Se me dio por hacer este One shot, tal vez por que la fría y lluviosa mañana me tentó a escribir algo así.
Pero bueno aquí esta. (no es lo mejor, pero es parte de mis desvarios).
Doscientos años después de la ¨muerte¨ de Hades.
Se ha dicho atravez de generaciones que existen personas que son capaces de perforar el cielo con sus puños, y romper la tierra con sus potentes patadas.
Pero en este triste mundo en el que vivimos, creer en eso es sinonimo de locura, o de idiotez.
La humanidad ha abandonado su propia humanidad, han olvidado a los Dioses, y los Dioses los han olvidado. Aquellos seres que dieron sus vidas con fin de proteger el mundo que tanto aman, han desaparecido.
Athena, el Olimpo y los otros Dioses ya no existen, el mundo esta sumido en la mas profunda desesperación. Guerras, genocidios, y demás males destruyen poco a poco la tierra en la que alguna vez reino la paz.
Pero hay un ser que expectante observa desde lo mas profundo del planeta, una criatura que se creyó muerta a manos de la Diosa de la guerra y la justicia.
Recitando en su mente las palabras de Zeus. ¨Los Dioses somos eternos, aunque destruyas mi cuerpo, mi alma solo entrara en un profundo sueño del cual despertara algún día¨.
Ese hombre que observa la decadencia del mundo, con sus dorados ojos y su larga cabellera negra que parece cubrir todo el inframundo.
Doscientos años después de la destrucción de su cuerpo y su aparente muerte, ha regresado. El Dios supremo del Inframundo, Hades.
Pero ahora sus intenciones parecen ser distintas, en su rostro se ve su profunda tristeza y dolor. Al ver el mundo que una vez estuvo lleno de luz, estar sumido en una profunda obscuridad creada por el hombre.
-
¿Esta es la paz que tanto buscaste Athena? — se preguntaba, mientras avanzaba descalzo sobre las frías tierras del inframundo.
-
Los humanos en los que tanto confiaste, siguen matándose entre ellos, y ahora su locura llego al limite de hacer incluso desaparecer el Olimpo y a los demás Dioses. — continuaba mientras las lagrimas de sangre se derramaban por su pálido rostro.
Extendiendo la palma de la mano, el Dios intento llamar a sus súbditos mas fieles, los Espectros.
Pero nadie acudió a su llamado, ya nadie creía en ellos.
-
Así que de esta forma los derrotaron — murmuro.
-
La humanidad los olvido con el paso del tiempo, y así fueron desapareciendo hasta que ya no quedo nada — dijo observando el cielo rojizo.
-
Poseidon, querido hermano... dime, ¿a ti también te olvidaron?, siento que los océanos aun mantienen un poco de tu majestuoso cosmos, ¿aun sigues en tu templo?, Zeus tus rayos ya no recorren los cielos con gracia y sabiduría, ¿que ha hecho la humanidad? — se preguntaba, mientras frente a el, los granos de arena comenzaban a revolotear locamente.
Y así, acudió el único ser que había jurado proteger a su señor sin importar las eras.
Los granos de arena se tornaron obscuros y comenzaron a tomar forma rápidamente, dos grandes alas se extendieron, mientras que lo que parecían ser las patas de un ave se posaban en la fría tierra.
Al momento en que la arena dejo de revolotear, Hades vio que lo que había acudido a su llamado, era solo una Surplice vacía.
Una Surplice sucia y derruida por el paso de los años, ya que nadie la cuido ni la porto, y aun así acudió al llamado.
Hades se acerco hasta ella, y poso su mano en la tiara que formaba la cabeza de un ave.
-
Creí, que tu te habías vuelto un brillante Fénix dorado — musito débilmente la Deidad.
-
Mi querida Bennu, han pasado mas de cuatrocientos años desde la ultima vez que vi tus obscuras alas — añadió con una ligera sonrisa.
Y en efecto, esa era la Surplice de Bennu, quien había sido portada por Kagaho en una de las guerras santas del pasado, y junto con este se habían convertido en un Fénix al momento de morir.
¿Pero que le paso?, es bien sabido que en las siguiente guerra santa, el legendario santo de Fénix, Ikki fue quien uso esa surplice convertida en Cloth. Y ahora nuevamente con su forma de surplice regresa a proteger a su señor.
-
¿Cuantas cosas has hecho? — preguntaba el Dios observando las alas desgastadas del Bennu.
-
Ya veo... — indico Hades acariciando lo como si de una preciada mascota se tratara.
-
Como la cloth de Fénix, viajaste al pasado... a un pasado distinto para luchar en contra mía protegiendo a mi huésped Shun, y te viste involucrado en una guerra santa que unió dos mundos distintos, orquestada por un Santo demente con el poder de un Dios. — continuaba, mientras comenzaba a sanar las heridas del Bennu.
Observando nuevamente el cielo rojizo del inframundo, Hades se preguntaba que podría hacer. Destruir a la humanidad no era una opción, pues no tenia el poder suficiente para siquiera lograr salir hasta el Yomotsu, y ademas quería respetar los deseos de Athena.
Pero podría reparar la Surplice de Bennu para enviarla nuevamente a la tierra, y así lograr que alguien la porte y que trate que la humanidad recupere su camino.
El ultimo Dios activo en la existencia decidió eso. Extendió sus manos hacia arriba, y la Surplice emulo sus movimientos con sus alas, luego Hades bajo las manos, y nuevamente las alas de la armadura bajaron, y así la Deidad logro hacer que esta emprenda su vuelo hacia la Tierra.
-
Ve Bennu cumple con tu destino, corrige este mundo en el nombre de los Dioses, tienes mi bendición Ave inmortal — murmuro Hades, mientras su cuerpo comenzaba a desaparecer.
-
Es hora de volver a dormir — pensó, desapareciendo hacia Giudeca.
En la tierra el Bennu volo hasta una inmensa estatua que tenia los brazos abiertos, como diciendo ven a mi yo te protegere.
Era el Cristo Redentor de Rio de Janeiro. El ave se poso en uno de sus brazos y desde allí observo la ciudad, que se asemejaba mas a una ciudad fantasma.
Los edificios estaban en su mayoría destruidos y la favela parecía lo único con vida dentro de la urbe. El bennu fijo su vista en una persona que tenia un gran espíritu, y emprendió su vuelo hacia el.
El joven de tal vez veinte años, pensando que seria su fin no opuso resistencia cuando vio a aquella ave dirigirse a gran velocidad hacia su ser. Ave que se desarmo antes de arrollarlo y se unió a su cuerpo como si de una armadura se tratase.
Y en ese momento un millón de recuerdos vinieron a su mente, recuerdos de guerras pasadas, recuerdos de hombres que lograban milagros, y que en mas de una ocasión lograron salvar la tierra.
Las palabras de Hades y Athena retumbaron en su mente, ¨Salva a la Humanidad, por los Dioses¨.
Una nueva leyenda nacía, después de doscientos años de un mundo afligido por el dolor y la miseria, doscientos años después de que el ultimo Santo, Espectro y Marina pisaran la tierra antes de desaparecer.
La leyenda, de un joven que buscaría la paz atravez de la guerra... guerra que el desataría en contra de un enemigo para la humanidad. Y ese enemigo era... la propia Humanidad.