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20.Fics-2017: Mejor villana

Juegos y Dinamicas

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Editado por T-800, 05 enero 2019 - 21:20 .

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Publicado 19 abril 2017 - 23:01

FANFIC:

EL LEGADO DE ATENA

 

VILLANA:

ADONISIA DE PISCIS

 

 

Capítulo 59 (FRAGMENTO)

El día más oscuro. Parte VI.

 

Interior del Templo de Atena.

 

Jack de Leo golpeó con el hombro la puerta del Templo de Atena. La entrada se abrió de par en par con facilidad, permitiendo a ambos santos de oro pasar, mas cuando su visión fue asaltada por un panorama muy distinto al esperado se detuvieron en seco.

— ¿Qué está pasando aquí? —Jack preguntó, asombrado por ver las miles de rosas cubriendo el suelo, columnas y muros, mientras que el techo era una ventana hacia un cielo distinto al que había afuera.

Aquel sitio era una dimensión aparte, donde los cosmos del exterior sólo se percibían por la puerta abierta detrás de ellos.

Nauj de Libra observó los pétalos viajando en la corriente de aire que los acompañó al entrar, entendiendo que sin importar lo que hagan ambos ya se encontraban en desventaja, por lo que no se molestó en siquiera cubrirse la nariz, sabía que sería inútil.

Jack lo comprendió un segundo después que él, por lo que cierto nerviosismo se notó mientras decidía si continuar o no avanzando sobre el tapete de flores.

 

Puedo percibir el cosmos de Shai y Adonisia en cada rincón, pero no las veo por ninguna parte, es… como si ambas se hubieran fundido con el entorno, ¿qué diablos sucedió aquí? —Leo pensó, preocupado.

— Esto es una tontería —se adelantó Libra, extendiendo su cosmos para calcinar por completo las rosas del templo, todas, excepto una que se encontraba al fondo de la recámara de Atena.

Con seguridad, el santo de Libra avanzó hacia allá, seguido por Leo, quien mantuvo sus sentidos enfocados en detectar cualquier amenaza.

A medio camino, los pasos de los santos dorados bajaron su velocidad. Nauj fue el primero en detenerse por completo, mas Jack continuó avanzando, atraído por la curiosidad que le generó ver aquel enorme capullo, cuyas raíces crecían del pedestal donde la diosa Atena ha reposado en cada una de sus reencarnaciones.

— Espera —Nauj le advirtió.

— Hay alguien allí —Jack se negó a escucharlo, comenzando a resentir un extraño dolor por todo el cuerpo que no detuvo su andar.

 

El joven subió los pocos escalones que había hacia el pedestal y se encontró frente a frente con un gigantesco capullo, relleno de un espeso líquido rojo dentro del que un cuerpo desnudo flotaba. Era una joven mujer, de largo cabello oscuro, cuerpo delgado y bello aun cuando su piel presentaba numerosas heridas abiertas de las que emanaban un fluido marrón. Sus ojos se mantenían cerrados, difícil saber si sólo estaba inconsciente o se trataba de un cadáver. Lo más descorazonador, y extraño a la vez, era su vientre hinchado, indicando un posible y avanzado embarazo, mas era de su amplio ombligo del que salía más sustancia negruzca que de cualquiera de sus otras heridas.

Jack pegó su mano sana sobre el capullo de cristal y contempló con cuidado el rostro de la chica, descubriendo su identidad sólo hasta que sus dedos sintieron el débil palpitar de un cosmos, al mismo tiempo en que una solitaria burbuja de aire salió de la nariz de la mujer.

— ¡Es Shai! —Jack exclamó, horrorizado al ver la condición a la que había sido reducida — Está viva, debemos sacarla de allí — tosió un poco, girándose hacia el santo de Libra, quien no había avanzado ni un centímetro de donde se paró.

— Quizá eres tú el que debería de alejarse de allí — Libra sugirió, viendo cómo es que sangre comenzó a salir de la nariz de su compañero —. Esto es sin duda obra de la bruja de Piscis, ¿acaso no lo sientes? Ese capullo del demonio está desprendiendo un poderoso veneno, mientras más te acerques a él más nocivo será.

Jack se limpió el rostro con la mano y vio su sangre en ella.— ¡No podemos dejarla allí! —alegó, entendiendo el peligro.

— Y no lo haremos, sólo apártate —Nauj volvió a insistir, manifestando su cosmos.

Jack retrocedió, esperando a que Nauj ejecutara algún movimiento.

Yo no haría eso si fuera tú —ambos escucharon, era la voz de Adonisia que se desplazaba con eco por el lugar—. Aunque si tu deseo es matar a todos los pobres inocentes que están refugiados en el Santuario y Villa Rodorio, entonces adelante, no te detendré.

— ¡¿Qué es lo que le has hecho a Shai?! —Jack gritó, iracundo por la situación.

Nauj contuvo su ataque.— ¿Qué es lo que estás ocultando, bruja? —preguntó, intrigado por sus palabras.

Sencillo — las puertas del templo volvieron a cerrarse de manera estruendosa. Conforme las ondas del portazo se desplazaban por el templo, las rosas volvieron a crecer en el suelo y la dimensión se amplió, convirtiendo el interior del templo de Atena en un infinito paraje de flores al aire libre; sólo el pedestal y el capullo permanecieron tal cual.

La amazona de Piscis apareció de entre un tornado de pétalos blancos junto al gigantesco retoño, ilesa de cualquier herida anterior sufrida y una armadura dorada intacta—. Dentro de este capullo se está creando un veneno muy peligroso que podría liberarse si no se le cuida bien. Cualquier maltrato o daño provocará una abertura por la que el veneno correrá desde la cima de las doce casas hasta los pies de la montaña sagrada, e incluso más allá. Por ahora parece que no es capaz de matar a un santo dorado pero —la amazona miró a Jack, quien lucía más pálido y ojeroso tras haberse acercado a su creación—, quién sabe en unos minutos más.

Adonisia palpó el capullo con sumo cuidado, acariciándolo como si fuera el vientre de una mujer embarazada—. Es una lástima que hayan matado a Elphaba, era su hechizo lo que mantenía a salvo a todos los civiles de la maldición del sol, y bien pudo haberlos protegido de esta plaga que están tan dispuestos a liberar.

Nauj no se atrevió a dudar, por lo que salvar a la amazona de Virgo dejó de ser su prioridad.

— ¡Maldita! ¡Libera a Shai enseguida!— Leo ordenó, conteniéndose de no atacar pues temía herir a la amazona durmiente.

— ¿Dejarla libre? —Adonisia repitió, sin dejar de acariciar a su bello espécimen—. Me temo que eso es imposible. Verás, tuve que hacer unas pequeñas modificaciones a la química de su cuerpo, tantas que sacarla de allí significaría su muerte ¿eso es lo que quieres? —preguntó, riendo un poco—… Aunque si por algún milagro pudiera mantenerse viva fuera de esta pecera, su cuerpo será la fuente de un veneno mortífero, el cual segundo a segundo se vuelve más letal; todo aquel que se le acerque aunque sea a kilómetros de distancia caerá muerto, ¿esa es la clase de vida que quieres para ella? Oh no, ni yo puedo ser tan cruel, por eso la mantendré aquí, conmigo, y será su sangre y su cosmos lo que alimente mi jardín hasta el final de mis días… y quizá aún después de eso.

Jack quedó en shock al escuchar tan abominables palabras, siendo Nauj quien tomara la palabra.

— ¿Y cuál es tu plan, lunática? Si piensas que será un rehén por la cual no me moveré, estás muy equivocada —Libra sentenció, decidido a atacar.

— ¡Nauj, basta! —Jack corrió para interponerse en el camino del santo de Libra—. ¡No puedes hablar en serio! Después de lo que ella hizo por ti, tú no…—recriminó, mirándolo a los ojos, pero sus palabras se bloquearon en su garganta ante la determinación que vio en la mirada de su compañero.

El santo de Leo se giró rápidamente hacia Adonisia de Piscis—. ¡Devuélvela a la normalidad! ¡Si no lo haces…! —dudó, corrigiéndose de inmediato—. Si lo haces, perdonaremos tu vida.

Adonisia calló un par de segundos antes de soltar una carcajada que no le fue fácil aplacar.

— Vaya broma. ¿Ustedes me perdonarán la vida, a mí? —cuestionó, hilarante—. Aunque no entiendo cómo es que escaparon de las garras de Albert, la verdad es que la batalla que sostuvieron con él ha dejado marca en ustedes, sin mencionar que, en el segundo en que entraron aquí mis rosas comenzaron a jugar con sus cuerpos. No, caballeros, su convenio no satisface mis intereses.

 

Adonisia caminó un poco hacia ellos, como si se posicionara para combatir.

— Además, admitiré que es la primera vez que llevo a cabo un experimento así, por lo que temo que no hay manera de revertir lo que he hecho con esta mujer —explicó con maldad—. Y aunque pudiera, no lo haría. La pequeña rebelión de Albert me ha permitido explorar el alcance de mis poderes de formas en las que jamás creí posibles —extendió los brazos a los lados, como si con ellos pudiera abrazar toda su creación.

— Eres… un monstruo —Jack musitó, atragantado con su propio enojo y frustración.

— ¿Tanto te importa esta mujer?—Adonisia preguntó con cinismo—. ¿Es por su belleza, no es cierto? Lo comprendo bien, su cautivador rostro, su poder, su cuerpo, su hermosura, su alma, toda ella es perfecta. Aun con su cuerpo magullado y rostro marcado, esa perfección no desaparece —tocó su máscara como si imaginara que tocara el rostro de Shai de Virgo una vez más—, es por eso que la elegí, para convertirla en la flor más hermosa de mi jardín, donde sólo yo y mis rosas seremos inmunes a su perfecta mortalidad. ¡Nadie nunca podrá acercarse a ella, su vitalidad es lo que le dará una nueva fuerza a este lugar! ¡Y ustedes se convertirán en abono para su crecimiento!

El cosmos de Piscis creció a su alrededor. Para los sentidos de los santos dorados, era evidente que la mujer no hablaba por hablar, podían sentir los latidos del cosmos de Shai palpitando en la estela dorada que cubría a su enemiga, así como en cada rosa que reaccionó a la voluntad de la amazona de Piscis.

Piscis tomó una rosa negra y la lanzó hacia sus oponentes, en el acto todas las rosas pirañas cercanas volaron contra los blancos seleccionados.

Ante las numerosas rosas negras viniendo por todos los flancos, Jack reaccionó atinadamente. —¡No te muevas! —le indicó a Nauj—. Lighting plasma! (¡Plasma Relámpago!).

Lanzando un golpe al cielo, millares de rayos dorados emergieron de sus nudillos, los cuales impactaron el centro de cada rosa negra que intentó alcanzarlos, desintegrándolas en el acto. Cuando las rosas negras fueron desintegradas, los haces resplandecientes se redirigieron hacia la amazona de Piscis, quien temerariamente se adentró a la red de luz. Aunque algunos rayos alcanzaron a perforar las hombreras de su armadura y los muslos de sus piernas, ella logró su cometido, llegar a la fuente de los resplandores y clavar una rosa en el pecho desnudo del santo de Leo.

Por la cercanía, el santo de Libra reaccionó y sujetó el brazo de la amazona para que no escapara, golpeándola en el estómago con su puño recargado de cosmos. — ¡Estallido relámpago!

El poder descargado reventó la armadura de Piscis desde el cinturón hasta el peto. Adonisia fue lanzada con potencia hacia el horizonte, cayendo al suelo, donde pareció hundirse y desaparecer de la vista de todos.

 

Nauj rápidamente se volvió hacia Jack, quien se encontraba de rodillas, con el cuerpo tembloroso y escupiendo sangre por el dolor. Con su mano intentaba tocar la flor blanca que se había clavado en su corazón.

Cuando el santo de Libra notó que los pétalos de la rosa comenzaron a teñirse de rojo, entendió lo que debía hacer, por lo que sin miramientos extrajo el tallo de un solo movimiento, saliendo un hilo de sangre a presión que intentó cubrir con la palma de la mano.

Leo se encorvó aún más, soltando un gemido al momento de oprimir también la herida en su pecho.

—Recupérate, porque esa bruja no nos dará tregua —Libra le dijo, estaba preocupado por él pero no podía permitirle desfallecer ahora.

Jack sólo asintió, visiblemente debilitado por el golpe de la rosa sangrienta.

Parece que saben trabajar en equipo —Adonisia se dejó escuchar, anticipando su reaparición en el campo de batalla, emergiendo de entre las rosas como si fuera una más de ellas. Para preocupación de los santos, la amazona lucía ilesa y revitalizada.

— Pero jamás podrán superar el estrecho lazo que yo tengo con este invernadero, el cual he hecho florecer con la sangre de mis enemigos. Sus vidas segadas por mí lo han fortalecido, y ahora ha evolucionado a niveles insospechados —Adonisia rió—. De haber sabido que sembrar a una amazona de oro aquí traería tan buenos resultados, hace muchos años lo habría hecho. Lo que hace preguntarme, qué clase de poder obtendrá mi invernadero cuando absorba la vida de dos santos dorados más.

— ¡Eso no va a suceder, zorra infeliz!

Libra se desplazó a toda velocidad por el campo de rosas, concentrando en su puño derecho el resplandor de su cosmo. — ¡Choque de Estrellas!

Piscis desplegó su gran escudo de oro y cristal, el cual se destruyó tras absorber el impacto de Libra, liberando cientos de destellos que viajaron como rosas doradas hacia el santo. Nauj se impulsó a través de los proyectiles florales, sin importarle ser golpeado por ellos. La fortaleza de su cuerpo superó cualquier fuerza de estos, y aun tras ser herido alcanzó a Adonisia.

Libra cerró fuertemente su mano sobre el cuello de la amazona, a poco de partirlo en dos en el primer apretón. La alzó del suelo para impedir su truco de viajar por entre las rosas, estrangulándola sin consideración. Nauj precipitó su puño libre con la intención de sacarle él mismo el corazón, mas una fuerte mano contuvo su golpe.

— ¡Pero…! ¡¿Tú?! —Libra clamó con desconcierto al ver al hombre que surgió como ángel protector de la infame mujer.

El impávido guerrero aprovechó la turbación del santo de Libra para sujetar su otra mano, obligándolo a liberar a la prisionera cuando sintió que los huesos de sus brazos comenzaron a congelarse.

Nauj intentó resistirse al congelamiento, pero supo que no lo lograría, por lo que a modo de estrategia se dejó caer hacia atrás y utilizó sus piernas para lanzar lejos a su nuevo enemigo.

Al levantarse, el santo de Libra ya tenía en sus manos el tridente y la barra triple de su cloth señalando a los dos enemigos que lo rodeaban.

— ¿Con que así serán las cosas, no? —Libra espetó, mirando de reojo a la amazona de Piscis.

 

En la distancia, Jack observó la situación y no supo qué pensar al reconocer al nuevo aliado de Adonisia.— ¡¿Terario?! ¡¿Por qué él…?! ¡Oh, no! — se respondió a sí mismo al notar los mismos síntomas que vio en el dios guerrero de Mizar no hace mucho tiempo. El color aguamarina en sus pupilas, las venas azules marcadas en su rostro y piel. Sin duda bajo la renovada armadura de Acuario una de esas malditas rosas debía hallarse incrustada en su pecho.

 

— Si crees que ocultándote detrás de una marioneta sin voluntad te librarás de tu castigo, estás muy equivocada— Libra aclaró, notando lo mismo que Jack a lo lejos—. Aunque me sorprende, ¿cómo es que justamente este hombre fue tan imbécil como para caer en tus redes?

Recuperada, la amazona de Piscis habló—: Se resistió, debo admitirlo, pero todos poseen un punto débil, los más desdichados son aquellos que lo tienen en la forma de otro ser viviente. Los más astutos saben cómo esconderlo o son lo suficiente listos para mantenerlos lejos de ellos… Fue fácil deducir cuál podría ser el de el impasible santo de Acuario, imaginarán cuál fue mi sorpresa al haber acertado —dijo con cinismo—. Sólo intercambié vida por vida, un trato justo —explicó, recordando el momento en que envenenó a la ilusa chica rubia cuyo nombre no se preocupó en memorizar—. Además, tenía que asegurar a un aliado que me respalde por si Albert decidiera de repente traicionarme.

 

 

Sin decir palabra, Terario manifestó su cosmos dorado y preparó su ataque invernal.


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EL LEGADO DE ATENA - Capítulo 67. "Epílogo"


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