Previamente…
Después de la guerra santa contra Pallas, todos en el Santuario pensaban que vivirían en paz y armonía… ¡PERO NO! En la Cámara del Patriarca, están todos los dorados del Siglo XXI, incluso aquellos que habían muerto en combates anteriores. Saori, al borde de una crisis nerviosa, decide que lo mejor es preguntarles a cada uno de los “traidores” si se quieren quedar en el Santuario, mientras resuelve el asunto. Ionia, Mycenae y Amor han aceptado su oferta, pero faltan otros puestos en la orden por completar…
Capítulo 1: No entiendo lo que pasa aquí (Parte 2 de 2)
—Increíble —rió Paradox, mientras que a su hermana le daba un tic nervioso en uno de sus azules ojos, al ver esa expresión de depravado que por instantes pudo apreciar en el rubio —y a mí me tachan de loca.
—Lo tuyo también es un hecho hermana, no trates de zafarte de ello. —Murmuró la geminiana sin verla directamente.
—¡¿Qué dices?! —Inmediatamente los cabellos celestes de la gemela mayor se oscurecieron, para que Integra rodara los ojos y adoptara una pose defensiva ante el próximo ataque de ira de la parte “odiosa” de su hermana.
—Ya niñas, basta. Tengo que seguir con estas “entrevistas”. —Con solo oír a Saori, Paradox se calmó y sus cabellos volvieron a la normalidad. Sólo murmuró un “me las pagarás”, mientras que su gemela se comportó ante el regaño de Saori. Esta última se dirigió a continuación al caballero de Cáncer —Schiller, ¿también quieres retirarte?
—¡Por supuesto que no! – Esta vez, incluso la diosa se sorprendió con la escueta respuesta del joven pelirosa. —¡¿Quién cuidará a mis adorados muertos vivientes?! —Los otros caballeros dorados, junto a Saori, se golpearon la frente con la palma de la mano al mismo tiempo. Pero Schiller aún no había terminado su justificación. —Además, mi casa debe estar hecha un chiquero, ¡necesito asearla cuanto antes! —Agregó, limpiándose nerviosamente la mano con un pañuelo sacado de quién-sabe-dónde. Hasta ese punto, Saori Kido comenzaba realmente a dudar si era buena idea que estos caballeros se quedaran en el Santuario.
Bah, qué exagerada.
¿Qué podría salir mal?
—Muy bien… entonces, ¿quién nos falta? —Las miradas de los dorados se posaron sobre una joven pelirosa que AÚN seguía mirando lo interesante que podía tener el piso de mármol. —Sonia. —Llamó la diosa —Sonia… —Repitió y viendo que no daba resultado… —¡SONIA!
—¡Ah! ¡¿Qué?! ¿Q-Qué es lo que pasa, Athena? —Preguntó visiblemente nerviosa y distraída a la vez.
—Quería preguntarte qué es lo que harás ahora, pero no olvides que te ofrezco ser parte de la orden dorada de nuevo. ¿Qué dices?
—Athena, —Comenzó diciendo Sonia —soy la hija de Marte. Fui quien cooperó en gran parte de la Tercera Guerra Santa contra ti y tus caballeros. ¿Cómo puedes pedirme que me integre a tus filas después de todo lo que he hecho? —Preguntó con visible dolor en su voz y sus ojos. Los demás dorados callaron inmediatamente, y algunos agacharon la cabeza sintiendo empatía por la Santa dorada de Escorpión. Saori sonrió con ternura, recordando a cierta geminiana que dijo algo parecido cuando le ofreció volver a sus filas. La pelimorada se acercó y comenzó una lenta y amable caricia en el cabello de Sonia. La joven se paralizó ante la presencia y el cosmos tan amable de la diosa, sintiéndose tan aceptada como nunca antes lo había sentido. Ni siquiera en su propia familia había sentido un recibimiento de tal forma.
—Toma esto como una oportunidad de comenzar de nuevo. Eres muy joven y necesitas continuar tu camino. —Observó sonriente a los ojos jade de la pelirosa —Además, piensa que no estás sola, sino que me tienes a mí y a tus compañeros de orden. —Sonia miró algo incrédula a los demás caballeros dorados, algunos le sonreían honestamente, mientras que otros la miraban con seriedad (como Mycenae). —Solo inténtalo por un tiempo y dime qué piensas. No obligaré a nadie a quedarse.
Sonia bajó sus verdes ojos al suelo (¡OTRA VEZ!) meditando la propuesta de Saori por unos segundos. Cuando ya había pasado medio minuto, levantó su rostro e hizo contacto visual con la diosa de la sabiduría.
—E-esta bien… Athena… —Titubeó un poco al hablar, pero su mirada se mostraba decidida —me quedaré en el Santuario. —Al terminar de responder, la pelimorada ya estaba con una sonrisa de oreja a oreja.
—Muy bien, pues ya estamos listos. ¡La orden dorada ateniense del siglo XXI está completa! —Dijo levantando un poco la voz, mostrando su alegría por este reencuentro.
—Uh… Athena… espera un momento… algo no deja de molestarme… —Dijo Genbu, quedándose en silencio por algunos segundos —¿No creen que se nos está olvidando alguien? —Dicha esa pregunta, los demás dorados empezaron a mirarse entre sí. Athena también miraba extrañada al joven de cabellos anaranjados.
—Mm… puede ser... —Murmuró Seiya y luego comenzó a “pasar lista” apuntando a los que nombraba por su signo —A ver… Aries, Tauro, Géminis, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Libra, Escorpión, Sagitario, Capricornio, Acua—¡ACUARIO! —Terminó remarcando al signo faltante en las filas de la orden dorada. Amor de Piscis miró a los demás negando lentamente con la cabeza y pensando que eran una bola de idiotas, ¿cómo no se habían dado cuenta antes? Desde que se levantó y miró a su alrededor se había percatado de que faltaba Tokisada.
—¡Es cierto! ¿Dónde está el elfo loco con ganas de convertirse en el rey del tiempo o algo así? —Dijo Harbinger.
—Ni idea, tampoco puedo percibir su cosmos cerca de aquí. —Agregó el inamovible caballero de Virgo.
—No importa. Dejémoslo, será lo más conveniente. —Dijo Genbu con un poco de desdén. Nunca le había caído muy bien el antes caballero de plata.
—No podemos dejar esto así, necesitamos un caballero de Acuario. – Apuntó Integra al ver cómo le restaban importancia al hecho de dejar vacante la armadura de la penúltima casa.
—¿Alguien piensa en un buen candidato? —Preguntó desinteresadamente Schiller. En realidad lo quería decir más como una broma, pero su cara cambió al ver los rostros brillantes de Seiya, Shiryu, Kiki y la mismísima Saori.
—¡Yo! ¡Yo sé de alguien! —Respondió entusiasmado el anterior Pegaso, levantando la mano como si estuviera respondiendo una pregunta en el salón de clases. Los demás caballeros que seguían con miradas confundidas, le prestaron atención al llamado “Santo más leal a Athena”. —¿Recuerdan a Hyoga? ¿El caballero de Cisne? —Preguntó mirando fijamente a Integra, Harbinger y Fudo. Los tres asintieron al recordar al rubio y “frío” caballero legendario, durante el combate contra Pallas. —Él fue entrenado por Camus, el anterior caballero dorado de Acuario, ¡y cuando los combates se han tornado casi imposibles de vencer, ha podido ocupar la armadura de su maestro! —Contaba emocionado. Los dorados restantes le prestaban atención a Seiya, aunque no entendían muy bien de lo que estaba hablando. Solo Genbu había escuchado antes de Hyoga gracias a su condiscípulo. —Honestamente, no creo que haya alguien más capacitado para portar la armadura de Acuario. ¿Qué dices Athena? —Preguntó con ojos muy brillantes, como cachorrito mojado y hambriento. Un gesto al que Saori solo respondió con un disimulado sonrojo, pero manteniendo su voz firme.
—Estoy de acuerdo. Hyoga tiene lo que necesita un buen caballero dorado y todo su historial lo avala. —Respondió mirando a todos los dorados presentes, algunos asentían dando su aprobación a la propuesta del caballero de Sagitario. —Entonces, está decidido. Proclamo a Hyoga como caballero dorado de Acuario. —Concluyó sonriente.
—¡SI! —Gritaron al mismo tiempo Seiya y Shiryu, chocando palmas.
—Ahora es momento de que vayan a sus casas y se acomoden, llamaré a Hyoga inmediatamente para nombrarlo oficialmente caballero de Acuario.
—¡Momentito Athena! Tenemos un gran problema aquí. —Interrumpió Paradox señalándose a sí misma y a su hermana gemela.
—Es cierto. Yo soy la verdadera Santa de Géminis, ¿dónde dormirá mi hermana? —Agregó con tranquilidad la gemela de ojos azules, solo para provocar la furia de la gemela de ojos violetas.
—¡¿QUÉ DICES?! ¡¿TÚ ME ESTÁS ECHANDO DE GÉMINIS?! ¡Pan integral, te mandaré a otra dimensión! —La gemela menor jamás perdía los cabales, pero ese nombre había colmado su paciencia, más aún viendo que algunos de sus compañeros se reían del apodo con que su hermana la había llamado.
—¿Pan integral? ¡¿Es en serio?! ¿Eso es lo más cómico e hiriente que se te puede ocurrir? ¡Para-loca! —Respondió muy enojada, sintiendo cómo su cabeza se calentaba por las idioteces de su gemela. La mayor se enfureció aún más, volviendo a oscurecer sus cabellos. Ambas al mismo tiempo comenzaban a acumular cosmos en sus manos y solo Athena podía saber lo que ocurriría si las geminianas empezaban a pelear en serio.
—¡Pelea! ¡pelea! ¡pelea! —Comenzaban a gritar sospechosamente emocionados algunos machos—ejem, es decir, caballeros dorados. Ionia y Mycenae eran la excepción, siendo este último quien viese a sus compañeros algo avergonzado.
—Hombres… —Susurró Sonia de Escorpión.
—Este sí que es un show para no perderse. —Dijo sonriente Harbinger, lamentando no tener una cámara de video. Las gemelas estaban a punto de lanzarse explosiones y ultimaciones cuando…
—¡YAAAAA BASTA! —Gritó por segunda vez la diosa de la sabiduría (¡Já! ¡Sí claro!). Evitando que las chicas de cabello celeste cometieran fratricidio una contra la otra. Ambas se formaron nerviosamente, tan quietas como estatuas. —Paradox, Integra. —Comenzó, haciéndolas sentir como niñitas que iban a ser castigadas por sus travesuras. —Quiero que les quede algo muy claro: AMBAS son caballeros femeninos dorados de Géminis. Por lo tanto, AMBAS vivirán en la tercera casa. —En ese momento, las dos abrieron la boca intentando protestar, pero la severa mirada de Saori las mantuvo calladas. —Sin peros. Vivirán juntas, como hermanas. Y si sé de alguna que intenta sacar de la casa a la otra, tendrán un castigo con el que el mismo Hades podría sentirse avergonzado. —Amenazó. Los caballeros “malos” que habían resucitado hace poco estaban un poco extrañados. Ionia sobretodo, quien asustado pensaba: ¿Es esa mi esplendorosa, gentil y amable diosa Athena? Mejor no hacerla enojar, Ionia. Te lo aconsejo.
—Será mejor que le hagan caso. —Susurró Seiya con la cabeza gacha. Sabía lo que era enfrentarse a los regaños de Saori.
—¿Han entendido? —Preguntó la pelimorada.
—¡S-Sí Athena! —Respondieron las gemelas al unísono. No me copies —no te estoy copiando boba —¿A quién le dices boba? Idiota. —Será mejor que te calles, porque si no… —Murmuraban las gemelas regañándose una a la otra.
—Bueno, si Athena decidió eso con las gemelas, creo que será algo parecido con nosotros, ¿verdad Shiryu? —Mencionó el más joven caballero de Libra, mirando a su pelinegro condiscípulo.
—No.
—Si lo sabía, bueno, tendremos que compartir la cas--- ¿AH? —Ni siquiera pudo terminar de hablar el peli naranja. Asustado en parte por haber hecho algo que enojase a su “hermano mayor”. Los demás dorados alzaron una ceja. Excepto Paradox claro, que estaba casi que se echaba a llorar. Esa respuesta sí que no se la habían esperado de parte del antiguo caballero de Dragón.
—Este… Shiryu, ¿tienes algún problema por compartir tus deberes con Genbu? —Preguntó asombrada Saori,
—Claro que no. —Genbu suspiró aliviado. —Pero debo regresar a Rozan… a… cuidar el… sello de Athena… o algo así. —Murmuró demostrando que lo que decía era una simple excusa.
—Pero Shiryu, no creo que sea correcto que dejes tu trabajo como de caballero de Libra… —Murmuró Seiya quien no entendía la abrupta decisión de su amigo. El antiguo Dragón rodó los ojos y decidió ser sincero sobre su decisión adoptando una pose muy seria.
—¿Y tú pretendes que me quede aquí? No. —Cuando alzó la voz, varios retrocedieron un paso visiblemente sorprendidos —Tengo a mi mujer y a mi hijo en Rozan, estuve trece años sin los cinco sentidos y, cuando los recuperé, no pasó un año y tuve que entrar de nuevo al campo de batalla. No vi a mi hijo crecer, ni convertirse en el caballero de Dragón y es un alivio saber que Shunrei no se volvió loca por mi “ausencia”. Yo soy caballero de Athena, pero también soy un ser humano. —Shiryu hablaba a toda velocidad, dejando a los presentes anonadados por su reacción tan… poco… Shiryu.
—Cielos… me ruborizo de solo verlo tan… agresivo… —Comentó muy bajito Paradox, solo para que Integra la mirara incrédula queriendo decirle “¿Otra vez con lo del Señor Shiryu?”. La gemela mayor se sonrojaba y abanicaba con una mano por la… emoción.
—E-Entiendo lo que quieres decir Shiryu, estás en todo tu derecho… y-yo respetaré cualquier decisión que tomes. —Murmuraba un poquitín nerviosa Athena. Hace años que no lo veía molesto de esa forma. El pelinegro sonrió amablemente al ver la expresión confusa (y un poco asustada) de la diosa, así que decidió explicarse mejor y dejar en claro las cosas.
—Athena, no te preocupes. No es que deje el puesto de Santo de Libra, es solo que… creo necesario volver para aprovechar el máximo de tiempo con mi familia. Además, estoy seguro de que Genbu se hará cargo perfectamente de todo. —El aludido bajaba la cabeza algo conmovido por las palabras de su “hermano”, aunque por otra parte…
—Espera… no es para dejarme haciendo todo el trabajo, ¿verdad? —Preguntó el joven Libra mitad en broma, mitad en serio.
—Nooo, como crees. Vendré a darme una vuelta por aquí pronto. Y Ryuho también, estoy seguro que querrá verte. —Genbu lo miró de soslayo y finalmente sonrió, dándole un firme apretón de manos. Shiryu también mostró una pequeña sonrisa.
Al fin, todos los Santos tenían sus asuntos en orden. ¡HURRA!
—Bueno, creo que ya nos podemos retirar a nuestras casas, ¿no? Es decir, tengo mucho que hacer en mi fabulosa morada y redecorar un poco para que esté de nuevo a mi nivel. —Dijo el Santo de la última casa, algo cansado de todo ese tiempo de pláticas aburridas para él.
—Es cierto. Ya quiero hacer una limpieza profunda. Mi casa debe estar llena de bacterias y tendré que comprar artículos de limpieza, ¡ahora mismo! —Alegó Schiller.
—Hablando de eso, debo ir a Rodorio a comprar comestibles y arreglar una habitación para Raki… —Murmuró el reparador de armaduras, anotando mentalmente sus próximos deberes. —Fudo, ¿me acompañas? —Preguntó de forma casual.
—Eso implicaría moverme mucho. —Respondió apaciblemente. Kiki sintió extraños deseos de moverlo a patadas. Mantuvo la calma a pesar de haber mascullado algo sobre el Santo de la virgen.
—Vamos pelo de césped, ya te has movido hasta aquí, bajar las doce casas no será un gran problema. —Dijo Harbinger dándole un –según él- leve manotazo en la espalda a Fudo, quien casi pierde el equilibrio y aterriza de boca en el suelo. Virgo decidió que por el momento no era apropiado mostrar su rostro “temible”.
—Athena, ¿podrías conseguir otra cama para nuestra casa? No creo que estemos muy cómodas durmiendo juntas en una cama individual. —Dijo la gemela menor. Saori asintió y les aseguró que se encargaría de ello.
Los Santos dorados organizaban sus deberes y cómo acomodarse en los lugares que ahora debían resguardar, hasta que la llegada de alguien interrumpió a todos y dirigió las miradas a la entrada del recinto del Patriarca.
—¡Athena! —Hyoga, el caballero de Cisne, había llegado a toda velocidad al sector, y recuperaba el aliento luego de llamar a la diosa. —Pensé que… había… ocurrido… algo grave… —Decía entrecortadamente. Saori sonrió al ver la honesta preocupación del “frío” santo. Cuando este retomó su respiración normal, habló con tranquilidad. —Recibí tu mensaje y vine inmediatamente, ¿qué es lo que ocu---? —El rubio se olvidó del mundo cuando se percató de la presencia de los santos revividos. —¿Q-Qué es lo que hacen aquí? Es decir… ¡¿C-cómo?! —Fue lo que atinó a preguntar.
—Verás Hyoga… es una larga, o quizás no tan larga, historia…—Comenzó Saori.
Y así, la orden dorada ateniense del Siglo XXI estaba reunida y completa, como hace mucho no lo estaba. Aquella reunión culminó con la nueva organización de las casas zodiacales y el flamante nombramiento de Hyoga como caballero de Acuario… y su singular reacción al enterarse.
—¡¿QUE YO QUÉ?! —Gritó haciendo que el Santuario entero retumbara antes de sucumbir a un desmayo.
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Un ser desde las sombras contemplaba el reencuentro y reordenamiento de los caballeros dorados del presente siglo. Soltó una suave risa que solo su extraño ser pudo percibir, para luego dirigirse raudamente a las lejanías, donde una especial estatua compuesta por catorce formas humanas se erigía contra la implacable luz del sol.
—Ya verás Athena, esta ha sido solo la primera parte de mi plan. La segunda fase iniciará pronto, ¡y tu sanidad mental estará perdida!
¿Qué o qué es “eso” o “ese” o “esa” y cuáles son sus planes para volver loca a Athena? ¿A qué se referirá con “segunda fase”? ¿Harbinger podrá finalmente quebrarle el cuello a alguien? ¿Hyoga se recuperará de su desmayo? ¿Cómo será el reencuentro entre Amor de Piscis y su sofá?
¡Sigan en sintonía para averiguarlo!
Continuará…
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Ahora sí, ha terminado el primer capítulo. Se ha presentado a una parte del elenco de dorados locos, y como toque personal quise dejar a Hyoga como caballero de Acuario porque ha sido el gran deseo que Omega no me ha cumplido hasta ahora. >_< Además, se lo merece, pero ya veremos qué aventuras y desventuras le traerá el trabajo como caballero dorado. JUJUJU. Por último, recuerden que este fic se estaría situando luego de la saga de Pallas/Saturno. Eso, para que no haya dudas al respecto.
Y no se preocupen, faltan más personajes del Omegaverso en aparecer para luego centrarnos en “la otra mitad” del casting.
Todos los mensajes son bienvenidos; espero con gusto sus comentarios y también las críticas constructivas. Será un placer responder a cada uno de ellos.
¡Espero que les vaya bien y nos leemos en la próxima entrega!
Editado por Solefald, 25 febrero 2016 - 14:00 .