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10.Dinamica de Fics-2017:caballero de oro

Saint seiya fic Foro

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14 respuestas a este tema

#1 Patriarca 8

Patriarca 8

    Miembro de honor

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Peru
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Publicado 19 enero 2017 - 09:31

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Editado por T-800, 05 enero 2019 - 15:53 .

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#2 Patriarca 8

Patriarca 8

    Miembro de honor

  • 16,112 mensajes
Pais:
Peru
Sexo:
Masculino
Signo:
Cancer
Energia:
Cosmos:
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0

Publicado 19 enero 2017 - 09:45

 
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Editado por T-800, 05 enero 2019 - 15:53 .

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#3 ALFREDO

ALFREDO

    Miembro de honor

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Masculino
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Libra
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Publicado 22 enero 2017 - 12:07

Nombre del Fic: The doom of the Knights of Athena

Personaje: Miguel de Leo

 

Dos felinos en una montaña

 

Un tumulto de santos habían estado apareciendo en la jungla de tierra Sellada en la India, a mil kilómetros de Rozan, donde el lugar ahora era todo menos un silencioso valle. Gabriel del Cangrejo Menor, había sido salvado por un desconocido, llamado Baihu. Quien se auto nombraba el guardián de estas tierras ocultas. Sin embargo, Miguel de Leo, también arribó al lugar en busca de su hermano, llegando en el momento en el que a él le fue ofrecido un extraño entrenamiento secreto con aspiraciones prohibidas por el santuario.

 

Bueno, lo siento mucho pero mi maestro es muy suspicaz en cuanto a los santos del santuario, así que solo por respeto entre caballeros, te lo diré una vez —cambió su tono de voz, aún sonido más amenazante—. ¡Vete de aquí  ahora o tendré que matarte!

—Ciertamente nuestro patriarca también desconfía de vosotros, ya que nunca se han reportado a sus llamados, pero después de todo ustedes también nos ocultan sus intenciones, puedo sentir el cosmos de Enoc de Libra más allá de esta jungla.  ¿Por qué se encuentra aquí?

—Eso no es de su incumbencia. Pero vuestra percepción es magnífica, incluso para un santo de oro, reconocer las cosmoenergias más allá de esta jungla encantada es una proeza.

—Lo hemos estado buscando desde hace días. Lo siento pero no puedo permitir que se lo queden, él debe regresar al santuario con nosotros y junto con Gabriel —le indico Miguel, tomando una posición de defensa— Si es necesario, tendré que apartarte para encontrarlos.

—Sera en vano —musitó Baihu, extendiendo el dedo índice, del cual dirigió un rayo astral de un frio afilado de diminutas escarchas.

 

Sin embargo su nuevo oponente del santuario, bloqueó el ataque con la palma de su mano izquierda, provocando un chispeante amortiguamiento, como si su cuerpo estuviera cargado por una energía electromagnética

 

—Es mi turno. Aquí voy, recibe el rugido del León…

¡Golpe del rey bestia!

 

Cargando su puño con un fuego de luz dorado, lo extendió para dar un puñetazo, plasmando la cara de un león esbozando un gran rugido como un trueno, avanzado directamente contra Baihu, pero éste salto muy veloz, logrando esquivarlo. Estando en el aire vio como el ataque arrasó varios árboles, dejando la tierra atrincherada. Lo que provoco que el santo de plata lo mirara con desprecio.

 

—¿Qué?... Para esquivar mi técnica, ciertamente debiera moverse a la misma velocidad que los santos de Oro, como es posible que siendo un plateado tan joven ya domine la velocidad de la luz.

—No es para sorprenderse, yo poseo el séptimo sentido como tú, aunque de seguro lo domino mejor ya que mi ideología del cosmos no me implica tener limitaciones a la hora de armonizar mis sentidos con la naturaleza —explicaba el santo de ropaje blanquecino de rayas negras.

—No te sientas tan confiando, eres muy presumido solo por estar en tus tierras. A mí no me gusta mostrar todo mi poder desde el principio, jamás he tenido necesidad de usarlo al máximo y espero no tener que hacerlo, para mi Miguel de Leo, pelear es mi última opción. Si me dejas pasar y me devuelves a mi hermano, no seguiré luchando —hablaba muy claro, el santo de melena gris con un tono muy paciente.

—Un idealista, me extraña que formes parte del santuario, pero no puedo dejarte pasar, así que si es necesario, tendré que destruirte junto con el bosque que tanto cuido —le aseguró el plateado.

—No es necesario, al igual que tú respeto la naturaleza. Podemos luchar haya arriba —aconsejo el dorado.

—Muy bien si quieres pelear en serio, sígueme —le ordenó dándole la espalda para dirigirse a otro lugar.

Miguel lo siguió y notó que corría tan veloz como él. Los dos, llegaron corriendo y saltando en segundos a unas montañas, las cuales bordeaban el valle. Estando ya en un suelo rocoso y sin nada a su alrededor, se dispusieron a continuar.

—Aquí ya no destruiremos la naturaleza, al menos solo las rocas.

—Lo hubieras dicho antes, pero a decir verdad nunca había visto tal velocidad en un plateado como tú.

 

Baihu se abalanzo contra él, dando una serie de puñetazos y patadas que deslumbraban corrientes de aire, pero su rival detuvo cada golpe, contestándole con ataques con el mismo ímpetu que su oponente.

 

—Te mostrare la fuerza del tigre del tigre del Oeste…

 

¡Byakko Gansenran!

Tempestad de colmillos Del Tigre Blanco

 

Al plateado se le alargaron las uñas como filosas garras platinadas, mientras un aura de un felino siberiano aparecía detrás de él, éste le lanzó desde la punta de su de dedo índice, una infinidad de rayos de luz blanquecinos con un rastro astral.

Miguel no se quedó de brazos cruzados, y encendió su cosmoenergía, rodeándose de una eléctrica aura a su alrededor, la cual erizó sus ondulados cabellos grises. Entretanto acumulaba la energía en su puño, el cual estiro, gritando.

 

—¡Lightning Plasma! —

“Plasma Relámpago”

 

Desde el puño de Leo, salieron incontables rayos de luz muy finísimos, los cuales atacan entrecruzándose en todas las direcciones.

Los dos puños de rayos colisionaban en todas direcciones, parecían ser igual de veloces y certeros, ya que no dejaban espacio donde poder penetrar  y llegar a su víctima, pues ambas técnicas terminaron anulándose entre sí, quedando en un increíble empate.       

 

 

—Tal parece, somos igual de veloces. Por lo tanto, tendré que solucionar eso —musitó el plateado. Adaptando una pose con sus manos en forma de garra, creo una esfera de un intenso fulgor azulado.

 

Un aura de un gran tigre blanco con rayas negras, se apareció por detrás de Baihu. Mientras reunía energía.

—¡Metallic breath! —

“Aliento Metálico”

 

El ataque se manifestó como una huracanada ártica de heladas escarchas grisáceas, las cuales avanzaban, dejando un cristalizado rastro metálico. Mientras Miguel intentaba detenerla, estiro sus palmas para levantar una barrera eléctrica que contuviera el ataque, por el contrario la ventisca metalizada, aisló la energía eléctrica del dorado y logró alcanzar parte de su cuerpo.

 

—Mi cuerpo, parece como si hubiera sido víctima del embrujo de Medusa —dijo al ver que algunas extremidades tenían un rastro gris brilloso, como si fuera de piedra—. ¿Cómo es posible esto?

—No te exaltes, tu barrera te permitió quedar solo parcialmente metalizado. Mi aliento metálico no es un frio común, mi viento está cubierto de micro partículas de plata, por lo que estoy transmutando tu armadura, hasta que se convierta en un frio y pesado trozo de metal seco —le explico el exiliado, mientras acumulaba su energía en sus manos—. Me pregunto si seguirás siendo tan fuerte después de que neutralice tu armadura dorada.

 

Baihu volvió a atacarlo con la misma técnica, la cual descargo en su rival una densa tempestad grisácea que lo oscureció en medio de un tornado. El santo de plato sintió su cosmos desfallecer cuando la tempestad terminó, entonces se empezó a despejar la niebla y divisó la silueta de la armadura de oro, había quedado en forma de la constelación de leo con una capa gris metalizado. Sin ningún rastro de su dueño.

 

—¿Dónde está?

 

Cuando sintió una briza por detrás, saltó sin saber que estaba esquivando. Aunque no fue tan veloz, la ráfaga llameante le roso la espalda. Un gigante león de fuego lo intentó embestir, haciendo un cráter en la montaña.

 

—¡Esto es! —exclamó, para ver que estaba Miguel detrás de él en posición de combate y solo con su traje de entrenamiento—. ¡No puede ser, tú también tienes la Unidad con la naturaleza!

—Creíste que soy de los que se confían con la fuerza de la armadura, parece que ambos podemos ser tan silenciosos como el viento. Así como tú, también tengo un instinto cósmico que me guía y me hace predecir ciertos eventos, lo llamo hablar con la tierra y tú la unidad con la naturaleza, pero al fin y al cabo, tenemos la misma habilidad —le explicaba leo.

—Nunca creí que alguien podría desarrollarla sin necesidad de seguir nuestras prácticas, te felicito, pero ahora estás indefenso ante mi aliento metálico —le vociferó Baihu, cuando le lanzo una esfera metalizada.

 

El otro contraatacó con su golpe del rey bestia, emulando desde su puño una cabeza de un león flamígero que se tragó la esfera y la fundió en sus fauces y continuó con su avance hasta impactarlo ferozmente contra unos muros.

 

—Qué absurdo, parece que su fuerza se incrementó más ahora que ya no tiene su armadura —fue lo que pensaba al ponerse de pie con dificultad, mientras su plateada armadura había sido teñida de sangre, producto de heridas del terrible impacto.

—Debes saber que una técnica no funciona dos veces, no obstante por qué volvió a funcionar mi golpe del rey bestia. Después que ya lo viste en varias ocasiones —le preguntó el león de melena gris de forma irónica.

—Eso es porque sobrepasaste mi nivel. Ahora la única manera de que te alcance es que yo también me funda con la naturaleza —contestó el santo del tigre, cruzando sus brazos para dejar salir de un alarido toda su armadura, la que formó la constelación de un felino bicolor, blanco con rayas negras.

 

Ambos comenzaron a vaciar su espíritu, mientras sus cosmos ardían al paroxismo. Los dos acumularon sus fuerzas en la palma de sus puños, a su vez una energía electrizante los rodeaba. Atacaron directamente con los nudillos opuestos, para chocar dos golpes que ocasionaron un deslumbrante haz de luz. Haciendo temblar la tierra, la cual estremeció todo la jungla y llego hasta los oídos de los que estaban más adelante, como Gabriel y Enoc.

Los dos estaban haciendo presión con la fuerza de sus nudillos, mientras tenían sus dos puños chocando. Se dieron cuenta que la tierra se estaba hundiendo por la increíble colisión de fuerzas, por lo que los dos saltaron hacia atrás.

 

—¡Sera mejor que te destruya de una buena vez, para no seguir destruyendo la tierra! —hablaba enérgicamente reuniendo su cosmoenergía, dio un puñetazo centrado del cual múltiples rayos de luz salieron disparados en todas direcciones.

—¡El plasma relámpago no podrá alcanzarme, puedo verlo a la perfección! —muy confiado observó con atención como los rayos de luz, se acumularon en el puño de leo, formando un solo punto de concentración en forma de una esfera luminosa.

 

—¡Lightning Bolt! —

“Relampago de Voltaje”

 

—¡Imposible!... el rayo de plasma se ha hecho un solo ataque el cual parece abarcar toda extensión.

—No podrás esquivarlo si no lo contraatacas —respondió Miguel, liberando todo el resplandor de su golpe.

 

La esfera de luz pulverizó todo con su resplandor, dejando un terreno atrincherado. Sin embargo esta vez fue Miguel quien lo perdió de vista.

 

—Estando sin su armadura, pudo haber sido destruido por completo, a menos que…

 

El desnudo leo miro hacia el cielo para ver que Baihu fue al único lugar lo suficientemente seguro para no ser alcanzado por el ataque, estaba en las alturas flotando a través de sus pies de los cuales salían dos llamaradas relampagueantes como chorros a propulsión.

 

—Tenías razón, ningún lugar en la tierra me hubiese salvado sino es por mi velocidad no hubiera llegado al cielo —vociferó Baihu sonriendo.

—Te diré algo solo con velocidad no ganaras.

—Y tú con tu grandiosa fuerza tampoco, si no puedes alcanzarme. Aunque vuestra fuerza sea mayor.

 

Baihu aterrizo nuevamente en la tierra, terminando de desprender esa energía electrizante de sus pies y quedo frente a una pequeña pila de rocas más alta que su oponente.

 

—Creo que estamos en una encrucijada por poco —respondió el sereno león—.

 

Tarde o temprano tendrás que atacarme, entonces te superare y no podrás huir. Es ahora cuando debes reflexionar, vale la pena todo esto.

 

—La misión de los caballeros exiliados es despertar los corazones de los próximos guardianes de los tesoros, entonces ellos podrán liberarnos del yugo de los dioses —respondió solemnemente—. Si debo morir con tal de brindarles más tiempo, lo haré si eso hace cumplir mi juramento que hicimos cuando se fundó la orden de la sociedad del hombre.

—¿Sociedad del hombre?... Hablas como los aspirantes caídos durante la rebelión de hace algunos años, su objetivo era adquirir el poder solo para emanciparse de la diosa Athena.

—Los que conformamos la sociedad no fuimos solamente santos, también hubieron exiliados de los atlantes, muvianos, toda raza humana que consideró que los dioses solo nos utilizan. Además hubo un hombre entre nosotros que era muy extremista que no quería que solo nos aisláramos para vivir coexistiendo entre dioses y hombres, separados unos de otros, si no que creía que los dioses jamás nos permitirían vivir sin dominarnos. Por lo que solo le restaba, extinguirlos de la faz del mundo —explicaba con algo de temor al recordarlo—. Esa ideología se convirtió en una política de la cual corrompió a la siguiente generación y se difundió entre los santos caídos.

—Ya había escuchado esa historia, pero es una ilusión. ¿Qué podría existir en este mundo que nos haga superior a los dioses?

—Supongo que vosotros los caballeros del santuario han oído hablar de prodigios entre los caballeros más fuertes o mejor dicho milagros, nosotros lo llamamos el supremo séptimo sentido.

—Quien lo alcance, seguramente obtendrá la gloria eterna y todos tienen la llave para eso. Pero nosotros hemos conseguido tomar ventaja para abrirnos paso a ese camino —dijo una fina voz desde los cielos

 

Los dos se empezaron a percatar, que la tierra se distorsionó y el espacio se oscureció de un purpura negruzco. Una extraña aura los rodeaba en forma de llamarada, la cual bordeo un enorme círculo de flamas que los encerró e hizo que la tierra en su interior se distorsionara, en un abismo carmesí.

La gravedad hizo lo suyo y los dos cayeron a la nada por un buen rato, hasta que despertaron y Miguel fue el primero en ponerse de pie, para ver una tierra seca sin vida que se extendía hasta donde alcanzaba la vista. Ni un solo árbol. Ni un arbusto. No había montañas o valles, solo un mar de polvo y rocas de color naranja-amarillento; indeterminadas corrientes de aire caliente hervían en el horizonte como vapor, flotando hacia arriba como si toda la vida por ahí se estuviera derritiendo hacia el cielo rojizo y neblinoso, el cual tenía un pequeño sol rojo hacia lo lejos como el principal sustento de ese increíble calor que se sentía.

 

—¡Esto es el infierno! —exclamó Baihu arrodillado, empezando a sudar rápidamente.

—No lo creo, no parece que hubiéramos pasado por el yomotsu. ¿Dónde estamos?

—¿Qué sucede?... No puedo escuchar la voz de la tierra —se cuestionó con algo de preocupación el santo exiliado.

—Las armaduras tampoco están.

—No importa, eso no cambiara las cosas. Te derrotaré en la tierra o cualquier parte de ella —le aseguró para atacarlo con un puñetazo centrado que lo descolocó, tomándolo por sorpresa. Miguel no podía creer que no le importara saber dónde estaban y por qué había caído hasta ahí.

—¡Espera, no deberíamos continuar esta pelea! —le pidió desesperado, mientras su cuerpo seguía sudando con intensidad.

 

En un arrebato de precipitación desmesurada, Baihu continúo atacándolo con una serie de puñetazos y patadas que lo tumbaron de una manera más terrible. De su boca, sangre brotó y su vista se debilitaba tanto por los ataques que no lo dejaban pensar, aparte de ese brillo abrasador del cielo, proveniente del sol rojizo. No era un calor normal, ni tampoco sentía su conexión con la madre tierra, definitivamente estaba en aprietos y muy confundido por primera vez.

 

—¡Acabare contigo de una vez por todas! —El enérgico exiliado se preparaba para

asestarle su último golpe, reuniendo fuerzas—. Muere con el este golpe…

 

El cuerpo del santo de plata se tensó, adoptando su pose habitual con sus manos en forma de garra hacia atrás, dejando su pecho al descubierto, lo que provocó que el ojo de Miguel lo viera y reaccionara atacando de una forma instintiva. Estando arrodillado de una pierna dio un puñetazo hacia adelante.

 

—¡Lightning Plasma!—

“Plasma Relámpago”

 

En un segundo dio múltiples rayos que frenaron en seco a Baihu, éste fue desgarrado por todos los rayos, bañándose en un charco de sangre. El cuerpo del santo exiliado cayó agonizando. Algo había sucedido, pues el debió haber podido esquivarlo, pero su cabeza ya no estaba bien, y el cuerpo de Miguel reaccionó por un sentimiento primitivo de sobrevivir. Él también se dio cuenta de que lo había dejado al borde de la muerte, el santo dorado se acercó para ver como aún vivía retorciéndose en el suelo, enfrentado sus últimos minutos antes de que su cuerpo perdiera la suficiente sangre para morir desangrado. Algo en la cabeza del reflexivo león lo hizo querer matarlo y hasta se colocó en posición de no fallar, para atacarlo directo al corazón, pero un suspiro lo hizo detenerse y con su dedo índice, clavo directo en el pecho. Un golpe que actuó como una reacción en cadena por dentro, regresándole una respiración más profunda.

 

—Acabo de tocar el Shinouten, el punto clave en el cuerpo que detiene la pérdida masiva de sangre, un golpe certero en el punto vital del cuerpo humano. Ahora te recuperas lentamente —explicó Miguel, apartándose de su oponente, mientras éste parecía perderse en un profundo sueño.

—¿Por qué no le diste el golpe de gracia? —le preguntó una voz masculina desde atrás.

 

Cuando volteo, para ver que alguien había aparecido. Un individuo de cortos cabellos grises como él, ocultando su rostro bajo una diadema y gran parte de su cuerpo con una capa blanca. Se notaba parcialmente su ropaje carmesí oscuro, ya que traía su capa envuelta a mitad de su hombro como una toga.

 

—Debiste haber sido consumido como él por la Quemadura del Sol rojo —respondió el desconocido.

—¡Tú nos trajiste hasta aquí!... ¿Quién eres?

—Como note que estaban tan concentrados en su pelea en la cual no parecía haber un ganador, tenía que acelerar las cosas, así que los traje al centro de la tierra.

 

Donde la Quemadura los contaminaría con su calor espiritual. Bienvenido al reino de los daimon, mi nombre Jack de Palioxis, espíritu de la embestida.

 

—¿Quemadura?

—Es la radiación que emite nuestro astro rey. En este reino, cualquier vestigio de humanidad es consumido por la Quemadura del sol rojo, sacando a flote, los instintos de supervivencia del más acto. Debiste haber matado a tu oponente para quedar contagiado totalmente, pero algo no permitió que te contagiaras del todo, como ese muchacho —le explicaba el hombre de ropaje carmesí.

 

Eso aclaraba muchas cosas del porqué Baihu empezó a comportarse de esa manera tan desenfrenada.

 

—Si sigo aquí, creo que caeré en este embrujo. Pero creo poder vivir con tu muerte.

—La Quemadura no solo causa eso, tarde o temprano te llevara a la locura. Ya lo veras —El daimon, expresó una pequeña carcajada.

 

Las últimas palabras de su nuevo oponente, lo hicieron preocuparse más. Algo estaba empeorando.  Pues había caído en una trampa que tal vez le costaría la vida. Cada segundo que pasaba, más trabajo le costaba respirar y el calor era insoportable estando sin su cloth dorada, estaba en total desventaja y ya algo fatigado por la pelea anterior, mas encima soportar el sofocante clima. Qué posibilidad tendría de siquiera enfrentar a un daimon, uno de los siete espíritus de la guerra.

 

—No moriré en este lugar, ni el tampoco él—dijo refiriéndose al inconsciente muchacho, detrás suyo—.Todavía tengo que ir por mi hermano.

—Deberías preocuparte por ti, no hay necesidad de esforzarme con alguien que está a punto de ser consumido por la gran Quemadura como tu otro camarada, dejaré que experimentes un proceso lento hacia la locura de tu espíritu.

—¿Qué dices?

 

El daimon alzo su brazo al descubierto para tronar sus dedos y en un instante encender una flama azulada, como una pequeña antorcha.

 

—Imposible pudo manifestar el fuego del inframundo estando aquí.

—Veo que lo conoces, pero debes saber que aquí en el centro de la tierra, es el lugar más caluroso del mundo debido a nuestro gran sol rojo —decía el daimon.

 

Cuando lanzó la llamarada que se incendió como una enorme fogata de flamas azul oscuro, alrededor de los dos—. Ser sofocado hasta la locura por la radiación de este sol o dejarte consumir por el fuego de los tontos…

 

 ¡¡Ignis Fatuus!!

“Fuego Fatuo”

 

El daimon les dio la espalda, mientras reía a carcajadas para alejarse en las sombras amarillentas del desierto. Entretanto las llamas parecían intensificarse con el viento tumultuoso de ráfagas calientes.


fics2017_escena_sadica_by_bytalaris-dazo

FANFIC: La condenación de los caballeros de Athena

Capitulo final N°66.- Publicado!

Fichas de personajes


#4 Seph_girl

Seph_girl

    Marine Shogun Crisaor / SNK Nurse

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Publicado 23 enero 2017 - 23:40

FANFIC:

EL LEGADO DE ATENA

 

CABALLERO DORADO:

SOUVA DE ESCORPIÓN

 

Capitulo 10 (FRAGMENTOS)

Apóstoles. Parte I.

Duelo de escorpiones.

 

 

El Santuario, Grecia. Templo de Aries.

 

— ¡Somos los Apóstoles del poderoso Ra! ¡Hemos venido al Santuario a tomar la vida de su Patriarca y la de todos los santos que lo conforman! —declaró la guerra el majestuoso guerrero de Egipto.

El guardián de la constelación de Escorpión no se intimidó ni siquiera un poco— ¿En verdad eso es lo que pretenden? —dijo con semblante aburrido—. ¿Acaso Egipto busca iniciar una tonta guerra contra el Santuario? “¿Por qué?” Me veo en la obligación de preguntar —añade con cinismo.

Souva de Escorpión siempre ha poseído una actitud bastante relajada aún en las situaciones más complicadas. Lo que menos le impresionaba era el numero de oponentes que enfrentaría, lo que lo tenía mortificado era ver a una antigua hermana de armas en las filas enemigas.

—Los motivos sobran, santo de Atena —aclaró el de ropaje dorado, visiblemente el líder del escuadrón—. Hay un deber que debemos cumplir. Si tenemos que erradicar el Santuario entero, así se hará.

Souva sabe lo que debe hacer, no permitiría que sus conflictos personales se interpusieran en la batalla. Le dedicó una rápida mirada a Shai quien portaba la armadura de Virgo sólo para decir— Es una pena que uno de mis propios camaradas encabece esta afrenta —mostrando un semblante amenazador al resto—. Siento que hayan viajado de tan lejos, pero de este templo ninguno de ustedes pasará —esclareció el Escorpión.

—¿Pelearás contra todos nosotros? Sí que en Grecia son unos locos —se mofó el de amplia armadura oscura.

Sus sentidos le alertaban que de ese sujeto es del que debía cuidarse más. Para Souva resultaba extraño que, mientras los demás poseían un cosmos virtuoso o neutral, el de ese hombre era malévolo. Y la armadura que lo protege… no podía explicarlo, irradiaba un aura inquietante, algo que jamás había sentido antes.

—Nada de eso, sé lo que trama —advirtió Shai, impidiendo que él fuera quien iniciara el duelo. Sacando al Escorpión de su trance—. Desea que perdamos el tiempo aquí mientras los demás santos actúan a nuestras espaldas. Debemos ser precavidos, avanzar lo más rápido que podamos.

—Ataquemos juntos entonces— aconsejó el siniestro guerrero.

—Qué decisión tan precipitada —comentó el Escorpión sin amedrentarse—. No imaginaba que en Egipto pelearan a ventaja —sonrió sarcástico—. Aquí en el Santuario tenemos reglas —dijo con orgullo—, las cuales, de no seguir, estaríamos pisoteando el legado que nos dejaron nuestros predecesores. No necesito pelear con todos a la vez, será uno a uno. Pero como sé que no aguardarán pacientemente su turno, entonces deberé tomar ciertas medidas —encendió su cosmos dorado, extendiendo  la capa roja que colgaba de sus hombreras—, ¡lo entenderán cuando sufran el efecto de mi Restricción! —sus ojos se tornaron dorados en ese instante, brillando peligrosamente, liberando numerosas ondas de cosmos que sellaron los movimientos de los invasores. Los Apóstoles resintieron terribles escalofríos que invadieron sus cuerpos, manteniendo sus extremidades rígidas.

—¡¿Qué clase de magia es esta?! —gritó frustrada la mujer de armadura turquesa, luchando por recuperar el control.

Shai lo sabía bien. A sus aliados les tomó poco tiempo descubrir que el efecto era similar al que un individuo despierta por terror hacia un venenoso escorpión. Ellos que se criaron expuestos a esos peligros del desierto lo han experimentado numerosas veces.

Pero ahora no trataban con un simple animalejo por el al que ya no sentían temor alguno, combatían con un santo que era mucho más feroz y mortal que cualquier escorpión.

 

Souva alzó la mano derecha cuando la uña de su dedo índice volvió a alargarse, generando un resplandor carmesí que formó resplandecientes puntos rojos al final de su garra— Aunque pensándolo bien, si tantos deseos tienen que combata con todos a la vez, no soy nadie para negarme. Prueben la furia del Escorpión, ¡La Aguja Escarlata! arrojó los luces carmesí sobre sus enemigos, contrariándose por la forma en la que uno de ellos saltó frente al grupo, recibiendo los cinco impactos a propósito. Cruzó los brazos atinadamente para protegerse el rostro y el pecho.

—¿Así que eres tú el que más ansias tiene de morir? —cuestionó Souva al guerrero  egipcio que usaba una armadura ligera de color negro—. Me impresionas, veo que la Restricción no tuvo efecto en tu persona —decidió tratarlo con cautela.

Aquel que recibió los pinchazos del escorpión, bajó los brazos a los costados, sin verse afectado por los cinco minúsculos agujeros que se marcaban en su coraza. Poseía grandes ojos negros, cabello oscuro muy alborotado sobre el que se posaba un casco con forma de un escorpión. Su cosmos anuló el efecto de parálisis de los demás.

—El poder de Selkis protege mi cuerpo,  mi corriente vital. Los escorpiones y sus venenos no pueden contaminar este templo —anunció solemne el Apóstol que defendió a su gente—. Señor Asiut, yo me encargaré de él. Ustedes pueden continuar —pidió con semblante serio el egipcio.

Souva resopló— Parece que no han escuchado que ninguno de ustedes avanzará más allá de estas escaleras —les recordó con aire prepotente, permaneciendo al final de la escalinata.

—Si lo atacamos entre todos de seguro caerá. Por muy santo dorado que sea, no puede contra todos nosotros —insistió nuevamente el de cosmos maligno, comenzando a impacientarse.

—Si vas a subestimar a los santos de oro, entonces esta cruzada es inútil —anunció Shai de Virgo—. Conozco a Souva, él es de los dorados más poderosos al que me he enfrentado…

Souva sonrió ampliamente— Me alaga que recuerdes nuestros combates de entrenamiento mi estimada amiga, pero tus palabras no te ayudarán a que sea benevolente contigo —advirtió—. Así como su deber es cruzar los Doce Templos, el mío es impedir que los extraños avancen por ellos. Ataquen todos a la vez si es lo que desean, no tengo inconveniente. O elijan batallar uno a uno contra mí, es muy posible que así lleguen a cansarme más rápido —musitó, provocando la furia de algunos Apóstoles.

—Eso es imposible —anunció Asiut, el de ropaje dorado—. Nuestro tiempo es valioso como para desperdiciarlo aquí. Hafiz, te lo encargo.

Al instante, el Apóstol Hafiz extendió los brazos al frente, liberando una onda de cosmos de alta temperatura que envolvió en un tornado al Santo del Escorpión. En fracciones de segundo, Souva sintió como se atragantaba al no poder aspirar ni una brisa de oxigeno, sujetándose la garganta completamente sorprendido.

Asiut y su grupo corrió en dirección a la casa de Aries aprovechando la distracción, por la cual pasaron sin más demora.

Souva intentó salir de la zona de vacío, impulsándose para ir en persecución de los invasores. Mas antes que sus pies lograran avanzar, una ennegrecida figura apareció frente a él, liberando un golpe luminoso que estalló sobre su rostro.

Confundido por la velocidad que posee el enemigo, el santo se dejó arrastrar por la potencia de ese ken. Tras una acrobacia aérea, cayó sobre sus dos piernas al pie de las escaleras, intercambiando lugares con su nuevo rival.

Una vez fuera de la zona en donde el aire conspiró en su contra, Souva comprobó que podía respirar nuevamente.

El santo permaneció con una actitud pasiva, analizando al inmóvil oponente que esperaba su contraataque. El pómulo izquierdo le sangraba un poco, pero no había daños significativos.

Era una vergüenza, seguro Albert le recriminará hasta el cansancio el haberse dejado engañar por tal truco— Por algo dicen que cae más rápido un hablador que un cojo… —pensó con amargura, riéndose de sí mismo.

Sacudió la cabeza, no tenía tiempo para lamentarse, confiaba plenamente en el poder de sus hermanos de oro para reparar su descuido.

—Admitiré que el primer round te pertenece… pero no pienso volver a cometer el mismo error —aseguró Souva—. No imaginé que pudieras manipular el aire de esa forma.

El egipcio de nombre Hafiz esbozó una media sonrisa— Eso espero. He escuchado mucho sobre los legendarios Santos de Atena. No he viajado de tan lejos para llevarme una decepción.

—Trataré de no defraudarte entonces —dijo despreocupado. Decidió intentar de nuevo, obtener información, tal vez lejos de la presión e influencia de sus compañeros, podría arrancarle la verdad a Hafiz—. Tenía entendido que el Patriarca y su Faraona poseen estrechos lazos diplomáticos, ¿por qué el cambio? ¿Qué beneficios obtendrán al iniciar un absurdo derramamiento de sangre?

—No soy nadie para contradecir los designios de mi Faraona. Si ella clama por sus vidas, mi obligación es arrebatárselas sin importar el costo. Resígnate santo de Escorpión, pues este día mi pueblo le ha declarado la guerra al Santuario. Y yo Hafiz, Apóstol de Selkis, seré tu oponente.

 

**********

 

Templo de Aries

 

Souva subió escalón por escalón con una actitud relajada. El que un enemigo allí le aguardara no parecía alterar sus nervios.

El Apóstol de Selkis le permitió llegar hasta la entrada del templo, mas no pasar.

—Es extraño, pese a que recibiste cinco de mis agujas no pareces lastimado —comentó el santo, acomodándose el casco que sentía flojo. Observó con curiosidad los agujeros en la armadura de su oponente.

—Parece que sabes muy poco sobre nuestra cultura y nuestros dioses —musitó Hafiz con tono paciente—. De lo contrario entenderías que tus técnicas ponzoñosas no tendrán efecto en mí. Yo, que sirvo a la diosa Selkis, recibo su protección frente a las criaturas que ella domina. Como diosa que manipula a los escorpiones, tiene la capacidad de proteger a sus fieles de cualquier veneno que intente contaminar su sangre.

Souva suspiró, volviendo a sonreír—  Es como si hubieras nacido para ser mi rival —dijo con tono  sarcástico.

—Y no sólo eso —le previno Hafiz—. Es ella la que da el aliento a los seres humanos cuando llegan a este mundo, así mismo… —volviendo a manipular el viento—, te priva de él.

Souva sintió nuevamente un vacío a su alrededor, dentro de cual el aire le era negado. Sin el factor sorpresa, logró contener la respiración, lanzando de prisa más agujas escarlatas. Hafiz intentó esquivarlas, fracasando al recibir irremediablemente dos de ellas.

El santo dorado saltó hacia el techo de la casa de Aries, donde pudo volver a respirar. Contempló con recelo a su oponente,  sabiendo que alguien que podía controlar el aire de tal forma no debía ser subestimado.

Hafiz saltó también, pisando el techo del templo. Rió al percibir cierto temor en el santo— ¿Planeas huir de mí, Escorpión? Y eso que he sido gentil contigo. Si este es todo tu poder —señalándose la marca existente en el peto de su alba*—, entonces he ganado ya este encuentro.

Los labios de Souva dibujaron una mueca perversa, justo cuando sus ojos se mostraron optimistas, algo que extrañó al egipcio— ¿De verdad? No deberías subestimar a este escorpión, pues sus picaduras pueden ir más allá de un simple envenenamiento —aclaró, entrecerrando los ojos—. Eres tú el que ha perdido el encuentro desde el inicio, permitiéndote coleccionar siete de mis agujas.

—Su efecto es insignificante ante el poder de Selkis —respondió Hafiz, con confianza ciega en su diosa.

—Por supuesto, tu mente es capaz de ignorar el dolor y tu sangre de diluir mi veneno pero, temo que tu cuerpo es incapaz de imitarlos, observa bien sobre qué estás parado.

Por mero reflejo, el Apóstol dio un vistazo hacia sus pies, permaneciendo absorto por las líneas de sangre carmesí que fluían por el suelo. Hafiz intentó ocultar su sobresalto al ver cómo es que la sangre emergía de cada uno de los golpes recibidos del caballero dorado.

—La aguja escarlata actúa rápidamente sobre quien la recibe —explicó Souva, haciendo que su uña volviera a crecer—. Usualmente, los oponentes que la han recibido de mí necesitan de una sola para caer al suelo y enloquecer, tres para entrar en shock. Pero esta técnica se conforma de quince golpes que envían a cualquier persona hacia el más allá. ¿Serás acaso tú el primero quien reciba mis quince agujas?

—Éstas heridas no me detendrán, no significan nada —aclaró el Apóstol, desvaneciendo su miedo.

—Entonces te ayudaré a que te desangres con más rapidez si te parece —amenazó Souva, alistando su siguiente golpe.

Hafiz se arrojó hacia el caballero con su cosmos en alto. Ningún mortal habría podido ver la velocidad con la que el egipcio se movió, pero los sentidos de un santo son sobrehumanos. Atinadamente, Souva eludió el puño de su adversario, recibiendo un inesperado rasguño en la mejilla cuando Hafiz extendiera los dedos en un segundo golpe.

Completamente a su merced, el escorpión dorado contraatacó con cuatro agujas más que golpearon el cuerpo del escorpión negro. Hafiz trastabilló una vez que creara distancia, dándose media vuelta para encarar al santo.

—Once… —contó Souva—. A estas alturas, otra clase de individuo estaría perdiendo sus sentidos. Es una lástima que no vivas la experiencia completa del tormento de la constelación de Escorpión.

—No deberías confiarte tanto —el Apóstol aconsejó con tranquilidad, pese a que comenzaba a resentir el dolor de los once impactos—, a diferencia de mi, tú ya eres un cadáver —dijo en cuanto unas gotas de sangre corrieran por la mejilla del caballero dorado.

Souva se limpió la sangre con la mano. Contempló la mancha roja en sus dedos, extrañándole que presentara motas de color negruzco.

—Quince golpes para acabar con un enemigo… —meditó victorioso el egipcio—, es suficiente tiempo que le das a un adversario para vencerte. Yo sólo necesito uno —susurró, mostrándole como es que sus uñas también tienen la capacidad de crecer en ennegrecidos aguijones—, y escasos minutos para que todo termine.

 

Souva sacudió un poco la cabeza cuando su vista dibujara tres Hafiz frente a él. Utilizó el brazal de su brillante armadura dorada para reflejar su cara, notando como es que  comenzaron a dibujarse líneas negras bajo su piel. Pocos segundos después, observó el mismo fenómeno en sus dedos.

—Tu torrente sanguíneo ha comenzado a ser invadido por el veneno de Selkis que parará tu corazón en cualquier momento. Como ves, las cloths de las que están tan orgullosos no siempre serán efectivas, un simple rasguño en tu rostro descubierto bastó para acabar con un inmortal caballero dorado —comentó reprimiendo una carcajada.

Lejos de mostrarse desesperado o aterrado por su sentencia de muerte, Souva volvió a sonreír para agregar— Minutos ¿eh?… —sin dejar de mirar sus manos—, tiempo suficiente para terminar con mi tarea… —se atragantó un instante, al sentir cómo es que se le dificultaba tomar aire, e inclusive estar de pie.

Le asombraba la velocidad con la que su cuerpo y sus sentidos estaban colapsando. Nunca  podría haber adivinado que su ponente poseía un ataque mortal de tal eficiencia.

Pensó en su maestro, ese hombre mentiroso que lo llevó a probar cada veneno mortal como parte de su entrenamiento… Tal parece que el muy miserable olvidó éste.

—Te recomendaría tomar los minutos que te quedan de vida para preparar tu alma. Está muy cerca tu encuentro con los mensajeros de la muerte que te enjuiciarán —recomendó Hafiz con solemnidad—. Pero pareces la clase de hombre que jamás se ha entregado a la oración.

—En eso tienes razón… —comentó Souva sin remordimiento—, aprendí hace muchos años que las plegarias son inútiles. Confiar tu vida a un ser superior no es la respuesta a los problemas… —en un momento de debilidad, tal vez a causa de delirio, recordó esos desesperados días de su niñez, los rostros de esos otros niños que oraban a Dios día tras día en busca de un milagro que jamás ocurrió—. He sido muy descuidado, pero pienso remediarlo… —prometió, alejando esos recuerdos que le alertaron que en verdad estaba a pocos pasos de morir.

—Eso te será imposible —aclaró el Apóstol, malhumorado por el que ese hombre todavía tuviera las esperanzas de ganar—. Ya que no ansías una muerte tranquila, te mostraré mi verdadero poder como un acto de respeto. ¡Utilizando mi Ka* al máximo, probarás mi ataque final santo de Atena! —con un movimiento de ambas manos, creó un circulo de aire alrededor de sí mismo, una corriente que avivó su ka el cual ascendió por encima de las nubes convertido en un torrente de aura verde.

— ¡¡Castigo de Serket-Heru!!

De los nubarrones que adornaban el cielo de Grecia ese día, se generó un gran resplandor del que un grueso rayo de luz cayó como bólido sobre el santo de Escorpión, quien fue engullido por el fulgor que destruyó el techo de la primera casa del zodiaco, impactándose contra el suelo el cual perforó.

El estruendo sacudió los cimientos del templo. El impacto fue tan violento que incluso llegó a estremecer las casas vecinas. Como si del mismo sol ese rayo se hubiera desprendido, un calor abrasador se expandió por todo Aries, liberando cortinas de denso vapor.

 

Largos se sintieron los segundos para aquellos que percibían la lucha a lo lejos, pues el destino del santo de Escorpión era incierto.

Las columnas de humo estropeaban la visión del Apóstol de Selkis, quien caminaba con cautela por la casa, buscando algún indicio de vida. Hafiz no se preocupó demasiado, si por alguna cuestión milagrosa el santo sobrevivió a su ataque, no le quedaba mucho tiempo de todas formas.

A sus pies, encontró el casco del caballero al que había derrotado. Hafiz lo tomó respetuosamente, colocándolo sobre los escombros que servirían por el momento como una cripta. En su lengua nativa, el Apóstol recitó una oración, junto a una disculpa casi inaudible antes de partir.

Vislumbró las escaleras que lo llevarían al siguiente templo, hacia donde sus compañeros se dirigieron.

Sus pies estaban por pisar el umbral que lo llevarían fuera de la casa, cuando sorpresivamente una voz lo ató a permanecer a allí.

—… y en señal de respeto, yo he recibido tu ataque…

Era el Escorpión. Su cuerpo y cloth se encontraban intactos. Los halos de vapor se desvanecían con rapidez mientras el caballero los apartaba con su mano. La capa que le otorgaba noble distinción desapareció de su espalda, consumida por el feroz ataque de Hafiz.

El Apóstol permaneció boquiabierto. Le parecía inconcebible que hubiera resistido su poder. Era tal cual decían de los santos dorados de Atena, los más temibles entre las órdenes de caballería.

 

Todas las venas de su cuerpo se colorearon de oscuridad, evidenciándose en los surcos de su piel. Souva había perdido la vista y el oído mientras que el resto de sus sentidos pendían de un hilo que estaba por romperse.

El santo maximizó su cosmos de golpe, exaltando al empequeñecido Apóstol.

Hafiz no lo entendía, ¿acaso su veneno había logrado un efecto contrario al esperado? En vez que el poder del santo disminuyera, estaba alcanzando niveles que jamás había sentido.

—Hafiz ¿cierto? —Souva lo llamó por su nombre—. Admito tu superioridad, eres un escorpión más venenoso que yo… por ahora —cada palabra era un esfuerzo—. Sin embargo, eres demasiado peligroso para dejarte pasar por estas Doce Casas… demasiado como para permitirte vivir… Por lo que no tengo más alternativa que detenerte aquí y en definitiva —unió dedo índice y medio de sus respectivas manos. Las cuatro garras destellaron en rojo sangre.

—Pobre ignorante ¡¿crees que no sé tú verdadero estado?! —bramó furioso—. ¡De seguro apenas puedes estar de pie! Admiro tu resistencia y tu valor caballero de Escorpión, es la primera vez que enfrento a alguien como tú! —separó los brazos, tomando posición de ataque—. ¡Tendré que apresurar tu muerte, una dosis más del veneno de Selkis y de seguro morirás! Además, todavía te faltan cuatro golpes los cuales dudo que puedas atinar en un solo disparo.

—Ah, aunque la aguja escarlata es una técnica de mis predecesores, la cual estimo en verdad… debí buscar métodos para lograr algo más eficaz —levantó ambas manos, las cuatro zarpas rojas brillaban peligrosamente—. Es como dijiste Hafiz, quince golpes es demasiado tiempo para lo que yo necesito… Contemplarás ahora la técnica que sólo requiere nueve impactos simultáneos para acabar con  cualquier guerrero.

— ¿Nueve golpes en un sólo intento? —Hafiz reprimió una carcajada—. La mayoría de las agujas que he recibido han sido a propósito. Acabaré contigo antes. ¡Acepto tu último desafío caballero de Atena! —gritó Hafiz, haciendo estallar su ka esmeralda, lanzándose al ataque al mismo tiempo en que Souva se volvió un ser de luz tras alcanzar la velocidad de la misma.

— ¡¡Escorpión de nueve aguijones!!

Hafiz pareció chocar contra un muro invisible contra el que su brazo se rompió. Una estela dorada atravesó nueve puntos de su cuerpo al mismo tiempo: en ambas piernas, brazos, hombros, pecho, estomago y en la frente.

Ni siquiera lo vio moverse, su enemigo se desvaneció en un mero pestañeo y al siguiente instante las garras carmesí lo apuñalaron profundamente.

 

Señor Asiut… señorita Kaia…fue un placer servir a su lado…— logró pensar Hafiz antes de que la luz del mundo mortal se apagara.

El dolor lo fulminó al instante, fue una muerte inmediata, pues su corazón y cabeza fueron atravesados por los aguijones del escorpión. El ropaje del Apóstol no fue impedimento para evitar las heridas que resultaron mortales, se rompió como si hubiera estado hecho de cristal.

El cuerpo del egipcio cayó a los pies de Souva. La hemorragia de las heridas rápidamente marcó de rojo la silueta de Hafiz en el suelo.

 

Souva bajó los brazos a sus costados como si pesaran grandes toneladas. Intentó limpiar sus dedos manchados con la sangre del Apóstol, pero sus movimientos resultaron torpes e inútiles.

Se giró tambaleante hacia la salida de Aries, recibiendo los rayos del sol que lo marearon todavía más.

Tenía que hacer algo al respecto del mal que lo estaba matando. Como guardián de la octava casa del Zodiaco jamás se permitiría morir con tal ironía.

Unió las manos a la altura del pecho. Sus labios se movieron, articulando palabras sin sonido por las que sufrió un ligero espasmo que lo impulsó a seguir hacia adelante. Ha logrado sellar el veneno en su sangre, ganando un poco de tiempo.

Pensó en sus aliados, debía ir a ayudarles, mas en su condición no lo creía posible. Le quedaba algo por hacer… jamás había combatido el veneno de ningún dios pero, no le quedaba más opción.

Se desplomó sobre los primeros escalones que llevan a la casa de Tauro, cerrando los ojos al perder por completo la conciencia.


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EL LEGADO DE ATENA - Capítulo 67. "Epílogo"


#5 Ederick

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Publicado 27 enero 2017 - 22:20

FanFic:    Saint Dragón Ball

 

Capítulo:   Fragmento del cap. 10 "Reunión dorada"

 

Caballeros dorados:    Sipiasacna de Piscis, Igminseros de Géminis y Aldebaran (Arturo) de Tauro.

 

Otros personajes: Diosa Athena, Artenis y su hijo pequeño Seráin.

 

 

 

 
Todos los presentes en esa habitación bajaron inmediatamente para recibir a su diosa. Seráin ya se encontraba de rodillas frente a ella para cuando su padre y amigos bajaron.
 
Sipiasacna: Diosa Athena.
 
Todos se arrodillaron, frente a ellos se encontraba una mujer joven (20-21 años) ojos entrecerrados rojo oscuro que demostraban una mirada fría y una larga cabellera roja que le llegaba casi hasta las rodillas sujetaba un báculo dorado y vestía unos pantalones elegantes, unas botas y arriba de una playera negra y una chaqueta de cuero.
 
Artenis: (¿Qué diablos?).
 
Arturo: (¿De dónde cojones saco esas ropas?).
 
Sipiasacna: (¿Por qué la señorita Athena está vestida de esa manera?).
 
El silencio era incomodo, una gota de sudor aparecía por detrás de la cabeza de Athena y justo cuando la diosa planeaba decir algo.
 
Seráin: ¡Vaya que bien se ve señorita Athena!
 
Artenis: Seráin (Grito).
 
Seráin Rápido se tapó la boca y se autocorrigió.
 
Seráin: Perdón. ¡Qué bien se ve diosa Athena!
 
Athena cambio esa mirada de pocos amigos por una sonrisa y ladeo un poco la cabeza.
 
Sipiasacna: Diosa Athena he logrado descubrir muchas cosas sobre este mundo.
 
Athena: ¿Tienes la información que necesitábamos?
 
Su voz era suave y tranquila, pero al mismo era motivante y seguro si subía el tono era intimidante.
 
Sipiasacna: Sí, pero aún no he comprobado la efectividad de estas personas.
 
Athena: Ya veo.
 
Sipiasacna: Justo ahora me dirigía a comprobarlo.
 
Athena: Bien tienes mi permiso ve.
 
Sipiasacna: Enseguida mi señora (Desapareció en ese momento).
 
Athena: Arturo.
 
Arturo: Si, dígame ¿Qué necesita?
 
Athena: Nos vamos.
 
Arturo: Bien.
 
Athena: Artenis.
 
Artenis: A sus órdenes.
 
Athena: Tú y tu hijo deben de quedarse aquí por si necesito más información sobre este mundo. Pronto llegará tu hermano está en una labor de investigación.
 
Artenis: Muy bien.
 
Seráin: ¿Señorita Athena no tiene calor con eso puesto?
 
Tanto Artenis como Arturo pusieron una cara de preocupación al escuchar esa pregunta.
 
Artenis: Seráin.
 
El pequeño se volvió a tapar la boca.
 
Seráin: Perdón. Diosa Athena.
 
Artenis: Discúlpelo por favor.
 
Arturo: Señorita Athenea no debe enfadarse.
 
Athena volteó a ver a los 2 con una mirada amenazante y ambos solo pudieron arrodillarse y guardar silencio.
 
Athena: Seráin. ¿No te gusta la ropa que llevo puesta? Al llegar a este mundo quise cambiar mi forma de vestir, hay que adaptarnos.
 
Seráin: No, no es eso. Es solo que estamos en medio de un desierto.
 
Athena: No te preocupes ya me voy a marchar al santuario con Arturo. Y a diferencia de nuestro mundo este santuario lo construí en unas islas tropicales así que el clima estará perfecto para usar estas ropas.
 
Seráin: Me parece muy bien señori… Diosa Athena.
 
Dijo el pequeño sonriendo, lo cual hizo que la diosa le devolviera la sonrisa, pero en ese momento no muy lejos de ahí alguien los observaba.
 
?: Ahí estas Athena ahora no te escaparas, esta vez mi puño si te va a alcanzar.
 
Una persona salió disparada de entre las montañas destrozándolas y dirigiéndose a toda velocidad hacia Athena.
 
Pero en el último segundo el puño de ese sujeto quedo atrapado entre las manos de Arturo.
 
Artenis: ¿Pero qué? ¿Cuándo fue qué tú?
 
?: Tan lento como siempre Artenis, y tu tan entrometido como es costumbre ¿No?
 
Arturo: Lo siento, ya es una costumbre mía arruinarte las tardes.
 
Ambos amarraron sus manos a las de su oponente y empezaron a ejercer presión.
 
Artenis: Igminseros ¿Qué diablos te pasa?
 
Igminseros: Ya sabes que me pasa.
 
Arturo: Maldito loco, ¿Por qué, por qué siempre tratas de atacar a Athenea? La diosa a la que se supone debes proteger.
 
Seráin: Papá ¿Él es?
 
Artenis: Quédate atrás de mi hijo.
 
El pequeño se escondió atrás de las piernas de su padre aunque nunca lo había visto ya había escuchado rumores sobre esa persona. En ese momento Artenis se fijó en un detalle importante su diosa a pesar de estar de espaldas cuando fue atacada, sus ojos se fijaban hacia atrás, ella ya se había dado cuenta del atacante pero no hizo nada.
 
Artenis: (¿Por qué? Athena ya sabía que Igminseros se encontraba listo para atacarla, ¿Por qué siempre pasa lo mismo con este tipo? El la ataca, pero ella nunca responde a sus ataques y eso molesta mucho a Igminseros, aunque claro debe ser por la promesa).
 
El hombre que estaba forcejando con Arturo era Igminseros, el primero de los 12 caballeros dorados en ser llamado al santuario por el gran maestro y el primero en obtener su título. Una persona que nunca dejo de retar y luchar continuamente con el gran maestro y una vez que lo supero su siguiente objetivo estaba claro "La diosa Athena" este caballero solo buscaba satisfacer su sed de poder y sentirse satisfecho, amaba las batallas y la guerra donde podía luchar sin descanso. Él es la única persona de esa época que en una de sus peleas logro hacer sangrar a Athena pero de un momento a otro la diosa Athena dejo de luchar con él, nunca le dijo el porqué. Simplemente dejo de luchar. Esta es la historia del hombre que supero a todos en el santuario, a todos menos a Athena ya que ella dejo de luchar, este hombre es Igminseros de Géminis el caballero dorado más fuerte de todos y el hombre cuyo potencial y cosmos se dice que es infinito.
 
Seráin estaba temblando el cosmos que sentía de ese caballero dorado era siniestro y pedía a gritos luchar, su aspecto era el de una persona algo delgada pero con músculos bien marcados, solo tenía unos pantalones azules y zapatos blancos, su pelo era corto y azul y ojos marrones comunes.
 
Seráin: Papá tengo miedo.
 
Artenis: ¡Quédate atrás de mí!
 
Igminseros: Descuida pequeño no tengo interés de enfrentarme a insectos, mi único objetivo es ella, pelea contra mi ¡Athena!
 
El grito del caballero dorado destrozo las instalaciones las cuales se caían a pedazos, incluso las montañas a lo lejos temblaban.
 
Arturo: Ho me estáis halagando, significa que me consideras un rival digno del legendario Igminseros (Dijo mientras seguía sosteniendo el puño de su rival, aunque luego de tanto tiempo se notaba que lo hacía con dificultad).
 
Igminseros: No te creas tanto insecto sobrealimentado, no eres rival para mí.
 
Arturo: ¿Sabías qué yo tengo el sobrenombre del caballero dorado más fuerte? Según el porcentaje que se me dio mi fuerza está en 155%
 
Igminseros: ¿De verdad? Eso es sorprendente ¿Y tú velocidad, resistencia, potencia, cosmos, habilidad, dominio de tus técnicas?
 
Arturo: Estarán por el 70% y 80% pero soy conocido por ser el más fuerte de los 12.
 
Igminseros: Eso solo es fuerza física yo tengo un 151% en fuerza y en todo lo demás arriba del 105%
 
Artenis: (¿Todo arriba del 100%? Es un monstruo).
 
Igminseros: No todo es fuerza física, aunque físicamente seas más fuerte, eres inferior en combate y nunca me podrías ganar en un uno a uno.
 
Arturo cayó con una rodilla al suelo a pesar de ser más grande, robusto y fuerte.
 
Artenis: ¡Arturo!
 
Arturo: No interfiráis, este es mi combate y no voy a permitir una intromisión en él.
 
Igminseros: Admirable, tu espíritu no decae, a pesar de que tu cuerpo empieza a sucumbir.
 
Igminseros apretó sus puños con las manos de Arturo atrapadas en las suyas. Arturo comenzó a gritar, Seráin se tapó los ojos y Artenis solo pudo apretar los puños y los dientes, mientras que Athena solo se limitaba a ver.
 
Igminseros: ¿Te rindes, o te quedas sin manos?
 
Arturo: Ninguna de las 2
 
Igminseros: Creo que necesitamos más presión.
 
Las manos de Arturo comenzaron a sangrar.
 
Artenis: (A pesar de poseer un poco más de fuerza, Igminseros tiene gran conocimiento del cuerpo humano, sabe cuáles son los puntos débiles y donde ejercer presión para causar más daño, siempre ha sido muy listo y pose grandes conocimientos sobre la anatomía humana y animal).
 
La otra rodilla de Arturo cae al suelo y este solo puede quejarse y forcejear sin obtener resultados.
 
Igminseros: Así que el gran toro dorado solo resulta ser un tipo débil y sin futuro como caballero dorado, ¿No entiendo cómo te ganaste tu armadura? Mira te doy 5 regalos.
 
Una patada impactó en el pecho de Arturo el cual escupió sangre, sintió como si todo adentro de él fuera aplastado por una gran presión.
 
Arturo: (Que poder tan monstruoso).
 
Igminseros: Otro regalo.
 
Una segunda patada hizo que el caballero se arrastrara para atrás, pero se detuvo debido a que Géminis sujetaba sus manos. No era solo su pecho sus hombros sentía como los músculos de los hombros se estiraban.
 
Arturo: (Esto es grave si recibo otra de esas).
 
Igminseros: Otra más, este es el tercero.
 
Arturo Tenía la vista borrosa y sentía que en cualquier momento perdería el conocimiento.
 
Arturo: (Ya no me está apretando las manos estoy a punto de caer al suelo).
 
Pero en ese momento Arturo volvió a apretar las manos de su rival.
 
Igminseros: ¿Qué?
 
Arturo: ¿Por qué me sueltas? La pelea aún no acaba.
 
Igminseros: Tienes espíritu de pelea eso lo reconozco o talvez solo es estupidez.
 
Poco a poco Arturo trataba de ponerse en pie nuevamente aunque las piernas y en general todo el cuerpo le temblaba.
 
Artenis: Arturo detente.
 
Seráin: Señor Arturo por favor deténgase.
 
Un Verdadero caballero dorado nunca se rinde ni da la espalda a su adversario.
 
Igminseros: De seguir luchando contra mí te voy a matar, Athena si quieres evitarlo pelea conmigo y dejo vivir a Tauro.
 
Athena: Igminseros esa decisión no es mía.
 
Arturo: Ya escuchaste a la señorita.
 
Igminseros: Calla (lanza la cuarta patada).
 
Arturo estuvo a punto de salir volando de no ser porque ahora fue él, el que apretó fuertemente las manos de Géminis.
 
Igminseros: Ya van 4, una más y te mataré. Yo no quiero matarte ni luchar contra ti, entiende solo quiero a Athena.
 
Arturo: La señorita Athenea se encuentra ocupada deje su mensaje luego de escuchar el tono.
 
Igminseros: ¿Te crees gracioso imbécil?
 
Arturo: Si tantos deseos tenéis de luchar, hazlo en contra mía yo no atacaré a un camarada pero tampoco dejaré que dañéis a Athenea. ¡Lanza todos tus golpes, patadas y ataques que yo los recibiré hasta que te quedes satisfecho!
 
El caballero de Géminis se quedó sorprendido y con la boca abierta.
 
Igminseros: (Increíble este sujeto está recibiendo todos mis ataques no para pelear contra mí, sino para evitar el conflicto, ya había escuchado del gran corazón que poseía el toro dorado pero nunca imagine esto, no me lo puedo creer ¿Todo esto lo hace por amistad?) Suficiente.
 
Igminseros se soltó de Arturo y apago su cosmos agresivo. Dio media vuelta y se alejó caminando.
 
Athena: (Increíble Arturo, lograste lo que nunca nadie había logrado ni siquiera yo. Tranquilizaste el corazón salvaje de Igminseros).
 
Arturo: Espera ¿A dónde vas? La pelea no ha acabado, además no me diste mi quinto regalo.
 
Igminseros: Te lo dejo para otro día (dijo mientras levantaba su mano y se alejaba caminando).
 
Artenis: Igminseros ¿A dónde vas? ¿No vas a apoyarnos en nuestra misión?
 
Igminseros: Bien sabes que soy un lobo solitario, por hoy no perseguiré a Athena.
 
Athena: Igminseros tengo que preguntarte algo.
 
Igminseros. ¿A si? Y de que se trata.
 
Athena: Olvídalo, es solo que nunca se sabe que pasa por tu cabeza, en ocasiones pienso que tú eres el gemelo malvado y no tu hermano y en otras pienso que eres de fiar. ¿Por qué viniste a este mundo? De verdad fue por la promesa de que en este mundo hay seres muy fuertes.
 
Igminseros: Simplemente quiero averiguar hasta donde llegan mis limites eso es todo. Y la única forma de averiguarlo es enfrentando a los más fuertes, adiós Athena.
 
El caballero desapareció de un brinco y no dejo rastro.
 
Mientras tanto Sipiasacna llego a la montaña Paoz estaba arriba de un árbol y podía ver la casa de Goku, pero no hacía nada solo observar.
 
Sipiasacna: (El cosmos de Igminseros desapareció, bien hecho chicos).
 
Seráin: Señor Arturo ¿Se encuentra bien?
 
Arturo: Claro chaval estoy como nuevo (Hay mi espalda y hombros me están matando).
 
Artenis: Arturo lo que hiciste fue muy estúpido y arriesgado, pero te lo agradezco. De lo contrario Athena hubiera roto su promesa y hubiera tenido que luchar contra Géminis.
 
Arturo solo levanto su mano con el pulgar hacia arriba.
 
Athena: Hasta crees que yo hubiera intervenido (Se cruza de brazos).
 
Arturo: (Siempre tan ruda, eso es lo mejor de usted Athenea pero por más que intente ocultar sus sentimientos, son muy obvios).
 
Athenea: Bien Arturo vamos al santuario.
 
Artenis: Diosa Athena, ya puse a salvo a toda la gente, cuando los dormidos despierten no sabrán lo que ocurrió y los hipnotizados por el polen de Sipiasacna cuando pase el efecto tampoco recordarán nada. Como ya no hay nada por lo que quedarse en este lugar permítame acompañarla junto a Seráin.
 
Athena: Bien vamos todos al santuario.


#6 Patriarca 8

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Publicado 30 enero 2017 - 12:17

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Editado por T-800, 05 enero 2019 - 15:53 .

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#7 Ederick

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Publicado 30 enero 2017 - 23:59

Yo voto por el Fanfic de Seph. Aunque el de Alfredo me está gustando mucho, el de Seph te deja tan enganchado que es simplemente maravilloso leer y descubrir ese fic. Me gustaría aprender a expresar mis ideas en texto tan bien como lo hace ella una felicitación amiga :)



#8 girlandlittlebuda

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Publicado 31 enero 2017 - 22:24

Mi voto es para... Es para... Chaca chaca chacan (suenan fanfarrias)

Alfredo y su personaje Miguel de Leo.

Seph, si hubieras postulado a la amazona de piscis sin duda mi voto hubiera sido para ti. Es tan maldita.


Suerte a todos los participantes.

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"Aunque nadie puede volver atrás y hacer un nuevo comienzo, cualquiera puede comenzar a partir de ahora y hacer un nuevo final"


#9 Ivan de Virgo

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Publicado 01 febrero 2017 - 23:30

voto por Ederick ya q me entretuvo mucho


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#10 Ederick

Ederick

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Publicado 02 febrero 2017 - 01:58

si hubieras postulado a la amazona de piscis sin duda mi voto hubiera sido para ti. Es tan maldita.
 

 

lol por un momento pensé en poner alguno de los caps de ella, pero como fueron muchos pensé mejor en Geminis :P que ironía xD

 

Maldita ¿En qué sentido? :)


voto por Ederick ya q me entretuvo mucho

 

Muchas gracias man :D que bueno que mi fic entretiene al público :t290:



#11 Seph_girl

Seph_girl

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Publicado 03 febrero 2017 - 12:16

Difícil el caso de por quien votar... hay puntos fuertes en ambos...

Pero pues mi voto irá para Ederick y su Saint Dragón Ball.  ^_^


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EL LEGADO DE ATENA - Capítulo 67. "Epílogo"


#12 Vulcanus no Kentha

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Publicado 03 febrero 2017 - 23:45

Creo que las cosas se ponen complicadas por este tema. Mi voto es para Miguel de Leo con el fic de Alfredo.

 

Destacar a Seph Girl cuyo fic se ve que es bastante bueno. 


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                                 FanFiction: El Mito del ALCAESTO                                                                                2hs45cj.jpg35mnl0i.png

                               FanFiction: Zephar, Señor de los Infiernos


#13 ℙentagrλm ♓Sнσgōкι

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    The Digger

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Publicado 11 febrero 2017 - 17:12

Ya llego, ya llego... Como dije, voy a intentar votar en todos los temas, no os volváis locos. Hay que hacer de esta comunidad fanficker una grande y respetada, pues el lore Saintseiyístico no puede morir. Empecemos:

 

Miguel de Leo: Alfredo, otra vez... De verdad, creo que tienes talento, pero no he visto nada en tu caballero dorado que diga, wow. Miguel de Leo es poderoso, sin embargo su personalidad es algo plana. No le veo la gracia, a pesar de que la similitud con Ilías me atrae, por eso de la naturaleza. No quiero que pienses que te ataco ni nada, es solo mi percepción personal. Creo que Dante te hubiese favorecido más aquí.

 

Souva de Escorpión: Horrible, asqueroso, sin gracia, son palabras para NO definir a Souva. Su estilo es un punto medio entre los dos santos más irreverentes, Kardia y Milo. El tipo es badass, tiene mucho estilo y mucho orgullo. Pecar de confiado nunca se vio tan perfeccionista. Enhorabuena por la magnífica elección, Seph.

 

Para Ederick... ¿Cuál es el Caballero que se ha puesto para valorar? Hay tres; las reglas dicen que solo sea uno. Si tuviera que destacar a uno, sería Aldebarán, pues los demás me han parecido muy forzados en sus respectivos papeles.

 

Sin más dilación, mi voto va para Souva de Escorpio, por Seph_girl.


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#14 -Felipe-

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Publicado 11 febrero 2017 - 17:36

Tuve varias dudas, pero mi voto va para el a ratos irreverente y muy orgulloso bich... digo, Escorpión de Seph. Es que, este capítulo puntual atrajo mucho, y eso que no soy precisamente fan del signo jaja

 

Alfredo, en este te faltó un poco de profundidad para el personaje, pero la puesta en escena estuvo muy buena.


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#15 Patriarca 8

Patriarca 8

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Publicado 18 febrero 2017 - 09:47

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Editado por T-800, 05 enero 2019 - 15:54 .

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