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8.Dinamica de Fics-2017:Caballero de bronce

Fics 2017

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12 respuestas a este tema

#1 Patriarca 8

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Editado por T-800, 05 enero 2019 - 15:49 .

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#2 Patriarca 8

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Publicado 18 enero 2017 - 16:49

 
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Editado por T-800, 05 enero 2019 - 15:49 .

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#3 blackdragon

blackdragon

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Publicado 23 enero 2017 - 09:14

SAGRADO CORAZÓN
Tercer libro

EL CABALLERO DE OFICUO
Capítulo 19
El dia de la absolucion
(Fragmento)


Fondo musical We will rock you de Queen


 

 

 

 

 

 

Limbo

 

Un golpe y sintió crujir partiéndose en astillas su armadura, pero aun así soporto el duro golpe....Ares se rió como si el combate solo fuese un chiste.....hizo emerger un cosmos terrorífico y maligno que envolvió a Ikki como si fuese fuego emergiendo del suelo.....este ahogo un grito de dolor....no le daría a Ares el gusto de verle sufrir...no....si era necesario moriría pero con la cabeza en alto...como el caballero Fénix que era.....

 

 

 

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- Eres necio Fénix..... - se rió dando otro golpe - realmente ¿No te cansas de esto?.... - lo miro curioso al decirlo, golpeo de nuevo el suelo y de la enorme mancha negra que emergió de la espada, saltaron 2 enormes mastines con las fauces abiertas, que se lanzaron con todo contra Ikki, derribandolo , este trataba de deshacerse de ellos a pesar de que los brazos estaban en las fauces de los 2 enormes animales....en eso riendo enloquecido Ares comenzó a golpear a Ikki con la espada que portaba, el filo le rozo la cara a Ikki que le causo una herida en una mejilla, estaba mas convencido que nunca que el dios de la guerra estaba completamente loco.....este reía mientras golpeaba a Ikki.....el Fénix haciendo un enorme esfuerzo lanzo a uno de los mastines que golpeo a Ares, allí fue cuando Ikki aprovecho con su mano libre tomo al otro perro y lo lanzo, se incorporo pese al dolor sufrido por el ataque de los enormes perros.....

 

 

 

Ares se deshizo del can y lo hizo atacar de nuevo a Ikki......quien al atacarlo por el cuello, derribo de nueva cuenta al Fénix...
 

- Bien mi firulais te llevara al despeñadero de la desgracia , la parte final de este limbo, te divertirás con tus desgracias emergiendo de tu alma al 100%  cada día, cada año por secula seculorum, haciendo que desees la muerte...y te quedaras por Quia in aeternum allí y yo.... - miro su espada pasando dos dedos de una de sus  manos como si la limpiara - iré por mi premio, una noche de éxtasis con la diosa mas hermosa.....Bon apetit cachorrito....... sonrió viendo al mastín arrastrar a Ikki al lado mas obscuro del limbo....

 

El mastín lanzo a Ikki al obscuro lugar y se lanzo a donde le había arrojado para devorarlo.....al no ver mas al Fénix, Ares comenzó a bailar festejando su victoria.......
 


- Voy por mi premio... voy por mi premio.... - canturreaba danzando en saltitos, mientras sostenía su espada con ambas manos... en eso un resplandor le hizo voltear....de ella emergió un muy lastimado Ikki que pese a eso se arrastraba para seguir peleando.....



 

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- ¿PERO QUE TU NO ENTIENDES??? - Ares lo dijo mientras sus ojos radiaban de nuevo ese color rojo que brillaba mas al enojarse - Bien entonces seré yo quien te corte las alas..... - alzo hasta su pecho la espada preparando su ataque - te voy hacer pedazos infeliz.....




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Ikki se arrastro por el dolor pese a tener las costillas rotas, pero en una de sus manos apretaba algo, algo con lo que había derrotado al mastín....al apretarlo mas ocurrió algo en el...sentía emerger un cosmos....este se le introducía en cada poro de la piel....Ikki respiraba con dificultad por que una mordida del mastín le había perforado un pulmón, pero....al apretar lo que tenia en la mano....sintió mejorar su respiración y como disminuía el dolor...., un enorme cosmos de luz blanco lo rodeo..... lentamente se incorporo arropado por ese cosmos.... miro hacia arriba y luego hacia lo que tenia en la mano, miro de nuevo hacia arriba y sonrió.... salio del cosmos protector caminando, emergiendo con su armadura como nueva, ante un extrañado  y sin poder creer lo que veía...Ares......



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- ¡NO ES POSIBLE!!!! - Ares trataba de que su cerebro captase le que pasaba ante sus ojos - ¡MI MASTÍN Y YO YA TE TENÍAMOS POR MUERTO!!! - Ikki sonrió y le mostró lo que tenia en la mano.....


- Yo siempre tengo el as en la manga - el crucifijo se balanceo al abrir su mano y ser mostrado por el Fénix al hablar - y siempre lo tendré... - encendió su cosmos y pudo sentirlo, el poder del arca emergía de él, si el era el único portador del arca, ....el poder lo podía invocar al momento que deseara....¿Ares quería jugar?, bien, el le daría el juego de su vida.....pateo el suelo recordó el acorde We will rock you y lo hizo a la perfección - es hora de patearte el trasero......




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- ¿Pero que de....? - ni siquiera le dejo hablar a Ares....los golpes de Ikki le comenzaron a llover, enfurecido contraataco lanzando tajos con la espada, Ikki se inclino hacia atrás, el filo de la espada le paso rozando, sonrió...era su turno de nuevo, lanzo a Ares este cayo, pero se levanto asombrado del poder del Fénix...


inferno19.jpg




- ¿Así que eres un loco no? - Ikki sonrió al decirlo, por primera vez Ares sintió un escalofrió al ver la extraña mirada de Ikki -...te diré algo....si alguien se mete con mi familia...me transformo en un loco sociopata.... spicotico... y antisocial... - sonrió aun mas al decirlo . si leí mi expediente psiquiátrico al regresar con Shun cuando....derrote a ese caballero de la Llama... a la fecha soy el único en haberme infiltrado a leer en esos archivos....- sonrió aun mas - ¿Y sabes que?..... - miro a Ares y sonriendole de una manera escalofriante murmurando y..al mismo tiempo reunía todo su cosmos -...tienen razón.....




ikki4.gif

 





Lo ultimo que los ojos de Ares vieron fue una enorme bola de fuego y cosmo-energía, como nunca en los siglos que tenia reencarnando había visto....






 
 
We will Rock You

Queen

 
 
 

 

Editado por blackdragon, 24 enero 2017 - 18:17 .


#4 ℙentagrλm ♓Sнσgōкι

ℙentagrλm ♓Sнσgōкι

    The Digger

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Publicado 23 enero 2017 - 14:34

Pues ya que tengo un personaje que se adecua a lo pedido, y me parece bastante interesante, qué carayo, vamos.

 

Historia: Rosas desde el Siglo XVIII

Capítulo: Lugonis (1)

Nombre y constelación: Lugonis de Hidra

 

----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

 

Lugonis

 

El intercambio de miradas entre Lugonis y los guerreros no cesaba. El misterioso recién llegado enseñaba su altivo rostro sin disimulo, como si aquellos que tenía enfrente no fuesen poco más que serpientes, seres inferiores condenados a reptar por el suelo árido y tosco. La atrevida sonrisa del joven se ensanchaba por instantes, hasta el punto de mostrar sus dientes, perlas blancas y relucientes contra la luz de la luna que le daba de lleno. Sus ojos verdes se movían con calma, con serenidad, de izquierda a derecha, observando la espeluznante escena. Bajo aquella capa andrajosa y vieja el corazón del muchacho latía con fuerza, ansioso de que alguno de aquellos despreciables seres cometiese el flagrante error de lanzarse contra él como si fuese la presa que el tigre caza sin problemas. Eso alimentaba su ego; el simple pensamiento de aquella escena hacía arder su corazón en llamas, llamas de pasión luchadora. El viento no había cesado, y la tensión era tal que parecía poder sentirse en el ambiente, mezclada con el aire que respiraban.

 

En el otro extremo, el pequeño ejército cuchicheaba sin quitar la vista de Lugonis. Susurraban apretando el mango de la espada, algunos de rabia, otros de pavor a que los espíritus de tantos que habían asesinado se estuviesen cobrando venganza. “Pero si solo es un niño”, añadían algunos, intentando disipar las dudas ―bien infundadas― de sus compañeros. Ninguno le daba la espalda, pues aunque aquel que profesaba dichos sentimientos no tuviese más de catorce o quince años, tras aquel hermoso rostro podía vislumbrarse a una persona iracunda y violenta en combate; su postura lo decía todo. Y era verdad, todos se habían acongojado por la extraña combinación que aquel joven infundía en sus enemigos. El terror envuelto en una capa de seda fina. Varios de los guerreros comentaban que la beldad de aquel desconocido competía e incluso superaba a las mujeres más hermosas que habían visto y, sin embargo, la fiereza que desprendía no tenía parangón.

 

―Bueno ―dijo Lugonis rompiendo el silencio que se había apoderado del lugar―. ¿Quién será el primero en venir por mí? ¿O es que acaso habéis decidido retiraros?

 

Las palabras del pelirrojo llamaron la atención de todos los soldados, que lo miraron, algunos de frente, otros ladeando la cabeza. De nuevo esa pesadez, esa calma estresante que se vive antes de un fiero combate, inundó el ambiente. Si no fuese por los aullidos y silbidos que el viento furioso producía, podría escucharse el ritmo de corazones que latían con velocidad, algunos impulsados por la pasión y las ganas de combate, otros por el miedo a la muerte o al dolor.

 

Desde la seguridad que les otorgaba la distancia, Caleb y Potem observaban la intervención del joven misterioso. No decían nada, solo escudriñaban las espaldas de sus hombres, que les impedían ver nada más. Una gota de sudor frío recorrió la frente de Caleb y esta murió en su ceja derecha. La respiración del hombre se agitaba por momentos, fruto de la incomprensión de la situación. A su izquierda, Potem miraba impertérrito la luna, como ausente.

 

―¿Qué estará pasando ahí?, ¿por qué no matan a ese niño? ―susurró Caleb, rompiendo el silencio, girando la cabeza hacia su compañero tan rápido que parecía que su cuello se iba a quebrar en cualquier momento.

 

Pero Potem no respondió. Su mente parecía haber abandonado el cascarón que suponía su cuerpo. De no ser por la tenue respiración que llevaba a cabo, casi podría parecer que había muerto.

 

―¿A qué estáis esperando? ¡Atacad! ―gritó Caleb a sus hombres.

 

Algunos, paralizados por el temor, dieron un par de pasos atrás. No había razón para tenerle miedo a un simple crío, pero en él destacaba algo, algo peligroso. Quizás fuese su mirada de color aceituna, tan afilada que parecía cortar cualquier cosa, o su sonrisa de confianza extrema en sí mismo, lo que le hacía parecer un despechado asesino.

 

Una tropa de quince guerreros cargó en masa contra Lugonis. Los demás aguardaron expectantes, clavando los otros quince pares de ojos en sus compañeros. Cada vez que el terreno se acortaba entre los hombres y el joven, la vida de todos ellos parecía pasarles delante de sus ojos. Unos avanzaban con decisión, sin miedo a nada, sapientes de su segura victoria. Otros no tanto, y se movían simplemente porque se lo habían ordenado. Si no obedecían, luego quizás fuesen castigados por el líder.

 

La sonrisa de Lugonis se ensanchó del todo. Sus ojos emanaban un fuego inextinguible, un brillo fulgurante, una fuerza incomparable. El corazón le latía a mil kilómetros por hora. Ahí estaba, la energía para vencer a mil hombres, la convicción para levantarse siempre que fuese derribado: la pasión por vencer a cualquier obstáculo que se interpusiese en su camino.

 

―¡Ilusos! ―Del cuerpo de Lugonis salió una onda expansiva cuando todos los hombres estaban ya casi encima suya. La violencia que desprendió dicha onda repelió con facilidad a los soldados, que lucharon en vano intentando no ser arrastrados hacia atrás. Ascendieron como una hoja movida por el viento y cayeron, presa de la inviolable fuerza de la gravedad. La capa del joven salió disparada y voló por el aire como un pájaro que planea sobre una corriente de aire caliente con sus alas desplegadas.

 

La tropa, tanto los humillados guerreros que atacaron de sopetón como los que observaban en la lejanía, quedó estupefacta al mirar de nuevo a aquel misterioso chicuelo. Tras haber sido arrancado aquel andrajo negro y harapiento que cubría todo su cuerpo excepto el rostro, se podía ver con claridad una pieza metálica color violáceo que cubría sendos hombros. Sus brazos también estaban protegidos por una pieza similar que iba desde el codo hasta las manos, dejando a la vista los dedos. Donde deberían ir los nudillos había unas largas garras del mismo tono que el resto de aquel extraño armatroste, que se curvaban como si fuesen las afiladas uñas de un oso. Su cabeza estaba cubierta por una tiara que la rodeaba por completo, y esta estaba adornada con cinco gemas redondas, siendo la del medio la más grande.

 

Todos profesaron una mirada de terror al ver aquel extraño ropaje, que brillaba muchísimo más a la luz de la luna que el acero oxidado de sus hojas desafiladas. Sus mentes dejaron de ser racionales y sus cuerpos empezaron a temblar bajo el mal augurio. ¿Quién era aquel tipo? O, mejor dicho: ¿qué era ese monstruo, capaz de golpear sin moverse? Los que estaban en el suelo apoyaron las manos en la tierra, húmeda y removida, buscando impulso para alejarse sin desviar la mirada por miedo ser atacados.

 

La candorosa sonrisa de Lugonis, sardónica y casi sórdida, nunca se apagaba. De nuevo, recorrió los rostros de sus oponentes con la vista, disfrutando los gestos de pavor que había creado en solo un instante. El viento mecía su flequillo, atrapado bajo la tiara.

 

―Ahora que me habéis atacado ―acertó a decir el muchacho―, ellas no pueden detenerse. ―Cerró el puño y lo puso a la altura del pecho, observando con orgullo y casi con obscenidad las afiladas cuchillas que salían de su guantelete derecho―. El impulso es demasiado fuerte como para resistirme…

 

Un aura morada rodeó el cuerpo del joven en un instante. Apretó su puño con fuerza, como si quisiese deshacer una piedra con su fuerza física. Aquel fue el pistoletazo de salida de los guerreros, que echaron a correr en dirección al bosque dejando las espadas y los escudos detrás para ir más rápido.

 

―¡Es demasiado tarde! ―repitió Lugonis, ahogando un grito.

 

¡Mellow Poison!

(Veneno Sazonado)

 

En un abrir y cerrar de ojos, el joven atravesó la distancia que le separaba de los soldados, con el puño alargado hacia adelante, como si hubiese asestado un golpe. Giró la cabeza y observó sobre su hombro izquierdo: todos los hombres que escapaban, temerosos y veloces, estaban ahora en el suelo, arrastrándose, clavando las uñas en el suelo. Algunos tosían sangre, otros se tumbaban boca arriba y miraban el cielo despejado, a sabiendas, al parecer, de que serían sus últimos minutos de vida.

 

―Con un movimiento a la velocidad del sonido he perforado vuestros cuerpos con mis garras, que poseen el veneno más mortal conocido por el hombre. ―Lugonis bajó la cabeza y cerró los ojos, respirando con calma, disfrutando, con una sonrisa casi grotesca, el dolor que sufrían sus víctimas―. A vosotros, que llenáis el mundo de mal, os condeno a morir bajo el juicio de Hidra, sufriendo hasta el último instante de vuestras miserables, vacías y oscuras vidas.

 

Se hizo un silencio sepulcral, casi incómodo. Las respiraciones agitadas y las toses a destiempo cesaron en cuestión de segundos. Ya solo estaban él y el viento. O eso quería hacer pensar.

 

―Aún faltáis vosotros ―dijo el pelirrojo oteando la oscuridad profunda del bosque que tenía ante sus ojos. La luz de las llamas que había en el pueblo no llegaba hasta tan lejos y era imposible distinguir una sombra de otra.

 

Y Potem, que llevaba toda la noche sin prestar ninguna atención a nada de lo que estaba pasando, abandonó su posición de retiro. Se levantó despacio, bajo la incrédula mirada de Caleb, que lo llamaba loco al salir ahí fuera con ese monstruo. De entre los arbustos apareció un hombre fornido, ancho, vestido igual que los otros soldados y cubriendo su rostro con un pañuelo azul excepto sus ojos. Aquellos tenían un brillo especial, al igual que los de Lugonis. Si los observabas detenidamente durante unos instantes, podías ver casi la tristeza y la desesperación que corroían el alma de aquel mastodóntico personaje. Unos ojos trigueños que desprendían una sensación de vacío existencial. El joven se dio cuenta rápido de la inquietud que le producía aquella mirada; la de un hombre dispuesto a morir si hiciese falta por la causa que sigue.

 

La diferencia de físico entre uno y otro era considerable. El cuerpo de Lugonis era esbelto y delgado, aunque lejos de ser chaparro. Potem gozaba de una espalda ancha y una estatura digna de asombro, aunque tan grande que era parecía pecar de torpe. Su figura era la de un hombre alicaído, cabizbajo, de los que se han rendido en la vida y buscan el seguir adelante por medios que poco o nada tienen que ver con lo que ellos quieren, produciéndoles una profunda insatisfacción.

 

―¿Quién eres? ―preguntó Lugonis, alargando el cuello para estar mirada con mirada, afectado por los ojos tristes de su aparente rival.

 

―Me llamo Potem. ―Se llevó la mano al rostro y retiró el pañuelo que lo cubría. Su cara, en proporción a su cuerpo, era ancha con gestos bruscos y mal dibujados, con arrugas bajo la nariz y en el cuello, con una frente abombada y pálida, al igual que el resto de su piel. Tenía la nariz torcida y ganchuda, aparentemente rota. Su pelo rizado y marrón hacían juego con sus ojos, y compartían la cualidad de ser lo único hermoso que podía verse en aquel ser casi deforme.

 

―No te he preguntado tu nombre ―replicó el menudo joven, que lo miraba como el que observa un edificio enorme―. Te he preguntado quién eres.

 

Potem torció la nariz con gesto de no entender lo que se le pedía. Se encogió de hombros y lanzó un profundo suspiro, como si intentase comprender con su enorme cabezón, pero no diese más de sí, resultándole inútil.

 

No sabía por qué, pero Lugonis empezó a sentir un rastro de lástima cada vez que se fijaba en los ojos tristes y vacíos de aquel gigante. Se le formaba un nudo en la garganta solo de pensar que tendría que atacar a alguien que difícilmente podía comprender una pregunta tan sencilla como la que había formulado antes. Por primera vez en mucho tiempo le vino a la mente la idea del diálogo, la de intentar evitar el combate; su corazón no estaba henchido de pasión, pues no veía cómo podría hacer justicia matando a aquel deficiente.

 

―Oye Potem ―dijo Lugonis, intentando llevar a cabo su nueva estratagema―. ¿Por qué no hablamos un poco? ―Aunque su sonrisa medio sádica cambió a una tierna y comprensible, por dentro el joven se sentía asqueado, traicionando sus propios principios, fraternizando con el enemigo como si no le hubiesen confiado aquel pueblo. Pero, por otro lado, no veía enemigo alguno en aquel tipo. En cierto modo, su mente estaba dividida.

 

El gigante pareció esbozar una pequeña sonrisa, pero esta pronto se desvaneció cuando una voz gritó su nombre desde atrás.

 

―¡Potem! ¿Qué haces? ¡Mátalo! ―balbuceó Caleb, que salía de entre los matojos blandiendo su espada en la mano izquierda.

 

Lugonis no desvió su mirada de la de Potem, permaneciendo impertérrito ante la súbita pero predecible aparición del hombre que faltaba por entrar en escena. Movió la cabeza de lado a lado, negando, implorando a Dios, si existía, que no se le ocurriese atacarle o se vería forzado a hacer algo que, desde luego, no quería.

 

Caleb apareció tras la enorme figura del otro hombre. No era muy alto, sino que más bien canijo y esmirriado. Se arrancó el pañuelo de la cara con fuerza, dejando a la luz sus ojos enrojecidos por la cólera. Lo que más destacaba de aquel tipo era su boca, era enorme y cubría una gran parte de su rostro. Era cejijunto con el pelo gris, dientes negros y barba hirsuta.

 

―¡Potem! ―volvió a gritar sin quitar la mirada de Lugonis, atemorizado―. ¿Es que acaso vas a desobedecer a tu hermano? ¡Mátalo ya!

 

Fue la primera vez que el joven miró a Caleb; le parecía un hombre detestable. En lo más profundo de sus entrañas algo gritaba que lo atravesase de lado a lado al menos quince veces con cada garra. Su mirada era el fuego que arde con decisión en lo más profundo del alma humana. El color aceituna de sus ojos le hacía parecer un chico calmado, pero ese fulgor incorruptible y candoroso lo convertían en el más peligroso de los depredadores: un humano ansioso por crear justicia. Y ya lo decía Shakespeare, no hay miedo más peligroso que el que infunde otra persona con miedo.

 

Sin embargo, si atacaba, seguro que tendría que matar a aquel gigante inocente y bobo, que poco más parecía hacer que seguir las órdenes de un hombre que se aprovechaba de su corazón bueno y sincero. Todo eso se lo decían unos ojos henchidos de dolor y de sufrimiento.

 

―¡Ataca ya, maldito retrasado! ―ordenó de nuevo Caleb.

 

Potem cargó el puño. Desde la perspectiva de Lugonis, dicho puño era enorme. No quería hacer daño a aquel ser de bondad infinita, pero no tendría opción. El golpe impactó de lleno contra el suelo, justo delante de Caleb, cuya mirada había cambiado de irritación a miedo. Dio un par de pasos atrás, asiendo el escudo en su mano derecha con fuerza y la espada en la otra con más fuerza aún.

 

―¡Yo no soy ningún retrasado, Caleb! ―gritó Potem con voz iracunda e imperturbable. Su fuerza era tal que la tierra se agrietó al paso de su golpe.

 

―¿Cómo… cómo es posible que tú…? ―dijo Caleb asustado, observando cómo Lugonis se había deshecho de aquella irritante sonrisa por primera vez en toda la noche para ahora tener un gesto frío como la nieve.

 

―Esto lo has hecho tú solo ―respondió el pelirrojo en un arrebato de responsabilidad―. He visto en sus ojos la tristeza, la humillación y la vergüenza a la que este hombre ha sido sometido. No he tenido más que darle un poco de humanidad para que recuerde que no debe ser tratado de esa manera.

 

La cara de aquel hombre era un cuadro. No podía comprender cómo, en tan solo unos segundos de conversación, había logrado poner a su hermano en su contra. Las manos le temblaban, su rostro estaba empapado en sudor frío, producto del miedo que, a su vez, le tenía anclado al suelo como si fuese una alcayata. No podía ni avanzar ni retroceder.

 

―Te llamas Caleb, ¿no es cierto? ―dijo Lugonis a modo de pregunta retórica, no esperando respuesta, y si lo hacía, no escuchando lo que aquel prototipo de hombre tuviese que decir―. Me han mandado del Santuario, en Grecia, para matarte. A ti y a toda esta banda de rufianes que atacabais a gente inocente sin ningún reparo. Pero debes agradecerle a tu hermano, “el retrasado”, que no vaya a hacerlo. Más te vale reflexionar, porque si vuelven a mandarme a por ti ―De nuevo apareció aquella sonrisa burlona, temeraria, despiadada―, juro que te desmembraré pieza a pieza.

 

 

Y se hizo el silencio. Potem no discutió ni rompió una lanza a favor de su hermano. Solo necesitaba eso, un pequeño empujón que lo incitase a abandonar el estricto yugo al que el idiota de su hermano lo tenía sometido. A fin de cuentas, Potem no era más que un ser lleno de bondad, que solo merecía el respeto y la admiración de quienquiera, por dejarse avasallar sin reprochar nada ni quejarse. 


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Pincha en la foto para leer Rosas desde el Siglo XVIII

Ranking de resistencia dorada


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Publicado 31 enero 2017 - 21:23

Mi voto es para black dragón.


Suerte y felicitaciones a ambos fickers por animarse a participar.

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"Aunque nadie puede volver atrás y hacer un nuevo comienzo, cualquiera puede comenzar a partir de ahora y hacer un nuevo final"


#7 Ivan de Virgo

Ivan de Virgo

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Publicado 01 febrero 2017 - 23:31

voto por pentagram ya q a pesar de no seguir su fic fue una historia q me gusto


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#8 Ederick

Ederick

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Publicado 02 febrero 2017 - 02:07

No conocía la historia de Pentagram pero sin duda, ese fragmento fue muy genial y emocionante :) mi voto es para él


Editado por Ederick, 02 febrero 2017 - 02:07 .


#9 ALFREDO

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Publicado 02 febrero 2017 - 18:18

Lastima q no alcance a inscribirme, en fin mi voto es para pentagrama y Lugonis de Hidra. Siendo la intro ya te deja muy intrigado con este bronceado q algun dia sera gold.


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FANFIC: La condenación de los caballeros de Athena

Capitulo final N°66.- Publicado!

Fichas de personajes


#10 Seph_girl

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Voto por Pentagram y su santo de bronce :)


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EL LEGADO DE ATENA - Capítulo 67. "Epílogo"


#11 Vulcanus no Kentha

Vulcanus no Kentha

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Aqui también voto por Pentagram con Lugonis de Hidra, me ha gustado mucho. Ojalá pudiera tener mas tiempo para leer historias como esas.


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                                 FanFiction: El Mito del ALCAESTO                                                                                2hs45cj.jpg35mnl0i.png

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#12 -Felipe-

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Publicado 11 febrero 2017 - 16:58

Por la puesta en escena, por la batalla, la transmisión de emociones (especialmente en cuanto a uno de los personajes secundarios) y por mostrarnos un personaje que por defecto era interesante, pero en sus años de juventud como un jerk que es Lugonis, le doy mi voto a Penta y su Santo de Hidra, el venenoso (en más de un sentido) todavía-no maestro de Albafica.


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#13 Patriarca 8

Patriarca 8

    Miembro de honor

  • 16,112 mensajes
Pais:
Peru
Sexo:
Masculino
Signo:
Cancer
Energia:
Cosmos:
Ataque:
Defensa:
Velocidad:
Victorias:
0
Derrotas:
0
Total:
0

Publicado 17 febrero 2017 - 10:25

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El ganador es Pentagram


Editado por T-800, 05 enero 2019 - 15:50 .

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