El fic en general esta bien pensado y merece la pena leerlo, tengo la esperanza de que mejores la trama, te desenvuelvas y hagas una historia buenaza, lo seguiré y te daré un palazo de remo, cuando llegues a publicar apurado y montes relleno, por esto no te pagan, hazlo a tu manera, a tu ritmo y sobretodo a tu modo.
Gracias por el comentario Atonic, si me surge algun problema respecto a fics, te contacto (?
Palazo de remo? Yo creo que más doloroso es un bate de beisbol :ninja: O una paliza de Hiruma (?
Con respecto al último capítulo, el guerrero de Scylla me parece muy poderoso, humillar a un santo de libra no es cosa fácil. Me parece correcto estos marinos demuestren el verdadero poder que debieron tener en el canon.
Claro, los marinos debieron demostrar mayor poder, siendo que eran "casi como dorados". En este Arco estoy tratando de demostrar eso, sin desmeritar a los demás. Claro, los atenienses son los protagonistas, pero no es para subirlos demasiado (o bajar a sus contrincantes) como Kuru.
Muy buen capítulo, Sagen! Aunque se que te has metido con otro fic mas "liviano" (?), espero que pronto retomes este, que pinta muy bien. Saludos! ^_^
PD: Interesante el poder demostrado hasta ahora por el tal Wolls. Espero que Guren solo este siendo astuto y no sea un alfeñique, o este fic quedará salpicado indefectiblemente por el Temor.
No va a haber temor en este fic, descuida (? :ninja: al menos es lo que voy a tratar de hacer ver :ninja:
Y como te voy a decir, sí lo voy a retomar; hoy es ejemplo xD
Voy a tratar de publicarlo cada dos semanas, que aunque me guste, me sigue siendo un poquitin difícil el expresar mis ideas en prosa :ninja:
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Capítulo 5: Herida
El santo de Libra seguía inconsciente en la arena. Los segundos pasaban rápidamente y todos miraban impacientes el campo de batalla. El árbitro del combate se paró nuevamente, cogiendo un extraño reloj de vidrio y madera con arena en su interior, y avisó:
—Cuando caiga el último grano de arena en este reloj, el tiempo que tiene el santo dorado de Libra para reponerse finalizará. —dijo alzando el reloj y enseñándolo
Desde sus asientos, Europa y Miare, confiaron en que Guren se levantaría. Las palabras del juez resonaban por todo el coliseo. “Quedan tres minutos”. Esperando que se levantase, ambos miraron con preocupación el lugar donde se encontraba su inconsciente compañero.
—Vamos Guren… levántate —ambos se decían a sí mismos— ¡No te rindas después de todo lo que has pasado!
—¿Hasta ahora no se han rendido santos? —exclamó a viva voz en ese momento el marino de Escila, observando fijamente a su desmayado oponente.
* * *
La memoria de quien había perdido el conocimiento le hizo a recordar su pasado —para la situación no ayudaba en nada—. Los recuerdos venían uno tras otro; le hacían ver desde su inicio como santo, hasta alguna de las numerosas misiones que había cumplido. Y entre esos recuerdos también se encontraba la última vez que había salvado de la muerte a su diosa.
Según él recordaba habían sido apenas un par meses, era invierno. Un manto de nieve cubría por completo a Hetalia —el país donde Athena era gobernante— Un día como cualquier otro.
La calma con la que él se había recostado sobre la nieve, desapareció tan solo unos momentos después: su diosa había desaparecido. Se enteró gracias al santo de Escorpio quien, en conjunto con los demás, había estado buscándola.
— ¿Dónde podrá estar Europa? —se preguntó preocupado a sí mismo el santo de Libra preocupado mientras buscaba por varios rincones de la ciudad principal de Hetalia.
Las pistas sobre su paradero llegaron pronto a oídos de los santos dorados, quienes más preocupados estaban por. Dos de ellos fueron llamados por el Patriarca. Los tres se encontraron fuera de la ciudad.
—Miare, Guren… quiero que ustedes dos sigan estas pisadas… tal vez los lleven hacia Europa —ordenó el Patriarca, apuntando con su mano unas huellas en la nieve— Ahora que recuerdo, ella me había dicho que vendría a esta zona para despejar su mente.
La nieve había dejado de caer hace un par de horas. Así que pensó rápidamente, por la profundidad de dichas huellas, que no deberían estar muy lejos
—Podría habérnoslo dicho antes Patriarca —dijo con tono de burla Guren.
—Lo digo en serio, Guren. Si las observas con detenimiento, podrás notar que no solo son las de la señorita Europa, sino que hay alguien más. —Opinó el Patriarca— Por sus profundas pisadas... es alguien con una armadura.
—Entonces… ¿Ella puede estar en peligro en este momento? —preguntó con miedo Miare.
—Pongámonos en marcha… Quien sabe lo que le pueda pasar… —dijo Guren preocupado por la situación de Europa.
Partiendo inmediatamente, siguieron las huellas hasta llegar a un acantilado. En ese lugar vieron a Europa —el miedo que tenía en ese momento se observaba con facilidad— amenazada por la lanza dorada de un hombre de armadura desconocida, la cual poseía un color naranja muy intenso. Al acercarse ambos santos, la señorita Europa se alegró debido a la presencia de estos, sin embargo aún sentía un profundo temor que le impedía pronunciar palabra alguna.
—¿Quién eres y qué haces con Europa? —dijo Guren acercándose a ellos.
—Ahh… Así que al fin decidieron venir, Santos Dorados —se burló el desconocido— Soy un berserker, Spour. Recuerden mi nombre… porque yo seré quien le quite la vida a su diosa.
—Un guerrero de Ares… Así que has venido por orden de él… —dijo el santo de Aries concentrando energía en su puño.
—Así es, Santo. —afirmó el berserker, y alejando de la lanza de Athena— Mi dios me envió para que poder solucionar este problema de territorios ¿cómo? Fácil… matando a la diosa de estas tierras.
—Calma Miare, yo me voy a encargar de esto —dijo Guren— Tú preocúpate por recuperar a Europa.
—Vale… —respondió
—¿Acaso vamos a pelear? —dijo impaciente Spour.
—Vamos berserker, ¡pero suelta a Europa primero! —exclamó el santo de Libra.
—Interesante… Podría liberarla… ¡pero mejor hago esto! —Dijo el guerrero mientras la empujaba hacia el abismo— Ya nos veremos después si es que se atreven Santos de Athena.
—¡Miare detenlo! —gritó Guren mientras corría en dirección al acantilado.
El santo de Aries, se encontraba pasmado ante aquel suceso. El otro santo se tiró por el barranco, tenía su armadura de oro puesta. En el fondo de aquel lugar había infinidad de rocas puntiagudas. Al poder alcanzar su mano, él la agarró y para protegerla del dolor trató de amortiguar su caída pareciendo que la abrazara.
—Guren… ¿Estás bien? —Fueron las primeras palabras pronunció, ya que el miedo la había paralizado.
—Estoy bien joven diosa —el Santo trató de sonreír pese a que una de las filosas rocas sobresalía de su brazo izquierdo.
—Volvamos arriba Guren —sonrió por la gran hazaña de este.
—Vamos Europa —tratando de que su diosa no se preocupe trató de fingir. La armadura de él estaba arañada levemente por la caída.
Al volver a la superficie, vieron al berserker encerrado por paredes de cristal. Miare viéndolos les ayudó a llegar al lugar, sin descuidar la barrera que mantenía prisionero al servidor de Ares.
—Vaya. Athena no ha muerto —se reía el enemigo.
—Miare, libéralo. Me encargaré de él. —dijo Guren tratando de ocultar su herida.
—Está bien… —la barrera se desvaneció.
—¡Es hora de tu muerte Athena! ¡Sufre por mi Gaebulg! —El berserker empezó a concentrar su cosmos en la lanza y se abalanzó contra la diosa.
—¡No te lo permitiré! —El santo de Libra se interpuso en su camino, tratandi de detener la lanza con sus manos. Sin embargo ésta le atravesó el brazo derecho, clavándose en su pecho. La sangre corría por encima de su armadura.
—¡Guren! —Miare se preocupó por el estado del brazo de su compañero.
—Vaya… se nota que no sabían que mi Gaebulg podía atravesar cualquier armadura jajajaja —se burló Spour.
—Maldito… —murmuró el santo de Aries
“Cambio de planes Spour, vuelve rápidamente al Tartarous”, fueron las palabras que el berserker escuchó en su mente.
—Perdónenme, pero es hora de que me vaya —se retiró desvaneciéndose enfrente de todos.
—Guren debemos ir a curarte —dijo la diosa.
Los tres volvieron al santuario. El Patriarca se alegró por el regreso de Europa y los otros dos. Unos momentos luego de haber regresado, el santo de Libra se desmayó. Le vendaron las heridas y le repararon la armadura mientras descansaba. Pasado un día despertó, su diosa estaba al lado suyo.
—Perdón Guren, esto es mi culpa —dijo la diosa.
—No, es nuestra culpa por no haberla protegido como se debe —se disculpó el santo de Libra.
—Guren… quisiera que usaras las armas de Libra… creo que sería bueno debido a tu actual estado.
—Gracias por preocuparse por mi diosa Athena —a pesar de su dolor sonreía.
* * *
En la tribuna del coliseo se veía a Miare preocupado por el estado de su compañero. El tiempo adicional que se le había dado se estaba agotando —quedaba menos de un minuto— La presión de la prueba que se le había impuesto a Europa se notaba en el ambiente.
—Quedan veinte segundos —dijo Leaf parándose en su sitio.
—Vamos Santos de Athena, ríndanse antes de que se acabe su tiempo —dijo desde su asiento el marino de Hipocampo impaciente.
De la nada el contendiente comenzó a reaccionar. Apoyándose sobre su brazo izquierdo se paró lentamente.
—Vaya suerte tienen atenienses —intervino el árbitro— ¡puede proseguir el combate!
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Pronunciaciones:
Las pronunciaciones de algunos puede que los escriba con tilde para que se entienda donde se encuentra el acento
Spour: Espur
Guren: Guren
Tartarous: Tartarus
Hetalia: Etalia
Miare: "Miáre"
Europa: Europa xD
Editado por TheIlusioηist, 13 febrero 2016 - 23:30 .