hemos vuelto! ¡Garra del Trueno!

Ambos golpes golpearon al unísono al gigante, empujándolo, pero la respuesta fue peor, dos puñetazos estamparon a los cansados santos que llevaban demasiado tiempo, aún así se levantaron de nuevo.

Geki: ¿¡Qué hacen ahí!? ¡Deben ir a la esfera!

Shaina: ¡Nosotros nos ocuparemos de Dócrates!

Orestes y Touma asintieron, y se fueron de inmediato a la Esfera de Plutón, mientras que Shaina ya luchaba por destruir la armadura del gigante con sus garras, pero Dócrates la apartó de un manotazo.

Geki: ¡Maldito bastardo! ¡Golpe del Rey de las Bestias!

El cosmos de Geki se volvió nuevamente dorado, y el puño atravesó la armadura como el papel, pero ahora estaba atrapado, no podía escapar.

Dócrates: ¡Ja, ja, ja! ¡Idiota! ¡Aunque hayas atravesado mi armadura ahora no podrás moverte! ¡Toma! ¡Toma! - gritaba mientras golpeaba con fuerza al santo del Oso -

Shaina: ¡Por el pájaro llameante!

El furioso ataque rasgó el brazo del caballero al servicio de Apolo pero no consiguió siquiera moverle de ahí, el temible gigante la apartó con un violento revés de mano y volvió a impulsar su mano para golpear al valiente Geki, pero algo estaba pasando que lo hizo dudar, el santo estaba sonriendo.

Dócrates: ¿Qué te pasa! ¿¡Es que acaso eres masoquista o qué!? - exclamó extrañado y fuera de sí, totalmente paralizado -

Geki: ¡Je! Nunca en mi vida utilicé esta técnica.- comentó - ¡pero ahora tú la sufrirás! ¡Kornephoros!

Un fuerte remolino de viento surgió del ken del santo, elevándole a él y a un aterrorizado Geki por los aires, una vez cayeron, el caballero de Atenea pudo sacar el brazo del cuerpo del guerrero de Apolo, que estaba más muerto que vivo.

Dócrates: ¿Cómo... cómo has? - preguntó con voz ronca escupiendo sangre -

Geki: Es la técnica de mi maestro, Argeti de Hércules, supongo que tú lo conocías, él me enseñó ese ken que ahora me ha salvado la vida.

Dócrates: Ya... veo.... Bueno... ha llegado mi... hora.

Y así, el monstruoso Dócrates finalizó su nueva y corta vida ahogado en un charco de sangre, el caballero del Oso se volvió a ver a Shaina, quien tras su máscara, estaba anonada por la confesión de Geki.

Shaina: ¿Cómo es que fuiste entrenado por Argeti? - preguntó apenas -

Geki: ¿Le conocías? No me sorprende, siempre me decía que sería el más poderoso de los caballeros de bronce y que incluso me convertiría en un santo de plata cuando el tomara la armadura de Sagitario, ansiaba mucho obtener el poder de los caballeros de oro, pero fue un gran maestro a fin y al cabo.

Shaina: Sí, le conocía, se hacía llamar el “Caballero de plata más poderoso”, pero sabíamos que fuera del Santuario habían otros más fuertes, como el Maestro Cristal y Albiore de Cefeo.

Geki: Je, je. Supongo que jamás aceptó el hecho de que no era invencible, pero era fiel a Atenea y al santuario, que en aquel tiempo estaba corrompido por el mal de Saga de Géminis.

Shaina: ¿Le sigues odiando cuando toda la Orden lo perdonó en la Guerra Santa contra Hades? En aquella ocasión, todos los caballeros bañaron sus pecados con su esfuerzo por entregarle la armadura de Atenea a toda costa.

Geki: Pienso lo mismo, yo también lo perdoné, después de todo, no era dueño de sus actos.

Tras esa conversación, los santos se fueron a la velocidad del rayo hasta la esfera, a Shaina le sorprendió que casi no alcanzaba ya a Geki, al tiempo que notaba que no usaba todo el poder que tenía escondido en su interior.


                           Coliseo de los Caballeros, Santuario del Sol y la Luna


Orestes y Touma, pese a estar frente a la enorme esfera maligna no podían atravesarla como hicieron los caballeros de bronce, lo peor es que ya empezaban a sentir que la diosa estaba en peligro.

La llegada de los santos empeoró las cosas ya que ellos sentían más duramente la falta de presencia de Saori Kido.

Geki: ¡La princesa! ¡Debe estar en peligro!

Shaina: ¡Tenemos que ayudarla! ¡Debemos entrar a toda costa!

Touma: Lo hemos intentado, pero esta esfera no tiene puertas.

Orestes: Y si la atacaos corremos el riesgo de destruirla con todos los que estén presentes.

Shaina: ¡Maldición! ¿Qué haremos entonces?  Preguntó desesperada -

Los caballeros empezaron a reflexionar en lo que debían hacer, sintiendo los dolores de Atenea  que los hacía desesperar, en aquel momento aparecieron Poseidón y los generales marinos.

Orestes: Ya habéis llegado.

Kanon: ¿Qué hacen aquí? ¿Por qué no habéis entrado en la esfera?

Touma: es imposible, parece ser que esa cosa nos rechaza.

Tetis: ¿Y por qué no abren una brecha?

Geki: ¿¡Estás loca!? ¿¡Acaso quieres matar a Atenea!?

Julián: Cálmate caballero, no fue la intención de Tetis, estamos tan preocupados por la diosa Atenea como vosotros. - los caballeros observaron al dios de los mares con desconfianza, pero Orestes detectaba la sinceridad del dios - Kanon, creo que esta esfera es el portal a una dimensión extraña. ¿Puedes comprobarlo?

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