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saint seiya Montecristo


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8 respuestas a este tema

#1 Hades.

Hades.

    Hard to say what caught my attention

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Publicado 20 abril 2016 - 19:15

Roma, 1830, es época del festival de máscaras en la pintoresca ciudad romana, el perfume y los colores inundan el ambiente, la alegría y la tristeza se entremezclan en el aire, no hay nada en el mundo donde se represente con más ahínco a los seres humanos que un carnaval, una mujer seduce a un hombre en una esquina, un hombre estafa a otro en un juego de tiro al blanco y por halla se puede ver a un borracho llorando en la calle, en medio de esta vorágine de diversión, excesos y tragedias, dos figuras masculinas caminan lentamente, visten ropas elegantes y en sus espaldas llevan una especie de cajas con una forma cubica perfecta, lucen bastante sólidas, como si estuvieran hechas de algún metal o madera, sin embargo es imposible afirmarlo ya que van envueltas en telas, uno de ellos porta una máscara con forma de lobo, el otro una mascara sonriente, a decir verdad, algo tétrica, a diferencia de los demás enmascarados, no van gritando ni haciendo despropósitos, no van levantando las faldas de las mujeres ni cantando con voces desafinadas, sino que caminan buscando no llamar mucho la atención.

 

-¿Cómo se llama el hombre al que estamos buscando Albert? –pregunta el hombre de la máscara de lobo.

 

-Su nombre es Luigi Vampa –le contesta el hombre con la máscara sonriente –como te habrás de imaginar, mi buen amigo Franz, nos será algo difícil encontrarlo en este carnaval.

 

-¿y por qué un simple bandido llama la atención del santuario? Al grado de convocar a dos caballeros de plata en su búsqueda.

 

-No es un simple bandido –le contesta Albert mientras se acomoda la máscara –es uno de los últimos seguidores del infame Ali Pasha.

 

-¿Ali de orión negro? ¿Ese mismo Ali Pasha?

 

-Ni más ni menos querido Franz, Ali “el terror abismal” el hombre que lidero el ejercito de caballeros negros más poderoso de la historia, el mismo que hace unos pocos años puso en jaque al santuario, y que de no ser por mi padre, Fernand, quizás aún seguiríamos en guerra.

 

-siempre orgulloso a la hora de hablar de tu padre –se ríe el joven de mascara canina, la carcajadas hacen que su careta se desacomode un poco –la historia de ese hombre, orión negro, siempre me ha parecido muy interesante, es increíble como cayo en la corrupción el hermano gemelo de aquel gran hombre, Aldebarán, quien en su época era el caballero dorado más poderoso del santuario.

 

-el caballero de tauro sigue siendo el más poderoso de los doce –afirma con algo de arrogancia en su voz Albert –En fin, este tal Luigi Vampa también es un caballero negro, se cree que formo una especie de secta, por lo que buscar en los edificios que parezcan iglesias me parece que es lo más apropiado.

 

-ya le hemos dado la vuelta a todas las iglesias de Roma y no hemos encontrado una sola pista –se quejó Franz –sería más fácil que dejáramos el incognito y buscáramos como santos de Athena.

 

-¿Y tú crees que sería más fácil si hiciéramos eso? Solo conseguiríamos ponerlos en alerta.

 

Los muchachos continuaron su camino en silencio hasta llegar a una fuente elegante, adornada por la escultura de algún dios romano, probablemente Neptuno, Albert, algo agotado, se sentó en su orilla, y humedeció su mano derecha con agua, Franz, al ver la acción de su amigo, también se sentó en la fuente, sin embargo el no solo toco el agua con una sola de sus manos, sino que se quitó la máscara y se hecho agua en la cara. Las facciones del rostro de Franz son como si fueran las de un joven aristócrata, cabello rizado, tez blanca y ojos azules, el orgullo del perfil griego, sin embargo sus ojos mostraban un brillo pálido, en cuanto a Albert, él también se quitó la máscara, pero no se mojó su rostro, su cara era más vulgar que la de Franz, tenía una cicatriz por debajo de su ojo izquierdo, su cabello lacio le llegaba por debajo del cuello, sus facciones eran una mezcla muy peculiar entre lo tosco y lo delicado, en cuanto a su piel, era de un tono cobrizo muy parecido al de los gitanos que recorren toda Europa, sus ojos, marrones, a diferencia de los de Franz, eran muy vivos y alegres.

 

-y dime Albert, ¿Qué sabes de Montecristo?

 

-¿El aristócrata que va a llegar la próxima semana al santuario? No mucho, solo que es una especie de conde en Bluegard, la gente dice que es tan rico que podría comprar un país pequeño, otros dicen que no es rico, pero que su familia es tan distinguida que en todos lados lo reciben con honores, por lo que no necesita dinero para vivir bien.

 

-Como siempre, chismes de la gente que no tiene nada que hacer.

 

-En lo único en lo que coinciden todos los rumores es que se trata de un hombre bastante excéntrico.

 

-Excéntrico o no, debe de ser muy importante en Bluegard como para representarlo en los tratados de paz Santuario-Bluegard-Asgard

 

Bluegard, Asgard y el santuario con sus centros de entrenamiento son las únicas “naciones” en el mundo que poseen entrenamiento de cosmos, una herramienta bélica muy peligrosa que ninguna otra nación a parte de ellos debe poseer, es normal que en la historia y en más de una ocasión, distintos países hayan intentado formar alianzas con estas tres potencias en el cosmos, siendo Bluegard la más propensa a aceptarlas, la última fue en la revolución francesa, donde causaron tal caos en el campo de batalla, que el santuario mismo tuvo que intervenir para evitar una masacre de humanos, en la actualidad, Francia aún sigue pasando por algunas crisis políticas y socioculturales a causa de la intervención de Bluegard. Algunos eruditos del santuario afirman que la guerra del “terror abismal”, liderada por orión negro, tuvo como principal apoyo el gobierno de Napoleón, quien a falta de los guerreros azules, y desesperado en sus últimos días por afianzar su gobierno, organizo una conspiración para liberar a Ali de la isla de la reina muerte junto con sus seguidores negros, estos sabios se basan en el hecho de que Ali poseía sus principales bases militares en territorio francés, aunque jamás se han encontrado pruebas que afirmen a ciencia cierta el apoyo de Napoleón a los caballeros negros ni de cómo consiguió liberarlos de la isla en caso de que las historias sean ciertas.

 

-Bueno bueno Albert –le dijo Franz con un bostezo –Estoy algo cansado y me iré a dormir ¿no vienes tú también?

 

-Adelántate al hotel Franz –le contesto el joven mientras se volvía a colocar la máscara sonriente –Yo buscare un poco más y después me iré también a dormir.

 

Los dos jóvenes se saludaron amistosamente y se separaron, mientras caminaba, Albert se preguntaba en donde más podría buscar, las palabras que Franz le había dicho con anterioridad llevaban algo de verdad, ya le habían dado la vuelta a todas las iglesias de la ciudad romana y no había pista alguna de Luigi Vampa, quizá debería rendirse con el tema de las iglesias, iba tan absorto en sus pensamientos, que no noto cuando había llegado frente al coliseo romano, mudo testigo de la ingeniería humana antigua, el santuario poseía una arquitectura exquisita, pero había algo en ese coliseo que lo maravillaba, quizás la arquitectura, quizás la voluntad de los gladiadores por vivir que aún seguía impresa en las rocas, el no sabía qué, pero necesitaba entrar y ver el interior de tan preciosa estructura, así que sin más, entro en el viejo edificio, el interior era sencillo pero maravilloso, el área en la que antaño los gladiadores se batían con otros gladiadores o con bestias, era bastante amplio, se parecía y a la vez no se parecía al que poseía el santuario, donde en algunas ocasiones algunos caballeros combatían entre sí para ganar el derecho de obtener alguna armadura, ahí parado se encontraba observando todos los detalles cuando de manera improvista, Albert sintió un cosmo

 

-¿Qué fue eso? –Se dijo así mismo en voz baja el muchacho -¿habrá sido mi imaginación?

 

De nuevo esa sensación inconfundible de un cosmo, ya no cabía duda, Albert cerro sus ojos, se concentró y siguió ese pequeño cosmo que se sentía en el aire, la energía lo guio a una pequeña compuerta en medio del coliseo romano, la abrió, y bajo por unas antiguas escaleras, lo que vio abajo lo dejo sin habla, en un pequeño cuarto oscuro, diez hombres estaban inclinados con el rostro al suelo, frente a una estatua de alguna deidad de seis alas con un perro de tres cabezas a su lado, el perro estaba fabricado con una piedra más negruzca que la del dios, frente a esos diez hombres se encontraba uno de pie, mirando detenidamente la estatua, era calvo, de una complexión robusta y sobre su cuerpo llevaba una armadura negra parecida a la de Perseo.

 

-Hermanos negros, nosotros somos los últimos que el gran Ali dejo atrás, nosotros nos vimos obligados a escondernos durante años, pero ahora ha llegado el momento de que el santuario nos vuelva a temer, con la ayuda de nuestro gran Dios, traeremos de vuelta a la vida al gran Ali, y con su guía, destruiremos el santuario.

 

-¡Si! –gritaron los hombres aun inclinados.

 

-debo de ir por Franz –pensó Albert escondido entre las sombras, ahora que lo tenía más de cerca, no le quedaba duda alguna de la fuerza de Vampa, quizás igual a la de un caballero dorado, no podía morir ahí sin que se supiera el lugar exacto de la guarida de Luigi, así que sin hacer ruido, comenzó a ascender la escalera, cuando el grito de una mujer lo detuvo en seco.

 

-Para traerlo de vuelta, nuestro Dios nos exige como precio otra vida –Vampa tomo a la mujer atada de los cabellos y la alzo con violencia –Esta mujer será el sacrificio al dios de los muertos.

 

-Maldita sea –Pensó Albert, quien, sin poder contenerse, se colocó su armadura y entro estrepitosamente al cuarto, liberando de sus ataduras a la mujer, quien, aprovechando el momento salió huyendo del lugar –Todos ustedes, serán castigados en nombre del santuario por mí, Albert de orión.

 

-¿orión? –Cuestiono Luigi Vampa –vaya, cuantos recuerdos me traen esa armadura plateada que traes sobre el cuerpo, no eres digno de portar esa armadura

 

-Ustedes caballeros negros, no son nadie para llamar o no digno a un auténtico caballero de Athena –fuego azul comenzó a rodear el cuerpo de Albert –recibe la más grande técnica de orión, “¡fuego de las estrellas!”

 

El cuerpo de Vampa y el de sus seguidores se rodeó de fuego, algunos de los hombres gritaban de dolor, dos de ellos cayeron muertos al instante, pero Vampa permanecía impasible, observando a Albert con incredulidad

 

-No puedo creer que compartas la misma constelación que mi maestro –Luigi unió sus manos y las puso por encima de su cabeza –recibe la técnica de Perseo negro ¡crisis de medusa!

Ante un cosmo tan grande, las llamas azules se apagaron, las extremidades de Albert se paralizaron completamente, sentía como su sistema nervioso era un caos en su interior, por más que trataba de darle órdenes a su cuerpo, este no le respondía.

 

-ya que estropeaste mi ritual, tu serás el nuevo sacrificio –Vampa tomo una daga que reposaba frente a la estatua del dios de múltiples alas, y la acerco peligrosamente cerca del cuello de Albert

 

–Despídete de este mundo muchacho

 

-No le tengo miedo a la muerte –le respondió Albert con convicción, en su mirada no se vio ni un solo atisbo de temor –si yo caigo, otro más vendrá y detendrá tu ambición.

 

-Bien dicho muchacho –dijo una tercera voz, todo fue muy rápido, el interior del cuarto lo inundo un frio extremo, en un abrir y cerrar de ojos, Vampa y sus seguidores estaban encerrados en bloques de hielo, y en medio del cuatro, un hombre elegante se encontraba de pie, era alto, de piel pálida, cabello negro largo y una barba de candado en su rostro, sus ojos eran de color miel y sobre su cabeza llevaba un sombrero de copa, tenía un saco negro grande, abierto, por debajo del saco se podía ver una hermosa armadura azul, sobre las mangas llevaba los brazos de la armadura, y sus piernas también tenían la azulada protección, Albert había visto armaduras azules con anterioridad, pero esta era distinta, presentaba algo de transparencia, como si en lugar de metal, estuviera hecha de algún hielo o cristal

 

-Gracias –articulo Albert, no sabía que había pasado, pero estaba seguro que el hombre en armadura azul lo había rescatado.

 

-No hay nada que agradecer muchacho –le dijo el hombre quitándose el sombrero y haciendo una reverencia –Es un honor para mí conocer a un caballero de Athena, mi nombre es Montecristo, Montecristo de la cruz del mar.

 

 


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#2 Patriarca 8

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Publicado 20 abril 2016 - 20:33

Mucha suerte en tu fic

 

 

PD :ojala te animes a participar en las dinamicas de fics:

 

 

http://saintseiyafor...os-y-dinamicas/


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#3 unikron

unikron

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Publicado 20 abril 2016 - 20:58

suerte en tu fic



#4 Patriarca 8

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Publicado 22 abril 2016 - 19:09

-Todo indica que los caballeros negros le siguen dando problemas a los del santuario

 

-el padre de Albert me recuerda al de Soma XD

 

-al parecer el santuario es bastante activo en intervenir y a participado en diversos

acontecimientos históricos

 

-Vampa  por poco elimina al plateado,menos mal que apareció Montecristo de la cruz

del mar quien al parecer sera el prota de tu fic

 

PD:

 

Te sugiero que le agregues PROLOGO al capitulo que ya has publicado

 

-


Editado por T-800, 22 abril 2016 - 19:10 .

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#5 Hades.

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Publicado 22 abril 2016 - 21:30

en un incio si planeaba hacer un prologo, pero como estoy intentando hacer un crossover entre la historia de dumas y saint seiya, debere hacer una version super resumida de la novela de mas de 1000 paginas, asi que estoy tratando de contar todo conforme la marcha, en lugar de preparar el terreno para el lector con un prologo, de hecho en la obra orginal, "el prologo" que es todo lo que ocurre antes de que edmundo dantes se convierta en el conde literalmente ocurre  durante las primeras 500 paginas y despues sucede lo del carnaval en roma y su encuentro con franz/albert, asi que debo de hacer malabares mentales para dar coherencia a la historia @_@ lo unico que si puedo decir es que el contexto de la historia es en una epoca de relativa paz dentro del santuario, no hay una guerra santa contra un dios ni nada, la guerra mas cercana fue contra los caballeros negros, pero ya tiene años que el santuario concluyo con eso

 

saludos


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#6 Patriarca 8

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Publicado 23 abril 2016 - 14:25

mucha suerte con tu crossover ,la idea suena interesante

 

 

PD:ojala te animes a participar en las dinamicas de fics


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#7 Hades.

Hades.

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Publicado 06 mayo 2016 - 20:47

Capítulo 2 reminiscencias

 

El santuario  1816, el barco faraón, después de haber pasado por tantas tormentas y percances, al fin llega a salvo al puerto, el viaje le costó la vida al capitán, por lo que Edmundo Dantes, joven aprendiz a santo de bronce, tomo el rol de capitán sustituto, joven, amable, fuerte y algo ingenuo, su piel es morena cobriza, sus ojos marrones, cabello rizado y de casi dos metros de altura, no le costaba nada ganarse la simpatía de aquellos que lo rodeaban, por lo que al dar las ordenes, incluso los santos de bronce que iban a bordo le obedecían sin chistar, el faraón es uno de los cientos de barcos que le pertenecen a la familia Morrel, si Poseidón cuenta con la familia Solo como sus mejores navegantes y mercantes, Athena cuenta con la familia Morrel.

 

Poco a poco, los tripulantes, cansados de su largo viaje, van bajando del barco, entre ellos viene Danglars, caballero de plata de Perseo, tiene los ojos algo saltones, una barbilla de chivo y piel tostada por el sol, el es quien se supone debió asumir el cargo de capitán tras la muerte del anterior, pero su forma de ser tan mezquina y arrogante, y el hecho de poseer la reputación de ser el caballero de plata más débil del santuario, hacen que sea poco apreciado entre sus compañeros.

 

-Ya verás cómo te reprenderá el señor Morrel –le dijo Danglars a Edmundo mientras lanzaba un escupitajo al suelo –Su familia está muy bien relacionada con el santuario, él incluso podría hacer que te quitaran del entrenamiento a santo de bronce.

 

-Yo hice lo correcto –le contesto Edmundo, quien lucía tranquilo, siendo un contraste bastante peculiar con la cara irritada de Danglars –solo cumplía con la última voluntad del capitán.

 

-¿Su última voluntad fue que expusieras el barco y la tripulación a la isla de la reina muerte?

 

-Su última voluntad fue que le entregara a uno de sus amigos una carta.

 

-¡muchachos! –Les grito un hombre regordete, sus cabellos eran algo canosos y utilizaba un bastón para desplazarse –me alegro mucho de verlos sanos y salvos a todos –acto seguido, abrazo afectuosamente a Danglars y a Edmundo –Por favor, pasen a mi oficina.

 

La oficina del señor Morrel era elegante, pero sencilla, un escritorio de madera con olor a barniz, algunas armaduras medievales de pie cerca de las paredes, y una fina alfombra color turquesa.

 

-Señor Morrel, Edmundo Dantes, aquí presente, ignoro mis órdenes y tomo el control del navío –se apresuró a decirle Danglars antes de que Edmundo pudiera decir algo en su defensa –Por si no fuera suficiente tal acto de insubordinación, expuso al navío, ¡peor aún! A los tripulantes, a los peligros de la reina muerte.

 

-¿Es eso cierto Edmundo? –cuestiono el señor Morrel

 

-Así es señor Morrel, pero vera….

 

-Como usted sabe señor Morrel –lo interrumpió Danglars, en un intento de echar más leña al fuego –en estos momentos, se encuentra Ali Pasha recluido en la isla de la reina muerte, tras un año de guerra con los caballeros negros, al fin fuimos capaces de recapturar a su líder y volverlo a encerrar en esa maldita isla, por lo que incluso nosotros, los caballeros oficiales, necesitamos un permiso especial para poder acercarnos a la isla, y aun así, ¡este insensato expuso el barco a un ataque de los guardianes de la reina muerte!

 

-Es tal y como dice Danglars –dijo Edmundo, al fin parecía que obtendría un momento para hablar –El capitán en sus últimos momentos, me dejo un encargo para uno de los guardianes de la isla, más bien para uno de sus viejos amigos, en su lecho de muerte me pidió que le jurara que no habría de desistir en la entrega de su encargo, prácticamente me hizo prometerle sobre la tumba de mi madre, que yo iría al encuentro de ese hombre amigo suyo.

 

-Muy honorable Edmundo- le sonrió el viejo Morrel

 

-y muy estúpido –termino Danglars –El capitán estaba en un estado muy delirante, ¡no sabía lo que decía!

 

-Sin embargo señor Morrel –Continuo Edmundo –yo ordene que echaran anclas varios metros antes de llegar a la isla de la reina muerte, yo solo fui a la isla en un bote salvavidas, con el encargo del capitán.

 

-¿Es eso cierto Danglars?- pregunto el señor Morrel.

 

-Bueno….si…. Pero aun así……

 

-Basta, ya he oído suficiente –el señor Morrel se aclaró la garganta mientras hablaba –El santuario se comunicó conmigo hace poco conmigo…. Edmundo…. ¿a qué armadura estas aspirando?

 

-Em –el cambio brusco de tema contrario a Dantes –Estoy entrenando para obtener la armadura de unicornio señor.

 

-No más, el santuario cree que posees las aptitudes para convertirte en un caballero de plata y justo en este momento hay una armadura sin dueño, la constelación de lira, pero con la rebelión negra y con tantos hombres queriendo entregarse al libertinaje…. incluso hay rumores de caballeros oficiales de lado de los negros ¿puedes creer eso? Actualmente es difícil encontrar gente con actitud aparte de aptitud para ser un caballero, considerando todo este panorama, el patriarca me mandó una carta pidiéndome que te supervisara y que le diera mi opinión.

 

-¿Yo un  caballero de plata? –Edmundo no lo podía creer, la voz le temblaba -¿De verdad?

 

-Así es Edmundo –el señor Morrel apretó afectuosamente el hombro del muchacho, quien aún parecía incrédulo –Ya tenía mucho tiempo sin ver a una persona tan noble como tú, le diste tu palabra de honor al capitán, lo cumpliste sin exponer a nadie más que a ti, y además todos los tripulantes del barco, incluso aquellos que ya son caballeros, te obedecen felizmente, no me extrañaría que en un futuro llegaras a la cúspide de los santos de Athena, a las mismísimas doce casas.

 

-Este mocoso, que ni siquiera ha completado el entrenamiento de un bronce ¿va a brincar directamente al entrenamiento de un plata?

 

-¿Acaso tu no entrenaste directamente para obtener la armadura de Perseo? Será mejor que te acostumbres Danglars, porque estoy seguro que este “mocoso” algún día será tu superior.

Sin decir más, Danglars salió hecho una furia de la oficina de Morrel.

 

-Bueno muchacho –le dirigió una sonrisa el viejo hombre –Estoy seguro que hay una muchacha por ahí que estará muy contenta de verte, no la hagas esperar más.

 

-Muchas gracias señor Morrel no tengo palabras para expresar lo agradecido que estoy con usted –estrecho la mano del viejo y salió rápidamente de la oficina, en la calle se encontraba un mujer con hermosos cabellos negros, de un oscuro profundo, una piel morena típica de los gitanos, y unos ojos de un café claro preciosos, su figura esbelta estaba envuelta en un vestido elegante de color verde.

 

-Hola Edmundo –saludo la muchacha alegremente, sin permitir que el muchacho le contestara, se lanzó a sus brazos y le dio un largo beso en la boca –No sabes cuánto te he extrañado.

 

-Yo también te he extrañado mucho Mercedes.

 

-Hola Edmundo –lo saludo otra voz a sus espaldas, se trataba de un muchacho de su misma edad, 19 años, su mirada y quijada era firme, su cabello pelirrojo era lo suficientemente largo como para cubrirle la nuca, su tez blanca y sobre el cuerpo llevaba una armadura de bronce –Espero que tengas buenas noticias viejo amigo.

 

-Ni te imaginas Fernand –Edmundo abrazo fuertemente a su amigo de la infancia, lo consideraba un hermano, habían iniciado juntos su entrenamiento, pero Fernand era un prodigio que consiguió al medio año su armadura, realmente lo admiraba mucho –El señor Morrel me ha dado la noticia de que me asignaran un entrenamiento nuevo

 

-¿nuevo? –Exclamo Mercedes

 

-Así es mi amor –Edmundo tomo por la cintura a Mercedes, y la alzo por el aire dando vueltas –Ahora voy a entrenar para ser un caballero de plata.

 

Fernand no fue capaz de ocultar su cara de sorpresa, realmente se sentía muy feliz por su amigo, pero al mismo tiempo algo ardía en el interior de su cuerpo, felicito a Edmundo y se despidió con el fin de darles algo de privacidad, camino lentamente por la calle, volteo nuevamente antes de dar vuelta en la esquina, miro con ojos de envidia como su amigo besaba a Mercedes y siguió su camino.

 

Al día siguiente, Edmundo se topó con Fernand, se saludaron amistosamente, como de costumbre, y el joven Dantes le invito unos tragos a Fernand, iban de civil, ninguno estaba de servicio, así que no había problema alguno.

 

-Entonces fuiste hasta Italia sin ningún problema amigo –le dijo Fernand mientras se llevaba un tarro de cerveza a su boca.

 

-La ida fue tranquila, pero al volver comenzaron las complicaciones –le afirmo Edmundo con una mirada concentrada en el contenido de su vaso –El capitán pesco una horrible enfermedad, y a los días sucumbió.

 

-Algo había oído –Fernand se interrumpió y le hizo una seña al cantinero para que le volviera a llenar su recipiente con cerveza -¿Esa fue la causa de que hicieras un pequeño desvió a la isla de la reina Muerte?

 

-Así es, Danglars estaba furioso.

 

-Sí, de él fue de quien escuche lo del desvió.

 

-Más que del desvió, estaba furioso de que haya tomado el lugar del capitán, pero no es mi culpa que él sea tan poco querido entre la tripulación.

 

-¿Y por qué fue que hiciste un cambio de curso tan arriesgado amigo? ¿No sabes que acaban de recluir ahí al líder de los caballeros negros?

 

-Si lo sé, pero debía de cumplir la última voluntad del capitán

 

-No me imagino que era como para arriesgar el pellejo.

 

-El capitán me pidió que no le dijera a nadie, pero tú eres mi mejor amigo, casi mi hermano, no puedo ocultarle nada a la familia, solo prométeme que no le dirás a nadie.

 

-Te lo prometo por Athena–dijo Fernand mientras alzaba su mano derecha y con la izquierda tocaba el área de su corazón, un saludo que ellos dos habían inventado desde muy pequeños, no les daba pena hacerlo en público, ya que solo lo hacían cuando iban muy en serio.

 

-El capitán me dio una carta, me dijo que era para un amigo, que era algo así como su testamento y que debía de entregarla lo más pronto posible, cuando dijo amigo, me imaginaba que se refería al guardián de la isla, ese tipo con una máscara similar a la de un ogro.

 

-Si lo recuerdo, una vez lo vi sin mascara en la cámara del patriarca, a pesar de su apariencia robusta, tiene una edad parecida a la nuestra. De  hecho se parece mucho a Caderouse de la cara.

 

-Bueno –prosiguió Edmundo –la persona que me recibió en la isla no era el, era un sujeto de unos 40 años, de tez clara y de cabello blanco, tenía una cicatriz en su frente en forma de equis, y vestía un traje elegante de color negro. Me dijo que el tomaría el encargo del capitán, me hizo muchas preguntas, me imagino que para saber si era alguien de confianza y después me dio otra carta –Edmundo saco de su chaqueta un sobre amarillo y se lo mostro a Fernand –Me dijo que era para la hija del capitán, me hizo prometerle que no le diría a nadie, ya que el capitán tiene muchos enemigos, y alguien podría dañar a su hija como una forma de venganza.

 

-Es natural –Fernand observo la carta, el sello de cera impreso en el sobre, nada especial, se la devolvió a su amigo –Eres un buen hombre Edmundo.

 

-jajá, solo hago lo que cualquiera habría hecho en mi lugar, ahora si me disculpas, me despido, que iré a ver a Mercedes.

 

-Oye hombre, primero son los amigos –le dijo con una risa Fernand alzando su jarra de cerveza alegremente –Puedes verla cualquier otro día.

 

-Es importante que la vea hoy –le mostro a su amigo un pequeño anillo –Le voy a pedir matrimonio.

 

-Vaya hombre –Fernand se le quedo viendo al anillo –Te deseo la mejor de las suertes.

 

Edmundo salió corriendo del bar, y Fernand se quedó en la mesa, bebiendo más, tratando de ahogar sus penas en el alcohol, sin darse cuenta, se hizo de noche, una figura familiar entro al bar, se trataba de Danglars, venía acompañado de otro joven, un sujeto de rostro infantil y cuerpo robusto.

 

-pero mira nada más Caderouse –dijo Danglars a su acompañante –Pero si es nuestro amigo Fernand ¿Cómo has estado muchacho?

 

-No es justo –repuso Fernand, obviamente estaba ebrio -¿Sabes una cosa? Yo le iba a pedir a Mercedes ser mi novia, pero el día que me iba a declarar me mandaron a una misión, cuando volví, Mercedes ya era novia de Edmundo ¿Así es como Athena recompensa a sus caballeros? –se empino toda la cerveza y volvió a llenar su recipiente.

 

-La vida no es justa amigo –le contesto Danglars bebiendo también.

 

-Nada, nada, nada justa –contesto entre eructos Caderouse, al parecer él estaba ebrio desde antes de entrar al bar.

 

-Sabes –continuo Danglars una vez Caderouse se calló –Athena no tiene la culpa de nada amigo mío, la culpa es de nosotros mismos, tu eres artífice de tu propia ventura. Si quieres a esa mujer ¡conquístala! Haz tu lucha

 

-Es imposible –le contesto Fernand –Ella lo adora.

 

-Nada es imposible –le aseguro Danglars –Tan solo mira a Ali, quien hace apenas unas pocas horas a escapado de la isla de la reina muerte

 

-¿Cómo? –Dijo Fernand, aparentemente perdiendo su estado de ebriedad -¿el líder de los caballeros negros escapo de la isla de la reina muerte?

 

-Hace unas horas, nos pidieron que no nos moviéramos del santuario –Danglars dio un sorbo a su cerveza -quieren intentar arreglarlo antes de que cunda el pánico, mandaron a un único caballero dorado a darle caza.

 

-Espero y lo atrapan –vocifero Caderouse completamente ebrio.

 

-¿No te parece extraño que escapara justo después de que tu amigo llevara algo a la isla? –La mirada de Danglars despedía maldad –Si él fuera un traidor, lo encarcelarían y la pobre Mercedes quedaría desconsolada, buscando a alguien que pudiera volverla a hacer feliz –dirigió una mirada maligna a Fernand -Oh si tan solo tuviéramos una prueba.

 

-¿Sera acaso? –Dijo entre dientes Fernand, mientras observaba el fondo de su vaso vacío, el alcohol había abandonado completamente su mente – pero… -titubeo por un momento, Edmundo era su amigo de la infancia, incluso en una ocasión lo había salvado de una serpiente cuando tenían 8 años, claro, él también lo había salvado en otra situación crítica, pero era una amistad forjada fuertemente por los años ¿realmente podría traicionarlo de ese modo? Pensó en todos los momentos divertidos y en todas las ocasiones en las que afrontaron adversidades juntos…. Pero…. las imágenes fueron reemplazadas poco a poco por los ojos, los labios y el cabello de Mercedes, toda la figura de la mujer abordo sus pensamientos, no le cabia duda, el amor que sentía por Mercedes era mas fuerte que la amistad que lo unia a Edmundo.

 

-¿Y bien? –le sonrió Danglars mientras le llenaba una copa con cerveza

 

-El entrego una carta en la isla de la reina muerte –titubeo de nuevo, recordó a Mercedes y con una mirada completamente decidida, le conto toda la historia a Danglars.

 

-Ya veo, ya veo –Danglars se rasco la barbita de chivo –La descripción del hombre que le entrego la segunda carta coincide mucho con la de la mano derecha de Ali.

 

-¡No podemos hacer esto! –Grito Caderouse, ebrio –Edmundo me cae bien.

 

-Tranquilo hombre que solo es una broma –le dijo Danglars –Toma y sigue bebiendo –le entrego una botella de cerveza, Caderouse la bebió toda de un solo golpe, y cayo completamente borracho sobre la mesa.

 

-¿Y no sabes nada más Fernand? –prosiguió Danglars, como si Caderouse nunca lo hubiera interrumpido.

 

-Pues –Fernand llevo su mano a la barbilla, tratando de recordar –el me mostro la segunda carta, pude ver el sello de cera, pero tenía un dibujo extraño, no parecía un blasón o algo por el estilo, eran solo puntos.

 

-¿puntos eh? –Danglars movió al borracho Caderouse, y extrajo de su bolsillo una pequeña navaja -¿Los recuerdas al grado de hacerlos aquí en esta mesa de madera?

 

-Em, si creo que si –tomo la navaja, y comenzó a marcar los puntos.

 

-Ya no hay duda, es traición lo que carga Edmundo –Le dijo Danglars con una sonrisa diabólica.

 

-¿Cómo lo sabes?

 

-Estos puntos, son la constelación de orión, la misma constelación de Ali de orión negro –se levantó abruptamente de la mesa –A partir de aquí, me encargo yo –sin darle oportunidad a Fernand de replicar, Danglars abandono el bar.

En otro lugar, completamente ajeno a las conspiraciones, Edmundo disfrutaba de la brisa del mar, abrazado de la hermosa Mercedes, habían pasado ya horas de estar disfrutando de su compañía, pero para él, solo habían pasado unos minutos.

 

-Sabes una cosa Mercedes –le dijo dulcemente al oído Fernand –eres una persona muy cruel.

 

-¿Por qué dices eso Edmundo? –la sonrisa de la chica era electrizante,

 

- porque la alegría causa a veces un efecto extraño; oprime al corazón casi tanto como le dolor –le brindo una sonrisa sincera –Tú me haces experimentar dolor con tanta alegría.

 

-¿Hay manera de curarte ese dolor?

 

-tal vez –se acercó a ella lentamente, y sus labios se besaron profundamente –Mi profesión es muy arriesgada Mercedes, puede que en cualquier momento muera, promete que serás feliz con alguien más si algo así pasa.

 

-No digas tonterías Edmundo –lo reprendió la chica, su expresión de enojo la hacía lucir hermosa como cuando sonreía –Si tu mueres, yo me encerrare en un convento o algo así, jamás podría ser feliz con otro hombre.

 

-Oh no sé qué he hecho para ser tan dichoso mi amada Mercedes, tengo una hermosa novia, un amoroso padre y una vida como caballero, solo hay algo que aún no me gusta.

 

-Vaya que eres ambicioso –rio la chica -¿Qué más necesitas?

 

-Que dejes de ser mi novia –acto seguido, puso una rodilla sobre el suelo –Mercedes ¿quieres ser mi esposa?

 

-Si –la chica abrió los ojos de par en par –Si Si Si! ¡Claro que sí! –Edmundo se levantó y se abrazaron durante varios minutos.

 

-Disculpe ¿usted es Edmundo Dantes? –les dijo una voz a sus espaldas, Edmundo volteo, y vio a un grupo de soldados rasos junto a un caballero de bronce.

 

-Soy yo –dijo firmemente Dantes, colocando instintivamente a Mercedes a su espalda, en un gesto protector.

 

-Necesito que nos acompañe por favor, le agradeceríamos mucho que no se resistiera.

 

-¿Edmundo que sucede? –exclamo preocupada la chica.

 

-No te preocupes querida –le beso la frente –tal vez alguna misión, o algún error, en un rato vuelvo.

Los soldados condujeron a Edmundo ante un hombre delgado, tez clara y de unos 25 años, con grandes ojeras debajo de sus ojos, tenía rastros de estar perdiendo algo de cabello, iba vestido en armadura de cuero, en las pared a sus espaldas, se veía la pintura de un hombre anciano portando una armadura de plata, la armadura de plata de altar, saludaron respetuosamente al curioso hombre, y abandonaron la oficina de inmediato.

 

-Así que usted es el traidor –dijo solemnemente el hombre.

 

-¿Traidor? –No terminaba de entender Edmundo -¡Yo no soy un….

 

-Silencio –lo interrumpió el hombre –esto es un asunto oficial, en este momento mi maestro no se encuentra en el santuario

–señalo el retrato del anciano caballero en la pared –Yo soy su reemplazo temporal como juez en la corte de Athena, mi nombre es villefort –comenzó a hojear unas hojas sobre el escritorio –Danglars lo acusa de traidor, de haber conspirado en la huida de Ali en la isla de la reina muerte.

 

-¡Danglars! –dijo sorprendido Edmundo, ese cascarrabias se las vería con él una vez aclarado el asunto… pero él no sabía nada de las cartas, el único que sabía era Fernand, pero era imposible que él lo hubiese revelado –No señor yo no soy ningún traidor, es más, he servido tan bien que el santuario decidió promoverme al entrenamiento de caballero de plata.

 

-Usted entenderá, que una acusación de tal magnitud no puede ser pasada por alto, más si proviene de un caballero de plata –hizo un gesto despectivo –incluso si proviene de alguien tan mediocre como Danglars, el susodicho le acusa de traición, y dice que la prueba es una carta, que usted está portando en este momento.

 

-No es ninguna traición señor, es solo un mal entendido –Edmundo le entrego la carta, y prosiguió a contarle toda la historia sobre la muerte del capitán, y su última voluntad en su lecho de muerte, había tanta honestidad y firmeza en la voz y mirada de Edmundo, que Villefort estaba completamente seguro de su inocencia.

 

-Veo que lo han utilizado muchacho –le dijo una vez Edmundo termino su historia sobre aquella extraña aventura en la isla de la reina muerte –Esta carta contiene el nombre de los partidarios de Ali en el santuario.

 

-¡No puede ser! El capitán no podría…. –las palabras se ahogaron en su boca.

 

-Le diré una cosa Edmundo, siempre habrá labios que digan una cosa,  mientras el corazón piensa otra cosa –Villefort doblo la carta, tenía que entregarla inmediatamente al patriarca, incluso habían caballeros oficiales que eran partidarios de los caballeros negros, el enemigo acechaba en las propias entrañas del santuario sin que nadie lo sospechara –No me cabe duda de que usted es inocente, quizás demasiado inocente, esa inocencia suya lo terminara matando un día.

 

-Lamento mucho no ser tan precavido señor –Edmundo se sentía completamente aliviado de oír la palabra inocente.

 

-Por la descripción que me da, el hombre que le entrego esta carta es la mano derecha de Ali, es normal que usted no lo conozca, ya que él normalmente estaba en lugares donde no mandarían a un aprendiz de bronce ¿No le dijo nada más?

-Solo algo de que quien iba a recibir esta carta era un hombre llamado Nortier.

 

-¿Quién? –pregunto sorprendido Villefort.

 

-Eh, Nortier, eso fue lo que me dijo.

 

-¿Alguien más sabe de este Nortier?

 

-No –Se puso a pensar, el nombre Nortier no se encontraba entre las cosas que le había dicho a Fernand –A nadie le dije señor.

 

-Vera señor Edmundo, a pesar de mi opinión, esta carta es una prueba de alta traición, no sé qué opinara mi maestro una vez vuelva de su misión sobre su culpabilidad –inmediatamente, Villefort quemo la carta delante de un sorprendido Edmundo –Tiene suerte de que yo crea que usted es inocente, ahora esa prueba de culpabilidad ya no existe.

 

-Gracias por confiar en mi inocencia señor Villefort –La voz tan seguro de Edmundo delataban más y más su inocencia –Buscare a ese tal Nortier para el santuario, y esclareceré  la verdad sobre los cómplices que ayudaron a Ali a escapar.

 

-sin embargo –lo interrumpió Villefort, con una mirada nerviosa –usted entenderá que por formalidad, tendrá que pasar una noche en una de las prisiones de cabo sounion, solo en lo que arreglo el pápelo.

 

-Si… supongo que sí, señor Villefort.

 

-No se preocupe amigo, mañana yo lo acompañare en la búsqueda de ese tal Nortier.

 

Un soldado raso lo acompaño a su celda, era un hombre verdaderamente feo, algo encorvado y le faltaban uno dientes, Edmundo alzo la vista, y vio el imponente Cabo, en la roca se podían ver las distintas celdas, pero su peculiar carcelero lo conducía por una especie de túnel enterrado debajo de cabo sounion. Todo estaba permanentemente a oscuras, solo la antorcha del hombre feo iluminaba su camino, podía sentir el agua de mar bajo sus pies, al fin llegaron a su celda, Edmundo entro, por dentro era una enorme cueva, el hombre cerro con su enorme llave la puerta de barrotes.

 

-Tu comida es eso –señalo a un musgo que crecía en las paredes de la cueva –No volverás a ver la luz del día.

 

-¿Qué significa eso? –Exclamo Edmundo –Yo solo estaré aquí una noche.

 

-Oh, pero aquí todo el tiempo es de noche –lanzo una risita diabólica –Hace 60 años que no se ponía a nadie en esta celda, es para los peores criminales, estarás aquí aislado, sin ver un rostro humano en lo que te quede de vida, lamento decirte que mi cara será la última que veras en tu existencia.

 

-¡No puede ser! ¡Tengo un trato con Villefort! –El carcelero se alejó, en medio de los gritos de Edmundo, el trato de encender su cosmo muchas veces, pero había algo en su prisión que le impedía usarlo –No puede ser, ¡yo me voy a casar en unas semanas! ¡Esto es un error! ¡No soy un traidor!

 

Año 1830 un carruaje se dirige al santuario, en su interior hay tres hombres, uno de ellos, vestido con un traje negro elegante, iba dormido, el carruaje piso una roca, y el movimiento lo despertó.

 

-Señor Montecristo, al fin despierta de su siesta –exclamo uno de sus acompañantes.

 

-Oh Albert, disculpe mi falta de educación, pero estaba algo cansado.

 

-No hay nada que tenga que disculparle –se rio el joven.

 

-¿tenía un sueño interesante? –le pregunto un divertido Franz

 

-Solo soñaba con mi pasado –le contesto mientras observaba el exterior a través de la ventana.

 

-Debe ser un sueño interesante.

 

-No mucho joven Franz, es algo aburrido

 

-No lo creo -dijo alegre Albert.

 

-Melinoe eres traviesa -pensó Montecristo -No te preocupes, estoy motivado.


Editado por Hades., 06 mayo 2016 - 20:49 .

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Publicado 07 mayo 2016 - 09:49

-me agrada como combinas a los personajes de la obra con el universo saint seiya

 

-Danglars es bastante despreciable y Fernand no se queda atras

 

-fue una injusticia lo que le paso a  Edmundo Dantes


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Publicado 02 junio 2016 - 14:45

Ojala te animes a continuar  este fic


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