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SAINT SEIYA. El Surgimiento de la Luz


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56 respuestas a este tema

#41 juez del inframundo

juez del inframundo

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Publicado 28 enero 2018 - 14:22

PARTE 8: Extinción en Sahadrul.
 
Mucho tiempo antes.
~Norte de Australia.
 
Era un pueblo muy tranquilo y pacífico. Se encontraba al pie de un cordón montañoso el cual les brindaba aguas con enormes cualidades minerales. Al frente decenas de arboles se acomodaban a cierta distancia. Un pueblo escondido en medio de hermosos paisajes y relieves en el norte de Australia.
 
La gente vivía en paz y armonía siendo muy atentos y solidarios entre ellos mismos. Y compartían esta misma actitud con los viajeros y demás personas que precisaran de su ayuda.
 
Es en este pueblo de Sahadrul que una joven pareja decidió empezar una nueva vida. Habían escuchado rumores que indicaban que no había pueblo mas pacifico que este. Y movidos por el anhelo de cambiar sus malos actos del pasado terminaron allí.
 
Al poco tiempo se habían ganado el afecto y simpatía del resto de los residentes, hasta el punto de que los demás los veían como un modelo a seguir. Sus principios. Sus consejos. Sus pensamientos. Ciertamente su vida había dado un giro extraordinario. 
El tiempo paso nuevamente y aquellos jóvenes engendraron dos hijos. Al primero le habían puesto por nombre Gadreel y al segundo Wapreel. Eran dos niños adorados por la gente del pueblo. En sus nacimientos ambos se vieron colmados de presentes y regalos. 
 
Wapreel como todo niño añoraba a su hermano mayor. Y a medida que crecían su vinculo fraternal se tornaba inquebrantable. 
 
Sin embargo aun el infortunio atacaba a las mas dichosas familias. Y no se hizo tardar en aquella. 
Gadreel enfermó terriblemente. Y con él también sus padres. El único exento fue Wapreel. La gente del pueblo manifestaba amargura y tristeza. Después de haber compartido mas de diez años con ellos presentían el horrible destino que les esperaba de esa temible enfermedad.
 
Los padres fueron los primeros en expirar. Wapreel estaba devastado: ¿Por que? ¿por que pasa esto? No dejaba de preguntarse lo mismo una y otra vez. Él siendo aun un niño no lograba comprender porque la muerte se llevaba incluso a personas tan buenas y queridas por muchos.
 
—Lo único que me queda eres tu hermano mayor. Por favor, no mueras —clamaba en su interior Wapreel. 
 
Los días pasaron y la enfermedad que lo afligía parecía no culminar. Wapreel quien aun recorría su infancia se vio obligado a cuidar de Gadreel, incluso cuando quedo destruido por el reciente deceso de sus padres.
 
—No te preocupes hermano. Ya veras que pronto estarás mejor —le decía Wapreel todas las noches antes de dormir. 
 
Un día de aquellos, Wapreel salió hacia las montañas en busca de plantas medicinales. Una abuela de la aldea le había dicho que podrían servirle. Antes de irse de su casa confirmó que su hermano se quedara dormido.
 
Ya en la base de la montaña a una distancia relativamente cerca del pueblo se vio acechado por una extraña sensación de ansiedad. 
 
—¿¡Que!? Hace mucho calor— Wapreel se encontraba a unos pocos metros de altitud —Las montañas siempre fueron frías ¿qué esta pasando?
 
Un resplandor seguía al joven niño, pero el no se había percatado. Fuego, cual rojo carmesí, flameaba en pequeñas proporciones a distancia de Wapreel, vigilándolo. 
 
Luego de un rato encontró lo que buscaba, los arbustos, que crecían a partir de esa altura, producían un buen numero de semillas color avellana con las cuales se preparaban infusiones medicinales. Colecto de las más grandes y oscuras y se dispuso a regresar a su casa. 
 
Al regresar noto una sombra que paso a su costado. No había logrado ver a nadie cerca. Nuevamente volvió a pasar por su otro costado. Y esta vez tampoco había nadie. Opto por ignorar esa anomalía, y apresuro su paso corriendo. La salud de su hermano le importaba mas que cualquier otra cosa. Y el tiempo era realmente importante.
 
En un momento se volvió hacia la montaña y logro ver una silueta humana como de fuego. Esta al percatarse de su mirada se ocultó detrás de los arbustos y se perdió en las montañas.
 
—Fuego?... Que era esa cosa?... Mejor me voy.
 
Cuando estaba llegando a su casa la imagen de lo que vio le penetró hasta el alma. Toda la aldea estaba ardiendo en llamas. Soltó las semillas que cayeron dispersándose en la entrada del pueblo y corrió lo mas rápido que pudo. 
 
No se escuchaba nada. Todo parecía tan tranquilo y pacifico como siempre, con la diferencia de que el fuego lo consumía todo. 
 
Incontables cuerpos calcinados se hallaban en los patios y senderos del pueblo. Las personas terminaron allí abandonando sus ardientes hogares para ser auxiliados sin ser conscientes de que los demás aldeanos estaban en las mismas condiciones. 
 
—No..no hermano no..— lloraba mientras corría tan veloz como le era posible.
 
Cuando llego a su casa se quedo estupefacto. 
 
—No.. No. No es posible. Por que?
 
Su casa estaba en las mismas condiciones que siempre. No había llamas. Brillando y reflejando el color del fuego. Quien había evitado su hogar, por alguna razón.
Cuando se estaba acercando, logro ver a través de la puerta a Gadreel en su cama durmiendo. Y vio algo mas.
 
El humo era cambiante y justo en ese momento el viento lo arrastró hacia Wapreel. En el momento en que veía como su hermano desaparecía. Gadreel se desvaneció y desapareció repentinamente, y solo después su hermano menor pudo ver una figura de fuego que también se desvanecía en aquel lugar.
 
~Un poco mas tarde.
 
—Estas bien? Oye Te encuentras bien?
 
Una voz apacible lo devolvió en si. 
Wapreel se encontraba en el río de las montañas. Un joven lo había salvado de ser devorado por el fuego.
Miro en dirección a su aldea y se angustió de ver que lo que antes había sido su hogar estaba reducido en cenizas. No había nada de pie. Ni siquiera su antigua casa. Ni un alma.
 
—Hermano. Hermanoo Guuh —lloraba desconsoladamente Wapreel.
 
—No te lamentes. No conseguirás nada llorando. 
 
—P...pero m..mi hermano, mis p...padres. Ellos están... 
 
—Lo entiendo. Sin embargo uno debe ser fuerte. Lamentándose no llegaras a ningún lado. Cada uno debe ser lo suficientemente valiente como para hacer frente a estas situaciones. 
 
Wapreel se seco las lágrimas pero su rostro seguía demostrando una gran tristeza. 
 
"Wapreel, Wapreel, debes seguir viviendo, aun sin nosotros. Vive. Crece y jamas olvides que la tranquilidad es la virtud mas especial que un hombre puede tener. Hijo no te apartes nunca hacia el mal. Lucha contra el. Vive y cuida a tu hermano." Las palabras de sus padres resonaron en su cabeza. El debía vivir. El destino quiso salvarlo aquel día. Y debía vivir y luchar por el bien de las personas.
 
En ese momento la expresión melancólica abandono su rostro, en su lugar había una expresión serena, pacífica. Y algo nació ese día en su ser. Algo que lo reconfortaba, calidez.
 
—¿Cosmos? —titubeo el joven que había salvado su vida.
 
Indudablemente había sentido la esencia de su cosmos. Del niño que había encontrado inconsciente frente a esa casa que se consumía en un rojo mas intenso que el resto.
 
—Cual es tu nombre muchacho?
 
Quien era él? Su familia había desaparecido para siempre. Lo ultimo que tenia era a Wapreel. Y lo perdió también. "Cuida de tu hermano" fueron las ultimas palabras de sus padres. Y eso es lo que haría. Cuidar de su hermano. 
 
—Mi nombre? —reflexiono Wapreel— Gadreel. Mi nombre es Gadreel.
 
{La unión fraternal entre hermanos que supera cualquier fuerza del mal.}


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Publicado 28 enero 2018 - 20:22

pobre Wapreel---su pasado fue muy triste

 

el cambio de nombre que se impuso asi mismo me recuerda

 

al juez de garuda de lost canvas que tenia 2 nombres


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#43 Shiryu

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Publicado 29 enero 2018 - 17:43

Me parece más a Saga con doble personalidad

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#44 juez del inframundo

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Publicado 03 febrero 2018 - 07:58

Gracias por sus comentarios!! No es doble personalidad, el es normalito
PARTE 9: Incertidumbre.
 
Wapreel ahora como Gadreel fue llevado a entrenar al Santuario de Athena. Apenas tenia siete años cuando llegó. Aun así contaba con una fuerte determinación. Cuando el Patriarca lo vio por primera vez supo que sería un gran combatiente. Se encargaría de formarlo el mismo si fuera necesario.
 
Santuario.
~Al pie del Reloj de Fuego.
 
—Asi que el Santo de Plata de Cefeo. Gadreel. O mejor dicho: Wapreel. Es de admirar que hayas podido resistirte a mi poder.
 
Ya era de noche en todo alrededor. No había luces en ningún lado, salvo en un lugar a orillas del Santuario. La pequeña aldea en donde los guardias y aprendices descansaban. La villa de Rodorio. 
A su costado se encontraba el cuerpo inmóvil de Rigard, en un estado de inconsciencia debido al esfuerzo al que había sido demandado. 
 
—Y el Santo de Lira. Por poco y caigo en un sueño profundo dentro de Gadreel. Muy bien hecho. Sera mejor que sigas en este lugar.—dicho esto levanto la vista analizando el paisaje a su alrededor. Una descomunal montaña. Varias cosmoenergia surgían del mismo —Esto es, el Santuario?
 
Desde la torre de fuego el Santuario se veía como una enorme montaña que se alzaba hasta las oscuras nubes que flotaban en el cielo.
 
—Aun con todo mi poder me seria imposible atravesar los Doce Templos para acabar con la vida de aquella diosa. Lo mas conveniente seria atacar con las tropas principales.
 
~Aposentos del Sumo Sacerdote.
 
La diosa Nike. La bebe dormía plácidamente en una sala detrás del cuarto del Papa. Su cosmos se manifestaba grandemente, aun siendo ella una infante. 
 
—Nike. La diosa de la Victoria. Usted siempre esta al lado de Athena. Donde estará nuestra diosa en estos momentos? La Guerra Santa contra Hades esta empezando y aun no hay indicios de ella. 
 
El Papa caminaba sigilosamente por sus aposentos. Había encargado a todos los santos del mundo reunirse en el Santuario. El verdadero enemigo de Athena una vez mas acechaba la paz de la Tierra. Y los santos estarían allí, reunidos nuevamente para luchar por el amor y la justicia. 
 
—Diosa Athena. Esperamos ansiosos por su descenso. 
 
Desde el salón del Pontífice se podía contemplar la oscura noche que se les presentaba. Pocas nubes e infinidad de estrellas se veían en el firmamento. Como siempre. Quizás lo único que sobresalía de esa normalidad era esa estrella. La estrella polar que brillaba con intensidad. Aquella que presagio el inevitable desencadenamiento de la Guerra Sagrada.
 
—Su cosmos se esta haciendo cada vez mas tenue —pensó el Papa —te habrás retirado... Gadreel...?
 
Todo el Santuario había podido sentir el cosmos maligno que merodeaba al pie de las Doce Casas. Y se había debilitado. No exactamente debilitado, sino que se sentía con menos intensidad. Se estaba alejando del refugio. Y eso era bueno, por el momento. Ahora habría que ver cual fue la suerte de Rigard. Después de todo Colquides de Aries tenia la razón. Una imprudencia. 
 
~Castillo de Hades.
 
Una buena cantidad de esqueletos se encontraba a la entrada del Castillo. Ellos eran los soldados de mas bajo rango dentro del ejercito de Hades. Dentro de la barrera podrían incluso causarles problemas a santos de bronce novatos. Sin embargo no eran mas que una defensa intimidante. Básicamente no resultaban ninguna amenaza para la mayoría de sus rivales. Aun si fueran cientos. 
 
Cuando sintieron el cosmo de un espectro acercándose se inclinaron mostrando reverencia a su superior.
 
—Lo hemos estado esperando, Señor.
 
—Avisenle a la Señora Galatea que ya he llegado.
 
—Si!!
 
~Momentos después.  
 
En el salón principal se encontraba un enorme arpón. Justo en el centro.  Galatea lo tocaba delicadamente. 
En cuanto llego se arrodillo frente a ella.
 
—Mis disculpas por haber tardado tanto, señora Galatea —expreso Wendiggo —Me presento. Soy la estrella Celestial del Terror. Gadreel.
 
—Veo que has conseguido apoderarte de la voluntad del Santo de Athena —le dijo ella.
 
—He separado su alma de su cuerpo. En estos momentos debe estar deambulando en la colina del Yomotsu Hirasaka. Ya sabe... 
 
—Si, lo se. Muy bien. La espera término. Ahora que los ciento ocho espectros están reunidos, irán ante Hades y le juraran lealtad en esta era.
 
—Como usted diga. 
 
~En otro lugar del Castillo.
 
Los dioses gemelos se miraron con una sonrisa cómplice. Ambos vestían sus túnicas blancas y una especie de mascara al costado de su cabeza. Sus ojos esmeraldas y zafiros, respectivamente, brillaron con malicia.
 
—Ha llegado el momento. 
 
Ambos se desvanecieron, sin dejar rastro.
 
~Salón Principal del Castillo.
 
Galatea había ordenado a los espectros acudir al Inframundo, al mundo subterráneo. Allí se encontraba Hades en la octava prisión Giudecca. Los ciento ocho le jurarían fidelidad.
 
—Los señores de la Muerte y el Sueño han abandonado el Castillo —comento Galatea —según parece estaban esperando que los espectros estuviesen reunidos.  Me pregunto si ellos intervendrán directamente en la Guerra...
 
—Esqueletos!! —Galatea llamo a sus sirvientes y al instante acudieron tres de ellos. Eran similares entre si.
 
—Solicita algo, Señora Galatea?
 
—Si. En cuanto acabe la audiencia con el Señor Hades que los tres jueces se presenten aquí.
 
Los hizo salir del Salón y se quedo sentada en la banca al lado del Arpón. Este instrumento le ofrecía descanso y paz. Nunca antes había visto uno de ellos siquiera, pero en cuanto lo toco por primera vez, una hermosa tonada se escuchó en todo el lugar. Saber tocarlo sin nunca antes haberlo visto. Tenia que ser un don.
 
—Era realmente necesario mandar a los espectros ante el Señor Hades? —se indagó Galatea —Je, de todas formas no esta de mas. Por el momento no hay tiempo que perder. Ni Hades, ni los dioses gemelos ni los ciento ocho guerreros...
 
Galatea ya era consciente de la situación de los espectros. En vida o en muerte hacían lo que les correspondía. Cada quien. Los guardianes de cada prisión resguardando sus puestos, Aqueronte llevando almas a través del Aqueron, otros monitoreando los alrededores del Muro de los Lamentos... Ese era su deber. Ese era su destino como las ciento ocho estrellas del mal.


#45 G-Piscis

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Publicado 03 febrero 2018 - 11:48

Un excelente capítulo, aunque el ritmo fue un poco más lento sigue siendo muy bueno ya espero que comience la guerra.

#46 Dbicho

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    El Lag nos hace violentos, los videojuegos no.

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Publicado 03 febrero 2018 - 22:52

Con que Gaadrel tomo el nombre de su hermano, habrá tomado solo el nombre o también su personalidad?

 

Lastima que el alma del espectro haya podido con el. 

 

Bueno al menos los otros dos de plata siguen vivos jajaja.

 

Buenos Caps


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#47 juez del inframundo

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Publicado 05 febrero 2018 - 08:46

G-Piscis: Sii, dentro de poco empezaran las batallas!!

Dbicho: No fue mi idea abarcar el asunto de la personalidad, veo que un par de usuarios ya comentaron algo parecido, pero para aclarar solo se puso el nombre de su hermano para recordarlo y tenerlo siempre presente.
Sobre los santos de plata, ya van a ver cuales van a ser sus papeles.

Por último, agradezco a quienes se pasan a leer el fic

#48 Patriarca 8

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Publicado 05 febrero 2018 - 10:16

-Me pregunto donde estara Athena 

 

-Galatea al parecer ya se esta preparando para el siguiente

 

movimiento en la guerra sagrada


Editado por T-800, 05 febrero 2018 - 10:17 .

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#49 juez del inframundo

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Publicado 12 febrero 2018 - 13:23

PARTE 10: Barrera.
 
Santuario.
~Templo del Cangrejo Gigante.
 
DeathWave era el Santo de Oro de Cáncer. Fue elegido por el mismo Patriarca para portar dicha cloth, hacia  mas de diez años. Su cabello largo le cubría toda la espalda; era de un color castaño oscuro. Sus ojos eran de un tono similar al ámbar. 
De los santos mas altos de esa generación.
 
Se encontraba sentado junto al pilar central en la parte frontal de su Templo. Había sentido un cosmos maligno que era capaz de rivalizar con el suyo pero ya se había retirado. 
 
—El espectro que estaba aquí hace un momento debió retirarse. Bien hecho. Es una locura intentar atravesar estas Doce Casas siendo uno solo. Sin embargo por mas que se haya retirado todavía puede sentirse levemente un cosmos maligno. Si no me equivoco proviene de este Templo del Cangrejo Gigante que yo protejo. 
 
Se puso de pie e ingreso al interior de su templo. Estaba oscuro. Todavía era de noche y su templo era de los pocos que no poseía iluminación. Velas.
 
—Acaso pensaran ingresar desde el Yomotsu Hirasaka...?
 
Castillo de Hades.
~Salón Principal.
 
—Los estaba esperando. Griffo, Garuda, Wyvern —exclamo Galatea.
 
—Aquí estamos señora Galatea. Que desea?
 
Como la comandante de las fuerzas de Hades su deber era plantearse diversas estrategias abarcando todas las perspectivas posibles. Debía empezar ahora. 
 
—Los he llamado para que estén al tanto de la situación. Según parece el Santuario esta protegido por el cosmo de la diosa que acompaña a Athena. La diosa de la Victoria: Nike. Si acabamos con ella, Athena perderá una de sus mas grandes armas. Sera un triunfo importante para nuestro ejército. 
 
—Nike la diosa de la Victoria? Pero ella siempre ha estado con Athena en forma de báculo. Como acabaremos con un arma de ese tipo? —interrogo Wyvern.
 
—Ahí esta lo oportuno. Según los mensajeros esta vez Nike descendió con un cuerpo humano. Es una bebé. 
 
—Entonces sera muy sencillo acabar con su vida —continuó Elfriede.
 
—Es por ello que había ordenado silenciar todo nuestro ejercito —siguió Galatea —Ellos deben estar desorientados y no saben como actuar. Lo mas probable es que estén tratando de ganar tiempo. Pero todos sabemos que no podrán quedarse de brazos cruzados.
 
—Cierto. Pero cual es el verdadero motivo de detener todo el ejercito, señora Galatea? —quiso saber Elfriede.
 
—Wendiggo. Según entiendo él es un pilar importante dentro del ejercito atheniense. Me refiero a Gadreel. Uno de sus santos mas valiosos fue arrastrado hacia el Castillo. Eso hará despejar un poco el camino hacia Nike. Cuando eso suceda, tu Wyvern seras el encargado de traerme su cabeza.
 
—Yo? —pregunto sorpresivamente el juez —Por supuesto. 
 
—Es cuestión de tiempo que los santos lleguen a este lugar. Ustedes Elfriede y Belur se encargaran de alistar sus tropas y repeler cualquier ataque enemigo. 
 
En ese momento Galatea, junto con los tres jueces sienten un impacto que hace temblar el castillo entero. El arpón que yacía a su costado casi se desploma. Y los vidrios en el ventanal del techo vibraron escandalosamente.
 
—Que? No esperaba que llegaran tan rápidamente! Que sucedió? Esqueletos!!
 
—A sus ordenes, señora Galatea —tres soldados de Hades aparecieron rápidamente en el lugar.
 
—Me quieren decir que fue ese  estruendo? —pregunto furiosa Galatea.
 
—Lo que causo ese temblor fue esto.
 
Uno de los esqueletos poseía en sus manos una flecha dorada. Esta estaba adornada por bucles y ondas en la parte central y una reluciente gema rojiza en la parte delantera. Un artefacto delicado y temible, que aun desprendía parte del cosmos de su dueño.
 
—Una flecha? Que extraña que es. Jamas había visto una semejante —dijo Galatea.
 
—Es una flecha imponente —dijo Belur —su función ya esta cumplida.
 
—Si. La barrera de Hades que envuelve el castillo esta dispersándose. Pronto desaparecerá. Pero que una simple flecha pueda ocasionar algo como esto es...—expreso Wyvern.
 
—Ahora que lo pienso, esa no es una simple flecha. Creo que se trata de un arma del Santo de Oro de Sagitario. El único que puede poseer una flecha de oro con esas cualidades es él —indico Elfriede.
 
Los tres jueces estaban aun sorprendidos de que alguien como un Santo de Oro pudiera derribar una barrera puesta por un dios. Algo especial debía tener ese artefacto.
 
—Sin embargo no es posible que el poder de un humano pueda ocasionar algo como esto, que es lo que piensan ustedes, jueces?
 
—Si, como usted dice, esto no esta al alcance de un santo del Santuario. Por mas que se utilice esta arma debe haber mas...
 
—La flecha de la Diosa, esta flecha sin dudas es la legendaria flecha de la Diosa —recalco Garuda, quien al parecer recordaba memorias de antiguas guerras sagradas.
 
—La flecha de la Diosa? —indagó curiosa Galatea.
 
—Según recuerdo, es el arma de un dios, la cual Athena, en la era del mito, entrego al Santo de Sagitario.
 
—Entonces... Aun siendo así no pudo haber destrozado la barrera. Como lo logro? Obtuvo ayuda de alguien mas..?
 
Las palabras de Galatea parecieron iluminar a los jueces quienes se encontraban aun pensativos.
 
—Podría ser el cosmos de Nike? —sugirieron al mismo tiempo dos de ellos.
 
—Eso creo. El Santo de Sagitario ayudado por el cosmos de la diosa de la Victoria lanzo la legendaria flecha hacia la barrera de Hades, y acabo con esta protección. Ahora estamos en igualdad con ellos —Galatea había terminado de asimilar la situación actual —Como había anticipado, aunque haya sido inesperado en este momento.
 
Los esqueletos ya se habían retirado del Salón. Y la flecha de la Diosa había quedado en manos de la comandante del ejercito de los ciento ocho espectros.
 
—Esta flecha es realmente preciosa. Diseñada para matar. Creo que vendría mejor en manos del arquero del Inframundo. Je —pensaba Galatea.
 
Sin embargo su deseo se vio derrumbado al instante. La flecha empezó a irradiar energía, lista para regresar al lugar de donde había salido. Asi, el arma divina que ella aun admiraba en sus manos se le soltó  y salio volando por la ventana. Casi con la misma rapidez con la cual había impactado en la barrera.
 
—Maldición! Jamás quiero volver a ver esa cosa.
 
Los tres jueces se quedaron asombrados por la actitud de su líder.
 
—No importa. Ustedes vayan a hacer lo que les ordene. Siento el cosmos de un grupo de santos a las puertas del Castillo. Matenlos. Maten a a todos los santos que vean.


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Publicado 12 febrero 2018 - 17:37

Galatea parece ser inteligente no como saori cuyo único plan consistía en dejarse secuestrar-XD

 

 la  flecha de la Diosa si que tiene un poder fumado

 

Buen fic


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#51 Dbicho

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Publicado 15 febrero 2018 - 13:51

Me disipaste las dudas con Gadrel, gracias!.

 

Si la flecha de la diosa ingreso al castillo, o en otras palabras termino en manos de un Esqueleto, significa entonces que el Santo de Sagitario esta en las inmediaciones. De lo contrario seria un super francotirador para dispararla desde el Santuario xD.

 

La actitud de Galaltea me gusta, muestra muchos puntos fuertes a la hora de dirigir a su ejercito.

 

 

Saludos!


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#52 juez del inframundo

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Publicado 16 febrero 2018 - 13:02

Jajaj si me pase con la flecha ahora que lo pienso, pero buen, es parte de la trama.
Tenia idea de que la tirara desde el Santuario, pero ahora lo voy a acercar para que no se vea mas fuerte de lo que debe ser.
Gracias a ambos por pasar a comentar y por agradarles mi personaje Galatea, :D

#53 Kael'Thas

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Publicado 13 marzo 2018 - 15:41

Buen capitulos y me puse al dìa 


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#54 juez del inframundo

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Publicado 13 abril 2018 - 17:31

PARTE 11: Adentro. 

 

~Momentos antes.

(

Santuario.

~Aposentos del Sumo Sacerdote. 

 

—...para acabar con la barrera...? —pregunto repitiendo el Santo que se encontraba arrodillado frente al Papa.

 

—Si, entendiste bien. No te preocupes por la flecha, que esta regresara una vez halla terminado su misión.

 

—Pero, no creo que le haga siquiera una pequeña fisura! 

 

—Lo lograras, joven Santo. La diosa Nike estará contigo.

 

—Esta bien. Esperemos que funcione. Iré a una distancia prudente y elevaré mi flecha hacia el Hades.

 

Castillo de Hades.

~Torre Izquierda de Vigilancia.

 

—Algo se aproxima a una increíble velocidad!!

 

—Que es? El cosmos que surge de eso es sublime...

 

Antes de que se dieran cuenta la flecha ya había penetrado la barrera que envolvía al castillo, destruyéndola instantáneamente. Aquellos soldados, esqueletos, nada hubiesen podido hacer para detenerla. 

 

—Una flecha? Destruyo por completo la barrera... Debemos reportarselo de inmediato a la Señora Galatea.

)

 

Nuevamente el Santuario.

~Aposentos del Sumo Sacerdote.

 

—He estado en Star Hill, intentando comunicarme con nuestra Diosa. Según parece hay un gran caos en el Olimpo —le comento el Patriarca. 

 

—El Olimpo? Se refiere usted al lugar donde moran los dioses en la Tierra?

 

—Si. Athena esta envuelta en ese caos. Asi que, por el momento, no puede abandonar aquel sitio. Por otro lado, la situación en la que nos hallamos no es tan preocupante. 

 

—Un cosmos maligno surge en las cercanías del Templo del Cangrejo Gigante. DeathWave de Cáncer esta allí. En caso de un ataque, lo mas probable es que los espectros surjan en la cuarta casa. Y entonces la situación se tornara realmente preocupante. 

 

—Mmm. Puede que tengas razón. En esos momentos no nos quedaría otra salida que contraatacar. 

 

—Mientras esperamos a Athena. 

 

—Asi es, mientras esperamos a nuestra Diosa, y protegiendo a Nike —le correspondió el Papa —Muy bien, regresa a tu templo Colquides. Si tus sospechas se hacen realidad debemos estar preparados para derramar muchísima sangre. Debes proteger el Carnero Blanco hasta el final, recuerda esto: Debes vivir, conocer a Athena por ti mismo. Solo así se aclararán las dudas de tu corazón.

 

Colquides miro impresionado al Sumo Pontífice. Nunca había expresado sus ideas y creencias públicamente, pero el representante de Athena parecía conocerlo muy bien.

—Con su permiso, Papa.

 

El Patriarca ya había dado aviso de que un buen numero de guerreros se dirigía al castillo de Hades.

Si su información no era errónea, el Dios del Inframundo no estaría allí, sino en el mundo subterráneo. De esta manera no los habría mandado a su propia perdición.

 

—De entre todos los santos actuales, han ido al castillo unos veintiocho. 

Cuatro santos de oro, ocho de plata y dieciséis de bronce. Espero, sea suficiente para menguar las fuerzas enemigas y traer lo que les solicite. 

 

Castillo de Hades.

~Entrada.

 

—Ustedes no son mas que estorbos. Apartense del camino, si no quieren morir —siempre había querido decir esa frase. Taniel, santo de Plata, se apresuro al frente del grupo.

 

El numero de esqueletos era mayor que el de santos, casi el doble.

Sin embargo, estos no hicieron caso a las advertencias de los guerreros de la justicia, sino que intentaron atacarlos. Fueron fulminados rápidamente a la velocidad de la luz.

 

—Incluso si fueran un centenar de ustedes jamas habrían sido capaces de detenernos —río el joven santo  Taniel. Nuevamente había accedido a ir porque Heredia estaba en el grupo de la misión.

 

—Nos dividiremos como acordamos, avancen rápido!! 

 

Justo en ese momento una cantidad considerable de seres abandonaron el castillo. Espectros. Salieron por las ventanas y se perdieron en el foso de gas verde que rodeaba el Castillo.

 

Los santos se repartieron en cuatro grupos, todos comandados por el santo de mayor rango. Y una vez acabaron con los esqueletos que aparecían como si brotaran del suelo, se dispusieron a ingresar al tétrico palacio. 

 

Apenas entraron, analizaron todo a su alcance. El piso era de baldosas de cerámica de un color semejante al morado. Las paredes dibujaban bellas pinturas en si mismas. Un castillo tan hermoso, cuyo líder era el temible rey del Inframundo. Nada de esqueletos, ni espectros. La vía estaba libre. Raro.

 

Aun seguía siendo de noche. El castillo, igualmente, estaba iluminado. Hace unos días, se encontraba abandonado y sin señales de actividad en el. Majestuosos candelabros colgaban en los lejanos techados y en las paredes. Algunas de sus velas se habían apagado, otras ya se habían consumido casi en su totalidad. Las pocas que quedaban alcanzaban a proyectar una luz tenue.

 

Nada de espectros. No se sentía la presencia de nadie mas. En cuanto terminaran de cruzar el pasillo debían estar preparados para luchar.

 

~Sala Principal.

 

Aun seguían allí Galatea junto a los dos espectros. Wyvern y Griffo. 

 

—Ya están dentro. Tu, Wyvern puedes ir yendo al Santuario, reúne a tu tropa y partan enseguida. Traeme la cabeza de la diosa —le ordenó con frialdad la dama.

 

—Enseguida —respondió a la vez que salia de su presencia. 

 

Galatea ya había ordenado atacar al Santuario ahora que se encontraba desprotegido. Apenas ingresaron los santos al palacio, el grupo había partido hacia allí. Un total de diez espectros. Un batallón completo liderados por la estrella celeste del terror. Aquel que conocía las doce casas mejor que nadie.

 

Dos batallones enviados a un Santuario sin guardianes. Nada podía salir mal. Esta vez el recinto sagrado caería sin duda alguna.

 

Mientras la estrella celestial de la ferocidad, uno de los tres jueces, Trento de Wyvern junto con Wendiggo atacaban las doce casas, Griffo y Garuda se encargarían de acabar con aquellos que se habían infiltrado al castillo. Protegiendo el palacio. Y eso implicaba asesinar a los invasores. 

 

—Iré a ver si Garuda precisa de ayuda. Con su permiso, señora —exclamó Griffo.

 

—El cosmos de la estrella celestial del Valor esta dispersándose. Parece que ya comenzó a actuar. 

 

—Si, puedo sentirlo. Al igual que detecto a mas de veinte santos. Veinticuatro, veinticinco... Veintiocho. Si, son un total de veintiocho santos los que han ingresado...

 

—Estúpidos. Entraron a a la boca del lobo. Garuda acabara con ellos. Ambos, ustedes.

 

—Si. Acabaremos con todos los que se atrevieron a profanar el palacio. Ellos no son nada contra nosotros. Y cuanto antes, mejor. Me retiro, con su permiso —y sin decir mas salio del lugar.

 

-----o-----

 

Seguían avanzando. Nada de enemigos. Ni una pizca de su esencia. Ningún movimiento aparte del suyo. Solo las baldosas que se veían mas oscuras y las paredes iluminadas por esas débiles velas.

 

Todos los santos seguían recorriendo el pasillo que parecía no acabar más.

 

El ejercito de Hades se estaba moviendo. Tarde o temprano llegarían al recinto sagrado. Todo el Santuario se encontraba sumido en alerta. Desde el gran Papa que se hallaba acompañando a la bebé, hasta los soldados rasos. Incluso habían dado aviso al jefe de la aldea de Rodorio, que estaba mas abajo, para que todo el pueblo estuviera precavido y no salieran en la noche.

 

Quedó en Grecia aproximadamente la mitad de todo el ejercito atheniense.

 

¿Que estaría sucediendo en el Monte Olimpo? Athena siempre surgía en la Tierra un par de años antes de que los ejércitos enemigos empezaran una guerra... ¿Que era tan importante para que esta vez no fuera así? 

 

Los espectros estaban momento a momento mas cerca del Santuario, todos los santos podrían hacerse cargo de ellos y mantener combates equilibrados. Pero si Hades hacia un acto de presencia allí, indudablemente seria el fin. Solo Athena podría detener una fuerza como aquella. Solo Athena.

 

Santuario.

~Aposentos del Sumo Sacerdote.

 

Sentado en su trono, se encontraba el Patriarca. Paciente como siempre. La paciencia era una virtud que caracterizaba a todo Papa que ejercía el cargo desde la era del mito. 

Fuerza, valor, sabiduría, etc, pero paciencia sobre todo.

 

El Patriarca. Como solía suceder, el Papa ostentaba su cargo hasta su muerte; este puesto se lo otorgaba otro Papa, o la misma Athena.

De la  anterior guerra sagrada solo quedaron con vida tres santos. En aquella época, hubo además un conflicto interno que dejó al Santuario en la ruina. Sin embargo, lograron imponerse y derrotaron a Hades.

 

Hace doscientos cincuenta años, el Santuario se encontraba demasiado desprotegido. Luego de la guerra civil, solo quedaban un puñado de santos de oro y otro poco de santos de plata. De bronce solo eran tres. El Sumo Sacerdote acababa de ascender a ese puesto y era inexperto, al igual que la diosa Athena.

 

Era la primera vez en toda la historia que el ejercito estaba muy reducido. Siendo no mas de veinte santos, entre los cuales estaba el actual Patriarca. Fueron ellos, valerosos caballeros quienes junto a Athena y el gran Papa vencieron al ejercito de Hades y finalmente a él, en el mismo Santuario.

 

Luego de vencer al rey Inframundo, Athena dejo a cargo del Santuario a uno de sus mas valientes guerreros. El Santo de Plata de Ballena, Thomas. 

 

Antes de partir se llevo consigo los cofres que mantenían selladas las almas de los dioses mensajeros. Y la de Hades. Athena se encargo de dejarlos en los Campos Elíseos, lejos del alcance de las personas, quienes en su desconocimiento y curiosidad podrían causar grandes estragos. Y se fue. Dejo a Thomas como gobernante del Santuario y regreso a su descanso de mas de doscientos años. Él se encargo de restaurar los templos, fuentes, escaleras y toda la estructura del Santuario. Además formo una nueva legión de santos. Sin embargo, el ya era viejo. Durante la Guerra Santa, combatió junto con sus compañeros a una edad de cuarenta y dos años, como el Santo de Plata de Ballena. Y luego de mucho tiempo, después de haber mantenido bajo su mando a todos los santos y encaminarlos por la senda de la paz y la justicia, prediciendo su pronto fallecimiento cedió su puesto al joven Santo de Leo, Singh. El actual Pontífice. Thomas fue enterrado en el cementerio a los pies de los Doce Templos, con el titulo de Santo de Plata. Él siempre había dicho que le gustaba mas ser un guerrero. Por eso había luchado contra cada uno de los santos que en estos momentos lamentaban su muerte. 

 

Nuevamente había ascendido otro Sumo Sacerdote. Singh. Quien hace mas de treinta años se despojo de su cloth dorada de Leo y vistió orgullosamente el manto y casco del Pontífice. Aquel que ahora meditaba sobre el rumbo de la Guerra Santa.

 

Actualmente había santos de Bronce y Plata rodeando el Santuario, los santos de oro en sus templos. El Papa y Nike en sus aposentos. Los guardias y soldados rasos se encontraban en puntos específicos con la tarea de detectar a los espectros. Por otro lado, las doncellas que cuidaban de la bebé fueron enviadas a sus hogares en la villa Rodorio. Todo el Santuario se hallaba a la espera del enemigo. 

 

El Papa sabia que debían venir. Puesto que, al enviar a los suyos al castillo, no había duda de que estos intentarían destruir el Santuario. Un ataque respondido con otro ataque.

La Guerra era así.

 

Aunque no contaban con experiencia en guerras sagradas, los libros de la historia del Santuario contaban con detalle estos acontecimientos. Se habían librado batallas en contra de diferentes dioses. Algunos solo se envolvieron en una Guerra Santa una vez, y al verse derrotados no volvieron a intentar apoderarse de la Tierra, otros como Hades, dios del Infierno, Eris, diosa de la Discordia y Ares el dios de la guerra aparecían como los enemigos mas habituales a quienes Athena hasta ahora siempre vencía. A su vez se encontraba información de los ejércitos de cada uno, aunque no eran muy específicos se tenían conocimiento de varios guerreros enemigos que resurgían con su Dios, como el caso del ejercito de Hades.

 

El Patriarca Singh aprovechó todos estos años de paz para llenarse de conocimiento. Visitaba casi periódicamente Star Hill, buscando señales en las estrellas.

Aproximadamente medio siglo formando nuevos santos, renovando la apariencia del Santuario. Fue el Papa Singh quien reconstruyo la Arena de Combates, luego de que la inesperada visita de seres de fuego con forma humanoide lograran, sorprendentemente, incinerar el lugar. 

 

Luego de tantos años, finalmente se encontraban a las puertas de la Guerra Santa. Este momento que el Papa no deseaba, pero que era inevitable. 

 

Envió a los cuatro santos de oro a invadir el Castillo, cada uno con su batallón, con los cuales siempre cumplían sus misiones, para que le trajeran sus estrategias y movimientos futuros. Y sobre todo para que averiguarán el motivo por el cual una estrella maligna se había apoderado de un santo cuyo destino era ser parte del ejercito atheniense como santo de Cefeo. 

 

—Es increíble que esto este pasando, realmente...— se había puesto de pie e iba a ver si la bebe Nike se encontraba bien. —Yo, sabia que tenia que suceder, las estrellas lo presagiaron, y ahora ya estamos luchando contra los espectros... Nike debe ser protegida hasta el final. Athena difícilmente podría vencer sin su ayuda. Es por eso que protegeremos este Santuario hasta el final. Como el Patriarca, Santo de Oro de Leo: Singh. Athena, le prometo que cuidaremos de su servidora y de su Santuario hasta que usted venga.

 

Una promesa hecha a Athena del excelso Patriarca. Cumpliría esa promesa aunque le costara la vida. Sin dudarlo...

 

Santuario.

~Afueras de los Doce Templos.

 

—Ahí veo al... —fueron las ultimas palabras de un soldado raso. Se encontraba cerca de la fuente de agua cuando lo sorprendieron unos guerreros de armaduras negras. 

 

—Ahhh.

—No, nooo. 

—Uwaaah.

Decenas de guardias y soldados fueron asesinados al instante. Habían absorbido bastante de esa penetrante fragancia que se esparció por aquel sitio. La fragancia los mato rápidamente, era como humo de color marrón verdoso, aire contaminado.

 

Los santos de bronce y plata que oyeron los gritos de terror y miedo pronto se reunieron allí. Once guerreros oscuros. Al frente de ellos quien parecía ser su líder. Con su espeluznante sapuris que desplegaba una serie de hombreras una sobre la otra. Alas y pies semejantes a los de un dragón. Era uno de los tres jueces infernales, quien había llegado para asesinar a Nike y destruir el Santuario. Su cosmos era terrible. Incluso superaba por poco a los que custodiaban los templos zodiacales. Entre su batallón destacaba un gigante. Un gusano y un extraño ser que se desplazaba por el suelo. El batallón de la Estrella Celestial de la Ferocidad, uno de los tres jueces del Inframundo, Trento de Wyvern había llegado al Santuario.


Editado por juez del inframundo, 13 abril 2018 - 17:33 .


#55 Patriarca 8

Patriarca 8

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Publicado 13 abril 2018 - 21:13

-Esa flecha tiene un poder fumado

 

- Taniel, santo de Plata es algo engreído XD

 

-Que me late que van a una trampa

 

-me pregunto donde estará  Athena

 

-Asi que el antiguo patriarca es el Santo de Plata de Ballena, Thomas y el actual

 

es el joven Santo de Leo, Singh

 

-Al parecer va iniciar una batalla múltiple en el Santuario

 

PD:

 

Te sugiero que hagas fichas sobre los personajes principales de tu Fic


Editado por T-800, 13 abril 2018 - 21:14 .

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#56 juez del inframundo

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Publicado 30 abril 2018 - 22:15

Gracias T-800 por estar siempre leyendo y comentando, eso me anima a seguir publicando.

-Crees que me pase con el poder de la flecha ? Jaja
-Mas o menos
-Puede ser, no me acuerdo (?
-Si. Las batallas apenas comienzan
PARTE 13: En el Reino de la Muerte.
 
Inframundo.
~A orillas del Río Aqueron.
 
Un Santo de Plata se encontraba a orillas del río. Su armadura plateada era realmente elegante. Sobre sus hombros se soltaba una extensa capa. Tenia el cabello lacio, de color rojizo, que le llegaba un poco mas abajo de los hombros. Sus ojos tenían una mirada sombría y eran extremadamente incómodos, con un tono inusual, ya que eran bordo brillante. En su tiempo fue considerado como el hombre mas misterioso del Santuario. Nasir de Lagarto.
 
Nasir contemplo a su alrededor, altas colinas se levantaban a sus espaldas, con colores apagados y débiles; en frente un enorme río tan negro como la oscuridad. No se podía divisar la otra orilla.
 
—Quien eres? —pregunto un hombre que se bajaba de su barca. Había llegado en ese momento, navegando por la penumbra del río de la muerte. Vestía una surplice un tanto peculiar, todos los delgados extremos no culminaban en un filo de muerte sino que terminaban en esferas. Además traía consigo un remo en sus manos.
 
—Soy un Santo de Plata, Nasir de Lagarto. Vas a llevarme en tu barca? —pregunto desafiándolo, a la vez que no apartaba su mirada fija.
 
—Acaso no sabes quien soy? —dijo con tono algo burlesco el espectro.
 
El santo lo observo bien. Armadura violeta, cosmo maligno, remo. Era suficiente con ello. Se trataba de aquel que transportaba las almas de los muertos al otro lado del río. 
—Eres Aqueronte, el barquero del Inframundo, no es así? —le contesto.
 
—Correcto. Soy Epiro de Aqueronte. Y seguramente sabes que para cruzar el río Aqueron debes pagarme, con algún objeto valioso. Monedas de oro, o de plata quizás...?
 
—Oh es cierto. Olvide que tu cobrabas por transportar a aquellos que llegan a este lugar. No tengo nada de valor conmigo. —dijo indiferente Nasir, después de todo no le importaba en lo mas mínimo.
 
—Entonces no podrás cruzar el río! Vete de aquí.
 
Como podía haber olvidado algo de valor? Era conocido por todos que, al difunto se le colocaban monedas en su cuerpo, para cuando llegasen al encuentro con el barquero. Si lo enfrentaba iba a quedar como un enemigo, y no era esa, precisamente, la imagen que quería ofrecerle a Hades de su persona.
 
Al ver que el Santo no se iba se acerco y le preguntó:
—Que haces en este lugar?
 
—Como que que hago? —contesto.
 
—Es evidente que no estas muerto. Aquellos que llegan hasta aquí, tienen el cuerpo putrefacto. A pesar de que eres un Santo de Athena, aun sigues con vida, y llegaste hasta este lugar...
 
—No estoy muerto. He venido a este lugar para ofrecerle un trato al Señor Hades.
 
—Un trato? Que clase de trato? —le preguntó interesado Epiro.
 
—Aunque haya empezado la batalla entre los espectros y los santos, la verdad es que no llegaremos muy lejos. A Athena al parecer, no le importamos. Luego, creo que es un buen momento para cambiar de bando. Por eso debo llegar ante Hades.
 
—Mmm, y que harás cuando llegues con él? —se notaba la desconfianza en su rostro.
 
—Yo... Yo debo llegar con él. No importa que suceda luego —dijo al momento que se saco su casco, revelando una pequeña cicatriz encima de su ojo izquierdo.
 
—Que? Esa apariencia... —el rostro de Epiro cambio y esta vez parecía aterrorizado —U...usted...? Q... Que hace en este lugar, mi Señor? —dijo arrodillándose al instante.
 
Aqueronte estaba inclinado frente al Santo de Plata? Que estaría ocurriendo? Nasir se exalto un poco. Sin embargo debía aprovechar la oportunidad:
—Llévame a la otra orilla —le dijo con un tono autoritario.
 
—Si, como diga.
 
Santuario de Athena.
~Al pie del Reloj de Fuego.
 
—Ustedes, encarguense de eliminar a estos santos de plata y bronce. Yo iré de prisa a los Doce Templos —Wyvern dio la orden a sus acompañantes. 
 
—Si!!
 
Cuando Trento se alejaba un grupo de santos de bronce lo obstaculizaron. 
 
—Apartense, miserables.
 
—No te dejaremos ni acercarte a los doce templos, maldito!! —gritaron los tres al unísono.
 
—Diamond Dust!! (Polvo de Diamantes!!).
—Unicorn Gallop!! (Galope de Unicornio!!).
—Transcendental look!! (Mirada Trascendental!!).
 
Los tres santos de bronce combinaron sus ataques. El poderoso ken se dirigía mortalmente hacia el juez. Trento se había detenido a observar y tenia la mirada oculta bajo la sombra de su casco. Cuando el golpe se acercaba, levanto su mano izquierda y lo detuvo. Impacto de lleno en la palma de su mano.
 
—Que!? —se sorprendieron los tres santos —Esto es...
 
—Ya lo comprendieron. Quitense del camino, ratas. De lo contrario los enviare al mundo de la muerte. Jajaja.
 
—Es.. Es muy fuerte para nosotros...
 
—No se apartaran?
 
—Diamond Dust!!
—Transcendental Look!!
—Unicorn Gallop!!
Nuevamente dirigían sus ataques al juez, pero esta vez el desplegó su enorme cosmos. La potencia del ataque les fue devuelta. Los Santos del Cisne, Unicornio y Telescopio cayeron al suelo, mientras se quejaban del dolor.
 
—Es inútil. Es la ultima vez que se los digo. Retirense o esta vez si que morirán. Los asesinaré!! —grito Trento de Wyvern despiadadamente.
 
—N... No.
—Ja...Jamas nos r...rendiremos.
—Nuestro deber es proteger el Santuario —dijo el Cisne, quien fue el único que se levanto rápidamente.
 
—Que valentía tan estúpida. Desaparezcan mocosos.
 
—Nosotros protegeremos a Athena hasta el final!!!
 
—Greatest Caution!! (Gran Caución!!).
El cosmos al máximo entre sus manos libero la energía acumulada en una devastadora serie de rayos violetas que impactaron en varios puntos de los cuerpos de los santos.
Las armaduras de bronce  resistieron apenas unos segundos antes de  resquebrajarse en diminutos fragmentos. 
La cloth del cisne fue la menos afectada. El aura congelante que la rodeaba tal vez desvío parte del ataque de alguna forma.
 
Los tres santos salieron despedidos, impactando contra las columnas y el suelo. Telescopio estaba totalmente herido y le fluía sangre del cuello. Estaba muerto. Asimismo Unicornio se encontraba sobre un gran charco de sangre. 
El cisne, salio disparado contra la vegetación, recibió múltiples impactos en su tórax y piernas. Resistió a duras penas el impacto, pero su vida se estaba extinguiendo.
 
—E... Espera! —dijo el Cisne antes de caer rendido.
 
Trento de Wyvern avanzo y cruzo la Arena de Combates. Vio a varios soldados allí, pero los ignoro.
 
Inframundo.
~Del otro lado del Río Aqueron.
 
—Hemos llegado. Disculpe mi atrevimiento al hablarle de esa forma. Debo regresar al otro lado para seguir transportando las almas de las personas que van llegando. 
 
Lo había logrado. Había cruzado el río de la muerte sin problemas. Ahora debía cruzar las ocho prisiones hasta culminar en Giudecca. 
 
Luego de subir una extensa escalera proveniente de las orillas del Aqueron, llego hasta la primera prisión. El Palacio del Silencio. Le esperaría un duro camino hasta la Octava Prisión. Una senda de violencia y terror que culminaría hasta el Dios que creo todo este mundo. Recorrería todo el Infierno para hallar lo que estaba buscando. Después de todo no le importo lo que leyó al entrar en los dominios de Hades.
"Aquellos que entren aquí, abandonen todas sus esperanzas".
 
Llego hasta la entrada de un templo enorme. Este tenia una hilera de columnas en el frente. Ocho columnas altas que ocultaban parte de su fachada central. Era la Primera Prisión. El lugar en donde se realizan los juicios a las almas de los muertos. Según el pecado cometido durante la vida, se caería en alguna de las otras prisiones. 
 
El Juez de Griffo era el encargado de enjuiciar las almas y enviarlas a las prisiones por toda la eternidad. Sin embargo, la Estrella Celestial de la Nobleza no estaba presente en el Inframundo. Junto con el juez infernal de Garuda, la Estrella Celestial de la Valentía, se encontraban ambos en la superficie, protegiendo el Castillo de Hades de los invasores que recientemente habían llegado.
 
Nasir de Lagarto tocó el portón central. No se escuchaba ni el sonido del viento. Era silencio absoluto. Había muertos en espera a ser llamados al tribunal, pero su presencia pasaba inadvertida ya que estos permanecían inamovibles. 
 
Cuando se dirigía a abrir el portón uno de los muertos le agarro desde atrás. Luego de un sobresalto, el santo lo observo bien. Una persona mas de las millones que habitaron el planeta. Una persona mas que iba a sufrir esas crueles condenas que les esperaba en el Infierno. Se pregunto a que se debía su intersección y pudo notar un cosmos actuando adentro del Palacio.
 
—Quien eres? —interrogo Enul de Balrog, desde la altura.
 
Como todos los muertos que llegaban a ese templo, debía presentarse. Pero, que debía decirle? Incluso el mas puro de los humanos alguna vez hubo cometido un pecado, y con este se ataría a una inevitable condena. Nasir no estaba allí para ser juzgado como un muerto. Estaba allí porque quería tener una audiencia con el Señor Hades. Como santo dentro de las filas del Santuario, su conocimiento podría serle útil al Dios del Inframundo. 
 
En medio de esos pensamientos no presto atención y olvido por unos breves instantes que estaba frente a un "juez".
 
—Responde. Cual es tu nombre? —Repitió el Espectro. Se lo notaba enojado. No tenia suficiente paciencia con los muertos, y menos estar en aquel lugar, en vez de combatir en la Guerra Sagrada que se había librado hace unos días.
 
—Lo siento. Soy Nasir —dijo el Santo pensando en que talvez fue un error haber entrado al Palacio del Silencio.
 
Mientras veía como el Espectro de Balrog ojeaba las hojas agregó:
—Es ese el Libro de los Muertos? —Nasir sin pensar —No debería perder el tiempo buscándome en ese archivo. 
—Que es lo que dices? No hay forma en que estés exento de este registro. La única manera es...
 
—Por eso lo digo —le interrumpió el santo de plata —No estoy muerto, he descendido al Inframundo para ofrecer mi ayuda al Señor Hades!
 
—Te refieres a que estas con vida.
 
—Si. Aun sigo con vida. He venido porque deseo brindarle apoyo a ustedes y al Señor Hades.
 
—Que tonterías estas diciendo...? —dijo Enul —Acaso piensas que alguien confiaría en lo que dices...? 
 
—Se trata de algo de extrema importancia. De lo contrario ambos ejércitos, ambos... No, de lo contrario... —No sabia que inventarle para que le creyera, se hallaba con una persona demasiada obstinada —No importa. Mi deseo es comunicarle eso a Hades —completo Nasir pensando en lo que le diría al Rey del Infierno.
 
—Eso? Que es eso? Es imposible. Por mas fuerza y voluntad que una persona puede tener si Hades no admite visitas te liquidará.
 
—De todas formas debo llegar con el. Aunque peligre mi vida. Es mi deber como guerrero.
 
La Estrella Celestial del Talento estuvo pensando unos momentos antes de contestar nuevamente. Debía tener cuidado con los santos de Athena. Ya se había encontrado con uno y no le había ido muy bien. 
 
—Piensas que me creeré ese cuento de ofrecerle ayuda al Señor Hades? No soy estúpido. Seras castigado por irrumpir el orden natural de este mundo.
 
—No. No espera, por favor —protesto Nasir. —Acaso no entiendes? Se trata de algo verdaderamente importante!!
 
—A que te refieres? —consulto Balrog, ofreciéndole tiempo.
 
—N..no puedo decírtelo —dijo con algo de timidez.
 
—Listo. Me canse de tus vueltas. Veremos cuales fueron tus pecados y si estos guardan alguna relación con lo que estas diciendo: Rencarnation!! (¡¡Reencarnación!!) —exclamo con furia Enul de Balrog.
 
Sin embargo no logro alcanzar al santo de Plata con su ataque. Lo había frenado por si mismo.
-"Que sucede? Porque me detuve?" -pensó Enul -"El es un enemigo. Un invasor que se adentro a los dominios de Hades y que esta rompiendo el orden natural. El... El debe ser castigado".
 
—Otra vez? Hay algo que me impide atacarte... Que es? Me siento intranquilo... Demasiado intranquilo. 
 
—Que te ocurre? Tu también...?
 
—Siento como si fuera a atacar a algo divino. Como puede ser... Acaso tu, realmente tu... eres un santo de plata... un santo de Athena?
 
—Que estas diciendo? Yo soy un guerrero que porta una de las ochenta y ocho cloths. 
 
Enul estaba envuelto en dudas. No podía atacarlo. No podía o mas bien no quería. Solo se había sentido así frente a una sola persona. Frente a su Señor Hades. Ahora, de imprevisto un santo había llegado al Palacio del Silencio y desprendía un cosmo similar al de Él. 
 
 -"No. Debes tranquilizarte... Solo se trata de un santo de Athena... En que estaba pensando? Eso... Eso es imposible!"
Fijando nuevamente la mirada en Nasir le dijo:
—No sé como habrás logrado convencer a Epiro del Río Aqueron, pero, te advierto que si muestras algún indicio o acción extraños, no dudaré en destruirte. Veremos quien eres realmente...
 
—Entonces... Me guiarás ante tu Maestro Hades? —le pregunto. En su rostro se dibujaba una expresión de satisfacción imposible de disimular.
 
—Lo haré. Pero te lo reitero. Una muestra extraña, la mas leve insinuación que pruebe que no estas del lado de nosotros los espectros y acabaré con la vida que has conseguido preservar. Entendido?
 
—Muy bien. Entonces vayamos.
 
Ambos salieron de allí, rumbo al Valle del Vendaval Oscuro. Ese puente que comunicaba con la Segunda Prisión. 
Era el lugar del Inframundo en el cual soplaban los vientos mas feroces, capaces de arrastrar personas hacia un vacío infinito, cayendo por siempre.  
—De ahora en mas, debemos cruzar las prisiones restantes. El Maestro se encuentra en Giudecca.
 
—Giudecca? —pregunto Nasir. Había oído de ese lugar, sin embargo, ahora no eran mas que vagos recuerdos.
 
—Es la octava y última de las prisiones infernales. El ultimo lugar del Infierno. Hades tiene que estar ahí. Si accede a tu petición, yo no soy nadie para objetar sus decisiones, pero si te rechaza, seré yo mismo quien apague el fuego de tu vida. 
 
—Entiendo... Nada de eso sucederá...  —musitó el santo de Plata —Estoy seguro que su Señor Hades entenderá la situación...
 
Era un momento incomodo entre los dos. Luego de esa advertencia dirigida a Nasir y su consiguiente respuesta hubo silencio. El mismo silencio silencioso de la Primera Prisión. El viento ya se había calmado. Y el único sonido audible era el de sus botas rozando el suelo.
 
Estaría bien llevar a un invasor a la ultima prisión? Había algo que no lo tranquilizaba. Algo extraño escondía el santo y llegando a Giudecca con su Dios posiblemente descubriera la razón.
 
Mientras cruzaban el ultimo tramo del puente el viento que al principio amenazaba con arrastrarlo al vacío ya no era mas que una leve brisa. A una distancia considerable los seguía un reducido grupo de espectros, siguiendo las ordenes de Enul. Vigilando cada movimiento y cada paso que realizaba el guerrero de Athena.


#57 Patriarca 8

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Publicado 01 mayo 2018 - 22:30

-Me pregunto por que siempre hay traidores en el Santuario XD

 

-Nasir de Lagarto es un personaje muy misterioso

 

-Me pregunto el motivo por el cual  Epiro de Aqueronte cambio de opinion

 

-La escena en que los caballeros de bronce emfrentan a Trento de Wyvern me recordó cuando los dorados se enfrentan a Rada en la saga de Hades

 

-Los espectros de Balrog siempre son unos impacientes

 

-El final fu muy intrigante


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