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19.Fics-2017: Mejor villano

Juegos y Dinamicas

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#1 Patriarca 8

Patriarca 8

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Publicado 07 abril 2017 - 17:59


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Editado por T-800, 05 enero 2019 - 21:17 .

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#2 Seph_girl

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    Marine Shogun Crisaor / SNK Nurse

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Publicado 19 abril 2017 - 23:13

FANFIC:

EL LEGADO DE ATENA

 

VILLANO:

SENNEFER, PATRONO DEL ZOHAR DE ESTÉROPES

 

 

Capítulo 55 (FRAGMENTOS)

El día más oscuro, Parte II

 

En algún lugar de Egipto.

 

Sennefer emergió de la fuente de oscuridad que contaminaba al mundo con una maldición.

En él, las placas diamantadas del zohar de Estéropes brillaron con la poca luz natural que entraba a su fortaleza subterránea, una mastaba antigua que por muchos siglos fue su prisión.

Llegas tarde de nuevo, Apóstol Sagrado de Horus —se mofó de quien más percibía odio a su persona—. Y vuelves a presentarte ante mí revestido con una inocente y lastimera esperanza.

— ¡Esta vez será diferente! —se adelantó Kaia, Apóstol Sagrada de Isis—. No tienes nada con qué amedrentarnos. Te haremos pagar lo que les hiciste a nuestros compañeros y a nuestros reyes.

Elogio su valentía, pero con la Corona Oscura de Sokaris en el cielo temo que su lucha sólo les brindará efímeros momentos de vida… los suficientes para poner a prueba mis mejoradas habilidades. —Sennefer sujetó con fuerza el Cetro de Anubis.

— ¡¿Qué es lo que has hecho aquí Sennefer?! —decidió cuestionar el santo de Cáncer, inquieto por lo que veía y sentía en el lugar.

Te recuerdo, santo de Cáncer. Al fin nos conocemos en persona —dijo el Patrono con hilaridad—. Es un gusto para mí que llegaras a mi humilde morada… La verdad es que eres el segundo mortal que más ha estado cerca de derrotarme, por lo que será un honor para mí hacerte frente.

— Puedes apostar que esta vez no fracasaré. Aunque tenga que arrastrarte conmigo al otro mundo cumpliré con mi encomienda —respondió Kenai.

— En esta ocasión no escaparás— secundó Assiut de Horus—. Acabaremos con la maldición que has esparcido por el mundo.

Me complace decirles que esto que ha iniciado es irreversible —Sennefer aseguró con malignidad.

La Corona Oscura de Sokaris es un medio por el cual abrimos una brecha a este mundo del que se nos expulsó hace milenios —dijo Ehrimanes, deteniendo a voluntad el flujo de sangre que salía de su cuerpo al haber perdido la mitad de sus brazos—. Tú conoces esa historia, ¿no es así Clyde?

El dios guerrero no asintió, sólo le dedicó una mirada gélida al demonio.

Hemos sido pocos los que logramos superar todas las barreras hostiles que nos impedían el llegar y permanecer aquí, y encontramos la forma de traer al resto de nuestros hermanos a “casa” para disfrutar de los nuevos placeres que hemos descubierto. Por supuesto que se necesitaba pagar un precio: ¡vidas humanas!

— Las desapariciones —escapó de los labios de Calíope de Tauro el pensamiento que llegó a ella—… como la isla Andrómeda.

Demasiado tarde para darse cuenta ¿cierto?—la criatura sonrió maliciosa—. Porque mientras todos ustedes se escondían en sus refugios y temían de los Patronos, nosotros tomamos algunos cientos que fueron sacrificados justo en este lugar. —Ehrimanes señaló la fosa con su barbilla.

— ¡Malditos monstruos! —clamó la amazona de oro.

Y habríamos requerido más, pero en este tiempo no existen humanos suficientes en el planeta para llevar a cabo el ritual y al mismo tiempo satisfacer a nuestros congéneres —Ehrimanes prosiguió—. Gracias al santo de Capricornio pudimos prescindir de ellos y dejar que el resto de los seres humanos que quedan aquí sean meros recipientes para la familia.

— ¡¿Qué estás diciendo?! —cuestionó Kenai de Cáncer, alarmado.

— Es… verdad —alcanzó a decir la asgardiana Freya, quien luchaba por mantenerse consiente en los brazos de Clyde—. Sugita fue… arrojado a ese pozo…

— No puede ser… —Calíope de Tauro se lamentó unos segundos—. Pero cómo… él estaba a salvo en el Santuario…

— Ahora lo entiendo —musitó el santo de Cáncer, cuyo semblante cambió paulatinamente de sorpresa a furia pura—. Esa es la razón por la que la maldición posee tal fuerza —se dijo.

— ¿De qué estás hablando? —deseó saber Assiut.

— Eso ya no importa —respondió Kenai—, lo único que nos queda por hacer es detener a este par de monstruos y cerrar el portal.

— Se dice fácil —añadió Clyde en voz baja.

Todos ustedes vinieron aquí buscando satisfacer sus deseos de venganza, oculta bajo los cánticos de justicia que son típicos de su especie —Sennefer intervino—. Es hora de que dejen de ocultar sus verdaderos seres, lo último que experimentarán en sus vida será ese despertar. Después serán premiados por las tinieblas.

 

El ka de Sennefer brilló a su alrededor. La columna de oscuridad reaccionó a su energía y expulsó un torbellino de poder que golpeó a todos los presentes.

Clyde sujetó a Freya contra su pecho, evitándole cualquier otro daño, mas para cuando el vendaval aplacó su intensidad debió moverse con agilidad antes de que Ehrimanes lo pateara.

La criatura lo persiguió por el lugar, adentrándose más a la mastaba hasta perderse de vista para el resto de los guerreros. Tras un último ataque fallido, Ehrimanes permaneció de cuclillas en medio del cráter que dejó su caída, mirando con desafío al dios guerrero de Megrez.

Hay algo que ha cambiado en ti, Clyde. Y no hablo sólo de que pareces estar dispuesto a destruirme sin importarte ya mi recipiente, tus movimientos dejaron de ser los de un vejestorio resignado a morir —enfatizó al mover los muñones en sus brazos.

— Ja, en este tiempo no eres el único que ha hecho nuevos amigos Ehrimanes, fue uno de ellos quien reparó el cuerpo que tanto me empeñé en atrofiar para ti— Clyde explicó, realizando unos rápidos trazos en el suelo con la punta de su espada llameante—. Y ahora, utilizaré el poder que recuperé para hacerte pagar todo lo que me has hecho a mí y a Aifor.

Ehrimanes se rió antes de enderezarse. Su cosmos pútrido y oscuro lo envolvió, centrándose en los muñones cercenados.

Ahora que mi poder ha aumentado, ningún trato podrá salvarte de mí —aseguró, siendo tras un esfuerzo de sus músculos por el que nuevos brazos crecieron en su cuerpo. Suplantando los miembros perdidos, su brazo derecho parecía estar hecho de magma y roca fundida, envuelto por llamas tan intensas como las de la espada de Megrez; su brazo izquierdo cambió a una despiadada garra de fragmentos de hielo que desprendía  vapor glaciar.

El dios guerrero de Delta dejó a Freya sobre los símbolos que dibujó en el suelo, esperanzado en que aquello la sanaría o cuando menos la mantendría protegida hasta que lograra su objetivo. Lo único que tenía que hacer era alejar al enemigo de ella y esperar que los dioses la protegieran.

Como si hubiera podido leer su pensamiento, Ehrimanes miró a la convaleciente Freya con un deje de maldad, buscando provocar al dios guerrero y teniendo éxito, pues Clyde arremetió en su contra de inmediato.

 

Kenai de Cáncer, Calíope de Tauro, Assiut de Horus y Kaia de Isis se repusieron rápidamente de la ventisca, siendo Assiut quien se adelantara para contraatacar. El ka del Apóstol Sagrado de Horus brilló como el sol dentro de la cámara subterránea pero ni así las densas sombras se dispersaron por un instante.

Los haces de luz fueron contra el Patrono quien sólo extendió la mano derecha, y ante su palma el ataque se congeló tal cual si el tiempo hubiera sido detenido. Sin embargo estos sólo se desvanecieron cual velas encendidas que recibieron un soplido de aire.

La Apóstol Sagrada de Isis atacó por el flanco izquierdo. — ¡Lagrimas de Isis!

Siendo acompañada por Calíope de Tauro que arremetió por el flanco derecho— ¡Gran cuerno!

Centenares de explosiones ocurrieron alrededor del Patrono sin que ninguna llegara a impactar sobre su armadura.

Se escuchó un sonido metálico cuando Assiut desenfundó las espadas de Horus para atacar, adentrándose en la humareda  y lanzando un corte preciso sobre la cabeza del inmortal.

El choque de metal contra metal retumbó por la mastaba, siendo instantes después que el Apóstol Sagrado de Horus salió despedido de la nube terrosa al ser repelido por una fuerza que contrarrestó su mandoble.

Assiut cayó de pie, manteniendo los sables en alto al sentirse perseguido por el enemigo, pero ante él sólo se descubría poco a poco la imagen de Sennefer y la de otro individuo que causó desconcierto en los presentes.

Para Assiut fue como verse ante un espejo, pues ese hombre vestía una armadura idéntica al alba sagrada de Horus y sujetaba con firmeza una réplica exacta de los sables que él mismo sostenía. Aquel guerrero fue quien sin dudas se interpuso en su camino.

— ¿Qué significa esto? —Assiut indagó, preocupado y a la vez furioso—. ¡¿Qué nueva treta tuya es esta, Sennefer?! ¡¿Hasta cuándo continuarás ocultándote detrás de tus marionetas?! ¡Hacer una copia mía no va a salvarte! —El Apóstol alistó sus sables para atacar.

¿Una réplica? Eso sería una bajeza imperdonable —respondió al agravio con tranquilidad.

Sin recibir ninguna clase de orden, el recién aparecido se lanzó a gran velocidad sobre Assiut, obligándolo a un intercambio de espadazos en el que el resto no encontraba manera de interferir.

¿Por qué crear una imitación cuando puedo invocar a un auténtico guerrero? —el Patrono dijo, burlesco.

Y como si tales palabras hubieran retirado un nubarrón que ocultaba el rostro del misterioso hombre, Assiut quedó perplejo al descubrir que no era un doble a quien combatía, sino a un individuo al que no esperó ver nunca más.

— …No… puede ser… —musitó con total desconcierto. Assiut logró contener los sables de su enemigo cruzando los suyos, resintiendo la fuerza de su oponente que lo llevó a pegar una rodilla al suelo.

No sólo sus ojos temblaban al ver al hombre sobre él, todo su cuerpo se estremeció y por un instante sus brazos perdieron firmeza, siendo un momento aprovechado por el enemigo para desarmarlo con su sable izquierdo y arremeter contra su cuerpo con el derecho.

 

Kaia de Isis interpuso uno de sus brazos para detener el avance de la espada que hubiera decapitado a su hermano de batalla. El brazal de su alba resistió lo suficiente como para no perder su extremidad, mas la lesión fue grave y la sangre brincó de manera escandalosa sobre Assiut, quien continuaba perplejo.

— ¡Reacciona de una vez! ¡¿Qué es lo que pasa contigo?! —ella le pidió, aguantando el dolor.

La Apóstol de Isis lanzó golpes contra el adversario, quien se resistió a retroceder. Kaia no tuvo más remedio que crear distancia con un par de patadas con las que logró empujarlo hacia atrás. El guerrero de Sennefer desplegó su ka a través de sus sables, creando ráfagas cortantes contra ambos Apóstoles.

Kaia inmediatamente se lanzó sobre Assiut para apartarlo del peligro, rodando ambos por el suelo.

En cuanto el guerrero de Sennefer se impulsó hacia ellos, la amazona de Tauro apareció por un costado, propinándole un derechazo que frenó la persecución. El guerrero cayó pesadamente al suelo, alzándose de forma inmediata e interponiendo sus armas como escudos. Calíope de Tauro permaneció de pie entre él y los Apóstoles al saberlos blancos fáciles.

 

Kaia fue la primera en levantarse, desconcertada por la repentina ineptitud de su compañero. No era propio de él cometer tales descuidos.

Lentamente el Apóstol de Horus comenzó a ponerse de pie, todo su cuerpo temblaba, pero ya no por desconcierto, sino por el coraje que sentía al ser consciente de la profanación a sus recuerdos.

Ante la situación, Kaia decidió hablarle con discreción—: Assiut, si no te crees capaz…

— Es mi padre —el Apóstol confesó en voz alta, siendo sólo Kaia quien comprendiera el verdadero malestar de Assiut—… Harakhty, antiguo Apóstol Sagrado de Horus.

— ¡¿Tu padre?! —repitió ella, mirando con sorpresa al que podría ser un doble del Apóstol de Horus, mas al prestar completa atención en él descubrió que bajo esa armadura se encontraba un hombre con rasgos diferentes y de mayor edad—. Eso es…

— ¿Imposible? ¡Lo sé! —vociferó el Apóstol, mirando con profundo odio al Patrono, quien permanecía inamovible en la distancia—. ¡¿Cómo?! ¡Dime cómo lo hiciste! —exigió, sabiendo en el alma que aquello no era una simple manifestación, ni siquiera una ilusión—. ¡Tú destruiste su cuerpo…! ¡Hiciste que lo devoraran! ¡¿Cómo es que pudiste traerlo de vuelta?!

Deberías mostrar gratitud, Apóstol Sagrado de Horus. No deseo que los estigmas bajo los que nacimos nos condenen a repetir la calamidad del pasado. Yo que represento a Seth asesiné y despedacé al padre de Horus, siendo esto lo que dio nacimiento al guerrero que estaba destinado a destruirlo —explicó, sarcástico—. Así que helo aquí, lo regreso a tu vida esperando que te sientas complacido.

— ¡Eres un infeliz al que jamás perdonaré! —clamó el Apóstol, casi fuera de sí.

No he exaltado mis dones en vano. Ya he dicho que mis poderes se han incrementado en más de una forma —Sennefer respondió—. Y con el Cetro de Anubis unido a mí he superado los límites que cualquier mortal tiene hacia el mundo de los muertos. No necesito de ningún cadáver para regresarle a un alma la vida, ni tampoco permiso del más allá para hacerlo —rió con hilaridad—. Dicen que sólo los dioses tienen la habilidad de regresar a un mortal enteramente a la vida, y ante ustedes el milagro ocurre, ¿acaso eso me hace el nuevo dios de la muerte? —preguntó, mirando con presunción a sus enemigos.

Kenai de Cáncer había estado analizando la situación con todos sus sentidos, corroborando con indignación las palabras del Patrono de Estéropes. Aquella “resurrección” no era común entre los shamanes de la antigüedad, quienes utilizaban los restos del difunto para unir su alma y que éste pudiera volver a andar por el mundo de los mortales… de alguna manera el Cetro de Anubis había ganado la capacidad de revivir a alguien con la misma eficacia que lo haría una divinidad.

— Sabes bien que no lo eres, ni lo serás. La misma muerte aguarda tu visita Sennefer, y esta vez me aseguraré de que en verdad acudas a ella— dijo el santo de Cáncer.

¿Hablas de esa insignificante e inexperta entidad que colocaron en el trono del Duat? —el Patrono se mofó—. Mientras el Cetro de Anubis esté bajo mi poder, eso no puede tocarme… Pero no temas, prometo que una vez que este reino sea enteramente nuestro iré a verle, pero sólo para removerlo del trono que injustamente le fue dado.

— Si fueras tan poderoso como presumes no tendrías que depender de otros para que luchen tus batallas —alegó la amazona de Tauro.

¿Acaso los dioses no preparan guerreros para conquistar a sus enemigos? —Sennefer cuestionó soberbio—.  En todo caso, desde la antigüedad los guerreros se fortalecen de cada batalla victoriosa, de cada enemigo derrotado; el fuerte se alimenta del débil y existieron quienes creían que devorando a sus enemigos se adueñaban de sus espíritus y aptitudes —sonrió con malicia—. Es algo que yo mismo he practicado desde que me convertí en Apóstol, y que como shaman tú deberías entender, santo de Cáncer —miró al susodicho—. Cada enemigo derrotado es un alma que puedes reclamar para servirte. La vida de ese hombre estaba consagrada a proteger mi lugar de descanso, por ello pensé en atribuirle su dedicación conservando su alma a mi servicio, ese sería el mejor de los agradecimientos, y reunirlo con su primogénito mi mayor regalo.

 

Assiut, Kaia y Calíope tomaron ese instante de distracción de Sennefer para movilizarse. La amazona de Tauro desplegó su técnica hacia Harakhty, quien contuvo el cosmos liberado con el filo de sus espadas. Esto impidió que pudiera perseguir a los Apóstoles que se arrojaron sobre Sennefer.

El ka de los Apóstoles brilló con fuerza, preparando sus volátiles técnicas, mas antes de poder ejecutar cualquiera de ellas fueron golpeados por algo que frenó su avance de manera súbita y los tumbó al suelo, tal cual hubieran chocado contra un muro invisible.

Kenai  vio la estela rojiza que pasó a través de los Apóstoles, por lo que esquivó los proyectiles rojos que se precipitaron sobre él, siendo sólo uno de ellos el que impactó en su brazo derecho. El santo miró sorprendido un diminuto agujero en su brazal del cual se propagó un intensó dolor.

De nueva cuenta, entre Sennefer y sus enemigos apareció una figura que pretendía defender a su amo.

Kenai abrió los ojos con gran sorpresa, quedando inmóvil ante el hombre que reconoció fácilmente.

 

El ka de Harakhty de Horus neutralizó el feroz ataque de la amazona, quedando frente a frente. Una vez que los residuos cósmicos permitieran algo más de visión, Calíope distinguió a un nuevo oponente en el campo de batalla, fue un mero instante en el que se sintió frustrada pensando en los percances que esto traería, pero se quedó corta de aliento cuando pudo reconocerlo…

Allá, al mirar por encima del hombro de Harakhty de Horus, distinguió una capa carmesí ondeando sobre una armadura dorada… Allí estaba alguien a quien no esperó volver a ver tan pronto en su vida.

— ¿Souva?... —musitó incrédula.

 

/ - / - / -

 

Egipto

 

— No es posible… ¡Souva!

La impresión logró que la amazona olvidara por un momento el lugar y situación en la que se encontraba. Por suerte, el enemigo ante ella recibió la instrucción silenciosa de apartarse del camino y regresar al lado de su amo.

— ¿Realmente eres tú? —ella preguntó al hombre de capa roja, quien permaneció en silencio—. ¡Kenai, dime qué es lo que está pasando! ¿En verdad es él?

— Él —Kenai se atragantó, sabiendo lo mucho que sus palabras podrían afectar a la amazona—… No es posible que pueda ser él —intentó convencer no sólo a ella, sino así mismo—. No hay manera, su alma debió estar fuera de tu alcance—recriminó al Patrono de Estéropes.

Es cierto que yo no cacé tan valiosa alma, pero me fue dada como un último presente de mi salvador. Tengo entendido que este hombre fue asesinado por el mismo señor Avanish, algo que no cualquier mortal puede presumir —Sennefer explicó—. ¿Fue un honor o un castigo para él? No sabría decirlo, pero determiné ponerlo a mi servicio como una expiación a sus últimas acciones.

 

— De nuevo pretendes esconderte  en vez de enfrentar tus propias peleas —dijo Assiut, al ponerse de pie junto a Kaia de Isis.

Les prometí que exteriorizarían su verdadera naturaleza al final de esta batalla, jóvenes justicieros —reprimió una risa—. Les recomiendo que no menosprecien mi participación en esto, las artes shamanicas continúan siendo mi mayor fortaleza, ellos dos son  extensiones de mi poder, podría invocar a otros si eso les place. ¿Desearían ver a su antigua Faraona de nuevo? ¿A sus camaradas que murieron en el asalto a Meskhenet? Hay un gran repertorio del que puedo hacer uso, mas elegí a estos dos peones al ser de los pocos que pueden causarles auténtica desesperación…

 

Calíope contemplaba al renacido santo de Escorpión, buscando en él una prueba que la convenciera de que se trataba de un impostor, un truco de un hombre malvado para hacerla dudar, pero no encontró nada... Ni siquiera ver ese semblante serio que opacaba su rostro y contrastaba con los osados gestos que siempre acompañaron su faz era suficiente.

Al final la amazona terminó comprimiendo sus manos con fuerza.— Esto… esto es inaudito… ¡No te saldrás con la tuya! ¡¿Me oyes?! ¡Yo misma te destruiré!

Demuestra que serás capaz de tal hazaña— pidió el Patrono.

El cosmos de Souva de Escorpión se alzó de forma prominente, desapareciendo toda duda en sus compañeros, en verdad era él.

 

Calíope no logró reaccionar al primer golpe. Le sorprendió que la rodilla del Escorpión se hubiera incrustado en su vientre con tal facilidad.

¡No pude verlo…! —pensó consternada—. ¿Siempre fue así de rápido?

El impacto la arrojó lejos, cayendo de pie al haber maniobrado con las palmas de sus manos en el suelo.

En cuanto enderezó la espalda debió alzar las manos para atrapar las muñecas del espectro de Escorpión.

Calíope observó las alargadas uñas carmesí en los dedos del santo dorado muy cerca de su cuello, de no haberlas detenido seguramente ahora estarían clavadas en su yugular.

— ¿La kata del aguijón, eh? Desafortunadamente para ti, la conozco muy bien—musitó la amazona, reteniendo fuertemente los brazos de su enemigo quien intentaba liberarse— …. Yo… me niego a creer… que el hombre que murió en mis brazos sea ahora el enclenque de una escoria como Sennefer… Pero si eres en verdad tú… Souva… si en verdad eres tú… yo… ¡No pienso contenerme!—clamó, apretando con más fuerza los brazales de oro, que comenzaron a cuartearse.

Ambos elevaron sus cosmos en un duelo de fuerza donde claramente la amazona dorada tenía la ventaja, sin embargo su enemigo también conocía a la perfección el alcance del poder de la amazona.

El estoico santo de Escorpión giró repentinamente sus muñecas con una destreza inconcebible, pudiendo invertir el agarre para jalar a la amazona hacia abajo al mismo tiempo que alzaba la pierna izquierda, adaptando una pose que simulaba la de un escorpión a punto de aguijonear a su presa.

Fue un instante fugaz en el que el cuerpo del santo giró para encajar la punta de su pie en la espalda de Calíope de Tauro para rematarla contra el suelo. El impacto resonó por el lugar, cuarteando el suelo bajo ellos.

 

El santo del Escorpión dejó su pie descansar sobre la espalda de la amazona quien yacía inerte en el suelo, alistando los aguijones carmesí para darle un golpe mortal.

Sin embargo, Souva tuvo que alejarse para evitar un corte con el que Kenai de Cáncer lo habría decapitado.

El santo de Cáncer permaneció cerca de su compañera, sosteniendo en sus manos una gran y tenebrosa hoz echa de huesos y con un filo curvo resplandeciente. Calíope de Tauro no tardó en moverse, buscando el ponerse de pie, mas el último golpe dejó su cuerpo un poco entumecido.

— Calíope, lo mejor será que me dejes el ataque frontal a mí— Kenai indicó, sin mirarla.

— No me hagas reír —la amazona se mofó, alzándose con el orgullo herido—… Sólo porque tú sabes de estas brujerías no significa que yo sea menos…

— No te equivoques, no te estoy pidiendo que te abstengas de intervenir, sino que me dejes ir al frente —Kenai se corrigió—. Me es claro que si peleamos contra ese espectro de manera individual jamás podremos detenerle… Souva siempre fue un guerrero muy poderoso, por más que intentara ocultarlo bajo una actitud cínica y despreocupada era alguien a quien se le debía temer. — El santo giró la hoz, interponiéndola como escudo ante el rival que claramente buscaba el mejor momento de atacar.

— Y aunque ahora sea un espíritu, mis habilidades como shaman no me permiten ayudarlo,  su alma está atada al Cetro de Anubis y es imposible quebrar esa unión. Por lo que tenemos dos opciones: yo puedo destruir su alma o…

— Destruir ese maldito cetro. —Los ojos de Calíope miraron hacia donde el Patrono continuaba apartado de las batallas.

— Ambos casos son complicados, pero no imposibles. —Aunque Kenai sabía que sus dones serían más efectivos contra el espectro, los lazos de hermandad hacia su compañero caído le impedían elegir la primera opción. Además, su misión primordial era Sennefer, tenía que encontrar alguna forma de derrotarlo antes de que fuera muy tarde.

 

/ - / - /

 

Al mismo tiempo en que el santo dorado revivido comenzó su ataque, el antiguo Apóstol Sagrado de Horus se arrojó hacia los jóvenes Apóstoles en un ataque relámpago. Assiut lo interceptó, volviendo al duelo de espadas. Cada choque desataba relámpagos dorados por doquier.

Kaia de Isis veía a su compañero luchar completamente enfurecido y desesperado por acabar con el rival lo más rápido que le fuera posible.

Aunque cada golpe lo asestaba con fuerza, una aflicción terrible se marcaba en su entrecejo, pues al ver el rostro de su padre todas las memorias que compartía con él afloraban en su mente y ponían en conflicto sus emociones.

Assiut gritó furioso al lanzar dos espadazos verticales sobre su enemigo, mas Harakhty de Horus interpuso sus espadas de tal forma que al recibir el golpe de los sables de Assiut estos se deslizaron sin control hacia los lados, dejando completamente expuesto el pecho del joven Apóstol. Assiut no pudo cerrar los brazos a tiempo, ni retroceder lo suficiente, por lo que recibió un profundo corte diagonal en el cuerpo desde su muslo izquierdo hasta su hombro derecho.

 

La reluciente espada arrastró trozos de armadura, carne y sangre que sonó como lluvia al momento de caer al suelo desde una gran altura

Assiut soltó uno de sus sables al caer al suelo, donde se retorció de dolor.

Harakhty se aproximó lentamente a él.— Patético— dijo éste para sorpresa de Assiut, quien conmocionado alzó la vista hacia él.

Di mi vida a cambio de la tuya ¿y esto es todo lo que puedes hacer? — cuestionó su padre, pero sin que sus labios se movieran en absoluto.

— ¿Pa-padre? —Assiut permaneció contrariado ante la mirada recriminadora que recibía de su progenitor.

No sirves para nada, eres una completa vergüenza, siempre lo has sido. Si así es como ibas a manchar mi nombre debiste haber sido tú quien muriera devorado aquel día.

— ¡Eso no es…!

Pero es un error que puedo solucionar. Hijo mío, lo único que puedo hacer por ti es darte una muerte pacifica a diferencia de la que yo tuve. —La voz de su padre paulatinamente cambio de tono, siendo la de Sennefer quien la supliera al final. Harakhty levantó su espada sagrada por encima de su cabeza, mas el estallido de un cosmos iracundo lo obligó a volverse y recibir de lleno un puñetazo de Kaia.

En los ojos de la Apóstol de Isis llamas azules destellaban con hostilidad mientras el enemigo fue arrojado a hacia las sombras.

Harakhty de Horus frenó con sus cuatro extremidades aferradas al suelo cual bestia, recuperándose con un sabor amargo en las encías.

— ¡Kaia, tú…!

— ¡Assiut, ya basta! ¡Yo pelearé con él, me es claro que no estás capacitado para hacerlo! —aclaró molesta—. Sé que debe ser difícil para ti, Sennefer sólo está jugando contigo, como siempre lo ha hecho… Lo sabes, pero también sé que es difícil pedirte que ignores el hecho de que tu padre está aquí, siendo utilizado por el mismo hombre que lo asesinó… por ello debes ir y enfrentarte al único responsable de tu tragedia.

— No puedo hacer eso… —él murmuró, poniéndose de pie pese a la herida que cruzaba por su cuerpo.

— ¡Lo harás! ¡¿O acaso has olvidado cuál fue la orden que te dio el Faraón?!

Assiut recordó al joven Atem y sus claras palabras —: Por favor, libera a mi papá y a mi mamá.

Assiut jamás se perdonaría si el príncipe Atem tuviera que lidiar con un momento tan amargo como el que él vive ahora, reencontrarse con sus padres de esta forma… ¡No, Atem no lo merecía y no lo iba a permitir!

Tales sentimientos esclarecieron un poco su mente confundida, sabiendo que si derrotaban a Sennefer incluso el alma de su padre sería liberada.

El Apóstol Sagrado de Horus asintió, aceptando el plan de su compañera. Recogió el sable perdido y se marchó sin mirar atrás.

En cuanto el Apóstol le dio la espalda, Harakhty emergió de la oscuridad para perseguirlo, mas su cuerpo quedó inmóvil de repente.

¡Dominio del Nilo! —clamó la guerrera, envuelta por su ka azul.

 El espectro luchó para moverse, sólo logrando que su cuerpo temblara.

— La resurrección de Sennefer es más completa de lo que hubiera podido creer —Kaia dijo, moviendo sus manos para controlar el cuerpo de su enemigo. Obligó a Harakhty a soltar sus armas y volverse hacia ella—, y eso es una desventaja para ti, ya que puedo controlarte por los fluidos que  corren por todo tu cuerpo.

La Apóstol de Isis azotó al espectro contra el suelo, impidiéndole levantarse. Ella movió uno de sus dedos y el brazo del espectro se estiró hacia atrás de su espalda hasta romper la flexibilidad del ligamento de su hombro, dislocándoselo. El enemigo no gimió de dolor, continuó luchando por recuperar control de su ser.

— No quería que Assiut viera esto… él jamás habría sido capaz de eliminarte o dejar que alguien más lo hiciera. ¡Ahora sólo destrozaré ese cuerpo impío y lo seguiré!

La guerrera escuchó la risa de Sennefer proveniente del cuerpo de su enemigo.

— Parece que eres la clase de mujer que haría lo que fuera con tal de salvar a sus amigos.

El ka dorado de Harakhty se mezcló con la oscuridad, convirtiéndose en una llamarada bicolor que compitió con el brillo turquesa que Kaia generaba.

La Apóstol rápidamente rompió las piernas y el brazo restante de aquel cuerpo que siguió sin quejarse.

Si es lo que hay dentro de mi marioneta lo que dominas, te haré perder la esperanza…

El espectro comenzó a convulsionarse ligeramente en el suelo, moviendo sus brazos y piernas para levantarse.

¡¿Qué es lo que está pasando?! —pensó Kaia de Isis al sentir que estaba perdiendo dominio sobre aquel cuerpo—. ¡¿Es esa… su sangre?!

Vapor rojo empezó a salir del cuerpo de Harakhty, disipándose en la negrura del techo.

Pese a tener sus brazos y piernas rotas, el espectro se puso lentamente de pie, sin que aquello lo limitara de alguna forma.

— ¡Maldito, tú…!

Fui amable y cuidadoso con la presentación de mis guerreros, pero sin importar su apariencia siguen siendo sólo cascarones, extensiones de mi poder y dominio sobre estas almas perdidas. Son mis armas de guerra y puedo modificarlas a mi gusto.

Harakhty retomó sus sables sagrados y se preparó para continuar la batalla.

 

Ahora que ya no hay nada que puedas controlar dentro de él, ¿por qué no damos inicio a la verdadera lucha?

 

/ - / - / -

 

Egipto

 

El espectro de Souva de Escorpión se impulsó hacia sus ahora enemigos. Los dedos índices y medios de sus manos estaban armadas con alargadas uñas carmesí. La kata del escorpión era para el combate cuerpo a cuerpo en el que el santo dorado utilizaba sus afilados aguijones para herir al oponente combinando su extraordinaria velocidad con la mortalidad del veneno del escorpión.

Kenai de Cáncer logró anticipar sus primeros ataques, bloqueándolo con sus manos y el filo de su gran hoz espiritual, pudiendo defenderse de los golpes que incluso llegaban por la espalda.

Un par de destellos rojos sorprendieron a Kenai, por lo que movilizando su arma espiritual neutralizó el veloz ataque del enemigo en el aire, pero instantes antes de lograrlo resintió una punzante herida en el costado izquierdo.

Los proyectiles escarlata fueron sólo una distracción por la que Souva se desplazó a una velocidad mayor para atacarlo directamente con sus aguijones y después retroceder para evitar que la hoz lo partiera en dos en el repentino giro que dio.

 

Kenai observó el agujero sangrante en su costado al mismo tiempo en que el santo de Escorpión lanzaba el exceso de sangre de sus uñas al suelo.

— Sin duda tu velocidad siempre ha sido tu punto fuerte… pero gracias a la cercanía que me permitiste tener contigo en vida, es que puedo pensar en uno o dos trucos para enfrentarte.

El cosmos de Kenai liberó seis esferas de energía que se precipitaron hacia el santo de Escorpión. Con escasos pero temerarios movimientos, Souva esquivó cada uno de ellas, dejándolas pasar cual estrellas fugaces.

Cuando Souva buscó volver a atacar, sintió que algo lo jaló hacia atrás y frenó cualquiera de sus intentos por avanzar. Plantó fuertemente los pies en el suelo para no ser arrastrado, siendo entonces cuando vislumbró varias cadenas doradas enrolladas en su cuerpo.

El graznido de cuervos lo alertó de lo sucedido, pues a su espalda, seis cuervos sujetaban en sus garras un extremo de cada cadena que ahora lo aprisionaba. Los cuervos poseían una fuerza sobrenatural al ser espíritus invocados por el santo de Cáncer, una extensión de su poder. Al camuflarse como simples ataques luminosos, engatusaron al enemigo que los menospreció.

— No puedo liberarte, pero en tu condición de espíritu mi poder ejerce un mayor efecto en ti, mi amigo. De verdad lo siento —el santo de Cáncer sonrió con amargura, dando una señal que Calíope supo entender.

Tauro tuvo un instante de duda cuando estaba por desatar su técnica, pues el santo de Escorpión clavó sus ojos en ella. Si él hubiera pronunciado su nombre quizás habría caído en la trampa, pero anticipando la acción y la respuesta de su corazón ella sólo gritó—: ¡Gran Cuerno! — disparando su cosmos hacia el espectro.

 

Al ser incapaz de moverse, el santo de Escorpión recibió de lleno el ataque que destruyó  gran parte de su armadura e hirió de gravedad su cuerpo. El ataque del toro dorado lanzó al espectro hacia la lejana negrura de la mastaba hasta perderse en ella.

 

La fuerza de Calíope siempre ha sido su mejor arma, no por nada es la amazona más fuerte del Santuario —pensó Kenai una vez que el cosmos de Calíope se apaciguara.

— ¿Con eso… será suficiente? —Calíope preguntó, acongojada.

— No tienes por qué temer. Tu poder sólo destruyó el cuerpo temporal que Sennefer le otorgó, su alma debe encontrarse intacta. Sólo un shaman sería capaz de extinguir por completo un espíritu, por lo que ahora que regresó al interior del Cetro de Anubis, debemos… — mas el santo calló abruptamente al percibir el peligro inminente.

 

Kenai y Calíope fueron vapuleados por ráfagas carmesí que golpearon y perforaron sus cloths. El primer embate fue para ambos, cada uno recibió cuatro impactos en diferentes partes de sus cuerpos.

Kenai de Cancer cayó al suelo adolorido, apretándose el estómago con fuerza. Calíope de Tauro logró mantenerse en pie, buscando al responsable de tal ataque, más aquello la hizo ganadora de otra descarga de golpes que dejaron cuatro heridas más marcadas en su armadura dorada. La amazona resistió, cruzando los brazos sobre su pecho en un intento por contener un tercer ataque, mas por ello fue la primera en ver que el espectro de Souva de Escorpión continuaba en la lucha.

Cierto es que la cloth de Escorpión se encontraba deshecha, dejando a la vista un cuerpo magullado por la técnica de Calíope, pero en un no muerto los daños no significaban nada.

Cuánta ferocidad… es la primera vez que me dejas sentir tu verdadero poder, Calíope. Sí que me has estremecido.

La amazona se sobresaltó al escuchar la voz de Souva.

— Souva… —lo llamó, mirando sus labios moverse y que de ellos emergiera su auténtica voz.

Esta es la auténtica Calíope, me gusta —el espectro prosiguió, caminando lentamente alrededor de donde se encontraban sus camaradas—. Desafortunadamente para ambos, así como ustedes escondieron su verdadero potencial, yo oculté el mío, no por gusto claro —sonrió, alzando sus aguijones carmesí—, pero en esta era tan pacifica no existían razones para que los santos lucháramos con todo nuestro cosmos. ¿O me equivoco?

— ¡Cállate, no te atrevas a utilizar su voz! —espetó Caliope, reprimiendo la ira que la embargaba.

Kenai de Cáncer quiso levantarse, mas se contuvo al ser víctima de una repentina debilidad.

Ambos deberían tomarse un respiro, después de todo han sido heridos por mis agujas escarlatas, ustedes saben lo que eso significa —Souva sugirió de manera socarrona.

— Ocho veces —indicó la amazona, quien podía ignorar el dolor de sus lesiones—. Sólo ocho, necesitas seis golpes más para que en verdad sea algo peligroso —le recordó.

Aunque había razón en sus palabras, en el rostro impávido del Escorpión se marcó una sonrisa macabra que jamás en su vida mostró. —Preciosa, ¿qué te hace creer que sólo te he tocado ocho veces?

Tal sentencia hizo que en los cuerpos de Kenai y Calíope se encendieran varios puntos rojos parpadeantes, aparentemente inofensivos pues sólo eran el preámbulo de un desastre.

En vida conocieron la faceta más amigable que pude darles, en la muerte… permítanme mostrarles mi auténtico ser. —El cosmos de Souva se incrementó de golpe, haciendo reaccionar los resplandores rojizos que cubrían a sus antiguos camaradas—. ¡Estrellas de Antares!

Cada uno de esos pequeños puntos rojos desató una fuerte explosión, reventando al unísono. El lugar se sacudió con violencia y desmoronó parte del techo y cubrió el lugar con estruendos y una nube de polvo, rocas y gritos agónicos dentro de la que los guerreros de Atena desaparecieron.

 

 

 

FIN DEL CAPÍTULO 55


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EL LEGADO DE ATENA - Capítulo 67. "Epílogo"


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Publicado 28 abril 2017 - 12:11

SAGRADO CORAZÓN

 

VILLANO : Kydoimos nombre mortal Jeremia Butcher

 

 

 

CAPITULO 12

 

El necio

 

(fragmento)

 

 

 

 

Santuario de Atena
Horas mas tarde…
 
 
 
Desperté adolorida…..en eso me vi atada a una especie de cruz de piedra….¿Donde ratos estaba?....por lo que veía parecía un viejo templo griego en ruinas….no se me hizo difícil el suponer que estaba en el santuario de Atena….seguía viendo el lugar y trataba de zafarme pero en eso una voz me quito mis intenciones….
 
-        Paloma Solo….tanto tiempo – en eso le vi….la persona mas desagradable que conocí en Harvard hace tiempo…..
 
-        Jeremía Butcher – dije con fastidio – al último que desearía ver aquí…. El solo sonrió
 
-        Así que tu eres la descendencia – nos miramos - ¡LASTIMA!, Siempre desee que aceptaras una cita romántica….conmigo… - sonreí
 
-        Primero muerta que salir contigo Jeremía… - entrecerró los ojos al oir eso
 
-        No importa….El estará satisfecho contigo…. – me sonrió con burla
 
-        ¿EL? – me sonrió al oírme decir eso
 
-        Dáskalos…..estará muy complacido….. – en eso se abrió la puerta y vi entrar a Sahori Kido acompañada de un joven de cabellos rubios que cargaba a otro de cabellos castaños….en eso el rubio al verme se sorprendió y…
 
-        Pero… - volteo a ver a Sahori – Atena…¿Qué significa esto?.... – sin darle tiempo a nada, detrás de el un extraño de armadura color rojo le derribo haciéndole perder el sentido y cargo al castaño antes de que este callera al suelo…
 
-        Lo siento Hyoga – Sahori lo miro y luego volteo a donde estábamos Jeremía y yo…. - ¿Todo listo Kydoimos? – me sorprendí
 
-        ¿Kydoimos? – este me miro y sonrió
 
-        La confusión y el caos….por eso la familia se dedica al comercio de armas….
 
-        Tú mandaste a esos berserkers!!!!! – dije asombrada -…si era lógico….tu familia comercia con el dolor humano… ¡BASURA!, Creí que eras un idiota, pero jamás pensé que fueras tan despreciable Jeremía o Kydoimos…ese te queda mejor cucaracha…..
 
-        Gracias – me hizo una reverencia y en eso una joven de cabellos dorados le dio algo envuelto en una manta roja…al desenvolverla…..
 
-        ¡LA LANZA DEL DESTINO!!!!!
 
-        Si – sonrió viendo mi asombro – y ya es hora…de tomar la sangre de la descendencia….. – dijo tomando la lanza entre sus manos al decirlo….







































 

Editado por blackdragon, 28 abril 2017 - 12:12 .


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Publicado 03 junio 2017 - 17:16

Fanfic: The doom the knights of the Athena

 

Villano: El papa.

 

Capitulos 37-38 (Fragmentos)

 

En la cima del trono papal, el sumo pontífice se sentía bastante preocupado. A lo lejos percibió como el aura de su hermano se apagó, él creyó haberlo perdido y ahora que tampoco tenía a Rafael de Virgo, se sentía bastante vulnerable al ir perdiendo a sus mayores aliados, su sequito parecía caerse a pedazos, los santos de Oro estaban diezmados, por un lado su discípulo Edward de Aries estaba muerto, junto con David de Acuario, aunque nunca tuvo su lealtad, igual se sintió afligido por perderlo, ya que era su discípulo preferido. El santo de Géminis era un enigma para él, ya que en todo este tiempo nunca había aparecido y ahora no sabría si contaba con su fidelidad o no. Dante de Cáncer, estaba muerto junto con Miguel de Leo. Enoc de Libra venia acercándose para encontrarse con él, pero ya suponía que vendría a enfrentarlo junto con los demás escuderos. Dastan de Escorpio había perecido en la ciudad Azul del Domo, por otro lado Bardo de Sagitario estaba desaparecido, pero presumiblemente ya lo daba por muerto, debido a que siempre lo consideró él más débil de los discípulos de su hermano Sansón de Tauro. Mientras que él santo de Piscis nunca más volvió a aparecer desde que Athena fue presentada al santuario, según recordaba.

 

―Estoy solo, ni siquiera cuento con mi armadura dorada de Capricornio, David se la llevó antes de partir al otro mundo ―meditaba en voz alta, sentado en su trono, tomando un vaso de agua―. ¡Ni si quiera tengo a mi copero para que me sirva un maldito vaso de vino!

 

Arrojó la copa al suelo, la cual cayó ocasionando un sonido como eco en la sala al estar  en silencio. Cuando se puse de pie, y en un acto de desenfreno liberó un rayo de energía, que atravesó el portón del templo, volándolo en el proceso.

 

―¿Cómo enfrentaré lo que se viene después de hacer el ritual para Athena? ―se cuestionaba al caminar por la alfombra del gran recibidor―. Aunque hayamos derrotado a los daimon, la amenaza del dios Ares todavía no ha desaparecido, no mientras no lo hayamos sellado. No sin antes haber derrotado a sus  heraldos, su sequito más fuerte.

―Sientes temor maestro ―una voz vino desde afuera, del otro lado del gran portón. Una silueta de una mujer con aspecto lúgubre de cabellos oscuros, totalmente hecha un desastre.

 

Su coraza estaba resquebrajada, le faltaban las hombreras y el casco y el faldón, tenía rastros de cristalización por todo su cuerpo―. Por fin pude llegar contigo.

―¡Casiel! ―exclamó confundido al reconocerla con un aspecto moribundo, su antigua discípula―. ¿Cómo sobreviviste y además saliste del Laberinto de los dioses?

Pentheselia de Keres, querrás decir ―musitó ella corrigiéndole―. He despertado el cosmos del Asesino, durante la última pelea. Aunque debido a que mi Makhai se congeló solo pude salvar mi vida. En cuanto al Laberinto, solo seguí el rastro de eso.

 

Ella se acercó a un pequeño altar que sostenía un carrete de hilo enrollado, para indicarle que el finísimo hilo se había extendido desde el laberinto al Jardín de las Hespérides. Creando un nexo para ir y venir entre los dos mundos, pero no solo entre esos dos sino que también con el templo del pontífice que es de donde se originaba el hilo mágico de Ariadna.

El gran sacerdote, se exaltó en euforia al alzar su brazo para arrojarle una llamarada de luz dorada. Sin embargo fue salvada por un tornado que logró rivalizar contra su fuego sagrado, anulando ambas técnicas en una sola explosión.

Otra figura se hizo presente, el papa divisó a otra mujer de cabellos castaños, de piel bronceada y cuerpo atlético portando una coraza azulada con hombreras emplumadas y una diadema con cabeza de Águila, cubierto su rostro con una máscara gris. A su vez, en su hombro venia sentada un ser diminuto y alado,  con cortos cabellos rosados y de ojos celestes, un pequeña mujercita, la cual irradiaba un aura brillante, envuelta en una vestidura angelical de oro.

 

―Ya veo, debí suponerlo, no fue que hayas sobrevivido por tu propia cuenta, Casiel. Tuviste un golpe de suerte ―frunció el ceño al dirigir su mirada a las dos nuevas mujeres―. Pero tú, Iris de Águila. ¿Acaso vosotras tres se han reunido para aniquilarme?

―Creo que ambas la tuvimos, ella nos alentó con su gracia. Permitiéndonos salir con vida de una difícil situación, pero no deberías preocuparte de que hayamos salido ―respondió la santo femenino de plata enmascarada―. El titán condenado ha escapado, lo perdimos en el laberinto de los dioses.

―Entonces son unas incompetentes. Ni con la diosa de la victoria de su lado, pudieron ganarle a ese sujeto ―añadió el pontífice―. ¿Cómo fueron capaces de esto? ¿Qué pretenden ahora, destronarme?

―No seas tan gruñón. Iris ya cumplió su misión y yo la salvé, hemos venido a terminar tú régimen patriarcal  ―le respondió la pequeña alada―. La purga del santuario, terminará cuando tú caigas. Dios del fervor.

―Nike, piensas apoyarlas. Te levantarás en mi contra igual que lo hizo Bia en contra de Kratos.

―Por supuesto, vuestro gobierno es un sistema que denigra la pureza de las mujeres y la justicia en la tierra a favor de vuestra conveniencia, Zelo lo mejor que puedes hacer es adjudicar.

―¡Nunca! No me hagan reír, no renunciaré a mi cargo ―bramó el anciano de túnica oscura―. ¿Qué harán si es que logran derrotarme? Iniciar un papado matriarcal.

 

Casiel fue la primera en atacarlo, arrojándose para golpearlo directamente. Cuando fue detenida por un violenta llamarada de fuego dorado que la hizo caer, ahogándose en una aflicción terrible. No la incineraba físicamente, sino que las llamas le afectaban por ser una daimon de forma espiritual. Calcinando el resto de su ropaje. Entonces Iris desencadenó un destellante tornado que le dispersó las llamas, dejándola desmayada para dirigirlo contra el papa, quien subió su brazo derecho y emanó desde la punta de su mano recta un haz cortante, dirigiendo un filo como una barrera en vertical, la cual dividió el tornado, desviando la corriente destructiva hacia los costados. Entonces una cadena finísima, la atacó haciéndola caer a la santo de plata, la cual  irradiaba un aura magnética que la debilitaba, absorbiendo sus energías.

El sumo sacerdote, logró doblegarlas con dificultad pero la pequeña diosa alada al ver eso, se introdujo rápidamente por dentro del cuerpo de Iris, otorgándole más fuerzas y renovando sus energías, impulsó en ella un cosmos más allá de sus límites, sus músculos se tensaron, remarcando las cadenas en sus extremidades.

 

―No podrás romperlas, estas cadenas tienen la facultad de fortalecerse en el día del sol y de noche de las estrellas.

―No estás poniendo atención a tu entorno, solo estamos iluminados por la luz de esos candelabros ―añadió al  desencadenar un aletazo en forma de patada destellante que con un soplido apagó toda la luz del  templo―. Recibe mi más grande técnica… ¡Aletazo Celestial!

 

Ella logró romper las cadenas, liberando un vendaval de fuerzas huracanadas, la cual hirió el cuerpo del pontífice, como haces cortantes por todo su cuerpo, quien se vio arrastrado por esa terrible tormenta que lo impactó contra el techo del templo, haciéndole perforar hasta que el tornado ascendiera hasta lo más alto. Después de unos momentos, el cuerpo del pontífice cayó brutalmente al suelo, perdió su casco, y su cuerpo resistió apenas debido a su cosmos divino.  Quedó inconsciente con la cara desangrada, mientras Iris se acercaba para rematarlo, alzó su brazo para cortarle la cabeza. Cuando lo bajó, el cuerpo del papa se movió y éste se dejó herir en un costado de su hombro, pero ella fue herida en su vientre, por el frio metal de un puñal, el cual penetró su piel  ahogándola por dentro a la divina Nike, quien rápidamente salió expulsada.

Mientras que del vientre de Iris, un chorro de sangre se derramó en el piso y divisó como el sacerdote aprovechó ese momento en el que expuso su pecho, para herirla mortalmente con una daga de oro. La cual había estado ocultando hasta ahora.

 

―Eso es…

―La daga capaz de matar a los dioses, la misma arma que Athena usó para suicidarse la guerra santa anterior ―aclaró el papa―. La he estado guardando todo este tiempo, como mi último recurso en caso de enfrentarme a los dioses. No creí que terminaría usándola en una humana, posesionada por Nike.

 

El cuerpo de Iris cayó hacia atrás, sujetada por Nike, mientras la recostó en suelo en sus últimos momentos de su agonía. Él aprovechó esa oportunidad y capturó a Nike con sus cadenas, acto seguido la atrapó con sus manos y empezó a sostenerla con locura al reír a carcajadas, por tener a la diosa de la victoria en sus manos y haber frenado ese golpe de estado.

Una escena lamentable había sucedido, un fallido intento de derrocar el poder del papa. Tras verse en posesión de Nike en sus manos se sentía más aliviado y la confianza en él había regresado. Sabía que al obtener el poder sagrado de la diosa de la victoria, tendría la potestad para triunfar, ahora solo necesitaba canalizar su bendición hacia sus metas.

 

Nike, otórgame tu poder y juntos destruiremos a los enemigos de Athena.

Te has vuelto un tirano, jamás lo haré musitó la pequeña alada en sus manos aprisionada. Si hubiera alguien consiente aquí, lo impulsaría con mi potestad para destruirte. Pero como no hay nadie, sellaré tu destino con mis palabras.

¿Qué dices? cuestionó encogiéndose de hombros. Ya veo, así que ese es tú punto débil. Qué ironía que puedas conceder la victoria a todos menos a ti misma

─Al reencarnar en ese cascaron te ha hecho olvidar que nosotros los Paladios somos consejeros, que apoyamos a la diosa Athena cuando ella lo ordene, es que actuamos directamente.   

─Entonces te retendré hasta que decidas apoyarme, cuando Athena este a mi lado, ya no te podrás negar. Hasta ese entonces te haré esperar en el peor exilio que puedas imaginarte, Nike.

─¡Escúchame con atención dios del fervor, aunque seas mi hermano no podrás escapar de mi juicio! ¡Que sea vuestra propia redención que buscas la que cause tu desgracia!

─¡Espera fuera de la realidad misma, al lado derecho de Athena! ─vociferó el pontífice separando sus extremidades hacia los costados─. Ni los dioses pueden escapar de este abismo, este es el poder patriarcal que se heredará a mi sucesor…

 

¡Escudo Aegis!

 

Una grieta dimensional o agujero espacial parece sustituir el cuerpo del sacerdote, aspirando a la pequeña diosa con forma de hada hacia su interior. Perdiéndose en la oscuridad que iluminó el templo como una estela de refracción entre la luz y la sombra. Todo terminó hasta que el santo padre volvió a tomar su postura normal. Cuando fijo su mirada unos metros más a su izquierda para ver como el cuerpo de Iris de Águila aún se retorcía, agonizando en ese charco de sangre que había formado en el piso. El papa caminó hacia ella, hasta colocarse por encima situando cada pie al costado de su cintura, cubriendo parte de su vientre herido con la túnica de sus pies. Al estar parado sobre la mitad de su cuerpo.

 

─Todavía puedes respirar eso es admirable, pero ahora mismo acabaré con tu sufrimiento ─dijo al levantar los brazos por sobre su cabeza, empuñando con ambas manos la daga dorada en forma de tener la hoja hacia abajo─. Últimas palabras…

 

El papa al ver que no podía ni hablar, clavó su puñal en la garganta de ella con un gesto cruel, la pequeña daga en su cuello hizo que salpicara de ahí un chorro carmesí que le llego hasta el rostro, ensuciándolo por completo de sangre, pero él no levantó el puñal hasta que los ojos de Iris se quedaron quietos y el último aliento de ella cesó, mirándolo fijamente  a los ojos.

 

─Bueno ahora que me he quedado sin aliados, creo que no puedo perder nuevamente a mi discípula caída ─agregó al caminar hacia una inconsciente Casiel que aún vivía estando muy debilitada─. Ya no te puedo otorgar ninguna cloth, pero así será una lucha más justa, lo mejor sería que murieras junto con él.

 

El papa aproximó dos de sus dedos, el índice y el del medio para herirse sus venas y dejar que su sangre cayera al orificio de sus labios, le hizo beber a la fuerza en un pequeño sorbo siendo con esto suficiente para que el cuerpo de ella comenzara a despertar y convulsionarse de una manera extraña, sus músculos se tensaron y sus ojos se abrieron como dos platos redondos, sintiendo como su interior le hervía una adrenalina que le hacía arder su cosmos en éxtasis.

Mientras el papa vociferaba unas palabras en un lenguaje ininteligible cerca de sus oídos, cuando éste terminó de hablar y selló su herida, dio una orden a secas.

 

─Ponte de pie ─pronunció logrando que Casiel lo obedeciese─. Ahora entrarás al laberinto de los dioses y no regresarás hasta que me traigas la cabeza de Prometeo.

─Así lo haré maestro ─musitó ella con la mirada perdida y serena.

─Toma, recibe esta daga y utilízala para cumplir tú misión. Después de todo, eres mejor que yo para utilizar estas armas.

 

Casiel la recibió sin chistar y la envainó en su cinturón, comenzando a correr abandonando la sala del trono, yéndose hacia el portón por donde salió, siguiendo el sendero del hilo de Ariadna. Mientras el papa siguió caminando por detrás del trono, abriendo las cortinas, revelando un recorrido de escaleras hacia una zona más elevada. Llegó a un lugar más amplio fuera del templo, una gran plataforma en la cima de la montaña, donde por delante de él, tenía un pequeño templo dedicado a la diosa de guerra y por sobre su techo, se extendía como base de un altar para la gran estatua de Athena, donde podía apreciar la figura de Nike en la palma del brazo derecho de la escultura, estando inmóvil y sin emitir ningún gesto. Solo podía mirar el horizonte con horror. El sacerdote se quedó viéndola complacido, mientras esperaba a que su restituida discípula regresara.


Editado por ALFREDO, 03 junio 2017 - 17:25 .

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FANFIC: La condenación de los caballeros de Athena

Capitulo final N°66.- Publicado!

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Mi voto va para el Papa de The doom of the knights of Athena escrito por ALFREDO :D

Tantos caps y ya se descubrió el pastel que escondía XD 


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EL LEGADO DE ATENA - Capítulo 67. "Epílogo"


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