Capítulo 5: Maestro Vs Maestro: Lucha en el mundo de Lucifer
Lo bueno:
-me agrado la aparición del Caballero de Cristal,
-la apariencia de ese angel caído es muy inquietante
-la entrada del villano de tu fic te quedo muy bien
-la aparición de Guilty y su posterior combate contra Cristal
Lo no tan bueno
-si lucifer puede controlar mentalmente a todos los que resucita no hubiera
sido mejor que resucitase a los dorados,asgardianos y genarales marinos
que murieron en lugar de a los plateados y guerreros de bajo rango
PD: Que pases una feliz año nuevo
Hades se le adelantó, Lucifer solo consiguió resucitar a cuatro Caballeros de Plata y algunos Sonotas. En cuanto a los Asgardianos y Generales Marinos, no había razón puesto que no eran guerreros que tuvieran algo que ver en la Guerra Santa aunque sí, hubiera sido más inteligente por parte de él de resucitarlos pero posiblemente no se hubieran puesto de su parte debido a que sus lealtades estaban con Odín y Poseidón respectivamente. También hay que ver eso de que tampoco tuvo mucho éxito que digamos con los Caballeros.
Capítulo 6: "Revelación"
-Ya basta.-dijo Lucifer.-He visto suficiente, ambos son poderosos.
Al Ángel Caído se le iluminaron ambos ojos. Acto seguido estaban otra vez al frente del trono de Lucifer. Guilty tenía descongelados todos sus miembros, por el lado de Cristal este ya no padecía de ningún dolor.
Lucifer estaba sentado en su trono, detrás de él se encontraban Itzla y Mefistófeles (de quién Guilty y Cristal no sabían su identidad).
-Como saben, los reviví para que me sirvieran.-les dijo Lucifer a sus dos huéspedes.-Quería comprobar el poder de ambos antes de sacarles provecho.
-Explícanos que está sucediendo.-Exigió Guilty con brusquedad.
-Estoy de acuerdo.-Dijo Cristal.
-Ustedes dos, así como otros, fueron revividos para servirme pero eso ya lo saben.-comenzó a explicar Lucifer.-En la Era Mitológica traicioné a Dios y me volví tan poderoso como él pero el maldito Arcángel Miguel pidió ayuda a los 12 dioses Olímpicos y fui sellado junto a mis súbditos por parte de Hades. Estuve atrapado por millones de años.
“De igual manera, mi deseo de venganza fue incrementando hasta el punto de que ahora solo quiero ver el mundo arder.
Aprovechando que Atenea parte hacia la guerra contra Hades, yo me encargaré de tomarlos por sorpresa y así reclamar la cabeza de ambos. Después partiré hacia el Reino de los Cielos y asesinaré a los Arcángeles, luego todo el mundo será mío y dominaré con puño de hierro.
Por un momento Lucifer pasó de ser un bello ángel a adoptar una demoníaca apariencia: sus ojos adoptaron una tonalidad rojo sangre, le crecieron colmillos, su piel se tornó oscura como el carbón mientras que su cabello encendió llamas. Su cuerpo adoptó proporciones gigantescas, todo a su alrededor ardía.
Pero luego aquella “ilusión” acabó y Lucifer volvía a estar sentado en su trono como si nada hubiera pasado. Cristal y Guilty estaban sudando.
-Mi plan era revivir a un grupo de Caballeros de Atenea para que tomaran la cabeza de la diosa de la Guerra.-explicó Lucifer.-Pero este falló y sé que tres Caballeros han rechazado mi propuesta. Ahora me pregunto si ustedes dos la van a aceptar. Y entonces ¿Qué me dicen? ¿Traicionarían a Atenea a cambio de una vida eterna? Es lo mismo que les ofreció Hades a sus espectros, la diferencia que tengo yo con él es que si cumplo con mis promesas.
-No suena mal ¿Eh?-observó Guilty.
-Para los humanos, yo consideraría que es una oferta irrechazable.-observó Lucifer.
-Aún así…-comenzó a decir Guilty.-No me interesa la vida eterna. En vida me llamaron “basura”, “cobarde”, “monstruo” y “canalla” pero sigo siendo un Caballero de Atenea. No diré nada más.-Y agachó la cabeza con los brazos cruzados. Guilty apuntó hacia la negativa.
-¿Y tú?-preguntó Lucifer dirigiéndose a Cristal.
-Pienso como Guilty, ni si quiera la vida eterna puede acabar con la determinación de un Caballero, ni si quiera uno tan asqueroso como Guilty.-dijo Cristal y también agachó la cabeza.
Pero Lucifer no se iba a quedar con los brazos cruzados, sintieron fuertes vibraciones cerebrales. Descargas eléctricas recorrieron por el cuerpo de ambos.
-¿Creen que iba a aceptar un “no” así como así?-preguntó el Ángel Caído con recelo.-No solamente me van a obedecer si no que también van a cumplir con mi misión.
Se levantó y caminó al lado de Cristal y Guilty quienes estaban tendidos en el suelo.
-Levántense.-dijo Lucifer con voz imperiosa.
Eso hicieron ambos. Se incorporaron y voltearon hacia él.
-Escuchen bien ambos.-dijo Lucifer.-Hay tres Caballeros de Plata que no aceptaron la propuesta, mátenlos. Sus nombres son Ptolemy, Asterión y Jamián. También tráiganme ante mí al cuarto Caballero de Plata: Albiore, si no traiciona a Atenea entonces mátenlo.
-Así lo haremos.-dijeron Cristal y Guilty al unísono.
-En cuanto al séptimo y al octavo… Si no se unen a ustedes entonces mátenlo.-les dijo Lucifer para después desaparecer.
…
-¡Ya les dije que no! ¡No tengo nada que ver con ese tal Lucifer!-dijo un joven hombre.
Estaba rodeado de demonios de Lucifer. Sus rostros se asemejaban al de los murciélagos. Eran todos demonios negros que portaban tridentes. También llevaban Armaduras Negras.
-Ya te lo dije, si no vienes entonces pagarás con tu vida.-le intentó explicar el cabecilla. Este era diferente, era de una tonalidad blanca.-¡Si no obedeces al gran Lucifer entonces morirás! ¡Ataquen!
Todos los demonios obedecieron a la orden. Con los tridentes en mano intentaron perforar el cuerpo del hombre pero este se defendió rápidamente.
Golpeó a cada uno de sus atacantes, sus manos se asemejaban a los de un tigre. Rasguñaba y golpeaba, incluso pateaba. Luego los acorraló a todos en un solo punto y encendió su cosmos. Ráfagas de viento envolvieron su cuerpo de pies hasta la cabeza. Pronto concentró todo en un solo puño.
-¡Viento Desgarrante!-gritó y lanzó un tornado con su puño el cual fue directo hacia los demonios y los lanzó lejos.
Pero se descuidó y el cabecilla de los demonios incrustó su tridente en el hombro del hombre quién escupió sangre.
-No debiste bajar la guardia en ningún momento, aprendiz de Caballero.-le dijo en tono burlón.
Acto seguido apareció una nueva tropa de demonios los cuales se esparcieron por todo el terreno montañoso. La luz de la luna no dejaba que el joven hombre pudiera verlos con claridad.
Su nombre era Okko y en otros tiempos había competido por la Armadura de Dragón la cual ahora portaba su ex compañero de entrenamiento Shiryu. Durante el conflicto del Santuario, Okko había muerto a manos de Shiryu pero ahora también regresó a la vida con la ayuda de Lucifer.
-Malditos…-murmuró Okko al ver la ventaja tanto numérica como táctica de sus enemigos.
-¡Ataquen!-exclamó el cabecilla quién ordenaba la muerte de Okko.
Y así hicieron, todo el grupo de demonios fue directo a Okko quién los esperaba. Entablaron una nueva lucha, Okko estaba herido por el tridente y le costaba combatir contra más de dos docenas de enemigos.
Cuando todo parecía perdido para el joven guerrero, apareció una pequeña luz en medio del campo de batalla. La luz rápidamente se convirtió en llamas y toda la zona ardía, creando un perímetro alrededor de Okko y los demonios.
Antes que nadie se diera cuenta, había una figura que se movía con libertad a través de la llamas. Primero pareció una simple silueta, luego se mostró. No parecía que las altas temperaturas le afectaran en lo más mínimo. Era rubio y vestía de amarillo. Pero lo curioso es que le protegía una Armadura de un metal rojo: En los hombros, pubis, hombros, pies, brazos, rodillas y pecho. También llevaba una diadema con forma de llamarada.
-¡El Caballero de la Llama!-exclamaron los demonios.- ¡Otro de los Caballeros resucitados por el señor Lucifer!
-¿El Caballero de la Llama?-preguntó Okko con la mirada fija en el recién llegado.
-Así es.-respondió el Caballero.- ¡Y yo tampoco pienso unirme a Lucifer! ¡Mi voluntad está con Atenea y el Santuario!
Y sin decir nada más provocó una gran oleada de llamas que ahuyentaron a todos los demonios los cuales se refugiaron en los alrededores. Luego se posó al lado de Okko quién curiosamente no había recibido ningún ataque del fuego.
-¿Eres un Caballero de Bronce?-preguntó Okko sorprendido mirando al Caballero.
-Soy un Caballero Sonota.-le respondió El Caballero de la Llama.-Somos un grupo de Caballeros que sobresalimos de entre los simples guardias del santuario y peleamos con nuestro propio Cosmos. Nuestro trabajo es asistir a los demás Caballeros o encargarnos de asuntos simples del Santuario, después de todo nuestro poder puede equivaler con los Caballeros de Bronce y en algunos casos con los Caballeros de Plata.
Pero allí termino tal charla “tranquila” debido a que los demonios comenzaron a contraatacar.
-¡Ahí vienen de nuevo!-exclamó Okko.
-¡Ya me enfrenté a un grupo de estos!-gritó El Caballero de la Llama.- ¡No te preocupes, son muy débiles a pesar de su cantidad!
Y así ambos guerreros combatieron hombro a hombro, volvían a sentirse con vida. Combatieron cuerpo a cuerpo con los demonios, ahora Okko contaba con la ayuda de su nuevo aliado. Derrotaron a cada demonio que se atrevía siquiera a acercarse.
Luego el Caballero de la Llama comenzó a crear fuego con su Cosmos, Okko los esparció con sus ráfagas de vientos.
Luego de un rápido combate, el Cabecilla encabezó la última oleada la cual también fue repelida y masacrada por Okko y el Caballero de la Llama.
-Van a pagar por esto, Lucifer de se encargará de ustedes.-les dijo el Cabecilla en su lecho de muerte para después no decir nada más.
-Entonces aquí lo esperaremos.-respondió Okko. Luego giró hacia el Caballero de la Llama y le extendió una mano.-Gracias.
-No hay de que.-le respondió con una sonrisa.
…
-¿Por qué nadie me escucha? ¡Tendríamos que haber regresado con Atenea!-exclamó Jamián.
El trío de Caballeros de Plata ahora avanzaba por un camino rocoso, estaban fuera de los límites del Santuario, en Athenas.
-Ahora Atenea no puede hacer nada.-Explicó Asterión mientras avanzaban.-Está en medio de una guerra contra Hades ¡Esto es trabajo para los Caballeros de Plata!
-Concuerdo con Asterión-agregó Ptolemy.-Creo que había algo más en aquel mensaje de nuestra diosa, posiblemente esta es nuestra lucha.
-¿Entonces a donde vamos?-preguntó Jamián.- ¿Acaso comenzamos a correr de manera errante?
-Pues no.-le respondió Ptolemy.-Vamos directamente a una de las entradas del infierno, allí encontraremos a ese Ángel Caído y a su “señor”. El Purgatorio de San Patricio, Irlanda.
-Lo conozco, yo crecí cerca de allí,-comentó Jamián.-Al parecer no es un lugar muy popular, muchos creyentes cristianos acuden allí para hacer penitencia.
-Así es.-dijo Ptolemy en tono pensativo.-Cuenta una vieja historia que San Patricio, un predicador cristiano de Britania, pidió ayuda a Dios para evangelizar a los irlandeses quienes se mostraban reacios de creer en Dios. Fue así como Jesús le mostró una cueva en donde en su interior San Patricio pudo ver el sufrimiento de los pecadores. Actualmente se lo considera una entrada al infierno, está junto a un monasterio.
-Interesante-comentó Asterión.- ¿Pero quién dijo que sea cierto?
-No perdemos nada por averiguarlo.-se defendió Ptolemy.
-Entonces vamos allá.-dijo Asterión.
Y así lo hicieron. Juntos, los tres Caballeros de Plata comenzaron a moverse a gran velocidad: Ptolemy a la cabeza, Asterión en el medio y Jamián en la recta guardia. Solo pararon cuando Asterión se percató de algo.
-Oye Ptolemy, si mal no me equivoco Irlanda está para el norte, nosotros nos estamos adentrando en el corazón de Atenas.-le comunicó a su compañero.
-No te preocupes, en un instante nos dirigiremos a Irlanda, debemos atender un pequeño asunto aquí.-le comunicó Ptolemy.
Pararon en un terreno rocoso, en los lindes de un pequeño pueblo griego. Seguía siendo de noche. No hablaron, Ptolemy se limitaba a quedarse rígido como si esperara algo. Asterión y Jamián susurraron entre sí, Ptolemy no les explicó nada.
Había ruido proveniente de los bares cercanos. Eran la única luz de aquel pequeño pueblo debido a que la mayoría de los edificios estaban a oscuras. Nadie parecía fijarse en aquel grupo de hombres que vestían pedazos de metal.
Aquella tranquilidad de pronto se interrumpió debido a un leve temblor. Asterión, Ptolemy y Jamián no se preocuparon, aún así en el pueblo la mayoría de las personas se alarmaron. El temblor no duró más de diez segundos, luego todo volvió a la normalidad.
Siguieron esperando, no tenían ni idea de cuánto tiempo hacía desde que se quedaron esperando. Quizás una, dos o tres horas… El hecho es que se sintió un segundo temblor, esta vez era mucho más fuerte que el anterior. La tierra temblaba completamente. Esta vez el trío de Caballeros de Plata se alarmaron.
-¿Qué rayos es eso?-preguntó Jamián.
-¡Sea lo que sea tiene una fuerza brutal!-gritó Asterión.
El temblor también no duró más que diez segundos y cesó. Aquel temblor se sintió no solo en Grecia si no que en casi todo el mundo.
-Oye Ptolemy ¿¡Qué rayos estamos esperando!?-preguntó Asterión.
-¿Acaso no sienten un leve Cosmos que cada vez se acerca más y más a este lugar?-preguntó Ptolemy.
Asterión y Jamián de pronto lo sintieron. Efectivamente, era un Cosmos que se acercaba a gran velocidad y que provenía del este.
-¿Cómo sabemos si no es un enemigo?-preguntó Jamián.
-¡Presta atención Jamián!-le reprochó Asterión.-Se mueve a una velocidad Supersónica, incluso podría decir que es Hipersónica. Solamente un Caballero de Plata puede moverse a esa velocidad.
-En efecto.-respondió Ptolemy.
Siguieron esperando. Luego de unos veinte minutos, un tercer temblor se sintió. Esta vez fue el doble de fuerte que el anterior. La tierra volvía a temblar. Los edificios de poblado se venían abajo. Numerosas grietas se abrían en el suelo. La gente salía de sus hogares aterrorizada.
-¿No vamos a ayudar?-preguntó Jamián sorprendido.
-Que no les vean por mucho tiempo, recuerden que no deben saber sobre los Caballeros de Atenea.-les dijo Asterión.
Esta vez el temblor no duró solamente alrededor de diez segundos si no que se extendió. Los Caballeros de Plata ayudaron a los heridos y salvaron a las personas atrapadas. El cielo oscureció y relampagueaba. El pánico inundaba a todos. De pronto una gran ráfaga de Cosmos se vio a lo lejos, se elevaba hacia el cielo. Cuando llego a este, se produjo un gran estallido de luz enceguecedora que duró no más de siete segundos y después todo volvió a la normalidad y la tierra dejó de temblar.
-¿Pero qué demonios?-preguntó Asterión.
-Espero que la señorita Atenea esté bien-dijo Jamián.
Y después de eso salieron del pueblo. Aquella Cosmoenergía ya se estaba acercando. Luego pasó de largo directo hacia el Santuario.
-¡Rápido, sigámoslo!-dijo Ptolemy.
Los tres Caballeros de Plata fueron directos hacia aquel Cosmos. Se movieron a la velocidad Hipersónica. Al parecer el dueño de aquel Cosmos los sintió y por lo tanto detuvo la marcha. Ptolemy, Asterión y Jamián hicieron lo mismo.
-¿Quiénes son ustedes?-preguntó.
-Tres Caballeros de Plata al servicio de la diosa Atenea-respondió Asterión.
-Que sorpresa, pensé que era el único.-respondió Albiore de Cefeo esbozando una sonrisa ante sus compañeros.