Bueno, por fin me animé y decidí publicar en este espacio una especie de obra en progreso que he tenido en la mente desde hace unos meses. Creo esto me será útil para desarrollar cualquier habilidad de escritura que pueda tener en mi interior. Esta historia contiene algo de ciencia ficción y de fantasía, además de tratar temas algo sensibles. Espero que les guste.
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John se encontraba sentado en su oficina hablando con Andrew Lockwood, una antigua amistad suya.
‘Me sorprende que alguien como tú tenga tiempo para visitar a alguien como yo’, John dijo. ‘¿No deberías estar en Nueva York? Estoy más que seguro de que tu ausencia será notada en la asamblea general de las Naciones Unidas’.
‘No digas tonterías, John’, Andrew le dijo con una sonrisa. ‘La falsa modestia no es un truco que funcione con alguien tan viejo como yo. Hablas como si fueras una persona común en lugar de un político’.
‘¿Acaso los políticos no somos también personas comunes?’, John preguntó
‘Si lo son, ustedes ciertamente tratan de aparentar lo contrario’, Andrew le contestó. ‘Entiende, John, he conocido a muchos agentes gubernamentales, legisladores públicos y mandatarios a través de mis largos años de vida. El número de presidentes, primeros ministros, senadores, cancilleres o embajadores que realmente tenían intenciones honestas de ayudar a sus semejantes podrían ser contados con los dedos de una sola mano’.
John se acomodó en su asiento. ‘¿Qué hay de mí? ¿Soy uno de ellos?’.
‘Eso, mi amigo, es irrelevante’, Andrew le contestó. ‘Además, no creo que quieras saber mi opinión. No realmente’.
‘Ya veo’.
El rumbo que la conversación estaba tomando hizo que John se pusiera nervioso. A pesar de que él siempre había creído que era bueno para los debates y conversaciones de temas algo controversiales, John tenía que reconocer que hablar con alguien de tanta experiencia como Andrew era intimidante. Especialmente debido al hecho que su amigo no parecía aparentar tener siquiera cuarenta años.
‘¿Te estoy incomodando?’, Andrew le preguntó. ‘Si es así, entonces cambiemos de tema. ¿Qué te parece si mejor hablamos de las elecciones? ¿Realmente crees que puedas ganar un asiento en el senado?’.
‘Mis asesores están seguros de que sí’, John contestó. ‘Todas la encuestas parecen indicar ese hecho’.
‘Cierto’, Andrew dijo. ‘Pero, después de todo, las encuestas pueden equivocarse. No sería la primera vez, o la última, que eso sucede’. Su amigo sonrió. ‘Aunque yo en personal no preocuparía si fuese tú’.
‘¿Lo dices en serio?’, John preguntó.
‘Absolutamente. Muy pronto serás John Garrison, senador al congreso de los Estados Unidos por el estado de Nueva Jersey’. Andrew se levantó de su asiento, cruzó la habitación y luego tomó una botella de escocés de la mesa adyacente a la salida. ¿Te gustaría celebrar por tu futuro éxito?’.
‘Es apenas mediodía’, John dijo, dudando en su interior sobre cuán honestas eran las palabras de Andrew.
‘Tomaré eso como una negativa. No obstante, si no te importa, creo que yo sí beberé’.
‘Como quieras’, John le dijo.
Al terminar de llenar su vaso, Andrew se volvió hacia John. ‘Salud, senador’, él dijo. ‘Espero que este sea el comienzo de un largo y próspero término en el congreso de esta gran nación’.
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Klaus estaba preparándose junto al resto de sus camaradas para el ataque contra la pequeña aldea soviética y sus trincheras infestadas de soldados bolcheviques.
‘No te preocupes, Schröder’, Willhelm Boltzmann, uno de sus amigos más cercanos, le dijo. ‘Acabaremos con estos salvajes en poco tiempo. Estaremos en casa antes de que termine el año, lo prometo. Dentro de unos cuantos años toda esta hermosa tierra será el hogar de nuestros hijos y nietos. Haremos del mundo un lugar mejor, ya lo verás’.
Klaus le sonrió a Willhelm. ‘Está bien, Boltzmann, te creo’.
‘¿Tienes todo en orden?’, su amigo le preguntó.
Klaus miró su fusil por un breve instante. ‘Sí, lo tengo’.
‘Tengo varios peines de más conmigo’, Willhelm le dijo. ‘¿Quieres que te dé alguno?’.
Klaus negó con la cabeza. ‘No, no. Estoy… estoy bien’.
‘Como quieras’, Willhelm replicó. ‘Mantén los ojos abiertos. Escuché que el capitán vendrá a supervisar a los pelotones una ultima vez antes de ordenar el ataque’.
‘Lo haré. Gracias por el consejo, Boltzmann'.
Su amigo asintió con una leve sonrisa y luego se marchó al puesto de mando del pelotón.
Alrededor de unos veinte minutos después, el capitán Jürgen Kramer, el líder de la compañía, se acercó al pequeño puesto de observación en el que Klaus se encontraba. La mayoría de los hombres en el batallón habían escuchado las increíbles historias y hazañas del capitán. De acuerdo a los rumores, durante las primeras semanas de Barbarroja, el capitán Kramer, quien en ese entonces era un teniente mayor, había sido responsable por la captura y muerte de docenas de soldados comunistas. Al parecer una gran parte de los hombres creían que el capitán era una especia de guerrero invencible que no podía ser derrotado bajo ninguna circunstancia.
‘¿Cuál es la situación, soldado?’, el capitán le preguntó a Klaus con su extrañamente serena voz.
‘Todo está calmo, capitán’, él respondió. ‘Hasta ahora no hay movimientos en la trinchera de los bolcheviques’. Klaus había sido asignado como observador debido a su extraordinaria vista, la cual muchos solían comparar con la de un halcón.
‘Los más probable es que los soviéticos estén preparados para el ataque’, el capitán dijo, sonriendo de una manera que hizo que a Klaus se le helara la sangre. ‘Una vez que oscurezca procederemos a moveremos, soldado. Si no me equivoco, aún tenemos uno pocos minutos antes de eso suceda. Será mejor que estés listo para el asalto’.
‘Lo estoy, capitán’.
‘Eso espero. De lo contrario… Bueno, no creo que sea necesario explicarte lo que pasará si no estás preparado, ¿o sí?’.
‘No, capitán’, Klaus dijo. ‘No es necesario’.
Cuando el capitán se marchó, Klaus sintió una repentina sensación de alivio, como si un gran peso hubiese sido levantado de sus hombros. Sin embargo, dicha sensación fue extremadamente breve. Antes de que él se diese cuenta, el anochecer llegó, y la realidad de la situación en la que se encontraba volvió a golpearlo con fuerza. Klaus trató de orar por unos instantes antes de que el ataque comenzara. Con algo de suerte, los soviéticos resistirían poco tiempo antes de ser abrumados, justo como Willhelm lo había dicho.
Fue en ese momento que el sonido de varios morteros disparado sus proyectiles interrumpió el lúgubre silencio de la aldea y sus cercanías.
‘¡Prepárense para el ataque!’, la voz del teniente mayor Bauer advirtió. ‘¡Ya conocen las órdenes! ¡No dejen a ningún cerdo bolchevique vivo!’.
Las rondas de proyectiles de mortero continuaron por unos minutos más antes de que la orden a la cual Klaus tanto le temía finalmente llegase.
‘¡Hombres!’, el capitán Kramer dijo. ‘¡Avancen!’.
Editado por Arquero Dorado, 05 abril 2018 - 17:36 .