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16.Dinamica de Fics-2016: Mejor Fic - Novelado

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10 respuestas a este tema

#1 Patriarca 8

Patriarca 8

    Miembro de honor

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Publicado 14 junio 2016 - 21:11

 
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Editado por T-800, 29 diciembre 2018 - 12:23 .

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#2 Patriarca 8

Patriarca 8

    Miembro de honor

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Publicado 14 junio 2016 - 21:26

16.Mejor Fic - Novelado

 

-Ejemplo de este estilo:

 

El grupo de Cetus luchó mañana y tarde contra soldados y espectros de bajo rango. No eran enemigos fuertes, pero su cuantioso número había agotado las fuerzas de los atenienses.
 
Al anochecer, cuando se encontraban más cerca del castillo de Hades, vieron pasar un gran número de murciélagos. Ismael, comandante de la brigada y santo argénteo de Ballena, sintió como si tuviera mucho sueño, e iba a quedarse dormido. Su camarada, David de Lira, empezó a tocar su instrumento musical.
 
—Manténganse alerta, él enemigo se encuentra cerca. —indicó el plateado de Lira.
 
Poco después aparecieron dos espectros que se identificaron como Wimber del Murciélago y Leibold del Upyr.
 
—Muy impresionante, lograste neutralizar mi técnica con tu lira, pero esta vez no tendrás tanta suerte. «Festín Sangriento» —Dio parte de su cosmos a los animales que se encontraban cerca, incrementando su fuerza y velocidad. Los embravecidos murciélagos atacaron a sus oponentes.
 
Las bestias aladas se abalanzaron sobre los caballeros, pero el plateado de Lira mantuvo la calma y se limitó a tocar.
 
—«Temor musical» —Mediante su lira, creó una sensación de temor hacia los animales salvajes y hasta ese momento agresivos, obligándoles a huir.
 
Los murciélagos se elevaron por los cielos y se dispersaron por distintas direcciones.
 
— ¿Qué clase de guerrero eres? —preguntó el espectro de murciélago.
 
—Será mejor que tú y tu amigo huyan, no me gusta eliminar a mis adversarios.
 
—Eres bastante patético por mostrar piedad en el campo de batalla —afirmó Leibold del Upyr.

 

 

 

 


Editado por T-800, 29 diciembre 2018 - 12:23 .

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#3 Αλάλα

Αλάλα

    Raissa Ozsari

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Publicado 14 junio 2016 - 23:11

e.e En este entro, que aunque le falta a mi historia bastante por desarrollarse, este lo pueden disfrutar sin tener que leer los anteriores.

 

Fic: Saint Seiya: Santuario sin escudo.

Link al capítulo: http://saintseiyafor...cudo/?p=2212838

 

Capítulo:

 

Capítulo V: Debe ser una mentira.

 

Rodeados de caballeros renegados, los guerreros atenienses no tuvieron tiempo de ingeniar un método para batallar contra los hombres y mujeres que se les posaron en frente. Milivoj de Oso no estaba en su totalidad para luchar, haciendo que los otros dos tuvieran que esforzarse un poco más.

 

—No se preocupen por mí, el veneno no me afectó tanto con la inyección. Si muero, lo haré después de acabar con estos malditos—Una sonrisa confiada se notó en el rostro del joven de cabello naranja. Milivoj era un sujeto que daba su mejor esfuerzo hasta el final.

—Muy bien, esto no serán ni dos minutos—consiguió decir Cuervo. Fijó su mirada verde en sus próximos enemigos.

 

Los caballeros negros, como era de suponer, no dieron lugar a tener una batalla uno a uno como tenían acostumbrado los atenienses. Se lanzaron en grupo escogiendo a su contrincante favorito. Milivoj fue atacado por cinco, a la vez que Ethan tenía cuatro para derrotar y Kamil seis.

 

Milivoj tenía ventaja en ser más alto que los demás, además de ser rápido y tener bastante fuerza. Un caballero de Pegaso se le colgó en el cuello, pero teniendo las manos libres, con sus grandes brazos aplastó el tórax de una chica vistiendo la armadura de Ballena. Ethan de Cuervo se sorprendió, pues casi siempre veía que su amigo de Oso era un poco lento al comenzar una batalla.

Mas la batalla continuaba, con un rápido movimiento de su derecha, Milivoj agarró al Pegaso negro que colgaba de él y lo lanzó contra el suelo, dándole un pisotón en medio de la espalda, terminando igual que la joven Ballena, con las costillas rotas.

 

Parecía él tener la ventaja, pero un viento cortante hizo que comenzara a sangrar, y con el efecto del veneno, sus movimientos menguaron. Fue el ataque de uno de los Lobos el que lo ocasionó. El cabello naranja comenzaba a empaparse de sudor y la mirada azul cielo se opacó por miedo. No era miedo a la muerte, sino de permitir que el enemigo ganara.

 

Alzó su cosmos lleno de furia, pero los caballeros negros continuaron atacándolo. Los tres restantes se le echaron encima, con golpes provenientes de puños y patadas. Dos técnicas le llegaron al cuerpo, un fuerte aullido de lobo que le reventó los tímpanos y un par de especies de cometas que le impactaron en el pecho y detrás de la pierna izquierda.

Milivoj cayó por el cansancio y el veneno que le comenzaba a destrozar la piel. Pegaso le golpeó el rostro. Oso cayó sobre su espalda, pero yendo a más de la velocidad del sonido, logró tomar del brazo al joven renegado. Lo alzó y lo abalanzó contra el suelo un par de veces, para acabar también con él aplastándole, pero en esa ocasión fue la cabeza.

 

Viendo cerca su final, Milivoj juntó a los dos restantes caballeros para abrazarlos, aprovechando la delgadez de sus contrincantes. Luego de estar sin mucho hablar, los renegados soltaron un fuerte grito al sentir sus huesos ser quebrados, perforándoles los órganos y ver brotar la sangre que manchaba los brazos y torsos de los guerreros.

 

Quiso el joven ateniense ayudar a sus compañeros, pero se desplomó fatigado.

 

Ethan de Cuervo tuvo un poco más de suerte. Pocos fueron sus enemigos y logró resistir con ayuda de los cuervos que controlaba. Sin embargo, contar con sus aves también fue una desventaja.

Ballena comenzó atacando, al notar que Ethan usaría las aves negras, creó una gran ola que acabó con cerca de la mitad de los pájaros. Notando la superioridad que tenían en ese instante, le atacaron con golpes y puños que lo dejaron en el suelo, sin aire por los impactos recibidos en el abdomen.

 

Cuervo atrajo a las aves para que estas le rodearan y evitaran atacar. A la vez, envió un grupo para que picoteara a los contrincantes que eran aún más inexpertos que él, pero con un poco más de inteligencia.

Uno de los renegados, vistiendo la armadura de Lobo, tomó un par de serpientes y las lanzó sobre las aves que estaban en su enemigo. Más urgía acabar con él que salvar a sus compañeros.

 

Algunas aves cayeron por el veneno y otras fueron comidas. Ethan abrió su boca sorprendido, no tenía estrategia alguna, y por estar pensando en aquel detalle, más de sus aves cayeron muertas y fue golpeado multitud de veces.

Apenas podía protegerse, y uno que otro pájaro acudía a ayudarle. Los renegados le sonreían, indicándole su pronto fin.

 

De un salto logró ponerse de pie y alejarse lo suficiente para alzar su energía. Era su oportunidad de demostrar lo que había logrado con la técnica que desarrolló, así esa fuera la última vez que la usara.

Alzó sus brazos desde lo más bajo, y mientras los levantaba, un cráter se fue abriendo a velocidad casi imperceptible. Miles y miles de plumas negras y grises provenían del subsuelo, ocasionando cortes profundos en tres de los cuatro enemigos. Dos de ellos fallecieron casi al instante al cortarles el cuello y pierna, allí donde pasaban importantes venas, muriendo desangrados. Otro de ellos quedó ciego al querer fijarse de lo que ocurría, mientras que otro, logró crear una barrera con agua.

 

Ethan fue protegido por un grupo de aves justo antes de que el caballero de Ballena sobreviviente le golpeara. Los cuervos le levantaron la piel en los picotazos, dejándole marcas poco agradables. El joven Cuervo vio una oportunidad para alejarse y preparar otro ataque más, pero a lo lejos vio el renegado que estaba ciego, buscándolo para atacar.

Decidió realizar una técnica, generar un fuerte viento con el aleteo de las aves.

 

Con un movimiento de la cabeza, indició a los seres voladores que aletearan de manera tan fuerte como pudieran. Serpientes salieron volando, al igual que plantas y grandes masas de tierra en polvo. Los enemigos se mantuvieron de pie. El polvo no logró afectar en nada pero las víboras, agitadas, comenzaron a morder una vez tocaron la piel de los humanos.

 

El pobre ciego, distraído por buscar a Ethan, fue mordido por más de seis serpientes, y murió al poco tiempo por el veneno. Era muy joven y no supo protegerse con el cosmos.

 

Ballena negra era el último enemigo de Cuervo, así que se quiso abalanzar sobre este para poder terminar con otro caballero y terminar con Kamil que estaba cerca de eliminar a los renegados restantes. Con ímpetu, pegó un salto para dar un golpe certero en la cabeza del ateniense, pero por el empeño de querer acabarlo, no se fijó que de nuevo estaba esa técnica en ejecución.

 

—¡Plumas del averno!

 

Ethan sonreía. El rostro sorprendido de Ballena negra le dio tanto placer, pero no tanto cuando lo voy morir hecho pedazos, pues su ataque se realizó con mucho más cosmos, y por ende, con mucha más fuerza.

Cuervo había finalizado, Kamil no tenía tantos problemas con sus enemigos, por lo que fue en ayuda de Milivoj.

 

Por su lado, Kamil de Camaleón no se presentó con misericordia, y con el látigo en mano, sus ataques fueron sin vacilar. Con seis enemigos en su contra, no se dejó intimidar.

Estando todos tan juntos, logró atrapar a tres con su azote, pero para no perder tiempo y evitar ser derribado, dejó el arma en el suelo, pero controlándole con el cosmos. El ataque solo torturaría a sus rivales, pues cada vez les apretaría más y más hasta que los huesos les crujieran.

 

Entretanto, se dedicó a batallar contra los otros tres. Ni siquiera los veía como personas, por lo que no dudó con sus terribles ataques.

Logró hacer separar a los renegados. Estando con el primero ellos, se acercó a gran velocidad y estiró su brazo directo hacia el corazón del caballero negro. Era su técnica, la cual emulaba la larga lengua del camaleón.

 

Repitió la misma técnica con los otros dos, pues su velocidad era tan impresionante que no les dio tiempo de reaccionar.

Volvió con los que dejó atados, y al ver que sus compañeros atenienses demoraban un poco más que él, decidió disfrutar el cómo eran quebrados los renegados. Cuando vio que Milivoj se desplomaba, arrancó la cabeza de uno de ellos. Luego, al notar que Ethan ya casi terminaba, aprisionó todavía más los cuerpos de los caballeros negros, hasta que las cabezas les estallaron.

 

La batalla terminó.

Kamil se acercó a Ethan, el cual sostenía a Milivoj, con semblante serio, como si nada hubiera ocurrido. Cuervo se le quedó mirando curioso, pues no conocía muy bien a su compañero, y el hacerlo le causaba algo de turbación.

 

—Athena no está aquí, regresemos—con tranquilidad, mencionó el caballero de Camaleón.

—¿Cómo lo sabes?—preguntó Ethan, sujetando con cuidado a Milivoj que estaba casi dormido.

—Si quisieran algo con ella, primero, no la estarían cuidando todo el tiempo de las serpientes, segundo, ya estaría muerta. La deben tener en otro lugar donde solo vigilan que ella no se escape, es mejor volver al Santuario y contar lo que ya sabemos—Su mirada gris estuvo en busca del camino que los regresaría al bote que los trajo.

—Espera—exclamó Cuervo, con temor en sus ojos verde claro—, ¿no será mejor que revisemos la isla en caso de que…?

—No—interrumpió—, si la encontramos será muerta, y estos renegados no son tan tontos. Volvamos—Comenzó a andar sin prestar ya atención a sus compañeros.

 

Santuario de Athena.

 

—Oh, Tâleb, ¿qué pasa?—La deidad que se posaba tras él no dejaba de abrazarle. Sentir el calor de ella, que debió ser reconfortante, fue más bien atemorizante.

—Tú no eres Athena—valiente, atinó a decir. No quiso darse la vuelta, pero intentó no temblar ni mostrar su miedo.

—Ah, por supuesto que lo soy. Si no te basta con observarme y notar el color de mi cabello, de mis ojos o mi propio cosmos…

—¡No lo eres! Fui un tonto en creer que eras Athena, pero ahora sé que eres solo una impostora… ¡La propia Athena no jugaría a ser secuestrada y luego aparecer como si nada!—Una luz parecía estar en los ojos de Tâleb, como si hubiera descubierto la verdad.

—Ah…—murmuró ella, sin importarle que fue interrumpida, pues encontró algo más interesante—Ya veo… Dejaste de confiar en ti mismo y ahora crees en las palabras que han dicho tus compañeros… Optas ahora por decirme impostora, pero, ¿no recuerdas cómo confían los caballeros en mí?

 

Como si hubiera cometido el más grande error de su vida, Tâleb no sabía qué decir o pensar. Si era una impostora, era la más interesante y compleja, pues lograba captar gran esencia de la deidad, pero con otra personalidad.

Sin embargo, si era la misma diosa, había algo que cambió en ella. Quizá, cansada de estar luchando contra Hades una y otra vez, decidió por ser más fuerte en su trato, pero quedaban grandes huecos sin sentido en cualquier explicación.

 

—Le diré a los demás que Athena está a salvo—dijo bajando la cabeza, casi en un murmuro—, hasta que sepa qué sucede…

—Seguirás mi juego. No, no—completó la frase, pero negó que eso fuera a suceder—. Solo vine por esto… Buena suerte ganándole a la diosa de la sabiduría—Le besó en la mejilla y se retiró tan rápido como si se hubiera esfumado.

 

Apenas Athena desapareció, Tâleb y el resto de los caballeros en el Santuario sintieron la tierra moverse. Un temblor acompañado de un brillo intenso en dorado y blanco retumbaron desde lo alto de la estatua de Athena.

Sonechka, quien estaba en la casa de Piscis observando hacia la recámara del patriarca y de Athena, logró ver de cerca lo que ocurría.

 

Una vez el brillo desapareció y el temblor se detuvo, la estatua de Athena había desaparecido para dar lugar a la armadura de la diosa.

 

—¡Alto, no dejaré que te lleves la armadura con tanta facilidad!—exclamó Sonechka subiendo las escaleras. Divisó el rostro de Sali quien poseía en su mano la estatuilla, mientras sonrió de modo arrogante como siempre.

 

Pero fue tarde, la velocidad de la caballero negro era tan alta como la de un guerrero de oro, o incluso más, por lo que no logró alcanzarla.

Ahora con la armadura de Athena desaparecida, las cosas se mostraban aún más complicadas.

 

Ahora Tâleb supo que era la verdadera Athena, sin embargo, no lograba saber por qué actuaba de modo tan insólito. Le parecía una mentira ver cómo su diosa se le posaba en contra.

 


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#4 -Felipe-

-Felipe-

    Bang

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Publicado 14 junio 2016 - 23:56

1. Mito del Santuario

 

2. http://saintseiyafor...-del-santuario/

 

PRÓLOGO

 

22:30 p.m. del 1º de septiembre de 1997.

—¿Te toca la ronda nocturna? —preguntó su hermano menor. Se acomodó entre las sábanas y puso su cabeza sobre la suave almohada para descansar del largo día de trabajo.

—No, el Sumo Sacerdote me mandó a llamar.

—¿Por qué? —Su hermanito soltó un profundo bostezo. Se había esforzado mucho, no podía negarlo—. ¿La estrella fugaz?

—Quizás, no lo sé. Ahora, descansa. —Era mentira. Estaba seguro que ese era el motivo pero no quería continuar desvelando al pequeño.

—Bien, bien, pero mañana nos levantaremos temprano, ¿está bien? Esta vez sí lograré golpearte. —El niño cerró los ojos y se durmió con la misma facilidad con la que despertaba.

—Sí. Tal vez lo logres, Aiolia.

 

La noche estaba muy calma en el Santuario de Atenas, como si la estrella jamás hubiese caído. Los había puesto a todos en alerta, desde los soldados rasos que vigilaban entre en el Zodiaco hasta los que visten de oro. Pero el Sumo Sacerdote, desde lo más alto del Monte Estrellado, alzó la voz. Mientras subía los escalones recordó oír su voz como si lo hubiera tenido a medio metro.

“A todos en el Santuario: calma, lo que acaba de suceder no es para tener miedo, sino que es una buena noticia que nos llenará a todos de orgullo y valor”.

No dijo nada más. Pero él, como Santo de Oro[1], supo deducir lo tácito. Llegó a su destino, el Templo Corazón, y lo primero que hizo fue saludar a los dos guardias de la entrada. Al interior las antorchas estaban encendidas; recorrió el largo corredor que llevaba hasta el trono dorado y allí se encontró con las personas que esperaba.

El Sumo Sacerdote sentado tranquilamente como si las palabras que tenía pensado pronunciar le quitaran un peso de encima que había cargado mucho tiempo. Se decía que ese hombre tenía casi dos cientos cincuenta años de edad, Aiolia reía cada vez que se lo contaba. Llevaba una larga sotana negra que cubría hasta sus pies, y por encima una estola dorada con hermosos detalles florales además de un medallón zafiro; alrededor del cuello lucía un rosario compuesto de esferas multicolores y sobre la cabeza un yelmo de oro tan brillante como el sol, ornamentado con la figura de un águila, el animal emblemático del dios rayo, su sombra ocultaba tanto marcas de la edad como los ojos que habían visto tanto a través de las épocas. Su cabello caía por la espalda convertido en canas, pero no había barba ni bigote.

Con una rodilla en la alfombra roja, frente al trono dorado, se hallaba el compañero de batallas a quien consideraba el hombre más noble, fuerte, orgulloso y compasivo sobre la Tierra, vestido con el ropaje que se le entregaba a la élite del ejército: el Manto Sagrado de Oro[2]. Era más alto y robusto que él, su cabello negro azulado caía sobre la capa, sus ojos seguían siendo esmeraldas tranquilas y seguras, dignas de un hombre a quien llamaban semidiós.

—Su Excelencia, lamento mucho la tardanza. Buenas noches, Saga. —Se quitó el yelmo, plegó las alas y se arrodilló.

—Buenas noches, Aiolos —le respondieron al unísono.

Pudo oír por un brevísimo instante, después del saludo protocolar, a un bebé llorando en la habitación lateral del Templo, detrás de la cortina. Se calló el mismo instante en que Aiolos sonrió. Sabía de quién se trataba, no necesitaba que el Sacerdote se lo dijera.

—Saga, Aiolos, los he enviado a llamar para darles información importante. Primero, la estrella fugaz —Aiolos entendió que el Sumo Sacerdote no tenía pensado perder tiempo—, como estoy seguro que dedujeron, es ella. Ha llegado nuestra diosa, el ser por el que pelearemos hasta la muerte, la divinidad que vela por toda la humanidad y a quien debemos nuestro servicio.

—Atenea[3].

—Sí —contestó el anciano—. Bajó desde el Olimpo y aterrizó a los pies de la estatua con la forma de un bebé.

Aiolos tardó en tragar las últimas palabras. Le habían dicho hace años en su entrenamiento que la diosa de la sabiduría y la guerra estratégica aparecía de esa manera, pero no dejaba de ser algo chocante.

—¿Un bebé? —Saga cruzó miradas con él, al parecer también lo afectó.

—Atenea es la diosa que cuida y protege a los seres humanos, por eso ha venido al mundo terrenal como una humana, para vivir, sentir y luchar como ellos. Como nosotros. Pero no se equivoquen, aún con cuerpo de carne y hueso sigue siendo una divinidad, posee el poder de los olímpicos en su interior.

—-Y por eso daremos hasta la vida por ella —dijo Saga con orgullo.

—-Aún después de la muerte. —Por alguna razón las palabras que salieron de sus labios le parecieron muy significativas, como si acabara de pronunciar el voto más sagrado de su existencia, algo que lo seguiría por el resto de su vida.

—Me alegro de oír eso. Ahora el bebé duerme, pero mañana, apenas despierte, se les permitirá verla por primera vez, no solo a ustedes sino también al resto de Santos de Oro.

El corazón de Aiolos latió con fuerza, estaba ansioso. Solo debía esperar unas cuantas horas para ver, admirar y venerar a quien protegería el resto de su vida, al ser más maravilloso sobre la Tierra, la diosa humana que vela por sus hombres y mujeres. Al mirar de reojo a Saga supo que se sentía igual.

—Una cosa más... —una pequeña sonrisa se asomó en el rostro anciano del Sumo Sacerdote— Como verán ya estoy viejo, muy viejo, tengo doscientos cuarenta y cinco años, la hora de mi muerte se acerca y necesito un reemplazo.

Eso sí que tomó por sorpresa a ambos Santos de Oro, se quedaron mirando al Pontífice sin respirar por unos segundos que se hicieron eternos.

—Su Excelencia, esto es...

—No hay nada que decir Aiolos, he envejecido y las estrellas me han revelado que se acerca mi hora. No tengo miedo. Al contrario, aceptaré mi partida con orgullo después de vivir tal como quise. El problema es que no es el momento más propicio para quedarnos sin un líder en el Santuario.

—¿Qué quiere decir?

—Las estrellas me han dicho que las sombras y la muerte se acercan. Después de más de dos siglos tendremos una nueva Guerra Santa y no sé si estaré vivo para cuando eso suceda.

«Guerra Santa..., una vez más un dios intentará apoderarse del mundo humano protegido por Atenea». Aiolos bajó la cabeza con tristeza.

—Son los únicos Santos de Oro que superan los dieciocho años, tienen experiencia y liderazgo, han probado su valor en incontables ocasiones desde que se pusieron esas armaduras. Son justos, fuertes, virtuosos, uno de ustedes tomará mi cargo y el otro lo asistirá en todo lo que pueda. Deberán trabajar siempre juntos en pro de repeler el mal sobre el planeta —pausó un par de segundos como si aún lo pensara, pero era tan obvia la elección—. Aiolos, tú has sido elegido por las estrellas, Nicole lo hará oficial mañana mismo.

Al principio no supo cómo reaccionar. Aún trataba de entender la situación, una guerra se avecinaba contra las sombras y el Sumo Sacerdote estaba preparado para morir. Cuando habló sobre el sucesor al cargo más importante empezó a preparar las palabras de aliento que le daría a Saga, a quien apoyaría hasta la muerte mientras estuviera al mando, lo consideraba el más apropiado para dirigir el ejército de Atenea, jamás creyó que...

—¿Yo, Su Excelencia? —fue lo que logró soltar de sus labios, y ni siquiera se oyó con claridad.

—Te encargarás de educar a Atenea como diosa y forjar la nueva legión de Santos que esté preparada para la nueva guerra, en cuanto las sombras se hagan presentes. ¿Saga?

—Le apoyo totalmente en su decisión, también creo que Aiolos es el más apropiado para el cargo y no escatimaré esfuerzos en ayudarlo en la protección del Santuario, en la lucha por la paz y la justicia sobre la Tierra, incluso si enfrento cara a cara a la muerte.

—Saga...

 

12:15 a.m. del 2 de Septiembre de 1997.

Le costaba creerlo. En pocos minutos había acumulado tanta información y reunido tantas emociones que no sabía muy bien cómo actuar. Tenía que admitirlo: se sentía apto para el cargo de Sumo Sacerdote, no había mayor honor que representar a Atenea en la Tierra y ayudarla en la protección del mundo..., el problema es que consideraba a Saga mucho mejor preparado.

Le decían “semidiós” porque la gente lo consideraba una divinidad con cuerpo humano. Amable y compasivo, el pueblo lo adoraba, jugaba con los niños cada vez que veía uno (entre ellos Aiolia), pero además de su enorme corazón era también poderoso; un titán entre los hombres. Él lo había visto. A su máxima capacidad podía ser capaz de destruir galaxias enteras, pero utilizaba esa energía solo por la justicia, siempre contra la maldad, la depravación, la traición y las sombras que habitaban en el mundo.

¿Por qué lo habían elegido a él? No dejaba de hacerse esa pregunta al tiempo que esperaba el amanecer, no podía aguantar los deseos de ver al bebé por quien dedicaría el resto de su vida, el ser más importante del universo, su diosa. Allí, de pie sobre una de las estatuas de centauro que tenía a las puertas de su propio Templo, Aiolos se permitió una sonrisa y su puño tembló de ansiedad.

«¿Qué haría Aiolia?»

Comenzó a reírse en medio de la noche ante la respuesta que llegó a su cabeza, y en segundos ya estaba subiendo las escaleras que lo llevarían de vuelta al Templo Corazón, aquel edificado tanto para Atenea como para su representante el Sacerdote, deseoso de verla, de admirarla, y de paso saber cuál sería su propia reacción. ¿Se comportaría como un digno Santo de Oro?, ¿tal vez como un niño a quién se le encarga ser el guardaespaldas de su hermanita? ¿Importaba todo eso ahora que había sido elegido Sumo Pontífice?

Era el único entre sus compañeros que tenía alas en la espalda, siempre habían sido pesadas pero ahora las sentía especialmente ligeras. Voló a través de los hogares de sus hermanos y en poco tiempo llegó a su objetivo. Antes de entrar, sin ningún motivo en particular, miró en dirección al Monte Estrellado, la montaña más alta de la Tierra, un monolito a corta distancia del centro del Santuario. Desde allí los Sumos Sacerdotes de cada generación miraban las estrellas y predecían el futuro, solo a ellos se les permitía subir. Una nube negra ocultaba la cima. Se preguntó cuánto tardaría en aprender a leer el destino.

Se le aceleró el corazón cuando sintió aquella perturbación. Fue como un cambio en el aire, una pesadez en el ambiente. Se sintió alarmado, algo golpeaba su pecho y nublaba sus sentidos con rapidez. El flujo del Cosmos había sido alterado y la fuente se hallaba a pocos metros de él.

—Atenea...

Y corrió con todas sus fuerzas, con toda la velocidad que le entregaban sus piernas. Después de abrir los portones se encontró de frente con los guardias que le sonrieron como siempre. Por primera vez en su vida no los saludó y pasó de largo. No era su culpa, no podían sentir lo mismo que él.

—¡Señor Aiolos, no puede...!

Aiolos miró atrás, sintió compasión y levantó un dedo. Después del destello se disculpó en silencio por dejarlos dormidos de esa forma, al mismo tiempo que corría las cortinas que llevaban al pasillo lateral.

La presión que comprimía su pecho como una piedra de varias toneladas aumentó a ritmo con los martillazos que daba su corazón. La puerta blanca, aquella destinada solo a la diosa, era la fuente de su aflicción. La abrió: la imagen se reflejó en su retina y el cerebro procesó la información al tiempo que estiraba el brazo y detenía con toda su fuerza el de aquel que se consideraba la máxima figura de autoridad en el Santuario, alguien digno de toda admiración. Entre los dedos sujetaba una brillante daga dorada de arriaz alado con joyas verdes, rojas y azules incrustadas en la empuñadura y gemas doradas a lo largo de la brillante hoja. La mantenía a centímetros del cuello del bebé, un ser precioso perfumado de lavanda, de cabellos castaños y sonrisa adorable que no entendía la situación

—¿¡Pero qué demonios intenta hacer, Su Excelencia!?

—¿Aiolos? ¡Muévete, no te metas en lo que no te importa! —Su voz era grave, rasposa, cargada de ira y odio, no se parecía a la voz suave del hombre que el destino había elegido para dirigiera a los Santos con bondad y honor. El Pontífice le dio un codazo en la cara que le hizo retroceder y de inmediato volvió a arremeter contra la indefensa que lloraba en la cuna. No sintió dolor, su cerebro enviaba señales de alerta imparables y su cuerpo se movió como el rayo.

Tomó al bebé entre sus brazos, dejó que la daga atravesara las finas telas y sábanas para luego darle un puñetazo al anciano. Fue extraño, los músculos de su estómago eran demasiado firmes para alguien de dos siglos y medio de edad. Al impactar contra el muro el yelmo con la efigie de águila cayó sonoramente al piso, y el hombre de cabello gris lo miró directamente aunque se tapó la cara como pudo con los dedos. Pero no... Sus ojos...

—Rojos... como la sangre. El Sumo Sacerdote siempre ha tenido ojos del color de las rosas... no puede ser. —Puso más atención, percibió su energía y acomodó las ideas. Se fijó en la falta de arrugas, el vigor en sus movimientos y comprendió lo que deseó no haber comprendido—. ¿Qué...?

—Aiolos, entrégamela. Mi destino está marcado con fuego y sangre —sonrió como una víbora frente a su presa, hizo que un escalofrío le recorriera la espalda—. Debo asesinarla, no te metas en mi camino o lo lamentarás.

—...Loco desquiciado —era lo único que podía pensar en ese momento, lo soltó en voz alta. Vio el Cosmos, la energía del universo, acumularse en la mano desnuda del hombre que tenía al frente y su Manto de Oro reaccionó al instante. Alcanzó a voltearse y cubrir a Atenea con sus alas, la pequeña no dejaba de llorar. Un profundo dolor recorrió su cuerpo cuando la luz lo atravesó y escuchó el muro a su espalda crujir... No, no solo el muro, también sintió los huesos de sus brazos, piernas y torso quebrarse.

«No puedo seguir así, mi deber es cuidarla a toda costa».

Con un grito de suplicio dio un fuerte golpe a las piedras bajo la pequeña ventana que dejaba entrar la luz de la luna, rasgó las blancas cortinas de terciopelo y sin pensarlo dos veces saltó sin saber dónde caería. Le dolía el cuerpo pero lo que más le preocupaba era la salud del bebé a quien no podía inspeccionar todavía, cubierta por las plumas doradas de sus alas de oricalco. Resbaló por las piedras y el barro de la montaña, y oyó con toda claridad la voz estridente del que ocupaba el cargo de Sumo Sacerdote a lo largo y ancho de todo el cerro.

—¡A todos los Santos y soldados de este Santuario, alertas! Uno de nosotros ha traicionado a sus compañeros y roto sus votos, acaba de intentar matar a la infanta Atenea. ¡¡¡Ejecuten al traidor Aiolos de Sagitario!!!

«Genial, quiere acabar con ambos de una vez, qué astuto».

 

—¡Detente ahí mismo, Aiolos! —Esa voz llena de orgullo solo podía provenir del Santo de Oro más cercano al Sumo Sacerdote, Aphrodite. Tenía cabello rubio y rizado, un lunar en la mejilla izquierda sobre uno de sus ojos celestes; labios gruesos sosteniendo una rosa como era habitual. Siempre olía a perfume de flores, ayudaba a la distracción. Su Manto tenía forma de escamas marinas: hombreras dobles, un peto decorado con un emblema rosáceo, perneras y brazales con aletas, su falda tenía la forma irregular de un jardín de corales, en su centro resplandecía el símbolo de la flor de lis. Tenía preparada otra rosa en su mano. Esa rosa.

—¡Aphrodite espera, no es lo que parece! —Debía llegar a su Templo, alertar a su hermano...

—¡Dije que te detengas! —el muchacho levantó el brazo dispuesto a lanzar la rosa de pétalos blancos.

—¡Aphrodite, mira a quien llevo, no lo entiendes! —«Maldita sea, es tan joven e impulsivo, pero aun así me tiene respeto como para no disparar de una vez, como para dudar». Plegó las alas lo suficiente para que se viera el bebé pero no tanto como para recibir alguna herida.

—¿¡Raptaste a Atenea!?

—¿Qué? ¡No! —El sentido de justicia nublaba la visión de su oponente, era de halagar en cierta manera. Aphrodite dejó que la flor se despegara de sus dedos. El proyectil blanco siempre llegaba a su destino, estaba creado con esa propiedad especial, y como lo esperaba se incrustó sin problemas en su corazón perforando la gruesa coraza dorada.

...Pero eso no iba a detenerlo...

—Aiolos...

—¡Lo siento Aphrodite! —ni siquiera apuntó, supo de antemano dónde y cuán fuerte lo golpearía. De su puño salió un destello dorado fuerte como el trueno, veloz como el rayo, brillante como el relámpago. El chico gritó al estrellarse contra la fuente de agua que tenía a la salida de su Templo, pero se mantuvo consciente el tiempo suficiente para activar elmecanismo de seguridad. Las rosas rojas aparecieron como las estrellas de la noche sobre las escalas que guiaban al Templo Corazón—. ¡Maldición!

Con la rosa blanca en el pecho no aguantaría mucho si además tenía que enfrentarse todo el camino a las rosas rojas, así que saltó por el acantilado volviendo a cubrir con las alas al bebé, haciendo todo el esfuerzo posible para que no sufriera el menor rasguño y esperando caer cerca de su hogar. Era allí donde debía llegar, tenía que dejar un mensaje, informar de la situación y revelar la traición en el Santuario, porque estaba seguro que ninguno de sus compañeros entendería la situación. Quizás dudarían, probarían su lealtad, pero apenas vieran al bebé su deber como Santos se apoderaría de sus corazones y almas, y atacarían sin vacilar igual que Aphrodite...

 

...Al menos la mayoría de ellos actuaría así. El que se encontró a mitad de la caída era un Santo de Oro sumamente especial.

—¿Creíste que escaparías tan fácilmente, Aiolos?

—DeathMask... —ni siquiera alcanzó a intentar razonar con él, solo tuvo tiempo para abrazar a Atenea con todas sus fuerzas antes de recibir el puñetazo que lo enterró al interior de la montaña. La pequeñita de mejillas sonrosadas se puso a llorar y llevó sus manitas a los ojos para dejar de mirar la noche violenta.

—Dame al bebé, Aiolos, o te haré polvo junto con ella.

—Muy directo, ¿eh, DeathMask? —lo sorprendió su actitud, pero no tanto. Jamás entendió por qué el Manto lo aceptó. Estaba de pie sobre una roca saliente con perfecto equilibrio mostrando su sonrisa perversa; su armadura tenía un peto pentagonal reforzado que servía como escudo, estaba decorada con gemas del color de las piedras del inframundo, lucía formas que asemejaban patas de cangrejo en las hombreras, cintura y antebrazos. Era puntiaguda, afilada y tétrica, iluminada por los rayos de luna que la hacían ver bastante lúgubre. Más aún con la capa manchada de sangre como era su costumbre.

—La orden es no dejar nada de ti, Sagitario —el italiano sacó a relucir su mejor técnica. Los fuegos azules comenzaron a reunirse entre sus dedos, y las alas no serían suficientes para proteger al bebé. Además tenía prisa.

—Si no bajas los brazos en un segundo lo pagarás muy caro, DeathMask. —Como esperó no lo hizo pero Aiolos lo había visto luchar desde niño, conocía cada uno de sus movimientos. Esquivó las primeras tres llamaradas dirigidas exactamente hacia donde calculó y luego hizo explotar el universo que había en su interior. Lo que los Santos llamabanencender el Cosmos. Incrementó la profundidad de la grieta donde había sido enterrado, hizo dispersar el polvo con las alas y se movió como un destello de luz para darle una patada a DeathMask en el vientre. Por un instante perdió el equilibrio y Aiolos aprovechó para darle un puñetazo en la cara, uno que no estaba motivado por las mismas razones que el que le entregó a Aphrodite. El fanático de la sangre cayó por el precipicio y no tendría otra oportunidad.

Pero estaba débil: varios de sus huesos estaban hechos añicos, una rosa clavada en el pecho disminuía los latidos de su corazón y rápidamente notó como las llamas azules succionaban su vida, deseaban llevárselo al otro mundo. No tenía tiempo que perder así que corrió lo más rápido que pudo, tanto como para que ni los soldados y ni los guardias percibieran más que un fulgor que los hiciera pestañear o una brisa que revolviera sus cabellos.

Entró al Templo del Centauro, aquel que desde la época mitológica estaba bajo el cargo del Santo de Oro de Sagitario. A oscuras se dirigió al pedestal donde descansaba la Caja de Pandora. Normalmente allí guardaba el Manto Sagrado, pero ahora tendría otra función. La llenó de sábanas, telas y almohadas, y acomodó a la niña en su interior; ella dejó de llorar y le tomó un dedo con sus pequeñas manitas de piel blanca. Se alegró al ver que no tenía el más leve rasguño y sonrió al tener un pensamiento digno de su hermano menor: en su primer día había cumplido perfectamente con el deber de protegerla.

Debía sacarla de allí, el Santuario no era un lugar seguro y él mismo tendría que desaparecer hasta que los ánimos se calmaran. Si la llevaba en la Caja podría defenderse, aunque no se veía en buenas condiciones. Su corazón se detenía. Cojeando se acercó a un muro y le hizo una grieta que serviría como fachada. ¿Cómo debía ponerlo?

¿El Sumo Sacerdote es un traidor?

¿Aiolia, escapa, te espero en tal parte?

¿El Santuario está en peligro?

¿No intenté matar a Atenea sino que la protegí del verdadero traidor?

 

Supo la respuesta apenas oyó los pasos que se acercaban lentamente por la salida del Templo. Su respiración firme, su Cosmos determinado, la energía que provenía de sus brazos afilados. Entonces lo comprendió todo, sintió los ojos llorosos y sonrió. Poco importaba su honor como Santo ni la vida que se apagaba, ni la verdad de la traición, ni la situación interna del Santuario. Solo una cosa era fundamental, lo único significativo: Ella.

Escribió rápidamente los sentimientos que la bebé le producía en la pared y la ocultó rápidamente con su propio Cosmos, materializando una firme capa de piedra sobre el mensaje que solo algunos podrían entender como él. Le suplicó a Sagittarius con la mano en el pecho que solo le permitiera ver su mensaje a aquellos que fueran dignos. Y en ese momento sintió el aire cambiar, de reojo lo vio aparecer por el pasillo.

—Aiolos.

—Hola Shura. —«Es joven, pero definitivamente es un Santo de verdad. Qué lástima que nos encontremos así».

—¿Intentaste matar a Atenea, Aiolos?

—No.

—Aunque el Sumo Sacerdote nos acaba de informar de todo. Tienes las marcas de la pelea, Sagittarius. —Sus ojos verdes, serenos, pequeños y juiciosos lo inspeccionaron de arriba a abajo—. Aphrodite, DeathMask... si no los convenciste a ellos no veo cómo podrías conmigo.

—Haz lo que debas hacer.

—Así será.

Aiolos se colocó el yelmo, plegó las alas, y puso la enorme Caja en su espalda. Mientras corría recibía los profundos y dolorosos cortes, la sangre manaba de las hendiduras en su armadura, el corazón ya no podía latir. Pero reunía la fuerza suficiente para mantener a raya a su compañero de armas, ese joven esbelto de cabello negro y ojos serios con el casco cornudo, lejos de él y su diosa. Pronto se vio en la necesidad de usar el brazo que le quedaba y notó como corría a saltos. El último lo dio por el precipicio nuevamente, sin esperar caer en la montaña. No, simplemente voló lo más lejos que pudo en medio de la noche, esperando que la oscuridad lo ocultara el tiempo necesario. Esa oscuridad que, irónicamente, en un futuro la preciosa bebé y los que leyeran su último mensaje deberían ahuyentar.


[1] Gold Saint en inglés, el rango más alto del ejército ateniense.

[2] Gold Cloth en inglés, la armadura más poderosa del ejército ateniense.

[3] Originalmente Aqhnaih  (Athénaia), en griego antiguo.

 

 

***

Mensaje que no tiene nada que ver con este tema en particular, pero sin con el asunto. Lo dejo en spoiler para no interrumpir la dinámica.

Spoiler

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#5 Ivan de Virgo

Ivan de Virgo

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Publicado 26 junio 2016 - 14:19

1. SAINT SEIYA ULTIMATE GENERATION

 

 

 

 

 

 

IVÁN X NATSUMI

 

 

NARRADOR: IVAN DE VIRGO - CABALLERO DORADO

 

- Los recuerdos de Ivan –

       

 

  Era una tarde lluviosa, estaba corriendo por las calles Vine ST en Los Ángeles California, me encontraba asustado y eso era porque mis compañeros de aula estaban siguiéndome desde mi colegio hasta dichas calles. Había hecho algo horrible, en la hora del receso un compañero me estaba molestando e insultándome, en ese momento fue cuando me descontrolé y algo maligno nació en mí, sentí que mi alma se teñía de un color siniestro y terrorífico. No recuerdo muy bien lo que sucedió, solo recuerdo que cuando recobré la conciencia mi compañero Zaza se encontraba muerto en el piso, él estaba destripado y con sus órganos al aire. Luego miré mis manos y ellas estaban manchadas de sangre, ahí fue cuando me di cuenta de lo que había hecho. Sí, había asesinado a Zaza de una manera sádica y horrible, sin embargo no lo supe por mí  mismo sino porque mis otros compañeros empezaron a gritar lo sucedido. Salí corriendo del colegio ya que mi estado maligno había desaparecido y me encontraba realmente asustado. El estado maligno era un poder inimaginable que tengo oculto desde que nací, pero eso es otra historia.

        

Después de salir corriendo con mis compañeros detrás de mí, me metí a un callejón que conectaba a otra calle, en ese instante cuando el camino de dicho callejón terminó me choqué con una guapa chica de voluptuosos pechos y moderadas caderas los cuales seguramente hacía que las modelos profesionales envidiasen tal figura esbelta. Cuando la miré me sorprendí y no era por su cuerpo ya que yo en ese entonces tenía 5 años, sino me sorprendí por su atuendo. Ella vestía un traje de bruja con sombrero punteagudo, al principio pensé que era una cosplayer pero más adelante me di cuenta de que no era así.

 

- Hola Ivan, ¿Te ocurre algo? – Dijo la chica muy sonriente

 

- Eh…bueno…verás…Ellos me están siguiendo – Respondí yo algo tímido señalando a mis compañeros que venían a lo lejos

 

 

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         En ese momento no me dí cuenta de que sabía mi nombre ya que estaba muy asustado de que los otros me alcazaran.

      

   Con una sonrisa que jamás olvidaré ella se puso delante de mí, luego giró la mitad de su cabeza hacia mí y me dijo:

 

- Haré que ellos olviden todo lo que hiciste –

 

Al principio no sabía a lo que se refería, lo único en que estaba pensando era que me encontraba en problemas, si le avisaran a la policía lo que había hecho de seguro iba ser mi pesadilla. Cuando todos mis compañeros llegaron a donde estaba la chica, ésta solo dijo:

 

Nomobuyo Oshi Hashitawa Dokeda Gunmicha De Ribura –

        

En ese momento vi algo raro, varias luces se esparcían alrededor de esos chicos y después de unos segundos miraron a sus alrededores y se preguntaron donde estaban.

 

- Se perdieron, deben regresar cada quien a sus casas – Dijo la Chica

 

- Ivan, ¿tú no vienes?- Me habló una de mis compañeras de aula

 

- Ahhh…bueno…pues –

 

- Él se quedará conmigo, ustedes váyanse ahora – Respondió la chica que me salvó

      

   En ese momento levanté la mirada y vi cómo me sonreía esa chica, sus ojos eran verdes y hermosos como la esmeralda; su cabello también lo era y además de eso no sentía temor por la extraña persona que me había salvado

       

  Pasado unos minutos finalmente todos mis compañeros se fueron, hasta ese momento por más obvio que era yo no sabía lo que estaba pasando.

 

- Hola Ivan, mi nombre es Natsumi –

 

- Ho...hola Natsumi, ¿Cómo sabes mi nombre? ¿Qué es lo que pasó aquí? ¿Por qué estás vestida así? - Pregunté

 

- Te lo contaré todo en mi casa, no está tan lejos sígueme – Dijo Natsumi sonriéndome exageradamente

     

    La sonrisa de Natsumi era realmente exagerada y no sabía la razón. Decidí seguirla, salimos a la avenida Vine St, caminamos unas tres cuadras en silencio y luego de cruzar la pista hacia un barrio se encontraba su casa en una esquina.

      

   La casa estaba protegida por unos muros de mayólica color esmeralda, en cada extremo había ventanas de aluminio en el cual no se podía ver lo de adentro, la puerta era de metal oscuro. Cuando entramos ví un amplio jardín con todo tipo de plantas, en medio, un camino amplio en donde se podía llegar a casa.

 

- Bienvenido a mi hogar –

     

    Si mal no recuerdo, al entrar se podía divisar una sala comedor, la mesa era realmente pequeña y eso era obvio ya que vivía ella sola. También logré ver una enorme pantalla LCD de 50” lo cual en ese tiempo eran muy caras, a decir verdad la casa de Natsumi estaba bien equipada. Luego de entrar ella y yo nos sentamos en el sofá.

    

     Hubo un momento de silencio, yo la veía y ella me veía con una sonrisa somnolienta, luego decidí romper el hielo y pregunté:

 

- ¿Qué pasó hace un rato? ¿Cómo sabes mi nombre? ¿Me conoces?  ¿Cuántos años tienes? –

 

- Vaya vaya, en verdad estás con todas esas dudas. Está bien te lo  diré todo – Respondió Natsumi con un tono bromista – Hace un rato hice que tus compañeros olvidaran el incidente que causaste en la escuela, si visto así es porque soy una bruja de verdad –

   

      Me había olvidado preguntarle el motivo de su atuendo pero su respuesta me causó más preguntas. Al instante siguió hablando.

 

- Sé tu nombre porque te he visto desde que naciste hace 5 años, en realidad tengo miles de años y ya olvidé en que año nací. En realidad más que una bruja soy una…viajera del  tiempo. Puedo teletransportarme a cualquier punto en el tiempo –

     

    Me sentía obligado a creer lo que me decía ya que vi con mis propios ojos los poderes que ella tenía.

 

- ¿Eso quiere decir que conociste a mis antepasados? – Hablé yo con entusiasmo

      

   Natsumi puso dos dedos en su mentón y se puso a pensar en voz alta.

 

- En realidad conocí a tu tátara tátara tátara…. ¿Cuántos tataras eran…? Bueno conocí a uno de tus abuelos cuando yo era una niña – Sonrió Natsumi al decirme eso – He querido hablar contigo y finalmente tuve la oportunidad –

 

- Hablar, ¿De que cosa? – Pregunté yo

 

- De tu futuro, es obvio. Debes saber unas cuantas cosas generales para que no tengas tantos problemas en dicho futuro – Respondió Natsumi

   

      Natsumi se apegó más a mí hasta tal punto que sentí sus voluptuosos pechos, en ese momento me puse muy nervioso.

 

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- Pe…pero ¿Eso no afectaría…a la…línea…de…ti…tiempo? –

       

  Quería alejarme de ella pero no podía, o más bien no quería. Pero cuando Natsumi mencionó sobre el futuro mis pensamientos cambiaron de objetivo.

 

- Si te cuento cosas generales de tu futuro no habrá problema. Las cosas cambian cuando te explico todo detalladamente – Respondió Natsumi seriamente

     

    En ese preciso instante sentí un frio recorrer todo mi cuerpo, eso era normal; iba a enterarme sobre mi futuro, Natsumi se acercó más a mí y me hablo retomando su sonrisa exagerada.

 

- Te convertirás en caballero dorado, conocerás a una chica que será tu eterna amiga, tendrás una novia muy hermosa, serás el caballero dorado más fuerte y junto con tus amigos derrotarás al dios del tiempo Chronos – Dijo Natsumi

 

- Pensé que ibas a tardarte una hora explicando todo…. Y me dices tonterías que es obvio que no pasarán

– Dije yo algo decepcionado

 

- LO QUE DIJE ES TU FUTURO RESUMIDO EN 5 SEGUNDOS – Gritó Natsumi de manera graciosa

     

    No creía ni una sola palabra de lo que me dijo por más que me ayudó a solucionar mi problema del incidente.

 

- Bueno bueno creo que tendré en cuenta todo lo que me dijiste, pero ¿Qué hay de mi maldad? –Pregunté yo

 

- Lo que reside dentro de ti es tu estado maligno, un estado en el cual si se activa, todo el cosmos que tuviste en tus vidas anteriores se juntan volviéndote cruel, sádico y poderoso. Es un estado que debes controlar y nunca debes activarlo. Solo en casos de emergencia – Respondió la bruja

 

-Yo…mi cosmos –

 

- No dejes qué eso te aturda ahora, lo sabrás con el paso del tiempo -

 

- Bueno, gracias por todo. Tengo que volver a mi casa – Dije yo

    

     Me levanté del sofá y me estuve dirigiendo hacia la puerta, cuando de pronto Natsumi me agarró por detrás y me susurró al oído.

 

- Quédate un poco más, te enseñaré a como “Tratar a una mujer” – Sususrró ella

       

  Pensé que me iba a dar lecciones de cómo conversar con una chica, pero lo que pasó en su cuarto fue totalmente diferente. Esa bruja me robó mi castidad a la edad de 5 años y yo la suya. Luego de una hora después del “incidente con Natsumi” ella me acompañó a la puerta  principal de su casa que daba a la calle.

 

- Muchas gracias por todo Natsumi…por…todo” – Dije yo algo avergonzado

       

  Natsumi rió en ese momento.

 

- Al menos tú me robaste algo y yo a ti así que estamos a mano – Dijo Natsumi riendo

 

- NO ME REFERÍA A ESO – Grité desesperadamente

     

    Luego de unos segundos me tranquilicé y le hablé seriamente.

 

- Recuerda todo lo que te dije hoy, no vayas a olvidar ni una sola cosa porque será fatal. Debes seguir todos los pasos que te indiqué en ese papel – Habló Natsumi

     

    Natsumi hablaba de un papel pequeño en donde ella misma había anotado todo mi futuro resumido y como solucionar dichos problemas generales.

 

- Muchas gracias, Ehhh… ¿Te volveré a ver? – Dije yo algo nostálgico

      

   Era increíble como en tan poco tiempo me encariñé con Natsumi, no quería dejarla. Es más, quería vivir con ella durante toda mi vida.

 

- Nos volveremos a ver exactamente un dia como hoy después de 200 años – Respondió ella

 

- ¿Seguiremos viviendo para entonces? Porque yo no creo vivir más de  90 años –

 

- Hay cosas que obtendrás en el futuro…vida eterna – Susurró Natsumi en mi oreja

 

- Entonces nos veremos dentro de 200 años, es un hecho – Dije yo muy entusiasta

      

   Finalmente me despedí de Natsumi y regresé tranquilo a mi casa como si nada hubiera paso. Gracias a Natsumi

      

   Ahora que lo pienso, Natsumi conocía todo acerca de los caballeros. Ella sabía que yo obtendría el Mysaphotamenos el cual me daba una larga juventud pero en vez de decir eso dijo “Vida eterna”, no le pregunté por eso ya que estaba apurado en regresar a mi casa.

    

     En verdad ese día pude dormir tranquilo gracias a Natsumi que me sacó de ese lío al que yo solo me había metido.

      

   En verdad ese día, el 5 de Agosto del 2003 cambió mi vida radicalmente, porque al día siguiente un caballero dorado vino a reclutarme, ese caballero dorado al que llamaban “El Hombre Más Cercano a Dios”.

 

 

Fin


Editado por Ivan de Virgo, 26 junio 2016 - 14:31 .

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#6 unikron

unikron

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Publicado 26 junio 2016 - 23:12

1-Nombre del fic: El legado de los caballeros

 

2 Link del capitulo:http://saintseiyafor...alleros/page-26

 

3-resumen del fic: pues en esta parte del fic ocurre que Hatome y sus aliados se ven una situación complicada ante un grupo de villanos que no podían derrotar por su cuenta así que Hatome decide forzar a otro grupo de héroes que lo odian por sus métodos a colaborar con el y sus aliados secuestrando a uno de ellos y extorsionarlos con matarlo para que lo ayudaran para lograrlo envia sus aliados a secuestrar a un miembro del otro grupo teniendo exito y luego enviadoles un mensaje para que vayan a hablar con el a cambio de la vida de su compañero y de paso El Fantasma uno de los aliados de Hatoem s eve en coflicto ya que en el grupo que esta en contra de Hatome estan su hermana gemela y su antigua novia

 

-Capitulo 183

 

En la Antártica

 

Una hora más tarde, Chaus, Saya, Sela, Hina y Miu van hacia el oeste y se encuentran con Hatome, Raizen, El Fantasma, Fox y la hechicera.

—Así que finalmente vinieron…

—Sí, ¿dónde esta Wolf?

—Hechicera, ¿se los muestras?

—Bien.

La hechicera levita la bola de energía donde estaba Wolf encerrado con su cuerpo, muy destrozado. 

—¡Desgraciado, ¿qué le hiciste?!

—Solo me divertí un poco con el.

—¡Maldito!

Chaus lo intenta golpear, pero Hatome lo detiene, le tuerce la mano y le patea el estómago, tirándolo al suelo.

—¿Es todo, niñito tonto?

Lo vuelve a patear y Sela le grita:

—¡Deja a Chaus o…!

—¡Quietos! ¡Un paso más y su querido Wolf se muere! —dice Hatome

—¿Qué quieres? —le dice Chaus, que seguía en el suelo.

—Simple. Verán, una peligrosa organización llamada Leviathan está haciendo experimentos aquí, y son demasiados para que yo y mis aliados los derrotemos por nuestra cuenta, así que nos ayudaran a derrotarlos.

—¿Por que lo haríamos?

—Simple. Si también pelean por la justicia, no dejarán que Leviathan, una organización que solo pretende poder para sí mismos, se salga con la suya. Y dos: si se niegan, mataré a su amiguito.

—Está bien —dice Chaus levantándose. 

—¿Qué dices?

—¡Silencio! ¡Hay que hacerlo! Y ahora, libéralo…

—Sobre ello, hechicera, sácalo de aquí. —dice Hatome.

—Como digas… —Envía lo bola de energía lejos, con Wolf en ella.

—¿Qué haces?

—Se los voy a devolver después de que hayamos derrotado a Leviathan. Mientras tanto, lo mantendré como seguro y no intenten hacer algo. Si lo mato, tomaré a otro de ustedes como rehén, así que no intenten nada.

Poco después, Chaus era recriminado por sus amigas:

—¿Por que aceptaste, eh?

—Ahora estamos bajo su total control. Seguro nos tratará de eliminar.

—¿Qué? ¿Ahora le temes, como lo hacia tu padre?

—Basta. Déjenlo. Seguro hizo esto por Wolf…

—Sí. Por favor, confíen en mí.

—Lo hacemos. Pero confiar en ese anciano… eh…

—Miren, por lo que sé, será muchas cosas, pero no un mentiroso.

—Espero que tengas razón, Chaus.

Horas más tarde, El Fantasma pensaba:

—Genial. Esto acelerara todo. Iba a pensar en detalle cómo enfrentaría a mi hermana, pero ahora que está tan cerca… ¡Ahhh, tendré que decirle pronto! ¡Y no sé cómo reaccionará y…

En eso Hatome llega diciéndole: 

—Vaya, ¿por que tan tenso, eh?

—¿De qué hablas?

—Puedo notar que estás nervioso, ¿eh?

—No sé de que hablas.

—Será por tu hermana, que esta aliada con esos sentimentalistas, ¿no?

—¡¿Como lo…?!

—¿Creías que no iba a notarlo? Sus cosmos son muy parecidos, ¿sabes?

—Escucha. Sabes que jamás me uniría a unos débiles sentimentalistas…

—Sí, lo sé, pero ellos más tus liitos emocionales te podrían hacer débil.

—¡Ahhh! —Hatome lo agarra del cuello.

—¡Escúchame bien! ¡Arregla tus liitos, que te necesito centrado en esto! Y dos: no muestres ninguna debilidad, o créeme, lo lamentarás…

Lo suelta y se va, y El Fantasma piensa:

«Ahh, lo que me faltaba… Tengo que tener cuidado. La última vez que le desobedecí acabe con el brazo y tres costillas rotas. No quiero imaginar lo que me hará si no hago lo que dice… ¡Ahh! ¿Cómo manejo esto? ¡Ahh! ¡Jajajaja! al vez es hora de relajar mi mente… —dice al ver a Chaus caminando por ahí.

—¡Oye!

—¿Quién…? Vaya, que desagradable sorpresa… El Fantasma…

—¿Qué, sigues enojado por secuestrar a tu amiguito?

—Vaya, qué tonto… Intentando emular la actitud del Fantasma original, ¿eh? Eres solo una copia barata.

—¡Jaja! ¡Miren quién habla de copia barata! ¿Sabías que mi maestro y tu padre se conocían, y se consideraban buenos aliados, y mi maestro muchas veces habló bien de él diciendo que era alguien muy valiente y con un coraje y determinación inquebrantables? Y tú, ¡jaja! ¡Una mala copia de él, un sentimentalista llorón que se hace tan cobarde! ¡Apenas uno de sus amiguitos está en problemas te vuelves muy fácil de someter! ¡Jajaja! ¡Patético!

—No me provoques, Fantasma. ¿Sabías que no solo secuestraste a Wolf, sino que también tu maestro fue cómplice de la muerte de mi padre?

—¿Cómplice? Si no hizo nada…

—Exacto. No hizo nada por ayudarlo después de hacerse llamar su amigo…

—¡Jaja! ¿Qué dije? ¡Llorón sentimentalista! ¡Jaja!

—¡Tú lo pediste! —Golpea a El Fantasma y este también lo golpea. Tienen un intercambio de golpes:

—¡Toma esto! ¡Golpe de luz!

—¡Tormenta congelante!

Las técnicas colisionan y explotan hiriendo a los dos, cuando la hechicera interviene atacando a Chaus.

—¡Basta!

Chaus, furioso, se levanta y la agarra de su túnica.

—¿Qué? ¿Vas golpear a una anciana indefensa? ¿Eso te enseño tu padre, eh?

—Tú, vieja bruja, has sido cómplice de ese anciano maldito desde siempre por lo que sé…

—Lo conocí cuando era un muchacho, y sabes que él a tu edad tenía ese mismo carácter.

—¡Silencio! ¡Ya verás!

—¿Me golpearás? Vamos, ¿ese es tu honor? ¿Golpear a alguien indefenso, eh?

—¡Ah!

La suelta.

—Todos aquí son unos retorcidos. ¡Un día lo pagarán!

Se va corriendo y El Fantasma le dice a la hechicera:

—¿Estás bien? Gracias.

—Si, tranquilo, no pasa nada. Pero ¿por qué ibas a pelear con él? Es más fuerte que tú. Te habría vencido.

—Lo sé, pero quise molestarlo para despejar un poco mi mente.

En eso Hina andaba por ahí:

—¿Donde se habrá metido Saya? Seguro sigue obsesionada. ¡¿Qué rayos?!

Ve a El Fantasma y la hechicera hablando:

—¿Por qué? Vamos, sabes que puedes confiar en mí, Souma.

—¿Que por qué lo llamó Souma? ¿Acaso no puede ser? Domina el hielo y Souma odiaba el frío, y el jamás se uniría a ese anciano. Y está muerto.

El Fantasma se quita la mascara:

—Es mi hermana. Ahora que esta aquí, me tendré que enfrentar a ella pronto sobre esto. Y no será fácil.

—Quizás se enoje, pero terminará entendiéndote como tus padres, ¿no crees?

—Lo mismo pensaba, pero mis padres me advirtieron de que ella no lo entendería tan fácil, porque al parecer mi ausencia fue muy difícil para ella. Y ahora que la vi, actúo de una forma que jamás la había visto. Realmente estos años sin mí le afectaron más de lo que creía, y para colmo aliada con esos sentimentalistas… ¿Cómo se pondrá cuando se entere de que soy un aliado del viejo, eh? Y también el viejo me amenazó si mostraba debilidad…

En eso Hina estaba muy sorprendida por lo que vio.

—¡No puede ser! ¡Souma esta vivo y el es El Fantasma! ¿Pero cómo? Si por lo que sé, El Fantasma ha existido hace más de 40 años… ¡Y no lo puedo creer, es un lamebotas de ese anciano y fue cómplice de secuestro y tortura! ¿Y desde cuándo lo es? ¿En qué se ha convertido? ¡Me va a escuchar!

Hina va hacia donde estaban El Fantasma y la hechicera: 

—Vaya, qué sorpresa, Souma. ¡Estas vivo!

—¿Hina, qué haces?

—¿Qué hago? ¡Me sorprende ver que aún vives! ¡No lo puedo creer! En otras circunstancias me habría alegrado, pero esto… ¡Eres un aliado de un asesino y psicópata! ¡Secuestraste a Wolf y…!

—Sabía que esto iba a pasar, anciana. Aléjate. Esto se puede poner feo.

—Bien, pero ten cuidado, Souma.

La hechicera se aleja.

—¿Te preocupa la seguridad esa vieja bruja?

—No puede pelear. Un posible campo de batalla es peligroso para ella.

—Eso sí te preocupa, pero no te importa en lo absoluto el haber secuestrado a Wolf y ser cómplice de su tortura…

—No es nada nuevo para mí. Lo he hecho antes. Conozco al viejo desde hace 5 años.

—¿En qué te has convertido? Primero, ¿cómo estás vivo? ¿Y por qué te convertiste en esto?

—Después de mi supuesta muerte fui capturado por el clan de asesinos y torturado por ellos por años, hasta que mi maestro me rescató.

—¿Qué maestro?

—El Fantasma original.

—Fue por él que te aliaste con el anciano…

—Pues sí. Lo conozco desde hace 5 años como te dije…

—¿Y de cuántas atrocidades suyas has sido cómplice?

—Créeme. Con lo sensible que eres, no quieres saber de lo que es capaz…

—Pero tú lo ayudas. ¿Acaso te gusta?

—Si y no.

—¿Cómo?

—No negaré que ha sido gracioso ver como le da su merecido a imbéciles como el que secuestré recientemente. ¡Jajaja!

—¿Gracioso? ¡Tú eres un monstruo! ¡Láser lunar!

El Fantasma esquiva el ataque.

—Bien. ¿Quieres pelea?

Se pone la máscara.

—¡Rayo de fuego!

—¡Láser lunar!

Las técnicas colisionan y explotan hiriendo a los dos.

—¡No puedo creerlo! Ese no es el hombre que una vez amé… ¿En qué te convertiste?

—¡Déjame terminar antes de juzgarme! Aunque lo que dije de que se me hace gracioso, no es solo eso. También me ha salvado la vida varias veces.

—¡Lo hace porque le eres útil y…!

—¡No me repitas lo que ya sé! ¡Si ya no le sirvo me matará!

—¿Que caso le tienes miedo?

—Bueno, no negaré si me asusta. Es más fuerte que yo y sé muy bien las cosas de las que es capaz, y ciertamente no quiero que esas cosas se vuelvan contra mí. Está loco. Y tratándose de batallas, no tiene ningún límite.

—¿Y por qué no te unes a nosotros? Podemos vencerlo.

—¡Jaja! ¡Ingenua! ¡Ningún sentimentalista jamás lo vencerá! Como me decía mi maestro, además ahora no soy mejor que él. Por eso me quedo con él. Además, así  preservo mejor el legado de mi maestro.

—¿Legado?

—¿No era obvio? Tengo su traje y su nombre. Lo asesinaron hace meses, y además él me enseñó a dejar las emociones a un lado y mis malos hábitos también.

—Malos hábitos que te hacían humano y una buena persona…

—Eso es mi pasado.

—¿Como estarían tus padres?

—Ya lo saben. Les revelé que estoy vivo recientemente y no tuvieron ningún problema.

—¿Y Saya cuando te vea, o si Shaun te viera?

—A Saya la enfrentaré a su momento. A ti no te debo nada. Ahora mucho menos, que estás con otro hombre.

—Lo hice por seguir adelante después de tu muerte.

—¿Mi muerte?

—Mira, en lo que a mí respecta, después de oírte se que el hombre que ame murió ese día. Ahora no eres más que el El Fantasma: un ser cruel y despiadado lamebotas del viejo. ¡Es todo lo que eres ahora!

Hina se va corriendo con lágrimas en los ojos.



#7 Patriarca 8

Patriarca 8

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Publicado 01 julio 2016 - 15:12

 
 
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Editado por T-800, 29 diciembre 2018 - 12:24 .

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#8 Beau

Beau

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Publicado 02 julio 2016 - 15:41

Me estreno en la dinámica. Muy buenos los 4 capítulos. Muy diferentes entre sí también. 

 

En ese sentido me gustaron los cuatro, cada uno en su estilo: la batalla, la historia conocida, el inicio, el drama que se devela. Pero hay uno de los relatos que es los cuatro a la vez. Por eso voy a quedarme con el relato de -Felipe-

 

 

Saludos.


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#9 Marielys

Marielys

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Publicado 02 julio 2016 - 16:46

Voto por Ivan de Virgo.


Gracias Ricardo por el avatar.

#10 unikron

unikron

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Publicado 06 julio 2016 - 23:44

voto por ivan de virgo



#11 Patriarca 8

Patriarca 8

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Publicado 08 julio 2016 - 14:50

 
 
 
 
 
El ganador de esta dinámica es:   Ivan de Virgo

Editado por T-800, 29 diciembre 2018 - 12:25 .

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